19.07.2013 Views

el nuevo institucionalismo en el analisis organizacional - laisum

el nuevo institucionalismo en el analisis organizacional - laisum

el nuevo institucionalismo en el analisis organizacional - laisum

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

EL NUEVO INSTITUCIONALISMO EN EL ANALISIS<br />

ORGANIZACIONAL<br />

Paul J. Di Maggio y Walter W. Pow<strong>el</strong>l (1991)<br />

INTRODUCCION<br />

La Teoría Institucional pres<strong>en</strong>ta una paradoja: El análisis institucional es tan viejo como<br />

la exhortación de Durkheim a estudiar los “hechos sociales como cosas”, y lo<br />

sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te nueva para ser llamada novedosa. El Institucionalismo repres<strong>en</strong>ta<br />

pret<strong>en</strong>didam<strong>en</strong>te un <strong>nuevo</strong> <strong>en</strong>foque <strong>en</strong> <strong>el</strong> estudio de los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os sociales, económicos<br />

y políticos, pero se manti<strong>en</strong>e una ambigüedad acerca de lo que implica <strong>en</strong> tanto sus<br />

portavoces varían <strong>en</strong> <strong>el</strong> énfasis r<strong>el</strong>ativo que otorgan los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos micro y macro, <strong>en</strong> su<br />

ponderación de los aspectos cognitivos y normativos de la instituciones, y <strong>en</strong> la<br />

importancia que atribuy<strong>en</strong> a los intereses y a las redes r<strong>el</strong>acionales <strong>en</strong> la creación y<br />

difusión de instituciones.<br />

A pesar de que exist<strong>en</strong> tantos “neo <strong>institucionalismo</strong>s” como disciplinas sociales, este<br />

libro pres<strong>en</strong>ta uno de <strong>el</strong>los, que ha dejado su marca <strong>en</strong> la teoría de las organizaciones, y<br />

está empar<strong>en</strong>tado con la sociología.<br />

El <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto disciplinario<br />

El r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> estudio de las instituciones <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias sociales, surge como<br />

reacción a:<br />

La “revolución conductista” que interpretaba las conductas políticas y<br />

económicas como consecu<strong>en</strong>cia agregada de las <strong>el</strong>ecciones individuales. Los<br />

conductistas veían a las instituciones como epif<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os, como mera suma de<br />

propiedades individuales, despreciando <strong>el</strong> contexto social. La durabilidad de<br />

las instituciones sociales se producía a un alto costo, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un<br />

mundo donde las instituciones se habían convertido <strong>en</strong> algo considerablem<strong>en</strong>te<br />

más grande, complejo, y –prima facie- más importante, que la vida colectiva.<br />

Un resurgimi<strong>en</strong>to de visiones como las de Vebl<strong>en</strong> y Commons que se c<strong>en</strong>traban<br />

<strong>en</strong> los mecanismos a través de los cuales ocurre la acción social y económica.<br />

Al esfuerzo captar las durables interconexiones <strong>en</strong>tre la política, la economía y<br />

la sociedad, de funcionalistas como Parsosns y Sz<strong>el</strong>nick<br />

Estos lineami<strong>en</strong>tos cayeron <strong>en</strong> desuso no solo porque sus preguntas fueran incorrectas,<br />

sino porque pres<strong>en</strong>taban respuestas que eran, o bi<strong>en</strong> fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te descriptivas e<br />

históricam<strong>en</strong>te específicas, o bi<strong>en</strong>, tan abstractas que perdían su fuerza explicativa.<br />

Los esfuerzos actuales por conjugar todas estas tradiciones int<strong>en</strong>tan proveer nuevas<br />

respuestas a las preguntas acerca de cómo se conforman las <strong>el</strong>ecciones sociales, y como<br />

son mediadas y canalizadas por los “arreglos institucionales”.<br />

Las nuevas visiones prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de la antropología, la historia, y la teoría social,<br />

desafían las variedades de determinismo r<strong>el</strong>acionadas tanto con <strong>el</strong> individualismo como<br />

con <strong>el</strong> funcionalismo, aportando nueva luz sobre como es construido, socialm<strong>en</strong>te, <strong>el</strong><br />

significado, y como la acción simbólica transforma las nociones de “ag<strong>en</strong>te”. Esta línea<br />

de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to sugiere que las prefer<strong>en</strong>cias individuales, y ciertas categorías básicas<br />

como “s<strong>el</strong>f”, “acción”, “estado” y “ciudadanía”, son mod<strong>el</strong>adas por las fuerzas<br />

institucionales.<br />

D<strong>en</strong>tro de los estudios <strong>organizacional</strong>es, la teoría institucional ha respondido a<br />

anomalías empíricas, tal como lo han señalado March y Ols<strong>en</strong>: “lo que observamos <strong>en</strong>


<strong>el</strong> mundo es inconsist<strong>en</strong>te con las formas <strong>en</strong> que las teorías contemporáneas nos llevan<br />

a hablar de él”.<br />

Los estudios sobre <strong>el</strong> cambio <strong>organizacional</strong> y político, rutinariam<strong>en</strong>te puntualizan<br />

emerg<strong>en</strong>tes que resultan difíciles de <strong>en</strong>cuadrar con la responsabilidad de un actor<br />

“racional”, o “funcionalista”.<br />

Economía Neo-Institucionalista<br />

La economía neo-institucionalista agrega una saludable dosis de realismo a los<br />

presupuestos básicos de la teoría macroeconómica. Los individuos int<strong>en</strong>tan maximizar<br />

sus conductas <strong>en</strong> base a prefer<strong>en</strong>cias estables y consist<strong>en</strong>tes, pero lo hac<strong>en</strong> <strong>en</strong> pres<strong>en</strong>cia<br />

de limitaciones cognitivas, información incompleta, y dificultades para monitorear y<br />

forzar acuerdos. Las instituciones crec<strong>en</strong> y persist<strong>en</strong> cuando confier<strong>en</strong> b<strong>en</strong>eficios más<br />

grandes que los costos de negociación, ejecución y forzami<strong>en</strong>to (“costos de<br />

transacción”) incurridos <strong>en</strong> crearlas y sost<strong>en</strong>erlas. El “costo de transacción” es –así- la<br />

unidad de análisis primordial de la economía neo-institucionalista. Las partes-<strong>en</strong> un<br />

intercambio- desean economizar los costos de transacción <strong>en</strong> un mundo <strong>en</strong> <strong>el</strong> que la<br />

información es costosa, algunas personas actúan de manera oportunista, y la<br />

racionalidad es limitada.<br />

El desafío, <strong>en</strong>tonces, es como tales atributos (costos de transacción, incertidumbre y<br />

frecu<strong>en</strong>cia) dan lugar a clases específicas de instituciones económicas que reduc<strong>en</strong> la<br />

incertidumbre provey<strong>en</strong>do marcos efici<strong>en</strong>tes para <strong>el</strong> intercambio económico. (North).<br />

La teoría positiva de las instituciones<br />

El neo-<strong>institucionalismo</strong> también ha emergido <strong>en</strong> <strong>el</strong> campo de la política, <strong>en</strong> reacción a<br />

concepciones de conducta política de carácter atomístico, no solo por su visión de la<br />

acción como producto de individuos racionales ori<strong>en</strong>tados a metas, sino también por<br />

concepción abstracta y asocial de los contextos <strong>en</strong> los cuales esos objetivos son<br />

perseguidos.<br />

La teoría positiva de las instituciones se ocupa de la toma de decisiones política,<br />

especialm<strong>en</strong>te, de los modos <strong>en</strong> que las estructuras políticas o instituciones mod<strong>el</strong>an<br />

tales decisiones.<br />

Este <strong>en</strong>foque complem<strong>en</strong>ta al d<strong>el</strong> neo-<strong>institucionalismo</strong> económico su esfuerzo por<br />

vincular los intereses de los actores con los emerg<strong>en</strong>tes políticos.<br />

Puntos de Diverg<strong>en</strong>cia<br />

Exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>foques ilustrados por las diversas definiciones que aportan sobre la<br />

noción de “institución”.<br />

Los ci<strong>en</strong>tistas políticos de la tradición teórica de la <strong>el</strong>ección racional (o la teoría de los<br />

juegos), v<strong>en</strong> a las instituciones como marco de reglas, procedimi<strong>en</strong>tos y acuerdos, o<br />

prescripciones sobre lo requerido, prohibido, o permitido. Los economistas neoinstitucionalistas<br />

v<strong>en</strong> a las instituciones como “regularidades <strong>en</strong> interacciones<br />

repetitivas”.<br />

Los estudiosos de las organizaciones concib<strong>en</strong> a las instituciones como estructuras de<br />

gobierno; acuerdos sociales para minimizar los costos de transacción.<br />

Cuando nos movemos d<strong>en</strong>tro de los <strong>en</strong>foques d<strong>el</strong> <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco<br />

de la teoría <strong>organizacional</strong>, <strong>el</strong> término “institución” toma un significado difer<strong>en</strong>te.<br />

Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> la economía, la política, etc., las instituciones son producto d<strong>el</strong> diseño


humano, <strong>el</strong> resultado de acciones que <strong>en</strong>cierran propósitos ejecutadas por individuos<br />

instrum<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te ori<strong>en</strong>tados, <strong>en</strong> las organizaciones, aún cuando las instituciones son<br />

resultado de la actividad humana, estas no son necesariam<strong>en</strong>te producto de un diseño<br />

consci<strong>en</strong>te.<br />

En la teoría <strong>organizacional</strong> y <strong>en</strong> la sociología, <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong> conlleva un<br />

rechazo a los mod<strong>el</strong>os de “actores racionales”; un interés <strong>en</strong> las instituciones como<br />

variables indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes; una vu<strong>el</strong>ta hacia las explicaciones cognitivas y culturales; y<br />

un interés <strong>en</strong> las propiedades de las unidades de análisis supra-individuales, las que no<br />

pued<strong>en</strong> ser reducidas a agregaciones o consecu<strong>en</strong>cias directas de los motivos o atributos<br />

individuales.<br />

En la tradición sociológica, la institucionalización es tanto un proceso f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ológico,<br />

por <strong>el</strong> cual ciertas r<strong>el</strong>aciones y acciones pasan a ser tomadas por seguras, como un<br />

estado de situación <strong>en</strong> <strong>el</strong> cual las cogniciones compartidas defin<strong>en</strong> que es lo que ti<strong>en</strong>e<br />

s<strong>en</strong>tido, y que acciones son posibles.<br />

Las “conv<strong>en</strong>ciones” no son <strong>en</strong>t<strong>en</strong>didas como meras conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cias, sino que toman <strong>el</strong><br />

estatus de reglas para <strong>el</strong> p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to social y la acción.<br />

