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La desaparición del candombe argentino: los muertos que ... - Cebela

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Artigo<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

130<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong><br />

<strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos<br />

matáis gozan de buena salud *<br />

** Pesquisador do Instituto Nacional de Musicología<br />

Car<strong>los</strong> Vega, Buenos Aires (Argentina).<br />

Norberto Pablo Cirio **<br />

Investigaciones realizadas por Reid Andrews (1989) y Frigerio<br />

(1993), sugieren redireccionar el estudio sobre <strong>los</strong> afro<strong>argentino</strong>s<br />

hacia un discurso en tono presentista, pues quienes<br />

trataron el tema hasta entonces solían hacerlo en tiempo pasado,<br />

como algo <strong>que</strong> fue. Así, se comprobó <strong>que</strong> más <strong>que</strong> desaparecer hubo<br />

un interés por dar cuenta de su defunción, interés propiciado por<br />

la Generación <strong>del</strong> 80, pues negaba o minusvaloraba la existencia e<br />

influencia de todo componente extraeuropeo en la cultura argentina.<br />

De este modo es explicable el reiterado anuncio de su <strong>desaparición</strong><br />

desde hace ya más de un siglo (ESTRADA 1863, GÁLVEZ<br />

1883, SOIZA REILLY 1905, ÁLVAREZ 1908, VEGA 1932b,<br />

THOMPSON 1973, LUNA 1980 y GOLDBERG y MALLO 2000).<br />

Si bien <strong>los</strong> autores citados comprende una disímil gama de credibilidad<br />

y actualidad científica, es significativo cómo a<strong>que</strong>l<strong>los</strong> vincula-<br />

* El presente artículo es una versión ampliada de una ponencia homónima presentada en el seminario<br />

Estudios sobre la cultura afro-rioplatense. Historia y presente, Montevideo, octubre de 2003.


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

dos a la divulgación fueron <strong>los</strong> <strong>que</strong> calaron más hondo. Siempre se<br />

afirmó <strong>que</strong> ‘<strong>que</strong>dan pocos’, <strong>que</strong> eran ‘<strong>los</strong> últimos’ aun<strong>que</strong>, como se<br />

aprecia de la concatenación de <strong>los</strong> años de esos estudios, <strong>los</strong> negros<br />

parecieron pasar las décadas de manera inmune. Esta peculiar narrativa<br />

generó un imaginario por el cual aún son admisibles aseveraciones<br />

como “todo se fue para siempre cuando <strong>los</strong> ojos sin luz<br />

<strong>del</strong> último negro auténtico clausuraron la visión envejecida y remota<br />

de <strong>los</strong> panoramas africanos. Ese día dejó de existir el Africa<br />

en el Plata” (VEGA, 1932b), o <strong>que</strong> en la Argentina “negros, lo <strong>que</strong><br />

se dice negros, no hay” (LUNA, 1980: 5).<br />

Partiendo de la premisa de <strong>que</strong> en nuestro país existe, aun<strong>que</strong><br />

de manera minoritaria, descendientes de a<strong>que</strong>l<strong>los</strong> negros traídos<br />

como esclavos, deseo analizar cómo una de sus principales prácticas<br />

musicales, el <strong>candombe</strong>, fue y es estudiada, con el objeto de dar<br />

cuenta de su grado de vigencia. Mi interés es mostrar cómo estos<br />

estudios han sido menos signados por un enfo<strong>que</strong> de pretendida<br />

imparcialidad científica, <strong>que</strong> por una visión esencialista de <strong>los</strong> hechos<br />

folclóricos <strong>que</strong> precondiciona el certificado de continuidad de<br />

un bien cultural a la mudanza de sus más antiguas características<br />

fenoménicas. Por ello, tomo como eje central de análisis la diferencia<br />

<strong>que</strong> establece Blache entre folclore como tradición y folclore<br />

como contenido, cuando dice <strong>que</strong>:<br />

“en el primer caso se transfiere a <strong>los</strong> sucesores hechos concretos<br />

[...]. En cambio, la tradición como contenido, denota <strong>que</strong> sus creadores<br />

o portadores están traspasando a sus continuadores la manera<br />

de dar respuesta, de adaptarse, de vincularse a su contexto en el<br />

presente, siguiendo pautas provenientes <strong>del</strong> pasado. En esta última<br />

instancia puede cambiar su apariencia externa, pero si se comprueba<br />

<strong>que</strong> sigue cumpliendo la misma relación con el contexto, permite<br />

afirmar <strong>que</strong> se trata de un fenómeno cuyos efectos son homologables”<br />

(BLACHE, 1988: 27).<br />

Hasta ahora se ha tenido al <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong> como una manifestación<br />

urbana, propia y exclusiva de <strong>los</strong> negros porteños. Mi<br />

estudio sobre el culto a san Baltazar en el noreste <strong>argentino</strong> me<br />

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Artigo<br />

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permite aseverar <strong>que</strong> no sólo se practica fuera de Buenos Aires así<br />

en contextos urbanos como rurales, sino <strong>que</strong> sus actuales cultores<br />

trasvasan el límite étnico demarcado por la negritud. No es mi<br />

intención elaborar la reconstrucción musicológica <strong>del</strong> <strong>candombe</strong><br />

<strong>argentino</strong> a lo largo de su historia, sino trazar un panorama de<br />

cómo fue estudiado de acuerdo a las perspectivas epistemológicas<br />

de cada época, y cómo la comprobación de <strong>que</strong> se sigue practicando<br />

no sólo desmiente el certificado de defunción <strong>que</strong> pronto se le<br />

expidió, sino <strong>que</strong> invita a replantear el modo de estudiar una manifestación<br />

cultural viva y, por ende, cambiante en el tiempo.<br />

El estudio <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: estado de la cuestión<br />

Un racconto sobre el <strong>candombe</strong> en nuestro país no puede escindirse<br />

de la investigación de nuestra música negra en conjunto. Estas investigaciones<br />

pueden dividirse en dos grupos, uno la analiza como<br />

un hecho pasado y el otro con continuidad hasta el presente. Dada<br />

la extendida idea acerca de la temprana <strong>desaparición</strong> de <strong>los</strong><br />

afro<strong>argentino</strong>s, abundan <strong>los</strong> <strong>del</strong> primer grupo. Como señala Frigerio<br />

(1993), la ausencia <strong>que</strong> por mucho tiempo tuvo este tema de un<br />

enfo<strong>que</strong> renovado, hizo <strong>que</strong> ciertos trabajos escritos con fuertes<br />

dosis especulativas y literarias se convirtieran en una fuente recurrente<br />

de consulta, sobre todo por la difusión <strong>que</strong> tenían. Es el caso<br />

de Carámbula (1952 y 1966), <strong>La</strong>nuza<br />

Dada la extendida<br />

idea acerca de la<br />

temprana <strong>desaparición</strong> de<br />

<strong>los</strong> afro<strong>argentino</strong>s, abundan<br />

investigaciones <strong>que</strong> analisan<br />

la música negra como un<br />

hecho pasado.<br />

(1946), Rossi (1958) y Ortíz<br />

Oderigo (1969, 1974 y 1985), entre<br />

otros, <strong>que</strong> no analizaré aquí.<br />

El primero en tratar el<br />

tema es Álvarez, quien en<br />

1908 publica Orígenes de la<br />

música argentina. En él busca<br />

dar cuenta de nuestra<br />

identidad musical a través<br />

de <strong>los</strong> tres grupos <strong>que</strong>, según<br />

postula, la configuraron:<br />

<strong>los</strong> nativos, <strong>los</strong>


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

españoles y <strong>los</strong> negros. <strong>La</strong> inclusión de <strong>los</strong> últimos como parte integrante<br />

de la nación es sorprendente para la época aun<strong>que</strong>, lamentablemente,<br />

