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PrELIMINArES MíTICOS AL CUErPO EXPOSITIVO<br />
Érase una vez un mundo perfecto. Todas las historias<br />
empiezan así. Érase un mundo perfecto en<br />
su caos, en sus embrionarias potencias contrarias,<br />
en su fértil divergencia. No más había que un <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n<br />
informe sobre la faz <strong>de</strong>l abismo, la tiniebla.<br />
Una energía primigenia y <strong>de</strong>scomunal sobrevuela<br />
el abismo acuático, soplando, enunciando, por<br />
ejemplo: todo esto es bueno, imagen y semejanza,<br />
ciénagas, marismas, peces y serpientes, miles <strong>de</strong><br />
renacuajos, vísceras humanas, árboles frutales.<br />
Quizás podría haber también un monstruo <strong>de</strong>moníaco<br />
y solitario cometiendo tropelías a diestro<br />
y siniestro. Y un santón <strong>de</strong> luz positiva <strong>de</strong> huevo<br />
cascado combatiéndolo, presto a renovar el listín<br />
<strong>de</strong> las hazañas espectaculares. Dios no tiene responsabilidad<br />
alguna en el <strong>de</strong>terioro <strong>de</strong> su obra<br />
maestra: la especie humana es el resultado <strong>de</strong> sus<br />
propios actos. La perfección, i<strong>de</strong>ntificada en el antepasado<br />
mítico, que implica una unidad que es<br />
a la vez una totalidad. O una diosa madre pétrea<br />
generatriz. O un dios-cordillera que le muer<strong>de</strong> el<br />
órgano sexual (el riñón, en este caso) a su hermano<br />
gemelo y queda fecundado por él, como el sol, en<br />
plena epifanía, nacido <strong>de</strong>l engarce <strong>de</strong> las rocas con<br />
el cielo cada mañana. Dos motivos míticos tal vez:<br />
el eros cosmogónico y, sobre todo, un ser humano<br />
primitivo imaginado como un ser bisexual <strong>de</strong> forma<br />
esférica. Las tetas <strong>de</strong> Tiresias, ciego por revelar<br />
un secreto, como glándulas mamarias productoras<br />
<strong>de</strong> leche en la piel <strong>de</strong> la vulva (y no eran hemorroi<strong>de</strong>s).<br />
Érase una vez un mundo perfecto, pródigo<br />
en placeres. Y la caída, siempre, a su vez: el nombre<br />
<strong>de</strong> <strong>los</strong> antepasados tallado sobre el caparazón<br />
<strong>de</strong> la tortuga, el bisbiseo <strong>de</strong> la casta sacerdotal, la<br />
enumeración arcil<strong>los</strong>a <strong>de</strong> <strong>los</strong> héroes aristócratas,<br />
la lapidación <strong>de</strong> <strong>los</strong> pastores nómadas por parte <strong>de</strong><br />
sus hermanos más acomodados. Un principio y un<br />
fin: <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Árbol <strong>de</strong>l Mundo, que simboliza y<br />
constituye el universo. Su cima toca el cielo y sus<br />
ramas abarcan el mundo entero. Una <strong>de</strong> sus raíces<br />
se hun<strong>de</strong> en el país <strong>de</strong> <strong>los</strong> muertos, la otra llega al<br />
país <strong>de</strong> <strong>los</strong> gigantes y la tercera al mundo <strong>de</strong> <strong>los</strong> humanos.<br />
Lo guarda un dragón anfibio, recién salido<br />
<strong>de</strong>l lodo hacia la sabana, que charla amigablemente<br />
con una muchacha. Una mujer joven y sabia,<br />
con la piel <strong>de</strong>l color <strong>de</strong> las estrellas, el pelo <strong>de</strong> hojas<br />
ver<strong>de</strong>s escarchadas, ojos <strong>de</strong> miel ungida. Habla y<br />
dice a quien quiere escuchar: “toda existencia es<br />
perece<strong>de</strong>ra, pero susceptible, sin embargo, <strong>de</strong> resurgir<br />
al comienzo <strong>de</strong> un nuevo ciclo cósmico”.<br />
TrES EJEMPLOS DE ENGENDrO (NACIMIENTO, MUEr-<br />
TE, OLVIDO)<br />
I.<br />
Una playa, la noche. Toda historia <strong>de</strong>bería comenzar<br />
así. Vinoso ponto, rítmica madre gris en la tiniebla<br />
<strong>de</strong> nuestro nacimiento. El litoral mediterrá-<br />
“Tres cosas hay que nunca se hartan: el sepulcro, la matriz estéril y la tierra sin agua”<br />
Proverbios<br />
30, 15-16<br />
neo, no <strong>de</strong>sprovisto <strong>de</strong> indicios mitológicos aunque<br />
