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Dedicatoria
Dedico este libro:
A' quienes me mostraron que la carcel en donde me
encontraba no tenía puerta... las cadenas que me ataban no
existian... que lo que erela de mI era la voz del diablo... y
que toda, absolutamente toda mi actitud de esclavo estaba
en mi manera de pensar.
A quienes me enseñaron:
• Que no era «un latino sudaca», sino un hUo del
«Glorioso Rey».
• Que Dios me podía bendecir sin necesidad de ver
«mi sufrimiento».
• Que era tiempo de canción y avivamiento y no más
de llanto, «mea culpa» y masoquismo.
• Que muy pronto mi ciudad será llena de la gloria de
Dios, y yo seré instrumento para ello.
• Que debo pensar en grande, soñar en grande, orar
en grande, tener fe en grande, porque tengo un Dios gran·
de.
• Que no debo perder el tiempo con tontos, sino unir·
me a ungidos llenos del Espfritu Santo.