Tres reacciones ante el pesebre - La Red del Camino
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<strong>Tres</strong> <strong>reacciones</strong> <strong>ante</strong> <strong>el</strong> <strong>pesebre</strong><br />
Alberto Castro<br />
RdC Costa Rica<br />
Un periodista escribió una vez, "<strong>La</strong> Navidad va más allá de toda lógica. O se trata<br />
de la más grande falsedad o es la cosa más cierta en todo <strong>el</strong> mundo. Se trata de<br />
aceptar que <strong>el</strong> Dios de toda la creación vino a este mundo en forma de un bebé”.<br />
Otro autor ha dicho, "El asunto de la encarnación es un asunto crucial a la fe<br />
cristiana. Si este hecho no es cierto, entonces debemos encarar <strong>el</strong> problema de<br />
que no podemos saber cómo ser salvos, ni cómo vivir o aún cómo pensar acerca<br />
de Dios". Este concepto básico de la encarnación es tan escandaloso, que si no es<br />
verdad, entonces nada d<strong>el</strong> cristianismo es tampoco verdad. Sin embargo, en <strong>el</strong><br />
Siglo I las expectativas de un Mesías que habría de venir estaban en su punto<br />
máximo. Los Romanos gobernaban al pueblo judío y, naturalmente, los judíos<br />
odiaban esta situación. Ansiaban librarse d<strong>el</strong> pesado yugo d<strong>el</strong> Imperio Romano de<br />
modo que estaban atentos a la aparición de un Mesías militar --un libertador<br />
político (Sal. 2; Isa 11,12; Dan 7).<br />
Aunque algunos veían en Jesús a su poderoso Rey-Guerrero, su misión y manera<br />
de llevarla a cabo eran diferentes, lo cual confundió y desilusionó a muchos judíos, e incluso a<br />
algunos de sus discípulos. Todos lo miraban con expectativas, unos verían cumplidas sus<br />
esperanzas, mientras que otros las verían desaparecer.<br />
Reacciones en torno al <strong>pesebre</strong><br />
Cuando Jesús nació en B<strong>el</strong>én de Judea en días d<strong>el</strong> rey Herodes, vinieron d<strong>el</strong> oriente a Jerusalén unos<br />
magos, diciendo, “¿Dónde está <strong>el</strong> rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estr<strong>el</strong>la hemos visto en<br />
<strong>el</strong> oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, <strong>el</strong> rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y al<br />
ver la estr<strong>el</strong>la, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre<br />
María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y<br />
mirra” (Mat 1:2-3; 10-11).<br />
Los seres humanos de acuerdo a la cultura, la herencia y los intereses, solemos reaccionar de<br />
muchas e inesperadas maneras al nacimiento de Jesús. Muchas personas que reaccionan con euforia<br />
<strong>ante</strong> la noticia de tener en sus manos un billete de lotería premiado, de un embarazo, o por haber<br />
conseguido <strong>el</strong> trabajo de sus sueños y,<br />
sin embargo, son indiferentes al<br />
mensaje de la Navidad. Veamos tres<br />
<strong>reacciones</strong> diferentes en <strong>el</strong> primer siglo<br />
<strong>ante</strong> la encarnación para luego<br />
colocarnos según nuestra propia<br />
actitud hacia <strong>el</strong>la. Porque si este<br />
asunto es tan import<strong>ante</strong> que la<br />
veracidad de la fe cristiana descansa<br />
en <strong>el</strong>, tenemos que lidiar, tarde o<br />
temprano, con lo que nosotros<br />
realmente pensamos y creemos sobre<br />
<strong>el</strong>.<br />
<strong>La</strong> actitud de Herodes: Temor<br />
“Oyendo esto, <strong>el</strong> rey Herodes se turbó,<br />
y toda Jerusalén con él” (Mat 2:3).<br />
El Mesías siempre tendrá oposición.
