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Puentes hacia ninguna parte. Juventud, Educación y Empleo en el ...

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Se consagraba así, además, una suerte de “división d<strong>el</strong> trabajo” <strong>en</strong>tre países, según la cual a unos les correspondía la<br />

investigación y <strong>el</strong> desarrollo, y a otros la aplicación de los productos derivados de esta. La idea de una sociedad d<strong>el</strong><br />

conocimi<strong>en</strong>to vi<strong>en</strong>e a reconocer la importancia fundam<strong>en</strong>tal que <strong>en</strong> todos los países ti<strong>en</strong>e la g<strong>en</strong>eración de conocimi<strong>en</strong>to y<br />

<strong>el</strong> desarrollo de tecnologías apropiadas a las realidades locales, a la vez que subraya estos factores como claves para <strong>el</strong><br />

desarrollo nacional.<br />

Sin embargo, ambos <strong>en</strong>foques pres<strong>en</strong>tan dificultades que nos gustaría pres<strong>en</strong>tar aquí. En r<strong>el</strong>ación con la teoría d<strong>el</strong> CS, nos<br />

limitaremos a señalar los aspectos que a nuestro juicio son más problemáticos:<br />

1. El CS puede también ser negativo, lo que rara vez es señalado desde la teoría. Portes (1998:15-18) señala cuatro<br />

consecu<strong>en</strong>cias negativas d<strong>el</strong> CS:<br />

a. Los mismos lazos sociales que mejoran las oportunidades de algunas personas, limitan artificialm<strong>en</strong>te las<br />

oportunidades de qui<strong>en</strong>es están excluidos de esa red;<br />

b. El acceso directo de todos a los recursos de alguno de los miembros d<strong>el</strong> grupo, puede impedir, más que facilitar,<br />

<strong>el</strong> éxito de empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos individuales;<br />

c. La pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia al grupo demanda conformidad con sus normas y restringe la libertad de decisión de los<br />

miembros;<br />

d. Cuando la solidaridad se basa <strong>en</strong> la experi<strong>en</strong>cia común de la exclusión social, <strong>el</strong> éxito de miembros individuales<br />

repres<strong>en</strong>ta un resultado inesperado y por lo tanto, una am<strong>en</strong>aza para <strong>el</strong> grupo mismo, lo que redunda además,<br />

<strong>en</strong> una pérdida de los miembros más empr<strong>en</strong>dedores.<br />

2. Si, como señalan Bowles y Gintis (2002:1), la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> que <strong>el</strong> éxito ti<strong>en</strong>e que ver con capacidades individuales<br />

lleva al rechazo de medidas redistributivas de la riqueza, y la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> que la suerte <strong>en</strong> la vida ti<strong>en</strong>e que ver con<br />

v<strong>en</strong>tajas heredadas lleva a preferir medidas redistributivas, ¿cómo afecta la teoría d<strong>el</strong> CS a la producción de<br />

políticas <strong>en</strong> América Latina? ¿Cómo ag<strong>en</strong>dan unos estados <strong>en</strong> franca retirada la tarea redistributiva que parecería<br />

surgir de la teoría? Desde nuestro punto de vista la teoría d<strong>el</strong> CS vino a dar respuesta a un dilema de difícil<br />

solución: <strong>el</strong> de reconocer las fu<strong>en</strong>tes sociales de la desigualdad sin comprometer la apropiación d<strong>el</strong> privilegio por<br />

<strong>parte</strong> de las élites nacionales. Es más, la teoría provee de legitimación a la utilización particularista d<strong>el</strong> uso de los<br />

mecanismos que hac<strong>en</strong> posible dicha apropiación. Al fin y al cabo, y <strong>en</strong> palabras simples, si la pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia a redes<br />

es favorable para los pobres, que <strong>en</strong> definitiva ti<strong>en</strong><strong>en</strong> acceso a redes pobres, ¿cuánto más favorable será para los<br />

sectores mejor posicionados, que acced<strong>en</strong> a mejores redes?. Pero este aspecto ha sido omitido de la teoría.<br />

Bourdieu t<strong>en</strong>ía razón y los b<strong>en</strong>eficios obt<strong>en</strong>idos por los sectores privilegiados por su posición privilegiada, son<br />

invisibilizados a través de los r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos de las diversas formas que asume su capital cultural.<br />

3. Al legitimar –por omisión-la aus<strong>en</strong>cia de un estado que actúe como garante d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar social y como proveedor<br />

de las “redes de seguridad” que a veces faltan debido al increm<strong>en</strong>to de la pobreza, de la r<strong>el</strong>ocalización urbana, d<strong>el</strong><br />

aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> desempleo y de otras transformaciones estructurales y culturales que los autores describ<strong>en</strong><br />

adecuadam<strong>en</strong>te, la teoría deja librada la suerte de los excluidos a sus propias fuerzas. No deja de percibirse una<br />

cierta ironía <strong>en</strong> la pret<strong>en</strong>sión de que la exclusión pueda superarse a través de la utilización de lazos sociales;<br />

cuando es, justam<strong>en</strong>te, la falta de lazos sociales lo que define la situación de exclusión. Mi<strong>en</strong>tras, <strong>en</strong> la otra punta<br />

