19.05.2013 Views

Realismo en el Quijote

Realismo en el Quijote

Realismo en el Quijote

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

REALISMO DEL QUIJOTE<br />

Jaime Dousdebés Carvajal<br />

Estamos <strong>en</strong> <strong>el</strong> Siglo XVI, siglo de la grandeza imperial de España,<br />

de la conquista y de las guerras, de los santos, de la Contrarreforma y <strong>el</strong><br />

Barroco, pero, sobre todo, <strong>el</strong> Siglo de Oro de la literatura española, donde<br />

iluminan todo <strong>el</strong> vigor de la l<strong>en</strong>gua cast<strong>el</strong>lana la sola m<strong>en</strong>ción de los<br />

nombres de Garcilaso de la Vega, Hurtado de M<strong>en</strong>doza, Santa Teresa, Fray<br />

Luis de Granada, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Alonso de<br />

Ercilla, Fernando de Herrera, Luis de Góngora, Lope de Vega, Francisco de<br />

Quevedo, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, y, desde luego, Migu<strong>el</strong> de<br />

Cervantes Saavedra, la mayor expresión d<strong>el</strong> R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to Español a través<br />

de la nov<strong>el</strong>a pastoril, de la picaresca, y de las nov<strong>el</strong>as ejemplares, y, como<br />

cumbre diamantina que anula y oscurece los libros de caballería <strong>en</strong>tonces<br />

<strong>en</strong> boga, se publica El ing<strong>en</strong>ioso hidalgo don <strong>Quijote</strong> de la Mancha, de<br />

cuya primera parte c<strong>el</strong>ebramos ahora <strong>el</strong> cuarto c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ario de su primera<br />

edición.<br />

Los libros de caballería eran nov<strong>el</strong>as cortas, con matices eróticos,<br />

pero no pornográficos, que circulaban <strong>en</strong> abundancia <strong>en</strong>tre la población<br />

lectora que era muy reducida. Estos libros llegaron a cansar por su<br />

ordinariez y repetición de argum<strong>en</strong>tos; puede decirse que eran los “Corin<br />

T<strong>el</strong>lado” de la época.<br />

Santa Teresa, <strong>en</strong> su Libro de la Vida, capitulo 2do que “Trata de<br />

cómo fue perdi<strong>en</strong>do estas virtudes y lo que importa <strong>en</strong> la niñez tratar con<br />

personas virtuosas,” escribe..... “era aficionada a libros de caballerías, y<br />

no tan mal tomava este pasatiempo como yo le tome para mí, porque no<br />

perdía su lavor, sino nos des<strong>en</strong>volvíamos para leer <strong>en</strong> <strong>el</strong>los. Y por v<strong>en</strong>tura<br />

lo hacía para no p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> grandes travajos que t<strong>en</strong>ía y ocupar sus hijos<br />

que no anduvies<strong>en</strong> <strong>en</strong> otras cosas perdidos. De esto le pesava tanto a mi<br />

padre que se havía de t<strong>en</strong>er aviso a que no lo viese. Yo com<strong>en</strong>cé a<br />

quedarme <strong>en</strong> costumbre de leerlos, y aqu<strong>el</strong>la pequeña falta que <strong>en</strong> <strong>el</strong>la vi,<br />

me com<strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>friar los deseos y com<strong>en</strong>zar a faltar <strong>en</strong> lo demás. Y<br />

parecíame no era malo, con gastar muchas horas de <strong>el</strong> día y de la noche <strong>en</strong><br />

tan vano ejercicio, aunque ascondida de mi padre. Era tan extremo lo que<br />

<strong>en</strong> esto me embevía, que, si no t<strong>en</strong>ía libro nuevo, no me parece t<strong>en</strong>ía<br />

cont<strong>en</strong>to”.<br />

Estas notas escritas por la Santa por ord<strong>en</strong> de su confesor, años antes<br />

de la edición d<strong>el</strong> <strong>Quijote</strong>, donde expresa su afición por las lecturas de los<br />

libros de caballería, es la misma que al señor Quijada, qui<strong>en</strong> a la postre<br />

sería Alonso Quijano, <strong>el</strong> bu<strong>en</strong>o, le hicieron perder <strong>el</strong> juicio para convertirlo<br />

<strong>en</strong> Don <strong>Quijote</strong> de La Mancha.


