Descargar pdf - REVISTA CALLE MAYOR

Atravesando en un ferry la bahía
de Cantón se llega a otro
territorio incongruente en la
costa asiática. Se trata de Macao, la
antigua colonia que los portugueses
poseyeron durante casi cinco
siglos y que fue devuelta a China
en el año 2000. Al igual que Hong
Kong, a apenas una hora en barco,
mantiene su antigua situación económica
capitalista, a pesar de pertenecer
al gigante comunista.
Macao, al contrario que su vecino de pasado
británico, me dio una impresión mucho
más positiva. No era una megalópolis,
sino que se asemejaba a cualquier pueblo
grande portugués, con sus calles empedradas
y torcidas, edificaciones de ladrillo,
piedra pintadas y manteniendo con gusto
ese resabio colonial. No en vano fueron
muchos cientos de años de permanencia
que han dejado una huella más que palpable
de ese pasado. Todo lo contrario
que Hong Kong donde tan solo un viejo
reloj del siglo XIX situado en la bahía nos
hace recordar, arquitectónicamente, al imperio
al que perteneció.
Cambié mis dólares hongkoneses por la
moneda local, las patacas y los avos. La
mayoría de carteles estaban en bilingüe,
portugués y chino cantonés, aunque casi
nadie hablaba el idioma latino. Unos autobuses
viejos y sin aire acondicionado eran
Encuentro santo
en Macao
Nuestro viajero llega a Macao, antigua colonia portuguesa
que en el 2000 fue devuelta a China
[ CALLE MAYOR 260 • 16 • ESTELLA 17/04/2003]
la primera muestra de que el nivel económico
de la ciudad no era tan elevado
como en el lugar del que venía. El método
de pago era muy enrevesado y una amable
señora me invitó al pasaje. Y este detalle
no fue el único que me mostró que los
chinos de macao mantienen un carácter
mucho más parecido al portugués, abierto
y generoso; y los de Hong Kong al británico
más cerrado e individual.
Busqué durante horas un albergue que
mi guía señalaba, situado en una isla exterior,
pero unida por medio de unos inmensos
puentes a la isla principal de Macao,
pegada a la costa china. Finalmente, entre
la frondosa vegetación y los carteles que
mostraban que la zona había sido fumigada
contra el mosquito anofeles apareció el
edificio... repleto de estudiantes que pasaban
allí el fin de semana. El alberguista no
sabía cómo echarme y yo estaba decidido
a quedarme, después del calor que había
pasado y los más de dos litros de agua
que había bebido. No hubo forma, pero al