Alguien debe dejar <strong>el</strong> trono para cedérs<strong>el</strong>o a él. El Mesías amenaza <strong>el</strong> estatus, y condiciones de<br />
aqu<strong>el</strong>los que le rodean. Para nosotros, Herodes puede ser <strong>el</strong> trabajo, un hombre, una mujer, un hijo, <strong>el</strong><br />
dinero, y generalmente uno mismo. Hoy mucha de la gente que queremos no está dispuesta a ver<br />
cómo compartimos nuestro tiempo, dinero, amor, con <strong>el</strong> rey de los judíos. Es que no entienden <strong>el</strong><br />
asunto. Herodes no comprendía la razón de la venida de Cristo. Jesús no quería <strong>el</strong> trono de Herodes,<br />
sino ser <strong>el</strong> Rey en la vida de Herodes. Quería darle una vida eterna, no quitarle su vida presente. Así<br />
es con la gente hoy. A menudo teme que Jesús le quite algo cuando en realidad quiere darle<br />
verdadera libertad, paz y gozo.<br />
<strong>La</strong> actitud de los r<strong>el</strong>igiosos: Indiferencia<br />
Los sacerdotes, escribas, levitas y <strong>el</strong> sumo<br />
sacerdote no tuvieron ningún protagonismo<br />
en Navidad. Los que se sentían dueños de<br />
la rev<strong>el</strong>ación de Dios fueron sorprendidos <strong>el</strong><br />
día de la Gran Rev<strong>el</strong>ación. No fueron<br />
hostiles, pero fueron indiferentes. No les<br />
interesó en lo absoluto <strong>el</strong> nacimiento de<br />
Cristo. Estos r<strong>el</strong>igiosos representan a los<br />
"buenos", los moralistas, y los humanistas.<br />
<strong>La</strong> actitud de los magos: Adoración<br />
“Y al entrar en la casa, vieron al niño<br />
con su madre María, y postrándose, lo<br />
adoraron” (Mat 2:11).<br />
Los magos viajaron posiblemente 1.600 de kilómetros<br />
kilómetros para conocer al Mesías. El simple acto<br />
de acercarse a<br />
Dios es <strong>el</strong> acto<br />
de<br />
consagrarse. Algo les movió hacia Jesús.<br />
Y cuando lo encontraron, reaccionaron<br />
con gozo, adoración. No traían una lista<br />
de peticiones. En este momento Jesús no<br />
había hecho ningún milagro, ni lo iba a<br />
hacer, aun así los magos le adoraron.<br />
Y nosotros, ¿qué hacemos en<br />
anticipación de encontrarnos con <strong>el</strong> Rey?<br />
Nos quejamos de la duración d<strong>el</strong> culto,<br />
d<strong>el</strong> calor o d<strong>el</strong> frió, d<strong>el</strong> sonido o de la falta<br />
de él. Cantamos con desgano, sin<br />
concentrarnos en lo que dice la letra.<br />
Llegamos tarde --si llegamos. No<br />
preparamos nuestra ofrenda. Corremos<br />
<strong>ante</strong>s de llegar porque no hemos<br />
escogido qué ropa nos pondremos. Nos<br />
levantamos tarde porque <strong>el</strong> sábado<br />
<strong>ante</strong>rior nos desv<strong>el</strong>amos. Llegamos<br />
cansados y con sueño. A veces no encontramos la Biblia para llevar. ¡Nos quejamos de por qué los<br />
cultos no son animados! Qué diferente sería nuestra actitud de adoración si nos acercáramos a la<br />
adoración con una disposición de buscar su presencia.
“Y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: Oro, incienso y mirra”.<br />
Que diferente reacciona la gente hoy. Esperamos que Jesús venga a buscarnos, que se dé a conocer,<br />
que demuestre quién es y que nos dé regalos. Los sabios todavía buscan a Jesús y lo adoran, no por<br />
lo que da, sino por lo que Él es. <strong>La</strong> adoración se afirma cuando rendimos nuestros tesoros, ¿Ha<br />
considerado alguna vez los regalos que trajeron estos hombres? No era la limosna para un niño<br />
pobre. En realidad se trataba de regalos valiosos, regalos costosos. ¿Qué es lo que ofrecemos<br />
nosotros a nuestro Rey? ¿Estamos dándole lo mejor o todavía estamos esperando que <strong>el</strong> nos regale<br />
lo que queremos? ¿Realmente le estamos adorando y reconociendo por quien él es?<br />
“Pero siendo avisados por rev<strong>el</strong>ación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra<br />
por otro camino” (Mat 2:12).<br />
Nadie que tenga un encuentro con <strong>el</strong> Mesías, puede volver por <strong>el</strong> mismo camino. Un verdadero<br />
encuentro con él transforma la vida entera. Los magos salieron de la presencia d<strong>el</strong> Mesías con una<br />
actitud de haberse encontrado con <strong>el</strong> colmo de sus vidas. Anticipaban tanto ese encuentro que al<br />
haberse logrado, ya habían terminado su búsqueda de por vida. Y podían seguir ad<strong>el</strong><strong>ante</strong> con<br />
confianza en otro camino que significaba que sus vidas nunca estarían iguales. Y nosotros ¿Estamos<br />
