Payasos y monstruos - Aguilar
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PAYASOS Y MONSTRUOS<br />
mujeres oficiales de cualquier modo. Cada una de ellas<br />
personificaba una alianza con diferentes sectores de la sociedad<br />
ugandesa. Someterlas a un abuso excesivo podría<br />
debilitar su poder. Así pues, cuando las tres primeras<br />
mujeres se hartaron de Amin decidieron formar un<br />
frente común. Todo culminó en una fiesta privada, en<br />
que las tres invitaron a sus amigos y amantes. La fiesta<br />
derivó en orgía y los escoltas corrieron a informar al presidente.<br />
Amin telefoneó a sus mujeres conminándolas a<br />
detener todo aquello. La respuesta fue que se fuera al infierno.<br />
La cuarta mujer recibía palizas de su marido. Pero se<br />
asegura que Amin estaba locamente enamorado de ella.<br />
En cierta ocasión los golpes acabaron con una fractura<br />
de muñeca... del mismo Amin. El dictador sentía auténtico<br />
pánico a mostrarse en público como un ser humano<br />
débil, así que al día siguiente se quitó el yeso que le habían<br />
puesto los médicos norcoreanos. El hueso no se soldó<br />
bien.<br />
La quinta mujer, en fin, era una gogo girl de jazz que<br />
actuaba para la Unidad Mecanizada Suicidio. Pese a la<br />
pasión que Amin sentía por ella nunca se quedó embarazada,<br />
lo que se convirtió en una auténtica frustración<br />
para él.<br />
Las desgracias familiares se extendieron a su vida política<br />
cuando se enfrentó con Julius Nyerere, el presidente<br />
de Tanzania. El mariscal reivindicaba una porción del<br />
territorio tanzano. Los litigios diplomáticos entre los dos<br />
países acostumbraban a culminar con unos irónicos comunicados<br />
de Amin, en los que juraba amor eterno al<br />
maduro Nyerere. Uno de los telegramas que acabaron<br />
con la paciencia del veterano político tanzano proclamaba:<br />
«Con estas breves palabras quiero asegurarle que lo<br />
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