Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Es cara la factura: un balazo en la<br />
cabeza o la decapitación nocturna<br />
<strong>Los</strong> rumores de la noche se arrastran sobre la ciudad. Una atmósfera<br />
espesa asfixia y somete, envenena con su oscuridad; sólo el<br />
ladrido de un perro corta el velo nocturno, una botella que se estrella<br />
o los últimos estertores de una música estridente que se apaga<br />
lentamente. Un automóvil rasga las avenidas, rebasa a la nada y<br />
se detiene de pronto. Escupe una ráfaga de resentimiento sobre<br />
unos ventanales y se aleja desbocado. A lo lejos canta aburrida una<br />
sirena.<br />
En una casa adornada con ventanas oxidadas y cortinas<br />
viejas un hombre está en el suelo atado de pies y manos. Echado<br />
en el piso de lo que pudiera ser el comedor, atascado en su propia<br />
orina, el sudor y su dolor, con trapos en la cabeza, cubierto de<br />
aceite y mugre en todo el cuerpo. Por la escasa luz de la estancia<br />
no se distingue bien el color de las manchas, se retuerce y gruñe.<br />
De otra habitación sale un hombre con un celular que<br />
guarda en el pantalón, mira su reloj brillante y con desgano da<br />
varios puntapiés al bulto. Saca un arma corta también refulgente,<br />
hermosa, y dispara entre maldiciones, primero en las piernas, el<br />
bulto bailotea al contacto <strong>del</strong> fuego, luego en la zona genital y por<br />
j av i e r va l d e z c á r d e n a s 11
p r ó l o g o<br />
último a la altura <strong>del</strong> corazón. Maldice, se acerca a una mesa y se<br />
sirve en un vaso un buen trago de whisky. Carraspea y dice: “¡Ya<br />
estuvo cabrón, vas!”<br />
Otro hombre se incorpora de un colchón recargado a<br />
medias en la pared, se quita los audífonos de un ipod y camina<br />
decidido hacia otra habitación. Regresa y mueve el cuerpo con el<br />
pie sin que el bulto exprese su coraje, ¿su terror? Quita las vendas<br />
y cintas adhesivas <strong>del</strong> bulto y le cierra los ojos: “Te cargo la chingada,<br />
bato.” Toma por los cabellos la cabeza y con un machete la<br />
arranca <strong>del</strong> cuerpo, la tironea, la desprende. Ahora el ejecutado<br />
es un muñeco sangriento incompleto. Al terminar meten los bultos,<br />
cabeza y cuerpo, en bolsas de plástico, y ayudados por otro<br />
hombre salen al patio de la casa para meter al muñeco dividido<br />
en un carro. El esfuerzo los hace sudar y maldecir. “Hijo de puta”,<br />
dice el que cortó la cabeza, flaco y correoso, bajo de estatura y de<br />
aproximadamente 17, 18 años manchados de sangre; el hombre<br />
que disparó lo palmea y se a<strong>del</strong>anta, con la luz <strong>del</strong> poste que le da<br />
de lleno en el rostro, se ve claramente que, a pesar de la incipiente<br />
barba que mal dibuja su rostro, es menor que su acompañante.<br />
Cruzan bajo el frío de la noche la reja de la casa.<br />
Acomodan en la cajuela al ejecutado, se meten al automóvil<br />
y desde allí se despiden de un muchacho robusto, alto y rapado,<br />
con tatuajes en el cuello, ¿18, 20 años de edad?, que cierra<br />
el zaguán y les hace una seña obscena y se ríe sin ganas. <strong>Los</strong> otros<br />
se alejan. La oscuridad los traga. El automóvil es un cuchillo que<br />
desgarra las calles, la noche huele a sangre y miedo, a crueldad y<br />
balazos.<br />
La escena descrita es sólo una estampa que se repite en<br />
muchos puntos <strong>del</strong> país en la que jóvenes, niños incluso, son<br />
actores principales. El propósito de este libro es reconstruir una<br />
serie de retratos y sucesos a partir <strong>del</strong> testimonio de los actores<br />
principales de esta obra: La guerra <strong>del</strong> <strong>narco</strong>. Por medio de la<br />
