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Arrecife. Antología de crónicas - Fundación César Manrique

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al tiempo que <strong>de</strong> una humanidad honda acreditada a todo lo largo <strong>de</strong> su<br />

vida, utilizó los recursos más fuertes que le daba su autoridad como<br />

alcal<strong>de</strong> y hombre <strong>de</strong> bien y logró salvarlo <strong>de</strong> la muerte, <strong>de</strong>l garrote vil.<br />

Unas horas antes <strong>de</strong>l momento señalado para la ejecución, llegó <strong>de</strong><br />

Madrid la concesión <strong>de</strong> indulto para Díaz Monfort. Decía don Rafael<br />

Ramírez que si se jactaba, en su labor <strong>de</strong> alcal<strong>de</strong>, <strong>de</strong> haber hecho algo<br />

bueno, había sido salvar al asesino <strong>de</strong> don Leandro Fajardo <strong>de</strong>l garrote<br />

macabro, con gran disgusto —me supongo yo y lo dijeron algunos— <strong>de</strong>l<br />

verdugo que en la plaza <strong>de</strong> la Constitución tenía ya preparado el tinglado<br />

para la ejecución.Y al escribir esto se me viene a la memoria El Corre<strong>de</strong>ra,<br />

a quien no hubo autoridad pequeña ni gran<strong>de</strong> que lograra escaparlo<br />

<strong>de</strong>l garrote en la cárcel <strong>de</strong> Barranco Seco, <strong>de</strong> Las Palmas, a pesar <strong>de</strong> los<br />

múltiples intentos <strong>de</strong> altas personalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro y fuera <strong>de</strong> las Islas, y<br />

es que “el caudillo salvador <strong>de</strong> la patria” para eso <strong>de</strong> las penas <strong>de</strong> muerte<br />

fue hasta sus últimos momentos ciegamente implacable.<br />

El tal Díaz Monfort —me cuenta don Eduardo, que va ya para los<br />

noventa años fuerte como una roca y arregla todavía viejos relojes <strong>de</strong>scancanados—<br />

fue con<strong>de</strong>nado a ca<strong>de</strong>na perpetua y trasladado al penal<br />

<strong>de</strong> Ceuta. Allí, castigado por una falta mínima a limpiar un retrete <strong>de</strong><br />

hondo pozo negro, cayó al fondo <strong>de</strong> cabeza y murió ahogado por los<br />

gases tumefactos humanos, excrementos humanos.Y me dice también<br />

don Eduardo que el tal Monfort estaba enlazado familiarmente con su<br />

víctima, don Leandro, al matrimoniar con una prima suya, y que no solamente<br />

los móviles <strong>de</strong>l crimen fueron estrictamente políticos, sino que<br />

mediaron también ciertos intereses <strong>de</strong> índole familiar, o al menos esto<br />

circuló como rumor en la época.<br />

José Ramírez Cerdá, Domingo Ramírez Ferrer, Rafael Ramírez Vega,<br />

tres alcal<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>Arrecife</strong> que lo fueron y dignificaron la corporación<br />

municipal <strong>de</strong> la capital lanzaroteña. ¿Cuándo aparecerá otro Ramírez<br />

alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>Arrecife</strong>? ¿Aparecerá? ¿Será <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> abuelo, tío y nieto<br />

—Pepín—, que tanto hicieron por la ciudad y más allá <strong>de</strong> la ciudad,<br />

por la Isla entera? Y si no se es <strong>de</strong>scendiente y no es Ramírez, eso no<br />

importa, lo principal es que aparezca, que es hora ya <strong>de</strong> que <strong>Arrecife</strong> ten-<br />

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