“Es pues de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba<br />

ocioso -que eran los más d<strong>el</strong> año-, se daba a leer libros de caballerías con<br />

tanta afición y gusto, que olvidó de todo punto <strong>el</strong> ejercicio de la caza, y aún<br />

la administración de su haci<strong>en</strong>da; y llegó a tanto su curiosidad y desatino<br />

<strong>en</strong> esto, que v<strong>en</strong>dió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar<br />

libros de caballerías <strong>en</strong> que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo<br />

haber de <strong>el</strong>los…”<br />

...” En resolución, él se <strong>en</strong>frascó tanto <strong>en</strong> su lectura, que se le pasaban las<br />

noches ley<strong>en</strong>do de claro <strong>en</strong> claro, y los días de turbio <strong>en</strong> turbio; y así, d<strong>el</strong><br />

poco dormir y d<strong>el</strong> mucho leer, se le secó <strong>el</strong> cerebro, de manera que vino a<br />

perder <strong>el</strong> juicio…”<br />

…”En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar <strong>en</strong> <strong>el</strong> más extraño<br />

p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to que jamás dió loco <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo, y fué que le pareció<br />

conv<strong>en</strong>ible y necesario, así para <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de su honra como para <strong>el</strong><br />

servicio de su república, hacerse caballero andante e irse por todo <strong>el</strong><br />

mundo con sus armas y caballo a buscar las av<strong>en</strong>turas a ejercitarse <strong>en</strong><br />

todo aqu<strong>el</strong>lo que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban,<br />

deshaci<strong>en</strong>do todo género de agravio, y poniéndose <strong>en</strong> ocasiones y p<strong>el</strong>igros<br />

donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama…” …” Puesto<br />

nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérs<strong>el</strong>e a sí mismo, y <strong>en</strong><br />

este p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar Don<br />

<strong>Quijote</strong>.<br />

La obra de Cervantes es inm<strong>en</strong>sa, porque compr<strong>en</strong>de poesía, teatro y<br />

nov<strong>el</strong>as; <strong>en</strong>tre las poesías hay una dedicada a los éxtasis de Teresa de Jesús<br />

contemporánea de Cervantes, que nació cuando Teresa de Ávila ya t<strong>en</strong>ía<br />

32 años. En este siglo de la Fe y de la Cultura sobre una España casi<br />

despoblada por <strong>el</strong> Descubrimi<strong>en</strong>to de América y las guerras que empr<strong>en</strong>dió<br />

por Europa, es posible que haya t<strong>en</strong>ido un conocimi<strong>en</strong>to sobe la Santa que<br />

andaba ocupada <strong>en</strong> sus Fundaciones, aunque hasta <strong>en</strong>tonces Santa Teresa<br />

ya no alcanzó a leer El ing<strong>en</strong>ioso hidalgo don <strong>Quijote</strong> de la Mancha, aparte<br />

de que ya no t<strong>en</strong>dría la curiosidad por los libros de caballería que se<br />

terminaron con la edición de este famoso libro de av<strong>en</strong>turas. Como de<br />

ningún otro.<br />

Para su completa compr<strong>en</strong>sión es necesario conocer la vida de<br />

Cervantes y la geografía de España. especialm<strong>en</strong>te la ruta cervantina. En la<br />

nov<strong>el</strong>a se puede apreciar que la ficción es acaso una realidad vivida por <strong>el</strong><br />

autor, como puede deducirse d<strong>el</strong> párrafo d<strong>el</strong> capítulo IX que voy a<br />

transcribir: “Estando yo un día <strong>en</strong> Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a<br />

v<strong>en</strong>der unos cartapacios y pap<strong>el</strong>es viejos a un sedero; y como yo soy<br />

aficionado a leer, aunque sean los pap<strong>el</strong>es rotos de las calles, llevado de


esta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que <strong>el</strong> muchacho<br />

v<strong>en</strong>día, y vile con caracteres que conocí ser arábigos”….<br />

Cervantes fue <strong>el</strong> precursor de la moderna nov<strong>el</strong>a porque pres<strong>en</strong>ta las<br />

cosas como son <strong>en</strong> la realidad de la vida, y él se reconoce <strong>en</strong> <strong>el</strong> prólogo de<br />

las nov<strong>el</strong>as ejemplares donde dice: “ A esto se aplico mi ing<strong>en</strong>io, por aquí<br />

me lleva mi inclinación y más que me doy a <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der ( y es así) que yo soy<br />

