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Boletín 13 - Investigadores - Universidad Iberoamericana

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Investigación<br />

La Ibero es<br />

<strong>Boletín</strong> <strong>13</strong><br />

noviembre - diciembre de 2008<br />

Los alumnos hacen investigación<br />

“Sí, ya sé; es algo así como una historia más humana”<br />

Entrevista con David Lorente y Fernández ganador del Premio Arturo Warman<br />

David Lorente y Fernández estudió la Maestría<br />

en Antropología en la UIA, recientemente<br />

obtuvo el premio de la Cátedra Interinstitucional<br />

Arturo Warman por su tesis:<br />

La razzia cósmica. Una concepción nahua<br />

sobre el clima (El complejo Ahuaques-Tesiftero en la Sierra de<br />

Texcoco), 2007. En entrevista electrónica para el <strong>Boletín</strong> de<br />

Investigación, el maestro Lorente nos platicó su historia:<br />

En 2002 había terminado mis estudios de antropología sociocultural<br />

en la <strong>Universidad</strong> de Deusto, en Bilbao, en un<br />

programa coordinado por<br />

el Dr. Francisco Sánchez-<br />

Marco. Cuando terminé<br />

mis estudios, me llamó<br />

a su despacho y me dijo<br />

que, si quería formarme<br />

de verdad como antropólogo,<br />

debía ir a un lugar<br />

en el que el trabajo de<br />

campo se practicase con<br />

disciplina y rigor. Él mismo<br />

había sido alumno de<br />

la Maestría de la UIA en<br />

los tiempos en que Ángel<br />

Palerm dirigía el departamento,<br />

y me recomendó<br />

fervientemente viajar<br />

a México. Sin pensarlo<br />

dos veces, me embarqué<br />

en un programa de intercambio<br />

entre ambas universidades y llegué a la República<br />

Mexicana en agosto de ese mismo año.<br />

Tras los cursos teóricos, fui con otros alumnos a realizar la<br />

“primera práctica de campo supervisada” a la región de Texcoco.<br />

Nos alojamos en la estación de campo constituida por<br />

la casa ‘José de Acosta’ de Tepetlaoxtoc. Desde allí recorríamos<br />

los pueblos cercanos, aprendíamos a hacer diarios de<br />

campo, recoger datos, hacer observaciones, llevar registros.<br />

Durante el mes que duraba la práctica hacíamos reuniones<br />

semanales en Tepetlaoxtoc y eramos orientados por los<br />

doctores David Robichaux y Roger Magazine. Al terminar,<br />

con la información reunida redactábamos un informe que<br />

mostraba, en miniatura, lo que en antropología se llama un<br />

“estudio de comunidad”. Este estudio permitía definir una<br />

pregunta de investigación clave que surgía del contexto de<br />

4<br />

los datos empíricos: ¿qué era importante para los habitantes<br />

locales y permitía plantear problemas teóricos a partir de los<br />

datos de campo?<br />

Además de las actividades sociales asociadas y de su importancia<br />

en la agricultura de regadío, existía toda una serie de<br />

creencias míticas y rituales en torno a ciertos espíritus del<br />

agua llamados ahuaques –en náhuatl “dueños del agua”- que<br />

enfermaban a la gente y cuidaban del vital líquido. Pensé<br />

que era un punto interesante para comenzar mi tesis. La<br />

preocupación de mis informantes se convirtió en la propia.<br />

Cuando me instalé de<br />

manera independiente<br />

en el pueblo en seguida<br />

reparé en que pasaba algo<br />

interesante: los adultos se<br />

resistían a hablar sobre el<br />

tema y sostenían –como<br />

hacemos muchos antropólogos-<br />

que con la modernización<br />

de la zona las<br />

creencias antiguas habían<br />

desaparecido. Pero había<br />

disonancias, filtraciones.<br />

Y se me ocurrió recurrir<br />

a los niños. Hice cuestionarios<br />

en las escuelas con<br />

la información reunida<br />

en un principio y resultó<br />

que los niños recibían de<br />

los adultos toda una serie de historias, en ciertos momentos<br />

domésticos muy privados, sobre los ahuaques y los manantiales.<br />

Con lo dicho por los niños volví a los adultos y diseñé<br />

un nuevo tipo de entrevista o, mejor, de situaciones temáticas<br />

que reproducían la manera indirecta y sutil de hablar<br />

de los nahuas. Así fui formándome una idea cada vez más<br />

compleja del ámbito de actuación de los ahuaques y su poder<br />

sobre la vida del hombre. Al parecer, también había chamanes<br />

llamados graniceros que se encargaban de curar a las<br />

víctimas de estos seres y de regular los intercambios con la<br />

comunidad humana: pedían la lluvia si faltaba y ahuyentaban<br />

el granizo que destruía las cosechas. Pero los graniceros<br />

habían desaparecido de la zona hacía años…<br />

El Dr. David Robichaux fue mi tutor desde mi llegada a<br />

México y luego mi director de tesis. Tuve la valiosa expe-

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