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DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA NOVIEMBRE DE 2014<br />

Revueltas pretende captar no un reflejo mecánico,<br />

directo de la realidad, sino su movimiento interno,<br />

aquel aspecto de la realidad que obedece a leyes<br />

—EVODIO ESCALANTE<br />

REVUELTAS:<br />

REBELION<br />

Y REVOLUCION<br />

527<br />

Además<br />

NOTAS DE<br />

UN HISTORIADOR<br />

SOBRE LOS BREVIARIOS


Ilustración: © ANDREA GARCÍA FLORES<br />

527<br />

EDITORIAL<br />

3<br />

6<br />

8<br />

11<br />

12<br />

15<br />

El tiempo y el número<br />

JOSÉ REVUELTAS<br />

—————————<br />

Más allá<br />

de las diferencias<br />

Correspondencia<br />

de José Revueltas<br />

a Alfonso Reyes<br />

(1956 y 1957)<br />

Revueltas,<br />

ficción y verdad<br />

ÁLVARO RUIZ ABREU<br />

Los desengaños<br />

del realismo<br />

EVODIO ESCALANTE<br />

Un pesimismo ardiente<br />

PHILIPPE CHERON<br />

Revueltas:<br />

angustia, genio, hazaña<br />

ENRIQUE SEMO<br />

Siglo de Revueltas<br />

En este año es posible que los rutinarios festejos por<br />

el inicio de la Revolución mexicana sean opacados<br />

por los que celebren el centenario del nacimiento de<br />

José Revueltas, que llegó a esta tierra el viernes 20<br />

de noviembre de 1914, en Santiago Papasquiaro, Durango.<br />

La suya fue una vida llena de tribulaciones,<br />

dedicada a la palabra —la que crea mundos y la que<br />

trata de entender este mundo— y a buscar una profunda<br />

transformación política. El Fondo ha querido<br />

sumarse de manera intensa a los actos de recordación,<br />

y lo hemos hecho con lo que sabemos hacer: publicar libros. Este número<br />

de La Gaceta está armado fundamentalmente con muestras de los<br />

materiales que conforman nuestra conmemoración editorial.<br />

Alfonso Reyes es uno de los cimientos de nuestra casa. Abrimos por ello<br />

esta edición con la correspondencia que el regiomontano sostuvo con el<br />

duranguense, reunida y comentada por Alberto Enríquez Perea; escueta<br />

pero sustanciosa, muestra las afinidades entre dos hombres de letras a<br />

quienes los clichés harían parecer antitéticos. Seguimos con un texto de<br />

uno de los más leídos biógrafos de Revueltas, Álvaro Ruiz Abreu, tomado de<br />

nuestro principal libro de homenaje: la edición conmemorativa de Los errores,<br />

que va acompañada de ensayos como el que compartimos aquí (sirva<br />

esta tribuna para agradecer a Sonia Peña, coordinadora del proyecto, su<br />

devoción por este libro cumbre en la novelística revueltiana, único texto<br />

original publicado por el fce, justamente hace 50 años). Hemos traído a<br />

nuestro catálogo dos libros muy conocidos y reconocidos por los seguidores<br />

de Revueltas: en los trabajos de Philippe Cheron y Evodio Escalante encontrará<br />

el lector claves para ensanchar su comprensión de la obra del escritor<br />

hoy centenario, el primero respecto del “optimismo ardiente” y el segundo<br />

del “lado moridor”, dos facetas complementarias en Revueltas. El testimonio<br />

de Enrique Semo ejemplifica lo que una veintena de autores hicieron en<br />

Un escritor en la tierra, suma de anécdotas, afectos, valoraciones individuales<br />

en torno del duranguense. Las fotografías están tomadas de la iconografía<br />

armada con audacia y generosidad por José Manuel Mateo, a quien<br />

también agradecemos desde aquí su fidelidad inquebrantable a la vida y la<br />

obra de Revueltas.<br />

Dejamos para el Capitel la explicación del título de este número, que se<br />

cierra con el breve —no podía ser de otra manera— apunte autobiográfico<br />

de Pablo Escalante Gonzalbo como lector de Breviarios. W<br />

17<br />

Cristianismo<br />

y revolución:<br />

José Revueltas<br />

OCTAVIO PAZ<br />

José Carreño Carlón<br />

DIRECTOR GENERAL DEL FCE<br />

León Muñoz Santini<br />

ARTE Y DISEÑO<br />

20<br />

20<br />

CAPITEL<br />

NOVEDADES<br />

Tomás Granados Salinas<br />

DIRECTOR DE LA GACETA<br />

Javier Ledesma<br />

JEFE DE REDACCIÓN<br />

Ricardo Nudelman, Martha Cantú,<br />

Adriana Konzevik, Susana López,<br />

Alejandra Vázquez<br />

CONSEJO EDITORIAL<br />

Andrea García Flores<br />

FORMACIÓN<br />

Ernesto Ramírez Morales<br />

VERSIÓN PARA INTERNET<br />

Alma Meza<br />

ASISTENTE EDITORIAL<br />

Impresora y Encuadernadora<br />

Progreso, sa de cv<br />

IMPRESIÓN<br />

22<br />

Los Breviarios me hacen<br />

recordar aquello otro<br />

PABLO ESCALANTE GONZALBO<br />

NOVIEMBRE DE 2014<br />

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La Gaceta del Fondo de Cultura Económica<br />

es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227,<br />

Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Distrito Federal, México. Editor responsable: Tomás Granados Salinas. Certificado<br />

de licitud de título 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas<br />

Ilustradas el 15 de julio de 1995. La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es un nombre registrado en el Instituto Nacional<br />

del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro Postal, Publicación<br />

Periódica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716<br />

FOTOGRAFÍA DE PORTADA: ©LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />

2 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN POESÍAY REVOLUCIÓN<br />

Sin duda más conocido por su prosa y su ensayística, a lo largo de su vida<br />

Revueltas cultivó también, en proporción menor –pero no por ello desdeñable—,<br />

la poesía. Una de las varias ediciones conmemorativas de obras suyas que hemos<br />

incorporado a nuestro catálogo, y de las que ofrecemos algunos atisbos en esta entrega<br />

de La Gaceta, es su poemario El propósito ciego. Sirva esta muestra, tomada de ahí,<br />

para ofrecer un destello de esta vertiente, para muchos aún por explorar,<br />

del hoy centenario Revueltas<br />

El tiempo y el número<br />

JOSÉ REVUELTAS<br />

Caen las cosas, dejan de ser, desaparecen<br />

y algo las detiene en su propia sombra,<br />

donde quedan, apagadas, vivas nada más<br />

por el impulso de permanecer sin ser ya nada.<br />

El amor mismo es una cosa<br />

sobre la cual se enciman nuevas cosas<br />

cada vez, un palimpsesto donde los<br />

recuerdos son distintos a lo que recuerdan<br />

y parecen bellos sin haberlo sido<br />

porque la muerte los retoca con la compasión<br />

y los disfraza de encuentros que no fueron<br />

pero deben parecernos puros, para que el presente<br />

nos acoja sin demasiada pena<br />

y no nos arrebate el último pan.<br />

Llegará ese día en que ya no tengamos<br />

el cuerpo disponible y en que todo<br />

lo pasado no sea sino un largo vacío,<br />

montones de palabras dichas de otro modo<br />

y lejanas voces, pensamientos y sombras<br />

indiferentes y extranjeras.<br />

Todo ello vuelto a ser en nuestra nada<br />

vencida, nombres sin cuerpo<br />

con los que intentaremos recubrir<br />

una sorda vida distante y acabada<br />

en la que fuimos nosotros mismos<br />

otra cosa también. W<br />

NOVIEMBRE DE 2014 3


Fotografía: © JULIO PLIEGO (FOTOGRAMAS). ARCHIVO JULIO PLIEGO<br />

4 NOVIEMBRE DE 2014


DOSSIER<br />

REVUELTAS:<br />

REBELION<br />

Y REVOLUCION<br />

Tuvo José su parte de rebelde y su<br />

parte de revolucionario. Supo cartearse<br />

con el consagrado Reyes. Supo poner en<br />

Los errores un nudo dramático, social y<br />

político. Supo iluminar la degradación con<br />

el optimismo y supo poner la dialéctica al<br />

servicio de la invención literaria. Supo ser un<br />

genio angustiado, como se sigue de lo dicho<br />

por Semo. Y quizá, como sugiere Paz, todo<br />

ello se condensó en una suerte de marxismo<br />

cristiano. La rebelión de Revueltas<br />

es su revolución.<br />

NOVIEMBRE DE 2014 5


Fotografía: © AGN, FONDO HERMANOS MAYO, SOBRE HMAG 7533.1<br />

REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

En los años cincuenta, convertido Reyes en un patriarca generoso, Revueltas aún<br />

en busca de su espacio en la república de las letras, estos dos escritores tuvieron un mínimo<br />

intercambio epistolar. José reconocía su admiración por el gran Alfonso, al punto de que<br />

promovió la traducción de alguna obra del regiomontano al húngaro. Aquí presentamos<br />

un rápido apunte de esa relación sincera y por desgracia superficial<br />

ARTÍCULO<br />

Más allá de las diferencias<br />

Correspondencia de José Revueltas<br />

a Alfonso Reyes (1956 y 1957)<br />

ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA<br />

José Revueltas siempre estuvo al<br />

tanto de la vida y la obra de Alfonso<br />

Reyes. No era para menos. Revueltas<br />

era un hombre educado, con<br />

posiciones políticas controvertidas<br />

y con obras literarias que hicieron y<br />

siguen haciendo época, e interesado<br />

en la vida cultural de México.<br />

Era además un hombre que, a pesar<br />

de todo, reconocía la labor desarrollada<br />

por aquellos que tenían un pensar “diferente”.<br />

Por eso es muy importante observar que en<br />

los escasos documentos que se conocen de Revueltas<br />

a Reyes (1956 y 1957) no sólo había aprecio y cordialidad<br />

sino en primerísimo lugar reconocía que, “por<br />

encima de las diferencias”, el entonces fundador y<br />

primer presidente de El Colegio de México era “lo<br />

más alto, equilibrado y fino en la inteligencia del México<br />

contemporáneo”. 1<br />

Casi una década antes de expresar este sentimiento<br />

y hacer esta definición, en 1946, cuando Revueltas<br />

leyó Simpatías y diferencias, con edición y prólogo de<br />

Antonio Castro Leal, 2 ello lo impulsó a escribir una<br />

carta a Efraín Huerta para decirle que modificaba<br />

“algunos de los juicios” que tenía sobre don Alfonso<br />

y que sobre esto ya le había hablado en alguna ocasión.<br />

Pero, rectificaba, era mejor decir que sus juicios<br />

los precisaba. Porque en el “precisar” iba “implícito,<br />

sin duda, gran parte del modificar”. ¿Cuáles eran<br />

esos juicios que precisaba? Ésta fue su propia respuesta:<br />

“Cuán Alfonso Reyes es este libro, desde el<br />

nombre: simpatías, diferencias, hasta su donaire final:<br />

¿dónde te pintas a ti tus flores naturales?” 3<br />

1 Tarjeta postal de José Revueltas a Alfonso Reyes, México, diciembre<br />

de 1956.<br />

2 La edición que Revueltas señala es ésta: Alfonso Reyes, Simpatías y diferencias,<br />

tomo i, edición y prólogo de Antonio Castro Leal, México, Porrúa,<br />

1945 (Colección de Escritores Mexicanos, 22).<br />

3 Las cursivas son de Revueltas.<br />

Y en el siguiente párrafo abundó en sus juicios:<br />

“¡Diferencias, simpatías…! Nunca enemistades ni<br />

amistades: un discreto Erasmo y, aquí, mucho más<br />

habilidoso, mucho más cauto, muchísimo más sonriente,<br />

y vaya en su descargo el susto del homenaje a<br />

Lombardo Toledano. A don Alfonso no se le puede<br />

atacar — se le debe, en ocasiones y con todo respeto,<br />

pues a él mismo le resultará saludable —, porque no<br />

hay por dónde: es como si fuese el más ágil espadachín<br />

del renacimiento a quien no le estorbaban, además,<br />

la túnica —‘el túnico’, decían los mexicanos del<br />

siglo xix — y los huaraches atenienses. ¿Cómo pues?<br />

¿Cómo, si dice cosas tan bien dichas? ¿Cómo si sonríe?<br />

Debemos negarnos, Efraín, debemos negarnos”.<br />

Si en el párrafo transcrito Revueltas sentía un<br />

gran entusiasmo hacia el “discreto Erasmo” y manifestaba<br />

una dicha no contenida por el descubrimiento<br />

del mundo alfonsino, el siguiente párrafo fue para<br />

rendirse ante la figura señera de la “inteligencia del<br />

México contemporáneo”: “Pero me queda la ardiente,<br />

la terrible duda acerca de lo que es la obra de don<br />

Alfonso el Sabio, de don Alfonso Reyes, sabio de evidente<br />

y rica sabiduría”, le decía a Huerta. “Para calificarla<br />

— es decir, para que la calificáramos sus lectores<br />

— el propio don Alfonso —¡él mismo!— adquirió<br />

en la gran tienda del lenguaje — a su medida, sobre el<br />

cuerpo, mirándolos y mirándolos — los adjetivos que<br />

debieran aplicársele. No quiso el de ‘genial’ — que a<br />

mi ver a veces le viene —, ni el de ‘epónimo’ ni el de<br />

‘ecuménico’, ni otros semejantes, que son caros, pocos…<br />

y aburridos. Prefirió, al precio de todos los anteriores,<br />

la cantidad, y compró muchísimos que le<br />

visten maravillosamente. Pulcro, discreto, minucioso,<br />

suave, mesurado, atingente, tranquilo, correcto,<br />

armonioso, oportuno, equidistante, galano, señorial,<br />

sereno, equilibrado, observador, capaz, fino, delicado,<br />

sólido, sutil… académico. ¡Y salió ganando don<br />

Alfonso!” Por todo ello invitaba a su amigo Efraín<br />

Huerta a que acariciara este y todos los libros de Alfonso<br />

Reyes. Porque “Están escritos — digna fórmula<br />

epicúrea — para el paladar lo mismo que para la inteligencia,<br />

éste, sólo para el paladar, pero de un gourmet<br />

delicado”. 4<br />

Y ahora, después de una década, el escritor comunista<br />

llegó a una definición exacta para un hombre<br />

que si no se acercó a las posiciones políticas que el<br />

durangueño comulgaba y excomulgaba tampoco fue<br />

indiferente al pensamiento de las izquierdas. Revueltas,<br />

¿alguna vez leyó la carta de Reyes al filósofo<br />

argentino Francisco Romero donde le decía que había<br />

llegado a saber cuáles eran las tareas que la hora<br />

actual exigía a las izquierdas? ¿Se enteró de que fue<br />

amigo de casi todo el arco iris político español en sus<br />

diez años que vivió en España (1914-1924) y de que a<br />

casi todas esas amistades las mantuvo después de su<br />

salida de este país? ¿Qué en Sudamérica abrió las<br />

puertas de la Embajada de México y ayudó a los perseguidos<br />

políticos a obtener asilo en nuestro país,<br />

entre ellos, a Aníbal Ponce? ¿Y no acaso, en México,<br />

Reyes invitó y se sentó al lado de un personaje de las<br />

izquierdas tan incomprendido y polémico ayer y hoy<br />

tan poco recordado, al que también Revueltas se<br />

4 “Correspondencia de Efraín Huerta y José Revueltas sobe Alfonso Reyes”,<br />

en Proceso 326, 31 de enero de 1983, p. 56. De la respuesta que Huerta<br />

le dio a Revueltas escojo los siguientes dos párrafos. El primero: “Yo creo<br />

en don Alfonso con toda buena fe. Creo en su maestría, en el rico aderezo,<br />

en la bella diadema liberal que él significa para la brusca cabellera de<br />

nuestro violento país. Don Alfonso Reyes es una joya, una superproducción<br />

literaria (eterno estudiante de la mesa redonda universitaria, oh<br />

Germán Arciniegas) con proyecciones insospechadas aún. Él no ha querido<br />

ser muchas cosas, pero qué gigante cuando lee una vibrante cuartilla<br />

sobre el bienamado Benito Juárez, o sea cuando sus filologuillos discípulos<br />

rilkeanos lo niegan, para reencontrarlo una semana más tarde deambulando<br />

entre los bien cincelados vasos y las perfectas estatuas de una<br />

Atenas devastada”. Y el último: “Repito que don Alfonso hace el bien con<br />

caballerosidad y delicadeza. Es como una isla desierta rodeada de erudición<br />

por todas partes. Es un sabio. Es el espíritu más lúcido de la república<br />

de las letras. Así de pequeñito como lo ves, es el hombre cuya personalidad<br />

engarzan en sus comités editoriales todas las revistas culturales del mundo,<br />

y aunque a todos nos dé la impresión de hallarse siempre entre la espada<br />

y la pared, no dejamos de percibir el área y sutil influencia que ejerce<br />

sobre ciertas minorías cultas, aterradoramente cultas, increadoras, propietarias<br />

exclusivas de esa cultura ‘austral’ tan de moda hoy”.<br />

6 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS. CORRESPONDENCIA DE JOSÉ REVUELTAS A ALFONSO REYES (1956 Y 1957)<br />

acercó y del que después se alejó, que era Vicente<br />

Lombardo Toledano? El autor de Los días terrenales<br />

estaba enterado sin la menor duda de ello y por eso,<br />

como se ha dicho, señaló que estaba en “lo más alto,<br />

equilibrado y fino en la inteligencia del México<br />

contemporáneo”.<br />

Y por esta razón, porque conocía la vida y la obra<br />

de Alfonso Reyes, se llevó y cruzó el Atlántico con El<br />

deslinde, en 1957, año en el que visitó, entre otros países,<br />

Hungría. El pensar filosófico. Pensar que compartían<br />

con diferentes y diversas miradas. Ciencia<br />

que estudiaban y de ese estudio escribieron capítulos<br />

y libros que se encuentran en los diversos volúmenes<br />

de sus obras (casi) completas.<br />

Fue precisamente en el viaje que Revueltas emprendió<br />

en 1957 a Europa cuando le escribió una carta<br />

de gran interés histórico. Y complemento de ésta es la<br />

carta que el propio Revueltas le escribió a otro hombre<br />

que admiró por su obra mexicana e internacional,<br />

que fue como director de la unesco y que ahora representaba<br />

a México en Francia, Jaime Torres Bodet.<br />

Dos cartas, dos destinatarios y una sola intención:<br />

ponerlos en contacto con editores húngaros que deseaban<br />

traducir sus obras, conocida alguna de ellas,<br />

a través de la lengua francesa. En el fondo, había algo<br />

más, y era precisamente ver y comprobar que la literatura<br />

mexicana en países que parecerían tan remotos<br />

se conocían a autores como Reyes y Torres Bodet.<br />

Y aún se podía decir que en estas misivas hay el afecto<br />

y la admiración por la obra de dos mexicanos que<br />

habían traspasado las fronteras nacionales y el mundo<br />

disfrutaba, con placer, su prosa y su poesía.<br />

Aquí están pues los testimonios del afecto que<br />

José Revueltas sintió por Alfonso Reyes.<br />

señor alfonso reyes<br />

presente<br />

[TARJETA POSTAL] 5<br />

mi saludo sincero 6 .- por encima de diferencias,<br />

antes dentro de las más fervientes simpatías-<br />

al hombre que representa lo más alto,<br />

equilibrado y fino en la inteligencia del méxico<br />

contemporáneo.<br />

josé revueltas<br />

dic, 1956<br />

Muy querido don Alfonso:<br />

[TARJETA POSTAL] 7<br />

Berlín, mayo 3, 57<br />

Perdone que sea una simple tarjeta la que le envío<br />

para saludarlo con mi cariño y admiración de siempre.<br />

Traje conmigo El Deslinde 8 para terminar un<br />

trabajo que hago sobre él — es decir, que he tenido el<br />

atrevimiento de intentar —, pero la cosa marcha con<br />

lentitud y aquí me ha sido difícil darme punto de reposo<br />

ocupado en otros quehaceres. 9<br />

Reciba un abrazo muy estrecho, don Alfonso, y<br />

mis mejores deseos para su casa,<br />

Revueltas<br />

Señor don Alfonso Reyes<br />

México D.F.<br />

[CARTA]<br />

Mi muy querido y admirado don Alfonso:<br />

Trieste, mayo 22, 1957<br />

Como no traje conmigo la dirección de su casa esta carta<br />

llegará a su poder a través de las manos de nuestro<br />

querido amigo y sobrino suyo don Bernardo. 10 Al mis-<br />

5 Letra manuscrita y en mayúsculas de José Revueltas.<br />

6 Es curioso: en las dos obras de Pedraza Salinas dedicadas a las dedicatorias<br />

para Reyes — Para don Alfonso Reyes. Dedicatorias y Tesoros de la Capilla<br />

Alfonsina— no se encuentra una sola de José Revueltas. Por otra parte, en la<br />

biblioteca de Reyes, bajo la custodia de la Universidad Autónoma de Nuevo<br />

León, sólo hay un libro de Revueltas: Los días terrenales (México, Stylo, 1940).<br />

