Romances históricos - Biblioteca Virtual Universal

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Y cual político astuto, por ganar tiempo y dar largas,810 su protección y su auxilïo al piloto ofrece, y manda que los sabios eminentes de la docta Salamanca con detención examinen815 la propuesta extraordinaria. No contenta al navegante tal decisión del monarca, mas que con ella se avenga doña Beatriz quiere, y basta.820 Romance Cuarto Tiempo perdido Dejando atrás a Granada, en cuyas torres el viento ya la cruz triunfante adora entre cristianos trofeos, y dejando atrás la corte825 de los hispánicos reinos, donde tristes desengaños cogió y amargos desprecios, va el genovés navegante, va el portentoso extranjero830 en una mula de paso hacia Córdoba derecho; sin volver atrás los ojos, pobre, abatido y enfermo, sale de la hermosa vega835 que le parece el infierno. Lleva en su faz las señales del infortunio y del tiempo, que los años y desgracias dan con un bronce en el suelo.840 Seis años cuenta perdidos desde que llegó al convento de la Rábida y el nombre quiso hacer de España eterno. Y sus esperanzas todas,845 y todos sus pensamientos, disipadas mira en humo, en polvo mira deshechos. * De la insigne Salamanca los doctores y maestros,850 más bien que examinadores
jueces inflexibles fueron, y le trataron altivos, aunque era más sabio que ellos, no cual docto que consulta,855 sino cual convicto reo, Sus geométricas verdades por respuesta hallaron textos, sus cálculos, silogismos, sus demostraciones, ergos.860 Y aunque varios religiosos de San Esteban (colegio donde fue la conferencia) que eran sabios verdaderos, si comprender no lograron865 al inspirado extranjero, le escucharon con asombro y su importancia advirtieron, los más, cual siempre acontece, arrollaron a los menos,870 y sobre un hombre tan grande y sobre un tan gran proyecto informaron a la Corte con el más alto desprecio, de visionario y de loco,875 prodigándole dicterios. El no entendido, más firme en sus altos pensamientos; de su plan, él contradicho, más convenido y más cierto;880 de sí mismo más seguro, mientras halla más tropiezos, y nuevas fuerzas cobrando de su propio abatimiento, del genovés navegante885 parece el alma de acero, escollo inmoble que arrostra siglos, rayos, olas, vientos. Pero no quiere que España acoja ya sus esfuerzos,890 ni que las ventajas logre de tales descubrimientos. Y a Córdoba despechado veloz regresó, resuelto de irse a buscar a otra Corte895 para realizarlos medio. Mas Doña Beatriz Enríquez y el fruto inocente y tierno de sus plácidos amores, detenerle aún consiguieron.900 Eslabones más tenaces
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Índice Una antigualla de Sevilla R
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Romance Tercero El caballero La vic
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Con blancas sobrepellices Cual de s
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Una mano y brazo asoman,25 que sost
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que entonces reedificaban tal cual
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y bajando a los jardines por un pos
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Otro, asiéndole los brazos con una
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cien monedas de oro, y dice: «Toma
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y los de Borbón soberbio, y entre
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Respóndele el derribado: «Soy el
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«Guardaréle, que colgarle de mi e
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como el marqués contestase: «Señ
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que se arrasaban los ojos735 de cua
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del alto esfuerzo español. Y cauti
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al lado de una gran mesa45 que cubr
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Sostenido por sus pajes desciende d
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Dijo el conde, la real mano besó,
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en la mesa, en el despacho, en la v
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de pajes y de escuderos. Mas la pen
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triunfó la fuerza, y el Cielo mir
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en las selvas do arrancaron no meno
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en el alma y el vestido tornó, ¡i
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sus comparsas y libreas, joyas, arm
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del palacio en los balcones la vist
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de las inclinadas picas, y negros l
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alicatadas cornisas, Ayuntamiento y
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En la soberbia capilla985 donde las
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en que expresión nunca vista de af
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van a cumplirse tres siglos5 que su
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no se qué sus ademanes de una finu
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vestido de negro un hombre, que en
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las luces de dos bujías en candele
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illa la persona ilustre375 de doña
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la voz: «Nada ha sido -dice-, el r
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de tapices y brocados. En los otros
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y un gran tropel de lacayos, los qu
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exceso del amor propio, cuyos esfue
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forman estruendo confuso en que ya
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gran favor con el monarca, a disgus
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parecen mágicos soles; mas pronto
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un adepto de alto nombre ve en tan
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adornada de arabescos y follajes pr
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«Veréis que uno y otro al punto p
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una daga de gran precio con tal fur
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las águilas imperiales van ahuyent
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Romance Segundo El alojamiento En s
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no vocación fervorosa, sino viles
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después de muy breve rato, y la co
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si a un soplo de viento oscila455 l
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oprimida, desdichada, contra su gus
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seguido de su asistente, a quien ma
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de su esbelto y noble talle,735 de
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«De Chipre es, y es excelente -dic
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de esta asoladora guerra abrigo en
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con vivas chispas relumbra. * Que s
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andar por ella procura.1120 Tardame
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pesos, báculos y varas, y hasta ab
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que era poderosa ayuda, sin poder s
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y, de polo a polo su brazo tan sól
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donde el dedo del Eterno escribe:
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dos huellas no interrumpidas; forma
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a la oscura noche el día y a la bo
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de un blanco paño cubierto, con un
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Romance Primero La tarde Entre Este
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cúmpleme, pues, tus palabras; no t
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clavada está. Los destellos de la
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más hinchada, más soberbia. Ve en
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Súmese como voluntario o donante ,
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