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DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA NOVIEMBRE DE 2014<br />
Revueltas pretende captar no un reflejo mecánico,<br />
directo de la realidad, sino su movimiento interno,<br />
aquel aspecto de la realidad que obedece a leyes<br />
—EVODIO ESCALANTE<br />
REVUELTAS:<br />
REBELION<br />
Y REVOLUCION<br />
527<br />
Además<br />
NOTAS DE<br />
UN HISTORIADOR<br />
SOBRE LOS BREVIARIOS
Ilustración: © ANDREA GARCÍA FLORES<br />
527<br />
EDITORIAL<br />
3<br />
6<br />
8<br />
11<br />
12<br />
15<br />
El tiempo y el número<br />
JOSÉ REVUELTAS<br />
—————————<br />
Más allá<br />
de las diferencias<br />
Correspondencia<br />
de José Revueltas<br />
a Alfonso Reyes<br />
(1956 y 1957)<br />
Revueltas,<br />
ficción y verdad<br />
ÁLVARO RUIZ ABREU<br />
Los desengaños<br />
del realismo<br />
EVODIO ESCALANTE<br />
Un pesimismo ardiente<br />
PHILIPPE CHERON<br />
Revueltas:<br />
angustia, genio, hazaña<br />
ENRIQUE SEMO<br />
Siglo de Revueltas<br />
En este año es posible que los rutinarios festejos por<br />
el inicio de la Revolución mexicana sean opacados<br />
por los que celebren el centenario del nacimiento de<br />
José Revueltas, que llegó a esta tierra el viernes 20<br />
de noviembre de 1914, en Santiago Papasquiaro, Durango.<br />
La suya fue una vida llena de tribulaciones,<br />
dedicada a la palabra —la que crea mundos y la que<br />
trata de entender este mundo— y a buscar una profunda<br />
transformación política. El Fondo ha querido<br />
sumarse de manera intensa a los actos de recordación,<br />
y lo hemos hecho con lo que sabemos hacer: publicar libros. Este número<br />
de La Gaceta está armado fundamentalmente con muestras de los<br />
materiales que conforman nuestra conmemoración editorial.<br />
Alfonso Reyes es uno de los cimientos de nuestra casa. Abrimos por ello<br />
esta edición con la correspondencia que el regiomontano sostuvo con el<br />
duranguense, reunida y comentada por Alberto Enríquez Perea; escueta<br />
pero sustanciosa, muestra las afinidades entre dos hombres de letras a<br />
quienes los clichés harían parecer antitéticos. Seguimos con un texto de<br />
uno de los más leídos biógrafos de Revueltas, Álvaro Ruiz Abreu, tomado de<br />
nuestro principal libro de homenaje: la edición conmemorativa de Los errores,<br />
que va acompañada de ensayos como el que compartimos aquí (sirva<br />
esta tribuna para agradecer a Sonia Peña, coordinadora del proyecto, su<br />
devoción por este libro cumbre en la novelística revueltiana, único texto<br />
original publicado por el fce, justamente hace 50 años). Hemos traído a<br />
nuestro catálogo dos libros muy conocidos y reconocidos por los seguidores<br />
de Revueltas: en los trabajos de Philippe Cheron y Evodio Escalante encontrará<br />
el lector claves para ensanchar su comprensión de la obra del escritor<br />
hoy centenario, el primero respecto del “optimismo ardiente” y el segundo<br />
del “lado moridor”, dos facetas complementarias en Revueltas. El testimonio<br />
de Enrique Semo ejemplifica lo que una veintena de autores hicieron en<br />
Un escritor en la tierra, suma de anécdotas, afectos, valoraciones individuales<br />
en torno del duranguense. Las fotografías están tomadas de la iconografía<br />
armada con audacia y generosidad por José Manuel Mateo, a quien<br />
también agradecemos desde aquí su fidelidad inquebrantable a la vida y la<br />
obra de Revueltas.<br />
Dejamos para el Capitel la explicación del título de este número, que se<br />
cierra con el breve —no podía ser de otra manera— apunte autobiográfico<br />
de Pablo Escalante Gonzalbo como lector de Breviarios. W<br />
17<br />
Cristianismo<br />
y revolución:<br />
José Revueltas<br />
OCTAVIO PAZ<br />
José Carreño Carlón<br />
DIRECTOR GENERAL DEL FCE<br />
León Muñoz Santini<br />
ARTE Y DISEÑO<br />
20<br />
20<br />
CAPITEL<br />
NOVEDADES<br />
Tomás Granados Salinas<br />
DIRECTOR DE LA GACETA<br />
Javier Ledesma<br />
JEFE DE REDACCIÓN<br />
Ricardo Nudelman, Martha Cantú,<br />
Adriana Konzevik, Susana López,<br />
Alejandra Vázquez<br />
CONSEJO EDITORIAL<br />
Andrea García Flores<br />
FORMACIÓN<br />
Ernesto Ramírez Morales<br />
VERSIÓN PARA INTERNET<br />
Alma Meza<br />
ASISTENTE EDITORIAL<br />
Impresora y Encuadernadora<br />
Progreso, sa de cv<br />
IMPRESIÓN<br />
22<br />
Los Breviarios me hacen<br />
recordar aquello otro<br />
PABLO ESCALANTE GONZALBO<br />
NOVIEMBRE DE 2014<br />
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La Gaceta del Fondo de Cultura Económica<br />
es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227,<br />
Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Distrito Federal, México. Editor responsable: Tomás Granados Salinas. Certificado<br />
de licitud de título 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas<br />
Ilustradas el 15 de julio de 1995. La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es un nombre registrado en el Instituto Nacional<br />
del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro Postal, Publicación<br />
Periódica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716<br />
FOTOGRAFÍA DE PORTADA: ©LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />
2 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN POESÍAY REVOLUCIÓN<br />
Sin duda más conocido por su prosa y su ensayística, a lo largo de su vida<br />
Revueltas cultivó también, en proporción menor –pero no por ello desdeñable—,<br />
la poesía. Una de las varias ediciones conmemorativas de obras suyas que hemos<br />
incorporado a nuestro catálogo, y de las que ofrecemos algunos atisbos en esta entrega<br />
de La Gaceta, es su poemario El propósito ciego. Sirva esta muestra, tomada de ahí,<br />
para ofrecer un destello de esta vertiente, para muchos aún por explorar,<br />
del hoy centenario Revueltas<br />
El tiempo y el número<br />
JOSÉ REVUELTAS<br />
Caen las cosas, dejan de ser, desaparecen<br />
y algo las detiene en su propia sombra,<br />
donde quedan, apagadas, vivas nada más<br />
por el impulso de permanecer sin ser ya nada.<br />
El amor mismo es una cosa<br />
sobre la cual se enciman nuevas cosas<br />
cada vez, un palimpsesto donde los<br />
recuerdos son distintos a lo que recuerdan<br />
y parecen bellos sin haberlo sido<br />
porque la muerte los retoca con la compasión<br />
y los disfraza de encuentros que no fueron<br />
pero deben parecernos puros, para que el presente<br />
nos acoja sin demasiada pena<br />
y no nos arrebate el último pan.<br />
Llegará ese día en que ya no tengamos<br />
el cuerpo disponible y en que todo<br />
lo pasado no sea sino un largo vacío,<br />
montones de palabras dichas de otro modo<br />
y lejanas voces, pensamientos y sombras<br />
indiferentes y extranjeras.<br />
Todo ello vuelto a ser en nuestra nada<br />
vencida, nombres sin cuerpo<br />
con los que intentaremos recubrir<br />
una sorda vida distante y acabada<br />
en la que fuimos nosotros mismos<br />
otra cosa también. W<br />
NOVIEMBRE DE 2014 3
Fotografía: © JULIO PLIEGO (FOTOGRAMAS). ARCHIVO JULIO PLIEGO<br />
4 NOVIEMBRE DE 2014
DOSSIER<br />
REVUELTAS:<br />
REBELION<br />
Y REVOLUCION<br />
Tuvo José su parte de rebelde y su<br />
parte de revolucionario. Supo cartearse<br />
con el consagrado Reyes. Supo poner en<br />
Los errores un nudo dramático, social y<br />
político. Supo iluminar la degradación con<br />
el optimismo y supo poner la dialéctica al<br />
servicio de la invención literaria. Supo ser un<br />
genio angustiado, como se sigue de lo dicho<br />
por Semo. Y quizá, como sugiere Paz, todo<br />
ello se condensó en una suerte de marxismo<br />
cristiano. La rebelión de Revueltas<br />
es su revolución.<br />
NOVIEMBRE DE 2014 5
Fotografía: © AGN, FONDO HERMANOS MAYO, SOBRE HMAG 7533.1<br />
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
En los años cincuenta, convertido Reyes en un patriarca generoso, Revueltas aún<br />
en busca de su espacio en la república de las letras, estos dos escritores tuvieron un mínimo<br />
intercambio epistolar. José reconocía su admiración por el gran Alfonso, al punto de que<br />
promovió la traducción de alguna obra del regiomontano al húngaro. Aquí presentamos<br />
un rápido apunte de esa relación sincera y por desgracia superficial<br />
ARTÍCULO<br />
Más allá de las diferencias<br />
Correspondencia de José Revueltas<br />
a Alfonso Reyes (1956 y 1957)<br />
ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA<br />
José Revueltas siempre estuvo al<br />
tanto de la vida y la obra de Alfonso<br />
Reyes. No era para menos. Revueltas<br />
era un hombre educado, con<br />
posiciones políticas controvertidas<br />
y con obras literarias que hicieron y<br />
siguen haciendo época, e interesado<br />
en la vida cultural de México.<br />
Era además un hombre que, a pesar<br />
de todo, reconocía la labor desarrollada<br />
por aquellos que tenían un pensar “diferente”.<br />
Por eso es muy importante observar que en<br />
los escasos documentos que se conocen de Revueltas<br />
a Reyes (1956 y 1957) no sólo había aprecio y cordialidad<br />
sino en primerísimo lugar reconocía que, “por<br />
encima de las diferencias”, el entonces fundador y<br />
primer presidente de El Colegio de México era “lo<br />
más alto, equilibrado y fino en la inteligencia del México<br />
contemporáneo”. 1<br />
Casi una década antes de expresar este sentimiento<br />
y hacer esta definición, en 1946, cuando Revueltas<br />
leyó Simpatías y diferencias, con edición y prólogo de<br />
Antonio Castro Leal, 2 ello lo impulsó a escribir una<br />
carta a Efraín Huerta para decirle que modificaba<br />
“algunos de los juicios” que tenía sobre don Alfonso<br />
y que sobre esto ya le había hablado en alguna ocasión.<br />
Pero, rectificaba, era mejor decir que sus juicios<br />
los precisaba. Porque en el “precisar” iba “implícito,<br />
sin duda, gran parte del modificar”. ¿Cuáles eran<br />
esos juicios que precisaba? Ésta fue su propia respuesta:<br />
“Cuán Alfonso Reyes es este libro, desde el<br />
nombre: simpatías, diferencias, hasta su donaire final:<br />
¿dónde te pintas a ti tus flores naturales?” 3<br />
1 Tarjeta postal de José Revueltas a Alfonso Reyes, México, diciembre<br />
de 1956.<br />
2 La edición que Revueltas señala es ésta: Alfonso Reyes, Simpatías y diferencias,<br />
tomo i, edición y prólogo de Antonio Castro Leal, México, Porrúa,<br />
1945 (Colección de Escritores Mexicanos, 22).<br />
3 Las cursivas son de Revueltas.<br />
Y en el siguiente párrafo abundó en sus juicios:<br />
“¡Diferencias, simpatías…! Nunca enemistades ni<br />
amistades: un discreto Erasmo y, aquí, mucho más<br />
habilidoso, mucho más cauto, muchísimo más sonriente,<br />
y vaya en su descargo el susto del homenaje a<br />
Lombardo Toledano. A don Alfonso no se le puede<br />
atacar — se le debe, en ocasiones y con todo respeto,<br />
pues a él mismo le resultará saludable —, porque no<br />
hay por dónde: es como si fuese el más ágil espadachín<br />
del renacimiento a quien no le estorbaban, además,<br />
la túnica —‘el túnico’, decían los mexicanos del<br />
siglo xix — y los huaraches atenienses. ¿Cómo pues?<br />
¿Cómo, si dice cosas tan bien dichas? ¿Cómo si sonríe?<br />
Debemos negarnos, Efraín, debemos negarnos”.<br />
Si en el párrafo transcrito Revueltas sentía un<br />
gran entusiasmo hacia el “discreto Erasmo” y manifestaba<br />
una dicha no contenida por el descubrimiento<br />
del mundo alfonsino, el siguiente párrafo fue para<br />
rendirse ante la figura señera de la “inteligencia del<br />
México contemporáneo”: “Pero me queda la ardiente,<br />
la terrible duda acerca de lo que es la obra de don<br />
Alfonso el Sabio, de don Alfonso Reyes, sabio de evidente<br />
y rica sabiduría”, le decía a Huerta. “Para calificarla<br />
— es decir, para que la calificáramos sus lectores<br />
— el propio don Alfonso —¡él mismo!— adquirió<br />
en la gran tienda del lenguaje — a su medida, sobre el<br />
cuerpo, mirándolos y mirándolos — los adjetivos que<br />
debieran aplicársele. No quiso el de ‘genial’ — que a<br />
mi ver a veces le viene —, ni el de ‘epónimo’ ni el de<br />
‘ecuménico’, ni otros semejantes, que son caros, pocos…<br />
y aburridos. Prefirió, al precio de todos los anteriores,<br />
la cantidad, y compró muchísimos que le<br />
visten maravillosamente. Pulcro, discreto, minucioso,<br />
suave, mesurado, atingente, tranquilo, correcto,<br />
armonioso, oportuno, equidistante, galano, señorial,<br />
sereno, equilibrado, observador, capaz, fino, delicado,<br />
sólido, sutil… académico. ¡Y salió ganando don<br />
Alfonso!” Por todo ello invitaba a su amigo Efraín<br />
Huerta a que acariciara este y todos los libros de Alfonso<br />
Reyes. Porque “Están escritos — digna fórmula<br />
epicúrea — para el paladar lo mismo que para la inteligencia,<br />
éste, sólo para el paladar, pero de un gourmet<br />
delicado”. 4<br />
Y ahora, después de una década, el escritor comunista<br />
llegó a una definición exacta para un hombre<br />
que si no se acercó a las posiciones políticas que el<br />
durangueño comulgaba y excomulgaba tampoco fue<br />
indiferente al pensamiento de las izquierdas. Revueltas,<br />
¿alguna vez leyó la carta de Reyes al filósofo<br />
argentino Francisco Romero donde le decía que había<br />
llegado a saber cuáles eran las tareas que la hora<br />
actual exigía a las izquierdas? ¿Se enteró de que fue<br />
amigo de casi todo el arco iris político español en sus<br />
diez años que vivió en España (1914-1924) y de que a<br />
casi todas esas amistades las mantuvo después de su<br />
salida de este país? ¿Qué en Sudamérica abrió las<br />
puertas de la Embajada de México y ayudó a los perseguidos<br />
políticos a obtener asilo en nuestro país,<br />
entre ellos, a Aníbal Ponce? ¿Y no acaso, en México,<br />
Reyes invitó y se sentó al lado de un personaje de las<br />
izquierdas tan incomprendido y polémico ayer y hoy<br />
tan poco recordado, al que también Revueltas se<br />
4 “Correspondencia de Efraín Huerta y José Revueltas sobe Alfonso Reyes”,<br />
en Proceso 326, 31 de enero de 1983, p. 56. De la respuesta que Huerta<br />
le dio a Revueltas escojo los siguientes dos párrafos. El primero: “Yo creo<br />
en don Alfonso con toda buena fe. Creo en su maestría, en el rico aderezo,<br />
en la bella diadema liberal que él significa para la brusca cabellera de<br />
nuestro violento país. Don Alfonso Reyes es una joya, una superproducción<br />
literaria (eterno estudiante de la mesa redonda universitaria, oh<br />
Germán Arciniegas) con proyecciones insospechadas aún. Él no ha querido<br />
ser muchas cosas, pero qué gigante cuando lee una vibrante cuartilla<br />
sobre el bienamado Benito Juárez, o sea cuando sus filologuillos discípulos<br />
rilkeanos lo niegan, para reencontrarlo una semana más tarde deambulando<br />
entre los bien cincelados vasos y las perfectas estatuas de una<br />
Atenas devastada”. Y el último: “Repito que don Alfonso hace el bien con<br />
caballerosidad y delicadeza. Es como una isla desierta rodeada de erudición<br />
por todas partes. Es un sabio. Es el espíritu más lúcido de la república<br />
de las letras. Así de pequeñito como lo ves, es el hombre cuya personalidad<br />
engarzan en sus comités editoriales todas las revistas culturales del mundo,<br />
y aunque a todos nos dé la impresión de hallarse siempre entre la espada<br />
y la pared, no dejamos de percibir el área y sutil influencia que ejerce<br />
sobre ciertas minorías cultas, aterradoramente cultas, increadoras, propietarias<br />
exclusivas de esa cultura ‘austral’ tan de moda hoy”.<br />
6 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS. CORRESPONDENCIA DE JOSÉ REVUELTAS A ALFONSO REYES (1956 Y 1957)<br />
acercó y del que después se alejó, que era Vicente<br />
Lombardo Toledano? El autor de Los días terrenales<br />
estaba enterado sin la menor duda de ello y por eso,<br />
como se ha dicho, señaló que estaba en “lo más alto,<br />
equilibrado y fino en la inteligencia del México<br />
contemporáneo”.<br />
Y por esta razón, porque conocía la vida y la obra<br />
de Alfonso Reyes, se llevó y cruzó el Atlántico con El<br />
deslinde, en 1957, año en el que visitó, entre otros países,<br />
Hungría. El pensar filosófico. Pensar que compartían<br />
con diferentes y diversas miradas. Ciencia<br />
que estudiaban y de ese estudio escribieron capítulos<br />
y libros que se encuentran en los diversos volúmenes<br />
de sus obras (casi) completas.<br />
Fue precisamente en el viaje que Revueltas emprendió<br />
en 1957 a Europa cuando le escribió una carta<br />
de gran interés histórico. Y complemento de ésta es la<br />
carta que el propio Revueltas le escribió a otro hombre<br />
que admiró por su obra mexicana e internacional,<br />
que fue como director de la unesco y que ahora representaba<br />
a México en Francia, Jaime Torres Bodet.<br />
Dos cartas, dos destinatarios y una sola intención:<br />
ponerlos en contacto con editores húngaros que deseaban<br />
traducir sus obras, conocida alguna de ellas,<br />
a través de la lengua francesa. En el fondo, había algo<br />
más, y era precisamente ver y comprobar que la literatura<br />
mexicana en países que parecerían tan remotos<br />
se conocían a autores como Reyes y Torres Bodet.<br />
Y aún se podía decir que en estas misivas hay el afecto<br />
y la admiración por la obra de dos mexicanos que<br />
habían traspasado las fronteras nacionales y el mundo<br />
disfrutaba, con placer, su prosa y su poesía.<br />
Aquí están pues los testimonios del afecto que<br />
José Revueltas sintió por Alfonso Reyes.<br />
señor alfonso reyes<br />
presente<br />
[TARJETA POSTAL] 5<br />
mi saludo sincero 6 .- por encima de diferencias,<br />
antes dentro de las más fervientes simpatías-<br />
al hombre que representa lo más alto,<br />
equilibrado y fino en la inteligencia del méxico<br />
contemporáneo.<br />
josé revueltas<br />
dic, 1956<br />
Muy querido don Alfonso:<br />
[TARJETA POSTAL] 7<br />
Berlín, mayo 3, 57<br />
Perdone que sea una simple tarjeta la que le envío<br />
para saludarlo con mi cariño y admiración de siempre.<br />
Traje conmigo El Deslinde 8 para terminar un<br />
trabajo que hago sobre él — es decir, que he tenido el<br />
atrevimiento de intentar —, pero la cosa marcha con<br />
lentitud y aquí me ha sido difícil darme punto de reposo<br />
ocupado en otros quehaceres. 9<br />
Reciba un abrazo muy estrecho, don Alfonso, y<br />
mis mejores deseos para su casa,<br />
Revueltas<br />
Señor don Alfonso Reyes<br />
México D.F.<br />
[CARTA]<br />
Mi muy querido y admirado don Alfonso:<br />
Trieste, mayo 22, 1957<br />
Como no traje conmigo la dirección de su casa esta carta<br />
llegará a su poder a través de las manos de nuestro<br />
querido amigo y sobrino suyo don Bernardo. 10 Al mis-<br />
5 Letra manuscrita y en mayúsculas de José Revueltas.<br />
6 Es curioso: en las dos obras de Pedraza Salinas dedicadas a las dedicatorias<br />
para Reyes — Para don Alfonso Reyes. Dedicatorias y Tesoros de la Capilla<br />
Alfonsina— no se encuentra una sola de José Revueltas. Por otra parte, en la<br />
biblioteca de Reyes, bajo la custodia de la Universidad Autónoma de Nuevo<br />
León, sólo hay un libro de Revueltas: Los días terrenales (México, Stylo, 1940).<br />
7 De aquí en adelante, esta tarjeta postal como las cartas de Revueltas<br />
dirigidas a Reyes y a Torres Bodet están mecanografiadas.<br />
8 El deslinde. Prolegómenos a la teoría literaria, por Alfonso Reyes, apareció<br />
en 1944, bajo el sello de El Colegio de México.<br />
9 ¿Qué la habrá interesado a Revueltas de esta gran obra de Alfonso Reyes?<br />
Tal vez la tercera parte, punto b. “La teología”, apartado viii, del 22 al<br />
27, que es muy importante pensando en un punto que tanto le interesó a<br />
Revueltas: la relación entre doctrina católica/doctrina marxista = dogma.<br />
10 Bernardo Reyes fue miembro del servicio exterior mexicano, sobrino<br />
de Alfonso Reyes.<br />
mo tiempo le incluyo una copia de la carta que le escribí<br />
a don Jaime Torres Bodet desde esta misma ciudad. 11<br />
Se enterará usted, don Alfonso, que a mi paso por<br />
Budapest algunos escritores se aproximaron a mí<br />
para inquirir noticias relativas al movimiento literario<br />