7 De aquí en adelante, esta tarjeta postal como las cartas de Revueltas<br />

dirigidas a Reyes y a Torres Bodet están mecanografiadas.<br />

8 El deslinde. Prolegómenos a la teoría literaria, por Alfonso Reyes, apareció<br />

en 1944, bajo el sello de El Colegio de México.<br />

9 ¿Qué la habrá interesado a Revueltas de esta gran obra de Alfonso Reyes?<br />

Tal vez la tercera parte, punto b. “La teología”, apartado viii, del 22 al<br />

27, que es muy importante pensando en un punto que tanto le interesó a<br />

Revueltas: la relación entre doctrina católica/doctrina marxista = dogma.<br />

10 Bernardo Reyes fue miembro del servicio exterior mexicano, sobrino<br />

de Alfonso Reyes.<br />

mo tiempo le incluyo una copia de la carta que le escribí<br />

a don Jaime Torres Bodet desde esta misma ciudad. 11<br />

Se enterará usted, don Alfonso, que a mi paso por<br />

Budapest algunos escritores se aproximaron a mí<br />

para inquirir noticias relativas al movimiento literario<br />

de México. Hablé con el novelista Bella Illes y el<br />

poeta Göry Bölöni, quienes ya conocían algo de la<br />

obra de usted en francés, así como algo de Torres Bodet.<br />

Manifestaron un interés muy grande en dar a<br />

conocer la obra de los mexicanos y al efecto me relacionaron<br />

con la Dirección de Prensa del Ministerio<br />

de Relaciones y con su jefe, el señor Laszlo Gyaros. El<br />

hecho es que el Ministerio de Relaciones cuenta con<br />

magníficos traductores del español, gran parte de<br />

ellos refugiados políticos de la guerra de España, por<br />

lo cual recurrir al propio Ministerio pensaban ellos<br />

que era lo más adecuado, como así lo fue en efecto.<br />

Por lo pronto se trata de publicar obras de usted y<br />

de Torres Bodet, a quienes, por supuesto, los españoles<br />

de Budapest conocen y admiran más que de sobra.<br />

Como es de suponerse me apresuré a ofrecerme<br />

de intermediario si se quiere un poco oficiosamente,<br />

y usted ha de perdonármelo.<br />

En la carta (copia) que dirigí a don Jaime encontrará<br />

usted la dirección del señor Laszlo Gyaros, pero<br />

desde luego ellos serán quienes escriban a usted, después<br />

de que yo les envíe su dirección. Yo regreso en<br />

unos días más a México y resultaría del todo inútil y a<br />

destiempo que usted se tomara la molestia de escribirme<br />

al Albergo Milano, donde habito ahora en Trieste,<br />

y me tiene usted a sus órdenes provisionalmente.<br />

Lo saludo, lo saludo mi querido don Alfonso, con<br />

el cariño de siempre en espera de abrazarlo en persona<br />

cuando vuelva yo a nuestra entrañable patria.<br />

Mis saludos más respetuosos para su señora<br />

esposa,<br />

José Revueltas<br />

Albergo Milano<br />

Trieste, Italia.<br />

[ANEXO]<br />

Señor don<br />

Jaime Torres Bodet<br />

Embajador de México en Francia<br />

Embajada Mexicana<br />

9, Rue de Longchampes<br />

Paris, Francia<br />

Muy estimado don Jaime:<br />

Trieste, mayo 21, 1957<br />

Me encuentro ahora en Trieste a donde he llegado<br />

proveniente de Budapest después de una breve gira<br />

periodística a través de algunos países de Europa<br />

Central. Entre mis planes figuraba una visita a París<br />

donde tendría la oportunidad de saludarlo personalmente,<br />

así como a los demás amigos mexicanos que se<br />

encuentran por allá. Pero ahora, en la imposibilidad<br />

de retrasar por más tiempo mi regreso a México, me<br />

limito a escribirle la presente, pues créame que en<br />

cuanto más sigo sus actividades diplomáticas, más<br />

obligado me siento a aplaudirlo de todo corazón, como<br />

así lo he manifestado siempre a nuestros amigos comunes<br />

en cuenta oportunidad se me presenta. 12<br />

Hace unos cuantos meses recibí en México la Antología<br />

poética publicada en París, 13 y comentaba este<br />

11 Esa carta se incluye aquí, como anexo.<br />

12 Uno de sus estudiosos, Emmanuel Carballo, escribió que entre 1955-<br />

1958, don Jaime, como embajador de México en Francia, “se preocupa por<br />

difundir en todos los ambientes la verdad y la realidad de México. Edita una<br />

revista, Nouvelles du Mexique, que sus continuadores han proseguido con<br />

lealtad y entusiasmo. Organiza ciclos de conferencias: uno de ellos sobre el<br />

libro mexicano; otro, sobre la economía de nuestro país. Presenta una exposición<br />

de libros nacionales. Cuida del buen servicio de la Casa de México en la<br />

Ciudad Universitaria de París. Obtiene que una plaza parisiense lleve el<br />

nombre de México. Gracias a la comprensión de las autoridades francesas,<br />

consigue elevar el número de los becarios mexicanos y logra que las becas no<br />

sean no sólo otorgadas a graduados en las llamadas ‘profesiones liberales’<br />

sino, también, a los técnicos. En 1955 representa en Estambul, durante la<br />

Conferencia de la Asociación Internacional de Universidades, a la Universidad<br />

Nacional Autónoma de México. A los doctorados honoris causa que le<br />

confirieron la Universidad de París y la de Burdeos, añadió el doctorado que,<br />

con igual categoría, le concedió la Universidad de Lyon. El Instituto de Francia<br />

lo eligió miembro extranjero de la Academia de Bellas Artes, siendo así el<br />

cuarto mexicano que, a partir del siglo xviii, ha formado parte del Instituto.<br />

Los otros tres fueron Antonio Alzate, Andrés del Río y José Y. Limantour.”<br />

13 Sin lugar a dudas se trata de la antología preparada por Octavio Paz:<br />

Anthologie de la poésie mexicaine, “chois, commentaires et introduction<br />

par Octavio Paz, traduction de Guy Lévis Mano, présentation de Paul<br />

Claudel”, París, Nagel, 1952 (Collection unesco d’Ouvres représentatives,<br />

2), donde se incluyen 11 poemas de López Velarde. [El fce prepara la<br />

publicación de esa obra, hasta ahora inédita en español. N. del E]<br />

hecho con el doctor López Velarde — hermano de Ramón<br />

—, quien se mostraba lleno de entusiasmo por lo<br />

que ese libro significa en la tarea de dar a conocer al<br />

mundo de habla francesa nuestra poesía.<br />

Precisamente en relación con el empeño de dar a<br />

conocer nuestros valores en el extranjero, quiero hacer<br />

hincapié ante usted, que tan infatigable batallador<br />

se ha mostrado en esta lucha bien haya sido a través<br />

de la unesco, de la Casa de México en Francia<br />

— en cuya creación ha desempeñado usted un papel<br />

determinante —, o de la propia Embajada Mexicana,<br />

respecto a las oportunidades que nos ofrecen diferentes<br />

países europeos para traducir a sus respetivos<br />

idiomas las obras literarias mexicanas.<br />

Durante mi recorrido por la República Democrática<br />

Alemana, Checoslovaquia y Hungría, se han aproximado<br />

a mí escritores y editores en demanda de información<br />

y nombres a fin de traducir y editar libros<br />

mexicanos contemporáneos. Resulta sorprendente y<br />

muy halagador a un tiempo el interés — que no vacilo<br />

en llamar extraordinario — que se tiene por México en<br />

países tan aparentemente lejanos a nuestra sensibilidad<br />

como Checoslovaquia y Hungría — y no hablo de<br />

Alemania donde la curiosidad hacia México y América<br />

Latina ha sido permanente desde hace mucho tiempo.<br />

Ahora bien. Durante mi reciente estancia en Hungría<br />

tuve algunas conversaciones con el señor Laszlo<br />

Gyaros respecto a este problema. El señor Laszlo Gyaros,<br />

que es el jefe del Departamento de Prensa e Información<br />

del Ministerio de Relaciones, me pidió, que de<br />

ser yo tan amable, le sirviese de intermediario con los<br />

escritores mexicanos y en concreto con don Alfonso<br />

Reyes y con usted — desde luego que con usted en su<br />

carácter de escritor y poeta, independientemente de<br />

su investidura diplomática. Repliqué que con gusto<br />

aceptaba el encargo, añadiendo que, por mi parte, les<br />

aconsejaba además ponerse en contacto con la Casa<br />

de México en Francia, la que podría proporcionarles<br />

con regularidad sus materiales informativos y de otra<br />

índole.<br />

Así que, mi querido don Jaime, ésta es la molestia<br />

que he venido a darle con la presente. En relación tanto<br />

con los libros de usted como con los de don Alfonso, el<br />

señor Laszlo Gyaros dejó en manos de ustedes mismos<br />

la elección de aquellas de sus obras que consideren<br />

más representativas para ser publicadas en Budapest.<br />

Por cuanto al procedimiento para que el contacto<br />

con el señor Laszlo Gyaros quede establecido, he juzgado<br />

pertinente enviar una copia de esta carta al<br />

propio señor Gyaros para que a su vez él le escriba a<br />

usted a París a fin de plantear en concreto los términos<br />

del problema. Al mismo tiempo ya escribo a don<br />

Alfonso para informarle del asunto.<br />

Comprenderá usted el interés que me mueve en la<br />

promoción de este intercambio cultural — aparte el<br />

móvil de que nuestra literatura sea conocida más allá<br />

de nuestras fronteras — sí, le digo que la primera traducción<br />

de un libro mío a un idioma extranjero lo fue<br />

en húngaro, en Budapest (El luto humano, ed. Szikra,<br />

1948) y que durante mi reciente viaje a Hungría no<br />

pude ser objeto de mayores ni más amables atenciones.<br />

Después de los dolorosos y terribles acontecimientos<br />

de octubre-noviembre de 1956, Hungría ha<br />

vuelto plenamente a la vida constitucional, a la paz y<br />

al trabajo, hecho que sin lugar a dudas pude comprobar<br />

a través de un recorrido hasta cierto punto minucioso<br />

por gran parte del país. 14<br />

Creo sinceramente que nosotros, los escritores,<br />

podemos desempeñar un honroso papel en el proceso<br />

de acercamiento de nuestros dos pueblos, ambos<br />

amantes de una convivialidad internacional pacífica<br />

entre todas las naciones de la tierra.<br />

Estrecha sus manos con afecto y lo saluda<br />

cordialmente,<br />

José Revueltas<br />

Alberto Enríquez Perea, estudioso de la obra de<br />

Alfonso Reyes, es también uno de los coordinadores<br />

del volumen Un escritor en la tierra, que se edita en<br />

estas fechas con motivo del centenario de Revueltas.<br />

14 Precisamente en este mes de mayo de 1957 que Revueltas le escribió a<br />

Alfonso Reyes y a Jaime Torres Bodet, redactó la “Carta de Budapest. A los<br />

escritores comunistas” (José Revueltas, Cuestionamientos e intenciones.<br />

[Ensayos], presentación, recopilación y notas de Andrea Revueltas y Philippe<br />

Cheron, México, Ediciones Era, 1978, p. 71 y ss. [Obras completas, 18]).<br />

W<br />

NOVIEMBRE DE 2014 7


Fotografía: © ROGELIO CUÉLLAR<br />

ADELANTO<br />

Revueltas,<br />

ficción y verdad<br />

ÁLVARO RUIZ ABREU<br />

8 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

Hemos centrado la conmemoración del centenario de Revueltas<br />

en la nueva edición de Los errores, novela aparecida con nuestro sello hace justo<br />

cinco décadas, que en este 2014 irá acompañada de un volumen de ensayos sobre<br />

la gestación, los elementos, la recepción de esa ambiciosa obra. Éste es el texto que aportó<br />

a este proyecto el autor de Los muros de la utopía, uno de los más leídos<br />

recuentos biográficos de Revueltas<br />

No tengo casa. Está derribada en medio<br />

de la noche.<br />

j. r.<br />

Desde el comienzo de su actividad<br />

literaria, José Revueltas<br />

(1914-1976) se propuso<br />

combinar su autobiografía<br />

con la ficción, su<br />

vida sería el tema de sus<br />

cuentos y sus novelas, y<br />

esta literatura le daría una<br />

justificación a sus experiencias<br />

carcelarias y partidarias,<br />

literarias y periodísticas. En estos dos niveles<br />

de expresión se generaría una de las escrituras<br />

más originales y controvertidas de la narrativa mexicana<br />

de los años cuarenta a los sesenta. Su mirada estuvo<br />

puesta en los humillados y los ofendidos, en los<br />

desheredados y los pobres de la tierra que ganarían el<br />

reino de los cielos porque el de este mundo estaba<br />

ocupado por los poderosos y los burgueses, la clase<br />

política y económica y el clero. Después de varias décadas<br />

de escribir sin descanso, hizo una pausa provocada<br />

por los ataques que sufrió Los días terrenales<br />

(1949), 1 y en los primeros años de la década de los sesenta<br />

que sería un periodo denso y activo, de mucha<br />

discusión sobre la libertad, el socialismo de Cuba y la<br />

contracultura, se puso a escribir Los errores (1964).<br />

Este relato fue el antecedente de lo que iba a ser su<br />

última novela, más dinámica y precisa, El apando<br />

(1969), escrita en el penal de Lecumberri de la Ciudad<br />

de México, cuando Revueltas purgaba una condena<br />

que él mismo se autoimpuso; en los meses de su<br />

encierro, fue pensando en las rejas que separan a los<br />

reos de la libertad y los condenan a una vida caótica;<br />

deslumbrado con el mundo de la prisión, y ésta sería<br />

la última vez que visitaría una cárcel, produjo un<br />

texto inigualable en su género. Revueltas trató de<br />

digerir el espacio carcelario y lo transformó en literatura.<br />

Era ya un mago del oficio de combinar escritura<br />

y sufrimiento.<br />

Mientras que Los errores parece una alegoría de la<br />

pobreza y el crimen, del dogmatismo propio de los<br />

comunistas-estalinistas, El apando podría verse<br />

como una visión enajenada de un mundo grotesco y<br />

trágico. Historias entrecruzadas de policías y ladrones,<br />

el hampa y el usurero juntos, aquella se encaja<br />

fácilmente en los textos del mismo espíritu que había<br />

producido antes, mientras que El apando fue una<br />

experimentación con el tiempo y el espacio, con su<br />

propia experiencia carcelaria que llamó la “realidad<br />

enajenada”, un viaje a las sombras de la<br />

sociedad y de su intimidad, pues volvió a<br />

los seres que había visto en sus dos estancias<br />

en las Islas Marías (1932 y 1934)<br />

cuando se iniciaba en las luchas partidistas<br />

que tanto sufrimiento le darían.<br />

Los errores reúne en sus páginas a un<br />

puñado de personajes que juegan en equipos<br />

distantes: por un lado, el sector bajo y<br />

1 No solamente esta novela fue objeto de una guerra ideológica<br />

en la que se acusó a Revueltas de ser un escritor existencialista<br />

que traicionaba a los comunistas y sobre todo a<br />

su hermano Silvestre, lo que representó un golpe duro y un<br />

chantaje; también su obra de teatro, El cuadrante de la soledad,<br />

corrió la misma suerte. Estrenada en el teatro Arbeu,<br />

en mayo de 1950, despertó serias dudas entre la misma izquierda<br />

estalinista sobre la honestidad y la vocación destructiva<br />

de su autor. El único que lo defendió fue Efraín<br />

Huerta. Pero Revueltas cayó en la provocación y dándose<br />

golpes de pecho escribió: “He resuelto rogar a los editores<br />

de mi novela Los días terrenales que en atención a mis deseos<br />

aquí claramente expresados se sirvan retirar de la circulación<br />

comercial los ejemplares de dicho libro. He resuelto<br />

también suplicar a la empresa que puso en escena El<br />

cuadrante de la soledad que suspenda las exhibiciones de<br />

esa obra”, en “El escritor José Revueltas hace importante<br />

declaración”, El Nacional, 16 de junio de 1950.<br />

LOS ERRORES<br />

Edición<br />

conmemorativa<br />

JOSÉ<br />

REVUELTAS /<br />

SONIA PEÑA<br />

(COORD.)<br />

letras<br />

mexicanas<br />

1 a ed. 2014; 276 pp.<br />

978 607 16 2418 5<br />

sin conciencia social: el padrote Mario Cobián; Elena,<br />

homosexual y desheredado sin redención posible;<br />

Lucrecia, prostituta; el prestamista don Victorino;<br />

y por otro, los ilustrados e ideólogos: Jacobo Ponce,<br />

Olegario Chávez, Emilio Padilla, Eladio Pintos.<br />

Es preciso señalar que Los errores está claramente<br />

dividida en dos partes que representan, además, dos<br />

mundos distantes: el de los comunistas en conflicto<br />

con sus propios camaradas, a fin de cuentas almas en<br />

pugna, y el de los bajos fondos, cuyo asunto principal<br />

es el robo que comete Mario Cobián, auxiliado por el<br />

enano, Elena, y su secuela de crímenes. El primero es<br />

más intenso y parece el eje de la novela; el segundo<br />

es como el complemento, pero no deja de ser un soporte<br />

estructural del relato. Todo indica que Revueltas<br />

quería escribir una novela con personajes de izquierda<br />

tomados de la realidad, ideólogos irreconciliables,<br />

con un trasfondo de novela policiaca del submundo,<br />

con una importante dosis de autobiografía.<br />

¿Cómo fue recibida esta novela? Como todo producto<br />

artístico se abrió paso entre críticas acertadas y<br />

otras lejanas al texto, comentarios prejuiciados por la<br />

afiliación partidista del autor y comentarios más libres<br />

y ajustados al canon literario. Simples notas<br />

como de mal humor y reseñas que pretendían encontrar<br />

una explicación estética al texto. Hubo de todo.<br />

La nota de Juan García Ponce me parece interesante<br />

porque no comulga con el universo de esa novela ni<br />

con la técnica utilizada, y sin embargo el hecho mismo<br />

de haberla leído y reflexionado sobre ella para escribir<br />

un ensayo tiene el mérito de sumar un lector más de<br />

Revueltas. Él le reclamaba al autor haber dejado que la<br />

intensidad de los personajes se le escapara de las manos<br />

y que la historia se convirtiera en un mero folletín;<br />

le pedía en todo caso desarrollar más sus motivos.<br />

“La penetración en el sentido de todos esos actos es<br />

imposible en tan corto número de páginas (en la novela<br />

hay cerca de quince crímenes, quizás más) y lo mismo<br />

ocurre con el empleo desorbitado del azar, las<br />

coincidencias en los encuentros, las relaciones que se<br />

cruzan, que llegan a parecer inverosímiles y folletinescas.”<br />

Una reseña más que me interesa citar, porque es<br />

contraria a la idea que prevalece en la de García Ponce,<br />

es la de Aguilera Malta; dijo que pocas veces había leído<br />

algo tan importante en la literatura hispanoamericana<br />

como Los errores. Consideraba a Revueltas como<br />

el gran creador que se aproximaba en esa novela a Crimen<br />

y castigo y a El delator de O’Flaherty: “En todo el<br />

libro campean las excelentes condiciones<br />

de narrador de Revueltas: el buen idioma,<br />

el análisis hasta la catarsis, el zigzag argumental<br />

dentro del movimiento parabólico<br />

general, el humor de trasfondo mezclado a la<br />

realidad amarga, el ritmo acechante a pesar<br />

de la sencillez de la historia”.<br />

Una vez más, un libro de ficción de José<br />

Revueltas se tomaba como una verdad,<br />

ideológica y social, un manifiesto con prosa<br />

que se consideraba subversiva; me interesa<br />

subrayar que Los errores era sin duda una<br />

bomba de amplias repercusiones, una mezcla<br />

de ficción y de historia, como lo demuestran<br />

sus personajes. El primer comunista<br />

que se nos presenta es el propio Revueltas<br />

con algunas salvedades, encarnado en el<br />

personaje Jacobo Ponce que ingresó al partido<br />

en 1929, estuvo preso en las Islas Marías,<br />

visitó la Unión Soviética, bebió espumosos<br />

tarros de cerveza en el bulevar<br />

Pushkin con su colega de cárcel, Emilio Padilla<br />

(en la realidad Evelio Vadillo); luego<br />

se rebeló contra el dogmatismo del partido,<br />

y por lo mismo fue expulsado de sus filas.<br />

A través de sus ojos veremos lo que ya Revueltas había<br />

dicho en sus ensayos y sus cartas al Comité Central<br />

del Partido Comunista Mexicano, sus declaraciones y<br />

sus respuestas a ese comité, en artículos, asambleas y<br />

plenos partidistas. Ponce es el protagonista de la confrontación<br />

ideológica y filosófica del comunismo oscurecido<br />

por Stalin, la conciencia que recupera lo que<br />

fueron los años terribles del estalinismo —los treinta—,<br />

y ofrece alternativas para salir del túnel. Cuando<br />

aparece Jacobo Ponce lleva invertidos tres largos meses<br />

en su ensayo sobre marxismo en el que pone a la<br />

luz del día las desviaciones del partido, sus errores<br />

más escandalosos y frustrantes. ¿Es el mismo tiempo<br />

que Revueltas dedicó a la redacción de su sesudo ensayo<br />

“La disyuntiva histórica del Partido Comunista<br />

Mexicano”, de 1958? Tal vez. Escribió luego el que sería<br />

el antecedente más inmediato de Los errores, y que<br />

también despertó una enconada polémica: Ensayo sobre<br />

un proletariado sin cabeza (1962). Primero Revueltas<br />

estudió a fondo la cuestión ideológica y humana de<br />

la teoría del partido, vio con claridad su despiadado<br />

dogmatismo que le impedía ver a las personas, y escribió<br />

esos ensayos; poco después pensó en la ficción que<br />

debía recoger mediante las metáforas y las imágenes,<br />

las hipérboles y la imaginación, ese universo castrante<br />

y degradado. Y produjo Los errores. Su Ensayo sobre<br />

un proletariado sin cabeza fue considerado, además, un<br />

texto “clásico”, 2 polémico, escrito con carne y sangre<br />

de un ángel en rebeldía.<br />

Pero las coincidencias biográficas del escritor con<br />

su universo literario no son una fuente inequívoca<br />

para estudiar la obra; aportan datos y revelan líneas<br />

de forma y de sentido entre el autor y su texto. Las<br />

dejamos esbozadas para poder hurgar en otros asuntos<br />

de la estructura narrativa de Los errores, sus alcances<br />

y sus limitaciones. Revueltas creó una galería<br />

de prototipos que revelan, en cada uno de sus pasos,<br />

paradojas insalvables, pero posó la mirada en los que<br />

encarnan la vileza, la codicia, el dogmatismo, lo que se<br />

explica por su extraña vocación por conocer los bajos<br />

fondos de la Ciudad de México y entrar con su pensamiento<br />

a esa zona en la que el mundo parece en fiesta<br />

permanente porque sus habitantes son meros fantasmas<br />

de la realidad. Son caricaturas del mundo;<br />

pero, cosa curiosa, también caricaturiza a los líderes<br />

del Partido Comunista, que son descritos como autómatas<br />

de la fe en Stalin y en la Unión Soviética.<br />

PUTAS Y MELODRAMA<br />

Desde la novela de Federico Gamboa, Santa (1903),<br />

considerada el primer best-seller mexicano del siglo<br />

xx, la prostituta fue canonizada por su oficio marginal<br />

que podía llevar a cabo con honestidad, convencida<br />

de que su cuerpo se descomponía pero su alma<br />

permanecía impecable. Su sino era recibir un castigo<br />

definitivo; Santa no se salva ni de la enfermedad de la<br />

época que la consideraba un refugio de las pasiones<br />

desbordadas de los hombres, solteros, casados o viudos,<br />

que encontraban ahí el placer vedado en las camas<br />

de sus señoras esposas. Muchos años después<br />

apareció la escritura de Revueltas que se ocupaba de<br />

las prostitutas y volvía a santificarlas ya no desde el<br />

punto de vista fin de siglo como lo hace Gamboa sino<br />

como víctimas de la explotación de la fuerza de trabajo<br />

del capital sobre el ser humano; ahora la prostituta<br />

no era más el pozo de sombra y compasión del<br />

naturalismo sino una pieza de las ciudades industriales<br />

que comercializan su cuerpo y lo que simboli-<br />

2 En su reseña a este libro, Enrique González Rojo le reconocía méritos<br />

teóricos y metodológicos insoslayables cuyo centro de gravedad era demostrar<br />

