discurso de despedida de la xxxv promoción del colegio sansueña

DISCURSO DE DESPEDIDA DE LA XXXV PROMOCIÓN DEL
COLEGIO SANSUEÑA
Buenas tardes a todos, como delegada de curso me han encargado dirigiros
estas palabras.
Pero, aunque sea yo quien las pronuncie, voy a hablar en nombre de todas mis
compañeras.
Lo primero que quiero hacer es saludar y dar las gracias a todo el Colegio:
- A nuestra directora, Charo Conde.
- A nuestras profesoras encargadas de curso, Belén Galbe y Loli
Martínez.
- A todas las profesoras del curso y de todo el Colegio que, durante
estos últimos 16 años, han estado cuidando de nosotras.
- A los sacerdotes del Colegio, por su ayuda y formación.
También… quiero tener un especial recuerdo para Inés, a la que todas
echamos de menos y nos gustaría que estuviera aquí.
Y, por supuesto, a vosotros padres, que siempre habéis estado a nuestro lado,
en los buenos y malos momentos, que de todo ha habido en estos años.
No sabía como empezar y he pensado contaros un cuento.
El cuento se llama el anillo del rey, y dice así:
Hubo una vez un rey que dijo a todos los sabios de su corte:
- Me estoy fabricando un anillo con uno de los mejores diamantes que existen
en la tierra.
- Quiero guardar oculto, debajo del diamante, un mensaje que pueda
ayudarme, en momentos de desesperación total.
- Este mensaje además, deberá ayudar a mis herederos y a los herederos de
mis herederos.
- Debe ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante
del anillo.

Todos los sabios y eruditos del reino podrían haber escrito grandes tratados.
Pero darle un mensaje, de no más de dos o tres palabras, les resultó imposible.
El rey tenía un anciano sirviente, que ya lo fue de su padre.
El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también a él le
consultó.
Este lo dijo:
- No soy ni un sabio ni un erudito, pero conozco el mensaje.
- Durante el reinado de tu padre… venían al palacio todo tipo de gentes y en
una ocasión, atendí a un místico, que como gesto de agradecimiento, me dio
este mensaje.
El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey.
- Guárdalo en el anillo, pero no lo leas…, ábrelo únicamente… cuando todo lo
demás haya fracasado y te encuentres en una situación sin salida.
Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y el rey perdió el reino.
Estaba huyendo con su caballo y sus enemigos lo perseguían, llegó a un lugar
donde el camino se acababa y no había salida, enfrente de él, un precipicio le
impedía seguir hacia delante.
De repente…
¡Se acordó del anillo!
Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje, tremendamente
valioso.
Simplemente decía:
“ESTO TAMBIÉN PASARÁ”
Mientras leía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ” sintió que se cernía sobre él un gran
silencio.
Y una gran paz inundó su corazón.
Los enemigos que le perseguían, debían de haberse perdido en el bosque.
Dobló el papel, reunió a sus ejércitos y reconquistó su reino.

El día que entraba victorioso en la capital de su reino, hubo una gran
celebración, con música, bailes… el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado, y le dijo:
- Este momento, también es adecuado:
Vuelve a leer el mensaje.
- ¿Qué quieres decir?
Preguntó el rey.
- He triunfado, la gente celebra mi vuelta…
- No estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida…
- Escucha, dijo el anciano:
- Este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas, cuando estés
derrotado o seas el último…
- También lo es para situaciones placenteras, cuando triunfes o seas el
primero…
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje:
“ESTO TAMBIÉN PASARÁ”.
Nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio del bullicio de la
muchedumbre que celebraba su victoria.
Pero el orgullo y la soberbia habían desaparecido.
El rey pudo así terminar de comprender el mensaje.
Entonces el anciano le dijo:
- Recuerda que todo pasa.
- Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes.
- Como el día y la noche.
- Hay momentos de alegría y momentos de tristeza.
- Acéptalo como la realidad de la vida.

Durante los 16 años que hemos pasado en este colegio, nos han enseñado
muchas cosas.
Pero sé que lo que buscan en nosotras es que seamos unas personas
íntegras.
Que, aparte de nuestra formación académica tengamos espiritualidad y
fortaleza.
Que sepamos enfrentarnos a los retos que nos esperan cuando estas puertas,
que durante tantos años han sido nuestro refugio, pasen a ser un recuerdo
inolvidable en nuestras vidas.
Y, para terminar, me gustaría deciros algunas cosas que he aprendido en estos
años:
- Que Dios nunca dejará de acompañarnos y que nunca debemos
apartarlo de nuestras vidas.
- Que, como nos decían en preescolar, la Virgen es nuestra Madre del
Cielo que siempre velará por nosotras.
- Que, aunque nuestros amigos sean buenos, en algún momento podrán
hacernos daño y debemos perdonarlos.
- Que la amistad verdadera continúa creciendo a pesar de la distancia.
- Que podemos hacer algo en un instante, que nos cause dolor de por
vida.
- Que nos va a llevar mucho tiempo llegar a ser la persona que
queramos ser.
- Que siempre debemos dejar con palabras de amor a las personas que
queremos, porque puede ser la última vez que las veamos.
- Que podremos salir adelante aunque muchas veces creamos que no
tengamos fuerzas para hacerlo.
- Que somos responsables de lo que hacemos, no importa como nos
sintamos.
- Que si no controlamos nuestra actitud, ella nos controlará a nosotras.

- Que los héroes son las personas qué hacen lo que se tiene que hacer,
cuando se necesita hacerlo y sin importar las consecuencias.
- Que el dinero es una pésima forma de mantener el marcador.
- Que, a veces, las personas que esperas que te pateen cuando estas
derrotado, son las que te ayudan a levantarte.
- Que, cuando estemos enfadadas, aunque tengamos nuestros motivos
para estarlo, estos no nos dan derecho a ser crueles.
- Que no siempre es suficiente ser perdonado por los demás.
- Debemos también aprender… a perdonarnos a nosotras mismas.
- Que, aunque haya momentos de gran dolor en nuestra vida, el mundo
no se detendrá por ello.
- Que nuestro pasado y circunstancias pueden influenciar en quienes
somos, pero somos nosotras las responsables de lo que lleguemos a
ser.
Y por último:
- Que, el hecho de que dos personas discutan, no significan que no se
quieran, y el hecho de que no discutan, no significa que sí se quieran.
- Que dos personas pueden ver exactamente la misma cosa y ver algo
totalmente diferente.
- Que nuestra vida podrá cambiar, en cuestión de horas, por personas
que ni siquiera conocemos.
- Que siempre…. se puede hacer algo más por los demás, aunque
creamos que ya hemos hecho suficiente.
- Que las personas que más quieres en la vida… se van demasiado
pronto.
Todo esto y mucho más… nos lo habéis enseñado aquí.
Por eso, queremos daros las gracias y deciros, que nunca olvidaremos estos
años.
Carmen Guitián.