Historia de la Iglesia Antigua
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en <strong>la</strong>s enseñanzas <strong>de</strong> Cristo. Y he aquí <strong>la</strong> traza <strong>de</strong> que se valió. 10. Era amigo<br />
suyo el centurión que metió en <strong>la</strong> carcel a Ptolomeo, y así le persuadió que le<br />
<strong>de</strong>tuviera y le hiciese sólo esta pregunta: "Si era cristiano." 11. Ptolomeo, que<br />
era por carácter amador <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad, incapaz <strong>de</strong> engañar ni <strong>de</strong>cir una cosa<br />
por otra, confesó, en efecto, que era cristiano, lo que bastó al centurión para<br />
cargarle <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas y atormentarle durante mucho tiempo en <strong>la</strong> cárcel. 12.<br />
Cuando, finalmente, Ptolomeo fué conducido ante el tribunal <strong>de</strong> Urbico, <strong>la</strong><br />
única pregunta que se le hizo fué igualmente <strong>de</strong> si era cristiano (...) 15. Urbico<br />
sentenció que fuera con<strong>de</strong>nado al suplicio; mas un tal Lucio, que era también<br />
cristiano, viendo un juicio celebrado tan contra toda razón, increpó a Urbico<br />
con estas pa<strong>la</strong>bras: 16. ¿Por qué motivo has castigado <strong>de</strong> muerte a un hombre<br />
a quien no se le ha probado ser adúltero, ni fornicador, ni asesino, ni <strong>la</strong>drón, ni<br />
salteador, ni reo, en fin, <strong>de</strong> crimen alguno, sino que ha confesado sólo llevar el<br />
nombre <strong>de</strong> cristiano? No juzgas, ¡oh Urbico!, <strong>de</strong> <strong>la</strong> manera que conviene al<br />
emperador Pío ni al hijo <strong>de</strong>l César, amigo <strong>de</strong>l saber, ni al sacro Senado. 17.<br />
Pero Urbico, sin respon<strong>de</strong>r pa<strong>la</strong>bra, se dirigió también a Lucio y le dijo: –<br />
Paréceme que tú también eres cristiano. 18.–A mucha honra, respondió Lucio.<br />
Y sin más, dió el prefecto or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> que fuera también conducido al suplicio.<br />
Melitón <strong>de</strong> Sar<strong>de</strong>s, Apología dirigida a Antonino (en Eusebio, <strong>Historia</strong><br />
Eclesiástica, IV,26,8-10): 8 La prueba mayor <strong>de</strong> que nuestra doctrina floreció<br />
para bien junto con el Imperio felizmente comenzado es que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el reinado<br />
<strong>de</strong> Augusto, nada malo ha sucedido, antes, al contrario, todo ha sido bril<strong>la</strong>nte y<br />
glorioso, según <strong>la</strong>s plegarias <strong>de</strong> todos. 9 Entre todos, so<strong>la</strong>mente Nerón y<br />
Domiciano, persuadidos por algunos hombres malévolos, quisieron calumniar a<br />
nuestra doctrina, y ocurre que <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong>rivó, por costumbre irracional, <strong>la</strong><br />
mentira calumniosa contra tales personas. 10 Pero tus píos padres<br />
enmendaron <strong>la</strong> ignorancia <strong>de</strong> aquellos reprendiendo por escrito muchas veces<br />
a cuantos se atrevieron a hacer innovaciones acerca <strong>de</strong> los cristianos. Entre<br />
ellos se <strong>de</strong>staca tu abuelo Adriano, que escribió a muchas y diferentes<br />
personas, incluido el procónsul Fundano, gobernador <strong>de</strong> Asia.