Nuevas tendencias en el agro

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Sobre el tema, Francisca Rodríguez enfatiza:
“Aparecen programas de mucha inversión, nos
muestran una economía floreciente por la inversión
extranjera, en ese aspecto, hay cierta
ingenuidad de los pueblos, y eso impide reaccionar
a tiempo, frente al atropello de los derechos
humanos más elementales, como es el
derecho a la alimentación”.
La sociedad moderna, su organización y un
buen pertrecho comunicacional impiden tener
una mirada clara sobre el modo de operar del
capital, se ha puesto un cerco en relación a
los problemas que tienen los pueblos, el movimiento
social ha sido atomizado y minado desde
todos los frentes posibles, llegando incluso
a su aniquilamiento a través de los aparatos
represivos de los Estados.
Francisca Rodríguez es muy clara en afirmar
que hoy “existe una mirada parcializadora y
eso, es pérdida de identidad de los pueblos,
queremos asemejarnos a los europeos, incluso
llegamos a cambiar la arquitectura nacional, la
cultura dominante mide nuestro progreso como
país, en el avance del desarrollo del capital y
no sustentado en el desarrollo de sus pueblos,
lo que vale hoy día es la infraestructura, estamos
perdiendo todo, incluso perdemos dominio
sobre nuestra identidad lingüística”.
Los agronegocios
La dirigenta nos recuerda que antiguamente
se respetaban los ciclos de la naturaleza para
la producción de alimentos y este apego a la
tierra, y su identidad con ella, también posibilitaba
una identidad como pueblo, como comunidad.
Hoy, el ordenamiento económico en
los distintos países, deteriora esta relación, y
existen muchos campesinos que se creen empresarios,
las empresas campesinas florecen
como callampas, esto incide directamente en
cambiar sus demandas, y se pierde la visión colectiva
La pérdida de identidad productiva, la pérdida
de las tierras, los desplazamientos de sus territorios
de las comunidades indígenas, genera
un trastoque grande al interior de las familias
campesinas. En la actualidad, se destina el uso
de la tierra, de acuerdo a los intereses de los
agronegocios, llegando incluso a la irracional
lógica de producir alimentos para las máquinas,
mientras aumenta la desnutrición infantil
en el mundo.
Los agronegocios, para Francisca Rodríguez
son “un negocio floreciente, y en función de
eso, transgrediendo todas las reglas de la naturaleza
y los derechos humanos, como es la alimentación,
el resguardo, la relación armoniosa
entre la gente y la naturaleza, ellos empiezan
a hacer un nuevo ordenamiento de los territorios
sin importar nada. Por ello surgen los
monocultivos, la necesidad de tener materias
primas, alimentar a las naciones que pueden
pagar un precio más elevado por la alimentación,
y nosotros, los que no podemos pagar,
comemos toda la basura que resta, significa
además una subordinación del trabajo, esto
permite instalar sistemas de grandes empresas
agrícolas, mano de obra barata, trabajo temporal,
externalización del empleo y de los servicios,
todo ello porque el campo genera más y
más ganancias”.
Mujeres, jóvenes y pueblos originarios
Una de las molestias que dejaron establecidos
los movimientos y organizaciones sociales, fue
tratar como “sectores más vulnerables” a las
mujeres, los jóvenes y los pueblos originarios.
Según Francisca Rodríguez, en el caso de las
mujeres, hay un concepto que instala la iglesia,
el de una familia conservadora, aunque
el “dueño de casa” es también un subordinado
del patrón, y en ese sentido, las mujeres
deben vivir una doble opresión: la cultural y
la económica, y hoy las mujeres son una importante
fuerza laboral en el campo, y no solo
eso, sino también son la fuerza de resistencia
más importante del continente, junto a los jóvenes
y los movimientos indígenas, “por tanto
la vulnerabilidad es del sistema, no de estos
sectores que se mantienen en resistencia en el
continente”.
Francisca Rodríguez agrega: “La propia expulpasa
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