Fiesta del médico - Colegio Oficial de Médicos de Salamanca
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por fin, tuvo su propio parapente volaba casi a diario. Entre sus<br />
nuevos compañeros se encontraban los cuervos, las urracas y<br />
los búhos, y un grupo <strong>de</strong> consultores que utilizaba este <strong>de</strong>porte<br />
como medio <strong>de</strong> relajación.<br />
El más alto <strong><strong>de</strong>l</strong> grupo, <strong>de</strong> nombre Enric Hydn, estableció<br />
como una <strong>de</strong> sus metas el comienzo <strong>de</strong> una relación con Firya,<br />
a lo que ésta, inicialmente, aceptó. Las primeras cenas con Hydn<br />
transcurrieron como todas las cenas normales <strong>de</strong> todas sus relaciones<br />
normales anteriores (a menudo cine o cena, copa y<br />
cama). Los encuentros comenzaron a aumentar su número y<br />
duración hasta que llegaron a pasar varios días juntos. En el<br />
segundo fin <strong>de</strong> semana Firya se dio cuenta <strong><strong>de</strong>l</strong> progresivo avance<br />
<strong>de</strong> su relación con el ejecutivo, pero no hallaba en ella sentido<br />
alguno. Se aburría pescando, se aburría leyendo, se aburría<br />
viendo su cara cada mañana, se aburría <strong>de</strong> todo.<br />
Pese a toda esta carga sobrante <strong>de</strong> aburrimiento,<br />
creía que eso era amor. Enric vivía por y para<br />
ella. Esto coincidía con las típicas especulaciones<br />
<strong>de</strong> la gente, e incluso suyas, acerca <strong>de</strong> este<br />
concepto. El amor era vulgar. Con Hydn todo se<br />
reducía, en un tiempo, a vanas costumbres <strong>de</strong><br />
ejecutivo. Su vida no era eso o, al menos, no es<br />
lo que ella planeaba. Su vida eran letras, palabras,<br />
textos, libros. Su vida era tul, era tela, era<br />
vuelo. En <strong>de</strong>finitiva, nada.<br />
Nada podía compararse con su nueva<br />
ocupación. ¿Quién la obligaba a buscar sentidos<br />
estúpidos para una vida estúpida que duraría<br />
muy poco? Esta pregunta la atormentaba cada<br />
mañana, cada noche, siempre.<br />
Era casi increíble que esa mujer, escritora<br />
<strong>de</strong> panfletos "pop" se hubiera convertido en<br />
alguien tan distinto, tan separado <strong><strong>de</strong>l</strong> resto, y<br />
con tantas ganas <strong>de</strong> vivir su propia historia.<br />
Al tiempo que luchaba por cambiarlo<br />
todo, Firya Munt seguía ejerciendo la escritura<br />
pues, al final, era lo único que le quedaba. Escri-<br />
bía por las noches, ya no dormía. Intentaba<br />
seguir a Cortázar, pero su capacidad era un<br />
tanto inferior. Pasó un tiempo hasta que se dio<br />
cuenta. Entonces, se inclinó por la literatura fantástica<br />
y la narración épica. Por sus páginas<br />
corrían los elfos y los wargos, pensaban los<br />
magos y mataban los orcos. En esto era verda<strong>de</strong>ramente<br />
buena. Su imaginación infinita había<br />
permanecido siempre camuflada y ahora, en un<br />
instante, explotaba salpicando todo lo que hallaba a su alcance.<br />
La primera novela <strong>de</strong> este género,"La elfa dormida", se tradujo<br />
a ciento veinte idiomas, siendo, así, el libro más leído <strong>de</strong> la historia.<br />
Cualquier niño <strong>de</strong> catorce años habría realizado el correspondiente<br />
trabajo para su profesor <strong>de</strong> literatura en la escuela, a<br />
los cinco años <strong>de</strong> su publicación.<br />
Des<strong>de</strong> este gran éxito, Firya jamás abandonó este género,<br />
aunque probó suerte en otros tantos, y la obtuvo en muchos<br />
casos. Su vida, entonces, giraba en torno a tres puntos: la escritura,<br />
la lectura y el vuelo. Tenía bastantes amigos a los que recurría<br />
en <strong>de</strong>terminadas ocasiones: cenas, fiestas y <strong>de</strong>más acontecimientos<br />
<strong>de</strong> índole social. Utilizó al ejecutivo Hydn en varias circunstancias.<br />
Con frecuencia la acompañaba a encuentros con<br />
editores o a reuniones <strong>de</strong> antiguos amigos.<br />
Él moría por <strong>de</strong>ntro. Habían pasado diez años <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />
“Su vida eran<br />
letras, palabras,<br />
textos, libros. Su<br />
vida era tul, era<br />