encontrándonos con El Rey de manera real? ¿Estamos siendo cambiados?<br />
Dur<strong>ante</strong> esta Navidad los desafío a que tengan la actitud de los magos y sabios <strong>ante</strong> Jesús. Es una<br />
actitud de buscarle, de adorarle, y ofrecerle lo mejor de nuestras vidas para que cuando vayamos de<br />
nuestros encuentros con El, vivamos en plena gozo y gratitud d<strong>el</strong><strong>ante</strong> de otros. Si la encarnación de<br />
Jesús se trata de la cosa más cierta en todo <strong>el</strong> mundo merece una segunda y tercera mirada de<br />
nuestra parte para asegurarnos de que sea la verdad para nuestras vidas.<br />
<strong>La</strong> navidad vista como madre<br />
Dee Yaccino<br />
RdC República Dominicana<br />
El nacimiento de cualquier niño es una cosa asombrosa. En lo particular, recuerdo<br />
cada momento que rodeó <strong>el</strong> nacimiento de mis cuatro hijos. Y sé que si se le pide<br />
a cualquier madre contar de nuevo la historia d<strong>el</strong> nacimiento de sus niños, estará<br />
encantada en contarlo todo, ¡y con todos los detalles! Puedes también preguntarle<br />
a cualquier madre que esté en <strong>el</strong> último mes d<strong>el</strong> embarazo cómo está y<br />
probablemente te dirá: “¡No veo la hora que llegue este bebe!” Recuerdo siempre<br />
cuando estaba en <strong>el</strong> último mes de todos mis embarazos lo único en que podía<br />
pensar era <strong>el</strong> nacimiento. Me despertaba en la mañana preguntándome: “¿Será<br />
hoy <strong>el</strong> día?” Y me acostaba pensando si sería esta la noche. Había tanta<br />
expectativa. Sentía que <strong>el</strong> momento no llegaba más. Y todo <strong>el</strong> mundo sabe cuán<br />
difícil es esperar por cualquier cosa, pero más todavía por <strong>el</strong> nacimiento de tu<br />
hijito. Esa expectativa, esa anticipación, es de lo que deseo hablar en este tiempo<br />
enfocados en <strong>el</strong> nacimiento de Jesús. Y si alguna vez ha habido tanta anticipación<br />
por <strong>el</strong> nacimiento de alguien, creo que ha sido por <strong>el</strong> suyo.<br />
Los profetas d<strong>el</strong> pueblo de Isra<strong>el</strong> lo habían estado prediciendo por siglos. Toda la<br />
gente de Isra<strong>el</strong> había estado esperando por <strong>el</strong> nacimiento d<strong>el</strong> "Mesías" o d<strong>el</strong> Rey<br />
quien los salvaría. Era <strong>el</strong> anuncio d<strong>el</strong> nacimiento que tenía a la gente hablando porque era tan popular<br />
en ese tiempo como esperar <strong>el</strong> aviso d<strong>el</strong> nacimiento d<strong>el</strong> bebe de artistas o cant<strong>ante</strong>s famosos hoy en<br />
día. <strong>La</strong> diferencia es que, por más emocionados que estemos al nacer <strong>el</strong> bebe de un famoso, <strong>el</strong><br />
anuncio d<strong>el</strong> nacimiento d<strong>el</strong> Mesías no fue meramente un aviso anunciando la llegada de una nueva<br />
vida en este mundo como con cualquier otro bebe. Es decir, aunque los eventos que rodeaban <strong>el</strong><br />
nacimiento d<strong>el</strong> Mesías eran asombrosos —hasta milagrosos-- estos no son lo que lo hicieron<br />
import<strong>ante</strong>. El nacimiento de Jesús tiene importancia debido a quién es él. Y aunque todos lo<br />
esperaban, no estaban preparados para la manera en que llegó. Porque Dios no siempre hace las
cosas como nosotros las haríamos. Y eso fue lo que sorprendió a todos. Sí, él era <strong>el</strong> rey. Sí, él era <strong>el</strong><br />
Mesías que esperaban desde hace mucho tiempo, pero no era <strong>el</strong> rey que querían. Él era mucho más<br />
que eso, pero <strong>el</strong>los no podían<br />
aceptarlo.<br />
Si nosotros, por ejemplo,<br />
tuviéramos la oportunidad de<br />
diseñar la manera y <strong>el</strong> ambiente<br />
en que nacería <strong>el</strong> Mesías,<br />
probablemente lo haríamos con<br />
muchos lujos en <strong>el</strong> palacio de un<br />
rey. Pero Dios <strong>el</strong>igió <strong>el</strong> vientre<br />
de una joven común y corriente<br />
para llevar a cabo su plan, y<br />
<strong>el</strong>igió anunciar ese<br />
acontecimiento a un manojo de<br />
pastores que estaban en <strong>el</strong><br />
campo. En otras palabras, <strong>el</strong><br />
cumplimiento de la promesa de<br />
Dios según los profetas vino al<br />
mundo en un "paquete sencillo",<br />
sin ninguna fanfarria y muy lejos<br />
de cualquier palacio. El tan<br />
esperado —<strong>el</strong> prometido--- entró<br />
