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Archivística<br />

César Gutiérrez Mufioz


PONTIFXCLA UNIVERSIDAD CAT~LICA DEL PERÚ<br />

FACULTAD DE LJ3TRAS Y CIENCIAS HUMANAS<br />

César Gutiérrez MuÍíoz<br />

Materiales de Enseñanza de la Facultad de Letras<br />

y Ciencias Humanas<br />

1991


Esta edición se hace en concordancia con lo dispuesto por la legislación sobre<br />

derechos de autor.<br />

- Ley 13714-<br />

Art. 69.- "Pueden ser reproducidas y difundidos breves fragmentos de obras<br />

literarias, científicas y artísticas, y aún la obra entera, si su breve extensión y<br />

naturaleza lo justifican; siempre que la reproducción se haga con fines culturales y<br />

no comerciales, y que ella no entrañe competencia desleal para el autor en cuanto<br />

al aprovechamiento pecuniario de la obra, debiendo indicarse, en todo caso, el<br />

nombre <strong>del</strong> autor, el título de la obra y la fuente de donde se hubiere tomado".<br />

O Pontificia Universidad Católica <strong>del</strong> Perú.<br />

Oficina de Publicaciones para la Docencia.<br />

Derechos Reservadas conforme a ley.<br />

Lima, 1991<br />

Primera edición


"En la formación <strong>del</strong> archivero han de contribuir, en partes<br />

iguales, la Universidad y el Archivo General ak la Nación,<br />

aquella en el aspecto teórico, es& en el práctico. Para el<br />

estudiante de Archirvlogúl, el archivo es lo que el hospiial<br />

para el cursanie de Medicina, el laboratorio para el de<br />

Química y el tribunal para el de Derecho."<br />

Mari0 Bnceño Perozo


INDICE<br />

Presentación,<br />

por César Gutiérrez Muna .....................................................................................<br />

Introducción al archivo,<br />

por Elio Lodolini .....................................................................................................<br />

Archivos: breve Utforrriación sobre su hktoria,<br />

por José Pedro Esposel ............................................................................................<br />

El problema fundamental de la archivíktica: la naturaleza y<br />

el ordenamiento <strong>del</strong> archivo, por Elio Lodolini .....................................................<br />

Los archivos, memoria de la huntanida4<br />

por Jean Favier ........................................................................................................<br />

Nuestra memoria y los archivos,<br />

por María <strong>del</strong> Carmen Pescador <strong>del</strong> Hoyo ..............................................................<br />

Introducción a la planifiacidn de los archivos,<br />

por Bruno Delmas ...................................................................................................<br />

El valor <strong>del</strong> documento en un sistema de archivos,<br />

por Manuel Romero Tallafigo ................................................................................<br />

Ubicación de la selección,<br />

por Manuel Vázquez ...............................................................................................<br />

7<br />

11<br />

15<br />

19<br />

30<br />

52<br />

58<br />

68<br />

75<br />

82


Programa de selecciún documental,<br />

por Manuel Vázquez ............................................................................................... 89<br />

Los lineantientos de la función archivfstica en los archivos permanentes,<br />

por Heloísa Liberalli Beiiotto ..................................................................................<br />

Clasificación y ordenación,<br />

por Antonia Heredia Herrera ................................................................................... 106<br />

Necesidady condiciones de un programa descriptivo de archivos<br />

en nuestros dfas, por Vicenta Cortés Alonso .......................................................... 124<br />

Concepto de conservación y principios éticos,<br />

.- .-<br />

por Vicente Vinas y Ruth Vinas .............................................................................. 145<br />

Instalacidn: local, equipo y material,<br />

por Vicenta Cortés Alonso ...................................................................................... 151<br />

Causas de destrucciún de los materiales de archivo y biblioteca ..........................<br />

Normas para la conservación de documentos en los archivos<br />

administrativos <strong>del</strong> sector público nacional <strong>del</strong> Perú ............................................<br />

Los archivos en países desarrollados: una contribución al<br />

desarrollo nacional, por Wiifred 1. Smith .............................................................. 159<br />

La consulta archivfstica,<br />

por Aurelio Tanodi .................................................................................................. 167<br />

Los archivos públicos y el ciudadano,<br />

por Pedro López Gómez .......................................................................................... 171<br />

Perfil huntano <strong>del</strong> personal de archivos,<br />

por Federico Castro Nevares ................................................................................... 175<br />

Nontbrarriiento <strong>del</strong> archivero Antonio de Sonioza .................................................. 178<br />

Código <strong>del</strong> archivero,<br />

por Wayne C. Grover .............................................................................................. 180<br />

Normas de nioral archivera,<br />

por Mario Briceño Perao ....................................................................................... 181<br />

99<br />

154<br />

155


Máxinias para el archivista.<br />

por Gaston Litton .................................................................................................... 183<br />

Declaracidn de principios de la Priniera Reunibn Interaniericana<br />

sobre Archivos (1961) ........................................................................... .................. 184<br />

Vabr y fiurcidn de los sistemas nacionales de areiivos para<br />

el desarrollo socioecondniico y cukural de un país (1976) ................................... 186<br />

Marco de referencia <strong>del</strong> Programa de Gestidn de Docunientos<br />

ydrchivos, RAMP (1982) ....................................................................................... 190<br />

Bibliografla para enipezar ..................................................................................... 197<br />

9


Para avanzar en una ciencia, profesión o actividad hay que saber más de 10 que se<br />

sabe en un momento determinado. La adquisición de los nuevos conocimientos supone,<br />

principalmente, el constante estudio.<br />

Luto sensu, estudiar es leer y releer los textos fundamentales, atender las clases y<br />

las disertaciones, investigar los asuntos pertinentes, reflexionar sobre los principios,<br />

conceptos y temas que animan el quehacer, dialogar con los colegas y con los ejercientes<br />

afines, visitar los archivos, etc. En pocas palabras, es profundizar por estos y por otras<br />

medios en íos diversos aspectos de la amplia y variada materia <strong>archivistica</strong>, cuyodominio<br />

se busca en lo posible.<br />

Pero, sin duda, la tradicional consulta de los libros, revistas, folletos y otras<br />

publicaciones sigue siendo el camino más usado y todavía el más efectivo para que las<br />

novedades lleguen a los interesados.<br />

Por esta razón no es exagerado afirmar que sin buenas bibliotecas especializadas<br />

no hay ni habrá un desarrollo archivístico completo. En ellas no se encuentra todo 10 que<br />

se quiere conocer, pero sí bastante. Son utilísimas en la formación, la capacitación y la<br />

actualización de la gente <strong>del</strong> área. También constituyen un valioso instrumento de trabajo<br />

para los archiveros y de apoyo para los investigadores. Su fomento es un deber; su<br />

existencia una necesidad. Conviene que en cada país haya por lo menm una que satisfaga<br />

las requerimientos académicos, educativos y laborales de su ámbito nacional. El lugar<br />

apropiado para su funcionamiento puede ser la universidad, la escuela superior o el<br />

archivo principal, pero esté donde esté la importancia de su servicio es innegable.<br />

11


De ahí nuestra antigua preocupación para que la biblioteca archivística <strong>del</strong> Perú sea<br />

la <strong>del</strong> Archivo General de la Nación bajo el nombre inspirador de Guillermo Durand<br />

Flórez, su eficiente jefe entre 1964 y 1983. Los pasos dados en favor de este prop6sito<br />

son alentadores, mas, para su acertada realización, el proyecto exige una mayor insistencia<br />

de parte de las autoridades y de los usuarios <strong>del</strong> AGN.<br />

Mientras tanto es preciso continuar con la difusión de la bibliografía archivística<br />

en español, con la traducción de la redactada en otros idiomas y, sobre todo, con la<br />

creación de literatura propia que enriquezca realmente la ya larga lista mundial de autores,<br />

títulos y contenidos.<br />

Las bibliotecas archivísticas y, por tanto, las piezas que integran su colección son<br />

irremplazables. Sin embargo, su falta -total o parcial-puede subsanarse en alguna medida<br />

(muy pequeña, por cierto) con los materiales de enseñanza, preparados para acercar a los<br />

estudiantes una selección de trabajos (o parte de ellos) en un tiempo señalado y con unos<br />

fines concretos, es decir, para ahora ypara esto.<br />

Los materiales de enseñanza -como los que aquí presentamos- sirven para intro-<br />

ducir en el estudio archivístico o, si se da el caso, para fortalecerlo. Siempre son un punto<br />

de partida; a lo más, un tónico vigorizante en el experto. En sus páginas se ofrecen distintos<br />

datos y pareceres que deben ser asimilados racionalmente, pensados, y no en forma<br />

mecánica ni torpe. Su característica más saltante es la pasibilidad de múltiple empleo por<br />

el profesor; son aprovechables en la lectura, el debate, la tarea práctica y la evaluación.<br />

En esta tercera entrega:, auspiciada por la carrera de Bibliotecología y Ciencia de<br />

la Información de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas y editada por la Oficina de<br />

Publicaciones para la Docencia de la Secretaría General de la Pontificia Universidad<br />

Católica <strong>del</strong> Perú, se reúnen los significativos aportes de Heloísa Liberalli Belloto, Mario<br />

Briceño Perozo, Federico Castro Nevares, Vicenta Cortés Alonso, Bruno Delmas, José<br />

Pedro Esposel, Jean Favier, Wayne C. Grover, Antonia Heredia Herrera, Gaston Litton,<br />

Elio Lodolini, Pedro Mpez Gómez, María <strong>del</strong> Carmen Pescador <strong>del</strong> Hoyo, Manuel<br />

Romero Tallafigo, Wilfred 1. Smith, Aurelio Tanodi, Manuel Vázquez, Ruth Viñas y<br />

Vicente Viñas, cuyos nombres y antecedentes garantizan una correcta orientación archi-<br />

vís tia.<br />

Las anteriores han SidoDescripción ¿e documentos archi'visticas (materialesde trabajo). Lima: Pontificia<br />

Universidad Católica <strong>del</strong> Perú - Instituto Riva-Agüero, 1982, % p. y Textosparaef estudio archivísn'co:<br />

mareriales de trabajo. Lima- Bonn: Pontificia Universidad Católica <strong>del</strong> Perú- Fundación Alemana para<br />

el Desarrollo Internacional, 1986, 91 p. Ambas están agotadas.<br />

12


En el repertorio se incluyen unos documentos por tener en cuenta en el estudio<br />

archivístico y una bibliografía para empezar ...<br />

Con la convicción de que el mejor y más duradero aprendizaje es el que se obtiene<br />

con el esfuerzo personal <strong>del</strong> alumno, agradecemos vivamente a quienes han permitido<br />

que estos materiales aparezcan.<br />

13<br />

César Gutiérrez Muiioz


INTRODUCCI~N AL ARCHNO~<br />

Elio Lodolini<br />

El archivo nace involuntariamente, día a día, cual sedimentación documentaria <strong>del</strong><br />

desarrollo de la actividad práctica, jurídica, administrativa de un Estado, de una ciudad,<br />

de un grupo organizado o también de una persona física o de una familia.<br />

El registro <strong>del</strong> nacimiento de una persona, el cumpl~iento de las tareas escolares,<br />

la asistencia sanitaria, el servicio militar, el pago de los impuestos, el contrato de alquiIer<br />

o de compra de la casa, el pago de la luz, <strong>del</strong> agua, <strong>del</strong> gas se traducen en la producción<br />

de documentos, cuyo conjuntoconstituyeel archivo privado de aquella persona y, a través<br />

<strong>del</strong> sucederse de las generaciones, de la correspondiente familia.<br />

Muy superior es la masa de documentos que producen una oficina pública o privada,<br />

o una entidad en el desarrollo de la propia actividad.<br />

Los documentos, desde el momento de su nacimiento, se disponen en un orden<br />

natural, que deriva <strong>del</strong> mismo modo de funcionar de la oficina o de la entídad que les da<br />

el ser: se dice, en efecto, que el "archivo refleja la instituci6n" que 10 ha producido.<br />

Con el pasar <strong>del</strong> tiempo, las documentos siempre se vuelven menos ne<strong>cesar</strong>ios para<br />

el despacho de las diligencias de la oficina y, más bien, adquieren valor como testimonio,<br />

Útil por motivos de estudio. Como consecuencia, los documentos son cedidos por la<br />

oficina o la entidad que los ha producido a un instituto encargado de conservarlos como<br />

bienes culturales; esto es, al "archivo histórico" o simplemente "archivo" sin otros<br />

añadidos,<br />

1. En L'Archivi e la ricercn. Roma: Archívio di Stato - Scuola di Archivistica, Paleografia e Diplomatica,<br />

1984. Catáiogo de La muestra didactica permanente, parte 1, p. 12-13. Segunda edici6n. Traducci6n <strong>del</strong><br />

italiano por Carlas Gatti Murriel (Lima-Perú), publicada en el Bderín de Iu Asociación Peruunu de<br />

Archiveros. Lima: May. 1986. NQ 3, p. 59-61.<br />

15


En Italia, el plazo actualmente establecido para este pasaje, que en lenguaje técnico<br />

se llama "transferencia", es de cuarenta años desde el momento en el que los documentos<br />

no sirven más para la gestión de las diligencias en la oficina que 10s ha producido.<br />

Ei instituto encargado de conservar los documentos producidos por las oficinas<br />

estatales se llama "Archivo <strong>del</strong> Estado", mientras los documentos generados por las<br />

oficinas de la región, de la provincia, <strong>del</strong> distrito o de otra entidad son integradas, siempre<br />

después de cuarenta años, desde el momento en el cual no sirven más a la oficina, al<br />

archivo histórico respectivo.<br />

La transferencia al Archivo <strong>del</strong> Estado o al archivo histórico de la entidad no es,<br />

sin embargo, integral, porque sería imposible conservar todos los documentos creados<br />

por todas las oficinas, a causa <strong>del</strong> espacio que ellos ocuparían. Por consiguiente, es<br />

ne<strong>cesar</strong>io, desgraciadamente, hacer una selección entre los documentos que se consideran<br />

más Útiles, y que son conservados, y aquellos que se consideran menas Útiles (no<br />

"inútiles", porque hablar de documentos inútiles seria un contrasentido) y que son<br />

destruidos o, como se dice en el lenguaje archivistico, "descartados". Naturalmente esta<br />

selección, fruto de un compromiso, no es de ningún modo fácil, en cuanto se trata de<br />

establecer hoy qué servirá en un futuro lejano. Los errores de evaluación son no s6io<br />

posibles, sino verdaderamente frecuentes, tanto que nosotros deploramos con amargura<br />

la destrucción, efectuada en los siglos pasados, de documentas entonces considerados<br />

"inútiles" -y justamente, según el patrón vigente en el momento cuando se hizo la<br />

selección- y que hoy, por el contrario, serían preciosos para nosotros.<br />

Puesto que el archivo, como hemos dicho, está constituido por documentos surgidos<br />

en el curso <strong>del</strong> desarrollo de una actividad práctica, jurídica, administrativa y creados con<br />

este Único fin, ellos tienen un carácter de autenticidad, de verdad, de imparcialidad, que<br />

no tendrían si hubiera sido producido para el fin específico de transmitir noticias a la<br />

posteridad, acaso modificándolas o embelleciéndolas, como sucede a menudo con una<br />

narración o una crónica, las cuales no constituyen documentos de archivo. Además,<br />

puesto que cada documento ha sido emitido en el curso de un procedimiento administra-<br />

tivo y en el marco de las competencias generales de la oficina oel ente al cual pertenece,<br />

él constituye el eslabón de una cadena y existe en cuanto existen todos los otros<br />

documentos de la misma oficina o entidad, el uno ligado al otro, desde el origen, por una<br />

conexión determinada por el modo mismo de funcionar de la oficina o entidad.<br />

El archivo, por eso, no es una simple suma de documentas, sino un conjunto<br />

orgánico, en el cual cada documento está condicionado por todos los otros y condiciona<br />

a su vez a todos los demás, en una serie de relaciones recíprocas.<br />

16


El archivo está constituido por dos elementos: el conjunto de los documentos y el<br />

conjunto de las relaciones que median entre los documentos; así como un monumento<br />

está constituido no sólo por piedras o por cal, sino también por el modo en el cual aquellas<br />

piedras están dispuestas, sobre la base <strong>del</strong> proyecto concebido y realizado por su autor.<br />

Un documento, aisladamente considerado o sacado <strong>del</strong> contexto al cual pertenece,<br />

pierde gran parte de su valor científico (de aquí la dificultad de hacer evidente en una<br />

muestra, formada ne<strong>cesar</strong>iamente por documentos singulares, la naturaleza de un archi-<br />

vo); asimismo, muy poco valor científico (aun cuando pudiera tener valor venal) posee<br />

una cblección de documentos aisladamente considerados, y reunidos sobre la base de<br />

motivos de mera curiosidad @or ejemplo, una colección de autógrafos); mientras aquello<br />

que tiene importancia es el complejo, el conjunto, dispuesto desde el origen según un<br />

orden que deriva <strong>del</strong> modo de funcionar de la oficina que lo ha producido, y quesolamente<br />

en aquel orden constituye un "archivo".<br />

Desgraciadamente estos conceptos, ahora unánimemente acogidos, han tardado<br />

mucho en afirmarse y, en consecuencia, en el pasado se han causado daños irreparables<br />

a los archivos, a través de la formación de colecciones y misceláneas, y de ordenamientos<br />

arbitrarios @or materia, por fecha, etc.) que han destruido los fondos originarios.<br />

Es ne<strong>cesar</strong>io un complejo y difícil estudio para conocer las competencias, la<br />

estructura interna, la praxis administrativa, el modo de funcionar de las administraciones<br />

que en los siglos pasados han producido los papeles y la continua evolución de aquellas<br />

competencias, estructuras, praxis administrativas. Aquel estudio es, empero, el Único<br />

medio para conocer cuál era, en consecuencia, la disposición originaria, momento a<br />

momento, de los documentos.<br />

Tarea <strong>del</strong> archivero es precisamente el estudio de la historia interna de la adminis-<br />

tración y, a partir de ello, la reconstrucción <strong>del</strong> orden originario <strong>del</strong> conjunto de los<br />

documentos, que de tal modo vuelven a vivir (no tendría sentido disponer los documentos<br />

<strong>del</strong> archivo en cualquier otro orden; sería como disponer las piedras <strong>del</strong> Coliseo de tal<br />

modo que formen una fila o un cubo o UM pirámide; así como un arqudlogo reconstruye,<br />

recomponiendo los fragmentos, un monumento o un objeto de las épocas más antiguas.<br />

Entre todos los bienes culturales el archivo puede ser comparado con el monumento o el<br />

bien arqueológico, mientras que es completamente diverso y antitético respecto a todos<br />

los tipos de colección o reunión (biblioteca, pinacoteca, etc.).<br />

En un archivo no existen "catálogos" ("catalogar" los documentos equivaldría a<br />

destruir el archivo, porque significaría considerar a los documentos uno a uno antes que<br />

en su totalidad y en sus relaciones recíprocas), sino "inventarios", es decir, estudios<br />

17


hist6rico-jurídico-administrativcs sobre la institución que ha producido los documentos,<br />

con la consiguiente indicación <strong>del</strong> orden en el cual los documentos estaban dispuestos en<br />

el momento de su nacimiento y al cual han sido luego llevados de nuevo por los archiveros<br />

como conclusión <strong>del</strong> trabajo mencionado.<br />

“Sobre la puerta de cada archivo debierafjarse esta hcripcidn: Garantía<br />

<strong>del</strong> Derecho y Fuente de la Historia.”<br />

18<br />

Tulio Febres Cordero


ARCHIVOS: BREVE INFORMACIÓN<br />

SOBRE SU HISTORIA'<br />

José Pedro Esposel<br />

En algún punto, dentro de nosotros, vive un espíritu amigo, encargado de proteger-<br />

nos de la vanagloria. Al ingresar en esta Casa de la Cultura, casi sesquicentenaria, mucho<br />

nos vale este buen sentido interior al recordarnos el sentido verdadero de la distinción de<br />

que somos objeto: un gentil cumplimiento de esta ciencia magna, la Historia, para una de<br />

sus más j6venes auxiliares, la Archivología. Porque si los archivos de Ebla, en la<br />

Mesopotamia, descubiertos recientemente por los arqueólogos italianos, datan de cuatro<br />

mil años o más, la moderna Archivología es ciencia de menos de dos siglos, nacida de la<br />

Revolución Francesa, hija de los ideales democráticos, cuya propuesta ha sido dejar en<br />

las manos de los pueblos tesoros antes escondidos.<br />

En la clase inaugural <strong>del</strong> Curso de Graduación en Archivologia de la Universidad<br />

Federal Fluminense, dada en marzo de 1979, en Niterói, el profesor Vicente Sobrino Porto<br />

enseñaba que en el inicio de las civilizaciones el archivo no era otra cosa sino la memoria<br />

de los hombres. Más que la imprecisión de los registros no escritos (testimonios, leyendas,<br />

mitos, arte, objetos de cultura) para la reconstitución objetiva de los hechos, nos importa<br />

resaltar aquí la cuestión de su propiedad. Y, en este sentido, la tarea que se impone la<br />

Archivología contemporánea es devolver a la sociedad la plenitud de uso y posesión de<br />

todo aquello en que se contiene su pasado. Una preocupación ampliamente repartida por<br />

todas las demás actividades humanas vinculadas a la comunicación transtemporal y que<br />

confluyen en la gran síntesis de la Historia.<br />

Los problemas son aún ilimitados. Ahora mismo, al sepultar en lugares desérticos<br />

1. Discurso leído por el autor en su incorporación como socio honorario <strong>del</strong> Instituto Histórico y Geográfico<br />

Brasileño, el 25 de noviembrede 1981. Traducido<strong>del</strong> portugués por Eliseoe Inés Salvatierra (Lima-Perú).<br />

19


esiduos nucleares cuya radiación permanecerá peligrosa por diez mil años, el Gobierno<br />

de los Estados Unidos investiga cómo mantener informadas a las ciento veinte genera-<br />

ciones futuras <strong>del</strong> riesgo encerrado en estos depósitos. Los estudios realizados para la<br />

Humun ínterference Tusk Force atestiguan con desaliento que ninguna técnica moderna<br />

asegura la durabilidad <strong>del</strong> soporte físico, ni la legibilidad de cualquier signo, por tan gran<br />

lapso de tiempo. El mensaje de muerte en la basura de nuestros reactores atómicos es más<br />

durable que el más noble papel, que la más rígida piedra, que los registros de nuestra<br />

mejor sabiduría y que nuestros más hermosos sueños.<br />

Aunque nos ha castado mucho avanzar de la tabla de arcilla a la cinta magnética<br />

de los computadores, el enigma de los residuos atómicos nos impone un reconocimiento<br />

de modestia. Los imperios mueren de prisa y sus motivaciones se van con ellos. Sus obras,<br />

como las pirámides, pueden resistir mucho más y, aun así, desaparecen. Sobreviven las<br />

etimologías perdidas de las palabras, la matriz lejana de las costumbres, un casi nada<br />

esencial de memoria. Y esto nos hace volver a la cuestión de la posesión de los<br />

documentos: hacerlos públicos, incluir la savia que de ellos se extrae en la conciencia de<br />

los hombres, significa apenas permitir que la experiencia pasada influya en la vida<br />

contemporánea; es también la manera más lúcida de hacerlos trascender a la más perfecta<br />

técnica de conseNaC16n.<br />

Con su filosofía abierta, pues, a la participación y a la trascendencia, la moderna<br />

Archivologia se ha distinguido o redefinido en sucesivos partos epistemológicos de la<br />

elaboración misma de los documentos (sean ellos políticos, diplomáticos, científicos) y<br />

de la Informática y de su soporte cibemético. En el proceso de esa especialización, no<br />

está de más insistir en la importancia de la decisión histórica que coincidió con el<br />

Romanticismo o la impetuasa ofensiva de los historiadores <strong>del</strong> siglo XIX. Cupo a ellos,<br />

como acentúa Robert-Henri Bautier en su comunicación al VI Congreso Internacional de<br />

Archivos (Madrid, setiembre de 1968), "poner fin a los archivos definidos como el arsenal<br />

de armas jurídicas y políticas, para que ellos se tornasen, por el contrario, en laboratorios<br />

de investigaciones históricas".<br />

Investigar el pasado de los archivos es, ya se ve, auscultar un elemento revelador<br />

<strong>del</strong> propio movimiento de la Historia, desde los palacios de la antigüedad hasta las salas<br />

refrigeradas en que los cañones electrónicos disparan birs de información sobre la pantalla<br />

de las telas de video. Periodificar la historia de los archivos no es más fácil ni más dificil<br />

que periodificar cualquier otro relato particular en el cuadro de la gran Historia General<br />

de la aventura humana. Es imposible hacerlo con precisi6n;mas es ne<strong>cesar</strong>io hacerlo de<br />

alguna forma, por imposición <strong>del</strong> método, para que podamos abarcar el todo.<br />

20


Correspondiendo en líneas generales a la Antigüedad, tenemos la era de los archivos<br />

en palacios y templos. De los siglas XII al XVI de la era cristiana, el período de los<br />

registros o Trésur des charfes, en la cual reyes, príncipes, señores feudales y jerarcas de<br />

la Iglesia guardaban, al lado de otros tesoros, los títulos que legitimaban sus tierras y<br />

derechos. Dei siglo XVI al inicio <strong>del</strong> siglo XIX, el apogeo de los archivos de Estado,<br />

considerados como instrumentos de poder de los monarcas absolutos, de las déspotas<br />

esclarecidos, de los jacobinos revolucionarios de Francia y <strong>del</strong> imperio napoieónico.<br />

Todas estas etapas pueden, entretanto, ser consideradas precientíficas ante la propuesta<br />

de la Archivología moderna, empeñada en colocar los archivos a disposición de la<br />

comunidad, como auténticos laboratorios de Historia, después de que cumplieran sus<br />

primeras funciones junto a las administraciones.<br />

Así, podemos iniciar la historia de los archivos por las tablas de arcilla, madera y<br />

marfil encontradas en excavaciones en la Mesopotamia y dispuestas algunas veces en<br />

escondrijos, como en el quinto cuarto <strong>del</strong> Templo de Nabú, en Khorsabad, y otras veces<br />

lado a lado o apiladas en estantes de madera o banquetas de ladrillos o de arcilla,<br />

eventualmente cubiertas de asfalto. Ora arrumadas en canastas, compartimientos de<br />

cerámica o cajas de madera, con rótulos, indicando por fuera la naturaleza <strong>del</strong> contenido,<br />

como se constató en el Palacio de Minos o en el sitio de Pilos, o aun colgadas en vigas<br />

como parece ser el caso de las tablas perforadas de Nimrud.<br />

Los archivos de Ebla, a sesenta kilometros al sur de Alepo, en Siria, constituyen un<br />

magnífico ejemplo de esa era: sus 2,500 placas o fragmentos estaban dispuestos en dos<br />

cámaras, la menor de las cuales contenía mil placas que aparecieron en las excavaciones<br />

entre pedazos <strong>del</strong> edificio desmoronado. Las placas <strong>del</strong> lote mayor apilábanse en orden<br />

en el suelo, aparentemente registradas después <strong>del</strong> incendio de las anaqueles de madera.<br />

Las inscripciones son en sumerio y en eblaíta, idioma semita emparentado con las lenguas<br />

modernas <strong>del</strong> grupo cananeo, como el fenicio. Además de los relatos sobre comercio,<br />

indicaciones lingüísticas para traducción y pronunciación de palabras sumerias, se<br />

encontraron trabajos de estudiantes, documentos administrativos, jurídicos, diplomáticos<br />

y textos literarios. Entre estos un fragmento de la saga de Gilgamesh, el héroe asirio que<br />

buscaba la inmortalidad.<br />

El seguimiento nos lleva, inevitablemente, <strong>del</strong> Asia Menor a Egipto, cuya inmensa<br />

burocracia se empleaba más en explorar el país como dominio <strong>del</strong> faraón que en<br />

gobernarlo como nación en el sentido común <strong>del</strong> término. Los documentos eran herra-<br />

mientas de trabajo para eso6 burócratas y ellos los producían competentemente durante<br />

siglos, utilizando sobre todo el papiro. Para obtenerlo, prensaban y secaban una contra la<br />

otra dos capas de hojas de la planta, dispuestas en el sentido perpendicular de sus venas.<br />

21


Un material práctico, mas no tan durable cuanto desearían los egiptólogos de nuestros<br />

días, perplejos <strong>del</strong>ante de los muchos enigmas de la civilización que prosperó a lo largo<br />

<strong>del</strong> Nilo. El papiro, que los egipcios legarían a los griegos, no fue el único material<br />

empleado para el registro de la vida política, administrativa, económica y social <strong>del</strong><br />

imperio de los faraones. Las leyes que se destinaban a consulta frecuente, como el diario<br />

oficial de las campañas de Thutmosis 111, fueron grabadas en cuero de animales. Cascos<br />

de cerámica servían a las anotaciones efímeras y las tablas de arcilla con caracteres<br />

cuneiformes y lenguaje estructurado a la manera babilónica parecen haber constituido<br />

instrumento de comunicación corriente en tiempo de Amenofis 111 y IV, entre 1408 y<br />

1354 antes de Cristo.<br />

Guardados en cofres o vasos, los rollos de papiro se identificaban por los escritos<br />

sumarios en el verso, de modo a aparecer enrollados, o por la descripción <strong>del</strong> contenido<br />

en pequeñas tiras sobrepuestas. Llegó a nuestros días la lista cuidadosamente preparada<br />

por un archivista de la vigésima dinastía sobre el contenido de dos vasos donde se<br />

guardaban procesos sobre robos cometidos en cementerios de Tebas y la persecución de<br />

los ladrones.<br />

Una lección oportuna que se extrae <strong>del</strong> estudio de la documentación de ese período<br />

se relaciona, sin duda, a la inconveniencia de las administraciones excesivamente buro-<br />

cráticas y centralizadas. En el Papirus Judicial de Turín se lee al respecto de una<br />

conspiración ocurrida en el templo de Ramsés 111, de 1198 a 1167 antes de Cristo, cuando<br />

la reina Tiji intentó deponer al marido y llevar al trono a su hijo. Una corte especial fue<br />

creada para juzgarla y a los demás conspiradores dentro y fuera <strong>del</strong> harén. De ese tribunal<br />

participaban dos archivistas, Mai y Peremhab; ocurre que en el curso <strong>del</strong> juzgamiento,<br />

algunas de las reales esposas, puestas bajo cuidado militar, sobornaron al oficial de<br />

infantería y al capitán de la policía encargados de la custodia, visitaron la casa de das<br />

jueces y se divirtieron con ellos. Uno de los visitados fue justamente el infeliz archivista<br />

Mai, que por eso perdió el empleo, la nariz y las dos orejas. El hecho por cierto escapa al<br />

interés mayor de la historia formal, mas sobre ilustrar la importancia de los funcionarios<br />

encargados de la organización de archivos en el cuadro de la burocracia egipcia,<br />

permanentemente nos recuerda cuán similar es a sí misma la naturaleza humana.<br />

Un viaje relativamente corto por el Mediterráneo n a lleva a Grecia. La civilización<br />

que allí comenzó a prosperar a la altura <strong>del</strong> siglo X antes de Cristo, extendida sobre el<br />

Mar Egeo, nos legó la propia denominación archivo, de arkhé, los antiguos, y valorizó la<br />

institución al punto de que Aristóteles la consideraba indispensable en un estado-mo<strong>del</strong>o.<br />

Las ciudades griegas mantenían registros de interés público y particular, desde nacimientos<br />

hasta derechos de propiedad, ampliando la primitiva ocupación <strong>del</strong> nmemon, memo-<br />

22


izador que, antes <strong>del</strong> uso extensivo de la escritura, se encargaba de testificar y retener<br />

detalles de cada transacción hecha en su presencia, a fin de comprobarla en juicio o fuera<br />

de él. La combinación de métodos archivísticos y notariales fue exportada a todas las<br />

colonias griegas e iría a influir, a través de las instituciones romanas, en toda la cultura<br />

occidental.<br />

Los archivos públicos griegos comenzaron a formarse junto a los templos de las<br />

ciudades y colonias con la publicación de leyes, contratos y acuerdos diplomáticos,<br />

proverbios de oráculos y otros temas expuestos a la lectura de los ciudadanos. En Atenas,<br />

en principio, cada magistratura poseía su archivo, conservado en el urkheon, mientras<br />

que los registros documentales <strong>del</strong> areópago eran guardados en el templo de Minerva.<br />

Más tarde, el archivo público pasó a ser preservado en una de las edificaciones <strong>del</strong> ágora,<br />

el Viejo Boukutérion, donde también se instalaría, en la primera mitad <strong>del</strong> siglo IV antes<br />

de Cristo, el Métroon, templo de Cibeles. Cupo a esa diosa desempeñar, en relaci6n al<br />

archivo nacional, una misión protectora similar a la que Palas Atenea desempeñaba en el<br />

Partenón como guarda de los tesoros <strong>del</strong> Estado: velaba por la conservación de las<br />

<strong>del</strong>iberaciones <strong>del</strong> rurboulé, el consejo municipal, <strong>del</strong> démos, la asamblea, en uutdgrufos,<br />

originales, y unffgrufos, copias; de las actas judiciales de interés público; de las cuentas<br />

<strong>del</strong> gobierno; de las listas de efebos, alumnos de la academia militar; de los ejemplares<br />

oficiales de las obras de los grandes trágicos.<br />

Había otros archivos en Atenas además de éste, pero por el hecho de estar guardados<br />

en el métroon, los documentos adquirían fe pública y a ellos recurrían los ciudadanos en<br />

busca de copias de su interés. Los escribanos, hypogrammatéi obedecían a la orientación<br />

de inspectores, grummatéi, y tenían a su servicio a los demosioi, esclavos públicos<br />

calificados. Un untigrupheus se encargaba de inscribir en piedra ciertos registros. Un<br />

nuevo edificio, el niénoon helénico, fue levantado al fin <strong>del</strong> siglo 11 antes de Cristo: tenía<br />

cuatro divisiones, una destinada a la residencia oficial, al norte, dos a los documentos y<br />

la cuarta, situada entre éstas, al santuario de Cibeles, con su estatua esculpida por<br />

Agorácrito, discípulo de Fidias.<br />

La primera etapa de los archivos, aquellos que llamamos de Antigüedad Occidental,<br />

se cerraría en Roma. Allá, los documentos públicos era expuestos inicialmente en tabulue<br />

publicue en los edificios <strong>del</strong> Capitolio, destruidos en el primer período imperial por un<br />

gran incendio. Los magistrados guardaban sus anotaciones, conientarii, en archivos<br />

privados en las residencias, el tublinium. Los comentar¿¿ de los sacerdotes, tratando de<br />

asuntos religiosos, se conservaban en los templos y, en muchos casos, irían a dar origen<br />

a los archivos públicos.<br />

23


En 510 antes de Cristo, al instituirse la República se estableció en el almacén <strong>del</strong><br />

templo de Saturno el Aeruriurn, donde se guardaban, al lado <strong>del</strong> tesoro público, los<br />

documentos oficiales, desde las leyes hasta, las consultas hechas al Senado. En 78 antes<br />

de Cristo fue levantado el Tubularium, nuevo archivo oficial cuyas ruinas están en el<br />

sector Este al Monte Capitolio, en Roma. Allí, hasta el incendio <strong>del</strong> 70 después <strong>del</strong><br />

nacimiento de Cristo, una curiosa estructuraadministrativa constituida por esclavas, servi<br />

pirbiici, y hombres libres, uppuruures, cuidaba <strong>del</strong> orden cronológico de los documentos,<br />

bajo el dudoso control de los escribas y cuestores (en el tiempo de Augusto) o de los<br />

prefectos (en la época imperial), funcionarios de más alta jerarquía.<br />

Los Censores mantenían su archivo en el urrium libertutis, cerca <strong>del</strong> Foro. Por toda<br />

parte instituciones oficiales poseían sus mbuhrii; en el palacio imperial se estableció la<br />

scriniu o srarariu, bajo la supervisión <strong>del</strong> mugister ufiiurum. Se podía escoger: Julio<br />

César y Augusto, por ejemplo, preferirán depositar sus testamentos en el templo de Vesta,<br />

bajo la custodia de las vírgenes vestales. Y mucha cosa reservada se quedaba en el<br />

secretarium <strong>del</strong> palacio imperial, bajo la custodia de los funcionarios de confianza, cuyo<br />

oficio de guardar secretos dio origen a la hoy tan laboriosa categoría de los secretarios y<br />

las secretarias.<br />

Los cumentarii de los magistrados, tan luego obtuvieran caracter público, en el final<br />

de la República, pasarán a ser depositados en archivos relativamente abiertos a la consulta<br />

y eran guardados en orden alfabético, tales como los cumenturiiprincipis imperiales. A<br />

las partes interesadas se entregaban copias autenticadas de los cumenrurih A partir <strong>del</strong><br />

imperio, el depósito de las leyes y resoluciones en el archivo, ne<strong>cesar</strong>io a su promulgación,<br />

fue sustituido por la inscripción en los registros, lo que tendría influencia bajo los<br />

procedimientos de la cancillería <strong>del</strong> Vaticano a 10 largo de toda la Edad Media.<br />

Notable, en el caso de las institucionesromanas, es que estuvieran lejos de preservar<br />

y perfeccionar un sistema de archivo central equivalente al de las ciudades griegas. Si<br />

pareció ser ésta la intención de la República cuando encargó el cónsul Quintus Lutatius<br />

Catulus construir el Tubularium con sus dos pisos de arcos, la idea no prosperó en el<br />

imperio, que prefirió mantener los principales documentos diseminados en diferentes<br />

lugares. La diseminación se acentuó cuando el Imperio fue dividido en dos, el de<br />

Occidente y el de Oriente, y el gobierno occidental se tornó migratorio. Cuando Teodosio<br />

encomendó una comisión para recopilar un código de leyes romanas, sus miembros<br />

tuvieron que recurrir a los archivos provinciales y a varias fuentes privadas. Esos archivos<br />

provinciales han ofrecido el mo<strong>del</strong>o para la conservación de documentos por la Iglesia<br />

Católica, un evento importante en el resguardo de la continuidad histórica de la civiliza-<br />

ción occidental.<br />

24


La desorganización <strong>del</strong> estado romano hizo que se transfiriese a las instituciones<br />

locales <strong>del</strong> vasto imperio el encargo de guardar los documentos y prestar fe pública.<br />

Notarios y defensoresplebis fueron asumiendo los encargos de los antiguos magistrados<br />

y los privilegios de los exceptores y de los rabularii de las gesta municipalia. Poco<br />

quedaría de los documentos imperiales o de los grandes feudos, y menos todavía de los<br />

actos privados, excepto lo que se pone bajo el cuidado de las iglesias y monasterios. El<br />

archivo pontificio, scrinium eccksiue romanae, data <strong>del</strong> siglo IV, cuando Dámaso 1 lo<br />

hizo instalar en la Basílica de San Lorenzo, en la región de Prasina, cerca de las ruinas<br />

<strong>del</strong> Teatro de Pompeya. En 649, fue transferido a la residencia <strong>del</strong> Papa, en Letrán.<br />

Documentos vitales para la Iglesia pasarán a ser guardados, en los siglos siguientes, en<br />

subterráneos y en diferentes locales, considerados más seguros para protegerlos de la<br />

constante agitación política y de las efectos de violencia de la época. Al reordenar, junto<br />

con la Cancillería Apostólica, los archivos de la Santa Fe, Inocencio III, al final <strong>del</strong> siglo<br />

XII y comienzos <strong>del</strong> siglo XJII, inició la serie de registros pontificios que llegarán hasta<br />

nuestro tiempo. Los archivos secretos <strong>del</strong> Vaticano se originan de la biblioteca secreta<br />

de Sixto IV (1471-1484), en la que Paulo V, en 1612, hizo juntar los documentos aún más<br />

antiguos que se habían depositado en la fortaleza de Sant’ Angelo y el entonces reciente<br />

material de la nueva Cámara Apostólica.<br />

Contemporáneo de Inocencio IIi, Juan Sin Tierra, comenzó a hacer inscribir en<br />

rollas los actos administrativos expedidos por su cancillería, inicio de una práctica que<br />

pronto se diseminó: Nápoles la adoptó, bajo el reinado de Federico II; lo mismo hicieron<br />

las condes de Toulouse y de Champagne, los reinos de Aragón, de Castilla, de Portugal.<br />

Las ciudades-emporio <strong>del</strong> Mediterráneo y <strong>del</strong> norte de Europa, ya al final <strong>del</strong> siglo XDI,<br />

cuidaban de guardar no solamente sus títulos de propiedad y privilegios, sino también las<br />

<strong>del</strong>iberaciones de los consejos municipales, de otros órganos administrativos y hasta la<br />

correspondencia. Luego se juntaron a estos papeles contratos de particulares que así<br />

buscaban salvaguardarlos, lo que restablecía la institución romana de las gesta mimici-<br />

palia.<br />

Entramos en la era de los registros. Poco a poco, con el desarrollo de los poderes<br />

de la autoridad central y la diferenciación de los órganos administrativos, se forman<br />

verdaderos depósitos de documentos juntoa las principales cortes soberanas. En los siglos<br />

XN y XV diferentes reparticiones cuidan de mantener archivos propios, incluyendo toda<br />

suerte de papeles y hasta minutas de contratos y cartas. En 1345, Pedro el Ceremonioso<br />

nombra un archivista para cuidar los documentos de Barcelona. Juana 1 hará lo mismo en<br />

Nápoles y Gerardo de Montaigu realizará el primer inventario <strong>del</strong> tesoro documental de<br />

Carlos V, conteniendo 14,000 piezas. Las convenciones internacionales, ya en el siglo<br />

XN, comienzan a disponer sobre la suerte de los títulos de posesión de territorios, tanto<br />

25


cuanto <strong>del</strong> propio terreno disputado. Por esa época, los archivos notariales, que resguar-<br />

daban derechos privados por toda Europa, adquirieron tal importancia que pasaron a ser<br />

considerados propiedad inalienable, sólo posible de transferencia de un notario a otm,<br />

preservándose a los herederos el derecho de cobrar las ventajas sobre los actos adminis-<br />

trativos practicados por el sustituto.<br />

Lm primeros archivos de Estado nacen en el siglo XVI. La historia de los archivos<br />

no se desliga, en momento alguno, de la historia general y política; nada hay de<br />

sorprendente que la primacía recaiga, ahí, en los reinos ibéricos y, en particular, en España<br />

que, en 1580, incorporaría Portugal. En 1543, Carlos V escogió el castillo de Simancas<br />

como sede <strong>del</strong> Archivo General de Castilla. Los Felipes, que se siguieron en el trono<br />

español, dedicarían buena parte de sus esfuerzos a la doble tarea de expandir el reino y<br />

de juntar papeles. Por medio de ellos, Felipe 11 de España (y 1 de Portugal), como dice su<br />

historiógrafo Cabrera, "manejaba el mundo sin salir <strong>del</strong> trono". En 1567, él hizo recoger<br />

por toda España instrucciones, memoriales, cartas y otros títulos públicos para juntarlos.<br />

El archivo de Simancas recibió en 1583 un reglamento de extrema rigidez en cuanto a la<br />

guarda de tales documentos, copiando y tornando más explícitos los dispositivos que<br />

regían la Torre do Tonzbo, en Portugal.<br />

Las normas filipinas determinaban, por ejemplo, que los actos <strong>del</strong> Estado y los<br />

relativos al Patronato y al patrimonio regio fuesen guardados en la cuba, la torre <strong>del</strong><br />

castillo, protegidos <strong>del</strong> fuego. Mandaba copiar los libros más importantes, ordenaba la<br />

preparación de un índice de los derechos de la Corona, un libro de inventaria, una<br />

relación de cosas memorables o curiosas. Atribuía al archivista poderes para confiscar<br />

actos oficiales que estuviesen en la posesión de cualquier ministro, por el fallecimiento<br />

de éste, disponía sobre la conservación de los papeles y prohibía encender fuegoo instalar<br />

lamparines en el lugar <strong>del</strong> archivo.<br />

En 1578, se instala en Inglaterra la State PupersOffice para depósito de documentos<br />

de la Secretaría de Estado. En 1569, concéntrase en Fiorencia un gran archivo público.<br />

Como parte de la reforma administrativa de los estados germánicos, se comienza, por esa<br />

época, a organizar los documentos en procesos relacionados a un mismo asunto, dispues-<br />

tos en orden cronológico. El paso siguiente será dado en el siglo XVIII, con la creación<br />

de los archivos de la Casa de Saboya, en Turín; de Rusia, bajo Pedro el Grande en 1720,<br />

y de la Monarquía de los Habsburgos, en Viena, por orden de la emperatriz María Teresa,<br />

en 1749. Este Último sirvióde mo<strong>del</strong>o a otrm acervos importantes, Como los de Buda en<br />

Hungría, de Milán, de Bruselas, de Varsovia, de Venecia, de Florencia. El siglo de las<br />

luces fue también el siglo de los archivos-arsenales. Mas la característica central <strong>del</strong><br />

período fue la valorización de los acervos documentales como instrumentos de poder,<br />

26


epitonos jurídicos y de información puestos al servicio de los Estados. Esta es la<br />

motivación verdadera de la política concentradora que se extendería hasta el imperio de<br />

Napoleón, según la máxima de que "un buen archivista es más ne<strong>cesar</strong>io al Estado que<br />

un buen general de artillería". Los archivos constituían los pañoles de los publicistas y<br />

djplomáticos, estos guerreros sin armas, en permanente campaña para hacer conquistas<br />

sin guerra, si posible, y vencerlas, si ne<strong>cesar</strong>io, tornando la victoria sólida y compensa-<br />

dora.<br />

Nada más razonable que proteger los archivos de los enemigos y movilizarlos,<br />

como se hace con los ejércitos, cuando se avecinan tiempos difíciles. Así, los húngaros<br />

retiraron sus archivos por el Danubio, en una chalana (que desgraciadamente se hundió),<br />

después de la derrota de Mohacs, ya en 1526, y fueron los pioneros de una política de<br />

seguridad aplicada en todas partes a los acervos de documentos. Igualmente, no se puede<br />

dejar de establecer relación entre la iniciativa de reunir en Sevilla, en 1781, toda la<br />

documentación relativa a los derechos españoles sobre sus posesiones en ultramar, y la<br />

creciente contestación de las demás potencias, en particular de Inglaterra, a esos mismos<br />

derechos.<br />

Durante la Revolución Francesa se proclamó un principio fundamental y revolu-<br />

cionario que sólo algunas décadas después ganaría consecuencia: el de que los archivos,<br />

propiedad de la nación, deberían ser puestos a disposición de todos los ciudadanos. El<br />

régimen revolucionario cuidó aún de racionalizar la política archivística nacional, insti-<br />

tuyendo, más allá de los archivos nacionales de París, otros en cada departamento y en<br />

cada comuna de Francia. El episodio napole6nico contribuyó para confundir tanto la<br />

directriz cuanto el criterio de organización de esta red archivística de modo que, aún en<br />

1936, cuidaba el Gobierno francés de transferir documentos de los ministerios para los<br />

archivos nacionales. De cualquier forma la centralización de papeles crearía, por todas<br />

partes, tales problemas de indización y recuperación de datos que ni aun la Revolución<br />

Soviética, en 1917, osó completarla. Y la disponibilidad de recursos técnicos para la<br />

operación racional de tales acervos gigantescos es cosa de nuestros días.<br />

La fase de los archivos nacionales tuvo, entre tanto, gran importancia por permitir<br />

la recogida y la organización de los documentos que servirían de materia prima para la<br />

constitución de la moderna Archivología, cuyos principios se contienen en el Decreto <strong>del</strong><br />

24 de junio de 1794 de la Asamblea Nacional Francesa, Artículo 37: "Todo ciudadano<br />

tiene el derecho de pedir, en cada depásito, ... la exhibición de los documentos allí<br />

contenidos". Se trata de hacer asequible esa determinación, que envuelve problemas<br />

mucho más allá de 10 que pensaban los diputados al redactarla.<br />

27


El movimiento de interés por la Historia que se observa a mediados <strong>del</strong> siglo XiX<br />

-y que la pujanza de este Instituto comprueba que en nada se ha enfriad- desempeña un<br />

papel notable en el nacimiento de la moderna Archivología. Pero, fuera, de lo que<br />

concierne directamente al interés de los historiadores, otras tareas serán atribuidas a los<br />

archivos contemporáneos: sirven ellos como instrumento esencial a las actividades <strong>del</strong><br />

Estado moderno, sobre todo las de planeamiento; apoyan UM infinidad de áreas de<br />

investigación en todos los campos científicos, ya sea permitiendo nuevas síntesis, ya sea<br />

ahorrando el esfuetzo de rehacer caminos ya recorridos; buscan una extensión dinámica<br />

hasta las primeras clases escolares, despertandoel interés por la documentación, el sentido<br />

histórico de la cultura, la conciencia <strong>del</strong> ser-nacional y <strong>del</strong> ser-humano.<br />

Ciertamente, los problemas no son tan sólo técnicos. Aunque los Archivas Secretos<br />

<strong>del</strong> Vaticano cumplen este año un siglo de apertura al conocimiento público, hay<br />

obstáculos por todas partes al acceso de los archivos. Obstáculos polítim, cuestiones de<br />

patentes, de seguridad, de propiedad de la Única mercadería que alguien puede vender,<br />

mas, una vez expuesta, a todos pertenece: la palabra. Pueden ser justificados los obstá-<br />

culos; por supuesto 10 son, en casos raros. Mas es una especie de deber profesional, tanto<br />

de los archivistas cuanto de los historiadores y de los hombres de ciencia, no mirarlos con<br />

simpatía. En el reino de la Utopía, en el que firmemente creemos, nada se esconderá de<br />

los ojos de todos.<br />

Bibliografla Consultada<br />

BAUTIER, Robert-Henri. Les archives. in: Encyclopedie de la P1eiade.L ’Histoire et ses<br />

méthodes. Bruges. 1961 p. 11204%<br />

La phase cruciale de I’histoire des archives: la constitution des dépBts d’archives<br />

et la naissance de I’archivistique (XVP debut du XIXp siecle). Archivum, Paris,<br />

Presses Universitaires de France, 18: 139-49,1970<br />

BRENNEKE, Adolf. Archivistica: contributo alla teoria ed alla storia <strong>archivistica</strong><br />

europa. Milano, Archivio <strong>del</strong>la Fondazione Italiana per la stona amnistrativa,<br />

1968.664 p<br />

CASANOVA, Eugenio, Archivistica. Torino, Bottega d’Erasmo, 1966,533 p.<br />

ECO, Umberto. Lixo nuclear ameaca as geraes futu~s.~or~ldo~rasiZ, Riide Janeiro,<br />

O1 novembro 1981, lQ caderno


FAVIER, Jean. Les archives. Paris, Presses Universitaires de France, 1965. 126 p.<br />

Arquivos, memória da humanidadeArquivo & Adm¿n¿stra@o. Rio de Janeiro,<br />

Associago das Arquivistas Brasileiras 7(1): 5-7, jan./abr. 1979<br />

LODOLINI, Elio.Gli archivi di tavolette di argilla nell'antico vicino oriente (3200 a. C.<br />

- 50 d. C. ). Rassegna degli archivi diStato. Roma, 36(3): 707-43, set./dez. 1976<br />

MA'ITW, Paolo, Ebla, descoberta na Sína umacidade de 4000 anos. O Correw da<br />

UNESCO, Rio de Janeiro, 5(4): 6-12, abr. 1977<br />

PORTO, Vicente Sobrino. Arquiv& na velha Roma. Arquivo & Adminktrapio. Rio de<br />

Janeiro, Associasi90 dos Arquivistas Brasileiros, 7(1): 23-7, jan./abr. 1979<br />

POSNER, Ernst. Archives in the Ancient World. Massachusetts, Harvard University<br />

Press, 1972.283 p.<br />

SANDRI, Leopido. La Storia degli archivi. Archivum, Paris, Presses Universitaires de<br />

France, 18:lOl-13,1970<br />

29


EL PROBLEMA FUNDAMENTAL DE LA ARCHIV~STICA:<br />

LA NATURALEZA Y EL ORDENAMIENTO<br />

DEL ARCHIVO'<br />

Elio Lodolini<br />

Sumarw:l. Premisa. 2. El archivo como sedimento documentario de una actividad<br />

administrativa. 3. Antttesis entre archivo y coleccidn, entre archivo y biblioteca. 4. El<br />

archivo como complejo orgánico. 5. El camino de los documentos: ¿cuándo nace el<br />

archivo? 6. Las fases de la vida de los documentos y la seleccibn. 7. El ordenamiento <strong>del</strong><br />

archivo. 8.Nuevaspreguntas y respuestas siempre válidas.<br />

1. Si se pregunta a cualquier persona qué es un archivo, ésta tendrá una idea más<br />

o menos vaga, asociada al concepto de "papeles viejos y p~lvoricntos'~ o, en el mejor de<br />

los casos, al de "alguna cosa similar a una biblioteca".<br />

Hasta aquí no habría nada de qué sorprenderse; pero uno comienza a sorprenderse,<br />

si en lugar de a cualquiera, se interpela a un hombre culto, en cuanto, en el noventa por<br />

ciento de los casos, también un hombre culto tiene <strong>del</strong> archivo una idea igualmente vaga<br />

e imprecisa.<br />

Y hay que maravillarse verdaderamente <strong>del</strong> escaso conocimiento general en temas<br />

de archivos, si se considera que sin el archivo, sin la "memoria", no existiría una sociedad<br />

organizada: es más, si queremos avanzar más, podemos decir que sin la memoria no<br />

existiría la vida, por lo menos como nosotros la conocemos.<br />

La memoria rige y gobierna cada acción, desde el DNA que conserva la memoria<br />

1. En IrurgiRevisto deArchivfsficu. Vitoria- Gasteiz: Servicio Central de Publicaaones <strong>del</strong> Gobierno Vasco,<br />

1988. NQ 1, p. 27- 61. Texto bilingüe euskera- castellano.<br />

30


genética de las células de cada ser viviente, al computador que hoy adoptamos cada vez<br />

con mayor frecuencia. Una cadena ininterrumpida une las formas primitivas de conservación<br />

y transmisión oral de la memoria y los primeros signos trazados por el hombre<br />

prehistórico sobre las paredes de las cavernas, a los diseños cada vez más perfeccionados<br />

y estilizados de los jeroglíficos egipcios y aztecas y de los ideogramas chinos, hasta la<br />

codificación, en fin, <strong>del</strong> signo gráfico, transformándose en el cuarto milenio antes de<br />

Cristo, en un símbolo, en código absolutamente separado de la representación <strong>del</strong> objeto<br />

a describir, y todavía en otras formas de código no gráfico, Como la disposición de las<br />

perforaciones en una ficha o de los impulsos magnéticos sobre un disco o sobre una cinta,<br />

'<br />

como el que he adoptado yo en el momento en el que escribía este texto.<br />

Memoria oral primero, memoria escrita con diseños o con códigos silábicos o<br />

alfabéticos después, y finalmente memoria registrada con formas no gráficas, constituyen<br />

las etapas de una evolución que se origina en la necesidad sentida por el hombre desde<br />

los albores de la civilización, de conservar y transmitir elementos esenciales para la vida<br />

<strong>del</strong> propio grupo social.<br />

Escritura y modos de conservación de aquello que se ha escrito, es decir archivos,<br />

se remontan por consiguiente a los albores de la historia de la humaiiidad. La escritura<br />

nace por una exigencia práctica, de gobierno y administración de la colectividad. En un<br />

segundo tiempo el hombre, disponiendo de este medio, lo utilizó también para expresar<br />

y transmitir opiniones, sentimientos, ideas; es decir, para escribir textos literarios. En otras<br />

palabras, nacieron primero los archivos y después las bibliotecas. Y de archivos ricos y<br />

bien organizados se dotaron los pueblos de los que nosotros hoy conocemos la historia,<br />

de aquellos <strong>del</strong> Cercano Oriente antiguo (cuyos archivos constituidos por documentos<br />

escritos sobre tablas de arcilla, se remontan al cuarto milenio antes de Cristo), de los<br />

Griegos, de los Romanos, y así hasta nuestros días.<br />

2. Para identificar el archivo podríamos dar definiciones más o menos elaboradas<br />

amo ya hemos hecho en otras ocasiones-, pero la constatación más simple y más<br />

inmediata es que el archivo constituye la natural sedimentación documental de una<br />

actividad práctica, jurídica, administrativa. Usamos la expresión "administrativa" en la<br />

acepción más amplia, que comprende cada una de las actividades posibles: administración<br />

de un Estado, de un ente, de una familia, de una empresa, y también administración<br />

judicial, financiera, militar, religiosa, escolar, etc2.<br />

2. Para más amplias referencias nos remitiremos a: Elio Loddini, Archivisticu Principi e problemi, 4'.<br />

ediaón, Miián, Franco Angeli, editor, 1987.<br />

31


El archivo nace naturalmente, involuntariamente, por el hecho mismo de la exis-<br />

tencia de una persona física o jurídica, un ente, una oficina, y el desarrollo de sus<br />

actividades normales. No se puede crear artificialmente un archivo, ni recoger juntos<br />

documentos que tienen diverso origen, concernientes a un asunto determinado, para<br />

formar un archivo.<br />

Señala Vicenta Cortés que "la formación de los archivos es un proceso natural, es<br />

decir que el destino de los documentos es el que marca su origen. De manera que no son<br />

producto de la reunión erudita, la colecta programada ni la acumulación caprichosa de<br />

doc~mentos"~.<br />

Y Antonia Heredia, al definir el archivo, precisa "que el archivo no es resultado de<br />

un acto voluntarioo caprichm de alguien. Para que exista un archivo es preciso que haya<br />

una institución con una función, con UMS actividades a desarr~llar"~.<br />

La organización de este cum, por ejemplo, ha creado indudablemente, en las<br />

oficinas que lo han organizado, una gestión, un dossier, los cuales han sido constituidos<br />

por las propuestas, por las <strong>del</strong>iberaciones adoptadas, por la correspondencia con otras<br />

oficinas que eventualmente han estado involucradas en la preparación y en la financiación<br />

<strong>del</strong> curso, para lo que se refiere a la disposición de los programas, a la admisión de los<br />

alumnos, a la elección de los docentes, y también a la correspondencia intercambiada<br />

entre los organizadores y los alumnos, y entre los organizadores y los docentes, etc.<br />

Cuando leemos sin embargo, expresiones como "archivos de la guerra" o "archivos<br />