Los sociólogos v<strong>en</strong> conductas pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te institucionalizables <strong>en</strong> un vasto territorio:<br />

desde <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to mutuo <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito de una familia, hasta <strong>en</strong> los mitos de<br />

racionalidad y progreso <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema mundial.<br />

El <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong>, <strong>en</strong> la teoría <strong>organizacional</strong>, se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> las estructuras<br />

<strong>organizacional</strong>es, y <strong>en</strong> los procesos, tomando como punto de partida la homog<strong>en</strong>eidad<br />

de prácticas y acuerdos <strong>en</strong>contrados <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral, <strong>en</strong> las escu<strong>el</strong>as, <strong>en</strong> los<br />

estados, <strong>en</strong> las corporaciones.<br />

La naturaleza constante y repetitiva de la mayor parte de la vida organizada es<br />

explicable, no solo por refer<strong>en</strong>cia a actores individuales que buscan maximización, sino<br />

porque se da por segura su calidad y por su reproducción <strong>en</strong> estructuras que son, de<br />

cierta manera, auto-sost<strong>en</strong>ibles.<br />

Una segunda línea divisoria <strong>en</strong>tre los varios “<strong>institucionalismo</strong>s” ti<strong>en</strong>e que ver con la<br />

sigui<strong>en</strong>te pregunta: ¿Reflejan las instituciones las prefer<strong>en</strong>cias de los actores<br />

individuales o corporativos, o repres<strong>en</strong>tan emerg<strong>en</strong>tes colectivos que no son la simple<br />

suma de los intereses individuales?<br />

La mayoría de los economistas d<strong>el</strong> “<strong>institucionalismo</strong>” asum<strong>en</strong> que los actores<br />

construy<strong>en</strong> instituciones capaces de conseguir los emerg<strong>en</strong>tes que <strong>el</strong>los desean, sin<br />

preguntarse de donde surg<strong>en</strong> las prefer<strong>en</strong>cias y sin considerar los mecanismos de<br />

retroalim<strong>en</strong>tación <strong>en</strong>tre intereses e instituciones. Los arreglos institucionales son<br />

soluciones adaptativas a los problemas de oportunidad, información imperfecta, y<br />

costos de monitoreo.<br />

La rama más sociológica d<strong>el</strong> <strong>institucionalismo</strong>, rechaza esta ori<strong>en</strong>tación por varias<br />

razones. Primero, los individuos no <strong>el</strong>ig<strong>en</strong> librem<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre instituciones, costumbres,<br />

normas sociales, o procedimi<strong>en</strong>tos legales. Uno no puede decidir jugar al ajedrez por<br />

sus propias reglas, u optar por no pagar los impuestos. Los teóricos <strong>organizacional</strong>es no<br />

prefier<strong>en</strong> mod<strong>el</strong>os basados <strong>en</strong> la <strong>el</strong>ección, sino los que se basan <strong>en</strong> expectativas dadas<br />

por seguras, asumi<strong>en</strong>do que los actores asocian ciertas acciones con ciertas situaciones<br />

sigui<strong>en</strong>do la regla de que son “apropiadas”; expectativas que fueron incorporadas <strong>en</strong> los<br />

procesos de socialización, educación, apr<strong>en</strong>dizaje <strong>en</strong> la tarea, o aceptación de<br />

conv<strong>en</strong>ciones.<br />

Segundo, los individuos <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan <strong>el</strong>ecciones constantem<strong>en</strong>te, pero al hacerlo se guían<br />

por las experi<strong>en</strong>cias de otros <strong>en</strong> situaciones comparables, y por refer<strong>en</strong>cia a estándares<br />

de conducta.


Más aún, los sociólogos institucionalistas cuestionan <strong>el</strong> que las <strong>el</strong>ecciones y<br />

prefer<strong>en</strong>cias individuales puedan ser apropiadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>t<strong>en</strong>didas fuera d<strong>el</strong> marco<br />

histórico y cultural <strong>en</strong> <strong>el</strong> que están embebidas. Hasta la misma noción de <strong>el</strong>ección<br />

racional refleja rituales seculares modernos y mitos que constituy<strong>en</strong> y restring<strong>en</strong> la<br />

acción legitima.<br />

Tercero, las instituciones no se adaptan v<strong>el</strong>ozm<strong>en</strong>te a los intereses, sino que evolucionan<br />

l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te y de modos que no pued<strong>en</strong> ser anticipados.<br />

Algunos institucionalistas <strong>en</strong> economía y ci<strong>en</strong>cia política, reconoc<strong>en</strong> que las<br />

instituciones no son muy maleables. Los acuerdos institucionales, restring<strong>en</strong> la<br />

conducta individual haci<strong>en</strong>do que algunas <strong>el</strong>ecciones no estén disponibles, cerrando<br />

ciertos cursos de acción, y limitando ciertos patrones de asignación de recursos.<br />

Economistas, como Richard N<strong>el</strong>son y Sydney Winter, <strong>en</strong>fatizan <strong>el</strong> rol de las reglas, las<br />

normas y la cultura <strong>en</strong> <strong>el</strong> cambio <strong>organizacional</strong>, y pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> duda la visión de que la<br />

compet<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado asegura la s<strong>el</strong>ección de estructuras <strong>organizacional</strong>es y<br />

procesos eficaces. Pero, estas opiniones son excepciones. La mayoría de los teóricos de<br />

la <strong>el</strong>ección y los economistas que estudian instituciones, las v<strong>en</strong> como lugares<br />

provisionales, temporarios, <strong>en</strong> <strong>el</strong> camino hacia una solución de equilibrio eficaz.<br />

Para los sociólogos <strong>organizacional</strong>es, los acuerdos institucionalizados son reproducidos<br />

porque los individuos normalm<strong>en</strong>te no pued<strong>en</strong> ni siquiera concebir alternativas (o<br />

porque las consideran no-realistas. Las instituciones no solo limitan las opciones, sino<br />

que establec<strong>en</strong> <strong>el</strong> criterio por <strong>el</strong> cual las personas descubr<strong>en</strong> sus prefer<strong>en</strong>cias. En otras<br />

palabras, algunos de los límites mas important6es, son cognitivos.<br />

Cuando <strong>el</strong> cambio <strong>organizacional</strong> ocurre, es de un modo episódico y dramático, <strong>en</strong><br />

respuesta al cambio institucional a niv<strong>el</strong> macro. No es suave e increm<strong>en</strong>tal.<br />

Allí donde los economistas y los ci<strong>en</strong>tistas políticos ofrec<strong>en</strong> explicaciones funcionales<br />

de los modos <strong>en</strong> que las instituciones repres<strong>en</strong>tan soluciones eficaces a los problemas de<br />

gobernancia, los sociólogos rechazan las explicaciones funcionales y se c<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> los<br />

modos <strong>en</strong> que las instituciones complican y construy<strong>en</strong> los modos <strong>en</strong> los cuales son<br />

vistas las soluciones.<br />

El Nuevo Institucionalismo y la tradición Sociológica<br />

El Nuevo Institucionalismo aplicado al análisis <strong>organizacional</strong>, <strong>en</strong>fatiza las maneras <strong>en</strong><br />

que es estructurada la acción y es posible <strong>el</strong> ord<strong>en</strong>, mediante sistemas de reglas<br />

compartidas que, al mismo tiempo, restring<strong>en</strong> la inclinación y capacidad de los actores a<br />

la optimización, y privilegian a algunos grupos cuyos intereses son garantizados<br />

mediante recomp<strong>en</strong>sas y sanciones.<br />

Sus aportes difier<strong>en</strong> de las previas contribuciones de la sociología <strong>en</strong> <strong>el</strong> campo de las<br />

organizaciones y las instituciones.<br />

Tanto los primeros como los modernos teóricos neo-institucionalistas compart<strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

escepticismo respecto de los mod<strong>el</strong>os de organización basados <strong>en</strong> la idea de “actor<br />

racional”, y ambos v<strong>en</strong> la institucionalización como un proceso estado-dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te que<br />

hace que las organizaciones sean m<strong>en</strong>os instrum<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te racionales, al limitar las<br />

opciones que estas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> disponibles. Ambos, <strong>en</strong>fatizan las r<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre las<br />

organizaciones y sus ambi<strong>en</strong>tes, y también ambos, promet<strong>en</strong> rev<strong>el</strong>ar aspectos de la<br />

realidad que son inconsist<strong>en</strong>tes con las responsabilidades formales de las<br />

organizaciones. En ambos casos, se <strong>en</strong>fatiza <strong>el</strong> rol de la cultura como forjadora de la<br />

realidad <strong>organizacional</strong>.<br />

El viejo <strong>institucionalismo</strong> era fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te político, <strong>en</strong> su análisis d<strong>el</strong> conflicto<br />

grupal y la estrategia <strong>organizacional</strong>. Por <strong>el</strong> contrario, <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong> ha


usualm<strong>en</strong>te desplegado los conflictos de interés d<strong>en</strong>tro y <strong>en</strong>tre las organizaciones, o<br />

<strong>en</strong>fatizado <strong>el</strong> modo <strong>en</strong> que las organizaciones respond<strong>en</strong> a tales conflictos mediante la<br />

<strong>el</strong>aboración de estructuras administrativas altam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>aboradas, tratando de evitar que<br />

los actores actú<strong>en</strong> <strong>en</strong> base a sus propios intereses.<br />