más rústicos. Colonizados, digamos, provincia<br />
<strong>de</strong> Alicante. Segunda quincena <strong>de</strong> agosto, según el<br />
pronóstico <strong>de</strong> nuestros parámetros actuales. Una<br />
bahía chiquita, redonda, perfecta. Lengua <strong>de</strong> balsa<br />
<strong>de</strong> aceite llegando, retirándose. Torre <strong>de</strong> vigía<br />
árabe, normativa. Dos personas ebrias <strong>de</strong> sangría,<br />
sexo opuesto, mismo género: es <strong>de</strong>cir, urbano burgués.<br />
Gran clase media blanca europea. Uno <strong>de</strong><br />
<strong>los</strong> dos tal vez resi<strong>de</strong> en una urbanización en las<br />
afueras <strong>de</strong> la capital. El IRA <strong>de</strong>jaba las armas, <strong>los</strong><br />
rusos abandonaban Estonia. Lorena Bobbitt en <strong>los</strong><br />
noticiosos estadouni<strong>de</strong>nses. Adolescentes, cuando<br />
aún no había <strong>de</strong>generado el concepto en manos<br />
<strong>de</strong> libidinosos publicistas. Caminan híbridos por<br />
la emoción a orillas <strong>de</strong>l mar. Aparece un cachorro<br />
<strong>de</strong> perro, jovial, emite agudos ladridos, sobre<br />
la espuma <strong>de</strong> las olas, parece que perdido. Emitir.<br />
Ella (¿quién?) muy naturalmente lo acoge entre<br />
sus brazos. A él (¿yo?) le embarga la ternura. Después,<br />
asiéndolo (¿a quién?) <strong>de</strong> las patas <strong>de</strong>lanteras,<br />
le pregunta: ¿eres macho o hembra?<br />
Vedado por incumplimiento <strong>de</strong>l ritual. Caricias<br />
sobre la tela <strong>de</strong> tejanos apretados. Películas<br />
insustanciales <strong>de</strong> mejillas enrojecidas, tacto húmedo<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>dos, espinas <strong>de</strong> tanto rozar. La mano<br />
por la espalda por <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un polo presumiblemente<br />
celeste. Un absoluto <strong>de</strong>sconocimiento<br />
<strong>de</strong> las veleida<strong>de</strong>s corporales, incluido posicionamiento,<br />
función, temperatura, frondosidad. Una<br />
especie <strong>de</strong> top <strong>de</strong> rejilla (¿podrá ser?, ¿existe eso?).<br />
Arena en <strong>los</strong> labios, la mastica. Monedas que rebotan<br />
ruidosas en el mo<strong>de</strong>sto apartamento alquilado<br />
a eso <strong>de</strong> las cinco <strong>de</strong> la mañana. Y una piel<br />
morena, lisa, tersa, niña solar, niño nacido en un<br />
sótano. Se besan. Te quiero, se quieren, madre<br />
<strong>de</strong> María, madre <strong>de</strong> Samuel, Dios te favorece en<br />
nombre <strong>de</strong>l amor.<br />
II.<br />
En un tresillo en el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l padre, casa familiar,<br />
ensanche <strong>de</strong> una gran ciudad. Unos años<br />
más tar<strong>de</strong>. José María Aznar acce<strong>de</strong> al po<strong>de</strong>r: sus<br />
enigmáticas ensoñaciones patrióticas revelan el<br />
nombre <strong>de</strong> un hombre común: Miguel Ángel Blanco.<br />
Ella, hipocorístico, sílabas pares. Podría ser<br />
una emanación <strong>de</strong> Hécate, diosa grecorromana<br />
<strong>de</strong> triple alcance, tectónico, celestial, marítimo. A<br />
horcajadas, vestidos ambos, ella se frota encima<br />
<strong>de</strong> él, atónito, no importa su nombre. “¿Será con<br />
afán mimético <strong>de</strong> las películas pornográficas?”, se<br />
pregunta él, ingenuo, cándido, casi cobar<strong>de</strong>. Una<br />
llamada intempestiva en el teléfono: “ha saltado<br />
la alarma en la fábrica <strong>de</strong> mi padre”, dice ella. Pero<br />
como en un sueño profético, me ar<strong>de</strong>n las yemas<br />
<strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>dos. Yo esperaba encontrarme –tan a<strong>de</strong>ntro–<br />
una bola dura <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra (¿<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra?) en el<br />
seno prohibido y secreto <strong>de</strong> la madre. Pero no.<br />
| antropología <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>genitales</strong> | 45