a la vida humana tal cual como<br />
hoy sigue buscándonos en las nuestras: al niv<strong>el</strong> de la experiencia cotidiana con gente común y<br />
corriente. Y por eso fue difícil para la gente común y corriente en su experiencia cotidiana aceptar<br />
quién era Jesús. Y es por eso que hoy se nos hace difícil aceptar a Jesús.<br />
Así que, mientras lees sobre <strong>el</strong> nacimiento de Jesús una vez más-- ya que estoy segura que han<br />
escuchado esta historia <strong>ante</strong>s en sus vidas-- quiero que piensen en algo: “¿Por qué?” ¿Por qué <strong>el</strong><br />
Dios d<strong>el</strong> universo no simplemente vino en toda su gloria para exigir a todo <strong>el</strong> mundo con todo su poder<br />
y autoridad que lo reconocieran como <strong>el</strong> Rey y Salvador de sus vidas? ¿Por qué él <strong>el</strong>egiría tener un<br />
plan con gente insignific<strong>ante</strong> como protagonistas principales? Quiero responder a la pregunta como<br />
esposa, madre, estudi<strong>ante</strong> y aprendiz de este libro llamado Biblia, y aun más import<strong>ante</strong>, quiero<br />
responder como una seguidora de Jesús, la persona de quien este libro habla, quien nació como bebe<br />
en <strong>el</strong> mundo para traer paz, gozo, salvación y restauración. Lo que es interes<strong>ante</strong> para mí sobre <strong>el</strong><br />
nacimiento de Jesús desde <strong>el</strong> punto de vista de Mateo es que él no está particularmente interesado en<br />
<strong>el</strong> milagro d<strong>el</strong> nacimiento virgen. El no necesitaba convencer a la gente de su tiempo d<strong>el</strong> milagro<br />
porque no eran como personas de hoy, <strong>el</strong>los<br />
aceptaban y reconocían a Jesús como <strong>el</strong> Mesías<br />
y creían en milagros, así que no tenía que<br />
invertir su tiempo asegurándose que<br />
entendieran esa parte de la historia. Sin<br />
embargo, Mateo sí muestra interés en enseñar<br />
es que <strong>el</strong> nacimiento de Jesús de una virgen<br />
cumple <strong>el</strong> plan de Dios tal y cual lo dice la<br />
Escritura (Mat 1:22-23).<br />
Volviendo al embarazo y <strong>el</strong> nacimientoo, hay<br />
veces que las cosas no salen como anticipamos o<br />
como esperamos que pasen. Yo sé, por ejemplo,<br />
que algunos que están leyendo estas líneas quizás<br />
tendrán una historia de un nacimiento que no<br />
salió como esperaban. Quizás <strong>el</strong> embarazo en sí<br />
no era algo esperado y todos los eventos que rodeaban <strong>el</strong> nacimiento d<strong>el</strong> bebe fueron difíciles. Quizás<br />
algo salió mal y la alegría que se esperaba se convirtió en tristeza. Yo he experimentado eso y no creo<br />
que nada se compare con <strong>el</strong> dolor que uno siente cuando un ser pequeño que has estado nutriendo te es
quitado inesperadamente de tu lado. No hay palabras que puedan consolar a nadie en esos tiempos, todo<br />
lo que puedes hacer es llorar. Y si esa es tu historia, lo siento mucho. <strong>La</strong>mento que tuvieras que pasar<br />
por eso y si pudiera hacerlo, te abrazaría y lloraría contigo.<br />
Pero cuando por fin las lágrimas se secan y tú te preguntas “¿por qué sucedió?”, primero te diría que<br />
no tengo ni la menor idea. Realmente ni yo misma lo entiendo bien.<br />
Pero luego, te diría lo que sí sé, y es que Dios lo sabe. Él sabe y<br />
conoce tu dolor y tus lágrimas y es por esto que sé que Él sabe.<br />
Porque hace 2000 años nació un bebe cuyo nacimiento fue<br />
anticipado por mucho tiempo. Y ese bebe fue <strong>el</strong> hijo de Dios. Pero<br />
porque la gente estaba esperando otra cosa, los eventos que<br />
rodeaban su nacimiento se convirtieron en un escándalo<br />
vergonzoso. Todo parecía ir mal y cuando ese bebé, llamado<br />
Jesús, creció, fue rechazado, golpeado y clavado a una cruz. Y<br />
hubo una mujer, Maria, que sufrió <strong>el</strong> dolor de la muerte de su hijo<br />
<strong>ante</strong>s de su tiempo, un dolor que debió ser abrumador. Cualquier<br />
madre lo sabe. Pero estoy segura que nada se compara con <strong>el</strong> dolor que Dios mismo debió de haber<br />
sentido entregando a su único hijo a la vergüenza, <strong>el</strong> sufrimiento y la muerte que <strong>el</strong> tenía que<br />
perseverar para cumplir <strong>el</strong> plan.<br />
“Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que <strong>el</strong> Señor había dicho por medio d<strong>el</strong> profeta: «<strong>La</strong><br />
virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanu<strong>el</strong>» (que significa «Dios con nosotros»).”<br />