A pesar de que los viejos y los <strong>nuevo</strong>s <strong>en</strong>foques acuerdan <strong>en</strong> que la institucionalización<br />

restringe la racionalidad <strong>organizacional</strong>, id<strong>en</strong>tifican difer<strong>en</strong>tes fu<strong>en</strong>tes de restricción: los<br />

<strong>en</strong>foques antiguos <strong>en</strong>fatizan que la priorización de ciertos intereses d<strong>en</strong>tro de la<br />

organización se debe a las s<strong>el</strong>ecciones y alianzas políticas, mi<strong>en</strong>tras que los modernos<br />

<strong>en</strong>fatizan <strong>en</strong> la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre estabilidad y legitimidad, y <strong>el</strong> poder de acuerdos comunes<br />

que están raram<strong>en</strong>te articulados de una manera explícita.<br />

Conflictos de intereses<br />

Fu<strong>en</strong>tes de inercia<br />

Énfasis estructural<br />

Organización embebida<br />

<strong>en</strong>…<br />

Forma de estar<br />

embebida…<br />

Locus de la<br />

institucionalización<br />

Dinámica <strong>organizacional</strong><br />

Bases de la crítica al<br />

utilitarismo<br />

Evid<strong>en</strong>cia para fundar la<br />

crítica al utilitarismo<br />

Formas básicas de<br />

cognición<br />

Bases cognitivas d<strong>el</strong><br />

ord<strong>en</strong><br />

Objetivos<br />

Ag<strong>en</strong>da<br />

VIEJO<br />

INSTITUCIONALISMO<br />

C<strong>en</strong>tral<br />

Intereses priorizados<br />

Estructura informal<br />

La comunidad local<br />

Cooptación<br />

La Organización<br />

Cambio<br />

Teoría de la agregación de<br />

intereses<br />

Consecu<strong>en</strong>cias no previstas<br />

Valores, normas,<br />

actitudes…<br />

Compromiso<br />

Desplazados<br />

R<strong>el</strong>evancia política<br />

NUEVO<br />

INSTITUCIONALISMO<br />

Periférico<br />

Imperativos de legitimidad<br />

Rol simbólico de la<br />

estructura formal<br />

El campo de actividad, <strong>el</strong><br />

sector<br />

Constitutiva<br />

El campo, o sector.<br />

Persist<strong>en</strong>cia<br />

Teoría de la acción<br />

Acción no reflexiva<br />

Calificaciones, rutinas,<br />

guiones, esquemas.<br />

Hábitos; acción práctica<br />

Ambiguos<br />

Disciplinaria


De las difer<strong>en</strong>cias señaladas <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro preced<strong>en</strong>te, hay algunas que son r<strong>el</strong>evantes.<br />

1) El viejo <strong>institucionalismo</strong> resalta las zonas grises de las interacciones informales<br />

(patrones de influ<strong>en</strong>cia, coaliciones, <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos particulares d<strong>el</strong> reclutami<strong>en</strong>to y<br />

promoción de personas) para ilustrar de que modo esas estructuras informales desvían y<br />

constriñ<strong>en</strong> ciertos aspectos de la estructura formal, y también para demostrar cómo se<br />

subvierte la misión racional de la organización debido a intereses particulares. Por<br />

contraste, <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong> sitúa la irracionalidad <strong>en</strong> la propia estructura,<br />

atribuy<strong>en</strong>do la difusión de ciertos procedimi<strong>en</strong>tos departam<strong>en</strong>tales y operativos, a las<br />

influ<strong>en</strong>cias inter-<strong>organizacional</strong>es, a la conformidad, y a la persuasión de los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos<br />

culturales, antes que a las funciones que se supone que cumpl<strong>en</strong>.<br />

2) La visión d<strong>el</strong> Nuevo-Instititucionalismo acerca de los “ambi<strong>en</strong>tes” como campos de<br />

actividad o sectores <strong>en</strong> los que está embebida la organización, señala una forma<br />

subterránea de influ<strong>en</strong>cia: antes que ser cooptadas, las organizaciones son p<strong>en</strong>etradas<br />

por esos ambi<strong>en</strong>tes, los que crean las l<strong>en</strong>tes a través de los cuales los actores observan <strong>el</strong><br />

mundo y las difer<strong>en</strong>tes categorías de estructura, acción, y p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to.<br />

3) El viejo <strong>institucionalismo</strong> establece un único carácter <strong>organizacional</strong> cristalizado por<br />

la preservación de la costumbre. La noción de “carácter” (<strong>en</strong>raizada <strong>en</strong> la psicología d<strong>el</strong><br />

“yo”) implica un alto niv<strong>el</strong> de consist<strong>en</strong>cia simbólica y funcional d<strong>en</strong>tro de cada<br />

institución. Sobre todo, dado que <strong>el</strong> proceso de formación d<strong>el</strong> carácter opera al niv<strong>el</strong><br />

<strong>organizacional</strong>, la diversidad inter-<strong>organizacional</strong> solo puede increm<strong>en</strong>tarse. El <strong>nuevo</strong><br />

<strong>institucionalismo</strong> ti<strong>en</strong>de a reducir la variedad, ya que opera a través de las<br />

organizaciones. No solo <strong>en</strong>fatiza la homog<strong>en</strong>eidad de las organizaciones, sino también<br />

la estabilidad de los compon<strong>en</strong>tes institucionalizados, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> viejo<br />

<strong>institucionalismo</strong> veía al cambio cómo una parte <strong>en</strong>démica de las organizaciones,<br />

evolucionando a partir de una r<strong>el</strong>ación adaptativa con sus ambi<strong>en</strong>tes locales.<br />

4) A pesar de que tanto <strong>el</strong> viejo como <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong> rechazan la idea de<br />

mirar la conducta <strong>organizacional</strong> como suma de las acciones individuales, exist<strong>en</strong><br />

difer<strong>en</strong>cias. Para <strong>el</strong> “viejo”, <strong>el</strong> problema no se deriva tanto de asumir que los individuos<br />

persigu<strong>en</strong> intereses materiales e ideales, sino con la noción de que tales búsquedas<br />

individuales conduc<strong>en</strong> a la racionalidad <strong>organizacional</strong>. Por <strong>el</strong> contrario, las<br />

organizaciones son “herrami<strong>en</strong>tas recalcitrantes”, y los esfuerzos por dirigirlas ced<strong>en</strong><br />

ante consecu<strong>en</strong>cias no anticipadas que están más allá d<strong>el</strong> control de nadie. El “<strong>nuevo</strong><br />

<strong>institucionalismo</strong>” rechaza la int<strong>en</strong>cionalidad <strong>en</strong> base a una teoría alternativa de la<br />

acción individual, que <strong>en</strong>fatiza lo irreflexivo, la rutina, lo dado por supuesto <strong>en</strong> la mayor<br />

parte de las conductas humanas; y concibe a los actores y sus intereses como<br />

constituidos por las instituciones.<br />

5) Subrayando todas estas difer<strong>en</strong>cias, existe una amplia distinción <strong>en</strong> las concepciones<br />

que uno y otro sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> respecto de las bases culturales o cognitivas de la conducta<br />

institucionalizada. Para los viejos institucionalistas, las formas cognitivas sali<strong>en</strong>tes son<br />

los valores, las normas, y las actitudes. Las Organizaciones se institucionalizan cuando<br />

son impregnadas con valores, <strong>en</strong> tanto fines <strong>en</strong> sí mismos. Las prefer<strong>en</strong>cias de los<br />

participantes <strong>en</strong> <strong>el</strong>las son mod<strong>el</strong>adas por las normas, reflejadas <strong>en</strong> los juicios de<br />

evaluación. Los recién llegados deb<strong>en</strong> pasar por una socialización (o inducción) que los<br />

lleva a internalizar los valores <strong>organizacional</strong>es, que son experim<strong>en</strong>tados como<br />

“compromisos”. El “Nuevo Institucionalismo” cree que la institucionalización es<br />

fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te un proceso cognitivo. Las obligaciones normativas <strong>en</strong>tran <strong>en</strong> la vida<br />

social, primariam<strong>en</strong>te como hechos que los actores toman <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta. No se trata de<br />

normas y valores, sino de guiones dados por supuestos, reglas, y clasificaciones. Es de<br />

eso que están hechas las instituciones. Antes que organizaciones concretas que g<strong>en</strong>eran<br />

un compromiso afectivo, las instituciones son abstracciones, prescripciones


acionalizadas e impersonales, tipificaciones compartidas. El Nuevo Institucionalismo<br />

ti<strong>en</strong>de a rechazar la teoría de la socialización, con su carga de id<strong>en</strong>tificación e<br />

internalización. Prefiere las más frías “psicologías implícitas”: mod<strong>el</strong>os cognitivos <strong>en</strong><br />

los cuales los guiones y los esquemas conduc<strong>en</strong> a qui<strong>en</strong>es toman decisiones a resistirse<br />

a toda nueva evid<strong>en</strong>cia.<br />

El Institucionalismo y la Teoría de la Acción.<br />

Lo que ha existido es un cambio dramático <strong>en</strong> <strong>el</strong> modo <strong>en</strong> que los ci<strong>en</strong>tistas sociales han<br />

com<strong>en</strong>zado a p<strong>en</strong>sar sobre la conducta y la motivación humana. Las últimas dos décadas<br />

han sido testigo de un giro cognitivo <strong>en</strong> la teoría social comparable al rechazo d<strong>el</strong><br />

utilitarismo por los teóricos d<strong>el</strong> cambio de siglo. Los desarrollos reci<strong>en</strong>tes repres<strong>en</strong>tan<br />

un cambio respecto de la teoría de la acción de Parsons (<strong>en</strong>raizada <strong>en</strong> la psicología d<strong>el</strong><br />

ego de Freud), ori<strong>en</strong>tado hacia una teoría de la acción práctica basada <strong>en</strong> la<br />

etnometodología y <strong>en</strong> la “revolución cognitiva” de la psicología.<br />

