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DOSSIER DEL<br />

SERVEI EDUCATIU DEL <strong>CCCB</strong>


Cosmópolis.<br />

Borges y Buenos Aires<br />

Dossier del Servei Educatiu del <strong>CCCB</strong>


Índice<br />

Cosmópolis. Borges y Buenos Aires.<br />

(artículo del catálogo de la exposición).<br />

Juan Insua<br />

Biografía para lectores jóvenes<br />

Marieta Gargatagli.<br />

Apéndice:<br />

textos citados en las notas de la<br />

biografía<br />

Lecturas para estudiantes de ESO y<br />

Bachillerato. Marieta Gargatagli<br />

Léxico.<br />

Kosmópolis. La Biblioteca de Borges<br />

Bibliografía<br />

1<br />

13<br />

16<br />

20<br />

23<br />

24<br />

25


I. Cosmópolis.<br />

Borges y Buenos Aires<br />

Juan Insua<br />

(artículo del catálogo de la exposición).<br />

“He nacido en otra ciudad que también se llamaba<br />

Buenos Aires”<br />

Jorge Luis Borges, La cifra<br />

La grandeza literaria de una ciudad se construye con<br />

materiales que una exposición no siempre puede abarcar.<br />

Exponer es una operación selectiva que adquiere sentido<br />

si logramos que el conocimiento sensible trascienda<br />

la mera información, o esa vanidosa erudición que a<br />

veces solo contiene una supersticiosa acumulación de<br />

datos. ¿Puede exponerse el entrañable vinculo que Jorge<br />

Luis Borges mantuvo con Buenos Aires? Ser capaces de<br />

arrojar una sonda al corazón de esa relación implica<br />

operaciones que el genero exposición no suele admitir,<br />

al menos en sus vertientes más áridas, academicistas o<br />

exquisitamente frías. Las ciudades de la literatura, las<br />

ciudades de la memoria y la imaginación, requieren un<br />

sostenido intento por ir mas allá de tabúes museográficos<br />

y modelos expositivos inertes. Hoy, todo genero artístico<br />

es un corsé de limites difusos, aunque la obsesión<br />

clasificatoria deba ser saciada como remedo de un mapa<br />

que nunca coincide con el territorio.<br />

En las ciudades que construye la memoria caben los<br />

fragmentados paisajes que el vértigo o la emoción<br />

expanden hasta hacer del instante una forma perdurable.<br />

Heredamos esa memoria con la credulidad con la<br />

que se reciben muchos recuerdos ajenos. Estudiamos<br />

esa memoria, la documentamos, la diseccionamos bajo<br />

una dura luz sofoclea. Confiamos en el mapa y nos<br />

adentramos en el territorio. Sin embargo, lo esencial solo<br />

comienza a ser intuido cuando aprendemos a liberarnos<br />

del cúmulo de miradas que no nos pertenecen. Es<br />

entonces cuando el Buenos Aires de Borges puede ser<br />

recibido como un don, como una forma emancipada de<br />

la sensibilidad poética. Es entonces cuando los almacenes<br />

rosados, las calles despobladas, los patios melancólicos<br />

o los atardeceres que se parecen al amanecer, adquieren<br />

otro sentido. No recordamos que estaban así antes<br />

de Borges, ni que están ahí por Borges. Simplemente<br />

nos abandonamos a la belleza de un instante que es<br />

íntimamente nuestro.<br />

Emoción y asombro<br />

La relación de Borges y Buenos Aires comienza en<br />

un escenario preciso y emocionado, pero existe una<br />

persistente expansión que recorre las calles hasta<br />

alcanzar esa inagotable respuesta que llamamos universo.<br />

Reducir la ciudad borgeana a lo que suele entenderse<br />

como el Buenos Aires del primer Borges, hubiese sido<br />

-3-<br />

Borges a los 22 años<br />

una opción legítima, pero insuficiente. Existen vínculos<br />

que van mas allá de las acotaciones tradicionales<br />

y también una espiral vertiginosa cuyas principales<br />

brújulas son la emoción y el asombro. Borges sabia<br />

que es difícil emocionarse y asombrarse de memoria. El<br />

imprescindible y laborioso álgebra del lenguaje solo crea<br />

sentido si nace de una pasión verdadera y conduce a una<br />

sed verdadera.<br />

Cosmópolis. Borges y Buenos Aires ha intentado<br />

seguir esa trama de filamentos invisibles que la obra<br />

borgeana sugiere a través de lecturas sucesivas. La<br />

idea cosmopolita que vértebra esta experiencia estética<br />

ha estado ahí desde el comienzo. Se ha enfrentado a<br />

dudas persistentes, ha resistido a la hidra ideológica, ha<br />

recorrido sus propios laberintos, y quizá haya logrado<br />

sobreponerse a su propia desmesura.


El temblor que asoma cada vez que nos enfrentamos con<br />

una obra o una idea poderosas puede convertirse, con<br />

infatigable paciencia, en la más bella de las aventuras.<br />

Hay un lugar que todos sabemos, nada menos, donde<br />

nunca llegaremos y hay un lugar que suele olvidarse, y<br />

donde siempre estamos. (1) La obra de Jorge Luis Borges<br />

constituye un sutil instrumento para explorar ese enigma.<br />

Quizá solo se pueda exponer aquello que se ama.<br />

FUNDACIÓN MÍTICA<br />

“A mi se me hace cuento que empezó Buenos Aires: la<br />

juzgo tan eterna como el agua y el aire”<br />

Jorge Luis Borges. Cuaderno San Martín.<br />

Hubo dos fundaciones históricas de Buenos Aires. La<br />

primera en 1536, asociada al adelantado don Pedro de<br />

Mendoza, culminó en un terrible fracaso. La segunda en<br />

1580, corresponde a Juan de Garay, llegado de Asunción<br />

al frente de colonos hispano-guaranies. Este doble sino<br />

ha marcado el devenir de la ciudad otorgándole una<br />

esencia ambigua, apta para las interpretaciones más<br />

enconadas y también para favorecer la leyenda de un<br />

“hechizo misterioso”. (2)<br />

Poetizar la historia puede encubrir operaciones<br />

tendenciosas, pero nos alivia del peso de una única<br />

Historia escrita con mayúscula. ¿Cuantas fundaciones<br />

permite una ciudad?<br />

Cuando en 1936, Buenos Aires celebra el cuarto<br />

centenario de su primera fundación ya era una ciudad<br />

“vaticinada y descifrada mensualmente”, como si la<br />

incomodidad y confusión de sus orígenes siguiese<br />

alimentando una sustancia indecisa, un rompecabezas<br />

del que ningún intérprete tenía todas las piezas. El<br />

discurso(3) que Borges pronuncia con motivo de esta<br />

celebración advierte sobre la inutilidad de una polémica<br />

que puede conducir a una infinita perplejidad: ¿Qué es<br />

Buenos Aires? ¿Quién es y quien ha sido Buenos Aires?<br />

Borges señala la esterilidad de ese debate inaprensible,<br />

aunque previamente haya incluido su íntima respuesta.<br />

Tercera fundación<br />

Fundación mítica de Buenos Aires, uno de los poemas<br />

más famosos de su juventud, comienza con una<br />

pregunta incómoda para la historia de la Conquista.<br />

Y continua con una conjetura mordaz sobre la épica<br />

tradicionalmente asignada a tan polémica empresa. El<br />

poeta utiliza un tono conversado, oral, construido con<br />

alejandrinos asonantes, para ir deslizando su propia<br />

síntesis de los primeros relatos sobre el Río de la<br />

1. La frase encierra un eco espontáneo de Trilce de Cesar Vallejo. Y<br />

también una posible distinción entre utopía y ucronía, dos pulsiones<br />

propias de la idea cosmopolita.<br />

2. Larreta, Enrique. Las dos fundaciones de Buenos Aires. Librerías<br />

Anaconda, Buenos Aires,<br />

-4-<br />

Plano de la Ciudad de Buenos Aires, la ciudad geométrica. 1796<br />

Plata. Las crónicas de Ulrico Schmidel o Fernández de<br />

Oviedo revelaron que la primera fundación de Buenos<br />

Aires fue tremendamente violenta: canibalismo, batallas<br />

despiadadas, asesinatos, hambre... En el poema borgeano<br />

la crueldad original está presente, pero adquiere una<br />

forma irónica, acentuada por la utilización sagaz de la<br />

imaginería medieval.<br />

En las primeras versiones del poema, Borges recurre a<br />

un vocabulario criollo gauchesco (quillango, pintados<br />

,zaino, parejo, etc.) influido por los dilemas que<br />

plantea la identidad argentina, pero es consciente de<br />

las restricciones estéticas impuestas por las estrategias<br />

de diferenciación nacional y lingüística. Si “la vana<br />

diversidad de pareceres” impide un relato unívoco sobre<br />

la esencia de Buenos Aires, la libertad poética permite<br />

fundar una ciudad intima. El origen es desplazado<br />

a Palermo, el barrio de su infancia. La ciudad nace<br />

en medio de un desamparo elemental, en un espacio<br />

desnudo que solo admite una mitología minimalista.<br />

La fundación borgeana de Buenos Aires incluye un<br />

vaciamiento y una apertura. El paisaje original contiene<br />

unos pocos fantasmas premeditados y es la ausencia de<br />

limites lo que impide sentenciar el origen y el destino de<br />

la ciudad. La atemporalidad final que Borges le otorga<br />

convierten en bruma las fundaciones históricas, pero<br />

inaugura un espacio poético propio, abierto al enigma y<br />

a la esperanza. Palabras que quizá definan la relación<br />

que Borges mantiene con Buenos Aires en su vida y<br />

en su obra. El imprescindible enigma que provoca un<br />

soplo de sentida eternidad. El sentimiento de que siempre<br />

queda una ciudad desconocida, que toda ciudad es otras<br />

ciudades, y al mismo tiempo anhela ser siempre ella<br />

3. Titulado Tareas y destino de Buenos Aires, fue transmitido por la<br />

radiodifusora del Teatro Colon en febrero de 1936. Es un texto más<br />

extenso de lo habitual. Allí Borges menciona un movimiento que va<br />

de los fundadores a la ciudad criolla, a la que juzga desaparecida. Y<br />

recuerda la literatura gauchesca como un género que habla del pasado,<br />

concebido por porteños y montevideanos, gentes de ciudad. Véase<br />

Textos recobrados (1931-1955), Emecé, Barcelona 2001.