Dur<strong>ante</strong> la navidad cuando estemos en las fiestas, decorando y festejando la llegada de la navidad (y<br />
no hay nada malo con c<strong>el</strong>ebrar junto a los que amamos). Pero en medio de todo eso hay uno cuyo<br />
nacimiento estamos c<strong>el</strong>ebrando que se llama Emanu<strong>el</strong>, “Dios con nosotros”. Y él nació para cumplir<br />
<strong>el</strong> supremo plan de amor para que nosotros supiéramos que tenemos un Dios que nos mira, nos oye y<br />
que entiende nuestro dolor y sufrimiento, que promete estar con nosotros a través de todo y para<br />
siempre. Cuando preguntemos "¿por qué no simplemente viene para arreglar todo de una vez para<br />
siempre?" Él responderá: “Yo lo hice y nadie presto atención. Al igual que todavía hay quienes no<br />
presten atención. Tú estás tan ocupado prestando atención a cosas que son grandes y portentosas<br />
de gente que es rica y famosa, preocupándote por lo que tienes o no, que pierdes <strong>el</strong> hecho de que yo<br />
estoy ahí al lado tuyo. Y cuando quieras, puedes parar y verme, y escucharme, y tratar de entender<br />
mi sacrificio y mi regalo. Mi sacrificio más grande fue dejar todo atrás (mi poder, mi autoridad, mi<br />
reinado) y venir a la tierra como un débil, vulnerable y pequeño bebe. Y mi regalo más grande fue<br />
morir en la cruz porque por medio de eso pude ofrecerte <strong>el</strong> milagro más grandioso… ¿quieres saber<br />
cuál es ese milagro? Una vida transformada.<br />
Mi vida, tu vida, cuando son transformadas por <strong>el</strong> poder de Jesús por creer en él, son milagros.<br />
Porque él nos toma en todo nuestro quebrantamiento, <strong>el</strong> nos toma en toda nuestra vergüenza y pena,<br />
en nuestro dolor, en nuestra arrogancia, en nuestro enojo e ignorancia, y nos hace nuevas criaturas.<br />
Pregúntale a cualquiera que ha creído en Jesús y te dirá que su transformación ha sido un milagro.<br />
Milagro tras milagro, <strong>el</strong> Dios d<strong>el</strong><br />
universo está con nosotros<br />
haciéndolo todo nuevo. Y él usa<br />
gente ordinaria como tú y yo,<br />
transformados por su poder, y<br />
nos hace colaboradores con Él<br />
en en su plan de la restauración<br />
de su creación. Oremos que<br />
dur<strong>ante</strong> este tiempo de Navidad<br />
que seamos tocados por la<br />
sencillez d<strong>el</strong> mensaje de Jesús.<br />
Que seamos motivados por las<br />
maneras y formas pequeñas y<br />
sencillas en las que él nos sigue<br />
convocando.
<strong>La</strong> navidad de Simón, <strong>el</strong> burro<br />
Juan José y Juan Manu<strong>el</strong> Barreda<br />
RdC Argentina<br />
Mi nombre es Simón. Simón es un nombre hebreo que en realidad no sé qué<br />
significa. Lo único que sé es que cuando escucho que suena «Simón», me están<br />
diciendo algo. A pesar de no entender lo que me dicen los humanos, me doy<br />
cuenta lo que quieren por la fuerza de la voz. En realidad, recuerdo muy poco otro<br />
tono de voz que no hubiera sido <strong>el</strong> rudo y seco, <strong>el</strong> grito seguido d<strong>el</strong> dolor por <strong>el</strong><br />
golpe d<strong>el</strong> palo hablador. Ya les digo, no sabía bien qué significaban las palabras<br />
que me decían, pero sí entendía <strong>el</strong> peso de las cargas y la fatiga por <strong>el</strong> trabajo de<br />
todos los días.<br />
¿Alguna vez se preguntaron qué piensa un burro de carga? ¿Notaron que somos<br />
esclavos? Sí, <strong>el</strong> burro Simón era un esclavo. Fui comprado para servir, para<br />
cargar. No importaba que yo sufriera. Lo import<strong>ante</strong> era que cargara lo que se me<br />
pidiera, que llevara a quien se me subiera encima y a donde él quisiera. Nunca fui<br />
«Simón, <strong>el</strong> burro», sino siempre «<strong>el</strong> burro Simón».<br />
Una noche como cualquier otra, luego de mucho trabajo, oí un comentario horrible. Otra vez no supe<br />
lo que decían, pero mi dueño me miró de tal manera que supe que mi fin estaba cerca. Dur<strong>ante</strong> ese<br />
día él me había pedido llevar un carro cargado de cántaros de agua. Debía llevarlos al almacén que<br />
estaba en la loma de una colina. Era tanta la carga que sentía cada nervio de mi cuerpo explotar<br />
cuando hacía fuerza. Los gritos eran cada vez más rudos y los golpes de palo en mi lomo también.<br />
¡Quería hablar! ¡Quería decir algo! Pero no podía. Sólo me quedaba esforzarme, mover la carga,<br />
poner toda mi fuerza, que no era la misma de mi juventud. A pesar de mi gran esfuerzo, no pude.<br />