nada dice sobre el <strong>candombe</strong> y no aporta mayores<br />

contribuciones <strong>que</strong> el establecimiento de posibles filiaciones afro<br />

en especies como la milonga, el tango, el caramba y el marote, según<br />

el principio comparativo melorítmico de la escuela de Berlín.<br />

Vega se ocupó muy poco de la música de <strong>los</strong> negros pues, de<br />

acuerdo a su perspectiva, no eran significativos ni para el pasado ni<br />

para el presente musical <strong>argentino</strong>. Dada su adscripción a la escuela<br />

histórico-cultural, de fuerte arraigo en nuestro país, y a la teoría<br />

<strong>del</strong> ascenso y descenso de <strong>los</strong> bienes de Tarde, se comprende su<br />

idea de folclore como la ciencia de las supervivencias, o sea el conjunto<br />

de bienes pertenecientes a estratos vencidos (VEGA, 1960).<br />

Al ubicar a la población afro -junto a la aborigen- en el estrato social<br />

más bajo, rotulándola de “primitiva o inferior” (VEGA, 1986:<br />

28-29), podemos comprender por qué no podían legar nada a nadie<br />

y por qué su música desapareció conforme la población negra<br />

traída de África fue desapareciendo. Solamente dedicó a este tema<br />

cuatro artícu<strong>los</strong> periodísticos (VEGA, 1932a y b, 1936a y b) y algún<br />

tratamiento menor dentro de otras obras (VEGA, 1940 y 1986).<br />

Veamos un pasaje significativo:<br />

“Los más exagerados defensores de <strong>los</strong> negros han debido reconocer<br />

<strong>que</strong>, aun<strong>que</strong> esclavos, <strong>los</strong> africanos fueron tratados en el Plata con<br />

simpatía y hasta con afecto, paliza más o menos. Así se explica <strong>que</strong><br />

gozaran aquí de la libertad necesaria para entregarse sin trabas al<br />

culto de sus cantos y danzas originarias [...]. <strong>La</strong> música, en fin, las<br />

danzas y <strong>los</strong> instrumentos de <strong>los</strong> esclavos, fueron cultivados en el<br />

Plata por sus portadores con libertad evidente e intensidad indudable.<br />

Pero todo se fué para siempre cuando <strong>los</strong> ojos sin luz <strong>del</strong> último<br />

negro auténtico clausuraron la visión envejecida y remota de <strong>los</strong><br />

panoramas africanos. Ese día dejó de existir el Africa en el Plata”<br />

(VEGA, 1932b).<br />

Para él, lo <strong>que</strong> contaba al momento <strong>del</strong> análisis eran <strong>los</strong> “documentos<br />

fidedignos” como <strong>los</strong> instrumentos musicales, las danzas,<br />

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las partituras y la iconografía 1 . Así, la influencia negra en nuestra<br />

música sólo podía demostrarse a través de la certificación de autenticidad<br />

de dichos bienes, en caso de <strong>que</strong> <strong>los</strong> hubiere. En <strong>La</strong> influencia<br />

de la música africana en el cancionero <strong>argentino</strong> (1932a), examina<br />

una “supuesta” melodía de <strong>candombe</strong> incluida en piezas de teatro<br />

cuya acción se desarrolla en la época de Rosas. <strong>La</strong> melodía es enseguida<br />

desacreditada por poseer rasgos de la música europea en cuanto<br />

a tonalidad, ritmo y cadencias, pronosticando <strong>que</strong> “es indudable<br />

<strong>que</strong> si se hallara en España una melodía igual o semejante, tendríamos<br />

la confirmación documental”. Párrafo seguido comenta el hallazgo<br />

de la partitura <strong>del</strong> apócrifo <strong>candombe</strong> en un ensayo de Ribera<br />

donde figuraba como ronda infantil popular en Portugal, combinando<br />

su análisis con su teoría <strong>del</strong> descenso de <strong>los</strong> bienes:<br />

“Si nosotros concedemos a la melodía <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> cien años de<br />

antigüedad, es de imaginar, mediante igual concesión, la anterioridad<br />

de la española, <strong>que</strong> ya en 1850 se había refugiado en la función<br />

de ronda infantil, último abrigo de las decadencias” (VEGA, 1932a).<br />

Es evidente <strong>que</strong> Vega está confundiendo melograma con música.<br />

Si bien entre algunas culturas existen rasgos musicales similares<br />

e idénticos ello no implica, per se, relación filiatoria. Otorgar<br />

crédito o descrédito, en este caso, a una melodía por<strong>que</strong> acuse o no<br />

semejanzas con otra, implica correr un riesgo de una cosificación<br />

cultural positivista <strong>que</strong> excluye al hombre como creador y dador<br />

de significado. El artículo finaliza con una contundente clausura<br />

hacia cualquier presencia negra en nuestra música:<br />

“Nosotros creemos <strong>que</strong> no existe en el cancionero <strong>argentino</strong> ni el<br />

más leve vestigio de música negra. El examen de las colecciones<br />

africanas de <strong>los</strong> diversos pueb<strong>los</strong> <strong>que</strong> pasaron a América en la época<br />

de la esclavitud no consiente el vínculo. Y como si esto no fuera<br />

decisivo, <strong>los</strong> caracteres técnicos de nuestra melodía -ritmos inclusi-<br />

1 Esto resulta paradójico si se tiene en cuenta <strong>que</strong> fue un activo investigador de campo <strong>que</strong> trabajó<br />

en gran parte de la Argentina y otros países sudamericanos.


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

ve- son de indudable filiación europea. Por otra parte, la afirmación<br />

no se apoya en documentos fidedignos; procede principalmente de<br />

sugestiones de la historia y extrae consecuencias exageradas de la<br />

indudable aptitud de negros y mulatos para el culto de la música”<br />

(VEGA, 1932a).<br />

Dentro de <strong>los</strong> materiales inéditos de Vega, hallé en el Instituto<br />

Nacional de Musicología Car<strong>los</strong> Vega dos es<strong>que</strong>mas rítmicos con<br />

el título “Ritmos de <strong>candombe</strong>”, escritos al dictado en Buenos Aires a<br />

Rodolfo Senet en diciembre de 1942 (viaje nº 35, nº 3420). <strong>La</strong>mentablemente,<br />

su descontextualización es casi total, pues no consigna<br />

el valor metronómico ni datos <strong>del</strong> informante (si era negro, edad<br />

etc.). Con todo, estimo <strong>que</strong> contar con estos dos breves es<strong>que</strong>mas -<br />

de hecho, <strong>los</strong> más antiguos-, ya es importante, dado el escaso conocimiento<br />

<strong>que</strong> se tiene sobre el tema.<br />

Gesualdo (1961), realiza un prolijo inventario de fuentes y autores<br />

<strong>que</strong> dan cuenta de la música negra en la colonia. Por su parte,<br />

Rodríguez Molas (1957), reseña abundantes fuentes <strong>del</strong> contexto<br />

sociocultural en el <strong>que</strong> <strong>los</strong> negros hacían sus bailes, incluyendo 8<br />

poesías vinculadas al tema <strong>del</strong> periodista Luis Pérez, de 1830. <strong>La</strong>mentablemente,<br />

ambos autores no aportan mayores contribuciones<br />

respecto al <strong>candombe</strong>, limitándose a referir <strong>que</strong> éste era uno<br />

de <strong>los</strong> nombres con <strong>que</strong> se designaba a <strong>los</strong> sitios de baile de <strong>los</strong><br />