<strong>del</strong> arte" o "archivos de la literatura", debemos reflexionar sobre el significado real de<br />

estas expresiones y constatar que a menudo no se trata de "archivos" de oficinas o<br />

instituciones que se ocupan de cuestiones bélicas, artísticas o literarias; sino de recolec-<br />

ciones de documentos artificialmente creadas, es decir de "no archivos".<br />

3. El archivo constituye por lo tanto un conjunto de documentos, indisolublemen-<br />

te unidos entre sí por un vínculo que es ne<strong>cesar</strong>io, originario y determinado.<br />

Es originario en cuanto existe desde el origen, desde el momento mismo en el que<br />

cada persona física o jurídica crea un documento; es ne<strong>cesar</strong>io, porque sin aquel vínculo<br />

3. Vicenta Coités Alonso. Maiwal de archivos municipales, Madrid, Asociación española de archiveras,<br />

bibliotecarios, museólogos y dccumentaiistas, 1982 (Biblioteca profesional de ANABAD, 11, Estudios),<br />

p. 20.<br />

4. Antonia Heredia Herrera, Archivfrricu general. Teorfu y prbcficu, Sevilla, Diputación provincial de<br />

Sevilla, 1986, pág. 59.<br />

32


entre los documentos no existiría el archivo; es determinado, en cuanto une los documen-<br />

tos según el modo en que éstos se disponen en el momento de su nacimiento.<br />

Complejo orgánico y no recogida de documentos, no agregado artificial de docu-<br />

mentos.<br />

También Antonia Heredia precisa que en la definición que ella da <strong>del</strong> archivo "se<br />

dice (...) conjunto de documentos acumulados y de proceso natural, lo cual es algo distinto<br />

a coiecci6nfT5.<br />

Antes bien, entre archivos y colección de documentos entendiendo por tal,<br />

documentos sacados de su sitio y "coleccionados", es decir recogidos artificialmente,<br />

desmembrándolos de los fondos archivisticm a los que orgánicamente pertenecían- hay<br />

una absoluta antítesis; una colección de documentos no podrá jamás convertirse en<br />

"archivo".<br />

Es ne<strong>cesar</strong>io sin embargo precisar que en algunos textos, especialmente en lengua<br />

española, la palabra colección" es usada inapropiadamente, no en su significado de<br />

recolección artificial de documentos pertenecientes a fondos diferentes, sino en un<br />

significado opuesto, es decir como sinónimo de "fondo archivístico".<br />

Se trata de una acepción <strong>del</strong> término, introducida desde hace tiempo en el uso, pero<br />

en tal caso es ne<strong>cesar</strong>io aclarar el significado, en cuantose presta fácilmente a equívocos.<br />

Observa Sir Hilary Jenkinson: "Yo querría que la palabra coleccibn fuese prohibida en<br />

el vocabulario archivístico, solamente para establecer este importante hecho"; es decir<br />

que los archivos no son "coleccionados"' y Antonia Heredia precisa: "La idea de<br />

colección es ajena al ar~hivo"~.<br />

Todavía más absoluta que entre archivo y colección de documentos (los cuales, por<br />

lo tanto, por ser "documentos" deben haber sido producidos en el curso de una actividad<br />

administrativa y para fines administrativos, también si sucesivamente, con la formación<br />

de la coíección, se haya perdido el vínculo que los unía al origen), todavía más absoluta<br />

que entre archivo y colección de documentos, decía, es la antítesis que opone el archivo<br />

5. Ibidem<br />

6. Hilary Jenkimon. The EnglishArchivist: anewprofessicm. Lecture for a new course in archive adminis-<br />

tration <strong>del</strong>ivered at University College, London, 14 october 1947; vuelto a publicar en Selected Writings<br />

ofSirHiluryJenkimon (Editors: Roger H. Ellis and Peter Walne). Gloucester. Alan Sutton. 1980, pp. 236-<br />

259, en las cfr., p. 238.<br />

7.<br />

A. Heredia Herrera, &ra citada, pág. 101<br />

33


a otro tipo de institución, que en la opinión común es, sin embargo, habitualmente a 61<br />

aproximado: la biblioteca.<br />

Una primera, profunda diferencia existe entre libro y documento. El documento<br />

archivístico, como hemos ya subrayado, es tal, en cuanto ha sido producido "involunta-<br />

tiamente" en el curso <strong>del</strong> desarrollo de una actividad administrativa, jurídica, práctica,<br />

<strong>del</strong> ente productor y tiene por consiguiente un preciso contenido jurídico-administrativo.<br />

El libro, al contrario, es producto voluntario <strong>del</strong> autor para comunicar a los lectores<br />

informaciones, ideas, opiniones, sentimientos, o simplemente para <strong>del</strong>eitarlos; está pri-<br />

vado de cualquier valor jurídico; es completo en símismo, más allá de cualquier contexto,<br />

y es habitualmente considerado cada vez separadamente de otro libro; al contrario <strong>del</strong><br />

documento que pierde gran parte <strong>del</strong> valor propio (o directamente todo el valor propio)<br />

si no forma parte de aquel contexto en el cual ha sido producido y es correlativo con todos<br />

los otros documentos.<br />

La biblioteca, a su vez, es una recolección o colección de libros, formada volunta-<br />

riamente por decisión <strong>del</strong> propietario, sea éste una persona física o un ente, y con libros,<br />

cada uno de los cuales ha sido introducido en aquella biblioteca por una elección<br />

voluntaria.<br />

En el amplio campo de lo que se suele indicar con la denominación conjunta de<br />

"bienes culturales", archivo y biblioteca se colocan, por lo tanto, en los dos extremos<br />

opuestos.<br />

Querríamos precisar otro aspecto importante <strong>del</strong> archivo: Hemos dicho que los<br />

documentos de un archivo son producidos, en sus orígenes, exclusivamente por un fin<br />

jurídico-administrativo y no por un fin cultural. Y bien, precisamente esta circunstancia<br />

hace que aquellos documentos, una vez que el curso <strong>del</strong> tiempo haya hecho decaer los<br />

originarios fines jurídico-administrativos, adquieran especial valor para fines culturales.<br />

En otras palabras, el contenido jurídico-administrativo de los documentos es fundamental<br />

también para conferirles una importancia especial para fines de estudio (por ejemplo, para<br />

la búsqueda de material histórico); mientras textos no archivísticos, como por ejemplo<br />

una crónica, redactados con fines culturales, tienen un valor cultural muy inferior.<br />

4. De cuanto hemos dicho hasta ahora, podemos sostener que para formar un<br />

archivo es ne<strong>cesar</strong>io mucho más que la suma de los documentos que lo componen.<br />

Hemos recordado que los documentos de un archivo, si son considerados solos,<br />

aislados de su contexto, pierden gran parte de su valor. Giorgio Cencetti afirma que "existe<br />

una falta de autonomía <strong>del</strong> documento de archivo concebido solo, porque no tiene ningún<br />

34


valor cuando es separado de las precedentes y subsiguientes y arrancado <strong>del</strong> Corpus al<br />

cual pertenecía"'.<br />

Igualmente precisa es la afirmación de Michel Duchein: "El documento de archivo<br />

(...) no tiene razón de ser, sino en la medida en que pertenece a un conjunto. Este, se coloca<br />

en el seno de un proceso funcional <strong>del</strong> que constituye él mismo un elemento, aunque sea<br />

mínimo. El documento de archivo no está jamás concebido, al principio, como un<br />

elemento aislado. Este, tiene siempre un carácter utilitario, que puede aparecer claramente<br />

sólo si ha conservado su sitio en el conjuntode los otros documentos que lo acompañan"9.<br />

Y además: "Corno consecuencia, es esencial para la valoración de un documento cual-<br />

quiera, saber exactamente quién 10 ha producido, en qué circunstancia, en el marco de<br />

qué proceso, con qué fin, para qué destinatario, cuánto y cómo ha sido recibido por este<br />

último, y por qué vías ha llegado a nosotros. Tal conocimiento -agrega Duchein- no es<br />

posible sino en la medida en que el conjunto de documentas que lo acompañan haya sido<br />

conservado intacto, bien individualizado y sin confusión alguna con documentos de<br />

origen diferente, aunque concernientes al mismo objeto"".<br />

Para Antonia Heredia, el "carader serial" es "una de las notas más significativas"<br />

de "los documentas de archivo"11.<br />

En conclusión, yo creo que para que pueda hablarse de "archivo" son ne<strong>cesar</strong>ios<br />

dos elementos: el conjunto orgánico de los documentos que lo constituyen y el conjunto<br />

orgánico de las relaciones que transcurren entre aquellos documentos.<br />

Un archivo puede ser comparado a un monumento, el cual está constituido por las<br />

piedras, por los ladrillos, por la cal, por los mármoles y maderas preciosas, por las<br />

decoraciones, etc., empleados en su construcción y por las relaciones que transcurren<br />

entre estos elementos materiales; es decir, <strong>del</strong> modo en que aquellas piedras, aquellos<br />

ladrillos, aquellos mármoles, han sido dispuestas en el proyecto <strong>del</strong> creador y en la<br />

realización <strong>del</strong> constructor. Aquellas mismas piedras, mármoles, etc., dispuestos en un<br />

montón informe o de cualquier modo diferente <strong>del</strong> original, no constituirían jamás el<br />

monumento, aunque se tendría una masa exactamente idéntica a él.<br />

8. Giorgio Cenietti, Inventario bibliogmfico e inventur¿o archivistico, en "L'Arcbiginasio", a. mIv,<br />

Bolopa, 1939, pp. 106-117; vwlto a publicar en Scrirti urchivistki, di Giorgio Cencetti, Roma, 11 Centro<br />

di Ricerca editore, 1970, pp. 56-69, en el que la frase aquí menaonada está en la pá& 64.<br />

9.<br />

Micbel Duchein, Le respect des fmdF en archivktique. Principcs reóriques et problémes pratiques, en<br />

"La Gazette des archives" n.* 97, París, 1977, pp. 71-96, la frase aquí mencionada está en la pág. 75.<br />

la Ibidem<br />

11. A. Heredia Herrera, obra citado, pág. 90<br />

35


El mismo argumento se puede dar para el archivo; antes, bien, en el caso <strong>del</strong> archivo,<br />

éste es todavía más válido, porque cada documento que forma parte de él es diferente de<br />

todos los otros.<br />

En este punto es ne<strong>cesar</strong>io hacer otra precisión concerniente al momento en que<br />

nace el archivo; es decir, es ne<strong>cesar</strong>io preguntarse en qué momento un conjunto de<br />

documentos se convierte en "archivo".<br />

Y hablando de "ordenamiento <strong>del</strong> archivo" nos referimos, no a la disposición que<br />

se da a los papeles en su origen, cuando éstos se sitúan en la oficina o ente productor; sino<br />

al orden que debe darles el archivero cuando los papeles llegan a la Última y definitiva<br />

fase de su vida, es decir al "archivo" propiamente dicho, o archivo histórico, o archivos<br />

sin otros agregados o, según la expresión de reglamentos archivísticos franceses, "archi-<br />

vos definitivos". Nos referimos por lo tanto, a la obligación o deber <strong>del</strong> archivero como<br />

funcionario científico al cual el archivo es confiado.<br />

Tratamos por consiguiente de seguir las fases de la vida de los documentos, desde<br />

el acto de su producción hasta el destino definitivo, por lo menos, cuando éstos son<br />

producidos por un ente u oficina (los archivos de personas físicas tienen formas diversas<br />

de gestión y cuanto aquí decimos no se adapta exactamente a ellos).<br />

Lm documentos, hemos dicho, están producidos por una oficina o por un ente<br />

exclusivamente por las necesidades <strong>del</strong> propio funcionamiento y como consecuencia de<br />

ese funcionamiento. Estos, reciben por lo tanto, un orden que depende directamente de<br />

las competencias, de los procesos, de la praxis de aquel ente u oficina; un orden que refleja<br />

el modo de funcionar de aquel ente u oficina. Si estos organismos cambian de competencia<br />

o cambian el modo de funcionar, cambia también como consecuencia, el modo en que,<br />

desde ese momento en a<strong>del</strong>ante, los papeles están dispuestos en el instante de su<br />

nacimiento.<br />

Los documentos entran a formar parte de un conjunto que, según las diversas<br />

opiniones que se tienen sobre el momento en que nace el "archivo", se indica como<br />

"archivo corriente" o "archivo de gestión" por quien sostiene que el archivo nace en el<br />

momento mismo en que los documentos son producidos o como la que en italiano se<br />

llama también "registrahtra" corriente'* o con otra denominación; por lo tanto difenente<br />

12 No podemos traducir al castellanola palabra regisrrafuru, asícomo la palabra alemana Regisrrarur, porque<br />

en Españanoexisteun conceptosemejante. Se diceregisfruturuel conjuntode losdocumentos produados<br />

por UM oficina, si se considera que estos no constituyan aún un "archivo"; es decir, que no exista "archivo<br />

corriente", y que los documentos utilizados por la oficina productora no constituyan aún "archivo". (N.<br />

<strong>del</strong> T.)<br />

36


de "archivo", por quien sostiene que el archivo nace solamente cuando los documentos<br />

han agotado su utilidad administrativa para la oficina o ente que la ha producido, y han<br />

adquirido sin embargo, un exclusivo interés para fines de estudio.<br />

Más bien por la precisión, en algunos casos se sostiene que existe también una fase<br />

precedente, "pre-archivística", en la cual los documentos están en curso de tramitación<br />

en la oficina o ente productor. Así en Francia, los documentos son primero gestionados<br />

por la oficina productora, y sucesivamente, después de concluida cada diligencia, éstos<br />

son clasificados, es decir se les da un orden originario.<br />

En Alemania los documentos son primero gestionados por la oficina o "cancillería"<br />

(Kunzlei) y sucesivamente se les da el orden originario, no por la denominada "oficina de<br />

registratura" (Regisaatur). El pasaje de los documentos de la cancillería a la oficina de<br />

registros puede suceder, inmediatamente después de la conclusión de cada asunto al que<br />

se refieren dichos documentos, día por día; o a intervalos regulares más o menos largos.<br />

En esta segunda hipótesis, los documentos permanecen por algún tiempo en la cancillería,<br />

antes de pasar a la oficina de regi~tros'~.<br />

También para Aurelio Tanodi existe en la vida de los documentos UM "primera<br />

fase pre-archivística", que "está constituida por la creación y formación de archivalía en<br />

potencia dentro de la entidad prod~ctora"~~. Y un poco más a<strong>del</strong>ante: "Las hojas, cartas,<br />

expedientes, libros, etc., durante su tramitación, no constituyen archivalía, y la oficina<br />

que los produce u ordena no es un archivo, sino que ese material constituye sólo una<br />

archivalía en potencia, de 61 se puede separar lo inne<strong>cesar</strong>io, remitir algo a otra oficina,<br />

agregar nuevas hojas, es decir manejarlo según las necesidades <strong>del</strong> asunto a que se<br />

refieren. Esta es la forma embrional de un grupo archivístico"''.<br />

Diferente es el procedimiento en las oficinas <strong>del</strong> Estado en Italia: los documentos<br />

pasan primero a la que es denominada "oficina de registro de entrada y salida de<br />

documentos y regisfruhira" (sería mejor llamarla "oficina de protocolo y de registratura")<br />

para ser registrados y recibir el lugar que es definitivo, y solamente sucesivamente están<br />

asignados al empleado o a la sección que debe gestionarlos; es decir, para usar la<br />

terminología indicada por Tanodi, primero nace la "archivalía", después viene la "trami-<br />

tación".<br />

13.<br />

14.<br />

Johannes Papritz, Arcltivwissenscliafi., 2' edición, vol. 11, Marburg, 1983 pág. 8.<br />

Aurelio Tanodi, Manual de Archivologfa Iiispanoameriuana. Teorías y primipios, Córdoba, Argentina,<br />

Universidad Nacional de Córdoba, 1961, pág. 8.<br />

15. idem., pág. 9<br />

37


Por lo tanto, con osin la fase que podemos llamar, para entendemos, "de cancillería"<br />

(o, con Tancdi, de "secretaría"), los documentos concernientes a los asuntos en curso o<br />

aquellos recién concluidos son conservados en el "archivo corriente" (o, como lo llaman<br />

varios colegas españoles, entre ellos Vicenta Cortés y Antonia Heredia, "archivo de<br />

gestión") o "registratura corriente" (si consideramos que los papeles no constituyen<br />

todavía un "archivo").<br />

Después de un período de tiempo más o menos largo, y que por lo tanto podemos<br />

indicar genéricamente en algunos años por la fecha de la conclusión <strong>del</strong> asuntoal cual se<br />

refieren los documentos -no por la fecha de los documentos porque el "asunto" al cual<br />

ellos se refieren, puede durar pocos días o muchos decenios-, los documentos, o mejor<br />

los expedientes, los legajos, los registros, los volúmenes, pasan <strong>del</strong> archivo corriente o<br />

registratura corriente a un "archivo de depósito" (así llamado por quien sostiene que los<br />

documentos no constituyen todavía "archivo", en cuanto se encuentran todavía en la<br />

oficina productora y son aún útiles a ella por sus fines institucionales).<br />

El archivo de depósito o registratura de depósito, efectivamente, se encuentra<br />

todavía en el ente u oficina que ha producido los documentos, y aquí son conservados,<br />

porque, si bien su uso es menos frecuente, pueden ser consultados de tanto en tanto para<br />

la tramitación de los asuntos de competencia <strong>del</strong> ente u oficina que los ha producido.<br />

Generalmente, mientras el archivo corriente o registratura corriente se encuentra<br />

en las subdivisiones menores de una gran oficina o ente, el archivo de depósito o<br />

registratura de dep6sito se encuentra en las sub-divisiones mayores <strong>del</strong> mismo ente, o<br />

exite uno solo para toda la institución. En consecuencia, un archivo de depósito o registro<br />

de depósito habitualmente recibe la serie de expedientes, legajos, registros, volúmenes,<br />

provenientes de varios archivos corrientes o registraturas corrientes.<br />

Sucesivamente, mientras en el pado a estas dos fases, corriente y de depósito, de<br />

la vida de los documentos, le seguía una tercera y Última, con el pasaje de los documentos,<br />

previa operación de selección al destino definitivo; es decir al "archivo histórico" o<br />

"archivo propiamente dicho" o "archivo" sin otras agregados, desde hace unos decenim<br />

hasta hoy se ha insertado una fase ulterior intermedia.<br />

Los documentos, desde el archivo de depósito o registratura de depósito (o, si hay<br />

más de uno, desde todos los archivos de depósito o desde todas las registraturas de<br />

depósito) <strong>del</strong> ente pasan a un "archivo intermedio'' (así denominado por quien considera<br />

que el archivo nace en el acto <strong>del</strong> nacimiento de los documentos o al término de la<br />

tramitación de cada uno de los expedientes) ) o "pre-archivo" (así denominado por quien<br />

sostiene que el archivo nace cuando los documentos han agotado completamente su vida<br />

38


administrativa) y aquí permanecen hasta que estén "maduros" para el posterior destino al<br />

"archivo histórico" o "archivo definitivo" o "Archivo propiamente dicho" o simplemente<br />

"archivo", el cual en base y según las opiniones que aquí hemos citado vanas veces, nace<br />

solamente en este punto.<br />

El pre-archivo o archivo intermedio es habitualmente gestionado conjuntamente<br />

por el personal científico <strong>del</strong> archivo propiamente dicho o archivo histórico, y por el<br />

personal administrativo de las oficinas de las cuales provienen los documentos. Los<br />

documentos se seleccionan para la conservación permanente o para la destrucción, se<br />

preparan para el sucesivo vertido al archivo propiamente dicho o archivo histórico, y al<br />

mismo tiempo están todavía a disposición de las oficinas que los han producido y que<br />

pueden tener algunas veces, todavía necesidad de ellos, para los propios fines adminis-<br />

trativos. La Administración estatal española por ejemplo, tiene un gran "pre-archivo" en<br />

Alcalá de Henares.<br />

El destino final de la documentación que ha superado la selección es el <strong>del</strong><br />

"archivo". Aquí no hay más dudas: los papeles constituyen ahora verdaderamente un<br />

archivo. Se habla por eso de "archivo histórico" (pero la locución es quizás reductiva: El<br />

archivo no es solamente "histórico" sino una institución "científica" sin límites) o de<br />

"archivo definitivo" o de "archivo propiamente dicho" o simplemente de archivo.<br />

Esto es simplemente "archivo" para quien considera que solamente en este punto<br />

puede adoptarse este término; es decir, que el conjunto de los documentos constituya un<br />

archivo cuando haya perdido, al máximo, el interés administrativo para el ente u oficina<br />

que lo ha producido, haya sido seleccionado para la conservación permanente con fines<br />

de estudio, y haya sido transferido a una institución archivística especializada, para ser<br />

conservado permanentemente y puesto a disposición de cualquieraque quiera consultarlo.<br />

Por lo tanto, no sólo la fase de "cancillería" o "secretaría", sino también la de la<br />

"registratura corriente", "registratura de depósito" y <strong>del</strong> "pre-archivo" son, según esta<br />

concepción, fases "pre-archivísticas".<br />

Para la archivística alemana existe una contraposición entre oficina de registratura<br />

{Regisnutur) y archivo (Archiv). La misma contraposición existe para los colegas<br />

estadounidenses entre recurds y archives: mientras para el inglés Jenkinson las palabras<br />

recura3 y urchiivs pueden ser usadas indiferentemente 16, para el estadounidense Sche-<br />

llenberg los archivos (archives) están constituidos por los documentos (recurds) "de<br />

16. H. Jenknson, obra citada, pág. 237, nota<br />

39


cualquier institución privada o pública que hayan sido considerados merecedores de su<br />

preservación permanente con fines de investigación, o para referencia que han sido<br />

depositados o escogidos para guardarse en una institución archivística"' Y .<br />

En el Diccionario de terminología archivística internacional, publicado por el<br />

Consejo Internacional de Archivos en 1984, la definición de archivo en inglés y en francés<br />

es notablemente diferente: en el texto inglés son definidos archivos solamente los<br />

conjuntos de documentos "no corrientes", mientras en el texto francés se indican como<br />

arcbivos también los conjuntos de documentos corrientes ("cualquiera que sea su fe-<br />

cha") ".<br />

No se trata por lo tanto de la traducción de la palabra "archivo" <strong>del</strong> inglés al francés<br />

o viceversa, sino de dos significados diferentes de la misma palabra en los dos idiomas,<br />

También un recientísimo estudio sobre el acceso a los archivos de las Organizacio-<br />

nes de las Naciones Unidas, de Bodil Ulate-Segura, Secretaría <strong>del</strong> Comité para la<br />

formación profesional de los archiveros <strong>del</strong> mismo Consejo Internacional de Archivos,<br />

adopta el término inglés "archives" -señala al principiw para indicar los documentos "no<br />

corrientes" conservados por la Organización que los ha producido o por sus sucesores<br />

con motivo de su duradero valor administrativo, fiscal, legal, de testimonio ylo informa-<br />

tivo ''.<br />

17.<br />

18<br />

19.<br />

Theodore R. Schellenberg. Modenr archives. Priiiciples aiidteclitiqires, Melbourne, F. M. Chesire, 1956,<br />

pág. 16. De esta obra existe una traducci6n en espafiol a cargo de Manuel Carrera Stampa. con el título<br />

Arcliivos Modentos. Prirrcipios y téctticus. La Habana, imprenta <strong>del</strong> Archivo Nacional, 1958. De esta<br />

última (pág. 42) hemos extraídola definiciónaquí mencionada, con la advertencia dequela palabra inglesa<br />

"records" ha sido traducida como "documentos", en lugar <strong>del</strong> término "registros" usado por Carrera<br />

Stampa.<br />

DicrioitaryofArcli¿ralTc.r~~i¿ttology/D¿cfiuti~~airede terniittolugie archii*istique. English and Frcnch. Wi ih<br />

equivalents in Dutch, German Italian, Rwsian and Spanish. Edited by Peter Walne. Compiled by Frank<br />

El. Evans, Francois-J. Himly and Peter Walne, München, New York, London, Paris, K. G. Saur, 1984.<br />

"The single term archives is used lo rcfer to the noncurrent records preserved by the organization<br />

responsible for their creation, or its successors, because of continuing administrative, fiscal, legal,<br />

evidential and/or informational value": Bodil Ulate-Segura, Access 10 the archives of Wnired Natiorrs<br />

agencies: uRAMP study wifh gui<strong>del</strong>itres. Paris, Unesco, General Information Progamme and UNEIST,<br />

1937 (F'GI-S6/WS/24), pág. 13.<br />

En la edición francesa de este estudio (París, Unesco, 1988) se lee en la pág. 6. "Le terme arcltives<br />

("archiva") employé seul designe les documents d'archives ayant cessé d'avoir une utilité courante et<br />

conseivés par I'organisation qui les a creés, ou son successeur, en raison de leur valeur de témoignage<br />

eVou valeur informative".<br />

40


6. Pero "archivo" o no archivo todavía, las fases de la vida de íos documentas que<br />

sean ahora consideradas no tres, sino cuatro, parece de hecho una opinión largamente<br />

difundida; aunque a menudo se habla aún de "tres" fases una de las cuales es sin embargo,<br />

subdividida en dos partes.<br />

El Manual de <strong>archivistica</strong> francés, editado en 1970, señala tres edades en la vida<br />

de los documentos, pero en realidad enumera por los menos cuatro: conservación de los<br />

documentos en las oficinas productoras (bureaur), conservación en un depósito interme-<br />

dio en la Administración o "pequeño depósito" (dépt interniediaireproche I'adniinstra-<br />

tion: petit dépot) , conservación en un depósito intermedio o anexo al archivo propiamente<br />

dicho (dépot interntediaire extérieur ou annexé aux archives), es decir en el pre-archivo,<br />

y finalmente conservación en el archivo, o archivo propiamente dicho, o archivo histórico<br />

(dépot d'archives proprenient dit)").<br />

Análoga nos parece la opinión de Vicenta Cortés, la cual, refiriéndose a los archivos<br />

municipales -pero evidentemente la cuestión teórica es válida para cualquier categoría<br />

de archivos públicos- habla de tres edades, pero indica cuatro fases de la vida de los<br />

documentos: "archivo de gestión (en las oficinas), archivo central administrativo (de la<br />

institución), archivo intermedio (dep6sito temporal) y archivo histórico (dep6sito fi-<br />

na~)"".<br />

También Antonia Heredia habla de tres edades, pero divide la segunda en dos<br />

períodos, diversificados también desde la fecha de los documentas conservados en los<br />

respectivos depósitos: "archivo central de la instituci6n (10/30 años)" y "archivo fuera de<br />

la institución (30/50 años)"22.<br />

Y Ana Duplá <strong>del</strong> Moral: "La documentación de los archivos municipales como la<br />

<strong>del</strong> resto de los archivos de organismos públicos -sentada la base de que dicha docume-<br />

tación mantiene una relación de continuidad-, atraviesa cuatro fases o estadios desde que<br />

ha sido producida. Estas fases se conocen como archivo de gestión o de oficina, central<br />

administrativo, archivo intermedio y archivo históri~o"~.<br />

20. Ministére des Affaires culturelles. Direction des Archives de France, Association des Archivistes franpis,<br />

Manuel d'archivistique. Paris, SEVPEN, 1970, pág. 123.<br />

21.<br />

22<br />

23.<br />

V. Cortés Alonso, obra citada, pág. 20<br />

A. Heredia Herrera, obra dada. págs. 109-112<br />

Ana Duplá <strong>del</strong> Moral, PIan regiotial para los archivos municipates de la Comurudad de Madrid, Madrid,<br />

Comunidad de Madrid, Consejería de Cultura, Deportes y Turismo. Secretaría general técnica, 1985<br />

("Archivos, Estudios", vd.l), pág. 20.<br />

41


Por lo tanto, aunque sean tres o cuatro las fases de la vida de los documentos, es<br />

ne<strong>cesar</strong>io subrayar que:<br />

1) para los conjuntos de documentos que se producen actualmente, la interven-<br />

ción <strong>del</strong> archivero tienen lugar desde el momento <strong>del</strong> nacimiento de los mismos.<br />

Esta intervención, que los colegas estadounidenses definen como records nianage-<br />

nient, va haciéndose siempre más amplia, tanto que precisamente en los Estados Unidos<br />

hay ahora una distinta especialización profesional entre los archivists y los record<br />

nianagers, sefialada también por el Consejo Internacional de Archivos y que ha dado lugar<br />

también a la constitución de dos asociaciones profesionales diversas.<br />

2) es en la Última fase de la vida de los documentos, es decir, en aquella <strong>del</strong><br />

"archivo", o archivo propiamente dicho, o archivo definitivo, cuando se plantea el<br />

problema <strong>del</strong> ordenamiento.<br />

Al archivo, sin embargo, no llegan todos los documentos, en cuanto razones<br />

materiales (gastos, espacio) impiden una conservación integral. Antes <strong>del</strong> ingreso en el<br />

archivo los documentos sufren, para tal fin, una selección: aquellos que se consideran<br />

más útiles para estudios se conservan, aquellos que -a menudo errando en la valoración-<br />

se consideran menos Útiles (no "inútiles", porque documentos inútiles no existen), se<br />

destruyen. Y hemos dicho "sin embargo", porque la selección es, en realidad, una<br />

operación anti-archivística, que rompe el vínculo existente entre los documentos. Esta<br />

constituye un compromiso entre una exigencia teórica de conservar integralmente los<br />

documentos y una imposibilidad práctica de efectuar tal conservación: si no se hiciera<br />

una selección, siempre dolorosa, todos los documentos terminarían por autodestruirse a<br />

causa de la imposibilidad de asegurar la conservación. Con la selección la archivística<br />

elige el mal menor, así como el cinijano que amputa a un hombre un brazo o una pierna<br />

para evitar el avance de la gangrena; y aquella amputación constituya el mal menor, pero<br />

siempre un mal, no hay duda.<br />

7. ¿Cuál es por consiguiente el método a adoptar para el ordenamiento <strong>del</strong><br />

archivo? Recordemos cuanto hemos dicho al principio acerca de la naturaleza <strong>del</strong> archivo;<br />

el cual es un conjunto orgánico de documentos, unidos por un vínculo originario,<br />

ne<strong>cesar</strong>io y determinado, creados por un ente o una oficina en el curso <strong>del</strong> desarrollo de<br />

la propia actividad y para sus fines institucionales, y organizados en base a las compe-<br />

tencias, a la estructura, a la praxis administrativa <strong>del</strong> ente u oficina. La respuesta a la<br />

interrogación, recordando todo esto, no puede ser más que una sola.<br />

El único método de ordenamiento de un archivo es según el "principio de proce-<br />

42


dencia"; o mejor dicho y más claramente, según el "principio de respeto al orden original<br />

de los documentos".<br />

Preferimos esta segunda expresión, en cuanto ella, como hemos dicho, nos parece<br />

más clara que la primera, aunque ambas son habitualmente adoptadas como equivalentes<br />

una de la otra. En efecto, sin embargo, decir "principio de procedencia" puede querer<br />

decir, respetar el orden original de los documentos, pero puede tener también el mismo<br />

significado de la expresión francesa "respect des fonds"; cuando el "respect des fonds"<br />

fue prescrito por primera vez, en 1841, la expresión significaba simplemente que no<br />

debían ser mezclados documentos pertenecientes a fondos diferentes, mientras en el<br />

significado que señala el Diccionario internacional de terminología archivística editado<br />

en 1964 a "respect des fonds" se atribuye el significado de llevar cada documento al lugar<br />

de origen%.<br />

Las dos expresiones, repetimos pueden ser adoptadas como sinónimos, o bien, con<br />

los dos significados diferentes entre ellos. Por ejemplo, en los documentos finales de la<br />

"Primera Reunión Interamencana sobre Archivos", desarrollada en Washington <strong>del</strong> 9 al<br />

27 de octubre de 1961 bajo la dirección <strong>del</strong> Dr. Schellenberg, les fueron atribuidos dos<br />

significados distintos. Así éstos están precisados en la "Resolución No. 5, Ordenación<br />

archivística", en la que se recomienda:<br />

"Artículo 1. Que el principio de procedencia archivística y el principio <strong>del</strong> orden<br />

original sean las normas sobre las cuales se edifique la ordenación de los fondos<br />

documentales orgánicos latinoamericanos, sean estos públicos o privados.<br />

Artículo 2. Que se adopte la siguiente formulación en español:<br />

Principio de procedencia: Los documentos deben conservarse inviolablemente<br />

dentro <strong>del</strong> fondo documental al que naturalmente pertenecen.<br />

Principio <strong>del</strong> orden original: La ordenación interna de un fondo documental debe<br />

mantenerse con la estructura que tuvo durante su servicio activoftz.<br />

24. Elsevier 'sLakon of arcbiveterminofogy French-English-German- Spanish-Italian-Dutch. Compiled and<br />

arranged on a systemaiic basis by a Committee of the International Council on Archives, Amsterdam,<br />

London, New York, Elsevier PuMishing Company, 1W.<br />

25. Las resoluaona adoptadasen ata Reunión han sido puMicadas en vanos sitios. Aquí las citamos, en el<br />

texto apañd, <strong>del</strong> "Boletín Interamericano de Archivos", vd. 1, Córdoba, Argentina 1974, págs. 83-102<br />

cuyo texto aquí mencionado está en la pág. 87.<br />

43


También en el Diccionario de terminología archivística de 1984 las dos definiciones<br />

son análogas. Bajo la voz inglesa "Principle of provenance" y la francesa "Principe de<br />

respect des fonds, principe de provenance", traducido al español como "Principio de<br />

procedencia", se lee que se trata <strong>del</strong> "principio fundamental por el cual los documentos<br />

o archivos de una misma procedencia no deben ser mezclados Con aquellos de otra<br />

procedencia; este principio comprende a veces también el principio <strong>del</strong> respeto <strong>del</strong> orden<br />

primitivo" (mientras en el Diccionario de 1964, como hemos dicho, aquel estaba siempre<br />

considerado equivalente a este Último).<br />

Bajo la voz inglesa "Registry principie" y la francesa "Principe du respect de I'ordre<br />

primitif', traducido al español "Principio <strong>del</strong> orden de procedencia" (aunque nos parece<br />

más exacto hablar de "Principio <strong>del</strong> orden original" o de "Principio de respeto al orden<br />

original") se lee: "Principio de teoría archivística según el cual los archivos de una misma<br />

procedencia deben conservar el orden establecido por el ente que los ha producido;<br />

principio tal vez implícito en el principio de respect des fonds; llamado también principio<br />

de "Registratur ".<br />

Hablamos por consiguiente, para evitar equívocos, de "principio de respeto al orden<br />

original". El orden original es el dado por el ente productor, momento a momento, a los<br />

documentos, en base a sus competencias, a su estructura, a su modo de funcionar. Si<br />

competencias, estructura, modo de funcionar se modifican durante la vida <strong>del</strong> ente, se<br />

originan, como consecuencia, modificaciones en la disposición originaria de los dccu-<br />

mentas, desde ese momento en a<strong>del</strong>ante.<br />

Deber <strong>del</strong> archivero cuando los documentos llegan al archivo es, ante todo, respetar<br />

el orden originario de los documentos, si éste ha sido mantenido.<br />

España tienen una interesante tradición en este sentido. Ha escrito Vicenta Cortés<br />

que los principios archivísticos dictados por Felipe 11 en 1588 y adoptados en el archivo<br />

de Simancas "detallan claramente el respeto al origen de los fondos y al ordenamiento<br />

original dado por las oficinas productoras, con cuyos inventarios llegaban al archivo"".<br />

Desgraciadamente, sin embargo, demasiado frecuentemente el orden originario no<br />

ha sido conservado; el archivero por lo tanto no tiene el deber de mantenerlo, sino aquel,<br />

26. Vicenta Cortés Alonso. La escritura y lo escrito. Paleograflay Diplomática de Espaíray América en los<br />

siglos A" y A"I, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica. Initituto de Cooperación Iberoamericana,<br />

1986. pág. 54. Cfr. también Vicenta Cortés Alonso, Las Ordenanzas de Simancas y laA&in¿stración<br />

castellww, en Actas <strong>del</strong> IV Sympesium de Historia de la Administración, Madrid, Instituto Nacional de<br />

Administración Pública, 1984, págs, 197-224<br />

44


astante más difícil, de reconstruirlo, aboliendo las modificaciones aportadas al orden de<br />

los documentos por sucesivas reorganizaciones.<br />

Reorganizaciones que se han verificado con gran frecuencia en la segunda mitad<br />

<strong>del</strong> siglo XVIll y en la primera mitad <strong>del</strong> siglo XIX (y a menudo también en tiempos más<br />

próximos a nosotros) en Francia, en Austria, en varios Estados italianos, como conse-<br />

aiencia de la difusión, y de la aplicación a los archivos, de los principios filosóficos <strong>del</strong><br />

iiuminismo y de la Enciclopedia, en base a los cuales los fondos archivísticos antiguos<br />

fueron desordenados y entremezclados entre ellos y los documentos, sin tener en cuenta<br />

para nada la procedencia, fueron ordenados por materias.<br />

Reconstruir el orden originario de los documentos es una tarea muy difícil, cuando<br />

la Única guía para este trabajo son los documentos mismos, que el archivero debe<br />

examinar con paciencia y sobre todo con inteligencia y con una Sólida preparación<br />

profesional. Se trata de reconstruir, sobre la base de los documentos, la historia interna<br />

de la institución que los ha producido, la historia de las variaciones de las competencias,<br />

de la estructura y <strong>del</strong> modo de funcionar <strong>del</strong> ente, y por 10 tanto de su modo de producir<br />

y organizar los propios documentos desde el origen. Se trata de seguir todas las variacio-<br />

nes de estos elementos en el tiempo y, en consecuencia, de lograr conocer cómo, en las<br />

varias fases de su vida y de su actividad, la institución productora disponía los documen-<br />

tos. Los grandes eventos de la historia política, con frecuencia no influyen <strong>del</strong> todo sobre<br />

la originaria disposición de los ppeles, mientras una simple modificación de la estructura<br />

interna de una oficina o de su praxis administrativa lleva a una alteración desde aquel<br />

momento en a<strong>del</strong>ante- de la disposición de los papeles en el origen.<br />

El trabajo más similar al <strong>del</strong> archivero es, a mi modo de ver, el <strong>del</strong> arqueólogo, el<br />

cual de la excavación de las ruinas de antiguos monumentos rotos y sepultados, de la<br />

recuperación de fragmentos más o menos completos, llega a reconstruir tal como estaba,<br />

la disposición originaria de los hallazgos, y por lo tanto a reconstruir el templo, la<br />

fortaleza, la villa, la ciudad. No siempre el arqueólogo logra este resultado, si los hallazgos<br />

son excesivamente incompletos, o si éstos han sido manipulados o retocados; así como<br />

no siempre el archivero logra reconstruir el orden originario de los documentos de un<br />

archivo o de un fondo archivístico, cuando éste ha sufrido demasiadas pérdidas o<br />

destrucciones.<br />

También la búsqueda por parte <strong>del</strong> usuario <strong>del</strong> archivo, debe seguir la misma vía<br />

que el archivero ha recorrido en su trabajo. No tiene sentido entrar en un archivo y pedir<br />

"¿qué hay en este archivo sobre tal tema, sobre tal materia?" La pregunta formulada<br />

correctamente es: "icuál era, en el período que me interesa, la oficina competente para<br />

45


tratar aquella determinada materia o aquel deteminado asunto, y cómo funcionaba, y<br />

cómo en consecuencia, disponía sus documentos?"<br />

Ya hace más de un siglo, en el lejano 1867, el archivero italiano Francesco Bonaini<br />

escribía que al entrar a un archivo se debían buscar %o las materias, sino las institucio-<br />

nes*ln.<br />

Es precisamente a través de la historia de las instituciones, no consideradas<br />

abstractamente, sino vistas en su efectivo funcionamiento interno, momento por momen-<br />

to, como deben ser efectuados tanto el ordenamiento <strong>del</strong> archivo, es decir, la reconstruc-<br />

ción <strong>del</strong> orden originario de los documentos por parte <strong>del</strong> archivero, como la búsqueda<br />

por parte <strong>del</strong> usuario. LA historia de las instituciones así concebida, en función archivís-<br />

tica, en Italia es considerada como una parte de la archivística misma y es denominada<br />

"archivística especial".<br />

En cuanto al principio de conservación <strong>del</strong> orden Originario de los documentos, o<br />

mejor de reconstrucción de ese orden originario, desde la mitad <strong>del</strong> siglo XiX es<br />

denominado en Italia "método histórico" de ordenamiento, no porque sirva a los fines de<br />

la historia (sería un falso fin), sino porque se basa en la historia de la institución que ha<br />

producido los documentos. El uso de ese principio como Único método de ordenamiento<br />

de los archivos, está prescrito desde hace más de cien años por UM precisa norma<br />

legislativa (real decreto 27 de mayo 1875, np 2.552).<br />

8. Desde hace tiempo, sin embargo, ha vuelto a aparecer una interrogante jamás<br />

olvidada por parte de los usuariosque se dirigen a los archivos sin tener los conocimientos<br />

suficientes de archivística.<br />

Ellos preguntan: ¿''Pero por qué vosotros, archiveros, queréis reconstruir el orden<br />

originario de los dwumentos? ¿No sería más simple disponer los documentos en cual-<br />

quier otro orden -alfabético, geográfico, cronológico, o mejor todavía por materias- que<br />

facilite la búsqueda también con la ayuda de un ordenador?" Y precisamente en nuestra<br />

época, en la cual el ordenador entra cada vez más ampliamente en tantas actividades, esta<br />

27. Informe de Francisco Eonaini al Ministerio de Instrucaón Pública, <strong>del</strong> cual dependían los Archivos<br />

toscanos, fechadoen Florhcia, el 23demarzode 1867. El informe era entonces inéditoy ha sido publicado<br />

después por Antonio Panella, con una breve presentación, bajo el tffulo L'ordnmento sronco e lu<br />

formazione di un Arcluuo generale (I'archivw dei Frari, o Archivio di &ato a Venezia) in una relazione<br />

inedita di Francesco Bonaini; en "Archivi", s. 11, a. 111, Roma, 1936, pás, 37-39. Ha sido después<br />

nuevamente publicado por Antonio Panella. Scrirti archivistici, por Arnaldo d'Addano, Roma, Ministero<br />

<strong>del</strong>f'htemo, 1955 ("Pubblicazioni degli Archivi di Stato", vol. XIX), págs 215-218.<br />

46


pregunta, aparentemente atrayente e indudablemente insidiosa, vuelve a hacerse insisten-<br />

te.<br />

Sin duda, para el archivero sería mucho más fácil disponer los documentos en un<br />

orden cualquiera, por él mismo elegido, antes que realizar cada vez el largo, complejo y<br />

difícil estudio para identificar cual era el orden originario de losdocumentos de un fondo,<br />

o para llevarlos a aquel orden.<br />

Pero el resultado de ordenamientos <strong>del</strong> género -alfabéticos, geográficos, cronólo-<br />

gicos, y sobre todo por materias- sería desastraso; y, sobre todo, abundan los ejemplos<br />

de aquellos ordenamientos realizados, como ya hemos recordado, entre el siglo XVIIi y<br />

el X K<br />

No s610 se facilitaría, y s610 en apariencia, una determinada búsqueda o un<br />

determinado tipo de búsqueda, volviendo impible todas las otras, porque se permitiría,<br />

quizás encontrar este o aquel documento, sino también el documento solo, separado <strong>del</strong><br />

propio contexto, desmembrado de los otros <strong>del</strong> mismo fondo y de la misma serie, y por<br />

10 tanto privado de gran parte de su valor.<br />

Aquí señalamos todavía cuanto hemos dicho al principio, es decir, que un archivo<br />

no es una suma de documentos, y que cada documento existe en cuanto forma parte de<br />

un conjunto orgánico y tiene su exacto significado, en cuanto constituye el eslab6n de<br />

una cadena. Esta consideración es válida no sólo para el archivero, sino también para el<br />

usuario que realiza su búsqueda en el archivo: también para él, encontrar el documento<br />

s610 significaría bien poco.<br />

No es la información contenida en el documento 10 que interesa, y la archivística<br />

no es una "ciencia de la información" (como muy frecuentemente se dice), o solo una<br />

"ciencia de la información", sino que tiene un contenido mucho más amplio; 10 que<br />

interesa es el significado pleno de cada documento, que se evidencia solamente a través<br />

<strong>del</strong> vínculocon todos los otros documentos <strong>del</strong> mismo archivo; lo que interesa es conocer<br />

Cómo este documento ha sido producido, en el curso de qué procedimiento administrativo<br />

y con qué validez jurídico-administrativa.<br />

Dos documentas pueden parecer iguales entre sí y tener idéntico "valor informati-<br />

vo" en cuanto contienen la misma información; pero su "valor archivístico" puede ser <strong>del</strong><br />

todo diferente, si diferente es su contenido jurídico-administrativo, el cual es esencial, no<br />

sólo en el momento en que el documento ha sido producido para los fines administrativos<br />

propias <strong>del</strong> ente productor, sino también cuando éste, por el curso <strong>del</strong> tiempo, ha perdido<br />

interés para el ente que lo ha producido y es utilizado para fines de estudio.<br />

47


Pero hay una ulterior consideración que hacer, una consideración que, a mi modo<br />

de ver, debería estar en la base de la actividad de cada archivero.<br />

En mi opinión -aunque sobre esto no todos están de acuerde el fin de la<br />

Archivística no es el de "hacer encontrar" a los usuarios de los archivos los documentos<br />

Útiles para su búsqueda: esta es simplemente una consecuencia de la correcta aplicación<br />

en el plano práctico, en cada ordenamiento, de los principios teóricos que rigen esta<br />

ciencia.<br />

El "hacer encontrar los documentos" a los~usuarios de los archivos podía ser un fin<br />

válido en los albores de la disciplina, antes que ella lograra su madurez, pero no lo es ya<br />

hoy, en cuanto la Archivística es una ciencia, completa en sí misma, con una metodología<br />

propia, y <strong>del</strong> todo autónoma con respecto a otras ciencias con las cuales tiene sólo aquellas<br />

relaciones recíprocas que unen todas las ciencias y especialmente aquellas que obran en<br />

campos disciplinarios afines.<br />

Podemos hacer una fácil comparacidn con otra ciencia, no lejana de la nuestra: la<br />

Diplomática. Es notorio que la Diplomática nace para descubrir la falsedad de los<br />

documentos: pero hoy nadie afirmana que el fin de la Diplomática es el de "descubrir la<br />

falsedad de 105 documentos".<br />

La Diplomática es una ciencia completa en sí misma, que tiene una metodología<br />

propia y tiene como fin fundamental el progreso de sí misma. El hecho de que a través<br />

de la Diplomática se pueda comprobar si un documento es falso o verdadero, es una<br />

consecuencia de la correcta aplicación de la metodología de la misma a cada caso, pero<br />

no el fin de la disciplina.<br />

Y aún: finalidad de la ciencia histórica es aquella de hacer progresar dicha ciencia,<br />

es decir, el conocimiento <strong>del</strong> pasado. Que, después, aquel conocimiento pueda ser Útil<br />

para otros fines, es una consecuencia y no la finalidad de la ciencia histórica.<br />

Finalidad <strong>del</strong> estudio de las Matemáticas es la de hacer progresar siempre más las<br />

Matemáticas. Que después el progreso de las Matemáticas sea Útil a muchos otros fines,<br />

es una consecuencia y no la finalidad de las Matemáticas. Otro tanto podemos decir para<br />

la Filosofía: un filósofo es un óptimo programador de computadoras, pero nadie osaría<br />

decir que la Filosofía sirva para programar las computadoras.<br />

Un argumento análogo puede ser hecho para la Archivística. Finalidad de la<br />

Archivística es el progreso de la misma. Quizás no siempre se advierte, porque se<br />

advierten más fácilmente las consecuencias: cuanto más progresa la Archivística, mejor<br />

48


son satisfechas las búsquedas de los usuarios de los archivos. Pero esta, repetimos, es una<br />

consecuencia, no la finalidad, <strong>del</strong> progreso de la disciplina.<br />

Como toda ciencia, la Archivística se basa en un conjunto de normas de carácter<br />

general, universalmente válidas. Si se debe ordenar un archivo, constituido por documenta<br />

escritos sobre tablas de arcilla hace cinco mil a b o un archivo constituido por<br />

documentos escritos sobre papel en el siglo XJX, la metodología no cambia.<br />

Y diré más. Si un archivo fuese puesto en desorden diez o cien veces, y después<br />

cada vez confiado a un archivero diferente para ser ordenado, y siempre que los principios<br />

de la ciencia archivística hayan sido cada vez correctamente aplicados, a cada re-ordena-<br />

miento concluido, el archivo deberá volver a tener siempre el mismo orden. Creo que esta<br />

consideración haya empujado -quizás inconscientemente- a Georges Bourgin a definir<br />

a Eugenio Casanova, el máximo teórico de la archivística en la primera mitad de nuestro<br />

siglo, como "un gran matemático de los archivos"28.<br />

En cuanto al ordenador, éste puede ser y es utilísimo en el archivo, si es usado<br />

correctamente: por ejemplo en una serie homogénea de documentos (lisias de militares,<br />

listas de propietarios censados en catastro, etc.), como ayuda al trabajo <strong>del</strong> archivero; pero<br />

no puede, obviamente, sustituir jamás ni el trabajo <strong>del</strong> archivero, ni otros medios de<br />

búsqueda y sobre todo el inventario redactado por el archivero.<br />

El inventario, recuerdo, no es una lista de documentos, que sería imposible redactar<br />

a causa de su número y, sobre todo, estaría privado de sentido, en cuanto se convertiría<br />

en un mero "catálogo" de documentos; y "catalogar" un archivo, es decir, enumerar los<br />

documentos, equivaldría a destruir el "archivo", reduciéndolo a una simple suma de<br />

documentos. El inventario es, sobre todo, la historia de la institución que ha producido<br />

cada uno de los fondos archivísticos, de las competencias, de la estructura, de los<br />

procedimientos de aquella institución, y de cómo ella, en consecuencia, haya dispuesto<br />

en el origen los propios documentos según un orden originario que ha sido reconstruido<br />

por el archivero.<br />

El inventario así concebido es la Única clave que permite cada tipo de búsqueda.<br />

Con frecuencia es difícil hacer entender todo esto al usuario que se acerca por<br />

primera vez a un archivo sin tener suficiente preparacibn archivística. Muchos usuarios,<br />

si bien cualificados, están sin embargo absolutamente desprevenidos, y sostienen que el<br />

28 Al primer Congreso Internacional de Archivos, París, 1950, cfr. "Archivum", 1, París, 1951, pág. 69.<br />

49


archivo es algo similar a una biblioteca que conserva documentos en lugar de libros. Es<br />

esta una amarga constatación, que los archiveros, situados en las salas de consulta de los<br />

respectivos archivos y para la guía de los usuarios en sus búsquedas, deben repetir con<br />

frecuencia.<br />

Entre los muchos testimonios, traemos una afirmación <strong>del</strong> colega francés Bertrand<br />

Joly, quien escribe que "salvo excepciones, los funcionarios, los empleados y los<br />

historiadores, los que transfieren a los archivos y los que los utilizan, son archivística-<br />

mente "ignorantes", y que "la incompetencia de muchos Universitarios en materia de<br />

archivos, comprobada cada día, es verdaderamente e~candalosa"~~.<br />

No hace aún muchos afios, en 1%ó, la Sociedad de Historiadores italianos, es decir,<br />

la asociación que agtupa a los profesores universitarios italianos de materias históricas,<br />

dedicó a los archivos un referéndum entre sus socios. En éste se pedía, entre otras cosas,<br />

la redacción de inventarios uniformes.<br />

Esto demuestra qué poco los autores de este pedido conocían los archivos y la<br />

archivística. Uniforme puede y debe ser la metodología <strong>del</strong> ordenamiento y <strong>del</strong> inventario<br />

(y no había ninguna necesidad de pedir esta "uniformidad", dado que ésta en Italia estaba<br />

ya prescrita por una norma de derecho positivo, que anteriormente hemos citado, que se<br />

remonta a 1875); pero precisamente porque en base a esta metodología cada ordenamiento<br />

archivístico tiende a llevar los documentos al orden originario que les fue dado por el ente<br />

productor, el resultado final de cada ordenamiento archivístico será diferente <strong>del</strong> de todos<br />

los otros, o por lo menos <strong>del</strong> concerniente a otras categorías de entes u oficinasm.<br />

Del escaso conocimiento de los archivos y de la Archivística por parte de muchos<br />

historiadores italianos, se tiene además la prueba en la respuesta a otra pregunta: más de<br />

29. "Sauf exception, les fonctionnaires, les entrepreneurs et les historiens, cpux qui versent les archives et<br />

ceux qui les utilisent, sont archivistiquement des ignorants", y en nota: "L'incompetence de beaucoup<br />

d'universitaires en matére d'archiws, chaque jour verifiée, est veritablement scandaleuse": Bertrand Joly,<br />

Lesarchivescontemporninesont-ellesun avenir?, en "La Gazette desarcbives", nn. 134-135, París, 1986,<br />

30.<br />

@gs. 185-193, donde las frases aquf mencionadas están en las págs. 193, nota 13.<br />

Dentro <strong>del</strong> mismo ente se puede tener una uniformidad de disposición or¡g¡nana de los doaimentos entre<br />

oficinas <strong>del</strong> mismo tipo: por ejemplo, en la organización administrativa <strong>del</strong> Estado italiano, en 1940 fueron<br />

dictadas normas uniformes para la tenencia de los papeles de la Prefectura. Análogamente, la autoridad<br />

queejerce la vigilancia en determinadascategorías deentes puededictar normas uniformes para la tenencia<br />

de los papeles de entes <strong>del</strong> mismo tipo: así sucedió en Italia en 1897 para los Municipios. Los archivos<br />

municipales italianos desde 1897 en a<strong>del</strong>ante, presentan por lo tanto una uniformidad en la disposición<br />

originaria de los documentos y en consecuenaa, en eventuales trabajos de ordenamiento se estará frente<br />

a una uniformidad a respetar.<br />

50


la mitad de los historiadores interpelados afirmó que la Archivística no es una disciplina<br />

autónoma, y casi la mitad de los mismos historiadores declaró que no deberían existir<br />

cátedras de Archivística en las universidades.<br />

Creemos, por 10 tanto, que el colega Joly no está <strong>del</strong> todo equivocado al denunciar<br />

la "escandalosa ignorancia" de muchos universitarios en materia archivística.<br />

Más allá <strong>del</strong> Océano, la colega Virginia C. Purdy ha denunciado, en un brillante y<br />

agudo artículo, la "archivofobia" de muchos usuarios de los archivos, los cuales querrían<br />

encontrarlos ordenados en base a sus temas de búsqueda, y ha afirmado que se trata de<br />

una... enfermedad muy difundida entre "colleagues in the histarical pr~fession"~~.<br />

El archivero es, por lo tanto, frecuentemente sometido a presiones por parte de quien<br />

no conoce o conoce poco la Archivística.<br />

Es ne<strong>cesar</strong>io entonces tener mucha paciencia para hacer comprender a los usuarios<br />

de los archivos, como la adopción de la metodología correcta de ordenamiento <strong>del</strong> archivo<br />

por parte <strong>del</strong> archivero, además de responder a una exigencia científica de una de las<br />

profesiones más difíciles, mencs conocidas, pero más gratificantes, sirve también para<br />

permitir cualquier tipo de búsqueda por parte <strong>del</strong> usuario, una vez que éste haya tomado<br />

la no fácil vía de acceso al archivo, buscando '*no las materias sino las instituciones".<br />

31. Virginia C Purdy, Archivuphbia: itS causes and cure, in "Prdogue", Journal of the National Archives.<br />

Vol 15, u* 2 Washington, Summer 1983, págs. 115-119.<br />

51


LOS ARCHIVOS, MEMORIA DE LA HUMANIDAD'<br />

Jean Favier<br />

Antes de ser la materia prima con que se escribe la historia, los archivos fueron,<br />

han sido y son el arsenal de la administración y el reflejo inmediato de la historia a medida<br />

que se va haciendo.<br />

Así, desde la más remota antigüedad, los archivos públicos se constituyen como<br />

memoria <strong>del</strong> Estado, mientras el individuo constituye por su cuenta sus propios archivos<br />

como memoria de su propia actividad o de la de su familia. De 10 que se trata es de<br />

conservar el recuerdo de la acción de hoy día, para que sirva de base a la de mañana.<br />

Los soportes <strong>del</strong> archivo son variada, tan variados como los objetos. Según las<br />

civilizaciones y las técnicas, se han ido sucediendo la tableta de cera y la de arcilla seca,<br />

la concha y el trao de barro cocido, el papiro y el papel, el mármol incluso. Han llegado<br />

así hasta nosotros, para servir de base a una historia que los administradores de entonces<br />

difícilmente podían imaginar, la correspondencia de los antiguos reyes <strong>del</strong> Cercano<br />

Oriente, el catastro <strong>del</strong> Imperio Romano, la estructura <strong>del</strong> patrimonio de la Iglesia de<br />

Roma o dePde Guillermo el Conquistador.<br />

Lo que todos esos documentos tienen de común, aparte <strong>del</strong> hecho de que surgieron<br />

de la vida activa y que su finalidad no era servir al historiador futuro, es su relativa<br />

perennidad. Una tableta o un trozo de mármol apenas se gasta el ser leído, y el frágil<br />

papiro, que con las manipulaciones sufre tanto como conla luz, no experimenta el menor<br />

daño cuando la mirada lo recorre.<br />

Los documentos de este tipo tienen además otra caracteristica común: la unicidad.<br />

Es cierto que la misma acta puede volver a copiarse indefinidamente. De todos modos,<br />