Entonces sentí un último golpe, uno más fuerte que los otros, y fue tanto <strong>el</strong> dolor que me caí.<br />
Sentí un gran temor. Mi amo me miraba como nunca <strong>ante</strong>s lo había hecho. No era tan sólo ira lo que<br />
veía en sus ojos, sino que reflejaba un sentimiento especial. Algo así como lástima y abandono. Movió<br />
levemente su cabeza, cortó las amarras y con otro animal llevó la carreta hacia la cima de la colina<br />
dejándome tirado allí. ¿Qué pasaba? ¿Por qué no me pegaba más? ¿Por qué me dejaba tirado allí?<br />
No lo supe, sin embargo me sentí inútil, viejo y con un fuerte presentimiento de que mi final estaba<br />
cerca.<br />
Una vez llegada la noche, me levantaron a palazos y fui llevado al <strong>pesebre</strong>. Caminé lento porque no<br />
podía hacerlo de otra manera. Estaba aún muy, pero muy adolorido. Sentía dolor en cada músculo de<br />
mi cuerpo, pero especialmente en mi interior. Ya no quería vivir más --si es que todo <strong>el</strong> trabajo que<br />
había hecho podía llamarse vida--. Entré y, como siempre, junto con un par de vacas y tres ovejas<br />
jóvenes, me tiré en mi lugar.<br />
Dormimos todos apretujados. Este<br />
<strong>pesebre</strong> era especialmente pequeño.<br />
Dormíamos tan apretujados que<br />
todos salíamos contentos por las<br />
mañanas por <strong>el</strong> simple hecho de<br />
poder estirarnos y caminar. Mi lugar,<br />
es verdad, no era <strong>el</strong> más pequeño,<br />
pero en vista a mi tamaño sí lo era.<br />
Con todo, acostumbrado al mismo,<br />
pude dormir buena parte de las<br />
noches.<br />
Entrado en profundo sueño, la puerta<br />
hizo un ruido, como abriéndose. Les<br />
confieso que mi cansancio y dolor era<br />
tal que los párpados de mis ojos se
negaban a abrirse por temor al dolor que<br />
produciría la tenue luz de la lámpara. Sentí la<br />
queja de una mujer. Fue tal <strong>el</strong> gemido que abrí<br />
los ojos. Miré y observé que estaban tres figuras<br />
en la entrada. Mi amo --lo reconocí por <strong>el</strong> tono de<br />
su voz--, la mujer que se quejaba y un hombre a<br />
su lado que le decía cosas y la abrazaba. Luego<br />
de mirar alrededor d<strong>el</strong> <strong>pesebre</strong>, mi amo fijó su<br />
mirada en mí, a lo que se acercó y tras algunos<br />
palazos, emitió otra vez ese sonido rudo que<br />
quiere decir que me lev<strong>ante</strong>. Noté agresividad en<br />
su mirada y en la fuerza de sus golpes. Pero no,<br />
no quise levantarme más. Estaba cansado y muy<br />
adolorido de mi vida de trabajo. Tampoco era por<br />
aqu<strong>el</strong> día en particular. Mi cansancio era d<strong>el</strong> interior, de vivir cargando por miedo a los golpes. Estaba<br />
muy cansado y no pensaba levantarme hasta morir. No tenía sentido obedecer más.<br />
Otro golpe en <strong>el</strong> lomo y, finalmente, uno más fuerte todavía, dolieron mucho pero no lo suficiente<br />
como para fortalecer mi debilidad para levantarme. Entonces se fue. Supe que iría a buscar algo más<br />
duro todavía, un fierro que me convenciera a levantarme. No lo entendía: mi cansancio y dolor me<br />
impedían hacerlo, con más dolor sólo lograría que permaneciera en <strong>el</strong> mismo lugar.<br />
Otra vez escuché <strong>el</strong> grito de dolor de la mujer.<br />
Los otros animales se quedaban inmóviles. Su<br />
voluntad de desentenderse de la situación era tal<br />
que llamaba la atención su quietud. No<br />
levantaban la cabeza, no abrían los ojos,<br />
respiraban más profundamente de lo usual para<br />
parecer profundamente dormidos. En realidad, no<br />
querían ceder su lugar a la mujer. Por ninguna<br />
razón iban a conceder un lugar caliente en medio<br />
de una noche tan fría.<br />
Pero pasó algo que no me esperaba. Otra vez<br />
con los ojos cerrados e intentando no oír nada de<br />
lo que sucedía a mi alrededor, sentí una caricia.<br />
No lo podía creer. Era una mano pasando<br />
suavemente por mi cabeza corriendo por mi<br />
cu<strong>el</strong>lo y por mi lomo adolorido. Fue una sensación tan poderosa que volví a abrir los ojos y me<br />
encontré con aqu<strong>el</strong>los que con su intensa ternura me hicieron sentir algún tipo de dulce temblor. Era<br />
aqu<strong>el</strong> hombre que me miraba reclinado diciéndome palabras que, si bien es cierto no entendía,<br />
sonaban dulces y afectuosas. Luego miré también a la mujer que a pesar de sus evidentes dolores me<br />
dirigió una mirada de cariño mucho más poderosa que la más dura vara que me haya golpeado. Era<br />
