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proceso histórico. Comenzamos con la estructura y la lógica; luego, pasando por alto la metafísica,<br />
pasamos de los principios generales a las aplicaciones particulares.<br />
–¿Y los niños entienden?<br />
–Mucho mejor que cuando se empieza con las tareas utilitarias. Desde los cinco años en adelante<br />
casi cualquier niño inteligente puede aprender casi cualquier cosa, siempre que se la presenten en la<br />
forma adecuada. Lógica y estructura en forma de juegos y acertijos. Los niños juegan y entienden<br />
el asunto con increíble rapidez. Después de lo cual se puede pasar a las aplicaciones prácticas.<br />
Enseñado de esa manera, la mayoría de los chicos pueden aprender tres veces más, cuatro veces<br />
más a fondo, en la mitad del tiempo. O considere otro terreno en el que se pueden utilizar juegos<br />
para implantar una comprensión de principios básicos. Todo el pensamiento científico se desarrolla<br />
en términos de probabilidad. <strong>La</strong>s viejas verdades eternas no son más que un alto grado de<br />
probabilidad; las leyes inmutables de la naturaleza no son más que promedios estadísticos. ¿Cómo<br />
se pueden introducir estas nociones profundamente poco evidentes en la cabeza de los niños?<br />
Jugando a la ruleta con ellos, haciendo girar monedas y echando a suertes. Enseñándoles juegos<br />
con naipes, tableros y dados.<br />
–Serpientes y Escaleras Evolutivas: ese es el juego más popular entre los pequeños –dijo Mrs.<br />
Narayan–. Otro gran favorito es las Felices Familias Mendelianas.<br />
–Y un poco más tarde –agregó Mr. Menon– les hacemos conocer un juego más bien, complicado<br />
en el que intervienen cuatro personas con un mazo de sesenta naipes especialmente diseñados,<br />
divididos en tres series. Bridge psicológico, lo llamamos. <strong>La</strong> mano que uno recibe es cuestión de<br />
suerte, pero la forma en que la juegue depende de su habilidad, de su capacidad para mentir y de su<br />
colaboración con su socio.<br />
–Psicología, mendelismo, evolución: la educación aquí parece ser demasiado biológica –<br />
comentó Will.<br />
–Lo es –admitió Mr. Menon–. No ponemos el acento principal en la física y la química, sino en<br />
las ciencias de la vida.<br />
–¿Por cuestión de principio?<br />
–No del todo. También por conveniencia y necesidad económica. No tenemos el dinero<br />
necesario para investigaciones en gran escala en los campos de la física y la química, y además no<br />
tenemos ninguna necesidad práctica de ese tipo de investigaciones: no nos hacen falta industrias<br />
pesadas que resulten más competitivas, ni armamentos más diabólicos, en el menor deseo de<br />
explorar la cara invisible de la luna. Sólo la modesta ambición de vivir como seres plenamente<br />
humanos, en armonía con el resto de la vida de esta <strong>isla</strong>, en esta latitud, en este planeta. Podemos<br />
tomar los resultados de las investigaciones de ustedes en física y química, y aplicarlos, si queremos<br />
o nos resulta posible, a nuestros propios fines. Entretanto nos dedicamos a la investigación que<br />
promete concedernos más utilidad: las ciencias de la vida y de la mente. Si los políticos de los<br />
nuevos Estados independientes tuviesen un poco de sensatez –agregó–, harían lo propio. Pero<br />
quieren demostrar que son fuertes; necesitan ejércitos, quieren ponerse a la altura de los adictos a la<br />
televisión, de los pueblos motorizados de Europa y Norteamérica. Ustedes no pueden elegir –<br />
prosiguió–. Están irremediablemente comprometidos a la física y la química aplicadas, con todas<br />
sus espantosas consecuencias, militares, políticas y sociales. Pero los países subdesarrollados no<br />
están comprometidos. No necesitan seguir el ejemplo de ustedes. Todavía están en libertad de<br />
seguir el camino que hemos seguido nosotros: el camino de la biología aplicada, el camino del<br />
control de la fertilidad y de la producción limitada y la industrialización selectiva que el control de<br />
la fertilidad posibilita, el camino que conduce hacia la dicha de adentro hacia afuera, pasando por la<br />
salud, por la conciencia, por el cambio de la actitud hacia el mundo; no hacia el espejismo de<br />
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