de México. Hablé con el novelista Bella Illes y el<br />
poeta Göry Bölöni, quienes ya conocían algo de la<br />
obra de usted en francés, así como algo de Torres Bodet.<br />
Manifestaron un interés muy grande en dar a<br />
conocer la obra de los mexicanos y al efecto me relacionaron<br />
con la Dirección de Prensa del Ministerio<br />
de Relaciones y con su jefe, el señor Laszlo Gyaros. El<br />
hecho es que el Ministerio de Relaciones cuenta con<br />
magníficos traductores del español, gran parte de<br />
ellos refugiados políticos de la guerra de España, por<br />
lo cual recurrir al propio Ministerio pensaban ellos<br />
que era lo más adecuado, como así lo fue en efecto.<br />
Por lo pronto se trata de publicar obras de usted y<br />
de Torres Bodet, a quienes, por supuesto, los españoles<br />
de Budapest conocen y admiran más que de sobra.<br />
Como es de suponerse me apresuré a ofrecerme<br />
de intermediario si se quiere un poco oficiosamente,<br />
y usted ha de perdonármelo.<br />
En la carta (copia) que dirigí a don Jaime encontrará<br />
usted la dirección del señor Laszlo Gyaros, pero<br />
desde luego ellos serán quienes escriban a usted, después<br />
de que yo les envíe su dirección. Yo regreso en<br />
unos días más a México y resultaría del todo inútil y a<br />
destiempo que usted se tomara la molestia de escribirme<br />
al Albergo Milano, donde habito ahora en Trieste,<br />
y me tiene usted a sus órdenes provisionalmente.<br />
Lo saludo, lo saludo mi querido don Alfonso, con<br />
el cariño de siempre en espera de abrazarlo en persona<br />
cuando vuelva yo a nuestra entrañable patria.<br />
Mis saludos más respetuosos para su señora<br />
esposa,<br />
José Revueltas<br />
Albergo Milano<br />
Trieste, Italia.<br />
[ANEXO]<br />
Señor don<br />
Jaime Torres Bodet<br />
Embajador de México en Francia<br />
Embajada Mexicana<br />
9, Rue de Longchampes<br />
Paris, Francia<br />
Muy estimado don Jaime:<br />
Trieste, mayo 21, 1957<br />
Me encuentro ahora en Trieste a donde he llegado<br />
proveniente de Budapest después de una breve gira<br />
periodística a través de algunos países de Europa<br />
Central. Entre mis planes figuraba una visita a París<br />
donde tendría la oportunidad de saludarlo personalmente,<br />
así como a los demás amigos mexicanos que se<br />
encuentran por allá. Pero ahora, en la imposibilidad<br />
de retrasar por más tiempo mi regreso a México, me<br />
limito a escribirle la presente, pues créame que en<br />
cuanto más sigo sus actividades diplomáticas, más<br />
obligado me siento a aplaudirlo de todo corazón, como<br />
así lo he manifestado siempre a nuestros amigos comunes<br />
en cuenta oportunidad se me presenta. 12<br />
Hace unos cuantos meses recibí en México la Antología<br />
poética publicada en París, 13 y comentaba este<br />
11 Esa carta se incluye aquí, como anexo.<br />
12 Uno de sus estudiosos, Emmanuel Carballo, escribió que entre 1955-<br />
1958, don Jaime, como embajador de México en Francia, “se preocupa por<br />
difundir en todos los ambientes la verdad y la realidad de México. Edita una<br />
revista, Nouvelles du Mexique, que sus continuadores han proseguido con<br />
lealtad y entusiasmo. Organiza ciclos de conferencias: uno de ellos sobre el<br />
libro mexicano; otro, sobre la economía de nuestro país. Presenta una exposición<br />
de libros nacionales. Cuida del buen servicio de la Casa de México en la<br />
Ciudad Universitaria de París. Obtiene que una plaza parisiense lleve el<br />
nombre de México. Gracias a la comprensión de las autoridades francesas,<br />
consigue elevar el número de los becarios mexicanos y logra que las becas no<br />
sean no sólo otorgadas a graduados en las llamadas ‘profesiones liberales’<br />
sino, también, a los técnicos. En 1955 representa en Estambul, durante la<br />
Conferencia de la Asociación Internacional de Universidades, a la Universidad<br />
Nacional Autónoma de México. A los doctorados honoris causa que le<br />
confirieron la Universidad de París y la de Burdeos, añadió el doctorado que,<br />
con igual categoría, le concedió la Universidad de Lyon. El Instituto de Francia<br />
lo eligió miembro extranjero de la Academia de Bellas Artes, siendo así el<br />
cuarto mexicano que, a partir del siglo xviii, ha formado parte del Instituto.<br />
Los otros tres fueron Antonio Alzate, Andrés del Río y José Y. Limantour.”<br />
13 Sin lugar a dudas se trata de la antología preparada por Octavio Paz:<br />
Anthologie de la poésie mexicaine, “chois, commentaires et introduction<br />
par Octavio Paz, traduction de Guy Lévis Mano, présentation de Paul<br />
Claudel”, París, Nagel, 1952 (Collection unesco d’Ouvres représentatives,<br />
2), donde se incluyen 11 poemas de López Velarde. [El fce prepara la<br />
publicación de esa obra, hasta ahora inédita en español. N. del E]<br />
hecho con el doctor López Velarde — hermano de Ramón<br />
—, quien se mostraba lleno de entusiasmo por lo<br />
que ese libro significa en la tarea de dar a conocer al<br />
mundo de habla francesa nuestra poesía.<br />
Precisamente en relación con el empeño de dar a<br />
conocer nuestros valores en el extranjero, quiero hacer<br />
hincapié ante usted, que tan infatigable batallador<br />
se ha mostrado en esta lucha bien haya sido a través<br />
de la unesco, de la Casa de México en Francia<br />
— en cuya creación ha desempeñado usted un papel<br />
determinante —, o de la propia Embajada Mexicana,<br />
respecto a las oportunidades que nos ofrecen diferentes<br />
países europeos para traducir a sus respetivos<br />
idiomas las obras literarias mexicanas.<br />
Durante mi recorrido por la República Democrática<br />
Alemana, Checoslovaquia y Hungría, se han aproximado<br />
a mí escritores y editores en demanda de información<br />
y nombres a fin de traducir y editar libros<br />
mexicanos contemporáneos. Resulta sorprendente y<br />
muy halagador a un tiempo el interés — que no vacilo<br />
en llamar extraordinario — que se tiene por México en<br />
países tan aparentemente lejanos a nuestra sensibilidad<br />
como Checoslovaquia y Hungría — y no hablo de<br />
Alemania donde la curiosidad hacia México y América<br />
Latina ha sido permanente desde hace mucho tiempo.<br />
Ahora bien. Durante mi reciente estancia en Hungría<br />
tuve algunas conversaciones con el señor Laszlo<br />
Gyaros respecto a este problema. El señor Laszlo Gyaros,<br />
que es el jefe del Departamento de Prensa e Información<br />
del Ministerio de Relaciones, me pidió, que de<br />
ser yo tan amable, le sirviese de intermediario con los<br />
escritores mexicanos y en concreto con don Alfonso<br />
Reyes y con usted — desde luego que con usted en su<br />
carácter de escritor y poeta, independientemente de<br />
su investidura diplomática. Repliqué que con gusto<br />
aceptaba el encargo, añadiendo que, por mi parte, les<br />
aconsejaba además ponerse en contacto con la Casa<br />
de México en Francia, la que podría proporcionarles<br />
con regularidad sus materiales informativos y de otra<br />
índole.<br />
Así que, mi querido don Jaime, ésta es la molestia<br />
que he venido a darle con la presente. En relación tanto<br />
con los libros de usted como con los de don Alfonso, el<br />
señor Laszlo Gyaros dejó en manos de ustedes mismos<br />
la elección de aquellas de sus obras que consideren<br />
más representativas para ser publicadas en Budapest.<br />
Por cuanto al procedimiento para que el contacto<br />
con el señor Laszlo Gyaros quede establecido, he juzgado<br />
pertinente enviar una copia de esta carta al<br />
propio señor Gyaros para que a su vez él le escriba a<br />
usted a París a fin de plantear en concreto los términos<br />
del problema. Al mismo tiempo ya escribo a don<br />
Alfonso para informarle del asunto.<br />
Comprenderá usted el interés que me mueve en la<br />
promoción de este intercambio cultural — aparte el<br />
móvil de que nuestra literatura sea conocida más allá<br />
de nuestras fronteras — sí, le digo que la primera traducción<br />
de un libro mío a un idioma extranjero lo fue<br />
en húngaro, en Budapest (El luto humano, ed. Szikra,<br />
1948) y que durante mi reciente viaje a Hungría no<br />
pude ser objeto de mayores ni más amables atenciones.<br />
Después de los dolorosos y terribles acontecimientos<br />
de octubre-noviembre de 1956, Hungría ha<br />
vuelto plenamente a la vida constitucional, a la paz y<br />
al trabajo, hecho que sin lugar a dudas pude comprobar<br />
a través de un recorrido hasta cierto punto minucioso<br />
por gran parte del país. 14<br />
Creo sinceramente que nosotros, los escritores,<br />
podemos desempeñar un honroso papel en el proceso<br />
de acercamiento de nuestros dos pueblos, ambos<br />
amantes de una convivialidad internacional pacífica<br />
entre todas las naciones de la tierra.<br />
Estrecha sus manos con afecto y lo saluda<br />
cordialmente,<br />
José Revueltas<br />
Alberto Enríquez Perea, estudioso de la obra de<br />
Alfonso Reyes, es también uno de los coordinadores<br />
del volumen Un escritor en la tierra, que se edita en<br />
estas fechas con motivo del centenario de Revueltas.<br />
14 Precisamente en este mes de mayo de 1957 que Revueltas le escribió a<br />
Alfonso Reyes y a Jaime Torres Bodet, redactó la “Carta de Budapest. A los<br />
escritores comunistas” (José Revueltas, Cuestionamientos e intenciones.<br />
[Ensayos], presentación, recopilación y notas de Andrea Revueltas y Philippe<br />
Cheron, México, Ediciones Era, 1978, p. 71 y ss. [Obras completas, 18]).<br />
W<br />
NOVIEMBRE DE 2014 7
Fotografía: © ROGELIO CUÉLLAR<br />
ADELANTO<br />
Revueltas,<br />
ficción y verdad<br />
ÁLVARO RUIZ ABREU<br />
8 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
Hemos centrado la conmemoración del centenario de Revueltas<br />
en la nueva edición de Los errores, novela aparecida con nuestro sello hace justo<br />
cinco décadas, que en este 2014 irá acompañada de un volumen de ensayos sobre<br />
la gestación, los elementos, la recepción de esa ambiciosa obra. Éste es el texto que aportó<br />
a este proyecto el autor de Los muros de la utopía, uno de los más leídos<br />
recuentos biográficos de Revueltas<br />
No tengo casa. Está derribada en medio<br />
de la noche.<br />
j. r.<br />
Desde el comienzo de su actividad<br />
literaria, José Revueltas<br />
(1914-1976) se propuso<br />
combinar su autobiografía<br />
con la ficción, su<br />
vida sería el tema de sus<br />
cuentos y sus novelas, y<br />
esta literatura le daría una<br />
justificación a sus experiencias<br />
carcelarias y partidarias,<br />
literarias y periodísticas. En estos dos niveles<br />
de expresión se generaría una de las escrituras<br />
más originales y controvertidas de la narrativa mexicana<br />
de los años cuarenta a los sesenta. Su mirada estuvo<br />
puesta en los humillados y los ofendidos, en los<br />
desheredados y los pobres de la tierra que ganarían el<br />
reino de los cielos porque el de este mundo estaba<br />
ocupado por los poderosos y los burgueses, la clase<br />
política y económica y el clero. Después de varias décadas<br />
de escribir sin descanso, hizo una pausa provocada<br />
por los ataques que sufrió Los días terrenales<br />
(1949), 1 y en los primeros años de la década de los sesenta<br />
que sería un periodo denso y activo, de mucha<br />
discusión sobre la libertad, el socialismo de Cuba y la<br />
contracultura, se puso a escribir Los errores (1964).<br />
Este relato fue el antecedente de lo que iba a ser su<br />
última novela, más dinámica y precisa, El apando<br />
(1969), escrita en el penal de Lecumberri de la Ciudad<br />
de México, cuando Revueltas purgaba una condena<br />
que él mismo se autoimpuso; en los meses de su<br />
encierro, fue pensando en las rejas que separan a los<br />
reos de la libertad y los condenan a una vida caótica;<br />
deslumbrado con el mundo de la prisión, y ésta sería<br />
la última vez que visitaría una cárcel, produjo un<br />
texto inigualable en su género. Revueltas trató de<br />
digerir el espacio carcelario y lo transformó en literatura.<br />
Era ya un mago del oficio de combinar escritura<br />
y sufrimiento.<br />
Mientras que Los errores parece una alegoría de la<br />
pobreza y el crimen, del dogmatismo propio de los<br />
comunistas-estalinistas, El apando podría verse<br />
como una visión enajenada de un mundo grotesco y<br />
trágico. Historias entrecruzadas de policías y ladrones,<br />
el hampa y el usurero juntos, aquella se encaja<br />
fácilmente en los textos del mismo espíritu que había<br />
producido antes, mientras que El apando fue una<br />
experimentación con el tiempo y el espacio, con su<br />
propia experiencia carcelaria que llamó la “realidad<br />
enajenada”, un viaje a las sombras de la<br />
sociedad y de su intimidad, pues volvió a<br />
los seres que había visto en sus dos estancias<br />
en las Islas Marías (1932 y 1934)<br />
cuando se iniciaba en las luchas partidistas<br />
que tanto sufrimiento le darían.<br />
Los errores reúne en sus páginas a un<br />
puñado de personajes que juegan en equipos<br />
distantes: por un lado, el sector bajo y<br />
1 No solamente esta novela fue objeto de una guerra ideológica<br />
en la que se acusó a Revueltas de ser un escritor existencialista<br />
que traicionaba a los comunistas y sobre todo a<br />
su hermano Silvestre, lo que representó un golpe duro y un<br />
chantaje; también su obra de teatro, El cuadrante de la soledad,<br />
corrió la misma suerte. Estrenada en el teatro Arbeu,<br />
en mayo de 1950, despertó serias dudas entre la misma izquierda<br />
estalinista sobre la honestidad y la vocación destructiva<br />
de su autor. El único que lo defendió fue Efraín<br />
Huerta. Pero Revueltas cayó en la provocación y dándose<br />
golpes de pecho escribió: “He resuelto rogar a los editores<br />
de mi novela Los días terrenales que en atención a mis deseos<br />
aquí claramente expresados se sirvan retirar de la circulación<br />
comercial los ejemplares de dicho libro. He resuelto<br />
también suplicar a la empresa que puso en escena El<br />
cuadrante de la soledad que suspenda las exhibiciones de<br />
esa obra”, en “El escritor José Revueltas hace importante<br />
declaración”, El Nacional, 16 de junio de 1950.<br />
LOS ERRORES<br />
Edición<br />
conmemorativa<br />
JOSÉ<br />
REVUELTAS /<br />
SONIA PEÑA<br />
(COORD.)<br />
letras<br />
mexicanas<br />
1 a ed. 2014; 276 pp.<br />
978 607 16 2418 5<br />
sin conciencia social: el padrote Mario Cobián; Elena,<br />
homosexual y desheredado sin redención posible;<br />
Lucrecia, prostituta; el prestamista don Victorino;<br />
y por otro, los ilustrados e ideólogos: Jacobo Ponce,<br />
Olegario Chávez, Emilio Padilla, Eladio Pintos.<br />
Es preciso señalar que Los errores está claramente<br />
dividida en dos partes que representan, además, dos<br />
mundos distantes: el de los comunistas en conflicto<br />
con sus propios camaradas, a fin de cuentas almas en<br />
pugna, y el de los bajos fondos, cuyo asunto principal<br />
es el robo que comete Mario Cobián, auxiliado por el<br />
enano, Elena, y su secuela de crímenes. El primero es<br />
más intenso y parece el eje de la novela; el segundo<br />
es como el complemento, pero no deja de ser un soporte<br />
estructural del relato. Todo indica que Revueltas<br />
quería escribir una novela con personajes de izquierda<br />
tomados de la realidad, ideólogos irreconciliables,<br />
con un trasfondo de novela policiaca del submundo,<br />
con una importante dosis de autobiografía.<br />
¿Cómo fue recibida esta novela? Como todo producto<br />
artístico se abrió paso entre críticas acertadas y<br />
otras lejanas al texto, comentarios prejuiciados por la<br />
afiliación partidista del autor y comentarios más libres<br />
y ajustados al canon literario. Simples notas<br />
como de mal humor y reseñas que pretendían encontrar<br />
una explicación estética al texto. Hubo de todo.<br />
La nota de Juan García Ponce me parece interesante<br />
porque no comulga con el universo de esa novela ni<br />
con la técnica utilizada, y sin embargo el hecho mismo<br />
de haberla leído y reflexionado sobre ella para escribir<br />
un ensayo tiene el mérito de sumar un lector más de<br />
Revueltas. Él le reclamaba al autor haber dejado que la<br />
intensidad de los personajes se le escapara de las manos<br />
y que la historia se convirtiera en un mero folletín;<br />
le pedía en todo caso desarrollar más sus motivos.<br />
“La penetración en el sentido de todos esos actos es<br />
imposible en tan corto número de páginas (en la novela<br />
hay cerca de quince crímenes, quizás más) y lo mismo<br />
ocurre con el empleo desorbitado del azar, las<br />
coincidencias en los encuentros, las relaciones que se<br />
cruzan, que llegan a parecer inverosímiles y folletinescas.”<br />
Una reseña más que me interesa citar, porque es<br />
contraria a la idea que prevalece en la de García Ponce,<br />
es la de Aguilera Malta; dijo que pocas veces había leído<br />
algo tan importante en la literatura hispanoamericana<br />
como Los errores. Consideraba a Revueltas como<br />
el gran creador que se aproximaba en esa novela a Crimen<br />
y castigo y a El delator de O’Flaherty: “En todo el<br />
libro campean las excelentes condiciones<br />
de narrador de Revueltas: el buen idioma,<br />
el análisis hasta la catarsis, el zigzag argumental<br />
dentro del movimiento parabólico<br />
general, el humor de trasfondo mezclado a la<br />
realidad amarga, el ritmo acechante a pesar<br />
de la sencillez de la historia”.<br />
Una vez más, un libro de ficción de José<br />
Revueltas se tomaba como una verdad,<br />
ideológica y social, un manifiesto con prosa<br />
que se consideraba subversiva; me interesa<br />
subrayar que Los errores era sin duda una<br />
bomba de amplias repercusiones, una mezcla<br />
de ficción y de historia, como lo demuestran<br />
sus personajes. El primer comunista<br />
que se nos presenta es el propio Revueltas<br />
con algunas salvedades, encarnado en el<br />
personaje Jacobo Ponce que ingresó al partido<br />
en 1929, estuvo preso en las Islas Marías,<br />
visitó la Unión Soviética, bebió espumosos<br />
tarros de cerveza en el bulevar<br />
Pushkin con su colega de cárcel, Emilio Padilla<br />
(en la realidad Evelio Vadillo); luego<br />
se rebeló contra el dogmatismo del partido,<br />
y por lo mismo fue expulsado de sus filas.<br />
A través de sus ojos veremos lo que ya Revueltas había<br />
dicho en sus ensayos y sus cartas al Comité Central<br />
del Partido Comunista Mexicano, sus declaraciones y<br />
sus respuestas a ese comité, en artículos, asambleas y<br />
plenos partidistas. Ponce es el protagonista de la confrontación<br />
ideológica y filosófica del comunismo oscurecido<br />
por Stalin, la conciencia que recupera lo que<br />
fueron los años terribles del estalinismo —los treinta—,<br />
y ofrece alternativas para salir del túnel. Cuando<br />
aparece Jacobo Ponce lleva invertidos tres largos meses<br />
en su ensayo sobre marxismo en el que pone a la<br />
luz del día las desviaciones del partido, sus errores<br />
más escandalosos y frustrantes. ¿Es el mismo tiempo<br />
que Revueltas dedicó a la redacción de su sesudo ensayo<br />
“La disyuntiva histórica del Partido Comunista<br />
Mexicano”, de 1958? Tal vez. Escribió luego el que sería<br />
el antecedente más inmediato de Los errores, y que<br />
también despertó una enconada polémica: Ensayo sobre<br />
un proletariado sin cabeza (1962). Primero Revueltas<br />
estudió a fondo la cuestión ideológica y humana de<br />
la teoría del partido, vio con claridad su despiadado<br />
dogmatismo que le impedía ver a las personas, y escribió<br />
esos ensayos; poco después pensó en la ficción que<br />
debía recoger mediante las metáforas y las imágenes,<br />
las hipérboles y la imaginación, ese universo castrante<br />
y degradado. Y produjo Los errores. Su Ensayo sobre<br />
un proletariado sin cabeza fue considerado, además, un<br />
texto “clásico”, 2 polémico, escrito con carne y sangre<br />
de un ángel en rebeldía.<br />
Pero las coincidencias biográficas del escritor con<br />
su universo literario no son una fuente inequívoca<br />
para estudiar la obra; aportan datos y revelan líneas<br />
