La democracia y su contrario: algunos comentarios a la ... - Trust-CM
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los ciudadanos o <strong>la</strong> responsabilidad de los representantes, entre otros, <strong>su</strong>pone <strong>la</strong> inclusión de<br />
términos valorativos que harían de los re<strong>su</strong>ltados una evaluación condicionada por <strong>la</strong>s<br />
concepciones de quien e<strong>la</strong>bora los indicadores.<br />
Encontrándolos in<strong>su</strong>ficientes a ambos, Andrea Greppi <strong>su</strong>giere centrarse en <strong>la</strong> dimensión<br />
deliberativa y definir <strong>la</strong> calidad de una <strong>democracia</strong> a partir de “<strong>la</strong> capacidad efectiva del<br />
ciudadano para incidir de forma responsable, reflexiva, en el proceso de formación de <strong>la</strong> voluntad<br />
colectiva” (p. 33). En <strong>la</strong> medida en que, para el autor, <strong>la</strong> voluntad no se forma con anterioridad al<br />
proceso de deliberación sino que se construye dentro del mismo, este criterio exige tener en<br />
cuenta no sólo “<strong>la</strong> regu<strong>la</strong>ridad del proceso político, o <strong>su</strong>s condiciones sociales y materiales”, sino<br />
también, y sobre todo, “el entorno en que el <strong>su</strong>jeto despliega <strong>su</strong>s capacidades reflexivas” (p. 34).<br />
El indicador propuesto por Greppi devuelve el protagonismo al ciudadano y enfoca el análisis en<br />
<strong>su</strong>s competencias comunicativas y el proceso en que se moldea <strong>su</strong> opinión y <strong>su</strong> voluntad. Este<br />
criterio de calidad democrática es utilizado más ade<strong>la</strong>nte, como veremos, para proponer una<br />
reinvención de <strong>la</strong> representación.<br />
Ahora bien, uno de los puntos más interesantes del libro y en el que nos centraremos a<br />
continuación es el que se refiere al principio de representación política. Como ade<strong>la</strong>ntamos, el<br />
vaciamiento de <strong>su</strong> contenido constituye para el autor, una de <strong>la</strong>s principales variables que<br />
contribuyen a <strong>la</strong> degeneración de una <strong>democracia</strong>. Este capítulo propone una reinterpretación<br />
del concepto de voluntad general p<strong>la</strong>nteado por Rousseau y a partir de el<strong>la</strong>, transforma de<br />
manera radical lo que hasta ahora se ha entendido por representación.<br />
Aun cuando en el Contrato social encontramos una c<strong>la</strong>ra oposición a <strong>la</strong> posibilidad de que los<br />
ciudadanos elijan representantes que actúen en <strong>su</strong> nombre2 –pues para Rousseau que el pueblo<br />
2 Advierte Rousseau: “[l]a soberanía no puede ser representada, por <strong>la</strong> misma razón que no puede ser<br />
enajenada; consiste esencialmente en <strong>la</strong> voluntad general, y <strong>la</strong> voluntad no se representa; o es el<strong>la</strong><br />
misma, o es otra: no hay término medio”. El Contrato Social. Traducción, prólogo y notas de Mauro<br />
Armiño, Alianza, Madrid, 1996, Libro III, XV, p. 120. No obstante, cuando intenta aplicar estos principios<br />
al caso de Polonia, Rousseau encuentra que es fácticamente imposible reunir al pueblo para que él<br />
mismo redacte <strong>la</strong> ley. Ante este hecho acepta, aunque sea de ma<strong>la</strong> gana, que se elijan representantes<br />
para que actúen en nombre de <strong>la</strong> voluntad general. En todo caso, estos representantes deberán estar<br />
sometidos a estrictos controles que impedirían <strong>su</strong> corrupción. Consideraciones sobre el Gobierno de<br />
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