misma . Esperanza como un deber indeclinable, porque<br />

toda ciudad puede crecer, declinar, morir, conservar o<br />

descubrir su nombre, renacer de sus cenizas, curar sus<br />

heridas, soñarse una vez mas: otra ciudad, otras ciudades,<br />

cada ciudad. Las palabras con que Borges cierra su discurso<br />

de 1936, conservan un aliento profético. Y aunque el dolor<br />

hoy es grande “la esperanza nunca es vana”:<br />

“Buenos Aires nos impone el deber terrible de la<br />

esperanza. A todos nos impone un extraño amor- el amor<br />

del secreto porvenir y de su cara desconocida”<br />

FERVOR DE BUENOS AIRES<br />

“Yo presentí la entraña de la voz las orillas”<br />

Jorge Luis Borges Luna de enfrente<br />

Entre 1923 y 1930, Borges publica sus siete primeros<br />

libros, cuatro de ensayo y tres de poesía, funda tres<br />

revistas y colabora en una docena de otras publicaciones<br />

Es un período de intensa actividad, donde el escritor<br />

interviene apasionadamente en la mutación cultural que<br />

está teniendo lugar en Buenos Aires. En medio de la<br />

efervescencia vanguardista el joven escritor aventura tres<br />

gestos simultáneos: se interroga por una ciudad que ya<br />

no existe, crea una mitología del suburbio porteño y<br />

comienza a postular con astucia su acceso a lo universal.<br />

Los años que ha vivido en Europa no han sido ilusorios.<br />

Le han servido para un distanciamiento saludable del<br />

ambiente natal, para estimular su singular bibliofilia y<br />

también para un conocimiento directo de las vanguardias<br />

que definen los comienzos del siglo XX. Entre todas,<br />

Borges se decide por la vertiente ultraísta: esa “novísima<br />

estética” que Rafael Cansinos Assens promueve en el sur<br />

de Europa como “voluntad caudalosa que rebasa todo<br />

limite escolástico”. (4)<br />

Borges regresa a Buenos Aires- su patria- imbuido de<br />

un ultraísmo que reclama la exaltación de la metáfora,<br />

la eliminación de los adjetivos inútiles, la abolición del<br />

confesionalismo y de la nebulosidad rebuscada, pero<br />

cuyo principal aporte no reside tanto en un programa<br />

especifico, ni en los resultados estéticos derivados de<br />

ese programa, como en la necesidad de preservar un<br />

“campo abierto” para la poesía. Un territorio que no sea<br />

mortificado por las pulsiones sectarias de todo ismo y<br />

que convierta “al oportuno lector” en un cómplice alerta,<br />

sensible, critico.<br />

Sin embargo, para comprender la novedad de la<br />

operación que Borges realiza en el Buenos Aires de<br />

los años veinte, también es necesario analizar su<br />

4. Palabras de Cansinos Assens citadas por Borges en uno de sus<br />

principales textos sobre el ultraísmo. Fue publicado inicialmente en<br />

la revista madrileña Cosmópolis en diciembre de 1921. Véase Textos<br />

recobrados. Emecé, Barcelona 2001.<br />

5. El artículo de Beatriz Sarlo publicado en este catálogo, desarrolla<br />

un análisis esclarecedor de esta estrategia. Sarlo define la invención<br />

borgeana como “criollismo urbano de vanguardia”. De la misma autora<br />

-5-<br />

participación en las polémicas para definir el criollismo,<br />

la otra gran tendencia que el escritor asume al elaborar<br />

su estrategia. ( 5) El joven inquisidor arremete contra el<br />

criollismo estrecho, anclado en una tradición menguante<br />

y con escasos argumentos para defender la esencia del<br />

ser argentino. La critica no está dirigida a su presunta<br />

imposibilidad, sino a la precariedad de ideas y obras que<br />

permiten definir su Buenos Aires: esa innumerable ciudad<br />

a la que todavía “hay que encontrarle la poesía y la<br />

música y la pintura y la religión y la metafísica que con<br />

su grandeza se avienen”.<br />

La tensión entre vanguardia y memoria, historia y mito,<br />

arte y política, comienza a resolverse por una inimitable<br />

mezcla de brevedad, pasión, precisión y distanciamiento.<br />

No están en su horizonte ni un hispanismo devoto que<br />

solo conduce a un proverbial complejo de inferioridad,<br />

ni tampoco un ombliguismo patético que cifre en<br />

las desdichas del gaucho, el origen de las dramáticas<br />

virtudes de la argentinidad. Borges promueve y comparte<br />

con su generación el sueño de un cosmopolitismo<br />

desacomplejado que no impide la fervorosa conciencia<br />

del escenario. Sucede en Buenos Aires. Es Buenos Aires<br />

abriéndose a las cuatro esquinas del mundo, poblándose<br />

de novedades y fantasmas, traduciendo todo lo que llega,<br />

disputándose el alma de sus barrios, nutriéndose de sus<br />

invenciones, ejerciendo un corte generacional que le<br />

permita alcanzar la modernidad más intensa.<br />

Flâneur periférico<br />

La creación de un espacio literario propio - la gestación<br />

de la topografía borgeana- comienza por caminar los<br />

limites de la ciudad. El celebre deambular de Borges por<br />

los barrios extremos de Buenos Aires, en busca de un<br />

aura fugitiva, se convierte en metáfora de otra búsqueda.<br />

Transitar los márgenes, las orillas de la urbe, desplaza,<br />

desenfoca, interpela al centro, y lo coloca progresivamente<br />

en los laberintos del orbe. El poeta camina por su<br />

ciudad imaginándola. Puede refundarla, puede poblarla de<br />

fantasmas, explorar el alma de sus calles, o ser “tan solo<br />

ese anhelo que se pierde en la tarde”.<br />

Las afinidades y diferencias que el deambular borgeano,<br />

posee con la flânerie baudelaireana, ya han sido<br />

teorizadas con éxito por Silvia Molloy (6), por lo cual,<br />

solo cabe una glosa menor. Borges comparte con su<br />

desestimado Baudelaire el gusto por una poesía de<br />

errancia, una búsqueda anhelante de almas en las que<br />

vivir, y un similar proceso de apropiación creativa. Pero<br />

a diferencia del poeta francés, es hostil a la experiencia<br />

de la muchedumbre, al espectáculo de una metrópoli<br />

han sido consultados Borges, un escritor en las orillas, Ariel, Buenos<br />

Aires 1995 y Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930.<br />

Nueva Visión, Buenos Aires 1999.<br />

6. Molloy, Silvia. . Beatriz Viterbo Editora, Buenos Aires 1999.


Fotografía de la ciudad de Buenos Aires. 1917<br />

naciente, y a la definición confiada de un yo poético<br />

que no quiere ser interpelado. No es Borges un flâneur<br />

solipcista, sino un explorador ontológico de los confines<br />

de la ciudad. El ejercicio de vanidad que supone intentar<br />

capturar el alma de las cosas, está siempre atenuado por<br />

la conciencia de un sujeto artificial, construido, un sujeto<br />

sin centro, más proclive a una atención flotante que a<br />

una identidad fija.<br />

Pocos escritores poseen la sensibilidad filosófica de<br />

Borges y nadie lo iguala en el encanto con que la<br />

ejercita. Lo mas simplista sería reducir esta diferencia<br />

a todo lo que el escritor argentino le debe al<br />

idealismo, pero ese modelo de pensamiento no incluye<br />

mecanismos de seducción ni pormenores sorprendentes.<br />

Borges despuebla y descentra Buenos Aires mediante un<br />

premeditado ritual poético-metafísico. Para expresar el<br />

alma de la ciudad “hay que elegir una de aquellas horas<br />

huérfanas que viven como asustadas por las demás y<br />

en las cuales nadie se fija”, luego conviene resituar la<br />

experiencia en una hora más solemne -el atardecer- y<br />

finalmente dejar que el trabajo del horizonte erosione<br />

esa verticalidad arquitectónica que una modernidad ya<br />

trivializada establece como emblema de sus conquistas.<br />

La apropiación borgeana de Buenos Aires sitúa la<br />

periferia en el centro del debate cultural de la época,<br />

y también se convierte en premonición de otras<br />

operaciones del espíritu. Un espíritu a contracorriente<br />

del siglo XX que para algunos puede definirse<br />

como “modernidad periférica” y para otros como<br />

posmodernidad anticipada, es decir: conciencia de<br />

las supersticiones que genera el deseo de ser<br />

“absolutamente modernos”.<br />

7. En una conferencia de 1975, dedicada a la memoria de Xul Solar,<br />

Borges cita diversas fuentes para definir su concepción del genio. La<br />

primera es el escritor escocés Andrew Lang, quien decía que hasta los<br />

doce años todos somos geniales, pero después viene la escuela, viene<br />

la educación, nos parecemos a todos los demás, tratamos de ser como<br />

todos los demás y dejamos de ser genios. La segunda puede parecer<br />

más oscura: la inteligencia es algo que un hombre maneja y el genio<br />

es algo que lo maneja a él. Borges atribuye esta teoría a un escritor<br />

(posiblemente francés) cuyo nombre no menciona, pero inmediatamente<br />

-6-<br />

EL SUR METAFÍSICO<br />

“La realidad trabaja en abierto misterio”<br />

Macedonio Fernández, "Alijo de un amigo"<br />

El sur metafísico borgeano, el sur donde Borges sitúa<br />

el centro secreto de Buenos Aires, no puede intuirse sin<br />

reseñar el vinculo que el escritor argentino establece con<br />

los tres únicos hombres a los que otorga la categoría<br />

de “genios”: Cansinos Assens, Macedonio Fernández y<br />

Xul Solar. A su modo, cada uno reúne las condiciones<br />

que para Borges constituyen la esencia del genio: la<br />

capacidad de preservar una creatividad - una inocencia y<br />

un asombro- que tan sólo podemos atribuir a la infancia<br />

y también la incapacidad para controlar un don que<br />

trasciende la mera inteligencia. (7)<br />

Borges no tuvo reparos en admitir la devoción por este<br />

terceto en el que se conjugan la admiración y la amistad.<br />

Es decir, el noble reconocimiento de la deuda intelectual<br />

contraída y el afecto incondicional que provocan (solo)<br />

aquellos maestros que sentimos como amigos. (Amigos<br />

que son maestros, maestros que son amigos, ¿qué otra<br />

opción cabe, para quienes soportan mal cualquier atisbo<br />

de autoridad impuesta, arbitraria, siempre cuestionable?)<br />

Con Cansinos, Borges descubre el placer de las<br />

conversaciones literarias, un estimulo fuerte para seguir<br />

ampliando sus lecturas y esa pasión babélica- poder<br />

saludar a las estrellas en los distintos idiomas- que<br />

nunca dejará de cultivar, pues forma parte esencial<br />

del gran aprendizaje cosmopolita. Lo curioso es que<br />

Borges no intentó imitar el estilo del escritor judeoandaluz.<br />

La mimesis, la trascripción o el confesado<br />

plagio estaban reservados a Macedonio Fernández, una<br />

amistad heredada de su padre y que quizá constituye<br />

el acontecimiento más notable en su reencuentro con<br />

Buenos Aires.<br />

El impacto de la personalidad de Macedonio sobre Borges<br />

es indiscutible y también es cierto que pese a todas<br />

las interpretaciones y rencillas que esta influencia ha<br />

provocado (sobre todo en las capillas literarias porteñas)<br />

queda un promisorio margen para la exploración<br />

renovada. El dialogo Macedonio- Borges está lejos de ser<br />

agotado. (8) Lo habitual es pensar que los “postulados”<br />

de la metafísica y la estética macedonianas fueron<br />

ejecutados con magistral destreza por Borges, y en<br />

ese caso, Macedonio funcionaría como un precursor<br />

extravagante de la obra borgeana. Pero la trama no es<br />

tan sencilla. Si Macedonio propone una poetización del<br />

pensar que conduce a la mística, quejándose de no poseer<br />

la gracia del decir poético, Borges ejercita esta gracia,<br />

para insuflar pensamiento a una literatura que también<br />

la vincula con la antigua concepción del espíritu santo que invocaba<br />

Milton o la musa que invocaban los griegos.<br />

8. Lecturas que estimulan esta enfática conjetura: la Correspondencia<br />

1922-1939 entre Macedonio y Borges, editada por Carlos García<br />

(Corregidor, Buenos Aires 2000). Libros de Adolfo de Obieta y German<br />

García, el Diccionario de la Novela de Macedonio Fernández, editado<br />

por Ricardo Piglia (Fondo de Cultura Económica de Argentina, Buenos<br />

Aires 2000), los ensayos de CAMBLONG, Ana, KAMESZAIN, Tamara, y<br />

LIBERTELLA, Hector.