de forma y de sentido entre el autor y su texto. Las<br />
dejamos esbozadas para poder hurgar en otros asuntos<br />
de la estructura narrativa de Los errores, sus alcances<br />
y sus limitaciones. Revueltas creó una galería<br />
de prototipos que revelan, en cada uno de sus pasos,<br />
paradojas insalvables, pero posó la mirada en los que<br />
encarnan la vileza, la codicia, el dogmatismo, lo que se<br />
explica por su extraña vocación por conocer los bajos<br />
fondos de la Ciudad de México y entrar con su pensamiento<br />
a esa zona en la que el mundo parece en fiesta<br />
permanente porque sus habitantes son meros fantasmas<br />
de la realidad. Son caricaturas del mundo;<br />
pero, cosa curiosa, también caricaturiza a los líderes<br />
del Partido Comunista, que son descritos como autómatas<br />
de la fe en Stalin y en la Unión Soviética.<br />
PUTAS Y MELODRAMA<br />
Desde la novela de Federico Gamboa, Santa (1903),<br />
considerada el primer best-seller mexicano del siglo<br />
xx, la prostituta fue canonizada por su oficio marginal<br />
que podía llevar a cabo con honestidad, convencida<br />
de que su cuerpo se descomponía pero su alma<br />
permanecía impecable. Su sino era recibir un castigo<br />
definitivo; Santa no se salva ni de la enfermedad de la<br />
época que la consideraba un refugio de las pasiones<br />
desbordadas de los hombres, solteros, casados o viudos,<br />
que encontraban ahí el placer vedado en las camas<br />
de sus señoras esposas. Muchos años después<br />
apareció la escritura de Revueltas que se ocupaba de<br />
las prostitutas y volvía a santificarlas ya no desde el<br />
punto de vista fin de siglo como lo hace Gamboa sino<br />
como víctimas de la explotación de la fuerza de trabajo<br />
del capital sobre el ser humano; ahora la prostituta<br />
no era más el pozo de sombra y compasión del<br />
naturalismo sino una pieza de las ciudades industriales<br />
que comercializan su cuerpo y lo que simboli-<br />
2 En su reseña a este libro, Enrique González Rojo le reconocía méritos<br />
teóricos y metodológicos insoslayables cuyo centro de gravedad era demostrar<br />
la enajenación del pcm, ya que nunca había podido plantear el<br />
“por, para y con la clase obrera de nuestro país”.<br />
NOVIEMBRE DE 2014 9
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
REVUELTAS, FICCIÓN Y VERDAD<br />
za. En Los errores aparecía de nuevo esa figura predilecta<br />
de Revueltas, con la que convivió desde joven.<br />
Y materializa esta idea en las primeras acciones de<br />
Cobián que, alojado en un hotelito de paso, recibe el<br />
mismo trato que han recibido siempre las prostitutas.<br />
“Vienen, van, hacen la calle”, vigiladas por el administrador,<br />
la representación del mal en la tierra,<br />
que les exige, las vigila y las hace vulnerables. Como<br />
buen lector de Dostoievski, 3 Revueltas supo desde<br />
joven, cuando leyó Crimen y castigo y otras obras rusas<br />
del siglo xix aconsejado por su hermano mayor<br />
Silvestre, que en el fondo esas mujeres tenían plena<br />
conciencia de su situación y encarnaban almas puras<br />
capaces del sacrificio y la redención. Sonia acompaña<br />
a Raskolnikov a Siberia, donde su novio y compañero<br />
debe cumplir una larga condena acusado de homicidio;<br />
Sonia alcanza a ver el alma deformada de Rodión,<br />
su afán de probar que es posible cometer un<br />
crimen perfecto y burlar a la justicia rusa y también<br />
a la justicia divina, su soledad y su delirio, y sabe entonces<br />
que no puede abandonarlo. Pero además la<br />
herencia mayor de la novela rusa que advertimos en<br />
Revueltas radica en el desdoblamiento de la personalidad<br />
y de la psique, de lo que aparenta y lo que<br />
realmente es un hombre; el doble como figura básica<br />
de una literatura que juega constantemente a lo cómico<br />
y a lo serio, a la fiesta popular y a la celebración<br />
pagana. Los seres de Dostoievski están marcados<br />
por esa dualidad, compleja y múltiple, como sello de<br />
identidad, y en los de Revueltas se repite también,<br />
con otras variables por supuesto, este fenómeno.<br />
Mario Cobián es el nombre de un agente viajero que<br />
se registra en un hotel del centro de la Ciudad de México,<br />
aunque por otro lado también es el Muñeco, un<br />
padrote que vive de “su Luque”, de la prostituta Lucrecia<br />
que despacha en un cabaret de tercera clase.<br />
Bien mirada, esta dispersión de apariencias es la que<br />
otorga al personaje su identidad polifónica definiendo<br />
su ser; dándole, de paso, unidad a lo disperso. Cobián<br />
frente al espejo del cuarto de hotel es uno y su<br />
alter ego se refleja igual que su rostro que le enseña lo<br />
que verdaderamente es: nadie; ve el reflejo de su personalidad<br />
tornasolada, pero el robo de la noche y el<br />
dinero por obtener le permitiría al día siguiente liberar<br />
a Luque de las cadenas de la calle y él mismo encontrar<br />
su camino. La delincuencia no es gratuita<br />
sino un fin en sí mismo: liberar a estos dos seres de su<br />
prisión interior, de sus fantasmas (la madre de Cobián<br />
es uno de los más incisivos) y del mal que traen<br />
en el alma. “Pero de aquí en adelante iban a estar solos<br />
el tiempo entero de sus horas, de sus días, como<br />
dueños absolutos, en cuanto la librase de aquella<br />
existencia vil.”<br />
DE LOS POBRES SERÁ EL REINO<br />
La idea de que de los pobres será el reino de este<br />
mundo pudo haberla escuchado Revueltas de la voz<br />
de su padre, que leía pasajes de la Biblia durante las<br />
largas jornadas de sobremesa en su casa de la colonia<br />
Roma; pero la pudo haber obtenido en la calle, caminando<br />
por el barrio de La Merced de los años veinte:<br />
el niño vio asombrado al pepenador y al alijador, al<br />
comerciante ambulante, al pobre diablo. La realidad<br />
de los desheredados se le vino encima. Años más tarde,<br />
echó en su maleta a esa plebe, la agitó en su pensamiento<br />
y la hizo seres de carne y hueso literarios<br />
pero sin duda confeccionados como parte de un engranaje<br />
ideológico muy superior a sus fuerzas, siempre<br />
mermadas por el capital y la plusvalía. En Los<br />
errores salieron esas partículas a la superficie en forma<br />
de seres enajenados por su misma condición<br />
social.<br />
Sabemos que Revueltas fue un escritor excepcional<br />
que luchó sin tregua contra el fracaso, una palabra<br />
que no es una abstracción sino un camino a seguir,<br />
el destino ideológico, social, existencial del autor;<br />
sus textos sobre el fracaso lo meten en algunas<br />
de las tesis de Nietzsche y lo colocan en la puerta del<br />
existencialismo de Heidegger. Su vocación autobiográfica<br />
le sirvió como puente para unir de manera<br />
estrecha la experiencia política con la concepción<br />
que tuvo de la novela. Ficción y verdad. Creo que Los<br />
errores, una novela que apareció a mitad de la tor-<br />
3 Véase su largo e inquietante ensayo, dividido en cuatro apartados,<br />
“Sobre Tolstoi y Dostoievski”, en Visión del Paricutín (y otras crónicas),<br />
Era, 1983. Revueltas le habla a su alter ego, le asombra de Dostoievski su<br />
obra, pero sobre todo “las contradicciones crueles, los amores satánicos y<br />
desdichados, el continuo quebranto y el pecado, que lo rodean como una<br />
malla”, y “el cristianismo para Dostoievski parece implicar en ciertos momentos<br />
hasta la no creencia en Dios”.<br />
menta, ilustra con claridad meridiana esa hipótesis.<br />
Apenas estaba terminando el borrador de ese texto y<br />
ya parecía preocupado: “La conclusión de la novela<br />
es terriblemente dolorosa ante todo para mí mismo<br />
y me pregunto si uno tiene el derecho de hablar así y<br />
decir así las cosas”. 4 Esa novela fue un grito desesperado<br />
que desgraciadamente se desvaneció en el desierto<br />
de la cultura de los años sesenta; su denuncia<br />
de los “crímenes” del estalinismo en materia estética<br />
no fue escuchada. El fracaso volvió a nublar la<br />
conciencia de su autor, que debe enlazarse con el fracaso<br />
de sus dos grandes esperanzas: la Revolución de<br />
Octubre y la Revolución mexicana.<br />
Heredó de la novela europea del siglo xix el arte<br />
de escribir sobre asuntos e historias, personajes y<br />
ciudades que había visto y en los que creía encontrar<br />
una injusticia digna de ser contada a los demás. Su<br />
soporte en este caso sería Charles Dickens (1812-<br />
1870), el maestro de la vida cotidiana de Londres, el<br />
genio que creyó descubrir en el alma de los pobres la<br />
sabiduría que la vanidad y el ocio, la prepotencia y el<br />
poder le arrebataba a los ricos; una vez establecida<br />
esta diferencia tan antigua como la humanidad,<br />
Dickens se dispuso a contar en sus extensas novelas<br />
Años más tarde, echó en su<br />
maleta a esa plebe, la agitó<br />
en su pensamiento y la hizo<br />
seres de carne y hueso<br />
literarios pero sin duda<br />
confeccionados como parte<br />
de un engranaje ideológico<br />
muy superior a sus fuerzas,<br />
siempre mermadas por el<br />
capital y la plusvalía.<br />
la vida desgraciada de la aristocracia inglesa en la era<br />
victoriana, promoviendo la pureza de los desheredados<br />
de la fortuna y el corazón intachable de estos<br />
hombres y mujeres que en la Inglaterra preindustrial<br />
se hacinaban en las fábricas que el mismo autor<br />
se encargó de visitar y conocer. Así tuvo una visión<br />
del mundo de los obreros, niños y adultos que eran<br />
explotados en esas fábricas grises que afectaban los<br />
pulmones de los trabajadores, y esa contaminación<br />
podía llevarlos a la tumba siendo aún muy jóvenes.<br />
Palpó la injusticia y la sintió correr por sus venas que<br />
se incendiaban cuando tomaba la pluma, se ponía los<br />
húmeros y expresaba lo que quería dejar como testimonio<br />
literario. En el fondo de esa narrativa existe<br />
un mundo en caída libre, desgarrado en sus propias<br />
instituciones, la familia, el Estado, la Iglesia, la iniciativa<br />
privada; pero en las historias de Dickens la desilusión<br />
se vuelve esperanza, la pérdida de valores<br />
pasa a ser confianza en el bien; la avaricia y la arrogancia,<br />
el poder del dinero y de la política, el crimen<br />
inclusive, son severamente castigados y triunfa la<br />
armonía a mitad del caos. Para Revueltas sin embargo<br />
no hay ese resquicio de luz, ninguna ilusión de signo<br />
optimista aparece en sus personajes; la sociedad<br />
que describe y cada individuo se encuentran en franca<br />
degradación; el mismo espíritu que mueve las acciones<br />
cotidianas y excepcionales, los deseos y las pasiones,<br />
el amor y la sexualidad, de sus historias, se<br />
encuentra severamente dañado por la condición humana.<br />
¿No hay escapatoria para estos seres que aparecen<br />
en Los errores? Por supuesto que no; al contrario,<br />
están condenados previamente a vivir en la vileza,<br />
o sea, en la imperfección; son seres que buscan y<br />
se pierden en esa búsqueda porque el hombre carece<br />
de fines. Vive en una sociedad inacabada y él mismo<br />
es inacabado. Están marcados por la ausencia. La novela,<br />
como la entiende Luckács, es un proceso. “El re-<br />
4 Estas frases las escribió Revueltas en una carta a su esposa María Teresa,<br />
fechada en la ciudad de México el 27 de diciembre de 1963, en la que<br />
anuncia que “mi novela estará lista para Reyes” a más tardar, y se despide:<br />
“Besos, amor, nostalgia, tristeza”.<br />
lato es la más artística de las formas; traduce, aunque<br />
sobre un modo por eso mismo abstracto, el sentido<br />
último de toda creación artística como atmósfera,<br />
como significación de su propio contenido.” Creo que<br />
la idea de Luckács sobre la filosofía de la novela encaja<br />
de manera precisa en el universo literario de Revueltas,<br />
porque la considera un viaje a las formas. El<br />
héroe revueltiano es un loco o un criminal, un fanático<br />
o un aventurero, una santa o una prostituta; es<br />
también un luchador social que suele buscar valores<br />
en una sociedad claramente degradada. “El héroe de<br />
la novela es un ser problemático, un loco o un criminal,<br />
porque busca siempre valores absolutos sin conocerlos<br />
y vivirlos integralmente y sin poder, por eso<br />
mismo, acercárseles. Una búsqueda que progresa<br />
siempre sin jamás avanzar”, lo que Luckács define<br />
como “el camino ha terminado, el viaje comienza”.<br />
Mundo degradado pero con una fuerte dosis de esperpento<br />
que Revueltas habrá bebido en Valle-Inclán,<br />
o bien en otras novelas del dictador latinoamericano,<br />
como la de Miguel Ángel Asturias, El señor<br />
presidente (1946).<br />
Elena tiene rasgos de reptil, incluso Mario Cobián<br />
lo esconde en una maleta donde se guardaban las<br />
serpientes de Jovita Layton; y Cobián, que se autonombra<br />
una rata, su “hacedor” lo llama monstruo.<br />
“Parecía un bufón antiguo, deforme, llorando”; y don<br />
Victorino, el prestamista, es “obeso, fofo, con sus<br />
ojos saltones”; paralelamente a ese universo grotesco<br />
se encuentra el Bautista, el Ángel de la Anunciación,<br />
“el ángel del bien con su antorcha en alto”. Estamos<br />
entre las páginas de un relato de ambiente policiaco<br />
y urbano con el sello del hampa y de la avaricia<br />
de un prestamista de mirada de buitre, que cuando<br />
aparece es ya detestable, pues ha pateado a un pobre<br />
indígena que solicitaba un préstamo y a cambio daba<br />
“su palabra de hombre”; el viejo sacó de su oficina al<br />
“intruso”, lo aventó a un charco de agua sucia y lodo.<br />
Y el policía de turno alcanzó a preguntarle: ¿Se le<br />
ofrece algo, don Victorino? Cada acción, cada diálogo<br />
y cada escena revelan un relato grotesco, simple y<br />
llanamente; es ridículo casi todo, inclusive la luz citadina,<br />
el veliz donde han escondido a Elena, el aire<br />
que se respira. Revueltas creó una atmósfera asfixiante,<br />
viciada, en la que no se advierte salida alguna.<br />
Tanto en el lado del hampa como en el de los comunistas<br />
campea el melodrama; son excesos del deseo<br />
de denuncia y reprobación moral que no se había visto<br />
en Revueltas, al menos con ese énfasis. Con todo,<br />
la parte dedicada a exorcizar a los comunistas resulta<br />
muy intensa, en la que hay ideas que corren mitad de<br />
la tempestad que Stalin y la fe ciega del Partido Comunista<br />
Mexicano han enviado a sus criaturas. Al final,<br />
el líder del partido, Patricio Robles, sintetiza las<br />
ideas “marxistas” con esta premisa: la voz del partido<br />
es la voz de Dios, no porque Dios exista, sino “porque<br />
nosotros representamos la única verdad, la verdad<br />
histórica”. Como sea, el mérito insoslayable de Los<br />
errores radica en haber anunciado el desmoronamiento<br />
de las murallas morales y humanas, de libertad<br />
de expresión y de movimiento, en la Unión Soviética,<br />
poniendo en circulación una apuesta narrativa<br />
que fue polémica y, según todos los indicios, seguirá<br />
siéndolo. W<br />
Álvaro Ruiz Abreu es profesor investigador de la<br />
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.<br />
Este texto aparece en José Revueltas:<br />
Los errores y los aciertos, un volumen de ensayos<br />
críticos que compaña nuestra edición de la novela<br />
Los errores, que se publica estos días como parte<br />
de nuestras publicaciones conmemorativas del<br />
centenario.<br />
10 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
Elemento esencial de la crítica literaria es hallar el mirador desde el cual<br />
estudiar una obra. Escalante edificó el suyo hace más de tres décadas cuando quiso<br />
sumergirse en la obra y los personajes revueltianos desde el trampolín de la dialéctica:<br />
el “lado moridor”, ése que ofrece algo parecido a la redención a fuerza de degradarse.<br />
Vista desde ahí, la narrativa de Revueltas se revela aún<br />
más ambiciosa y conmovedora<br />
ADELANTO<br />
Los desengaños del realismo<br />
EVODIO ESCALANTE<br />
Es fácil tratar a José Revueltas y<br />
a su literatura con el vocabulario<br />
despectivo con que se trata<br />
a una máquina que apesta. Su<br />
doble condición de militante<br />
político y escritor, de intelectual<br />
comprometido y de autor<br />
de textos donde este compromiso,<br />
lejos de diluirse o banalizarse,<br />
se afirma para multiplicar<br />
su poder subversivo, convierte su producción literaria<br />
en un hueso difícil de roer: igualmente molesto<br />
para el lector esteticista que para el militante dogmatizado.<br />
No es extraño que ya un texto como El luto humano,<br />
publicado en plena reacción poscardenista, provoque<br />
el recelo y la desaprobación de sus compañeros<br />
de partido, a quienes no podían menos que alarmar las<br />
conexiones “pesimistas” de la novela, en abierta contradicción<br />
con el optimismo a ultranza del llamado<br />
“realismo socialista”. Cuando seis años más tarde, en<br />
1949, Revueltas publica Los días terrenales, el recelo<br />
inicial no puede sino convertirse en un grito de alarma<br />
y una confirmación de excomunión: en esta novela el<br />
autor organiza una severa crítica al dogmatismo del<br />
Partido Comunista Mexicano. Que había tocado una<br />
zona neurálgica lo demuestra la colérica e inusitada<br />
reacción que la novela suscitó dentro y fuera de las filas<br />
del partido. A través de violentos artículos, algunos de<br />
ellos firmados por viejos compañeros de militancia,<br />
Revueltas fue acusado de haberse pasado al bando<br />
del enemigo, de rendirle un flaco servicio a la causa del<br />
proletariado, de haber renegado de las ideas básicas<br />
del marxismo-leninismo. Como consecuencia, el libro<br />
deja de venderse y su autor decide retirarlo de la circulación,<br />
para entrar en una etapa de silencio e incertidumbre<br />
literaria que sólo romperá cuando publica algunos<br />
de sus textos más débiles, más falibles. En algún<br />
valle de lágrimas y Los motivos de Caín (1956 y 1957,<br />
respectivamente) son, en este sentido, una especie de<br />
“purga” autoinducida, una demostración de esterilidad,<br />
el intento fallido de hacer literatura acatando las<br />
normas de un realismo soso y prefabricado. Una experiencia<br />
de esta naturaleza debía conducir a<br />
su autor, casi obligadamente, al reencuentro<br />
de la forma más alta de su problemática:<br />
la de Los días terrenales. El producto de este<br />
reencuentro es una pieza a la que habría<br />
que calificar, a pesar y por encima de ciertos<br />
excesos y momentáneas caídas de tono,<br />
de pieza maestra: Los errores (1964). De hecho,<br />
Los errores no es sino una continuación<br />
y una profundización de la línea crítica<br />
trazada ya en Los días terrenales. El escándalo,<br />
empero, fue relativamente mucho menor.<br />
Entre una y otra novela hay quince<br />
años de distancia, y en 1964, después de las<br />
revelaciones del XX Congreso del pcus,<br />
las críticas del novelista podían apoyarse<br />
de algún modo en un contexto previamente<br />
conocido por el lector.<br />
Los caminos del rechazo, sin embargo,<br />
encontraron ahora nuevas justificaciones.<br />
Si ya con El luto humano los esteticistas habían<br />
discernido sus propias razones para<br />
menospreciar la fuerza de un texto singular,<br />
acusando al autor de haber descuidado<br />
su lenguaje y de incurrir en serios defectos<br />
JOSÉ REVUELTAS:<br />
UNA LITERATURA<br />
DEL “LADO<br />
MORIDOR”<br />
EVODIO<br />
ESCALANTE<br />
lengua y<br />
estudios<br />
literarios<br />
1ª ed., 2014; 114 pp.<br />
978 607 16 2128 3<br />
de narración, con Los días terrenales y Los errores fue<br />
necesario encontrar “causas” de un tipo más refinado:<br />
lo que antes era una “falta”, un desaliño del lenguaje,<br />
incluso una notable “torpeza para relatar”, se convierte<br />
en un exceso, en una plusvalía insoportable: lo reprochable<br />
ahora son los largos párrafos de naturaleza<br />
ensayística, incrustados a golpes de martillo en un lugar<br />
que no les corresponde, y que no hacen sino entorpecer<br />
y cortar, según la crítica generalizada, la secuencia<br />
