taurología Por Javier VIEJO Para una antropología <strong><strong>de</strong>l</strong> toreo (XI) La fecundidad, el toro y la poesía (II) En el artículo inmediato anterior se empezó este tema. Hoy se recoge, para terminarlo, con poetas <strong>de</strong> la importancia <strong>de</strong> Neruda, Carmen Con<strong>de</strong> o Gabriel Celaya que han visto en el toro dimensiones <strong><strong>de</strong>l</strong> toro relacionadas con la fecundidad. N eruda sitúa en la sangre esta fecundidad <strong><strong>de</strong>l</strong> toro, como dice en su alegórica Llegada a Puerto Picasso “Entonces cayó la primera gota <strong>de</strong> sangre y floreció, / la tierra recibió sangre... / ... / en la Plaza <strong>de</strong> toros roja como un clavel / se repetía en silencio y furia el rito / y luego la gota corría boca a bajo / hacia los manantiales <strong>de</strong> la sangre, / y así fue la ceremonia, / el hombre pálido, la sombra arrolladora / <strong>de</strong> la bestia y el juego / entre la muerte y la vida bajo el día sangriento” 1 . El mismo Neruda, en el soneto Sangre <strong>de</strong> toro, vuelve a hablar <strong>de</strong> esta fecundidad <strong><strong>de</strong>l</strong> toro con cierto sabor orgiástico como i<strong>de</strong>ntificación cósmica: “Robusto vino, tu familia ardiente, /... / sangre y sudor pusieron en su frente / una rosa <strong>de</strong> púrpura sangrante / ... / Toro con corazón <strong>de</strong> terciopelo: tu corona mortal nos da la vida / y nos <strong>de</strong>ja tendidos en el suelo/ respirando y cantando por la herida” 2 . Carmen Con<strong>de</strong>, en su Toro en Guadarrama, nos presenta con eficacia la fecundidad <strong><strong>de</strong>l</strong> toro: “Cuando, tan macho para el fanático hombre ligero, / te tumbas entresoñando lo que te cruzan las sangres. /... /”, dice <strong><strong>de</strong>l</strong> toro al comienzo <strong><strong>de</strong>l</strong> poema <strong>de</strong>dicado a Miguel Hernán<strong>de</strong>z. Después exclama: “¡Pena que se abran coloreados trapos / ... /, esas criaturas locas con ropillas <strong>de</strong> circo / que ante tu fuerza cósmica hacen gala <strong>de</strong> astucia!”. Esta fuerza le hace <strong>de</strong>cir a continuación: “Eres la simiente espesa que germinan los muertos. / Cuando la tierra brota en ti, tú te la llevas / sentada entre tus lomos, tierra hembra raptada / por energías sin freno, en <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>sbocados”. Y como si no le hubiera bastado cantar al toro que rapta la tierra hembra para fecundarla, aún le grita: “¡Toro que has sido leche <strong>de</strong> una vaca bravía, embiste a las estrellas, <strong>de</strong>sgárranos la aurora”. Es <strong>de</strong>cir, tráenos la vida. Y dice: “Toro mejor que tierra, porque ya está en el toro”, como si su fecundidad no bastara para fecundarla no necesitara raptarla para hacer germinar la vida. Había dado la razón poética <strong>de</strong> estas hiperbólicas metáforas cuando había afirmado: “Lo que un toro tiene es la sangre <strong><strong>de</strong>l</strong> mundo” 3 . 1 R., I, 452, 19s. 27-34.R., Roldán, M., Poesía Universal <strong><strong>de</strong>l</strong> toro. Antología, 2500 a. C.- 1990, 2 vols., Madrid, Espasa Calpe, 1990. Esta obra la citaré como R; la cifra romana indicará el volumen y los números arábigos indican las páginas y los versos citados; 2 R., I, 454, 19. 21s. 29. 455, 1-3. 3 R., II, 17, 7s. 19, 5-16. 25. 33. 4 R., II, 37, 11-18. 22-24. 