1. En El Correo de la Wnesco. París: Unesco, Mar. 1978, p. 10-15.<br />

52


ninguna de esas copias es semejante a la otra y cada una aporta a la historia los elementos<br />

de su propia originalidad.<br />

h modos de tradición se han diversificado. Hay por un lado el original, al que<br />

sigue de cerca la copia realizada al mismo tiempo y dotada de la misma eficacia<br />

administrativa. Hay luego la copia hecha por el autor mismo <strong>del</strong> acta para guardar<br />

constancia de las decisiones adoptadas y de las informaciones enviadas: es éste el registro,<br />

o estado, gracias al cual nuestros archivos conservan desde la Edad Media huellas de la<br />

actividad de las grandes administraciones públicas. Basta con recorrer los estados de la<br />

cancillería británica, los registros de los papas o los <strong>del</strong> "TrésOr des Chartes" de Francia<br />

para comprobar lo que supone para la historia humana esta memorización sistemática de<br />

los actos de gobierno e incluso de los actos de gestión administrativa.<br />

Al mismo tiempo que experimentaban la necesidad de conservar sus archivos, las<br />

sociedades humanas constatahan también la de organizarlos. En efecto, los archivos<br />

constituyen la referencia privilegiada de toda decisión que se funde en las anteriores, lo<br />

cual significa que son la base de toda gestión consuetudinaria y de toda jurisdicción que<br />

w) esté respaldada por un cuerpo jurídico.<br />

Entre los medios de esta organización, debe citarse el inventario en las diversas<br />

formas -alfabética, cronológica, topográfica, metódica- que puede adoptar la inscripción<br />

en un repertorio de todos los documentos conservados con vistas a facilitar su búsqueda.<br />

En la Antigüedad existían ya tales repertorios, cuyo uso se generalizó en la Edad Media,<br />

sobre todo a partir <strong>del</strong> siglo XII.<br />

Estos archivos tradicionales tienen sus fallos. El primero de ellos es la vulnerabili-<br />

dad de los documentos frente a todos los agentes de destrucción, entre los cuales debe<br />

señalarse en primer lugar el fuego, terror de las antiguas ciudades. En el transcurso de los<br />

siglos los incendios han destruido algunos de los fondos decumentales cuya ausencia<br />

lloran hoy los historiadores, incapaces de averiguar lo que en ellos se conservaba.<br />

Pero hay otro azote <strong>del</strong> que los archivos sufren desde que existen: la sustracción o,<br />

dicho sin eufemismo, el robo. Junto a los cam relativamente poco frecuentes de robos<br />

con todas las agravantes son numerosísimos los c am de desaparición originada por la<br />

negligencia de los hombres que olvidan devolver a su sitio los documentos que consultan<br />

para su trabajo cotidiano. Si los archivos hubieran sido menos Útiles, hoy estarían más<br />

nutridos.<br />

Fue a partir <strong>del</strong> siglo X W cuando los historiadores occidentales sintieron la<br />

necesidad de fundar en los archivos su relato de los acontecimientos y su análisis de las<br />

53


estructuras <strong>del</strong> pasado. Para el archivero, el interés histórico <strong>del</strong> documento era compa-<br />

rable a su valor como título jurídico. No s610 se conservaban los archivos sino que se<br />

constituían colecciones de documentos históricos, tanto a base de originales como de<br />

copias. Los grandes mecenas enriquecían su biblioteca con estas colecciones facticias en<br />

las que hoy encontramos piezas de archivos más o menos sustraídas de su fondo original.<br />

Los eruditos surcaban Europa en busca de inéditos, haciendo provisión de copias para su<br />

propio uso y para el de sus amigos. Esas copias son hoy a menudo el Único medio de que<br />

disponemos para conocer ciertos textos esenciales, desaparecidos con ocasión de un<br />

incendio o por otras causas.<br />

El despertar <strong>del</strong> interés por la historia transforma radicalmente las normas <strong>del</strong> oficio<br />

de archivero. Este, cuya función se orientaba hasta entonces hacia la utilidad inmediata<br />

de la administración, se pone ahora al servicio <strong>del</strong> historiador y, más generalmente, al <strong>del</strong><br />

mundo contemporáneo. Esa preocupación histórica conduce incluso, en el siglo XIX, a<br />

un reforzamiento de las prioridades, y el archivero, erudito de formación, da preferencia<br />

al servicio <strong>del</strong> historiador sobre el de la gestión contemporánea. No es de extrañar que el<br />

siglo cuya historia resulta en numerosos aspectos más dificiles de escribir -simplemente<br />

porque sus hombres se preocupaban poco de los historiadores futuros-sea precisamente<br />

aquel durante el cual se desarrollaron las teorías positivistas de la historia. El interés se<br />

volvía hacia el pasado, olvidando que un día el presente sería a su vez pasado.<br />

Fue en el siglo XIX cuando la mayoría de los países crearon esas grandes coleccio-<br />

nes de inventaria, esas nutridas series de publicaciones, esos ficheros exhaustivos gracias<br />

a los cuales ha podido progresar la historia.<br />

A medida que los archivos adquirían su dimensión científica y cultural, se afirmaba<br />

y consolidaba el derecho de todos los ciudadanos sobre un patrimonio archivístico común.<br />

De ello se derivaba para los servicios de archivos una serie de nuevas obligaciones, las<br />

propias <strong>del</strong> servicio público actual. Se trataba de comunicar, de ayudar a la labor de<br />

investigación, de asesorar. Como resultado <strong>del</strong> desarrollo de las investigaciones univer-<br />

sitarias, en las salas de lectura de los depósitos de archivos se apretujaba un público<br />

desinteresado pero lleno de pasión para el que el derecho a los archivos era simplemente<br />

una forma <strong>del</strong> derecho a la verdad.<br />

El siglo XX empezó por introducir en el archivismo los problemas de la masa. El<br />

aumento, patente en la mayoría de los países, de aquellas esferas en que el Estado<br />

interviene sistemáticamente es una primera causa <strong>del</strong> incremento cuantitativo de los<br />

archivos. Hace s610 un siglo eran muy numerosos los asuntos que podían resolverse sin<br />

salir de la esfera privada. En cambio, hoy no existe, pongamos por caso, construcción de<br />

54


casa o interpretación de obra musical en la que por uno u otro concepto no se vea<br />

implicado el Estado: el Estado autoriza, prohibe, reglamenta, ayuda, grava con impues-<br />

tos... Quiere decirse que los archivos públicos reflejan el conjunto de las actividades de<br />

una colectividad.<br />

Otro factor que trastoca completamente la situación <strong>del</strong> archivismo es, naturalmen-<br />

te, el progreso de la tecnología documental. En un siglo hemos pasado de la pluma al<br />

bolígrafo, <strong>del</strong> copista a la máquina de escribir eléctrica, a la multicopista, la fotocopia, la<br />

xerografía. Mientras que el documento Único era antes la regla, ahora es la excepción.<br />

La primera consecuencia de esta multiplicación de los archivos es que nadie puede<br />

administrar por sí mismo la masa de documentos que, sin ser todavía de utilidadcotidiana,<br />

sigue presentando un interés suficiente para que no se los destruya. De ahí la necesidad<br />

de que los especialistas -documentalistas o archiveros- tomen a su cargo el destino de<br />

esos archivas "vivientes".<br />

Es éste el "prearchivamiento", que transfiere a la esfera <strong>del</strong> archivismo lo que antes<br />

pertenecía a la de la gestión de oficina. El prearchivamiento no es pues el simple<br />

amontonamiento de los archivos aún no clasificados sino una auténtica gestión de<br />

documentos todavía Útiles para la administración y que son ya codiciados por las<br />

investigadores.<br />

Todo ello obliga a sistematizar mucho más seriamente que en el pasado la práctica<br />

de la clasificación para no quedar sumergido por la masa de documentos, pero sin que<br />

ello obligue a eliminar documentos que un día puedan ser útiles.<br />

La técnica <strong>del</strong> microfilm pasa por ofrecer una solución general a todas las dificul-<br />

tades-derivadas de la gran masa de nuestros documentos y de los altos costos de su<br />

conservación. Y, ciertamente, si sólo tuviéramos en cuenta el precio <strong>del</strong> metro de película<br />

virgen, podríamos maravillarnos de que quepa en una cajita 10 que tantos metros<br />

cuadrados ocupa en un depósito costoso de construir. En cambio, si se piensa en el trabajo<br />

que cuesta preparar las documentos para microfilmarlos, si se computa la masa de salarios<br />

que exige la operación propiamente dicha y si no se olvida la amortización <strong>del</strong> material,<br />

nos percatamos de que microfilmar un fondo de archivos a fin de conservarlo en pequeño<br />

volumen cuesta dos veces más que construir un edificio especialmente destinado a la<br />

conservación de ese misma fondo.<br />

Aesto se añade otro inconveniente, de no menor entidad: en la mayoría de los países<br />

no se reconoce al microfilm ni como título ni como prueba judicial, porque elimina<br />

muchos elementos <strong>del</strong> análisis y <strong>del</strong> peritaje.<br />

55


Ello no obsta en modo alguno para que el microfilm ofrezca al archivero de nuestros<br />

días las incontables ventajas que entraña su escaso volumen. Gracias a esa virtud, es hoy<br />

el instrumento insustituible para toda clase de documentos poco accesibles directamente<br />

por 10 lejano de su ubicación.<br />

La transformación radical de las técnicas documentales ha introducido entre las<br />

preocupaciones <strong>del</strong> archivero una amenaza un tanto olvidada desde la época <strong>del</strong> papiro:<br />

me refiero al carácter frágil, por no decir efimero, de los nuevos soportes documentales.<br />

¿Qué quedará dentro de uno o de cinco siglos de nuestras fotografías que amarillecen, de<br />

nuestras fotocopias casi evanescentes, de nuestras xerografías, de nuestras copias con<br />

papel carbón? ¿Qué subsistirá dentro de treinta años de nuestras cintas magnetofónicas<br />

cuyo soporte material se degrada a cada consulta y cuya magnetización desaparece por<br />

sí sola?<br />

Aún más grave es el problema que plantea el uso de la computadora en la más<br />

diversas gestiones de la vida contemporánea. ¿Será la memoria que tales máquinas<br />

conservan, aun suponiendo que el archivero disponga de los medios para regenerarla y<br />

combatir así su degradación natural, compatible dentro de un siglo con las máquinas<br />

gracias a las cuales se gobernará entonces el mundo? ¿Qué habrá que hacer si esa memoria<br />

se vuelve muda?<br />

Por lo demás, conservar las memorias según los principios que regulan el archivado<br />

<strong>del</strong> papel podría constituir una precaución insuficiente. El papel conserva la huella de los<br />

sucesivos estados de su redacción. Un registro, un libro de contabilidad, un expediente<br />

individual conservan las diferentes etapas de la labor de un tribunal, de la caja de una<br />

empresa, de una carrera y de una vida. La computadora, que se enriquece a cada momento<br />

con los datos que en ella se introducen, pierde inmediatamente los datos antiguos cuando<br />

los nuevos los anulan. Por consiguiente, si no se toman las debidas precauciones, el<br />

historiador encontrará en la memoria conservada el reflejo de un estado final no el de un<br />

proceso temporal.<br />

De todos modos, la generalización de la curiosidad científica ha modificado desde<br />

hace medio siglo las condiciones de conservación y de organización de los archivos. El<br />

archivero de antes de 1914 sabía en líneas generales lo que se pediría unos años después,<br />

a saber, más o menos lo mismo que se le pedía unos años antes. Fuente tradicional de la<br />

historia política e institucional, de la monografía local, de la biografía e incluso de la<br />

genealogía, los archivos se han convertido actualmente en el terreno de exploración de<br />

cuantos investigadores se interesan por el pasado humano en todos sus aspectos. Los<br />

mismas archivos se utilizan para documentar la historia económica y social, la historia<br />

56


de la psicología colectiva y la sociología religiosa de las épocas pasadas. La historia de<br />

los precios y las técnicas, la historia de la higiene y la de las formas de religiosidad figuran<br />

íntimamente mezcladas entre los temas de interés que los investigadores estudian en los<br />

archivos.<br />

% Pero, al mismo tiempo que el historiador escruta un pasado aún cercano, el<br />

ciudadano vela celosamente por su derecho a la intimidad de una vida privada y familiar.<br />

He aquí otro problema que no conocieron los archiveros <strong>del</strong> siglo pasado. Abrir generosamente<br />

los fondos más recientes, facilitar un análisis científico de nuestra época y<br />

garantizar la transparencia de una administracih que debe rendir cuentas a la nacih,<br />

pero al mismo tiempo proteger a cada persona frente a las curiosidades in<strong>del</strong>icadas y a<br />

las presiones individuales: he aquí unos deberes contradictorias que vienen a añadirse a<br />

la deontología milenaria <strong>del</strong> archivero.<br />

Una cosa son los derechos humanos, otra el derecho de gentes.El desmembramiento<br />

de los grandes imperios, ya en la Edad Media y particularmente desde hace dos siglos,<br />

ha obligado a muchos pueblos a buscar en el extranjero los archivos que permitan<br />

documentar un gran sector de su historia. De ahí una serie de reivindicaciones que por<br />

desgracia resulta difícil satisfacer. La estructura de las fondos de archivos no refleja<br />

ne<strong>cesar</strong>iamente las estructuras territoriales resultantes <strong>del</strong> desmembramiento <strong>del</strong> Imperio<br />

Otomano, <strong>del</strong> Imperio Austrohúngaro, de los imperios coloniales, de las ocupaciones<br />

militares. El microfilm presenta el doble inconveniente de no resolver ninguno de los<br />

problemas de principio y de ser un instrumento, como ya hemos visto, muy oneroso. Es<br />

&te un asunto que vienen estudiando atentamente la Unesco, el Consejo internacional de<br />

Archivos y la Mesa Redonda internacional sobre los Archivas.<br />

Así, al cabo de tres mil años de historia de los archivos, nos encontramos ante una<br />

paradoja. Reflejo y testigo de la dificultosa vida de los hombres en cada época, los<br />

archivas se han convertido a su vez en uno de los elementos de la política nacional e<br />

internacional de cada país. Cuando los Estados modernos definen mediante leyes el<br />

derecho aplicable a sus propios archivos y determinan mediante negociaciones el derecho<br />

que desean ejercer sobre archivos que no les pertenecen, abren una nueva etapa en la<br />

historia de la memoria humana.<br />

57


Mentalización<br />

NUESTRA MEMORIA Y LOS ARCHIVOS'<br />

María <strong>del</strong> Carmen Pescador <strong>del</strong> Hoyo<br />

Los archivos son memorias colectivas. Pero además memorias mucho más durade-<br />

ras que nuestra propia memoria individual, que termina con nuestra ausencia <strong>del</strong> mundo<br />

de los vivos.<br />

Son, es cierto, memorias falibles, como las nuestras, y de ellas debemos entresacar<br />

la realidad, lo que fue, no lo que se amañó o imaginó. En un archivo encontraremos<br />

verdades y falsedades, como también en nuestra propia memoria guardaremos recuerdos<br />

de los que a veces tendremos la duda de si fue un hecho real o sólo una apreciación nuestra.<br />

Ese trabajo de entresacar y contrastar corresponde al que investiga, al que trata de<br />

averiguar la verdad, o mejor dicho, esas pequeñas verdades que concurren en los hechos,<br />

ya que la verdad absoluta, la verdad entera y -valga la redundancia- verdadera yo creo<br />

que es inalcanzable. De cada lado hay siempre un poco de verdad y un poco de razón.<br />

Cuando nosotros queremos dejar memoria de nuestra vida empezamos a remover<br />

los recuerdos. Cuando queremos hacer memoria de hechos colectivos removemos los<br />

papeles de los archivos. Por otra parte, ambos procesos no son independientes. Hay algo<br />

de nuestras vivencias personales que pueden aportar mucho al esclarecimiento de las<br />

vivencias colectivas que tratamos de conocer. Por eso, porque hay tanto archivado en<br />

nuestras memorias individuales como plasmado en soportes materiales es por lo que ha<br />

empezado a reconocerse el interés de estas aportaciones dando lugar a los llamados<br />

archivos orales para la Historia.<br />

Pues bien, si admiramos a una persona que tiene el privilegio de una gran memoria,<br />

1. En el Boletín de IaANABAD. Madrid: Jul.-Set., 1981.Vol. XXXI, NQ 3, p. 355-363.<br />

58


tendremos que admirar por igual a una nación, región o ente geográfico que tenga su<br />

memoria colectiva bien organizada, es decir: sus archivos en orden. Somos el resultado<br />

de nuestros antecedentes y el origen de lo que vendrá después. Si sabemos aprovechar<br />

las enseñanzas tendremos facilitado el trabajo para nuestro desenvolvimiento, y si<br />

sabemos dejar memoria de esta actualidad que vivimos facilitaremos el camino a las<br />

generaciones futuras. Porque aunque la Historia no se repite enteramente, ya que las<br />

circunstancias condicionales van cambiando, la Historia no es mera curiosidad, es<br />

también información y aprendizaje. Y aunque es admitido que nadie escarmienta en<br />

cabeza ajena siempre será mejor partir de unos antecedentes que partir de cero.<br />

Por eso cuando una comunidad adquiere madurez vuelve los ojos a su pasado y<br />

trata de conocerlo para conocerse mejor, y cuando esa comunidad quiere organizarse<br />

procura afanosamente reunir todos sus antecedentes fijados en soportes materiales,<br />

completando sus informes con los orales, sobre todo cuando aquéllos han sido diezmados.<br />

Tal es el caso de algunos de los países <strong>del</strong> llamado Tercer Mundo. Y puede ocurrir<br />

entonces algo que nos sirva de lección: que alguno de estos países construya su gran<br />

archivo estatal con todos los a<strong>del</strong>antos, con local para exposiciones, para conciertos, para<br />

conferencias, para biblioteca ... mucho mejor que otros países más viejos con mucha más<br />

historia documentada sobre sus espaldas. Este es el caso de Kenia, que en octubre de 1978<br />

tenía ya hecho un proyecto para un gran archivo cuyos depósitos en primera fase estarían<br />

constituidos por una nave de siete plantas, que en una segunda fase sería completada con<br />

otra de otras siete.<br />

Estamos, pues, ante el hecho curioso de que quien anda escaso de documentación<br />

la busca afanosamente por donde sea para conservarla, mientras que quien anda sobrado<br />

no le concede la importancia debida.<br />

Ante esta falta de atención debemos de luchar por todos los medios planteando el<br />

problema desde el punto de vista personal para luego trasladarlo al colectivo. Si de<br />

siempre hemos alabado a las personas de categoría intelectual, diciendo que estaban muy<br />

"documentadas", también hemos motejado a quienes eran ignorantes e ineficaces como<br />

personas "indocumentadas". Decir "Fulano es un indocumentado" era descalificarlo en<br />

el ejercicio de su actividad. Sin embargo, lo hemos dicho y repetido mecánicamente, sin<br />

darnos cuenta de su verdadero contenido. Pues bien,.vamos a tratar de que la administra-<br />

ción de un Estado, una institución o una empresa no caiga en la categoría de "indocumen-<br />

tada", que conozca cuanto tiene que conocer para mantener sus derechos y cumplir sus<br />

deberes, para no tener que inventar razones ni incurrir en los mismos errores que llevaron<br />

al fracaso. Vamos a tratar de que los archivos sean los surcos de esa memoria colectiva<br />

59


que almacena los datos. Nosotros fijamos en nuestra memoria nuestras vivencias que nos<br />

ayudan a sobrevivir. Pidamos a la colectividad que conozca de antemano, en lo posible,<br />

lo que puede hacer y lo que no uede hacer. Una colectividad desmemoriada es casi, casi,<br />

UM colectividad descerebrada 8 .<br />

Pongamos nuestro esfuerzo en convencer a la comunidad en que vivimos de que<br />

los archivos no son el depósito de los residuos inservibles de la administración donde<br />

unos cuantos pierdetiemp buscan curiosidades, y hacerles ver su importante cometido<br />

en el desarrollo comunitario. Y no nos estamos refiriendo sólo a los archivos estatales,<br />

sino a todos. Ninguno de ellos puede ser cercenado <strong>del</strong> conjunto sin dañar a la colecti-<br />

vidad.<br />

Ya sé que estoy hablando a un grupode convencidos, pero no importa. Mi propósito<br />

es recordar a todos que es un problema de todos, no de un grupo, sugerir razones, dar<br />

armas a los colegas para defender nuestra verdad, para impulsar nuestra labor, que no es<br />

ni s610 cultural ni sólo practicista, sino las dos cosas a la vez. Para que no sintamos rubor<br />

cuando un país <strong>del</strong> Tercer Mundo en vías de organización nos da una lección de cordura<br />

en materia de archivo.<br />

Organizacibn<br />

Esto no quiere decir en absoluto que aspiremos a amontonar indiscriminadamente<br />

los documentos que se van produciendo en el ámbito de nuestro territorio, ni tampoco<br />

que llevados de nuestro afán vayamos a realizar con ellos grandes desplazamientos<br />

sacándolos de su entorno natural. Previamente habrá que establecer, si no está ya creada,<br />

una red de archivos por la que se canalice el fluir de la documentación sin derramar algo<br />

de su caudal a fondo perdido, ni producir estancamientos remansados donde su efectivi-<br />

dad va a ser nula.<br />

Para establecer correctamente esta red tendremos que tener en cuenta dos factores:<br />

el proceso de envejecimiento de la documentación y su propia naturaleza y significado.<br />

2 HAROLD D. LASSWELLen su "Estructura y función de la comunicación en la sociedad", publicado por<br />

pnmeravezhaceveinticincoaños, llegaacomparar la necesidadyestructura deun serviciodeinformación<br />

con la que existe y opera biol6gicamente en los seres humanos y animales degradosuperior. (The Structure<br />

andFunction of Communication inSociety". B. BerelsonandM. Janowitz(e~).ReaderinPublicOpinion<br />

andCommunication. The Free Press, Clencoe, 1955).<br />

60


Este proceso de envejecimiento constituye para nosotros una de las principales<br />

preocupaciones, ya que en él se enraízan a su vez dos problemas fundamentales: las<br />

transferencias y los expurgos. Nasotros hasta ahora nos hemos ocupado más <strong>del</strong> primero<br />

que <strong>del</strong> segundo, quizás por ser de más fácil resolución, pero sobre todo porque para este<br />

Último necesitamos de los organismos productores una colaboración responsable que, por<br />

pereza mental, parecen poco decididos a prestamos.<br />

Los dos factores ya citados de envejecimiento y naturaleza de los documentos van<br />

a motivar el fluir de la documentación y consecuente trasvase de unos depósitos a otros.<br />

Si no contásemos con la necesidad de transferir la documentación que está pasando la<br />

primera etapa de su vida en archivos inmediatos a depósitos estables, los archivos<br />

inmediatos que la recogen día a día, engordarían, se harían torpes e inoperantes por el<br />

peso muerto de los documentos que han perdido en parte o totalmente su vitalidad<br />

administrativa. Es de todo punto ne<strong>cesar</strong>io establecer una salida paralela bien a depósito<br />

intermedios, bien a depósitos definitivos. Pero si en este fluir no tenemos la medida de lo<br />

que puede ser UM concentración saludable y lo que llegaría a ser una concentración<br />

monstruosa, también los depósitos definitivos corren el riesgo de acabar aquejados de la<br />

misma enfermedad.<br />

Saludable en cuanto a que si van a ser depósitos sin salida de documentación, no<br />

podemos a la vez considerarlos indefinidamente abiertos, a través de anos y años, a la<br />

recepción de los documentos que se vayan produciendo. Ahí tenemos los casos de Francia,<br />

Italia y Bélgica, entre otros, que han tenido que construir verdaderas ciudades satélites<br />

de depósitos de archivo más o menos cerca de los Archivos Centrales de la nación. En<br />

EE.UU. lo están resolviendo a base de microfilm, con menoscabo de los originales. Un<br />

indefinido acumulamiento llegará a convertirlos en verdaderos monstruos inmanejables.<br />

No podemos confundir organización controlada y articulada con centralización inoperan-<br />

te. Hay que dejar bien definido lo que es un archivo inmediato, lo que es un archivo de<br />

tránsito y lo que es un archivo definitivo, sabiendo cortar cuando sea preciso de forma<br />

que cuando el definitivo no tenga ya más capacidad racional de admisión concentre sus<br />

esfuerzos en lo que ya tiene, dedicándose a profundizar en ello para que sus documentos<br />

den el mayor rendimiento posible, en vez de crear problemas de ensanchamiento cuando<br />

su dotación humana y económica, cuando su espacio físico y natural no sean siquiera<br />

suficientes para 10 que ya tenga acumulado.<br />

Trasladado el problema a nuestro país, ¿no se habría convertido hoy en un monstruo<br />

el Archivo de Simancas si en el siglo XVIU no hubiera sufrido una enorme sangría para<br />

formar el Archivo de Indias, y a su vez no hubiera ido languideciendo la entrada de<br />

flocumentos recibiendo toda la producción posterior hasta nuestros días?, ¿no ha pensado<br />

61


nadie que si el antiguo Archivo General Central de Alcalá de Henares -a tope en 1916,<br />

a pesar de las sucesivas ampliaciones realizadas- no se hubiera quemado, la creación <strong>del</strong><br />

nuevo hubiera sido igualmente indispensable? El sentido común nos dice que los archivos<br />

definitivos no pueden ser un pozo sin fondo, que tiene que irse cerrando cuando han<br />

abarcado un largo período cronológico, dando paso a la creación de nuevos archivos<br />

definitivos, que a su vez serán superados por rebosamiento y plantearán la necesidad de<br />

la creación de otros que vengan a recoger las nuevas emisiones documentales.<br />

Esta verdad fue intuida plenamente cuando a mediados <strong>del</strong> siglo XIX, en 1858, fue<br />

creado el Archivo General Central, a que acabamos de aludir, para recoger todo lo que<br />

por no haberse mandado a Simancas estaba desperdigado y en trance de perderse. Con<br />

todo pronto la realidad les hizo ver que se habían quedado cortos y a los ocho años, en<br />

1866, crearon otro nuevo archivo, el Histórico Nacional, para reunir en él la documenta-<br />

ción proveniente de instituciones ya prescritas y por tanto consideradas como de carácter<br />

plenamente histórico, encontrándose en primera fila los fondos de clero regular y secular<br />

incautados por el Estado. No se les ocurrió llevarlo a Simancas. Aparte de los beneficios<br />

que aquella medida reportaría a los señores académicos de la Historia y a los estudiosos<br />

de la universidad madrileña, los límites físicos <strong>del</strong> Archivo de Simancas son sillares de<br />

piedra y no pueden forzarse. Hubiera sido igual de encontrarse bastantes kilómetros más<br />

cerca.<br />

Comprendiendo la lección, si en la época actual, en cualquier país, se llegase, o<br />

volviese a llegar, a este punto de rebosamiento habría dos opciones: crear, como entonces<br />

se hizo, un nuevo depósito definitivo dispuesto para recoger durante una larga etapa la<br />

producción documental no absorbida, así como la venidera, o hacer definitivo el archivo<br />

intermedio, creando otro nuevo que realizase su antigua función. Para optar por una u<br />

otra tendríamos en consideración sus circunstancias: si el archivo intermedio o de tránsito<br />

no tuviese condiciones físicas para guardar los documentos con carácter indefinido la<br />

solución correcta sería la primera. Si por el contrario reuniera las condiciones ne<strong>cesar</strong>ias<br />

y, debido a la imposibilidad de transferir lo más antiguo, no hubiese llegado a acumular<br />

gran cantidad de fondos, sería lo más razonable darle estabilidad como archivo definitivo,<br />

en vez de proceder a movilizar miles y miles de documentos, evitando el riesgo al<br />

desorden y deterioro que para la documentación supone todo traslado masivo, y el enorme<br />

msto en trabajo y dinero que acarrearía tal traslado, sin ventajas que lo compensen.<br />

Tratemos de despersonalizar los problemas creando las personas para los archivos y no<br />

los archivos para las personas.<br />

Esto nos proporciona también otra lección: si verdaderamente podemos conseguir<br />

la organización de una red de archivos en la que tanto los inmediatos, como los<br />

62


intermedios y los definitivos estén en condiciones de garantizar esa fluidez ne<strong>cesar</strong>ia para<br />

el buen funcionamiento <strong>del</strong> sistema, pongamos todo nuestro entusiasmo en su creación,<br />

pero si s610 alcanzamos a llevar a decreto una teoría que resulta imposible de realizar en<br />

la práctica por carecer de base física en que sustentarse más vale que procuremos<br />

adaptarnos a la realidad y hagamos las cosas conforme la realidad requiera3.<br />

Por otra parte, una de las penosas consecuencias a que nos lleva el criterio de<br />

concentración a ultranza es el empobrecimiento cultural de las provincias o regiones.<br />

Algunas han tenido que llevar a sus Universidades copias xerográficas o micrográficas<br />

de lo que, originado en su ámbito, se ha acumulado en la capital de la nación. Es posible<br />

que cuandose hizo fuera lo más saludable para la conservación de los documentos, pero<br />

hoy tenemos que tratar de evitarlo dotando a esas regiones de medios humanos y<br />

económicos para mantener su documentación en condiciones aceptables de conservación<br />

y servicio. Tengámoslo en cuenta a la hora de organizar, rechazando la creación de<br />

grupúsculos satélites manejados por personas no bien capacitadas, que obviamente no<br />

pueden recibir una dirección adecuada que les llega desde muchos kilómetros de distan-<br />

cia. No importa que su contenido sea concreto a su ámbito local o 10 desborde: si allí los<br />

produjo el devenir de los hechos, allí deben de quedarse. No temamos descentralizar<br />

siempre que hayamos conseguido una buena organización que relacione unos archivos<br />

con otros, articulando sus informaciones y servicios. Una buena información intercam-<br />

biada y la facilidad que hoy existe de obtener copias por cualquier procedimiento<br />

reprográfico evitará las más de las veces desplazamientos inne<strong>cesar</strong>ios.<br />

Sin embargo, a pesar <strong>del</strong> tiempo transcurrido, seguimos viviendo todavía la centra-<br />

lización napoleónica, de donde nos abruman tantos problemas, hoy que ya no hay<br />

imperios.<br />

Un nuevo escollo vamos a encontrar para nuestra planificación en la supervivencia<br />

de la clasificación de los archivos en ad/ninisfrativos e histdricos, inverosímilmente<br />

conservada, pero a todas luces falsa y obsoleta. Porque así se ha comprendido ya en la<br />

guía de los archivos a nivel mundial publicada en 1975 por la revista "Archivum", con la<br />

impropia denominacibn de Anuario4 han desaparecido ya estas denominaciones sustitui-<br />

das, por las de "archivo abierto" y "archivo cerrado", respectivamente, que responden a<br />

3.<br />

4.<br />

Tratemos de despersonalizar los problemas ateniéndonos a lo que una buena organización requiere.<br />

Anuario, en castellano, es la publicación que tiene una periodiadadde publicación anual, cuya condición<br />

no concurre en el que citamos. El primero se publicó en 1955 y el segundo en 1975, con datos de 1973-74.<br />

En realidad es una Guía de Archivos a nivel mundial.<br />

63


UM realidad'. La documentación, desde el momento en que se produce hasta que llega a<br />

su asiento final, es una y aquellos conceptos surgidos en el siglo XIX, cuando se forman<br />

los grandes archivos nacionales', están entorpeciendo gravemente su estimación y por<br />

consiguiente poniendo en peligro su conservación. No es posible seguir aceptando esa<br />

clasificación artificial y sin base real en un tiempo como el actual en que los historiadores<br />

más que estudiar el ayer pretenden estudiar el hoy y, aun si me apuran, el mañana. Si lo<br />

que se conserva en los llamados archivos administrativos no fuera Historia los historia-<br />

dores no irían, como van, a consultarlos. Los documentos tienen valor por sí mismos, no<br />

T '<br />

a fueiza de años, aunque la vejez les roporcione un valor añadido, pero nunca será esta<br />

la base de su pretendida historicidad , ni tampoco la de su uso libre o restringido. Los<br />

plazos que se ha intentado poner en las diversas legislaciones son inoperantes a la hora<br />

de la verdad porque las salvedades son tantas que los plazos no nos valen gran cosa.<br />

Mejor sería que nos decidiéramos, de una vez por todas, a rbmper con estos<br />

conceptos convencionales y ajustarnos a la realidad de que la documentación no admite<br />

más diferencias que la permisibilidad de su uso, es decir documentación que todavía no<br />

puede consultarse sin permiso de la entidad productora o la que ya puede consultarse<br />

libremente. Historia es todo y administración es todo. Puede preguntarse cómo denomi-<br />

naríamos entonces a los archivos clasificados hoy como "Administrativos". Muy sencillo,<br />

y mucho más ajustado a la realidad: "Archivos inmediatos" o "Archivos en primera fase".<br />

Rechacemos conceptos decimonónicos, que estamos ya terminando el siglo XX. Creo<br />

que la aceptación de esta verdad ayudaría mucho a que se reconociese la importancia de<br />

nuestra misión y la necesidad de la presencia <strong>del</strong> archivero técnicamente capacitado en<br />

sitio inmediato a las fuentes de producción documental, asegurando así una protección<br />

de la que hoy, la mayor parte de las veces, carece. Borrando las falsas denominaciones<br />

.borraremos también de la mente de las personas ajenas a la profesión esos conceptos<br />

erróneos que les llevan a asegurar: "Aquí no hay nada histórico, todo es administrativo",<br />

Es el reconocimiento impllcito de que ningún archivo puede ser indefinidamente abierto.<br />

En Francia secrearon IosArchivosCentralesen 1794. LesiguieronInglaterra, Alemania, Suiza yPortuga1.<br />

Los jóvenes pafses hispanoamericanos lo hicieron durante el siglo XIX y primeros años <strong>del</strong> XX, desde<br />

1821 (Argentina) hasta 1914 (Venezuela). La creación en Espana de los archivos, a que hemos hecho<br />

alusión yaenel textodeeste trabajo, fueseguidacasideinmediato<strong>del</strong>acreaci6n<strong>del</strong>CuerpodeArchi~~eros<br />

y Bibliotecarios, en 1866, pensado solamente para la documentación antigua, de más de cincuenta aRos.<br />

La primera entidad administrativa en comprender el tremendo error fue el Ministerio de Hacienda, que<br />

pidió para su archivo un funcionario <strong>del</strong> nuevo Cuerpo, a cuyo ejemplo siguieron otros ministras, siendo<br />

a su vez aquél el primero, y hasta hoy el único, que lo solicito también para sus Delegaciones provinciales.<br />

La Ley de Defensa <strong>del</strong> Tesoro Documental y Bibliográfico de 21 de junio de 1972 (art. l', apartado d)<br />

considera a mo integrantes de éste "Los fondos existentes en las Bibliotecas y Archivos de la Adminis-<br />

tración Pública Central, Local e Institucional, cualquiera que sea la época a que pertenecen".<br />

64


con toda la carga negativa que para la documentación esto supone. Nosotros estamos<br />

convencidos, pero hay que convencer a los demás.<br />

Creo que esto clarificaría bastante las cosas y posiblemente produciría también<br />

efectos saludables en cuanto a la consideración y consecuente conservación de los<br />

dociimentos, no sólo estatales o institucionales, sino incluso privados.<br />

¿Qué para todo esto hace falta mucho dinero? No lo dudamos, pero la mayor parte<br />

de las veces -pensamos- el defecto está en que lo poco que hay no se reparte adecuada-<br />

mente. Nadie parece haber caído en la cuenta de que la mitad de los despilfarros<br />

administrativos provienen precisamente de la anarquía de sus papeles. Que consigamos<br />

nuestro propósito o no es algo que cae fuera de nuestro alcance, pero que nunca puedan<br />

decirnos que no sabíamos lo que queríamos, ni a dónde queríamos llegar.<br />

Difusibn<br />

El tercer punto que tenemos que considerar es el de la distribución y difusión de<br />

conocimiento a base de la documentación reunida. Sin ello todo lo anterior carecería de<br />

sentido'. En cuanto un mensaje se apoya sobre un soporte material se convierte en<br />

documento destinado a ser comunicado, sea cual fuera la base fjsica de este soporteg.<br />

Es un problema que preocupa a nivel mundial y que tenemos que abordar en sus<br />

tres vertientes: comunicación con la administración o entidad productora en función de<br />

un asesoramiento para el correcto desarrollo de su actividad, comunicación al usuario<br />

sobre el que pueden recaer los actos administrativos -derecho que ampara hoy la<br />

legislación-, y comunicación e información al estudioso que trata de averiguar algo sobre<br />

un pasado, más o menos lejano o cercano, con fines científicos y culturales.<br />

El suministro de información a la administración o entidad productora no siempre<br />

8. LASSWELL, HAROLD D., en su obra citada en la nota 1, define la difusi6ncomo "la transmisión de la<br />

herencia social de UM generaa6n a la siguiente" o "transmisión <strong>del</strong> legadosocial".<br />

9.<br />

CAUDE, ROLAND: "Organiser pour vivre", París, 1966, aboga porque toda la informaci6n sea transfor-<br />

mada en documento escrito. Cai este criterio se está actuando al mecanografiar para su consulta por el<br />

público los textos grabados de los archivos orales. Existen ya algunos catálogos publicados en Méjico y<br />

recientemente, en 1980, la "Oral History Association" ha publicdo ea USA, con el título de "Evalwation<br />

Gui<strong>del</strong>ines", un pequeño pero sustandaso folleto en que se dan normas para la toma correcta de datos de<br />

este tipo de fuentes de informaci6n.<br />

65


es forzosamente de datos rutinarios recientes. Son muchos los casos en que se remueven<br />

los documentos de los archivos buscando razones en que apoyar derechos históricos.<br />

Tales los conflictos de límites territoriales, surgimiento de nuevas nacionalidades, ocu-<br />

pación indebida de un territorio, reivindicación de una herencia por largos años usurpada,<br />

recurso contra una añeja sentencia que no se consideró justa y se desea derogar. Otras<br />

veces la defensa contra el expolio <strong>del</strong> patrimonio artístico, bibliográfico y documental10.<br />

El derecho a la información de los administrados, en cuanto a receptores de las<br />

resoluciones de cualquier administración pública o privada, es un concepto muy anti-<br />

guo", pero raras veces respetado y casi siempre entorpecido. Los Estados y susgobiernos,<br />

así como las entidades, han celado siempre cuidadosamente sus procedimientos al<br />

adquirir conciencia de que la posesión de información es sinhima de poder político,<br />

social, económico, científico y cultural. En la primera sesión de la Asamblea General<br />

francesa <strong>del</strong> período 1978-79, el entonces primer ministro Raymond Barre presentó un<br />

Proyecto de Ley relativa a la obligación de hacer conocer los motivos de los actos<br />

administrativos. En su artículo l.* se proclama que todo ciudadano tiene derecho a<br />

conocer el motivo de las resoluciones de la Administración. En nuestra actual Constitu-<br />

ción también se ampara este derecho en su artículo 105, y hace un año, entre los meses<br />

de mayo y junio de 1980, el Instituto Nacional de <strong>Prospectiva</strong> de la Presidencia <strong>del</strong><br />

Gobierno organizó un coloquio sobre problemas de la comunicación en que se abundó<br />

en la misma ideal2. Pero no nos hagamos muchas ilusiones: una cosa es lo que se predica<br />

y otra lo que se pone en práctica. En la realidad son tantas las trabas, en parte legítimas,<br />

10.<br />

11.<br />

12<br />

En nuestro caso tiene nombres concretos: Gibraltar y Sahara. A escala menor recordemos que el retrato<br />

ecuestre <strong>del</strong> duque de Lenna pintado por Rubens está hoy en el Museo <strong>del</strong> Prado gracias a que la<br />

documentación queacredita que ha pertenecidoal Patrimonio Real estaba a mano cuandoquisieronsacarlo<br />

a subasta pública. La alarma fue dada por un artículo publicado en el diario "ABC" el 28 de septiembre<br />

de 1%2 por la autora <strong>del</strong> presente trabjo, que estaba estudiando esa documentación en el Archivo<br />

Histórico Nacional. El caso más reciente es el de los derechos que ha podidoexhibir el Estado español<br />

para justificar su reclamación sobre la propiedad<strong>del</strong> "Guernica" de Picasso.<br />

En nuestra documentación podemos citar un documento de Jaime 1, que se conserva en el Registro 13, en<br />

el que hace referencia al "nostro público Archivio" y de Alfonso V se cita un privilegio de 1419, en que<br />

al fundar el archivo <strong>del</strong> Reino de Valencia, dice que lo hace para que las autoridades y par?icdur¿&ade~<br />

<strong>del</strong> reino puedan tener noticia de todas las cosas pasadas.<br />

De hace pocos años podemos citar en nuestra legislación una orden de 11 de mmo de 1% sobre acceso<br />

a los documentos de la administración pública, pero no ha tenido vigencia en la práctica. La Ley de<br />

Procedimientoadministrativovigente, en su artículo 23, autoriza dloal interesado, haciendo salvedadde<br />

la seguridad <strong>del</strong> Estado y el derecho a la intimidad.<br />

Se presentaron nueve ponencias, de las que citaremos para este punto concreto la de Beatriz Rodríguez<br />

Salmones "El acceso de los ciudadanos a los Cenm de Documentación de la Administraa6n Pública.<br />

66


que interceptan su realización que casi puede decirse que estamos en período de inicia-<br />

ción, valga la paradoja, de una secular teoría que tardará todavía muchos años en adquirir<br />

madurez y vigencia, si es que alguna vez lo consigue. En verdad, yo creo que más que<br />

aiestión de años es de situaciones históricas, que unas veces lo permiten y otras lo<br />

blcyuean.<br />

El tercer cauce de información es el que sirve a la investigación científica y cultural.<br />

La transmisión cultural incrementa la cohesión social y favorece la integración. En los<br />

países en los que la cultura es un bien de consumo profusamente extendido, las diferencias<br />

sociales entre sus ciudadanos se acortan sensiblemente. Y aquí también tenemos que<br />

apuntar nuevos rumbos. Es fundamental que en este campo el archivero no permanezca<br />

en actitud pasiva, esperando que alguien solicite sus informes: debe ser él quien inicie el<br />

suministro de conocimientos posibles sobre la documentación que custodia. Es un hecho<br />

conocido por todos los colegas que la publicación de cualquier instrumento de descripción<br />

de fondos de archivo produce de inmediato un movimiento masivo de investigadores<br />

hacia los fondos descritos. Pero hay algo más: la labor de publicación o edición de<br />

documentos, previamente acondicionados y comentados que se venía considerando como<br />

labor a realizar fuera de las horas de trabajo <strong>del</strong> archivero, ha pasado a ser considerada<br />

como legítima, siempre y cuando esto no suponga el abandono de otras tareas básicas de<br />

interés primordial. Esto está en parte resuelto hoy con las ediciones en microfilm<br />

realizadas por los propios archivos sobre series que puedan interesar a un amplio sector<br />

de público.<br />

La conclusión que de todo lo expuesto puede sacarse la resumiremos en muy pocas<br />

palabras: en tanto en cuanto salgamos de nuestra voluntaria reclusión, nos demos a<br />

mnmr y hagamos notar nuestro servicio y nuestra imprescindible presencia en una<br />

sociedad bien organizada, en la misma medida nuestro trabajo y m tros mismos seremos<br />

estimados y respetados por los demás.<br />

De nuestro compañero Pedro Mpez Gómez citaremos el artículo "Los archivos p6Hicap y el ciudadano"<br />

(ANABAD, año XXIX, núm. 4, octubrediciembre 1979, págs. 35-37, en que afirma que el archivo es<br />

un"bien cultural" que tiene que ponerse al servicio de los ciudadanos, que son fuentes primarias de<br />

informaaón.<br />

67


INTRODUCCI~N A LA PLANLFICACI~N<br />

Razón de ser de los archivos<br />

DE LOS ARCHIVOS'<br />

Bruno Delmas<br />

El hombre sólo es plenamente hombre por el conocimiento que tiene de sí mismo<br />

y de su evolución. Para realizar esa hazaña de reflexión y remontar el curso <strong>del</strong> tiempo<br />

requiere de documentos.<br />

Si bien se piensa, todo es documento, es decir, testimonio: la tierra da fe de la<br />

historia <strong>del</strong> universo; el cuerpo <strong>del</strong> hombre es un testimonio vivo de la originalidad de<br />

nuestra especie; y nuestros cromosomas, de nuestro patrimonio genético. Por razones<br />

diversas, y por su orden mismo, todo es memoria y testimonio de 10 que ha sido y de lo<br />

que es.<br />

¿En qué consisten los archivos? "El archivo es el conjunto de materiales de toda<br />

índole que todo órgano administrativo, toda persona física o moral, ha reunidoautomática<br />

y orgánicamente debido a sus funciones o a su actividad".<br />

Los archivos son los documentos sobre el hombre como ser social, son los testigos<br />

de su continuidad y de su adaptación a los cambios profundos de la vida en la Tierra. Los<br />

archivos son, pues, el fundamento mismo de esa memoria consciente que tiene el hombre<br />

de sí mismo. Para que progrese la historia de los hombres habrá que darles una mayor<br />

plenitud y humanidad. Tal es el papel social fundamental de los archivos.<br />

Esta expresi6n de un pensamiento, de una voluntad y de una acción fue grabada<br />

1. En su libro Laplanifcacii6n&larUlfraestnrcturarnacionnlesde archivos: esbozo& una políticageneral.<br />

Mexicq D.F.: Archivo General de la Nación, 1986, p 3-10.<br />

68


primero en piedra, arcilla, metal y, desde hace casi mil aiíos, se escribe principalmente<br />

sobre papel. Pero los documentos manuscritos han dejado de ser la forma privilegiada de<br />

los archivos. Desde principios <strong>del</strong> siglo XX, el desarrollo de la imprenta, primero, más<br />

tarde de la máquina de escribir y de la multigraña, y la aparición, por Último, hace unos<br />

decenios, de nuevos tipos de documentos visuales y sonoros (películas, fotografías,<br />

di$cos, cintas o hilos magnéticos), y de documentos automatizados (cintas y fichas<br />

perforadas, textos producidos por las computadoras, etc.) han ensanchado conside-<br />

rablemente el campo de acción de los archivos.<br />

Todos esos son documentos de archivo, en el sentido antes enunciado aun cuando<br />

entrañen condiciones de conservación nuevas. Así, por ejemplo, en la URSS, el Archivo<br />

Central <strong>del</strong> Estado y los de las repúblicas administran depósitos documentales que<br />

agrupan cinematecas, fototecas y discotecas.<br />

Por lo demás, el carácter propio de los archivos se advierte más claramente todavía<br />

si se los compara, en el plano de su método y de su misión, con las bibliotecas y los centros<br />

de documentación que, sin embargo, son muy similares porque en opinión de los profanos,<br />

también se basan en los principios de selección y de colección.<br />

Las bibliotecas se encargan de compilar y de conservar, para ofrecerlas a la lectura,<br />

obras que son el producto de una actividad intelectual que se basta a sí misma. Con ello,<br />

el bibliotecario escoge los libros en función de las necesidades o de los gustos <strong>del</strong> público<br />

que frecuenta su establecimiento.<br />

Análogas son las preocupaciones de los documentalistas, cuya labor estriba prin-<br />

cipalmente en la compilación, que se propone ser exhaustiva, y en la selección de<br />

informaciones, con miras a atender necesidades actuales o previsibles respecto al uso de<br />

la documentación. Lo que cuenta es la utilización que se prevé en un campo definido; se<br />

trata de preocupaciones limitadas y a corto plazo.<br />

La función de los archivos es muy distinta y no ha dejado de ampliarse a 10 largo<br />

de las siglos. Al principio brindaban servicios de cancillería: eran los custodios de los<br />

títulos y de los derechos <strong>del</strong> Estado. Muy pronto pasaron a ser también, por una evolución<br />

Mgica, la memoria de las instituciones y los custodios de los documentos capitales de su<br />

historia. Hoy en día, con el desarrollo <strong>del</strong> mundo moderno y la proliferación de documen-<br />

tos de todo tipo, tienen una nueva misión. En efecto, cuanto más aumenta la masa de<br />

documentos orgánicamente producidos por un servicio administrativo, tanto más se eleva<br />

ia proporción de los documentas carentes de significación histórica. Esa masa inútil no<br />

solamente representa una pesada carga sino que además inunda en cierto sentido los<br />

dacumentos que sí tienen valor histórico.<br />

69


Como no es posible conservarlo todo, los archivistas tienen que separar, de la masa<br />

considerable de documentos, aquellos que tienen una significación general (que consti-<br />

tuyen una parte proporcional cada vez más reducida) y aquellos que son inútiles. Se trata<br />

de aportar una respuesta científica a estas preguntas, casi filosóficas: ¿qué es lo que<br />

debemos conservar y encontrar de nuevo sobre nosotros mismos?, ¿qué es lo que<br />

necesitará mañana nuestra sociedad? Estas preguntas imponen a los archivos una visión<br />

prospectiva y confieren al acto de eliminación y de selección un carácter de decisión<br />

trascendental.<br />

Al dar respuesta a esas preguntas, y debido a la índole las más de las veces Única<br />

de los documentos, los archivistas ejercen un verdadero juicio de vida y de muerte sobre<br />

la información, ya que los textos que destruirán quedarán perdidos para siempre. Así,<br />

pues, el mundo moderno encomienda a los archivos una parte esencial de sí mismo: la<br />

sociedad encarga a sus archivistas que elijan por ella 10 que será su memoria postrera.<br />

Si carecen de los medios materiales y humanos ne<strong>cesar</strong>ios para cumplir su misión,<br />

los archivos modernos, con muy contadas excepciones, no pueden desempeñar su papel.<br />

Los gobiernos deben tomar una decisión capital: seguir como hasta ahora y aceptar el<br />

sufragio de los archivos, o bien oponerse a esa tendencia. Pero, ¿qué jefe de Estado, qué<br />

responsable político puede razonablemente privarse de un instrumento tan esencial para<br />

su acción económica y social, y para la consecución de sus objetivos políticos?, ¿cómo<br />

podría correr el riesgo de que su país se volviera amnésico al descuidar los archivos, al<br />

dejar que desaparezcan los antiguos documentos cada vez más amenazados, y al no<br />

conservar para el porvenir los testigos y testimonios de las grandes mutaciones de nuestro<br />

tiempo? El grado de civilización de una sociedad se mide por el interés que siente por su<br />

pasado.<br />

incumbe, pues, a los gobiernos crear y establecer las ne<strong>cesar</strong>ias infraestructuras.<br />

Justificación de la planificación de los archivos<br />

Al hablar de modernización y de desarrollo de los servicios nacionales de archivos,<br />

se piensa en el aprovechamiento óptimo de los créditos, en la reducción de los despilfarros<br />

y las pérdidas de tiempo, y en la eficacia; todo esto se incluye en la idea de planificación.<br />

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que planificar no significa programar el<br />

desarrollo de estructuras existentes, sino más bien montar un sistema de archivos<br />

destinado a resolver los problemas <strong>del</strong> futuro.<br />

70


Los archivistas han de definir su política con una mentalidad prospectiva, y deben<br />

saber claramente lo que desean ya que toda política es cuestión de voluntad; asimismo,<br />

será indispensable que su elección razonada y su convicción profunda sean compartidas<br />

por los demás.<br />

En primer lugar, hay que buscar los hechos y meditar sobre las previsiones, con<br />

objeto de no extrapolar el presente sino de preparar el porvenir. La voluntad es ne<strong>cesar</strong>ia<br />

para actuar, y esa voluntad es también ne<strong>cesar</strong>ia para establecer un plan.<br />

La planificación es, en efecto, la determinación de ciertos objetivos esenciales y la<br />

exposición de los medios, de los recursos económicos y <strong>del</strong> trabajo ne<strong>cesar</strong>io para<br />

alcanzarlos. El valor de un plan consiste precisamente en esos factores, a la vez materiales,<br />

psicológicos y sociales:<br />

El plan impone una reflexión: jcuáles son las posibilidades?, jcuáles son las<br />

contradicciones y cómo superarlas?, jqué oportunidades tenemos para triunfar y en qué<br />

condiciones?<br />

Obliga a replantear los hábitos y rutinas. Este replanteamiento no lo hace ningún<br />

organismo por su propia voluntad; sin embargo, es una de las exigencias de toda<br />

administración, si quiere seguir desempeñando su papel en una sociedad y en un Estado<br />

que no dejan de evolucionar: jcuáles son las razones y la utilidad de mis servicios?, jdmo<br />

se emplean los fondos públicos y cuál es mi eficacia?<br />

La planificación permite, mediante una labor de investigación, definir y explicar<br />

las finalidades de un servicio nacional de archivos. Compilamos los documentos públicos,<br />

eliminamos los que carecen de interés, clasificamos y conservamos los que tienen un<br />

valor permanente, pero, jpor qué y cómo queremos participar en la vida administrativa<br />

facilitando su funcionamiento y coadyuvando a la gestión de los documentos producidos<br />

en número creciente en los servicios públicos?, jpor qué y cómo queremos proporcionar<br />

los documentos conservados a todos los que los soliciten o, mejor dicho, a todos aquellos<br />

a los que esos documentos puedan interesar?, jpor qué y cómo la planificación lleva a la<br />

búsqueda de los sectores de actividad que podrían perfeccionarse y modernizarse?<br />

Se trata de conservar el patrimonio histórico nacional, de aumentar la eficacia<br />

administrativa y de promover la investigación y la circulación de la información.<br />

La planificación, además, permite la modernización de las actividades de los<br />

archivos y su adaptación al mundo moderno. Al abandonar su mera misión de conserva-<br />

ción, los archivos deben participar en los grandes destinos de la colectividad nacional.<br />

71


Deben aportar su ayuda específica a la acción administrativa, social y económica,<br />

educativa y cultural, e incluso también a la política <strong>del</strong> Estado.<br />

La planificación introduce además una mentalidad prospectiva. Obliga a concebir<br />

un sistema nacional en forma de un modo coherente y más o menos estructurado,<br />

destinado a solventar los problemas <strong>del</strong> futuro.<br />

Obliga a escoger los objetivos de producción y a fijar un orden de prioridad.<br />

Da a una profesión -y esto es capital- objetivos que mn de conquista.<br />

Significacibn de la planificacibn<br />

La planiñcación de los servicios de archivos es en muchos países un tema relativa-<br />

mente nuevo, por lo que todavía no se ha definido una doctrina ni un método. La expresión<br />

"planificación de los archivos'' se refiere, de hecho, a dos niveles muy distintos de acción:<br />

a) en el nivel de las estructuras, se refiere a la elaboración de los planes de desarrollo de<br />

las infraestructuras nacionales de archivos, en el marco de un plan nacional de desarrollo;<br />

b) en el nivel de las funciones, a la programación de las actividades de los servicios de<br />

archivos <strong>del</strong> Estado.<br />

Estos dos aspectos de la planificación no pueden disociarse, ya que el desarrollo de<br />

las infiaestructurass610 tienen sentido y justificación en la medida en que permite realizar<br />

actividades Útiles y provechosas para la colectividad nacional. Por consiguiente, el plan<br />

de desarrollo debe concebirse de modo tal que toda inversión llegue a ser productiva en<br />

un plazo razonable.<br />

Momento y lugar más adecuadospara la planificacibn<br />

Cabe formular una pregunta sobre la oportunidad de la planificación de los<br />

archivos: ¿hay un momenta, una situación privilegiada para planificar?, ¿cuándo habrá<br />

que hacerlo? No es &te el problema. De lo anteriormente expuesto se desprende la<br />

necesidad de planificar para preparar el porvenir. El porvenir no se prepara mañana sino<br />

ahora mismo. Procede añadir que, si se destruye una biblioteca, con paciencia y dinero<br />

será posible reconstituir su fondo de libros. En cambio, si se destruye o se consiente la<br />

destrucción de un archivo (estas lamentables destrucciones se producen todavía con gran<br />

frecuencia), su pérdida sed irreparable ya que los archivos están compuestos, en general,<br />

72


de documentos Únicos. Por esta razón todo aplazamiento en la modernización de los<br />

archivos entraña la desaparición de documentos.<br />

El hecho de comprender y apreciar este factor temporal equivale a responder<br />

también al factor espacial: jen qué país habrá que planificar? Si existe una política, esto<br />

es, cuando un grupo no se limita ya con vivir al día sino que desea reunir los medios y<br />

adquirir los métodos para resolver los problemas <strong>del</strong> presente, a la vez que se preparan<br />

las soluciones de los <strong>del</strong> futuro, cualquiera que sea el país, resultará obligado recurrir a<br />

la planificación, concebida como una táctica a la vez que comouna estrategia.<br />

Cabe añadir que los problemas no se plantean <strong>del</strong> mismo modo porque dependen<br />

<strong>del</strong> nivel económico de los Estados. Allí donde ese nivel sea muy alto, existirán ya los<br />

elementos más o menos completos <strong>del</strong> sistema, o por los menos se dispondrá de los medios<br />

adecuados para encontrar una solución rápida al problema de la conservación de los<br />

documentos. Habrá servicios de archivos, y la planificación se limitará a colmar las<br />

lagunas y a preparar el porvenir.<br />

Así, en los países desarrollados, la estructura <strong>del</strong> sistema de archivos públicos es<br />

compleja, a imagen y semejanza de las instituciones. Con algunas excepciones, constituye<br />

el resultado de una larga historia administrativa y política (archivos nacionales o federa-<br />

les; archivos de los ministerios, más o menos autónomos; archivos de las colectividades<br />

locales, dependientes o no, etc.). Pero, en general, estos elementos -que a veces no tendrán<br />

vínculos jerárquicos entre sí- forman un todo coherente porque quienes velan por ellos<br />

tienen la misma formación, se refieren a las mismas leyes y reglamentos y se enfrentan<br />

con problemas análogos.<br />

En los países relativamente menos desarrollados, en cambio, y prescindiendo de la<br />

forma institucional de esos jóvenes Estados, se observan situaciones de hecho muy<br />

comparables: un poder central fuerte, y poderes locales que representan el poder de la<br />

capital y que no tienen demasiada iniciativa o cuyos vínculos son mucho más estrechos<br />

que en los sistemas federales clásicos. Ocurre también a menudo que los servicios de<br />

archivos se encuentran todavía en un estado embrionario: existencia demasiado reciente,<br />

falta de’tradición archivística, infraestructuras incipientes, etcétera.<br />

Por eso mismo, en estos países, los problemas se referirán a la organización y<br />

desarrollo de los servicios nacionales de archivos. Sin embargo, como el pasado no<br />

impone traba alguna, en estos países es mayor el margen de libertad para crear no ya un<br />

sistema que prolongue determinados hábitos -por no decir prejuicios- sino más bien una<br />

organización renovada. Aun siendo de menos envergadura que los de la grandes países,<br />

los problemas de estos Estados tienen un carácter más global y se sitúan en un piano de<br />

73


generalidad más alto. Nos ha parecido oportuno abordar el tema desde esta perspectivah<br />

planificación de un servicio de archivos consiste pues, en primer término, en estudiar su<br />

finalidad, esto es, definir claramente su misión administrativa, económica y social,<br />

educativa y cultural; en determinar, tras ello, las necesidades y, por último, establecer el<br />

calendario según el cual se dará satisfacción a esas necesidades. Ahora bien, tal planifi-<br />

cdción deberá quedar insertada en el plan nacional de desarrollo, a fin de que se beneficie<br />

de una decisión nacional y reciba apoyos exteriores; en una palabra, para tener la<br />

oportunidad de ser llevado a la práctica.<br />

". . . los archiveros deben sentir la necesidadde explorar los orígenes de<br />

su profesidn, a fm de entender las circunstancias y los motivos que han<br />

determinadosu evolwidn, y, con tal inteligencia, anticiparse y prepararse<br />

para elfuturo. "<br />

74<br />

Ernst Posner


EL VALOR DEL DOCUMENTO EN UN<br />

SISTEMA DE ARCHIVOS’<br />

Manuel Romero Tallafigo<br />

El llamado problema de los Archivos es asunto político de los gobiernos de los<br />

pueblos, a menos que alguien piense que la eficacia, racionalidad y economía de las<br />

administraciones públicas son indiferentes a los Archivos o éstos no sirven ni a la ciencia<br />

ni a la cultura. Mientras la dimensión <strong>del</strong> problema no sea medida con parámetros<br />

políticos, de muy poco sirven los lamentos y disquisiciones, tan frecuentes en la bibliog-<br />

rafia archivística. Será mejor dedicar los esfuerzosa tareas más rentables, pues es el poder<br />

político en todos sus ámbitos, estatal, autonómico y municipal, quien primero y princi-<br />

palmente debe estructurar, por necesidad imprescindible a su gestión, el sistema de sus<br />

Archivos y como responsable principal debe dedicar presupuestos y personal para que<br />

aquel funcione.<br />

La palabra sistema, aplicada a los Archivos, no significa sino la racionalización <strong>del</strong><br />

servicio de los mismos, como respuesta a la demanda social por su conservación y uso<br />

cultural o administrativo. El sistema busca, por medio de principios archivísticos, la<br />

síntesis y organización, la unidad y la coordinación: Los servicios dispersos -archivos<br />

estatales, autonómicos, públicos y privados- se transforman en red bien tramada y urdida<br />

que.los defiende de la incuria, precipitación y olvido de las entidades individuales y los<br />

integra en el engranaje administrativo y cultural para el que se crearon. La palabra red<br />

amo equivalente de sistema es muy expresiva <strong>del</strong> objetivo unitario y coordinado de los<br />

servicios de Archivos. La redes un tejido, originado por la evolución continua de un hilo<br />

único, que forma mallas unidas entre sí por nudos. Ese hilo conductor, bien trabajado,<br />

permite la cohesión ne<strong>cesar</strong>ia para la red. Aplicada a los Archivos de la red es coherencia<br />

1. En la RevirtadeArchiwsyBiMiolecasdeAndoluclP Sevilla: Junta de Andalucía - Consejeria decultura,<br />

1986. ~ 91,<br />

p. 43-50.<br />

75


y racionalidad entre los servicios administrativos y culturales de todos ellos. El documen-<br />

to es una pieza clave <strong>del</strong> engranaje de la Administración y pretender un funcionamiento<br />

de ésta sin archivos bien sistematizados es una utopía y, por otro lado, restringir el campo<br />

de los Archivos a s610 los Archivos antiguos e históricos es una torpeza y miopía política.<br />

Los Archivos: valoracibn adminktrativa y cient@a<br />

El archivo es el conjunto de documentos, reunidos en el desarrollo natural de su<br />

función y actividad, por cualquier entidad con la finalidad de recabar testimonio e<br />

información fehacientes. Esa necesidad de contar con testimonios e información feha-<br />

cientes, inherentes al documento escrito, es la que justifica la prístina existencia, junto<br />

con la aparición de la escritura, de los Archivos. Desde la temprana Edad Antigua las<br />

monarquías antiguas de Asia dispusieron de verdaderos archivos organizados, donde<br />

conservaban en soportes de arcilla la correspondencia diplomática, las relaciones admi-<br />

nistrativas y las cuentas financieras. Tal es, como ejemplo, el caso de los hallazgos<br />

arqueológicos <strong>del</strong> palacio de Ugarit (Siria) y de Te11 Hariri o de los archivos bancarios<br />

de Murasu. Hallazgos arqueológicos como los dichos han sido con frecuencia poco<br />

considerados por la Archivística, en parte debido a que dichos archivos, tras su descubri-<br />

miento y excavación, han perdido toda su conexión orgánica -fundamental en el concepto<br />

de Archivo- al dispersarse y desorganizarse sus fondos por museos y colecciones<br />

particulares. Igual ha sucedido con los miles de papiros griegos y latinos, hallados en<br />

Egipto, con las cortezas de árboles de Novgorod, con las hojas de palmera de la India,<br />

con las tablillas vándalas de Africa y las <strong>del</strong> banquero Cecilio Jucundo en las cenizas de<br />

Herculano2. El Archivo siempre ha estado junto a la administración, sea con piezas de<br />

arcilla, hojas y corteza de árboles, sea con papiros, pergaminos, papel y bandas magné-<br />

ticas. No se hicieron ni se hacen con la mira puesta en la futura Historia, sino en la<br />

necesidad objetiva e inmediata de una gestión bien informada.<br />

Mata Castillón, con buen sentido, al referirse al ámbito funcional de los archivos,<br />

señala el protagonismo de ellos con una imagen arquitectónica: "Puede decirse que toda<br />

administración se sustenta sobre tres pilares: el presupuesto, el personal y los documentos.<br />

Su eficacia -la de la administración, naturalmente- depende por igual de una adecuada<br />

formación y distribución <strong>del</strong> personal, de una racional estructura presupuestaria y de una<br />

2 vid. Robert-Henn BAUTER, LesArchives, en "L'Histoireet ses méthodes", Enciclopédiede la Pléiade,<br />

1973, pie. 1.121-1.124.<br />

76


uena organización de los archi~m"~. La carencia <strong>del</strong> pilar archivístico provoca desorden<br />

de gestión y consecuentes pérdidas de tiempo y dinero, no menos importantes, por ser<br />

torpe y rara vez evaluadas. De ahí que resulte lógico que las administraciones reputadas<br />

mmo más racionales -particularmente las privadas- dediquen atención preferente a la<br />

~malización de la estructura documental, como presupuesto sine qua non de costes<br />

m'nimos para la óptima rentabilidad de gestión. Estas palabras, coste y rentabilidad,<br />

aplicadas a los archivos, son dignas de ser consideradas seriamente por quienes pretenden<br />

la reforma de los malos hábitos de la Administración Pública Española o quieran una<br />

Administración "que funcione". Frente a las Bibliotecas y Musa, el Archivo,institución<br />

que muchos equivocadamente consideran s610 cultural, es la más ligada a la Administración.<br />

El anterior planteamiento de los Archivos, desde una óptica meramente administrativa,<br />

ha sido durante siglos casi excluyente en la política de nuestros gobernantes. En<br />

España no se abren las puertas a la investigación histórica hasta prácticamente el año<br />

lW4. Hay también, sin embargo, un segundo planteamiento que llamaremos cultural y<br />

científico. Hoy, en 1985, resulta familiar ver en las salas de investigación de los archivos<br />

españoles -véase la Guía de Investigadores- científicos de todas las ramas <strong>del</strong> saber, como<br />

historiadores, pedagogos, filólogos, arquitectos, farmacéuticos, ingeniero, antrop6logos,<br />

geólog os... Afluencia explicable porque toda ciencia, si se precia de ello, tiene una fase<br />

heurística, y las fuentes archivísticas son, sin duda, ricos veneros de noticias seguras y<br />

concretas para cualquier campo de la investigación. La cultura, en general, y las ramas<br />

<strong>del</strong> saber de los pueblos caerian en pozo sin fondo sin la ayuda de la larga e inmensa<br />

memoria que atesoran los archivos de una nación. Hasta incluso hoy día se plantea ia<br />

necesidad de establecer un servicio educativo de Archivos'.<br />

Es erróneo pensar que a la Administración s610 le interesa el documento para su<br />

gestión inmediata y corriente y es, o puede ser, ajena a los valores históricos <strong>del</strong> mismo.<br />

Y más trasnochado es que el mundo de la Ciencia, la Cultura y la Historia permanezca<br />

indiferente a los expedientes y registros que hoy,en 1985, se escriben o apilan en las mesas<br />

y oficinas de la Administración.<br />

3. Vi. José Manuel MATA CASTILLDN, La situaaát profeswnal de los archiveros l&~noamericams,<br />

metía de la ANAJ3AD, XXXI (1981) no 2, pág. 239. .<br />

4. Vid Real Orden de Isabel 11 de 20 de abril de 1844.<br />

5.<br />

Vi. Manuel RAVINA MARTIN, Las actividades culturalesy eclucaiivas de los archivos espubles.<br />

Realidadesyperspectivas, en Bolelín de la ANA-, XXXII (1982) n"4, págs. 419 y ss.