de la narración en ambas novelas.<br />
La inconsistencia de este criterio, al que todavía se<br />
recurre de vez en cuando, es demasiado obvia. La disolución<br />
de límites precisos en materia de géneros literarios,<br />
así como las transformaciones recientes experimentadas<br />
por la novelística, indican que Revueltas, lejos<br />
de perder la noción de lo que estaba haciendo, se<br />
limitaba a incorporar dentro de sus textos novedades<br />
formales que sus quisquillosos críticos no eran capaces<br />
de ubicar.<br />
Existe otro argumento, sin embargo, mucho más<br />
insidioso y efectivo; un argumento cuya capacidad de<br />
convencimiento puede ser tanto mayor en la medida<br />
en que, para menospreciar la obra de Revueltas como<br />
un todo, o sea, como una totalidad productora de sentido,<br />
proyecta sus luces sobre una sola de sus partes,<br />
sólo para atribuirle a ella el mérito del que carecería la<br />
obra en su conjunto. El truco es todo menos un truco<br />
nuevo: se ensalzan los cuentos de Revueltas para sepultar<br />
las novelas en el armario viejo; se declara la perfección<br />
de los textos menores para deshacerse de los<br />
mayores, sin problemas de culpa. Curiosamente, la<br />
parte más ambiciosa, totalizante e ideológicamente<br />
cargada de la producción revueltiana está concentrada<br />
en sus novelas, y excluirlas para quedarse con los cuentos<br />
— por admirables que éstos sean — equivale a practicar<br />
un corte, una mutilación no sólo literaria, sino<br />
ideológica. Aquí es donde se encuentra, sin duda, la<br />
raíz (y la verdad oculta) de esta segmentación. En toda<br />
la producción cuentística de Revueltas, desde los textos<br />
de Dios en la tierra (1944) hasta los que componen<br />
Material de los sueños (1974), no hay uno solo que por la<br />
temática o el tratamiento narrativo rebase los marcos<br />
del humanismo burgués. Desde este punto<br />
de vista, no habría nada en Revueltas que<br />
no estuviera contenido ya, de alguna forma,<br />
en textos de Dostoievski o de Malraux, para<br />
no mencionar sino a dos autores que han<br />
dejado en él una huella bien visible.<br />
Privilegiar los cuentos, pues, no es nada<br />
más introducir un bisturí; es practicar una<br />
operación perfectamente ideológica bajo títulos<br />
no ideológicos. Al pretender servirse<br />
de criterios estrictamente literarios<br />
—¿para qué, si no, la estilística, la teoría de<br />
los géneros?— lo que hacen los críticos de la<br />
segmentación es pervertir el concepto mismo<br />
de la práctica literaria y ponerlo al servicio<br />
de las ideas dominantes. La verdad es<br />
que, aun desde un punto de vista estrictamente<br />
literario — aceptando que un punto<br />
de vista de este tipo sea realmente posible<br />
—, las novelas de Revueltas, particularmente<br />
Los días terrenales y Los errores, no<br />
son nunca inferiores, ni formalmente ni<br />
desde el punto de vista de los “ensamblajes”,<br />
etc., a cualquiera de los mejores cuentos.<br />
Es posible encontrar en las novelas, por<br />
el contrario, una coherencia de pensamiento y un juego<br />
específico de fuerzas que se articulan y contraponen<br />
sistemáticamente, hasta integrar los movimientos<br />
peculiares de esta literatura y este autor.<br />
No se trata, naturalmente, de darle vuelta al argumento<br />
y de excluir los textos menores en nombre de<br />
una problemática o una especificidad ideológica presente<br />
en los mayores, y sólo en ellos. La realidad es que<br />
unos y otros, sin privilegios de ninguna especie, son<br />
los tornillos y los engranes, las chumaceras y las válvulas<br />
de una sola máquina literaria, cuya unidad y movimiento<br />
propios ha de encontrar el lector por sí mismo,<br />
estableciendo sus conexiones con o sin la ayuda de<br />
la crítica “literaria”. 1<br />
Grandes manejadores de abstracciones, o al menos<br />
de palabras abstractas que nunca han querido definir,<br />
los representantes de una última vertiente han encontrado<br />
bajo el rótulo de “realismo” el mejor argumento<br />
para perdonarle la vida a la producción literaria de Revueltas.<br />
No contentos con haberle dado el trato, preferente,<br />
esto sí, de perro equivocado — el perro de la heterodoxia,<br />
que orina fuera de tiempo y de lugar —, ciertos<br />
críticos han insistido en descalificar la literatura<br />
de Revueltas por el delito de ubicarse no en las tierras<br />
fecundas de la vanguardia, sino en los sórdidos habitáculos<br />
de un realismo que ya dio todo lo que había de<br />
dar, y que, por lo mismo, ha perdido tanto su razón<br />
de ser como su actualidad. De otro modo no se entienden<br />
algunas declaraciones recogidas por los diarios a<br />
raíz de la muerte de Revueltas, en las que se decía que<br />
con él había desaparecido “el último de los realistas”.<br />
Sí, el último, es cierto; y puesto que era el último ya era<br />
justo que estuviera bien muerto. Lo que no queda claro<br />
es si, con esta muerte, ha muerto el realismo en general,<br />
y han quedado cerrados, por lo tanto, sus caminos<br />
en este país, o en cualquier otro. La discusión, en verdad,<br />
no tiene caso plantearla aquí, pues de lo que se<br />
trata es de discutir no un género, sino una realidad<br />
textual, una cierta realidad que existe, en primer lugar,<br />
bajo la forma de un conjunto de textos y que sólo<br />
en un segundo momento es englobable o no dentro de<br />
la etiqueta abstracta de realismo, o dentro de un realismo<br />
particular, el realismo materialista-dialéctico,<br />
como lo llama el propio Revueltas. W<br />
Este fragmento procede del primer ensayo<br />
de José Revueltas, una literatura del “lado moridor”,<br />
obra que hemos puesto en circulación entre nuestras<br />
publicaciones conmemorativas.<br />
El duranguense Evodio Escalante es ensayista, crítico<br />
literario y poeta; ha colaborado con las principales<br />
publicaciones periódicas de nuestro país; coordinó<br />
la edición crítica de Los días terrenales de Revueltas<br />
en la colección Archivos.<br />
1 Aunque de una manera bastante matizada, puede encontrarse la segmentación<br />
privilegiante entre las novelas y los textos menores — a favor<br />
naturalmente de estos últimos — en una recensión publicada a raíz de la<br />
muerte de Revueltas. Mientras que Los errores, aunque magistral, sería<br />
una novela “enredada e informe, truculenta y folletinesca a veces, en la<br />
que conviven lo mejor y lo peor del novelista”, textos mucho más breves<br />
como El apando y “Hegel y yo” resolverían a la perfección los problemas<br />
formales en los que falla la novela. Véase José de la Colina, “Desde, hacia<br />
José Revueltas”, pp. 66-69.<br />
NOVIEMBRE DE 2014 11
Fotografía: EN LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNAM, 1971. © ROGELIO CUÉLLAR<br />
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
ENSAYO<br />
Un pesimismo ardiente<br />
PHILIPPE CHERON<br />
Acaso porque los rigores —que no el rigor—<br />
de la escritura académica se vieron atemperados<br />
por la relación familiar entre investigador e investigado,<br />
la tesis doctoral de Cheron reveló aspectos originales de la búsqueda<br />
literaria de Revueltas, quien estaba en realidad alejado del pesimismo<br />
que rezuman sus escritos. Hemos hecho nuestro este libro por<br />
las vetas que abre para comprender la densidad<br />
filosófica de su producción<br />
12 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
UN PESIMISMO ARDIENTE<br />
La obra de José Revueltas corre<br />
el riesgo de limitarse a una dimensión<br />
única. Hablar de ella<br />
equivale a evocar la prisión y<br />
hablar de prisión lleva a invocarla.<br />
Después de una descripción<br />
de la cárcel de Santa<br />
María Ixcotel, Oaxaca, de su<br />
violencia mortífera, de los castigos<br />
corporales reservados a<br />
los rebeldes y controlados por un cacique tácitamente<br />
aceptado por las autoridades, un reportero escribe:<br />
“Todos ellos homicidas hasta la raíz de los cabellos,<br />
diría José Revueltas”. Y cita casi textualmente,<br />
sin comillas, un breve fragmento de El apando. 1 Los<br />
medios imitan a Revueltas, y la realidad hace lo mismo<br />
cuando se descubre a mujeres tratando de introducir<br />
droga en las penitenciarías siguiendo el método<br />
de la madre del Carajo. Algo circula entre la realidad<br />
y la ficción, y llega un momento en que resulta<br />
difícil trazar una línea de demarcación clara entre<br />
una y la otra, o saber cuál está en el origen de la otra:<br />
“La vida imita al arte mucho más que el arte imita a<br />
la vida”, sentenciaba Oscar Wilde.<br />
Si bien es cierto que esa obra es una alegoría carcelaria,<br />
que se complace en describir las tinieblas en<br />
las que sigue sobreviviendo el ser humano, no se<br />
puede limitarla a esto. Mucho más vasta y profunda,<br />
se trata de una literatura del encierro y también, de<br />
un modo inseparable, de la evasión; de una literatura<br />
que aprehende el movimiento de lo real y se adelanta<br />
a la teoría, que pone en escena personajes femeninos<br />
solidarios, activos, emancipados.<br />
Esa dimensión carcelaria puede explicar la veta<br />
“religiosa” que atraviesa muchos de los textos de Revueltas:<br />
encarcelado, aislado, quiere relacionar, unir.<br />
Toma la palabra religión en su sentido etimológico de<br />
religare: vincular, unir. Enajenado y encerrado en sí<br />
mismo, confinado en su epidermis, en su jaula corporal,<br />
el hombre busca “evadirse”, comunicar, vincularse<br />
a los demás. Revueltas se remite al cristianismo, y<br />
en especial al catolicismo, sencillamente porque lo<br />
encuentra en su camino, muy vivo, sincréticamente<br />
enraizado en lo más hondo de las creencias del pueblo<br />
mexicano. En cierto modo, él asumió su vida<br />
como una especie de vía crucis materialista: para él<br />
la religión es inmanente, y no trascendente; si hay deseo<br />
de evasión, es horizontal y no vertical, concierne<br />
al autor y a sus semejantes, a su pueblo y, por extensión,<br />
a toda la humanidad. ¿Nostalgia de una comunidad<br />
primitiva, ideal, proyectada en un futuro terrenal?<br />
No, pues en muchos aspectos está más cerca<br />
de Hobbes que de Rousseau. Se trata más bien de lucidez<br />
frente a lo vano de este género de utopía, porque<br />
la suya —y quizá sea la más utópica en nuestras<br />
sociedades cada vez más artificiales, obsesionadas<br />
por el fantasma de un mundo sin mal, por una felicidad<br />
falsa, forzada, por la supresión de todo dolor, el<br />
escamoteo de la muerte— exige la resolución de los<br />
problemas socioeconómicos para la humanidad entera<br />
sólo con vistas a llegar a ser “libremente desdichados”,<br />
a acceder al alegre sufrimiento de la conciencia<br />
de sí, a sufrir en la dignidad su condición de<br />
ser humano por fin conquistada. La férrea voluntad<br />
de lucha de Revueltas lo impelió siempre a tratar de<br />
superar las series de contradicciones que encontró en<br />
su camino, así como también a centrar sus<br />
esfuerzos en su capacidad para religar.<br />
Volvió varias veces sobre esa sed humana<br />
de comunicación, tomada aquí en un sentido<br />
de cimiento social: relacionar sus contradicciones,<br />
pero también la infinita soledad<br />
de los hombres.<br />
La tragedia humana —el desgarramiento<br />
que conoce todo ser humano entre el<br />
sueño y la realidad, entre la utopía y su realización—<br />
se ve acentuada en él por su biografía<br />
carcelaria. Aspecto esencial de su<br />
lucha bio/gráfica —para retomar el concepto<br />
de Maingueneau que expresa bien la<br />
tensión del escritor entre la vivencia (bio)<br />
y la escritura (grafía)— en busca de la verdad<br />
como fundamento estético, filosófico<br />
y moral, la prisión y el esfuerzo por escapar<br />
de ella constituyen el tema “fundacional”<br />
de la obra de Revueltas. Ésta puede<br />
1 A. Almazán, Milenio Semanal, núm. 64, 16 de noviembre<br />
de 1998, p. 51. [Por razones de espacio, omitimos en este<br />
anticipo el resto de las notas explicativas y bibliográficas<br />
del ensayo.]<br />
EL ÁRBOL DE ORO<br />
José Revueltas<br />
y el pesimismo<br />
ardiente<br />
PHILIPPE<br />
CHERON<br />
lengua<br />
y estudios<br />
literarios<br />
1 a ed. 214; 318 pp.<br />
978 607 16 2222 8<br />
considerarse como una proyección del combate que<br />
libró durante toda su vida, y por lo tanto como una<br />
representación de la condición humana según la<br />
concepción que tenía de ella. Mal que bien, el proyecto<br />
original se llevó a cabo, con altibajos, adelantos y<br />
retrocesos: esa obra se elaboró en la tensión entre<br />
este proyecto y la realidad con todas sus dificultades;<br />
se forjó en la paratopía propia del autor y ésta, al<br />
mismo tiempo, lo orientó. Sin querer reducirla a una<br />
dimensión única, la tensión encierro/evasión la estructura<br />
de cabo a rabo. La organización carcelaria<br />
de su obra —diríamos parafraseando a Sartre en su<br />
célebre en sayo sobre Faulkner y la organización<br />
temporal de sus no velas— es el punto central de su<br />
puesta en escena de una desesperanza fundadora y<br />
de la lucha por la libertad: sobre las cenizas de la<br />
mentira soviética y del movimiento comunista en el<br />
siglo xx se elevan otras formas de lucha, con otros<br />
actores, porque sobre las ruinas de la gris teoría y lo<br />
obsoleto se yergue el árbol de la vida.<br />
Para Revueltas la resistencia a la opresión se ejerció<br />
a partir de cierto momento en dos planos: contra<br />
los enemigos pero también contra los amigos, en su<br />
caso los comunistas. Aprobó la actitud de un Bernanos<br />
que condenó desde el otoño de 1936 a Franco y a<br />
la Iglesia, su propio campo, y no aceptaba que un<br />
cristiano pudiera admitir el crimen. Así, hubo en Europa,<br />
por parte de algunos escritores de derecha<br />
— demasiado pocos—, la condena de todo exceso criminal,<br />
incluso aquellos cometidos por los suyos; y a<br />
la izquierda, en la misma época, el testimonio de<br />
Gide sobre el sistema soviético, por ejemplo. En México,<br />
entre los escritores militantes comunistas o<br />
simpatizantes, Revueltas es un ejemplo tal vez único<br />
de rechazo categórico de cerrar los ojos y admitir<br />
que el fin pudiese justificar los medios. Al negarse a<br />
subordinar su defensa del hombre (y la libertad) a un<br />
sistema, Revueltas, marcado por el hierro del sufrimiento<br />
y quemado por el fuego de la verdad, salvó el<br />
honor de los intelectuales mexicanos de izquierda.<br />
Al tener el valor supremo de testimoniar la verdad<br />
contra su propio campo (el pcm, la URSS, China,<br />
Cuba con el asunto Padilla), revaloró el concepto de<br />
compromiso, no con respecto a un partido sino contra<br />
cualquier transa, en relación con su sola conciencia:<br />
la verdad, la libertad, los derechos del hombre<br />
por encima de todo.<br />
La contradicción que Revueltas vivió entre su<br />
ideología y su experiencia literaria está en la base de<br />
su cronotopo “carcelario”. La recepción de su tercera<br />
novela fue una vuelta de tuerca al encierro de su autor,<br />
pero fue precisamente cuando algo cambió y<br />
cuando, paradójicamente, apareció una brecha en<br />
las tinieblas de la celda-dogma. En esto consiste el<br />
papel de pivote que esa novela desempeña en su obra<br />
(doblemente importante puesto que Revueltas lo eligió<br />
al final de sus días como título general de su “comedia<br />
terrenal”). Máxime cuando se le añade el caso<br />
de “Noche de Epifanía”, que ilustra bien el dilema<br />
ideológico-estético en el que nuestro autor estaba<br />
sumergido y cómo logró resolverlo. Una vez franqueado<br />
ese umbral, encontramos inscritos en sus<br />
textos varios elementos narrativos —y no ideológicos—<br />
que ejercen una función de resistencia e iluminan<br />
un poco la noche claustrofóbica.<br />
Más que sus creencias ideológicas e independientemente<br />
de su inquebrantable rectitud ética,<br />
la literatura “salva” a Revueltas porque ella<br />
es lo que subsiste después del naufragio<br />
de esa ideología y del socialismo “real” y,<br />
por consiguiente, de buena parte de sus escritos<br />
teóricos. Además, su obra literaria<br />
refleja el fracaso del sueño comunista que<br />
dejó su impronta en el siglo xx, e ilustra la<br />
expresión de la tragedia humana vivida por<br />
él y por su siglo entre la utopía y la imposibilidad<br />
de realizarla; a un nivel más general,<br />
es la manifestación de la lucha eterna<br />
entre el bien y el mal.<br />
“He considerado el problema de la enajenación<br />
y el de la libertad como problemas<br />
principales de toda mi problemática<br />
marxista”, decía Revueltas, y puede ampliarse<br />
esta aseve ración a toda su obra literaria.<br />
Empalma exactamente con las antinomias<br />
prisión / resistencia y dogma / crítica,<br />
cuya tensión desemboca en un<br />
rechazo de todo dogma-prisión y en la afirmación<br />
de una dialéctica fundamentada<br />
en la conciencia, en la cual la memoria y el<br />
deseo —el eterno empezar de la juventud<br />
aunado al esplendor de la feminidad— desempeñan<br />
un papel capital.<br />
Revueltas justificaba su narrativa en 1949 expresando<br />
la idea de que los mexicanos “am[an] a la<br />
muerte verdaderamente [...]. En esta actitud se basa<br />
todo mi trabajo”. Y distinguía el culto a los muertos<br />
en Egipto, que era según él un culto de “lo muerto, lo<br />
acabado y extinto”, del de México que es “renovación,<br />
reiteración del ciclo eternamente renovado”. La<br />
idea de muerte/renacimiento, sin oposición entre<br />
esos dos polos, es decir, de muerte-en-la-vida y de vida-en-la-muerte,<br />
de que nada existe sin su contrario,<br />
estaba contenida ya en esa visión que Revueltas tenía<br />
del culto a los muertos en México. Esta confirmación<br />
antropológica coincide con lo que revela el análisis<br />
de sus textos literarios en el sentido de una<br />
resistencia al poder, de una crítica del dogma considerado<br />
como lo caduco, lo anquilosado, resistencia y<br />
crítica encarnadas por el despertar de la juventud, el<br />
poder de la feminidad y la transmisión de la memoria<br />
mediante la expresión artística y, de manera más<br />
general, la cultura.<br />
La muerte está en la vida por el hecho de que no<br />
sólo nos morimos un poco a diario, sino por el “lado<br />
moridor” de lo real, que Revueltas ilustró con sus novelas<br />
y cuentos. Orientaba por lo demás resueltamente<br />
el sentido de la muerte, no hacia el pasado, sino hacia<br />
el porvenir: “El oír y ver con los sentidos de la muerte,<br />
es decir, del futuro”. El ver con los ojos de la muerte<br />
le permitió detectar el movimiento profundo de la<br />
realidad, aquel que es invisible para los sentidos groseros<br />
y que sólo resulta evidente después, en el futuro,<br />
para las generaciones siguientes: el papel del artista<br />
auténtico es lograr expresarlo en su obra. La vida en la<br />
muerte, a la inversa, proviene de la fe en el brote eterno<br />
y de la transmisión a las generaciones por venir de<br />
un saber que es el producto de una experiencia y un<br />
combate (agôn).<br />
Tragedia de un comunista, decía Rabadan. Pero no<br />
sólo eso: desgarramiento de un escritor oscilando entre<br />
la razón y el arte, dividido entre marxismo y existencialismo.<br />
Por lo demás, la dualidad prisión / resistencia<br />
está en conflicto permanen te. Al plantear el<br />
problema de la dualidad de lo real, Revueltas interroga<br />
la naturaleza misma del hombre, tema de toda<br />
gran literatura, y en su obra aquélla apunta hacia elementos<br />
potencialmente liberadores, aunque éstos no<br />
sólo deban considerarse dialécticamente con sus<br />
opuestos, sino también ponerse en perpetua tela de<br />
juicio. Nada está petrificado en esta obra, el sentido<br />
circula siempre entre polos contradictorios y de una<br />
contradicción a la otra. Es la expresión de la contradicción<br />
de su época y de la realidad en general, que<br />
fue el propio drama existencial de su autor.<br />
Nadie sale de la prisión, porque aun cuando logre<br />