38 Miguel Hernán<strong>de</strong>z, en el soneto Como el toro, disputa al toro un beso que, como el toro mismo, queda burlado: “Como el toro he nacido para el luto / y el dolor, como el toro estoy marcado / por un hierro infernal en el costado / y por varón en la ingle con un fruto. / ... / Como el toro te sigo y te persigo / y <strong>de</strong>jas mi <strong>de</strong>seo en una espada, / como el toro burlado, como el toro” 4 . Amor, <strong>de</strong>seo, fecundidad como fruto en la ingle que el poeta perito en lunas ve frustrados como el toro que muere en la plaza. Y, en el poema alegórico Llamo al toro <strong>de</strong> España, Miguel Hernán<strong>de</strong>z se rebela y protesta: “Alza, toro <strong>de</strong> España: levántate, <strong>de</strong>spierta / ... /. No te van a castrar: no <strong>de</strong>jarás que llegue / hasta tus atributos <strong>de</strong> varón abundante, / esa mano famélica que preten<strong>de</strong> arrancártelos / <strong>de</strong> cuajo impunemente: patéalos, toro / ... /. No te van a castrar, po<strong>de</strong>r tan masculino / que fecundas la piedra; no te van a castrar. Sálvate, toro <strong>de</strong> emoción y <strong>de</strong> España” 5 . El toro fecunda hasta las piedras, esas piedras inertes. Gabriel Celaya evoca el rito iniciático <strong><strong>de</strong>l</strong> Taurobolio, que <strong>de</strong>vuelve al iniciado el po<strong>de</strong>r solar y terreno: - ¡A los toros! ¡A los toros! Sí, a los toros – repite Uno -, ilusionándose con una fiesta sagrada en la que resucite el pathos <strong>de</strong> la alegría y <strong>de</strong> la sangre, y recordando el antiguo rito ibérico <strong><strong>de</strong>l</strong> taurobolio, en el que la sangre negra y cálida, humeante aún, <strong>de</strong> la bestia recién sacrificada, llovía sobre el cuerpo <strong>de</strong>snudo <strong><strong>de</strong>l</strong> iniciado para <strong>de</strong>volverle la fuerza solar y terrena” 6 . El valenciano Vicent Andrés Estellés nos <strong>de</strong>scribe la cubrición <strong>de</strong> la vaca por el toro: “Monta el toro, bramando, a la ternera. Chita-callando, espía la doncella: mira el coito feroz, monumental” 7 . Julio Alfredo Egea saluda con emoción al toro <strong>de</strong> lidia cuya sangre mantiene el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> fecundidad <strong>de</strong> la tierra: “Salve, toro <strong>de</strong> lidia, aunque la muerte sea / el precipicio abierto a tu noble arrancada, / tu sangre es necesario que nos riegue esta tierra / para que permanezca su viril calentura” 8 , y lo dice aunque también sienta dolor por la muerte <strong><strong>de</strong>l</strong> toro: “A traición te han herido, noble toro, / cuando tú le mirabas <strong>de</strong> 5 R., II, 40, 3. 41, 1-4. 13s. 6 R., II, 51, 15-22. 7 R., II, 164, 9-11. 8 R., II, 198, 25-28. 9 R., II, 201, 14-16. 10 R., II, 346, 14-16. frente, un rayo helado / se te alojó en el pecho <strong>de</strong> improviso” 9 . Y frente a este lirismo a veces <strong>de</strong>sbordado, ante la fecundidad <strong><strong>de</strong>l</strong> toro, encontramos también la angustia <strong>de</strong> una mujer estéril: “Mujer en negro, / Negro toro el <strong>de</strong> esa lidia / que te <strong>de</strong>jó los pechos sin sol y sin arena” 10 . El toro y su fecundidad, las corridas <strong>de</strong> toros que empiezan con la primavera, que siguen en tiempos <strong>de</strong> cosecha y que terminan con la sementera no es mera coinci<strong>de</strong>ncia cronológica muy seguramente y nos abren la puerta a una sugerencia: la fecundidad <strong><strong>de</strong>l</strong> toro y su muerte (¿sacrificio?) en las corridas, esta fuerte paradoja nos traslada a una época en la que metáfora y paradoja aludían a una realidad, su vida y su mundo, que en sus mitos querían compren<strong>de</strong>r. Unos mitos, unos ritos que, como se ha visto, nuestros poetas celebran y trasmiten. ■
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