incomprensible entender una mirada como esta en medio de sus dolores. «María», sonaba su<br />
nombre. Había oído sonar su nombre en boca de aqu<strong>el</strong> hombre que aún me seguía acariciando.<br />
Entonces, al mirar fijamente a esta señora en su<br />
mezcla de dolor interno y compasión hacia mí,<br />
por primera vez, quise ayudarla en respuesta a<br />
sus gestos de cariño. Con una fuerza que luego<br />
aprendería a tener a menudo, me puse de pie.<br />
Hice mi más poderoso esfuerzo y me levanté. El<br />
hombre y María me miraron extrañados, pero no<br />
noté miedo en <strong>el</strong>los. Todavía tembloroso y casi<br />
para caerme, me puse de pie y empecé a<br />
correrme para que <strong>el</strong>la tomara mi lugar. El resto<br />
de los animales ahora habían abierto sus ojos y<br />
me miraban con sorpresa. Hubo un gran silencio,<br />
incluso de parte de la mujer. Caminé tembloroso
hacia la puerta y sentí que con mi mirada los dos interpretaban lo que quería decirles: «Venga,<br />
señora, descanse aquí y traiga a la vida a esa criatura.» Yo, Simón, <strong>el</strong> burro, experimentaba por<br />
primera vez <strong>el</strong> privilegio de ayudar por amor.<br />
Mientras yo salía, <strong>el</strong> amo llegaba con una vara de hierro que dejó caer al inst<strong>ante</strong>. Se dirigió a la<br />
pareja y al rato salió d<strong>el</strong> lugar. Los gritos de la mujer se intensificaron y luego, de repente, <strong>el</strong> llanto<br />
primero de un hombre pequeño. Después, la paz d<strong>el</strong> silencio en <strong>el</strong> abrazo. Esa fue una noche fría,<br />
pero dentro de mí había algo que me daba calor y fuerzas para descansar lo poco que quedaba de la<br />
noche.<br />
Unos días después vinieron, <strong>el</strong> hombre, que se llamaba José, María y <strong>el</strong> niño a hablar con mi amo. Yo<br />
había estado poniéndome de pie por varias horas, pero todavía me agotaba muchísimo. Sentía que<br />
moría cada vez que llegaba la noche en <strong>el</strong> <strong>pesebre</strong>. Levantarme era para mí todo un sufrimiento y<br />
veía en <strong>el</strong> rostro de mi amo la<br />
decisión de acabar con todo esto.<br />
Ya no servía para nada. Los golpes<br />
seguían viniendo al principio y hubo<br />
momentos en que no me quedaban<br />
ni fuerzas para levantarme. Sin<br />
embargo, todo era distinto en <strong>el</strong><br />
establo. Recordaba noche a noche<br />
aqu<strong>el</strong>las caricias, aqu<strong>el</strong> sentimiento<br />
de amor que despertaron y lo más<br />
fuerte aún, las miradas de aqu<strong>el</strong>los<br />
dos seres humanos que me miraron<br />
de otra manera.<br />
Como les decía, una mañana<br />
temprano se acercaron María y<br />
José a charlar con mi amo. Yo<br />
apenas podía oír <strong>el</strong> tono de sus<br />
voces. José hablaba y me señalaba<br />
mientras mi amo movía la cabeza<br />
diciendo que no. Su rostro era<br />
similar al que tenía cuando no hacía algo bien y me pegaba. Experimenté varios sentimientos al<br />
mismo tiempo. El temor por <strong>el</strong> gesto de mi amo y la alegría de volver a encontrarme con esos<br />
hermosos sentimientos al tener contacto con María y José. Luego hubo un silencio. Mi amo tomó una<br />
pequeña bolsita y se fue señalándome por última vez. José, teniendo en sus brazos a su hermoso<br />
hijo, se acercó a mí y oí <strong>el</strong> sonido de la voz que significaba que me lev<strong>ante</strong>. Otra vez, sus caricias y la<br />
dulzura de su voz fueron tan poderosas que no me tomó mucho tiempo hacerlo.<br />
Fui guiado hacia la salida y María subió a mi lomo. El niño fue puesto en sus brazos y cargué a ambos<br />
con <strong>el</strong> mayor placer y amor que había experimentado en mi vida, a pesar de mi cansancio. Me<br />
encomendaron una misión muy import<strong>ante</strong>: llevarlos a<br />
salvo a una tierra muy, pero muy lejana, llamada Egipto.<br />
Yo, un burro viejo y cansado, cargado de dolor y<br />
sufrimiento, fui solicitado para realizar semej<strong>ante</strong> tarea<br />
de amor y entrega. Y lo hice bien.<br />
Esa fue mi navidad. Este tiempo es para mí <strong>el</strong> tiempo<br />
d<strong>el</strong> servicio de amor hacia <strong>el</strong> niño que con su venida me<br />
trajo amor. Él, María y José son las personas que más<br />
me han amado y a las cuales he servido con mayor<br />
esmero y alegría. Yo, Simón, <strong>el</strong> burro, siempre recuerdo<br />
ese nacimiento: Jesús naciendo en un <strong>pesebre</strong> para<br />
salvarme también a mí, y yo cargándolo para salvarlo a<br />
él.