uno “escaparse” se da cuenta pronto de que ella está<br />
en todas partes, que está alrededor de nosotros y en<br />
nosotros, que es inherente a la condición humana.<br />
Algunos creen “salvarse” gracias al dinero, al poder<br />
o las pequeñas certidumbres que los protegen del horror<br />
al vacío, de la falta de verdades absolutas, definitivas.<br />
Pero evidentemente sólo es facilidad o mera<br />
ilusión, proclama Revueltas, quien se inclina por<br />
una filosofía del sufrimiento lúcido, del pesimismo<br />
ardiente. Analiza todo de un modo crítico, discute<br />
“hasta morirse” cada punto de la teoría, para impedir<br />
que se petrifique y se vuelva dogma, para mantener<br />
el equilibrio inestable entre lo fijo y lo no fijo. Vimos<br />
que para él la estética puede y debe contribuir a<br />
impedir que la teoría se fosilice en sistema. Su obra<br />
es una búsqueda de la verdad, que es su verdad, en<br />
conformidad con su conciencia, que no es nunca definitiva<br />
ni absoluta; se erige contra el poder establecido<br />
y la injusticia, así como también contra su propio<br />
partido, contra todo dogmatismo, provenga de<br />
donde provenga, lo cual lo pone a salvo de cualquier<br />
creencia de tipo dogmático. Si esa obra se inscribe en<br />
la inquietud del siglo frente a los procesos de Moscú<br />
(“el siglo de los Procesos”), al fracaso del movimiento<br />
comunista y al auge irresistible e inquietante de la<br />
ciencia y la técnica (“el siglo de Hiroshima y Nagasaki”),<br />
hemos mostrado que expresa también el hecho<br />
de que se trata del siglo de la liberación de la mujer.<br />
Por más disimulada que esté, esta fuerza emancipadora<br />
está presente y actúa en el seno de los textos.<br />
La evasión de la cárcel del dogma no resuelve el problema<br />
social de la prisión de la miseria y la injusticia,<br />
en oposición a aquella otra del confort y el placer mercantilizados.<br />
Revueltas tuvo la visión profética de este<br />
mundo de fin de milenio y principios del tercero, en el<br />
que parecería imposible contener el horror de la vio-<br />
NOVIEMBRE DE 2014 13
Fotografía: © MARÍA GARCÍA (SIN FECHA). FUNDACIÓN HÉCTOR Y MARÍA GARCÍA, A.C.<br />
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
UN PESIMISMO ARDIENTE<br />
lencia social, estatal, étnica, integrista, terrorista, y en<br />
el que los éxitos tecnológicos hacen de nuevo levantarse<br />
el fantasma del totalitarismo bajo una forma aún<br />
más perniciosa con el control informático-genético de<br />
la sociedad, que pareciera encarnar la pesadilla revueltiana:<br />
la sociedad-cárcel, el mundo-prisión.<br />
Los formidables obstáculos a los cuales se enfrenta<br />
la humanidad (desigualdades abismales, fanatismos,<br />
dominación dictatorial del homo economicus y del poder<br />
financiero, riesgos de pandemias, manipulaciones<br />
genéticas de consecuencias incalculables, destrucción<br />
ambiental, etc.) están colocados, directa o indirectamente,<br />
en la órbita de la política y la ideología. Por lo<br />
tanto, siempre es del hombre, en última instancia y en<br />
grados diversos, de quien depende la posibilidad, o no,<br />
de superarlos, cuando menos tratar de reducirlos. Es<br />
preciso actuar, nos dice Revueltas, a falta de lo cual su<br />
pesadilla será nuestra realidad: el mundo-prisión.<br />
¿Acaso no es ya potencialmente el nuestro, desgarrado<br />
entre las violencias de todo tipo, el embrutecimiento<br />
mediático, la implementación de un control<br />
cada día más absoluto, de un panóptico policiaco cada<br />
vez más estrecho y limitante, a semejanza de la entropía<br />
espacial característica de sus novelas?<br />
Las penitenciarías de todo tipo lo ilustran, para<br />
pobres, para razas “inferiores” o para “clases peligrosas”,<br />
así como también los guetos al revés, para<br />
ricos que se encierran ellos mismos por miedo y se<br />
aíslan completamente, suertes de prisiones doradas<br />
que se multiplican en Estados Unidos y otras partes.<br />
Calles cerradas, rejas por doquier, miedo de todos<br />
contra todos. Esa visión de un mundo carcelario se ve<br />
confirmada asombrosamente por los análisis de un<br />
sociólogo como Loïc Wacquant en el sentido de una<br />
franca evolución de nuestras sociedades modernas<br />
hacia un “social-panoptismo”. Impresionado por la<br />
multiplicación desmesurada de la población carcelaria<br />
y de la cantidad de gente fichada en Estados Unidos<br />
(casi un tercio de la población masculina),<br />
Wacquant señala que “a la atrofia deliberada del Estado<br />
social corresponde la hipertrofia del Estado penal”,<br />
y que “lejos de contradecir el proyecto neoliberal<br />
de desreglamentación y del languidecimiento del<br />
sector público, el irresistible ascenso del Estado penal<br />
norteamericano constituye su negativo”. Estas<br />
consideraciones prolongan la concepción de “tejido<br />
carcelario de la sociedad” propuesta por Michel<br />
Foucault e ilustrada por nuestro autor, quien hacía<br />
la relación entre poder y energía nuclear, sociedad y<br />
prisión, enajenación y mercancía.<br />
Sin embargo, ese panoptismo “integral” nunca<br />
debe hacer olvidar el otro polo de la tensión: la resistencia<br />
al encierro. Una de las grandes figuras de la literatura<br />
hispanoamericana del siglo xx, Ernesto Sabato,<br />
tan próximo a Revueltas en ciertos aspectos, tituló<br />
su libro último, precisamente, La resistencia.<br />
Esta coincidencia conmueve y reconforta. La literatura<br />
—tomada aquí en el sentido amplio de la palabra,<br />
ensayos incluidos— puede y debe, entre otros<br />
objetivos y a su manera, ayudar a resistir a la barbarie,<br />
a la deshumanización.<br />
Es una de las enseñanzas de Revueltas: la resistencia<br />
contra viento y marea, la crítica permanente,<br />
independiente de cualquier poder, así como también<br />
el rechazo de la separación entre lo vivido y lo escrito,<br />
entre el arte y la razón sin absolutizarlos, la esperanza<br />
siempre renaciente en el marco de la eterna lucha<br />
de los contrarios, la voluntad humana en acción<br />
y capaz de controlar las pulsiones destructoras, de<br />
oponerse a la desesperanza.<br />
Toda la vida / obra, la bio/ grafía, de Revueltas, en<br />
casi todos sus momentos y aspectos, es una apasionante<br />
ilustración de esa lucha perpetua, de ese agôn<br />
y de su propia contradicción: la acción y la escritura,<br />
indisociables, se sostienen y completan mutuamente.<br />
La tensión permanente entre esas dos facetas de<br />
la realidad, opuestas e inseparables, estructura sus<br />
textos, su visión del mundo, su pesimismo ardiente;<br />
forma parte íntegra de su escritura y le da su sentido.<br />
A igual distancia de una concepción textual de la<br />
vida (la experiencia literaria en la torrede marfil) y<br />
de un activismo de cortos alcances, la bio/ grafía de<br />
José Revueltas es un buen ejemplo de la praxis humana<br />
siempre victoriosa, ya que, parecida al fuego<br />
de Heráclito, ésta es indomable y vuelve a surgir<br />
eternamente.<br />
Por lo demás, esta dialéctica estaba magníficamente<br />
anunciada por lo menos desde 1943 por el bello<br />
verso de Alberto Quintero Álvarez colocado como<br />
epígrafe de su segunda novela: “Porque la muerte es<br />
infinitamente un acto amoroso”. Su obra puede ser<br />
percibida como una espléndida alegoría de la tensión<br />
prisión / evasión, un poco a la manera de El mundo<br />
alucinante, de Reinaldo Arenas, inspirado en la vida<br />
aventurera de fray Servando Teresa de Mier, de<br />
quien Revueltas era gran admirador y que hubiera<br />
podido decir también: “Mi vida no ha sido más que<br />
un salir de una cárcel para entrar en otra”. No obstante,<br />
pese a todo, cuando se encuentra “otra vez,<br />
como siempre, [...] en una cárcel”, la resistencia, y la<br />
esperanza, están presentes: “algo hacía que la prisión<br />
siempre fuera imperfecta, algo se estrellaba<br />
contra aquella red de cadenas y las hacía resultar<br />
mezquinas e inútiles. Incapaces de aprisionar... Y es<br />
que el pensamiento del fraile era libre”.<br />
Lo que cuenta en definitiva es que, ante la desoladora<br />
certidumbre de la nada, ante la imposibilidad<br />
de volver a encontrar o construir un paraíso cualquiera,<br />
no le queda al ser humano más que una tarea,<br />
un deber: seguir buscando sin descanso los pocos<br />
signos que puedan dar un sentido a su paso por la tierra.<br />
En todo caso, como eco al epígrafe de Jean Rostand<br />
colocado al inicio de Los días terrenales (“Yo soporto<br />
solamente la desesperanza del espíritu”),<br />
siempre puede citarse otra agudeza del mismo Rostand:<br />
“Todas las esperanzas están permitidas al<br />
hombre, incluso la de desaparecer”. No sabemos si<br />
Revueltas la conocía, pero de seguro le habría encantado,<br />
tan dotado como lo era para practicar esa forma<br />
de resistencia que es el humor.<br />
De hecho, está la constante de la concepción revueltiana<br />
de la estética: aquella visión goethiana del<br />
arte considerado como una expresión de la Vida en su<br />
fantástica profusión contradictoria, de la exuberancia<br />
de lo real. Constituye una base sólida para entender<br />
el hecho de que la literatura permanecerá como la<br />
parte que emerge del iceberg en el que seguirá reverdeciendo<br />
el árbol de oro, el “bosque de las letras”<br />
(Juan Goytisolo), a pesar del frío de la teoría que,<br />
como el hielo, es el no color. Es una muestra de la capacidad<br />
de aquélla, la literatura, por penetrar más<br />
hondo —a su modo, que no es el de la ciencia— en la esfera<br />
del conocimiento, por adelantarse al raciocinio.<br />
Si sólo han de permanecer desechos y un poco de<br />
polvo (“polvo y basura”, El luto humano) levantados<br />
por el soplo del paso del fanatismo humano en la tierra,<br />
esas escasas huellas permanecerán: “aquellos<br />
pasos [...] perdurarían por los siglos”. Esas ruinas serán<br />
las obras, en particular lo escrito, el Texto. Y en<br />
cuanto a ese polvo, el propio Revueltas lo califica al<br />
citar libremente en su último ensayo el célebre verso<br />
de Quevedo: “serán ceniza, mas tendrán sentido;<br />
/ polvo serán, mas polvo enamorado”. Arqueología<br />
de la acción y de las pasiones humanas, la búsqueda<br />
del “acto profundo”, es decir, la Historia y lo<br />
que permanece como memoria, como huellas, encuentra<br />
con naturalidad su expresión en lo narrado.<br />
Resulta grato concluir con una nota dinámica el<br />
estudio de una obra considerada desesperada y desesperante.<br />
Y esto a partir de los textos literarios mismos.<br />
Al destapar el cono (la “garganta”) del W.C.,<br />
vimos que el narrador en primera persona del singular<br />
de “El reojo del yo” permite la evacuación. Como<br />
ésta se relaciona con su capacidad de autoprocreación,<br />
autoriza también la circulación de la vida y por<br />
lo tanto, en la textualidad, la del sentido. De ahí la<br />
posibilidad, en “Ezequiel”, de la acción y la afirmación<br />
de la praxis en la “madera del mundo”. Así, al<br />
procrearse y afirmar la circularidad narrativa, el narrador<br />
demuestra que tiene el control de la vida, esto<br />
es, tratándose de textualidad, de la escritura: puede<br />
autoprocrearse a voluntad, se ha reintegrado, reunificado<br />
(yo y el otro) en la linealidad circular (en forma<br />
de espiral) de su Relato (su obra), y de tal suerte<br />
escapa al tiempo al recobrarlo en estado puro (lo que<br />
llama acto profundo, inmemorial), al recuperar el<br />
ser en sí del pasado. Puede decirse entonces que la<br />
experiencia literaria de José Revueltas (bio/ gráfica,<br />
texto y contexto, escritura “sobre su propia piel”) es<br />
su Tiempo recobrado. W<br />
Philippe Cheron es uno de los más reconocidos<br />
estudiosos de la obra de Revueltas y fue coeditor<br />
de sus Obras completas, que aparecieron bajo<br />
el sello de Ediciones Era. De él publicamos este mes<br />
El árbol de oro. José Revueltas y el pesimismo<br />
ardiente, al que pertenece este ensayo.<br />
14 NOVIEMBRE DE 2014
Si las imágenes que aparecen en esta edición de La Gaceta permiten ver el aspecto<br />
de José Revueltas, los textos multicolores de Un escritor en la tierra harán que el lector<br />
conozca la personalidad, las manías, las obsesiones y algún secreto del escritor centenario.<br />
Sirvan de ejemplo estos párrafos del más reciente ganador del Premio Nacional<br />
de Ciencias y Artes en ciencias sociales y filosofía, a quien desde aquí felicitamos<br />
Fotografía: ©AGN, FONDO HERMANOS MAYO, SOBRE HMAG 7533<br />
ENSAYO<br />
Revueltas:<br />
angustia, genio, hazaña<br />
ENRIQUE SEMO<br />
NOVIEMBRE DE 2014 15
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
REVUELTAS: ANGUSTIA, GENIO, HAZAÑA<br />
José Revueltas es el hombre más<br />
cercano al genio que yo he conocido.<br />
En 1976, el mismo año de su<br />
muerte, escribí: “Su preocupación<br />
angustiosa era el hombre; su genio<br />
el haber comprendido y expresado<br />
la esencia de una época; su hazaña,<br />
no claudicar ante el peligro de aniquilamiento,<br />
allí donde otros menos<br />
amenazados flaqueaban”. Hoy,<br />
cuando se cumple el centenario de su nacimiento, no<br />
sólo se confirma este balance, sino que la altura histórica<br />
de la obra de Revueltas aumenta, con el conocimiento<br />
que disponemos del conjunto de dicha obra.<br />
¿Dónde y cómo se expresa el genio de Revueltas?<br />
En la literatura y en el pensamiento político, en la<br />
crítica escrita de cuanto le rodeaba y deseaba transformar<br />
y en la crítica moral, implícita en su conducta.<br />
Ningún otro mexicano supo como Revueltas penetrar<br />
en la miseria humana de los oprimidos; de los<br />
que arriesgan su vida por causas que no entienden;<br />
de los que libran batallas perdidas de antemano.<br />
Y como toda literatura profunda tiene un fuerte componente<br />
autobiográfico, Revueltas libró batallas perdidas<br />
de antemano, en nombre del futuro. Tras su<br />
encarcelamiento por su participación en el movimiento<br />
de 1968, en el curso de una de las huelgas de<br />
hambre a las que se sometió, escribió para su diario:<br />
“He decidido suicidarme con la huelga de hambre…<br />
¿Servirá de algo mi muerte? Espero que sí; no ahora,<br />
en este tiempo, sino a la distancia de no sé cuántos<br />
años…” A Revueltas le preocupaba la posteridad,<br />
pero no su fama, sino su impacto real en ella.<br />
José fue toda su vida un militante revolucionario.<br />
No podía vivir sin participar en un partido, sin sumergirse<br />
en las gestas populares. No aceptó jamás el<br />
papel de observador imparcial. Tuvo caídas y debilidades,<br />
pero siempre prefirió luchar con su conciencia<br />
limpia que adaptarla a necesidades cambiantes<br />
de la vida pública mexicana. Su genio, su humanismo<br />
y su militancia lo transformaron en el espejo deformado<br />
pero trascendente de una gran tragedia: la tragedia<br />
del movimiento comunista mexicano en los<br />
años de 1940-1960. La suerte de los comunistas y del<br />
marxismo en México es no sólo el leitmotiv de la<br />
obra, sino también de la vida de Revueltas.<br />
José era un marxista convencido y sus mejores<br />
años coincidieron con un periodo de derrota, crisis y<br />
declinación del movimiento en que militaba. ¿Cómo<br />
no iba su obra a ser amarga, escéptica, alucinante?<br />
Lo inverosímil es que, a pesar de todo, lograse conservar,<br />
hasta sus últimos días, una ternura y una paciencia<br />
que lo hacían querido entre sus amigos y respetado<br />
entre los enemigos. En una izquierda en la<br />
cual los fracasos políticos multiplicaban las rencillas<br />
y los odios individuales, Revueltas era un hombre sin<br />
enemigos personales, pero blanco de envidias sin fin.<br />
José Revueltas fue, quizá, el primero<br />
que señaló la causa esencial, la raíz más<br />
profunda del desastre de los comunistas<br />
mexicanos que se inició a fines del régimen<br />
cardenista y que había de durar cerca<br />
de 20 años. Su tercera y tal vez más profunda<br />
novela, Los días terrenales, es un<br />
grito contra el dogmatismo; un llamado de<br />
atención angustioso, no contra tal o cual<br />
error pasajero, sino contra la deformación<br />
cognoscitiva, de concepción, que había de<br />
carcomerlo todo, alejando a los marxistas<br />
de la realidad nacional concreta, impidiéndoles<br />
comprender los cambios que se<br />
gestaban en el país. La crítica del estalinismo<br />
fue tanto más fuerte y aguda en<br />
tanto provino de su propio seno, y experimentada<br />
por un artista y revolucionario.<br />
Los días terrenales apareció en 1949, antes<br />
de obras como El deshielo o las Memorias<br />
de Ilia Ehrenburg, que acometió tareas<br />
similares en otras latitudes. Por eso el libro<br />
es una verdadera profecía novelada, una<br />
denuncia lúcida del dogmatismo y sus consecuencias.<br />
En la novela, Fidel, el máximo<br />
dirigente de la organización local, modelo<br />
de dirigente comunista comprometido,<br />
prepara un informe político y reflexiona:<br />
“Necesito reunir para hoy todos los datos,<br />
pues quiero hacer un informe muy pormenorizado<br />
y justo” y Revueltas interpreta:<br />
Aquel hombre usaba términos de un modo<br />
escalofriante. Lo que concebía como justo.<br />
UN ESCRITOR<br />
EN LA TIERRA<br />
Centenario de José<br />
Revueltas<br />
EDITH<br />
NEGRÍN,<br />
ALBERTO<br />
ENRÍQUEZ<br />
PEREA,<br />
ISMAEL<br />
CARVALLO<br />
ROBLEDO<br />
Y MARCOS<br />
T. ÁGUILA<br />
(COORDS.)<br />
vida<br />
y pensamiento<br />
de méxico<br />
1ªed., 2014; pp<br />
978 607 16 2402 4<br />
Desde luego una narración objetiva, sí, veraz, de los<br />
hechos, una enumeración correcta y fiel, pero sometiéndolos<br />
a una inexpugnable prefiguración de la verdad,<br />
arriba o abajo, a derecha o izquierda de cuyos límites<br />
tales hechos adquirían un valor ajeno a sí mismo<br />
y eran, según la hábilmente amañada relación que<br />
se les diese en un sentido u otro, buenos o malos, útiles<br />
o inútiles, importantes o sin importancia… —Y más<br />
adelante, concluye:— Allá arriba, en el Comité Central,<br />
era imposible que comprendiesen, no por falta de<br />
honradez para ello, sino porque simplemente no podían<br />
ver las cosas a través del compacto tejido de fórmulas<br />
en que estaban envueltas; no podían razonar<br />
sino dentro de la aritmética atroz que aplicaban a la<br />
vida… La aritmética de la vida. Dos y dos son cuatro,<br />
dos y dos son cuatro, dos y dos son cuatro.<br />
La tragedia del comunismo mexicano es que nunca<br />
llegó a entender las peculiaridades de la política<br />
mexicana, la distancia que la separaba de la Europa<br />
occidental y oriental.<br />
Este mensaje, de 1949, no fue captado. Su lenguaje<br />
era esotérico. No coincidía con la hora que marcaba<br />
el reloj de la revolución mundial; se encontraba envuelto<br />
en imágenes sombrías y a veces repelentes.<br />
Por ejemplo, en la novela, la pequeña hija de Fidel y<br />
su compañera Julia, Bandera, había muerto de hambre,<br />
en la casa de seguridad donde se escondían. Ese<br />
día, Fidel dispuso que los 15 pesos que le había proporcionado<br />
el camarada Bautista para el entierro de<br />
la niña se destinaran para enviar el periódico de la<br />
juventud comunista a provincias. Bautista reclamó:<br />
“El periódico puede esperar”, y Fidel contestó “la<br />
que puede esperar es ella, porque está muerta”. Era<br />
una crítica demoledora al fanatismo del partido.<br />
Y la crítica se repetiría en el plano teórico en 1962,<br />
en su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza; y de<br />
nuevo, como literatura, en 1964, con Los errores. Estos<br />
tres textos, acaso sus tres obras mayores, representan<br />
el nudo de la crítica y de las preocupaciones<br />
centrales de Revueltas frente a la vanguardia comunista<br />
de aquella época, expresadas con más angustia<br />
que genio. De allí saltó, ya en 1968, a la revisión de la<br />
autogestión como alternativa política de organización,<br />
desarrollo que no pudo completar por su temprana<br />