Pautación 1: “Ritmos de <strong>candombe</strong>.” (VEGA, 1942.)<br />

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Otorgar crédito o descrédito a<br />

una melodía por<strong>que</strong> acuse o no<br />

semejanzas con otra implica<br />

correr un riesgo de una<br />

negros y, por extensión, a<br />

la música <strong>que</strong> en el<strong>los</strong> tenía<br />

lugar.<br />

Ratier, en Candombes<br />

porteños (1977), analiza<br />

fuentes y bibliografía de<br />

variado tipo sobre el<br />

<strong>candombe</strong> a lo largo de lo<br />

<strong>que</strong> considera su desarrollo<br />

histórico (sig<strong>los</strong> XVIII-XIX). Interesa<br />

al autor establecer las culturas<br />

y <strong>los</strong> lugares de donde procedían<br />

<strong>los</strong> negros traídos, a fin de <strong>del</strong>imitar las características de esta danza.<br />

Aun<strong>que</strong> basa su análisis, como Vega, exclusivamente en bienes<br />

sustanciales (en este caso, fuentes escritas e iconografía), y no considera<br />

a esta práctica como vigente, su prudente tratamiento demuestra<br />

<strong>que</strong> lejos de otorgar a sus fuentes carácter apodíctico, las<br />

pasa por el tamiz <strong>del</strong> contexto, la duda y la contrastación bibliográfica,<br />

concluyendo <strong>que</strong> la influencia bantú se destaca por sobre otras,<br />

y <strong>que</strong> el <strong>candombe</strong> porteño puede diferir, en algunos aspectos, de<br />

su homólogo montevideano, pues hasta entonces se tomaba al estudio<br />

<strong>del</strong> uruguayo Rossi (1958), como válido para ambas márgenes<br />

<strong>del</strong> Plata.<br />

Ya es un lugar común la hipótesis de <strong>que</strong> <strong>los</strong> negros contribuyeron,<br />

a través <strong>del</strong> <strong>candombe</strong>, de manera decisiva a la génesis <strong>del</strong><br />

tango, hipótesis <strong>que</strong> aún carece de pruebas. Diversos autores han<br />

tratado el tema y, más allá de cómo trabajaron, todos arribaron a<br />

<strong>los</strong> mismos magros resultados. Dentro de la literatura científica,<br />

uno de <strong>los</strong> primeros fue Soler Cañas (1963) con su artículo “Pardos<br />

y morenos en el año 80”. Allí analiza el papel de <strong>los</strong> negros en <strong>los</strong><br />

carnavales <strong>del</strong> siglo XIX, las posteriores comparsas de ‘falsos negros’<br />

(blancos de la alta sociedad <strong>que</strong> salían en carnaval tiznándose<br />

la cara y remedando cantos de <strong>los</strong> negros) y el tango de la Guardia<br />

Vieja, completando el artículo una antología de poesías y textos de<br />

canciones vinculadas a <strong>los</strong> negros. Por otro lado, un equipo de investigadores<br />

<strong>del</strong> Instituto Nacional de Musicología Car<strong>los</strong> Vega,<br />

cosificación cultural positivista<br />

<strong>que</strong> excluye al hombre<br />

como creador y dador<br />

de significado.


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

con la coordinación y supervisión general de Jorge Novati, emprendieron<br />

un estudio sobre el tango cuyo primer y, hasta ahora,<br />

único volumen se publicó 1980. Allí expresan la inviabilidad de la<br />

teoría de su origen o antecedente africano, concluyendo <strong>que</strong> su tan<br />

mentada participación se limitó a una particular manera de hacer<br />

ciertas danzas americanas arribadas al Río de la Plata, como la<br />

habanera, previa consagración en Europa.<br />

Hasta aquí <strong>los</strong> trabajos de investigadores <strong>que</strong> abordaron el tema<br />

como un hecho perimido, pues partían de la premisa de <strong>que</strong> <strong>los</strong><br />

negros desaparecieron. Por el contrario, en concordancia con lo<br />

postulado por Blache, y considerando a <strong>los</strong> afro<strong>argentino</strong>s y su<br />

música como lo <strong>que</strong> Gilroy denomina a changing same, o sea<br />

“un complejo cultural <strong>que</strong> varía con el tiempo, pero <strong>que</strong> demuestra<br />

continuidades históricas reales <strong>que</strong> son relevantes para la construcción<br />

de identidades relacionales” (GILROY, 1993, en<br />

FRIGERIO, 2000: 33),<br />

otros investigadores han dado al tema un renovado giro analítico.<br />

El primer aporte sobre la continuidad de la presencia negra es el<br />

libro Los afro<strong>argentino</strong>s de Buenos Aires, <strong>del</strong> historiador británico Reid<br />

Andrews (1980, publicado en español en 1989). Su objetivo fue<br />

probar las repetidas explicaciones <strong>que</strong> durante la última centuria<br />

se dieron sobre su <strong>desaparición</strong>, pues si bien resultaban lógicas,<br />

coherentes y razonables, poco o ningún esfuerzo se había hecho<br />

para demostrarlas. Respecto a su música, sostiene <strong>que</strong> por entre las<br />

muchas danzas <strong>que</strong> practicaban aquí, el <strong>candombe</strong> era la más representativa<br />

en la primera mitad <strong>del</strong> siglo XIX, y <strong>que</strong> en el período<br />

1750-1850 se bailaba con muy pocos o ningún agregado <strong>argentino</strong>.<br />

El primero en desmitificar la <strong>desaparición</strong> de <strong>los</strong> afro<strong>argentino</strong>s<br />

y su <strong>candombe</strong> fue Frigerio en El <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: crónica de una<br />

muerte anunciada (1993). Para ello se basó en testimonios brindados<br />

por afro<strong>argentino</strong>s contemporáneos quienes hasta 1980 lo practicaban<br />

en <strong>los</strong> carnavales <strong>del</strong> Shimmy Club, última organización<br />

negra de nuestro país. Frigerio llega a la conclusión de <strong>que</strong> el<br />

<strong>candombe</strong> porteño difiere notablemente <strong>del</strong> uruguayo, sobre todo<br />

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por su tempo, <strong>que</strong> es más lento. Su renovado enfo<strong>que</strong> le permite<br />

advertir <strong>que</strong> <strong>los</strong> autores <strong>que</strong> hasta entonces habían tratado el tema<br />

(KORDON, 1938, LANUZA, 1946, CARÁMBULA, 1966, ORTÍZ<br />

ODERIGO, 1969, RATIER, 1977 y QUEREILHAC DE KUSSROW,<br />

1980), tomaron las descripciones <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> uruguayo de<br />

Ayestarán (1953) y de Rossi (1958) como mo<strong>del</strong>o, sin siquiera<br />

explicitarlo, a excepción de Ratier.<br />

<strong>La</strong> única investigación sobre el <strong>candombe</strong> en el interior <strong>del</strong> país<br />

se debe a Quereilhac de Kussrow (1980), quien en 1970 y 1972<br />

estudió el realizado en Saladas (Corrientes) en el culto a san<br />

Baltazar. En su libro la autora realiza una detallada descripción de<br />

esta danza, <strong>que</strong> la vio bailar al son <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> de proyección<br />

folclórica “El baile de <strong>los</strong> morenos” (Juan Rezzano, letra, y Francisco<br />

Lío, música). Por sobre <strong>los</strong> estudios anteriores, basados exclusivamente<br />

en fuentes secas, es la primera en documentar una<br />

manifestación contemporánea. Sin embargo, la gravitación <strong>del</strong><br />

comparativismo es tan fuerte <strong>que</strong> vuelve a cotejarlo con el descrito<br />

por Ayestarán (1953), concluyendo <strong>que</strong> las diferencias <strong>que</strong> acusa<br />

con ese mo<strong>del</strong>o no hacen sino alejarlo de su forma prístina.<br />