<strong>La</strong>s señales d<strong>el</strong> reino al revés<br />
Tomás Yaccino<br />
RdC República Dominicana<br />
Emmanu<strong>el</strong>, Dios con nosotros, es la señal magna de la estrategia de Dios para<br />
llevar acabo su plan c<strong>el</strong>estial de restaurar todas las cosas y establecer su reino<br />
en la tierra. Emmanu<strong>el</strong>, Dios con nosotros, que de acuerdo con <strong>el</strong> plan<br />
misterioso d<strong>el</strong> Dios, se rev<strong>el</strong>a en <strong>el</strong> mundo con perspectivas de tener un gran<br />
fracaso. <strong>La</strong> entrada triunfal de Dios a este mundo se realiza en la encarnación.<br />
El misterio de Dios se despoja de toda su gloria y poder y se hace hombre en<br />
forma de un bebe, un inf<strong>ante</strong> débil y dependiente. Un niño que ha sido<br />
concebido y llevado a término por nueve meses en <strong>el</strong> vientre de una jovencita<br />
virgen, en medio de la pobreza y a través de una familia desconocida y<br />
marginada.<br />
<strong>La</strong> c<strong>el</strong>ebración navideña se concentra <strong>el</strong> 25 de Diciembre, <strong>el</strong> día d<strong>el</strong> nacimiento milagroso d<strong>el</strong> Señor<br />
Jesús. Pero a pesar de todo <strong>el</strong> gran trabajo que realizó Dios al llevar a cabo su plan extraordinario de<br />
la encarnación, no debemos de perder de vista que no se trató de cualquier encarnación, que sucedió<br />
en un "mundo" en particular, y que con esta encarnación Dios confrontó y derribó los esquemas de<br />
"éxito" y "victoria" que <strong>el</strong> mundo anh<strong>el</strong>a. Es por esto, que no podemos pintar la historia bíblica con<br />
colores triunfalistas. <strong>La</strong>mentablemente, enfatizamos la gloria d<strong>el</strong> coro c<strong>el</strong>estial que apareció en los<br />
ci<strong>el</strong>os y olvidamos a quienes se dirigieron, no reconocemos que los únicos que los vieron fueron un<br />
grupo de pastores de ovejas, hombres y mujeres despreciados por la sociedad de aqu<strong>el</strong> entonces.<br />
El escándalo de la Navidad se ha perdido. Todavía seguimos buscando la entrada triunfal de Dios y<br />
su Reino según los conceptos d<strong>el</strong> pueblo de aqu<strong>el</strong> entonces. Isra<strong>el</strong> esperaba <strong>el</strong> éxito, <strong>el</strong> Rey de poder,<br />
ejerciendo su poder y transformando los poderes d<strong>el</strong> mundo por la fuerza. Sin embargo, Dios optó por<br />
poner de cabeza las expectativas humanas, especialmente con r<strong>el</strong>ación a sus conceptos d<strong>el</strong> poder,<br />
triunfo y éxito. De forma magistral, entró al mundo de la manera más débil y fracasada que uno podía<br />
imaginar. Un bebé nacido de una pareja involucrada en un escándalo, personas indigentes y<br />
dependientes de la misericordia de unos avariciosos negoci<strong>ante</strong>s. <strong>La</strong> familia real compartiendo un<br />
establo con unos animales sucios y hediondos. <strong>La</strong> entrada d<strong>el</strong> rey d<strong>el</strong> universo fue prácticamente<br />
desapercibida.<br />
Treinta y tres años después, en la plena<br />
cima de su ministerio, Jesús repetiría esta<br />
perspectiva en su entrada triunfal a<br />
Jerusalén. En vez de entrar "triunfalmente"<br />
haciendo demostración de poder como un<br />
rey montando un caballo blanco con su<br />
escolta y toda la formalidad real que<br />
impresionara, Jesús entro a la ciudad<br />
montado en un asno prestado, con <strong>el</strong><br />
tumulto de una masa de gente común y<br />
corriente que normalmente se congrega en<br />
las orillas d<strong>el</strong> camino, que montaron un<br />
espectáculo rustico e improvisado, muy<br />
inferior a los montajes que los reyes<br />
organizaban al entrar en un espacio<br />
público.<br />
Lecciones obvias, fuertes y choc<strong>ante</strong>s para<br />
su comunidad de fe. Debemos reconocer estas señales y aprender que la visión de Dios es la d<strong>el</strong><br />
éxito que se define por amor, fe y esperanza, no por demostraciones de poder humano. Dios nos pide<br />
obediencia, dependencia total y servicio humilde <strong>ante</strong> un mundo que se justifica por los frutos de sus<br />
acciones, éxitos, y resultados positivos. Vivir contra la corriente. El Reino al revés que promueve una
evolución de amor <strong>ante</strong> las estructuras de poder basadas en la posición, las fuerzas y las riquezas.<br />
Espero que esta Navidad, en los días que nos quedan, podamos permitirnos ser asombrados por <strong>el</strong><br />
amor puro de Dios que resplandece en la sencillez, la humildad y la pureza d<strong>el</strong> amor divino expresado<br />
a través de la entrada silenciosa d<strong>el</strong> Rey nacido en un <strong>pesebre</strong>. ¡Dios ayúdanos a capturar <strong>el</strong><br />
mensaje radical de tu amor divino ilustrado por la vida de Jesús! ¡Danos <strong>el</strong> coraje de seguir ese<br />
camino en nuestra vida abrazando nuestro llamado a ser usados en tu plan de la restauración total de<br />
todas las cosas!