Revelación Nueva Pr. Julio Chazzarreta

LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO
Lección 9
vive
Apocalipsis 4:10, 11 describe cuán dinámica es la adoración que los seres
angélicos le tributan a su Señor. Destaca en este ejercicio de adoración, la disposición
de los veinticuatro ancianos a despojarse a sí mismos para reconocer
la grandeza divina: se postran y depositan sus coronas delante del trono. Ambas
acciones reflejan vulnerabilidad y dependencia del Creador. En esto, encontramos
tres lecciones para nuestra vida:
1. El sentido de la grandeza divina cambia nuestra actitud hacia nosotros
mismos. Cuando no estamos conscientes de Dios y su poder, tomamos la
gloria, el honor y el poder para nosotros mismos. Pero cuando Dios llega a
ser verdaderamente nuestro Dios, cambiamos nuestras ansias de destacar y de
probar quiénes somos por un ferviente deseo de glorificarlo a él. Identifica de
qué manera podrías estar robándole a Dios su gloria, honor y poder en estas
tres áreas de tu vida: en el círculo de tu hogar; en el círculo de tu iglesia, en
tu comunidad.
2. El sentido de la grandeza divina cambia nuestra actitud hacia nuestras
posesiones. Ninguna criatura celestial se reserva nada para sí. A cada instante
ponen todo a los pies del Creador del universo. Cuando una persona no ha
sido convertida, mira sus posesiones y su dinero como una fuente de identidad
y estatus. “Esta casa es mía”, dice. Esta cuenta bancaria es mía, piensa. Pero
cuando el corazón ha sido transformado, esa persona se vuelve radicalmente
generosa. Ahora mira sus posesiones como un instrumento para dar gloria a
Dios. En tu relación con Dios, ¿te aferras a tus posesiones y procuras dar muy
poco, o eres radicalmente generoso?
3. El sentido de su grandeza divina cambia nuestra actitud hacia Dios.
Para el corazón inconverso, Dios es un ser distante e intimidante. Para el
corazón transformado, Dios es su única fuente de alegría y seguridad. Por eso
le adora sin cesar. Analiza tu corazón en estos momentos. ¿Cómo te sientes
cuando debes devolver tus diezmos y tus ofrendas? Eso te dirá cuán cercano
percibes a Dios. ¿Cómo reaccionas cuando alguien te provoca? Eso te dirá
cuán cercano sientes a Dios. ¿Cómo reaccionas cuando te toca perder en la
vida? Eso te dirá cuánto confías en él.
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Nuestros defectos de carácter generalmente reflejan la existencia de otro dios
en nuestra vida. Por ejemplo, la ira generalmente indica que nuestro dios es
el yo. La tacañería indica que nuestro dios es el dinero. Los celos indican que
nosotros somos dios, y que los demás deben estar a nuestros pies. En este
momento, oren en grupo y pídanle al Espíritu Santo que les revele los dioses
ajenos que quizás haya entre ustedes. Solo al despojarnos de nuestros dioses
podremos darle a Dios la honra que merece. Durante esta semana, considera
en oración tus defectos de carácter. Pídele al Señor que te muestre cuál dios se
esconde tras ellos, y derríbalo con el poder divino.
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