En <strong>candombe</strong> en el culto a san Baltazar<br />

El culto popular a san Baltazar en la Argentina se practica en una<br />

amplia zona <strong>del</strong> litoral mesopotámico y tiene su origen en el contexto<br />

esclavista, cuando la iglesia y el gobierno virreinal<br />

evangelizaron a <strong>los</strong> negros bajo la advocación a este santo. <strong>La</strong> primera<br />

cofradía de negros en el Río de la Plata fue, justamente, la<br />

Cofradía de San Baltazar y Ánimas. Funcionó en Buenos Aires entre<br />

1772 y 1856 en la Iglesia de la Piedad <strong>del</strong> Monte Calvario. De<br />

acuerdo a la abundante documentación sobre ella conservada en el<br />

Archivo General de la Nación, hoy sabemos <strong>que</strong> a pesar <strong>del</strong> escaso<br />

margen de acción <strong>que</strong> tenían <strong>los</strong> cofrades, dada su condición de<br />

esclavos, pronto introdujeron maneras devocionales ancestrales,<br />

como venerar al santo a través <strong>del</strong> canto y de la danza, provocando<br />

no pocos pleitos con el capellán y el gobierno (CIRIO, 2000 y<br />

2002b). A pesar de la recurrencia al tema musical en estas fuentes,


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

<strong>los</strong> datos y descripciones <strong>que</strong> brindan son escuetos y parciales, dada<br />

la naturaleza de <strong>los</strong> textos (eran escritos judiciales) y la pertenencia<br />

sociocultural de quienes declaraban y escribían (negros analfabetos<br />

y amanuenses blancos, generalmente clérigos). Con todo, es<br />

posible saber <strong>que</strong> <strong>los</strong> negros eran proclives a practicar sus danzas<br />

(tambo, zemba, <strong>candombe</strong> etc.) tanto en la Cofradía como en sus<br />

‘juntas’ seculares, y cuya música era realizada con tambores, palmas<br />

y gritos. Aun<strong>que</strong> aún no he podido probar si hubo vinculación<br />

de esta cofradía con el actual culto a san Baltazar en el Litoral, testimonios<br />

orales recogidos en dicha zona me permiten aseverar <strong>que</strong><br />

el mismo se practica allí desde la primera mitad <strong>del</strong> siglo XVIII 2 , y<br />

<strong>que</strong> hasta bien entrado el siglo XX el <strong>candombe</strong> se bailaba, por lo<br />

menos para el día <strong>del</strong> santo, en Villa Guillermina (Santa Fe), Corrientes<br />

(Corrientes) y Resistencia (Chaco).<br />

Bruna de Vallejos, dueña de una capilla de san Baltazar en Villa<br />

Guillermina, me refirió cómo sus antepasados “negros <strong>candombe</strong>s”<br />

veneraban al santo de acuerdo a patrones religiosos más africanos<br />

<strong>que</strong> católicos, situación <strong>que</strong> se invirtió con el paso generacional y<br />

el emblan<strong>que</strong>cimiento de su familia, pues ya su generación tiene<br />

tez trigueña. Como puede leerse en el fragmento de la entrevista<br />

realizada, es interesante su negación a considerar al baile <strong>que</strong> realizan<br />

el día de san Baltazar como un evento dedicado a él, remarcando<br />

así la extendida idea de la relación de <strong>los</strong> negros con la música y el<br />

baile como epifenómenos de la alegría. Tal vinculación, más allá<br />

de su arraigo en el imaginario popular, cobra en este culto especial<br />

significado pues sendas actividades son tenidas por <strong>los</strong> devotos como<br />

las aficiones <strong>del</strong> santo, a tal punto <strong>que</strong> consideran a san Baltazar un<br />

‘santo <strong>candombe</strong>ro’, patrono <strong>del</strong> baile, de la diversión:<br />

2 <strong>La</strong> referencia más antigua la obtuve en Chavarría (Corrientes) en una capilla de dos hermanas<br />

negras, Angélica (70 años) y Coca Cáceres (58 años), ya fallecidas. Antiguamente esta capilla se<br />

hallaba en las afueras <strong>del</strong> pueblo en el paraje El Chañaral, hasta <strong>que</strong> fue destruida por una inundación<br />

<strong>que</strong> azotó gran parte <strong>del</strong> Litoral en 1980. Además de la capilla, el agua destruyó muchos<br />

de <strong>los</strong> objetos <strong>del</strong> culto entre <strong>los</strong> <strong>que</strong> el informante Alfredo Falcón (aprox. 45 años) recuerda un<br />

“gran libro de actas” cuyo comienzo era leído ceremonialmente cada 6 de enero. Por haberlo<br />

escuchado durante años, este hombre recuerda <strong>que</strong> comenzaba diciendo: “Año 1726, en este<br />

lugar denominado Chañaral Santuario...”, y daba cuenta de la concesión de ese terreno por<br />

parte de la Corona para el emplazamiento de la capilla.<br />

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Bruna: Nosotros heredamos estos santos desde <strong>que</strong> falleció mi tío,<br />

más o menos 29 o 30 años casi ya. Él también ya heredó de la<br />

madre, <strong>que</strong> es de muchos años atrás. Y más antes cuando vivía la<br />

madre... estas fiestas se hacían muy diferente por<strong>que</strong> entonces había<br />

<strong>los</strong> negros <strong>candombe</strong>s y las fiestas se hacían únicamente baile<br />

y... así fiesta todo el día, pero después de un tiempo se fue cambiando<br />

eso. Cuando nosotros heredamos de el<strong>los</strong> ya cambió un poco, ya<br />

se le hizo Novena [...], pero también se he hace fiesta, vamo’ a<br />

decir, todo el día [...], la comida la compartimos entre todos [...].<br />

Después viene a la tarde la procesión [...] desde la capilla de <strong>los</strong><br />

Reyes hasta la Capilla de Luján [...] y ya se sigue el baile, baile<br />

sanamente por<strong>que</strong> el baile no es como dicen algunos, para <strong>los</strong> santos,<br />

no, es para la gente <strong>que</strong> acompañó durante todo ese tiempo,<br />

para <strong>que</strong> también el<strong>los</strong> se diviertan el día de Reyes [...].<br />

Pablo: Y de lo <strong>que</strong> le contaba su tía de <strong>los</strong> negros antiguos...<br />

B: Únicamente <strong>que</strong> él contaba <strong>que</strong> antes cuando la madre vivía <strong>que</strong><br />

habían negros, negros <strong>candombe</strong>s, y <strong>que</strong> tocaban el tambor y bailaban,<br />

pero misa, esas cosas no se hacían, se rezaba, sí, algunos recitos<br />

así, pero no Novena ni Rosario, solamente así <strong>que</strong> se rezaba un Padre<br />

Nuestro, a lo mejor un Credo, pero no así como hacemos ya ahora.<br />

P: ¿Y dijo dónde se hacía eso?<br />

B: Acá en Guillermina. Pero eso le dijo, ya más o menos de 100<br />

años atrás <strong>que</strong> él contaba. <strong>La</strong> madre creo <strong>que</strong> había muerto ya de a<br />

<strong>los</strong> casi 70, 80 años.<br />

Bruna de Vallejos (62 años). TC 9, 1996, Villa Guillermina (Santa<br />

Fe).<br />

En el culto de la familia Cossio <strong>del</strong> barrio Cambá Cuá de Corrientes<br />

3 , el <strong>candombe</strong> estuvo vigente hasta la década <strong>del</strong> ‘30. An-<br />

3 El Cambá Cuá es un barrio céntrico de la capital correntina <strong>que</strong> durante mucho tiempo fue una<br />

zona marginada. Estaba caracterizado por una alta densidad de población negra y sufrió un compulsivo<br />

proceso de transformación durante el último período de gobierno militar (1976-1983),<br />

cuando por una planificación gubernamental se lo pavimentó, integrándolo al casco urbano.<br />

Esto trajo la inmediata migración y dispersión de la mayoría de sus habitantes originarios, junto<br />

con la práctica <strong>del</strong> culto y la pérdida <strong>del</strong> <strong>candombe</strong>. A mediados de <strong>los</strong> ‘90, debido a diversas<br />

causas, ha vuelto a celebrarse el culto y a practicar el <strong>candombe</strong>.


