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Era alto, delgado y bronceado, y parecía como si acabara de<br />

quitarse un gorro de lana, tirando del cabello rubio oscuro en todas<br />

direcciones. Cath miró la asignación de la habitación. ¿Este era Reagan?<br />

—¡Reagan! —dijo el chico felizmente—. Mira, tú compañera de<br />

cuarto está aquí.<br />

Una chica rodeó a Cath en la puerta y la miró con frialdad. Tenía<br />

cabello liso, castaño, y un cigarrillo sin encender en la boca. El chico lo<br />

tomó y se lo puso en su boca. —Reagan, Cather. Cather, Reagan —dijo.<br />

—Cath —corrigió ella.<br />

Reagan asintió y buscó en su bolso otro cigarrillo. —Tomé esté lado —<br />

dijo, señalando a la pila de cajas en el lado derecho de la habitación—.<br />

Pero eso no importa. Si tienes problemas de feng shui, no dudes en mover<br />

mi mierda. —Se volvió hacia el muchacho—. ¿Listo?<br />

Él se giró hacia Cath. —¿Vienes?<br />

Cath negó con la cabeza.<br />

Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, se sentó en el colchón<br />

desnudo que aparentemente era suyo —el feng shui era el menor de sus<br />

problemas—, y apoyó la cabeza contra la pared de bloques de hormigón.<br />

ESólo tenía que tranquilizar sus nervios.<br />

Tomar la ansiedad que sentía como estática negra trás sus párpados<br />

y un corazón extra en su garganta, y empujarlo todo hacia su estómago a<br />

donde pertenecía, donde pudiera, al menos, atarlo en un buen nudo y<br />

trabajar en torno a ello.<br />

Su padre y Wren estarían allí de un momento a otro, y Cath no quería<br />

que supieran que estaba a punto de deshacerse. Si Cath se deshacía, su<br />

padre se desharía. Y sí ambos lo hacían, Wren actuaría como si lo<br />

estuvieran haciendo a propósito, sólo para arruinar su perfecto primer día<br />

en el campus. Su nueva y hermosa aventura.<br />

Vas a darme las gracias por esto, seguía diciendo Wren.<br />

La primera vez que lo dijo fue en junio.<br />

Cath ya había enviado sus solicitudes de vivienda a la universidad, y<br />

por supuesto que había puesto a Wren como su compañera de cuarto, no<br />

lo había pensado dos veces. Las dos habían compartido una habitación<br />

durante dieciocho años, ¿por qué detenerse ahora?<br />

—Hemos compartido una habitación por dieciocho años —<br />

argumentó Wren. Estaba sentada a la cabecera de la cama de Cath,<br />

portando su exasperante rostro de ―Soy la Madura Aquí‖.<br />

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