anhela otra vigilia, algo mas despierto que ella misma.<br />

El objetivo en apariencia es similar, aunque difieran en el<br />

pudor y el estilo que exige la tarea. La obra de Macedonio<br />

puede leerse como una denuncia de los artificios que<br />

oculta toda escritura, cuando se desestima el problema<br />

ontológico, situando su desafío en un pensar escribiendo<br />

que no clausure el enigma. Borges, en cambio, asume el<br />

hechizo del acto literario, para minarlo desde dentro con<br />

sus propios instrumentos, en un juego delicado que nos<br />

devuelva el asombro de pensar el mundo.<br />

Xul, el visionario<br />

Si Macedonio vivía pensando, repensando y tratando<br />

de entender el mundo, Xul Solar aspiraba a recrearlo.<br />

Cuando Borges conoce a Xul, presiente que se trata<br />

de otro caso único en su generación. El joven escritor<br />

queda fascinado por “la rica, heterogénea, imprevisible e<br />

incesante imaginación” de un visionario, para quien la<br />

mayoría de las innovaciones resultaban un arcaísmo, las<br />

modas estéticas un signo de ignorancia y las convenciones<br />

sociales un estorbo que convenía alterar. Según Borges,<br />

Xul comprendía que lo que llamamos realidad es lo que<br />

queda de antiguas imaginaciones y que no bastan los ojos<br />

físicos para expresar su autentica dimensión.<br />

Hay en la obra de Xul Solar un insaciable apetito por<br />

conocer la topografía de lo invisible e innovar todos<br />

los instrumentos que lo intentaron descifrar. Basta un<br />

breve recuento de sus invenciones para asomarnos a<br />

la naturaleza de su búsqueda. La discordia de Babel<br />

le llevó a crear dos nuevos lenguajes: el neo criollo<br />

y la panlengua. El primero, para que pudiera ser<br />

utilizado en toda América Latina, el segundo, en todo<br />

el planeta. También modifico sustancialmente el ajedrez,<br />

creando un panjuego donde ejercitar las combinaciones y<br />

posibilidades creadoras que permite la unidad armónica<br />

establecida por el sistema astrológico duodecimal, y<br />

transformó el Libro de Toth (Tarot) con una sugerente<br />

recreación de los arcanos mayores. Cambió el piano<br />

tradicional, para facilitar la ejecución de las octavas,<br />

concibió la arquitectura como una extensión de sus<br />

estudios herméticos y a su pintura como una guía realista<br />

del mundo invisible, un instrumento para explorar la<br />

inmanencia.<br />

Para Borges, Xul fue un verdadero “ciudadano del<br />

cosmos”, uno de los pocos hombres que había conocido,<br />

dignos de ese título. Quizá hubiera deseado una mayor<br />

sintonía entre Xul y Macedonio, pero tratándose de<br />

“dioses de orbes diferentes”, su amistad magistral le<br />

bastó para nutrir de un modo imperecedero los temas y<br />

obsesiones que definieron su propia obra.<br />

-7-<br />

LA CIUDAD TRANSFIGURADA<br />

“Casi inmediatamente la realidad cedió en más de un<br />

punto: Lo cierto es que anhelaba ceder”.<br />

Jorge Luis Borges. Ficciones<br />

La transfiguración de Buenos Aires en la obra narrativa<br />

borgeana puede abordarse siguiendo algunas de las<br />

discusiones más apasionadas del escritor argentino. La<br />

primera es la que establece con los defensores del color<br />

local en literatura. Por una confidencia incluida en<br />

“El escritor argentino y la tradición”(9) sabemos que<br />

Borges rechaza sus primeros libros por haber incurrido<br />

en ese falso problema. La idea de que una literatura<br />

deba definirse por los rasgos diferenciales del país que<br />

la produce, abundando en palabras locales, en temas<br />

locales, en personajes locales, no solo debería descartarse<br />

por arbitraria, sino también por ser un culto importado<br />

de Europa. La critica paradójica de Borges apunta a un<br />

doble blanco: atacar a los nacionalistas argentinos que<br />

pregonaban la búsqueda de un color local, ignorando que<br />

se trata de un culto extranjero; desmontar ese culto por<br />

ser una invención reciente, arbitraria y estéril.<br />

Resultaría extraño, razona Borges, que a Shakespeare o<br />

a Racine se les reprochase no haber limitado su obra a<br />

temas ingleses y franceses o deducir, por ejemplo, que<br />

el Alcorán, escrito por Mahoma, no es árabe debido<br />

a la curiosa ausencia de camellos. “Lo verdaderamente<br />

nativo suele y puede prescindir del color local”. Una<br />

observación que afecta a la idea de “literatura nacional”,<br />

pero también al realismo, convertido en ideología. Borges<br />

parece decirnos: es una equivocación preocuparse por<br />

ser (o expresar) lo que por azar o destino ya se es.<br />

Conviene, en cambio, poder manejar sin supersticiones<br />

todos los temas y tradiciones disponibles. Y también<br />

conviene, advertir las falacias a las que conduce una<br />

visión mutilada de lo que concebimos como “realidad”.<br />

Declarado adversario del realismo en literatura, Borges<br />

avanza hacia su madurez narrativa mediante artificios y<br />

ficciones donde abundan alusiones, directas o veladas,<br />

de calles, lugares y personajes de Buenos Aires. Solo<br />

que la operación ya no implica una voluntad consciente<br />

de expresar el sabor o la esencia de la ciudad.<br />

Es precisamente esta abdicación la que le permite<br />

universalizar su espacio literario y al mismo tiempo,<br />

lograr lo que antes había buscado en vano.<br />

El relato La muerte y la brújula, comentado por el propio<br />

Borges, confirma la eficacia del procedimiento: escribir<br />

un thriller metafísico ambientado en un Buenos Aires<br />

deformado por el horror de la pesadilla, amplifica la<br />

potencia semántica de la ciudad. En verdad, poco importa<br />

9. Discusión, O.C., t. I, pag 267-274, Emecé, Barcelona 1989.


Manuscrito de El Aleph. 1949<br />

si la Rue de Toulon es Paseo Colon o Triste le Roy tiene<br />

como modelo una quinta de Adrogué. La transfiguración<br />

afecta a diversos estratos La ficción invade la realidad<br />

dejando solo aquellos detalles o pistas que le otorguen<br />

verosimilitud a la trama. El juego es mas profundo,<br />

más asombroso. En él caben una investigación policial,<br />

una venganza, un homenaje a Poe, una reflexión sobre<br />

la naturaleza del tiempo y del espacio, una inducción<br />

al estudio de la Cábala hebrea, y también cabe la<br />

posibilidad de imaginar este juego serio (10) dentro de<br />

otro juego y dentro de otro, como cajas chinas dispuestas<br />

para un “ vértigo asombrado”.<br />

Los interpretes más pacientes de las ficciones borgeanas<br />

han sabido detectar la belleza y profundidad de este<br />

juego. Leer a Borges puede ser un desafío a la<br />

inteligencia del lector, pero el juego es limpio, la<br />

10. Spoudaois paizein: jugar en serio. Así caracterizaba Platón el<br />

quehacer filosófico. Fernando Savater recupera esta curiosa expresión<br />

en su ensayo Jorge Luis Borges, la ironía metafísica (Ediciones Omega,<br />

Barcelona 2002). Véase también el sugerente libro de Ezequiel de Olazo:<br />

Jugar en serio. Aventuras de Borges. Paidos, México,1999.<br />

-8-<br />

canción suena para quien desee escuchar. La duda y la<br />

conjetura, la precisión o imprecisión de las fechas, los<br />

tesoros de la etimología, la subversión de los géneros, la<br />

obsesión por los espejos y los laberintos, el escepticismo<br />

epistemológico, todos los trucos de una prosa algebraica,<br />

son instrumentos de la emoción y el asombro. Existe<br />

el extendido prejuicio de considerar a Borges un autor<br />

excesivamente intelectual ( y para algunos sencillamente<br />

difícil) pero de poco sirve ceder ante opiniones perezosas.<br />

El juego que Borges nos propone, la suspensión de la<br />

incredulidad que el autor reclama, encierra recompensas<br />

espléndidas.<br />

Haber logrado que una Buenos Aires misteriosa irrumpa<br />

en el enconado realismo de la literatura castellana,<br />

bastaría para justificar esta certeza, pero la intensidad<br />

del regalo trasciende la mitificación de una ciudad o<br />

los avatares de una disputa engañosa. Las ficciones<br />

borgeanas son una critica sutil de nuestra vanidad<br />

cognitiva, revelan la fragilidad de las respuestas<br />

absolutas y de los dogmas inmarcesibles, la estupidez<br />

de la erudición puesta al servicio de una crueldad<br />

refinada, la asfixia moral y estética que supone intentar<br />

cercar el “Inconcebible Universo”. Su “milagro” no reside<br />

en una revelación impuesta, sino en la inminencia<br />

de una revelación que no se produce en el texto,<br />

pues corresponde a cada lector experimentarla. El arte<br />

borgeano encierra el regalo de una realidad que caduca,<br />

que cede y que anhela ceder, ante la potencia del enigma<br />

que la contiene.<br />

LA BIBLIOTECA INFINITA<br />

“Nadie pensó que laberinto y libro eran un solo objeto”<br />

Jorge Luis Borges. Ficciones<br />

La Biblioteca, como se sabe, es un lugar privilegiado de la<br />

topografía borgeana. Las razones biográficas son conocidas:<br />

el descubrimiento de la biblioteca paterna constituye un<br />

acontecimiento capital, su primer trabajo regular es como<br />

asistente en la Biblioteca Municipal Miguel Cané, y buena<br />

parte de su vida adulta transcurre como director de la<br />

Biblioteca Nacional de Buenos Aires.<br />

La Biblioteca funciona en la obra de Borges como matriz<br />

polisémica Puede figurar el Paraíso o ser el escenario para<br />

un relato de inspiración kafkiana. Es una metáfora de<br />

la propia literatura, una manera silenciosa de ejercer el<br />

arte de la crítica, un pretexto para seguir imaginando las<br />

consecuencias de una antigua cremación de manuscritos...<br />

Y en definitiva, la forma que puede adoptar el desmesurado<br />

proyecto de cifrar (o descifrar) el universo.


Para un niño precozmente literario como Borges, los<br />

libros fueron las puertas del Paraíso. El descubrimiento de<br />

amigos invisibles y vivencias intensas que tienen el mismo<br />

rango que los seres y experiencias de la mera realidad.<br />

En la biblioteca de su padre, Borges descubre el secreto<br />

y decisivo placer de la lectura, la potencia de un acto<br />

solitario que constituye una operación mágica de primer<br />

orden. Objetos cúbicos, con hojas, que permanecen mudos,<br />

pero cuya cercanía provoca una extraña gravitación.<br />

El anhelo de almas que han soñado la eternidad, las<br />

infinitas galerías de la imaginación, las ideas, los paisajes,<br />

los sentimientos que se bifurcan, y nos llevan lejos,<br />

suspendiendo la equivoca acumulación de espacio. El culto<br />

borgeano de los libros es uno de los pocos cultos que<br />

amparan, con el tiempo, su propia critica.<br />

Dante y Kafka en Buenos Aires<br />

El viaje en tranvía hasta la Biblioteca Miguel Cane le<br />

servía a Borges para abrirse paso en La Divina Comedia.<br />

El Infierno tenía entonces un curioso aire kafkiano:<br />

la Biblioteca de Almagro era pequeña pero estaba<br />

plagada de funcionarios. El primer día, Borges asume con<br />

honestidad su trabajo catalogando cuatrocientos títulos.<br />

Inmediatamente le conminan a dosificar la tarea, pues<br />

la celeridad de su clasificación pondría en evidencia<br />

al resto de los funcionarios y la completa inutilidad<br />

del sistema. La opción de ocupar cinco horas diarias,<br />

durante años, para discurrir sobre fútbol, carreras de<br />

caballos y mujeres, no le atraía demasiado. Una fuga<br />

hacia el sótano, para leer, releer y escribir, resultaba más<br />

prometedora.<br />

La magnificación de la experiencia vivida en esa<br />

pequeña biblioteca publica le sirve a Borges para seguir<br />

desrealizando (11) Buenos Aires. Esos “nueve años de<br />

absoluta infelicidad”, en los que muere su padre y sufre<br />

un grave accidente, también constituyen el fermento de<br />

sus ficciones más emblemáticas. A los repliegues de la<br />

materia, corresponden los pliegues en el alma. Si la vida<br />

“tercamente se bifurca en otra”, si “las rectas galerías se<br />

curvan en círculos secretos”, es inevitable asumir el reto:<br />

descubrir la libertad en el alma<br />

En La Biblioteca de Babel, Borges despliega sin<br />

nombrarlo un laberinto que abarca el universo. El<br />

lector es situado en un ominoso escenario de libros y<br />

anaqueles que se extienden en todas las direcciones.<br />

Miles de bibliotecarios buscan afanosamente las leyes<br />

fundamentales de la Biblioteca, se multiplican las teorías<br />

y las interpretaciones, cada libro puede encerrar un<br />

arcano prodigioso, pero ninguno agota la magnitud del<br />

11. El término alude a uno de los análisis más perdurables que se han<br />

escrito sobre las claves metafísicas y simbólicas del universo borgeano:<br />

La expresión de la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges, de Ana<br />

María Barrenechea publicado en 1957. Discípula de Amado Alonso y<br />

Pedro Enriquez Ureña, Berrenechea ha ejercido un sensible magisterio<br />

sobre las ultimas generaciones de criticas argentinas.<br />

12. Véase GRAU, Cristina: Borges y la arquitectura, Cátedra, Madrid<br />

1997. El ensayo incluye entrevistas con el escritor y un documentado<br />

análisis de los laberintos borgeanos.<br />

13. Deleuze, Gilles, El pliegue. Leibniz y el barroco. Paidos, Barcelona<br />

1989. En este ensayo, el pensador francés despliega un inspirador<br />

-9-<br />

misterio. Persiste la febril esperanza de hallar el libro<br />

de los libros, el catalogo de los catálogos, pero los<br />

siglos erosionan el intento, y hay épocas en las que<br />

“visiblemente, nadie espera descubrir nada”.<br />

El laberinto barroco<br />

La maestría con que Borges utiliza las descripciones<br />

arquitectónicas (12) se adecua a la complejidad del<br />

espacio sugerido, pero ninguna arquitectura conocida<br />

sirve como brújula definitiva para formalizar ese espacio.<br />

Es cierto que las recurrencias, la yuxtaposición de<br />

elementos iguales, la ausencia de centro, están presentes<br />

en la arquitectura islámica, en las cárceles de Piranesi<br />

o en los grabados de Escher, pero conviene advertir la<br />

singularidad con que Borges asume la estrategia barroca..<br />

“Lo propio del barroco - escribe Deleuze- no es caer en la<br />

ilusión, ni salir de ella, lo propio del barroco es realizar<br />

algo en la ilusión misma” (13). El seísmo intelectual al<br />

que nos someten las ficciones borgeanas quizá pueda<br />

explicarse por la radicalidad con que el escritor explora<br />

ese rasgo- ese pliegue incesante- y por la manera<br />

en que despliega sus consecuencias en nuestra propia<br />

conciencia.<br />

Podemos negar el vértigo, pero el problema permanece.<br />

En el texto borgeano toda clasificación del universo<br />

es conjetural y arbitraria porque no sabemos que cosa<br />

es el universo. El lenguaje es incapaz de representar<br />

los innumerables, anónimos y desconcertantes pliegues<br />

del alma. La filosofía y la teología son extraordinarias<br />

construcciones del espíritu humano, pero se presentan<br />

como especies de la literatura fantástica (14). Como los<br />

bibliotecarios de Babel, el lector puede sentir que se ha<br />

perdido. En el texto borgeano se destila la encrucijada del<br />

laberinto barroco: ese rasgo que oscila entre la ilusión de<br />

lo alcanzado y el vértigo de lo inasible. Borges realiza<br />

una crítica ética del estilo barroco, pero mantiene en<br />

suspenso el problema barroco: la complejidad del mundo<br />

y su posible (o imposible) representación.<br />

Cuando Borges se convierte en director de la Biblioteca<br />

Nacional de Buenos Aires, cuando el bibliotecario de<br />

Babel puede gobernar la ciudad de los libros, los amados<br />

libros, constata la magnitud de la ironía: quedarse ciego,<br />

no poder leer. Y sin embargo, desde la primera línea de<br />

Poema de los dones, no hay lugar para la queja. La alta<br />

imaginación nunca lo permitiría.<br />

“Nadie rebaje a lagrima o reproche<br />

Esta declaración de la maestría<br />

De Dios, que con magnífica ironía<br />

Me dio a la vez los libros y la noche”<br />

enfoque del problema barroco. En el capítulo quinto, Deleuze califica<br />

a Borges como discípulo de Leibniz. Es una hipótesis razonable. Solo<br />

cabría discrepar en el deseo que Deleuze atribuye al escritor argentino:<br />

“...que Dios haga pasar a la existencia todos los mundos incomposibles<br />

a la vez, en lugar de elegir uno, el mejor”<br />

14.La sospecha es recurrente en la obra borgeana. En una nota final<br />

de La cifra, titulada “Las dos catedrales”, Borges define la filosofía y la<br />

teología como “dos especies espléndidas” de la literatura fantástica. Y<br />

se pregunta “...¿qué son las noches de Sharazad o el hombre invisible,<br />

al lado de la infinita sustancia, dotada de infinitos atributos, de Baruch<br />

Spinoza o de los arquetipos platónicos?”