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

tes de <strong>que</strong> comenzara el baile general, una mujer llamada ‘la negra<br />

Salomé’ bailaba un <strong>candombe</strong> con el dueño de casa, Justo Cossio,<br />

mulato, quien se acompañaba tocando con sus manos dos pe<strong>que</strong>ños<br />

tambores unimembranófonos ceñidos a su cintura. <strong>La</strong>s actuales<br />

dueñas <strong>del</strong> santo, sus nietas, recuerdan <strong>que</strong> al fallecer su abuelo<br />

esta práctica se perdió, y <strong>que</strong> hacia 1980 sus padres donaron <strong>los</strong><br />

tambores al Museo Histórico de Corrientes. <strong>La</strong> bús<strong>que</strong>da de el<strong>los</strong><br />

en dicho Museo ha resultado, lamentablemente, infructuosa. <strong>La</strong>s<br />

fiestas de san Baltazar <strong>del</strong> barrio Cambá Cuá fueron tan importantes,<br />

<strong>que</strong> actualmente el “Chamamé Cambá Cuá” es uno de <strong>los</strong> más<br />

apreciados en muchas capillas litoraleñas. Suele tener una ejecución<br />

destacada, bien durante la procesión, bien inaugurando el baile,<br />

pues crea una atmósfera emotiva ya <strong>que</strong> su texto versa sobre <strong>los</strong><br />

<strong>candombe</strong>s de ese barrio. Veamos su texto:<br />

“Chamamé Cambá Cuá.” Letra y música de Osvaldo Sosa Cordero.<br />

I parte<br />

Festejan <strong>los</strong> seis de enero<br />

su función San Baltazar,<br />

el santo más <strong>candombe</strong>ro<br />

<strong>que</strong> se puede imaginar.<br />

Por ser la de este santito<br />

la junción de <strong>los</strong> cambá,<br />

ya armaron el bailecito<br />

<strong>los</strong> <strong>del</strong> barrio Cambá Cuá.<br />

II parte<br />

Cambá cuápe ayú<br />

cambá cuápe aimé<br />

hasta aquí llegué<br />

por<strong>que</strong> rojhaijhú,<br />

con el mbaracá<br />

va mi corazón,<br />

viva la junción<br />

de mi Cambá Cuá.<br />

Comunicação&política, v.24, nº3, p.130-154<br />

II parte bis<br />

Debajo de la enramada<br />

se entrevera el pelotón,<br />

lo mismo <strong>que</strong> novillada<br />

<strong>del</strong> tropero charabón.<br />

En tanto <strong>que</strong> Ño Falucho<br />

cuida <strong>del</strong> chipá mbocá,<br />

ña Rita omotimbó i pucho<br />

mientras bailan <strong>los</strong> cambá.<br />

Recitado<br />

Cha<strong>que</strong> ña Polí<br />

le van a pisar<br />

la chancleta sí<br />

no sabe bailar.<br />

Cha<strong>que</strong> na Conché<br />

se le va a aflojar<br />

la pollera de<br />

tanto corcovear.<br />

141


Artigo<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

142<br />

En Resistencia conocí a Daniel Francia, un mulato dueño de<br />

una imagen de san Baltazar heredada de sus mayores. Al momento<br />

de la entrevista (1996) tenía 54 años y recuerda <strong>que</strong> en su casa se<br />

veneraba al santo con maneras y lenguas africanas por lo menos<br />

hasta sus 11 años (aprox. 1953). Él describió cómo hasta <strong>los</strong> ‘70 sus<br />

mayores bailaban <strong>candombe</strong> <strong>del</strong>ante <strong>del</strong> santo, mientras <strong>los</strong> invitados<br />

blancos debían permanecer afuera. También recordó parte de<br />

un texto <strong>que</strong>, a manera de diálogo, iban cantando alternadamente<br />

una fila de hombres enfrentada a otra de mujeres:<br />

- ¡Qué pare Katanga<br />

y qué baile Catina!<br />

- ¡Catina no va’ bailá!<br />

- ¡Sí va’ bailá!<br />

- ¿Y por qué no bailá?<br />

- Por<strong>que</strong> calzoncillo de papá<br />

no va’ lavá, no va’ lavá, no va’ lavá.<br />

Actualmente, el <strong>candombe</strong> se practica para el día <strong>del</strong> santo en<br />

cuatro localidades correntinas; en tres de ellas (Saladas, <strong>La</strong> Anguá<br />

y Pago de <strong>los</strong> Deseos) en su sentido original de danza, y en una<br />

(Corrientes) como canción. Veamos cada una de ellas.<br />

En la capilla de la familia Hernández (Saladas) se baila, junto al<br />

pericón, como danza devocional para el día <strong>del</strong> santo. A diferencia<br />

de las demás danzas vigentes en el culto, estas revisten características<br />

de espectáculo por<strong>que</strong> las realizan un elenco estable <strong>que</strong> comienza<br />

a ensayar unos meses antes de la fiesta y por<strong>que</strong> su elaborada<br />

coreografía coarta la participación espontánea. Ambas se bailan<br />

desde mediados de <strong>los</strong> ‘60 pues a <strong>los</strong> Hernández, inspirados en la<br />

letra <strong>del</strong> mencionado “Chamamé Cambá Cuá”, les pareció oportuno<br />

incluir el <strong>candombe</strong>, y el pericón por<strong>que</strong> la tienen por una antigua<br />

danza propia de <strong>los</strong> festejos <strong>del</strong> santo. El <strong>candombe</strong> <strong>que</strong> danzan<br />

es una compleja performance <strong>que</strong> dura, en promedio, 50 minutos.<br />

Según su bastonero, el propósito de tal duración es brindar a la<br />

fiesta un espectáculo de color y movimiento acorde al festejo de<br />

este santo. Para ello <strong>los</strong> bailarines (aprox. 20 parejas) llevan un<br />

vestuario inspirado en el <strong>que</strong> consideran propio de <strong>los</strong> antiguos<br />

afro<strong>argentino</strong>s (todos descalzos, <strong>los</strong> hombres con pantalones blan-


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

cos hasta la rodilla y camisas rojas anudadas, y las mujeres con<br />

pollera roja, blusa amarilla y pañuelo con lunares en la cabeza). <strong>La</strong><br />

música es ejecutada en vivo por un conjunto compuesto por acordeón,<br />

guitarras y bombo <strong>del</strong> tipo empleado en las danzas tradicionales<br />

<strong>del</strong> área centro y noroeste <strong>argentino</strong>. Desde hace varios años<br />

la obra interpretada es el <strong>candombe</strong> de proyección folclórica<br />

“Candombe para José” (letra y música de Roberto Ternán), en versión<br />

instrumental:<br />

Pautación 2: “Candombe para José.” Saladas, enero de 2002.<br />

Comunicação&política, v.24, nº3, p.130-154<br />

143


Artigo<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

144<br />

Kohan (1999), sostiene <strong>que</strong> esta composición se inscribe en la<br />

tradición musical más moderna <strong>del</strong> género, pues responde a una<br />

variedad de milonga <strong>que</strong>, dentro <strong>del</strong> repertorio tanguero, tomó<br />

impulso tras las composiciones de Sebastián Piana a partir de 1930.<br />

Sin embargo, el sentido religioso <strong>que</strong> le otorgan sus cultores al<br />

realizarlo en el contexto de este culto, lo resignifica como danza<br />

devocional tal como se realizaba, de manera análoga, en <strong>los</strong> sig<strong>los</strong><br />