la enajenación del pcm, ya que nunca había podido plantear el<br />

“por, para y con la clase obrera de nuestro país”.<br />

NOVIEMBRE DE 2014 9


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

REVUELTAS, FICCIÓN Y VERDAD<br />

za. En Los errores aparecía de nuevo esa figura predilecta<br />

de Revueltas, con la que convivió desde joven.<br />

Y materializa esta idea en las primeras acciones de<br />

Cobián que, alojado en un hotelito de paso, recibe el<br />

mismo trato que han recibido siempre las prostitutas.<br />

“Vienen, van, hacen la calle”, vigiladas por el administrador,<br />

la representación del mal en la tierra,<br />

que les exige, las vigila y las hace vulnerables. Como<br />

buen lector de Dostoievski, 3 Revueltas supo desde<br />

joven, cuando leyó Crimen y castigo y otras obras rusas<br />

del siglo xix aconsejado por su hermano mayor<br />

Silvestre, que en el fondo esas mujeres tenían plena<br />

conciencia de su situación y encarnaban almas puras<br />

capaces del sacrificio y la redención. Sonia acompaña<br />

a Raskolnikov a Siberia, donde su novio y compañero<br />

debe cumplir una larga condena acusado de homicidio;<br />

Sonia alcanza a ver el alma deformada de Rodión,<br />

su afán de probar que es posible cometer un<br />

crimen perfecto y burlar a la justicia rusa y también<br />

a la justicia divina, su soledad y su delirio, y sabe entonces<br />

que no puede abandonarlo. Pero además la<br />

herencia mayor de la novela rusa que advertimos en<br />

Revueltas radica en el desdoblamiento de la personalidad<br />

y de la psique, de lo que aparenta y lo que<br />

realmente es un hombre; el doble como figura básica<br />

de una literatura que juega constantemente a lo cómico<br />

y a lo serio, a la fiesta popular y a la celebración<br />

pagana. Los seres de Dostoievski están marcados<br />

por esa dualidad, compleja y múltiple, como sello de<br />

identidad, y en los de Revueltas se repite también,<br />

con otras variables por supuesto, este fenómeno.<br />

Mario Cobián es el nombre de un agente viajero que<br />

se registra en un hotel del centro de la Ciudad de México,<br />

aunque por otro lado también es el Muñeco, un<br />

padrote que vive de “su Luque”, de la prostituta Lucrecia<br />

que despacha en un cabaret de tercera clase.<br />

Bien mirada, esta dispersión de apariencias es la que<br />

otorga al personaje su identidad polifónica definiendo<br />

su ser; dándole, de paso, unidad a lo disperso. Cobián<br />

frente al espejo del cuarto de hotel es uno y su<br />

alter ego se refleja igual que su rostro que le enseña lo<br />

que verdaderamente es: nadie; ve el reflejo de su personalidad<br />

tornasolada, pero el robo de la noche y el<br />

dinero por obtener le permitiría al día siguiente liberar<br />

a Luque de las cadenas de la calle y él mismo encontrar<br />

su camino. La delincuencia no es gratuita<br />

sino un fin en sí mismo: liberar a estos dos seres de su<br />

prisión interior, de sus fantasmas (la madre de Cobián<br />

es uno de los más incisivos) y del mal que traen<br />

en el alma. “Pero de aquí en adelante iban a estar solos<br />

el tiempo entero de sus horas, de sus días, como<br />

dueños absolutos, en cuanto la librase de aquella<br />

existencia vil.”<br />

DE LOS POBRES SERÁ EL REINO<br />

La idea de que de los pobres será el reino de este<br />

mundo pudo haberla escuchado Revueltas de la voz<br />

de su padre, que leía pasajes de la Biblia durante las<br />

largas jornadas de sobremesa en su casa de la colonia<br />

Roma; pero la pudo haber obtenido en la calle, caminando<br />

por el barrio de La Merced de los años veinte:<br />

el niño vio asombrado al pepenador y al alijador, al<br />

comerciante ambulante, al pobre diablo. La realidad<br />

de los desheredados se le vino encima. Años más tarde,<br />

echó en su maleta a esa plebe, la agitó en su pensamiento<br />

y la hizo seres de carne y hueso literarios<br />

pero sin duda confeccionados como parte de un engranaje<br />

ideológico muy superior a sus fuerzas, siempre<br />

mermadas por el capital y la plusvalía. En Los<br />

errores salieron esas partículas a la superficie en forma<br />

de seres enajenados por su misma condición<br />

social.<br />

Sabemos que Revueltas fue un escritor excepcional<br />

que luchó sin tregua contra el fracaso, una palabra<br />

que no es una abstracción sino un camino a seguir,<br />

el destino ideológico, social, existencial del autor;<br />

sus textos sobre el fracaso lo meten en algunas<br />

de las tesis de Nietzsche y lo colocan en la puerta del<br />

existencialismo de Heidegger. Su vocación autobiográfica<br />

le sirvió como puente para unir de manera<br />

estrecha la experiencia política con la concepción<br />

que tuvo de la novela. Ficción y verdad. Creo que Los<br />

errores, una novela que apareció a mitad de la tor-<br />

3 Véase su largo e inquietante ensayo, dividido en cuatro apartados,<br />

“Sobre Tolstoi y Dostoievski”, en Visión del Paricutín (y otras crónicas),<br />

Era, 1983. Revueltas le habla a su alter ego, le asombra de Dostoievski su<br />

obra, pero sobre todo “las contradicciones crueles, los amores satánicos y<br />

desdichados, el continuo quebranto y el pecado, que lo rodean como una<br />

malla”, y “el cristianismo para Dostoievski parece implicar en ciertos momentos<br />

hasta la no creencia en Dios”.<br />

menta, ilustra con claridad meridiana esa hipótesis.<br />

Apenas estaba terminando el borrador de ese texto y<br />

ya parecía preocupado: “La conclusión de la novela<br />

es terriblemente dolorosa ante todo para mí mismo<br />

y me pregunto si uno tiene el derecho de hablar así y<br />

decir así las cosas”. 4 Esa novela fue un grito desesperado<br />

que desgraciadamente se desvaneció en el desierto<br />

de la cultura de los años sesenta; su denuncia<br />

de los “crímenes” del estalinismo en materia estética<br />

no fue escuchada. El fracaso volvió a nublar la<br />

conciencia de su autor, que debe enlazarse con el fracaso<br />

de sus dos grandes esperanzas: la Revolución de<br />

Octubre y la Revolución mexicana.<br />

Heredó de la novela europea del siglo xix el arte<br />

de escribir sobre asuntos e historias, personajes y<br />

ciudades que había visto y en los que creía encontrar<br />

una injusticia digna de ser contada a los demás. Su<br />

soporte en este caso sería Charles Dickens (1812-<br />

1870), el maestro de la vida cotidiana de Londres, el<br />

genio que creyó descubrir en el alma de los pobres la<br />

sabiduría que la vanidad y el ocio, la prepotencia y el<br />

poder le arrebataba a los ricos; una vez establecida<br />

esta diferencia tan antigua como la humanidad,<br />

Dickens se dispuso a contar en sus extensas novelas<br />

Años más tarde, echó en su<br />

maleta a esa plebe, la agitó<br />

en su pensamiento y la hizo<br />

seres de carne y hueso<br />

literarios pero sin duda<br />

confeccionados como parte<br />

de un engranaje ideológico<br />

muy superior a sus fuerzas,<br />

siempre mermadas por el<br />

capital y la plusvalía.<br />

la vida desgraciada de la aristocracia inglesa en la era<br />

victoriana, promoviendo la pureza de los desheredados<br />

de la fortuna y el corazón intachable de estos<br />

hombres y mujeres que en la Inglaterra preindustrial<br />

se hacinaban en las fábricas que el mismo autor<br />

se encargó de visitar y conocer. Así tuvo una visión<br />

del mundo de los obreros, niños y adultos que eran<br />

explotados en esas fábricas grises que afectaban los<br />

pulmones de los trabajadores, y esa contaminación<br />

podía llevarlos a la tumba siendo aún muy jóvenes.<br />

Palpó la injusticia y la sintió correr por sus venas que<br />

se incendiaban cuando tomaba la pluma, se ponía los<br />

húmeros y expresaba lo que quería dejar como testimonio<br />

literario. En el fondo de esa narrativa existe<br />

un mundo en caída libre, desgarrado en sus propias<br />

instituciones, la familia, el Estado, la Iglesia, la iniciativa<br />

privada; pero en las historias de Dickens la desilusión<br />

se vuelve esperanza, la pérdida de valores<br />

pasa a ser confianza en el bien; la avaricia y la arrogancia,<br />

el poder del dinero y de la política, el crimen<br />

inclusive, son severamente castigados y triunfa la<br />

armonía a mitad del caos. Para Revueltas sin embargo<br />

no hay ese resquicio de luz, ninguna ilusión de signo<br />

optimista aparece en sus personajes; la sociedad<br />

que describe y cada individuo se encuentran en franca<br />

degradación; el mismo espíritu que mueve las acciones<br />

cotidianas y excepcionales, los deseos y las pasiones,<br />

el amor y la sexualidad, de sus historias, se<br />

encuentra severamente dañado por la condición humana.<br />

¿No hay escapatoria para estos seres que aparecen<br />

en Los errores? Por supuesto que no; al contrario,<br />

están condenados previamente a vivir en la vileza,<br />

o sea, en la imperfección; son seres que buscan y<br />

se pierden en esa búsqueda porque el hombre carece<br />

de fines. Vive en una sociedad inacabada y él mismo<br />

es inacabado. Están marcados por la ausencia. La novela,<br />

como la entiende Luckács, es un proceso. “El re-<br />

4 Estas frases las escribió Revueltas en una carta a su esposa María Teresa,<br />

fechada en la ciudad de México el 27 de diciembre de 1963, en la que<br />

anuncia que “mi novela estará lista para Reyes” a más tardar, y se despide:<br />

“Besos, amor, nostalgia, tristeza”.<br />

lato es la más artística de las formas; traduce, aunque<br />

sobre un modo por eso mismo abstracto, el sentido<br />

último de toda creación artística como atmósfera,<br />

como significación de su propio contenido.” Creo que<br />

la idea de Luckács sobre la filosofía de la novela encaja<br />

de manera precisa en el universo literario de Revueltas,<br />

porque la considera un viaje a las formas. El<br />

héroe revueltiano es un loco o un criminal, un fanático<br />

o un aventurero, una santa o una prostituta; es<br />

también un luchador social que suele buscar valores<br />

en una sociedad claramente degradada. “El héroe de<br />

la novela es un ser problemático, un loco o un criminal,<br />

porque busca siempre valores absolutos sin conocerlos<br />

y vivirlos integralmente y sin poder, por eso<br />

mismo, acercárseles. Una búsqueda que progresa<br />

siempre sin jamás avanzar”, lo que Luckács define<br />

como “el camino ha terminado, el viaje comienza”.<br />

Mundo degradado pero con una fuerte dosis de esperpento<br />

que Revueltas habrá bebido en Valle-Inclán,<br />

o bien en otras novelas del dictador latinoamericano,<br />

como la de Miguel Ángel Asturias, El señor<br />

presidente (1946).<br />

Elena tiene rasgos de reptil, incluso Mario Cobián<br />

lo esconde en una maleta donde se guardaban las<br />

serpientes de Jovita Layton; y Cobián, que se autonombra<br />

una rata, su “hacedor” lo llama monstruo.<br />

“Parecía un bufón antiguo, deforme, llorando”; y don<br />

Victorino, el prestamista, es “obeso, fofo, con sus<br />

ojos saltones”; paralelamente a ese universo grotesco<br />

se encuentra el Bautista, el Ángel de la Anunciación,<br />

“el ángel del bien con su antorcha en alto”. Estamos<br />

entre las páginas de un relato de ambiente policiaco<br />

y urbano con el sello del hampa y de la avaricia<br />

de un prestamista de mirada de buitre, que cuando<br />

aparece es ya detestable, pues ha pateado a un pobre<br />

indígena que solicitaba un préstamo y a cambio daba<br />

“su palabra de hombre”; el viejo sacó de su oficina al<br />

“intruso”, lo aventó a un charco de agua sucia y lodo.<br />

Y el policía de turno alcanzó a preguntarle: ¿Se le<br />

ofrece algo, don Victorino? Cada acción, cada diálogo<br />

y cada escena revelan un relato grotesco, simple y<br />

llanamente; es ridículo casi todo, inclusive la luz citadina,<br />

el veliz donde han escondido a Elena, el aire<br />

que se respira. Revueltas creó una atmósfera asfixiante,<br />

viciada, en la que no se advierte salida alguna.<br />

Tanto en el lado del hampa como en el de los comunistas<br />

campea el melodrama; son excesos del deseo<br />

de denuncia y reprobación moral que no se había visto<br />

en Revueltas, al menos con ese énfasis. Con todo,<br />

la parte dedicada a exorcizar a los comunistas resulta<br />

muy intensa, en la que hay ideas que corren mitad de<br />

la tempestad que Stalin y la fe ciega del Partido Comunista<br />

Mexicano han enviado a sus criaturas. Al final,<br />

el líder del partido, Patricio Robles, sintetiza las<br />

ideas “marxistas” con esta premisa: la voz del partido<br />

es la voz de Dios, no porque Dios exista, sino “porque<br />

nosotros representamos la única verdad, la verdad<br />

histórica”. Como sea, el mérito insoslayable de Los<br />

errores radica en haber anunciado el desmoronamiento<br />

de las murallas morales y humanas, de libertad<br />

de expresión y de movimiento, en la Unión Soviética,<br />

poniendo en circulación una apuesta narrativa<br />

que fue polémica y, según todos los indicios, seguirá<br />

siéndolo. W<br />

Álvaro Ruiz Abreu es profesor investigador de la<br />

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.<br />

Este texto aparece en José Revueltas:<br />

Los errores y los aciertos, un volumen de ensayos<br />

críticos que compaña nuestra edición de la novela<br />

Los errores, que se publica estos días como parte<br />

de nuestras publicaciones conmemorativas del<br />

centenario.<br />

10 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

Elemento esencial de la crítica literaria es hallar el mirador desde el cual<br />

estudiar una obra. Escalante edificó el suyo hace más de tres décadas cuando quiso<br />

sumergirse en la obra y los personajes revueltianos desde el trampolín de la dialéctica:<br />

el “lado moridor”, ése que ofrece algo parecido a la redención a fuerza de degradarse.<br />