EL HERESIARCA CANONIZADO<br />

“No nos une el amor sino el espanto<br />

Será por eso que la quiero tanto"<br />

Jorge Luis Borges El otro, el mismo.<br />

La fama, como la ceguera, le llegó a Borges<br />

gradualmente. En su Autobiografía, afirma que hasta<br />

el momento de ser traducido al francés ..”yo era<br />

prácticamente invisible, no sólo en el exterior, sino en<br />

mi país, en Buenos Aires”. Sin duda, Borges exageraba,<br />

pero lo cierto es que las traducciones de Nestor Ibarra y<br />

Roger Caillois abren una vía fuerte para la diseminación<br />

de su obra en el mundo. Buenos Aires tuvo que mirarse,<br />

una vez más, en el espejo parisino, para iniciar el<br />

reconocimiento de su escritor más universal.<br />

El premio Formentor, que comparte con Samuel<br />

Beckett en 1961 es el inicio de una larga serie de<br />

honores, incluido el rito de la postulación permanente<br />

para el premio Nobel, que finalmente nunca le<br />

será concedido...Borges asume su creciente fama con<br />

amabilidad y escepticismo, convirtiéndose sin desearlo,<br />

en uno de los grandes mitos porteños. “Soy una<br />

superstición argentina”, afirmo en varias ocasiones con<br />

su habitual ironía.<br />

La irrupción de la fama en la vida de un<br />

escritor puede ser temible, a menos que los años<br />

y una obra considerable hayan atemperado los<br />

espejismos de la celebridad. Comenzar a ser reconocido<br />

internacionalmente a una edad avanzada supuso para<br />

Borges ciertas ventajas. La principal quizá, es haber<br />

podido analizar con lucidez las razones de su propia<br />

mitificación. Ser un viejo poeta, sudamericano y ciego,<br />

lo convertían en un personaje con aura, una especie<br />

de Homero o Milton, algo exótico, que podía cumplir<br />

funciones oraculares en una sociedad ya frenetizada por<br />

los medios masivos de comunicación.<br />

Sus intervenciones en radio y televisión, sus múltiples<br />

conferencias, las infatigables entrevistas a las que fue<br />

sometido, conforman un corpus oral con una sugestiva<br />

coherencia interna. En realidad, poco importa la torpeza<br />

o sensibilidad de los interlocutores; en la mayoría<br />

de los casos el encanto borgeano siempre prevalece.<br />

Encanto para advertir que la fama es una forma de la<br />

incomodidad, que no esta seguro de poder enseñar nada<br />

a nadie, ni siquiera a sí mismo, que nunca ha sido<br />

profesionalmente latinoamericano, que nunca ha sido<br />

profesionalmente contemporáneo, que prefiere jactarse<br />

de lo que ha leído y no de lo que ha escrito.<br />

Encanto para comunicar una indeclinable pasión por<br />

-10-<br />

la literatura y poder deslizar su propio canon pleno<br />

de aciertos y travesuras. Encanto para desautorizar<br />

opiniones unánimes sobre autores consagrados, incluido<br />

él mismo, abriendo la puerta secreta de la libertad:<br />

los atributos y derechos de cada lector frente a<br />

cualquier texto. Encanto para erosionar el mito del autor,<br />

devolviendo a los clásicos un poder transformador que la<br />

tradición suele domesticar.<br />

Canonizar a un heresiarca no es un ejercicio habitual.<br />

Los problemas son evidentes y afectan, en principio, a los<br />

propios intelectuales porteños. Las diversas polémicas que<br />

la obra y la figura de Borges ha provocado en Buenos<br />

Aires, a lo largo del siglo XX, constituyen un singular<br />

capitulo de este proceso.(15) La gama de acusaciones<br />

incluye todos los tópicos. Los tradicionalistas argentinos<br />

le reprocharon su prosa antiargentina, los devotos del<br />

realismo su evasión de la realidad, los ideólogos del<br />

peronismo su visceral antiperonismo, los profetas de<br />

la nueva izquierda su falta de compromiso social,<br />

su condición de escritor colonizado, su proverbial<br />

anglofilia. Hubo intentos mas sofisticados inspirados por<br />

el psicoanálisis y la critica estructuralista, pero visto con<br />

cierta perspectiva, el conjunto revela miopía e impotencia.<br />

Miopía, porque el propio Borges fue un feroz polemista,<br />

pero sabia que la injuria es finalmente un arte triste,<br />

y que la sátira puede ser hija del resentimiento.<br />

Miopía porque la defensa de la autonomía del arte, no<br />

implica necesariamente torres de marfil o una literatura<br />

elitista. El sesgo fantástico de los cuentos borgeanos<br />

suele confundirse con tramas sobrenaturales, mágicas o<br />

sobrehumanas pero, como advirtió Marguerite Yourcenar<br />

(16), todo esto puede estar ausente o bien desaparecer<br />

ante una explicación menos ingenua y más amplia<br />

de cada aventura. En este sentido, las convicciones<br />

de Borges permanecieron inalterables: la literatura<br />

fantástica no es una evasión de la realidad, sino que<br />

nos ayuda a comprenderla de un modo mas profundo y<br />

complejo.(17)<br />

En cuanto a la impotencia, cabe sugerir que aun los<br />

mas obstinados detractores de Borges no pudieron,<br />

ni pueden, dejar de reconocer su talento como<br />

escritor, sostenido desde los años sesenta por un<br />

espectacular consenso internacional. Casi todos los<br />

escritores hispanoamericanos de las ultimas décadas y<br />

también un considerable numero de autores europeos<br />

y norteamericanos han asumido con entusiasmo esta<br />

evidencia: el placer y el conocimiento que la obra de<br />

Borges nos depara. Para los argentinos, al menos, ya no<br />

hay duda que seríamos más pobres sin Borges.<br />

15. Véase Antiborges, Javier Vergara Editor, Buenos Aires 1999.<br />

Elaborada por Martin Lafforgue, esta antología reúne los principales<br />

textos de escritores y críticos argentinos para quienes Jorge Luis Borges<br />

fue una indudable perturbación.<br />

16. Yourcenar, Marguerite. Peregrina y extranjera, Alfaguara, Madrid 1992.<br />

17. BRAVO, Pilar, y PAOLETTI, Mario, Borges Verbal, Emecé, Barcelona 1999.


Mapa del continente americano, 1614<br />

Queda finalmente la cuestión del adjetivo. Uno de los<br />

indicadores para medir la intensidad de una canonización<br />

literaria es la capacidad que el apellido del autor<br />

canonizado posee para generar un adjetivo. Que el<br />

apellido de un escritor pueda convertirse en sustancia<br />

reconocible ya es una operación fantástica. Y es<br />

probable que solo tenga sentido en el fantástico<br />

proceso de industrialización de la cultura. ¿En que<br />

consistiría entonces lo borgeano? ¿En una astuta<br />

negación del principio de realidad? ¿ Es un gran<br />

juego para conciencias expandidas? ¿Debemos aplicarlo<br />

a las boutades sublimes? Cabe introducir una hipótesis:<br />

lo borgeano es todavía un work in progress que no<br />

conviene reducir a los tópicos simbólicos que el propio<br />

Borges se encargó de renovar -Tigres, espejos, laberintos,<br />

espadas, el doble, la rosa- La obra borgeana también<br />

puede explorarse como una sostenida vindicación del<br />

sueño cosmopolita.<br />

-11-<br />

COSMÓPOLIS<br />

“Nadie camina allí como sobre una tierra extranjera”<br />

Jorge Luis Borges. Historia de la Eternidad<br />

En un discurso pronunciado en la sede central de<br />

la Unesco en 1979, Borges afirmaba: “...creo que es<br />

buena esa ambición de ser cosmopolita, esa idea de ser<br />

ciudadanos no de una pequeña parcela del mundo que<br />

cambia según las convenciones de la política, según las<br />

guerras, con lo que ocurra, sino de sentir todo el mundo<br />

como nuestra patria”(18). El discurso fue un homenaje a<br />

la memoria de Victoria Ocampo, y una clara defensa de<br />

ciertas verdades elementales que la discordia de Babel,<br />

la inercia de las academias y el cinismo de la elites<br />

intelectuales, tiende a olvidar, a omitir o a tergiversar.<br />

La palabra cosmopolita es un neologismo creado por<br />

los estoicos hace unos dos mil quinientos años para<br />

nombrar literalmente a los “ciudadanos del cosmos”,<br />

18. Borges en Sur 1931-1980. pag 326-331. Emecé, Buenos Aires 1999.


pero la modernidad tardía ha acabado por diluir su<br />

potencia original, asociándola con frecuencia a miradas<br />

turísticas o a un internacionalismo complaciente. Sin<br />

embargo, recuperar el sentido fuerte del término,<br />

interpretar la obra borgeana bajo el amparo de esta idea<br />

“ asombrosa, ambiciosa y generosa”, arroja luz sobre<br />

la persistencia de un espíritu invocado de innumerables<br />

maneras a través de los siglos. Y que, felizmente, no es<br />

patrimonio exclusivo de ninguna raza, lengua, religión<br />

o país.<br />

En Atlas, uno de sus últimos libros, Borges condensa<br />

su aventura cosmopolita, advirtiendo que “descubrir lo<br />

desconocido no es una especialidad de Simbad, de<br />

Erico el Rojo o de Copérnico” Y agrega: “ No hay<br />

un solo hombre que no sea un descubridor. Empieza<br />

descubriendo “lo amargo, lo salado, lo cóncavo, lo liso, lo<br />

áspero, los siete colores del arco y las veintitantas letras<br />

del alfabeto; pasa por los rostros, los mapas, los animales<br />

y los astros; concluye por la duda o por la fe y por la<br />

certidumbre casi total de su propia ignorancia”.<br />

La cosmópolis borjana posee numerosas puertas de<br />

entrada, todas únicas, todas distintas: una esquina<br />

cualquiera de Buenos Aires, la cortada de Bollini, Laprida<br />

1214, el tótem canadiense en la estación del Retiro, las<br />

islas del Tigre, las “lentas galerías” de la calle México<br />

y también las calles que recorrieron todos los habitantes<br />

del Ulises, el hotel donde murió Oscar Wilde, un viaje en<br />

globo, Lulio y Graves en Mallorca, las arenas del Sahara,<br />

el teatro de Epidauro, un haiku que nos salva, el sueño<br />

que se ramifica en otro sueño antes de despertar......El<br />

Atlas borgeano no es un atlas. Cada titulo abarca una<br />

unidad. Cada unidad contiene un indicio de “ esa larga<br />

aventura que prosigue”. En esa aventura no conviene<br />

persuadir, ni ser persuadidos. No conviene pensar en<br />

ganar o en perder. En ese viaje no hay hombre que no<br />

corra el riesgo de escribir una línea memorable. En esa<br />

odisea, el espíritu sopla donde quiere.<br />

Eso implica la libertad de poder sentir diversas patrias<br />

(o matrias) y una única, infinita, que las contemple<br />

a todas. Esa conciencia se opone a las formas que<br />

puede adoptar el fatalismo telúrico, se opone al olvido<br />

de las contaminaciones y las mezclas, niega el mito<br />

de la pureza, los vanos intentos de cualquier identidad<br />

excluyente. No hay ninguna lengua homogénea que sea<br />

producto de un solo pueblo. Y por tanto, tampoco debería<br />

hablarse de “cultura nacional”, la cual se daría solo en<br />

una sociedad totalmente aislada. Ninguna nación, ni la<br />

más antigua, puede jactarse de una completa autarquía<br />

(19) .Borges es explícito, al respecto: “Ser cosmopolita<br />

19. El espíritu intelectual de las últimas décadas ha puesto el<br />

acento en los particularismos culturales promoviendo el lamentable<br />

olvido de la unidad subyacente del genero humano. Sin embargo,<br />

los argumentos del relativismo cultural no han logrado oscurecer las<br />

razones de un humanismo universalista. Buena parte de los diversos<br />

fundamentalismos que seguimos padeciendo en los comienzos del siglo<br />

XXI tienen su raíz en la insidiosa ignorancia de todo aquello que<br />

-12-<br />

no significa ser indiferente a un país y ser sensible a<br />

otros, no. Significa la generosa ambición de ser sensibles<br />

a todos los países y a todas las épocas, el deseo de<br />

eternidad, el deseo de haber sido muchos...”<br />

Lo curioso de esta conciencia (que fácilmente podría<br />

calificarse de utópica) es que haya sido reivindicada<br />

desde el lejano Sur. Junto a los grandes relatos del<br />

Occidente y el Oriente, frente a la obstinada brújula<br />

del Norte, persiste el anhelo de una cultura ecuménica,<br />

universal, planetaria En ese horizonte, la aventura<br />

literaria borgeana se trasciende a sí misma, revelando el<br />

vigor de una idea formulada por los antiguos griegos:<br />

somos ciudadanos del cosmos, ciudadanos del orbe,<br />

ciudadanos del universo. Bajo su aparente desmesura,<br />

brilla intima, inalterable, la constatación de nuestra<br />

común humanidad.<br />

nos une. La gran discusión sigue abierta y sería absurdo intentar<br />

simplificarla. Entre el material bibliográfico consultado sobre el tema,<br />

cabe una especial mención al ensayo de SEBRELI, Juan José. El asedio<br />

a la modernidad, Ariel, Barcelona 1992).


II. Biografía para<br />

lectores jóvenes<br />

Marieta Gargatagli<br />

Borges en el año 1903<br />

LA INFANCIA<br />

Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires en 1899 y murió<br />

en Ginebra en 1986. Era de familia criolla -hispanoportugueses<br />

nacidos en América- e inglesa. Fue educado<br />

hasta los nueve años en su casa donde aprendió a leer en<br />

castellano con su madre (1), Leonor Acevedo, y en inglés<br />

con Fanny Haslam, la abuela paterna.<br />

Su padre, Jorge Guillermo Borges, abogado, profesor de<br />

1 Borges, Jorge Luis: ¿Recuerda usted quién le enseñó las primeras letras?,<br />

en Textos recobrados 1931-1955, Barcelona, Emecé, 2001. Este texto puede<br />

permitir redacciones sobre el mismo tema: cuándo se aprendió a leer, quén le<br />

enseñó, cuál libro fue el primero que se leyó.<br />

El texto de Borges contiene americanismos y algunos términos lunfados, slang,<br />

caló o argot de Argentina. Se explica su significado en el léxico adjunto.<br />

2 Borges escribió dos textos sobre esta cuestión. “La perpetua carrera<br />

entre Aquiles y la tortuga” y “Avatares de la tortuga”; están en Discusion<br />

(1932). Recomiendo el primero de ellos, parece más fácil y puede permitir<br />

una actividad interdisciplinaria: literatura y matemáticas. En ese ensayo<br />

-13-<br />

psicología y también escritor, le enseñó los rudimentos<br />

de la filosofía. Utilizando un tablero de ajedrez y unas<br />

mandarinas le explicó las paradojas de Aquiles y la<br />

tortuga (2) sobre las que escribió siendo adulto.<br />

La abuela inglesa, casada con militar, había conocido la<br />

vida de la “frontera” (3), una insegura línea de fortines,<br />

donde estaba destinado su marido. Más allá de ese límite<br />

estaban los indígenas y los gauchos que vivían la libertad<br />

de las llanuras y cuyas historias de horror o de aventura<br />

llenaron la infancia de Borges.<br />

También la abuela paterna, que le enseñaba su lengua<br />

utilizando un volumen de historietas londinenses al que<br />

llamaban el «leccionario», lo familiarizó con la melodiosa<br />

Biblia inglesa del siglo XVI, la King James, muy influyente<br />

en la escritura de numerosos autores de ese idioma. Aunque<br />

Borges fue, como su padre, un agnóstico en materia<br />

religiosa, disfrutó del extraordinario valor imaginativo y<br />

literario de los textos bíblicos, de los que hay numerosas<br />

referencias en sus poemas, cuentos y ensayos.<br />

A principios del siglo XX, los adultos tenían una vida<br />

social completamente separada de los niños. La familia<br />

Borges era una excepción y los dos hermanos: Jorge Luis<br />

y Norah, después pintora, participaban de las tertulias<br />

después de las comidas, donde se contaban historias<br />

orales o se recitaban poemas y narraciones. Borges<br />

conoció entonces la literatura argentina, dicha de viva<br />

voz por escritores amigos de la familia, y la poesía<br />

inglesa por boca de su padre que apreciaba a Shelley,<br />

Keats y Swinburne, gustos que después compartió su hijo.<br />

Cuando Borges aprendió a leer, leyó los libros que leían<br />

todos los niños y que todavía se leen: Las aventuras de<br />

Huckleberry Finn de Mark Twain, que siempre consideró<br />

una excelente novela; Los primeros hombres en la luna<br />

de Wells; La isla del tesoro, un clásico de aventuras; Don<br />

Quijote, del que se ocupó toda su vida; los relatos de<br />

Charles Dickens; los cuentos de Grimm o Alicia en el<br />

país de las maravillas o Alicia a través del espejo, que<br />

reaparecen también en su obra adulta. Al final de la<br />

infancia conoció una traducción inglesa de Las mil y<br />

una noches, la de Richard Burton, que leyó a escondidas<br />

porque no era una versión para niños.<br />

Leer, jugar con su hermana y unos amigos imaginarios<br />

llamados Quilos y Molino, visitar el novedoso zoológico<br />

de la ciudad, eran las actividades rutinarias de un niño de<br />

clase media de esa época. Pero Borges tenía además genio<br />

y seguramente estímulo para empezar a escribir.<br />

aparece una referencia interesante sobre los números binarios de Bertrand<br />

Russell, principio matemático que, entre otros, permitió la invención de<br />

los ordenadores en los años treinta y cuarenta. Otra de las paradojas que<br />

cautivaron a Borges recibe el nombre genérico de “paradoja del mentiroso”.<br />

Añado unos textos secundarios que escribió sobre ello. Estos juegos<br />

lógicos se pueden ampliar en Smyllyan, Raymond: Alicia en el país de las<br />

adivinanzas, Madrid, Cátedra, 1995; y ¿Cómo se llama este libro?, Madrid,<br />

Cátedra, 1978. Y lógicamente en Alicia en el país de las maravillas o Alicia<br />

a través del espejo.<br />

3 “Historia del guerrero y la cautiva” en El Aleph (1949).