Ha habido pocos esfuerzos por hacer explícitos los micro-fundam<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> <strong>nuevo</strong><br />

<strong>institucionalismo</strong>. La mayoría de los institucionalistas prefiere conc<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> la<br />

estructura de los ambi<strong>en</strong>tes, y <strong>en</strong> la autonomía analítica de las macro-estructuras.<br />

Creemos que es importante desarrollar una psicología social de apuntalami<strong>en</strong>to, que<br />

resalte tanto las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los mod<strong>el</strong>os de actor institucional y actor racional,<br />

como las distinciones respecto de las tradiciones sociológicas establecidas, y respecto de<br />

los <strong>en</strong>foques d<strong>el</strong> análisis <strong>organizacional</strong> que concib<strong>en</strong> a las organizaciones como<br />

recurso-dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />

Aún cuando coincidimos <strong>en</strong> que <strong>el</strong> costado macro d<strong>el</strong> neo-<strong>institucionalismo</strong> es c<strong>en</strong>tral,<br />

creemos que toda macro-sociología descansa <strong>en</strong> una micro-sociología, aunque sea,<br />

tácita. Mucho de lo distintivo d<strong>el</strong> neo-<strong>institucionalismo</strong> se despr<strong>en</strong>de de sus imág<strong>en</strong>es<br />

implícitas sobre los motivos y ori<strong>en</strong>taciones para la acción, de los actores, y los<br />

contextos <strong>en</strong> los que estos actúan. De aquí que, para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der <strong>el</strong> neo-<strong>institucionalismo</strong>,<br />

sea necesario sacar a la luz estos supuestos.<br />

El trabajo que S<strong>el</strong>znick y sus colegas abordan guarda una fuerte afinidad con la teoría<br />

de Parsons, no con su trabajo sobre organizaciones sino con <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativo a la “teoría<br />

g<strong>en</strong>eral de la acción. Esa teoría estuvo profundam<strong>en</strong>te influ<strong>en</strong>ciada por las lecturas que<br />

Parsons hizo de Freud, a quién veía convergi<strong>en</strong>do con Durkheim <strong>en</strong> cuanto a<br />

compr<strong>en</strong>der a la internalización de las normas culturales y los objetos sociales como<br />

parte de la personalidad. Es de la teoría de las r<strong>el</strong>aciones objetales de Freud, de donde<br />

Parsons saca su énfasis <strong>en</strong> la internalización, <strong>el</strong> compromiso, y la infusión de objetos<br />

con valor, todos temas preponderantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo de S<strong>el</strong>znick.<br />

Con las recomp<strong>en</strong>sas socio-emocionales de sus padres, como alici<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> niño<br />

internaliza los valores par<strong>en</strong>tales, e introyecta estándares de evaluación por <strong>el</strong><br />

desempeño de roles, de tal modo que la propia “performance” es vista como<br />

recomp<strong>en</strong>sante por derecho propio. Equipado con tales valores y disposicionesnecesidades,<br />

y por un sistema simbólico que hace posible la comunicación, los niños<br />

llegan a la adultez listos para conformar las expectativas de los otros y repres<strong>en</strong>tar los<br />

roles sociales para los cuales han sido s<strong>el</strong>eccionados.<br />

La integración de las ori<strong>en</strong>taciones de valor, d<strong>en</strong>tro de una colectividad, es postulada<br />

como un imperativo funcional: los roles son institucionalizados solo cuando son<br />

pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te congru<strong>en</strong>tes con los patrones culturales prevaleci<strong>en</strong>tes, y cuando son<br />

organizados <strong>en</strong> base a expectativas de conformidad con patrones -moralm<strong>en</strong>te<br />

sancionados- de ori<strong>en</strong>taciones de valor compartidas por los miembros de esa<br />

colectividad.


La “Integración Institucional”, es decir la integración de un conjunto de patrones de<br />

valores comunes, con la estructura de necesidades-disposiciones internalizada<br />

constituy<strong>en</strong>do la personalidad, es <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o nuclear que está <strong>en</strong> la base d<strong>el</strong> ord<strong>en</strong><br />

social. (Parsons).<br />

Vale la p<strong>en</strong>a hacer notar que <strong>el</strong> <strong>en</strong>raizami<strong>en</strong>to de la conducta humana <strong>en</strong> la moralidad y<br />

<strong>el</strong> compromiso no emerge naturalm<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> marco de refer<strong>en</strong>cia de la acción (como<br />

sosti<strong>en</strong>e Parsons), sino que refleja una estrategia reduccionista que que minimiza<br />

<strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos cruciales de la propia definición de cultura de Parsons, que hubieran<br />

conducido a una mayor apreciación de los aspectos puram<strong>en</strong>te cognitivos de la conducta<br />

social.<br />

En su esquema tripartito de ori<strong>en</strong>taciones para la acción, Parsons describe inicialm<strong>en</strong>te a<br />

la cultura como un conjunto de esferas cognitivas (incluy<strong>en</strong>do ideas y cre<strong>en</strong>cias), una<br />

dim<strong>en</strong>sión catéctica (afectiva, expresiva), y un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to evaluativo (consist<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

ori<strong>en</strong>taciones de valor). Cada uno de estos aspectos de la cultura podría servir como<br />

objetos de ori<strong>en</strong>tación, o –por <strong>el</strong> contrario- ser internalizados como constitutivos de<br />

ori<strong>en</strong>taciones para la acción. Este esquema es rico y sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te multidim<strong>en</strong>sional<br />

como para proveer una base para un análisis exhaustivo de los modos <strong>en</strong> los que la<br />

cognición, <strong>el</strong> afecto, y los valores, influ<strong>en</strong>cian y están implicados <strong>en</strong> la conducta. Sin<br />

embargo, Parsons hace una serie de movidas reduccionistas que truncan radicalm<strong>en</strong>te la<br />

amplitud de su discusión. Tres de <strong>el</strong>las, son críticas. 1) La cultura, como objeto de<br />

ori<strong>en</strong>tación exist<strong>en</strong>te afuera d<strong>el</strong> actor, es subestimada a favor de la cultura como un<br />

<strong>el</strong>em<strong>en</strong>to internalizado de la personalidad, bloqueando así <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> uso estratégico<br />

de la cultura como medio para perseguir determinados fines.2) D<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> modo<br />

constitutivo de la cultura, Parsons transfiere su at<strong>en</strong>ción de los aspectos cognitivos a los<br />

evaluativos, <strong>en</strong>fatizando la internalización de ori<strong>en</strong>taciones de valor, y situando la<br />

inculcación de expectativas institucionalizadas de roles <strong>en</strong> <strong>el</strong> c<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> análisis. 3) La<br />

cognición y la catécsis son confinadas a una “ori<strong>en</strong>tación coginitivo-catéctica” hibrida,<br />

donde la situación de la acción siempre incluye expectativas concerni<strong>en</strong>tes con<br />

gratificaciones o privaciones.<br />

Así, Parsons deja afuera d<strong>el</strong> análisis aspectos rutinarios de la conducta, “dados por<br />

hechos”, afectiva y evaluativam<strong>en</strong>te neutrales, por –apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te- ninguna otra razón<br />

que no sea simplificar la construcción de sus variables de seis patrones, a las cuales<br />

reduce ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te la cultura. Como resultado, su ruptura con <strong>el</strong> utilitarismo es<br />

incompleta. La acción continúa si<strong>en</strong>do racional, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de que personas racionales<br />

persigu<strong>en</strong> –cuasi int<strong>en</strong>cionalm<strong>en</strong>te- la gratificación, balanceando criterios evaluativos<br />

complejos y multifacéticos.<br />

Parsons establece un paradigma multidim<strong>en</strong>sional que compr<strong>en</strong>de las dim<strong>en</strong>siones<br />

afectivas y evaluativos de las ori<strong>en</strong>taciones de los actores, y una teoría de roles<br />

sofisticada, que vincula los niv<strong>el</strong>es de análisis individual y societal. Va más allá de la<br />

racionalidad instrum<strong>en</strong>tal, trasc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do la fácil dicotomía <strong>en</strong>tre pasiones e intereses, y<br />

<strong>en</strong>dog<strong>en</strong>iza y socializa la motivación. Pero, a un niv<strong>el</strong> f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ológico, omiti<strong>en</strong>do los<br />

procesos de cognición y adoptando <strong>el</strong> paradigma d<strong>el</strong> “alter ego”, reproduce <strong>el</strong> tipo de<br />

razonami<strong>en</strong>to “como sí” d<strong>el</strong> utilitarismo, y su retórica de gratificación y <strong>el</strong>ección.<br />

En síntesis, la solución de Parsons fue incompleta por tres razones: 1) Focaliza <strong>en</strong> lo<br />

evaluativo, casi hasta excluir los aspectos cognitivos o catécticos de la cultura y la<br />

ori<strong>en</strong>tación a la acción. 2) Implícitam<strong>en</strong>te, trata a la acción como si fuera <strong>el</strong> producto de<br />

un ag<strong>en</strong>te razonando discursivam<strong>en</strong>te. 3) Asume requisitos más restrictivos respecto de<br />

la consist<strong>en</strong>cia intra e inter-subjetiva que los adoptados por los más reci<strong>en</strong>tes trabajos <strong>en</strong><br />

psicología.