tela, era vuelo”<br />
creación literaria<br />
la vio por primera vez y ella seguía igual. Sentada en su butaca<br />
azul le miraba fijamente, lívida, inmóvil. Y él la quería, nunca<br />
<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> hacerlo. Al tiempo que apuraba su taza <strong>de</strong> té rojo, comprendía<br />
que había llegado el momento <strong>de</strong> abandonarla, <strong>de</strong> rasgar<br />
la ma<strong>de</strong>ja que ella sola había trenzado con su consentimiento.<br />
Firya no comprendía el motivo <strong>de</strong> la huída <strong>de</strong> Enric,<br />
¿por qué tirarlo todo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanto tiempo, <strong>de</strong> tanta vida?<br />
De cualquier modo, daba igual. No era más que otra prueba en<br />
adición <strong>de</strong> la incoherencia <strong><strong>de</strong>l</strong> amor o como quieran llamarlo.<br />
Apoyando su teoría experiencial, la vida siguió igual<br />
durante mucho tiempo, tal vez <strong>de</strong>masiado. Continuó evitando<br />
repetir lo que hizo el día anterior, y hace dos, y tres. Era lo que<br />
había hecho siempre.<br />
Una cigüeña abandonaba la rama más alta, cuando Firya<br />
dirigía su mirada al cielo a su paso por el tercer<br />
árbol <strong><strong>de</strong>l</strong> parque empezando por la izquierda.<br />
Entonces quiso volar, pero volar más, volar <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
todo.<br />
Pasado un mes, miles <strong>de</strong> mapas <strong>de</strong> infinitos<br />
tipos y tamaños, plagados <strong>de</strong> líneas rojas<br />
marcando rutas, <strong>de</strong>coraban involuntariamente<br />
todos los rincones <strong><strong>de</strong>l</strong> número dos <strong>de</strong> la calle<br />
Funkelstrlala, domicilio <strong>de</strong> Munt. Tardó tres<br />
meses en preparar su gran viaje que duraría<br />
in<strong>de</strong>finidamente.<br />
Era una mañana nublada <strong><strong>de</strong>l</strong> mes en el<br />
que salen las flores cuandoFirya <strong>de</strong>jaba todo<br />
atrás y emprendía rumbo a ninguna parte, con<br />
su parapente y nada más.<br />
Voló durante largo tiempo, no sabría<br />
<strong>de</strong>cir cuánto. Entonces era feliz. Vio todo lo<br />
que pudo <strong>de</strong>sear, y más aún.<br />
Una noche <strong>de</strong> vuelo, el viento soplaba<br />
fuertemente, jamás lo había sentido así. El pelo<br />
negro era arrancado <strong>de</strong> su cabeza <strong>de</strong>bido al<br />
intenso rozamiento con el aire. Intentaba bajar<br />
al suelo, pero todos sus esfuerzos fueron vanos.<br />
Tras horas <strong>de</strong> lucha contra el vendaval,<br />
consiguió vencer al viento. Pero la noche no<br />
colaboró con ella, cayó en el mar. La lona azul <strong>de</strong><br />
su parapente la envolvió completamente impidiendo<br />
cualquier mínimo movimiento.<br />
A la mañana siguiente, dos niños encontraron<br />
un tesoro envuelto en tela azul, en una<br />
playa, a doscientas millas <strong>de</strong> la ciudad natal <strong>de</strong> la<br />
escritora. Estaban seguros <strong>de</strong> haber encontrado<br />
el botín que tanto habían <strong>de</strong>seado. Cuando el mayor <strong>de</strong> los dos<br />
<strong>de</strong>cidió levantar un pequeño trozo <strong>de</strong> tela y <strong>de</strong>scubrir su contenido,<br />
su <strong>de</strong>cepción fue brutal, aunque, gracias a ello, su popularidad<br />
en el pueblo se mantuvo elevada para siempre. El pequeño<br />
llegó a ser alcal<strong>de</strong>, y el mayor presidió el club <strong>de</strong> fútbol local.<br />
La Policía localizó a los familiares <strong>de</strong> la fallecida y el<br />
seguro preparó su entierro.<br />
En su lápida, un hombre mandó realizar una inscripción:<br />
"Firya Munt. Murió soñando." y, arrojando un ramo <strong>de</strong><br />
crisantemos sobre la piedra, abandonó el cementerio por la<br />
puerta más estrecha.<br />
Cuando Enric Hydn terminó <strong>de</strong> escribir su historia una<br />
mañana temprano, las cerezas <strong><strong>de</strong>l</strong> jardín ya estaban maduras.<br />
Cortó una con sus <strong>de</strong>dos maltratados por el tiempo y la saboreó<br />
como si fuera la última. ■<br />
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