En efecto, el valor administrativo junto con el histórico, como valores, son inhe-<br />

rentes al documento de archivo ya desde su misma gestación y nacimiento en la oficina<br />

y negociado. En efecto, la conscriptw -fase de la génesis documental que imprime en un<br />

soporte material los caracteres internos y externos, las fórmulas y marcas- no hace sino<br />

fijar de modo perdurable los actos de la Administración, de modo que, a pesar <strong>del</strong> peso<br />

inevitable <strong>del</strong> tiempo, pueda constituir una noticia concreta. Es la finalidad <strong>del</strong> escrito<br />

expresada en el aforismo: "Verba vohnt, scripta manent", o en el dicho popular: "Las<br />

palabras se las lleva el viento".<br />

Por eso el escrito, desde que 10 es, es Historia, a pesar de que la Administración en<br />

esos primeros momentos no rentabilice dicho valor. Pero no por falta de manifestación o<br />

captación en el presente, deja de ser potencialmente un testimonio fehaciente para el<br />

futuro. Y esto tiene su importancia para los historiadores: Las destrucciones indiscrimi-<br />

nadas de documentos en las Administraciones están condicionando, más que cualquier<br />

metodología o partidismo, la futura Historia <strong>del</strong> presente. Con razón se dice que el<br />

expurgo de documento es la primera operación de metodología histórica que se hace en<br />

los Archivos. Esto es importante tenerlo muy en cuenta porque, a veces, en muchas plumas<br />

ha predominado un sentimiento romántico hacia los Archivos antiguos e históricos y un<br />

total olvido <strong>del</strong> documento en la etapa administrativa. Felizmente la Archivística cientí-<br />

fica cuenta con una metodologia preventiva y encarece el cuidado de los Archivos en esta<br />

etapa administrativa. Y está claro que el sistema de archivos debe cumplir la explicable<br />

falta de visión administrativa de los historiadores con la racionalización de las transfe-<br />

rencias documentales desde las oficinas de los Archivos y el veto a la posible destrucción<br />

de documentos sin vigilancia administrativa, por la simple razón de que ocupan sitio y<br />

no sirven.<br />

Por otro lado, los documentos históricos también sirven a la Administración: Basta<br />

contemplar los comportamientos de las agencias de publicidad y de los llamados "crea-<br />

dores de imagen". Han aprovechado la Historia de las empresas anunciantes o de las<br />

instituciones como imagen vendible en reclamos, anuncios electorales, actos conmemo-<br />

rativos, discursos y elección de marcos adecuados para vender una idea. Siempre el Estado<br />

y la Corona, desde antiguo, se han servido y sirven de la Historia como elemento<br />

indispensable en la política y administración de los Estados. Las figuras institucionales<br />

de los Cronistas reales y señoriales es una, entre las muchas, muestra evidente. Y este<br />

año, 1985, bicentenario de la fundación en Sevilla, por el rey Carlos III, <strong>del</strong> Archivo<br />

General de Indias, archivo continental, integral y general -en feliz expresión de José de<br />

la Peña y Cámara- hay un claro ejemplo de lo que decimos: La fundación, hito estelar en<br />

la Historia europea de la Archivistica, se hace por la Administración indiana, en unos<br />

momentos, tan reformistas como especialmente críticos, en que era preciso rememorar la<br />

78


Historia de España en el Nuevo Mundo con documentos firmes y seguros. José de Gálvez,<br />

natural de Macharaviaya (Málaga) y eficaz ministro de indias, impuls6 denodadamente<br />

tal fundación, para que se escribiera, a partir de allí, una Historia que contrarrestase la<br />

literatura histórica europea -piénsese en Reynal y Robertson- contraria a la colonización<br />

española en las indias. Eran los años de la independencia de los Estados Unidos y las<br />

figuras de nuestros conquistadores eran parcialmente vistas con especial acento en<br />

testimonios lascasianos. Los documentos <strong>del</strong> Archivo General de indias permitirían una<br />

Historia más autorizada, más conforme a los intereses de la Administración y, al mismo<br />

tiempo, subrayaría el reformismo borbónico, reformismo que necesitaba frenar la mala<br />

imagen, posible tras la reciente expulsión de los jesuitas, los cuales también escribían<br />

Historia.<br />

Y desde el punto de vista jurídico no puede olvidarse el concurso de los denomi-<br />

nados documentos "históricos". Muchos contenciosos fronterizos y jurisdiccionales<br />

necesitan los mismos: Recuerdo el interés con que el Ayuntamiento de Zalamea la Real<br />

(Huelva) requena los documentos de cesión de terrenos comunales para la instalación <strong>del</strong><br />

ferrocarril minero en el siglo XIX, y el interés de muchas corporaciones municipales para<br />

la revisión de ventas y cesiones pasadas de su patrimonio comunal.<br />

La edad <strong>del</strong> documento como categoría básica <strong>del</strong> sistema de archivos<br />

Ha quedado claramente expuesta la incongruencia de UM visión parcial e incom-<br />

pleta <strong>del</strong> valor <strong>del</strong> documento, sea s610 por parte de los administradores, sea s610 por parte<br />

de los historiadores científicos. El documento de Archivos debe presentarse por ello como<br />

un ser vivo, sujeto a fases de la vida o edades, marcadas cada una por usos y metas<br />

diferentes en los centros administrativos e históricos. Tal ciclo vital no puede ser truncado<br />

en su curso para utilidad exclusiva de unos u otros, so pena de consecuencias irreversibles<br />

y penosas.<br />

La edad <strong>del</strong> documento se modula, como es lógico, con el tiempo, cuyo transcurrir<br />

establece en 61 una escala variable de valores. En efecto, durante la edad de la oficina,<br />

sección y negociado, los papeles son guardados celosamente. Pero luego, a medida que<br />

la vida y vigencia administrativa decae y se borra, estorban y se alejan para amontornarlos<br />

en anejos, buhardillas, sótanos y almacenes o, 10 que es peor, se destruyen. En cambio,<br />

si existe un buen sistema de archivos, son transferidos al archivo de centro o al intermedio.<br />

La escala <strong>del</strong> valor administrativo se fija en función con la rentabilidad o costes de<br />

conservación de los papeles. Hemos de decir que más o menos conscientemente el gestor<br />

de una oficina valora -debe hacerlo- el coste de ocupación <strong>del</strong> espacio, mobiliario y<br />

79


material, cálculo factible en un estudio económico, hecho por especialistas, y una vez<br />

valorado comparar con la mayor o menor utilidad inmediata de los papeles. Usoque para<br />

las oficinas, al transcurrir <strong>del</strong> tiempo, disminuye paulatinamente. En un sistema de<br />

coordenadas abscisas en el que se representasen paramétricamente las funciones tiempo<br />

y valor administrativo, la curva resultante mostraría una inflexión descendente en el valor<br />

al cabo, más o menos, de cinco años. Inflexión que evidencia lo costoso y poco rentable<br />

de la conservación larga de los documentos en o junto a las oficinas.<br />

Evidentemente con más años, al entrar en juegola utilidad histórica <strong>del</strong> documento,<br />

se producía una inflexión ascendente de la curva. Este codo producido entre la inflexión<br />

descendente <strong>del</strong> valor administrativo en los cinco primeros años, y la inflexión ascenden-<br />

te, pasados varios lustros, unos 25 años, es un típico período o edad intermedia de los<br />

documentos, edad en que ambos valores, administrativo e histórico, están bajo mínimos.<br />

De ahí que la praxis archivística haya inducido la categoría de los archivos de<br />

depósitcs mtermedios. La conservación y gestión de documentos en este tipo de archivos<br />

es más económica y rentable, tanto en edificio como en mobiliario y personal, que en el<br />

archivo corriente de oficina o, incluso, en el archivo histórico. Este archivo intermedio<br />

cumple unas funciones específicas, funciones que nacen de la edad de los documentos.<br />

A esta edad los hay destinados a ser destruidos o expurgados y los hay que tienen que ser<br />

organizados, descritos e instalados para su perenne conservación y pase a la edad<br />

histórica. La edad intermedia es tiempo de sedimentacih por la escasez de la demanda<br />

administrativa y de demanda cultural, circunstancias ambas que permiten calibrar con<br />

perspectivas suficientes los problemas de organización y eliminación de documentos.<br />

Esta Última operación, si quiere ser sabiamente controlada, necesita este tiempo de<br />

maduración. Los veinticinco años de edad, más o menos, permiten obtener categorías<br />

válidas de expurgo para destinar los papeles que irán al Archivo Histórico y los que van<br />

a los servicios de eliminación. Ya la legislación <strong>del</strong> Estado español justificó la necesidad<br />

<strong>del</strong> archivo intermedio, dentro de la red general, como ne<strong>cesar</strong>io para evitar, por un lado,<br />

"la destrucción de gran parte de la documentación oficial que posee no sólo interés<br />

histórico, sino también en muchas ocasiones plena vigencia administrativa" y, por otro,<br />

evitar fundamentalmente "la acumulación de papeles en los archivos administrativos e,<br />

incluso, en las mismas oficinas y dependencias", acumulación que determina el propio<br />

trabajo burocrático, eleva los costes de conservación y sostenimiento y no permite un<br />

aprovechamiento rentable de los locales destinados a la función pública. Y, por fin, esta<br />

corriente de documentos, conducida a través <strong>del</strong> archivo intermedio "permite garantizar<br />

la conservación de los documentos que han de tener un valor histórico y dar el tratamiento<br />

adecuado a aquellos otros, que tengan un valor temporal como reflejo de los derechos y<br />

80


deberes <strong>del</strong> Estadoqt6. interesante es la disquisición sobre valor temporal y perenne de los<br />

documentas que precisa la de los valores históricos y administrativos.<br />

Los Archivos Históricos, depositarias de la documentación de valor perenne y cuyo<br />

valor difícilmente tendrá inflexiones descendentes al correr <strong>del</strong> tiempo, constituye otro<br />

nudo importaqte dentro de la red de archivos. Hay que ir mentalizando a las fuerzas<br />

culturales <strong>del</strong> país a que éstos no constituyen todo el sistema, sino una parte importante,<br />

eso sí, con unos servicios muy específicos, volcados a la ciencia y a la Historia.<br />

6 Vi Decreto de creación <strong>del</strong> Archivo General de la Adminisiracibn Civil, 914/1969, B.O.E. 26 de mayo<br />

de 1%9.<br />

81


¿Qué es la sekccidn?<br />

UBICACI~N DE LA SELECCI~N'<br />

Manuel Vázquez<br />

Podemos entender por selección el acto por el cual se eligen documentos para ser<br />

conservados permanentemente, determinando la destrucción de los demás'.<br />

Selección también designa a la parte de la archivología que estudia los criterios de<br />

valor y las técnicas por medio de las cuales se realiza dicho acto de elegir para<br />

transferencia o destrucción.<br />

En estos dos caso5 la palabra sekccibn se ha tomado en un sentido amplio, tal como<br />

en inglés se usan las palabras dsposition, appraisa4 retirenient y en francés ni o trhge<br />

y en el mismo castellano: evaluación, evalúo, descarte, expurgo, e t~.~<br />

Se podría tomar la palabra selección en un sentido más estricto y restringido si se<br />

discriminaran etapas graduales de la tarea selectiva y se les diera nombre. Por ejemplo,<br />

evaluación o apreciación a la etapa en que se estudian Im valores; selección a la etapa en<br />

que se elige; descarte, expurgo o depuración al acto en que se decide la destrucción, y<br />

eliminación al acto de triturar y hacer pulpa los papeles. Traslados pueden llamarse krs<br />

movimientos que la documentación padece al ser llevada a distintm locales sin que la<br />

1.<br />

2<br />

3<br />

En su Manuaide selección documenral. Córdoba (Repóblica Argentina): 1982, cap. 2, p. 25-29.<br />

MTCHELL, Thmton W. "New Viewpoints on Establishing Pennanent Values of State Archives". The<br />

American Arclrivrrl, Vol 33, N'2 Apr. 1970, p. 163. "We can assume that appraisal is a procedure by<br />

which the archivist determines the values o€ records, and it seem generally to refer to the selection and<br />

preservation of recorás that have permanent values". Aporta también la definición de Posner.<br />

BRICHFORD, Maynard. Archives & Manuscripts: Appra¿sal & Access;Ori¿ng. Society of Amencan<br />

Archivists, Chicago, 1!377. Cap. 1, p. 1. Ofrece equivalencias terminológicas de &as palabras en inglés<br />

y alemán.<br />

82


institución productora pierda sus atribuciones sobre ellos. Transferencia es el traspaso de<br />

la custodia de los documentos a una institución archivística distinta de la entidad<br />

productora.<br />

Relación con otrus especialidades<br />

La selección archivística se parece a la seleccibn bibliotecaria en que, de un cúmulo<br />

dado, el archivero como el bibliotecario erige lo que considera conducente a los fines de<br />

investigación. Difiere sin embargo en que el "cúmulo dado" para el bibliotecario es una<br />

editorial que publica libros mientras que, para el archivero, es una institución productora<br />

que acumula los documentos producidos durante la tramitación de sus asuntos.<br />

La selección está muy relacionada con la jurkprudenciu. Nada se puede eliminar<br />

sin que lo autorice algún instrumento legal. En ese sentido el acto de elegir depende de<br />

h legislación. Por otra parte la selección como parte de la archivología debe estudiar y<br />

propner la legislación adecuada a las Últimos a<strong>del</strong>antos técnicos en la materia.<br />

No se concibe la selección como un trabajo que se realiza una sola vez para<br />

descongestionar estanterías, sino como un sistema permanente. La selección, técnicamen-<br />

te concebida, no puede menos que abrir diálogo con los expertos en adminktrucibn y<br />

organización y métodos para obtener4 en una tarea conjunta el mejoramiento de la<br />

producción y <strong>del</strong> fiujo documental, de modo que el plazo de utilidad para la institución<br />

sea conocido desde que nace el documento.<br />

La conservación permanente que se obtiene por la selección, sirve a los intereses<br />

de la investigación retrospectiva casi siempre realizada por historiadores. El archivero<br />

que se va a especializar en selección tiene que conmr muy bien los intereses de los<br />

historiadoress, los polos de interés previsibles para el futuro y la metodología de trabajo<br />

de investigadores tales como estudtgrufos y sociólogos.<br />

Una relación muy especial es la que une a la selección con el cuidado de las Bienes<br />

4. TANODI, Aurelio. OrganuaciónArchivística& los Estados Unidos. C6rdoba (Argentina), 1%5, p. 714.<br />

PEROTIN, Yves. "Le Records Maoagement et I'administration anglaise des archives". Gazene des<br />

Archives, No 44, ler. tnm. 1964, p. 5-17; para la ata ver p. 16. BOISARD, Pierre. "Pour une politique des<br />

éliminations. Reflexions sur la pratique des Archives de la Seine". La Gmene &sArc/iives, 0 trim. 1%7,<br />

W 59, cap. 4, p.227 y 230. MITCHELL, Thornton W. Op. Cit., p. 163-164.<br />

S. MITCHELL, Thornton W. Op Cit., p. 164. Véase además en p. 166 loa Principios 2 y 3.<br />

83


Culturales de la Nación y con la planificación de un sistema integrado de archivos, por<br />

eso nos detenemos algo más en estos temas.<br />

Seleccibn y Patrimonio Documental<br />

Es obligación <strong>del</strong> Estado velar por el conjunto de los Bienes Públicos6, de una<br />

manera muy especial por los Bienes Culturales, entre los que ocupan una posición mu<br />

destacada los Bienes Documentales o Patrimonio Documental, como a veces se llama Y .<br />

La selección, cuando trata de la destrucción de documentos irremplazables, debe compatibilizar%<br />

con leyes <strong>del</strong> Estado que velan por ellos. En este lugar Sólo se discuten los<br />

aspectos estrictamente referidos al tema <strong>del</strong> manual. Más ampliamente puede estudiarse<br />

este tema en mi trabajo El Patrimonio Documental8.<br />

Los Bienes Documentales se constituyen con:<br />

1) Documentos estatales u oficiales<br />

2) Documentos privados<br />

la responsabilidad <strong>del</strong> Estado en cada caso es distinta y puede plantearse así:<br />

El Estado y los Documentos estatales u ofKiales<br />

Documentos estatales u oficiales son los documentos que produce o recibe una<br />

institución <strong>del</strong> Estado, sea éste un organismo central, un ente autónomo (o autárquico) o<br />

una empresa <strong>del</strong> Estado.<br />

cbdigo Civil Argentino. Ari. 2340 inc 8. LODOLINI, Elio. Cuesrimes báa'car de archivdogiu Centro<br />

Interamericano de Desarrollo de Archivos. Córdoba, 1976,55 p. Ver ahora subtítulo 9 y 10, p. 19-23.<br />

a3RTb ALONSO, Vicenta. Archivos de España y América. Materialespara un manual. Editorial de<br />

la UniversidadCompluten. Madrid, 1979,382 p. Esta cita en cap. 1, p. 12, "... se dice tesoro documental<br />

<strong>del</strong> pLr y, porque se considera que ese tesoro <strong>del</strong> país, en justa atribución, pertenece a todos, se llama<br />

patrimonio documental..." Cap. 2, subtítulo "Unidad <strong>del</strong> patrimonio documental: los archivos eclesiástim",<br />

p. 67.<br />

VkQUEZ, Manuel. El Patrimonio Documenfnl. Serie El Mundo de los Arcbivos.Major Ediciones.<br />

Córdoba, Argentina, 32 p. Véase además GARCfA BELSUNCE, Cesar Augusto. "Aspectos teóricos y<br />

jurídim de la reconstitución de los patrimonios archivisticos naaonales". Revisfa <strong>del</strong>Archivo Generai<br />

deIaNacibn(Argentina). VI, 6,1977, p. 25-35. KECSKEMÉTI, Karoly.Ardtivo, Desarrolloysoberonia<br />

Nucionul. Centro Interamericano de Desarrollo de Archivos. Córdoba, 1981,15 p.<br />

84


'<br />

Sobre estos documentos, el Estado como tu2 ejerce el derecho de propiedad en toda<br />

su amplitud y por eso la conservación, los traslados y transferencias y la destrucción deben<br />

regirse por una ley con una cuidadosa reglamentación que mencione plazos de conserva-<br />

ción, autoridad idónea para determinar la destrucción y requisitos y recaudos que<br />

garapticen la integridad de esos Bienes, cuando se ejecuta una eliminación.<br />

Queremos recalcar el sentido que se asigna a la frase "el Estado como tal". Vamos<br />

a formularlo de dos maneras. Enprimer lugar los documentos, tomados en su conjunto,<br />

amo Bien o Patrimonio, pertenecen al pueblo o Nación, no de una manera extrinseca y<br />

accidental, como el dinero, sino de una manera íntima y moralmente irrenunciableg, ya<br />

que conforman por escrito, la conciencia <strong>del</strong> ser nacional, su memoria como causa de su<br />

identidad. Así como un individuo amnésico pierde su identidad, también la han perdido<br />

los pueblos que no han guardado su memoria. En la sociedad occidental la transmisión<br />

oral de las tradiciones nunca compitió con la tradición transmitida por los documentos.<br />

Así pues, en este primer sentido "el Estado como tal" significa, como institución<br />

permanente, como cabeza visible de la autoridad y de la "personalidad" de una nación o<br />

de un pueblo, en contraposición a los gobiernos cambiantes". Según esto, el gobierno<br />

<strong>del</strong> partido A no tiene más atribuciones a destruir los documentos que el gobierno <strong>del</strong><br />

partido B. Téngase muy presente que la verdadera "historia ejemplarizante" es la que<br />

transmite la verdad de los sucesos, tal como se dieron, sin tratar de "mejorar" los hechos,<br />

escamoteando documentación.<br />

En segundo lugar se dice "el Estado como tal", contraponiéndose a cada Ministro,<br />

Sub-secretario, Director, etc. Cualquier funcionario, en cuyo ámbito haya archivos o<br />

documentos, debe evitar positivamente actuar como dueño de ellos. Es sólo un adminis-<br />

trador. También se encuentran archiveros que consideran suyos los papeles y los archivos.<br />

Unos y otros han de someterse al superior interés nacional, manifestado en la legislación.<br />

Es frecuente oir que un Ministro, al renunciar, se llevó *'sus" documentos a su casa,<br />

dejando al país privado de importantísimas fuentes de investigación. Esto no puede<br />

suceder. Los documentos producidos por un individuo en su carácter de funcionario son<br />

un Bien Público, de los que menciona el código Civil en el art. 2340 y de los que se<br />

onipará una legislación mucho más detallada, cuando se implante un sistema integrado<br />

de archivos.<br />

9.<br />

Legalmente no existe prohibición de despilfarrar o renunciar a este patrimonio, de la misma manera que<br />

no se le impidea un padre de familia dilapidarel patrimonio y dejar a los descendientes en la miseria.<br />

10. Véase nota 15.<br />

85 .


La división de los tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y la existencia de<br />

Estados provinciales, de Municipios autónomos y aun de Sociedades mixtas exigen muy<br />

variados niveles de legislación y reglamentaciones formalmente distintas; pero el con-<br />

cepto de Bien Público debe presidir todos los casos.<br />

EI Estado y los documentos no estatales<br />

Documentos no estatales son los producidos o recibidos en cumplimiento de<br />

funciones y actividades de institución no estatales o de individuos. Estos documentos no<br />

pertenecen al Estado (un concepto distinto rige en los países comunistas), son propiedad<br />

privada, pero forman parte <strong>del</strong> acervo cultural de una Nación y el Estado debe tomarse<br />

atribuciones conducentes a custodiar lo que sea de interés y evitar la destrucción<br />

indiscriminada de ellos.<br />

Por 10 que respecta a la selección, el papel <strong>del</strong> Estado puede formularse así: 1) El<br />

Estado declara tener injerencia en la conservación y destrucción de documentos y<br />

archivos privadas; 2) Determina en qué casos un documento tienen valor histórico o, más<br />

directamente, señala cuáles son los que presentan ese valor; 3) Para éstos, promulga la<br />

prohibición de que sean destruidas o llevados fuera <strong>del</strong> territorio nacional, principalmente<br />

en el caso de empresas multinacionales; 4) implanta mecanismos tendientes a hacer<br />

factibles estas determinaciones, respetando la propiedad privada, aun las condiciones de<br />

confidencialidad y pautas de selección propuestas por los propietarios".<br />

Además, de la legislación general, son oportunos reglamentos sobre algunos<br />

archivos privados que revisten enorme interés para la historia de un país, tales los archivos<br />

eclesiásticas, de partidos políticos, de entidades culturales, deportivas, sanitarias; empre-<br />

sas líderes de producción, financiación, comercio y servicios; archivos y centros de<br />

documentación de los medios masivos de comunicación y tantos otros documentos<br />

privados de gravitación decisiva en la historia.<br />

Selección y Planificación integrada de archivos.<br />

Un poco más a<strong>del</strong>ante veremos que los problemas de muchos archivos se deben a<br />

UM "mala circulación" de los documentos, que produce hacinamiento en algunos secto;<br />

11. RODRfGUEZ, Celso. "Colecciones de Manusaitos Privados: Un llamado a la acción". Bdain Interm<br />

ncano de Archivos. Vo1.7, 1980, p. 61-71.<br />

86


es. En un problema de esta índole no basta la solución en el punto de hacinamiento<br />

solamente, sino que es preciso revisar el sistema y, con frecuencia, implantar un sistema<br />

integrado de archivos. Para este tema existe bibli~grafíal~; en este párrafo Únicamente<br />

1~3s detenemos a mencionar algunos puntas de esa planificación, que parecen más<br />

estrechamente vinculados a la selección.<br />

En nuestro medio es un hecho que los distintos archivos (o acumulaciones de<br />

documentas), en su mayor parte, se han originado como un efecto no previsto de la<br />

actividad de la institución y se hallan en una sección y no en otras por causas muy distintas<br />

a una decisión razonada, casi al azar. Cuando se está construyendo el edificio para el<br />

Ministerio o para el Poder Ejecutivo, los archiveros preguntamos dónde se van a guardar<br />

documentas y estamos acostumbrados a oir que no está previsto. Al poco tiempo<br />

encontramos archivos en locales pensados para oficinas o en los infaltables pasillos,<br />

sótanos o terra~as'~. Conformarse con desocupar esos estantes y llamar a esto una tarea<br />

selectiva es un error caro (mucho trabajo, fruto escaso e inseguro).<br />

La propuesta de un sistema integrado de archivos puede nuclearse alrededor de los<br />

siguientes puntos: 1) La creación o la institucionalización de una red o sistema de<br />

archivas. 2) La designación de una autoridad central y comisiones especializadas. 3)<br />

Promulgación de un cuerpo de legislación.<br />

La red o sistema de archivos tiene como eje y motor un archivo general muy<br />

tecnificado y vinculado a la dirección central <strong>del</strong> sistema integrado de archivos y a las<br />

comisiones especializadas y como punto de apoyo principal y herramienta de trabajo un<br />

archivo intermedio que aplica las pautas impartidas por la dirección y es garantía de<br />

normalización en el trabajo. Desde el momento en que se implementa esta red, se da por<br />

terminada la creación anárquica y al azar de archivos o acumulaciones de documentos.<br />

La tendencia es hacia la centralización física o de control de los archivos en cada<br />

ministerio o ente autónomo o institución que lo necesite. Aparecen ahora archivos fuertes,<br />

dotados de todo lo ne<strong>cesar</strong>io y con un profesional a cargo de su dirección.<br />

Los documentos, correspondencia, expedientes y, sobre todo, los Formularios<br />

-Formas o, en inglés Form-Format- nacen clasificados, con un lugar de archivación<br />

12. DELMAS, Bruno. La planificación de las infroestructuras naciwiales de docum,ntación, bibliotecas y<br />

arcluvos. Esbozo de wora política getwral. Serie Documentación, Bibliotecas y Archivos. Estudics e<br />

Investigación, N* 4. UNESCO, París, 1974.TANOD1, Aurelio. Op. Cit. y la nota 248 a 4.4.1. de ate<br />

Manual.<br />

13.<br />

BoISARü, Pierre. Op. Cit., P. 210. RIEGER, Monis. Modern Recordr Retiremeni and Apprakal<br />

Procriec. Washington, sin año, 9 p. multigrafiado.<br />

87


definido y con un plazo de vigencia y conservación determinado por un estudio de todos<br />

los.intereses en juego. La selección, en un sistema integrado de archivos con los tres<br />

elementos -red de archivos, autoridad científica central y legislación apropiada- es una<br />

tarea económica y segura. Una buena selección no es s610 fruto de un correcto flujo de<br />

los documentos -producción, clasificación, archivalía temporal, eliminación, archivación<br />

permanente- sino que influye positivamente en la consecución de un buen flujo. En<br />

efecto, el estudio de los valores con respecto a la institución y a la historia permite una<br />

sistematización difícil de obtener por otros medios.<br />

Conocer la dinámica y la utilización de estos elementos requiere el estudio de la<br />

teoría <strong>del</strong> ciclo vital de los documentos que es el tópico <strong>del</strong> capítulo siguiente.


PROGRAMA DE SELECCI~N DOCUMENTAL'<br />

Objetivos <strong>del</strong> Programd<br />

Manuel Vázquez<br />

Cuando un funcionario llama a un archivero por un problema de hacinamiento, el<br />

Único objetivo que suele tener presente es la descongestión <strong>del</strong> local y de la estantería.<br />

Gran responsabilidad la <strong>del</strong> que recibe la consulta: es el momento de diagnosticar<br />

todos los males que padece el sistema y de los que el hacinamiento es s610 un síntoma.<br />

Se debe establecer que una mera descarga de los estantes abarrotados que se haga<br />

aisladamente, representa una evasión <strong>del</strong> problema, siendo a la vez algo caro, técnica-<br />

mente inseguro y poco profundo. Mientras que la implementación de un sistema en que<br />

el ciclo vital sea quien rija la circulación documental, aunque pueda representar una<br />

inversión inicial, es la verdadera solución, llena de la satisfacción que proporciona el<br />

orden, la agilidad y la certeza de que cada papel tiene un lugar correspondiente a su<br />

momento: Trámite, vigencia y plazo precaucional.<br />

El archivero debe tener un programa claro y unas metas Concretas que proponer.<br />

Es preciso explicar que el hacinamiento y la ineficacia son síntomas y que la solución <strong>del</strong><br />

problema se obtendrá por medio de objetivos de mediano y largo alcance.<br />

Los objetivos de un programa de selección documental son las metas a que se debe<br />

llegar, pero también los tópicos que sirven para diagnosticar el acierto en la tarea que se<br />

está realizando. Podemos formular los objetivos así: 1) Obtener una corriente fluida de<br />

1.<br />

2<br />

En su Manualde selección documental. Córdoba (República Argentina): 198'2, cap. 4, p. 38-46.<br />

Ch~dá. Consejo de Tesoro. Plan de conservación y eliminación de documentos. Trad. José Manuel<br />

Garda. Centro Interamericano de Desarrollo de Archivos. Córdoba, Argentina, 1977 (Ottawa, 1972).<br />

Semión 1. Véase el subtítulo "Importancia <strong>del</strong> plan de conservación de documentos", p. 14-15.<br />

89


documentos; 2) Realizar ahorros sustanciales; 3) Que después de la eliminación, queden<br />

como archivalía coherente y completa, los documentos de mayor interés para reconstruir<br />

el momento histórico a que pertenecen.<br />

1) Obtener um corrientefluiúu de docunientos. Si se trata de un problema de<br />

circulación, un buen remedio ha de restituir la normalización <strong>del</strong> flujo.<br />

La primera vez que se realiza una selección en un archivo o, mejor, en una<br />

institución hay que adoptar una metodología de trabajo tal que permita dejar pautas<br />

establecidas para que la segunda vez el trabajo se reduzca a la mitad. En parte se consigue<br />

esto por la redacción de las tablas, de las que más a<strong>del</strong>ante se habla, y en parte por la<br />

experiencia que se adquiere trabajando con perspectiva de futuro, se aprende a mejorar<br />

la metodología de trabajo y se preparan equipos cada vez más idóneos.<br />

Pero hay más: En un estudio de valores administrativos, saltan con frecuencia a la<br />

vista puntos que se pueden mejorar en la producción documental, si el documento nace<br />

con un nombre o código que permite clasificar inmediatamente y con el plazo precaucio-<br />

nal de conservación definido, tiene ya toda su vida establecida, es trasladado correcta-<br />

mente-circula-y en ningún lugar se produce congestionamiento o inundación de papeles.<br />

Y en un archivo intermedio, donde se comparan naturalmente formularios y procedimien-<br />

tos de distintos ministerios, se van encontrando posibilidades de normalización de<br />

trámites y formularios, de corregir errores, etc. Veamos a modo de ejemplo: Se descubre<br />

que se producen demasiadas copias, o que se guarda demasiado tiempo o que el papel de<br />

los originales de valor histórico es de calidad inferior, etc. Otro caso en Argentina, la<br />

selección más costosa e insegura es la de los expedientes, porque su ordenación es<br />

numérica o cronológica, hallándose juntos un expediente de licencia por gripe con otro<br />

de creación de una escuela. La mejora en este caso tendería a que la producción y la<br />

ordenación de los expedientes fuera tal que permitiera colocarlos por temas. Más a<strong>del</strong>ante<br />

se estudia bajo el subtítulo retroalimentación3.<br />

2) Realizar ahorros surtanciales. Hay tareas selectivas muy costosas. Puede<br />

llegar al extremo de que salga más barato conservar la documentación en la estantería.<br />

Esto puede deberse a dos causas: se destruyó un papel que valía millones, tal como cita<br />

Kecskeméti40 que se realiza de manera tan lenta y participa en ella personal tan calificado<br />

3.<br />

4.<br />

Véase mi Manual de selección documental 4.1.5.<br />

KECSKE%&TI, Kardy. Arduw, desarrdloy soberoníanocional. Centro Interamericano de Desarrollo<br />

de Archivos. Córdoba, Argentina, 1981, 15 p. Cap. 4. Subtítulo "Estudios paralelos y repetidos".<br />

90


que las horas hombre llevan el casto a proporciones intolerables. De esto conuzco casos<br />

que suelen terminar por abandono de la comisión encargada o de la institución que paga<br />

el trabajo. De ahí, a la destrucción indiscriminada o a la microfilmación de sustitución<br />

también indiscriminada s610 hay un paso.<br />

: Un buen programa de selección documental va a requerir una inversión previa, tanto<br />

mayor cuanto más años hayan pasado sin tomarse una decisión correcta. La inversión<br />

principal consistirá en la habilitación de una red de archivos y en menor escala, la<br />

designación <strong>del</strong> personal, pero de ahí en más los ahorros serán sustanciales5. Llama la<br />

atención la frecuencia con que la bibliografía norteamericana y canadiense se jactan de<br />

lo que reportan a su gobierno.<br />

La economía puede visualizarse en cuatro aspectos: 1) la cantidad de espacio<br />

obtenido aspecto cuantitativ- (tantos metros de estantería); 2) el tipo de muebles y<br />

espacio, bajo una consideración cualitativa. La creación <strong>del</strong> archivo intermedio y la<br />

fluidez de la circulación descongestionan locales, a veces muy caros, en edificios de<br />

ministerios o en casas alquiladas en pleno centro, o en salas alfombradas y con aire<br />

acondicionado, etc.; 3) el ahorro en tiempo de Wsqueda. Reina la agilidad y la limpieza:<br />

un lugar para cada documento bajo regias de traslado concretas y pautas de desafectación<br />

fácilmente comprensibles; 4) agilización de la tarea selectiva. Cada año que se realiza, se<br />

consigue que sea más rápida y segura, abaratando los costa.<br />

Estas objetivos, sobre todo el <strong>del</strong> ahorro, se obtienen mejor cuanto más amplio es<br />

el punto de mira desde donde se realiza. En el caso ideal se toma todo el Poder Ejecutivo<br />

en un sistema y todo el Poder Judicial en otro sistema, coordinado con el primero. Esto<br />

se explicará al hablar <strong>del</strong> "ámbito de la d~plicaci6n"~. Rápidamente podemos decir que<br />

consiste en que, en un sistema muy amplio, se consideran duplicados o copias todos los<br />

documentos que se repiten dentro <strong>del</strong> sistema. Si el sistema abarca s6io un Ministerio (o<br />

peor todavía, un archivo), no se pueden considerar documentos duplicados los que se<br />

hayan bajo otra jurisdicción y, por lo tanto, se precisa conservar mucha más archivalía.<br />

3) Que después de la eluitinación, quede como archivalía coherente y completa.<br />

La selección se parece a la poda de una viña realizada por un experto. La vid produce<br />

más frutos y se defiende mejor de las plagas. Dicho en términos archivistioos, la selección<br />

5.<br />

6.<br />

Canadá. Op. Cit. Sección 1, p. 13. PEROTiN, Ivcs. "Le Rmrds Management et I'administration angiaise<br />

&s archives". Guzette desllrchiws, No 44, ler. Inm. 1964, p. 16.<br />

Véase mi Manual de seleaiión donrmenial4.2.1.1.3<br />

91


trabajó con archivalía y una vez terminada la operación 10 que queda es archivalía, es<br />

decir conjuntos orgánicos de documentos y no colecciones caprichosas de papeles. El<br />

historiador que va a una archivalía seleccionada encuentra que se han destruido docu-<br />

mentos de menor valor a fin de que resalten y permanezcan los de mayor valor.<br />

' Quien hace un programa de selección sabrá si su proyecto es acertado cuando<br />

descubre que va a conservar grupos documentales y series que son aún reflejo de la<br />

organización de la institución productora porque constituyen fondos coherentes y com-<br />

pletos, aunque reducidos.<br />

4) Los documentos de mayor interés para reconstruir el momento histbrico a que<br />

pertenecen. Para reconstruir el pasado, el investigador puede acudir a la bibliografia, a<br />

los documentos, en sentido archivístico, a los testimonios de los medios masivos de<br />

comunicación, a los objetos de museo, a los restos y productos ergológicos y otras<br />

fuentes.<br />

Como se ve, los documentos en sentido archivktico conforman nada más un<br />

eslabón, el más importante, pero no el único7. ¿Cuál es la característica que distingue a<br />

los documentos como fuente informativa frente a las otras fuentes?8<br />

Pueden destacarse dos:<br />

1) Que los documentos producidos o recibidos en una institución en función de<br />

sus actividades constituyen un conjunto orgánico que llamamos archivalía, en contrapo-<br />

sición con los museos o la bibliografía que pueden haber dejado al historiador sólo islotes<br />

informativos.<br />

2) Que una gran proporción de los documentos son co-productos, es decir, se han<br />

producido simultáneamente y como contrapartida legal de una acción humana, tal es el<br />

caso de un contrato, el acta de nacimiento, etc. Los co-productos son creados sin<br />

intencionalidad histórica, son motivados por una necesidad <strong>del</strong> momento y por este<br />

motivo no cabe en ellos la interpretación subjetiva, ni la distorsión. Por esta cualidad se<br />

distinguende los testimonios de los medios masivos de comunicación y de la bibliografía.<br />

7.<br />

8<br />

Véase mi Manual de selección &mental 4.2.2<br />

GARCfA BELSUNCE, Ghar A. El usopráctico de los archiws. Ponencia en el Congreso Internacional<br />

de Archivos No 8, Londres, 1980. Mientras los archivos se ordenan segh la entrada, la procedencia de la<br />

entidad productora, las otras fuentes se ordenan en función <strong>del</strong> usuario, es decir, de la salida de la<br />

informaci6n.<br />

92


Ahora bien, el objetivo de la selección debe tener en cuenta estas características y<br />

conservarlas intactas. Una selección mal realizada mutilaría la archivalía o podría elegir<br />

documentos con criterio equivocado.<br />

Cómo no debe hacerse la seleccibn<br />

No debe seguirse un procedimiento complicado cuandoexiste uno más sencillo. La<br />

propuesta de selección que ofrece este manual puede parecer complicada y ardua, es<br />

entonces legítima la pregunta, jno se puede establecer una norma general, taxativa y clara<br />

para determinar "esto se elimina" y "esto se conserva"?<br />

Por eso conviene a modo de tema introductorio, repasar algunos criterios o métodos<br />

directos o taxativos de selección que a veces han sido empleados, para conocer más en<br />

detalle su validez o su debiiidad.<br />

Estamos con Schellenberg cuando advierte: "No se pueden inventar técnicas que<br />

reduzcan el trabajo de tomar una decisión sobre los valores, a una operación mecáni~a"~.<br />

Selección por tipos documentales<br />

Es el sistema más parecido al correcto. Efectivamente, una parte de la selección se<br />

basa en los tipos documentales: "Deben conservarse las leyes de la nación". "Es de valor<br />

permanente el Libro de Sentencias, en el Poder Judicial" ... "Guárdense perennemente los<br />

presupuestos y balances de los Ministerios" ... etc. Como se estudia más a<strong>del</strong>ante, esto es<br />

más exacto hablando de los valores predecibles. Pero la otra vertiente de la realidad es<br />

que parte de la selección se establecerá por la significación <strong>del</strong> rema o asunto <strong>del</strong><br />

documento, sin casi tener en cuenta el tipo documental: para narrar una batalla puede<br />

interesar la carta de un ignorante soldado tanto como el parte <strong>del</strong> general.<br />

Tampoco el sistema de selección por temas solo es acertado, ya que hay tipos<br />

documentales que se cowrvan sea cual sea el asunto que ventilen.<br />

9. SCHELLENBERG, Theodore R. Archiws Modernos. Principios y técnicas. La Habana, 1958, p. 164.<br />

SZEDO, Antai. "Intervention sur le rapport présenté par J.H. Cdiingridge". Archivum. Vol. 6, 1956, p.<br />

37. MITCHFLL, Thornton W. "New Viewponts on Estabiishing Permanent Values of State Archives".<br />

lñeAmericmArcluvis~ Vol. 33, N* 2, Apr. 1970, p. 171.<br />

93


Seleccibn por antigüedad<br />

Tiene su razón de ser este criterio y en otro lugar de este trabajo" se extrae de él<br />

todo 10 que es válido, pero como criterio general es nefasto. Se dio el caso de quien ordenó<br />

eliminar todo papel "con más de cuarenta años de antigüedad" y destruyó los documentos<br />

de fundación de la ciudad; por su parte, otra institución incineró los planos de construc-<br />

ciones aún existentes "porque eran viejos".<br />

Seleccibn por el valor administrativo"<br />

¿No es lógico inferir que lo que es valioso mientras está vigente seguirá siendo<br />

valioso para la historia? Hay ejemplos: Los decretos presidenciales son importantes por<br />

su trascendencia administrativa y, por lo tanto, son elementos de primer orden para la<br />

investigación histórica. Es también, una media verdad. En primer lugar que todo docu-<br />

mento vigente en una institución es "importante para alguien" y su destrucción produce<br />

daño, así que se deduciría que también interesa a la investigación. En segundo lugar, aun<br />

restringiendo a aquellos papeles "cuya repentina pérdida paralizaría la institución".<br />

AiIí encontramos amplio predominio de los documentos contables y de personal<br />

que representan una prioridad en el mantenimiento de la marcha de la institución, pero<br />

no siempre son prioritarios para la investigación, cuyos intereses son más amplios.<br />

Si queriendo escapar de estas limitaciones formulamos ''La documentas que<br />

muestran la evidencia de los orígenes y de las grandes líneas de desarrollo de una<br />

institución son de valor permanente", hemos hallado los valores evidenciales de Sche-<br />

Ilenberg. Es la Única coincidencia válida entre valores administrativas y de investigación<br />

con respecto a instituciones. Pero es preciso añadir a estos valores "evidenciales", los<br />

valores de los que también habla Schellenberg.<br />

10.<br />

11.<br />

12.<br />

Véase mi Manual de selección documental 4.3.2<br />

PEROTIN, Ives. Op. Cir., p. 15. BOISARD, Pierre. "Pour une politiquedes éliminations. Reilexions sur<br />

la pratiquedes Archives de la Seine". LaGmertedesArchives, 4" tnm. 1%7, N* 59, p. 210. BRICHFORD,<br />

h4aynard.ArchivPs & Mmuscrip@:AppraUal& Accessiohg. Soaety of American Archivists, Chicago,<br />

1977, cap 3,p. 6. Hay cierta diferencia en la opinión de este autor. "If they (híodem Records) do not have<br />

significant administrative values, they may be destroyedwithout a careful reviewof Mar& and archiva1<br />

values". Federal Archives md Recordr Cenrer Recods Managemetit Handbook General Services<br />

Administmtion. 7610-00-2986904. Washingtoe 1979, p. 29. "Mmy vital record have no lasting value,<br />

hut their vaiue in un emergency is unkputed".<br />

SCHEUENBERG, Theodore R. Op. Cit., p. 164. Subtítulo "Distinci6n entre los valores evidentes y los<br />

informativas ".<br />

94


Es decir, los documentos de valor evidencia1 nos muestran cómo estaba organizada<br />

la institución, pero no cómo funcionaba, qué pasó en tal huelga durante la crisis financiera.<br />

Por otra parte, sólo miran a la importancia para describir la institución, pero no las<br />

personas que tienen relación con ella o los productos que se deben a su funcionamiento.<br />

' Resumiendo: Un valor administrativo elevado es un elemento de juicio a tener en<br />

cuenta, pero no una indicación automática. No se puede eludir un doble estudio, a saber:<br />

estudio de valor administrativo y estudio de valor histórico, porque la coincidencia entre<br />

uno y otro no es neta.<br />

Seleccibn por nivel <strong>del</strong> organigramd3<br />

¿Podría automatizarse la selección si se decide conservar los papeles producidos<br />

en los altos niveles <strong>del</strong> organigrama y eliminando las producidos en oficinas de nivel<br />

inferior?<br />

Si es verdad que las oficinas centrales de una institución producen una elevada<br />

proporción de las documentos de valor predecible, también 10 es que las oficinas<br />

periféricas producen más bien los de valor no predecible y, por supuesto, algunos de valor<br />

predecible, por ejemplo actas de nacimiento.<br />

Una sucursal de campaña es un excelente polo de interés para investigaciones<br />

sociológicas, de ecología, salubridad rural, etc.<br />

Seleccibn por la cantidad de<br />

En la fase administrativa, la cantidad de uso sirve para decidir en qué lugar han de<br />

star los papeles: pre-archivo, archivo central, archivo intermedio, etc. Ya en la fase<br />

histórica es evidente que el uso es el fin que preside la retención de documentos para<br />

bturos investigadores. Si se supiera positivamente que algo jamás iba a ser utilizado no<br />

13. MITCHELL, Thornton W. Op. Cit., p. 171. BRICHFORD, Maynard. Op.Cit., cap. 3, p.6. FAVREAU,<br />

Robert. Les archives. Serie "Que sais je?". París, 1%5, p. 5 (apud BOISARD, p. 217).BOISARD, Pierre.<br />

Op. Cit., p. 217-218. DARTER, Lewis J. Jr. "Records Appraisal: A Demanding Task". 33re Illciimi<br />

Arckives. Jan-Jun, 1%9, p. 4.<br />

M BRICHFORD, Maynard. Op. Cit., cap. 4, p. 9, dedica un subtítulo "Frequency of Use", afirma "The value<br />

d archiw is wholly dependent upon the existen= of person attaching value to them".<br />

95


se conservaría. Sucede, sin embargo, que no podemos medir exactamente el interés futuro<br />

que va a despertar un documento. Por otra parte, la cantidad de uso es algo extrínseco al<br />

documento y está motivada por algo que atrae a los investigadores; ese “algo” es el valor.<br />

Buscar los valores <strong>del</strong> documento es el camino correcto.<br />

La cantidad de uso no es pues un criterio automático de conservación de documen-<br />

tos, pero se aprovecha la verdad que contienen y se establece que sólo se van a conservar<br />

documentos que sean un polo de interés previsible, desechando los que, en una prospec-<br />

tiva razonable, parezcan que carecerán de trascendencia.<br />

Seleccibn por el cruerio de un emplead¿’<br />

En países en que es implantado unsistema integradode archivosdesde hace muchos<br />

años, tienen un equipo de archiveros preparados para la evaluación. Cualquiera de ellos<br />

es enviado al lugar a donde hay documentos desafectados y su juicio individual es el que<br />

decide la conservación o eliminación. La propuesta de este manual incluye comisiones<br />

asesoras, pero no es el caso de esos países a lo que alude este párrafo, sino a lo que se oye<br />

en muchos archivos administrativos de nuestro medio. Un empleado se jacta de que con<br />

su experiencia es él el Único juez de los valores de los documentos de su archivo. Este<br />

sistema se desaconseja por lo menos por estos motivos: 1) Quedó dicho que la selección<br />

de un solo archivo es cara y ne<strong>cesar</strong>iamente menos drástica que la que abarca un sistema<br />

de archivos; 2) El empleado pertenece a la institución productora, a quien no se le permite<br />

decidir la destrucción, sino la mera desafección; 3) El trabajo suele ser muy lento y<br />

progresivamente, al aumentar año a año la cantidad de documentos, el empleado se va<br />

viendo rebasado en su tarea.<br />

La tarea de selección requiere perspectivas muy amplias: conocimiento de muchos<br />

archivos relacionados entre sí, tal como los archivos <strong>del</strong> Poder Ejecutivo, para la<br />

documentación facilitativa o por área (archivos de educación, de salud, de catastro, etc.),<br />

para la documentación característica o sustantiva. Requiere también amplia cultura, por<br />

lo menos en la materia principal <strong>del</strong> archivo. Esta cultura le permite saber qué es lo que<br />

le interesa al investigador y que métodos de trabajo emplea tal campo de investigación,<br />

etc., etc. En los países donde se entrega el destino de los documentos a un alto funcionario<br />

<strong>del</strong> Archivo General se exige de éste que, además de archivero profesional, posea algún<br />

título universitario tal como historiador, abogado, etc.<br />

15. MiTCHELL, Thorntm. Op.Cif., p. 167, cuarto principio.<br />

%


La sohcibn propuesta<br />

Punto de partida<br />

El principio que preside toda la tarea de selección documental podría formularse<br />

así:Cada documento se halla en una fase y en un momento de su ciclo vital y debe ser<br />

tratado y procesado de acuerdo a ese estado.<br />

Como se ve, se afirman tres cosos: Hay que conocer en detalle cuáles son las fases<br />

y momentos <strong>del</strong> ciclo vital; definir en cuál se halla tal documento; qué tratamiento y lugar<br />

de guarda le corresponde. Cada uno de estos tres puntas será el tema de un capítulo.<br />

Cuando llaman al archivero a preparar un programa de selección puede darse por<br />

descontado que existe un problema de mala circulación. En algún punto, los documentos<br />

se han detenido indebidamente, mezclándose los vigentes con los que esperan la pres-<br />

cripción o con los ya prescritos. Con frecuencia, de manera que parece mágica, desapa-<br />

recen las dificultades con sólo separar los documentos según su estado.<br />

Una vez aplicado el principio, aparece lo que se considera descartable o sin utilidad<br />

para la utilización. Entonces se pasa al:<br />

Juicio de valor<br />

Se necesitan dos juicios de valor. Un juicio de desafectacibn y un juicio para la<br />

mvestigacibn y la historia.<br />

En el primero, se estudia el interés que pueda presentar "todavía" este documento<br />

para la institución que lo creó o para el individuoafectado. Este juicio nunca debe terminar<br />

con la orden de destrucción, tal como actualmente sucede en muchos caso, sino con la<br />

cantidad de años que se precisan para que prescriba. Los jueces naturales son expertos en<br />

k administración y <strong>del</strong> área legal y contable.<br />

En el juicio de valor para la investigación y la historia se decide la transferencia de<br />

algunos de los documentos desafectados al Archivo General y la destrucción o elimina-<br />

ción de los demás. Los jueces en este caso son historiadores y archiveros.<br />

Procedimiento<br />

Los procedimientos de selección están vinculados a los dos juicios: el juicio de<br />

desafectación produce una tabla en que se indica -como queda dicho- el número de años


de plazo precaucional de conservación que corresponden a cada tipo documental. Esta<br />

tabla es, de por sí, permanente y puede promulgarse como un decreto, resolución o<br />

reglamento.<br />

El juicio de valor para la investigación histórica produce inventanos de transferen-<br />

cia y listas de eliminación.<br />

Un secreto de éxito en la tarea de selección consiste en que el archivero, habiéndose<br />

asesorado muy cuidadosamente, redacte y eleve todas las propuestas de desafectación<br />