XVIII y XIX. Su coreografía está basada en formas circulares representando<br />

números, la sigla <strong>del</strong> santo, figuras y formas geométricas,<br />

y donde <strong>los</strong> bailarines entran y salen de la cancha en parejas o en<br />

fila, pudiendo cambiarlas de año en año o crear nuevas, a fin de<br />

<strong>que</strong> el espectáculo se renueve. <strong>La</strong> danza es guiada por un bastonero,<br />

quien va anunciando las coreografías con un pito. El <strong>candombe</strong><br />

danzado en enero de 2002 incluyó 15 figuras, 14 de ellas diferentes<br />

(las nº 9 y 12 fueron iguales), con <strong>los</strong> siguientes nombres emic:<br />

1. S R. Santo Rey.<br />

2. El abanico.<br />

3. El nº 6.<br />

4. El nº 7.<br />

5. El nº 8.<br />

6. El nº 9.<br />

7. El nº 10.<br />

8. El nº 11.<br />

9. Dos círcu<strong>los</strong>.<br />

10. El caracol.<br />

11. El sombrerito.<br />

12. Dos círcu<strong>los</strong>.<br />

13. <strong>La</strong> cruz.<br />

14. Una cruz en pareja.<br />

15. Salida<br />

Acerca de <strong>los</strong> movimientos de <strong>los</strong> bailarines es interesante el<br />

siguiente fragmento de una conversación con el bastonero:<br />

Pablo: ¿Cuánto dura más o menos lo <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> sólo?<br />

Floro: Y... 45 minutos, 50 minutos puede ser, por<strong>que</strong> le hago un<br />

poquito... dos, tres vueltas de cada coreografía por<strong>que</strong> así no entramos<br />

muy... muy trotando, viste, <strong>que</strong> aprecie la gente. [...] Siempre<br />

le hago durar un poquito para <strong>que</strong> la gente pueda ver bien lo <strong>que</strong> se<br />

hace.<br />

P: Y en el paso básico, ese <strong>que</strong> vos habías aprendido de antes [... de<br />

otro bastonero criollo] ¿hubo modificaciones?<br />

F: No, era el mismo, por<strong>que</strong> tiene <strong>que</strong> ser... cuidado con ese estilo. Y<br />

lo <strong>que</strong> se varía son siempre las coreografías y las ropas [...].


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

P: Cuando ensayan, y sobre todo el día de la fiesta, ¿se puede decir<br />

<strong>que</strong> ustedes bailan para divertirse, para mostrar a la gente lo <strong>que</strong><br />

hacen o bailan más como un acto religioso, como algo <strong>que</strong> le ofrendan<br />

al santo, digamos?<br />

F: Y bueno, como es el baile de él, no, ya nos preparamos para fiesta,<br />

quince o vente días antes ya <strong>que</strong>... como Coca dice “Vamos a hacerle<br />

el <strong>candombe</strong> y el pericón” [...]. Muchos bailan por promesa también<br />

[...]. Eso es lo <strong>que</strong> les digo yo a <strong>los</strong> chicos de allá, viste, <strong>que</strong> estaban en<br />

la práctica, y le digo “no me estén bailando el paso de Volcán, por<strong>que</strong><br />

es un <strong>candombe</strong>, es el paso <strong>del</strong> <strong>candombe</strong>, haceme el paso <strong>del</strong><br />

<strong>candombe</strong>, no me hagas el paso de Volcán”, por<strong>que</strong>, viste, estaba<br />

bailando como baila Volcán, y le digo “es un <strong>candombe</strong>, no es cumbia”.<br />

Floro Ojeda (47 años). TC 10, 1997, Saladas (Corrientes).<br />

Dos cuestiones destaco de este diálogo: primero, el carácter pausado<br />

de la danza, propio <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong> y una de las diferencias<br />

<strong>que</strong> tiene con su homónimo uruguayo, <strong>que</strong> es más rápido<br />

(FRIGERIO, 1993); segundo, la conciencia de pertenencia afro dada<br />

su explícita vinculación a este culto - “es el baile de él” -, y por<br />

negarse Floro a <strong>que</strong> <strong>los</strong> bailarines incorporen pasos de otros géneros,<br />

como <strong>los</strong> de cumbia <strong>del</strong> grupo de cumbia Volcán, de gran éxito<br />

en ese momento.<br />

Desde aproximadamente 1995, y por interés de las capillas de<br />

<strong>los</strong> vecinos parajes de <strong>La</strong> Anguá y Pago de <strong>los</strong> Deseos, Floro ha<br />

instaurado y comenzado a dirigir el <strong>candombe</strong> y el pericón, lo <strong>que</strong><br />

demuestra la vitalidad de un culto vivo, <strong>que</strong> se modifica.<br />

En el barrio Cambá Cuá, en Corrientes, recopilé la música de un<br />

<strong>candombe</strong> compuesto por el pai africanista ‘Tony’ Cortés (ca. 45<br />

años), con letra de Gabriela Caballero (16 años).<br />

Este <strong>candombe</strong> se ejecuta en la capilla de san Baltazar de la familia<br />

Caballero, quien desde 1997 festeja su día a raíz de haber adquirido<br />

recientemente una imagen <strong>del</strong> santo. <strong>La</strong> vinculación <strong>del</strong> pai<br />

con esta familia viene por<strong>que</strong> dicho pai tiene su templo en el mismo<br />

barrio e incorporó a san Baltazar a su altar dedicado al Pueblo<br />

Negro, justificando la devoción al considerarse interlocutor de <strong>los</strong><br />

negros difuntos, argumentando un ancestral modo de vida social y<br />

Comunicação&política, v.24, nº3, p.130-154<br />

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Artigo<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

146<br />

Pautación 3: “Candombe para san Baltazar” o “Candombe <strong>del</strong> Cambá Cuá.”<br />

Corrientes, enero de 1996.<br />

Candombe, <strong>candombe</strong>,<br />

<strong>candombe</strong> <strong>del</strong> Cambá Cuá,<br />

<strong>candombe</strong>, <strong>candombe</strong>,<br />

<strong>candombe</strong> <strong>del</strong> Cambá Cuá.<br />

Estamos a seis de enero<br />

para cantar y bailar<br />

a san Baltazar. bis<br />

Candombe, <strong>candombe</strong>,<br />

<strong>candombe</strong> de Baltazar,<br />

<strong>candombe</strong>, <strong>candombe</strong>,<br />

el rey Baltazar.<br />

Este es tu barrio, tu barrio,<br />

el Cambá Cuá,<br />

san Baltazar. bis<br />

religioso negro vinculado al culto público a <strong>los</strong> antepasados 4 . De<br />

hecho, durante sus ceremonias religiosas suele ejecutar en tambor<br />

‘puntos’ para san Baltazar ya <strong>que</strong> no considera un orixá sino un<br />

espíritu de alguien fallecido.<br />

4 No es este el lugar para explayarme sobre esta particular manera devocional africanista <strong>que</strong> tiene<br />

san Baltazar pero baste decir <strong>que</strong> es, hasta el presente, el único caso <strong>que</strong> pude documentar.