<strong>el</strong> primero que ha nov<strong>el</strong>ado <strong>en</strong> l<strong>en</strong>gua cast<strong>el</strong>lana”.<br />

Veamos <strong>en</strong> fragm<strong>en</strong>tos los capítulos dedicados a Sancho Panza<br />

designado Gobernador de la Ínsula Barataria. “Carta de Sancho Panza a<br />

Teresa Panza, su mujer” “ Si bu<strong>en</strong>os azotes me daban, bi<strong>en</strong> caballero me<br />

iba; si bu<strong>en</strong> gobierno me t<strong>en</strong>go, bu<strong>en</strong>os azotes me cuesta. Esto no lo<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>derás tú, Teresa mía, por ahora; otra vez lo sabrás. Has de saber,<br />

Teresa, que t<strong>en</strong>go determinado que andes <strong>en</strong> coche, que es lo que hace al<br />

caso; porque todo otro andar a gatas. Mujer de un gobernador eres: ¡mira<br />

si te roerá nadie los zancajos! Ahí te <strong>en</strong>vío un vestido verde de cazador,<br />

que me dio mi señora la duquesa; acomódale <strong>en</strong> modo que sirva de saya y<br />

cuerpos a nuestra hija”…<br />

“De aquí a pocos días me partiré al gobierno adonde voy con<br />

grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los<br />

gobernadores nuevos van con este mismo deseo”… (Firma)<br />

“De este castillo, a veinte de julio de 1614, tu marido <strong>el</strong> gobernador<br />

Sancho Panza”.<br />

Después de unas dilatadas av<strong>en</strong>turas, Don <strong>Quijote</strong> se puso a dar<br />

consejos a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la Ínsula, “con otras<br />

cosas bi<strong>en</strong> consideradas” … “Dispuesto, pues, <strong>el</strong> corazón a creer lo que<br />

te he dicho, está ¡OH hijo!, at<strong>en</strong>to a este tu Catón, que quiere aconsejarte<br />

y ser norte y guía que te <strong>en</strong>camine y saque a seguro puerto de este mar<br />

proc<strong>el</strong>oso donde vas a <strong>en</strong>golfarte; que los oficios y grandes cargos no son<br />

otra cosa sino un golfo profundo de confusiones”…<br />

“Primeram<strong>en</strong>te, ¡OH hijo!, has de temer a Dios; porque <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

temerle está la sabiduría, si<strong>en</strong>do sabio no podrás errar <strong>en</strong> nada<br />

Lo segundo, has de poner los ojos <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> eres, procurando<br />

conocerte a ti mismo, que es <strong>el</strong> más difícil conocimi<strong>en</strong>to que pueda<br />

imaginarse. D<strong>el</strong> conocerte saldrá <strong>el</strong> no hincharte como la rana que quiso<br />

igualarse con <strong>el</strong> buey; que si esto haces, v<strong>en</strong>drá a ser feos pies de la rueda<br />

de tu locura la consideración de haber guardado puercos <strong>en</strong> tu tierra”…<br />

“Si trajeres a tu mujer contigo -porque no es bi<strong>en</strong> que los que<br />

asist<strong>en</strong> a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias-, <strong>en</strong>séñala,<br />

doctrínala, y desbástala de su natural rudeza; porque todo lo que su<strong>el</strong>e<br />

adquirir un gobernador discreto su<strong>el</strong>e perder y derramar una mujer<br />

rústica y tonta”…


Hay otros que constan <strong>en</strong> <strong>el</strong> capitulo que trata “De los consejos<br />

segundos que dio Don <strong>Quijote</strong> a Sancho Panza”. En este capitulo voy a<br />

transcribir los más indisp<strong>en</strong>sables porque dilataría demasiado <strong>el</strong> tiempo de<br />

mi interv<strong>en</strong>ción.