Vista desde ahí, la narrativa de Revueltas se revela aún<br />

más ambiciosa y conmovedora<br />

ADELANTO<br />

Los desengaños del realismo<br />

EVODIO ESCALANTE<br />

Es fácil tratar a José Revueltas y<br />

a su literatura con el vocabulario<br />

despectivo con que se trata<br />

a una máquina que apesta. Su<br />

doble condición de militante<br />

político y escritor, de intelectual<br />

comprometido y de autor<br />

de textos donde este compromiso,<br />

lejos de diluirse o banalizarse,<br />

se afirma para multiplicar<br />

su poder subversivo, convierte su producción literaria<br />

en un hueso difícil de roer: igualmente molesto<br />

para el lector esteticista que para el militante dogmatizado.<br />

No es extraño que ya un texto como El luto humano,<br />

publicado en plena reacción poscardenista, provoque<br />

el recelo y la desaprobación de sus compañeros<br />

de partido, a quienes no podían menos que alarmar las<br />

conexiones “pesimistas” de la novela, en abierta contradicción<br />

con el optimismo a ultranza del llamado<br />

“realismo socialista”. Cuando seis años más tarde, en<br />

1949, Revueltas publica Los días terrenales, el recelo<br />

inicial no puede sino convertirse en un grito de alarma<br />

y una confirmación de excomunión: en esta novela el<br />

autor organiza una severa crítica al dogmatismo del<br />

Partido Comunista Mexicano. Que había tocado una<br />

zona neurálgica lo demuestra la colérica e inusitada<br />

reacción que la novela suscitó dentro y fuera de las filas<br />

del partido. A través de violentos artículos, algunos de<br />

ellos firmados por viejos compañeros de militancia,<br />

Revueltas fue acusado de haberse pasado al bando<br />

del enemigo, de rendirle un flaco servicio a la causa del<br />

proletariado, de haber renegado de las ideas básicas<br />

del marxismo-leninismo. Como consecuencia, el libro<br />

deja de venderse y su autor decide retirarlo de la circulación,<br />

para entrar en una etapa de silencio e incertidumbre<br />

literaria que sólo romperá cuando publica algunos<br />

de sus textos más débiles, más falibles. En algún<br />

valle de lágrimas y Los motivos de Caín (1956 y 1957,<br />

respectivamente) son, en este sentido, una especie de<br />

“purga” autoinducida, una demostración de esterilidad,<br />

el intento fallido de hacer literatura acatando las<br />

normas de un realismo soso y prefabricado. Una experiencia<br />

de esta naturaleza debía conducir a<br />

su autor, casi obligadamente, al reencuentro<br />

de la forma más alta de su problemática:<br />

la de Los días terrenales. El producto de este<br />

reencuentro es una pieza a la que habría<br />

que calificar, a pesar y por encima de ciertos<br />

excesos y momentáneas caídas de tono,<br />

de pieza maestra: Los errores (1964). De hecho,<br />

Los errores no es sino una continuación<br />

y una profundización de la línea crítica<br />

trazada ya en Los días terrenales. El escándalo,<br />

empero, fue relativamente mucho menor.<br />

Entre una y otra novela hay quince<br />

años de distancia, y en 1964, después de las<br />

revelaciones del XX Congreso del pcus,<br />

las críticas del novelista podían apoyarse<br />

de algún modo en un contexto previamente<br />

conocido por el lector.<br />

Los caminos del rechazo, sin embargo,<br />

encontraron ahora nuevas justificaciones.<br />

Si ya con El luto humano los esteticistas habían<br />

discernido sus propias razones para<br />

menospreciar la fuerza de un texto singular,<br />

acusando al autor de haber descuidado<br />

su lenguaje y de incurrir en serios defectos<br />

JOSÉ REVUELTAS:<br />

UNA LITERATURA<br />

DEL “LADO<br />

MORIDOR”<br />

EVODIO<br />

ESCALANTE<br />

lengua y<br />

estudios<br />

literarios<br />

1ª ed., 2014; 114 pp.<br />

978 607 16 2128 3<br />

de narración, con Los días terrenales y Los errores fue<br />

necesario encontrar “causas” de un tipo más refinado:<br />

lo que antes era una “falta”, un desaliño del lenguaje,<br />

incluso una notable “torpeza para relatar”, se convierte<br />

en un exceso, en una plusvalía insoportable: lo reprochable<br />

ahora son los largos párrafos de naturaleza<br />

ensayística, incrustados a golpes de martillo en un lugar<br />

que no les corresponde, y que no hacen sino entorpecer<br />

y cortar, según la crítica generalizada, la secuencia<br />

de la narración en ambas novelas.<br />

La inconsistencia de este criterio, al que todavía se<br />

recurre de vez en cuando, es demasiado obvia. La disolución<br />

de límites precisos en materia de géneros literarios,<br />

así como las transformaciones recientes experimentadas<br />

por la novelística, indican que Revueltas, lejos<br />

de perder la noción de lo que estaba haciendo, se<br />

limitaba a incorporar dentro de sus textos novedades<br />

formales que sus quisquillosos críticos no eran capaces<br />

de ubicar.<br />

Existe otro argumento, sin embargo, mucho más<br />

insidioso y efectivo; un argumento cuya capacidad de<br />

convencimiento puede ser tanto mayor en la medida<br />

en que, para menospreciar la obra de Revueltas como<br />

un todo, o sea, como una totalidad productora de sentido,<br />

proyecta sus luces sobre una sola de sus partes,<br />

sólo para atribuirle a ella el mérito del que carecería la<br />

obra en su conjunto. El truco es todo menos un truco<br />

nuevo: se ensalzan los cuentos de Revueltas para sepultar<br />

las novelas en el armario viejo; se declara la perfección<br />

de los textos menores para deshacerse de los<br />

mayores, sin problemas de culpa. Curiosamente, la<br />

parte más ambiciosa, totalizante e ideológicamente<br />

cargada de la producción revueltiana está concentrada<br />

en sus novelas, y excluirlas para quedarse con los cuentos<br />

— por admirables que éstos sean — equivale a practicar<br />

un corte, una mutilación no sólo literaria, sino<br />

ideológica. Aquí es donde se encuentra, sin duda, la<br />

raíz (y la verdad oculta) de esta segmentación. En toda<br />

la producción cuentística de Revueltas, desde los textos<br />

de Dios en la tierra (1944) hasta los que componen<br />

Material de los sueños (1974), no hay uno solo que por la<br />

temática o el tratamiento narrativo rebase los marcos<br />

del humanismo burgués. Desde este punto<br />

de vista, no habría nada en Revueltas que<br />

no estuviera contenido ya, de alguna forma,<br />

en textos de Dostoievski o de Malraux, para<br />

no mencionar sino a dos autores que han<br />

dejado en él una huella bien visible.<br />

Privilegiar los cuentos, pues, no es nada<br />

más introducir un bisturí; es practicar una<br />

operación perfectamente ideológica bajo títulos<br />

no ideológicos. Al pretender servirse<br />

de criterios estrictamente literarios<br />

—¿para qué, si no, la estilística, la teoría de<br />

los géneros?— lo que hacen los críticos de la<br />

segmentación es pervertir el concepto mismo<br />

de la práctica literaria y ponerlo al servicio<br />

de las ideas dominantes. La verdad es<br />

que, aun desde un punto de vista estrictamente<br />

literario — aceptando que un punto<br />

de vista de este tipo sea realmente posible<br />

—, las novelas de Revueltas, particularmente<br />

Los días terrenales y Los errores, no<br />

son nunca inferiores, ni formalmente ni<br />

desde el punto de vista de los “ensamblajes”,<br />

etc., a cualquiera de los mejores cuentos.<br />

Es posible encontrar en las novelas, por<br />

el contrario, una coherencia de pensamiento y un juego<br />

específico de fuerzas que se articulan y contraponen<br />

sistemáticamente, hasta integrar los movimientos<br />

peculiares de esta literatura y este autor.<br />

No se trata, naturalmente, de darle vuelta al argumento<br />

y de excluir los textos menores en nombre de<br />

una problemática o una especificidad ideológica presente<br />

en los mayores, y sólo en ellos. La realidad es que<br />

unos y otros, sin privilegios de ninguna especie, son<br />

los tornillos y los engranes, las chumaceras y las válvulas<br />

de una sola máquina literaria, cuya unidad y movimiento<br />

propios ha de encontrar el lector por sí mismo,<br />

estableciendo sus conexiones con o sin la ayuda de<br />

la crítica “literaria”. 1<br />

Grandes manejadores de abstracciones, o al menos<br />

de palabras abstractas que nunca han querido definir,<br />

los representantes de una última vertiente han encontrado<br />

bajo el rótulo de “realismo” el mejor argumento<br />

para perdonarle la vida a la producción literaria de Revueltas.<br />

No contentos con haberle dado el trato, preferente,<br />

esto sí, de perro equivocado — el perro de la heterodoxia,<br />

que orina fuera de tiempo y de lugar —, ciertos<br />

críticos han insistido en descalificar la literatura<br />

de Revueltas por el delito de ubicarse no en las tierras<br />

fecundas de la vanguardia, sino en los sórdidos habitáculos<br />

de un realismo que ya dio todo lo que había de<br />

dar, y que, por lo mismo, ha perdido tanto su razón<br />

de ser como su actualidad. De otro modo no se entienden<br />

algunas declaraciones recogidas por los diarios a<br />

raíz de la muerte de Revueltas, en las que se decía que<br />

con él había desaparecido “el último de los realistas”.<br />

Sí, el último, es cierto; y puesto que era el último ya era<br />

justo que estuviera bien muerto. Lo que no queda claro<br />

es si, con esta muerte, ha muerto el realismo en general,<br />

y han quedado cerrados, por lo tanto, sus caminos<br />

en este país, o en cualquier otro. La discusión, en verdad,<br />

no tiene caso plantearla aquí, pues de lo que se<br />

trata es de discutir no un género, sino una realidad<br />

textual, una cierta realidad que existe, en primer lugar,<br />

bajo la forma de un conjunto de textos y que sólo<br />

en un segundo momento es englobable o no dentro de<br />

la etiqueta abstracta de realismo, o dentro de un realismo<br />

particular, el realismo materialista-dialéctico,<br />

como lo llama el propio Revueltas. W<br />

Este fragmento procede del primer ensayo<br />

de José Revueltas, una literatura del “lado moridor”,<br />

obra que hemos puesto en circulación entre nuestras<br />

publicaciones conmemorativas.<br />

El duranguense Evodio Escalante es ensayista, crítico<br />

literario y poeta; ha colaborado con las principales<br />

publicaciones periódicas de nuestro país; coordinó<br />

la edición crítica de Los días terrenales de Revueltas<br />

en la colección Archivos.<br />

1 Aunque de una manera bastante matizada, puede encontrarse la segmentación<br />

privilegiante entre las novelas y los textos menores — a favor<br />

naturalmente de estos últimos — en una recensión publicada a raíz de la<br />

muerte de Revueltas. Mientras que Los errores, aunque magistral, sería<br />

una novela “enredada e informe, truculenta y folletinesca a veces, en la<br />

que conviven lo mejor y lo peor del novelista”, textos mucho más breves<br />

como El apando y “Hegel y yo” resolverían a la perfección los problemas<br />

formales en los que falla la novela. Véase José de la Colina, “Desde, hacia<br />

José Revueltas”, pp. 66-69.<br />

NOVIEMBRE DE 2014 11


Fotografía: EN LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNAM, 1971. © ROGELIO CUÉLLAR<br />

REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

ENSAYO<br />

Un pesimismo ardiente<br />

PHILIPPE CHERON<br />

Acaso porque los rigores —que no el rigor—<br />

de la escritura académica se vieron atemperados<br />

por la relación familiar entre investigador e investigado,<br />

la tesis doctoral de Cheron reveló aspectos originales de la búsqueda<br />

literaria de Revueltas, quien estaba en realidad alejado del pesimismo<br />

que rezuman sus escritos. Hemos hecho nuestro este libro por<br />

las vetas que abre para comprender la densidad<br />

filosófica de su producción<br />

12 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

UN PESIMISMO ARDIENTE<br />

La obra de José Revueltas corre<br />

el riesgo de limitarse a una dimensión<br />

única. Hablar de ella<br />

equivale a evocar la prisión y<br />

hablar de prisión lleva a invocarla.<br />

Después de una descripción<br />

de la cárcel de Santa<br />

María Ixcotel, Oaxaca, de su<br />

violencia mortífera, de los castigos<br />

corporales reservados a<br />

los rebeldes y controlados por un cacique tácitamente<br />

aceptado por las autoridades, un reportero escribe:<br />

“Todos ellos homicidas hasta la raíz de los cabellos,<br />

diría José Revueltas”. Y cita casi textualmente,<br />

sin comillas, un breve fragmento de El apando. 1 Los<br />

medios imitan a Revueltas, y la realidad hace lo mismo<br />

cuando se descubre a mujeres tratando de introducir<br />

droga en las penitenciarías siguiendo el método<br />

de la madre del Carajo. Algo circula entre la realidad<br />

y la ficción, y llega un momento en que resulta<br />

difícil trazar una línea de demarcación clara entre<br />

una y la otra, o saber cuál está en el origen de la otra:<br />

“La vida imita al arte mucho más que el arte imita a<br />

la vida”, sentenciaba Oscar Wilde.<br />

Si bien es cierto que esa obra es una alegoría carcelaria,<br />

que se complace en describir las tinieblas en<br />

las que sigue sobreviviendo el ser humano, no se<br />

puede limitarla a esto. Mucho más vasta y profunda,<br />

se trata de una literatura del encierro y también, de<br />

un modo inseparable, de la evasión; de una literatura<br />

que aprehende el movimiento de lo real y se adelanta<br />

a la teoría, que pone en escena personajes femeninos<br />

solidarios, activos, emancipados.<br />

Esa dimensión carcelaria puede explicar la veta<br />

“religiosa” que atraviesa muchos de los textos de Revueltas:<br />

encarcelado, aislado, quiere relacionar, unir.<br />

Toma la palabra religión en su sentido etimológico de<br />

religare: vincular, unir. Enajenado y encerrado en sí<br />

mismo, confinado en su epidermis, en su jaula corporal,<br />

el hombre busca “evadirse”, comunicar, vincularse<br />

a los demás. Revueltas se remite al cristianismo, y<br />

en especial al catolicismo, sencillamente porque lo<br />

encuentra en su camino, muy vivo, sincréticamente<br />

enraizado en lo más hondo de las creencias del pueblo<br />

mexicano. En cierto modo, él asumió su vida<br />

como una especie de vía crucis materialista: para él<br />

la religión es inmanente, y no trascendente; si hay deseo<br />

de evasión, es horizontal y no vertical, concierne<br />

al autor y a sus semejantes, a su pueblo y, por extensión,<br />

a toda la humanidad. ¿Nostalgia de una comunidad<br />

primitiva, ideal, proyectada en un futuro terrenal?<br />

No, pues en muchos aspectos está más cerca<br />

de Hobbes que de Rousseau. Se trata más bien de lucidez<br />

frente a lo vano de este género de utopía, porque<br />

la suya —y quizá sea la más utópica en nuestras<br />

sociedades cada vez más artificiales, obsesionadas<br />

por el fantasma de un mundo sin mal, por una felicidad<br />

falsa, forzada, por la supresión de todo dolor, el<br />

escamoteo de la muerte— exige la resolución de los<br />

problemas socioeconómicos para la humanidad entera<br />

sólo con vistas a llegar a ser “libremente desdichados”,<br />

a acceder al alegre sufrimiento de la conciencia<br />

de sí, a sufrir en la dignidad su condición de<br />

ser humano por fin conquistada. La férrea voluntad<br />

de lucha de Revueltas lo impelió siempre a tratar de<br />

superar las series de contradicciones que encontró en<br />

su camino, así como también a centrar sus<br />

esfuerzos en su capacidad para religar.<br />

Volvió varias veces sobre esa sed humana<br />

de comunicación, tomada aquí en un sentido<br />

de cimiento social: relacionar sus contradicciones,<br />

pero también la infinita soledad<br />

de los hombres.<br />

La tragedia humana —el desgarramiento<br />

que conoce todo ser humano entre el<br />

sueño y la realidad, entre la utopía y su realización—<br />

se ve acentuada en él por su biografía<br />

carcelaria. Aspecto esencial de su<br />

lucha bio/gráfica —para retomar el concepto<br />

de Maingueneau que expresa bien la<br />

tensión del escritor entre la vivencia (bio)<br />

y la escritura (grafía)— en busca de la verdad<br />

como fundamento estético, filosófico<br />

y moral, la prisión y el esfuerzo por escapar<br />

de ella constituyen el tema “fundacional”<br />

de la obra de Revueltas. Ésta puede<br />

1 A. Almazán, Milenio Semanal, núm. 64, 16 de noviembre<br />

de 1998, p. 51. [Por razones de espacio, omitimos en este<br />

anticipo el resto de las notas explicativas y bibliográficas<br />

del ensayo.]<br />

EL ÁRBOL DE ORO<br />

José Revueltas<br />

y el pesimismo<br />

ardiente<br />

PHILIPPE<br />

CHERON<br />

lengua<br />

y estudios<br />

literarios<br />

1 a ed. 214; 318 pp.<br />

978 607 16 2222 8<br />

considerarse como una proyección del combate que<br />

libró durante toda su vida, y por lo tanto como una<br />

representación de la condición humana según la<br />

concepción que tenía de ella. Mal que bien, el proyecto<br />

original se llevó a cabo, con altibajos, adelantos y<br />

retrocesos: esa obra se elaboró en la tensión entre<br />

este proyecto y la realidad con todas sus dificultades;<br />

se forjó en la paratopía propia del autor y ésta, al<br />

mismo tiempo, lo orientó. Sin querer reducirla a una<br />

dimensión única, la tensión encierro/evasión la estructura<br />

de cabo a rabo. La organización carcelaria<br />

de su obra —diríamos parafraseando a Sartre en su<br />

célebre en sayo sobre Faulkner y la organización<br />

temporal de sus no velas— es el punto central de su<br />

puesta en escena de una desesperanza fundadora y<br />

de la lucha por la libertad: sobre las cenizas de la<br />

mentira soviética y del movimiento comunista en el<br />

siglo xx se elevan otras formas de lucha, con otros<br />

actores, porque sobre las ruinas de la gris teoría y lo<br />

obsoleto se yergue el árbol de la vida.<br />

Para Revueltas la resistencia a la opresión se ejerció<br />

a partir de cierto momento en dos planos: contra<br />

los enemigos pero también contra los amigos, en su<br />

caso los comunistas. Aprobó la actitud de un Bernanos<br />

que condenó desde el otoño de 1936 a Franco y a<br />

la Iglesia, su propio campo, y no aceptaba que un<br />

cristiano pudiera admitir el crimen. Así, hubo en Europa,<br />

por parte de algunos escritores de derecha<br />

— demasiado pocos—, la condena de todo exceso criminal,<br />

incluso aquellos cometidos por los suyos; y a<br />

la izquierda, en la misma época, el testimonio de<br />

Gide sobre el sistema soviético, por ejemplo. En México,<br />

entre los escritores militantes comunistas o<br />

simpatizantes, Revueltas es un ejemplo tal vez único<br />

de rechazo categórico de cerrar los ojos y admitir<br />

que el fin pudiese justificar los medios. Al negarse a<br />

subordinar su defensa del hombre (y la libertad) a un<br />

sistema, Revueltas, marcado por el hierro del sufrimiento<br />

y quemado por el fuego de la verdad, salvó el<br />

honor de los intelectuales mexicanos de izquierda.<br />

Al tener el valor supremo de testimoniar la verdad<br />

contra su propio campo (el pcm, la URSS, China,<br />

Cuba con el asunto Padilla), revaloró el concepto de<br />

compromiso, no con respecto a un partido sino contra<br />

cualquier transa, en relación con su sola conciencia:<br />

la verdad, la libertad, los derechos del hombre<br />

por encima de todo.<br />

La contradicción que Revueltas vivió entre su<br />

ideología y su experiencia literaria está en la base de<br />

su cronotopo “carcelario”. La recepción de su tercera<br />

novela fue una vuelta de tuerca al encierro de su autor,<br />

pero fue precisamente cuando algo cambió y<br />

cuando, paradójicamente, apareció una brecha en<br />

las tinieblas de la celda-dogma. En esto consiste el<br />

papel de pivote que esa novela desempeña en su obra<br />

(doblemente importante puesto que Revueltas lo eligió<br />

al final de sus días como título general de su “comedia<br />

terrenal”). Máxime cuando se le añade el caso<br />

de “Noche de Epifanía”, que ilustra bien el dilema<br />

ideológico-estético en el que nuestro autor estaba<br />

sumergido y cómo logró resolverlo. Una vez franqueado<br />

ese umbral, encontramos inscritos en sus<br />

textos varios elementos narrativos —y no ideológicos—<br />

que ejercen una función de resistencia e iluminan<br />

un poco la noche claustrofóbica.<br />

Más que sus creencias ideológicas e independientemente<br />

de su inquebrantable rectitud ética,<br />

la literatura “salva” a Revueltas porque ella<br />

es lo que subsiste después del naufragio<br />

de esa ideología y del socialismo “real” y,<br />

por consiguiente, de buena parte de sus escritos<br />

teóricos. Además, su obra literaria<br />

refleja el fracaso del sueño comunista que<br />

dejó su impronta en el siglo xx, e ilustra la<br />

expresión de la tragedia humana vivida por<br />

él y por su siglo entre la utopía y la imposibilidad<br />

de realizarla; a un nivel más general,<br />

es la manifestación de la lucha eterna<br />

entre el bien y el mal.<br />

“He considerado el problema de la enajenación<br />

y el de la libertad como problemas<br />

principales de toda mi problemática<br />

marxista”, decía Revueltas, y puede ampliarse<br />

esta aseve ración a toda su obra literaria.<br />

Empalma exactamente con las antinomias<br />

prisión / resistencia y dogma / crítica,<br />

cuya tensión desemboca en un<br />

rechazo de todo dogma-prisión y en la afirmación<br />

de una dialéctica fundamentada<br />

en la conciencia, en la cual la memoria y el<br />

deseo —el eterno empezar de la juventud<br />

aunado al esplendor de la feminidad— desempeñan<br />

un papel capital.<br />

Revueltas justificaba su narrativa en 1949 expresando<br />

la idea de que los mexicanos “am[an] a la<br />

muerte verdaderamente [...]. En esta actitud se basa<br />

todo mi trabajo”. Y distinguía el culto a los muertos<br />

en Egipto, que era según él un culto de “lo muerto, lo<br />

acabado y extinto”, del de México que es “renovación,<br />

reiteración del ciclo eternamente renovado”. La<br />

idea de muerte/renacimiento, sin oposición entre<br />

esos dos polos, es decir, de muerte-en-la-vida y de vida-en-la-muerte,<br />

de que nada existe sin su contrario,<br />

estaba contenida ya en esa visión que Revueltas tenía<br />

del culto a los muertos en México. Esta confirmación<br />

antropológica coincide con lo que revela el análisis<br />

de sus textos literarios en el sentido de una<br />

resistencia al poder, de una crítica del dogma considerado<br />

como lo caduco, lo anquilosado, resistencia y<br />

crítica encarnadas por el despertar de la juventud, el<br />

poder de la feminidad y la transmisión de la memoria<br />

mediante la expresión artística y, de manera más<br />

general, la cultura.<br />

La muerte está en la vida por el hecho de que no<br />

sólo nos morimos un poco a diario, sino por el “lado<br />

moridor” de lo real, que Revueltas ilustró con sus novelas<br />

y cuentos. Orientaba por lo demás resueltamente<br />

el sentido de la muerte, no hacia el pasado, sino hacia<br />

el porvenir: “El oír y ver con los sentidos de la muerte,<br />

es decir, del futuro”. El ver con los ojos de la muerte<br />

le permitió detectar el movimiento profundo de la<br />

realidad, aquel que es invisible para los sentidos groseros<br />

y que sólo resulta evidente después, en el futuro,<br />

para las generaciones siguientes: el papel del artista<br />

auténtico es lograr expresarlo en su obra. La vida en la<br />

muerte, a la inversa, proviene de la fe en el brote eterno<br />

y de la transmisión a las generaciones por venir de<br />

un saber que es el producto de una experiencia y un<br />

combate (agôn).<br />

Tragedia de un comunista, decía Rabadan. Pero no<br />

sólo eso: desgarramiento de un escritor oscilando entre<br />

la razón y el arte, dividido entre marxismo y existencialismo.<br />

Por lo demás, la dualidad prisión / resistencia<br />

está en conflicto permanen te. Al plantear el<br />

problema de la dualidad de lo real, Revueltas interroga<br />

la naturaleza misma del hombre, tema de toda<br />

gran literatura, y en su obra aquélla apunta hacia elementos<br />

potencialmente liberadores, aunque éstos no<br />

sólo deban considerarse dialécticamente con sus<br />

opuestos, sino también ponerse en perpetua tela de<br />

juicio. Nada está petrificado en esta obra, el sentido<br />

circula siempre entre polos contradictorios y de una<br />

contradicción a la otra. Es la expresión de la contradicción<br />

de su época y de la realidad en general, que<br />

fue el propio drama existencial de su autor.<br />

Nadie sale de la prisión, porque aun cuando logre<br />

uno “escaparse” se da cuenta pronto de que ella está<br />

en todas partes, que está alrededor de nosotros y en<br />

nosotros, que es inherente a la condición humana.<br />

Algunos creen “salvarse” gracias al dinero, al poder<br />

o las pequeñas certidumbres que los protegen del horror<br />

al vacío, de la falta de verdades absolutas, definitivas.<br />

Pero evidentemente sólo es facilidad o mera<br />

ilusión, proclama Revueltas, quien se inclina por<br />

una filosofía del sufrimiento lúcido, del pesimismo<br />

ardiente. Analiza todo de un modo crítico, discute<br />

“hasta morirse” cada punto de la teoría, para impedir<br />

que se petrifique y se vuelva dogma, para mantener<br />

el equilibrio inestable entre lo fijo y lo no fijo. Vimos<br />

que para él la estética puede y debe contribuir a<br />

impedir que la teoría se fosilice en sistema. Su obra<br />

es una búsqueda de la verdad, que es su verdad, en<br />

conformidad con su conciencia, que no es nunca definitiva<br />

ni absoluta; se erige contra el poder establecido<br />

y la injusticia, así como también contra su propio<br />

partido, contra todo dogmatismo, provenga de<br />

donde provenga, lo cual lo pone a salvo de cualquier<br />

creencia de tipo dogmático. Si esa obra se inscribe en<br />

la inquietud del siglo frente a los procesos de Moscú<br />

(“el siglo de los Procesos”), al fracaso del movimiento<br />

comunista y al auge irresistible e inquietante de la<br />

ciencia y la técnica (“el siglo de Hiroshima y Nagasaki”),<br />

hemos mostrado que expresa también el hecho<br />

de que se trata del siglo de la liberación de la mujer.<br />

Por más disimulada que esté, esta fuerza emancipadora<br />

está presente y actúa en el seno de los textos.<br />

La evasión de la cárcel del dogma no resuelve el problema<br />

social de la prisión de la miseria y la injusticia,<br />

en oposición a aquella otra del confort y el placer mercantilizados.<br />

Revueltas tuvo la visión profética de este<br />

mundo de fin de milenio y principios del tercero, en el<br />

que parecería imposible contener el horror de la vio-<br />

NOVIEMBRE DE 2014 13


Fotografía: © MARÍA GARCÍA (SIN FECHA). FUNDACIÓN HÉCTOR Y MARÍA GARCÍA, A.C.<br />

REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

UN PESIMISMO ARDIENTE<br />

lencia social, estatal, étnica, integrista, terrorista, y en<br />

el que los éxitos tecnológicos hacen de nuevo levantarse<br />

el fantasma del totalitarismo bajo una forma aún<br />

más perniciosa con el control informático-genético de<br />

la sociedad, que pareciera encarnar la pesadilla revueltiana:<br />

la sociedad-cárcel, el mundo-prisión.<br />

Los formidables obstáculos a los cuales se enfrenta<br />

la humanidad (desigualdades abismales, fanatismos,<br />

dominación dictatorial del homo economicus y del poder<br />

financiero, riesgos de pandemias, manipulaciones<br />

genéticas de consecuencias incalculables, destrucción<br />

ambiental, etc.) están colocados, directa o indirectamente,<br />

en la órbita de la política y la ideología. Por lo<br />

tanto, siempre es del hombre, en última instancia y en<br />

grados diversos, de quien depende la posibilidad, o no,<br />

de superarlos, cuando menos tratar de reducirlos. Es<br />

preciso actuar, nos dice Revueltas, a falta de lo cual su<br />

pesadilla será nuestra realidad: el mundo-prisión.<br />

¿Acaso no es ya potencialmente el nuestro, desgarrado<br />

entre las violencias de todo tipo, el embrutecimiento<br />

mediático, la implementación de un control<br />

cada día más absoluto, de un panóptico policiaco cada<br />

vez más estrecho y limitante, a semejanza de la entropía<br />

espacial característica de sus novelas?<br />

Las penitenciarías de todo tipo lo ilustran, para<br />

pobres, para razas “inferiores” o para “clases peligrosas”,<br />

así como también los guetos al revés, para<br />

ricos que se encierran ellos mismos por miedo y se<br />

aíslan completamente, suertes de prisiones doradas<br />

que se multiplican en Estados Unidos y otras partes.<br />

Calles cerradas, rejas por doquier, miedo de todos<br />

contra todos. Esa visión de un mundo carcelario se ve<br />

confirmada asombrosamente por los análisis de un<br />

sociólogo como Loïc Wacquant en el sentido de una<br />

franca evolución de nuestras sociedades modernas<br />

hacia un “social-panoptismo”. Impresionado por la<br />

multiplicación desmesurada de la población carcelaria<br />

y de la cantidad de gente fichada en Estados Unidos<br />

(casi un tercio de la población masculina),<br />

Wacquant señala que “a la atrofia deliberada del Estado<br />

social corresponde la hipertrofia del Estado penal”,<br />

y que “lejos de contradecir el proyecto neoliberal<br />

de desreglamentación y del languidecimiento del<br />

sector público, el irresistible ascenso del Estado penal<br />

norteamericano constituye su negativo”. Estas<br />

consideraciones prolongan la concepción de “tejido<br />

carcelario de la sociedad” propuesta por Michel<br />

Foucault e ilustrada por nuestro autor, quien hacía<br />

la relación entre poder y energía nuclear, sociedad y<br />

prisión, enajenación y mercancía.<br />

Sin embargo, ese panoptismo “integral” nunca<br />

debe hacer olvidar el otro polo de la tensión: la resistencia<br />

al encierro. Una de las grandes figuras de la literatura<br />

hispanoamericana del siglo xx, Ernesto Sabato,<br />

tan próximo a Revueltas en ciertos aspectos, tituló<br />

su libro último, precisamente, La resistencia.<br />

Esta coincidencia conmueve y reconforta. La literatura<br />

—tomada aquí en el sentido amplio de la palabra,<br />

ensayos incluidos— puede y debe, entre otros<br />

objetivos y a su manera, ayudar a resistir a la barbarie,<br />

a la deshumanización.<br />

Es una de las enseñanzas de Revueltas: la resistencia<br />

contra viento y marea, la crítica permanente,<br />

independiente de cualquier poder, así como también<br />

el rechazo de la separación entre lo vivido y lo escrito,<br />

entre el arte y la razón sin absolutizarlos, la esperanza<br />

siempre renaciente en el marco de la eterna lucha<br />

de los contrarios, la voluntad humana en acción<br />

y capaz de controlar las pulsiones destructoras, de<br />

oponerse a la desesperanza.<br />

Toda la vida / obra, la bio/ grafía, de Revueltas, en<br />

casi todos sus momentos y aspectos, es una apasionante<br />

ilustración de esa lucha perpetua, de ese agôn<br />

y de su propia contradicción: la acción y la escritura,<br />

indisociables, se sostienen y completan mutuamente.<br />

La tensión permanente entre esas dos facetas de<br />

la realidad, opuestas e inseparables, estructura sus<br />

textos, su visión del mundo, su pesimismo ardiente;<br />

forma parte íntegra de su escritura y le da su sentido.<br />

A igual distancia de una concepción textual de la<br />

vida (la experiencia literaria en la torrede marfil) y<br />

de un activismo de cortos alcances, la bio/ grafía de<br />

José Revueltas es un buen ejemplo de la praxis humana<br />

siempre victoriosa, ya que, parecida al fuego<br />

de Heráclito, ésta es indomable y vuelve a surgir<br />

eternamente.<br />

Por lo demás, esta dialéctica estaba magníficamente<br />

anunciada por lo menos desde 1943 por el bello<br />

verso de Alberto Quintero Álvarez colocado como<br />

epígrafe de su segunda novela: “Porque la muerte es<br />

infinitamente un acto amoroso”. Su obra puede ser<br />

percibida como una espléndida alegoría de la tensión<br />

prisión / evasión, un poco a la manera de El mundo<br />

alucinante, de Reinaldo Arenas, inspirado en la vida<br />

aventurera de fray Servando Teresa de Mier, de<br />

quien Revueltas era gran admirador y que hubiera<br />

podido decir también: “Mi vida no ha sido más que<br />

un salir de una cárcel para entrar en otra”. No obstante,<br />

pese a todo, cuando se encuentra “otra vez,<br />

como siempre, [...] en una cárcel”, la resistencia, y la<br />

esperanza, están presentes: “algo hacía que la prisión<br />

siempre fuera imperfecta, algo se estrellaba<br />

contra aquella red de cadenas y las hacía resultar<br />

mezquinas e inútiles. Incapaces de aprisionar... Y es<br />

que el pensamiento del fraile era libre”.<br />

Lo que cuenta en definitiva es que, ante la desoladora<br />

certidumbre de la nada, ante la imposibilidad<br />

de volver a encontrar o construir un paraíso cualquiera,<br />

no le queda al ser humano más que una tarea,<br />

un deber: seguir buscando sin descanso los pocos<br />

signos que puedan dar un sentido a su paso por la tierra.<br />

En todo caso, como eco al epígrafe de Jean Rostand<br />

colocado al inicio de Los días terrenales (“Yo soporto<br />

solamente la desesperanza del espíritu”),<br />

siempre puede citarse otra agudeza del mismo Rostand:<br />

“Todas las esperanzas están permitidas al<br />

hombre, incluso la de desaparecer”. No sabemos si<br />

Revueltas la conocía, pero de seguro le habría encantado,<br />

tan dotado como lo era para practicar esa forma<br />

de resistencia que es el humor.<br />

De hecho, está la constante de la concepción revueltiana<br />

de la estética: aquella visión goethiana del<br />

arte considerado como una expresión de la Vida en su<br />

fantástica profusión contradictoria, de la exuberancia<br />

de lo real. Constituye una base sólida para entender<br />

el hecho de que la literatura permanecerá como la<br />

parte que emerge del iceberg en el que seguirá reverdeciendo<br />

el árbol de oro, el “bosque de las letras”<br />

(Juan Goytisolo), a pesar del frío de la teoría que,<br />

como el hielo, es el no color. Es una muestra de la capacidad<br />

de aquélla, la literatura, por penetrar más<br />

hondo —a su modo, que no es el de la ciencia— en la esfera<br />

del conocimiento, por adelantarse al raciocinio.<br />

Si sólo han de permanecer desechos y un poco de<br />

polvo (“polvo y basura”, El luto humano) levantados<br />

por el soplo del paso del fanatismo humano en la tierra,<br />

esas escasas huellas permanecerán: “aquellos<br />

pasos [...] perdurarían por los siglos”. Esas ruinas serán<br />

las obras, en particular lo escrito, el Texto. Y en<br />

cuanto a ese polvo, el propio Revueltas lo califica al<br />

citar libremente en su último ensayo el célebre verso<br />

de Quevedo: “serán ceniza, mas tendrán sentido;<br />

/ polvo serán, mas polvo enamorado”. Arqueología<br />

de la acción y de las pasiones humanas, la búsqueda<br />

del “acto profundo”, es decir, la Historia y lo<br />

que permanece como memoria, como huellas, encuentra<br />

con naturalidad su expresión en lo narrado.<br />

Resulta grato concluir con una nota dinámica el<br />

estudio de una obra considerada desesperada y desesperante.<br />

Y esto a partir de los textos literarios mismos.<br />

Al destapar el cono (la “garganta”) del W.C.,<br />

vimos que el narrador en primera persona del singular<br />

de “El reojo del yo” permite la evacuación. Como<br />

ésta se relaciona con su capacidad de autoprocreación,<br />

autoriza también la circulación de la vida y por<br />

lo tanto, en la textualidad, la del sentido. De ahí la<br />

posibilidad, en “Ezequiel”, de la acción y la afirmación<br />

de la praxis en la “madera del mundo”. Así, al<br />

procrearse y afirmar la circularidad narrativa, el narrador<br />

demuestra que tiene el control de la vida, esto<br />

es, tratándose de textualidad, de la escritura: puede<br />

autoprocrearse a voluntad, se ha reintegrado, reunificado<br />

(yo y el otro) en la linealidad circular (en forma<br />

de espiral) de su Relato (su obra), y de tal suerte<br />

escapa al tiempo al recobrarlo en estado puro (lo que<br />

llama acto profundo, inmemorial), al recuperar el<br />

ser en sí del pasado. Puede decirse entonces que la<br />

experiencia literaria de José Revueltas (bio/ gráfica,<br />

texto y contexto, escritura “sobre su propia piel”) es<br />

su Tiempo recobrado. W<br />

Philippe Cheron es uno de los más reconocidos<br />

estudiosos de la obra de Revueltas y fue coeditor<br />

de sus Obras completas, que aparecieron bajo<br />

el sello de Ediciones Era. De él publicamos este mes<br />

El árbol de oro. José Revueltas y el pesimismo<br />

ardiente, al que pertenece este ensayo.<br />

14 NOVIEMBRE DE 2014


Si las imágenes que aparecen en esta edición de La Gaceta permiten ver el aspecto<br />

de José Revueltas, los textos multicolores de Un escritor en la tierra harán que el lector<br />

conozca la personalidad, las manías, las obsesiones y algún secreto del escritor centenario.<br />

Sirvan de ejemplo estos párrafos del más reciente ganador del Premio Nacional<br />

de Ciencias y Artes en ciencias sociales y filosofía, a quien desde aquí felicitamos<br />

Fotografía: ©AGN, FONDO HERMANOS MAYO, SOBRE HMAG 7533<br />

ENSAYO<br />

Revueltas:<br />

angustia, genio, hazaña<br />

ENRIQUE SEMO<br />

NOVIEMBRE DE 2014 15


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

REVUELTAS: ANGUSTIA, GENIO, HAZAÑA<br />

José Revueltas es el hombre más<br />

cercano al genio que yo he conocido.<br />

En 1976, el mismo año de su<br />

muerte, escribí: “Su preocupación<br />

angustiosa era el hombre; su genio<br />

el haber comprendido y expresado<br />

la esencia de una época; su hazaña,<br />

no claudicar ante el peligro de aniquilamiento,<br />

allí donde otros menos<br />

amenazados flaqueaban”. Hoy,<br />

cuando se cumple el centenario de su nacimiento, no<br />

sólo se confirma este balance, sino que la altura histórica<br />

de la obra de Revueltas aumenta, con el conocimiento<br />

que disponemos del conjunto de dicha obra.<br />

¿Dónde y cómo se expresa el genio de Revueltas?<br />

En la literatura y en el pensamiento político, en la<br />

crítica escrita de cuanto le rodeaba y deseaba transformar<br />

y en la crítica moral, implícita en su conducta.<br />

Ningún otro mexicano supo como Revueltas penetrar<br />

en la miseria humana de los oprimidos; de los<br />

que arriesgan su vida por causas que no entienden;<br />

de los que libran batallas perdidas de antemano.<br />

Y como toda literatura profunda tiene un fuerte componente<br />

autobiográfico, Revueltas libró batallas perdidas<br />

de antemano, en nombre del futuro. Tras su<br />

encarcelamiento por su participación en el movimiento<br />

de 1968, en el curso de una de las huelgas de<br />

hambre a las que se sometió, escribió para su diario:<br />

“He decidido suicidarme con la huelga de hambre…<br />

¿Servirá de algo mi muerte? Espero que sí; no ahora,<br />

en este tiempo, sino a la distancia de no sé cuántos<br />

años…” A Revueltas le preocupaba la posteridad,<br />

pero no su fama, sino su impacto real en ella.<br />

José fue toda su vida un militante revolucionario.<br />

No podía vivir sin participar en un partido, sin sumergirse<br />

en las gestas populares. No aceptó jamás el<br />

papel de observador imparcial. Tuvo caídas y debilidades,<br />

pero siempre prefirió luchar con su conciencia<br />

limpia que adaptarla a necesidades cambiantes<br />

de la vida pública mexicana. Su genio, su humanismo<br />

y su militancia lo transformaron en el espejo deformado<br />

pero trascendente de una gran tragedia: la tragedia<br />

del movimiento comunista mexicano en los<br />

años de 1940-1960. La suerte de los comunistas y del<br />

marxismo en México es no sólo el leitmotiv de la<br />

obra, sino también de la vida de Revueltas.<br />

José era un marxista convencido y sus mejores<br />

años coincidieron con un periodo de derrota, crisis y<br />

declinación del movimiento en que militaba. ¿Cómo<br />

no iba su obra a ser amarga, escéptica, alucinante?<br />

Lo inverosímil es que, a pesar de todo, lograse conservar,<br />

hasta sus últimos días, una ternura y una paciencia<br />

que lo hacían querido entre sus amigos y respetado<br />

entre los enemigos. En una izquierda en la<br />

cual los fracasos políticos multiplicaban las rencillas<br />

y los odios individuales, Revueltas era un hombre sin<br />

enemigos personales, pero blanco de envidias sin fin.<br />

José Revueltas fue, quizá, el primero<br />

que señaló la causa esencial, la raíz más<br />

profunda del desastre de los comunistas<br />

mexicanos que se inició a fines del régimen<br />

cardenista y que había de durar cerca<br />

de 20 años. Su tercera y tal vez más profunda<br />

novela, Los días terrenales, es un<br />

grito contra el dogmatismo; un llamado de<br />

atención angustioso, no contra tal o cual<br />

error pasajero, sino contra la deformación<br />

cognoscitiva, de concepción, que había de<br />

carcomerlo todo, alejando a los marxistas<br />

de la realidad nacional concreta, impidiéndoles<br />

comprender los cambios que se<br />

gestaban en el país. La crítica del estalinismo<br />

fue tanto más fuerte y aguda en<br />

tanto provino de su propio seno, y experimentada<br />

por un artista y revolucionario.<br />

Los días terrenales apareció en 1949, antes<br />

de obras como El deshielo o las Memorias<br />

de Ilia Ehrenburg, que acometió tareas<br />

similares en otras latitudes. Por eso el libro<br />

es una verdadera profecía novelada, una<br />

denuncia lúcida del dogmatismo y sus consecuencias.<br />

En la novela, Fidel, el máximo<br />

dirigente de la organización local, modelo<br />

de dirigente comunista comprometido,<br />

prepara un informe político y reflexiona:<br />

“Necesito reunir para hoy todos los datos,<br />

pues quiero hacer un informe muy pormenorizado<br />

y justo” y Revueltas interpreta:<br />

Aquel hombre usaba términos de un modo<br />

escalofriante. Lo que concebía como justo.<br />

UN ESCRITOR<br />

EN LA TIERRA<br />

Centenario de José<br />

Revueltas<br />

EDITH<br />

NEGRÍN,<br />

ALBERTO<br />

ENRÍQUEZ<br />

PEREA,<br />

ISMAEL<br />

CARVALLO<br />

ROBLEDO<br />

Y MARCOS<br />

T. ÁGUILA<br />

(COORDS.)<br />

vida<br />

y pensamiento<br />

de méxico<br />

1ªed., 2014; pp<br />

978 607 16 2402 4<br />

Desde luego una narración objetiva, sí, veraz, de los<br />

hechos, una enumeración correcta y fiel, pero sometiéndolos<br />

a una inexpugnable prefiguración de la verdad,<br />

arriba o abajo, a derecha o izquierda de cuyos límites<br />

tales hechos adquirían un valor ajeno a sí mismo<br />

y eran, según la hábilmente amañada relación que<br />

se les diese en un sentido u otro, buenos o malos, útiles<br />

o inútiles, importantes o sin importancia… —Y más<br />

adelante, concluye:— Allá arriba, en el Comité Central,<br />

era imposible que comprendiesen, no por falta de<br />

honradez para ello, sino porque simplemente no podían<br />

ver las cosas a través del compacto tejido de fórmulas<br />

en que estaban envueltas; no podían razonar<br />

sino dentro de la aritmética atroz que aplicaban a la<br />

vida… La aritmética de la vida. Dos y dos son cuatro,<br />

dos y dos son cuatro, dos y dos son cuatro.<br />

La tragedia del comunismo mexicano es que nunca<br />

llegó a entender las peculiaridades de la política<br />

mexicana, la distancia que la separaba de la Europa<br />

occidental y oriental.<br />

Este mensaje, de 1949, no fue captado. Su lenguaje<br />

era esotérico. No coincidía con la hora que marcaba<br />

el reloj de la revolución mundial; se encontraba envuelto<br />

en imágenes sombrías y a veces repelentes.<br />

Por ejemplo, en la novela, la pequeña hija de Fidel y<br />

su compañera Julia, Bandera, había muerto de hambre,<br />

en la casa de seguridad donde se escondían. Ese<br />

día, Fidel dispuso que los 15 pesos que le había proporcionado<br />

el camarada Bautista para el entierro de<br />

la niña se destinaran para enviar el periódico de la<br />

juventud comunista a provincias. Bautista reclamó:<br />

“El periódico puede esperar”, y Fidel contestó “la<br />

que puede esperar es ella, porque está muerta”. Era<br />

una crítica demoledora al fanatismo del partido.<br />

Y la crítica se repetiría en el plano teórico en 1962,<br />

en su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza; y de<br />

nuevo, como literatura, en 1964, con Los errores. Estos<br />

tres textos, acaso sus tres obras mayores, representan<br />

el nudo de la crítica y de las preocupaciones<br />

centrales de Revueltas frente a la vanguardia comunista<br />

de aquella época, expresadas con más angustia<br />

que genio. De allí saltó, ya en 1968, a la revisión de la<br />

autogestión como alternativa política de organización,<br />

desarrollo que no pudo completar por su temprana<br />

muerte, antes de cumplir los 62 años de edad.<br />

En este sentido, se puede decir que la lucha intestina<br />

de la izquierda consumió la mayor parte de la energía<br />

de José Revueltas. La relectura de su obra de conjunto,<br />

tarea que se hizo posible por el esfuerzo monumental<br />

realizado por su hija Andrea Revueltas y su<br />

yerno Philippe Cheron con la publicación de sus<br />

Obras completas durante la década de 1980, permite<br />

afirmar que Revueltas no tuvo tiempo de realizar una<br />

crítica profunda y directa al Estado y a los gobiernos<br />

de México. Su atención privilegió la crítica interna de<br />

la izquierda, cuyo fin era afilar las armas para enfrentar<br />

al sistema que tanto odiaba. José fue<br />

encarcelado numerosas ocasiones por lo<br />

que hizo en contra del sistema político,<br />

mas no por lo que escribió en su contra. En<br />

sus escritos políticos se habla mucho de<br />

historia mexicana y de filosofía marxista,<br />

pero poco del régimen que tanto se ensañó<br />

contra él. En una nota desgarradora de octubre<br />

de 1969, escrita en Lecumberri a su<br />

segunda esposa en el reverso de una tira de<br />

un electrocardiograma que le habían practicado,<br />

se preguntaba:<br />

¿Por qué precisamente en México son los gobernantes<br />

quienes más se caracterizan por su<br />

abyección, indignidad y vileza? Digo, ¿los gobernantes<br />

mucho más que cualquier otro<br />

grupo social?… Odio con toda mi alma a esta<br />

desgraciada burguesía y me hiere en carne<br />

viva lo que nos hace… nunca hemos podido<br />

hacer una vida normal y nunca he sabido ser<br />

ni un padre ni un esposo…<br />

La nota confirma lo que sabíamos, que<br />

José vivió al límite, desde la altura de su<br />

genio y la angustia de su vida partidaria y<br />

privada.<br />

Conocí a Revueltas en el mes de mayo<br />

de 1960. Yo tenía la inquietud de incorporarme<br />

al Partido Comunista y había tenido<br />

contacto particularmente con Othón<br />

Salazar, el dirigente magisterial. Él me<br />

puso a dar conferencias a los maestros disidentes<br />

del mrm (el Movimiento Revolucionario<br />

Magisterial). Entonces apareció Revueltas,<br />

que “lo revolvió todo”. Estaba él entonces íntegramente<br />

dedicado a la actividad política. El XX Congreso<br />

del pcus (1956) había abierto nuevas perspectivas<br />

para los marxistas mexicanos. Comenzaba un<br />

proceso de renovación, una intensa búsqueda de<br />

nuevos caminos, un examen crítico del pasado y Revueltas<br />

había recogido el guante con la pasión que<br />

siempre lo caracterizó. Algunos advenedizos del eurocomunismo<br />

de derecha prefieren olvidar hoy que<br />

el primer marxista antiestalinista de México fue un<br />

radical, José Revueltas.<br />

En los últimos años en que mantuve una amistad<br />

personal con José (1959-1961), produjo una cantidad<br />

impresionante de documentos políticos. La mayoría<br />

de ellos se escribieron de noche, después de terminar<br />

los guiones de cine que le permitían vivir modestamente.<br />

Los guiones eran mal pagados, pero Pepe tenía<br />

un arma no revelada para salir adelante en este medio.<br />

Él producía en tres días lo que a otros les llevaba<br />

un mes. Decía que su secreto era beber hasta un estado<br />

en el que sus personajes adquirían una vida propia<br />

y entonces bastaba con dejarse llevar por los personajes<br />

mismos. Revueltas era un trabajador incansable.<br />

Sus jornadas eran una sucesión vertiginosa e interminable<br />

de reuniones partidarias y elaboración teórica.<br />

Una especie de explosión creativa que se había ido<br />

gestando durante los 11 años que permaneció fuera<br />

del pcm. La mayoría de nuestros encuentros tuvieron<br />

lugar en su modesto apartamento. Una llamada telefónica<br />

y llegaba yo, que apenas iniciaba mi vida política,<br />

seguro de que me esperaba una sesión inolvidable.<br />

La catarata de sus ideas originales, brillantemente expuestas;<br />

el encanto de un suave escepticismo bañado<br />

de calor humano; la nobleza de miras, eran irresistibles.<br />

Pepe tenía otra cara, que afortunadamente no<br />

conocí: sus largas borracheras y sus profundas depresiones.<br />

En esos años bebía un infame brandy llamado<br />

Club 45, que nunca faltaba en su escritorio.<br />

Habían pasado apenas dos meses de la derrota ferrocarrilera.<br />

La represión estaba en su apogeo. Las<br />

rebeliones sindicales de los años 1956-1959 eran síntomas<br />

de un renacimiento del movimiento obrero<br />

autónomo, que intentaba sacudirse la férula de una<br />

burocracia sindical enchufada al aparato estatal. El<br />

intento no prosperó, pero la clase obrera dio señales<br />

de una voluntad política que había de ser el principio<br />

de cambios que sólo fructificaron para el país más tarde<br />

y eso a medias. El comunismo mexicano, formado<br />

entonces por el pcm, el Partido Obrero y Campesino<br />

y otros grupos menores, no supo y no pudo colocarse<br />

a la cabeza del movimiento. Esto, aunado a los efectos<br />

del XX Congreso, produjo al seno del pcm una<br />

profunda crisis, y una expulsión más para Revueltas<br />

(la primera había ocurrido en 1943), quien había<br />

puesto el dedo en la llaga con determinación, acerca<br />

de la falta de capacidad de dirección del partido en el<br />

ascenso de las movilizaciones obreras.<br />

De allí surgió su Ensayo sobre un proletariado sin<br />

cabeza, al que me refería antes, texto denso, lleno de<br />

citas teóricas de los clásicos de marxismo y una interpretación<br />

de las causas de lo que Revueltas llamó<br />

la inexistencia histórica del partido; pero de difícil<br />

asimilación, incluso para los intelectuales de dentro<br />

y fuera del partido. Después de 1968, había de reconocer<br />

su error: el proletariado no llegaría a tener cabeza<br />

porque no llegó a ser sujeto.<br />

Pepe fue todo, menos político. La preocupación por<br />

lo esencial lo cegaba para los detalles. La búsqueda<br />

afanosa de la verdad le impedía construir el poder. El<br />

bosque no lo dejaba ver los árboles. Por eso no supo<br />

traducir la protesta a un idioma comprensible, no<br />

pudo dosificar su transmisión, luchar en su defensa.<br />

Su advertencia fue entonces un grito en el desierto, y<br />

sólo después de muchos años otros compañeros entendieron.<br />

Cuando en la penumbra de este amanecer<br />

paso revista a los que han sobrevivido a aquellos años,<br />

la pequeña figura de Pepe se yergue y se agiganta, su<br />

cara se ilumina con una de sus inolvidables sonrisas<br />

mefistofélicas, levanta el brazo con el puño cerrado y<br />

dice con voz firme: ¡José Revueltas. Presente! W<br />

Enrique Semo, historiador y economista, es autor de<br />

numerosas obras, entre ellas la clásica Historia del<br />

capitalismo en México.<br />

Este ensayo aparece en Un escritor en la tierra.<br />

Centenario de José Revueltas, que estos días sale<br />

a la luz entre nuestras publicaciones conmemorativas.<br />

16 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

El afecto personal y el respeto por su escritura marcaron la relación<br />

entre Octavio y José. Amigos de juventud, críticos —cada uno a su manera—<br />

del totalitarismo, convencidos de que la palabra transforma el mundo, tuvieron<br />

vidas con pocos paralelismos. Hemos tomado del tomo tercero (ahí se incluye<br />