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

Como podrá observarse en las pautaciones de <strong>los</strong> dos <strong>candombe</strong>s<br />

recopilados en Corrientes, el ritmo está fuertemente influenciado<br />

por la célula característica <strong>del</strong> <strong>candombe</strong>: corchea con puntillo -<br />

semicorchea - dos corcheas, por lo cual el desarrollo melódico acusa<br />

una fuerte dependencia rítmica. Si bien ambas obras poseen letra,<br />

el “Candombe para José” se ejecuta de manera instrumental,<br />

mientras <strong>que</strong> el “Candombe para san Baltazar” o “Candombe <strong>del</strong> Cambá<br />

Cuá” versa sobre la fiesta de san Baltazar <strong>del</strong> barrio Cambá Cuá.<br />

Otro <strong>candombe</strong> compuesto en ese tiempo por <strong>los</strong> autores de este<br />

último, <strong>que</strong> no llegué a documentar pues no lo recordaban bien,<br />

en parte de su letra dice “Ya estamos nuevamente en seis de enero<br />

/ y este año el santito está / en la casa de Caballero”, haciendo<br />

directa alusión a su santo.<br />

¿Quién dijo <strong>que</strong> todo está perdido?<br />

Si bien es esperable <strong>que</strong> en el imaginario <strong>del</strong> <strong>argentino</strong> promedio<br />

no existan afrodesencientes, es sorprendente cómo este discurso<br />

también se halla en miembros <strong>del</strong> poder como, por ejemplo, Car<strong>los</strong><br />

Menem:<br />

“En la universidad de Maastricht, ante el anfiteatro repleto de estudiantes,<br />

el presidente <strong>argentino</strong> reiteró, inevitablemente, la narración<br />

de <strong>los</strong> acontecimientos de nuestro país para culminar con las<br />

transformaciones impulsadas por su gobierno. Menem explicó a una<br />

muchachada atenta de estudiantes de Economía y Comercio las raíces<br />

esencialmente europeas <strong>del</strong> hombre <strong>argentino</strong> debidas, a su juicio,<br />

a <strong>que</strong> a nuestro país no llegaron <strong>los</strong> barcos de esclavos por<strong>que</strong><br />

en 1813 abolimos la esclavitud. En Argentina, subrayó, no tenemos<br />

negros” (<strong>La</strong> Nación, 26 de noviembre de 1993, en Yao 2002).<br />

<strong>La</strong> mayoría de <strong>los</strong> estudios clásicos sobre el tema han ayudado a<br />

solidificar esta ausencia cultural. En lo <strong>que</strong> a la música negra concierne,<br />

Vega, con su prosa accesible y contundente, contribuyó a<br />

<strong>que</strong> aún hoy se siga negando toda presencia e influencia afro en<br />

nuestra música. Pasó mucho tiempo hasta <strong>que</strong>, por lo menos aca-<br />

Comunicação&política, v.24, nº3, p.130-154<br />

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Artigo<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

148<br />

démicamente, se asumiera <strong>que</strong> <strong>los</strong> afro<strong>argentino</strong>s no constituyen una<br />

Atlántida y <strong>que</strong> a veces la demografía guarda baja correlación con el<br />

impacto estético (FARRIS THOMPSON, en FRIGERIO 2000). El<br />

deseo de <strong>que</strong> desaparezcan por parte de la intelectualidad blanca fue<br />

más determinante para su defunción - simbólica, al menos - <strong>que</strong> su<br />

decrecimiento censal conforme pasaban <strong>los</strong> años. Así, al desatenderse<br />

de su contemporaneidad se rompe el diálogo directo, ya no es tan<br />

fácil observar<strong>los</strong> y escuchar sus voces contando su historia.<br />

El viraje de paradigma en <strong>los</strong> estudios folclorísticos propulsado<br />

por Blache se enmarca en una revisión general de <strong>los</strong> postulados<br />

de muchas disciplinas, como la historia, donde surgió la nouvelle<br />

histoire, la microhistoria y la historia oral, o la antropologización de<br />

la sociología y la musicología. Estas aperturas tuvieron cabida para<br />

entender mejor la dinámica cultural en un mundo cada vez más<br />

interconectado, modernizado y pluralista, de una manera<br />

transdiciplinaria. El interés en las culturas aisladas, las supervivencias<br />

y <strong>los</strong> orígenes, dio paso al encuadre contextual, a la performance,<br />

a la historia de vida y a la mirada emic. El foco se desplazó <strong>del</strong><br />

objeto en sí -y su comparación con otros objetos-, al sentido <strong>que</strong> le<br />

da el usuario y el discurso <strong>que</strong> elabora sobre él (o a partir de él),<br />

cómo es vivido, interpretado o negado. Gracias a esta nueva perspectiva<br />

hoy podemos comprender mejor, por ejemplo, <strong>los</strong> procesos<br />

de cambio y contacto cultural y dejar de considerar<strong>los</strong> anatemas<br />

sucedáneos de la modernidad.<br />

El deseo de <strong>que</strong><br />

desaparezcan por parte<br />

de la intelectualidad blanca<br />

fue más determinante para la<br />

defunción - simbólica, al menos -<br />

de <strong>los</strong> afro<strong>argentino</strong>s <strong>que</strong> su<br />

decrecimiento censal conforme<br />

pasaban <strong>los</strong> años.<br />

Tomando la idea de Hobsbawm<br />

(2002) de “invención de la tradición”,<br />

puedo situar a las cuatro<br />

manifestaciones <strong>candombe</strong>ras<br />

vigentes en Corrientes a me-<br />

dio camino entre la llegada<br />

a nuestros días de un rasgo<br />

cultural de honda raigambre<br />

y la instauración de<br />

una tradición legitimada<br />

por el grupo, inspirada en<br />

su historia. Así, podrían to-


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

marse como reimplantes de tradicionalidad operados por <strong>los</strong> actores<br />

al conocer <strong>que</strong> formaban parte <strong>del</strong> antiguo modo devocional<br />

afro<strong>argentino</strong> a san Baltazar. Considero <strong>que</strong> este <strong>del</strong>iberado interés<br />

responde menos al deseo de perpetuar una tradición afro en sí<br />

<strong>que</strong> constituir un vehículo de la manifestación de su fe en el santo,<br />

pues mientras tenga fe en él esta danza se mantendrá vigente. Para ello<br />

siguen pautas provenientes <strong>del</strong> pasado pero adaptando la danza a<br />

sus necesidades en el presente. En el caso de <strong>los</strong> Borda, en Saladas,<br />

la introdujeron por<strong>que</strong> sabían de su realización en la etapa colonial<br />

<strong>del</strong> culto. Su reciente expansión a las capillas de <strong>La</strong> Anguá y<br />

Pago de <strong>los</strong> Deseos da cuenta de la dinámica de su aceptación y <strong>del</strong><br />

sentido compartido <strong>que</strong> tiene para <strong>los</strong> fieles. En el caso de <strong>los</strong> Caballero,<br />

en Corrientes, al crear la capilla sabían <strong>que</strong> debían honrar<br />

al santo con <strong>candombe</strong>, pues es ‘su danza’. Efectivamente, una de<br />

las características <strong>que</strong> define al culto a san Baltazar en nuestro país<br />

es el reconocimiento emic de su origen negro, reconocimiento <strong>que</strong><br />

se extiende al abolengo <strong>del</strong> <strong>candombe</strong>, danza <strong>que</strong> siempre diferencian<br />

de otras prácticas musicales afro también vigentes en el culto.<br />

Por ejemplo, <strong>los</strong> fieles de la capilla correntina de Empedrado, donde<br />

se danza la charanda o zemba, también de ascendencia negra (CI-<br />

RIO, 2002a), jamás la asocian al <strong>candombe</strong>, molestándose bastantes<br />

con a<strong>que</strong>l<strong>los</strong> visitantes <strong>que</strong> expresan dicha idea, argumentando <strong>que</strong><br />

“el <strong>candombe</strong> es de la ciudad de Corrientes, esto es otra cosa”.<br />

