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Retiro de Cuaresma 2011 - Schoenstatt.org

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nuestro «yo», para <strong>de</strong>scubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros <strong>de</strong> tantos<br />

<strong>de</strong> nuestros hermanos”. Nos rendimos ante las cosas <strong>de</strong> este mundo que son pasajeras y se<br />

pier<strong>de</strong>n en el tiempo. Decía S. León Magno: “Nuestro ayuno ha <strong>de</strong> consistir mucho más en la<br />

privación <strong>de</strong> nuestros vicios que en la <strong>de</strong> los alimentos”. Y nosotros, año tras año ten<strong>de</strong>mos a<br />

lo mismo. Caemos en la tentación <strong>de</strong> otras veces: renunciamos al chocolate, a la cocacola,<br />

al alcohol y con eso nos conformamos. Renunciamos a los pequeños caprichos <strong>de</strong><br />

cada día y nos alegramos al pensar que per<strong>de</strong>remos esos cuantos kilos que nos sobran.<br />

Pensamos que el mayor sacrificio es no comer y privarnos <strong>de</strong> nuestros gustos<br />

principales. Y está bien, es cierto, es bueno que nos privemos <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> cosas. En<br />

realidad es fantástico renunciar a cosas que son buenas en sí mismas. La privación <strong>de</strong> lo<br />

que hacemos con gusto nos educa, nos hace más libres y disciplinados, más abiertos a la<br />

gracia. No obstante, tenemos que mirar, rezar y ver con sinceridad dón<strong>de</strong> estamos<br />

apegados <strong>de</strong> forma <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada, en qué aspectos <strong>de</strong> nuestra vida tenemos que ejercer<br />

con claridad la renuncia y el ayuno. Es bueno meditar sobre las tentaciones que más nos<br />

cuesta resistir, mirar con sinceridad dón<strong>de</strong> nos pesa más el alma. Sólo así estaremos<br />

cortando el hilo o la ca<strong>de</strong>na que no nos <strong>de</strong>ja volar en libertad. Sólo así estaremos<br />

<strong>de</strong>jando que este tiempo sea un tiempo <strong>de</strong> conversión en nuestra vida.<br />

Por otra parte, tenemos que ayunar alegremente <strong>de</strong> ciertas cosas para celebrar con<br />

gratitud otras actitu<strong>de</strong>s. Queremos ayunar <strong>de</strong> juicios y críticas, para celebrar la belleza<br />

<strong>de</strong> Dios que se escon<strong>de</strong> en cada corazón; queremos ayunar <strong>de</strong> las tinieblas <strong>de</strong> la tristeza,<br />

para compartir con paz la alegría <strong>de</strong> vivir; queremos ayunar <strong>de</strong> la ira y la rabia, y<br />

celebrar cada día el abrazo que nos une a quienes amamos; queremos ayunar <strong>de</strong><br />

preocupaciones que nos quitan la ilusión <strong>de</strong> vivir y la paz para afrontar el futuro, y<br />

celebrar con gozo que Dios conduce nuestra vida; queremos ayunar <strong>de</strong> prisas y agobios,<br />

<strong>de</strong> ruidos y gritos, y celebrar el silencio y la serenidad en las manos <strong>de</strong> María; queremos<br />

ayunar <strong>de</strong> buscar siempre las diferencias con los <strong>de</strong>más, y celebrar que hay tantas cosas<br />

que nos unen; queremos ayunar <strong>de</strong> rebeldías y <strong>de</strong>sobediencias, y celebrar con docilidad<br />

la voluntad <strong>de</strong> nuestro Padre que nos quiere con locura. Ayunamos para celebrar,<br />

renunciamos para vivir en la abundancia que Cristo nos da.<br />

Vivimos un tiempo <strong>de</strong> crisis económica y <strong>de</strong> valores. Las tensiones <strong>de</strong> la vida hacen más<br />

patente la crisis que vive el hombre <strong>de</strong> hoy. Una crisis que se da en muchos planos, en el<br />

económico, en el familiar, en el personal. Nos toca apren<strong>de</strong>r a enfrentar las crisis. Cristo<br />

y María nos ayudan a caminar con sentido en medio <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s y crisis que nos<br />

acechan. Einstein hablaba así <strong>de</strong> las crisis: “Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin<br />

quedar 'superado'. Sin crisis no hay <strong>de</strong>safíos, sin <strong>de</strong>safíos la vida es una rutina, una lenta agonía.<br />

Es en la crisis don<strong>de</strong> aflora lo mejor <strong>de</strong> cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar<br />

<strong>de</strong> crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez <strong>de</strong> esto, trabajemos<br />

duro. Acabemos <strong>de</strong> una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia <strong>de</strong> no querer<br />

luchar por superarla”. Estas palabras son las que expresan muy bien la actitud que<br />

tenemos que tener ante las dificulta<strong>de</strong>s, al confrontarnos con la cruz y la enfermedad.<br />

Soledad supo ver en la enfermedad un trampolín hacia lo más alto. Ante las crisis es<br />

necesario mirar hacia <strong>de</strong>lante, mirar con la mirada <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> los niños que saben<br />

confiar. Es necesario confiar en que Dios sostiene nuestra vida y sigue trabajando<br />

mientras nosotros apren<strong>de</strong>mos a relajarnos y a <strong>de</strong>scansar en sus manos. Recordaba una<br />

historia <strong>de</strong> un oso que me llegó hace poco. Un oso se cayó por un puente y quedó<br />

colgando <strong>de</strong>l mismo, pudiendo refugiarse en un hueco <strong>de</strong>l puente. No podía hacer nada<br />

para solucionar el problema y se quedó dormido. La policía trabajó, echó una red y<br />

logró hacer que el oso cayera en ella. De esta forma lo bajó hasta tierra y el oso salió<br />

caminando feliz. La moraleja que nos queda es que hay muchos problemas y situaciones<br />

complicadas que nosotros no po<strong>de</strong>mos resolver. Po<strong>de</strong>mos estar toda la noche en vela y<br />

no habremos a<strong>de</strong>lantado nada. Tal vez en esos casos sólo po<strong>de</strong>mos relajarnos y dormir.<br />

Seguro que Dios va a lograr lo que nosotros con nuestro esfuerzo no logramos.<br />

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