Noe Costas - Artemisa Noticias
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Yo creÌa fervientemente que la filosofÌa y la razÛn constituirÌan un<br />
puente entre ambos mundos y que me permitirÌa trasladarme de<br />
uno a otro sin mayores problemas.<br />
Sin embargo, ese puente no existe porque la filosofÌa se ha<br />
convertido en historia almidonada de la filosofÌa, arrogante de<br />
poder y porque la razÛn es un puente sin terminar que me deja a<br />
mitad de camino.<br />
Pero una experiencia cambiÛ mi vida. Vivimos en una Època<br />
donde todo se cuestiona y sin embargo a menudo nos negamos a<br />
aceptar la evidencia. Y yo estaba destinada a presenciar mi propia<br />
transformaciÛn, no comparable a las grandes transfiguraciones del<br />
pasado. Y aunque simple en su naturaleza fue una transformaciÛn<br />
acompaÒada al principio de un enorme sufrimiento fÌsico y<br />
mental. Lo que presenciÈ y sigo presenciando dentro de mÌ, es<br />
contrario a conceptos reconocidos por la ciencia y por la razÛn.<br />
Est· en desacuerdo con los dogmas de fe consagrados, y es<br />
antagÛnico a muchos de los dichos universalmente seguidos. Para<br />
que tenga realidad psicolÛgica lo que he experimentado y<br />
comprobaciÛn empÌrica deber· producirse un cambio<br />
trascendental y revolucionario en cada terreno de actividad y<br />
conducta femenina.<br />
Mi vida no habÌa sido una panacea, mi padre habÌa partido cuando<br />
tenÌa siete aÒos, fue una Època de difÌcil tr·nsito en familia ya que<br />
mi madre quedaba a cargo de tres hijos: mi hermana de once aÒos,<br />
mi hermano de seis, y yo. Y todo por comenzar, una madre viuda,<br />
sola con su alma, sin vivienda, escasos estudios primarios, una<br />
economÌa que resolver y tres hijos. No fue f·cil. Pero ella heredÛ<br />
una voluntad de hierro, y salimos adelante.<br />
Luego de una triste experiencia que tuve a los 15 aÒos, me guardÈ<br />
muy bien de no enamorarme porque, adem·s de descubrir la<br />
crueldad y el sufrimiento que significa carecer de contenciÛn<br />
familiar, esa malhadada experiencia me habÌa arrebatado la<br />
creencia de una virginidad asociada a los mejores sentimientos de<br />
un amor eterno. Si bien siempre necesite a Dios, en ese momento<br />
me fue imperioso depositar todas mis expectativas sobre el amor y<br />
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