En coincidencia con la vinculación de <strong>los</strong> antiguos negros con<br />

este culto y de la pronta implementación de sus prácticas musicales<br />

como manera devocional, el tambor es un instrumento estimado<br />

por <strong>los</strong> devotos como ‘propio <strong>del</strong> santo’, valorándolo como<br />

vehículo de la voz <strong>del</strong> santo, como objeto sonoro potenciador de la<br />

alegría y como símbolo de la libertad. <strong>La</strong> siguiente fórmula expresa<br />

esta idea en forma de términos de carácter igualitario:<br />

música = tambor = negros = modo devocional = alegría = libertad<br />

No es mi intención adentrarme en las implicancias psicológicas<br />

de esta cadena asociativa. Sólo deseo remarcar la concepción de<br />

<strong>que</strong>, para <strong>los</strong> devotos, el día <strong>del</strong> santo debe ser festejado con la<br />

Comunicação&política, v.24, nº3, p.130-154<br />

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Artigo<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

150<br />

presencia <strong>del</strong> tambor, su instrumento distintivo, <strong>que</strong> marca el ritmo<br />

de una de sus danzas distintivas, el <strong>candombe</strong>.<br />

Por lo expuesto, puedo arribar a tres conclusiones sobre la cultura<br />

afroargentina: 1) existe una tradición cultural afro <strong>que</strong>, de<br />

manera más o menos continua, se mantiene desde <strong>los</strong> orígenes de<br />

la esclavitud en nuestro país hasta el presente; 2) dicha tradición<br />

no significa ni la vigencia de bienes culturales ancestrales africanos<br />

ni la preservación intacta de sus manifestaciones coloniales, sino<br />

<strong>que</strong> es la resultante de un largo y vivo proceso de contacto<br />

intercultural suceptible a las particularidades y dinámicas de cada<br />

época; y 3) <strong>los</strong> actuales mantenedores de esta tradición no pertenecen,<br />

necesariamente, a un sector étnico o geográfico en concreto,<br />

sino <strong>que</strong> trasvasan, de modo pluralista, el escenario social <strong>argentino</strong><br />

5 . Estas tres conclusiones, llevadas al terreno <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> documentado<br />

en el noreste <strong>argentino</strong>, puedo plantearlas de la siguiente<br />

manera: 1) tanto por las fuentes históricas como por lo observado<br />

en mis trabajos de campo, el <strong>candombe</strong> se practica desde mediados<br />

<strong>del</strong> siglo XVIII hasta nuestros días de manera más o menos continua;<br />

2) a lo largo de ese período esta manifestación ha ido adquiriendo<br />

diversas características fenoménicas y suscitado en sus cultores diversas<br />

reflexiones; 3) quienes actualmente lo practican son negros,<br />

mulatos y blancos, habitantes <strong>del</strong> campo y de la ciudad, católicos y<br />

africanistas <strong>que</strong> tienen en común la devoción a san Baltazar.<br />

‘Aún se conserva’, ‘conserva escasa vigencia’, ‘el último exponente’,<br />

son sólo algunas de las adjetivaciones de una amplia paleta<br />

agónica recurrentemente empleada para dar cuenta <strong>del</strong> fin <strong>del</strong><br />

<strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>. Como Frigerio (1993), <strong>que</strong> en su esclarecedor<br />

artículo sobre el tema subrayó esta particularidad titulándolo<br />

como a<strong>que</strong>lla novela de Gabriel García Már<strong>que</strong>z, Crónica de una<br />

muerte anunciada, recurro en mi título a la literatura para señalar<br />

nuevamente a<strong>que</strong>llo <strong>que</strong> siempre se predijo y nunca se cumplió. <br />

5 Sobre este aspecto ha trabajado López (1999), quien analiza un fenómeno cultural porteño reciente,<br />

el resurgimiento de tradiciones <strong>candombe</strong>ras por la vía de la inmigración uruguaya -y no<br />

necesariamente negra-, en el caso puntual de la comparsa Kalakán Güé. Su interés radica en<br />

identificar cómo este resurgir adquiere características reivindicatorias de la negada y estigmatizada<br />

identidad afroargentina, y cómo dichas reivindicaciones generan en sus ejecutantes nuevas<br />

adscripciones identitarias.


Artigo<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos matáis gozan de buena salud<br />

Fuentes<br />

ESTRADA, José Manuel, 1863. “El tambor”. Almana<strong>que</strong> Agrícola, Industrial y<br />

Comercial de Buenos Aires. Buenos Aires.<br />

GÁLVEZ, Víctor [seudónimo de Vicente Quesada], 1883. “<strong>La</strong> raza africana en<br />

Buenos Aires.” Nueva Revista de Buenos Aires 8: 2246-2260. Buenos Aires.<br />

SOISA REILLY, Juan José, 1905. “Gente de color”. Caras y Caretas, 25 de<br />

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Artigo<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

<strong>La</strong> <strong>desaparición</strong> <strong>del</strong> <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong>: <strong>los</strong> <strong>muertos</strong> <strong>que</strong> vos<br />

matáis gozan de buena salud<br />

Norberto Pablo Cirio<br />

Resumen<br />

Recientes investigaciones sugieren<br />

redireccionar el estudio sobre <strong>los</strong><br />

afro<strong>argentino</strong>s hacia un discurso en tono<br />

presentista, pues quienes trataron el tema<br />

hasta entonces solían hacerlo en tiempo<br />

pasado. Partiendo de la premisa de <strong>que</strong><br />

en nuestro país existe un componente<br />

humano constituido por afrodescendientes<br />

de a<strong>que</strong>l<strong>los</strong> negros traídos como esclavos,<br />

deseo analizar cómo una de sus principales<br />

prácticas musicales, el <strong>candombe</strong>, fue y<br />

es analizada. Mi interés es mostrar cómo<br />

estos estudios han estado signados menos<br />

por un enfo<strong>que</strong> de pretendida imparcialidad<br />

científica, <strong>que</strong> por una visión<br />

esencialista de <strong>los</strong> hechos folclóricos <strong>que</strong><br />

precondiciona el certificado de continuidad<br />

de un bien cultural a la mudanza de<br />

sus más antiguas características.<br />

Hasta ahora se ha tenido al <strong>candombe</strong> <strong>argentino</strong><br />

como una manifestación urbana,<br />

propia y exclusiva de <strong>los</strong> negros porteños.<br />

Mi estudio sobre el culto a san Baltazar en<br />

el noreste <strong>argentino</strong> me permite aseverar<br />

<strong>que</strong> no sólo se practica fuera de Buenos<br />

Aires tanto en contextos urbanos como<br />

rurales, sino <strong>que</strong> sus actuales cultores<br />

trasvasan el límite étnico demarcado por<br />

la negritud.<br />

Palavras-chave:<br />

Camdombe – folclore – afro<strong>argentino</strong>s<br />

154<br />

Abstract<br />

Recent investigations suggest reconsidering the<br />

studies of Afro-Argentinean people towards a<br />

speech in present tense, because the researchers<br />

who treated the subject until now used to do it<br />

in past tense. Starting from the idea that in our<br />

country does exist a human community<br />

composed by descendents of African people<br />

fetched as slaves, I wish analyse how one of<br />

their main musical activities, the <strong>candombe</strong>,<br />

was and is analysed. I want to show how those<br />

studies were marked rather by an essentialist<br />

sight of the folkloric facts than by a supposed<br />

scientific impartiality. That essentialist vision<br />

subordinates the vogue of those facts to the<br />

permanence of their primitive characteristics.<br />

Until now the Argentinean <strong>candombe</strong> was<br />

considered as an urban manifestation, exclusive<br />

of the black population from Buenos Aires City.<br />

My studies of the cult of san Baltazar in the<br />

Argentinean North-West allow me to affirm<br />

that the <strong>candombe</strong> is practiced not only outside<br />

Buenos Aires city, in urban and rural areas,<br />

but also that it is not limited to the black<br />

community.<br />

Key words:<br />

Camdombe – folklor – afro-argentineans<br />

E-mail: pcirio@fibertel.com.ar

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