(incluidos los plazos de conservación), de transferencia y de eliminación, a las respectivas<br />

comisiones. El archivero que lleve a las comisiones l a listada de documentos sin<br />

ninguna propuesta ni estudio está condenando la tarea selectiva porque la comisión a la<br />

corta o a la larga se verá rebasada en su capacidad de juzgar y dictaminar.<br />

Como repetidamente se expresa más a<strong>del</strong>ante16el archivero encargado de una tarea<br />

selectiva tienen que volver sus ojos a la producción documental. Siempre habrá tipos<br />

documentales muy difíciles de juzgar por la metodología con que son producidos y/o<br />

archivados. Es obligación suya llevar la producción a sistemas que agilicen la selección.<br />

En Argentina el caso más evidente se da en la producción y archivación de los expedien-<br />

tes.<br />

16. Véase mi Manuaide selección documental 4.1.5.<br />

98


LOS LINEAMIENTOS DE LA FUNCI~N ARCHIV~STICA<br />

EN LOS ARCHIVOS PERMANENTES'<br />

HeloÍsa Liberalli Bellotto2<br />

La función archivística, hoy considerada como un todo indivisible, por el contrario<br />

de la concepción obsoleta de tomarse, de un lado, la administración de documenta, y de<br />

otro, el ordenamiento y la descripción de l a fonda como actividades estancadas y<br />

diversas, comprende toda una gama de tareas sucesivas. Distribuidas a lo largo de tres<br />

fases bien definidas (el control de archivos en formación, el destino de ellos después de<br />

la selección -es decir, la transferencia- y la custodia definitiva), aquellas tareas encierran<br />

algunos aspectos que merecen reflexión.<br />

Para definir bien la especialidad <strong>del</strong> procesamiento de la documentacih en el<br />

ámbito de los archivos permanentes (es justamente la tentativa de comprobar la unicidad<br />

de la función archivística) se debe forzosamente comenzar por la fase de la administración<br />

de documentos corrientes (los records nzanugenzent de los americanos). En esta fase<br />

sobresale el recibir, el clasificar y el controI de trámite. Al final, "la administración de<br />

los archivos corrientes oficiales tienen por objetivo hacer que los documentos sirvan de<br />

manera más eficiente y económica posible, a los fines para los cuales fueron creadosTf3.<br />

De esta forma, si el recibir es considerado aquello que Vicenta Cortés denomina la accibn<br />

activa deprepurucidn, la tarea sucesiva a la recepción propiamente dicha estará grande-<br />

1. Versión española de "As coordenadas& fun@o arquivistica nos arquivos permanentes" (Arqu¿vo:bderim<br />

histdricoe infomativo. So Paulo: Arquivo do Estado de Sáo Paulo, Set.¡Dez 1981. Vol. 2, NQ3, p. 85-94)<br />

por Claudia Hilbck Peschiera (Pontificia Universidad Ca16lica <strong>del</strong> Perú), revisada y actualizada por la<br />

autora.<br />

2<br />

3.<br />

Investigadora <strong>del</strong> Instituto de Estudios Brasileños (IEB) y profesora de Archivística de la Escuela de<br />

Comunicaciones y Artes de la Universidad de San Pablo (Brasil).<br />

T.R. Schellenberg. Arquivos modernos: principios e tdcnicaí. Rio de Janeiro: FundaGo Getulio Vargas,<br />

1973, p. 45. Trad. de Nilza Teixeira Soares.<br />

99


mente facilitada4. Las actividades inherentes a aquella preparación son, en el entender de<br />

la conceptuosa archivera española, la participación en el proceso de creación, en la<br />

normalización de la tipología documental, en las normas en observancia, en la programa-<br />

ción de la selección y en el establecimiento <strong>del</strong> sistema de la recogida de fondos. Hoy<br />

está comprobado que si los archivos fuesen llamadas a participar de la creación formal<br />

<strong>del</strong> documento, pudiendo así opinar en la elaboración de formularios, en la racionaliza-<br />

ción de la terminología y en la economía de las etapas de tramitación (a pesar de ser esta<br />

una fase pre-archivística), el flujo de la documentación sería más lógico y rápido,<br />

sirviendo, por tanto, plenamente, a 10s intereses de la administración pública o privada.<br />

Si al recibir documenta, una en la fase corriente, el archivero sabe responder qué<br />

son y por qué nacen, a quién o a qué órganos compete su trámite, qué legislación regula<br />

su vida activa, qué información contienen o cuál es su papel en la estructura orgánica de<br />

la administración, a la cual sirve o su archivo, las tareas de clasificación y ordenamiento<br />

se tornarían automáticas. Y aún, dentro de este mismo cuadro de primera edad <strong>del</strong><br />

documento, si el trámite es bien controlado por un riguroso sistema de préstamo y si se<br />

establecen buenas tablas de selección, los diferentes "dossiers" llegarían a su fase de<br />

destino final sin mayores "dramas".<br />

El archivero ha sido llamado, justamente, "para asegurar mejor la conservación de<br />

los documentos para el futuro historiador, a establecer su control sobre las eliminaciones<br />

de papeles por los administradores y a tomarlas a su cargo cada vez más pronto: por tanto,<br />

a colaborar en la forma más estrecha con la admini~tración"~. Y esta colaboración<br />

proporciona ventajas enormes para la racionalización <strong>del</strong> procesamiento de la documentación,<br />

parz sensibilizar al administrador sobre los fines (y ventajas) de la transferencia<br />

de los documenta a los archivas de la segunda y tercera edad.<br />

El segundo "momento" de la función archivística es por consiguiente, el destino o<br />

Pansferencia de docunientos. Es frecuente no contar con archivos intermedios ya que en<br />

muchos casos se hace el paso directo <strong>del</strong> corriente al archivo permanente, si bien no es<br />

el sistema más adecuado ni el que responde mejor a las exigencias de la archivística<br />

moderna. No siendo tal discusión objeto de este trabajo es preciso, apenas, que se afirme<br />

que esta fase es la de la decisión entre el descarte o la custodia definitiva. Sería larga la<br />

4. Vicenta Cortés Alonso. Arduws de Espaiíy América: materialespara un manual. Madrid: Editorial de<br />

la Universidad Complutense, 1979, p. 30.<br />

5. La place des archives et des archivistes dans I'Etat vroisikme Conférence de la Table Ronde des<br />

Archives), Zagreb, 1957. En: Charles Braibant & Robert-Henri Bautier. .e<br />

I'Hktoire. Paris: Direction des Archives de France, 1958, p. 03.<br />

Table Ronde d e a<br />

100


divagación que aquí podríamos hacer sobre el problema de la selección y <strong>del</strong> descarte, de<br />

la eliminación o de la destrucción de los documentos de archivo. Por ahora, es suficiente<br />

afirmar hasta qué punto es decisiva la participación <strong>del</strong> archivero en el destino de los<br />

documentos. Se trata de la segunda fase de la función archivística que corresponde a la<br />

segunda edad <strong>del</strong> documento; esto si fuese posible contar con un archivo intermedio (mal<br />

llamado en algunas administración pre-archivo, lo que hace suponer que antes <strong>del</strong><br />

permanente no hay archivo). En este caso, es la salida de este archivo, después de<br />

veinticinco años como plazo ideal -y desde que terminó su vida activa-, en que se hará<br />

la transferencia final. Si, en ese momento, la normalización preestablecida de descarte no<br />

le ordena la eliminación, la documentación pasa a custodia definitiva en el archivo<br />

permanente.<br />

Tampoco es el objetivo de este artículo señalar las características y las funciones<br />

que le corresponde ejercer al archivo intermedio. La intención es, una vez presentadas<br />

las premisas ne<strong>cesar</strong>ias, pasar a exponer los lineamientos de la funciún archivística en los<br />

archivos permanentes (también llamados históricos, definitivos o de custodia).<br />

La custodia definitiva es la que guarda perenne y de manera responsable los fondos<br />

documentales que, pasados por el procesode selección, vienen a constituirse en elementos<br />

que serán preservados, analizados e utilizados como información histórica.<br />

Los lineamientos dentro de los cuales se sitúan las actividades <strong>del</strong> archivo perma-<br />

nente son el ordenamiento y la descripcibn de los fondos. En el primer caso, es<br />

fundamental la noción exacta de establecimiento de los fondos y en el segundo, la<br />

concepción de la técnica de recuperación de información para que, a través de los<br />

llamados "instrumentos de información", el investigador pueda realmente tener acceso al<br />

material archivado.<br />

El concepto de fondo ha sido exhaustivamente estudiado para el ámbito de los<br />

archivos permanentes, juntamente con su seguimiento natural que es el principio de<br />

"respect des fonds". En una reunión internacional, en la cual el tema central era el<br />

concepto de archivos, el problema de la definición de fondos fue largamente debatido6.<br />

Aunque los países participantes divergieron en puntos específicos y formales fue posible<br />

llegar a la unanimidad de "reconocer como fondo al conjunto de documentos de archivo<br />

6. "Lefond d'Archives". En: Yves Pérotin. Leconccpt d'archiveset les/roiitit+es de l'arclu'vistique: Rapport<br />

générai de la Septeme Conférence de la Table Ronde intemationale des Archives, 1962. Paris: Direction<br />

des Archives de France, 1%3, p. 10.<br />

101


provenientes de una determinada institución o persona". Mas es evidente que se debe<br />

establecer a qué nivel de estructura de los servicios públicos se sitúa el organismo<br />

generador de fondos. En general, producen fondos los ministerios (de esfera federal) y/o<br />

las secretarías de Estado, así como los demás departamentos que son dependientes. Hay<br />

que tener en cuenta una pirámide administrativa en la cual los órganos superiores pueden<br />

ser considerados secciones, para así dar lugar a los órganos dependientes como fondos.<br />

Por ejemplo, en el caso de Brasil, en una escala nacional, si se considerase para el Archivo<br />

Nacional, la Sección Poder Ejecutivo, sus fondos serían la Casa Civil de la Presidencia<br />

de la República, el Servicio Nacional de informaciones, el Departamento Administrativo<br />

de Personal Civil, la Consultoría General de la República, la Secretaría de Planeamiento,<br />

la Casa Militar, el Consejo de Seguridad Nacional, el Estado Mayor de las Fuerzas<br />

Armadas, la Escuela Superior de Guerra y cada uno de los ministerios: Agricultura,<br />

Aeronáutica, Comunicaciones, Educación y Cultura, Ejército, Industria y Comercio,<br />

Hacienda, interior, Justicia, Marina, Minas y Energía, Trabajo, Prevención, Transportes,<br />

Relaciónes Exteriores y Salud (datos de 1981). Sin embargo, si consideramos el ámbito<br />

de los propios archivos ministeriales, muchos de ellos como se presentan hoy, errada-<br />

mente, resguardando sus propios archivos permanentes, es evidente que sus órganos<br />

internos, para efecto <strong>del</strong> ordenamiento, serán sus fondos.<br />

De cualquier forma, la propia definición de fondo de archivo (conjunto de piezas<br />

de toda naturaleza que todo cuerpo administrativo, cada persona física o jurídica,<br />

autónoma y orgánicamente reunió en razón de sus funciones o actividad)' suscita el<br />

principio de respect desfuds: es bastante evidente que no se puede mezclar documen-<br />

tación proveniente de fondos diferentes bajo el riesgo de impedir, fatalmente, todo el<br />

rastrear futuro <strong>del</strong> historiador en tomo de las funciones y distribuciones de determinado<br />

órgano oficial. Paralelamente, si se respeta la estructura de fondo se va contra el principio<br />

de origen (los documentos que tienen el mismo origen pertenecen, sin duda alguna, a un<br />

mismo fondo). Por eso mismo las dos expresiones son sinónimas. "El principio de respect<br />

des fonh o el principio de procedencia es considerado universalmente como la base<br />

archivística teórica y práctica.( ...) Fuera <strong>del</strong> respect desfonds todo trabajo archivístico<br />

será arbitrario, subjetivo y desprovisto de rigor...*I8.<br />

No será ne<strong>cesar</strong>io decir cuánto significa, en esta fase de la función archivística, el<br />

conocimiento bastante profundo de la estructura administrativa actual y pasada de los<br />

7.<br />

S<br />

Manueld'archi&kpe. Paris: Direction des Archives de France: 1970, p. 22<br />

Micbel Duchein: "El respeto de los fondos en archivística: principios teóricos y problemas'prácticos".<br />

Revista deIArchiv0 General de IaNacióa Buenos Aires: 1976. N' 5, p. 7-31.<br />

102


gobiernos a los cuales sirve el archivo que se debe ordenar. Sin que se sepan las<br />

competencias y las atribuciones de cada organismo gubernamental y su posición en el<br />

organigrama administrativo, p5mo se establecerán los núcleos de fondo para efectos<br />

clasificatorios y descriptivos? No se usará la cronología para establecer las divisiones, ya<br />

que muchos discuten este tipo de agrupamiento dentro de un fondo. Mientras tanto, para<br />

ias'series, éstas sí integrantes naturales <strong>del</strong> fondo, la teoría archivística es unánime en<br />

admitir, para caracterizarlas, las funciones que cumple el órgano productor de los<br />

documentos. Los tipos documentales, en general, coinciden con las series, ya que son la<br />

expresión diplomática donde suele ser canalizada la función que será cumplida a partir<br />

de su vigencia.<br />

Sin embargo, aunque haya mucho que decir al respecto, no es propósito de este<br />

trabajo discutir los aspectos de definición de fondo ni de sus divisiones. El problema se<br />

presenta tan sólo aquí porque la función de ordenamiento no es otra cosa que poner orden<br />

en el interior de los fondos.<br />

Otra rama de la función archivística en los archivos permanentes es la de descripcibn<br />

de docunientos. Las tareas de descripción llevan a la elaboración de los llamados<br />

mstrumentos de información. Se constituyen en las vías de acceso <strong>del</strong> historiador al<br />

documento, siendo la clave de utilización de los archivos como fuentes primarias de la<br />

historia. La calidad de un archivero se deja ver en la precisión de los instrumentos de<br />

información que elabora. Al convertir claro y provechcso el encuentro historiador-documento,<br />

él cumple la misión para la cual fue destinado junto al investigador y a la propia<br />

administración. "Un instrumento de información mal ideado o incompleto paraliza la<br />

in~estigación"~. Teniendo en cuenta que un depósito de archivo nunca es (ni podría ser)<br />

de libre acceso, s610 el inventario o catálogo pueden permitir conocer todo el potencial<br />

de información de los documentos custodiados.<br />

El primero por ser elaborado y al primero al cual recurre el historiador es la Guía.<br />

Es el instrumento que va a orientar a los usuarios en el conocimiento y la exploración de<br />

los fondos <strong>del</strong> archivo. "ES el más genérico, informa sobre la historia, naturaleza,<br />

estructura, período comprendido, cantidad de cada fondo integrante <strong>del</strong> acervo total <strong>del</strong><br />

archivo"". Lo fundamental en la guía es la orientación hacia la investigación. Contiene<br />

9. E J. Himly. Les index el leurs complemznis: schema sommaire. Pans Archives Nationales, 1979,<br />

(mimeografiado).<br />

10.<br />

Lexicono/ArchiveTerminolo~. Amsterdam: Eisevier's, 1964. Ver también Maria Amélia PortoMiguéis.<br />

"Rotein, paraelabora@o deinstrumentos de pesquisa em arquivosdecustodia".Arq.ccivo&AdrninisIrafcio.<br />

Rio de Janeiro: Ago. 1976. Vol. 4, NP2, p. 7.<br />

7 03


nada más que informaciones prácticas sobre el acceso, los servicios y el funcionamiento:<br />

cumple con presentar un cuadro general de los fondos.<br />

El inventario es un instrumento que ofrece los documentos en el orden en que fueron<br />

ordenados. En sus modalidades, inventario suniario se hace una breve identificación <strong>del</strong><br />

documento; e inventario analítico, como lo evidencia su nombre, contiene descripciones<br />

pormenorizadas de los documentos inventariados. Debe ser eficaz para el historiador<br />

fuera <strong>del</strong> recinto <strong>del</strong> archivo, posibilitándole un preconocimiento de las series documen-<br />

tales. Lo fundamental en el inventario es que no se altera el orden que la documentación<br />

tienen dentro <strong>del</strong> archivo, obedeciendo a la secuencia. Por otro lado, esta práctica<br />

permitirá al historiador tener una noción general de la propia organización de la institu-<br />

ción productora <strong>del</strong> documento.<br />

El catálogo, de suma utilidad para el historiador, es uno de los más completos<br />

esfuerzos en el trabajo <strong>del</strong> archivero, sumario o analítico, puede ser definido como el<br />

instrumento de información en el cual es dado el contenido y la descripción de los<br />

documentos (por series o por unidades), pero siempre en orden escogido y no preexistente<br />

en los respectivos fondos. Es, pues, "una relación metódica en la cual las entradas de los<br />

documentos son dispuestas siguiendo un criterio temático, cronológico, onornástico,<br />

geográfico u otro, todos los documentos pertenecientes a uno o más fondos y siendo<br />

descritos en forma sumaria o pormenorizada"." La forma de catálogo más Útil al<br />

historiador es la que obedece a un orden cronológico, ya que una investigación se<br />

encuentra, por 10 general, entre extremos temporales, así la primera preocupación <strong>del</strong><br />

investigador será la de conseguir sus fechas límites. Otro catálogo importante es el<br />

temático, por asuntos. Siendo de gran valor para la historia puede, sin embargo, restringir<br />

la investigación si el historiador no logra cubrir todo el campo de materias que le puede<br />

ser de utilidad".<br />

El repertorio o catálogo selectivo, a su turno, presenta una selección de documen-<br />

tos, describiéndolos minuciosamente. Su justificación no siempre es fácil. El carácter<br />

selectivo es consecuencia de un juicio de valor <strong>del</strong> archivero con el cual el investigador<br />

puede no estar de acuerdo. No obstante, tiene su mérito; puede divulgar ciertos documen-<br />

tos destacados <strong>del</strong> acervo con ocasión de una efeméride o de un evento notable.<br />

11.<br />

12.<br />

Mana Amélia Porto Miguéis, Op. cit. p. 8.<br />

En Espafia y Portugal existe UM simplificación terminológica y metodológica muy correcta y eficaz que<br />

puede ser adoptada por el Brasil: no hay necesidad de distinguir entre sumario y analítico porque,<br />

sencillamente, el inventario describe las series y el catalogo, documento por documento.<br />

104


Los índices, señalando nombres, lugares o asuntos en orden alfabético y remitiendo<br />

al lector a las respectivas referencias de identificación son de extrema utilidad para la fase<br />

inicial de la investigación. Ellos pueden ser parte de un inventario o de un catálogo, así<br />

como pueden ser publicados independientemente.<br />

8 En cuanto a la publicación de textos en forma fntegra surgen ellos por series o por<br />

documentos individuales. Su aprovechamiento es innegable, principalmente por permitir<br />

que su contenido completo sea conocido fuera <strong>del</strong> recinto <strong>del</strong> archivo. Sin embargo, deben<br />

tomarse precauciones en cuanto a la fi<strong>del</strong>idad de la transcripción y la selección de los<br />

textos. Su práctica debe ser llevada a cabo después de que el archivo pueda contar con<br />

los otros instrumentos anteriormente señalados, ya que aquéllos, por su amplitud, orien-<br />

tarán mejor al investigador en el conocimiento de los fondos existentes en el archivo al<br />

cual se refieren.<br />

Cumplida la elaboración de los instrumentos de información, resta todavía una fase<br />

importante y fascinante de la función archivística en el ámbito de los archivos permanen-<br />

tes: la faceta cultural dirigida a la comunidad. Hoy en día, por ejemplo, se difunde cada<br />

vez más la relación entre el archivo y el ciudadano, o entre el archivo y la escuela de<br />

segundo rado, o aún más, el archivo funcionando como laboratorio para futuros histo-<br />

riadores". De otra manera, las actividades <strong>del</strong> archivero, en el ámbito de la custodia<br />

permanente, ganan dimensiones muchísimo más amplias que las de la fase inicial, las de<br />

los archivos corrientes. Mientras tanto, es allá que se forman las condiciones ne<strong>cesar</strong>ias<br />

para que el ciclo <strong>del</strong> documento se procese de forma ideal. Sin dejar de ser una secuencia<br />

de la administración de documentos corrientes, por la misma unicidad de la función<br />

archivística, la tarea <strong>del</strong> profesional en el archivo permanente adquiere una dimensión<br />

científica y social que conviene explotar, bien sea en beneficio de la investigación<br />

histórica, bien en el de la propia comunidad.<br />

13. Heloísa Liberalli Bellotto. "Assiténcia educativa em arquivos". Revista do Arquivas". REvism uÓAquiw<br />

Municipal. Sáo Paulo: 1980. Ne 193, p. 9-24.<br />

105


CLASDFICACI~N Y ORDENACI~N'<br />

1. Ambigüedadde significados<br />

Antonia Heredia Herrera<br />

Teniendo en cuenta que la principal función <strong>del</strong> archivero es favorecer el acceso a<br />

los documentos y que éste ha de lograrse a través de los instrumentos de descripción que<br />

exigen con anterioridad la clasificación y la ordenación, es obvia la importancia funda-<br />

mental de las dos actividades que nos ocupan.<br />

Por otra parte no hay duda que un archivo desorganizado no favorece la perduración<br />

de los documentos. El orden por el contrario disminuye los problemas de conservación y<br />

hace más fácil el control para el archivero.<br />

Existen, pues, dos términos: clasificar y ordenar, referidos a la documentación, que<br />

continuamente se utilizan pero con cierta indistinción, incluso por parte de los profesio-<br />

nales, hasta el punto de definir que "ordenar es clasificar el material" o a la inversa, como<br />

también he visto escrito, que "clasificar es la acción de ordenar o disponer por clases".<br />

En otra ocasión he visto impresos: "clasificación en Archivología puede significar<br />

el sistema razonado conforme al cual se han de ordenar los fondos de un archivo para que<br />

rindan la máxima eficiencia". En la misma obra, más a<strong>del</strong>ante, se afirmaba que "para la<br />

clasificación de los fondos de un archivo podemos tener en cuenta varios métodos:<br />

cronológico, alfabético y de materias", confundiendo totalmente la clasificación con la<br />

ordenación.<br />

En el Manual teórko-práctko <strong>del</strong> archivero de Nuñez Cepeda se decía que: "las<br />

dos operaciones fundamentales que se deben practicar en los archivos para que sus fondos<br />

1. En ArchivísRcu: estudios báncos. Sevilla: Diputación Provincial, 1983, p. 41-62. Segunda edición.<br />

106


estén bien ordenados son la clasificación y la catalogación". No habla de la ordenación<br />

como actividad indistinta, con características y métodos propios, sino que se refiere a ella<br />

como una consecuencia de la clasificación.<br />

En otras ocasiones a la hora de decir: "Se clasifica por materias se identifica con<br />

b acción de ordenar por materias, y es claro que no se ordena por asuntos, sino<br />

alfabéticamente por materias, y los métodos en un caso y en otro son diferentes.<br />

En la mayoría de los autores no se han <strong>del</strong>imitado los campos de una y otra<br />

operación, ni se han fijado los conceptos.<br />

El confusionismo ha llegado hasta hoy y, quizá, venga dado, bien por la simulta-<br />

neidad en la documentación de archivos administrativos -como veremos- de la clasifi-<br />

cación y ordenación, bien por la lucha de los archiveros por huir de la similitud con las<br />

técnicas bibliotecarias: eluden el término clasificación sustituyéndolo, hasta recientemen-<br />

te, por la palabra ordenación. Actualmente hay un sector de la profesiónque distinguiendo<br />

claramente una de otra, hacen la sustitución por "organización" que sí es correcta.<br />

Ha sido el norteamericano Theodore Schellenberg quien ha <strong>del</strong>imitado perfecta-<br />

mente una y otra, señalando sus principios en dos capítulos de su obra: Archivos<br />

modernos.<br />

Organizar o clasificar y ordenar son dos actividades, dentro de la tarea archivística,<br />

perfectamente diferenciadas y esenciales, de una parte, en orden a la conservación de los<br />

documentos, y de otra, indispensables para inventariar y catalogar los fondos.<br />

Con respecto a esto Último insisto en que como tareas previas, la clasificación va<br />

unida íntimamente a la inventariación, y la ordenación a la catalogación. No puede<br />

hacerse un inventario de un fondo o de una Sección desorganizada, ni un catálogo sobre<br />

series desordenadas.<br />

2. Anterioridad de la clasijkacidn a la ordenación<br />

Aunque en algunos casos la clasificación y la ordenación se simultanean, sobre todo<br />

en la etapa que pudiéramos llamar prearchivística, las de producción documental (un<br />

expediente en un negocio se incluye al mismo tiempo, primero, dentro de su clase y luego,<br />

por su orden; por ejemplo un expediente personal se archiva dentro de este grupo de<br />

expedientes, perfectamente diferenciados, y por el orden alfabético, si ha sido éste el tipo<br />

de ordenación elegida para dichos expedientes), podemos decir que como actividades<br />

107


técnicas propias <strong>del</strong> archivero la clasificación es anterior a la ordenación. En apoyo de<br />

tal idea creo que es claro que un archivo no puede concebirse sin organizar, pero si estar<br />

en vías de ordenación, o no estar totalmente ordenado.<br />

Veamos cómo se produce tal anterioridad en el caso de los Archivos Históricos y<br />

ente1 de Archivos Administrativos.<br />

En los primeros pueden a su vez presentarse dos casos: que la documentación esté<br />

organizada de antiguo, bien, mal o regular, y el archivero por 10 que respecta a la<br />

clasificación sólo ha de llevar a cabo una crítica seria reclasificandodesde fuera sin alterar<br />

lo establecido, o que la documentación esté totalmente desorganizada y entonces tras el<br />

estudio de los organismos que reflejan la documentación, sus atribuciones, funciones y<br />

actividades, reconstruir y plasmar la organización de los fondos.<br />

En el caso de Archivos administrativos, la clasificación viene dada, encauzada por<br />

la misma producción <strong>del</strong> documento: es un proceso natural. Al formarse los expedientes<br />

dentro de la entidad productora nacen orgánicamente cumpliendo sus funciones adminis-<br />

trativas. Teóricamente el archivero integrará los documentos dentro de las clases o grupos<br />

que ya están determinados por la misma actividad <strong>del</strong> organismo de donde proceden.<br />

En ambos casos la ordenación seguirá a la clasificación.<br />

Hay UM tendencia, sin embargo, al hablar de ambas actividades a enumerarlas en<br />

el orden contrario: ordenación y clasificación. En las últimas convocatorias de oposicio-<br />

nes tanto al Cuerpo Facultativo como al de Ayudantes, uno de los temas exigidos en el<br />

cuestionario se titula: "Ordenación y clasificación de documentas". Aparte <strong>del</strong> orden<br />

inverso en que vienen enunciados, habría de puntualizarse-como veremos más a<strong>del</strong>ante-:<br />

"Organización o clasificación de fondos y ordenación de documentos".<br />

3. Conceptos y diferencias<br />

La documentación se produce en el curso de un procedimiento administrativo,<br />

vigente o desaparecido, pero en todo caso, a la institución que da o dio lugar a la misma<br />

le interesa conservarla de tal manera que le sea fácil localizar un determinado documento<br />

y para ello ha de estar debidaniente clasificada y dentro de su clase convenientenienre<br />

ordenada, en el caso de documentación actual para localizar antecedentes o datos que<br />

faciliten la gestión administrativa y en el caso de documentación histórica para investigar<br />

o estudiar un determinado aspecto o institución.<br />

108


Quizá para alcanzar la imagen diferencial entre UM y otra actividad, podemos<br />

acudir a dos verbos que nos den una impronta clara. La clasificación va unida a la idea<br />

de separar, la ordenación a la de unir.<br />

I Clasificar es separar o dividir un conjunto de elementos estableciendo clases o<br />

gnipos; ordenar es unir todos los elementos de cada grupo estableciendo una unidad-orden,<br />

que puede ser la data, el alfabeto, el tamaño o el número.<br />

Una consideración más puede ayudamos a marcar las diferencias: la clasificación<br />

es aplicable a la totalidad de un fondo o a las Secciones de ese fondo, pero la ordenación<br />

ha de realizarse sobre los documentos de cada serie y dentro de las unidades de instalación.<br />

No tendría razón de ser el ordenar cronológicamente todos los documentos de un archivo.<br />

Frente a la organización, actividad profunda e intelectual,la ordenación responde a<br />

unos métodos más mecánicas, exige menos preparación en el que la hace y, aun con toda<br />

su problemática en torno, elegido el sistema de ordenación para una serie (alfabético,<br />

numérico, cronoiógico) -impuesto a su vez por la tipología documental y por el contenido<br />

de la documentación-, aquélla puede ser dirigida en su realización.<br />

4. Clasifiacidn "a prwri" y "a posterwri"<br />

De los dos sistemas generales de clasificación, el primero, "a priori", realizado de<br />

antemano, sin profundizar en el contenido de los fondos, sin tener en cuenta la institución<br />

que los creó, artificialmente, con cuadros y criterios subjetivos y personales, puede<br />

convenirle a la colección documental y a determinadas series facticias y es sin duda el<br />

aplicado a las bibliotecas, pero es el segundo, el realizado "a posteriori", tras el análisis<br />

y conocimiento profundo de los fondos y que nos deviene dado por el cumplimiento de<br />

las funciones propias <strong>del</strong> organismo en cuestión, el que ha de aplicarse para la organiza-<br />

ción de cualquier archivo.<br />

Es cierto que a principios de este siglo muchos archiveros se inclinaron por el primer<br />

sistema, rechazado totalmente por los principios actuales de la Archivktica.<br />

En 1923, la "Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos" recogía numerosos<br />

artículos sobre clasificación de archivos. Parece que el sentir era unánime acerca <strong>del</strong><br />

reproche por las clasificaciones apriorísticas que deshicieron la organización antigua de<br />

algunos fondos. Se citaba como caso concreto el archivo de la Casa de Priego adquirido<br />

por el A.H.N. que fue dividido en documentos reales, eclesiáticus y particulares. Sin<br />

embargo, se consideraban como actividades distintas la clasificación y la organización,<br />

109


que alguno la asimilaba a la ordenación numérica de legajos; en otros casos confundían<br />

la clasificación con la ordenación por materias y fechas.<br />

Es evidente que la organización actual de cualquier fondo ha de ofrecer un cuadro<br />

estructuradoque refleje los organismos y actividades de la institución de que proceda. La<br />

clasificación, pues, no la crea el archivero, le viene impuesta por la propia documentación,<br />

a él sólo le toca reconstruirla, rehacerla.<br />

5. Clasijlcación de fondos<br />

Hemos visto que clasificar es dividir o separar un conjunto de elementos estable-<br />

ciendo clases, grupos o series, de tal manera que dichos grupos queden organizados<br />

formando parte de la estructura de un todo. Cada grupo o clase es Único y distinto de los<br />

demás, con sus características propias que lo diferencia de los otros, pero insisto, que<br />

formando parte de una estructura general: cada grupo a su vez es susceptible de subdivi-<br />

siones.<br />

Según uno de los grandes teóricos de la Archivística moderna, Th. Schellenberg,<br />

"la clasificación significa el arreglo de los documentos de acuerdo a un plan <strong>del</strong>ineado<br />

para tenerlos disponibles al uso corriente". Schellenberg, sin embargo, se refiere siempre<br />

a entidades vivas en la actualidad, pero en líneas generales esa clasificación ha de<br />

mantenerse o restaurarse en el caso de entidades desaparecidas pero cuya documentación<br />

se nos conserva, y al reproducir la organización que tuvo cuando tal organismo estuvo<br />

vigente nos actualiza su vida.<br />

Rechazamos, pues, para los fondos la clasificación a priorística, convencional y<br />

arbitraria, sujeta a criterios subjetivos. Hemos de mantener la organización dada por el<br />

organismo productor tanto en la documentación antigua, como en la moderna: una<br />

clasificación estructurada de acuerdo a grupos derivados de las actividades o atribuciones<br />

de la institución de la cual proceda la documentación. Así pues el punto de vista<br />

archivológico moderno es considerar a los archivos como unidades orgánicas, clasifica-<br />

das de acuerdo a la estructura de las entidades productoras y con miras a la utilización<br />

administrativa, jurídica y científica.<br />

Una clasificación podrá reflejar bien la organización de la entidad o bien las<br />

funciones desarrolladas por la institución. En el primer caso, una Audiencia o Chancille-<br />

ría, la de Granada, por ejemplo, puede organizar su documentación como procedente de<br />

la Sala Civil, Sala Criminal o Sala de Hijosdalgo. En el segundo caso, la Casa de la<br />

110


Contratación, por poner un ejemplo, puede ofrecernas agrupados sus fondos teniendo en<br />

cuenta sus funciones de control y monopolio mercantil (registros de naos, licencias de<br />

pasajeros, etc.), sus funciones científicas (exámenes de pilotas, cartografía), sus funciones<br />

de justicia (autos y pleitos vistos ante la Audiencia de dicha Casa), etc.<br />

5.1 Elementos de clasijicacibn<br />

Siguiendo a Schellenberg en la clasificación de fondos se puede partir de tres<br />

elementos: las acciones, la estructura orgánica y los asuntos, y según elijamos uno u otro<br />

punto de vista tendremos una clasificación funcional, orgánica o por materias.<br />

a) Las acciones a las que los documentos se refieren en su contenido, según las<br />

atribuciones <strong>del</strong> organismo (por ejemplo, la función de control que como hemos visto<br />

ejercía la Casa de la Contratación sevillana).<br />

b) Estructura orgánica de la institución, subdividida en dependencias que produ-<br />

cen los documentos (las diferentes dependencias en que está organizada una Diputación<br />

o un Ayutamiento).<br />

c) Los asuntos concretos o materias que testimonian los documentos @. ej., UM<br />

sublevación a que se refiere el contenido de una carta).<br />

Analicemos cada uno de estos tres elementos.<br />

5.1.1. Acciones<br />

Las acciones pueden manifestarse en tres aspectos: las funciones que son las<br />

atribuciones encomendadas o señaladas a una institución para que realice y cumpla los<br />

fines para los que ésta fue creada. Pueden considerarse funciones la judicial atribuida al<br />

Consejo de indias; la facilitación <strong>del</strong> acceso a los documentos desempeñada por el<br />

archivero, etc.<br />

Las funciones originan un conjunto de actividades cuya puesta en marcha da lugar<br />

a la realización de unos servicios para el logro de aquéllas. La función judicial <strong>del</strong> Consejo<br />

de Indias se veía cumplida a través de los pleitos, las visitas y las residencias; las<br />

actividades de clasificación, ordenación, inventariaci6n y catalogación integran esa<br />

función de divulgar y facilitar el acceso a los fondos que es propia <strong>del</strong> técnico de archivas.<br />

111


A su vez estas actividades se plasman en un conjunto de trámites o negociaciones<br />

relativas a poner en marcha esa actividad y que constituyen lo que nosotros llamamos<br />

series documentales: expedientes de una visita que son los testimonios escritos y concre-<br />

tos que reflejan aquella actividad.<br />

5.1.2 Estructura orgánica<br />

En cuanto a la estructura orgánica los documentos se producen y generalmente se<br />

agrupan de tal manera que reflejan el entramado de la organización. Normalmente las<br />

instituciones están divididas en dependencias (secciones, negociados, oficinas) a cada<br />

una de las cuales les corresponde una actividad para el cumplimiento de la función.<br />

5.1.3 Asuntos<br />

En cuanto a los asuntos es obvio que como hemos dicho se refieren a las materias<br />

de las que traten los documentos. Hacienda, guerra, gobierno, iglesia serán las materias<br />

tratadas en la correspondencia de un virrey indiano con la metrópoli.<br />

5.2 Tipos de clasificacián<br />

En relación con estos tres elementos y según optemos por uno u otro tendremos los<br />

tres tipos de clasificación apuntados: funcional, orgánica y por materias.<br />

Es muy frecuente, sobre todo en archivos administrativos, que el organismo, la<br />

institución se corresponda con una función y que a las dependencias en que aquélla está<br />

dividida le corresponda una actividad. La clasificación será mixta: orgánico-funcional.<br />

Es el caso de la clasificación adoptada en la organización <strong>del</strong> archivo administrativo de<br />

la Diputación Provincial de Sevilla. Veamos:<br />

O. Servicios generales { dependencia-función<br />

0.3. Personal<br />

0.3.1. Seguridad Social { negociado-actividad<br />

0.3.1.2. Expedientes de indemnización por enfermedad series documentales<br />

0.3.1.3. Relaciones de bajas, etc. i 1<br />

112


5.3 Eleccibn de la clasificacibn<br />

Por lo que respecta a los archivos históricos, generalmente existe ya una clasifica-<br />

ción y lo que se nos plantea es UM reclasificación, que también podrá ser funcional u<br />

orgánica y puede depender bien <strong>del</strong> criterio <strong>del</strong> archivero, bien de que el fondo esté más<br />

amenos completo. Mi experiencia me lleva a la consideración que de tratarse de fondos<br />

referidos a un período cronológico muy amplio, es preferible optar por la función que por<br />

el organismo. Es común que las funciones permanezcan pero su adscripción a un<br />

organismo o negociado puede variar. Voy a referirme a un ejemplo de fondos america-<br />

nistas.<br />

Para la organización de la Audiencias indianas o de los virreinatos, amplias<br />

circunscripciones administrativas y políticas en que estaban divididas las Indias españo-<br />

las, podía tomarse como punto de partida los organismos productores: El Consejo de<br />

Indias y la Secretaria de Despacho. En primer lugar la segunda se crea con bastante<br />

posterioridad a la primera, estando hasta entonces tcda la gestión americana en manos<br />

<strong>del</strong> primero. Los documentos relativos a determinadas actividades que fueron encomen-<br />

dados al segundo, para la primera época han de localizarse entre los <strong>del</strong> Consejo,<br />

quedando la serie relativa a dicha actividad partida. De esta forma la serie concreta relativa<br />

a la confirmación de los nombramientos de cargos indianos, el investigador ha de buscarla<br />

entre la documentación <strong>del</strong> Consejo, pero a partir de mediados <strong>del</strong> XVIII en que tal gestión<br />

pasa a depender de la Secretaría <strong>del</strong> Despacho ha de encontrarse entre los fondos de ésta.<br />

Es pues preferible optar por las funciones y actividades, más permanentes que los<br />

organismos que las llevaban a cabo.<br />

No pueden darse sin embargo, antes de analizarse la documentación y conocerla a<br />

fondo, reglas sobre la adopción de un tipo u otro de clasificación. Es la documentación<br />

la que determina en este sentido la elección. Pero hay un factor que conviene tener en<br />

cuenta: el investigador que va a utilizarla para su información y quien principalmente va<br />

a beneficiarse de esta organización.<br />

Lo que sí puede decirse es que de los tres t ip de clasificación, los dos primeros<br />

han de preferirse al tercero. Cuando los documentos hayan de clasificarse por materia, lo<br />

que no deben es ser forzados dentro de un esquema construido sobre principios "a priori",<br />

como puede ser el caso de la clasificación decimal, sino que deben agruparse en clases<br />

establecidas pragmáticamente sobre una base "a posteriori". Estas clases o grupos se<br />

desarrollarán gradualmente según la experiencia pruebe su necesidad.<br />

113


5.4 Principios de clasificación<br />

Siguiendo al norteamericano Schellenberg, tenemos:<br />

1. ia clasificación es anterior a la ordenación.<br />

II. Una clasificación debe ser consistente: es muy importante que los niveles<br />

sucesivos sean consistentes, es decir que un mismo nivel ha de incluir s610<br />

funciones o actividades o materias.<br />

Así si en un nivel se recogen tipologías documentales, no se pueden mezclar con<br />

materias:<br />

cartas<br />

reales cédulas<br />

consultas<br />

encomiendas (no)<br />

DI, En un cuadro de clasificación debe huirse de encabezados como: miscelánea,<br />

varios.<br />

iV. Los cuadros que reflejen una organización no deben ser excesivamente desa-<br />

rrollados con inne<strong>cesar</strong>ias subdivisiones.<br />

V. Los documentos se deben clasificar por funciones:<br />

a)<br />

En los archivos administrativos tal clasificación será establecida a poste-<br />

riori y no a priori, es decir la función determinará la clase y no a la inversa.<br />

Las clases se crearán según la experiencia pruebe su necesidad, o sea, a<br />

medida que se produzcan los documentos en el desarrollo de las funciones.<br />

A medida que la función se despliegue en actividades, la clasificación se<br />

dividirá en igual número de subclases.<br />

b) En los archivos históricos la clasificación suele venirnos dada, pero puede<br />

reorganizarse, si existen defectos, después de un estudio concienzudo de<br />

las funcionesde la entidad. Pero la reclasificación se adoptará en un cuadro<br />

aparte, sin alterar la organización y numeración que de antiguo tengan.<br />

VI. Los documentos también pueden clasificarse con relación a la organización de<br />

una entidad.<br />

114


W. Los dccumentos deben clasificarse s610 en casos excepcionales con relación a<br />

materias o asuntos.<br />

6. Ordenacidn de docuitlentos<br />

Vimos queordenar es unir un conjuntode elementos relacionándolos unos con otros<br />

de acuerdo con una unidadaden establecida de antemano.<br />

Los diversos tipos de ordenación reciben su nombre de la unidad elegida para<br />

establecer dicho orden, así según optemos por la fecha o data, tendremos el cronológico;<br />

si las letras <strong>del</strong> abecedario, el alfabético; si la situación o el lugar, el topográfico; si el<br />

tamaño, por tamaños. No olvidando que puede establecerse una ordenación mixta en la<br />

que se utilicen a la vez un orden alfabético y un orden cronológico (correspondencia de<br />

un señor con varias personas, en el que el orden principal responda a los nombres de los<br />

destinatarios y dentro de ellos se agrupen por fechas).<br />

6.1 Ordenacibn cronoldgica<br />

Se parte en este método de una premisa: "que no hay elemento más estable que la<br />

data de un documento cuando está expresada". De las diferentes clases de fechas<br />

(cronológica, tópica, histórica) la primera sitúa a los documentos en el tiempo y con<br />

relación a ella son colocados uno detrás de otro.<br />

La referencia se hace a partir de los tres elementos de la data cronológica (afio, mes<br />

y día) y en este orden, que suele ser el inverso al que figura en el documento.<br />

No siempre la fecha ha venido expresada de la misma forma (estilos romano, de la<br />

encarnación, era hispánica, hégira, etc.) pero para ordenar es preciso reducir siempre al<br />

estilo moderno, actual. La reducción es bastante frecuente y ne<strong>cesar</strong>ia en la documenta-<br />

ción medieval, a partir de los Reyes Católicos es normal el uso <strong>del</strong> sistema de datación<br />

cristiana, a excepción de la documentación francesa colonial de la época napoleónica que<br />

se guía por la reforma de la terminología cromlógica impuesta en aquella época.<br />

En cuanto a las reducciones, un caso hay que tener presente y es la incidencia que<br />

tuvo, a la hora de la datación de los documentos con vistas a su ordenación, la reforma<br />

<strong>del</strong> calendario Gregoriano para la documentación alejada de la metrópoli como eran l a<br />

reinos indianos.<br />

115


De todas formas hay que suprimir de la expresión de la data un conjunto de<br />

términos, que acompañan a los elementos esenciales, durante los siglos XV, XVi y XVII:<br />

trece días <strong>del</strong> mes de setiembre <strong>del</strong> año <strong>del</strong> nascirniento de nuestro Salvador Jesucristo<br />

de mil y quinientoscuarenta y cuatroaiíos. Hay que quedarse sólo con las cifras <strong>del</strong> ordinal<br />

<strong>del</strong> día, <strong>del</strong> nombre <strong>del</strong> mes y <strong>del</strong> numeral <strong>del</strong> año,expresadas la la y la 3a en cifras arábigas<br />

y la 2a en letras. Las cifras romanas, de frecuente uso para la expresión <strong>del</strong> año en el siglo<br />

XVi, han de ser sustituidas por cifras arábigas. Asimismo habrán de sustituirse una serie<br />

de símbolos numéricos para la indicación de algunos meses <strong>del</strong> año (7e para setiembre,<br />

ge para noviembre y Xe para diciembre), de uso frecuente en la documentación indiana,<br />

por sus nombres completos correspondientes, en letras.<br />

También habrán de sustituirse por sus cifras correspondientes la indicación <strong>del</strong> día<br />

en expresiones como "postrero <strong>del</strong> mes", "día primero <strong>del</strong> mes".<br />

Siendo como es la ordenación una operación más mecánica, sin embargo a la hora<br />

de llevarla a cabo si ofrece gran cantidad de dificultades si se trata de documentación<br />

histórica hasta el siglo XVIII.<br />

Es frecuente, por costumbre, para determinados tipos documentales como son las<br />

peticiones, por olvido, en otros casos, la ausencia de fecha. Ha de recurrirse entonces a<br />

10 que nosotros denominamos data archivística que es la que puede localizarse como más<br />

cercana al documento por datos indirectos de firmas, de situaciones o de fechas de etapas<br />

de gestión administrativa anteriores o posteriores al documento. Para las peticiones, a las<br />

que nos hemos referido, la data archivística sería la fecha que suele figurar al dorso de<br />

dichas solicitudes que indica el momento de presentación al destinatario.<br />

Para la plasmación escrita de esta fecha en una ficha no debemos olvidar que ha de<br />

indicarse entre corchetes. El documento con esta data archivística ocupará el lugar que<br />

le corresponde por ésta.<br />

Este tipo de datación hay que hacerlo en cualquier clase de documentos no<br />

fechados, aunque sólo pueda indicarse el año. En estos casos las piezas documentales se<br />

colocarán al principio de la misma anualidad de todos los documentos con fecha completa.<br />

Es bastante habitual, al ordenar la documentación, la existencia de lagunas crono-<br />

lógicas considerables que hay que hacer constar. Ordenado el contenido de la unidad de<br />

instalación (paquete, carpeta, legajo) al principio de cada una de ellas se harán constar<br />

estas lagunas, indicando con fechas límites los grupos de documentación continúa. Así,<br />

116


1586, julio-1588, diciembre;<br />

1592, enero-1594, diciembre.<br />

En determinados documentos existen varias fechas que responden a distintos<br />

momentos de la elaboración de ese documento. Pongo por ejemplo las consultas elevadas<br />

en tiempo de 10s Austrias por los diferentes Consejos al rey. De todas ellas ha de elegirse<br />

ia de su puesta por escrito.<br />

Hasta ahora nos estamos refiriendo a la ordenación de piezas documentales sueltas<br />

formando series completas de tipologia semejante (cartas, reales cédulas, reales provisio-<br />

nes, peticiones, consultas). Pero la ordenación se complica cuando se trata de 10 que<br />

nosotros llamamos unidades archivísticas (expedientes, testimonios de autos, documentos<br />

principales con anejos).<br />

En el caso de expedientes o de testimonios de autos, cuya referencia cronológica<br />

ha de hacerse a las fechas límites: data de iniciación y data final o de resolución, han de<br />

ordenar considerando en primer lugar el año inicial y en segundo la fecha Última.<br />

1762- 1784<br />

1762-1786<br />

1762-1788<br />

1763- 1790<br />

1763-1791<br />

Si se trata de documentos principales con anejos (carta y documentos unidos a ella)<br />

la ordenación ha de hacerse teniendo en cuenta los documentos principales y después,<br />

junto a cada principal, ordenados también cronológicamente los denominados documen-<br />

tos que acompañan al principal y unidos a éste por el autor como justificantes, y en<br />

segundo lugar los que le corren unidos y que se incorporaron por el destinatario para<br />

aclaraciones posteriores, para tener en cuenta a la hora de resolver.<br />

6.2 Ordenacidn aIfabética<br />

Es aquélla por la cual se ordenan los documentos siguiendo el abecedario de las<br />

iniciales de las voces escogidas. Estas nombres pueden ser de la materia objeto <strong>del</strong><br />

contenido documental, o de la persona a la que éste se refiera, o bien de la que proviene<br />

o a la que va dirigido o de los lugares. Tendríamos respectivamente, por ejemplo, los<br />

asuntos tratados en una serie de cartas, los nombres de los autores de una correspondencia<br />

117


o los nombres de los destinatarias de la misma. Según pues se refieran a temas, a personas<br />

o a lugares, tendremos una ordenación alfabética de materias, onomástica o geográfica.<br />

La ordenación onomástica ha de considerar el primer apellido, el segundo y el<br />

nombre en Último lugar. Al nombre de pila Sólo habrá de referirse en caso de esclavos o<br />

de indios en los que normalmente no figura el apellido.<br />

Hay series documentales que exigen tal ordenación como son en la documentación<br />

antigua: las probanzas, las relaciones de méritos y servicios, los expedientes de ingreso<br />

en órdenes militares, etc., y en los fondos modernos,los expedientes personales,las hojas<br />

de servicios, entre otros.<br />

La ordenación alfabética es la preceptiva en los índices realizados sobre la infor-<br />

mación obtenida de los documentos. Sobre las reglas para alfabetizar un índice se puede<br />

tomar como mo<strong>del</strong>o las dictadas para bibliotecas. Pero conviene insistir como reglas<br />

generales y frecuentes la preferencia de la ortografía moderna sobre la antigua, haciendo<br />

referencias continuas a esta ortografía antigua.<br />

Las fichas de referencia deben ser tantas cuantas sean precisas, aunque numerosas,<br />

para no perder la información.<br />

No necesita mayor explicación la ordenación geográfica.<br />

Cuestión diferente es la ordenación alfabética. por materias, ya que exige una<br />

relación cuidadosa de los vocablos que recojan más exactamente la información de los<br />

asuntos tratados y está condicionada al criterio subjetivo y personal <strong>del</strong> que la realiza.<br />

6.3 Ordenacibn numérica para unidades de instalación<br />

Hasta ahora nos hemos referido a la ordenación de documentos dentro de las series.<br />

Pero la ordenación numérica atañe a las unidades de instalación. En el caso de un<br />

archivo administrativo donde los paquetes llegan de los distintos negociados en momen-<br />

tos diferentes, a cada paquete sea cual fuere su procedencia habrá de dársele un número<br />

en el fichero-registro de fondos con numeración Única y ése será su número dentro de las<br />

estanterías en el Archivo Central.<br />

118


Lo que sí puede es existir una doble numeración que corresponda a una doble<br />

instalación, para libras y para legajos. No quedarán, pues, agrupados materialmente los<br />

legajos o los libros pertenecientes a una misma dependencia. Junto a un legajo <strong>del</strong><br />

negociado de Personal, el siguiente puede ser <strong>del</strong> de Arquitectura.<br />

Ha de huirse totalmente de dar numeraciones distintas para los fondos de cada<br />

negociado por la complicación que la multiplicidad de cifras puede ocasionar y por la<br />

gran cantidad de espacio que requeriría su instalación.<br />

La agrupación de unidades de instalación por negociados la tendremos en el<br />

fichero-inventario que nos refleje la organización dada a la totalidad <strong>del</strong> fondo.<br />

Refiriéndonos también a los archivos administrativos y con relación a los problemas<br />

de ordenación, hemos de considerar los expurgos. Sin entrar en el hecho concreto, que<br />

será tema de otra lección de este cursillo, realizado el expurgo, las unidades de instalación<br />

afectadas han de dejar su número de orden vacante. Debe llevarse un control de unidades<br />

expurgadas y de sus números de orden para que sean esos números y sus huecos los que<br />

en primer lugar se den a los legajos o libros de nuevo ingreso y cubran dichos vacíos.<br />

Como regla práctica, aparte de esa relación de legajos expurgados, personalmente<br />

suelo dejar de pie en el fichero- registro los números de unidades expurgadas.<br />

Fue costumbre habitual a principios de siglo y para muchos archivos la triplicidad<br />

de cifras para expresar el número de orden y de ubicación de las unidades de instalación<br />

(2-1-3; correspondiendoesas cifras al estante, cajón, legajo) que complicó en gran manera<br />

la identificación de dichas unidades. Actualmente en la mayoría de los centros estas<br />

numeraciones antiguas han sido sustituidas por numeraciones de cifras Únicas.<br />

Para los archivos históricos deben existir tantas numeraciones como Secciones. Así<br />

en el Archivo Histórico de la Diputación Provincial de Sevilla a los fondos de cada uno<br />

de los hospitales sevillanos se le ha dado hoy una numeración independiente.<br />

6.4 Eleccibn <strong>del</strong> tipo de ordenaciún<br />

Hay un axioma que nos dice que elegido un tipo de ordenación para una serie, éste<br />

no puede alterarse o modificarse.<br />

119


Ahora bien no a todas las series documentales les conviene el mismo tipo. La<br />

elección debe hacerse teniendo en cuenta la mejor y más rápida localización de los<br />

documentos para una información más inmediata. La ordenación cronológica suele ser<br />

la de uso más frecuente, pero hay determinadas series que imponen otros tipos de<br />

ordenación. Es obvio la elección <strong>del</strong> sistema alfabético onornástico para las "Relaciones<br />

de méritos y 'servicios", para los expedientes personales; 'o la elección <strong>del</strong> sistema<br />

alfabético- geográfico si se trata de expedientes de un negociado de Forestal; o la elección<br />

<strong>del</strong> sistema alfabético de materias para expedientes de una Asesoría Jurídica.<br />

6.5. Operaciones relacionadas con la ordenacibn<br />

Existen UM serie de operaciones de tipo mecánico en íntima relación con la<br />

actividad de ordenar, precisas, pero que pueden ser realizadas muchas de ellas no desde<br />

luego por un técnico de archivos.<br />

6.5.1. Desdoble o despliegue<br />

Nos referimos en primer lugar al desdoble o despüegue de documentos que se hace<br />

ne<strong>cesar</strong>io en documentación histórica, fundamentalmente <strong>del</strong> XWI y XIX, en que fue<br />

práctica frecuente que los documentos de tamaño folio para su archivación se doblaran<br />

en tamaño cuarto. No hay duda que para una mejor conservación y sobre todo para una<br />

más fácil ordenación hay que extenderlosa su tamaño natural. No es frecuente el problema<br />

para documentación más antigua ni para los fondos actuales. Pero sí es preciso insistir en<br />

llevar a cabo esta operación en series como pueden ser las de mapas y planos, cuyo<br />

plegado puede perjudicar seriamente los dibujos.<br />

6.5.2. Signaturación y sellado<br />

Hay que huir de plasmar en los documentos cualquier anotación, pero por otra parte<br />

la conservación <strong>del</strong> documento requiere el control y existen una serie de operaciones<br />

120


como son la signaturación y el sellado que hay que realizar.<br />

Cada documento, en el ángulo inferior izquierdo debe llevar un sello, de impronta<br />

pequeña, <strong>del</strong> centro o depósito a que pertenezca junto a la signatura <strong>del</strong> legajo o paquete<br />

donde se ubique. Ha de utilizarse lápiz para signaturar y por supuesto evitar que sello y<br />

signatura caigan sobre parte escrita.<br />

En las piezas documentales aisladas es s610 precisa una Única signaturación y<br />

sellado en el primer folio; en las piezas cosidas también en el primer folio de dicha pieza;<br />

en los mapas y planos deben indicarse al dorso.<br />

6.5.3. Datacibn<br />

insistimos en que es reprobable la indicación de cualquier escrito sobre el docu-<br />

mento. Pero a veces es conveniente, siempre por el archivero y no por otras personas, la<br />

indicación de la data en la parte superior, desde luego a lápiz, para evitar la desordenación<br />

por un uso frecuente por parte de los investigadores. Es mucho más conveniente la<br />

utilización de carpetillas que guarden y protejan el documento y en las cuales se indiquen<br />

los datos para identificarlo no sólo por su data. En muchos archivos, sin embargo, esto<br />

acarrea una serie de problemas secundarios como son el aumento de volumen de las<br />

unidades de instalación que tropieza con el espacio restringido.<br />

6.5.4. Foliacibn y numeracibn<br />

Para hacer más estable la ordenación, hoy que el masivo manejo de algunos fondos<br />

tiende a desordenarlos, se hacen cada vez más ne<strong>cesar</strong>ias estas dos operaciones aparen-<br />

temente iguales.<br />

La tendencia a microfilmar hoy series completas determinan la conveniencia sobre<br />

todo de la foliación.<br />

La numeración es el número de orden dado por unidades archivísticas, la foliación<br />

es la numeración corrida de todos los folim escritos de una unidad de instalación. El<br />

121


número 2 puede corresponder a un determinado expediente que tenga 30 folios, <strong>del</strong> 22 al<br />

32.<br />

Las cifras correspondientes a una y otra han de expresarse también a lápiz en cada<br />

documento en los ángulos superiores, reservando el izquierdo para el número de orden<br />

de la unidad y el derecho para la indicación <strong>del</strong> folio. No conviene preceder ninguna de<br />

las cifras por ningún término como pueden ser "número" o "folio".<br />

Hay una serie de recomendaciones dictadas por la experiencia que deben tenerse<br />

en consideración en la documentación histórica. No se debe numerar ni foliar una unidad<br />

de instalación aislada, estas operaciones deben iniciarse solamente cuando estén total-<br />

mente ordenadas todas las unidades de instalación que integren una serie documental<br />

completa. La aparición, frecuente, de documentos mal colocados por los primitivos<br />

organismos productores que hacen ne<strong>cesar</strong>ia su adecuada colocación en otras unidades<br />

de instalación haría precisa con excesiva reincidencia la duplicación, no s610 de números<br />

de orden que pueden salvarse con cifras Bis, sino lo que es peor y más molesto la<br />

duplicación de los números de la foliación.<br />

6.5.5 Agregacibn<br />

Acabamos de aludir a un problema frecuente como es la detectación de documentos<br />

mal colocados que hay que incorporar a sus series y a sus legajos adecuados. Las<br />

incorporaciones suelen hacerse dentro de las mismas series, una carta que por su fecha<br />

corresponde al legajo anterior o posterior, sin faltar los casos que la agregación ha de<br />

hacerse de una sección a otra sección. Una carta propiedad de una huerta <strong>del</strong> Hospital <strong>del</strong><br />

