Documentos para la Historia de la Moneda Provincial de la ... - BAGN

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146 BOLETÍN DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN que en su circulación llevaba virtualmente el sello de su desaparición. Para cerrar el paso a tanta sangría, los procuradores de la Isla L 1 Corte, corriendo el año de 1507, pidieron se creciese el valor del poso de oro (no amonedado) a cierto valor sobre los 450 rnaravedís qiie valía, alegándose que, como los mercaderes que írecuentaban el puerto de Santo Domingo y otros de la isla y demás islas, vendían por oro y en oro cobraban, no subiendo los precios de las mercaderías, se conseguiría que el oro no amonedado valiese tanto y más que el valor de1 peso oro no amonedado en Espaiía; no se vió ser justo acceder a la peticióii, pues cesaría de contado la contratación si los mercaderes no se lucraban (real cédula de Burgos, 30 de abril de 1508; doc. éd.). En sil lugar se di6 después nueva orden para enviarse a la Española un millón de maravedís, a petición de don Diego Colón, a quien se dijo que estaba atendido en los medios que propuso (real cédula de Madrid 28 de febrero de 1519; doc. éd.). Esta nueva suma corrió la misma suerte que la anterior m maravedises efectivos conforme a la obligacibn de 44, sino conEorme a la de M efectivos y 10 maravedis nominales o ficticios. Los documentos sol~re la moneda provincial contienen amplia noticia acerca de la pdctica desconcertante que se cstableció, corriendo los años, de mantener el desequilibrio del valor de la mo neda por estimación corriente en frente de la estimación del cuño, o legal. h los oficiales reales parecia que el Rey debia cobrar por pesos legales como cualquier acreedor cobraba (pues entixban en peso más maravedís por depreciación de la moneda usual), pero no debia pagar pesos ni maravedis, sino por su valor nominal. Así se mandó en los intentos para restaurar el equilibrio, fijar la unidad monetaria para cobros y pagos en el maravedí, con seiuridad de que por las Cajas reales se procedería Únicamente al tipo de dicha unidad. Lo cual dade luego. di6 pie a llevarse las cuentas, en raz6n de la coricomitancia de monedas, por partidas de moneda buena y de moneda n~ala; y como en este orden de cosas los cristianos eran judíos. y los judíos eran demonios, y habiendo su porque mercan. ti], los mercaderes pusieron el valor del cobre laininado para usos fahriles cn iin precio de tipo espaiiol que, resuelto en tipo criollo, versaba doble y triple cantidad de cobre acuñado sobre 'el que pesaba la Idmina, y para economizar dinero en pago y dinero en reserva, los ingenios fundían moneda provincial para remendar calderas; otros para hacer peroles, ollas, cucliarones, velones, etc. Al buen observador no se le despinta cudn encogida Iiabia tenido su mano el tesorero Miguel de Pasamonte en todos los casos de mercedes rcalcs Iiechas a personas o entidadcs de la Isla, que no parecia sino que en realidad este ara. gonés mandaba m;is en las Indias que el Soberano espafiol; pues las mercedes reales quedaban sin ejecución, a lo inenos por algunos años. Pero si se tiene ciienla con que el mismo. 'í'es~rero no cobraba a sus tiempos cl salario que le tocaba, lejos de reconocerse en 61 un desintcres generoso, se Iin de hallar que siempre quiso cobrarse en buen oro y nada m;is que en buen oro; dcoiendo satiafacer con 61 los situados que tenian sefiores de la Corte por sus oficios, pagaderos en la Isla Espaiiola, se Ilcgú el tiempo de la limitacidn de aquel ore, hasta no alcanzar para cubrir los salarios propios, ni para pagar cn igual oro a los intercaados por las mercedcs concedidas; de quc provino cstar todos a la espera de coyuntura favorable para tcner buen oro, y quedarse sin dinero por aiíos y allos, como acaeci6 a franciscanos y doiiiinicos. u'nn orclan de defensa clel hucn oro, Iiizo que tleapub todos pasasen por cl aro de In plata y del vdlbn, o del r oro bajo, y esto se cslinia quc tuvo coniienro desde rliir! los flmicncos dd tren de Carlos V entmron en la adminisrracidn polltica del gobierne de Pspaaa y de rus Indias.
Docum~~os y, conocidos los flacos de .la moneda en curso, se entendió en tá Isla que convenía dar crecimiento al manejo de tejuelillos o láminas de oro fino (que los oficiales de S. M. recibían y daban, aplicándoles una marca de garantía, sobre todo cuando ya la moneda circulante no bastaba) y lo espúreo sentt5 plaza aquí, en Cuba y Puerto ~ici, después en Méjico; lo que al fin vino a prevalecer entre vecinos por mucho tiempo, como lo consignó el cronista Gonzalo Fernríndez dg Oviedo en una carta de 1537 (transcripción de . simple referencia por tratarse de texto poco genuino, en Col. Torres de Mendoza, 1, 511): "Porque andan .diversas marcas en este oro corriente, e por bajo que es todo anda a 400 mamvedises, que es con ciencia e aparejo de muchas falsedades, e no vale alguno la mitad; e como por la mayor parte son pedazos pequeños, traen .hordidas las marcas, e por poco que muestren de una letra o yperfil de marcar, pasa; e hay poco que hacer para que un pIatero,~@~lei~é marca escondido, e de la manera que él quisiere a un pedazo de- - , estos oros e a. muchos; e para que parezca la marca vieja e no fresca, con un poco de agua fuerte saben mostrar la antigüedad que qui- , ' , ' sieren que tenga la marca y caso que parezca irescii, toca poco en un canto del oro, e allá va". (La providencia contra este daño se -"= di6 por real cédula de Madrid 25 de febrero de 1540). ra vez que asomó el resentimiento par la falta de moneda insular o propia, fué en 1518, cuando los procuradores di las las reunidos en Santo Domingo, suplicaron a lbs 'PP. expusiesen al Cardenal Gobernador de EspaGa las la Isla, una de las cuales se hizo con estas',palabras: "Generalmente en esta Isla se fundía ciento y cincuenta &$@OS S de oro y, visto el registro de lak naos, van todos a Casrilla ,ca_'d$@i
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