Un tigre. Dibujo de infancia de Borges<br />

Entre los seis y los diez años redactó una mitología<br />

griega en inglés, una especie de novela de caballería<br />

escrita a la manera de Cervantes y tradujo un cuento de<br />

Oscar Wilde, “El príncipe feliz” (4), que se publicó en un<br />

periódico de Buenos Aires.<br />

De estas experiencias infantiles quedaron pasiones<br />

duraderas: la lectura concebida exclusivamente como un<br />

placer, el gusto por territorios imaginarios, la conciencia<br />

de que la literatura no sólo es el único testimonio de la<br />

realidad sino el más hermoso.<br />

Nunca abandonó tampoco la fascinación por los tigres<br />

entrevistos entre los barrotes del cautiverio o las<br />

enciclopedias que proporcionan una visión total de las<br />

cosas y también placenteramente fragmentaria.<br />

LA ADOLESCENCIA<br />

Cuando cumplió 14 años su familia se marchó a Suiza guiada<br />

por varios propósitos. El padre casi había perdido la vista y<br />

4 Transcribo una pequeña reseña de Susana Cella aparecido en el periódico<br />

Clarín de Buenos Aires, el 9 de enero de 2000. Probablemente se puedan<br />

contar con ejemplares de esta traducción.<br />

Libros: El niño Borges, traductor de Oscar Wilde. En sus cuentos Oscar Wilde<br />

devela hasta qué punto es capaz de componer una bellísima prosa que al<br />

mismo tiempo incita al pensamiento y conmueve. ¿Cuál de estas dos cosas<br />

prevalecería para que un niño sobre todo uno llamado Jorge Borges (hijo),<br />

tradujera El príncipe feliz? La traducción se publicó en el diario El País de<br />

Buenos Aires el 25 de junio de 1910, una década después de que Wilde<br />

muriera una muerte no tan distinta de la de su príncipe. Más tarde, cuando<br />

Borges dejara de ser “hijo” y adquiriera su nombre propio, Oscar Wilde no<br />

sería una presencia importante en sus textos. Pero este cuento, acaso porque<br />

-14-<br />

confiaban en los conocimientos de un médico ginebrino;<br />

los hijos podían recibir una educación mejor y la familia<br />

deseaba recorrer el Viejo Mundo, viaje emblemático que<br />

realizaron y realizarían numerosos intelectuales americanos.<br />

No tuvieron mucha suerte porque era exactamente 1914<br />

y en poco tiempo estalló la I Guerra Mundial. Aquella<br />

contienda fue especialmente sanguinaria porque los jóvenes<br />

soldados murieron por millones en las trincheras y, entre<br />

ellos, numerosos artistas y escritores. Borges y su familia,<br />

como vivían en territorio neutral, no sufrieron los efectos<br />

directos de la violencia pero sí el hambre de los últimos años<br />

y la desolación que impregnaba toda Europa.<br />

Pese a todo, Borges empezó el bachillerato en el<br />

prestigioso College Calvin, donde aprendió francés,<br />

alemán y latín. Conoció autores, entonces, como el<br />

poeta norteamericano Walt Whitman o el filósofo alemán<br />

Arnold Schopenhauer, que influyeron notablemente en<br />

él. Al final de su estancia en Ginebra y Lugano,<br />

donde vivieron un año al terminar la guerra, se<br />

estuvo desde entonces incluido en la literatura “infantil” o “juvenil”, parecía<br />

ser especialmente oportuno para que un traductor de diez años hiciera su<br />

primera aparición en la prensa. Como a la búsqueda de un idioma y un estilo,<br />

la versión de Borges nos muestra un Wilde con algunos adjetivos de menos,<br />

oscila entre las comillas del inglés y los guiones de diálogo del castellano<br />

y usa el “vosotros” y el leísmo, a la vez que produce alguna expresión que<br />

desde nuestra perspectiva resulta reconocible: “Al junco le gustaba la lluvia,<br />

pero esto era un egoísmo de su parte”. Magníficamente ilustrada por Carlos<br />

Nine y en excelente edición de Emecé, El príncipe feliz de Borges es quizás<br />

una de esas historias remotas en las que pensó al hablar, mucho después,<br />

de alegorías y novelas, y seguramente una lectura indispensable para los<br />

chicos de hoy.


familiarizó con el expresionismo alemán, corriente<br />

literaria especialmente sensible a los horrores del sin<br />

sentido y al desastre de la guerra.<br />

Influido por ese movimiento de vanguardia, sus primeros<br />

poemas tuvieron como temas la desolación, la violencia<br />

y la guerra. Más duraderos fueron los efectos del cine y<br />

de la literatura expresionista que llevaron a su obra una<br />

poética de la ciudad. Las metáforas que utilizó en poemas<br />

y cuentos para exaltar la complejidad de las formas<br />

arquitectónicas (5) o de los paisajes urbanos nacieron, en<br />

muchos casos, de aquellas lecturas y películas iniciales.<br />

Borges conservó para siempre dos amigos de esta época:<br />

Maurice Abramovicz y Simón Jilinsky con los que<br />

compartió la pasión por los libros y las interminables<br />

caminatas, hábitos que nunca abandonó.<br />

Como las amistades femeninas resultaban imposibles en<br />

las primeras décadas del siglo, cuando imperaban valores<br />

y distancias inamovibles, las mujeres eran presencias<br />

fugaces a las que se podía perseguir cautelosamente por<br />

la calle. Borges, que también participó de este infructuoso<br />

cortejo era, como suele ocurrir en la adolescencia, un<br />

enamoradizo sin ningún éxito.<br />

En 1919, la familia decidió viajar a España. La idea puede<br />

parecer hoy natural tratándose de argentinos y además<br />

descendientes de españoles. Sin embargo, fue un gesto<br />

verdaderamente raro (6).<br />

Aunque ahora parezca increíble, Argentina se encontraba<br />

en las primeras décadas del siglo XX entre los países más<br />

ricos del mundo, su moneda era fuerte y las rentas que<br />

recibía la familia Borges resultaban más que suficientes<br />

para viajar y vivir en la Península.<br />

Después de pasar algunos meses en Sevilla y Madrid, se<br />

instalaron en Mallorca. Borges, que entonces tenía entre<br />

diecinueve y veinte años, frecuentó los ambientes de las<br />

vanguardias peninsulares que se nucleaban alrededor de<br />

Ramón Gómez de la Serna y de Rafael Cansinos Assens.<br />

Simpatizó erráticamente con el primero y se fascinó con<br />

el segundo, al que siempre, hasta el final de su vida,<br />

consideró uno de sus maestros. En Sevilla, Madrid y<br />

Mallorca hizo amigos duraderos y publicó en las revistas<br />

donde el ultraísmo, el movimiento en el que participaban<br />

Cansinos Assens y Guillermo de Torre ( su futuro<br />

cuñado) defendía su programa de vanguardia. En estas<br />

revistas, parcial o totalmente ultraístas: Grecia, Cervantes,<br />

Cosmópolis, Tableros aparecieron sus primeros poemas,<br />

prosas y traducciones del inglés, francés y alemán.<br />

5 Como puede verse en la descripción de la ciudad de los trogloditas en<br />

“El inmortal” de El Aleph (1949).<br />

6 El virreinato del Río de la Plata se independizó de la corona española<br />

en 1810 y los territorios que correspondieron después a la Argentina<br />

fundaron una república independiente en 1816. Las antiguas colonias<br />

americanas tuvieron la suerte de que las guerras napoleónicas minaran<br />

las fuerzas de Fernando VII y el nuevo monarca no pudo contar con<br />

ejércitos poderosos. En cualquier caso se enviaron fuerzas a América<br />

y después de muy cruentos combates, la batalla de Ayacucho (1824)<br />

-15-<br />

Borges con su familia a su llegada a Ginebra. 1914)<br />

Mallorca le deparó otros placeres: nadar (le gustaba<br />

mucho), caminar, compartir el ocio nocturno de los<br />

hombres de la época que tenía como escenario cafeterías,<br />

hoteles y salones equívocos.<br />

Borges podía ser un joven a veces melancólico y<br />

desesperado, un gran amigo o un polemista implacable<br />

porque tenía un sentido del humor muy corrosivo.<br />

Testimonian esa variedad de actitudes las polémicas<br />

literarias que llevan su firma (y cuyo socio,<br />

Fortunio Bonanova (7), terminó siendo un extra<br />

de primera línea de Hollywood) o las cartas<br />

escritas a Jacobo Sureda, su gran amigo mallorquín.<br />

Hay que decir que Barcelona, por donde pasó diversas<br />

veces, no le gustó en absoluto. No coincidió en este<br />

garantizó el triunfo de los independentistas. Las clases dirigentes<br />

argentinas no simpatizaban con España ni política ni culturalmente y los<br />

viajeros de ese país acostumbraban a visitar Francia o Inglaterra, modelos<br />

en muchos sentidos de lo que deseaban para su patria. La familia Borges,<br />

doblemente excéntrica vivió en Suiza, que entonces era un país bastante<br />

pobre, y después en España lugar, para ellos, muy barato.<br />

7 Se han dedicado varios libros a este curioso personaje. Lamento no<br />

tener las referencias. Su papel más conocido fue el de maestro de<br />

vocalización en Ciudadano Kane.


Casa de la familia de Borges en Buenos Aires<br />

aspecto con el escritor argentino Domingo Faustino<br />

Sarmiento, que al llegar a esta ciudad (8), respiró<br />

y escribió aliviado: Estoy, por fin, fuera de España.<br />

Probablemente a Borges, Barcelona debió parecerle<br />

excesivamente industrial y no tenía en la cabeza ningún<br />

proyecto de desarrollo económico, como Sarmiento, que<br />

al fin de cuentas, fue presidente argentino.<br />

LA VUELTA A BUENOS AIRES<br />

En 1921, la familia del escritor regresó a Argentina. A<br />

diferencia de otros americanos, como Henry James, Ezra<br />

Pound, Gertrude Stein o T.S.Eliot, que produjeron su<br />

obra en Europa, Borges volvió para escribir en Buenos<br />

Aires. Y no salió del país hasta 1961, cuando los premios<br />

y la fama lo empezaron a convertir en un escritor<br />

internacional.<br />

Como toda persona que vuelve al lugar donde ha<br />

nacido, Borges experimentó una emoción extraordinaria.<br />

Contribuían a sus sentimientos de asombro virtudes<br />

objetivas. Buenos Aires era una ciudad culta, hermosa y<br />

enorme. Borges no sintió ningún interés por la riqueza<br />

arquitectónica que a veces fascinó a los visitantes (9).<br />

El espejismo de encontrarse en otra ciudad europea,<br />

fácil de justificar porque Buenos Aires fue diseñada por<br />

los mismos arquitectos que modernizaron París, Viena<br />

o Berlín, no cautivó a Borges. Se sintió atraído por<br />

los barrios del suburbio en los que se entremezclaban<br />

los restos sencillos de la ciudad criolla, más cercana a<br />

sus recuerdos, con imágenes de la interminable llanura.<br />

En esas orillas fundó su obra y desde allí creó los<br />

instrumentos verbales para imaginar y escribir sobre la<br />

literatura y el universo.<br />

Tenía veintidós años, era poeta y el tiempo le depararía la<br />

felicidad de ser un gran escritor.<br />

8 El texto de Domingo Faustino Sarmiento, del que Unamuno pensaba<br />

que era el mejor escritor de la lengua castellana está en Viajes II.<br />

España e Italia, Buenos Aires, Hachette, 1967.<br />

-16-<br />

APÉNDICE:<br />

Textos citados en las notas de la biografía<br />

¿RECUERDA VD. QUIÉN LE ENSEÑÓ LAS PRIMERAS<br />

LETRAS?<br />

(Borges, Jorge Luis, Textos recobrados. 1931-1955)<br />

Jorge Luis Borges es un noble escritor de la vanguardia<br />

literaria argentina. Poeta de los salmos encantados,<br />

ensayista erudito de “Inquisiciones” y “El tamaño de mi<br />

esperanza”, Jorge Luis Borges es una de las figuras de<br />

mayor relieve y más justo prestigio de la nueva literatura<br />

de nuestro país.<br />

He aquí su respuesta a la pregunta de LA RAZÓN:<br />

-Mi madre me enseñó esas primeras letras; acaba<br />

de repetirme que las aprendí casi con alacridad e<br />

impaciencia. Debe ser la verdad, porque yo no he<br />

recuperado ningún recuerdo de ese gradual proceso<br />

asimilativo. Me consta que su escena fue un dormitorio,<br />

que miraba a dos patios de baldosa colorada y<br />

resplandeciente, que daban a un entreverado jardín. En el<br />

medio de ese jardín, jadeaba y trabajaba un alto molino.<br />

Afuera –tiempo del novecientos cuatro o novecientos<br />

cinco, esquinas de Serrano y Guatemala- rondaba el<br />

incipiente Palermo de las arduas banderas de remate y de<br />

la precaria honradez, de las tormentas amarillas de tierra<br />

y del compadrito enlutado, de los juiciosos balconcitos<br />

mirones a ras de la vereda y de las parradas mostrencas.<br />

Esas imágenes me gustan, porque las selvas de la India<br />

y del África eran lo que prefería mi pensamiento,<br />

incalculables, populosas y crueles.<br />

Tuve una institutriz inglesa después. Su pedagogía fue<br />

deletérea o inútil, porque al ingresar yo en 1909,<br />

al cuarto grado de la escuela primaria, descubrí con<br />

temor que no me podía entender con mis condiscípulos.<br />

Carecía del léxico más común: “Biada”, “biada caldosa”,<br />

“otario”, “piña”, “muy de la garganta”, “ganchudo”;<br />

“faso”, “meneguina”, “batir”. Las obscenidades de primera<br />

necesidad también no faltaban. Las estudié y pronto<br />

me curé del contrario error pedantesco de menudearlas<br />

mucho. Nuestro profesor –no el de dialecto arrabalero,<br />

se entiende- era un señor Argüelles, de iras famosas,<br />

que nos escarnecía, nos golpeaba y nos despreciaba, y<br />

a quien adorábamos todos. La escuela creo que sigue<br />

funcionando en la calle Thames.<br />

Diario La Razón, Buenos Aires, 31 agosto de 1931<br />

9 Existe una amplia bibliografía sobre viajeros catalanes y españoles<br />

a Buenos Aires y la Argentina. Estas referencias son una generosa<br />

contribución de Toni Martí, profesor de la Universidad Central, y<br />

también autor de un libro de viajes que no se menciona en la<br />

bibliografía.