No se lo puede culpar. Su visión d<strong>el</strong> s<strong>el</strong>f, la cultura y la sociedad como <strong>en</strong>tidades<br />

moralm<strong>en</strong>te integradas, y su definición de las instituciones como un sistema de normas<br />

regulatorias, de reglas que gobiernan la acción <strong>en</strong> la búsqueda de fines inmediatos (<strong>en</strong><br />

términos de su conformidad con <strong>el</strong> sistema de valores propios de la comunidad),<br />

reflejan la época <strong>en</strong> la que estaba escribi<strong>en</strong>do.<br />

Estos supuestos, y la teoría de la acción que de aquí surge, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido para<br />

institucionalistas como S<strong>el</strong>znick, y los ayuda a alumbrar áreas previam<strong>en</strong>te ignoradas de<br />

la vida <strong>organizacional</strong>. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para la “etnometodología”,<br />

y la “revolución cognitiva” hicieran que <strong>el</strong> l<strong>en</strong>guaje de las normas y valores de Parsons<br />

resonara m<strong>en</strong>os, y condujeron a la búsqueda de una teoría alternativa de la acción social.<br />

Una de estas, la psicología cognitiva, ti<strong>en</strong>e una rama <strong>en</strong> la Carnegie School (d<strong>en</strong>tro de la<br />

teoría <strong>organizacional</strong>). Una de sus contribuciones claves fue su foco <strong>en</strong> los aspectos<br />

rutinarios, dados por s<strong>en</strong>tado, de la vida <strong>organizacional</strong>. Podemos <strong>en</strong>contrar pistas de<br />

cognitivismo <strong>en</strong> la teoría Weberiana de la burocracia (su énfasis <strong>en</strong> <strong>el</strong> rol de las reglas<br />

calculables para reducir la incertidumbre y racionalizar las r<strong>el</strong>aciones de poder; y su<br />

noción de que la burocracia difiere de la “administración gestionada por notables”, la<br />

cual, estando m<strong>en</strong>os limitada por lo esquemático, es m<strong>en</strong>os formal y funciona mas<br />

l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te). Pero la ci<strong>en</strong>cia cognitiva per- se fue introducida <strong>en</strong> la teoría de las<br />

organizaciones por Herbert Simon, James March, y Richard Cyert. Ellos y sus colegas<br />

desarrollaron un conjunto de visiones que hoy se consideran fundacionales <strong>en</strong> los<br />

estudios <strong>organizacional</strong>es: La importancia de la incertidumbre y su reducción por medio<br />

de rutinas <strong>organizacional</strong>es; la noción de que organizar la at<strong>en</strong>ción es un proceso c<strong>en</strong>tral<br />

d<strong>el</strong> cual surg<strong>en</strong> las decisiones; la preocupación (con sus implicancias para la toma de<br />

decisiones) por las <strong>el</strong>ecciones realizadas bajo condiciones de ambigüedad respecto de<br />

prefer<strong>en</strong>cias, tecnología e interpretación; y las difer<strong>en</strong>tes visiones que surg<strong>en</strong> de<br />

considerar a la toma de decisiones como un proceso político que involucra a múltiples<br />

actores con prefer<strong>en</strong>cias difer<strong>en</strong>tes.<br />

El Nuevo Institucionalismo, <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación a la teoría <strong>organizacional</strong> ti<strong>en</strong>e una deuda<br />

considerable con la Carnegie School.<br />

Apr<strong>en</strong>dimos de Simon que <strong>el</strong> hábito no debe ser visto como un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to puram<strong>en</strong>te<br />

pasivo <strong>en</strong> la conducta, sino como un medio por <strong>el</strong> cual se dirige la at<strong>en</strong>ción a aspectos<br />

s<strong>el</strong>eccionados de una situación, y se excluy<strong>en</strong> aspectos contrarios que podrían torcer la<br />

decisión <strong>en</strong> otra dirección. La rica discusión que plantea Simon d<strong>el</strong> rol de las premisas<br />

<strong>en</strong> la estructuración de las actividades y percepciones de los miembros de la<br />

organización, también sigue si<strong>en</strong>do una visión perdurable. March y Simon nos<br />

<strong>en</strong>señaron que la conducta <strong>organizacional</strong>, particularm<strong>en</strong>te la toma de decisiones,<br />

involucra <strong>el</strong> seguimi<strong>en</strong>to de reglas <strong>en</strong> mucho mayor medida que <strong>el</strong> cálculo de<br />

consecu<strong>en</strong>cias. Trabajos mas reci<strong>en</strong>tes de March y sus colegas, han profundizado<br />

nuestro conocimi<strong>en</strong>to sobre la complejidad de los procesos de toma de decisiones: los<br />

miembros de las organizaciones descubr<strong>en</strong> sus motivos actuando; los problemas y las<br />

soluciones están normalm<strong>en</strong>te desacoplados; y las decisiones frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te aparec<strong>en</strong> a<br />

partir de miradas superficiales o de alguna forma de asociación cuasi-fortuita <strong>en</strong>tre<br />

problemas y soluciones.<br />

El trabajo de la Carnegie School ofrece una alternativa robusta a los cánones de la<br />

<strong>el</strong>ección fundados <strong>en</strong> la teoría de la decisión estadística y <strong>en</strong> la teoría macroeconómica.<br />

En sus esfuerzos por desarollar una teoría de la <strong>el</strong>ección definida por la “captación de la<br />

at<strong>en</strong>ción”, March y Simon se <strong>en</strong>focaron primordialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la toma de decisiones y <strong>en</strong><br />

otros procesos internos de las organizaciones.<br />

Etnometodología y F<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ología


Dado que March y Simon no eran sociólogos, su trabajo tuvo un impacto limitado <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

campo sociológico. Así, <strong>el</strong> desafío de analizar los aspectos cognitivos de la conducta y<br />

los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos dados por s<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> la cognición, no habían sido abordados hasta que<br />

<strong>en</strong> 1960 Harold Garfink<strong>el</strong>, qui<strong>en</strong> había sido un estudiante influ<strong>en</strong>ciado tanto por Parsons<br />

como por la f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ología de Alfred Schutz, tomó la tarea sobre sus hombros.<br />

Garfink<strong>el</strong> desarrolló un <strong>en</strong>foque de investigación social, la etnometodología, como<br />

respuesta a la teoría normativa de la acción de Parsons, reabri<strong>en</strong>do <strong>el</strong> problema<br />

descuidado d<strong>el</strong> “ord<strong>en</strong> <strong>en</strong> los sistemas simbólicos”, y tratando de descubrir la naturaleza<br />

d<strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to práctico y <strong>el</strong> rol de la cognición <strong>en</strong> las interacciones cara-a-cara.<br />

Argum<strong>en</strong>tó que <strong>el</strong> ord<strong>en</strong> social no se deriva automáticam<strong>en</strong>te de patrones compartidos<br />

de evaluación y roles sociales, sino que es constituido como actividad práctica, <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

curso de la interacción cotidiana. La interacción es un proceso problemático y complejo<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> cual las personas deb<strong>en</strong> esforzarse para construir una impresión mutua de<br />

intersubjetividad. En sus esfuerzos por construir juntos un s<strong>en</strong>tido, los participantes<br />

conversacionales emplean un fondo de conocimi<strong>en</strong>tos tácitos, tipificaciones cognitivas a<br />

las que Garfink<strong>el</strong> se refiere como “hechos de la vida <strong>en</strong> sociedad, socialm<strong>en</strong>te<br />

sancionados, que cualquier miembro de bu<strong>en</strong>a fe de la sociedad conoce”.<br />

Las conversaciones son sost<strong>en</strong>idas por la indexicalidad inher<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> l<strong>en</strong>guaje; la<br />

habilidad de los participantes para r<strong>el</strong>acionar cualquier declaración con algún<br />

conocimi<strong>en</strong>to externo que la haga interpretable.<br />

Garfink<strong>el</strong> parte de la f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ología, señalando que <strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to contextual no<br />

puede, por sí mismo, sost<strong>en</strong>er <strong>el</strong> ord<strong>en</strong> interaccional, porque <strong>el</strong> ord<strong>en</strong> simbólico nunca<br />

es perfectam<strong>en</strong>te compartido. Las declaraciones son frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te ambiguas o<br />

erróneas, no siempre son <strong>en</strong>t<strong>en</strong>didas ni, tampoco, completam<strong>en</strong>te explicadas. Así, la<br />

conversación no es automáticam<strong>en</strong>te sost<strong>en</strong>ida, sino un logro <strong>organizacional</strong> práctico.<br />

La g<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> una conversación con una actitud de confianza y tolerancia,<br />

acomodándose <strong>en</strong> ord<strong>en</strong> a normalizar interacciones que no parec<strong>en</strong> marchar bi<strong>en</strong>. Las<br />

reglas y las normas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> grandes zonas grises donde queda lugar para la negociación y<br />

la innovación.<br />

¿En que s<strong>en</strong>tido la etnometodología constituye un desafío teórico al mod<strong>el</strong>o de Parsons?<br />

Por empezar, Garfink<strong>el</strong> cambió la imag<strong>en</strong> de la cognición, de un proceso racional<br />

discursivo, casi ci<strong>en</strong>tífico, a uno que opera mayorm<strong>en</strong>te por debajo d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de la<br />

conci<strong>en</strong>cia, una “razón práctica” gobernada por reglas, que son reconocidas solo cuando<br />

violadas. A esto, añade una perspectiva sobre la interacción que hecha dudas sobre la<br />

importancia d<strong>el</strong> cons<strong>en</strong>so normativo o cognitivo. La subyac<strong>en</strong>te actitud de confianza y<br />

la voluntad de los participantes de usar técnicas de normalización que les permitan<br />

sost<strong>en</strong>er <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros aún <strong>en</strong> aus<strong>en</strong>cia de una intersubjetividad real o de acuerdo.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la int<strong>en</strong>cionalidad es redefinida como post hoc. Así como, para Parsons, la<br />

acción siempre ti<strong>en</strong>e un aspecto evaluativo y un fin deseado, para Garfink<strong>el</strong> la acción es<br />

mayorm<strong>en</strong>te justificada y explicada, después de ocurrida, y <strong>en</strong> refer<strong>en</strong>cia a una reserva<br />

de explicaciones culturalm<strong>en</strong>te disponibles y legitimantes.<br />

