Higiene Mental y Delincuencia (1933) - Salvador Allende
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88<br />
SISTEMA ENDOCRINO-VEGETATIVO<br />
Y DELINCUENCIA<br />
En el capítulo anterior hemos analizado las características individuales,<br />
el temperamento y el carácter. Cábenos ahora exponer<br />
las influencias de las secreciones internas.<br />
Dice Pende que al explicar el carácter criminal y el origen del<br />
crimen, en la mayoría de los casos nos hallamos frente a individuos<br />
en los que se encuentran, de un lado, anomalías de la constitución<br />
corporal y, sobre todo, cerebral, que por una o varias generaciones<br />
han influido en la estructura y capacidad funcional de las partes más<br />
sensibles del cerebro, ontogénica y filogénicamente: de ese desarrollo<br />
imperfecto depende la adquisición de los elementos éticos y la<br />
posibilidad de dominar los instintos egoístas prepotentes; y de otra<br />
parte, hay en la mayoría de los casos, como lo prueban las investigaciones,<br />
un déficit de uno o varios estimulantes endocrinos; es decir,<br />
de estados de inferioridad hormónica o de excesos, y con más<br />
frecuencia desórdenes del equilibrio hormónico, que favorecen la<br />
actividad de estos instintos, disminuyendo todavía más la resistencia<br />
y el propio control de los centros mentales superiores y su acción<br />
sobre los instintos de la preservación, de la propagación, de la defensa<br />
y del ataque, ya debilitados por un desarrollo inferior. Predomina<br />
en los diferentes criminales la constitución endocrina anormal o<br />
la constitución anormal del cerebro.<br />
Por otra parte, pueden las causas mentales, físicas o tóxicas -<br />
causas generalmente de menor importancia frente al factor trascendental<br />
de los desórdenes en el equilibrio armónico o a la degeneración-<br />
producir en el individuo la inclinación a cometer crímenes. Se<br />
evita esto corrigiendo las tendencias hipersecretivas o hiposecretorias<br />
de ciertas glándulas de secreción interna, localizadas en el cerebro<br />
y paralizando, de esta manera, la resistencia contra los ataques de<br />
los instintos de agresión.<br />
La autorizada opinión de Pende nos demuestra entonces hasta<br />
donde puede intervenir la función endocrina en la génesis de los<br />
delitos.