crónica, el reportaje, el periodismo en el lugar de los hechos, cubriendo<br />
las ejecuciones e indagando en centros de readaptación<br />
12<br />
LOS MORROS DEL NARCO
p r ó l o g o<br />
y de rehabilitación, en cárceles y hospitales, en la calle donde el<br />
sueño se ha fracturado para convertirse en una pesadilla cotidiana.<br />
La idea es descubrir un mundo siniestro y violento por medio<br />
<strong>del</strong> periodismo, la entrevista, la recreación apoyada en el reportaje<br />
y el firme deseo de ver más allá en el corazón y en el rostro de los<br />
implicados en el <strong>narco</strong>tráfico en México. Es innegable que tras el<br />
<strong>narco</strong> hay asesinatos, negocios turbios, traiciones, millones de pesos<br />
y ansias de poder pero, ¿por qué los niños y jóvenes se meten a<br />
esta vida brutal?, se ha dicho que por falta de oportunidades, por<br />
la seducción de la vida fácil, por la adrenalina y la imitación a sus<br />
nuevos héroes, por maldad, ambición y cinismo, por integrarse,<br />
por ser parte de un grupo temido y respetado de <strong>del</strong>incuentes<br />
impunes; pero en estas páginas podrá saberse que también es por<br />
una profunda falta de amor, por abandono, por la asfixia de vivir<br />
en familias disfuncionales, por arrastrar un alma descoyuntada<br />
y sin afecto, por saber que pueden vivir de lujo algunos años sin<br />
importar la violenta factura, para tragarse de una buena vez tanta<br />
jodida tristeza y miseria, hambre y falta de afecto, no importa que<br />
se atraviesen las balas.<br />
<strong>Los</strong> <strong>morros</strong> <strong>del</strong> <strong>narco</strong> es una investigación frontal, de campo,<br />
que retrata a diversos personajes de la guerra más cruel que ha<br />
tenido lugar en México en los últimos años. Se ofrecen en estas<br />
páginas las expresiones de rabia y audacia de niños que son deslumbrados<br />
por el poder de los <strong>narco</strong>traficantes y deciden seguir<br />
su ejemplo; muchachas seductoras que se juegan la vida al transportar<br />
droga a muchas ciudades <strong>del</strong> país a cambio de un poco de<br />
glamour y billetes. Se revelan las horas de suplicio de indigentes<br />
que fueron quemados vivos por <strong>narco</strong>juniors; las tareas sombrías<br />
de “reporteros” <strong>del</strong> <strong>narco</strong>, en su mayoría adolescentes que viven<br />
embrujados por la riqueza y la droga; niños que sueñan con tener<br />
entre sus manos un arma para ser respetados por los compañeros<br />
<strong>del</strong> colegio, niños que asesinan a rivales en juegos sin sentido,<br />
niños que quieren matar a su madre por falta de cariño; hermosas<br />
socorristas que encuentran el camino de la bala perdida; jóvenes<br />
j av i e r va l d e z c á r d e n a s 13
p r ó l o g o<br />
inocentes engatusados por las leyes, encarcelados supuestamente<br />
por pertenecer al <strong>narco</strong>.<br />
La guerra está en las calles y se extiende no sólo al norte<br />
<strong>del</strong> país, también en el centro y el sur de México, no sólo en la<br />
noche más espesa y negra, también cuando el sol ladra más fuerte;<br />
no sólo en suburbios, baldíos y barrancas, también en zonas<br />
céntricas, residencias opulentas, hospitales y centros comerciales,<br />
y lo más inquietante es que los soldados y policías ahora tienen<br />
nuevos rostros, son carne de cañón y soplones, son verdugos y<br />
víctimas, son el ardor rebelde de los nuevos sicarios y la certeza de<br />
que el futuro es un balazo: son niños y jóvenes metidos hasta la<br />
entraña en el <strong>narco</strong>tráfico.<br />
14<br />
LOS MORROS DEL NARCO