Garfink<strong>el</strong> manti<strong>en</strong>e las normas, pero no son aqu<strong>el</strong>las sustantivas que Parsons t<strong>en</strong>ía <strong>en</strong><br />

m<strong>en</strong>te, sino sistemas de guía cognitiva, reglas de procedimi<strong>en</strong>to que los actores emplean<br />

flexible y reflexivam<strong>en</strong>te para asegurarse que sus conductas sean razonables. La<br />

desviación respecto de estas reglas g<strong>en</strong>erales puede provocar fuertes reacciones<br />

emocionales, pero tales normas no están articuladas a valores, ni plausiblem<strong>en</strong>te<br />

conectadas a compromisos (<strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido Parsoniano de vinculadas a objetos). Lejos de<br />

estar internalizadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema de personalidad, <strong>el</strong> cont<strong>en</strong>ido de las normas está<br />

externalizado. Como tal, las normas de Garfink<strong>el</strong> resu<strong>en</strong>an de un modo mas cercano a


los “guiones” o “sistemas de producción” de la psicología cognitiva, que las normas y<br />

valores de Parsons.<br />

Los años 60 vieron también la emerg<strong>en</strong>cia de de otra línea de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />

f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ológico: <strong>el</strong> libro “La construcción social de la realidad” de Peter Berger y<br />

Thomas Luckmann.<br />

Berger y Luckmann argum<strong>en</strong>tan que la pregunta c<strong>en</strong>tral para la teoría sociológica es:<br />

¿Cómo es posible que los s<strong>en</strong>tidos subjetivos se transform<strong>en</strong> <strong>en</strong> facticidades objetivas?<br />

Igual que Garfink<strong>el</strong>, Berger y Luckmann <strong>en</strong>fatizan la c<strong>en</strong>tralidad d<strong>el</strong> “conocimi<strong>en</strong>to de<br />

s<strong>en</strong>tido común” para la interacción y para resolver las dudas. Afirman: “La validez de<br />

mi conocimi<strong>en</strong>to cotidiano es dada por s<strong>en</strong>tada, tanto por mi como por otros, hasta<br />

<strong>nuevo</strong> aviso”.<br />

Berger y Luckmann, como Parsons, dan poca importancia a la micro-construcción d<strong>el</strong><br />

ord<strong>en</strong> social que tanto preocupaba a Garfink<strong>el</strong>. Su preocupación no es la razón práctica.<br />

Por cierto, su concepción de las Instituciones <strong>en</strong> tanto constituidas por “una tipificación<br />

recíproca de acciones habitualizadas por parte de actores tipo”, es similar a la discusión<br />

de roles institucionalizados que plantea Parsons, pero con una difer<strong>en</strong>cia crucial. El<br />

análisis que hac<strong>en</strong> opera básicam<strong>en</strong>te a niv<strong>el</strong> de la cognición, mi<strong>en</strong>tras Parsons <strong>en</strong>fatiza<br />

<strong>el</strong> aspecto evaluativo y catéctico, y la integración de requerimi<strong>en</strong>tos de rol con <strong>el</strong><br />

sistema de personalidad. Berger y Luckmann, por <strong>el</strong> contrario, otorgan extraordinario<br />

poder a las instituciones como construcciones cognitivas, sugiri<strong>en</strong>do que controlan la<br />

conducta humana, con prioridad y por separado de cualquier otro mecanismo o sanción<br />

específicam<strong>en</strong>te diseñada para apoyar tales construcciones. Aún la internalización de<br />

tipificaciones, a pesar de estar guiada por catectizaciones y ligada a legitimación<br />

normativa, es es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te de naturaleza cognitiva.<br />

La etnometodología y la f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ología, <strong>en</strong> conjunto, prove<strong>en</strong> al <strong>nuevo</strong><br />

<strong>institucionalismo</strong> de una microsociología de considerable poder, que está implícita <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

rol de la “lógica de la confianza” <strong>en</strong> <strong>el</strong> sost<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de una ilusión de intersubjetividad,<br />

y <strong>en</strong> la definición de “reglas institucionalizadas” como clasificaciones construidas <strong>en</strong> la<br />

sociedad al modo de tipificaciones o interpretaciones recíprocas.<br />

Esta fusión de etnometodología y f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ología no es una teoría de la acción<br />

satisfactoria, porque fracasa <strong>en</strong> ofrecer respuestas convinc<strong>en</strong>tes a varias preguntas.<br />

Primero: ¿Por qué desean los actores trabajar tanto para sost<strong>en</strong>er sus imág<strong>en</strong>es de la<br />

realidad y las interacciones que las confirman? Segundo: ¿De que modo los microprocesos,<br />

que le preocupan a estas teorías, produc<strong>en</strong> <strong>el</strong> ord<strong>en</strong> social? No se puede<br />

reducir la estructura social a un inv<strong>en</strong>tario de tipificaciones, o a un conjunto de reglas<br />

constitutivas. Los guiones constituidos socialm<strong>en</strong>te raram<strong>en</strong>te prescrib<strong>en</strong> la acción de<br />

un modo que establezca –sin ambigüedades- la conducta correcta. Tercero: ¿Qué lugar<br />

ocupan la int<strong>en</strong>cionalidad y <strong>el</strong> interés <strong>en</strong> <strong>el</strong> ord<strong>en</strong> institucional?<br />

Estos problemas no han sido resu<strong>el</strong>tos por la teoría neoinstitucional. Pero, hay<br />

importantes desarrollos <strong>en</strong> la teoría social g<strong>en</strong>eral, afines con <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong><br />

<strong>institucionalismo</strong>, que están com<strong>en</strong>zando a dejar su hu<strong>el</strong>la.<br />

Elem<strong>en</strong>tos de una teoría de la acción práctica.<br />

El Nuevo Institucionalismo está basado <strong>en</strong> <strong>el</strong> micro-niv<strong>el</strong> de lo que hemos llamado una<br />

“teoría de la acción práctica”. Por tal, nos referimos a un conjunto de principios<br />

ori<strong>en</strong>tadores que reflejan <strong>el</strong> giro cognitivo <strong>en</strong> la teoría social contemporánea, de dos<br />

modos: 1) El <strong>nuevo</strong> <strong>en</strong>foque <strong>en</strong> la teoría social <strong>en</strong>fatiza <strong>en</strong> la dim<strong>en</strong>sión cognitiva de la<br />

acción, habi<strong>en</strong>do sido influ<strong>en</strong>ciada por la “revolución cognitiva” <strong>en</strong> la psicología. 2)<br />

Este <strong>en</strong>foque se aparta de las preocupaciones de Parsons respecto d<strong>el</strong> aspecto racional y


calculador de la cognición, para <strong>en</strong>focarse <strong>en</strong> los procesos pre-consci<strong>en</strong>tes y los<br />

esquemas convertidos <strong>en</strong> rutinas o conductas dadas por s<strong>en</strong>tadas (actividad práctica); y<br />

para retratar las dim<strong>en</strong>siones afectivas y evaluativas de la acción como intimam<strong>en</strong>te<br />

limitadas y subordinadas a lo cognitivo.<br />

Los insights de la etnometodología están integrados <strong>en</strong> un marco más multidim<strong>en</strong>sional<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo de Anthony Gidd<strong>en</strong>s. El trabajo de Garfink<strong>el</strong> es evid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la noción de<br />

“estructuración” de Gidd<strong>en</strong>s: la continua y necesaria reproducción de la estructura<br />

social por parte de ag<strong>en</strong>tes cognosc<strong>en</strong>tes, <strong>en</strong> la vida cotidiana, y la recíproca<br />

clasificación de sus acciones <strong>en</strong> tipificaciones compartidas; <strong>el</strong> control reflexivo de la<br />

conducta <strong>en</strong> la continuidad de la vida social diaria; la distinción <strong>en</strong>tre conci<strong>en</strong>cia<br />

práctica y conci<strong>en</strong>cia discursiva, o <strong>en</strong>tre reflexividad tácita y consci<strong>en</strong>te.<br />

Gidd<strong>en</strong>s <strong>en</strong>fatiza <strong>el</strong> rol de las rutinas <strong>en</strong> <strong>el</strong> sost<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de la estructura social, y<br />

esboza los rudim<strong>en</strong>tos de una psicología de la motivación <strong>en</strong> su noción d<strong>el</strong> “sistema de<br />

seguridad básico” como compon<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> sí mismo (s<strong>el</strong>f). Gidd<strong>en</strong>s sosti<strong>en</strong>e que <strong>el</strong><br />

control de la ansiedad difusa es <strong>el</strong> orig<strong>en</strong> mas g<strong>en</strong>eralizado de la motivación de la<br />

conducta humana. El medio de tal control, es la adher<strong>en</strong>cia a las rutinas; la compulsión<br />

a evitar la angustia motiva a los actores a sost<strong>en</strong>er los <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros sociales que<br />

constituy<strong>en</strong> la materia de la vida diaria y la estructura social. Así, Gidd<strong>en</strong>s ofrece una<br />

teoría cognitiva d<strong>el</strong> compromiso con guiones de conducta, que no descansa <strong>en</strong> las<br />

normas y sanciones de tradición Parsoniana.<br />

La visión de Gidd<strong>en</strong>s, no obstante, no explica d<strong>el</strong> todo porque algunas interacciones<br />

funcionan mejor que otras, o porqué las rutinas crean particulares patrones estables. A<br />

pesar de que Gidd<strong>en</strong>s <strong>en</strong>fatiza constantem<strong>en</strong>te que los actores son cognosc<strong>en</strong>tes (<strong>en</strong><br />

marcado contraste con la visión que considera a los humanos como títeres culturales),<br />

ofrece pocas pistas sobre la fu<strong>en</strong>te de ese conocimi<strong>en</strong>to.<br />

Dos teóricos, Irving Goffman y Randall Collins, construyeron (sobre la base dejada por<br />

Durkheim) la dim<strong>en</strong>sión de la “conci<strong>en</strong>cia práctica”, interpretando a la interacción como<br />

actividad ceremonial miniaturizada, ori<strong>en</strong>tada a afirmar la sacralidad d<strong>el</strong> sí mismo.<br />

Goffman innovó aliviando los supuestos de intersubjetividad y cons<strong>en</strong>so de valores. El<br />

