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Federico García Lorca, Canciones (1927)

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<strong>Federico</strong> <strong>García</strong> <strong>Lorca</strong>, <strong>Canciones</strong> (<strong>1927</strong>)<br />

El malestar, la frustración, el destino trágico son temas fundamentales en la obra de <strong>Lorca</strong>.<br />

Seres que se mueven en un mundo hostil, vidas amenazadas, condenadas a la frustración o<br />

abocadas a la muerte. Buen ejemplo de esas figuras marginales y trágicas es el jinete<br />

protagonista de esta canción<br />

En la luna negra<br />

de los bandoleros,<br />

cantan las espuelas.<br />

Caballito negro.<br />

¿Dónde llevas tu jinete muerto?<br />

...Las duras espuelas<br />

del bandido inmóvil<br />

que perdió las riendas.<br />

Caballito frío.<br />

¡Qué perfume de flor de cuchillo!<br />

En la luna negra<br />

sangraba el costado<br />

de Sierra Morena.<br />

Caballito negro.<br />

¿Dónde llevas tu jinete muerto?<br />

La noche espolea<br />

sus negros ijares<br />

clavándose estrellas.<br />

Caballito frio.<br />

¡Qué perfume de flor de cuchillo!<br />

En la luna negra,<br />

¡un grito! y el cuerno<br />

largo de la hoguera.<br />

Caballito negro.<br />

¿Dónde llevas tu jinete muerto?<br />

<strong>Federico</strong> <strong>García</strong> <strong>Lorca</strong>, Poeta en Nueva York (1940)<br />

La aurora<br />

Es, dentro de su brevedad, una buena síntesis de la visión lorquiana de Nueva York, símbolo del<br />

mundo deshumanizado. El poema es un grito de dolor y de protesta. El cauce expresivo es la<br />

técnica surrealista. El versículo y la imagen alucinante le sirven para expresar un mundo<br />

absurdo, para comunicar visiones de pesadilla, para descargar su cólera.<br />

La aurora de Nueva York tiene<br />

cuatro columnas de cieno


y un huracán de negras palomas<br />

que chapotean en las aguas podridas.<br />

La aurora de Nueva York gime<br />

por las inmensas escaleras<br />

buscando entre las aristas<br />

nardos de angustia dibujada.<br />

La aurora llega y nadie la recibe en su boca<br />

porque allí no hay mañana ni esperanza posible.<br />

A veces las monedas en enjambres furiosos<br />

taladran y devoran abandonados niños.<br />

Los primeros que salen comprenden con sus huesos<br />

que no habrá paraísos ni amores deshojados;<br />

saben que van al cieno de números y leyes,<br />

a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.<br />

La luz es sepultada por cadenas y ruidos<br />

en impúdico reto de ciencia sin raíces.<br />

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes<br />

como recién salidas de un naufragio de sangre.<br />

Dámaso Alonso, Hijos de la ira (1944).<br />

Es sobre todo un grito desgarrado ante la crueldad, el odio, la injusticia y la podredumbre.<br />

Además, encierra una serie de preguntas sobre el sentido de la vida, sobre la mísera condición<br />

humana. El estilo se aparta de la poesía pura y del surrealismo. Inicia lo que se conoce con el<br />

nombre de poesía desarraigada, dramáticamente humana, existencial de la posguerra.<br />

“Insomnio”<br />

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres<br />

(según las últimas estadísticas).<br />

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo<br />

en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,<br />

y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,<br />

o fluir blandamente la luz de la luna.<br />

Y paso largas horas gimiendo como el huracán,<br />

ladrando como un perro enfurecido,<br />

fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.<br />

Y paso largas horas preguntándole a Dios,<br />

preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,<br />

por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad<br />

de Madrid,<br />

por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.<br />

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?<br />

¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,<br />

las tristes azucenas letales de tus noches?

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