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EN NOMBRE DE DIOS MUERTE JUAN PABLO I yallop-david - Gran ...

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El trono vacío<br />

Antes de que pasaran 24 horas de la muerte de Pablo VI, con su cuerpo<br />

sin enterrar y su apostolado sin haber sido evaluado, la casa de apuestas<br />

londinense Ladbrokes abrió un registro sobre la elección papal. El Catholic<br />

Herald, al tiempo que criticaba el hecho en su primera página, se cuidaba<br />

también de informar a sus lectores de cómo iban las apuestas.<br />

El favorito era el cardenal Pignedoli, que se cotizaba 5 a 2. Le seguían los<br />

cardenales Baggio y Peletti, empatados con una cotización de<br />

a 2. Más atrás, con una cotización de 4 a 1, aparecía el cardenal Benelli.<br />

Otro candidato que apuntaba alto era el cardenal Willebrands, con<br />

a 1. El cardenal Koenig se cotizaba 16 a 1, y el cardenal británico<br />

Hume, 25 a 1. El sorprendente acopio de apuestas por Hume se debía<br />

probablemente a unas recientes declaraciones suyas, en las que manifestaba<br />

modestamente que carecía de condiciones para el cargo. Las apuestas por el<br />

cardenal Suenens eran todavía más elevadas. Albino Luciani ni siquiera<br />

figuraba entre los inscritos en la carrera pontificia.<br />

Acusada de practicar el mal gusto, Ladbrokes se defendió con el argumento<br />

de que en relación con el trono vacío «los periódicos abundan en<br />

especulaciones sobre favoritos, concursantes y outsiders».<br />

De hecho, las especulaciones ya habían empezado antes de que Pablo VI<br />

muriera. Peter Hebblethwaite, un ex jesuita dedicado a la vaticanología, se<br />

había preguntado en el Spectator del 29 de julio: «¿Quiénes se preparan para<br />

participar en la carrera por el trono?». Según él, los tres caballos en mejor<br />

forma eran Pignedoli, Baggio y Pironio. Se desconoce si en sus últimos días de<br />

vida Pablo VI llegó a leer un comentario de Hebblethwaite que decía: «No cabe<br />

esperar que el papa viva mucho tiempo».<br />

Los medios de comunicación italianos actuaban con más parsimonia. Al<br />

día siguiente de la muerte del papa, la radio no emitió otra cosa que música de<br />

Beethoven. Un día después se frivolizó un poco con composiciones de Mozart. Al<br />

tercer día la dieta consistía en música orquestal ligera. Al cuarto día la<br />

solemnidad disminuyó un poco más con la inclusión de canciones como<br />

Moonlight Serenade o Stardust. En esos días, la televisión italiana abasteció a<br />

sus consumidores con una gran variedad de filmes poblados de monjas,<br />

papas y cardenales.<br />

Un cuidadoso análisis de lo que publicó la prensa de habla inglesa en las<br />

primeras semanas de agosto de 1978 indica que si los 111 cardenales estaban<br />

tan perplejos como los vaticanólogos a la Iglesia le esperaba un largo y<br />

encrespado cónclave.<br />

Los seguidores de Hebblethwaite deben de haber sufrido lo suyo para apostar<br />

por algún candidato en concreto. En el Sunday Times del 13 de agosto, los<br />

cardenales Felici, Villot, Willebrands, Pellegrino y Benelli se sumaron a la lista de<br />

posibles ganadores. Al otro domingo, el antiguo jesuita anunciaba a sus<br />

lectores: «El nuevo papa puede ser Bertoli». Al domingo siguiente, hasta el<br />

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