“juego ritual”, argum<strong>en</strong>ta, se torna mas s<strong>en</strong>cillo porque las personas se <strong>en</strong>ceguec<strong>en</strong>,<br />

adoptando verdades a medias, ilusiones y racionalizaciones. Lo que es c<strong>en</strong>tral <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

juego ritual es <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de afirmación mutua que los participantes extra<strong>en</strong> de los<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros exitosos, y los s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia que se refuerzan. El compromiso<br />

es para la interacción ritual y <strong>el</strong> s<strong>el</strong>f (como no lo es para valores específicos) <strong>el</strong> objeto<br />

explícito de la interacción.<br />

Collins incorporó a las visiones c<strong>en</strong>tradas <strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso de Goffman <strong>en</strong> una teoría más<br />

abarcativa. Argum<strong>en</strong>ta que, aqu<strong>el</strong>lo a lo que la mayoría de las personas d<strong>en</strong>omina<br />

“estructura social”, está constituido por “cad<strong>en</strong>as de interacción ritual” <strong>en</strong> las que las<br />

personas, operando a niv<strong>el</strong> de la conci<strong>en</strong>cia práctica, invist<strong>en</strong> recursos culturales y<br />

<strong>en</strong>ergías emocionales <strong>en</strong> <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros rituales, que promulgan ya sea la jerarquía (cuando<br />

los recursos culturales y emocionales son desiguales), ya sea la solidaridad (cuando son<br />

equival<strong>en</strong>tes). En lugar de ver a la sociedad como un todo agrupado por un cons<strong>en</strong>so<br />

moral funcionalm<strong>en</strong>te necesario, la ve unida por una solidaridad emocional que no<br />

emerge de la ori<strong>en</strong>tación evaluativa de los actores, sino por los s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de<br />

pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia o antagonismo g<strong>en</strong>erados por la interacción repetitiva. La estabilidad<br />

(<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida como patrones robustos de alianza y clivaje) emerge de los patrones de estas<br />

interacciones, y de los efectos durables de la solidaridad, reforzada por rituales<br />

recurr<strong>en</strong>tes, donde existe alta d<strong>en</strong>sidad moral.<br />

Hemos considerado varios teóricos contemporáneos cuyo trabajo (afín con <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong><br />

<strong>institucionalismo</strong>) conlleva varios avances claves: reestablece la c<strong>en</strong>tralidad de la


cognición; <strong>en</strong>fatiza <strong>en</strong> la naturaleza práctica, semiautomática, no calculada de la razón<br />

práctica; y rechaza los supuestos de consist<strong>en</strong>cia intra e intersubjetiva, tan promin<strong>en</strong>tes<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo de Parsons. Pero estos avances tuvieron costos:<br />

1) Al sobre-reaccionar fr<strong>en</strong>te al énfasis exagerado -de Parsons- <strong>en</strong> la normas, algunos<br />

sociólogos cognitivistas han retardado la teorización sobre <strong>el</strong> <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to normativo de la<br />

acción práctica, pres<strong>en</strong>tando –<strong>en</strong> cambio- imág<strong>en</strong>es de la acción desprovistas de<br />

provecho sustantivo.<br />

2) Han subestimado la visión de Parsons, desarrollada fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te alrededor d<strong>el</strong><br />

argum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> rol decisivo <strong>en</strong> la ori<strong>en</strong>tación cognitiva de las decisiones económicas, de<br />

las cuestiones cognitivas, catécticas y evaluativas, <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes dominios<br />

institucionales.<br />

3) Han fracasado <strong>en</strong> la búsqueda de un constructo tan poderoso como <strong>el</strong> sistema de<br />

roles, para explicar <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativo ajuste <strong>en</strong>tre las personas y las posiciones que ocupan <strong>en</strong> la<br />

división social d<strong>el</strong> trabajo<br />

Aún así, pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>contrarse avances al interior de la perspectiva emerg<strong>en</strong>te de la acción<br />

práctica.<br />

Los esfuerzos por teorizar sobre las bases substantivas de la evaluación práctica (por<br />

qué ciertas ideas, imág<strong>en</strong>es o símbolos evocan respuestas afectivas fuertes, mi<strong>en</strong>tras<br />

otras solo parec<strong>en</strong> operar a niv<strong>el</strong> cognitivo) han tomado dos caminos. A) Algunos<br />

académicos han seguido la hu<strong>el</strong>la de la evolución y difusión d<strong>el</strong> complejo esquema de<br />

Durkheim (mezcla de individualismo, racionalismo y evolucionismo) ligando la<br />

legitimidad y evocación discursiva de estos refer<strong>en</strong>tes, a la estructura social y la cultura.<br />

B) A un niv<strong>el</strong> de abstracción más g<strong>en</strong>eral, Mary Douglas desarrolló un argum<strong>en</strong>to<br />

sofisticado e intrigante que atribuye la legitimidad de las instituciones a su capacidad de<br />

sost<strong>en</strong>er “analogías naturalizantes”. Argum<strong>en</strong>ta que las instituciones comi<strong>en</strong>zan como<br />

conv<strong>en</strong>ciones que –dado que están basadas <strong>en</strong> coincid<strong>en</strong>cia de intereses- son<br />

vulnerables al fracaso y a la r<strong>en</strong>egociación. Para institucionalizarse, una conv<strong>en</strong>ción<br />

conductual requiere una “conv<strong>en</strong>ción cognitiva paral<strong>el</strong>a” que la sost<strong>en</strong>ga; una analogía<br />

que oscurezca sus oríg<strong>en</strong>es puram<strong>en</strong>te humanos. Equipadas con tal analogía, las<br />

instituciones aparec<strong>en</strong> como “parte d<strong>el</strong> ord<strong>en</strong> d<strong>el</strong> universo y se conviert<strong>en</strong> <strong>en</strong> la raíz d<strong>el</strong><br />

argum<strong>en</strong>to”. Pero no todas las conv<strong>en</strong>ciones pued<strong>en</strong> soportar analogías naturalizantes,<br />

sino solo aqu<strong>el</strong>las que reflejan una estructura de autoridad o preced<strong>en</strong>cia, tal que los<br />

patrones sociales refuerc<strong>en</strong> a los patrones lógicos, y les otorgu<strong>en</strong> preemin<strong>en</strong>cia.<br />

…<br />

D<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> más amplio campo de la teoría social, llegamos a una alternativa más<br />

g<strong>en</strong>uina a la versión de la teoría d<strong>el</strong> rol de Parsons, por medio de la teoría d<strong>el</strong> habitus de<br />

Pierre Bourdieu.<br />

El trabajo de Bourdieu ha sido parte importante d<strong>el</strong> giro cognitivo <strong>en</strong> la teoría social,<br />

<strong>en</strong>fatizando la “doxa” (<strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos dados por s<strong>en</strong>tados”) de la acción, la clasificación<br />

social, la conci<strong>en</strong>cia práctica (“conocimi<strong>en</strong>to sin conceptos”), y la reproducción de la<br />

estructura social, situada e in-corporada.<br />

El habitus es un constructo analítico, un sistema de “improvisación regulada” o reglas<br />

g<strong>en</strong>erativas que repres<strong>en</strong>tan la internalización (cognitiva, afectiva y evaluativa) de la<br />

experi<strong>en</strong>cia pasada de los actores, sobre la base de tipificaciones compartidas de<br />

categorías sociales, experim<strong>en</strong>tadas f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ológicam<strong>en</strong>te como “personas como<br />

nosotros”. Dada la exist<strong>en</strong>cia de historias comunes, los miembros de cada “fracción de<br />

clase” compart<strong>en</strong> un “habitus” similar, creándose regularidades <strong>en</strong> <strong>el</strong> p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to, las<br />

aspiraciones, las disposiciones, los patrones de apreciación, y <strong>en</strong> las estrategias de<br />

acción que se vinculan a las posiciones que las personas ocupan <strong>en</strong> la estructura social,


que <strong>el</strong>las mismas reproduc<strong>en</strong> constantem<strong>en</strong>te. Las Instituciones, desde este punto de<br />

vista, son inseparables de la distribución de las disposiciones: “una institución solo se<br />

promulga y activa, si algui<strong>en</strong> <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra interés <strong>en</strong> <strong>el</strong>la, si se si<strong>en</strong>te sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />

repres<strong>en</strong>tado al adoptarla”<br />

El “habitus” es la piedra angular de la teoría de la práctica de Bourdieu. Su rol es<br />

explicar cómo y por qué ag<strong>en</strong>tes estratégicam<strong>en</strong>te ori<strong>en</strong>tados, reproduc<strong>en</strong> y permit<strong>en</strong><br />

crónicam<strong>en</strong>te estructuras sociales que no favorec<strong>en</strong> sus intereses.<br />

Bourdieu ofrece cuatro grandes contribuciones:<br />

1) Provee una importancia alternativa a la teoría d<strong>el</strong> rol, al de ser –meram<strong>en</strong>te- lo<br />

difer<strong>en</strong>te respecto d<strong>el</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to cognitivo y las normas conductuales.<br />

2) Va más allá d<strong>el</strong> imaginario Freudiano de la “internalización”, para proponer una<br />

gramática g<strong>en</strong>erativa de la conducta estratégica, <strong>en</strong>raizada –aunque no completam<strong>en</strong>te-<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> pasado.<br />

3) Su perspectiva es multi-dim<strong>en</strong>sional, <strong>en</strong> dos s<strong>en</strong>tidos: apuntando a una teoría<br />

sustantiva de la evaluación práctica basada <strong>en</strong> las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> los habitus según las<br />

fracciones de clase; y ofreci<strong>en</strong>do una mirada sobre las estrategias “racionales” de<br />

acción, como algo –<strong>en</strong> sí mismo- institucionalizado.<br />

4) Ofrece una solución alternativa al problema Parsoniano de la asignación de personas<br />

a posiciones sociales.<br />

Implicancias de la nueva teoría de la acción práctica.<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong> y <strong>el</strong> viejo <strong>institucionalismo</strong> –<strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis<br />

<strong>organizacional</strong>- son más compr<strong>en</strong>sibles a partir de los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos ya expuestos.<br />