DOS ANTIGUOS PROBLEMAS<br />

El mentiroso<br />

En algunas versiones, el héroe de esa primera dificultad<br />

(con la que jugaron los griegos) es el abderitano<br />

Demócrito, inventor de los átomos indivisibles, negador<br />

del espiritismo, falsificador de esmeraldas, disolvedor de<br />

piedras, antiguo ablandador del marfil y hombre que<br />

se arrancó los ojos en un jardín para no distraerse; en<br />

otras, el candiota Epiménides, varón que se dedicó a<br />

la longevidad, postergando la muerte hasta el decurso<br />

de 289 años. Demócrito de Abdera en el Mar Egeo,<br />

Epiménides de Creta en el Mediterráneo: elija mi lector<br />

aquel sonido que más le guste. El sofisma (con la persona<br />

y la ciudad que quieran) es éste.<br />

Demócrito sostiene que los abderitanos son mentirosos;<br />

pero Demócrito es abderitano: luego, Demócrito miente:<br />

luego, no es cierto que los abderitanos sean mentirosos:<br />

luego, Demócrito no miente: luego es verdad que los<br />

abderitanos son mentirosos: luego, Demócrito miente:<br />

luego, no es cierto que los abderitanos sean mentirosos:<br />

luego, Demócrito no miente; et sic de coeteris hasta la<br />

peligrosa longevidad, o hasta la apresurada investidura<br />

de un chaleco de fuerza.<br />

Charles Lamb se duele de los jugadores despreocupados<br />

que en vez de jugar a los naipes, juegan a jugar a<br />

ellos; yo prefiero creer que los griegos sólo jugaron a<br />

la perplejidad y al misterio con la broma anterior. Es<br />

imposible que no percibieran la trampa. Esta reside en<br />

la falsa identificación de mentir y ser mentiroso. Mentir<br />

es decir lo contrario de la verdad: ser mentiroso es tener<br />

hábito de mentir, sin que ello signifique una obligación<br />

de mentir en todo tiempo. Un mentiroso puede lamentar<br />

la sequía sin estar domiciliado en un maremoto: un<br />

mentiroso puede murmurar la frase yo entro, sin que ello<br />

importe vociferar la orden: tú sales.<br />

El cocodrilo<br />

Los interlocutores de la segunda dificultad (con la que<br />

también jugaron los griegos) son un cocodrilo, una<br />

mujer y un niño. El cocodrilo acaba de apoderarse<br />

del niño, la madre exige con acopio de lágrimas su<br />

inmediata devolución. El cocodrilo jura restituírselo,<br />

siempre que ella adivine acertadamente si él lo devorará<br />

o lo restituirá. Si la madre dice: No devorarás a mi niño,<br />

el cocodrilo (sin faltar a su juramento) puede afirmarle, y<br />

aun probarle, que se equivoca... La madre piensa un rato<br />

largo y le dice: Digo que vas a devorar a mi hijito. Aquí<br />

principia un interminable problema.<br />

-17-<br />

Si la madre acertó, el hijo debe serle devuelto; pero si<br />

le devuelven al hijo, ella no acertó: pero si no acertó<br />

el cocodrilo puede en buena ley devorarlo: pero si lo<br />

devora, ella acertó: pero si la madre acertó, el hijo debe<br />

ser devuelto: pero si le devuelve el hijo, ella no acertó:<br />

pero... y así infinitamente.<br />

Antes de indagar el misterio, quiero copiar una más<br />

reciente versión que sin el menor cambio fundamental,<br />

mejora considerablemente la fábula. Es la que conocieron<br />

los amigos de Miguel Cervantes.<br />

El puente<br />

Casi al principio del capítulo 51 de la segunda parte<br />

del Don Quijote, puede buscarse esta mejorada versión:<br />

“Un caudaloso río dividía dos términos de un mismo<br />

señorío (y esté vuesa merced atento, porque el caso es de<br />

importancia y algo dificultoso); digo pues, que sobre este<br />

río estaba una puente, y al cabo della una horca y una<br />

como casa de audiencia, en la cual de ordinario había<br />

cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del<br />

río, de la puente y del señorío, que era en esta forma:<br />

Si alguno pasara por esta puente de una parte a otra,<br />

ha de jurar primero adónde y a qué va, y si jurara<br />

verdad, déjenlo pasar, y si dijera mentira, muera por ello<br />

ahorcado en la horca que allí se muestra sin remisión<br />

alguna. Sabida esta ley y la rigurosa condición della,<br />

pasaban muchos, y luego en lo que juraban se echaba<br />

de ver que decían verdad, y los jueces los dejaban pasar<br />

libremente. Sucedió pues, que tomando juramento a un<br />

hombre, juró y dijo que para el juramento que hacía, que<br />

iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra<br />

cosa. Repararon los jueces en el juramento y dijeron: Si<br />

a este hombre lo dejamos pasar libremente, mintió en<br />

su juramento y conforme a la ley debe morir, y si lo<br />

ahorcamos, el juró que iba a morir en aquella horca, y<br />

habiendo jurado verdad, por la misma ley debe ser libre.<br />

Pídese a vuesa merced, señor gobernador, ¿qué harán los<br />

jueces de tal hombre, que aun hasta agora están dudosos<br />

y suspensos?”<br />

Mi lector habrá notado que la muerte –ya por cocodrilo,<br />

ya por verdugo- interviene en los dos problemas. Todos<br />

propendemos a suponer que en el empleo de esa operación<br />

absoluta reside la dificultad. Sin embargo, no hay tal: si<br />

la pena de la mentira fuera una multa y el viajero genial<br />

hubiera afirmado que su destino era abonar esa multa, nos<br />

encargaría la misma dificultad, con infinitos pagos y con<br />

incontenibles reembolsos, según el movimiento, o vaivén,<br />

dialéctico. Hay que tirar por otro rumbo.<br />

El doctor Wolf, en su libro El certamen con la tortuga


(Berlín 1929) sostiene la nulidad del primer convenio,<br />

puesto que la mujer tiene que adivinar una cosa que<br />

sólo se resuelve a raíz de la misma contestación... Yo<br />

pensaría que la debilidad del segundo reside en el empleo<br />

despreocupado de las palabras juramento y mentir, que<br />

ya están insinuando una confusión entre ejecución y<br />

propósito. Esas palabras imprudentes parecen indicar<br />

que la veracidad del interrogado era lo importante,<br />

no sus dotes proféticas. Ello anularía el problema. El<br />

extraño viajero declara su propósito de morir: el tribunal<br />

comprueba que es sincero en la declaración de esa<br />

voluntad; el tribunal, de acuerdo con la ley del señor de<br />

aquel río, le impone seguir viaje.<br />

Para evitar esa deplorable consumación, he urdido una<br />

tercera fábula: variante acaso inútil de la primera. Carece<br />

de dramaticidad, carece de muerte; pero no le veo fin.<br />

BARCELONA<br />

Sarmiento, D.F., Viajes II. España e Italia (1846)<br />

Estoy, por fin, fuera de la España; como sabéis, nosotros<br />

somos americanos, y los barceloneses catalanes; podemos,<br />

pues, murmurar a nuestras anchas de los que están allí<br />

en Montjuich con sus cañones apuntados sobre la ciudad.<br />

¿Os acordáis del buen godo Rivadeneira, con aquella<br />

boca de extremo a extremo, aquellas cejas negras que<br />

sombrean ojos centelleantes de actividad y de inteligencia,<br />

pequeño de cuerpo, brazos largos, y empaquetado, enjuto<br />

y nervioso? Así son todos los catalanes; otra sangre, otra<br />

estirpe, otro idioma. No se hablan con los de Castilla sino<br />

por las troneras de los castillos.<br />

El aspecto de la ciudad es enteramente europeo; su<br />

Rambla asemeja a un bulevar, sus marino inundan las<br />

calles como en el Havre o Burdeos, y el humo de las<br />

fábricas da al cielo tinte especial que nos hace sentir que<br />

le hobre máquina esta debajo. La población es activa,<br />

industrial por instinto y fabricante por conveniencia.<br />

Aquí hay ómnibus, gas, vapor, seguros, tejidos, imprenta,<br />

humo y ruido; hay, pues, un pueblo europeo.<br />

No sé qué cosa de grandioso y atrevido hay en esta raza,<br />

a quien tuvieron los reyes de España con el cuchillo que<br />

servía en la mesa pendiente de una cadena para que no<br />

pudiera armarse. Todas sus empresas respiran grandeza.<br />

Están edificando un teatro, que pretende ser el más bello<br />

y el más grande de la Europa y del mundo, por tanto; y<br />

su escuela de artes es, acaso, uno de los establecimientos<br />

más ricamente dotados, más completo en sus ramos de<br />

enseñanza gratuita, y más cuidado y asistido. La industria<br />

barcelonesa se resiente, empero, del medio ambiente en<br />

que se desenvuelve. Favorecida por derechos protectores,<br />

la fábrica tiene una puerta que va hacia la España y otra<br />

-18-<br />

hacia la frontera de Francia o el mar; y si fuera pan<br />

lo que fabrican, harían vulgar el milagro de los cinco<br />

mil, porque de un quintal de lana ellos sacan quinientas<br />

piezas de paño. Es verdad que las cuentas de la aduana de<br />

Francia traen esta entrada todos los año..., tantos millones<br />

producto del contrabando de España. El barcelonés está<br />

en conciencia libre de todo cargo; hace con efecto la<br />

guerra a sus enemigos; el contrabando es lícito, como el<br />

robo entre los espartanos, si se perpetra impunemente. La<br />

aduana española ha adoptado el vapor como medio de<br />

persecución, cual Rosas la prensa.<br />

A propósito de protección, he tenido aquí la felicidad<br />

de ser presentado a Cobden, el grande agitador inglés,<br />

y os aseguro que después de Napoleón, hombre alguno<br />

hubiera deseado ver de preferencia. Conocéis la larga<br />

lucha de la liga contra los cereales en Inglaterra, lucha<br />

gloriosa de raciocinio, la discusión, la palabra y la<br />

voluntad, que ha derrocado a la aristocracia inglesa,<br />

zapando su poder en la base, en la tierra que posee<br />

por derecho de primogenitura, y dejándola viva, para<br />

que se desangre poco a poco, se haga pueblo y ceda<br />

sin violencia el poder, cuando sus manos debilitadas<br />

no puedan manejarlo. Desde los tiempos de Jesucristo<br />

no se había puesto en práctica este sencillo método de<br />

propagar una doctrina, por el solo uso de la palabra. Los<br />

católicos posteriores continuaron predicando, es verdad;<br />

pero quemaban de cuando en cuando a sus oponentes,<br />

y las guerras de religión han inundado de sangre la<br />

tierra. Los principios de libertad no habían salido hasta<br />

hoy de ese triste terreno, la libertad y la guillotina, la<br />

emancipación de los pueblos, y la conquista, Cobden<br />

ha rehabilitado la predicación antigua, el apostolado<br />

sin el martirio. Algunos millones de libras esterlinas<br />

reunidas por suscripción alimentaron durante ocho años<br />

aquella guerra de palabras. Nueve millones de opúsculos<br />

arrojaron, sólo en 1843, aquellas baterías de lógica<br />

y de convencimiento; y unos dos mil mítines, cual<br />

combates parciales, y dieciséis mítines monstruosos,<br />

batallas campales que oscurecen, por el brillo de los<br />

resultados, las inútiles de Jena, Austerlitz, y Marengo,<br />

concluyeron por entregar a Cobden las llaves del<br />

parlamento ingles, dictando desde aquel Kremlin a la<br />

aristocracia la capitulación que les permitía permanecer<br />

con bagajes, pertrechos, banderas y posiciones, a trueque<br />

de que dejase entrar en Inglaterra tanto trigo como el<br />

pueblo necesitase para hartarse de pan.<br />

Desde Cobden principia una nueva era para el mundo;<br />

la palabra, el verbo, vuelve a hacerse carne, produciendo<br />

por si solo los más grandes hechos; y “en adelante, cuando<br />

los hombres quieran saber si es posible destruir un abuso<br />

protegido por el poder, defendido por la riqueza, por el<br />

rango, por la corrupción, cuando se pregunten si hay


manera de echar abajo semejante abuso por medio de<br />

esfuerzos perseverantes y de sacrificios”, se les recordará el<br />

nombre de Cobden y comenzarán la obra.<br />

En Barcelona encontréme con Juan Thompson, uno de<br />

esos pobres emigrados argentinos que en cada punto de<br />

la tierra se encuentran en mayor o menos número, como<br />

aquellos griegos de Constantinopla cuando los “turcos” se<br />

apoderaron de ella. El facundo había caído en manos de<br />

Merimée, el académico francés, que estaba allí; la revista<br />

de ambos mundos acababa de hacer su complaciente<br />

compte-rendu del librote, y heme aquí que sabiendo mi<br />

llegada a Barcelona, M. De Lesseps, el célebre cónsul<br />

general que se había ilustrado al resplandor de los<br />

bombardeos de aquella ciudad, andaba a caza del bicho<br />

raro que había escrito aquel libro. Amigos a las dos<br />

horas de conocernos, Cobden, que a la sazón estaba<br />

en Barcelona, tuvo los honores de un té, durante el<br />

cual debía serle yo presentado. ¿Os imagináis a Cobden,<br />

un O´Connell vivo, cáustico, entusiasta, ardiente en la<br />

polémica, rápido, inesperado en la réplica? ¿Cuánto os<br />

engañáis, mi pobre Victorino! Es un papanatas, fastidiado<br />

como un inglés, reposado como un axioma, frío,<br />

vulgar, si es posible decirlo, como las grandes verdades.<br />

Hablamos los dos solos casi toda la noche; contóme<br />

algunas de sus aventuras, de sus luchas; mostróme sus<br />

medios de acción, la estrategia de sus palabras, los<br />

cuentecillos con que era preciso entretener al pueblo<br />

para que no se durmieran escuchando. Lamentóse de la<br />

casi insuperable dificultad que oponían las masas, por<br />

su incapacidad de comprender, por sus preocupaciones;<br />

dióme una tarjeta por si alcanzaba a estar él de regreso<br />

en Manchester a mi paso aquella ciudad, y no nos<br />

separamos más que en la puerta de mi hotel, quedando<br />

yo abrumado de dicha, abismado de tanta grandeza y<br />

tanta simplicidad, contemplando medios tan nobles y<br />

resultados tan gigantescos. No dormí esa noche; tenía<br />

fiebre; parecíame que la guerra iba a caer en ridículo,<br />

cuando generalizándose aquel sistema de agregación de<br />

voluntades, de yuxtaposición de masas, fuese puesto<br />

en práctica para destruir abusos, gobiernos, leyes,<br />

instituciones. ¡Qué cosa más sencilla! Hoy somos<br />

dos, mañana cuatro, al año siguiente mil, reunidos<br />

públicamente en un mismo propósito. ¿Resiste el<br />

gobierno? Es que aun no somos muchos; es que quedan<br />

a favor del abuso muchos más. Sigue la predicación, y<br />

los folletos, y los diarios, y la asociación, la liga. El<br />

gobierno y las cámaras saben el día y hora en que están<br />

vencidos, y ceden. ¡id a poner en planta tan bello sistema<br />

en América!<br />

Cobden había destruido o atacado antes de comenzar<br />

su obra, todos los grandes principios en que reposaba<br />

la ciencia gubernativa. El equilibrio europeo lo<br />

-19-<br />

Borges colegial, a los doce años<br />

declaró manía de entrometerse en asuntos ajenos por<br />

desaburrirse los ministros. Las colonias eran sólo el<br />

medio de proporcionar empleo a los hijos menores de los<br />

lores. La balanza comercial, el resumen de la ignorancia<br />

en economía. La política, con todas sus pretensiones<br />

de ciencia, el charlatanismo de bobos y de pillo. La<br />

protección a las industrias nacionales, un medio inocente<br />

de robar dinero al vuelo, arruinando al consumidor y<br />

dejando en la calle al fabricante protegido. En cambio de<br />

todas estas verdades fundamentales, él sustituía el buen<br />

sentido, el sentido común de los hombres, más apto para<br />

juzgar que la ciencia interesada de lores y ministros.<br />

Ahora parto para África. Llevo cartas para el mariscal<br />

Bugeaud, y casi orden al cónsul de Mallorca para que<br />

me haga conducir a Argel por el primer vapor de guerra<br />

que se presente.<br />

Dios os tenga en su santa guarda.