muerte, antes de cumplir los 62 años de edad.<br />
En este sentido, se puede decir que la lucha intestina<br />
de la izquierda consumió la mayor parte de la energía<br />
de José Revueltas. La relectura de su obra de conjunto,<br />
tarea que se hizo posible por el esfuerzo monumental<br />
realizado por su hija Andrea Revueltas y su<br />
yerno Philippe Cheron con la publicación de sus<br />
Obras completas durante la década de 1980, permite<br />
afirmar que Revueltas no tuvo tiempo de realizar una<br />
crítica profunda y directa al Estado y a los gobiernos<br />
de México. Su atención privilegió la crítica interna de<br />
la izquierda, cuyo fin era afilar las armas para enfrentar<br />
al sistema que tanto odiaba. José fue<br />
encarcelado numerosas ocasiones por lo<br />
que hizo en contra del sistema político,<br />
mas no por lo que escribió en su contra. En<br />
sus escritos políticos se habla mucho de<br />
historia mexicana y de filosofía marxista,<br />
pero poco del régimen que tanto se ensañó<br />
contra él. En una nota desgarradora de octubre<br />
de 1969, escrita en Lecumberri a su<br />
segunda esposa en el reverso de una tira de<br />
un electrocardiograma que le habían practicado,<br />
se preguntaba:<br />
¿Por qué precisamente en México son los gobernantes<br />
quienes más se caracterizan por su<br />
abyección, indignidad y vileza? Digo, ¿los gobernantes<br />
mucho más que cualquier otro<br />
grupo social?… Odio con toda mi alma a esta<br />
desgraciada burguesía y me hiere en carne<br />
viva lo que nos hace… nunca hemos podido<br />
hacer una vida normal y nunca he sabido ser<br />
ni un padre ni un esposo…<br />
La nota confirma lo que sabíamos, que<br />
José vivió al límite, desde la altura de su<br />
genio y la angustia de su vida partidaria y<br />
privada.<br />
Conocí a Revueltas en el mes de mayo<br />
de 1960. Yo tenía la inquietud de incorporarme<br />
al Partido Comunista y había tenido<br />
contacto particularmente con Othón<br />
Salazar, el dirigente magisterial. Él me<br />
puso a dar conferencias a los maestros disidentes<br />
del mrm (el Movimiento Revolucionario<br />
Magisterial). Entonces apareció Revueltas,<br />
que “lo revolvió todo”. Estaba él entonces íntegramente<br />
dedicado a la actividad política. El XX Congreso<br />
del pcus (1956) había abierto nuevas perspectivas<br />
para los marxistas mexicanos. Comenzaba un<br />
proceso de renovación, una intensa búsqueda de<br />
nuevos caminos, un examen crítico del pasado y Revueltas<br />
había recogido el guante con la pasión que<br />
siempre lo caracterizó. Algunos advenedizos del eurocomunismo<br />
de derecha prefieren olvidar hoy que<br />
el primer marxista antiestalinista de México fue un<br />
radical, José Revueltas.<br />
En los últimos años en que mantuve una amistad<br />
personal con José (1959-1961), produjo una cantidad<br />
impresionante de documentos políticos. La mayoría<br />
de ellos se escribieron de noche, después de terminar<br />
los guiones de cine que le permitían vivir modestamente.<br />
Los guiones eran mal pagados, pero Pepe tenía<br />
un arma no revelada para salir adelante en este medio.<br />
Él producía en tres días lo que a otros les llevaba<br />
un mes. Decía que su secreto era beber hasta un estado<br />
en el que sus personajes adquirían una vida propia<br />
y entonces bastaba con dejarse llevar por los personajes<br />
mismos. Revueltas era un trabajador incansable.<br />
Sus jornadas eran una sucesión vertiginosa e interminable<br />
de reuniones partidarias y elaboración teórica.<br />
Una especie de explosión creativa que se había ido<br />
gestando durante los 11 años que permaneció fuera<br />
del pcm. La mayoría de nuestros encuentros tuvieron<br />
lugar en su modesto apartamento. Una llamada telefónica<br />
y llegaba yo, que apenas iniciaba mi vida política,<br />
seguro de que me esperaba una sesión inolvidable.<br />
La catarata de sus ideas originales, brillantemente expuestas;<br />
el encanto de un suave escepticismo bañado<br />
de calor humano; la nobleza de miras, eran irresistibles.<br />
Pepe tenía otra cara, que afortunadamente no<br />
conocí: sus largas borracheras y sus profundas depresiones.<br />
En esos años bebía un infame brandy llamado<br />
Club 45, que nunca faltaba en su escritorio.<br />
Habían pasado apenas dos meses de la derrota ferrocarrilera.<br />
La represión estaba en su apogeo. Las<br />
rebeliones sindicales de los años 1956-1959 eran síntomas<br />
de un renacimiento del movimiento obrero<br />
autónomo, que intentaba sacudirse la férula de una<br />
burocracia sindical enchufada al aparato estatal. El<br />
intento no prosperó, pero la clase obrera dio señales<br />
de una voluntad política que había de ser el principio<br />
de cambios que sólo fructificaron para el país más tarde<br />
y eso a medias. El comunismo mexicano, formado<br />
entonces por el pcm, el Partido Obrero y Campesino<br />
y otros grupos menores, no supo y no pudo colocarse<br />
a la cabeza del movimiento. Esto, aunado a los efectos<br />
del XX Congreso, produjo al seno del pcm una<br />
profunda crisis, y una expulsión más para Revueltas<br />
(la primera había ocurrido en 1943), quien había<br />
puesto el dedo en la llaga con determinación, acerca<br />
de la falta de capacidad de dirección del partido en el<br />
ascenso de las movilizaciones obreras.<br />
De allí surgió su Ensayo sobre un proletariado sin<br />
cabeza, al que me refería antes, texto denso, lleno de<br />
citas teóricas de los clásicos de marxismo y una interpretación<br />
de las causas de lo que Revueltas llamó<br />
la inexistencia histórica del partido; pero de difícil<br />
asimilación, incluso para los intelectuales de dentro<br />
y fuera del partido. Después de 1968, había de reconocer<br />
su error: el proletariado no llegaría a tener cabeza<br />
porque no llegó a ser sujeto.<br />
Pepe fue todo, menos político. La preocupación por<br />
lo esencial lo cegaba para los detalles. La búsqueda<br />
afanosa de la verdad le impedía construir el poder. El<br />
bosque no lo dejaba ver los árboles. Por eso no supo<br />
traducir la protesta a un idioma comprensible, no<br />
pudo dosificar su transmisión, luchar en su defensa.<br />
Su advertencia fue entonces un grito en el desierto, y<br />
sólo después de muchos años otros compañeros entendieron.<br />
Cuando en la penumbra de este amanecer<br />
paso revista a los que han sobrevivido a aquellos años,<br />
la pequeña figura de Pepe se yergue y se agiganta, su<br />
cara se ilumina con una de sus inolvidables sonrisas<br />
mefistofélicas, levanta el brazo con el puño cerrado y<br />
dice con voz firme: ¡José Revueltas. Presente! W<br />
Enrique Semo, historiador y economista, es autor de<br />
numerosas obras, entre ellas la clásica Historia del<br />
capitalismo en México.<br />
Este ensayo aparece en Un escritor en la tierra.<br />
Centenario de José Revueltas, que estos días sale<br />
a la luz entre nuestras publicaciones conmemorativas.<br />
16 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
El afecto personal y el respeto por su escritura marcaron la relación<br />
entre Octavio y José. Amigos de juventud, críticos —cada uno a su manera—<br />
del totalitarismo, convencidos de que la palabra transforma el mundo, tuvieron<br />
vidas con pocos paralelismos. Hemos tomado del tomo tercero (ahí se incluye<br />
“Generaciones y semblanzas”) de la nueva edición de las Obras completas de Paz<br />
este par de textos, escritos con más de tres décadas de distancia<br />
Fotografía: ©MANUEL ÁLVAREZ BRAVO, SEPTIEMBRE DE 1945. ASOCIACIÓN MANUEL ÁLVAREZ<br />
ENSAYO<br />
Cristianismo y revolución:<br />
José Revueltas<br />
DOS NOTAS<br />
OCTAVIO PAZ<br />
NOVIEMBRE DE 2014 17
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
CRISTIANISMO Y REVOLUCIÓN: JOSÉ REVUELTAS<br />
PRIMERA (1943)<br />
Cuando cesó la lucha armada y principió lo que se ha<br />
dado en llamar “la etapa constructiva de la Revolución<br />
mexicana”, dos formas diversas de expresión artística,<br />
la novela y la pintura, se inclinaron con avidez<br />
hacia el pasado cercano. Los resultados de esta seducción<br />
han sido la Escuela Mexicana de Pintura y la<br />
novela de la Revolución. Durante los últimos veinte<br />
años la novela ha servido para expresar, más que las<br />
tentativas literarias de sus autores, sus nostalgias, esperanzas<br />
y desilusiones revolucionarias. Pobres de<br />
técnica, estas obras son más pintorescas que descriptivas,<br />
más costumbristas que realistas. Los novelistas<br />
de la Revolución, y entre ellos el gran talento miope<br />
de Azuela, cegados por el furor de la pólvora o por<br />
el de los diamantes de los generales, han reducido su<br />
tema a eso: muchas muertes, muchos crímenes y<br />
mentiras. Y un escenario superficial de pueblos quemados,<br />
selvas delirantes o desiertos impíos. Así han<br />
mutilado la realidad novelística — la única que cuenta<br />
para el verdadero novelista — al reducirla a una pura<br />
crónica o cuadro de costumbres. Relatos y crónicas<br />
han sido todas las novelas de la Revolución, sin excluir<br />
las de Mariano Azuela. (Valéry Larbaud decía<br />
que Martín Luis Guzmán le recordaba a Tácito; ¡extraño<br />
elogio para un novelista!)<br />
La generación posterior casi no ha intentado la<br />
novela. Compuesta por un grupo de literatos, poetas<br />
y ensayistas, ha mostrado un cierto asco, cuando no<br />
desdén, por las realidades que los cercan. La novela<br />
ha sido la Cenicienta de estos escritores, formados<br />
bajo el signo de la curiosidad y la evasión. Después de<br />
ellos sí han existido tentativas aisladas: las del más<br />
reciente grupo de escritores mexicanos (Juan de la<br />
Cabada, Efrén Hernández, Rubén Salazar Mallén,<br />
Andrés Henestrosa, Rafael Solana, Francisco Tario).<br />
Casi todos ellos revelan una decidida afición por ese<br />
género difícil y estricto que es el cuento. Así como a<br />
la generación de los muralistas ha sucedido, en la<br />
pintura, un grupo de jóvenes que la benévola crítica<br />
yanqui ha llamado de los “pequeños maestros”, estos<br />
nuevos prosistas mexicanos, sucesores de los “novelistas<br />
de la Revolución”, se han distinguido, sobre<br />
todo, en la composición de pequeños cuentos y relatos.<br />
Un libro de Juan de la Cabada, Paseo de mentiras,<br />
reúne en sus breves páginas algunos cuentos y una<br />
novela corta que lo hacen, hasta ahora, el más interesante<br />
y enigmático de todos; una novela, Camino de<br />
perfección, y muy especialmente unos cuentos agrios<br />
y ásperos hacen pensar que Rubén Salazar Mallén<br />
posee también el talento necesario para dotar a México<br />
de una verdadera novela.<br />
El más ambicioso y apasionado — el más joven,<br />
también — es José Revueltas (27 años, afiliado desde<br />
los 14 al Partido Comunista; sus ideas políticas le<br />
han valido conocer varias veces las cárceles del país,<br />
en la época del presidente Rodríguez). José Revueltas<br />
ha publicado una primera novela, El luto humano,<br />
que ha sido premiada en un concurso nacional. Antes<br />
había escrito algunos cuentos misteriosos y balbuceantes,<br />
una novela corta, El quebranto, 1 y un relato,<br />
Los muros de agua, en el que cuenta la vida de una<br />
colonia penal del Pacífico. (Allí estuvo preso durante<br />
dos años, cuando aún no cumplía los veinte.) La novela<br />
de Revueltas ha provocado, al mismo tiempo, los<br />
más encendidos elogios y las críticas más acerbas.<br />
Algún crítico marxista lo ha acusado de “pesimismo”;<br />
otros entusiastas, en cambio, no han vacilado<br />
en citar a Dostoievski.<br />
El luto humano relata una dramática historia: un<br />
grupo de campesinos inicia una huelga en un “Sistema<br />
de Riego” fundado por el gobierno de la Revolución<br />
mexicana. La huelga y la ausencia de agua hacen<br />
fracasar el propósito gubernamental y se inicia el<br />
éxodo. Sólo tres familias se obstinan en permanecer<br />
en esa tierra desierta. Un día el río, seco hasta entonces,<br />
crece desmesuradamente y una inundación aísla,<br />
en una azotea, a los personajes de la novela. El alcohol,<br />
el hambre y los celos acaban con ellos. La novela<br />
principia cuando el río crece y termina en el<br />
momento en que los zopilotes se disponen a devorar<br />
a los moribundos. Todos estos acontecimientos ocurren<br />
en unos cuantos días. Pero la novela apenas alude<br />
a lo que hacen realmente los campesinos para escapar<br />
de la inundación; Revueltas prefiere decirnos<br />
qué piensan, qué recuerdan y qué sienten. Con frecuencia<br />
sustituye a sus personajes; en su lugar, nos<br />
1 No llegó a publicarse íntegra (sólo el primer capítulo: Taller, núm. ii,<br />
abril de 1939), pues Revueltas perdió el manuscrito.<br />
expone sus propias dudas, su fe y su desesperanza,<br />
sus opiniones sobre la muerte o sobre la religiosidad<br />
mexicana. La acción se interrumpe cada vez que uno<br />
de los personajes, antes de morir, hace un resumen de<br />
su vida… Una constante preocupación religiosa invade<br />
la obra: los mexicanos, piadosos por naturaleza y<br />
enamorados de la sangre, han sido despojados de su<br />
religión, sin que la católica les haya servido para satisfacer<br />
su pétrea sed de eternidad. Adán, un asesino<br />
que se cree encarnación de la Fatalidad, y Natividad,<br />
un líder asesinado, simbolizan, muy religiosamente,<br />
el pasado y el futuro de México. Entre ellos se mueven<br />
los rencorosos mexicanos actuales y sus quietas<br />
mujeres representan la tierra, sedienta de agua y de<br />
sangre, bautismo que combina, junto a los ritos de fecundación<br />
agraria, el antiguo de los aztecas y el de<br />
los cristianos. En las últimas páginas el autor intenta<br />
convencerse a sí mismo — más que al lector — de<br />
que mediante un mejor aprovechamiento de los recursos<br />
naturales y una mejor distribución de la riqueza,<br />
esta religiosidad sin esperanzas, este ciego<br />
amor a la muerte, desaparecerán del alma de México.<br />
La novela, como se ve, está contaminada de sociología,<br />
religión e historia antigua y presente de México.<br />
Otro tanto ocurre con su lenguaje, a ratos brillante,<br />
a ratos extrañamente torpe.<br />
Estos defectos condenan a la obra, pero no a su autor.<br />
Porque, extrañamente, el lector se siente contagiado<br />
por la fascinación de que es víctima el novelista.<br />
Revueltas siente una especie de asco religioso, de<br />
amor hecho de horror y repulsión, hacia México. Seguramente<br />
Revueltas no ha escrito una novela, pero,<br />
en cambio, ha hecho luz dentro de sí. Seducido por<br />
los mitos de México tanto como por sus realidades,<br />
él mismo se ha hecho parte de ese drama que intenta<br />
pintar. Dotado de talento, de fuerza imaginativa, de<br />
vigor y sensibilidad nada comunes — y devorado por<br />
una prisa que no le permite, por lo visto, reparar en<br />
sus defectos —, José Revueltas puede escribir ahora<br />
una novela. Pues en esta tentativa se libra de todos<br />
sus fantasmas, de todas sus dudas y de todas sus opiniones.<br />
Como ocurre con gran parte de la pintura<br />
mexicana, que muestra un gran vigor que muchas<br />
veces queda fuera de la pintura, fuera del cuadro, Revueltas<br />
ha acumulado toda su gran potencia plástica<br />
y adivinatoria, pero sin que haya logrado aplicarla a su<br />
objeto: la novela. ¿Qué es, en resumen, lo que re procho<br />
a Revueltas? Le reprocho — y ahora me doy cuenta —<br />
su juventud; pues todos esos defectos, esa falta de sobriedad<br />
en el lenguaje, ese deseo de decirlo todo de<br />
una vez, esa dispersión y esa pereza para cortar las<br />
alas inútiles a las palabras, a las ideas y a las situaciones,<br />
esa ausencia de disciplina — interior y exterior —<br />
no son sino defectos de juventud. De cualquier modo<br />
Revueltas es el primero que intenta entre nosotros<br />
crear una obra profunda, lejos del costumbrismo, la<br />
superficialidad y la barata psicología reinantes. De<br />
su obra no quedará, quizá, sino el aliento: ¿no es esto<br />
suficiente para un joven que apenas se inicia, y nos<br />
inicia, en la misión de crearnos un mundo imaginativo,<br />
extraña y turbadoramente personal?<br />
SEGUNDA (1979)<br />
Al releer la nota arriba transcrita, desenterrada por<br />
Luis Mario Schneider en un viejo Sur, sentí inmediatamente<br />
la necesidad de aclararla, rectificarla y prolongarla.<br />
Es la crítica de un principiante a otro principiante;<br />
además, es demasiado tajante y categórica. Mi<br />
disculpa es que esos defectos son frecuentes entre los<br />
jóvenes. Al final le reprocho a Revueltas su juventud y<br />
esa censura es perfectamente aplicable a mis opiniones<br />
de entonces. La juventud no justifica otros errores.<br />
Por ejemplo, en el primer párrafo condeno a los<br />
novelistas de la Revolución mexicana. Fue una tontería:<br />
entre ellos hay dos escritores excelentes, Martín<br />
Luis Guzmán y Mariano Azuela. Ambos fueron maestros<br />
en su arte. La prosa de Martín Luis Guzmán, nítida<br />
como la de un historiador romano, posee una suerte<br />
de transparencia clásica: su tema es terrible pero él<br />
lo dibuja con pulso tranquilo y firme. Azuela no fue<br />
“un gran talento miope”; tampoco fue torpe: fue un<br />
escritor lúcido, dueño de sus recursos y que exploró<br />
muchos caminos que después otros han recorrido.<br />
Pero cuando yo escribí mi nota sobre El luto humano<br />
(1943), la novela de la Revolución se había transformado<br />
de movimiento en escuela: la invención era ya<br />
receta. En este sentido no me equivoqué: la aparición<br />
de El luto humano, publicada unos años antes que Al<br />
filo del agua (1947), fue una ruptura y un comienzo.<br />
Con la novela de Revueltas, a pesar de sus imperfecciones,<br />
se inició algo que todavía no termina.<br />
Mi análisis de El luto humano es demasiado rápido.<br />
Señalo con severidad excesiva las impericias del<br />
narrador y la frecuencia con que su voz suplanta a la<br />
de sus personajes. Esos defectos se deben, en parte al<br />
menos, a la dificultad y a la novedad de aquello que se<br />
proponía decir Revueltas y que, años más tarde, logró<br />
decir con mayor felicidad. El joven novelista<br />
deseaba utilizar los nuevos procedimientos de la novela<br />
norteamericana (la presencia del Faulkner de<br />
Palmeras salvajes es constante) para escribir una<br />
crónica, a un tiempo épica y simbólica, de un episodio<br />
que le parecía dotado de ejemplaridad revolucionaria.<br />
El propósito era contradictorio: el realismo de<br />
Faulkner (quizá todo realismo) implica una idea pesimista<br />
del hombre y de su destino terrestre; a su<br />
vez, la crónica épica de Revueltas está minada, por<br />
decirlo así, por el simbolismo religioso. Los campesinos<br />
luchan por la tierra y el agua pero el novelista sugiere<br />
continuamente que esa lucha alude a otra lucha<br />
que no es enteramente de este mundo. Aunque mi<br />
nota subraya la religiosidad de Revueltas, no describe<br />
su carácter paradójico: una visión del cristianismo<br />
dentro de su ateísmo marxista. Revueltas vivió el<br />
marxismo como cristiano y por eso lo vivió, en el sentido<br />
unamunesco, como agonía, duda y negación.<br />
Al hablar de la religiosidad del pueblo mexicano,<br />
menciono el “rencor”, palabra inexacta. Lo atribuyo<br />
a la gran catástrofe de la Conquista, que arrebató a<br />
los indios no sólo su mundo sino el otro: sus dioses y<br />
sus mitologías. Sin embargo, al abrirles con la llave<br />
del bautismo las puertas del cielo y del infierno, el catolicismo<br />
les dio paradójicamente la posibilidad de<br />
reconciliarse con su antigua religión. Tal vez Revueltas<br />
pensó que, “en un plano histórico más elevado”,<br />
el marxismo revolucionario cumpliría frente al<br />
cristianismo la misma función que éste había desempeñado<br />
ante las religiones precolombinas. Esta<br />
idea explicaría la importancia del simbolismo cristiano<br />
en la novela. Además, le fascinaron siempre las<br />
creencias y los mitos populares. Un amigo me ha<br />
contado que una vez, medio en broma y medio en serio,<br />