Los cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong> foco teórico (de la r<strong>el</strong>aciones objetales a la teoría cognitiva, de la<br />

catéxis a la ansiedad ontológica, de la razón discursiva a la razón práctica, de la<br />

internalización a la imitación, d<strong>el</strong> compromiso a la confianza, de las normas a los<br />

guiones y esquemas, de los valores a las responsabilidades, de la consist<strong>en</strong>cia y la<br />

integración al desacople, y de los roles a las rutinas), han alterado las preguntas y las<br />

respuestas sobre las organizaciones.<br />

Cuando las instituciones eran vistas como algo basado <strong>en</strong> valores, compromisos, y<br />

organizaciones formales id<strong>en</strong>tificadas con <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te racional propósito de<br />

alcanzar objetivos, t<strong>en</strong>ía s<strong>en</strong>tido preguntar cómo <strong>el</strong> “lado escuro” de las r<strong>el</strong>aciones<br />

sociales informales g<strong>en</strong>eraban algo, contrario a la estructura formal. Por <strong>el</strong> contrario, si<br />

la legitimidad se deriva de s<strong>en</strong>tidos post-hoc de señales simbólicas, <strong>en</strong>tonces es más<br />

s<strong>en</strong>sible conc<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> la calidad institucionalizada de las estructuras formales, <strong>en</strong> sí<br />

mismas.<br />

Por cierto, es este énfasis <strong>en</strong> tales formas culturales, estandarizadas como s<strong>en</strong>tidos,<br />

tipificaciones y mod<strong>el</strong>os cognitivos, lo que guía a los neo-institucionalistas a observar<br />

los ambi<strong>en</strong>tes a niv<strong>el</strong> de las industrias, profesiones, y estados-nación, y no <strong>en</strong> las<br />

comunidades locales que estudiaban los viejos institucionalistas; y a ver a la<br />

institucionalización como difusión de normas estándar y estructuras, antes que cómo la<br />

adaptación a medida de organizaciones particulares a requerimi<strong>en</strong>tos específicos.<br />

Nuevas direcciones <strong>en</strong> la teoría institucional.<br />

Hasta ahora, es necesario reconocer que <strong>el</strong> <strong>nuevo</strong> <strong>institucionalismo</strong> ha estado mas at<strong>en</strong>to<br />

a los procesos de legitimación y reproducción social, que a cuestiones como <strong>el</strong> poder, <strong>el</strong><br />

cambio y la efici<strong>en</strong>cia. Hemos <strong>en</strong>fatizado <strong>el</strong> hecho de que los ambi<strong>en</strong>tes<br />

<strong>organizacional</strong>es están compuestos de <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos culturales (es decir, cre<strong>en</strong>cias tomadas


por ciertas, y reglas ampliam<strong>en</strong>te promulgadas) que sirv<strong>en</strong> de fundam<strong>en</strong>tos para lo<br />

<strong>organizacional</strong>. Este énfasis ha resaltado las restricciones impuestas por las<br />

instituciones, y subrayado la omnipres<strong>en</strong>cia de las reglas que guían las conductas. Pero,<br />

las instituciones no son solo restricciones sobre la ag<strong>en</strong>cia humana; son primero y –<br />

sobretodo- productos de la acción humana. Por cierto, las reglas son típicam<strong>en</strong>te<br />

construidas por un proceso de conflicto y compet<strong>en</strong>cia.<br />

Así, a pesar de que <strong>en</strong>fatizamos que las reglas y rutinas produc<strong>en</strong> ord<strong>en</strong> y minimizan la<br />

incertidumbre, debemos agregar que la creación e implem<strong>en</strong>tación de arreglos<br />

institucionales, están asociadas con <strong>el</strong> conflicto, la contradicción y la ambigüedad.<br />

Un tema común a los neoinstitucionalistas es la noción de que los actores y sus intereses<br />

son construidos institucionalm<strong>en</strong>te. Ann Swidler ha argum<strong>en</strong>tado que la cultura<br />

repres<strong>en</strong>ta una caja de herrami<strong>en</strong>tas de la cual la g<strong>en</strong>te s<strong>el</strong>ecciona fines<br />

institucionalizados y las estrategias para perseguirlos. De modo similar, Scout dice que<br />

los marcos institucionalizados defin<strong>en</strong> los fines y mod<strong>el</strong>an los medios. Los marcos<br />

culturales, <strong>en</strong>tonces, establec<strong>en</strong> los medios por los cuales los intereses son determinados<br />

y perseguidos, conduci<strong>en</strong>do a la g<strong>en</strong>te de negocios a g<strong>en</strong>erar ganancias, a los burócratas<br />

a perseguir crecimi<strong>en</strong>tos presupuestarios, y a los académicos a buscar ser publicados.<br />

Friedland y Alford concuerdan <strong>en</strong> que la maximización de utilidades o de los ingresos,<br />

la calidad de los riesgos, los intereses <strong>en</strong> sí mismos, todos, son institucionalm<strong>en</strong>te<br />

conting<strong>en</strong>tes. Y Jepperson y Meyer sugier<strong>en</strong> que las necesidades funcionales y los<br />

problemas sociales, solam<strong>en</strong>te son descubiertos y <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tados cuando son acordes a<br />

instituciones establecidas.<br />

Queda así planteada una pregunta: ¿Si las instituciones ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una influ<strong>en</strong>cia tan<br />

poderosa sobre los modos <strong>en</strong> que las personas formulan sus deseos y trabajan para<br />

alcanzarlos, <strong>en</strong>tonces, de que modo ocurre <strong>el</strong> cambio institucional? Las respuestas<br />

incluy<strong>en</strong> a aqu<strong>el</strong>las que lo explican desde <strong>el</strong> interior d<strong>el</strong> marco institucional, y a las que<br />

v<strong>en</strong> <strong>el</strong> orig<strong>en</strong> d<strong>el</strong> cambio <strong>en</strong> procesos que no son institucionales.<br />

Varios autores toman <strong>el</strong> primer camino, desarrollando nociones r<strong>el</strong>ativas a la<br />

“contradicción institucional”. Una forma de contradicción ti<strong>en</strong>e que ver con la manera<br />

<strong>en</strong> que las instituciones se acoplan a niv<strong>el</strong> micro. Jepperson <strong>en</strong>fatiza la cohabitación de<br />

unas instituciones con otras. Gre<strong>en</strong>wood y Hinings –retomando <strong>el</strong> “carácter<br />

<strong>organizacional</strong>” de S<strong>el</strong>znick pero con un desvío cognitivo- argum<strong>en</strong>tan que los<br />

compon<strong>en</strong>tes y estrategias <strong>organizacional</strong>es forman parte de clusters socialm<strong>en</strong>te<br />

construidos, a los que llaman “arquetipos”. Zucker sosti<strong>en</strong>e que d<strong>en</strong>tro de las<br />

organizaciones, la institucionalización de compon<strong>en</strong>tes se desparrama por un “contagio<br />

de legitimidad”. En otras palabras, los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos institucionales constituy<strong>en</strong> una red<br />

interr<strong>el</strong>acionada de partes que se sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> mutuam<strong>en</strong>te, o antagonizan.<br />

Fiedland y Alford desarrollan un argum<strong>en</strong>to distinto respecto de la “contradicción<br />

institucional”. La sociedad –sosti<strong>en</strong><strong>en</strong>- compr<strong>en</strong>de varios ord<strong>en</strong>es institucionales<br />

difer<strong>en</strong>tes, cada uno con una lógica c<strong>en</strong>tral (un conjunto de prácticas materiales y<br />

construcciones simbólicas) que constituy<strong>en</strong> sus fundam<strong>en</strong>tos <strong>organizacional</strong>es. El<br />

conflicto advi<strong>en</strong>e cuando los ord<strong>en</strong>es institucionales <strong>en</strong>tran <strong>en</strong> contradicción. La política<br />

ti<strong>en</strong>e que ver con la r<strong>el</strong>ación apropiada <strong>en</strong>tre instituciones, y con la pregunta sobre bajo<br />

que lógica deberían ser reguladas difer<strong>en</strong>tes actividades, y a cuales personas se aplican.<br />

El segundo camino, <strong>en</strong>tonces, ti<strong>en</strong>e que ver con situar <strong>el</strong> orig<strong>en</strong> d<strong>el</strong> cambio institucional,<br />

exóg<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te.<br />

Meyer y Rowan distingu<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre los efectos institucionales y los efectos g<strong>en</strong>erados por<br />

las redes de conductas y r<strong>el</strong>aciones sociales que compon<strong>en</strong> y rodean a una organización<br />

dada.


Estos efectos pued<strong>en</strong> prov<strong>en</strong>ir d<strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> estado, de las asociaciones profesionales, de<br />

los procesos coercitivos o la imposición directa de procedimi<strong>en</strong>tos operativos estándar<br />

por parte de organizaciones poderosas <strong>en</strong> un campo determinado.<br />

Los esfuerzos por incorporar la cuestión d<strong>el</strong> poder <strong>en</strong> los argum<strong>en</strong>tos institucionales,<br />

comi<strong>en</strong>zan con dos s<strong>en</strong>cillas observaciones: 1) Los actores de las instituciones obti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

considerables b<strong>en</strong>eficios d<strong>el</strong> mant<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de tales instituciones. 2) Cuando los<br />

campos <strong>organizacional</strong>es son inestables y las prácticas establecidas están mal<br />

concebidas, la acción colectiva exitosa frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te dep<strong>en</strong>de de definir y <strong>el</strong>aborar<br />

reglas de juego ampliam<strong>en</strong>te aceptadas. Consecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, la adquisición y<br />

mant<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> poder d<strong>en</strong>tro de los campos <strong>organizacional</strong>es, requiere que las<br />

organizaciones dominantes continuam<strong>en</strong>te g<strong>en</strong>er<strong>en</strong> estrategias de control, socializando a<br />

los demás bajo una visión compartida o <strong>el</strong> mundo, o por la fuerza coercitiva. (Los<br />

términos posibles d<strong>el</strong> debate, y las opciones favorecidas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una decidida afinidad<br />

con los intereses de los participantes de mayor poder).<br />

El poder y los intereses mod<strong>el</strong>an la evolución de los campos <strong>organizacional</strong>es.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!