planeta sustentabilidad SEGUROS “VERDES”: POCO PARA ELEGIR La relevancia del tema medioambiental no ha podido ser asumida en propiedad por el sector asegurador. La dificultad para establecer con precisión los potenciales daños y las responsabilidades ha impedido el desarrollo de productos específicos, lo que limita las opciones disponibles para transferir el riesgo. 10 <strong>Contacto</strong>• <strong>Aon</strong>
Las empresas argentinas saben cuán difícil es conseguir un seguro ambiental, aunque estén obligadas a contratarlo. Si bien desde 2002 la legislación ambiental trasandina exige para cada actividad riesgosa con el ecosistema la contratación de un seguro que garantice la recomposición de los daños, durante más de seis años fue letra muerta. No había oferta, porque ninguna aseguradora quería arriesgarse ante un marco legal que no fijaba límites a la responsabilidad del asegurado. Recién a fines de 2008 apareció la primera póliza, pero con un bajo monto máximo de indemnización y sin el respaldo de un reaseguro, con lo que quedaban afuera todas las grandes y medianas empresas. En Chile también es poco lo que hay, pues no existe una póliza diseñada específicamente para cubrir la responsabilidad por daño ambiental. Esto, a pesar de que la Ley General de Medio Ambiente establece la posibilidad de permitir provisoriamente el inicio de un proyecto productivo que haya presentado su Estudio de Impacto Ambiental junto con un seguro que cubra el riesgo por daño al medio ambiente. Así, el principal resguardo a la mano en nuestro país son las pólizas de responsabilidad civil, si bien la extensión de su cobertura se puede ver limitada por diversas exclusiones y cláusulas que limitan su alcance para cubrir el daño ambiental. En gran parte del resto del mundo el panorama es igual de restringido. A pesar de que en toda industria existe el riesgo de provocar un daño ambiental, las posibilidades de cobertura son limitadas porque el sector asegurador tiene escasas herramientas para valorizar esa amenaza. COMPLEJIDAD E INCERTIDUMBRE Los riesgos y siniestros ambientales son muy complejos de analizar. Para empezar, el daño puede ser súbito o crónico. Si ocurre esto último, el obstáculo es poder determinar si se produjo o no dentro del tiempo de cobertura. También hay que establecer si fue provocado por una sola empresa o por varias. E incluso puede ocurrir que el daño fuera causado por una mezcla de emisiones que, por separado, inicialmente eran inocuas. Por otra parte, como los daños ambientales tienen efecto colectivo, es complejo determinar cuáles afectados tienen derecho a resarcimiento. Otra complicación es calcular los daños en función de los ámbitos afectados, pues por ejemplo la contaminación de un lago no sólo genera un efecto económico (pérdida de valor de los terrenos aledaños o paralización de actividades de industrias vinculadas), sino también afecta aspectos más intangibles como el ecosistema, la cultura de una comunidad y la recreación. Incluso en Estados Unidos, el país con mayor experiencia en el tema, las posibilidades son restringidas. Su sistema está basado en un fondo para la compensación de daños, el Super Fund, que es financiado principalmente con impuestos a las industrias. Además, las empresas pueden contratar pólizas directamente a compañías aseguradoras, con el fin de respaldar la cobertura, existiendo la posibilidad de que resguarde al asegurado de demandas por la contaminación histórica preexistente. Este súper fondo posibilita al gobierno contar con fondos frescos para actuar de inmediato apenas se produzca un daño ambiental, incluso si no se puede identificar al responsable, el cual posteriormente debe hacerse cargo de pagar por los efectos del siniestro. El punto que lo ha puesto en el tapete es el hecho de que la responsabilidad no sólo abarca al daño mismo que cause una compañía, sino también al pasivo ambiental que genere. Esto ha sido fuente de amplios gastos para las aseguradoras y puso en riesgo la continuidad de este fondo. OPCIONES EN DESARROLLO En la Unión Europea, en cambio, la flamante legislación sobre seguros ambientales no es tan amplia. La norma no responsabiliza a las empresas por sus pasivos ambientales ni es procedente para daños causados por una contaminación “difusa”, como la polución atmosférica, pues considera que no es posible de abordar técnicamente. Tampoco contempla incluir la contaminación preexistente. Mientras se espera que durante 2010 los países miembros de la UE discutan sobre la obligatoriedad de este instrumento, el procedimiento más común en esa región ha sido la formación de pools integrados por compañías de seguros y reaseguros, que suscriben conjuntamente los riesgos ambientales, permitiendo que las primas resulten más accesibles. En el marco de la Cumbre del Clima de Copenhague, el Banco Mundial dio a conocer la implementación de un seguro de riesgo compartido para catástrofes en el Caribe. Similar al Super Fund, permitirá a los países de la región acceder inmediatamente a recursos líquidos si son azotados por un huracán o un terremoto. Así, los 18 países que comparten el riesgo se ahorran alrededor de un 40% respecto al pago de primas individuales. Cualquiera sea el sistema, lo concreto es que aún no han sido suficientemente desarrollados para realizar un estudio que defina cuál es el más recomendable. Por eso, aunque las materias ambientales seguirán aumentando su relevancia en la sociedad, el sector asegurador parece condenado a seguir estando algunos pasos más atrás de esa necesidad. MODELOS QUE GERMINAN A pesar de las limitaciones, el sector asegurador estadounidense ha aumentado la cantidad de productos y servicios vinculados al medio ambiente. Según el Insurance Information Institute de ese país, ya existen más de 600 productos que, si bien en su mayoría no abarcan a empresas, pueden ser interesantes ejemplos a seguir. Una aseguradora creó un seguro para emergencias humanitarias, adquirido por el Programa Mundial de Alimentos (World Food Programme). Éste hace un seguimiento de los patrones de lluvias y paga reclamos antes de que los eventos de sequía ocurran. En California se ha masificado el seguro automotor basado en el pago por consumo (Pay As You Drive). Mediante un sensor GPS, la aseguradora premia a quien maneja menos de lo establecido en el contrato o que el promedio de conductores. Para quienes desean asegurar su vivienda, existen ofertas en que se descuenta el monto de la prima mensual para los inmuebles que cumplen con la exigente certificación LEED, que promueve la eficiencia y la autogeneración energética. Algunos seguros premian la transformación de un edificio antiguo, por ejemplo, permitiendo el reemplazo de los materiales y equipos por similares que sean “verdes” y eficientes en lo energético. 11 <strong>Contacto</strong>• <strong>Aon</strong>