Amor de Dios, encontrada entre los fondos <strong>del</strong> Hospital <strong>del</strong> Espíritu Santo, refiriéndome<br />

a las Secciones <strong>del</strong> Archivo Histórico de la Diputación de Sevilla.<br />

La agregación es ne<strong>cesar</strong>ia pero peligrosa. Requiere un conocimiento profundo de<br />

las series y de la d ón. Hay que considerar en primer lugar el proceso administrativo<br />

seguido por la documentación, en segundo lugar la práctica usual de archivación mante-<br />

nida por el organismo productor y en tercer lugar la tipología, antes que tomar como<br />

referencia el asunto o materia.<br />

122


También como recomendación insisto en que las agregaciones no deben llevarse a<br />

cabo hasta estar totalmente terminada la organizaci6n de una sección.<br />

La agregación exige la colocación de “testigos“ en el lugar ocupado por el<br />

documento sacado de una unidad de instalación para agregarlo a la que le corresponda,<br />

’ en el que se haga constar brevemente la descripción de la pieza y la sección y número <strong>del</strong><br />

legajo a donde se incorpora.<br />

123


NECESIDAD Y CONDICIONES DE UN PROGRAMA<br />

DESCRIPTIVO DE ARCHIVOS EN NUESTROS DÍAS1<br />

1. La producción documental, hoy<br />

Vicenta Cortés Alonso<br />

Es un hecho evidente que estamos en un período de magnitudes casi incontrolables,<br />

sea en el crecimiento de la población, en la velocidad de los vuelos espaciales y, corno<br />

no podía menos de suceder, también, en la masa cada día creciente de documentos que<br />

se producen, documentos que, por muchos accidentes que sufran, van a ir llegando en<br />

gran parte a los archivos.<br />

Este hecho fácilmente constatable, aun en un país que no tiene bien contadas sus<br />

magnitudes, como es el nuestro, debe servir a los archiveros y a los productores y usuarios<br />

de la documentación como toque de alerta sobre lo que esto significa para el buen servicio<br />

de los archivos en un punto tan sustancial como es el de la descripción documental. No<br />

vamos a tratar ahora, aunque la descripción dependa directamente de ello, <strong>del</strong> contingente<br />

de personal que debe llevar a cabo la tarea de describir los documentos producidos y<br />

archivados en nuestra archivos. Y, dentro de éstos, s610 vamos a referirnos a los que<br />

dependen <strong>del</strong> Estado2.<br />

Como muestra patente de que aquí, como en otros lugares, "cocemos habas", basta<br />

decir que la documentación existente en los mencionados archivos creció, de 1977 a 1978,<br />

1. En Homenaje a Justo García Morales: miscelánea de estudios con motivo de su jubilaciáa. Madrid:<br />

ANABAD, 1987, p. 601422.<br />

2 Nos ocuparnos de este tema en "Funci6n de Ice archivos y recursos humanos", en Archivos de Eqaíray<br />

América, Madrid, 1979,324, y luego en "Archivos estatales españoles. Necesidad mínima de personal<br />

facultativo", Bdetfta &AnW Madrid, XXXI, 4(1981), 549-562, cuyas cifras habría que actualizar.<br />

124


en 13.897,16 m/í, lo que significa, según los baremos internacionales al uso, una<br />

documentación que deben atender seis archiveros profesionales más3. Esos 13 km. y algo<br />

más, en principio, se han integrado con algún antecedente descriptivo en los otros<br />

centenares de kilómetros de documentación ya existentes en los archivos estatales, que a<br />

su vez, pueden carecer de los instrumentos de información adecuados, 10 que convierte<br />

4a operación de la transferencia en un aumento, progresivo, de los muchos documentos<br />

de los que sabemos poco y que localizamos en sus unidades a muy duras penas. Si<br />

físicamente no se pierden, sí se pierden para el servicio porque en muchas ocasiones no<br />

hay forma de encontrarlos para su comunicación inmediata.<br />

Por otro lado, a consecuencia de un crecimiento de la consulta y la investigación,<br />

las documentos que en su etapa administrativa probablemente no eran requeridos por<br />

nadie, ahora, pasados a su vida histórica, van a ser objeto de la demanda de muchas gentes<br />

que solicitan, cada día, un servicio más completo y diversificado de las fuentes documen-<br />

tales, al haber crecido a un tiempo el número de los peticionarios, por un lado, y la<br />

diversidad de sus intereses, por otro. La historia cuantitativa, la total, la cultural, la<br />

sociología, economía, antropología, etc., están reclamando series y clases documentales<br />

que antes, una vez terminada su vigencia administrativa, dormían un plácido limbo en los<br />

anaquelesde los archivos. Hoy, el panorama ha cambiado y, por tanto, el servicio reclama<br />

nuevas estrategias y la información exige nuevas técnicas descriptivas más rápidas y<br />

rentables que las artesanales4.<br />

Esto significa, indefectiblemente, que la tarea de descripción de fondas no es, pese<br />

a su importancia, UM de las primordiales <strong>del</strong> archivero, por pura incapacidad vital de<br />

multiplicarse, teniendo que hacer la recepción, custodia y servicio (como pueda y a casta<br />

de perder su crédito profesional), de manera que la información se hace, aunque parezca<br />

imposible, como se puede y no como se debe.<br />

E3 decir, el archiverose debate entre dos fuerzasincontenibles cuyodominio escapa<br />

a su poder: unos fondos documentales que superan su capacidad personal de atención a<br />

3. En 1977 existían 312.397 m/l. de documentos, Boleifn de Archivos, Madrid, 3(1978), 399, y en 1978<br />

aumentaron a 326.295,W dl., B. Archivos 4-6(1979), 107, según datos recogidos en la Estudsficu<br />

preparada por la Inspeccibn General de Archivos. Son éstos los anos más recientes de los que tenemos<br />

información publicada.<br />

4.<br />

Vale la p e tomar ~ nota de las personas servidas y los servicios prestados en ambos anos, para que se<br />

comprenda lo extremado de la tarea: 123.971 personas y 1.220.249 servicios para el primer año citado y<br />

127.917 personas y 1.316.281 senidos para el segundo. En ambos períodos anuales los archiveros eran<br />

130 y los ayudantes 95, de todo punto insuficientes y que, por añadidura, no son aumentados ni siquiera<br />

atendiendo al crecimiento de los fondos.<br />

125


una clientela abundante y variada que cada día pregunta nuevas cosas y reclama más<br />

documentos5.<br />

¿Tiene este dilema alguna solución? ¿Independiente <strong>del</strong> aumento de personal? ¿Se<br />

puede paliar de algún modo? ¿Cuántos kilómetm anuales aumenta toda la documenta-<br />

ción cada trescientos sesenta y cinco días?<br />

2. Los archivos y la informacibn<br />

El "universo <strong>del</strong> saber" contenido en los archivos, para que sea dinámico, tiene que<br />

ser comunicado, tiene que presentarse al solicitante físicamente con una información no<br />

dependiente <strong>del</strong> auxilio <strong>del</strong> archivero6. Esta información, producto de una actividad muy<br />

científica <strong>del</strong> archivero, la descripción, debe circular y estar al alcance <strong>del</strong> mayor número<br />

posible de usuarios.<br />

Tal información es diferente según los fines que persigan la tales, pues no es la<br />

misma la que el administrador pide para la gestión de los negocios públicos y la que los<br />

ciudadanos reclaman para evidencia de sus derechos, ambas de carácter utilitario y<br />

testimonial, frente a la que solicita la investigación que tiene fines científicos y de avance<br />

<strong>del</strong> saber, buscando no el testimonio, sino los datos reveladores <strong>del</strong> pasado. Los primeros<br />

necesitan los documentos para producir otros, tomar decisiones y atender el trabajo<br />

cotidiano burocrático, por lo que, en realidad, la instrumentos de trabajo que el archivero<br />

produce no los necesita, ya que busca unidades concretas para asuntos concretos. Este<br />

mismo caso es el de los ciudadana que acuden pidiendo testimonio, en copia o en<br />

certificación. Pero los investigadores, que buscan de una manera diversificada, con<br />

arreglo a una disciplina, un tiempo o una persona sobre la que hacer su pesquisa,<br />

desconociendo de antemano, como es lógico, los datos de localización de las unidades,<br />

tienen que recurrir a la información que les haga conocer, uno, cien o mil documentos<br />

por los que sienten interés.<br />

Esta información, que puede afectar, por tanto, a uno, cien o mil documentos, es<br />

decir, a las varias categorías de unidades <strong>archivistica</strong>s (documento simple, serie y<br />

5.<br />

6<br />

El aumento de las ~ M M S a las que se dio servicio en los Archivos Administrativos fue de 2.304 y en<br />

los Histdricos de 5.950, lo que manifiesta esta situación numéricamente.<br />

Puede verse la reciente publicación <strong>del</strong> Programa General de Información de Un- Los sen9icios &.<br />

archivo y el concepto de usuario: un estdo M P , de HUGH A. TAYLOR, París, 1984.<br />

126


sección), ha sido facilitada desde antiguo por los archiveros en forma de guías, inventa-<br />

nos, índices, catálogos y ediciones de fuentes, de manera que, en cada caso, pudieran ir<br />

rechazando entre los millones de documentos que en un archivo puede contener, aquellos<br />

que, aunque estén junto a los buscados, no deben ser solicitados para su consulta.<br />

+ Para que esta operación se haga con seguridad, sin esfuerzo inútil y en un tiempo<br />

discreto, es imprescindible que el archivero haya redactado el instrumento adecuado con<br />

arreglo a un programa de descripción de fondos y no, como a veces sucede, con arreglo<br />

a preferencias personales, a facilitar de trabajo o a petición de intereses particulares. Esta<br />

premisa significa que, en muchas ocasiones, habrá que hacer una seria evaluación de los<br />

instrumentos de información con que cuentan los archivos para ver qué es lo más<br />

ne<strong>cesar</strong>io y urgente. De tal ojeada a la realidad de los nuestros sacamos la conclusión,<br />

habida cuenta que no se marca un programa general de descripción de fondos, que<br />

tenemos tremendas lagunas, que se siguen haciendo ciertos tipos de instrumentos que<br />

deberían dejarse de lado por el momento y que, por 10 general, todos son proyectos con<br />

arreglo a las viejas técnicas y dan como resultado obras de artesanía costosas, parciales<br />

y de una demanda restringida.<br />

Es sabido que el orden en que se deben producir los instrumentos, según aconsejaba<br />

Schellenberg en sus tratados, tiene una gradación imprescindible de mayor a menor<br />

detalle de información, de información extensiva a intensiva, de manera que comenzando<br />

por la guía y pasando por los inventarios, índices y catálogos, se termine en la publicación<br />

de los documentos mismos, en ediciones impresas o en microformas7. Según sean unos<br />

u otros, los caracteres externos e internos de los documentos merecerán una atención<br />

distinta, ues la utilidad <strong>del</strong> instrumento varía según su destino y la unidad que se<br />

describe 2 . Este momento de la decisión de la descripción, sin duda, debe basarse en los<br />

instrumentos con que cuente el archivo, buenos y malos, fiables o no, para redactar un<br />

programa que llene el ciclo de la información.<br />

’<br />

Desde el punto de que se parte, 10 existente, hay que avanzar hacia el que se siente<br />

como meta, las peticiones de los usuarios que, como bien sabemos, no son siempre las<br />

mismas y que varían, como tantas cosas humanas, en virtud de modas, necesidades y<br />

7. ANTONlA HEREDIA HERRERA se ocupó <strong>del</strong> tema en Munuul de Instrumentos de descripciún<br />

documentul, Sevilla, Excma. Diputaci6n Provincial, 1982, y en “Planificación de los instrumentos de<br />

trabajo de los archivos”, en Bolefín IriterumencunodeArc~~us, C6rdoba (Argentina), VI1 (1980), 87- 91.<br />

Nosotros también lo tratamos en nuestro Muiutuf de ArchivosMwicipdes, Madrid, Anabad (1982)<br />

S Este tema lo hemos estudiadoen “Los documentos y su tratamiento archivístico”, en B. Andad, XXXI,<br />

3 (19781 365-381, <strong>del</strong> que reproducimos los cuadros en que apoyamos nuestra exposici6n.<br />

127


demandas varias. Si un archivo tiene algunos instrumentos de información que describie-<br />

ron en su día los itinerarios reales, la organización de los monasterios, la biografía de los<br />

próceres, es muy posible que se vea acuciado ahora por los consultantes que necesitan<br />

las listas de impuestos de un puerto concreto, la correspondencia de los comandantes de<br />

los puestos fronterizos o los expedientes de roturación de tierras baldías cuyos documen-<br />

'tos, a lo mejor, han ingresado en épocas en que no se les pudo prestar atención, porque<br />

estaba la atención sujeta a otros temas y que, así, no recibieron el tratamiento adecuado<br />

en su momento.<br />

El repaso de las listas de temas que los consultantes buscan, que figuran en sus<br />

expedientes, son una guía imprescindible para poder conocer las nuevas corrientes de<br />

investigación y, con arreglo a ellas, saber qué fondos son aquellos de los que se va a recibir<br />

una mayor demandag.<br />

La información que se solicitaba de los archivos para la investigación, por otra<br />

parte, no es de la misma condición que la reclamada por las ciencias aplicadas, cuya<br />

atención inmediata tiene la urgencia de 10 utilitario. Esta es una información imprescin-<br />

dible, claro, y por eso se pide, pero que no tiene las exigencias de tiempo y espacio de las<br />

otras materias. En primer lugar, seguramente porque no peligra la vida, la ruina o la<br />

felicidad de nadie si no se consigue al instante. Hay que tenerla, pero no es cuestión de<br />

prisa; la información que los archivos dan es de sus propia fondos, por lo que aunque<br />

convenga estar en relación con otros archivos, no dependerá la consulta de la información<br />

producida en todo el mundo, sino la allí facilitada. En tercer lugar, siendo así que la<br />

documentación, por su origen, es seriada, cada documento forma parte de un conjunto<br />

que hay que conocer, a veces, al mismo tiempo que las unidades separadas, por lo que la<br />

información debe ser más extensiva que intensiva. No sucede así con los administrativos,<br />

en que la información es ne<strong>cesar</strong>ia en el tiempo oportuno.<br />

Si hay que dar datos de unidades seriadas, si las series son diversas y cada una puede<br />

tener miles de unidades, el primer planteamiento que hay que poner sobre la mesa es cuál<br />

de los dos elementos, la serie o la unidad, va a tener preferencia y, en el segundo caso,<br />

con qué intensidad se van a describir los datos. La cantidad, en todos sus aspectos, va a<br />

ser decisiva en la formulación de un programa.<br />

9. Pusimos de manifiesto este hecho en "Los archivos espafioles y la investipci6n", E. Anubub, XXVIII,<br />

3(1!378), 3-31 (incluido luego en Archivos de Espmiuy América, 265-296) y de nuevo en "Los archivos<br />

y la investigación en nuestros días", aparecido en el Anuurw Inferumericuno de Archivos, Córdoba<br />

(Arg.), IX-X (15182- 83), 7-17.<br />

128


Camo la cantidad de documentos y la intensidad de descripción tiene un valor, tan<br />

esencial, y ambos repercuten en el costo y el tiempo de la descripción, la información que<br />

produzcan los archivos tendrá que adecuarse a estos tres puntos elementales en el<br />

momento de determinar el método y el medio que hay que seguir. Porque, aunque no<br />

queramos, tenemos que disponer de unos recursos de coste (personal, medios materiales)<br />

y 'de tiempo (horarios) que no son ampliables a voluntad, ni siquiera por exigencias de<br />

los propios fondos documentales. Es decir, la ecuación que se forma con los fondos<br />

documentales a tratar ingresados en el archivo, en sus secciones y series, el tipo de<br />

descripción que a ellos se aplique (guía, inventario, índice, catálogo, edición) y el campo<br />

de usarios a los que llegue la información tendrá el equilibrio de los vasos comunicantes,<br />

siendo constantes el coste y el tiempo. La intensidad de la descripción será la que haga<br />

posible una mayor cuantía de unidades descritas y, por consiguiente, un mayor número<br />

de personas a las que pueda interesar la informaci6n".<br />

Aparte <strong>del</strong> programa en sí, <strong>del</strong> que vamos a ocuparnos luego, también hay que tener<br />

en cuenta los métodos descriptivos y las técnicas empleadas en la elaboración de los<br />

instrumentos de información porque, al tratarse las más de las veces de miles de unidades,<br />

tenemos un auxiliar muy eficaz en nuestro trabajo con los medios mecanizadas de<br />

tratamiento de datos, que son capaces de hacer bien y pronto lo que por los procedimientos<br />

tradicionales significa un coste y un tiempo enorme, como sabemos por la experiencia<br />

anterior l1.<br />

La adopción de estos procedimientos requiere, previamente, estudios técnicos y<br />

preparación de la documentación de la que hablaremos más a<strong>del</strong>ante.<br />

3. Un programa descriptivo<br />

El programa descriptivo de los archivos tiene que ser considerado en su totalidad.<br />

Tiene que abarcar, por tanto, todos los archivos en sus tres edades. Afectará, si así lo<br />

10.<br />

11.<br />

Puede verse el esquema <strong>del</strong> "Servicio de informaci6n <strong>del</strong> archivo", que presentamos, en que de manera<br />

gráfica significamos este problema.<br />

Aunque casi todos los archivos cuentan con gran cantidad de catálogosen fichas (ficheros), hechos durante<br />

mucho tiempo por muchos archiveros, su puesta a punto para convertirlos en UM informaci6n circulante,<br />

por medio de su publicación, es muy pequeña en proporción (dejando a un lado los créditos para<br />

publicaciones, que mencionaremos más a<strong>del</strong>ante). Parte de la causa originaria de esta situación es la falta<br />

de un programa y la adecuación de las descripcionesa los fondos, los costos y la demanda que de ellos se<br />

hace. En 1977 se publicaron tres guías, un inventario, un índice y cuatro catálogos; en 1978 tenemos dos<br />

guías y dos catálogos, según se lee en la EstadiSra citada en la nota 2<br />

129


consideramos, a todas las actividades que el quehacer archivístico conlleva, a saber, la<br />

recogida, organización y servicio de los fondos en cada una de sus etapas.<br />

No por capricho, sino porque en todas ellas el archivero tiene que facilitar infor-<br />

mación sobre los fondos. Lo que variará serán los datos que en cada una de las operaciones<br />

haya que constatar para su manejo, pero lo que hay que tratar es que estos datos no sean<br />

redundantes ni que falten los esenciales y, también muy importante, que se vayan<br />

siguiendo en las distintas operaciones para no tener que partir, cada vez, de la nada<br />

informativa. Esto se desprende de la unidad que forman los documentos por su propia<br />

naturaleza y por su génesis, que los hace estar relacionados dependientes y no ser unidades<br />

aisladas en sí mismas, como los libros.<br />

Los datos que se tienen en cuenta para su descripción, los caracteres externos e<br />

internos, no tienen todos el mismo valor en cada operación ni deben ser consignados<br />

siempre, por 10 que una de las tareas más ne<strong>cesar</strong>ia para la completa normalización de<br />

nuestra profesión es el consenso en cuanto a las operaciones, la terminología y la<br />

aplicación de las instrucciones admitidas. Esta no es tarea fácil y, también hay que decirlo,<br />

en general las diferencias no son grandes de unos archivos a otros, pero se ganaría mucho<br />

en la descripción si nos decidiéramos a ir adoptando esquemas, términos y operaciones<br />

iguales o, al menos, semejantes, porque, aunque los documentos sean de distinto tipo y<br />

los produzcan y recojan distintas instituciones, las principios y las técnicas archivíslicas<br />

son las mismas y, así, los resultados en la descripción deben ser paralelo^'^.<br />

Nos ocupamos de esto en nuestro ManualdeArchivosMuniipales de manera breve<br />

e indicativa. Vamos ahora a poner algunos ejemplos que pueden ilustrar lo que decimos,<br />

es decir, que la base de nuestro trabajo debe ser la admisión de unos datos relativos a unos<br />

caracteres propias de las documentos, que pueden coincidir o no con los de otras unidades<br />

de información, y que por ser intrínsecas a ellas, deben ser tenidas en cuenta sistemáti-<br />

~arnente'~.<br />

Comenzando por el principio, por la recogida de documentación (transferencia<br />

normalmente), los datos que nos importa conocer son: la procedencia (2.1. <strong>del</strong> esquema<br />

de los caracteres externos e internos que adjuntamos), la clase y tipo (l.l.), el formato<br />

12 En esta línea están los estudios <strong>del</strong> Programa de Gestión de Documentas y Archivos RAMP, de Une-,<br />

que se vienen editando desde hace seis años sobre implantación de Sistemas Naaonales de Archivos,<br />

Reprografía, Transferenaas, Normas diversas, Medios audiovisuales, Información, Muestreo, Guías,<br />

Accesibilidad, etc, en númen, de 33.<br />

13. En el Manualde Archivos Municipales, Madrid, Anabad, 1982, págs. 46 - 51.<br />

130


(1.2.), la cantidad (1.3.), la forma (1.4.) y la data (2.3.), sean puestos en este orden o en<br />

otro parecido. Estos son, por 10 general, los datos que se consignan en una hoju de remisión<br />

&fondos, sin la que no se acepta el ingreso de documentos en el archivo organizado. A<br />

simple vista se comprueba la mayor cantidad de datos de carácter externo, que sirven para<br />

loca)izar y no tanto para saber cuál es el contenido específico.<br />

’<br />

Una vez ingresados los documentos, al integrarlos en una organización ya existente<br />

de la que suelen formar parte, hay dos principios que, mandan lo que hay que hacer: el<br />

respeto al origen y a la ordenación original; los caracteres que la reflejan son pues: la<br />

procedencia (2.1.), el origen funcional (2.2.), la data (2.3.) y el orden de creación que, en<br />

las oficinas de origen, se suele adoptar atendiendo a tiempo (cronológico), lugar (topográfico),<br />

personas (onomástico), cosas y acontecimientos (materias), que dependen<br />

perfectamente <strong>del</strong> contenido (2.4.). Vemos, pues, que a diferencia de lo que sucedía en<br />

las transferencias, ahora son más apreciados los caracteres internos que los externos,<br />

menos relacionados con su organicidad éstos.<br />

Cuando de la custodia pasamos al servicio de los documentos, mediante la hfor-<br />

mucidn y comunicación, los mismos datos serán ne<strong>cesar</strong>ios en distinta medida, según se<br />

trate de servir a la Administración, a los ciudadanos o a los investigadores, aunque las<br />

operaciones fundamentales sean las mismas, consistentes en la localización de una unidad<br />

entre miles semejantes para su presentación física a quien la solicita. La diferencia, como<br />

ya dijimos al principio, radica en que, en cada uno de estos tres casos, los fines perseguidos<br />

son distintos y, en atención a ellos, la comunicación también lo es, unas veces como<br />

testimonio <strong>del</strong> que hay que dar el original para su uso en la oficina y devolución al archivo,<br />

dar copia para su utilización fuera <strong>del</strong> archivo por el ciudadano y dar originales para usar<br />

solamente en el archivo y copias para ser estudiadas fuera de él por el investigador.<br />

Para servir los documentos a los administradores que los producen, como base para<br />

la propia gestión, los datos que sirven para la localización y que también inciden en su<br />

uso son: la procedencia administrativa (2.1.), el origen funcional (2.2.) y el contenido<br />

(2.4.), todos conocidos por el que lo solicita al archivo, puesto que cuando los remitió los<br />

debió incluir en la hoja de remisión de fondos. Lo mismo podemos decir de los que<br />

reclaman los ciudadanos, que suelen conocer la clase y el tipo (1.1.) y el contenido con<br />

los datos relativos a personas, lugares, cosas y acontecimientos (2.4.). -<br />

Cuando se trata de los consultantes cuyos fines no son prácticos, sino que van<br />

encaminados a trabajar en el “universo <strong>del</strong> saber” para darlo a conocer a los demás,<br />

mediante la investigación, la cosa se complica, porque ellos pueden estar interesados en<br />

procesos, acontecimientos, biografías, fenómenos de todo tipo, personas, lugares y otros<br />

131


asuntos cuyos datos están contenidos en los documentos de un archivo de los que, tal vez,<br />

no tiene ni UM pista de cuál puede ser la sección y serie en que se encuentren. Esto no es<br />

tachar al investigador de ignorante, sino de desconocedor <strong>del</strong> proceso de producción de<br />

documentos de propia génesis documental, que enlaza al productor de la documentación,<br />

por el origen, con el archivo en el que se depitaron los fondos ya inne<strong>cesar</strong>ios para la<br />

burocracia, pasando por las muchas vicisitudes que los documentos sufren. Saber archi-<br />

vístico que, lo más común, es resultado de muchas horas de tratar la documentación. Estos<br />

conocimientos que hacen insustituible al archivero deben ser dados a conocer pública-<br />

mente con la redacción de instrumentos de información extensivos e intensivos.<br />

hsguías, sean generales, por se'cciones o temáticas, son las que tienen que facilitar<br />

esta clase de información, tratando de la procedencia (2.1.) y el origen funcional (2.2.)<br />

de las diferentes secciones y subsecciones, con enumeración de las series (1.1.) y sus datas<br />

(2.3.), así como el formato (1.2.), el volumen (1.3.) y la forma (1.4.) de una manera sucinta<br />

y dando una idea general <strong>del</strong> contenido de las series pormenorizada (2.4.). Aunque para<br />

hacer una buena guía se necesita un conocimiento de todos los fondos, su redacción no<br />

requiere los detalles que hacen costosa su composición, que es orientadora <strong>del</strong> conjunto<br />

y que, por lo mismo, sirve a todos los consultantes como primera entrada al archi~o'~.<br />

Por desgracia, nos faltan guías de muchos de nuestros archivos y en el caso de que existan<br />

son tan antiguas que ya no reflejan bien el contenido de los fondos y el servicio ue de<br />

ellos se hace y se ha hecho, en el lapso de tiempo transcurrido desde su redacción". Este<br />

es un trabajo, como vemos, que tiene que ser tomado muy en cuenta en todos los archivos,<br />

tanto los que ya la hicieron como los que nunca pasaron, en el mejor de los casos, de<br />

redactar un tríptico informativo16.<br />

14. Puede veme el cuadro <strong>del</strong> "Servicio de Información <strong>del</strong> archivo" en el primer punto y en el de "Caractaes<br />

internos y externos de los documentos" en la columna dedicada a Culo en el apartado de descripción.<br />

15. Algunas de las guías existentes de los grandes archivos estatales datan de 1958, como puMicaciones de la<br />

conmemoración <strong>del</strong> Centenario de la creación <strong>del</strong> CuerpoFacultativo dehchiveros y Bibliotecarios. S610<br />

dos de los Hist6rincos Generales las han puesto al día, el Archivo de la Corona de Aragón y el Archivo<br />

General de Simancas. De los Regionales la tienen los de Galicia y Mallorca; de las Chancillerías, la de<br />

Granada; de los Históricos Provinciales los de Orense, Pontevedra y Santander como publicaciones<br />

unitarias y han aparecido en el Boletín de Archivos las de Burgos, Jaén, Málaga, Oviedo y Santa CNZ de<br />

Tenerife (B. A., 8(1980), 133-191), y las de Gerona, Guadalajara, Murcia, Santander y Tarragona (B. A.<br />

9(1980), 243-301). Recientemente apareció la <strong>del</strong> Archivo <strong>del</strong> Patrimonio Nacional y de los Ministerios<br />

de Asuntos Exteriores, de Educación y Ciencia, <strong>del</strong> Interior y de Obras Públicas y Urbanismo.<br />

16. Con los trípticos sucede los mismo. Se publicaron en 1958 los de los grandes archivos y en los años 7040<br />

de los siguientes centros: de los Históricos Provinciales de Alicante, Badajoz, Burgos, Caceres, Málaga,<br />

Mallorca, Orense, Oviedo, Pontevedra, Salamanca, Santa Cruz de Tenerife, Santander, Segovia, Soria,<br />

132


De este primer contacto informativo, muy general, pero comprensivo de todm los<br />

fondos, su historia, el servicio y la bibliografía, se pasa a la descripción de las series, cuyo<br />

instrumento es el inventario. Para redactarlo, es ne<strong>cesar</strong>io que la documentación esté<br />

convenientemente organizada y ordenada, pues además de la procedencia (2.1) y el origen<br />

funcional (2.2.) son de gran importancia las clases y tipas (1.1.) que denotan la actividad<br />

que ha producido la serie, aparte de incluir la data (2.3.), el formato (1.2.), el volumen<br />

(1.3.) y la forma (1.4.) sin que se descienda al contenido (2.4.), puesto que ese campo<br />

queda indicado en la introducción y en el tipo. Contamos con bastantes inventaria de<br />

nuestrosarchivos, pero dada la diversidad de opiniones en cuantoa los datas y la extensión<br />

en que deben figurar en los inventarios, algunos de los publicados participan de los<br />

carateres de los índices y de los catálogos17.<br />

El otro instrumento que proporciona información de carácter extensivo y que tiene<br />

UM simple función de localización de los datos es la de los índices, que podrán ser<br />

geográficos cuando citen la data tópica (2.3.) y los lugares que aparecen en el Contenido<br />

(2.4.), onomásticos, si se toman los nombres de la procedencia (2.1.) y <strong>del</strong> contenido<br />

(2.4.), cronológicos cuando se fijen en la fecha de la data (2.3.) o en las fechas que figuren<br />

en el contenido (2.4.) y, por fin, temático por las referencias a las cosas y acontecimientos<br />

que existan en el contenido (2.4.). Los índices figuran casi siempre en todos 10s archivos<br />

para su trabajo, aunque ya no es tan frecuente que se publiquen. Pero hay series para las<br />

que es el instrumento ideal de información, como es el caso de protocolos, una serie<br />

documental de una riqueza y de una consulta muy frecuente18.<br />

El instrumento que fija su atención en el contenido <strong>del</strong> documento, llegando en<br />

ocasiones a ser casi un trasunto de las unidades descritas, es el catálogo, por lo que es el<br />

preferido por los consultantes y el más atractivo para el archivero que puede trabajar en<br />

un tema que le guste o interese con minuciosidad y sin afanes. Tiene, además, la ventaja<br />

de que la selección permite no tener que enfrentarse a la organización total, como en el<br />

inventario, y al estudio de procedencia y al origen funcional, pues puede tratarse de<br />

documentos de variadas series, incluso de diferentes archivos. Son muy abundantes los<br />

17.<br />

18.<br />

Tarragona, Teruel, Valladolid y Zamora. Acaba de aparecer el <strong>del</strong> Ministerio de Hacienda y el <strong>del</strong><br />

cincuentenario <strong>del</strong> Hist6rico Provincial de Pontevedra, en pollptico desplegable.<br />

Este hecholohacenotar A. HEREDIAensuManual,antescitado,y lo hemosseñaladonasotrasenalgunas<br />

recensimes bibliografícas.<br />

Muchos archivos tienen en forma catalográfica los Indices de aotarios, de lugares y de años de las notarías,<br />

pero sólo algunas publicaron las listas, como Toledo, Segovia, Salamanca y otros, entre ellas Cádiz, e.n<br />

forma mecanizada. Lo que sucede con estas índices es que hay que actualizarlos porque sucesivamente<br />

ingresan los protocolos centenarios, con lo que hay que añadir las nuevas unidades.<br />

133


catálogos, mucho más que las guías, inventarios e índices, precisamente porque fueron<br />

producidos pensando en consultantes muy concretos por lo general historiadores y, dentro<br />

de éstos, medievalistas, que tienen unos fondos definidos (pergaminos, sellos, cartas<br />

reales), no tan numerosos como los de las edades moderna y contemporánea y, por tanto,<br />

mucho más fáciles de abarcar en la descripción por este procedimiento intensivo. Los<br />

catálogos tendrán como directriz para la selección de los documentos: la procedencia<br />

(2.1.) por tratarse de personajes de gran relevancia, en los registrosregios, los epistolarios,<br />

los documentos personales; la data cuando se estudie un período en diversidad de fuentes<br />

(2.3.), los lugares que aparecen en el contenido (2.4.) o las personas y los asuntos que<br />

figuren en él. Si la selección se hace de documentos de una sola serie, no será ne<strong>cesar</strong>io<br />

repetir la clase y tipo (1.1.) y el formato (1.2.), aunque sí el volumen (1.3.) y la forma<br />

(1.4.), que puede ser distinta en cada unidad. Habrá que ponerlos si se trata de documentos<br />

tomados de distintas series y archivos. Tenemos muchos más ejemplos de catálogos que<br />

de otros instrumentos de información, y sabemos que se sigue haciendo con un entusiasmo<br />

grande pese a que los archivos en los que tal sucede pueden no tener los antecedentes<br />

previos.<br />

Esta clase de descripción, por ser intensiva, consume un tiempo grande y, además,<br />

es la más afectada por la incidencia de la personalidad <strong>del</strong> archivero, puesto que el arte<br />

de abreviar no s610 está sometido a la habiiidad que posea para ello, sino también, y esto<br />

es más grave, al personalismo que toda descripción lleva consigo. Cada documento tiene<br />

tantas lecturas como lectores, oímas decir, por lo que podemos sospechar que en la<br />

selección de los datos <strong>del</strong> contenido, a veces muy numerosos, el criterio <strong>del</strong> seleccionador<br />

puede no coincidir con las necesidades <strong>del</strong> futuro o futuros consultantes. Si hay que<br />

quintar o diezmar la información, puesto que toda es imposible referirla, siempre quedará<br />

la duda de que se eliminará parte que era valiosa para un sector de los investigadores.<br />

Como ya dijimos en otra ocasión, está la duda de si el archivero al suprimir seleccionará<br />

de "encomendero para arriba o de cacique para aba'o", lo que incluso en este tipo de<br />

descripción extensiva es difícil de saber, y de evitar tb .<br />

La informaci6n más completa, sin duda ninguna, es la que se ofrece con la edición<br />

de los documentos, servicio que las técnicas microrreprográficas permite hacer con mayor<br />

fi<strong>del</strong>idad que la imprenta. Lo que sucede es que, por desgracia, no todas los consultantes<br />

están en condiciones de acceder a una información escrita en letras antiguas, para cuya<br />

interpretacih se necesitan conocimientos paleográficos, labor que ha hecho siempre, a<br />

19. Eoto manifestábamos en "La Antropología de América y los archivos", en Ardaivar de Espuñuy Américo,<br />

323.<br />

134


la perfección, el archivero. En cambio, sí se pueden facilitar todos los documentos que<br />

se requieran o necesiten, sin tener que someter la oferta a las restricciones que la imprenta<br />

impone por el costo. Los programas de ediciones en microfilm, por tanto, constituyen la<br />

forma más completa de comunicación de los documentosm.<br />

El programa de descripción de fondos documentales, si tiene que ser total, debe<br />

pensar en un análisis de la situación de partida, evaluando lo hecho hasta el momento de<br />

comenzarlo, los archiveros con los que se cuenta, la demanda de los investigadores y los<br />

créditos de los que se dispone. Porque, sin saber las lagunasen guías, inventarios e índices,<br />

difícilmente se puede pensar en comenzar a hacer catálogos; si se está microfilmando<br />

series que pueden estropearse con el uso continuo o de difícil comunicación, también<br />

habrá que saber dónde y cómo se encuentran otras tal vez en peor estado, para darles<br />

prioridad frente a aquellas que ya han sido objeto de una atención anterior.<br />

En este apartado <strong>del</strong> trabajo descriptivo no hay que olvidar, por fin, la formulación<br />

de un programa de publicaciones que dé opción a todos los centros a incluir sus trabajos<br />

en una normativa que asegure la aparición y circulación por ue, lo que no es frecuente21,<br />

por cortedad de los créditos que no alcanzan para toda' , porque hay archivos que<br />

siempre encuentran cabida en los programas y otros no23, o porque los que se producen<br />

no son elevados por quien corresponda a las listas de publicablesa, hay en nuestros<br />

archivos muchos inventarios e índices que duermen en sus folios y ficheros, sin alcanzar<br />

20.<br />

21.<br />

22.<br />

23.<br />

24.<br />

En España desde los anos 50 se p'ocede a la microfilmación y desde los 70 a la edición en microfonnas.<br />

Hace bastante tiempo que no se reúne el comité de Publicaciones, que tenía a su cargo el plan de la<br />

Subdirección General de Archivos.<br />

En los últimos años las listas de propuesta de publicaciones no se han visto cumplidas en cada ejercicio,<br />

con lo que los trabajos envejecen y cuando se editan los datos son ya atrasados.<br />

Si leemos la lista de las publicaciones aparecidas en los 61 timos 10 anos, se observa el predominio de los<br />

grandes archivos sobre los pequeños, y algunos de éstos han tenido que recumr a instituciones locales<br />

para poder editar sus guías, inventarios y catálogos.<br />

Nos consta que en un Archivo General se han producido en los cinco años precedentes más de tres<br />

inventarios de secciones de gran importancia (alguna mal descrita anteriormente), que no s610 no se han<br />

enviado para su publicación, sino que alguno no figura en la sala de consulta como instrumento de<br />

información que supla las viejas listas. Pueden verse los trabajos de ANTONiA HEREDIA HERRERA<br />

titulados "Organizaci6n y descripción de los fondos de la Audiencia de Quito" <strong>del</strong> Archivo General de<br />

Indias, en HisioriograpOy BibliograflaAmericanistas, Sevilla, XXI(l977), 139-165, y "La Audienaa de<br />

Filipinas en el AGI", Anuario de Estudos Americanos, Sevilla, XXXVII(1983), 465-511, en que se da<br />

breve notiaa <strong>del</strong> trabajo sobre dichos fondos, que no han sido publicados todavía en su redaai6n de<br />

inventarios.<br />

135<br />

9


la edición, Otros que, por falta <strong>del</strong> último retoque de indización, prólogo o copia a<br />

máquina, no saldrán de su situación de instrumentos de información de "uso interno"".<br />

Este hecho significa que, los que no tienen oportunidad de acceso a los instrumentos de<br />

"uso interno", piensan, con todo derecho, que la permanencia de los archiveros actuales<br />

y sus antecesores no ha significado nada en el quehacer de facilitar información, lo que<br />

no es el caso. Si haciendo un análisis <strong>del</strong> tiempo que han podido y, aún hoy, pueden<br />

dedicar la tarea de describir fondos (puesto que tienen que recibir, organizar y servir casi<br />

en solitario uno o más centros), podemos comprobar que hay mucho hecho. Miles y miles<br />

de fichas.<br />

Lo que sucede es que todas ellas, también, fueron resultados no de un programa<br />

general y una normativa común, sino la iniciativa personal y la realización temporal de<br />

muchas gentes interesadas, en su lugar y tiempo, en dar servicio a los consultantes. Pero,<br />

claro, unos pensaron que lo importante eran los testamentos de los personajes relevantes<br />

y sus familias, lo que no está mal como curiosidad de un programa terminal, no como<br />

tarea Única. Otros se dedicaron a los pergaminos de un monasterio o abadía, dejando de<br />

lado los documentos en papel que eran complemento de los primeros. Otros, para<br />

conmemorar un reinado o un acontecimiento, buscaron con afán los documentos de tal<br />

rey o los de tal hecho memorable. En general, produjeron catálogos importantes y muy<br />

bien hechos, porque, sobre todo en los grandes archivos, se contaba con los inventarios<br />

<strong>del</strong> siglo XVIII y XIX para la localización, mal que bien, de las unidades que los<br />

investigadores solicitaban en sala. Parecía, erróneamente, que mientras se pudiera salir<br />

<strong>del</strong> paso con esos viejos índices e inventarios, se podía uno dedicar a las tareas "más<br />

científicas" de la descripción intensiva, tan gratificantes para el que las hace y, mucho<br />

más, para el que las recibe. Así hemos seguido, hasta hace muy poco, en que han<br />

comenzado a aparecer guías e inventarios hechos de nuevo, con arreglo a las maneras de<br />

trabajar de hoy, utilizando como base los trabajos existentes o, si no servían de mucho,<br />

empezando de nuevo26.<br />

Aun con los inconvenientes que apuntamos, sería muy ne<strong>cesar</strong>ia la evaluación de<br />

tanto y tanto trabajo metido en cajones y ficheros, para ver qué parte hay aprovechable,<br />

25. No podemos dar un paso en cuestiones de archivos sin tenernos que referir a los problemas de personal,<br />

pues estas tareas son las típicas de los ayudantes y auxiliares, los que se carece casi siempre.<br />

26. Un ejemplo típico es el Inventario de los fondos de Comulados {Seccidn NI) <strong>del</strong> Archivo General de<br />

Idas, Madrid, Ministerio de Cultura, 1979, de ANTONIA HEREDIA HERRERA para el último caso y<br />

los 3 volúmenes <strong>del</strong> carálogo ¿e Pasajeros olndm, <strong>del</strong> mismo editor, en 1980, de LUIS E ROMERA<br />

IRUELA y CARMEN GALBIS DÍAZ, como continuación de un mo<strong>del</strong>o anterior iniciado por el Instituto<br />

Hispano Cubano, en los años 30.<br />

136


con pequeños arreglos artesanales o por paso de la información a procesos mecanizados,<br />

de manera que vean la luz y sirvan en cualquier sitio27. Porque, bien mirado, dado la<br />

estructura actual de nuestra sistemas informativos, el meterlo en una red a la que no todos<br />

acceden, resulta, de momento, mucho menos circulante que la impresión de todos los<br />

datos que se posean. Aparte, por cierto, de que en general no son consultas <strong>del</strong> carácter<br />

de las bibliográficas que se resumen a un asiento, sino que por tratarse de documentos<br />

seriados, muchas veces hay que saber la unidad buscada y el conjunto a que petenece,<br />

para sacar buen provecho de la consulta. Y eso, en listado de máquina, resulta bastante<br />

más caro y lento que tener el libro. La urgencia, en nuestro caso, no es agobiante y se<br />

compensa con la posibilidad de tener un dato que no va a cambiar una vez archivado.<br />

La publicación de los instrumentos de información, fin <strong>del</strong> programa descriptivo,<br />

encuentra como dificultad la carencia de créditos regulares y adecuados a la empresa a<br />

que se dedican. Si hay tanto original sin publicar, atrasado, para irlo sacando habría que<br />

contar con cantidades más altas que las que exigiría un programa anual normal. Pero, lo<br />

grave, es que no sólo no es así, sino que la cuantía de lo que se destina a esta clase de<br />

publicaciones de información primaria, ni siquiera alcanza 10 requerido por todos los<br />

centros, que son 146, muchos de los cuales tienen que recurrir a otras fuentes de<br />

financiación. En este caso, como ya hemos tenido oportunidad de manifestar, existe un<br />

"tercer mundo" de los archivos en el que conseguir salir de la indigencia informativa, es<br />

prácticamente impo~ible~. La lectura de las listas de publicaciones de los últimos cinco<br />

años, a las que ya nos hemos referido, demuestra la pobreza en que se vive, pues el propio<br />

hecho de que no se tenga programa y de que la selección sea un tanto circunstancial,<br />

desanima a los que piensan que tienen pocas robabilidades de figurar en las listas de<br />

agraciados con la publicación de sus trabajos 28 .<br />

27. Como ejemplo de UM obra que hubiera convenido plantear con visión actual y no presentarla en su forma<br />

heredada, tenemos que citar el Inventario de la Contaduría Mayor de Cuentas, Tercera época, <strong>del</strong> Archivo<br />

General de Simancas, de ASCENSI6N DE LA PLAZA SANTIAGO, de 1980.<br />

28.<br />

Este fue el tema de nuestra leccióa de clausura <strong>del</strong> 111 Curso sobre Organización y Administración de<br />

Archivos, en 1975, aparecidaen Ardiivos de EspuMy América titulada "El tercer mundo de los archivos",<br />

59-66. De los 146 archivos estatales los históricos son los siguientes: Generales (9, Regionales (4), de<br />

Dstrit0(2), Provinciales (4i), Locales, de protocolos y universitarios(3), que son los que más instrumentos<br />

han publicado, pues los de la Administración Central (19), Administración de Justicia (16) y Delegaciones<br />

de Hacienda (53) no los producen casi; atento a que los fondos están allf de paso.<br />

29. Por lo que se refiere a las publicaaones <strong>del</strong> Ministerio de Cultura, desde los años 8u este crédito estaba<br />

administrado por la Secretaría General Técnica, que preparaba el programa general <strong>del</strong> aúo. Teniendo en<br />

cuenta la posición de 106 Archivos dentro <strong>del</strong> organismo, no sorprenden los resultados. Ahora el crédito<br />

lo administra la Dirección General de Bellas Alta y Archivos, compuesta por seis Subdirecciones<br />

Generales y dos Patronatos de Musexx En 1984 con un presupuesto de 110 millones y tan numerca<br />

familia, se comprende que la parteque llega a los Archivos es, proporcionalmente, pequeña.<br />

137


Si se agilizara esta salida de los instrumentos ya realizados o a punto de finalizar,<br />

se podría comenzar con el empleo de las nuevas técnicas informáticas para un programa<br />

actual y rentable, imprescindible para la correcta información de los miles de consultas<br />

que sobre los millones de documentos recibimos cada día. Si fueran apareciendo tales<br />

ifptrumentos, no tendrían los archiveros que dedicar parte considerable de su tiempo a<br />

informar personalmente sobre datos encerrados en su cabeza o en los ficheros que, por la<br />

nlás elemental prudencia profesional, no pueden ser puestos al servicio <strong>del</strong> público tal<br />

como están. Este círculo vicioso, <strong>del</strong> que es muy difícil salir, s610 podrá irse rompiendo<br />

con un programa modesto, pero constante. Así la información en los archivos españoles<br />

,podrá convertirse en una tarea grata, que ahora no lo es.<br />

4. La mecanizaci6n y los instrumentos de información<br />

Hace ya ocho años que los archiveros españoles tenemos contacto muy directo con<br />

los nuevos sistemas informativos, que tanto ayudan en el trabajo de información docu-<br />

mental. Tuvimos dos cursos especiales de adiestramiento, el año 1976, a fin de compren-<br />

der las ventajas de estudiar la parte pre-informática de nuestro trabajoB. Resultado de<br />

aquella presentación de nuestros problemas al Centro de Proceso de Datos <strong>del</strong> Ministerio<br />

de Educación y Ciencia, fue el estudio de la mecanización de algunas de las actividades<br />

descriptoras referidas a los fondos y a los investigadores, que dieron como resultado la<br />

iniciación de varios proyectos que vale la pena recordar, aunque no todos llegaran a ver<br />

el resultado final en forma impresa.<br />

El primero y más util, desde el punto de vista <strong>del</strong> servicio de los fondos, era el de<br />

la producción de los índices de los protocolos notariales3'. Este proyecto estaba relacio-<br />

nado con el ensayo que una colega nuestra había comenzado en Cádiz, por lo que se hizo<br />

ia consiguiente normalización de los impresos de entrada, luego de haber tenido una<br />

intensa sesión de trabajo en el Archivo Histórico Provincial de Orense, impresos con los<br />

30.<br />

31.<br />

Los Cursos de Informática para Archiveros fueron, uno <strong>del</strong> 3-30 de abril y el otro <strong>del</strong> 3-7 de mayo de<br />

1976, ambos en Madrid, de los que diocuenta el E. Anabod, XXVI, 1-2(1976), 94-% en nota informativa.<br />

De los proyectos, M.'TERESA MOLINAAVILA Y PILAR BLANCO MARCILLApublicaron "Algunas<br />

experiencias de mecanizaci6n en los archivos españoles", E. Archivos, 2(1978), 181-192<br />

Había comenzado M.' AUXILIADORA CARMONA DE LOS SANTOS con "Ensayo de mecanización<br />

de índices de Protocolos notariales en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz", E. Archivos, 4-6(1979),<br />

59-64, que luego en colaboración con M.' ESPERANZA PARERA FERNANDEZ PACHECO apareció<br />

como fdces de los Protmdos notanales dcl Archivo Hktónco Provincial de Caz, editado por el<br />

instituto de EPtudios Gaditanos en 1977.<br />

138


que se comenzó a describir los fondos en algunos archivos=. Fue en Toledo donde se<br />

llevó a cabo de una manera sistemática la descripción mecanizada33.<br />

Otro de los proyectos iniciada, por tratarse de una documentación que se consulta<br />

mucho en todos los centros y por la importancia de la serie, Única por muchos conceptos,<br />

k el de la descripción <strong>del</strong> Catastro <strong>del</strong> Marqués de la Ensenada, encaminado a imponer<br />

UM contribución Única en el siglo XVIII. Tal serie existe en casi todos los archivos <strong>del</strong><br />

reino de Castilla, siendo Galicia la de mayor complicación por sus divisiones administra-<br />

tivas y señoriales. De este proyecto, se hizo también el formulario o impreso de descrip-<br />

ción y con él se obtiene un recuento de todos los libros de cada unidad de población y su<br />

situación administrativa, lo que permite la reconstrucción de la división <strong>del</strong> Antiguo<br />

Régimen y la actual, por comparación. El trabajo completo se ha llevado a cabo s610 en<br />

Orense%.<br />

Estos fueron los trabajos emprendidas para producir instrumentos de información<br />

referentes a los fondos, pero también se pensó en el interQ de dar noticia <strong>del</strong> servicio de<br />

los archiva, para lo que se preparó un programa que permitiera hacer la Gufu de<br />

Investigadores de los Archivos Españoles, en la que se daban las listas de los centros, los<br />

investigadores y los temas, datos de una gran utilidad tanto para los archiveros como para<br />

los investigado re^^^.<br />

Posteriormente se ha emprendido otro programa mecanizado por el Centro de<br />

Información de Archivos, de descripción extensiva: el Censo de los Archivos Españoles.<br />

Para mejorar el que se había publicado hacía algunos años, a cargo de la Inspección<br />

General de Archivos, pues la utilización de las técnicas infomáticas y la disposición de<br />

32.<br />

33.<br />

34.<br />

35.<br />

El documento resultante fue "Descripción de la Mecanización de Protocolos notariales" de M.' TERESA<br />

MOLINA AVILA Y PILAR BLANCO MARCILLA, 1976,22 págs. mecanografiadas.<br />

MARfA RiVAS PALA, "La mecanización de protocolosnotariales en el Archivo HistóricoProvincial de<br />

Toledo", E. Annbab, XXVII, 1(1977), 3-5, dio cuenta de ello, sin que se haya publicado su trabajo sobre<br />

m& de 18.000 unidades, desfortunadamente<br />

PEDRO L6PEZG6MEZ Y OLGA GALLEGO DoMfNGUEZ publicaron "El Catastro <strong>del</strong> Marqués de<br />

la Ensenada en Orense y Pontevedra y su mecanización", E. Anubd XXVI, 3-4(1978), 53-63. El trabajo<br />

de Orense, realizado por Olga Gallego Domíngwz describiendo los fondos <strong>del</strong> Catastro que custodia el<br />

Archivo Histórico Provincial, no se ha publicado t amp.<br />

La Inspección General de Archivos se encargó <strong>del</strong> trabajo, habiéndose publicado los correspondientes a<br />

1974 (1976), 1975(1977), 19iq1977) y 1977(1981), sin continuación hasta el preseníe pese a que los<br />

datos están reunidos en d Centro de Información Documental. Se trató de la guía en "Codificación de las<br />

trabajos de investigación en Humanidades. Guía de Invrstigadores en Archivos Espddes", ADPA, 3,<br />

1(1979), 11-16 por VICENTA CORTÉS ALONSO.<br />

139


créditos para formar grupos de personas que 10 realizaran, podía ofrecer un resultado más<br />

completo y fiable que el precedente, que tenía laguna y se había realizado en forma casi<br />

de colaboración ~oluntaria~.<br />

Todos estos son proyectos que describen fondos y series de archivos, sin descender<br />

a las unidades documentales más sencillas, los documentos. Es decir, se trata de la tarea<br />

propia de los archiveros. Pero también podemos citar la preocupación de los archiveros<br />

por abordar la descripción individualizada por procedimientos inf~rmáticos~~, dado que<br />

algunas series lo merecen en atención al contenido de cada uno de los documentas que<br />

las integran, sean cédulas, consultas o pleitos. En esta línea, se avanzó en el camino<br />

emprendido con los protocolos notariales, llegando a la descripción de los instrumentos<br />

contenidos en cada uno de los protocolos, para poder hacer catas por años y, siendo<br />

imposible hacerlos todos, tener por lo menos muestras de algunos años que permitan<br />

trabajar sincrónicamente la totalidad de los períodos elegidosM. Para comenzar este<br />

trabajo, se hizo el estudio <strong>del</strong> formulario de recogida de datos y las listas auxiliares que<br />

normalizan la descripción, publicada este mismo año en la serie de Estudios de Anabad”.<br />

Vemos, pues, que contamos con antecedentes suficientes como para poner en<br />

marcha un buen programa, pues hay ya ejemplos de índices y de catálogos. Las guías y<br />

los inventarios, por su condición de menor intensidad en la descripción, convendría<br />

mecanizarlos también. Por lo menos;normalizar las distintas partes, como ya se propuso<br />

para los Archivos Históricos Provincialesa.<br />

Para que el comienzo y consecución <strong>del</strong> programa descriptivo mecanizado sea<br />

36. La publicación <strong>del</strong> Censo-Guía de Archivos EspMdes, 2 vols., fue hecha por la Dirección General de<br />

Archivos y Bibliotecas, en 1972. El proyecto lleva realizándose en varias provincias, pero por el momento<br />

no cOnOcemm datos publicados sobre su desarrollo y servicio.<br />

37.<br />

38.<br />

Véase ”Mecanización de series documentales: los cedularios indianos’, B. Archivos, 1(1980), 39-46, de<br />

ANTONIA HEREDIA HERRERA.<br />

Fsto intenta el proyecto de Becas Anabad 1492, comenzado en Albacete, como participación de la ayuda<br />

recibida de la Fundación March, así amo en Madrid con otras becas ofreadas por 1- Ayuntamientos de<br />

Alcobendas y Mbtoles.<br />

39. Se hace en Im Archivos Hist6ricos Provinaales y se sigue lo propuesto en Mecunuución de Profocolos<br />

Notariales Instruccionesparasu descripción, Madrid, Anaóad, 1984, de MI TERESA MOLINA AVILA<br />

y VICENTA CORT~ ALONSO.<br />

40. La base es la Clasificación ¿e fondos de los Archivos Hisfdricos Provinciales de OLGA GALLEO<br />

DOMfNGUEZ y PEDRO L6PEZ G6MW publicado por el Ministerio de Cultura, Madrid, 1980, que<br />

se ha utilizado en la 2‘ edición corregida y aumentada de ia Guía de los Archivos EsrutalesEspuTwles,<br />

Madrid, 1977, Ministerio de Cultura, agotada pronto, que ha aparecidoen 1984.<br />

140


pitivo, además de lo antedicho, hay que propiciar los estudios teóricos previos de cada<br />

caso y, luego, la adopción de las normas, terminologhy método por las que emprendan<br />

la tarea lenta, pero muy ne<strong>cesar</strong>ia, de describir cada vez más y más intensamente.<br />

Todo esto, por 10 que se refiere a la Administración estatal, pues sabemos que<br />

existen ejemplos en las otras administraciones y en los archivos privadas, pero, &mo<br />

dijimos al principio, de momento no eran objeto de nuestra exposición. Lo que hay que<br />

evitar, en todo caso, es que los programas no sean compatibles e intercambiables, pues<br />

la difusión de la información está sujeta, entre otras cosas, a las exigencias de las distintas<br />

máquinas.<br />

"Siendo el docuniento la razbn de ser de los archivos, cualquiera que sea<br />

su ciase y forma, el hombre le da sentido, lo utiliza y valora de acuerdo<br />

con sus necesidades y preferencias."<br />

141<br />

Aurelio Tanodi


'--i<br />

CARACTERES EXTERNOS<br />

t FORMA<br />

FORMATO<br />

CANTIDAD - ORIGINALES<br />

COPIAS<br />

VOLÚMENES<br />

UNIDADES ARCHIVABLES<br />

SISTEMA DE ORDENACI6N<br />

1 I<br />

I<br />

CARACTERES INTERNOS<br />

ENTIDAD<br />

PRODUCTORA<br />

1<br />

FECHA Y<br />

LUGAR DE<br />

PRODUCCI6N<br />

FUNCXONNAL<br />

ORfGENES<br />

FUNCIONES<br />

ACTIVIDADES<br />

CONT. s un~wo<br />

FECHAS<br />

PERSONAS<br />

LUGARES<br />

COSAS<br />

ACONTECIMIENTOS


E<br />

w<br />

1. Curucteres externos (sature)<br />

1.1. Clasey tipo<br />

documental.<br />

1.2. Formato (libro, legajo,<br />

expediente, documento<br />

suelto) .<br />

1.3. Volumen (m/l., m3,<br />

Unidades) .<br />

1.4. Forma (originales, copias)<br />

2. Caracteres internos (subsiance)<br />

21. Procedencia, autor .............<br />

22. Origen funcional (funaón,<br />

actividad, transacción) .......<br />

23. Data tópica .......<br />

Crónica<br />

24. Contenido ....<br />

Tiempo .<br />

Personas ..................<br />

Lugares ...................<br />

cosas .<br />

Acontecimientos.. ..<br />

kgani-<br />

zación<br />

Serie<br />

iección<br />

Ordenacib<br />

Serie<br />

Sección<br />

Geográfica<br />

Cronológica<br />

Crondógica<br />

OnOmaStiCa<br />

Geográfica<br />

Temática<br />

Temática<br />

ANEXO 1<br />

Instalación<br />

2 SigMt.<br />

f Formato<br />

Volumen<br />

Forma<br />

1' signat.<br />

Guía<br />

Serie<br />

Formato<br />

Volumen<br />

Forma<br />

Món, Auta<br />

Origen<br />

funcional<br />

Data tópica<br />

Data crónica:<br />

topes<br />

Contenido<br />

breve<br />

Inventario<br />

Serie<br />

Formato<br />

Volumen<br />

Forma<br />

Sección<br />

Origen<br />

funcional<br />

lata tópica<br />

)ata crónica<br />

Contenido<br />

DESCFUPCIÓN<br />

tidice<br />

Onomást.<br />

Geográfica<br />

Cronológ.<br />

Cronológ.<br />

Onomást.<br />

Geográfico<br />

Temático<br />

Temático<br />

Catálogo<br />

Procedencia<br />

Geográfica<br />

Cronológ.<br />

Contenido<br />

Cronológ.<br />

Onomást.<br />

Geogrirfico<br />

Temático<br />

Temático


SERVICIO DE INFORMACIÓN DEL ARCHIVO<br />

ARCHIVO DESCRIPCI~N USUARIOS<br />

I<br />

I<br />

F]<br />

Extensiva<br />

Extensiva<br />

Intensiva<br />

1 INVENTARIO 1<br />

1 CATÁLOGO]<br />

Selección - 2.000 documentos -<br />

Intensiva<br />

EDICI~N DE<br />

A<br />

Selección - 200 documentos - 3<br />

144


La conservacidn<br />

CONCEPTO DE CONSERVACI~N Y<br />

PRINCIPIOS ÉTICOS'<br />

Vicente Viñas y Ruth Viñas<br />

En términos generales se puede definir la conservación como el conjunto de<br />

operaciones que tiene como objeto prolongar la vida de un ente material, merced a la<br />

previsión <strong>del</strong> daño o a la corrección <strong>del</strong> deterioro.<br />