III. Lecturas<br />

Para estudiantes de ESO y Bachillerato<br />

Marieta Gargatagli<br />

Se sugieren aquí diversos cuentos y poemas de<br />

Jorge Luis Borges, pensados básicamente para lectores<br />

jóvenes. En ellos se encuentran algunos de los aspectos<br />

característicos de la obra del escritor, tal como han sido<br />

destacados en los textos anteriores (los seres imaginarios,<br />

la mitología, los evangelios, los autores clásicos, los<br />

géneros literarios, etc.)<br />

Además, se analizan tres cuentos, un poema y un ensayo.<br />

En cada uno de ellos se tratan cuestiones diferentes para<br />

poder ofrecer un panorama más o menos amplio de<br />

este autor. Dentro de la obra de Borges, esta selección<br />

de cinco piezas se distingue por su densidad literaria e<br />

intelectual.<br />

Esta guía de trabajo elaborada no pretende ser<br />

exhaustiva, aspira a ser una herramienta útil, un<br />

instrumento más del trabajo docente.<br />

La viuda Ching, pirata, Historia universal de la infamia (1935)<br />

El brujo postergado, Historia universal de la infamia (1935)<br />

Los dos reyes y los dos laberintos, El aleph (1949)<br />

La casa de Asterión, El aleph (1949)<br />

La lluvia, El Hacedor (1960)<br />

Arte poética, El Hacedor (1960)<br />

Everything and nothing, El Hacedor (1960)<br />

El Hacedor, El Hacedor (1960)<br />

Los Gnomos, Las Hadas, Lilith, El Minotauro, El Mono de<br />

la Tinta, Sirenas, EL libro de los seres imaginarios (1969)<br />

Fragmentos de un evangelio apócrifo, Elogio de la sombra (1969)<br />

La señora mayor, El informe de Brodie (1970)<br />

El informe de Brodie, El informe de Brodie (1970)<br />

Episodio del enemigo, El oro de los tigres (1972)<br />

El amenazado, El oro de los tigres (1972)<br />

El libro de arena, El libro de arena, (1975)<br />

There are more things, El libro de arena, (1975)<br />

-20-<br />

«El atroz redentor Lazarus Morell» de Historia universal<br />

de la infamia (1935).<br />

1. El texto tiene un carácter satírico y como toda sátira<br />

contiene datos históricos. Mencionaremos dos:<br />

- La conquista y colonización de América fue, en verdad,<br />

mucho más atroz que este relato, tal como refieren las<br />

diversas crónicas de Indias, de las que Borges fue un<br />

generoso lector.<br />

- España fue el último país europeo en abolir<br />

la esclavitud (1886); las plantaciones esclavistas de<br />

Cuba duraron hasta 1898 y los beneficios económicos<br />

derivados del tráfico y la venta de esclavos fueron<br />

extraordinarios.<br />

2. Se trata de un relato de aventuras, que sigue la<br />

tradición norteamericana (Bret Harte, por ejemplo), y<br />

cuyo protagonista empieza siendo un patán y termina<br />

convertido en héroe.<br />

3. Como en todos los relatos de Borges que tienen<br />

apariencia realista, existe una distancia irónica que<br />

no permite considerar los hechos narrados como<br />

pertenecientes a ninguna realidad como no sea la de la<br />

ficción. El punto de partida ‹ los materiales del relato‹ son<br />

un conjunto de textos o referencias cinematográficas:<br />

Borges fue crítico de cine y un amante apasionado de<br />

las películas de aventuras, que, en el fondo, pertenecen<br />

al género épico. La progresiva construcción de la parodia<br />

no impide que el cuento sea percibido como una<br />

epopeya, una epopeya fracasada. Los subtítulos imitan<br />

la tensión de los folletines y, también la disposición<br />

(dispositio) de un texto argumentativo.<br />

4. Pese a que este cuento está entre las primeras<br />

narraciones que escribió Borges, y no se encuentra entre<br />

las mejores, permite comprender la modernidad del autor:<br />

fractura y reescritura de la tradición literaria; uso del<br />

procedimiento retórico llamado ironía ( las palabras no<br />

dicen lo que dicen); parodia de géneros.<br />

«Tlön, Uqbar, Orbis Tertius» (1940) en El jardín de los<br />

senderos que se bifurcan (1941) y Ficciones (1944).<br />

1. Este cuento es uno de los mejores de Borges y puede<br />

decirse que está aquí todo Borges.<br />

2. Trama: Borges y Bioy descubren la existencia de un<br />

país llamado Uqbar imaginado por una sociedad secreta.<br />

Una serie de detalles les permiten intuir que se trata más<br />

bien de un continente y después de un universo complejo<br />

llamado provisionalmente Orbis Tertius y luego Tlön.<br />

Este mundo posee lenguas, literatura, religión, filosofía<br />

y ciencias propias que de modo invisible invaden la<br />

realidad hasta que resulta previsible que, en el futuro,<br />

todo será Tlön.<br />

3. Género: el relato pertenece por entero a la literatura<br />

fantástica, según la definición moderna de Tzvetan<br />

Todorov: lo fantástico aparece cuando un elemento


sobrenatural, inexplicable, raro, invade el mundo real y<br />

lo destruye.<br />

El punto de partida, para que funcione después lo irreal,<br />

debe ser siempre una representación verosímilmente<br />

cotidiana. Si los hechos empiezan en una casa de<br />

campo, con obras de consulta conocidas (la Enciclopedia<br />

Británica) y los protagonistas son dos escritores reales, el<br />

lector no tiene por qué desconfiar.<br />

Los nombres de Borges y Bioy, en tanto verdaderos,<br />

pasan a formar parte de la ficción y resultan realmente<br />

inquietantes. Borges usó muchas veces el recurso de<br />

aparecer con su nombre en los cuentos, un truco a medio<br />

camino entre Hitchcock y Cervantes.<br />

La existencia de una sociedad secreta y confusa inscribe<br />

la historia en un género hoy empobrecido: la novelas de<br />

espías, subgénero de las novelas de aventuras.<br />

4. Los argumentos presentes en el relato trazan líneas<br />

que recorren la historia de la filosofía, de la ciencia y las<br />

ideas de Borges. Un ejemplo:<br />

4.1. Orbis Tertius o un planeta imaginario. Hasta<br />

el Renacimiento, cuando se produjo el descubrimiento de<br />

América, la fuente geográfica del mundo era la Biblia.<br />

Allí se definía que el Orbis Terrorum o Isla de la Tierra<br />

estaba formada por Europa, Asia y Africa: los continentes<br />

conocidos. No figuraba el Nuevo Mundo y por eso recibió<br />

ese nombre. Incorporarla a la imaginación y a los mapas<br />

llevó siglo y medio (10). La inclusión ideológica, tardó<br />

mucho más y ni siquiera en el presente podemos darla<br />

por terminada.<br />

La llamada «disputa de América» (11) que duró de 1750<br />

hasta 1900 contiene elementos que parecen borgianos<br />

y tuvo consecuencias sobre la realidad: el Nuevo<br />

Mundo se convirtió en escenario de utopías reales o<br />

imaginarias también semejantes a las de Borges. Las<br />

utopías comenzaron con Thomas Moro, se desarrollaron<br />

con los socialistas utópicos y prosiguieron su imaginativo<br />

curso hasta el siglo XX con la fundación de colonias<br />

libertarias (12) en diversos puntos del continente<br />

americano.<br />

4.2. Entonces, si aceptamos que la historia<br />

refiere circunstancias que parecen fantásticas, es fácil<br />

concebir la situación inversa: imaginar circunstancias<br />

que tengan la forma del universo. Tlön es una especie<br />

de espejo que crea lo que imita. No es raro que<br />

posea lengua, filosofía, etc. Ni tampoco que la primera<br />

referencia de su existencia sea un heresiarca. La<br />

complejidad de Tlön, en nada inferior a la nuestra,<br />

resultaría inaceptable con un sabio común; reclama un<br />

10 O´Gorman, Edmundo: La invención de América, México, FCE, 1993.<br />

11 Gerbi, Antonello: La disputa del Nuevo Mundo, México, FCE, 1993.<br />

12 Sin ir más lejos, amigos del padre de Borges fundaron una modesta<br />

utopía, en Paraguay, de donde fueron erradicados por los mosquitos.<br />

-21-<br />

hereje, verdadera vuelta de tuerca sobre la irrealidad.<br />

Pero hay algo más. Todas las definiciones de la ciencia<br />

moderna indican que aquello que llamamos universo es<br />

una hipótesis progresivamente cambiante. En realidad,<br />

llamamos universo a una descripción del universo, un<br />

discurso que como todo objeto verbal tiene carácter<br />

ficcional. Esto hace que Tlön no sea menos verosímil que<br />

la inmensa galaxia en la que navegamos a la que, en<br />

verdad, apenas conocemos.<br />

La macroestructura de la irrealidad (por decirlo de<br />

modo gráfico) despliega nuevos planos de irrealidad: el<br />

lenguaje. los objetos, las ciencias, la filosofía.<br />

5. Desarmando el estilo de Borges.<br />

Se ha razonado que Borges tiene, después de Francisco de<br />

Quevedo, uno de los estilos más fuertes de la lengua castellana.<br />

Sus rasgos generales pueden verse en Alazraki y Barrenechea<br />

(ver Bibliografía Básica) Comento algunos aspectos.<br />

5.1. Economía verbal: palabras elegidas con<br />

perfecta exactitud y que, en su austeridad, dicen mucho<br />

y sugieren todavía más.<br />

Ejemplo:<br />

Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia<br />

el descubrimiento de Uqbar.<br />

-«conjunción» se utiliza en astronomía y en la<br />

descripción gramatical. De hecho, este relato ( y estas<br />

son sus primeras palabras) va a referirse al universo y al<br />

lenguaje que utilizamos para hablar del universo.<br />

-«Espejo», aparece numerosas veces en la primera parte<br />

del texto. El objeto no es descrito como tal, no tiene<br />

tamaño ni forma ni color. Tales atributos no son<br />

necesarios porque se lo invoca para hablar de sus efectos<br />

monstruosos. En cierto modo, los espejos, vagamente<br />

inofensivos, se representan aquí como algo terrorífico. Y<br />

hay que recordar que uno de los derivados de «espejo»<br />

es «espejismo».<br />

-«enciclopedia», etimológicamente quiere decir educación<br />

circular porque viene de ciclo, círculo. Estas formas<br />

geométricas, como los laberintos, no llevan a ninguna<br />

parte («círculo vicioso») y se encuentran repetidos en<br />

la forma de la tierra («círculo polar») y del universo.<br />

Modernamente, las enciclopedias (que Borges leía como<br />

si fueran novelas) son obras que contienen el saber, otra<br />

vez, universal.<br />

Finalmente, la falsa enciclopedia de Tlön es una suerte<br />

de espejo, salvo en pequeños detalles, de la Enciclopedia<br />

Británica, etc., etc.<br />

Se podría decir que la primera línea del cuento contiene<br />

de alguna manera todo el cuento.


5.2. verbos con función de adjetivo.<br />

Si nos preguntamos como un objeto no descrito puede<br />

ser representado como monstruoso, esta podría ser la<br />

respuesta.<br />

«El espejo inquietaba el fondo del corredor.»<br />

Este verbo no desarrolla una acción; supone un<br />

desplazamiento metonímico. Produce inquietud a los que<br />

miran el fondo del corredor.<br />

«Desde el fondo remoto del corredor el espejo nos<br />

acechaba.»<br />

El verbo, convertido en prosopopeya, cumple la misma<br />

función del anterior.<br />

«los espejos tienen algo monstruoso»<br />

La oración con el verbo ser resultaría simplemente una<br />

opinión, la elección de «tener algo» mantiene lo asertivo<br />

y curiosamente lo enfatiza.<br />

5.3. Combinación de un estilo de narrador oral<br />

(argentino) con la prosodia de una lengua clásica.<br />

El hecho se produjo hará unos cinco años. Bioy Casares<br />

había cenado conmigo esa noche...... son circunloquios<br />

de narrador oral.<br />

El ritmo dactílico (óoo) y la repetición de sonidos<br />

corresponden a las formas clásicas que Borges encontró<br />

en latín y en la tradición castellana de los Siglos de Oro.<br />

Débo a la cónjunción de un espéjo y de úna encíclopédia<br />

el déscubrimiénto de Uqbár.<br />

«Las ruinas circulares» (1940). El jardín de los senderos<br />

que se bifurcan (1941), Ficciones (1944)<br />

1. La trama de este cuento puede referirse así : un<br />

soñador crea a un hombre en su sueño y descubre al final<br />

que también es una apariencia, que otro está soñándolo.<br />

2. Este relato verifica los presupuestos de Edgar Allan<br />

Poe, creador del cuento moderno.<br />

A diferencia de los relatos tradicionales, el llamado<br />

cuento moderno tiene una forma literaria que lo acerca<br />

a la brevedad de un poema. De hecho, se lee con la<br />

misma intensidad que un poema. Algunos de sus rasgos<br />

son: minuciosa armonía formal, creación de un efecto<br />

unitario, desenlace sorprendente sobre el que recae el<br />

peso de la narración.<br />

3. Este relato, en principio, puede dividirse en tres<br />

partes: exordio o introducción, desarrollo y desenlace.<br />

En un cuento tradicional, estas secuencias ‹como las<br />

llamó la crítica contemporánea‹ serían la materia de la<br />

narración. Aquí sólo sirven para organizar el desarrollo<br />

-22-<br />

cronológico de los hechos, que se exponen utilizando<br />

diversos procedimientos.<br />

a. minuciosa armonía formal: las palabras<br />

elegidas forman un «tejido interior» que repite y amplía<br />

el significado del cuento: sagrado, templo, despertar,<br />

soñar...<br />

Ejemplo: «unánime», el primer adjetivo que aparece<br />

quiere decir, etimológicamente, «en la mente». Es decir, se<br />

dice desde el principio que lo que va a contarse ocurrió<br />

«en la mente« de alguien.<br />

b. El relato elimina las informaciones que<br />

puedan distraer al lector de la secuencia mágica que<br />

va a narrarse. No se explica de dónde vino el soñador,<br />

ni dónde ocurren los hechos, porque esos detalles no<br />

permitirían crear un efecto unitario, propósito que guía<br />

toda la narración.<br />

c. El peso de la narración recae en el desenlace<br />

porque el argumento secreto (y central) que el lector<br />

descubre al final transforma el sentido de todo el cuento.<br />

4. Este cuento recupera un viejo motivo de la literatura: la<br />

creación de un hombre artificial, que comienza con la tradición<br />

clásica ( de Homero a Ovidio), atraviesa el romanticismo<br />

(Goethe, Mary Shelley o E.T.A. Hoffmann) y llega hasta el siglo<br />

xx con diferentes clases de robots o marionetas como aparecen<br />

en los relatos de Asimov o Ray Bradbury. Los homúnculos<br />

tienen también su propia tradición en el misticismo judío, del<br />

que Borges habló en diferentes textos. La leyenda del golem,<br />

nacida en la era talmúdica (200-500 d.C), refería la posibilidad<br />

de crear, con barro o madera, una especie de servidor. Un signo<br />

mágico, el schem, daba vida al informe o se la quitaba.<br />

El relato de Borges recupera esta fantasía y la convierte en una<br />

imagen especular: el soñador, en realidad, también es soñado.<br />

La idea de que la vida es sueño (recuérdese Calderón de la<br />

Barca) tiene origen oriental y una larga tradición literaria.<br />

«El golem» (1958) en El otro, el mismo (1964)<br />

En este poema Borges reescribe el motivo del hombre<br />

artificial desde la perspectiva del misticismo judío. El golem,<br />

que puede ser creado con una palabra sagrada, se inscribe<br />

en la tradición cabalística que se originó en España durante<br />

la Edad Media. La Cábala judía (que en hebreo quiere decir<br />

«tradición») tuvo un desarrollo de varios siglos y una vasta<br />

influencia. La obra central de este pensamiento es el Zohar o<br />

libro del Esplendor, de finales del siglo XIII.<br />

Los cabalistas sostienen que no existen palabras ni frases,<br />

tan sólo letras. Estos sonidos deben ser combinados y<br />

recombinados, hasta alcanzar el sod, el secreto.