“Generaciones y semblanzas”) de la nueva edición de las Obras completas de Paz<br />

este par de textos, escritos con más de tres décadas de distancia<br />

Fotografía: ©MANUEL ÁLVAREZ BRAVO, SEPTIEMBRE DE 1945. ASOCIACIÓN MANUEL ÁLVAREZ<br />

ENSAYO<br />

Cristianismo y revolución:<br />

José Revueltas<br />

DOS NOTAS<br />

OCTAVIO PAZ<br />

NOVIEMBRE DE 2014 17


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

CRISTIANISMO Y REVOLUCIÓN: JOSÉ REVUELTAS<br />

PRIMERA (1943)<br />

Cuando cesó la lucha armada y principió lo que se ha<br />

dado en llamar “la etapa constructiva de la Revolución<br />

mexicana”, dos formas diversas de expresión artística,<br />

la novela y la pintura, se inclinaron con avidez<br />

hacia el pasado cercano. Los resultados de esta seducción<br />

han sido la Escuela Mexicana de Pintura y la<br />

novela de la Revolución. Durante los últimos veinte<br />

años la novela ha servido para expresar, más que las<br />

tentativas literarias de sus autores, sus nostalgias, esperanzas<br />

y desilusiones revolucionarias. Pobres de<br />

técnica, estas obras son más pintorescas que descriptivas,<br />

más costumbristas que realistas. Los novelistas<br />

de la Revolución, y entre ellos el gran talento miope<br />

de Azuela, cegados por el furor de la pólvora o por<br />

el de los diamantes de los generales, han reducido su<br />

tema a eso: muchas muertes, muchos crímenes y<br />

mentiras. Y un escenario superficial de pueblos quemados,<br />

selvas delirantes o desiertos impíos. Así han<br />

mutilado la realidad novelística — la única que cuenta<br />

para el verdadero novelista — al reducirla a una pura<br />

crónica o cuadro de costumbres. Relatos y crónicas<br />

han sido todas las novelas de la Revolución, sin excluir<br />

las de Mariano Azuela. (Valéry Larbaud decía<br />

que Martín Luis Guzmán le recordaba a Tácito; ¡extraño<br />

elogio para un novelista!)<br />

La generación posterior casi no ha intentado la<br />

novela. Compuesta por un grupo de literatos, poetas<br />

y ensayistas, ha mostrado un cierto asco, cuando no<br />

desdén, por las realidades que los cercan. La novela<br />

ha sido la Cenicienta de estos escritores, formados<br />

bajo el signo de la curiosidad y la evasión. Después de<br />

ellos sí han existido tentativas aisladas: las del más<br />

reciente grupo de escritores mexicanos (Juan de la<br />

Cabada, Efrén Hernández, Rubén Salazar Mallén,<br />

Andrés Henestrosa, Rafael Solana, Francisco Tario).<br />

Casi todos ellos revelan una decidida afición por ese<br />

género difícil y estricto que es el cuento. Así como a<br />

la generación de los muralistas ha sucedido, en la<br />

pintura, un grupo de jóvenes que la benévola crítica<br />

yanqui ha llamado de los “pequeños maestros”, estos<br />

nuevos prosistas mexicanos, sucesores de los “novelistas<br />

de la Revolución”, se han distinguido, sobre<br />

todo, en la composición de pequeños cuentos y relatos.<br />

Un libro de Juan de la Cabada, Paseo de mentiras,<br />

reúne en sus breves páginas algunos cuentos y una<br />

novela corta que lo hacen, hasta ahora, el más interesante<br />

y enigmático de todos; una novela, Camino de<br />

perfección, y muy especialmente unos cuentos agrios<br />

y ásperos hacen pensar que Rubén Salazar Mallén<br />

posee también el talento necesario para dotar a México<br />

de una verdadera novela.<br />

El más ambicioso y apasionado — el más joven,<br />

también — es José Revueltas (27 años, afiliado desde<br />

los 14 al Partido Comunista; sus ideas políticas le<br />

han valido conocer varias veces las cárceles del país,<br />

en la época del presidente Rodríguez). José Revueltas<br />

ha publicado una primera novela, El luto humano,<br />

que ha sido premiada en un concurso nacional. Antes<br />

había escrito algunos cuentos misteriosos y balbuceantes,<br />

una novela corta, El quebranto, 1 y un relato,<br />

Los muros de agua, en el que cuenta la vida de una<br />

colonia penal del Pacífico. (Allí estuvo preso durante<br />

dos años, cuando aún no cumplía los veinte.) La novela<br />

de Revueltas ha provocado, al mismo tiempo, los<br />

más encendidos elogios y las críticas más acerbas.<br />

Algún crítico marxista lo ha acusado de “pesimismo”;<br />

otros entusiastas, en cambio, no han vacilado<br />

en citar a Dostoievski.<br />

El luto humano relata una dramática historia: un<br />

grupo de campesinos inicia una huelga en un “Sistema<br />

de Riego” fundado por el gobierno de la Revolución<br />

mexicana. La huelga y la ausencia de agua hacen<br />

fracasar el propósito gubernamental y se inicia el<br />

éxodo. Sólo tres familias se obstinan en permanecer<br />

en esa tierra desierta. Un día el río, seco hasta entonces,<br />

crece desmesuradamente y una inundación aísla,<br />

en una azotea, a los personajes de la novela. El alcohol,<br />

el hambre y los celos acaban con ellos. La novela<br />

principia cuando el río crece y termina en el<br />

momento en que los zopilotes se disponen a devorar<br />

a los moribundos. Todos estos acontecimientos ocurren<br />

en unos cuantos días. Pero la novela apenas alude<br />

a lo que hacen realmente los campesinos para escapar<br />

de la inundación; Revueltas prefiere decirnos<br />

qué piensan, qué recuerdan y qué sienten. Con frecuencia<br />

sustituye a sus personajes; en su lugar, nos<br />

1 No llegó a publicarse íntegra (sólo el primer capítulo: Taller, núm. ii,<br />

abril de 1939), pues Revueltas perdió el manuscrito.<br />

expone sus propias dudas, su fe y su desesperanza,<br />

sus opiniones sobre la muerte o sobre la religiosidad<br />

mexicana. La acción se interrumpe cada vez que uno<br />

de los personajes, antes de morir, hace un resumen de<br />

su vida… Una constante preocupación religiosa invade<br />

la obra: los mexicanos, piadosos por naturaleza y<br />

enamorados de la sangre, han sido despojados de su<br />

religión, sin que la católica les haya servido para satisfacer<br />

su pétrea sed de eternidad. Adán, un asesino<br />

que se cree encarnación de la Fatalidad, y Natividad,<br />

un líder asesinado, simbolizan, muy religiosamente,<br />

el pasado y el futuro de México. Entre ellos se mueven<br />

los rencorosos mexicanos actuales y sus quietas<br />

mujeres representan la tierra, sedienta de agua y de<br />

sangre, bautismo que combina, junto a los ritos de fecundación<br />

agraria, el antiguo de los aztecas y el de<br />

los cristianos. En las últimas páginas el autor intenta<br />

convencerse a sí mismo — más que al lector — de<br />

que mediante un mejor aprovechamiento de los recursos<br />

naturales y una mejor distribución de la riqueza,<br />

esta religiosidad sin esperanzas, este ciego<br />

amor a la muerte, desaparecerán del alma de México.<br />

La novela, como se ve, está contaminada de sociología,<br />

religión e historia antigua y presente de México.<br />

Otro tanto ocurre con su lenguaje, a ratos brillante,<br />

a ratos extrañamente torpe.<br />

Estos defectos condenan a la obra, pero no a su autor.<br />

Porque, extrañamente, el lector se siente contagiado<br />

por la fascinación de que es víctima el novelista.<br />

Revueltas siente una especie de asco religioso, de<br />

amor hecho de horror y repulsión, hacia México. Seguramente<br />

Revueltas no ha escrito una novela, pero,<br />

en cambio, ha hecho luz dentro de sí. Seducido por<br />

los mitos de México tanto como por sus realidades,<br />

él mismo se ha hecho parte de ese drama que intenta<br />

pintar. Dotado de talento, de fuerza imaginativa, de<br />

vigor y sensibilidad nada comunes — y devorado por<br />

una prisa que no le permite, por lo visto, reparar en<br />

sus defectos —, José Revueltas puede escribir ahora<br />

una novela. Pues en esta tentativa se libra de todos<br />

sus fantasmas, de todas sus dudas y de todas sus opiniones.<br />

Como ocurre con gran parte de la pintura<br />

mexicana, que muestra un gran vigor que muchas<br />

veces queda fuera de la pintura, fuera del cuadro, Revueltas<br />

ha acumulado toda su gran potencia plástica<br />

y adivinatoria, pero sin que haya logrado aplicarla a su<br />

objeto: la novela. ¿Qué es, en resumen, lo que re procho<br />

a Revueltas? Le reprocho — y ahora me doy cuenta —<br />

su juventud; pues todos esos defectos, esa falta de sobriedad<br />

en el lenguaje, ese deseo de decirlo todo de<br />

una vez, esa dispersión y esa pereza para cortar las<br />

alas inútiles a las palabras, a las ideas y a las situaciones,<br />

esa ausencia de disciplina — interior y exterior —<br />

no son sino defectos de juventud. De cualquier modo<br />

Revueltas es el primero que intenta entre nosotros<br />

crear una obra profunda, lejos del costumbrismo, la<br />

superficialidad y la barata psicología reinantes. De<br />

su obra no quedará, quizá, sino el aliento: ¿no es esto<br />

suficiente para un joven que apenas se inicia, y nos<br />

inicia, en la misión de crearnos un mundo imaginativo,<br />

extraña y turbadoramente personal?<br />

SEGUNDA (1979)<br />

Al releer la nota arriba transcrita, desenterrada por<br />

Luis Mario Schneider en un viejo Sur, sentí inmediatamente<br />

la necesidad de aclararla, rectificarla y prolongarla.<br />

Es la crítica de un principiante a otro principiante;<br />

además, es demasiado tajante y categórica. Mi<br />

disculpa es que esos defectos son frecuentes entre los<br />

jóvenes. Al final le reprocho a Revueltas su juventud y<br />

esa censura es perfectamente aplicable a mis opiniones<br />

de entonces. La juventud no justifica otros errores.<br />

Por ejemplo, en el primer párrafo condeno a los<br />

novelistas de la Revolución mexicana. Fue una tontería:<br />

entre ellos hay dos escritores excelentes, Martín<br />

Luis Guzmán y Mariano Azuela. Ambos fueron maestros<br />

en su arte. La prosa de Martín Luis Guzmán, nítida<br />

como la de un historiador romano, posee una suerte<br />

de transparencia clásica: su tema es terrible pero él<br />

lo dibuja con pulso tranquilo y firme. Azuela no fue<br />

“un gran talento miope”; tampoco fue torpe: fue un<br />

escritor lúcido, dueño de sus recursos y que exploró<br />

muchos caminos que después otros han recorrido.<br />

Pero cuando yo escribí mi nota sobre El luto humano<br />

(1943), la novela de la Revolución se había transformado<br />

de movimiento en escuela: la invención era ya<br />

receta. En este sentido no me equivoqué: la aparición<br />

de El luto humano, publicada unos años antes que Al<br />

filo del agua (1947), fue una ruptura y un comienzo.<br />

Con la novela de Revueltas, a pesar de sus imperfecciones,<br />

se inició algo que todavía no termina.<br />

Mi análisis de El luto humano es demasiado rápido.<br />

Señalo con severidad excesiva las impericias del<br />

narrador y la frecuencia con que su voz suplanta a la<br />

de sus personajes. Esos defectos se deben, en parte al<br />

menos, a la dificultad y a la novedad de aquello que se<br />

proponía decir Revueltas y que, años más tarde, logró<br />

decir con mayor felicidad. El joven novelista<br />

deseaba utilizar los nuevos procedimientos de la novela<br />

norteamericana (la presencia del Faulkner de<br />

Palmeras salvajes es constante) para escribir una<br />

crónica, a un tiempo épica y simbólica, de un episodio<br />

que le parecía dotado de ejemplaridad revolucionaria.<br />

El propósito era contradictorio: el realismo de<br />

Faulkner (quizá todo realismo) implica una idea pesimista<br />

del hombre y de su destino terrestre; a su<br />

vez, la crónica épica de Revueltas está minada, por<br />

decirlo así, por el simbolismo religioso. Los campesinos<br />

luchan por la tierra y el agua pero el novelista sugiere<br />

continuamente que esa lucha alude a otra lucha<br />

que no es enteramente de este mundo. Aunque mi<br />

nota subraya la religiosidad de Revueltas, no describe<br />

su carácter paradójico: una visión del cristianismo<br />

dentro de su ateísmo marxista. Revueltas vivió el<br />

marxismo como cristiano y por eso lo vivió, en el sentido<br />

unamunesco, como agonía, duda y negación.<br />

Al hablar de la religiosidad del pueblo mexicano,<br />

menciono el “rencor”, palabra inexacta. Lo atribuyo<br />

a la gran catástrofe de la Conquista, que arrebató a<br />

los indios no sólo su mundo sino el otro: sus dioses y<br />

sus mitologías. Sin embargo, al abrirles con la llave<br />

del bautismo las puertas del cielo y del infierno, el catolicismo<br />

les dio paradójicamente la posibilidad de<br />

reconciliarse con su antigua religión. Tal vez Revueltas<br />

pensó que, “en un plano histórico más elevado”,<br />

el marxismo revolucionario cumpliría frente al<br />

cristianismo la misma función que éste había desempeñado<br />

ante las religiones precolombinas. Esta<br />

idea explicaría la importancia del simbolismo cristiano<br />

en la novela. Además, le fascinaron siempre las<br />

creencias y los mitos populares. Un amigo me ha<br />

contado que una vez, medio en broma y medio en serio,<br />

se le ocurrió celebrar un rito matrimonial no<br />

ante el altar de la Virgen de Guadalupe sino ante la<br />

diosa Coa tlicue del Museo. Recuerdo también que<br />

la noche de la masacre de Corpus Christi de 1971, reunidos<br />

varios amigos en casa de Carlos Fuentes,<br />

mientras se discutía qué podíamos hacer, Revueltas<br />

se me acercó y con una sonrisa indefinible me susurró<br />

al oído: “¡Vámonos todos a bailar ante el Santo<br />

Señor de Chalma!” Una frase revela a un hombre: “el<br />

ateísmo — me dijo una vez André Breton —, es un acto<br />

de fe”. Las ocurrencias de Revueltas eran oblicuas<br />

confesiones.<br />

Al final de mi nota apunto la verdadera significación<br />

de El luto humano: “Revueltas no ha escrito una<br />

novela pero ha hecho luz en sí mismo”. Hoy diría: esa<br />

obra fue un paso en su peregrinación, verdadero viacrucis,<br />

hacia la luz. Y aquí brota la pregunta central,<br />

a la que Revueltas se enfrentó con valentía desde su<br />

primer relato, El quebranto, y que nunca dejó de hacerse:<br />

¿qué luz, la de aquí o la de allá? Tal vez aquí es<br />

allá, tal vez las revoluciones no son sino el camino<br />

que recorre el aquí hacia el allá. La actividad de Revueltas<br />

parece estar inspirada, secretamente, por<br />

esta idea. Fue militante revolucionario, novelista y<br />

autor de ensayos filosóficos y políticos. Como militante<br />

fue un disidente que hizo con idéntica pasión la<br />

crítica del capitalismo y la del “socialismo” burocrático;<br />

la misma dualidad se observa en sus novelas,<br />

cuentos y ensayos. Así, por una parte, hay una gran<br />

unidad entre su vida y su obra: es imposible separar<br />

al novelista del militante y a éste del autor de textos<br />

de crítica filosófica, estética y política; por la otra,<br />

esa unidad encierra una fractura, una escisión. Revueltas<br />

estuvo en continuo diálogo — o más exactamente:<br />

en permanente disputa — con sus ideas filosóficas,<br />

estéticas y políticas. Su crítica a la ortodoxia<br />

comunista fue, simultáneamente, autocrítica. Su<br />

caso, claro, no es único; al contrario, es más y más<br />

corriente: la disidencia de los intelectuales marxistas<br />

es una de las expresiones, quizá la central, de la<br />

crisis universal de esa doctrina. Pero hay algo que<br />

distingue a las dudas y a las críticas de Revueltas de<br />

las otras: el tono, la pasión religiosa. Y hay más: las<br />

preguntas que una y otra vez se hizo Revueltas no<br />

tienen sentido ni pueden desplegarse sino dentro de<br />

una perspectiva religiosa. No la de cualquier religión<br />

sino precisamente la del cristianismo.<br />

Para los occidentales la oposición entre ateísmo y<br />

religión es insalvable. No lo ha sido para otras civilizaciones:<br />

en su forma más estricta y pura, el budismo<br />

18 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

CRISTIANISMO Y REVOLUCIÓN: JOSÉ REVUELTAS<br />

es ateo: como todos los seres, sin excluir a los hombres<br />

y al Buda mismo, los dioses son burbujas, reflejos<br />

de la vacuidad. El budismo es una crítica radical<br />

de la realidad y de la condición humana: la verdadera<br />

realidad, śunyata, es un estado indefinible en el que<br />

ser y no ser, lo real y lo irreal, cesan de ser opuestos y,<br />

al fundirse, se anulan. Así, la historia no es sino fantasmagoría,<br />

ilusión — como todo. De ahí también que<br />

la religiosidad budista sea esencialmente contemplativa.<br />

En cambio, para el cristianismo la encarnación<br />

de Jesús y su sacrificio son hechos a un tiempo<br />

sobrenaturales e históricos. La revelación divina no<br />

sólo se despliega en la historia sino que ella es el lugar<br />

de prueba de los cristianos: las almas se ganan y<br />

se pierden aquí, en este mundo. El marxista Revueltas<br />

asume con todas sus consecuencias la herencia<br />

cristiana: el peso de la historia de los hombres.<br />

El nexo entre el cristianismo y el marxismo es la<br />

historia; uno y otro son doctrinas que se identifican<br />

con el proceso histórico. La condición de posibilidad<br />

del marxismo es la misma que la del cristianismo: la<br />

acción sobre este mundo. A su vez, la oposición entre<br />

el marxismo y el cristianismo se manifiesta aquí en<br />

la Tierra: para cumplirse y cumplir su tarea el hombre<br />

revolucionario tiene que desalojar a Dios de la<br />

historia. El primer acto revolucionario es la crítica<br />

del Cielo. La relación entre marxismo y cristianismo<br />

implica, simultáneamente, un vínculo y una ruptura.<br />

El budismo — en general todo el pensamiento de<br />

Oriente — ignora o desdeña a la historia. Al mismo<br />

tiempo, inmerso en la atmósfera de lo divino, rodeado<br />

de dioses, desconoce la noción de un Dios único y<br />

creador. El ateísmo oriental no es realmente ateo; en<br />

un sentido riguroso, sólo pueden ser ateos los judíos,<br />

los cristianos y los musulmanes: los creyentes en un<br />

Dios único y creador. Bloch dijo con mucha razón:<br />

“Sólo un verdadero cristiano puede ser un buen ateo;<br />

sólo un verdadero ateo puede ser un buen cristiano”.<br />

El marxismo cristiano de Revueltas sólo es inteligible<br />

desde la doble perspectiva que acabo de esbozar.<br />

En primer lugar, la idea de la historia concebida<br />

como un proceso dotado de un sentido y una dirección;<br />

en segundo lugar, el ateísmo irreductible. Ahora<br />

bien, entre historia y ateísmo se abre una nueva<br />

oposición: si Dios desaparece, la historia deja de tener<br />

sentido. El ateísmo es trágico porque, según lo<br />

vio Nietzsche, es negación del sentido. Para Dostoievski,<br />

si no hay Dios todo está permitido, todo es<br />

posible; pero si todo es posible, nada lo es: la infinidad<br />

de posibilidades las anula y se resuelve en imposibilidad.<br />

Del mismo modo: la ausencia de Dios hace<br />

pensable todo; pero todo es igual a nada: el todo y la<br />

nada no son pensables. El ateísmo nos enfrenta a lo<br />

impensable y a lo imposible; por eso es aterrador y,<br />

literalmente, insoportable. También por eso hemos<br />

instalado en el hueco de Dios otras divinidades: la<br />

Razón, el Progreso. Estos principios bajan a la Tierra,<br />

encarnan y se convierten en los secretos actores<br />

de la historia. Son nuestros Cristos: la nación, el proletariado,<br />

la raza. En la novela de Revueltas el hombre<br />

antiguo se llama Adán, como nuestro padre, y el<br />

hombre nuevo, el Cristo colectivo, se llama Natividad.<br />

La historia del Hijo del Hombre comienza con el<br />

Nacimiento y culmina con el Sacrificio; la Revolución<br />

obedece a la misma lógica. Esa lógica es racional,<br />

“científica”: el materialismo histórico, y es sobrenatural:<br />

la transcendencia. Lo “científico” es explícito;<br />

lo sobrenatural, implícito. La transcendencia<br />

divina desaparece, pero, subrepticiamente, a través<br />

de la acción revolucionaria, continúa operando.<br />

Pues, como decía el mismo Bloch, la Revolución es<br />

“trascender sin trascendencia”.<br />

La enemistad entre marxismo y cristianismo no<br />

desaparece nunca del todo pero se atenúa si los términos<br />

cambian de posición. Para el cristianismo los<br />

hombres somos los hijos de Adán, el hijo de Dios. En<br />

el origen está Dios, que no sólo es el dador del sentido<br />

sino el creador de la vida. Dios está antes de la historia<br />

y al final de ella: es el comienzo y es el fin. Para un<br />

marxista cristiano como Bloch o Revueltas, Dios no<br />

puede estar antes; en verdad, Dios no existe: la realidad<br />

original y primordial es el hombre, mejor dicho,<br />

la sociedad humana. Sólo que el hombre histórico es<br />

apenas hombre; para realizarse, para ser hombre de<br />

veras, el hombre debe pasar por las pruebas de la historia,<br />

debe vencerla y transformar su fatalidad en libertad.<br />

La Revolución hace hombres a los hombres<br />

— y más que hombres: el porvenir del hombre es ser<br />

Dios. El cristianismo fue la humanización de un Dios;<br />

