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EN NOMBRE DE DIOS MUERTE JUAN PABLO I yallop-david - Gran ...

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organización estaba Klaus Barbie, alto jerarca de la Gestapo conocido como el<br />

Carnicero de Lyon. Barbie no tuvo que pagar ni a Gelli ni al padre Dragonovic,<br />

ya que su traslado a Sudamérica lo costeó la Corporación de Contraespionaje<br />

de Estados Unidos, que lo emplearía en tareas de espionaje hasta febrero de<br />

1951.<br />

Mientras colaboraba con las jerarquías del Vaticano y con el Servició<br />

Secreto de Estados Unidos, Gelli siguió espiando para los comunistas hasta<br />

1956.<br />

Gelli dejó de espiar en favor de los comunistas cuando empezó a trabajar<br />

para el Servicio Secreto italiano. Como parte de la paga por la realización de<br />

este trabajo, Gelli obtuvo que se archivara el prontuario sobre sus actividades<br />

previas, que se hallaba en poder del Servicio Secreto. Esta transacción tuvo<br />

lugar en 1956. Dos años antes, Gelli se había embarcado con el mismo<br />

destino que habían tomado numerosos jerarcas del Tercer Reich, a los que él<br />

había ayudado a huir. Se marchó a Sudamérica y se alineó con elementos<br />

ultraderechistas de Argentina; llegó a hacerse íntimo amigo y confidente del<br />

general Juan Perón. Cuando la Iglesia católica excomulgó a Perón, Gelli cosechó<br />

uno de sus contados fracasos al tratar de interceder ante el Vaticano. La<br />

campaña anticlerical de Perón, que había provocado su excomunión, pesaba<br />

más para la Iglesia que las afirmaciones de Gelli, quien afirmaba que el<br />

general argentino era un genio incomprendido. Después de que Perón se viera<br />

obligado a huir de su país a raíz del golpe militar de 1955, Licio Gelli trabó en<br />

seguida amistad con los componentes de la nueva junta de gobierno. Lenta y<br />

cuidadosamente, había empezado a cimentar su poderío, que muy pronto se<br />

haría notar en gran parte de Sudamérica. Gelli siempre cortejó a los ricos y a<br />

los poderosos, o a les que iban camino de serlo. En términos de ideología o de<br />

filosofía política, Gelli era una ramera y siempre se vendía al que pudiera<br />

pagarle lo que pedía. Mientras colaboraba con la junta militar derechista que<br />

gobernaba en Argentina, Gelli volvió a practicar el espionaje para la Unión<br />

Soviética, tarea para la que se sirvió de sus contactos con Rumania. Llevaba<br />

consigo una recomendación del partido comunista italiano, que le había<br />

salvado la vida al terminar la segunda guerra mundial, y los números de<br />

teléfono de varios agentes de la C.I.A. a los que vendía información. También<br />

le sobraba tiempo para seguir trabajando a las órdenes del S.I.D., el Servicio<br />

de Inteligencia del ejército italiano.<br />

Mientras Sindona escalaba posiciones en la tupida maraña que formaba la<br />

jungla financiera de Milán en la posguerra, Gelli ascendía peldaños dentro de la<br />

compleja estructura política y de poder que imperaba en Sudamérica: un<br />

general aquí, un almirante allá, unos cuantos políticos, varios altos<br />

funcionarios estatales, etcétera.<br />

Mientras Sindona extendía sus contactos con la creencia de que el poder<br />

se asienta en el dinero, Licio Gelli usaba a sus nuevos amigos sudamericanos<br />

para acceder a la verdadera fuente del poder, que es la información: saber.<br />

Buscaba estar informado, conocer el prontuario de los banqueros, acceder a<br />

los archivos secretos donde se hallaban fichados los políticos en activo. La red<br />

de espionaje de Gelli se expandía desde Argentina, como una telaraña, por el<br />

continente entero: hacia Brasil, Bolivia, Paraguay, Colombia, Venezuela y<br />

Nicaragua. En Argentina, Gelli obtuvo la doble nacionalidad. Después fue<br />

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