Los primeros versículos de la Torá (parte inicial del Antiguo<br />

Testamento) refieren que la creación brotó desde la Nada a<br />

través de las palabras de Dios. De su interior nacieron las<br />

sefirot (números, esferas) que son diez emanaciones porque<br />

diez veces se repite «y dijo Dios» y también diez son los<br />

momentos de la creación.<br />

Borges basa el argumento central de su poema en una<br />

versión moderna del motivo del golem, la del escritor<br />

austriaco Gustav Meyrink (1868-1932). En esta novela (El<br />

Golem,1915) se narra la existencia de una figura que<br />

aparece cada treinta y tres años en la ventana de un<br />

cuarto cerrado, en el gueto de Praga. Gershom Scholem, a<br />

quien se menciona en el poema, analiza en La Cábala y su<br />

simbolismo (13) la supervivencia de esta antigua tradición<br />

en la Europa central.<br />

«La máquina de pensar de Raimundo Lulio» (1937), en<br />

Textos cautivos (1986).<br />

Ensayo que refleja el interés de Borges por los lenguajes<br />

artificiales o por la artificialidad del lenguaje.<br />

La máquina de pensar de Raimundo Lulio<br />

13 Siglo XXI, 1976.<br />

-23-<br />

LÉXICO<br />

americanismo: am<br />

argentinismo:ar<br />

lunfardo: lun<br />

castellano: cast<br />

barrancas: femenino americano de barranco (am)<br />

batir: delatar a alguien (lun). Borges repitió en diversos<br />

textos una sentencia de Cervantes, Don Quijote, cap 22):<br />

«Allá se la haya uno con su pecado... no es bien que los<br />

hombres honrados sean verdugos de los otros hombres<br />

no yéndoles nada en ello.». Lo contrario, según Borges,<br />

de batir. Un sentimiento poético heredado de España.<br />

biaba: zurra de golpes (lun, tomado de algún dialecto<br />

italiano: beava); biaba caldosa: variación de lo anterior,<br />

más fuerte y con sangre (lun).<br />

carpa: tienda donde dormir (am)<br />

cimarrona: de cimarrón, salvaje. Ganado cimarrón,<br />

el se crió libremente en la pampa argentina; perros<br />

cimarrones, los que andan sueltos y sin dueño. (am)<br />

compadrito: personaje porteño del suburbio que vendía<br />

sus habilidades con el cuchillo a diferentes patrones. Un<br />

asesino a sueldo. Vestían de negro, con sombrero de<br />

ala ancha y usaban zapatos de tacón alto. Fueron los<br />

primeros bailarines del tango, cuando era todavía una<br />

danza entre hombres. (ar)<br />

Falucho (el imaginario): héroe legendario argentino.<br />

faso: cigarrillo (lun)<br />

ganchudo: alumno preferido de los maestros. Término<br />

peyorativo que viene de «gancho»(cast) : el que trata de<br />

seducir a otros con mañas. (ar)<br />

meneguina: dinero (lun, probablemente del dialecto milanés)<br />

muy de la garganta: óptimo, excelente; mujer o trabajo<br />

que está a punto de caramelo (lun)<br />

oriental (pintor doctor): ironía referida al artista<br />

uruguayo ( de la República Oriental del Uruguay) , Pedro<br />

Figari, que, según Borges, tuvo un dudoso prestigio fuera<br />

del Río de la Plata. (am)<br />

otario: cándido, tonto (lun)<br />

Pardos y Morenos: batallones de negros, los antiguos<br />

esclavos que lucharon en las guerras contra los indios. (ar)<br />

parrada: de parra, la planta de la uva (ar).<br />

piña: puñetazo (arg)<br />

quinta: pequeña casa de campo o de fin de semana en las<br />

cercanías de una ciudad (ar)<br />

vereda: acera (am)


IV. Kosmópolis.<br />

La biblioteca de Borges<br />

Marieta Gargatagli<br />

Panajedrez. Imagen del audiovisual creado para la exposición<br />

-24-<br />

Se ha dicho que Jorge Luis Borges fue un lector<br />

extraordinario.¿Qué quiere decir extraordinario? ¿Un<br />

lector ávido, extenso, infatigable? Sí, pero también lo<br />

que no resulta visible en el elogio. Una capacidad para<br />

leer entre líneas, intuyendo textos que están debajo de<br />

otros textos. La cualidad de descubrir tramas ocultas<br />

en historias viejísimas y de revelarle a otros lectores<br />

que ese fragmento es, recortado y trasladado a otro<br />

contexto, un cuento fantástico de hermosa levedad.<br />

No son otra cosa los relatos que componen diversas<br />

antologías que compiló sólo o con algunos amigos. De<br />

ellas seleccionamos algunos ejemplos, un repertorio que<br />

ilustra la lúcida, agradable y placentera biblioteca que<br />

formaron las lecturas de Borges.<br />

Fuentes:<br />

BIOY CASARES, ADOLFO; BORGES, JORGE LUIS;<br />

SILVINA OCAMPO: Antología de la literatura fantástica<br />

(1940)<br />

BIOY CASARES, ADOLFO; BORGES, JORGE LUIS: Los<br />

mejores cuentos policiales, I, 1943.<br />

BIOY CASARES, ADOLFO; BORGES, JORGE LUIS: Los<br />

mejores cuentos policiales II, 1951.<br />

BIOY CASARES, ADOLFO; BORGES, JORGE LUIS:<br />

Cuentos breves y extraordinarios (1955)<br />

BIOY CASARES, ADOLFO; BORGES, JORGE LUIS: Libro<br />

del cielo y del infierno, 1960.<br />

BORGES, JORGE LUIS; GUERRERO, MARGARITA: El<br />

libro de los seres imaginarios, 1967.<br />

BORGES, JORGE LUIS: Libro de sueños, 1976.<br />

Nota.- Las obras citadas se encuentran expuestas en la<br />

exposición.


V. Bibliografía<br />

Bibliografía básica<br />

ALAZRAKI, JAIME: La prosa narrativa de Jorge Luis<br />

Borges, Temas Estilo. Madrid, Gredos, l968 (2da edición<br />

aumentada, Madrid, Gredos, 1974)<br />

------ : (Prólogo y selección de textos) Jorge Luis<br />

Borges. El escritor y la crítica, Taurus, Madrid, 1976.<br />

(Recopilación de artículos) (Citado como JLB)<br />

------ : «Génesis de un estilo»: Historia universal de la<br />

infamia», en Revista Iberoamericana, n. 123-124, abrilsetiembre<br />

1983, págs 247-261.<br />

AMADO, ALONSO: «Borges narrador», en Buenos Aires,<br />

Sur , n. 14, noviembre de 1935, págs 105-115.<br />

BALDERSTON DANIEL: El precursor velado:<br />

R.L.Stevenson en la obra de Borges, Buenos Aires,<br />

Sudamericana, 1985.<br />

BARRENECHEA, ANA MARÍA: «Borges y el lenguaje», en<br />

México, Nueva Revista de Filología Hispánica, vol 7, n.<br />

3-4, 1953, págs 551-569.<br />

------ : La expresión de la irrealidad en la obra de<br />

Borges, Buenos Aires, Paidós, 1967.<br />

BIOY CASARES, ADOLFO: «El jardín de los senderos que<br />

se bifurcan», en Buenos Aires, Sur, n. 92, mayo 1942,<br />

págs 60-65.<br />

------ : «Libros y amistad», en La Invención y la trama<br />

, selección de obras; edición de Marcelo Pichón Rivière,<br />

Barcelona, Tusquets, 1991, págs 734-742. (También en<br />

LH, págs 12-18)<br />

BLANCHOT, MAURICE: «El infinito literario: El Aleph ,<br />

de Le livre à venir, Gallimard, París, 1959, págs 116-119.<br />

(Recogido en JLB, págs 211-214)<br />

BLOOM, HAROLD: La angustia de las influencias.<br />

Caracas, Monte Ávila, 1974. (Sobre Borges, págs<br />

163-182)<br />

CALVINO, ITALO: «Jorge Luis Borges», en Por qué leer los<br />

clásicos, Barcelona, Tusquets, 1992, págs 242-249.<br />

COSARINSKY, EDGARDO: Borges en / y / sobre cine,<br />

Madrid, Espiral, Editorial Fundamentos, 1980.<br />

GENETTE, GÉRARD: «L´utopie littéraire» en Figures Y, Du<br />

Seuil, Paris, 1966, pág 123-132. (Recogido en JLB, págs<br />

203-210)<br />

-25-<br />

------------: Palimpsestes. La littérature au second<br />

degré. Editions du Seuil, Paris, 1982. (Existe traducción<br />

española: Palimpsestos. La literatura de segundo grado,<br />

Taurus, Madrid, 1989)<br />

LAFON, MICHEL: Borges ou la réécriture, Paris, Editions<br />

du Seuil, 1990.<br />

LIDA DE MALKIEL, MARÍA ROSA: «Contribución al<br />

estudio de las fuentes literarias de Jorge Luis Borges»,<br />

Buenos Aires, Sur, n. 213-214, julio agosto de 1952, págs<br />

50-57.<br />

LUSKY FRIEDMAN, MARY: Una morfología de los<br />

cuentos de Borges, Madrid, Fundamentos, 1990.<br />

MAN DE, PAUL: «Un maestro moderno: Jorge Luis<br />

Borges», New York, The New Yorker Review , 19 de<br />

diciembre de 1964. (Recogido en JLB, págs 144-151)<br />

MOLLOY, SILVIA: Las letras de Borges , Buenos Aires,<br />

Sudamericana, 1979.<br />

RODRÍGUEZ MONEGAL, EMIR: A Literay Biography, New<br />

York, Dutton, 1978. Existe traducción castellana.<br />

ROUX, DOMINIQUE DE; MILLERET, JEAN DE: L’Herne:<br />

Jorge Luis Borges (Cahiers) Paris, 1964. (Recopilación<br />

de artículos, textos inéditos, testimonios, entrevistas,<br />

bibliografía y glosario de términos argentinos). Existe<br />

una edición abreviada publicada en 1981. No contiene<br />

nuevos textos salvo una biografía y bibliografía<br />

actualizadas: L´Herne- Borges , Paris, Livre de Poche,<br />

1981. Se cita aquí<br />

como LH<br />

STEINER, GEORGE: «Extraterritorial » y «Los tigres en<br />

el espejo» en Extraterritorial, Barcelona, Barral Editores,<br />

1973, págs 15-24 y 37-52.<br />

----------: Después de Babel. Aspectos del lenguaje y la<br />

traducción, México, FCE, 1981. (Borges en págs 89-94)


Bibliografía de viajeros en Argentina<br />

Selección de Toni Martí, profesor de Teoría Literaria de la<br />

Universidad de Barcelona<br />

KUPCHIK, Christian (ed.), La ruta argentina. El país<br />

contado por viajeros y escritores. Buenos Aires, Planeta.<br />

1999<br />

GOMBROWICZ, Witold, Diario argentino, trad. cast. de<br />

Sergio Pitol, Buenos Aires,<br />

Adriana Hidalgo ed., 2001.<br />

GÓMEZ DE LA SERNA, Ramón, Explicación de Buenos<br />

Aires, Madrid, Idea. 1948<br />

(reedición reciente en las OO.CC., Editorial Galaxia<br />

Gutenberg).<br />

FRANCE, Miranda, Bad times in Buenos Aires, (1ª. ed.:<br />

1998) Londres, Phoenix. 1999<br />

(traducción española en Plaza & Janés, col. Mujeres<br />

viajeras).<br />

LONDRES, Albert (1927), Le chemin de Buenos Aires,<br />

París, Albin Michel ed. 1998<br />

(El camino de Buenos Aires, traducción española de<br />

Emilio Frías, Madrid, Prensa Ibérica).<br />

ORTEGA Y GASSET, José, Meditación del pueblo joven.<br />

Buenos Aires, Emecé Editores-Biblioteca de la Revista de<br />

Occidente. 1958<br />

(Edición ampliada con «Impresiones de un viajero» y<br />

«Ictiosaurios y<br />

editores clandestinos», en Obras Completas, vol. VIII.<br />

Madrid, Alianza-Revista de Occidente, 1930).<br />

RUSIÑOL, Santiago. Del Born al Plata, Barcelona, Antoni<br />

López Llibreter. 1911<br />

(reediciones recientes del original en catalán y en<br />

castellano).<br />

GÓMEZ CARRILLO, Enrique, El encanto de Buenos Aires,<br />

Madrid, Perlado, Páez y Compª. 1914<br />

(Este libro fue escrito como respuesta al de Rusiñol).<br />

-26-<br />

Bibliografia sobre Buenos Aires<br />

Selección de Toni Martí<br />

Revista Sileno, num. 5: monográfico sobre Buenos Aires,<br />

Madrid, diciembre de<br />

1998.<br />

ABÓS, Álvaro, Al pie de la letra. Guía literaria de Buenos<br />

Aires, Buenos<br />

Aires, Mondadori. 2000<br />

GORELIK, Adrián, La grilla y el parque, Buenos Aires,<br />

Universidad de Quilmes. 1998<br />

SARLO, Beatriz, Una modernidad periférica, Buenos<br />

Aires, Nueva Visión. 1998


Centre de Cultura Contemporània<br />

de Barcelona<br />

Montalegre, 5 08001 Barcelona<br />

Tel. 93 306 41 00 www.cccb.org<br />

Información del Servei Educatiu y concertación de visitas:<br />

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