la Revolución promete la divinización de los hombres.<br />

Brusco cambio de posiciones: Dios no está antes<br />

sino después, no es el creador de los hombres sino<br />

su creatura. Bloch cambia la frase bíblica y dice: “Yo<br />

soy el que seré”. 2<br />

Revueltas nunca formuló sus ideas con la claridad<br />

de Bloch pero el temple de sus escritos y de su vida<br />

corresponde a esta visión agónica y contradictoria<br />

del marxismo y del cristianismo. Por supuesto, él llegó<br />

a estas actitudes independientemente y por su<br />

propio camino. No fue la filosofía la que lo guió sino<br />

su experiencia personal. En primer lugar, la religión<br />

de su infancia; en seguida, su interés por la vida popular<br />

mexicana, toda ella impregnada de religiosidad;<br />

en fin, su temperamento filosófi co y poético. Esto<br />

último fue decisivo: Revueltas se hizo preguntas filosóficas<br />

que el marxismo — como lo han reconocido, entre<br />

otros, Kolakowski y el mismo Bloch — no puede<br />

contestar, salvo con lugares comunes cientistas. En<br />

realidad, esas preguntas sólo tienen respuestas metafísicas<br />

o religiosas. La metafísica, después de<br />

Hume y de Kant, nos está vedada a los modernos.<br />

Así, Revueltas acudió intuitiva y personalmente, en<br />

un movimiento de regreso a lo más antiguo de su ser,<br />

a las respuestas religiosas, mezcladas con las ideas y<br />

esperanzas milenaristas del movimiento revolucionario.<br />

Aunque le apasionó la filosofía, fue sobre<br />

todo un artista creador. Su temperamento religioso<br />

lo llevó al comunismo, que él vio como el camino del<br />

sacrificio y la comunión; ese mismo temperamento,<br />

inseparable del amor a la verdad y al bien, lo condujo<br />

al final de su vida a la crítica del “socialismo” burocrático<br />

y el clericalismo marxista.<br />

El marxismo se ha convertido en una ideología y<br />

hoy opera como una seudorreligión. La transformación<br />

de una filosofía en ideología y de ésta en religión<br />

no es un fenómeno nuevo: lo mismo sucedió con el<br />

neoplatonismo y el gnosticismo. Tampoco es nueva<br />

la transformación de una religión en poder político<br />

y la del sacerdocio en burocracia clerical: el catolicismo<br />

ha conocido esas perversiones. La peculiaridad<br />

histórica del comunismo consiste en que no es realmente<br />

una religión sino una ideología que opera<br />

como si fuera una ciencia, la Ciencia; asimismo, no es<br />

una Iglesia sino un partido que no se parece a los<br />

otros partidos sino a las órdenes y cofradías militantes<br />

de los católicos y los mahometanos. Los partidos<br />

comunistas comienzan como pequeñas sectas pero<br />

apenas crecen se convierten en Iglesias cerradas.<br />

(Uso el plural porque en el movimiento comunista<br />

los cismas y las escisiones proliferan.) Cada Iglesia<br />

se cree poseedora de la verdad universal; esta pretensión<br />

no sería peligrosa si las burocracias que rigen<br />

a estos grupos no estuviesen movidas por una<br />

voluntad de dominación y proselitismo igualmente<br />

universales. Cada miembro de cada Iglesia es un misionero<br />

y cada misionero un inquisidor en potencia.<br />

La religiosidad de Revueltas estaba muy alejada de<br />

esos fanatismos ideológicos; sus verdaderas afinidades<br />

espirituales se encuentran del otro lado, cerca de<br />

los cristianos primitivos, los gnósticos del siglo iv o los<br />

rebeldes y revolucionarios protestantes de la Reforma.<br />

Dentro de la Iglesia católica habría sido un hereje<br />

como lo fue dentro de la ortodoxia comunista. Su<br />

marxismo no fue un sistema sino una pasión, no una fe<br />

sino una duda y, para emplear el vocabulario de<br />

Bloch, una esperanza.<br />

Vivir consigo mismo no fue, para Revueltas, menos<br />

difícil que convivir con sus camaradas comunistas.<br />

Durante años trató de ser un militante disciplinado<br />

y cada tentativa culminó con ruptura y expulsión.<br />

La dialéctica hegeliana le sirvió para aplazar la<br />

ruptura definitiva; como tantos otros, se dijo que el<br />

mal es una artimaña de la historia para mejor cumplirse,<br />

que la negación es un momento del proceso<br />

que inevitablemente se transforma en afirmación,<br />

que los tiranos revolucionarios son tiranos para defender<br />

a la libertad y que — como lo probaron en el siglo<br />

xvii los teólogos españoles y en el xx lo han confirmado<br />

brillantemente el procurador Vishinski y<br />

los bolcheviques procesados en 1936 y 1938— los culpables<br />

son inocentes y los inocentes culpables. Enigmas<br />

de la voluntad divina o de la necesidad histórica.<br />

La justificación del mal comenzó con Platón; en sus<br />

retractaciones y abjuraciones, Revueltas no hizo<br />

sino seguir una tradición de más de dos mil años. Según<br />

el neoplatónico Proclo, la materia misma “es<br />

buena, a pesar de ser infinita, obscura e informe”.<br />

(Para los antiguos la infinitud era una imperfección<br />

pues carecía de forma.) Pero los recursos de la dia-<br />

2 Ernst Bloch, L’Athéisme dans le christianisme, Gallimard, París, 1978.<br />

léctica se agotan mientras que el mal crece sin cesar.<br />

Al final Revueltas tuvo que afrontar la realidad del<br />

bolchevismo y su propia realidad. No resolvió este<br />

conflicto —¿quién lo ha resuelto?— pero tuvo el valor<br />

de formularlo y pensarlo. Vivió con lealtad su contradicción<br />

interior: su cristianismo ateo, su marxismo<br />

agónico. Muchos elogian la entereza con que padeció<br />

cárceles y estrecheces por sus ideas. Es verdad, pero<br />

hay que recordar, además, que Revueltas practicó<br />

otro heroísmo, no menos difícil y austero: el heroísmo<br />

inte lectual.<br />

Su obra es desigual. Algunas de sus páginas parecen,<br />

más que textos definitivos, borradores; otras<br />

son notables y le otorgan un sitio aparte y único en la<br />

literatura mexicana: Los días terrenales, Los errores,<br />

El apando y, sobre todo, los cuentos de Dios en la Tierra<br />

y Dormir en tierra, muchos de ellos admirables.<br />

Pero la excelencia literaria de estas obras, con ser de<br />

veras considerable, no explica enteramente la atracción<br />

que ejerce su figura. En nuestro mundo todo es<br />

relativo, el bien y el mal, el placer y la pena. Aunque<br />

la mayoría se contenta, unos cuantos se rebelan y,<br />

poseídos por un dios o por un demonio, piden todo.<br />

Son los sedientos y los hambrientos de absoluto. No<br />

se me pida que lo defina: el absoluto es por definición<br />

indefinible. Revueltas padeció esa hambre y esa sed;<br />

para saciarlas fue escritor y fue revolucionario. Si<br />

busco entre los mexicanos modernos un espíritu<br />

afín, tengo que ir al campo ideológico opuesto y a<br />

una generación anterior: José Vasconcelos. Como<br />

Revueltas, fue un temperamento pasional pero incapaz<br />

de someter su pasión a una disciplina, un escritor<br />

de corazonadas y adivinaciones, abundante y<br />

descuidado, a ratos torpe y otras luminoso. Para ambos<br />

la acción política y la aventura metafísica, la polémica<br />

histórica y la meditación fueron vasos comunicantes.<br />

Unieron la vida activa con la vida contemplativa<br />

o, mejor dicho, especulativa: en sus obras no<br />

hay realmente contemplación desinteresada — para<br />

mí la suprema sabiduría — sino meditación, reflexión<br />

y, en los momentos mejores, vuelo espiritual. La obra<br />

de Vasconcelos es más vasta y rica que la de Revueltas,<br />

no más honda e intensa. Pero lo que deseo destacar<br />

es que pertenecen a la misma familia anímica.<br />

Son lo contrario de Reyes, que hizo de la armonía un<br />

absoluto, y de Gorostiza, que adoró a la perfección<br />

con un amor tan exclusivo que prefirió callar a escribir<br />

algo indigno de ella.<br />

A pesar de su parentesco espiritual, Vasconcelos y<br />

Revueltas caminaron por caminos opuestos. Nutrido<br />

en Plotino y creyente en su misión de filósofo coronado,<br />

Vasconcelos se sentía enviado de lo alto: por<br />

eso fue educador; Revueltas creía en los apóstoles rebeldes<br />

y se veía como un enviado del mundo de abajo:<br />

por eso fue un revolucionario. El espiritualista Vasconcelos<br />

jamás dudó; no lo tentó el diablo, espíritu<br />

de la negación y patrono de los filósofos: lo tentaron<br />

el mundo (el poder) y la carne (las mujeres). Vasconcelos<br />

confesó que había deseado a la mujer de su prójimo<br />

y que había fornicado con ella pero nunca aceptó<br />

que se hubiese equivocado. Los únicos pecados<br />

que confesó el materialista Revueltas fueron los del<br />

espíritu: dudas, negaciones, errores, mentiras piadosas.<br />

Al final se arrepintió e hizo la crítica de sus ideas<br />

y de los dogmas en que había creído. Vasconcelos no<br />

se arrepintió; exaltó la humildad cristiana sólo para<br />

mejor cubrir de invectivas a sus enemigos; Revueltas,<br />

en nombre de la filosofía marxista, emprendió<br />

un examen de conciencia que San Agustín y Pascal<br />

habrían apreciado y que me impresiona doblemente:<br />

por la honradez escrupulosa con que lo llevó a cabo<br />

y por la sutileza y profundidad de sus análisis. Vasconcelos<br />

terminó abrazado al clericalismo católico;<br />

Revueltas rompió con el clericalismo marxista.<br />

¿Quién fue, de los dos, el verdadero cristiano?<br />

México, D. F., 12 de abril de 1979<br />

La primera de las notas se publicó en la revista Sur<br />

(Buenos Aires, julio de 1943) y se recogió más tarde,<br />

junto con la segunda, en Hombres en su siglo y otros<br />

ensayos (Seix Barral, Barcelona, 1984). Ambos textos<br />

están consignados, bajo nuestro sello, en las Obras<br />

Completas de Octavio Paz; en nuestra nueva edición<br />

les corresponde el volumen III: Dominio mexicano.<br />

W<br />

NOVIEMBRE DE 2014 19


Ilustración: ANDREA GARCÍA FLORES<br />

C A P I T E L<br />

Revueltas:<br />

rebelión y revolución<br />

Escribió Octavio Paz en 1967 “Revuelta,<br />

rebelión, revolución”, un ensayo a la vez<br />

etimológico y político, sociológico y literario,<br />

sobre los tres conceptos que, ligeramente<br />

manoseados, dan título a esta entrega<br />

de La Gaceta, correspondiente al mes en que celebramos<br />

el centenario de nacimiento de José<br />

Revueltas. Más que un bobo juego de palabras,<br />

la adaptación de la tríada estudiada por Paz<br />

busca ser una fórmula que pondere las aportaciones<br />

del escritor duranguense a la vida pública<br />

y a las letras de nuestro país. Revueltas fue<br />

un rebelde (en más de un terreno) y quiso ser un<br />

revolucionario (aunque el tiempo que le tocó vivir<br />

no fue propicio para esa vocación). Los libros<br />

con que el Fondo participa en los actos con<br />

que se recuerda la obra y las andanzas del nacido<br />

en Santiago Papasquiaro responden a la certeza<br />

de que este escritor procuró transformar el<br />

panorama literario y social de México, y lo hacen<br />

ofreciendo diversas ventanas para mirar su<br />

legado.<br />

Decía Paz que el revoltoso “es un espíritu<br />

insatisfecho e intrigante, que siembra<br />

la confusión; el segundo [el rebelde]<br />

es aquel que se levanta contra la<br />

autoridad, el desobediente o indócil; el revolucionario<br />

es el que procura el cambio violento de<br />

las instituciones”. Sobra decir que Revueltas no<br />

cayó en la categoría asociada con su apellido<br />

pero sin duda encarnó las características del<br />

rebelde y, a veces más, otras menos, procuró<br />

transformar el andamiaje institucional con algún<br />

género de acción poco pacífica: su violencia<br />

fue sobre todo ideológica, como cuando quiso<br />

emprender la autocrítica siendo comunista — tan<br />

severa fue esa intención que fue echado del partido<br />

que buscaba lograr que en México floreciera<br />

la dictadura del proletariado —, o cuando introdujo<br />

en su narrativa una amalgama de géneros,<br />

con la intención de que la ficción reflejara<br />

sus cavilaciones sobre la podredumbre humana<br />

y política, pero a la vez de que sus personajes<br />

imaginarios fueran ejemplo de redención. Ahí<br />

también parecía atender la advertencia paciana<br />

de que “los actos del rebelde, por más osados<br />

que sean, son gestos estériles si no se apoyan en<br />

una doctrina revolucionaria”.<br />

Había sido exigua la presencia de Revueltas<br />

en nuestro catálogo. Al comenzar<br />

este año existían sólo cuatro<br />

registros relacionados con su obra: la<br />

primera edición de Los errores, aparecida en<br />

1964, pocos meses antes de que el autor cumpliera<br />

50 años de edad; un delgado tomo con<br />

menos de diez cuentos, que se publicó en 1975<br />

con el engañoso título de Antología personal; un<br />

volumen de 1991, dentro de la excepcional colección<br />

Archivos, con la edición crítica de Los<br />

días terrenales, coordinada por Evodio Escalante,<br />

y finalmente, de 2010, El apando en uno de<br />

los tomos de 18 para los 18, la fugaz colección<br />

que ofrecía esa cantidad de novelas mexicanas<br />

a los lectores jóvenes. Un cuento suyo se incluyó<br />

en Sol, piedra y sombras, la antología preparada<br />

por Jorge F. Hernández sobre todo para que su<br />

versión en inglés, Sun, Stone, and Shadows, circulara<br />

en Estados Unidos, y se recoge en Los novelistas<br />

como críticos, la compilación realizada<br />

DE NOVIEMBRE<br />

DE 2014<br />

EL ESTUDIO CIENTÍFICO<br />

DE LA FELICIDAD<br />

MARIANO ROJAS<br />

Cuando en 1972 el entonces rey de<br />

Bután hizo de la “felicidad<br />

nacional bruta” el objetivo social<br />

fundamental de su país, muchos lo<br />

miraron con extrañeza; todavía en<br />

la actualidad semejante indicador,<br />

colocado por encima otros como el<br />

ingreso o la riqueza, puede<br />

resultar desconcertante. Bien<br />

mirado, sin embargo, la lógica<br />

implícita en ello no carece de<br />

sensatez. La felicidad es una<br />

vivencia central para las personas<br />

y un objetivo final a cuya<br />

consecución se orienta, después de<br />

todo, la mayor parte de los<br />

empeños de la humanidad; si<br />

queremos un mayor ingreso,<br />

mayor libertad, si nos casamos o<br />

nos esforzamos por tener una<br />

profesión, si cambiamos de casa o<br />

migramos de un país a otro, es en<br />

la creencia de que ello nos hará<br />

más felices. Y entre países declarar<br />

la guerra o invadir un territorio<br />

puede responder a esa misma<br />

expectativa. Medir ese valor<br />

significa pues ponderar la eficacia<br />

de un gran cantidad de medios<br />

simultáneamente.<br />

Aun cuando en todas las<br />

culturas y todos los tiempos se ha<br />

reflexionado en torno a la felicidad<br />

y a la manera de alcanzarla —sea<br />

en la filosofía, la religión o en las<br />

canciones populares — es<br />

sorprendente, dice el autor, que<br />

ninguna disciplina académica se<br />

haya encargado de su estudio de<br />

manera metódica. En las últimas<br />

décadas se ha dado, sin embargo,<br />

un cambio importante en ese<br />

sentido; si tradicionalmente se<br />

había apelado a la capacidad de<br />

discernimiento para proponer los<br />

componentes de una vida feliz, el<br />

nuevo interés por el estudio de la<br />

felicidad, especialmente por parte<br />

de los economistas, utiliza un<br />

enfoque basado en la medición, la<br />

elaboración de teorías, y el<br />

planteamiento y la corroboración<br />

de hipótesis y la reformulación de<br />

teorías: un enfoque científico,<br />

pues. Con la mirada siempre<br />

orientada a la escala social y el<br />

acento puesto en el caso de los<br />

países latinoamericanos —pues<br />

este modo de aproximación, más<br />

allá de la mera comprensión del<br />

comportamiento humano, se<br />

orienta hacia el diseño de políticas<br />

públicas —, el Breviario que ahora<br />

sale a luz recoge las ideas<br />

fundamentales y constituye una<br />

introducción idónea a la llamada<br />

“economía de la felicidad”, de la<br />

que Rojas es uno de los más<br />

reconocidos exponentes.<br />

breviarios<br />

1ª ed., 2014; 400 pp.<br />

978 607 16 2135 1<br />

$100<br />

EL PLANISFERIO<br />

DE MORGIUS CANCRI<br />

Enciclopedia universal<br />

IGNACIO DÍAZ DE LA SERNA<br />

En un “aviso sin importancia”,<br />

ubicado por tanto en plena antesala<br />

de la obra, el autor (o tal vez un<br />

personaje suyo que se hace pasar<br />

por él) ofrece un par de notas sobre<br />

la naturaleza de lo que el<br />

desocupado lector tiene ante la<br />

mirada. Sostiene ahí, por principio,<br />

que nadie en su sano juicio se<br />

atrevería a dudar que, desde que<br />

Magritte escribió debajo de su<br />

imagen de una pipa “esto no es una<br />

pipa”, vivimos instalados en la Era<br />

del Desconcierto. “Por<br />

consiguiente, no resulta<br />

descabellado suponer que este<br />

planisferio, después de todo, quizá<br />

no sea un planisferio. Para colmo,<br />

el asunto se complica si se<br />

considera que, al decir que este<br />

libro es una enciclopedia universal,<br />

en realidad lo que se pretende<br />

afirmar es que no es una<br />

enciclopedia y mucho menos<br />

universal”... Y en su extraño<br />

silogismo —ciertamente<br />

desconcertante — continúa hasta<br />

concluir que, puesto que al parecer<br />

no es eso, y probablemente<br />

tampoco un fresco de Tiepolo ni un<br />

mamut disecado, quizá se trate<br />

antes bien de una Máquina de<br />

Fabular, y en efecto: tal vez sea<br />

exactamente eso lo que es este<br />

libro, pero claro: tal vez no.<br />

Seguidas a ese aviso se<br />

despliegan, en riguroso orden<br />

alfabético y urdidas con la prosa<br />

acendrada y llena de agudezas de<br />

este curioso epígono de Diderot,<br />

las entradas de la autodenominada<br />

enciclopedia. Se entremezclan en<br />

ellas datos reales, fruto de un<br />

conocimiento erudito sobre las<br />

más diversas materias, con las<br />

invenciones y los juegos de<br />

imaginación de una inteligencia<br />

azorada que se ríe de todo y, por<br />

principio, de sí misma. Sea que el<br />

lector las recorra de principio a fin<br />

o navegue al azar entre las páginas,<br />

el viaje en esta cartografía, a través<br />

de las lábiles fronteras entre lo<br />

corroborable y lo imaginario,<br />

promete obsequiarlo con gran<br />

copia de asombros y solaces.<br />

letras mexicanas<br />

1ª ed., 2014; 255 pp.<br />

978 607 16 2225 9<br />

$175<br />

20 NOVIEMBRE DE 2014


NOVEDADES<br />

en 1991 por Norma Klahn y Wilfrido H. Corral,<br />

un texto del duranguense sobre el modo en<br />

que encaraba la narración de largo aliento.<br />

EL TRIMESTRE<br />

ECONÓMICO<br />

Este mes se ha puesto en<br />

circulación el número de<br />

El Trimestre Económico que<br />

corresponde al último cuarto del<br />

año. Tal como ha sucedido a largo<br />

de los ochenta años de vida de esta<br />

publicación, sus páginas presentan<br />

estudios de connotados<br />

especialistas en torno a los<br />

problemas económicos de mayor<br />

relevancia para Latinoamérica.<br />

En este número en particular,<br />

seguidos a una “perspectiva<br />

económica” que versa sobre el<br />

estado y los desafíos de la<br />

economía política mexicana,<br />

pueden hallarse artículos acerca<br />

del voto económico en Chile y la<br />

pensión universal proporcional en<br />

México, así como un análisis<br />

comparativo entre los sistemas de<br />

pago europeos y los de los países<br />

en desarrollo, un estudio sobre<br />

productividad y capital humano,<br />

uno sobre calibración de<br />

parámetros de volatilidad<br />

estocástica, y uno más que<br />

presenta una propuesta para<br />

mediar la participación del<br />

mercado laboral mexicano.<br />

Complementan esta selección los<br />

comentarios bibliográficos de<br />

Ignacio Perrotini sobre Algunas<br />

tesis equivocadas sobre el<br />

estancamiento económico de<br />

México y, por último, ofrece este<br />

número en su sección de debates<br />

—pues fomentar la discusión y el<br />

diálogo son objetivos esenciales de<br />

la publicación — los comentarios<br />

críticos de Adriaan ten Kate al<br />

artículo “La ocde sobre<br />

Telecomunicaciones en México”,<br />

que se publicó unos meses atrás en<br />

la revista y cuyas conclusiones son<br />

ahora refutadas o por lo menos<br />

puestas en entredicho. El<br />

Trimestre se puede adquirir en<br />

todas las librerías del Fondo, o<br />

bien por suscripción, que se puede<br />

contratar en nuestro portal de<br />

internet.<br />

Núm. 324, vol. LXXXI (4),<br />

octubre-diciembre 2014; 280 pp.<br />

ISSN 0041-3011<br />

$180<br />

LOS BÁRBAROS DEL NORTE<br />

Guardia Nacional y política<br />

en Nuevo León, siglo XIX<br />

LUIS MEDINA PEÑA<br />

En buena medida por causa de su<br />

ubicación geográfica y las<br />

dificultades de comunicación de<br />

ese tiempo, a lo largo del siglo xix<br />

el estado de Nuevo León y su<br />

región aledaña se mantuvieron<br />

