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–Estás en lo correcto –dijo el ángel–. Pero aun<br />

más. El agua que baja por las montañas viene del<br />

vapor que produce la luz del sol sobre el mar.<br />

–Sí… –exclamó Guillo–. Es el proceso de<br />

condensación. Me lo han enseñado en el colegio.<br />

–Entonces –continuó el ángel–. Tú comprenderás<br />

que cuando comes lasagna, comes luz. O sea, tú<br />

eres luz y vives en el Reino del Sol. Tus hermanos<br />

son ahora esencia del gran espíritu del Sol e<br />

hicieron su camino por el gran espíritu del mar.<br />

Guillo miró a los ojos al ángel y vio el Espíritu. Era<br />

como agua de sol que sana y produce mucha paz.<br />

–Ahora –dijo el ángel– irás a buscar a tu<br />

hermano Vicente y en tu camino, cuando crezcas,<br />

encontrarás la fuente de agua de sol.<br />

–Te digo qué… –dijo Guillo–. Es un muy buen<br />

trabajo. Le diré a Vicente que la busquemos en<br />

nuestro tiempo libre en bicicleta.<br />

El ángel se fue por el camino de luz, sobre el mar,<br />

hacia el corazón del Sol.<br />

Antes de partir, dijo a Guillo: –Cuida el Reino<br />

del Sol. Tú sabes. Todo es luz que toma forma y<br />

después se libera de la forma, entrando en los<br />

corazones de los grandes espíritus. Las formas<br />

se nutren de luz, pero tú que ahora sabes, tienes<br />

algo más. Tienes conciencia y eso también ayuda<br />

a iluminar la vida. No solo te nutres de luz.<br />

También das luz.<br />

–Te digo qué –dijo Guillo–. Ya entendí. Ahora se<br />

me quitó el miedo a los grandes espíritus.<br />

–¿Cuál miedo, abuelita? –pregunta Manu.<br />

–Muchas veces la Madre Tierra se mueve un poco<br />

fuerte. A eso lo llamamos terremotos, erupciones<br />

de volcanes, maremotos o vientos muy rápidos<br />

–explica Mami Machi–. Esos son movimientos de<br />

los grandes espíritus que vienen a buscar a algunas<br />

personas para llevarlos a sus reinos. Y como los<br />

grandes espíritus hacen mucho ruido, nosotros<br />

nos asustamos. Pero antiguamente, cuando los<br />

hombres ponían oído a los grandes espíritus<br />

más que a la televisión, los reverenciaban y eran<br />

amigos de ellos. Ahora, en estos tiempos, casi<br />

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todos se olvidan de su existencia. Sin embargo,<br />

siempre vienen a visitarnos.<br />

–¿Y cómo lo haré para oír los grandes espíritus,<br />

abuelita? –pregunta Manu.<br />

–Cuidando mucho a la Madre Tierra, que es<br />

nuestra casa grande –responde Mami Machi.<br />

Y los tres se fueron caminando a comer galletas<br />

y a preparar las aceitunas que la abuela había<br />

recogido para compartirlas con el resto de la<br />

familia.

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