En el campo de los Bienes Culturales la conservación tiene como finalidad<br />

mantener las propiedades físicas y culturales de aquello que ha alcanzado la categoría de<br />

bien cultural, con el noble propósito de que su valor 110 mengüe y perviva más allá de<br />

nuestro limitado segmento temporal.<br />

Este tipo de conservación se fundamenta en el principio de que todo bien cultural<br />

de carácter mueble -el que interesa a estas páginas- posee una naturaleza corpórea o<br />

física, un soporte, y en el caso <strong>del</strong> documento gráfico, unos elementos sustentados que<br />

albergan el mensaje privativo <strong>del</strong> documento.<br />

Este tipo de bien, por su carácter, exige que la conservación atienda tanto la<br />

integridad física como la integridad funcional. La primera hace referencia al manteni-<br />

miento de cuantos elementos configuran el cuerpo material <strong>del</strong> documento; la segunda a<br />

la capacidad de transmitir la información atesorada. Es decir, si un documento conserva<br />

su aspecto corp6reo pero ha perdido o está amenazada la transmisión <strong>del</strong> contenido<br />

original, nunca podrá considerarse en buen estado de conservación. inversamente, si el<br />

1. En su libro Lar técnicas tradicionales de restauración: WI estudio <strong>del</strong>RAMP. París: Programa General<br />

de Información y UNISISTAJnesco, 1988, cap. 1, p. 2-5.<br />

145


contenido permanece pero su naturaleza física es tan frágil o está tan debilitada que impide<br />

la transmisión de la idea o valor cultural, el documento habrá dejado de cumplir su<br />

función. En consecuencia, la conservación <strong>del</strong> documento gráfico -sea un litro, una hoja<br />

o cualquier escrito o dibujo que genéricamente esté englobado en este concepto- debe<br />

mantener la permanencia y la durabilidadde la pieza en cuestión.<br />

La permanencia hace referencia a la conservación de la naturaleza física; la<br />

durabilidad a la capacidad de transmitir la información. La integridad documental s610<br />

se logrará con la conservación de la materia y su grado óptimo se alcanza con la armonía<br />

de la integridad física y funcional.<br />

Para conservar la materia existen dos vías de actuación:<br />

a) La prevención <strong>del</strong> deterioro (preservación).<br />

b) La reparación <strong>del</strong> daño (restauración).<br />

Una y otra medida se complementan, pero debe recordarse que la restauraci6n es<br />

consecuencia de la ineficacia o ausencia de medios preventivos.<br />

Para la buena aplicación, tanto de la metodología previsora como de la restauradora,<br />

son ne<strong>cesar</strong>ias UMS reglas que unifiquen criterios e impidan que la actuación sobre la<br />

obra como materia implique la merma de sus valores culturales. Estas putas deben evitar<br />

actuaciones como las que con propósitos puramente lucrativos convierten la restauración<br />

en falsificación o camuflaje, o, en el extremo opuesto, el excesivo celo que malentiende<br />

la preservación como total restricción <strong>del</strong> uso y considera que el Único medio de<br />

conservación está en la prevención, rechazando la metodología restauradora.<br />

Con el fin de evitar este tipo de actuaciones y unificar los criterios en el modo de<br />

proceder, los auténticos profesionales rigen su trabajo por una normativa que guía la<br />

correcta aplicación de los métodm preventivos o de restauración. Las pautas marcadas<br />

son flexibles en su acomodación, pero rígidas en la observación, siempre encaminada a<br />

salvaguardar la integridad <strong>del</strong> valor cultural.<br />

Ante la anarquía <strong>del</strong> pasado, expertas en los distintos campos que afectan a los<br />

Bienes Culturales han compartido en reuniones y congresos internacionales su preocu-<br />

pación por unificar las respuestas que deben adoptarse para solucionar problemas comu-<br />

nes de interés general. El patrocinio de la UNESCO marca un hito definitivo en el<br />

establecimiento de una normativa unánime que contempla los testimonios de la cultura<br />

como preciado patrimonio de toda la humanidad.<br />

146


Los actuales criterios de conservación, fruto de estos debates, pueden resumirse en<br />

los siguientes principios, acordes a los objetivos que matizan las diferencias entre<br />

restauración y preservación:<br />

Criterios de preservaciún<br />

La preservación va dirigida a eliminar el daño ocasionable por factores ambientales<br />

o fortuitos,quese ciernen en el medio que rodea el bien a conservar. Por tanto, los métodos<br />

y medios preventivos no suelen ser la aplicación directa, sino que se dirigen al ambiente<br />

para controlar las condiciones microclimáticas, con objeto de erradicar los agentes<br />

nocivos o los elementos que temporal o permanentemente pueden influir en la degrada-<br />

ción.<br />

Se anticipa al daño generado por causas extrínsecas, ajenas a la naturaleza de las<br />

piezas a conservar, pero que en el plazo más o menos largo podrían degradar su valor<br />

cultural.<br />

Teniendo presentes las condiciones de estabilidad y disponibilidad privativas de<br />

estos bienes, los criterios advierten la necesidad de:<br />

1) Crear un medio ambiente acorde a las exigencias de permanencia y durabili-<br />

dad, aplicando cuantos esfuerzos sean ne<strong>cesar</strong>ios para atajar las causas de alteración, sin<br />

ocasionar daño directo o indirecto a la obra u obras que se intenta proteger.<br />

Este principio implica el conocimiento previo de:<br />

a) El comportamiento fisico y químico de la estructura y elementos de los<br />

materiales a conservar.<br />

b) Las causas potenciales de su deterioro.<br />

2) Si el uso indiscriminado entraña peligro para la integridad cultural de la obra,<br />

ésta se protegerá <strong>del</strong> deterioro mediante:<br />

a) Restricción <strong>del</strong> usufructo, reservándolo Únicamente a quienes para bien de la<br />

cultura tienen imperiosa necesidad <strong>del</strong> manejo directo.<br />

b) Obtención de una réplica que, sin desmerecer los valores <strong>del</strong> original y sin caer<br />

en el fraude, satisfaga la curiosidad o la investigación.<br />

147


Criterios de restauración<br />

La restauración tiene como fin recuperar la integridad fisica y funcional de la obra,<br />

gracias a la corrección de las alteraciones que ésta ha sufrido.<br />

En consecuencia, los métodos curativos son de aplicación directa porque tratan de<br />

enmendar cuantos daños ha experimentado a través de su propia historia, siempre que<br />

estos supongan mutilación o merma de sus valores documentales.<br />

Esta aplicación directa implica una gran responsabilidad tanto hacia la obra en sí<br />

como hacia su propia historia, a la que indudablemente pertenece y está integrada.<br />

La restauración exige, ante todo, renuncia y gran respeto. Renuncia a toda partici-<br />

pación creadora, y respeto, un gran respeto, a lo que el autor ejecutó y quiso transmitir.<br />

Por estas razones la restauración actual más que un arte es técnica, gracias al conjunto de<br />

métodos científicos interdisciplinarios que brindan al trabajo la auténtica garantía <strong>del</strong><br />

rigor de las ciencias aplicadas al campo de la conservación.<br />

No puede negarse la similitud de responsabilidad entre la medicina y la conserva-<br />

ción, concretamente, en su mutuo afán de rebasar respectivamente los límites naturales<br />

<strong>del</strong> hombre y de sus obras. De ahí que la restauración tome también como suyas las<br />

consignas de la ciencia y arte médico: ante todo no causar males peores ("primum non<br />

nccere") ni aplicar sin previo análisis cualquier tratamiento ("no hay enfermedades sino<br />

enfermos").<br />

Aestos principios la restauración da cumplida respuesta mediante un planteamiento<br />

analítico encaminado a conocer el valor metafísico y físico. Debido a todo esto es<br />

ne<strong>cesar</strong>io:<br />

1) Reconocimiento y valoración de la integridad total de la obra. Supone:<br />

a) Identificación de sus valores documentales.<br />

b) Identificación de las características y propiedades de los materiales que le dan<br />

forma.<br />

c) Análisis estructural de cuantos elementos constituyen la unidad <strong>del</strong> conjunto.<br />

d) Determinación tempo-espacial <strong>del</strong> momento histórico de su creación y posi-<br />

bles adiciones.<br />

148


2)<br />

3)<br />

e) Razonamiento objetivo de cuantas modificaciones físicas o funcionales ha<br />

experimentado.<br />

Diagnóstico <strong>del</strong> estado de conservación determinando:<br />

a) Causas que motivaron la alteración.<br />

b) Efectos o daños físicos y funcionales.<br />

Determinación <strong>del</strong> tratamiento a seguir de acuerdo con los datos obtenidos de los<br />

anteriores estudios.<br />

A este planteamiento analítico, que con la ayuda y colaboración de las corres-<br />

pondientes ciencias aplicadas precede a toda acción restauradora, sigue la aplicación de<br />

los medios y procedimientos restauradores. Los criterios que deben regir la restauración<br />

propiamente dicha quedan englobados en los siguientes puntos:<br />

1) Renuncia a todo tratamiento cuyas exigencias superen las posibilidades témi-<br />

cas y humanas disponibles.<br />

2) Abstención de cuantas manipulaciones impliquen modificación real o aparente<br />

de los auténticos y privativos valores de la obra.<br />

3) Respeto a cuantas adiciones complementarias sean consustanciales a la propia<br />

historia <strong>del</strong> Bien Cultural.<br />

4) Eliminación de cuantos enmascaramientos, ajenos a la integridad total de la<br />

obra, imposibilitan o desvirtúan su interpretación como documento histórico.<br />

5) Estabilización y consolidación de los elementos degradados, descartando el<br />

t6pico.de canjearlos libremente por otros.<br />

6) Reposición de los elementos que se encuentran físicamente separados de la<br />

obra y es evidente su pertenencia al conjunto.<br />

7) Reconstrucción de los elementos perdidos cuando las lagunas sean identifica-<br />

bles. En este caso serán utilizados materiales de reconocida calidad, que al ser incorpo-<br />

rados a la obra resulta fácil su reconocimiento como no pertenecientes a la integridad<br />

original <strong>del</strong> conjunto.<br />

8) Se optará por la sustitución de los elementos perdidos no identificables cuando<br />

su presencia sea ne<strong>cesar</strong>ia para la comprensión o el mantenimiento físico de la obra,<br />

149


actuando según técnicas, materiales y formas cuyas características neutras armonicen y<br />

difieran a la vez de la estructura original y <strong>del</strong> estilo propio <strong>del</strong> conjunto.<br />

9) Todo tratamiento de restauración debe hacer uso de medios y procedimientos<br />

cuya inocuidad y reversibilidad se supeditará a las características de la obra.<br />

10) Toda acción restauradora debe quedar reflejada y archivada en un exhaustivo<br />

expediente.<br />

Esbozadas a grandes rasgos estas generalidades, insistimos que el concepto de<br />

conservación engloba tanto la restauración -la vía curativa aplicada a daños ya manifies-<br />

tos- como la preservación -la forma 6ptima de conservar- que actúa previsoramente<br />

atajando o evitando las causas que desembocan en las alteraciones. Si la preservación es<br />

eficaz no será ne<strong>cesar</strong>io restaurar, acción que afecta directamente a la naturaleza de 10<br />

poco o mucho que reste <strong>del</strong> bien genuino.<br />

Finalmente y antes de entrar de lleno en la temática <strong>del</strong> libro, queremos advertir<br />

que nadie puede aprender a restaurar basándose Únicamente en la aplicación de cuanto<br />

se dice en éstas u otras páginas, o en el empirismo sin contrastada solvencia. La<br />

restauración exige una formación sólida, un aprendizaje continuo, el apoyo científico,<br />

técnico y consultivo de un equipo complejo. Requiere buena dosis de conocimiento sobre<br />

h naturaleza y comportamiento de los materiales a tratar y utilizar, amén de UM enorme<br />

autorresponsabiiidad y hemos de estar abiertos a las críticas que redunden en el "buen<br />

hacer", conscientes de que los valores encerrados en todo testimonio cultural son<br />

insustituibles y cualquier restauración conlleva siempre un riesgo potencial.<br />

150


INSTALAC16N LOCAL, EQUIPO Y MATERIAL'<br />

Vicenta Cortés Alonso<br />

42. En la definición de archivo se establece que la conservación de la documenta-<br />

ción de todo tiempo tiene como fin un servicio. Tanto la conservaci6n como el servicio<br />

requieren, como bien se entiende, unos locales que tienen que reunir las condiciones que<br />

permitan desempeñar estas dos funciones cabalmente.<br />

43. Por un lado, un depósito en el que los documentos -Sean de la clase que sean-<br />

no sufran menoscabo ni desaparición. Por otro, que el servicio de los mismos se haga sin<br />

que afecte a su conservación y resulte beneficioso para la Corporación y los administra-<br />

dos2.<br />

44. La buena custodia, pues, exige independencia, amplitud, seguridad, funciona-<br />

iidad y dignidad en el emplazamiento. Todos conocernos y hemos padecido algún s6tan0,<br />

desván o garaje "habilitado" para archivo.<br />

45. Existen muchos trabajos publicados que se ocupan de especificar las condiciones<br />

mínimas de UR archivo, por lo que no vamos ahora a po~enor~arl~. Lo mismo en<br />

lo que se refiere al equipo y al material. Pero sí queremos aclarar brevemente las razones<br />

que apoyan nuestras condiciones.<br />

46. fndependenciq porque la custodia necesita la seguridad de que una sola llave,<br />

la <strong>del</strong> archivero, es responsable de los testimonios que se han puesto bajo su guarda. No<br />

1.<br />

2<br />

Ensu iiiuoMmual& arc&wsmukapafes. Madrid A N W , 1989, cap. 1, p. 46-51. Segundaediuón.<br />

Antonia Womar AlbaJar en Archivfrtica an~buye con un buen trabajo tirutado 'Instalaaones de<br />

Archivos", pp. 97-143. Pueden verse los manuales de Unesa citados en la bibliografía.<br />

151


se pueden compartir los depósitos ni las salas de trabajo, porque lo que en el archivo se<br />

hace no está abierto a la libre consulta, manipulación o uso. Todo tiene que ser controlado<br />

cuidadasamente, utilizado por las personas autorizadas y con las garantías establecidas.<br />

47. AmpZifud, porque el archivo como ser vivo -según el símil empleado por<br />

Jenkinson, ya citado3- crece constantemente y, en el momento en que no haya espacio,<br />

los documentos dejarán de irse integrando en sus secciones y series y formarán informes<br />

montones inutilizables. Hay que tener en cuenta, por otro lado, que la instalación de los<br />

fondos documentales de manera intensa, por el sistema de compactus, es una solución de<br />

emergencia cuando no se tiene un dep6sito extenso suficiente, siempre mejor que las<br />

soluciones extremas. Hay que planificar, pues, depósitos capaces de recibir durante unos<br />

20-25 años, cuando se trata de tener un buen archivo.<br />

48. Seguridad porque su conservación es esencial. Nada de lugares de paso,<br />

proximidad a calderas de calefacción, tuberías de servicio, etc. Todo 10 que pueda afectar<br />

a los documentos debe ser evitado, para que se transmitan íntegros a las generaciones<br />

venideras4.<br />

La instalación de un archivo requiere independencia, amplitud, seguridad,<br />

funcionalidad y dignidad<br />

49. Funcionalidad que permita aprovechar mejor lo6 espacios al archivo atribui-<br />

dos, sin desperdiciar en altura, pequeñas camarillas, largos pasillos sin empleo posible,<br />

etc. Los manuales técnicos publicados para la instalación de los archivos actuales, pueden<br />

ofrecer muchas soluciones a las autoridades y los arquitectos que deban cuidar <strong>del</strong> archivo<br />

municipal.<br />

50. La dgnidad por fin, <strong>del</strong> emplazamiento <strong>del</strong> archivo en cuanto recinto <strong>del</strong> que<br />

deben servirse todos los funcionarios y los ciudadanos, en su demanda de testimonios e<br />

3.<br />

4.<br />

Hilary Jenkinson, Selected Wririnp, h don, 1980, p. 197.<br />

Punto especial de Im manuales es el de las instalaciones de seguridad contra cualquier agente: robo,<br />

incendio, humedad, contaminación, roedores, microorpnismos, etc.<br />

152


información. Los primeros en el desempeño de su trabajo cotidiano, los segundos por sus<br />

intereses particulares. Tanto los documentos como sus servidores y consultantes merecen<br />

el respeto de las autoridades en el emplazamiento y atención al archivo.<br />

1.5.2. Equipo<br />

51. Por lo que respecta al equipo, como las actividades que el archivo lleva a cabo<br />

de conservación y servicio de los fondos documentales tienen ya en el mercado UMS<br />

máquinas, estanterías, carretillas, acondicionadores, enlegajadoras, etc., que se han hecho<br />

para su uso, conviene ir desterrando de los archivos municipales las mesas rechazadas<br />

por otras dependencias, las estanterías carcomidas por la polilla o las estufas que estropean<br />

el papel, entre otros residuos con los que en muchos casos se equipa un archivo, mientns<br />

otras dependencias menos caracterizadas están provistas de accesorios incluso inútiles.<br />

1.5.3. Material<br />

52. El material que en el archivo se emplee, papel, copias, cajas, cuerda, debe ser<br />

elegido de manera que no produzca deterioro en los documentos y ofrezca las mayores<br />

garantías de durabilidad, tratando de seguir las recomendaciones marcadas por los<br />

servicios de conservación y restauración <strong>del</strong> Estado, que ofrecen sus pautas en cuanto a<br />

acidez <strong>del</strong> papel, sistemas de aireación, calidad de tintas y gomas, etc..’.<br />

5. El Centro Nacional de Conservaci6n y Microfilmación Documental y Bibliografica es el responsable de<br />

la tarea de protección <strong>del</strong> patrimonio documental español, en el que es& integrados los archivos<br />

municipales, según la ley de 1972, y puede asesorar sobre la selección de equipo y material.<br />

153


CAUSAS DE DESTRUCCI~N DE LOS MATERIALES DE ARCIIIVO<br />

Y BIBLIOTECA<br />

CAUSAS I<br />

Manufacturas defectuosa<br />

uas no depuradar<br />

t% te& ácidas<br />

impurezas metálicas<br />

. . . . . . . . .<br />

Papeiea reutiiizados<br />

Pasta de madera<br />

Componentes de las<br />

Apresta<br />

Aditivos<br />

... . . . . . .<br />

Chrtientes<br />

DespwaIltea<br />

I<br />

btemas FísbQuímkar<br />

Incendios<br />

inundaciones<br />

... . . Cuma y nicmüme:<br />

Polución atmosférica<br />

2medad.<br />

Temperatu ra .<br />

. .. . . 1 1<br />

Estanterías de madera<br />

EdiBdo<br />

itatasyratones<br />

y microorganismo8 Insectos bibliófaps<br />

1 I 1<br />

~oedo~t~,in~~tos<br />

Hongos y bactenas<br />

Guerras<br />

USO<br />

Negligencia<br />

... ... ...<br />

Restauración inadecuada<br />

INSTITUTO DE CoNSERVACIbN Y RESTAURACI6N DE BIENES CULTURALES<br />

Departamento de Bienes Muebles, Servicio de Libros y Doaunentos<br />

Madrid - España.<br />

154<br />

I<br />

1


NORMAS PARA LA CONSERVACI~N DE DOCUMENTOS<br />

Z. Objetivos<br />

EN LOS ARCHIVOS ADMINISTRATIVOS DEL<br />

SECTOR PÚBLICO NACIONAL<br />

Directiva NP 007/86-AGN-DGAI<br />

Orientar las acciones archivísticas para la conservación de documentos en los<br />

archivas administrativos <strong>del</strong> sector público nacional.<br />

II. Finalidad<br />

1. Establecer las medidas preventivas para la conservación <strong>del</strong> patrimonio docu-<br />

mental de la Nación.<br />

2. Asegurar la integridad física de los documentas administrativos en los archivos<br />

<strong>del</strong> sector público nacional.<br />

III. Base legal<br />

- Decreto Ley NQ 19414, Art. 14, Ley de defensa, conservación e incremento <strong>del</strong><br />

patrimonio documental de la Nación (16 de mayo de 1972).<br />

- Decreto Supremo N* 022-75-ED, Art. 23, Reglamento <strong>del</strong> Decreto Ley 19414<br />

('29 de octubre de 1975).<br />

- Decreto Legislativo NQ 120, Art. 1,9 y 10, Ley Orgánica <strong>del</strong> Archivo General<br />

de la Nación (16 de julio de 1981).<br />

- Decreto Supremo NQ 007-82-JüS, Regiamento de Organización y Funciones <strong>del</strong><br />

Archivo General de la Nación (24 de enero de 1982).<br />

155


- Ley NP 24047, Ley General de Amparo al Patrimonio Cultural de la Nación (3<br />

de enero de 1985).<br />

- Constitución Política <strong>del</strong> Perú 1979, Art. 36.<br />

- Decreto Legislativo 276, Ley de Bases de la Carrera Administrativa Art. 28<br />

inciso i) (6 de marzo de 1986).<br />

N. Alcance<br />

La presente directiva es de obligatorio cumplimiento en todos los organismos<br />

públicos (Ministerios, Instituciones públicas descentralizadas, instituciones autónomas,<br />

Empresas de derecho público, Empresas estatales de derecho privado, Empresas de<br />

economía mixta con participación accionaria mayoritaria <strong>del</strong> Estado), las Municipalida-<br />

des y demás dependencias administrativas de los organismos de los Poderes <strong>del</strong> Estado.<br />

V. Dkposicwnes generales<br />

1. Local de archivos<br />

1.1. El local estará ubicado distante de los lugares que puedan ocasionar un<br />

siniestro, y de lugares excesivamente húmedos.<br />

1.2. Preferir el uso de locales construidos con material noble, evitándose el reves-<br />

timiento de muros y paredes con materiales inflamables (tapizones, alfombras,<br />

etc.)<br />

1.3. El local de archivo debe tener básicamente dos ambientes: 1) depósitos y 2)<br />

área de trabajo técnico y administrativo.<br />

1.4. Las instalaciones eléctricas y las sanitarias deberán conservarse en perfecto<br />

estado.<br />

1.5. El mobiliario archivístico (estantes, archivadores verticales, mapotecas, etc.)<br />

deben ser preferentemente de metal.<br />

156


2. El control de los factores externos<br />

2.1. Limpiar diariamente el local, el mobiliario y la documentación.<br />

2.2. Fumigar el local por lo menos 2 veces al año.<br />

2.3. Ventilar o airear por medios naturales o mecánicos sobre la base de la<br />

utilización racional de puertas y ventanas o con el empleo de máquinas<br />

(ventiladores, aire acondicionado, extractores de aire, etc.).<br />

2.4. Evitar la incidencia directa o perpendicular de la luz natural o artificial sobre<br />

los documentos.<br />

2.5. Prevenir la acción de la contaminación ambiental.<br />

2.6. Evitar la oscuridad completa en los depósitos.<br />

3. El manejo de los documentos<br />

3.1. No usar cintas adhesivas.<br />

3.2. Servir mediante copia los documentos originales más consultados.<br />

3.3. Proteger los documentos con cajas de cartón desacidificado, foldersocualquier<br />

otro elemento similar.<br />

3.4. Evitar cualquier tipo de restauración empírica.<br />

.a<br />

3.5. No usar producto químico alguno (insecticida, bactericida, fungicida, etc.)<br />

directamente sobre los documentos.<br />

3.6. Restringir el servicio de los documentos en proceso de deterioro.<br />

3.7. Los documentos deteriorados por agentes biológicos (insectos, hongos, bacte-<br />

rias, etc.) deberán separarse de la documentación en buen estado.<br />

4. Medidas de seguridad<br />

4.1. Prohibir el ingreso de personas extrañas en los depósitos.<br />

157


4.2. No fumar, comer o beber en los depósitos, áreas de trabajo o en cualquier otro<br />

lugar donde existan documentos.<br />

4.3. Desconectar los servicios elktricos y sanitarios al término de la jornada laboral<br />

y revisarlos periódicamente.<br />

4.4. Disponer de extintares de polvo químico seco, con carga vigente y cuyo manejo<br />

debe ser conocido suficientemente por el personal de archivo.<br />

4.5. No mantener en el archivo materiales inflamables (gasolina, petróleo, cera,<br />

etc.).<br />

4.6. Adoptar las medidas convenientes a fin de evitar la sustracción indebida de los<br />

documentos.<br />

158<br />

Lima, 6 de noviembre de 1986.


LOS ARCHIVOS EN PAÍSES DESARROLLADOS:<br />

UNA CONTRIBUCIÓN AL DESARROLLO NACIONAL'<br />

Wilfred 1. Smith<br />

Es razonable suponer que los países de Norte América y Europa han superado la<br />

etapa donde es ne<strong>cesar</strong>io justificar la existencia de los repositorios de archivos. Es cierto<br />

que los archivistas se quejan que el público y sus superiores quienes controlan su<br />

presupuesto, no creen conveniente asignar una mayor prioridad a los objetivos y progra-<br />

mas de los archivos. Sin embargo, hay aún una aceptación general, al menos en principio,<br />

de los puntos de vista que fueron expresados claramente durante la Revolución Francesa,<br />

que además de sus usos prácticos, los archivos son un recurso cultural, un espejo <strong>del</strong><br />

pasado, un recuerdo colectivo nacional; y que una obligación fundamental de una<br />

comunidad o sociedad es la de preservar los documentos de su pasado y de hacerlos<br />

disponibles al público como una herencia cultural.<br />

El concepto de gestión de archivos es mucho más reciente. Principalmente un<br />

producto de la experiencia americana durante y después de la Segunda Guerra Mundial,<br />

su contribución a la eficiencia corporativa y gubernamental y a la economía, se dan por<br />

sentados en Norteamérica y se están reconociendo poco a poco en Europa. Sin embargo,<br />

hay una gran área de la población mundial, conocida como los "países en desarrollo"<br />

donde tanto la gestión de archivos y de documentos no existe o está en una etapa muy<br />

primitiva de desarrollo. Además, en estos países, existen muchas dificultades para<br />

establecer y mantener un programa de archivos, y para obtener los recursos ne<strong>cesar</strong>ios y<br />

el apoyo popular, porque no hay normas.<br />

Hay muchas razones prácticas Wra asignar una baja prioridad a las instituciones de<br />

archivo en los países en desarrollo. La lista siguiente es indicativa pero no exhaustiva:<br />

1. En La administrrrcidn moderna & archiws y la gestión & documentos: el prontuario M P . París:<br />

Programa General de Informaci6n y UNISIT/UnePco, 1985, p. 5560.<br />

159


1. La necesidad urgente de desarrollo económico tiene una clara prioridad sobre<br />

los intereses culturales en la asignación de recursos disponibles.<br />

2. La necesidad de mejorar las normas y las condiciones de vida da prioridad no<br />

solamente al desarrollo económico y a las oportunidades de empleo, sino también a<br />

hpitales, vivienda, transporte y bienestar.<br />

3. Se requiere un énfasis en la educación y entrenamiento, no s610 para propor-<br />

cionar el liderazgo y la experiencia profesional y técnica requeridos, sino también para<br />

liberar las capacidades latentes de toda la población, donde el analfabetismo es alto.<br />

4. El deseo de transformar las sociedades emergentes de colonias materialmente<br />

primitivas y dependientes en países prósperas, bien informados, y confiados en sí mismos<br />

ocupa un lugar de alto valor sobre la información. Pero la urgencia de los problemas <strong>del</strong><br />

presente y las planes para el futuro reducen el interés en el pasado y el incentivo para<br />

estudiarlo. Sin duda, la experiencia colonial puede considerarse en algunos lugares "un<br />

documento de desgracia"<br />

5. Unificar los diversos elementos raciales, religiosos y sociales es esencial para<br />

lograr coherencia e identidad comhn y unidad de propósitos. Para alcanzar este objetivo<br />

la palabra impresa y los medios de comunicación de masas parecen ser más efectivos que<br />

los documentos no impresos. Sin duda, para este proeito, la propaganda parece ser más<br />

efectiva que la evidencia auténtica <strong>del</strong> pasado.<br />

6. Los efectos <strong>del</strong> clima típico tropical en los países en desarrollo hacen que la<br />

tarea de preservar los documentos originales sea dificil, costosa y aparentemente despro-<br />

porcionada al valor investigativo de los documentos.<br />

7. Falta apoyo voluntario no gubernamental de personas y grupos tales como las<br />

sociedades históricas locales.<br />

8. El apoyo de los historiadores, quienes en Norteamérica han sido los más<br />

efectivos defensores <strong>del</strong> establecimiento de los repositorios de archivo, es incierto y está<br />

dividido. En el caso de los países en desarrollo, los historiadores parecen estar más<br />

interesados en obtener copias microfilmadas de los documentos de los antiguos poderes<br />

coloniales que en promover el establecimiento .de repositorios para los documentos<br />

originadas localmente.<br />

9. La falta de personal entrenado en la gestión de archivos y documentos priva a<br />

los países en desarrollo de un liderazgo local, y se suma a la dificultad de entregar los<br />

escasos fondos a un área de baja prioridad.<br />

160


10. Donde no existe gestión ni sistema de archivos no se siente su necesidad ni se<br />

entiende su valor, y es difícil explicarlos en forma convicente si no se pueden demastrar<br />

sus beneficios.<br />

Estas y otras razones explican la baja prioridad que se le ha dado a los archivos y<br />

sb administración en los países en desarrollo. Si los países interesados los van a ayudar,<br />

deben demostrar que tienen valor cultural y práctico y que hay una relación integral entre<br />

ellos y la eficiencia <strong>del</strong> gobierno, el desarrollo económico y la unidad nacional. De vanas<br />

maneras se puede demostrar que la gestión de archivos hace contribuciones importantes<br />

al desarrollo nacional.<br />

Primero, la gestión de archivos puede aumentar la eficacia de los departamentos y<br />

agencias <strong>del</strong> Gobierno en general, y particularmente de aquellos que tienen la responsa-<br />

bilidad <strong>del</strong> desarrollo económico. El manual de las Naciones Unidas de 1961 concluye<br />

que “el progreso administrativo es el sine qua non en la implantación de programas de<br />

desarrollo nacional”. Pero la clave para el progreso administrativo es el buen manejo de<br />

los archivos, que es el manejo efectivo de la información. Es innegable el efecto de los<br />

sistemas de clasificación mejorados con la rápida recuperación resultante (y otros<br />

aspectos de la práctica de la buena gestión de archivos) sobre las decisiones y la eficiencia<br />

administrativa.<br />

Por ejemplo, la introducción de un nuevo sistema de clasificación en un caso redujo<br />

el tiempo promedio de producción de información de 2 horas a 20 minutos. Por otro lado,<br />

hay muchos ejemplos de días y aún de semanas utilizadas buscando en archivos desor-<br />

ganizados o duplicando informes y estudios cuando no se disponía de los originales.<br />

Es difícil medir cuantitativa o cualitativamente el impacto total de la gestión de<br />

archivos sobre la eficiencia gubernamental, pero en algunos aspectos sí se pueden medir<br />

en forma precisa los ahorros financieros. Las economías son reales cuando se introducen<br />

horanos que permiten el retiro regular de documentos y el uso de centros de archivo para<br />

archivos inactivos. Los costos de espacio, personal y equipo para el almacenamiento en<br />

las oficinas comparados con aquellos en un centro, muestran fácilmente el ahorro<br />

financiero alcanzado por la transferencia de cada pie cúbico de documentos inactivos. A<br />

esto se puede agregar el ahorro total comprometido en la destrucción planeada de<br />

documentos que ya no se usan. Un Último beneficio de la gestión de archivos es la<br />

identificación de documentos que tienen un valor constante para el desarrollo y otros<br />

objetivos, documentos cuya preservación puede asegurarse por medio de su transferencia<br />

a un archivo, Se ha demostrado que, lejos de ser un gasto superfluo, un sistema de gestión<br />

de archivos, es un instrumento esencial para el manejo eficaz de la información. Este<br />

161


programa promueve la eficiencia y la economía y puede tener tanto efectos directos como<br />

indirectos en el desarrollo nacional. Es una inversión completa que produce buenos<br />

dividendos.<br />

Segundo, la información archivística puede ser de uso práctico en el desarrollo<br />

dcional. Es obvio que la aplicación de una experiencia relevante, como alternativa para<br />

iniciar una nueva, ahorra tiempo y dinero, evita la duplicación de esfuerzos, y puede<br />

prevenir fallas. Los últimos informes de varios años de experiencia archivística en<br />

Malasia y Madagascar contienen muchos ejemplos de la utilidad de la información de las<br />

fuentes de archivo para una gran gama de proyectos actuales de desarrollo especialmente<br />

en la planeación y la investigación operacional2. En el campo de la agricultura, los<br />

resultados de los primeros estudios y experimentos han sido de gran valor. Los informes<br />

y apuntes no publicados sobre el cultivo de arroz y la vida de los gusanos de seda, por<br />

ejemplo, beneficiaron considerablemente el desarrollo agrícola en Madagascar; mientras<br />

que la pérdida de informes relacionados con el cultivo de cocoa produjeron experimentos<br />

prolongados y pérdidas costosas. Los antiguos estudios e informes geológicos, mapas y<br />

cartas y los documentos de las compañías mineras son extremadamente Útiles en el<br />

desarrollode la minería. Ellos han mostrado, por ejemplo, que existen cantidadesde minas<br />

pero que no se han trabajado porque no huboelementos tales como transporte o mercados<br />

adecuados. Cuando sí existen estos elementos, no se presentan fallas. Los registros <strong>del</strong><br />

tiempo que indican la lluvia y la incidencia de huracanes e inundaciones, tienen un valor<br />

obvio en la planeación <strong>del</strong> desarrollo económico, tal como los informes médicos de los<br />

misioneros en el control de las epidemias.<br />

*<br />

La industrialización requiere el estudio de muchos factores diferentes, cuya com-<br />

binación debe ser favorable para hacer que una inversión sea práctica. Los archivos<br />

pueden ser muy Útiles para indicar tendencias a lo largo de un período de tiempo. Por<br />

ejemplo, los viejos informes policíacos se han usado para señalar las relaciones entre los<br />

grupos étnicos en una región, factor importante con respecto a los estudios <strong>del</strong> potencial<br />

humano para proyectos industriales particulares: la infraestructura -caminos, carrileras,<br />

puertos y otras facilidades básicas como base de la economía- es esencial para el<br />

desarrollo nacional. La referencia a viejos mapas, planos e investigaciones ha permitido<br />

la relocalización, separación y construcción rápida de un dique en Madagascar; fue<br />

posible porque los antiguos documentos departamentales se guardaron y fueron recupe-<br />

2 Ver R.RJ Venhoeven, “The Role of Archives in the Public Administration and the Nationai Planning<br />

Policy of Developing Nations” y Jan Valette, “Le r6ie des archives dans I’administration et dans la<br />

politique de planification dans les payas en voie de developpment”. Ambos son estudios no publicados<br />

que fueron preparados para la Unesa por el Consejo Internacional de Archivos.<br />

162


ados por el personal de archivos de una gran miscelánea de documentos. Por otro lado,<br />

la pérdida de documentos relacionados con una carretera en Chana costó cerca de medio<br />

millón de dólares porque se tuvo que repetir el trabajo que ya se había hecho. El material<br />

de archivo es de valor particular en la planeación a largo plazo que requiere el uso de<br />

datos de recursos actuales a un perfecto potencial futuro. Tales proyecciones tienen mayor<br />

validez cuando son reforzados por datos archivísticos relevantes durante largos períodos<br />

en los cuales se indicaban tendencias distintas. Aún si no hay documentos <strong>del</strong> pasado,<br />

debe ser una responsabilidad obvia de los Gobiernos, conservar cierto tipo de documentos<br />

actuales para el uso futuro. Entonces puede justificarse un archivo sólo por su uso futuro.<br />

Se puede asegurar que la preservación y dis~ibilidad de las fuentes archivísticas pueden<br />

facilitar la planeación <strong>del</strong> desarrollo, evitar la duplicación inne<strong>cesar</strong>ia de esfuerzo y de<br />

errores anteriores, promover la continuidad y proporcionar 10s beneficios brindidos por<br />

la experiencia anterior.<br />

Tercero, los archivos pueden contribuir al crecimiento de la unidad nacional.<br />

Muchas estados nuevos son creaciones artificiales porque los límites étniccts y geográfi-<br />

cos fueron ignorados al establecer las colonias que alcanzaron su independencia recien-<br />

temente. El gran vacío que dejó el retiro de los Gobiernos coloniales llev6 a profundas<br />

rivalidades políticas y personales; hizo que se revivieran los antiguos conflictos de las<br />

tribus; y estimuló otras fuerzas negativas que amenazaron seriamente la supervivencia de<br />

muchas naciones nuevas. Por lo tanto, hay una necesidad imperante de forzar los<br />

elementos a una unidad, de construir un sentido de identidad nacional. En mucha parte,<br />

esta identidad depende <strong>del</strong> reconocimiento de una historia nacional común, cuya escritura<br />

se basa ne<strong>cesar</strong>iamente en la investigación de fuentes archivísticas que se hallan dispo-<br />

nibles. Es interesante el hecho que la experiencia de los Estados Unidos para lograr y<br />

consolidar su independencia haya sido citada como un ejemplo <strong>del</strong> buen uso <strong>del</strong> material<br />

de archivo para promover la conciencia nacional. La investigación histórica tn los<br />

archivos sobre las batallas para la independencia dirige la atención hacia una experiencia<br />

común vitalmente importante y explica las razones para construir una nación en lugar de<br />

13 colonias dispersas y especialmente los principios fundamentales y las metas que<br />

surgieron primero y que han servido de guia para la evolución política de la Nación a lo<br />

largo de das siglos,<br />

Finalmente, el material de archivas es valioso para el desarrollo nacional en el<br />

proceso educativo. A medida que las nuevas naciones intenten avanzar en los Últimas 25<br />

años <strong>del</strong> siglo XX, habrá mayor confianza en la información importada. En estas<br />

cir~ns~nc~s, la historia, que es un producto nativo, puede asumir más importancia que<br />

la usual.<br />

163


Los países en desarrollo, que son pobres en historias publicadas formalmente, bien<br />

pueden encontrar la manera de popularizar las fuentes originales de archivo, particular-<br />

mente aquellas de naturaleza audiovisual. La integración y unificación son particular-<br />

mente difíciles de lograr en los países que son de carácter multirracial y multicultural.<br />

El reconocimiento de las contribuciones complementarias de varios elementos<br />

constituidos pueden llevar a la promoción de la unidad e identidad nacionales. Estos<br />

esfuerzos no se deben confinar a los colegios. La información relevante puede transmitirse<br />

a toda la población por medio de exposiciones, conferencias, diapositivas, películas y<br />

programas de radio y televisión basados en los materiales de archivo. Para llegar a las<br />

verdaderas raíces nativas, sería ne<strong>cesar</strong>io buscar evidencias previas al período colonial.<br />

Estas pueden existir solamente en formas de tradición oral: folclor, música y baile. Puede<br />

ser debatible hasta dónde los archivistas deban estar comprometidos con todo el rango de<br />

la historia oral; pero en ausencia de otros programas, las instituciones de archivos deben<br />

intentar preservar todos los componenetes de la herencia cultural nacional, incluyendo<br />

las artes activas y visuales.<br />

Una vez que se han reconocido los beneficios concretos de un sistema de gestión<br />

de archivos, se llega frente a frente a los costos. Aquí son aparentes las ventajas de un<br />

sistema Único coordinado y comprehensivo que se ha denominado el principio de los<br />

"archivos totales". Existen ventajas obvias al tener una sola agencia en lugar de un sistema<br />

fragmentado, pues la agencia tiene la responsabilidad de establecer registros uniformes<br />

y procedimientos de gestión para la operación de los departamentos , dirigir los centros<br />

de archivo y controlar la selección y transferencia de los documentos de valor permanente<br />

para su preservación en un archivo central. Las ventajas se multiplican si los archivos no<br />

solamente contienen documentos <strong>del</strong> Gobierno sino que también cubren el amplio rango<br />

de los materiales de archivo, -documentos privados, y de trabajo, mapas, fotografías,<br />

películas y otros-. Para que un archivo se indentifique con la documentación total <strong>del</strong><br />

pasado y se le considere como el guardián de la herencia nacional, es conveniente que<br />

sirva a la población como un todo. Tal integración gestión de archivoshistema de<br />

archivos, que promueva la eficiencia <strong>del</strong> Gobierno y proporcione un amplio espectro de<br />

servicios al gobierno y al público en el amplio rango de los materiales archivísticos tiene<br />

más opción de recibir la ayuda financiera que necesita que muchas instituciones que se<br />

hayan establecido sin planeación en algunos países.<br />

Esta concentración de recursos y de servicios de archivo es también una solución<br />

parcial a los problemas financieros de las costosas medidas requeridas para proteger los<br />

materiales originales en un clima tropical donde hay humedad, plagas, fuego y negligen-<br />

cia. Es ne<strong>cesar</strong>io evitar la duplicación donde los fondos son escasos. Un solo edificio para<br />

164


archivos con aire acondicionado, con pocos empleados y equipos para proporcionar un<br />

servicio central de microfilmaci6n para todas las agencias gubernamentales, servicios de<br />

fotoduplicación para archivos y facilidades de restauración y reparación de documentos,<br />

puede ser una buena inversión en términos <strong>del</strong> desarrollo nacional.<br />

En contra de esta experiencia, la conclusión lógica es que los programas para<br />

asistencia técnica a los países en desarrollo debe tener una alta prioridad en cuanto a la<br />

gestión de archivos y al desarrollo de éstos.<br />

Esta prioridad debe mantenerse no s610 por quienes donan los fondos sino también<br />

por los países receptores, de los cuales se espera una sincera cooperación y fondos de<br />

contrapartida en un futuro. Sería ingenuo pretender que exista hoy tal apoyo. Aunque<br />

muchas personas, agencias, instituciones y organizaciones, de las cuales las más impor-<br />

tantes son la Unesco y el Consejo Internacional de Archivos, están convencidas de la<br />

importancia <strong>del</strong> desarrollo archivístico, existe una tendencia a considerarlos puramente<br />

culturales. Agencias internacionales como el Programa de Desarrollo de las Naciones<br />

Unidas al igual que las agencias como la AID y fundaciones privadas, que inviertan<br />

bastante dinero en asistencia técnica, no los han considerado un área de inversión<br />

productiva. Esta actitud ha sido reforzada con la falla de los mismos países emergentes<br />

en reconocer el valor de la gestión de archivos y de los documentos en el desarrollo<br />

nacional. Lo que no se conoce, no se echa de menos.<br />

Hablando en forma general, se necesitan tres factores para el establecimiento y<br />

conservación de un exitoso sistema de archivodgestión de archivos en los países en<br />

desarrollo: asistencia técnica <strong>del</strong> exterior que proporcione experiencia, liderazgo y<br />

dirección cuando ésta no se consigue localmente; compromiso de los recursos ne<strong>cesar</strong>ios<br />

por parte de los mismos países en desarrollo; y personal profesional hábil y entrenado lo<br />

mismo que funcionarios técnicos en cada nación para asegurar la continuidad <strong>del</strong> sistema<br />

una vez que se haya establecido y para adaptarlo a las necesidades particulares de ese<br />

país, de manera que sea una institución esencialmente nacional y no una importación<br />

extranjera. El CL4 intenta ayudar en estas dos áreas proporcionando consultores, asesores<br />

e instructores a corto plazo y estableciendo escuelas de archivos en las regiones en<br />

desarrollo para el entrenamiento local de personal.<br />

Estas observaciones sobre las contribuciones potenciales de la gestión y la admi-<br />

nistración de archivos al desarrollo nacional seguirá siendo teórica a menos que se tomen<br />

medidas prácticas para crear las instituciones que sean ne<strong>cesar</strong>ias. Juzgando por la<br />

experiencia de los últimos años, esta reforma será lenta y dificil. Se espera que los efectos<br />

de los pasos que se deben tomar sean acumulativos y que se aceleren a medida que se<br />

165


demuestren beneficios positivos. Es más importante enfatizar -a las agencias que brindan<br />

ayuda y a las autoridades de las naciones en desarrollo- las ventajas prácticas <strong>del</strong> sistema<br />

de archivos y de la gestión de archivos para el desarrollo nacional, aún estimando los<br />

grandes ahorros financieros o dividendos que se sacan de una inversión relativamente<br />

.pequeña en entrenamiento, personal y equipo. También es importante que se consideren<br />

y controlen primero que todo las propias necesidades de cada país y que el sistema de<br />

archivos y la gestión de archivos se introduzcan como un elemento armoniw dentro de<br />

la estructura nacional gubernamental e institucional. Así el sistema no aparecerá corno<br />

un transplante extranjero sino como un injerto benéfico de los organismos enraizados en<br />

la tierra nativa.<br />

"En cuanto instrumentos degobierno, los archivosson indispensablespara<br />

resolver los asuntos de un pafs. Ir<br />

Charles Kecskeméti


LA CONSULTA ARCHIV~STICA'<br />

Aurelio Tanodi<br />

Si toda la labor archivística gira alrededor <strong>del</strong> eje: conservar para consultar, la<br />

consulta es el Último eslabón, y fundamental, hacia el cual está dirigida toda la organiza-<br />

ción <strong>archivistica</strong>. Hay dos clases preponderantes de consulta: una que persigue fines<br />

prácticos y otra culturales o cognoscitivos.<br />

La consulta práctica se relaciona ya con la producción de documentos como<br />

auxiliares administrativos y pcobatorios que registran las actividades de las entidades,<br />

inherentes a sus objetivos y finalidades. Pasados a los archivos, los documentos sirven<br />

para la consulta interna dentro de las entidades de producción a los funcionarios autori-<br />

zados en cuestiones prácticas de índole administrativa, contable y jurídica, y la externa,<br />

que con permiso de las autoridades competentes se presta a las personas físicas y morales<br />

o jurídicas en sus relaciones con las funciones de las respectivas entidades. Las entidades<br />

disponen de procedimientos empíricos, convencionales, y algunas de cláusulas reglamen-<br />

tarias sea para todos los organismos de los poderes ejecutivos de un país, sean específicos.<br />

Los países iberoamericanos no tienen, salvo excepciones, normas legales precisas para<br />

tal consulta. Por lo general, los documentos de archivos administrativos revisten el<br />

carácter de reservados y no están abiertos a todo público.<br />

La segunda clase preponderante de consulta es aquella que se vincula con las<br />

investigaciones históricas. Antes de tratarla más detenidamente, se mencionan otras<br />

clases de consulta que actualmente, poco a poco, se están practicando en los archivos<br />

iberoamericanos, unas con preferencia en los administrativos y otras en históricos.<br />

1. Versi611 extractada de su trabajo "La situaci6n de los archivas iberoamericanos", publicado en el tomo 24<br />

<strong>del</strong> Jahrbuch fir Gescliichte wn slaat, wirrschafi und Geselischaft Lateimerikas (Colonia: Bohiau<br />

Verlarg, 1987, p. 74-77 y 79).<br />

167


Una de estas clases se efectúa con fines científicc+tecnológicos, no contando aquí<br />

las investigaciones netamente cognoscitivas de la historia, sino más los propósitos<br />

prácticos. Se utiliza sobre todo para ayudar a la elaboración de proyectos. UM clase se<br />

efectúa con fines científico-tecnológicos en programas <strong>del</strong> desarrollo socioeconómico,<br />

administrativo, político, cultural, etc., especialmente en los países en vías de desarrollo,<br />

los cuales necesitan sistemática planificación para salir de sus condiciones de subdesa-<br />

rrollo. LAS archivos ofrecen valioso material para el diagnóstico de la situación actual al<br />

posibilitar la visión retrospectiva de las causas que tuvieron por efecto las deficiencias<br />

actuales que se trata de subsanar a corto, mediano y largo plazo. En Iberoamérica se<br />

afianza paulatinamente la conciencia de los servicios que pueden prestar los archivos y<br />

se empiezan a consultar sus fondos, pero todavía falta bastante por hacer.<br />

Otras clases de consulta tienen que ver algo con la historia. Una de ellas es la que<br />

se relaciona con la educación, cuando se invita a los estudiantes, preferentemente de los<br />

colegios secundarios y de enseñanza superior, para tomar contacto con los documentos<br />

que ilustran algún acontecimiento o personalidad, que aclaran mejor la comprensión de<br />

la historia y contribuyen a fortalecer la conciencia nacional o social. Tal consulta, si se<br />

hace por medio de exposición de documentos, se extiende a toda la población, la cual<br />

puede instruirse también por los medios de comunicación social, conferencias, etc.,<br />

presentando con letras, imágenes y sonidos los asuntos de interés <strong>del</strong> pasado local,<br />

nacional o internacional. En algunos ambientes iberoamericanos los archivos realizan<br />

considerables obras de esta extensión; por ejemplo, el Archivo Nacional de Costa Rica,<br />

donde se acude aun a actos artísticos para promover la conciencia archivística y acercar<br />

los archivos al gran público.<br />

A nuestros lectores les interesa, indudablemente, la consulta con fines de investi-<br />

gaciones históticas. Antes de entrar en su problemática iberoamericana, conviene aclarar<br />

o repetir algunos conceptos tratados anteriormente, referentes a la profundidad cronoló-<br />

gica a que hay que llevar estudios <strong>del</strong> pasado.<br />

Como no hay ningún elemento taxativo que pudiera darnos seguridad para dividir<br />

lo "histórico" de lo reciente que no entra en la esfera de la pesquisa científica, se establecen<br />

ciertos criterios convencionales relacionados con los preceptos metcdológicos, como lo<br />

son dos de mayor peso: el postulado de mayor objetividad posible que se requiere <strong>del</strong><br />

historiador y el escrutinio de historia genética en sus relaciones de causa-efecto en la<br />

mncatenaci6n incesante de acontecimientos <strong>del</strong> desarrollo de la humanidad. Entonces,<br />

por cierta conveniencia, se toman entre 50 y 30 años el término divisorio, que permite<br />

mejor desligarse de la pasión <strong>del</strong> historiador, sumergido en el acaecer de su vida activa<br />

168


de hombres de su generación y cierta visión de consecuencias que dieron los aconteci-<br />

mientos anteriores.<br />

Pero, un sentido no sólo científico, sino también de cierto tono pragmático impulsa<br />

a la obra historiográfica moderna a acortar las fechas topes a menos décadas y lustros, y<br />

en Última línea llegan hasta el presente. Porque, si la historia estudia el pasado, puede<br />

preguntarse, cuándo termina este pasado. La respuesta es simple: en el momento inme-<br />

diatamente anterior al presente, y el mismo momento presente, al dar paso al próximo<br />

momento presente que le sigue, se sumerge, irreversiblemente, en el pasado.<br />

La idea de aproximar las investigaciones históricas al tiempo actual, está penetran-<br />

do en los ambientes iberoamericanos y con ellos se extiende el problema de consulta a<br />

documentos de fechas recientes, que deben tenerse en cuenta. Sin embargo, conviene<br />

tratar primero la posición tradicional, todavía preponderante, y además hacer referencia<br />

a los conceptos nuevos que se están abriendo el camino.<br />

Indudablemente, las masas más grandes de documentos históricos se concentran<br />

en los archivos creados con la finalidad expresa de conservarlos. En Iberoamérica, los<br />

más importantes archiva de esta índole son los archivos públicos, a saber, los Archivos<br />

Nacionales, llamados Archivos Generales de la Nación, seguidos en su importancia por<br />

los archivos de los Estados federales o provincias autonómas en los países de constitución<br />

federal, como lo son México, Brasil y Argentina, y en cierto aspecto Venezuela, y los<br />

archivas de grandes unidades territorales administrativas en los países de constitución<br />

centralizada, y los archivos históricos municipales de las ciudades. Todos estos repito-<br />

rios reúnen, principalmente, la archivalía de los poderes ejecutivos, pero mucha impor-<br />

tancia revisten los de los poderes legislativos y judiciales, inclusive los documentos<br />

notariales. De los no públicos, descuellan los eclesiásticos de la Iglesia católica, y como<br />

adicionales las selecciones documentales de personas y familias particurales.<br />

Con respecto a la consulta, es una realidad basada en las costumbres y, en muchos<br />

casos, confirmadas con normas legales, que a todos los documentos conservados en estos<br />

archivas tiene acceso todo el público, salvo a los que por una razón fundamentada revisten<br />

carácter de secretos o reservados.<br />

A los investigadores les interesa conocer qué archivos históricos existen en cada<br />

país y la fecha cronológica de su archivalía. Lamentablemente, hay grandes deficiencias<br />

para dar una contestación satisfactoria. Mayores informes facilitan los Archivos Nacio-<br />

169


naies con respecto a las normas legales y prácticas que a las fechas topes'. Complicada<br />

es la cuestión de poder enlistar aquellos archivos sectoriales y centrales, que conservan<br />

documentos de mayor antigüedad, sin transferirlos a los archivos históricos o generales.<br />

Aquí hay diversos procedimientos empíricos y legales.<br />

*<br />

Importante cuestión de la investigación comiste en los procedimientos y facilidades<br />

de la consulta concreta -individual o en equipas-, de los estudiosos. Los archivos de<br />

índole histórica permiten el acceso porque se crean o forman con tal finalidad. Pero, las<br />

condiciones concretas tienen sus fluctuaciones en relación con el otorgamiento de<br />

permiso, los días y horarios de ser abiertos, las salas o locales de consulta, las facilidades<br />

de reproducción o procesamiento de documentos y eventuales préstamos.<br />

2 Sobre las problemas de consulta hay un artículo mío, "Algo sobre el acceso a los archivas de la<br />

cdonización espafiola", editado en Madrid en 1980 por el Ministerio de Cultura, Dirección General de<br />

Bellas Artes, Archivos y BiMiotecas, SuMid6n General de Archivos, tomo 11, p. 265-288.<br />

170


LOS ARCHIVOS PÚBLICOS Y EL CIUDADANO'<br />

Pedro Mpez Gómez<br />

Durante muchos años, la información referente a los archivos públicos, aparecida<br />

en 10s grandes medios de difusión, ha sido escasa, y por lo general restringida a aspectos<br />

muy superficiales, de crónica podríamos decir, o muy eruditos, como los que tocaban la<br />

investigación al uso, limitada a los campos genealógico, artístico o literario.<br />

Por contraste, nos encontramos de repente con un doble fenómeno que conviene<br />

analizar con cierta atención: por un lado, el concepto de archivo como bien cultural, y<br />

por otro, el tratamiento que en un contexto democrático ha de darse a la información<br />

contenida en los archivos.<br />

1. Siguiendo una evolución idéntica a la de otros países de nuestra área cultural,<br />

el concepto de archivo ha sufrido una transformación: hoy no se habla de archivos y<br />

documentos aislados, sino que ambos conceptos se engloban dentro de un todo unitario<br />

que es el patrimonio documental, cuya parte más valiosa y representativa estaría consti-<br />

tuida por el "tesoro documental", especialmente protegido por la legislación, y que como<br />

tal sería un bien cultural que se tendría que poner al servicio de los ciudadanos, tanto para<br />

su formación como para su goce estético e intelectual. Se trata, en realidad, de ampliar<br />

las bases de los sectores que tradicionalmente han venido utilizando los archivos,<br />

especialmente los de carácter histórico, con fines de investigación histórica, literaria,<br />

socioeconómica o científica, proyectando el contenido de los archivos hacia el mundo<br />

exterior, por medio de exposiciones, conferencias, visitas, publicaciones, etc. Ni que decir<br />

tiene que el desarrollo de este fenómeno está en relación directa con el nivel cultural <strong>del</strong><br />

país.<br />

2. Por otro lado, los archivos son fuentes primarias de informuciún, y su mayor<br />

1. Del BoIdn de IaANABAD. Madrid: Oct-Dic., 1979. Año XXDC, W 4, p. 35-9.<br />

171


o menor apertura al exterior depende directamente <strong>del</strong> grado de desarrollo democrático<br />

alcanzado por la sociedad que los posee, y sobre el cual influyen a su vez. Su control, y<br />

la forma en que se efectúa, será un elemento potenciador o represor de la democracia. Si<br />

tomamos un ejemplo clásico, no tienen el mismo significado los archivos de las ciudades<br />

griegas, albergados en los templos, donde se conservaban las leyes al alcance de todos<br />

los ciudadanos, que los archivos de los templos egipcios, cuya misión principal era<br />

recoger lo más exactamente posible los datos relativos a las propiedades <strong>del</strong> dios, para<br />

poder reconstruirlas de nuevo tras cada inundación.<br />

Es decir, que en función de este doble fenómeno, la "censura" de la información, y<br />

la accesibilidad de los archivos públicos tendrá varios niveles, y la altura de su indicador<br />

puede servirnos para señalizar la mayor o menor permisividad o liberalidad que se ha<br />

alcanzado dentro de una sociedad determinada o, mejor dicho, dentro de la concreción<br />

jurídica más importante de esa sociedad, el Estado.<br />

a) Es indudable que la proteccibn y garantíasdebidasa los individuosen su "vidu,<br />

fumay hacienúa"constituyen un primer nivel, mínimo. Por eso, en ningún país se permite<br />

la consulta de los documentos otorgados ante notario, que es depositario de la fe pública,<br />

por terceros, hasta pasado un plazo de tiempo prudencial, que oscila en tomo a los cien<br />

años, y que permite la desaparición de la generación implicada en el acto protocolario,<br />

que puede ser de una gran privacidad.<br />

También está claro que no puede hacerse pública la documentación contenida en<br />

los archivos de justicia hasta su prescripción, que en España oscila entre los treinta años<br />

para los asuntos civiles y los quince para los criminales. En cuanto a los expedientes<br />

médicos, no es preciso insistir en su intimidad, al menos durante el período de vida <strong>del</strong><br />

enfermo.<br />

Un caso especial 10 constituyen los archivos policiales, y la <strong>del</strong>icadísima cuestión<br />