se le ocurrió celebrar un rito matrimonial no<br />
ante el altar de la Virgen de Guadalupe sino ante la<br />
diosa Coa tlicue del Museo. Recuerdo también que<br />
la noche de la masacre de Corpus Christi de 1971, reunidos<br />
varios amigos en casa de Carlos Fuentes,<br />
mientras se discutía qué podíamos hacer, Revueltas<br />
se me acercó y con una sonrisa indefinible me susurró<br />
al oído: “¡Vámonos todos a bailar ante el Santo<br />
Señor de Chalma!” Una frase revela a un hombre: “el<br />
ateísmo — me dijo una vez André Breton —, es un acto<br />
de fe”. Las ocurrencias de Revueltas eran oblicuas<br />
confesiones.<br />
Al final de mi nota apunto la verdadera significación<br />
de El luto humano: “Revueltas no ha escrito una<br />
novela pero ha hecho luz en sí mismo”. Hoy diría: esa<br />
obra fue un paso en su peregrinación, verdadero viacrucis,<br />
hacia la luz. Y aquí brota la pregunta central,<br />
a la que Revueltas se enfrentó con valentía desde su<br />
primer relato, El quebranto, y que nunca dejó de hacerse:<br />
¿qué luz, la de aquí o la de allá? Tal vez aquí es<br />
allá, tal vez las revoluciones no son sino el camino<br />
que recorre el aquí hacia el allá. La actividad de Revueltas<br />
parece estar inspirada, secretamente, por<br />
esta idea. Fue militante revolucionario, novelista y<br />
autor de ensayos filosóficos y políticos. Como militante<br />
fue un disidente que hizo con idéntica pasión la<br />
crítica del capitalismo y la del “socialismo” burocrático;<br />
la misma dualidad se observa en sus novelas,<br />
cuentos y ensayos. Así, por una parte, hay una gran<br />
unidad entre su vida y su obra: es imposible separar<br />
al novelista del militante y a éste del autor de textos<br />
de crítica filosófica, estética y política; por la otra,<br />
esa unidad encierra una fractura, una escisión. Revueltas<br />
estuvo en continuo diálogo — o más exactamente:<br />
en permanente disputa — con sus ideas filosóficas,<br />
estéticas y políticas. Su crítica a la ortodoxia<br />
comunista fue, simultáneamente, autocrítica. Su<br />
caso, claro, no es único; al contrario, es más y más<br />
corriente: la disidencia de los intelectuales marxistas<br />
es una de las expresiones, quizá la central, de la<br />
crisis universal de esa doctrina. Pero hay algo que<br />
distingue a las dudas y a las críticas de Revueltas de<br />
las otras: el tono, la pasión religiosa. Y hay más: las<br />
preguntas que una y otra vez se hizo Revueltas no<br />
tienen sentido ni pueden desplegarse sino dentro de<br />
una perspectiva religiosa. No la de cualquier religión<br />
sino precisamente la del cristianismo.<br />
Para los occidentales la oposición entre ateísmo y<br />
religión es insalvable. No lo ha sido para otras civilizaciones:<br />
en su forma más estricta y pura, el budismo<br />
18 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
CRISTIANISMO Y REVOLUCIÓN: JOSÉ REVUELTAS<br />
es ateo: como todos los seres, sin excluir a los hombres<br />
y al Buda mismo, los dioses son burbujas, reflejos<br />
de la vacuidad. El budismo es una crítica radical<br />
de la realidad y de la condición humana: la verdadera<br />
realidad, śunyata, es un estado indefinible en el que<br />
ser y no ser, lo real y lo irreal, cesan de ser opuestos y,<br />
al fundirse, se anulan. Así, la historia no es sino fantasmagoría,<br />
ilusión — como todo. De ahí también que<br />
la religiosidad budista sea esencialmente contemplativa.<br />
En cambio, para el cristianismo la encarnación<br />
de Jesús y su sacrificio son hechos a un tiempo<br />
sobrenaturales e históricos. La revelación divina no<br />
sólo se despliega en la historia sino que ella es el lugar<br />
de prueba de los cristianos: las almas se ganan y<br />
se pierden aquí, en este mundo. El marxista Revueltas<br />
asume con todas sus consecuencias la herencia<br />
cristiana: el peso de la historia de los hombres.<br />
El nexo entre el cristianismo y el marxismo es la<br />
historia; uno y otro son doctrinas que se identifican<br />
con el proceso histórico. La condición de posibilidad<br />
del marxismo es la misma que la del cristianismo: la<br />
acción sobre este mundo. A su vez, la oposición entre<br />
el marxismo y el cristianismo se manifiesta aquí en<br />
la Tierra: para cumplirse y cumplir su tarea el hombre<br />
revolucionario tiene que desalojar a Dios de la<br />
historia. El primer acto revolucionario es la crítica<br />
del Cielo. La relación entre marxismo y cristianismo<br />
implica, simultáneamente, un vínculo y una ruptura.<br />
El budismo — en general todo el pensamiento de<br />
Oriente — ignora o desdeña a la historia. Al mismo<br />
tiempo, inmerso en la atmósfera de lo divino, rodeado<br />
de dioses, desconoce la noción de un Dios único y<br />
creador. El ateísmo oriental no es realmente ateo; en<br />
un sentido riguroso, sólo pueden ser ateos los judíos,<br />
los cristianos y los musulmanes: los creyentes en un<br />
Dios único y creador. Bloch dijo con mucha razón:<br />
“Sólo un verdadero cristiano puede ser un buen ateo;<br />
sólo un verdadero ateo puede ser un buen cristiano”.<br />
El marxismo cristiano de Revueltas sólo es inteligible<br />
desde la doble perspectiva que acabo de esbozar.<br />
En primer lugar, la idea de la historia concebida<br />
como un proceso dotado de un sentido y una dirección;<br />
en segundo lugar, el ateísmo irreductible. Ahora<br />
bien, entre historia y ateísmo se abre una nueva<br />
oposición: si Dios desaparece, la historia deja de tener<br />
sentido. El ateísmo es trágico porque, según lo<br />
vio Nietzsche, es negación del sentido. Para Dostoievski,<br />
si no hay Dios todo está permitido, todo es<br />
posible; pero si todo es posible, nada lo es: la infinidad<br />
de posibilidades las anula y se resuelve en imposibilidad.<br />
Del mismo modo: la ausencia de Dios hace<br />
pensable todo; pero todo es igual a nada: el todo y la<br />
nada no son pensables. El ateísmo nos enfrenta a lo<br />
impensable y a lo imposible; por eso es aterrador y,<br />
literalmente, insoportable. También por eso hemos<br />
instalado en el hueco de Dios otras divinidades: la<br />
Razón, el Progreso. Estos principios bajan a la Tierra,<br />
encarnan y se convierten en los secretos actores<br />
de la historia. Son nuestros Cristos: la nación, el proletariado,<br />
la raza. En la novela de Revueltas el hombre<br />
antiguo se llama Adán, como nuestro padre, y el<br />
hombre nuevo, el Cristo colectivo, se llama Natividad.<br />
La historia del Hijo del Hombre comienza con el<br />
Nacimiento y culmina con el Sacrificio; la Revolución<br />
obedece a la misma lógica. Esa lógica es racional,<br />
“científica”: el materialismo histórico, y es sobrenatural:<br />
la transcendencia. Lo “científico” es explícito;<br />
lo sobrenatural, implícito. La transcendencia<br />
divina desaparece, pero, subrepticiamente, a través<br />
de la acción revolucionaria, continúa operando.<br />
Pues, como decía el mismo Bloch, la Revolución es<br />
“trascender sin trascendencia”.<br />
La enemistad entre marxismo y cristianismo no<br />
desaparece nunca del todo pero se atenúa si los términos<br />
cambian de posición. Para el cristianismo los<br />
hombres somos los hijos de Adán, el hijo de Dios. En<br />
el origen está Dios, que no sólo es el dador del sentido<br />
sino el creador de la vida. Dios está antes de la historia<br />
y al final de ella: es el comienzo y es el fin. Para un<br />
marxista cristiano como Bloch o Revueltas, Dios no<br />
puede estar antes; en verdad, Dios no existe: la realidad<br />
original y primordial es el hombre, mejor dicho,<br />
la sociedad humana. Sólo que el hombre histórico es<br />
apenas hombre; para realizarse, para ser hombre de<br />
veras, el hombre debe pasar por las pruebas de la historia,<br />
debe vencerla y transformar su fatalidad en libertad.<br />
La Revolución hace hombres a los hombres<br />
— y más que hombres: el porvenir del hombre es ser<br />
Dios. El cristianismo fue la humanización de un Dios;<br />
la Revolución promete la divinización de los hombres.<br />
Brusco cambio de posiciones: Dios no está antes<br />
sino después, no es el creador de los hombres sino<br />
su creatura. Bloch cambia la frase bíblica y dice: “Yo<br />
soy el que seré”. 2<br />
Revueltas nunca formuló sus ideas con la claridad<br />
de Bloch pero el temple de sus escritos y de su vida<br />
corresponde a esta visión agónica y contradictoria<br />
del marxismo y del cristianismo. Por supuesto, él llegó<br />
a estas actitudes independientemente y por su<br />
propio camino. No fue la filosofía la que lo guió sino<br />
su experiencia personal. En primer lugar, la religión<br />
de su infancia; en seguida, su interés por la vida popular<br />
mexicana, toda ella impregnada de religiosidad;<br />
en fin, su temperamento filosófi co y poético. Esto<br />
último fue decisivo: Revueltas se hizo preguntas filosóficas<br />
que el marxismo — como lo han reconocido, entre<br />
otros, Kolakowski y el mismo Bloch — no puede<br />
contestar, salvo con lugares comunes cientistas. En<br />
realidad, esas preguntas sólo tienen respuestas metafísicas<br />
o religiosas. La metafísica, después de<br />
Hume y de Kant, nos está vedada a los modernos.<br />
Así, Revueltas acudió intuitiva y personalmente, en<br />
un movimiento de regreso a lo más antiguo de su ser,<br />
a las respuestas religiosas, mezcladas con las ideas y<br />
esperanzas milenaristas del movimiento revolucionario.<br />
Aunque le apasionó la filosofía, fue sobre<br />
todo un artista creador. Su temperamento religioso<br />
lo llevó al comunismo, que él vio como el camino del<br />
sacrificio y la comunión; ese mismo temperamento,<br />
inseparable del amor a la verdad y al bien, lo condujo<br />
al final de su vida a la crítica del “socialismo” burocrático<br />
y el clericalismo marxista.<br />
El marxismo se ha convertido en una ideología y<br />
hoy opera como una seudorreligión. La transformación<br />
de una filosofía en ideología y de ésta en religión<br />
no es un fenómeno nuevo: lo mismo sucedió con el<br />
neoplatonismo y el gnosticismo. Tampoco es nueva<br />
la transformación de una religión en poder político<br />
y la del sacerdocio en burocracia clerical: el catolicismo<br />
ha conocido esas perversiones. La peculiaridad<br />
histórica del comunismo consiste en que no es realmente<br />
una religión sino una ideología que opera<br />
como si fuera una ciencia, la Ciencia; asimismo, no es<br />
una Iglesia sino un partido que no se parece a los<br />
otros partidos sino a las órdenes y cofradías militantes<br />
de los católicos y los mahometanos. Los partidos<br />
comunistas comienzan como pequeñas sectas pero<br />
apenas crecen se convierten en Iglesias cerradas.<br />
(Uso el plural porque en el movimiento comunista<br />
los cismas y las escisiones proliferan.) Cada Iglesia<br />
se cree poseedora de la verdad universal; esta pretensión<br />
no sería peligrosa si las burocracias que rigen<br />
a estos grupos no estuviesen movidas por una<br />
voluntad de dominación y proselitismo igualmente<br />
universales. Cada miembro de cada Iglesia es un misionero<br />
y cada misionero un inquisidor en potencia.<br />
La religiosidad de Revueltas estaba muy alejada de<br />
esos fanatismos ideológicos; sus verdaderas afinidades<br />
espirituales se encuentran del otro lado, cerca de<br />
los cristianos primitivos, los gnósticos del siglo iv o los<br />
rebeldes y revolucionarios protestantes de la Reforma.<br />
Dentro de la Iglesia católica habría sido un hereje<br />
como lo fue dentro de la ortodoxia comunista. Su<br />
marxismo no fue un sistema sino una pasión, no una fe<br />
sino una duda y, para emplear el vocabulario de<br />
Bloch, una esperanza.<br />
Vivir consigo mismo no fue, para Revueltas, menos<br />
difícil que convivir con sus camaradas comunistas.<br />
Durante años trató de ser un militante disciplinado<br />
y cada tentativa culminó con ruptura y expulsión.<br />
La dialéctica hegeliana le sirvió para aplazar la<br />
ruptura definitiva; como tantos otros, se dijo que el<br />
mal es una artimaña de la historia para mejor cumplirse,<br />
que la negación es un momento del proceso<br />
que inevitablemente se transforma en afirmación,<br />
que los tiranos revolucionarios son tiranos para defender<br />
a la libertad y que — como lo probaron en el siglo<br />
xvii los teólogos españoles y en el xx lo han confirmado<br />
brillantemente el procurador Vishinski y<br />
los bolcheviques procesados en 1936 y 1938— los culpables<br />
son inocentes y los inocentes culpables. Enigmas<br />
de la voluntad divina o de la necesidad histórica.<br />
La justificación del mal comenzó con Platón; en sus<br />
retractaciones y abjuraciones, Revueltas no hizo<br />
sino seguir una tradición de más de dos mil años. Según<br />
el neoplatónico Proclo, la materia misma “es<br />
buena, a pesar de ser infinita, obscura e informe”.<br />
(Para los antiguos la infinitud era una imperfección<br />
pues carecía de forma.) Pero los recursos de la dia-<br />
2 Ernst Bloch, L’Athéisme dans le christianisme, Gallimard, París, 1978.<br />
léctica se agotan mientras que el mal crece sin cesar.<br />
Al final Revueltas tuvo que afrontar la realidad del<br />
bolchevismo y su propia realidad. No resolvió este<br />
conflicto —¿quién lo ha resuelto?— pero tuvo el valor<br />
de formularlo y pensarlo. Vivió con lealtad su contradicción<br />
interior: su cristianismo ateo, su marxismo<br />
agónico. Muchos elogian la entereza con que padeció<br />
cárceles y estrecheces por sus ideas. Es verdad, pero<br />
hay que recordar, además, que Revueltas practicó<br />
otro heroísmo, no menos difícil y austero: el heroísmo<br />
inte lectual.<br />
Su obra es desigual. Algunas de sus páginas parecen,<br />
más que textos definitivos, borradores; otras<br />
son notables y le otorgan un sitio aparte y único en la<br />
literatura mexicana: Los días terrenales, Los errores,<br />
El apando y, sobre todo, los cuentos de Dios en la Tierra<br />
y Dormir en tierra, muchos de ellos admirables.<br />
Pero la excelencia literaria de estas obras, con ser de<br />
veras considerable, no explica enteramente la atracción<br />
que ejerce su figura. En nuestro mundo todo es<br />
relativo, el bien y el mal, el placer y la pena. Aunque<br />
la mayoría se contenta, unos cuantos se rebelan y,<br />
poseídos por un dios o por un demonio, piden todo.<br />
Son los sedientos y los hambrientos de absoluto. No<br />
se me pida que lo defina: el absoluto es por definición<br />
indefinible. Revueltas padeció esa hambre y esa sed;<br />
para saciarlas fue escritor y fue revolucionario. Si<br />
busco entre los mexicanos modernos un espíritu<br />
afín, tengo que ir al campo ideológico opuesto y a<br />
una generación anterior: José Vasconcelos. Como<br />
Revueltas, fue un temperamento pasional pero incapaz<br />
de someter su pasión a una disciplina, un escritor<br />
de corazonadas y adivinaciones, abundante y<br />
descuidado, a ratos torpe y otras luminoso. Para ambos<br />
la acción política y la aventura metafísica, la polémica<br />
histórica y la meditación fueron vasos comunicantes.<br />
Unieron la vida activa con la vida contemplativa<br />
o, mejor dicho, especulativa: en sus obras no<br />
hay realmente contemplación desinteresada — para<br />
mí la suprema sabiduría — sino meditación, reflexión<br />
y, en los momentos mejores, vuelo espiritual. La obra<br />
de Vasconcelos es más vasta y rica que la de Revueltas,<br />
no más honda e intensa. Pero lo que deseo destacar<br />
es que pertenecen a la misma familia anímica.<br />
Son lo contrario de Reyes, que hizo de la armonía un<br />
absoluto, y de Gorostiza, que adoró a la perfección<br />
con un amor tan exclusivo que prefirió callar a escribir<br />
algo indigno de ella.<br />
A pesar de su parentesco espiritual, Vasconcelos y<br />
Revueltas caminaron por caminos opuestos. Nutrido<br />
en Plotino y creyente en su misión de filósofo coronado,<br />
Vasconcelos se sentía enviado de lo alto: por<br />
eso fue educador; Revueltas creía en los apóstoles rebeldes<br />
y se veía como un enviado del mundo de abajo:<br />
por eso fue un revolucionario. El espiritualista Vasconcelos<br />
jamás dudó; no lo tentó el diablo, espíritu<br />
de la negación y patrono de los filósofos: lo tentaron<br />
el mundo (el poder) y la carne (las mujeres). Vasconcelos<br />
confesó que había deseado a la mujer de su prójimo<br />
y que había fornicado con ella pero nunca aceptó<br />
que se hubiese equivocado. Los únicos pecados<br />
que confesó el materialista Revueltas fueron los del<br />
espíritu: dudas, negaciones, errores, mentiras piadosas.<br />
Al final se arrepintió e hizo la crítica de sus ideas<br />
y de los dogmas en que había creído. Vasconcelos no<br />
se arrepintió; exaltó la humildad cristiana sólo para<br />
mejor cubrir de invectivas a sus enemigos; Revueltas,<br />
en nombre de la filosofía marxista, emprendió<br />
un examen de conciencia que San Agustín y Pascal<br />
habrían apreciado y que me impresiona doblemente:<br />
por la honradez escrupulosa con que lo llevó a cabo<br />
y por la sutileza y profundidad de sus análisis. Vasconcelos<br />
terminó abrazado al clericalismo católico;<br />
Revueltas rompió con el clericalismo marxista.<br />
¿Quién fue, de los dos, el verdadero cristiano?<br />
México, D. F., 12 de abril de 1979<br />
La primera de las notas se publicó en la revista Sur<br />
(Buenos Aires, julio de 1943) y se recogió más tarde,<br />
junto con la segunda, en Hombres en su siglo y otros<br />
ensayos (Seix Barral, Barcelona, 1984). Ambos textos<br />
están consignados, bajo nuestro sello, en las Obras<br />
Completas de Octavio Paz; en nuestra nueva edición<br />
les corresponde el volumen III: Dominio mexicano.<br />
W<br />
NOVIEMBRE DE 2014 19
Ilustración: ANDREA GARCÍA FLORES<br />
C A P I T E L<br />
Revueltas:<br />
rebelión y revolución<br />
Escribió Octavio Paz en 1967 “Revuelta,<br />
rebelión, revolución”, un ensayo a la vez<br />
etimológico y político, sociológico y literario,<br />
sobre los tres conceptos que, ligeramente<br />
manoseados, dan título a esta entrega<br />
de La Gaceta, correspondiente al mes en que celebramos<br />
el centenario de nacimiento de José<br />
Revueltas. Más que un bobo juego de palabras,<br />
la adaptación de la tríada estudiada por Paz<br />
busca ser una fórmula que pondere las aportaciones<br />
del escritor duranguense a la vida pública<br />
y a las letras de nuestro país. Revueltas fue<br />
un rebelde (en más de un terreno) y quiso ser un<br />
revolucionario (aunque el tiempo que le tocó vivir<br />
no fue propicio para esa vocación). Los libros<br />
con que el Fondo participa en los actos con<br />
que se recuerda la obra y las andanzas del nacido<br />
en Santiago Papasquiaro responden a la certeza<br />
de que este escritor procuró transformar el<br />
panorama literario y social de México, y lo hacen<br />
ofreciendo diversas ventanas para mirar su<br />
legado.<br />
Decía Paz que el revoltoso “es un espíritu<br />
insatisfecho e intrigante, que siembra<br />
la confusión; el segundo [el rebelde]<br />
es aquel que se levanta contra la<br />
autoridad, el desobediente o indócil; el revolucionario<br />
es el que procura el cambio violento de<br />
las instituciones”. Sobra decir que Revueltas no<br />
cayó en la categoría asociada con su apellido<br />
pero sin duda encarnó las características del<br />
rebelde y, a veces más, otras menos, procuró<br />
transformar el andamiaje institucional con algún<br />
género de acción poco pacífica: su violencia<br />
fue sobre todo ideológica, como cuando quiso<br />
emprender la autocrítica siendo comunista — tan<br />
severa fue esa intención que fue echado del partido<br />
que buscaba lograr que en México floreciera<br />
la dictadura del proletariado —, o cuando introdujo<br />
en su narrativa una amalgama de géneros,<br />
con la intención de que la ficción reflejara<br />
sus cavilaciones sobre la podredumbre humana<br />
y política, pero a la vez de que sus personajes<br />
imaginarios fueran ejemplo de redención. Ahí<br />
también parecía atender la advertencia paciana<br />
de que “los actos del rebelde, por más osados<br />