d<strong>el</strong> espectro social, la utilización de las abundantes y b<strong>en</strong>eficiosas redes de privilegio, quedan legitimadas por una<br />

nueva conceptualización que las concibe como “activos” y “oportunidades”. La sociedad queda así, una vez más,<br />

librada a la lógica de su dinámica de reproducción.<br />

4. En esto, la teoría da un paso atrás respecto de las promesas modernas. Fr<strong>en</strong>te al estado y al mercado, que<br />

sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> para sí pret<strong>en</strong>siones de universalismo –<strong>en</strong> unas condiciones “ideales” que virtualm<strong>en</strong>te nunca se<br />

produc<strong>en</strong>-que rivalizan <strong>en</strong>tre sí como árbitros impersonales d<strong>el</strong> valor y d<strong>el</strong> disvalor, y que se han v<strong>en</strong>ido disputando<br />

<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de asignadoras de recomp<strong>en</strong>sas sociales durante más de dos siglos, <strong>el</strong> CS vi<strong>en</strong>e a legitimar los lazos<br />

familiares y particularistas, basados <strong>en</strong> la sangre, <strong>el</strong> linaje o la cofradía como fundam<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to y la<br />

distribución -o la simple apropiación-de la riqueza social. Aunque estas prácticas no son desconocidas <strong>en</strong> los países<br />

latinoamericanos ni <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> mundo, no parece que necesitemos de <strong>el</strong>aboraciones académicas que las<br />

legitim<strong>en</strong>.<br />

Por otro lado, la perspectiva que ve <strong>en</strong> las sociedades latinoamericanas “sociedades d<strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to” parece describir,<br />

más bi<strong>en</strong>, estados imaginados de lo social, estados deseados, lejos de las miserias cotidianas que se viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> tejido<br />

social. Como descripciones, no se ajustan al bajísimo niv<strong>el</strong> de la inversión regional <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cia y tecnología: según <strong>el</strong><br />

Informe de Desarrollo Humano d<strong>el</strong> PNUD para 2005, Uruguay registra una inversión <strong>en</strong> I+D como porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> PBI d<strong>el</strong><br />

0,22, lo que equivale a la décima <strong>parte</strong> d<strong>el</strong> promedio mundial, y a la tercera <strong>parte</strong> d<strong>el</strong> promedio latinoamericano. Pero<br />

tampoco ti<strong>en</strong><strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la escasísima capacidad de ret<strong>en</strong>ción de ci<strong>en</strong>tíficos, técnicos y profesionales de nuestros<br />

países (Lema, 2003) y no explica <strong>el</strong> bajo valor agregado de la mayoría de nuestras exportaciones.<br />

Como mod<strong>el</strong>o, la idea de una “sociedad d<strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to”, tal como es tratada frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, muchas veces am<strong>en</strong>aza a<br />

deslizarse p<strong>el</strong>igrosam<strong>en</strong>te <strong>hacia</strong> la sustitución d<strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o que busca designar. Una sociedad imaginada, regida por la<br />

lógica de la producción y acumulación d<strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to, pasa a sustituir <strong>en</strong> los análisis, a sociedades con problemas y<br />

realidades concretos muy diversos, y <strong>en</strong> la mayoría de los casos, a sociedades privadas de los b<strong>en</strong>eficios a los que la<br />

supuesta sociedad d<strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to debería franquear <strong>el</strong> acceso. Con todo, no es posible soslayar <strong>el</strong> atractivo y la<br />

importancia de un mod<strong>el</strong>o de desarrollo que sirva como ori<strong>en</strong>tador para <strong>el</strong> diseño y la aplicación de políticas públicas, pero<br />

para cuyo logro hay que trabajar todavía, mucho (Ver, por ejemplo, Rubio, 2003)<br />

Pero cuando no es así, la sociedad d<strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to puede ser vista como la falsa ilusión de una utopía realizada, como un<br />

ejemplo más de un tipo de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to que está ori<strong>en</strong>tado por la fuerza consoladora de la repres<strong>en</strong>tación anticipada de la<br />

sociedad deseada. Mi<strong>en</strong>tras tanto, la teoría d<strong>el</strong> CS nos describe un aspecto ya conocido de la sociedad, la sociedad tal<br />

como <strong>el</strong>la funciona, lejos (y de vu<strong>el</strong>ta) de las ilusiones universalistas d<strong>el</strong> iluminismo moderno. Pero <strong>en</strong> vez de mostrarse<br />

como un modo de resignación de las promesas modernas, acorta <strong>el</strong> camino <strong>hacia</strong> la realización de la sociedad ideal por la<br />

vía de c<strong>el</strong>ebrar la realidad tal cual es, reivindicando su carácter moral y legitimando, con <strong>el</strong>lo, un ord<strong>en</strong> social<br />

particularista y desigual.<br />

Bibliografía<br />

o Aroc<strong>en</strong>a, R. (S<strong>el</strong>eccionador) (1995) Ci<strong>en</strong>cias técnicas y sociedad, Mdeo., Ed. Trilce. Beck, U., (2000) Un nuevo<br />

mundo f<strong>el</strong>iz. La precariedad d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> la era de la globalización, Paidós, Barc<strong>el</strong>ona.

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