Revista de Prensa - Universidade da Coruña

O.J.D.:
E.G.M.:
8132
No hay datos
Fecha:
Sección:
Páginas:
27/04/2008
OPINION
30
H
ace unos días pronunció
una conferencia
en el club siglo XXI
de Madrid José María Fidalgo,
secretario general de Comisiones
Obreras y, entre
otras muchas cosas sensatas,
dijo por ejemplo en el coloquio
que no entendía por qué
la opción por las desaladoras
es más de izquierdas que la
del trasvase, o que en la descentralización
se había ido
demasiado lejos y que el Estado
se había quedado pequeño,
se refirió a la Universidad
pidiendo que no prosiga "la
proliferación replicante" de
centros, poniendo de marfitiesto
que más de un millón y
medio de titulados desempeñan
trabajos sin relación con
sus estudios y que se reoriente
la institución "hacia la excelencia,
hacia la conexión
con la producción de valor
añadido y con los circ~fitos de
la actividad investigadora".
Es dificil no estar de acuerdo
con Fidalgo también en una
universidad pequeña como la
nuestra. Da la impresión de
que el desplazamiento de la
dirección política de la educación
superior desde el ministerio
clásico, el de educación,
al de ciencia e iunovación que
dirige una doctora en biología
y empresaria, anuncia un mayor
protagonismo de la investigación
en ciencias experimentales
y áreas tecnológicas,
y menor en las de humanidades.
Ya venía siendo así,
pero ahora lo será más. Sólo
hay que desearles éxito a los
científicos y a los ingenieros
y que la excelencia aumente
de verdad. En las áreas humanísticas,
como en las jurídicas
y socioeconómicas, también
se investiga y también hay excelencia,
de modo que no están
al margen de lo se quiere
decir cuando se habla de productividad
y de mercado, pero
habría que estar ciego o en
otro mundo para dar la espalda
a las exigencias actuales y
primeras del nuestro. Es urgente
conseguir que nuestros
cientificos formen parte habitualmente
de la élite mundial.
Es una urgencia que tenemos
como país después de siglos
mirando al cielo.
Pero está también la docencia
y en esto me parece que lo
que se anuncia no lo acabamos
de entender todos del
mismo modo. A mí, lo confieso,
no me convence lo que
voy sabiendo. Mi impresión
es que, siendo en la universidad
muy distintas las grandes
áreas, ciencias, tecnológicas,
jurídicas y socioeconómicas y
humanidades, los docentes de
cada una de ellas hacemos
diagnósticos distintos de la situación,
y no siempre ese
diagnóstico coincide con el de
los expertos en educación. No
entiendo lo que quieren decir
con que más que información
y conocimientos hay que proporcionar
destrezas para que
el alumno por su cuenta crezca
en saber, y no comparto los
criterios que llevan a definir
el fracaso escolar. En mi Facultad
entran estudiantes ajenos
por completo al derecho,
a salvo de lo que depare el entomo
familiar, que necesitan,
de modo imprescindible, acudir
a clase, escuchar, tomar
notas, los apuntes son otra cosa,
y estudiar mucho. No conozco
otro método de amueblar
las cabezas con orden.
Desconfio de una docencia, al
menos en los primeros cursos,
que deja al alumno a su suerte
con unas someras explicaciones.
Y no veo sino desventajas
a una relación tan intensa
y próxima con el alumno que
más parecerán algunos despachos,
consultas del psicólogo
o confesionarios, a elegir. En
cuanto al fracaso, lo sería y
grave el que alguien pudiera
aprobar sin estudiar, tanto como
que no se licenciara quien
estudia.
Es probable que muchos de
los que acceden a la Facultad
no deberían poder hacerlo. Si
el fracaso se contabiliza sólo
a partir de las estadísticas, entonces
me lo explico, pero ese
criterio a mi no me dice nada.
En la Universidad hay que
reivindicar el esfuerzo individual
y eso se mide en la rendición
de cuentas que un estudiante
debe hacer de un modo
o de otro, pero con seriedad.
Con la seriedad con la que le
examinarán luego en unas
oposiciones o en una empresa.
Para eso vienen a las Facultades
y Escuelas donde el
camino no es fácil. Los que
vienen sabiéndolo o lo aprenden
pronto, no fracasan. En
España se multiplicó el número
de centros universitarios y
la entrada de estudiantes.
Aquella opción por la cantidad
nos está dejando titulaciones
multiplicadas a cincuenta
kilómetros una de otra
y con muy pocos alumnos;
nos deja abandonos de estudios
por estudiantes que no
pueden con ellos. La solución
no es, creo, importar métodos
de otros niveles de enseñanza,
sino recuperar la exigencia
propia de la educación superion
Seguiremos hablando de
esto.
José Antonio Portero Molina es
catedrático de Derecho Constitu
cional de la Universidad de
La Coruña
UNIVERSIDADE DA CORUÑA
42