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Puntos de vista ü
María Eugenia Russián Solé
Combatir la
corrupción es una
especie de medicina
curativa social
La religiosa contribuye al combate de este flagelo
fortaleciendo la ética y la espiritualidad de las familias
y especialmente de las generaciones jóvenes
–La Convención Interamericana
contra la Corrupción señala que la
corrupción: socava la legitimidad de
las instituciones públicas, atenta contra
la sociedad, el orden moral y la
justicia. ¿Está de acuerdo y por qué?
–La corrupción es la expresión de una
especie de virus letal que enferma a una
sociedad y obstaculiza sus posibilidades
de avanzar hacia un desarrollo humano y
sustentable. Resulta una de las más graves
manifestaciones de la debilidad ética
y espiritual colectiva.
–El combate contra la corrupción fortalece
las instituciones democráticas,
evita distorsiones de la economía,
vicios en la gestión pública y el deterioro
de la moral social. ¿Qué más
puede evitar?
–Combatir la corrupción es una especie
de medicina curativa social, pues se
combaten, sobre todo, las manifestaciones
de la enfermedad social que en ella se
expresa. Una lucha a fondo contra este
flagelo se podría intentar, no sólo sancionando
a los verdaderos corruptos, sino
ofreciendo propuestas y
señales formativas a las
familias y a las comunidades
para que el virus
no se manifieste.
–La corrupción tiene trascendencia
internacional. ¿Qué deben hacer los
países en conjunto para combatirla?
–Se necesita a nivel global apoyar con
sentido ético y capacidad técnica esfuerzos
como los planteados por Miguel D´Escoto,
presidente de la Asamblea General de la
ONU, para transformar en profundidad el
sistema financiero internacional, con objetivos,
metas e instrumentos mucho más
cónsonos que los actuales que ponen en
peligro la vida, inclusive, del planeta.
–¿Qué se debe hacer en el país para
que los ciudadanos puedan, junto con
los órganos de control, combatir la
corrupción?
–El concepto de contraloría social resulta
muy importante para mejorar la fase
curativa de la atención a la enfermedad
social que se manifiesta en la corrupción,
María Eugenia Russián Solé es monja desde hace 18 años,
de la Congregación Misioneros de Cristo Jesús. Se graduó de educadora
en el Instituto Isaac Newton de Puerto Ordaz. Es vicepresidenta de la
Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo
Social (Fundalatin), y directora del Instituto de Desarrollo Humano
y Economía Social (IDHES)
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pues generalmente se habla de la corrupción
en el sector público, pero detrás de
un corrupto público siempre hay un privado
que se beneficia.
–Como ciudadana y religiosa, ¿qué
puede hacer para combatir la corrupción,
y de qué forma?
–En el plano de la acción pastoral,
mejorar los mecanismos de ejecución y
control de los recursos en las actividades
pastorales mediante el fortalecimiento
de instancias como el Consejo Pastoral
Vicarial del sector Carapita, en Caracas.
En el plano de la formación ética, tanto
de las familias como especialmente de
las generaciones jóvenes, fortalecer su
ética y espiritualidad, cuestión que resulta
también una enorme necesidad en
este momento de crisis.
–¿Alguna vez trataron de corromperla?
–Dirijo una parroquia en Carapita,
y a veces algunas personas me ofrecen
dinero para que les saque una constancia
de que hizo la charla de bautismo. Es
que eso está tan impregnado dentro de
la sociedad, que la gente lo ve normal.
Cuando sucede eso siempre les digo que
no, porque si se las doy estoy contribuyendo
a que cada día tengamos ciudadanos
corruptos.