<strong>del</strong> tipo de información que deben contener, y en manos de quién va a estar esa<br />

información. Esta pregunta -¿quién va a llevar el control?- es especialmente importante<br />

hoy en día en que el desarrollo de la informática permite almacenar cualquier tipo de<br />

información sobre cualquier persona. Recordemos como ejemplos extremos los archivos<br />

de la policía fascista italiana, que incluían datos sobre el comportamiento y la forma de<br />

pensar política, sexual y religiosa de los ciudadanos fichados, y cuya conservación o<br />

destrucción levantó una enme polémica, pues había nada menos que varios millones de<br />

personas afecta-; o al caso relativamente reciente de los ficheros de la PIDE portuguesa.<br />

Es evidente que el control de estos archivos no puede estar en manos ajenas o para fines<br />

distintos de los estipulados en las leyes elaboradas por los organismos competentes, y<br />

172


suponemos que democráticos. Estos días, sin más, era noticia el robo por parte de un<br />

sector de la milicia boliviana de los archivos policíacos, al parecer con intención de<br />

aprovechar la información en ellos contenida para represaliar a un determinado sector<br />

político <strong>del</strong> país.<br />

.<br />

b) Un segundo nivel vendría constituido por Iafacilidadde acceso <strong>del</strong>ciudaduno<br />

ntedio a los archivospúblicos, excluyendo los arriba considerados, para la solicitud de<br />

información de carácter general. En este nivel, el mayor o menor grado de democracia<br />

observable presenta una doble vertiente:<br />

Por un lado, por parte de la Administración, está no sólo en las facilidades<br />

proporcionadas a los ciudadanos en cuanto a los servicios prestados, sino en el respeto y<br />

atención que le merezca la conservación y adecuada instalacióli de las actas públicas (en<br />

sentido general), que custodia y produce el personal que se dedique a estos menesteres y<br />

al tratamiento y descripción en los adecuados instrumentos de búsqueda que permitan<br />

una fácil recuperación de la información y un rápido servicio al público.<br />

Y por otro, por parte de los individuos, la conciencia de que los archivos públicos,<br />

en cuyas actas quedan debidamente reflejados los derechos y deberes de los ciudadanos,<br />

tienen la misión específica de conservarlas debidamente y servirlas a los interesados<br />

dentro de los pla~os prudenciales y de las garantías debidas a terceros que apuntábamos<br />

anteriormente. No olvidemos que la publicidad de los actas privados constituye una de<br />

las funciones principales de muchos organismos oficiales, como los Registros de la<br />

Propiedad, los Catastros de Hacienda, etc., mediante el pago de un canon al Estado o a<br />

los Ayuntamientos.<br />

c) Por Último, el ucceso confines de estudio o investigacibn a la documentación<br />

pública, constituye un tercer nivel. Es evidente que los papeles <strong>del</strong> Estado, una vez<br />

seleccionadas y tras un tratamiento adecuado a su paso por los depósitos intermedios,<br />

cuyo proceso no viene al caso analizar en este momento, deben ir a parar a los Archivos<br />

Históricos, para ponerse al servicio de la investigación científica e histórica. Aquídeberán<br />

permanecer a disposición de todos los ciudadanos, que podrán obtener en cualquier<br />

momento, además de la posible consulta, la copia, reproducción o certificación que<br />

precisen. Ni que decir tiene que en este nivel es donde queda clara constancia <strong>del</strong> papel<br />

quela cultura y los bienesculturalesocupanen la sociedadde quese trate. Lacomparación<br />

de nuestros Archivos Históricos Provinciales con los Archivos Departamentales france-<br />

ses, en nuestro caso, es lo suficientemente explícita como para no necesitar comentarios.<br />

En resumen, la evolución <strong>del</strong> concepto de archivo público se ha aliado a una mayor<br />

democratización <strong>del</strong> concepto de archivo como un bien cultural, y ambos conceptos<br />

173


inciden sobre una mayor apertura y liberalización en el acceso a la documentación, no<br />

s610 para el estudioso investigador, sino al ciudadanoen general, mediante los adecuados<br />

dispositivos legales. Esta apertura, que celebramos, es consecuencia de una mayor<br />

democratización, y a su vez, una condición para su afianzamiento.<br />

“El deseo de transmitir a la posteridad su nombre y sus hechos es natural<br />

en el hombre, cuya limitada exktencia no se aviene con las ideas de<br />

inmortalidad que abriga su ahna. EL hombre vive para el porvenir; desea<br />

prolongar su memoria más allá 4ie los límites de la vida y este deseo es<br />

fecundo en útiles resultados. La insthción de los archivos no es, pues, una<br />

creacidn de las sociedadesmoderna.<br />

174<br />

Remedios Rey de las Peiias


PERFIL HUMANO DEL PERSONAL DE ARCHIVOS'<br />

Federico Castro Nevares<br />

Creo interesa reflexionar un poco acerca de si por debajo de la diversidad de<br />

capacitación de especialidades y de ocupaciones cabe suponer o exigir en quienes se<br />

desempeñan en archivos, en nosotros, calidades básicas comunes.<br />

Puesto que el sujeto de toda actividad humana es siempre la persona, es evidente<br />

que cualquier quehacer depende de la virtud y destreza de sus agentes: a un máximo<br />

estamos en esto todos obligados.<br />

Pero en concreto, ¿qué?<br />

En primer término, considero fundamental que nuestro trabajo sea un fruto de<br />

elección. Tan importante me parece esto que casi me animaría a sostener que todo intento<br />

de reforma o racionalización administrativa -en nuestro país, siempre renovado, esto es,<br />

en cierta forma siempre frustrado-, de la que la mejora de los archivos es un aspecto, para<br />

no fracasar debería partir, en cuanto primer factor a considerar respecto al personal, <strong>del</strong><br />

deseo de todos y cada uno de los empleados, lo cual en un censo o encuesta se traduciría<br />

en una pregunta de este tenor: "Usted que trabaja en esto o esto otro, ¿lo quiere realmente,<br />

en serio y a fondo?"<br />

¿Queremos así nosotros nuestro papel en el mundo de los archivos?<br />

Ahora bien, como siempre hay gente veleidosa, en segundo lugar debemos poder<br />

discernir, por así decir, los espíritus: la seriedad de una vocación electiva supone, además<br />

de aparente inclinación y gusto, específicas aptitudes, esto es, condiciones reduplicativa-<br />

mente tales.<br />

1. En Revista <strong>del</strong>ArchivoGeneralde IaNación. Buenos Aires: 1977, N* 6, pp. 115-1 17.<br />

175


¿Cuáles son esas notas humanas distintivas que armonizan con un cotidiano<br />

entretenerse con los documentos de archivo? Un mínimo de salud psic@fisica, algo de<br />

inteligencia, ciencia y arte, y mucho de una sinfonía o tonalidad espiritual especial. De<br />

tales aspectos, nuestra salud no es ahora cuestión: para ayuda y prueba de ella, por lo<br />

demás, están médicos y, eventualmente, psiquiatras y otros especialistas semejantes. Por<br />

&o lado "Natura" nos da inteligencia, y estamos presuponiendo ésta; "Salamanca" -o el<br />

doctor Tanodi y los suyos, y sus epígonos- nos prestan ciencia y arte, y esto nos ocupa.<br />

Pero lo fundamental es dar el tono espiritual justo, en la cuerda propia de cada uno;<br />

aunquedicha "espiritualidad" quizá se alimenta de innatas aptitudes y temprana cultivos,<br />

así como de secretas afinidades, es ella una responsabilidad nuestra, íntima e intransferi-<br />

ble. Porque importa e incide, y es nuestra carga, me ha parecido Útil ocuparme aquí un<br />

tanto de lo que cabría denominar el "perfil humano básico" <strong>del</strong> personal de archivos.<br />

Una virtud primera es la humildad; sólo los humildes pueden dedicar todos sus<br />

esfuerzos a conservar los testimonios de la actuacián de otros, para brindarlos luego a<br />

otros terceros; es propio de los sencillos y pequeños dar sin hacerse ver. Simplemente,<br />

ocurre que quien se mueve en el ámbito de la administración de documentos no puede<br />

dejar de advertir que el mundo no empieza ni acaba con él, porque se ve eslabón -sea lo<br />

preciso que fuere- de una cadena histórica ininterrumpida.<br />

La solidaridad tanto afectiva como efectiva es también una actitud que se deriva<br />

naturalmente <strong>del</strong> quehacer archivístico. ¿Acaso no es que una pieza documental sólo<br />

alcanza su pleno relieve y significación en el conjunto orgánico que es la archivalía? La<br />

trayectoria "vital" de los documentos exige por lo demás hoy más que nunca la real<br />

colaboración de cuantas personas tratan con ellos: el éxito en la común empresa de los<br />

archivos será de todos o de ninguno, y en su trabajar con los testimonios <strong>del</strong> pasado más<br />

o menos reciente los archiveros sirven a la comunidad presente y a las generaciones<br />

futuras, por 10 que su corazón está abierto indefinidamente en el espacio y en el tiempo.<br />

Cuanto somos "administración" corresponde estemos en posición de servicio. Sin embar-<br />

go la "seMcialidad" de los archiveros es peculiar, y tiene rasgos acentuados: ella se<br />

se satisface en una generosa entrega, en un brindar entero en las circunstancias que se<br />

requieran, proporcionar el documento o la información en la mejor forma dentro <strong>del</strong><br />

menor tiempo, y sólo aspirar a obtener como recompensa el poder servir siempre con<br />

mayor eficiencia a la administración y al gobierno, a través de archivos más perfectos, a<br />

las personas afectadas en su derechos y legítimos intereses, a los estudiosos y a la<br />

comunidad entera.<br />

Además de la trilogía reseñada -humildad, solidaridad y servicialidad-, otras<br />

176


muchas cualidades deben lucir en el personal de archiva. Para no extendernos demasiado<br />

harema mención aquí tan sólo de algunas de ellas: laboriosidad, perseverancia y<br />

paciencia en el tantas veces arduo y fatigoso quehacer diario; discreción o reserva frente<br />

a la confidencialidad y el secreto; temperancia a fin de no dejarse llevar absolutamente<br />

por sus entusiasma; falta de espíritu de lucro; sentido de la justicia y trato equitativo a<br />

.todos los usuarios de los servicios que se brindasen; fortaleza para sobreponerse, sobre<br />

todo en nuestro país, a las circunstancias adversas y, sintéticamente, prudencia.<br />

Quizás habría mucho más por decir, en este apartado, pero sólo he pretendido<br />

<strong>del</strong>inear aquí grandes rasgos <strong>del</strong> perfil humano <strong>del</strong> personal de archivos: la valoración de<br />

éste nos ha llevado a exigir de él casi todas las virtudes. Tal vez se ha exagerado un poco,<br />

pero pienso que no es totalmente disparatado pretender que quienes son responsables de<br />

los valiosos testimonios documentales <strong>del</strong> hombre sean hombres valiosos.<br />

"El archivero entra con fiecuencia en contacto con documentos y testimo-<br />

nios que tocan la buena fanur, la intimidad o los intereses más sagrados<br />

de las personas. A éJ por tanto, le están prescritas aquellas normas de la<br />

cautela o <strong>del</strong> sigilo profesional que un abogado o un sacerdote están<br />

obligados a mantener."<br />

177<br />

Armando Nieto Vélez, S J.


"cuvildo en que por<br />

archiveroa donAnfonio<br />

mozu 'On<br />

de 4Q0pesos"<br />

NOMBRAMIENTO DE ARCHIVERO'<br />

En este cavildo se propuso por los señores alcal-<br />

des ordinarios a los demás señores capitulares cómo<br />

les parecía justo y arreglado en nombrar una persona<br />

inteligente y de havilidad en manejo y asunto de<br />

papeles para que ésta con el título y nombre de Archi-<br />

vero pudiese tener a su cargo y cuidado todos los libros<br />

y papeles pertenecientes a este Mui Ylustre Cavildo<br />

en atención al desgreño y desarreglo en que ha estado,<br />

pues no se encuentra muchas vezes todo aquello que se solicita a causa de no haver quién<br />

dé puntual razón de ello, y que en esta virtud les parecía era ne<strong>cesar</strong>io y conveniente elegir<br />

una persona idónea para este cargo de archivero. Oída la propuesta de los señores alcaldes<br />

por los señores capitulares trataron y confirieron la materia y resolvieron unánimes y<br />

conformes ser mui útil y conveniente que haya un archivero a semejanza de todos los<br />

demás tribunales, que tenga aseados todos los libros y papeles tocantes y pertenecientes<br />

a este Ayuntamiento; por todo lo que concurriendo en la persona de don Antonio de<br />

Somoza todas las calidades de idoneidad y suficiencia para obtener el cargo de archivero<br />

como así 10 tiene manifestado a este Mui Yiustre Cavildo en unos mapas de los proprios<br />

de la ciudad que tiene formados así para Su Excelencia, señor Visitador y Real Acuerdo,<br />

fuera de la particular y utilísima obra que acaba de concluir en los dos yndices generales<br />

alfabéticos en que recopila todas las cédulas, provisiones y actas capitulares que encierra<br />

dicho archivo y traslado de algunos libros que parecían inútiles por 10 ininteligible de su<br />

letra, de suerte que para que/f. 40l/dicho don Antonio tenga el salario correspondiente a<br />

este trabajo le señalan Sus Señorías el de quatrocientos pesos anuales que le deberá<br />

satizfacer precisamente el Mayordomo de la Ciudad por meses para su subsistencia<br />

quedando obligado éste a cumplir todas las calidades siguientes:<br />

1. Archivo Histórico Municipal de Lima. Libro de cabildos NQ36, f. 401401 v. Publicado por Ada Arrieta<br />

Alvarez bajo el título de "Un archivero <strong>del</strong> siglo XVIII: don Antonio de Somma", en el BoIerín de la<br />

Asrociación Peruana dedrchiwros. Lima: 1976, NQl. p. 25-26.<br />

178


Tener en todo tiempo el archivo coordinado para dar puntual razón de qualquiera<br />

cédula, provisiones y demás papeles de que consta dicho archivo. Poner en limpio las<br />

actas capitulares y pasarlas a los yndices generales en sus respectivas letras. Trasladar las<br />

consultas y demás ynformes que haga este Cavildo entregándoselas al portero de turno<br />

para que tome las firmas de las señores, llevando un libro aparte de los referidos ynformes<br />

y cbnsultas para que en todo tiempo conste. Trasladar el tomo sexto de cédulas que al<br />

presente se halla inservible y en lo sucesivo escribir todo lo que sea perteneciente a este<br />

Cavildo, para lo que asistirá no s6io en los días de cavildo sino también en las que el<br />

portero le avisase. Y en esta forma se le hace por dichos señores capitulares este<br />

nombramiento con la calidad de que haya de ocurrir precisamente al Superior Gobierno<br />

por su aprobación con el oficio correspondiente que se hará por este Mui Ylustre Cavildo".<br />

[Lima, 5 de octubre de 17811<br />

"Para ser profesional, el trabajo archivístico debe ser disciplinado."<br />

179<br />

Theodore R. Schellenberg


CODIGO DEL ARCHIVERO<br />

El archivero tiene para con la sociedad la obligación moral de mantener la evidencia<br />

de cómo ocurrieron realmente los hechos, y de tomar todas las medidas ne<strong>cesar</strong>ias para<br />

la conservación física de los documentos valiosos. Por otra parte, está obligado a no<br />

invertir fondos en la conservación y cuidado de asuntos que no tengan valor significativo<br />

y duradero.<br />

El archivero debe tener en cuenta que al seleccionar documentos para su ordena-<br />

miento y conservación, él actúa como agente <strong>del</strong> futuro ya que le toca escoger lo que ha<br />

de quedar como herencia <strong>del</strong> pasado. Por tanto, y hasta donde se lo permitan su alcance<br />

intelectual, su juicio y su experiencia, debe mirar siempre a las necesidades futuras,<br />

tomando sus decisiones de manera imparcial, sin atender a ideologías políticas o a<br />

inclinaciones personales.<br />

El archivero debe hallarse siempre vigilante para proteger la integridad de los<br />

documentos puestos bajo su custodia, guardándolos contra violaciones, alteraciones o<br />

hurtos; debe protegerlos contra daños físicos, ya sean ocasionados por el fuego, la<br />

excesiva exposición a la luz, la humedad o la sequedad; y mirar cuidadosamente para que<br />

el valor y condición de los mismos RO sufra menoscabo con motivo de su catalogación,<br />

ordenamiento y uso.<br />

El archivero deberá tomar todo empeño para facilitar, en la forma más amplia, e!<br />

acceso a los archivos para todo aquello que se relacióne con el interés público; pero deberá<br />

ceñirse estrictamente a cualquier dispsición que limite o restrinja su uso. Dentro de los<br />

límites de su presupuesto y de acuerdo con las circunstancias, deberá trabajar sin descanso<br />

por la mayor difusión y publicidad, haciendo que los documentos bajo su custodia sean<br />

fácilmente conocidos por todos aquellos a quienes pueda interesar, ya sea mediante<br />

publicaciones o a través de consultas personales.<br />

El archivero atenderá cortésmente y con espíritu de servicio y colaboración a toda<br />

solicitud sensata; pero no perderá su tiempo contestando dctalladamente preguntas<br />

frívolas o irrazonables. No deberá poner obstáculos a quienes deseen consultar los<br />

archivos, sino que por el contrario, tratará de ahorrarles tiempo, facilitándoles cuanto sea<br />

180


posible su trabajo. No deberá, desde luego, discutir inútilmente con un consultante las<br />

investigaciones y hallazgos que hubiera realizado otro; pero cuando dos o más personas<br />

coincidan en la indagación de un asunto, podrá informar adecuadamente a uno respecto<br />

al trabajo de los otros.<br />

El archivero no deberá sacar provecho de ninguna explotación comercial relacio-<br />

Mda con los documentos confiados a su guarda, ni deberá negar a otros cualquier<br />

informaci6n que 61 hubiese obtenido como resultado de su trabajo con ánimo de llevar a<br />

cabo privadamente sus investigaciones profesionales. Podrá, sin embargo, sacar legitima<br />

ventaja de su posición favorable para desarrollar su interés profesional hacia la investi-<br />

gación hist6rica o de otra índole.<br />

El archivero está en libertad de comunicar a sus colegas los resultados de las<br />

investigaciones realizadas por 61 o por la oficina a su cargo, y que constituyan aporte a<br />

un mayor conocimiento en materia de archivos. Del mismo modo, deberá dejar a su<br />

sucesor un registro completo y fiel de todos los documentos en custodia, así como de la<br />

organización y el ordenamiento de éstos.<br />

Wayne C. Grover<br />

Archivero de los Estados Unidos<br />

(1948-1965)<br />

NORMAS DE MORAL ARCHIVERA<br />

1 El archivero ha de cuidar los documentos como a la nifia de sus ojos; tener la<br />

convicción de que esos papeles son el más preciado tesoro de la comunidad puesto por<br />

el Estado bajo su custodia.<br />

ii Los documentos son corno las libros que si no se manejan con cuidado se<br />

deterioran y finalmente se acaban, perdiéndose, así, piezas de inestimable valor.<br />

iii Un archivo cercenado por la maldad <strong>del</strong> hombre o por su incuria q ue en el<br />

elemento culto es también una maldad- es como un ser humano mútilo de sus extremi-<br />

dades superiores.<br />

iV Los archivos se amputan cuando les hurtan piezas de sus fondos, cuando se les<br />

hace pasto de las llamas, cuandose desglosan sus legajos con fines inconfesables, cuando<br />

se exponen los manuscritos a la acción de sus enemigos irreconciliables: la humedad, el<br />

181


viento, la insolación y los destructores bióticos: bacterias, hongos, insectos (termites) y<br />

roedores.<br />

¡Cuán triste es contemplar un archivo con los muñones sangrantes!<br />

V El archivero-director, jefe, es el maestro y como tal ha de conducirse. Debe<br />

tratar a los subalternos como discípulos, ya que ellos son alumnos de una gran escuela<br />

que enseña para la vida.<br />

El archivo es un plantel en que la experiencia se cuenta por siglos.<br />

Allí está almacenada la historia de la patria, desde que ésta floreció en el territorio.<br />

Las ciencias archivológicas son tan amplias y tan complejas que la vida es corta<br />

para llegar al perfecto dominio de las mismas. El título universitario y los años de servicio,<br />

son antes que una patente de reposo, el compromiso formal para redoblar el estudio y<br />

aumentar el espíritu de superación.<br />

Vi El archivero-subaltemo no ha de perder un instante las enseñanzas que recibe,<br />

ya que a él le reserva el futuro la misma función que hoy ejerce el directivo que lo instruye<br />

y manda.<br />

Vi1 El público no nace aprendido, es menester formarle una conciencia archivísti-<br />

ca, a fin de que interprete cabalmente la función de los archivos y el papel de los<br />

archiveros.<br />

ViiI Todo el que llegue a las puertas de un archivo debe ser recibido con amplitud.<br />

investigador, historiógrafo, funcionario público, periodista, catedrático, estudiante, cada<br />

uno con su inquietud inquisitiva y todos con la esperanza de hallar 10 apetecido, no han<br />

de ver en el archivero a un competidor que les escamotea las noticias para retener<br />

primicias o bien guardados secretos documentales, sino al guía que franquea el camino,<br />

que hace luz para la busca segura.<br />

IX El público ha de corresponder al archivero de acuerdo con la altura de su<br />

misión; seguro de que el archivero es un maestro de la vida, un sacerdote de la historia,<br />

el custodio de la memoria de los pueblos, un servidor, no un sirviente.<br />

X Un Estado consciente <strong>del</strong> valor de los archivos y celoso <strong>del</strong> rol histórico-social<br />

que cumplen los archiveros, no puede menos que dar a los primeros la protección que su<br />

altor reclama, y a los segundos el rango que se merecen.<br />

182


Las grandes metas de un gobierno bien orientado no pueden ser otras que: paz,<br />

administración, sanidad, educación y archivos.<br />

MÁXIMAS PARA EL ARCHIVISTA<br />

TODO BUEN ARCHIVISTA:<br />

Mario Briceño Perozo<br />

1 Se <strong>del</strong>eita con el cautivante mundo de los archivos sin dejar de identificarse<br />

con el mundo de hoy.<br />

ii Se esfuerza porque su archivo proteja por igual los derechos y bienes de todos.<br />

íII Ejerce con entusiasmo su carrera y afronta con opthismo suscambiantes retos.<br />

iV Es leal a las jerarquías <strong>del</strong> archivo y respeta la integración y especialización<br />

en el trabajo.<br />

V Aprovecha las oportunidades académicas para actualizarse en los nuevos<br />

avances archivísticos.<br />

Vi Protege los archivos con la misma celeridad y celo con que defiende su buen<br />

nombre.<br />

Vi1 Respeta a los investigadores y escritores y da apoyo a su creatividad.<br />

ViII Atiende los anhelos de cada usuario <strong>del</strong> archivo y acata su preferencia por el<br />

anonimato.<br />

K Acelera el flujo de datos y documentos, como buen profesional de la información.<br />

X Entiende que la necesidad y la prudencia aconsejan una protección especial<br />

para ciertos documentos.<br />

XI Guarda las antiguas tradiciones de la archivística y sigue a sus'pioneros y<br />

maestros.<br />

183<br />

Gaston Litton


PRIMERA REUNI6N INTERAMERICANA<br />

SOBRE ARCHIVOS<br />

Declaración de Principios<br />

Los documentos, públicos o @vados, son la fuente informativa primera sobre el<br />

desarrollo económico, político y social de una nación, y constituyen por lo mismo UM<br />

parte inapreciable de su patrimonio cultural.<br />

Los documentos públicos son propiedad <strong>del</strong> pueblo y por <strong>del</strong>egación <strong>del</strong> pueblo los<br />

administra el gobierno. No pueden ser extraídos de la custodia archivística por nadie, y<br />

cuando se hacen superfluos a510 podrán ser eliminados con aprobación de las autoridades<br />

archivísticas.<br />

Los archivos son las instituciones específicamente previstas para la conservación,<br />

organización y servicio eficaz y económico de los documentos, UM vez que éstos han<br />

cumplido su función activa.<br />

Losarchivos, en consecuexia, cumplen una misión indispensable en toda sociedad,<br />

y ninguna otra institución puede subrogarlos en esa misión.<br />

Los archiveros son los profesionales directamente encargados de hacer posible el<br />

cumplimiento de los propósitos de conservación, organización y servicio de los docu-<br />

mentos públicos y privados en los archivos.<br />

Los archiveros tienen el deber de cumplir este encargo en forma responsable, no<br />

atenidos a preferencias personales sino de acuerdo con las definiciones y tknicas<br />

objetivas de la profesión archivística.<br />

Los gobiernos tienen, para con los archivos, el deber de dotarlos de todos los medios<br />

ne<strong>cesar</strong>ios para el lleno de su función específica.<br />

Los gobiernos tienen, para con los archiverm, el deber de proveer a su formación<br />

y dignificación profesional, acordándoles un tratamiento conforme con la misión que<br />

desempeñan en la sociedad.<br />

184


Los pueblos tienen el deber de exigir a im gobiernos, a los archivos y a los<br />

archiveros el cumplimiento de sus funciones conducentes a la conservaci6n, organización<br />

y servicio <strong>del</strong> patrimonio documental, y a prestarles todo apoyo para que esas funciones<br />

se cumplan eficazmente.<br />

Wash~ngton, D.C., 26 de octubre de 1961<br />

"Por el niero hecho de existir, los archivos constituyen mo de ~ spar~~~ie-<br />

tros importantes de la conciencia colectiva de una nacidn. "<br />

185<br />

Oscar Gauye


VALOR Y FUNCI~N DE LOS SISTEMAS<br />

NACIONALES DE ARCHIVOS PARA EL DESARROLLO<br />

SOCIOECON~MICO Y CULTURAL DE UN PAÍS'<br />

La tramitación de los actos administrativos se materializa en documentos, cuya<br />

conservación interesa por igual a la administración y a los administrados: primero, como<br />

garantía de mutuos derechos y deberes; pasado el tiempo, como testimonio de la gestión<br />

administrativa.<br />

Tal es la razón de ser de los archivos, considerados hoy como verdaderos centros<br />

neurálgicos de cualquierorganización, cuya funciónessimilar a la quecumple la memoria<br />

en el organismo humano. De esta consideración se infiere el valor y la justificación de<br />

los archivos, memoria colectiva de la institución. Por consiguiente, un buen sistema de<br />

archivas y una acertada administración de documentos suponen para cualquier entidad<br />

la seguridad de disponer de un eficaz instrumento de trabajo al servicio de sus objetivos.<br />

Por lo que se refiere a la cultura, la existencia de los archvos es ya en sí misma un<br />

fenómeno cultural. La riqueza de éstos, su valor histórico, su estado de conservación, la<br />

intensidad con que se consulta y principalmente la atención que merecen a los poderes<br />

públicos son los índices más expresivos <strong>del</strong> desarrollo cultural de un país.<br />

En países de una rica tradición histórica, como son los de América Latina, el paso<br />

<strong>del</strong> tiempo ha ido acumulando una gran riqueza documental producida por las institucio-<br />

nes que actuaron en sus respectivos territorios. En el transcurso de los años estas<br />

instituciones han desaparecido o se han transformado en otras que, a su vez, siguen<br />

produciendo documentación. El conjunto de los papeles antiguos y modernos constituye<br />

una unidad en la que se encuentra acumulado un caudal de vida y de experiencia que no<br />

debe ser desperdiciado y que hay que aprovechar al máximo en beneficio de la comunidad<br />

social <strong>del</strong> propio país.<br />

1. En BoletlnlntemmericarrodeArchivos. Córdoba, RepúblicaArgentina:CIDA, 1977. Vol. N, p. 148-150.<br />

186


El desarrollo es ante todo promoción de las riquezas potenciales partiendo de lo<br />

que ya existe; supone la utilización mejor y más racional de las posibilidades humanas y<br />

fkicas que ofrece un país.<br />

Ninguna institución está en mejores condiciones que los archivos para suministrar<br />

los datos ne<strong>cesar</strong>ios para la elaboración y ejecución de un plan, pues en ellos se ha ido<br />

acumulando la información de todos los aspectos de la vida nacional; a ellos van a parar,<br />

en series continuas y ordenadas de datos las experiencias positivas o negativas. Por<br />

consiguiente, los archivos deben ofrecer las premisas o antecedentes indispensables para<br />

la formulación de una política de desarrollo, su planificación, reforma o modificación y<br />

proporcionar, a los gobiernos, las condiciones para mantener y mejorar la eficacia de los<br />

servicios administrativos, con lo que se evitará la repetición inne<strong>cesar</strong>ia de costosos<br />

esfuerzos.<br />

Lo mismo puede afirmarse en el aspecto social de la vida de un país: el hombre,<br />

desde que nace hasta que muere va dejando huella de su paso en documentos oficiales:<br />

registros de nacimientos, de matrimonios, de defunciones. Las relaciones <strong>del</strong> hombre con<br />

el Estado son cada vez más amplias y abarcan más esferas de actividad como enseñanza,<br />

sanidad, etc., que se reflejan también en documentos: certificados de estudios primarios,<br />

títulos de bachillerato o de estudios universitarias, cartillas de seguridad social, permiso<br />

para conducir, pasaportes, carnets de sociedades, etc. Todo ello produce una documenta-<br />

ción de indudable interés personal, pero que trasciende este interés para alcanzar un valor<br />

general porque permite conocer y estudiar la comunidad social en que está inserto el<br />

individuo.<br />

Los archivos, tal como han sido descritos, desempeñan funciones esenciales al<br />

servicio de la sociedad moderna. Están llamados a satisfacer las necesidades de sus<br />

usuarios en cinco áreas distintas, a saber:<br />

a) Comprobar y asegurar la continuidad de los derechos e intereses <strong>del</strong> Estado y<br />

de las personas, físicas o morales;<br />

b) Proporcionar a la administración un instrumento eficaz para el cumplimiento<br />

de sus funciones, así como para la planificación <strong>del</strong> desarrollo;<br />

c) Ofrecer a la investigación científica la fuente primaria de información;<br />

d) Servir a las necesidades de la enseñanza en todos sus niveles y ramas;<br />

e) Poner a la disposición de los medios modernos de comunicación social la<br />

peculiar variedad, riqueza y calidad de su información.<br />

187


El interés cada vez más creciente por la historia hizo que el concepto de archivo se<br />

restringiera al dominio de la investigación histórica.<br />

La intervención cada día mayor <strong>del</strong> Estado en los diversos aspectos de la vida social<br />

e individual, juntocon el desarrollo de las nuevas técnicas de la reprografia, ha conducido<br />

a la administración a una producción cada día más abundante de papeles. Hasta tal punto<br />

que se llegó a perder el control sobre la creación, flujo, organización, conservación y<br />

utilización de UM documentación cuyo volumen no cesaba de aumentar. En consecuen-<br />

cia, los archiveros no han tenido oportunidad de ocuparse <strong>del</strong> aspecto administrativo de<br />

los papeles que custodiaban y se perdió, en la administración, la costumbre y la capacidad<br />

de servirse de otros documentos, distintos de los comentes, los cuales se suelen guardar<br />

al alcance <strong>del</strong> funcionario en forma de expediente de trabajo.<br />

Las nuevas tendencias de la investigación en las diversas ramas <strong>del</strong> conocimiento<br />

han ejercido sobre los archivos una fuerte demanda de documentación contemporánea.<br />

Al mismo tiempo surgió un movimiento de reforma de las estructuras, racionaliza-<br />

ción y agilización de los métodos de trabajo de la administración pública, cuya eficacia<br />

tradicional se encontraba muy disminuida.<br />

Estos dos hechos han llevado a una reconsideración <strong>del</strong> concepto de archivo a fin<br />

de que se vuelvan a incluir en él los dos aspectos: el administrativo y el cultural.<br />

Así el doble papel tradicional <strong>del</strong> archivero ha sido restablecido y consolidado en<br />

forma nueva. Ya no sólo tiende a satisfacer las solicitudes de los historiadores sino que<br />

está llamado a cooperar con el Gobierno en la tareas administrativas y a atender a las<br />

necesidades de otros grupos de usuarios, como los investigadores en todas las ramas <strong>del</strong><br />

saber, los educadores y los especialistas de los grandes medios de comunicación.<br />

La administración de documentos asegura la organización racional <strong>del</strong> enorme<br />

volumen de papeles en constante aumento. Sólo a partir de aquí es previsible una<br />

recuperación de la información valiosa de datos actuales que contienen los archivos<br />

administrativos. Además la adminislración de documentos supone su clasificación, y lo<br />

que no es menos importante, su periódica transferencia. Esta función es absolutamente<br />

ne<strong>cesar</strong>ia para descargar dichos archivos de los documentos que han prescrito y, previa<br />

su selección, transferir a la custodia de archivos intermedios o definitivos los documentos<br />

que merecen una conservación permanente por su valor informativo.<br />

Las funciones, que la evolución conceptual y práctica de la archivología señala a<br />

los archivos y a los archiveros, exigen también una revisión radical <strong>del</strong> concepto de<br />

188


accesibilidad. El derecho a la lnf~mación impone la modificaci6n de normas obsoletas<br />

y el establecimiento de las más amplias facilidades para el consultante de los archivos.<br />

En conclusión, es evidente que los servicios nacionales de archivos, por la importancia<br />

de sus fondos y de las funciones que hoy le competen, deben tener a la vez el<br />

'propósito y íos medios ne<strong>cesar</strong>ios para desempeñar un papel preeminente en el proceso<br />

<strong>del</strong> desarrollo de cada país. Para poder cont~buir efectivamente a esta tarea los archivos<br />

necesitan los recursos humanos, económicos y técnicos que se requieren para la eficaz<br />

conservación, defensa y utilización <strong>del</strong> patnmonio documental <strong>del</strong> país.<br />

Reunibn Regional de Expertos para el Desarrollo de los Archi-<br />

vos Nacionales en Aniérka Latina. UNESCO, Bogotá, 29 de<br />

marzo - 2 de abril de 1975.<br />

"Elsen4ci0, en tiltima instancia, es la más hportante fUnci6n <strong>del</strong>archivo.<br />

De nada servirán todos los documentos, por niuy valiosos y antiguos que<br />

sean, si no van a ser usados. "<br />

189<br />

Mario Cárdenas Ayaipoma


MARCO DE REFERENCIA DEL PROGRAMA DE GESTI~N<br />

DE DOCUMENTOS Y ARCHIVOS'<br />

Programa General de Información y UNISIST<br />

Unesco<br />

2.1 En términos generales la información está considerada actualmente como un<br />

recurso básico indispensable para el desarrollo nacional, y diversos programas en curso<br />

hacen hincapié en cienos tipos de información particularmente Útiles al respecto. Sin<br />

embargo, pocos de esos programas conceden la ne<strong>cesar</strong>ia atención a una de las fuentes<br />

de información más fundamentales y más pertinentes en toda sociedad, pasada y presente<br />

-a saber, los documentos y los archivos, sobre todo los gubernamentales-.<br />

2.2 En ese contexto, por información debe entenderse la información registrada,<br />

que a su vez, y para mayor comodidad, puede clasificarse en dos categorías: la informa-<br />

ción publicada y la inédita. A la primera categoría pertenecen los libros, los artículos, los<br />

informes y los estudios técnicos, es decir todos los materiales generalmente compilados<br />

y puestos a la disposición <strong>del</strong> público por las bibliotecas y los centros de documentación.<br />

A la segunda categoría pertenecen, por regla general, los documentos, los archivos y los<br />

manuscritos. Los materiales cartográficos y audiovisuales -mapas, planos, gráficos,<br />

películas, discos fonográficos, cintas magnéticas, etc.- pueden ser publicados o inéditos,<br />

y son compilados o adquiridos, según el caso, ya sea por las bibliotecas o por los depósitos<br />

de archivos.<br />

2.3 Como los documentos y los archivos son a la vez los instrumentos y los<br />

subproductos de procesos administrativos, los conceptos y las definiciones legales de<br />

1. En Informe Final JSegunaá Consulta rde Eqertos sobre el RAMP (RAMPII). Berlín Occideniol, 9-11 de<br />

junio& 1982. París: ünesco J PGI y UNISIST, i!X&<br />

p. 47-51: Anexo IV.<br />

190


estos términos varían de un país a otro y, según las épocas, dentro de un mismo país. Para<br />

los fines <strong>del</strong> W P ,<br />

se utilizarán las definiciones de trabajo siguiente:<br />

2.3.1 Documento -toda información registrada, independientemente de su forma<br />

o de sus características materiales, elaborada, recibida o conservada por una<br />

institución u organización en el desempeño de sus funciones.<br />

Así concebido, el término "documento" comprende, por tanto, no sólo las formas<br />

tradicionales de los documentos escritos, sino además toda documentación audiovisual,<br />

cartográfica y legible por la máquina, publicada o no, siempre que esa documentación<br />

tenga una relación próxima o lejana con el desarrolio de las actividades de una institución<br />

u organización. Esta definición de los documenta excluye normalmente las copias no<br />

oficiales de documentos que se conservan s610 por conveniencia o como referencia, las<br />

existencias de publicaciones y documentos sometidos a ~atamien&o, y los materiales de<br />

biblioteca o museo conservados únicamente para referencia o para ser expuestos.<br />

2.3.2 Gestión de documentos -esfera de la gestión administrativa general encami-<br />

nada a conseguk la economía y la eficacia de las operaciones con vista a la<br />

creación, mantenimiento y utilizacibn y, por último, la eliminación de los<br />

documentos.<br />

El concepto de gestión de documentos abarca así todo el ciclo de utilización de los<br />

documentos, desde su creación o recepción por cualquier oficina hasta su eliminación<br />

cuando dejan de ser ne<strong>cesar</strong>ios para el desempeño de las funciones corrientes de una<br />

organización o institución. La eliminación final de un documento depende de la evalua-<br />

ción de su valor y de su utilidad potenciales, y puede adoptar la forma de una transferencia<br />

a un centro de documentos (depósito term medio) para su almacenamiento temporal, de<br />

una transferencia directa a un servicio de archivos, de una donación a un depósito<br />

habilitado, de fotocopiado antes de su destrucción o, en Última instancia, de su destrucción<br />

definitiva.<br />

2.3.3 Archivm -todo documento no corriente (que haya dejado de ser ne<strong>cesar</strong>io<br />

o de utilizarse en el desempeño de las funciones ordinarias) de una institu-<br />

ción u organización, que se conserve o deba conservarse debido al valor<br />

permanente que tenga el documento.<br />

Esta definición de archivos se limita a los documentos no corrientes que tengan un<br />

valor permanente, tanto si están como si no están en un dep6sito de archivos. Aunque el<br />

drmino "archivos" se emplee frecuentemente para designar también los depósitos donde<br />

191


se conservan esos documentos, o incluso los servicios u organismos encargados de<br />

administrarlos, para mayor claridad estas dos nociones se denominarán "depósito de<br />

archivos" y "organismo de archivos" o 'kervicio de archivos". La noción de valor<br />

permanente de los documentos no corrientes engloba el valor que tiene para la institución<br />

pra el logro de sus propios fines -de orden administrativo, jurídico o fiscal- y para la<br />

protección de sus propios derechos e intereses, así como de los derechos e intereses de<br />

aquéllos a quienes representa y sirve. También engloba el valor que tienen para los<br />

usuarios ajenos a la institución -valor histórico y valor para los fines de investigación o<br />

referencia, debido a la gran diversidad de las informaciones contenida en los documen-<br />

tos-.<br />

2.4 Finalmente, dado que la gestión moderna de documentos es el resultadodirecto<br />

de la experiencia adquirida en materia de archivos, al término "desarrollo de los archivos"<br />

utilizado en este documento se aplicará tanto a los programas y servicios de gestión de<br />

documentos como a los de administración de archivos.<br />

2.5 La utilización de los documentos y archivos y el reconocimiento de sus<br />

múltiples valores no constituyen un fenómeno reciente. Históricamente hablando, el acto<br />

mismo que consiste en registrar informaciones surgió de una necesidad institucional a<br />

saber, la administración-. Durante mucho tiempo se ha sostenido que la escritura fue<br />

inventada para satisfacer las necesidades, no de los intelectuales o de los científicos, sino<br />

de los administradores -de esos funcionarios que administraban los bienes y dirigían los<br />

asuntos ordinarios de los reyes, sacerdotes y mercaderes de las civilizaciones urbanas de<br />

la antigüedad-. Los documentos institucionales son indispensables para el funcionamien-<br />

to de toda sociedad organizada, y aunque se agote su utilidad y significación inmediata,<br />

siguen conservando su valor como pruebas de las transacciones y como fuentes esenciales<br />

para la comprensión de la historia humana. En realidad gracias a la existencia de esos<br />

documentos escritos se ha podido hacer tradicionalmente la distinción entre los tiempos<br />

"prehistóricos" y los tiempos "históricos".<br />

2.6 Sin embargo, la importancia de los documentos y archivos reposa menos en<br />

su antigüedad que en la primacía que siguen teniendo entre todos los tipos de información<br />

registrada. Su importancia como parte integrante de todas las sociedades organizadas<br />

hasta el presente quizá encuentre su mejor ilustración en los países que han accedido a la<br />

independencia durante el proceso de descolonización que siguió a la Segunda Guerra<br />

Mundial. Un eminente jurista internacional, que se ha ocupadode los problemas, derechos<br />

e intereses de esos países, escribe:<br />

Aunque pueda concebirse un Estado sin marina de guerra, por ejemplo, es<br />

192


imposible imaginar uno sin moneda, sin tesoro, sin fondos y sin archiv os...<br />

quec~stituyen ... los bienes<strong>del</strong> Estado más esenciales y generalizadas, hasta<br />

tal punto que puede afirmarse que son parte de la propia existencia <strong>del</strong><br />

Estado*.<br />

Sería dificil resumir mejor que 61 el valor y la utilizaci6n de tales archivos:<br />

Lasarchivas estatales, celosamente conservados, son el medio indispensable<br />

para la adminisiracih de una comunidad, Registran la gestión de 1s asuntcis<br />

estatales y a la vez permiten que ésta se lleve a cabo, al mismo tiempo que<br />

constituyen los repliegues de la historia de la humanidad; por consiguiente,<br />

son tan Útiles para los investigadores como para los administradores. Sean<br />

secretos o públicos, los archivos representan un patrimonio y un bien público<br />

de los que el Estado asegura generalmente su carácter inalienable e impres-<br />

criptible3.<br />

2.7 Hoy día casi todo el mundo reconoce que los archivos son indispensables para<br />

que la conciencia y la identidad nacionales puedan manifestarse, y que constituyen un<br />

elemento vital <strong>del</strong> patrimonio cultural de las Estados. Por esa razón, la mayoría de los<br />

países han adoptado disposiciones relativas a 10 que con frecuencia denominamos como<br />

sus "archivos históricos". Pero son relativamente escasos los países que han reconocido<br />

cabalmente las relaciones decisivas que existen: 1) entre las documentos que hoy día<br />

crean, reciben y utilizan, y sus archivas históricos, y 2) entre sus documentos, actuales y<br />

semiactuales, y sus necesidades y políticas de información en general. Estas relaciones<br />

pueden expresarse mediante algunos postulados:<br />

2.7.1 Las gobiernos tienen necesidades -y recursos- de información que deberían<br />

ser objetos de prioridad en el programa de la Unesco encaminado a ayudar<br />

a sus Estados Miembros a establecer sistemas y servicios de información.<br />

2.7.2 La mejor manera de satisfacer muchas de las necesidades básicas de infor-<br />

2 Huitieme rappori sur Ia succession d'Etats danr les mat2ra mires que les traités. Projet d'articla sur<br />

la succession MU biem d%ta~ accompagné de canmentaires, por Mohammed Bedjaoui, rapporteur<br />

spéual, document AKN. 4/292, de fecha 8 de abril de 1976, pág. 36.<br />

Eighth Repoti om Suecessiion of stoles in Respect of Matters oiher than Treahes, Dra# Artides with<br />

Comrnentaries on Sucaession to &te Property, por Mohammed Bedjaoui, Special Rapporteur document<br />

A/EN. 41292, dei 8 de abril de 1976, pág. 25.<br />

3. lbid,pág.54.<br />

193


2.7.3<br />

mación de los gobiernos consiste en organizar y utilizar mejor los recursos<br />

de información que ya están bajo su custodia.<br />

De todos los recursos de información bajo la custodia de los gobiernos, uno<br />

de los más fundamentales es el constituido por la totalidad de sus propios<br />

documentos y archivos administrativos y de programa, que no s610 son los<br />

instrumentos gracias a los cuales funcionan -los instrumentos de adminis-<br />

tración- sino también con el transcurso <strong>del</strong> tiempo, son la prueba tangible y<br />

el subproducto de sus tareas. Como tales, esos datos representan a la vez la<br />

documentación y la fuente de información más fundamental de sus activi-<br />

dades, pasadas y presentes. Proporcionan una documentación sobre los<br />

derechos e intereses de los gobiernos así como de las personas y organiza-<br />

ciones que tienen relaciones con ellos en el desempeño de sus funciones.<br />

2.7.4. Si no disponen de documentos ni de archivos bien organizados y bien<br />

administrados, los gobiernos no pueden funcionar eficazmente. No sólo<br />

tropiezan con dificultades y con una falta de continuidad administrativa, sino<br />

que frecuentemente deben recurrir a fuentes de información extranjeras.<br />

2.7.5 En vista de la complejidad cada vez mayor de la vida moderna, tanto en los<br />

países desarrollados como en los países en desarrollo, muchos gobiernos<br />

llevan a cabo amplias actividades de planificación, desarrollan los servicios<br />

tradicionales y asumen nuevos cometidos y funciones a fin de continuar<br />

satisfaciendo las necesidades económicas y sociales esenciales. Habida<br />

cuenta, además, de la amplitud de las actividades de los organismos guber-<br />

namentales e intergubernamentales modernos, sus documentos y archivos<br />

contienen informaciones cuyo origen y eventual utilización son nacionales<br />

e incluso, con frecuencia, mundiales. Precisamente esta categoría de infor-<br />

mación -inédita y que representa bajo diversa aspectos materiales- debe<br />

ser controlada y administrada eficazmente para que los gobiernos puedan<br />

utilizar todos los datos pertinentes para los fines de planificación y desarro-<br />

llo.<br />

2.7.6 La planificación y la expansión real de las actividades gubernamentales, así<br />

como la administración económica y eficaz de los programas existentes,<br />

exigen el perfeccionamento de los actuales sistemas y prácticas de conser-<br />

vación de documentos y la creación de otros nuevos. Debe prestarse atención<br />

a todo el ciclo de utilización de los documentos, desde su creaci6n o<br />

recepción por un oficina, hasta su conservación definitiva en los archivos de<br />

194


la institución o su eliminación definitiva, pasando por su mante~iento y<br />

utilización en el desempeño de las actividades corrientes.<br />

2.8 Eh años recientes, se ha prestado mucha atención a los millones de páginas de<br />

~f~ación científica y técnica producidas anualmente, así como a la tasa de aumento<br />

de este tipo de información. No existen estadhticas com~~bles por lo que se refiere al<br />

volumen de los documentos y archivos creados, recibidos y acumulados cada año p los<br />

gobiernos a todos los níveles, pero las cifras disponibles son mucho mayores que las<br />

correspondientes a todas las demás categorías de información. Bastará con un solo<br />

ejemplo: en los Últimas años, un solo gobierno ha producido nuevos documentos al ritmo<br />

de 200.000 metros cúbicos por año -o sea, un total anual de 14 mil millones de páginas<br />

de información. Y esto, exclusivamente a nivel nacional de un solo Estado Miembro de<br />

k Unesco, que tiene más de 140. Aun en los paises tecnológicamente avanzados, ni la<br />

miniaturización (gracias a las micro~epr~u~iones) ni la condensación de datos (recurriendo<br />

a la informática) han logrado reducir sensiblemente el volumen total de documentos<br />

producidos: en efecto, en muchos casos, los sistemas informáticos de gestión que<br />

emplean las nuevas tecnologías vienen simplemente a añadirse a los sistemas de archivo<br />

manuales ya existentes, en lugar de sustituirlos.<br />

2.9 Para hacer frente a este volumen siempre creciente de documentos, es indis-<br />

pensable que los gobiernos y demás instituciones creen y desarrollen servicios adecuados<br />

de gestión de documentos y de archivo, que tengan concretamente por objetivo:<br />

2.9.1 Aplicar principios y técnicas modernas de gestión de documentos a fin de<br />

reducir la cantidad y mejorar la calidad de los documentos, prestando<br />

atenci6n especial a la correspondencia, formularios, informes, directrices (e<br />

instrucciones administrativas similares), así como el equipo y a los suminis-<br />

tros de oficina.<br />

2.9.2 Aplicar principios y técnicas modernas de gestión de documentos al mantenimiento<br />

(incluidos el mejoramiento de 10s sistemas de clasificacidn existentes,<br />

y fa creación de sistemas de t~tamlento y clasificación más eficaces)<br />

y a la utilización de los documentos en la realización de las actividades<br />

cOrrientes de dichas instituciones.<br />

2.9.3 Velar porque los documentos que ya no sean ne<strong>cesar</strong>ios para las actividades<br />

corrientes se transfieran de las oficinas e instalaciones de elevado costo a<br />

lugares de almace~miento poco costosos (dep6sitos intermedios).<br />

2.9.4 Prever, para esos documentos semicorrientes, servicios de referencia efica-<br />

195


ces, hasta que a juicio <strong>del</strong> organismo que los haya originado no tengan ya<br />

ningún interés administrativo, jurídico o fiscal, es decir, hasta su caducidad.<br />

2.9.5 Asegurar la evaluación por los servicios de archivas de e m documentos no<br />

corrientes y su traslado a depósitos de archivos adecuadamente equipados<br />

para la conservación permanente de los que tengan valor y utilidad como<br />

prueba fundamental <strong>del</strong> origen, estructura, funciones, procedimientos y<br />

actividades importantes de la institución que los haya creado o recibido y<br />

utilizado en el desempeño de sus funciones, o que contengan informaciones<br />

únicas tanto para la investigación o referencia históricas o de otra índole.<br />

2.9.6 Conservar, organizar y promover la utilización eficaz para el mayor número<br />

de fines y por la mayor cantidad de usuarias posibles de los rewrscs únim<br />

confiados a los depósitos de archivos para su custodia.<br />

2.10 Estos objetivos específicos pueden resumirse en dos objetivos generales.<br />

2.10.1 Fomentar y contribuir a la toma de conciencia y a la comprensión cabal <strong>del</strong><br />

valor y utilidad de los documentos y archivos como recursos básicos de<br />

información, especialmente por lo que se refiere a la planificación y al<br />

desarrollo, conjuntamente con otras recursos de información.<br />

2.10.2 Ayudar a los países, previa petición, a organizar y a desarrollar los sistemas<br />

y servicios de gestión de documentos y archivos ne<strong>cesar</strong>ios para poder<br />

utilizar plena y eficazmente eso5 recursos básicos de información.<br />

Estas son las dos tareas a las que tiene que hacer frente la Unesco como organización<br />

intergubemamental encargada de favorecer y contribuir al desarrollo de los archivos en<br />

sus Estados Miembros y dentro <strong>del</strong> sistema de las Naciones Unidas. Esta doble tarea<br />

constituye asimismo el objetivo a largo plazo propuesto en el Programa de Gestión de<br />

Documentos y Archivos (RAMP).<br />

Extracto de la Consultation d'experts en vue de l'2tablissement d'unprogramme h<br />

bng terme en matiere de gestion des documem et &sbrchives (RAiMP) &m le cadre<br />

du programme general d?nformation, Rapport final1 Enpert Consultatwn on the Deve-<br />

bpment of a Records andArchives ManagementProgramme (RAMP) within the Frame-<br />

wrk of the General Informatwn Programme, Final Repor6 14-16 de mayo de 1979,<br />

París, 1979, págs. 10 a 14.<br />

1%


ELENCOS BIBLIOGRÁFICOS<br />

BIBLIOGRAFÍA PARA EMPEZ AR...<br />

Boletín bibliográfico archiviktico. Córdoba: Centro Interamericano de Desarrollo de<br />

Archivos, 1988. Vol. 1, NQ 1,168 p.<br />

Boletín de información. Madrid: Ministerio de Cultura - Centro de Información Docu-<br />

mental de Archivos, 1980 - 1990 (continúa).<br />

Evans, Frank B. Wriruigs on archivespublished by and with the assktance of Unesco: a<br />

RAMP study. Paris: Unesco/GIP and UNISIST, 1983,33 p.<br />

TERMINOLOG~A<br />

Contribupio doArquivo Público doEstudo des& Paulopara elaborapio do diccwnárw<br />

de terminologiu arquiviktica. Sáo Paulo: 1989,86 p. .<br />

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edition (En inglés y francés con equivalencias en español).<br />

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26 p. Biblioteca Venezolana de Historia ,36.<br />

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Castro, Astréa de Moraes e, Andresa de Moraes e Castro e Danuza de Moraes e Castro<br />

Gasparian. Arquivlstica = técnica; archivologiu = ci@ncia. Brasilia: ABDF,<br />

1985.2 vol.: 233 t 145 p.<br />

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Cook, Michael. Directrices para la prepmacidn & programas de estudios sobre la<br />

gestibn de documentos y la administracibn de archivos modernos: un estudio <strong>del</strong><br />

RAMP. París: Unem/PGI y UNiSIST, 1982,61 p.<br />

Cortés Nonso, Vicenta. Manualde archivos municipales. Madrid: ANABAD, 1989,159<br />

p. Segunda edición corregida y ampliada.<br />

Gallego Domínguez, Olga y Pedro Mpez Gómez. Introduccibn a la archivística. Vito-<br />

ria-Gasteiz: Gobierno Vasco = Departamento de Cultura y Turismo, 1989, 121<br />

p. Edición bilingüe euskera-castellano.<br />

Heredia Herrera, Antonia. Archivística general: teorla y práctica. Sevilla: Diputación<br />

Provincial, 1986, XX, 389 p.<br />

Heredia Herrera, Antonia. Manual de instrumentos de descripcibn documentaL Sevilla:<br />

Diputación Provincial, 1982, 103 p.<br />

Lodolini, Elio. Archivisrica: principi e problemi. Milano: Franco Angelo Editore, 1984,<br />

2% p. (Próximamente aparecerá la versión en español).<br />

Muller Fz., S, J. A. Feith y R. Fruin Th. Az. Manualde arranjo e descrigio de arquivos.<br />

Rio de Janeiro: Arquivo Nacional, 1973,167 p. Tradugo de Manoel Adolpho<br />

Wanderley. (La primera edición de esta obra fue publicada en holandés en 1898<br />

bajo el título de Handleiding voor het ordenen en beschreijeven van Archieven).<br />

Paes, Marilena Leite. Arquivo: teoria e prática. Rio de Janeiro: Editora de Fundasáo<br />

Getulio Vargas, 1986, XII, 162 p.<br />

Pescador <strong>del</strong> Hoyo, María <strong>del</strong> Carmen. El archivo: instalaciún y conservacidn. Madrid:<br />

Ediciones Norma, 1988,249 p.<br />

Pescador <strong>del</strong> Hoyo, María <strong>del</strong> Carmen. El archivo: instrumentos de control. Madrid:<br />

Ediciones Norma, 1986, X, 259 p.<br />

Piazzali, Luis F. Manual práctico sobre técnicas drchivístkas. Buenos Aires: Editorial<br />

Asociación Archivística Argentina, 1982,278 p.<br />

Schellenberg, Theodore R. Archivos mo&rnos:prhcipws y técnicas. La Habana: InSti-<br />

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tuto Panamericano de Geografía e Historia, 1958. Traducción y adiciones de<br />

Manuel Carrera Stampa.<br />

Schellenberg, Theodore R. Técnicas descriptivas de archivos. Córdoba, Argentina:<br />

Universidad Nacional - Escuela de Archiveros, 1961, XXI, 174 p. Collectanea<br />

<strong>archivistica</strong>, 2.<br />

Tanodi, Aurelio. Manual de archivología hispanoamericana: teorías y principios. Cór-<br />

doba, Argentina: Universidad Nacional - Escuela de Archiveros, 1%1, X, 285 p.<br />

Collectanea <strong>archivistica</strong>, 1.<br />

Vázquez, Manuel. Manual de seleccibn docuniental. Córdoba, Argentina: 1982,202 p.<br />

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Briceño Perozo, Mario. Vademécum de archivologúz. Caracas: Archivo General de la<br />

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Cortés Aionso, Vicenta. Archivos de España y América. Madrid: Ed. de la Universidad<br />

Complutense, 1979,382 p.<br />

Varios autores<br />

Archivística: estudios básicos. Sevilla: Diputación Provincial, 1983, 256 p. Segunda<br />

edición.<br />

De archivos y arclzivistas: honienaje a Aurelw Tanodi. Washington, D.C.: Organización<br />

de los Estados Americanos - Departamento de Asuntos Culturales, 1987,1% p.<br />

Textos para el esnsdw archivístico: materiales de trabajo. Lima -Bonn: Pontificia<br />

Universidad Católica <strong>del</strong> Perú - Fundación Alemana para el Desarrollo interna-<br />

cional, 1986,91 p. Edición de César Gutierrez Muñoz y Rolf Nagel.<br />

199


Walne, Peter (recopilador). La administraciún moderna de archivos y la gestión de<br />

documentos: el prontuario RAMP. París: UnescoPGI y UNISIST, 1985, WI,<br />

532 p.<br />

UNA REVISTA<br />

Boktfn Interamericano de Archivos. Córdoba, Argentina: Centro Interamericano de<br />

Archivos, 1974-1983, Vol. 1 - VIII. A partir <strong>del</strong> Vol. IX se llama Anuario<br />

Interamericano &Archivos (continúa).<br />

CONVIENE LEER<br />

Emiliani, Jorge. La ética profesional <strong>del</strong> archivero. Córdoba, Argentina: Major Edicio-<br />

nes, Nov. 1981,64 p. El mundo de los archivos, Vol. 1, N* 2.


Archivísticu, de Cesar Gutiérrez Muñoz, se terminó de<br />

imprimir el 10 de mayo de 1991, Dfa <strong>del</strong>Archivero Peruano,<br />

en los talleres de Lluvia Editores, Av. Garcilaso de la Vega<br />

1976, quinto piso, Of. 501, Lima, por encargo de la Pontificia<br />

Universidad Católica <strong>del</strong> Perú.

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