“T<strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni de eructar<br />

d<strong>el</strong>ante de nadie.”<br />

-Eso de eructar no <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do- dijo Sancho.<br />

Y Don <strong>Quijote</strong> le dijo:<br />

-Eructar, Sancho, quiere decir regoldar, y éste es uno de los más<br />

torpes vocablos que ti<strong>en</strong>e la l<strong>en</strong>gua cast<strong>el</strong>lana, aunque es muy<br />

significativo; y así, la g<strong>en</strong>te curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar<br />

dice eructar, y a los regüldos, eructaciones; y cuando algunos no <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong><br />

estos términos, importa poco; que <strong>el</strong> uso los irá introduci<strong>en</strong>do con <strong>el</strong><br />

tiempo, que con facilidad se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>dan; y esto es <strong>en</strong>riquecer la l<strong>en</strong>gua,<br />

sobre qui<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e poder <strong>el</strong> vulgo y <strong>el</strong> uso.<br />

-En verdad, señor- - dijo Sancho-, que uno de los consejos y avisos<br />

que pi<strong>en</strong>so llevar <strong>en</strong> la memoria ha de ser <strong>el</strong> de no regoldar, porque lo<br />

su<strong>el</strong>o hacer muy a m<strong>en</strong>udo.<br />

-Eructar, Sancho, que no regoldar – dijo Don <strong>Quijote</strong>”….<br />

Parecida confusión sufrió un político ecuatoriano cuando dijo que <strong>el</strong><br />

Pichincha había eructado <strong>en</strong> vez de usar <strong>el</strong> verbo erupcionar.<br />

Oía Sancho estos consejos pero dijo que no le han de servir porque<br />

todo de cuanto le ha dicho de ningún consejo se acuerda y añadió:<br />

”… y así, será m<strong>en</strong>ester que se me d<strong>en</strong> por escrito; que, puesto que<br />

no sé leer ni escribir, yo se los daré a mi confesor para que me los <strong>en</strong>caje a<br />

recapacite cuando fuere m<strong>en</strong>ester…”<br />

-¡Ah pecador de mí- respondió Don <strong>Quijote</strong>-, y qué mal parece <strong>en</strong><br />

los gobernadores <strong>el</strong> no saber leer ni escribir!”…<br />

En los consejos que Don <strong>Quijote</strong> procura a Sancho, traslada <strong>en</strong> su<br />

caso los vicios y defectos de los gobernadores como una flaqueza<br />

perman<strong>en</strong>te de la condición humana, y que proyectados <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo se<br />

suced<strong>en</strong> <strong>en</strong> las funciones públicas de las Repúblicas Hispanoamericanas,<br />

demostrándose de esta manera <strong>el</strong> realismo <strong>en</strong> la literatura de Cervantes.<br />

Llegamos al último capítulo D<strong>el</strong> Ing<strong>en</strong>ioso Hidalgo: “De cómo Don<br />

<strong>Quijote</strong> cayó malo y d<strong>el</strong> testam<strong>en</strong>to que hizo y su muerte “.<br />

Capítulo éste inm<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te conmovedor cuando apartados los ojos


de la nov<strong>el</strong>a, cerramos <strong>el</strong> libro conv<strong>en</strong>cidos de haber leído una historia de<br />

verdad. Seis días estuvo <strong>en</strong> cama y muy visitado siempre por <strong>el</strong> cura, <strong>el</strong><br />

bachiller y <strong>el</strong> barbero; a la cabecera, Sancho Panza, que no se apartó de<br />

allí; <strong>en</strong> sus últimos mom<strong>en</strong>tos dijo a su sobrina<br />

“llámame amiga a mis bu<strong>en</strong>os amigos al bachiller Sansón Carrasco<br />

y al maese Nicolás <strong>el</strong> barbero, que quiero confesarme y hacer mi<br />

testam<strong>en</strong>to”<br />

pero de este trabajo se excusó la sobrina con la <strong>en</strong>trada de los tres.<br />

Ap<strong>en</strong>as los vió Don <strong>Quijote</strong> cuando les dijo:<br />

“Dadme albricias bu<strong>en</strong>os señores de que ya no soy Don <strong>Quijote</strong> de<br />

la Mancha sino Alonso Quijano. Yo fui loco y ya soy cuerdo”<br />

Ha muerto Alonso Quijano y con él Don <strong>Quijote</strong>. Sin embargo,<br />

desde hace cuatro siglos sigu<strong>en</strong> recorri<strong>en</strong>do <strong>el</strong> mundo <strong>en</strong>trando y sali<strong>en</strong>do<br />

por todas partes, sal<strong>en</strong> d<strong>el</strong> hogar y los <strong>en</strong>contramos <strong>en</strong> las cátedras<br />

universitarias, su pres<strong>en</strong>cia permite a sus lectores que unos seamos<br />

<strong>Quijote</strong>s y otros, Sanchos.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!