apartados de los proyectos<br />

nacionales y se desarrollaron bajo<br />

una lógica propia. De manera<br />

paralela al auge comercial debido a<br />

su cercanía con los Estados<br />

Unidos, y del que resultó su rápido<br />

proceso de industrialización, el<br />

Noreste mexicano experimentó el<br />

ascenso de una clase política<br />

regional que respondía a los<br />

intereses locales y en cuya<br />

conformación desempeñaron un<br />

importante papel las estructuras<br />

militares. Sometido a presiones<br />

como la invasión estadunidense, o<br />

bien las incursiones de etnias<br />

como la de los comanches, esta<br />

élite política pudo, sin embargo,<br />

impulsar decididamente el<br />

progreso de la región y llegó a<br />

ejercer una influencia nacional<br />

que repercutió, por ejemplo, en la<br />

derrota del Segundo Imperio y en<br />

el triunfo liberal de la Guerra de<br />

Reforma.<br />

Neoleonés él mismo y una de las<br />

voces más relevantes de la ciencia<br />

política actual, Luis Medina Peña<br />

ofrece en su estudio una<br />

descripción vasta que toma en<br />

consideración las condiciones<br />

sociales, políticas y económicas de<br />

la región, junto con sus muchas<br />

particularidades, para ofrecer así<br />

una historia regional que es una<br />

pieza clave para entender la<br />

historia del mundo decimonónico<br />

en nuestro país y, en esa medida, la<br />

conformación del sistema político<br />

mexicano contemporáneo.<br />

historia<br />

1ª ed., 2014; 487 pp.<br />

978 607 16 2051 4<br />

$270<br />

CIELO DE AGUA<br />

ARAMÍS QUINTERO<br />

Que esta obra haya ganado en 2013<br />

el Premio Hispanoamericano de<br />

Poesía para Niños entre cerca<br />

de cuatrocientas propuestas no<br />

parece una casualidad: su creador,<br />

el cubano Aramís Quintero, autor<br />

de una veintena de libros tanto<br />

para niños y jóvenes como para<br />

adultos, se ha hecho merecedor ya<br />

de numerosos premios en su isla<br />

natal y en el extranjero por las<br />

virtudes de su creación literaria.<br />

El poemario que presentó a<br />

concurso el año pasado, y que<br />

ahora nos complacemos en<br />

publicar, es sin duda buena una<br />

oportunidad para padres que<br />

quieran abrir a los niños el mundo<br />

de la poesía de una manera sencilla<br />

y gozosa. Con ingeniosos juegos de<br />

palabras, Quintero retoma trozos<br />

de canciones o tradiciones orales<br />

—hay por ahí un barquito de<br />

cáscara de nuez, un olmo harto de<br />

que le pidan peras: desesperado —<br />

y se sirve con pericia de recursos<br />

formales como aliteraciones y<br />

rimas para armar poemas tan<br />

llenos de imaginería como de<br />

musicalidad —“señora Ardilla, su<br />

pasta me supo a pasto y a pastilla,<br />

y a usted, señor Chacal, su salsa le<br />

quedó insulsa y sin sal”—. Para<br />

ilustrarlo se ha llamado a la<br />

argentina Betania Zacarías, quien,<br />

con una paleta alegre y vibrante,<br />

ha sabido hacer una interpretación<br />

gráfica de los versos llena de<br />

méritos propios y en la que<br />

abundan asimismo las metáforas<br />

visuales: será un placer para los<br />

niños descubrir cómo las<br />

ilustraciones de distintas páginas<br />

y poemas se vinculan entre sí:<br />

cómo las estrellas celestes, por<br />

ejemplo, tienen su contrapartida<br />

en el fondo marino, cómo las<br />

lagartijas tienen mucho que ver<br />

con sus abuelos los dinosaurios, o<br />

cómo el cielo y el agua, a los ojos de<br />

la poesía, pueden transfigurarse<br />

uno en otro entre un verso y el<br />

siguiente.<br />

colección premio hispanoamericano<br />

de poesía para niños<br />

Ilustraciones de Betania Zacarías<br />

1ª ed., 2014; 40 pp.<br />

978 607 16 2131 3<br />

Estamos muy complacidos, en consecuencia,<br />

por sumar a nuestro acervo<br />

siete libros de y sobre Revueltas; colocados<br />

en colecciones diversas, apuntan<br />

a públicos de diferente catadura, con lo que aspiramos<br />

a cumplir uno de los objetivos no escritos<br />

de esta editorial: dar a cada lector el libro<br />

que pueda interesarle (lo que equivale a<br />

decir, tajantemente, que no hay libro bueno<br />

para todos los lectores). Quien quiera acercarse<br />

al conjunto de la obra hará bien en comenzar<br />

con Ver en las tinieblas, una útil reunión de<br />

textos narrativos — tanto cuentos como fragmentos<br />

de novela —, ensayos políticos y sobre<br />

literatura, páginas autobiográficas: al colocarla<br />

en Colección Popular aspiramos a despertar<br />

en el lector no especializado la curiosidad por<br />

este prolífico autor. A ese mismo público, pero<br />

también al estudiantil y aun el académico, se<br />

dirigen los dos volúmenes de la edición conmemorativa<br />

de Los errores, preparados por la investigadora<br />

de origen argentino Sonia Peña: en<br />

el primero va la novela — confiamos que con<br />

muchos gazapos que los tenía la edición de Letras<br />

Mexicanas de hace medio siglo —, en el segundo<br />

unos quince ensayos de otros tantos autores<br />

sobre esta historia compleja, desolada,<br />

con la que Revueltas cubrió un muy ancho espectro,<br />

pues puede leerse en clave política, picaresca,<br />

policiaca, psicológica — aquí el rebelde<br />

en las letras apuesta además por lo revolucionario<br />

en la forma —. El tercer y último título<br />

con obra revueltiana es El propósito ciego, en<br />

Centzontle, donde se reúnen los poemas que<br />

por aquí y por allá fue escribiendo el duranguense,<br />

y que hoy ofrecemos como una curiosidad.<br />

Sin ser una biografía visual, José Revueltas.<br />

Iconografía presenta paquetes de imágenes<br />

sin respetar el orden cronológico: se trata<br />

de recorrer primero los retratos de una figura<br />

pública y luego adentrarse en la intimidad familiar;<br />

las fotografías van acompañadas de<br />

brevísimas estampas sobre el aspecto y el carácter<br />

del escritor, como si fueran pies de una<br />

foto indefinida. El responsable de estos últimos<br />

dos proyectos y de la antología es José<br />

Manuel Mateo, revueltólogo total.<br />

Víctima de las penurias editoriales<br />

propias de la edición universitaria, El<br />

árbol de oro. José Revueltas y el pesimismo<br />

ardiente, de Philippe Cheron,<br />

tuvo una primera vida hace poco más de una<br />

década pero no alcanzó al público que se merecía;<br />

aparecida ahora en Lengua y Estudios Literarios,<br />

esta exploración del optimismo latente<br />

debajo de los retratos sombríos y los complejos<br />

nudos narrativos del autor de El luto humano alcanzará<br />

muchos más lectores. Acaso tantos<br />

como los que ya ha tenido Evodio Escalante con<br />

su José Revueltas: una literatura del “lado moridor”,<br />

una lectura filosófica de la producción revueltiana<br />

que llega por fin al Fondo, donde esperamos<br />

permanezca en definitiva y con lo que<br />

reconocemos su carácter de pequeño clásico en<br />

los estudios sobre Revueltas. Completa este<br />

grupo Un escritor en la tierra, coordinado entre<br />

otros por quien nos acercó la breve correspondencia<br />

de Revueltas con Reyes para este número<br />

de La Gaceta, un mosaico de testimonios y<br />

opiniones sobre el autor centenario.<br />

Paz postuló que la “rebelión deja de ser<br />

desobediencia díscola para transformarse<br />

en protesta generosa” y que la<br />

“revolución no es regreso al origen<br />

sino instauración del futuro”. Revueltas el indócil<br />

supo asimilar sus tres temporadas en el<br />

infierno carcelario, símbolo pero no resumen<br />

de su crítica al autoritarismo, y producir textos<br />

ejemplares, en los que la queja social insinúa<br />

caminos alternativos. Que hoy lo estemos<br />

celebrando con alegría y fervor es una muestra<br />

de que ese porvenir que quiso instaurar en su<br />

presente le pertenece plenamente a este rebelde<br />

y revolucionario.<br />

TOMÁS GRANADOS SALINAS<br />

21 NOVIEMBRE DE 2014


Fotografía: ©FCE<br />

ARTÍCULO<br />

LOS BREVIARIOS<br />

ME HACEN RECORDAR<br />

AQUELLO OTRO<br />

PABLO ESCALANTE GONZALBO<br />

No sólo es nuestra colección emblemática<br />

sino seguramente también la más querida.<br />

Nuestros ya cerca de seiscientos libritos ponen lo mejor<br />

del conocimiento en la palma de la mano, como bien lo<br />

describe el testimonio de este historiador memorioso<br />

—amigo de la casa desde siempre— que hace unos días<br />

se puso a historiar un poco sobre su propia<br />

relación con los Breviarios, a propósito<br />

del relanzamiento de la colección<br />

22 NOVIEMBRE DE 2014


REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />

LOS BREVIARIOS ME HACEN RECORDAR AQUELLO OTRO<br />

Para preparar esta reflexión, decidí entresacar los Breviarios<br />

de diferentes secciones de mi biblioteca. Surgieron por todas<br />

partes; son muchos más de los que yo recordaba tener.<br />

Al abrirlos y ver las anotaciones que fui haciendo en ellos<br />

hace diez, veinte, treinta años y más, empecé a pensar en las<br />

cosas que había aprendido en esos libros. En realidad, la pequeña<br />

colección de mis Breviarios me ha hecho recordar la<br />

historia de mi educación desde el bachillerato hasta mi formación<br />

como historiador y profesor; una historia que comienza<br />

apenas unos años después de mi infancia.<br />

Una tarde, caminando por la avenida Miguel Ángel de Quevedo — que hace<br />

treinta y tantos años era bastante apacible — vi pasar una comitiva de autos negros.<br />

En uno de ellos, con la ventanilla a medio bajar para sacar el puro, iba Fidel<br />

Velázquez. Me pareció idéntico a las caricaturas que de él hacía Naranjo. No sé si<br />

era un ltd o un Lincoln, pero sí que se parecía mucho al auto en el que había visto<br />

esos mismos días al Indio Fernández a pocas cuadras de allí. Al Indio Fernández lo<br />

vi bajarse del coche, que él mismo conducía, y recuerdo haberme impresionado<br />

con la enorme pistola que llevaba al cinto. La semana en que vi a Fidel Velázquez<br />

había leído, en uno de mis primeros Breviarios, un texto sobre “Los sindicatos y la<br />

democracia” en el que decía, según el subrayado que hoy he vuelto a leer: “un sindicato<br />

que permite que un hombre o un pequeño grupo de hombres lo dominen deja<br />

de realizar la más importante de las funciones del sindicalismo: la preparación de<br />

sus miembros en el arte de gobernarse a sí mismos”. Creo que, cuando uno es muy<br />

joven, percibir la relación existente entre la realidad y los libros es algo particularmente<br />

llamativo o conmovedor. Lo que he querido decir es que en esos años de<br />

empezar a descubrir qué cosa era México y qué cosa eran los problemas, ya estaban<br />

los Breviarios del Fondo, que eran mi lectura más seria, mientras que los libros<br />

de la Serie del Volador, de Joaquín Mortiz eran mi lectura más divertida.<br />

Yo sé que no me han invitado aquí a hablar de todas las colecciones del Fondo<br />

de Cultura, por tanto evitaré hablar de cómo las ediciones del Fondo de las obras<br />

de Luis Cernuda y de Rosario Castellanos, por ejemplo, iban formando mi conciencia<br />

estética en esos días. Lo que sí puedo decir es cómo decidí finalmente que<br />

estudiaría la carrera de historia. De todos los momentos, el más decisivo fue<br />

cuando terminé de leer un breviario del Fondo de Cultura que lleva el título de El<br />

toro de Minos, que me había recomendado mi hermana. Entonces reflexioné: yo<br />

debo estudiar eso, debo conocer Grecia, y quiero ver el rostro del que no es<br />

Agamenón…<br />

Pero pensemos un poco más en ese libro porque creo que retrata bien algunas<br />

de las cualidades de los Breviarios: el texto recupera la historia de las investigaciones<br />

arqueológicas en Creta y Micenas, valora la tradición literaria antigua que<br />

les dio sustento a las primeras exploraciones, revisa el conjunto de la historiografía<br />

sobre el tema y presenta los avances decisivos en la investigación. Todo ello lo<br />

hace en un tono tan ameno como si se tratara de una novela, y en el tamaño de un<br />

libro de bolsillo.<br />

Un editor tiene la enorme responsabilidad de estar recomendando al público<br />

que se acerque a un autor cuya fortuna crítica puede ser incierta; más aún, lo recomienda<br />

consciente de que en los ámbitos académicos y literarios hay discrepancias<br />

a veces muy fuertes, y de que la apuesta de publicar una cosa y no otra<br />

incide en esas polémicas. Cuando el Fondo decidió, en 1961, publicar como breviario<br />

El mundo de Odiseo, Moses Finley no había recorrido más que un tramo de<br />

su carrera; apenas iniciaba su etapa más productiva, que sería en Inglaterra, y su<br />

obra no era conocida en español. Con El mundo de Odiseo pudimos percibir la utilidad<br />

de la aplicación de la teoría antropológica moderna al estudio de la Antigüedad<br />

clásica. Y yo pude darme cuenta, cuando ya era estudiante de Historia, de<br />

que la obra de Homero se volvía todavía más apasionante cuando la leía un historiador.<br />

Hoy la comunidad académica reconoce a Finley como el mayor historiador<br />

del mundo antiguo, y todavía ese pequeño breviario es la mejor manera de<br />

acercarse a su trabajo.<br />

Yo sabía que además de la historia me interesaba el arte. Juntas o separadas<br />

pero me interesaban ambas cosas. Y aunque miraba arte desde niño, a veces por<br />

devoción religiosa y a veces sólo por gusto, la verdad es que no sabía ponerle palabras<br />

a la forma en que las obras de arte me impresionaban, hasta que leí ese breviario<br />

de la serie color de rosa, que es la serie de arte. El título del breviario es<br />

Estética e historia en las artes visuales, y espero que se haya incluido entre las últimas<br />

reimpresiones, o que esto se haga pronto si está agotado. Todavía vivía su<br />

autor, Bernard Berenson, cuando el Fondo publicó esta obra que forma parte de<br />

los fundamentos de la disciplina de la historia del arte. Y entre los párrafos que, a<br />

mis veinte años, me ayudaron a poner en palabras la experiencia estética, está<br />

aquel que dice: “En las artes visuales el momento estético es ese instante fugaz,<br />

tan breve hasta ser casi sin tiempo, cuando el espectador es un todo con la obra<br />

de arte que está contemplando o con la realidad de cualquier género que el espectador<br />

mismo ve en términos de arte…”<br />

Y en esa misma obra habla Berenson de “la intensificación de la vida que resulta<br />

de identificarse con el objeto”… y de cómo, en la contemplación, algunos objetos<br />

exaltan “nuestra conciencia de vida”.<br />

Mientras leía eso, yo entendí mi emoción de niño frente a los atlantes de Tula o<br />

la portada de Acolman, y entendí por qué era similar a la emoción de ver aquella<br />

alacena vieja con una foto de Jorge Negrete fijada con un clavo, mientras, a un<br />

lado y sobre baldosas verdes, un gato observaba, inmóvil, un gorrión muerto, en<br />

la botica de una ranchería sobre el río Acatlán.<br />

Me da un poquito de esperanza, como mexicano, en estos días tan revueltos,<br />

recapitular mi aprendizaje y la formación de mis rústicas ideas del mundo y darme<br />

cuenta de la magnitud de esas instituciones y esas empresas culturales mexicanas<br />

que le han dado y siguen dando hogar y forma a la educación, al saber, a las<br />

ideas, y de las cuales yo me he beneficiado. Dentro de ellas el Fondo de Cultura<br />

Económica es un baluarte, y los Breviarios, que hoy celebramos, son una pieza<br />

fundamental.<br />

No voy a hacer interminable la historia de las veces en que la lectura de un<br />

breviario ha resultado importante para mí, pero han sido muchas…<br />

Cuando tuve que profundizar en el estudio de los métodos de la arqueología<br />

para completar esa parte de mi formación de historiador, conté con un manual<br />

muy útil que es Arqueólogos en acción, de Schwarz, de la serie azul de Breviarios.<br />

Cuando a mis alumnos no les bastaba con empezar el relato de nuestra historia<br />

antigua en el año 40 mil antes de Cristo, época del primer poblamiento de América,<br />

y querían recapitular también la historia euroasiática previa, encontramos<br />

una espléndida síntesis, traducida al español, de todo el periodo Paleolítico, era<br />

un breviario.<br />

En las discusiones de Filosofía de la Historia se volvió necesario conocer la<br />

obra científica del entomólogo Edward Wilson, y pudimos leerla gracias a un Breviario.<br />

Así ocurrió cuando en un seminario de Historia del arte, y antes de empezar<br />

a trabajar con álbumes de grabados del siglo xvi, quisimos leer un resumen<br />

de la historia y la técnica del grabado en madera: era uno de esos breviarios que<br />

se habían publicado desde la década del 50, El grabado en madera, de Paul<br />

Westheim.<br />

Como ocurre con toda buena colección de libros, con todo buen proyecto editorial,<br />

los Breviarios han sido siempre libros agradables y bonitos en su dimensión<br />

de objetos manuales de cartón y papel entintados.<br />

Poder sujetar fácilmente con la mano, casi abarcar por completo con la mano,<br />

un libro, tiene un sentido muy especial; equivale a poder decir “voy a leer esto el<br />

fin de semana”, o incluso decir “leo esto, y lo discutimos mañana”. Los Breviarios<br />

dan con su diseño un mensaje optimista sobre el saber y la cultura; le ofrecen a<br />

quien es ignorante de algo la posibilidad de pensar que el conocimiento está al<br />

alcance de su mano, como en efecto lo está.<br />

Yo tengo un breviario de 1957, que es el de los sindicatos al que me referí antes:<br />

sus hojas no se quiebran ni se han puesto amarillas todavía. Está empastado en<br />

cartoné y en la camisa ya lleva el diseño en dos registros que caracterizó a la serie<br />

durante décadas. Era muy meritorio, de ese diseño, el énfasis en la noción de ventana:<br />

título, autor y editor, abajo, y arriba un cuadro, con una imagen, que era<br />

como empezar a vislumbrar el contenido de la obra. En otro viejo breviario que<br />

tengo en casa, éste del año 64, vuelvo a percibir el buen estado de conservación<br />

del papel, el inteligente diseño de la camisa, que me permite observar en el registro<br />

superior, en la ventana, a dos hombres con turbante, sentados en cuclillas,<br />

pues Los árabes de ayer y de mañana es el título del libro. Pero esta edición tiene<br />

algo excepcional — por lo menos es el único título que yo tengo así — y es que se<br />

imprimió en papel cebolla. Un papel agradabilísimo al tacto que hoy día sólo se<br />

usa en algunas ediciones de la Biblioteca de Autores Cristianos y en los misales.<br />

Vaya, que no está por demás que un libro sea bonito. De manera que, si un<br />

buen libro breve es fantástico, mejor incluso que un partido de fútbol o un helado,<br />

un buen libro breve y bonito es de lo mejor que hay. Y esto son los breviarios.<br />

Reimprimir constantemente y reeditar es el resultado de haber comprobado<br />

la vigencia general de una obra, el interés de los lectores. Es confirmar que una<br />

obra sigue representando una de las visiones aceptables e interesantes de un<br />

tema, de un periodo o de un problema histórico. A veces, de plano, podemos hablar<br />

de un clásico. Sólo que yo preferiría utilizar el término con prudencia por el<br />

exceso en el que se incurre hoy en día, cuando en las solapas de una novedad editorial<br />

se califica como clásica la novela de un joven escritor suizo a quien hasta<br />

ese momento sólo han leído en su cantón.<br />

Pero en fin, no creo que sea exagerado decir que las obras de Claude Lévi-<br />

Strauss son clásicos de la antropología. Miles de hispanohablantes, como yo, conocimos<br />

El pensamiento salvaje en la edición que desde 1964 publica el Fondo de<br />

Cultura Económica en la colección Breviarios. También estoy seguro de que no<br />

exagero si califico como clásicas las obras de Vere Gordon Childe. Uno de los antiguos<br />

Breviarios del Fondo de Cultura es su libro Man Makes Himself, al cual se le<br />

puso, en la versión en español, el título más claro y sobrio de Los orígenes de la civilización.<br />

El Fondo lo publicó en 1954, cuando Gordon Childe aún vivía o, dicho<br />

más pomposamente, antes de que Gordon Childe fuera inmortal. Los conceptos,<br />

hoy fundamentales, de “revolución neolítica” y “revolución urbana” derivan en<br />

buena parte de esa gran obra del arqueólogo australiano. El concepto de “civilización”,<br />

tal como lo usamos hoy en la antropología y en la historia antigua, fue en<br />

buena medida perfilado en esa obra. Yo leí la décimo primera reimpresión, del<br />

año 1978; no sé por cuál vayan hoy, y no tengo duda en recomendarlo siempre a<br />

mis alumnos.<br />

Si esa semana han leído mucho y rezongan, los convenzo con facilidad diciéndoles<br />

que es un Breviario. W<br />

Pablo Escalante Gonzalbo es doctor en historia y catedrático<br />

de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1986.<br />

NOVIEMBRE DE 2014 23

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