que sean, son gestos estériles si no se apoyan en<br />
una doctrina revolucionaria”.<br />
Había sido exigua la presencia de Revueltas<br />
en nuestro catálogo. Al comenzar<br />
este año existían sólo cuatro<br />
registros relacionados con su obra: la<br />
primera edición de Los errores, aparecida en<br />
1964, pocos meses antes de que el autor cumpliera<br />
50 años de edad; un delgado tomo con<br />
menos de diez cuentos, que se publicó en 1975<br />
con el engañoso título de Antología personal; un<br />
volumen de 1991, dentro de la excepcional colección<br />
Archivos, con la edición crítica de Los<br />
días terrenales, coordinada por Evodio Escalante,<br />
y finalmente, de 2010, El apando en uno de<br />
los tomos de 18 para los 18, la fugaz colección<br />
que ofrecía esa cantidad de novelas mexicanas<br />
a los lectores jóvenes. Un cuento suyo se incluyó<br />
en Sol, piedra y sombras, la antología preparada<br />
por Jorge F. Hernández sobre todo para que su<br />
versión en inglés, Sun, Stone, and Shadows, circulara<br />
en Estados Unidos, y se recoge en Los novelistas<br />
como críticos, la compilación realizada<br />
DE NOVIEMBRE<br />
DE 2014<br />
EL ESTUDIO CIENTÍFICO<br />
DE LA FELICIDAD<br />
MARIANO ROJAS<br />
Cuando en 1972 el entonces rey de<br />
Bután hizo de la “felicidad<br />
nacional bruta” el objetivo social<br />
fundamental de su país, muchos lo<br />
miraron con extrañeza; todavía en<br />
la actualidad semejante indicador,<br />
colocado por encima otros como el<br />
ingreso o la riqueza, puede<br />
resultar desconcertante. Bien<br />
mirado, sin embargo, la lógica<br />
implícita en ello no carece de<br />
sensatez. La felicidad es una<br />
vivencia central para las personas<br />
y un objetivo final a cuya<br />
consecución se orienta, después de<br />
todo, la mayor parte de los<br />
empeños de la humanidad; si<br />
queremos un mayor ingreso,<br />
mayor libertad, si nos casamos o<br />
nos esforzamos por tener una<br />
profesión, si cambiamos de casa o<br />
migramos de un país a otro, es en<br />
la creencia de que ello nos hará<br />
más felices. Y entre países declarar<br />
la guerra o invadir un territorio<br />
puede responder a esa misma<br />
expectativa. Medir ese valor<br />
significa pues ponderar la eficacia<br />
de un gran cantidad de medios<br />
simultáneamente.<br />
Aun cuando en todas las<br />
culturas y todos los tiempos se ha<br />
reflexionado en torno a la felicidad<br />
y a la manera de alcanzarla —sea<br />
en la filosofía, la religión o en las<br />
canciones populares — es<br />
sorprendente, dice el autor, que<br />
ninguna disciplina académica se<br />
haya encargado de su estudio de<br />
manera metódica. En las últimas<br />
décadas se ha dado, sin embargo,<br />
un cambio importante en ese<br />
sentido; si tradicionalmente se<br />
había apelado a la capacidad de<br />
discernimiento para proponer los<br />
componentes de una vida feliz, el<br />
nuevo interés por el estudio de la<br />
felicidad, especialmente por parte<br />
de los economistas, utiliza un<br />
enfoque basado en la medición, la<br />
elaboración de teorías, y el<br />
planteamiento y la corroboración<br />
de hipótesis y la reformulación de<br />
teorías: un enfoque científico,<br />
pues. Con la mirada siempre<br />
orientada a la escala social y el<br />
acento puesto en el caso de los<br />
países latinoamericanos —pues<br />
este modo de aproximación, más<br />
allá de la mera comprensión del<br />
comportamiento humano, se<br />
orienta hacia el diseño de políticas<br />
públicas —, el Breviario que ahora<br />
sale a luz recoge las ideas<br />
fundamentales y constituye una<br />
introducción idónea a la llamada<br />
“economía de la felicidad”, de la<br />
que Rojas es uno de los más<br />
reconocidos exponentes.<br />
breviarios<br />
1ª ed., 2014; 400 pp.<br />
978 607 16 2135 1<br />
$100<br />
EL PLANISFERIO<br />
DE MORGIUS CANCRI<br />
Enciclopedia universal<br />
IGNACIO DÍAZ DE LA SERNA<br />
En un “aviso sin importancia”,<br />
ubicado por tanto en plena antesala<br />
de la obra, el autor (o tal vez un<br />
personaje suyo que se hace pasar<br />
por él) ofrece un par de notas sobre<br />
la naturaleza de lo que el<br />
desocupado lector tiene ante la<br />
mirada. Sostiene ahí, por principio,<br />
que nadie en su sano juicio se<br />
atrevería a dudar que, desde que<br />
Magritte escribió debajo de su<br />
imagen de una pipa “esto no es una<br />
pipa”, vivimos instalados en la Era<br />
del Desconcierto. “Por<br />
consiguiente, no resulta<br />
descabellado suponer que este<br />
planisferio, después de todo, quizá<br />
no sea un planisferio. Para colmo,<br />
el asunto se complica si se<br />
considera que, al decir que este<br />
libro es una enciclopedia universal,<br />
en realidad lo que se pretende<br />
afirmar es que no es una<br />
enciclopedia y mucho menos<br />
universal”... Y en su extraño<br />
silogismo —ciertamente<br />
desconcertante — continúa hasta<br />
concluir que, puesto que al parecer<br />
no es eso, y probablemente<br />
tampoco un fresco de Tiepolo ni un<br />
mamut disecado, quizá se trate<br />
antes bien de una Máquina de<br />
Fabular, y en efecto: tal vez sea<br />
exactamente eso lo que es este<br />
libro, pero claro: tal vez no.<br />
Seguidas a ese aviso se<br />
despliegan, en riguroso orden<br />
alfabético y urdidas con la prosa<br />
acendrada y llena de agudezas de<br />
este curioso epígono de Diderot,<br />
las entradas de la autodenominada<br />
enciclopedia. Se entremezclan en<br />
ellas datos reales, fruto de un<br />
conocimiento erudito sobre las<br />
más diversas materias, con las<br />
invenciones y los juegos de<br />
imaginación de una inteligencia<br />
azorada que se ríe de todo y, por<br />
principio, de sí misma. Sea que el<br />
lector las recorra de principio a fin<br />
o navegue al azar entre las páginas,<br />
el viaje en esta cartografía, a través<br />
de las lábiles fronteras entre lo<br />
corroborable y lo imaginario,<br />
promete obsequiarlo con gran<br />
copia de asombros y solaces.<br />
letras mexicanas<br />
1ª ed., 2014; 255 pp.<br />
978 607 16 2225 9<br />
$175<br />
20 NOVIEMBRE DE 2014
NOVEDADES<br />
en 1991 por Norma Klahn y Wilfrido H. Corral,<br />
un texto del duranguense sobre el modo en<br />
que encaraba la narración de largo aliento.<br />
EL TRIMESTRE<br />
ECONÓMICO<br />
Este mes se ha puesto en<br />
circulación el número de<br />
El Trimestre Económico que<br />
corresponde al último cuarto del<br />
año. Tal como ha sucedido a largo<br />
de los ochenta años de vida de esta<br />
publicación, sus páginas presentan<br />
estudios de connotados<br />
especialistas en torno a los<br />
problemas económicos de mayor<br />
relevancia para Latinoamérica.<br />
En este número en particular,<br />
seguidos a una “perspectiva<br />
económica” que versa sobre el<br />
estado y los desafíos de la<br />
economía política mexicana,<br />
pueden hallarse artículos acerca<br />
del voto económico en Chile y la<br />
pensión universal proporcional en<br />
México, así como un análisis<br />
comparativo entre los sistemas de<br />
pago europeos y los de los países<br />
en desarrollo, un estudio sobre<br />
productividad y capital humano,<br />
uno sobre calibración de<br />
parámetros de volatilidad<br />
estocástica, y uno más que<br />
presenta una propuesta para<br />
mediar la participación del<br />
mercado laboral mexicano.<br />
Complementan esta selección los<br />
comentarios bibliográficos de<br />
Ignacio Perrotini sobre Algunas<br />
tesis equivocadas sobre el<br />
estancamiento económico de<br />
México y, por último, ofrece este<br />
número en su sección de debates<br />
—pues fomentar la discusión y el<br />
diálogo son objetivos esenciales de<br />
la publicación — los comentarios<br />
críticos de Adriaan ten Kate al<br />
artículo “La ocde sobre<br />
Telecomunicaciones en México”,<br />
que se publicó unos meses atrás en<br />
la revista y cuyas conclusiones son<br />
ahora refutadas o por lo menos<br />
puestas en entredicho. El<br />
Trimestre se puede adquirir en<br />
todas las librerías del Fondo, o<br />
bien por suscripción, que se puede<br />
contratar en nuestro portal de<br />
internet.<br />
Núm. 324, vol. LXXXI (4),<br />
octubre-diciembre 2014; 280 pp.<br />
ISSN 0041-3011<br />
$180<br />
LOS BÁRBAROS DEL NORTE<br />
Guardia Nacional y política<br />
en Nuevo León, siglo XIX<br />
LUIS MEDINA PEÑA<br />
En buena medida por causa de su<br />
ubicación geográfica y las<br />
dificultades de comunicación de<br />
ese tiempo, a lo largo del siglo xix<br />
el estado de Nuevo León y su<br />
región aledaña se mantuvieron<br />
apartados de los proyectos<br />
nacionales y se desarrollaron bajo<br />
una lógica propia. De manera<br />
paralela al auge comercial debido a<br />
su cercanía con los Estados<br />
Unidos, y del que resultó su rápido<br />
proceso de industrialización, el<br />
Noreste mexicano experimentó el<br />
ascenso de una clase política<br />
regional que respondía a los<br />
intereses locales y en cuya<br />
conformación desempeñaron un<br />
importante papel las estructuras<br />
militares. Sometido a presiones<br />
como la invasión estadunidense, o<br />
bien las incursiones de etnias<br />
como la de los comanches, esta<br />
élite política pudo, sin embargo,<br />
impulsar decididamente el<br />
progreso de la región y llegó a<br />
ejercer una influencia nacional<br />
que repercutió, por ejemplo, en la<br />
derrota del Segundo Imperio y en<br />
el triunfo liberal de la Guerra de<br />
Reforma.<br />
Neoleonés él mismo y una de las<br />
voces más relevantes de la ciencia<br />
política actual, Luis Medina Peña<br />
ofrece en su estudio una<br />
descripción vasta que toma en<br />
consideración las condiciones<br />
sociales, políticas y económicas de<br />
la región, junto con sus muchas<br />
particularidades, para ofrecer así<br />
una historia regional que es una<br />
pieza clave para entender la<br />
historia del mundo decimonónico<br />
en nuestro país y, en esa medida, la<br />
conformación del sistema político<br />
mexicano contemporáneo.<br />
historia<br />
1ª ed., 2014; 487 pp.<br />
978 607 16 2051 4<br />
$270<br />
CIELO DE AGUA<br />
ARAMÍS QUINTERO<br />
Que esta obra haya ganado en 2013<br />
el Premio Hispanoamericano de<br />
Poesía para Niños entre cerca<br />
de cuatrocientas propuestas no<br />
parece una casualidad: su creador,<br />
el cubano Aramís Quintero, autor<br />
de una veintena de libros tanto<br />
para niños y jóvenes como para<br />
adultos, se ha hecho merecedor ya<br />
de numerosos premios en su isla<br />
natal y en el extranjero por las<br />
virtudes de su creación literaria.<br />
El poemario que presentó a<br />
concurso el año pasado, y que<br />
ahora nos complacemos en<br />
publicar, es sin duda buena una<br />
oportunidad para padres que<br />
quieran abrir a los niños el mundo<br />
de la poesía de una manera sencilla<br />
y gozosa. Con ingeniosos juegos de<br />
palabras, Quintero retoma trozos<br />
de canciones o tradiciones orales<br />
—hay por ahí un barquito de<br />
cáscara de nuez, un olmo harto de<br />
que le pidan peras: desesperado —<br />
y se sirve con pericia de recursos<br />
formales como aliteraciones y<br />
rimas para armar poemas tan<br />
llenos de imaginería como de<br />
musicalidad —“señora Ardilla, su<br />
pasta me supo a pasto y a pastilla,<br />
y a usted, señor Chacal, su salsa le<br />
quedó insulsa y sin sal”—. Para<br />
ilustrarlo se ha llamado a la<br />
argentina Betania Zacarías, quien,<br />
con una paleta alegre y vibrante,<br />
ha sabido hacer una interpretación<br />
gráfica de los versos llena de<br />
méritos propios y en la que<br />
abundan asimismo las metáforas<br />
visuales: será un placer para los<br />
niños descubrir cómo las<br />
ilustraciones de distintas páginas<br />
y poemas se vinculan entre sí:<br />
cómo las estrellas celestes, por<br />
ejemplo, tienen su contrapartida<br />
en el fondo marino, cómo las<br />
lagartijas tienen mucho que ver<br />
con sus abuelos los dinosaurios, o<br />
cómo el cielo y el agua, a los ojos de<br />
la poesía, pueden transfigurarse<br />
uno en otro entre un verso y el<br />
siguiente.<br />
colección premio hispanoamericano<br />
de poesía para niños<br />
Ilustraciones de Betania Zacarías<br />
1ª ed., 2014; 40 pp.<br />
978 607 16 2131 3<br />
Estamos muy complacidos, en consecuencia,<br />
por sumar a nuestro acervo<br />
siete libros de y sobre Revueltas; colocados<br />
en colecciones diversas, apuntan<br />
a públicos de diferente catadura, con lo que aspiramos<br />
a cumplir uno de los objetivos no escritos<br />
de esta editorial: dar a cada lector el libro<br />
que pueda interesarle (lo que equivale a<br />
decir, tajantemente, que no hay libro bueno<br />
para todos los lectores). Quien quiera acercarse<br />
al conjunto de la obra hará bien en comenzar<br />
con Ver en las tinieblas, una útil reunión de<br />
textos narrativos — tanto cuentos como fragmentos<br />
de novela —, ensayos políticos y sobre<br />
literatura, páginas autobiográficas: al colocarla<br />
en Colección Popular aspiramos a despertar<br />
en el lector no especializado la curiosidad por<br />
este prolífico autor. A ese mismo público, pero<br />
también al estudiantil y aun el académico, se<br />
dirigen los dos volúmenes de la edición conmemorativa<br />
de Los errores, preparados por la investigadora<br />
de origen argentino Sonia Peña: en<br />
el primero va la novela — confiamos que con<br />
muchos gazapos que los tenía la edición de Letras<br />
Mexicanas de hace medio siglo —, en el segundo<br />
unos quince ensayos de otros tantos autores<br />
sobre esta historia compleja, desolada,<br />
con la que Revueltas cubrió un muy ancho espectro,<br />
pues puede leerse en clave política, picaresca,<br />
policiaca, psicológica — aquí el rebelde<br />
en las letras apuesta además por lo revolucionario<br />
en la forma —. El tercer y último título<br />
con obra revueltiana es El propósito ciego, en<br />
Centzontle, donde se reúnen los poemas que<br />
por aquí y por allá fue escribiendo el duranguense,<br />
y que hoy ofrecemos como una curiosidad.<br />
Sin ser una biografía visual, José Revueltas.<br />
Iconografía presenta paquetes de imágenes<br />
sin respetar el orden cronológico: se trata<br />
de recorrer primero los retratos de una figura<br />
pública y luego adentrarse en la intimidad familiar;<br />
las fotografías van acompañadas de<br />
brevísimas estampas sobre el aspecto y el carácter<br />
del escritor, como si fueran pies de una<br />
foto indefinida. El responsable de estos últimos<br />
dos proyectos y de la antología es José<br />
Manuel Mateo, revueltólogo total.<br />
Víctima de las penurias editoriales<br />
propias de la edición universitaria, El<br />
árbol de oro. José Revueltas y el pesimismo<br />
ardiente, de Philippe Cheron,<br />
tuvo una primera vida hace poco más de una<br />
década pero no alcanzó al público que se merecía;<br />
aparecida ahora en Lengua y Estudios Literarios,<br />
esta exploración del optimismo latente<br />
debajo de los retratos sombríos y los complejos<br />
nudos narrativos del autor de El luto humano alcanzará<br />
muchos más lectores. Acaso tantos<br />
como los que ya ha tenido Evodio Escalante con<br />
su José Revueltas: una literatura del “lado moridor”,<br />
una lectura filosófica de la producción revueltiana<br />
que llega por fin al Fondo, donde esperamos<br />
permanezca en definitiva y con lo que<br />
reconocemos su carácter de pequeño clásico en<br />
los estudios sobre Revueltas. Completa este<br />
grupo Un escritor en la tierra, coordinado entre<br />
otros por quien nos acercó la breve correspondencia<br />
de Revueltas con Reyes para este número<br />
de La Gaceta, un mosaico de testimonios y<br />
opiniones sobre el autor centenario.<br />
Paz postuló que la “rebelión deja de ser<br />
desobediencia díscola para transformarse<br />
en protesta generosa” y que la<br />
“revolución no es regreso al origen<br />
sino instauración del futuro”. Revueltas el indócil<br />
supo asimilar sus tres temporadas en el<br />
infierno carcelario, símbolo pero no resumen<br />
de su crítica al autoritarismo, y producir textos<br />
ejemplares, en los que la queja social insinúa<br />
caminos alternativos. Que hoy lo estemos<br />
celebrando con alegría y fervor es una muestra<br />
de que ese porvenir que quiso instaurar en su<br />
presente le pertenece plenamente a este rebelde<br />
y revolucionario.<br />
TOMÁS GRANADOS SALINAS<br />
21 NOVIEMBRE DE 2014
Fotografía: ©FCE<br />
ARTÍCULO<br />
LOS BREVIARIOS<br />
ME HACEN RECORDAR<br />
AQUELLO OTRO<br />
PABLO ESCALANTE GONZALBO<br />
No sólo es nuestra colección emblemática<br />
sino seguramente también la más querida.<br />
Nuestros ya cerca de seiscientos libritos ponen lo mejor<br />
del conocimiento en la palma de la mano, como bien lo<br />
describe el testimonio de este historiador memorioso<br />
—amigo de la casa desde siempre— que hace unos días<br />
se puso a historiar un poco sobre su propia<br />
relación con los Breviarios, a propósito<br />
del relanzamiento de la colección<br />
22 NOVIEMBRE DE 2014
REVUELTAS: REBELIÓN Y REVOLUCIÓN<br />
LOS BREVIARIOS ME HACEN RECORDAR AQUELLO OTRO<br />
Para preparar esta reflexión, decidí entresacar los Breviarios<br />
de diferentes secciones de mi biblioteca. Surgieron por todas<br />
partes; son muchos más de los que yo recordaba tener.<br />
Al abrirlos y ver las anotaciones que fui haciendo en ellos<br />
hace diez, veinte, treinta años y más, empecé a pensar en las<br />
cosas que había aprendido en esos libros. En realidad, la pequeña<br />
colección de mis Breviarios me ha hecho recordar la<br />
historia de mi educación desde el bachillerato hasta mi formación<br />
como historiador y profesor; una historia que comienza<br />
apenas unos años después de mi infancia.<br />
Una tarde, caminando por la avenida Miguel Ángel de Quevedo — que hace<br />
treinta y tantos años era bastante apacible — vi pasar una comitiva de autos negros.<br />
En uno de ellos, con la ventanilla a medio bajar para sacar el puro, iba Fidel<br />
Velázquez. Me pareció idéntico a las caricaturas que de él hacía Naranjo. No sé si<br />
era un ltd o un Lincoln, pero sí que se parecía mucho al auto en el que había visto<br />
esos mismos días al Indio Fernández a pocas cuadras de allí. Al Indio Fernández lo<br />
vi bajarse del coche, que él mismo conducía, y recuerdo haberme impresionado<br />
con la enorme pistola que llevaba al cinto. La semana en que vi a Fidel Velázquez<br />
había leído, en uno de mis primeros Breviarios, un texto sobre “Los sindicatos y la<br />
democracia” en el que decía, según el subrayado que hoy he vuelto a leer: “un sindicato<br />
que permite que un hombre o un pequeño grupo de hombres lo dominen deja<br />
de realizar la más importante de las funciones del sindicalismo: la preparación de<br />
sus miembros en el arte de gobernarse a sí mismos”. Creo que, cuando uno es muy<br />
joven, percibir la relación existente entre la realidad y los libros es algo particularmente<br />
llamativo o conmovedor. Lo que he querido decir es que en esos años de<br />
empezar a descubrir qué cosa era México y qué cosa eran los problemas, ya estaban<br />
los Breviarios del Fondo, que eran mi lectura más seria, mientras que los libros<br />
de la Serie del Volador, de Joaquín Mortiz eran mi lectura más divertida.<br />
Yo sé que no me han invitado aquí a hablar de todas las colecciones del Fondo<br />
de Cultura, por tanto evitaré hablar de cómo las ediciones del Fondo de las obras<br />
de Luis Cernuda y de Rosario Castellanos, por ejemplo, iban formando mi conciencia<br />
estética en esos días. Lo que sí puedo decir es cómo decidí finalmente que<br />
estudiaría la carrera de historia. De todos los momentos, el más decisivo fue<br />
cuando terminé de leer un breviario del Fondo de Cultura que lleva el título de El<br />
toro de Minos, que me había recomendado mi hermana. Entonces reflexioné: yo<br />
debo estudiar eso, debo conocer Grecia, y quiero ver el rostro del que no es<br />
Agamenón…<br />
Pero pensemos un poco más en ese libro porque creo que retrata bien algunas<br />
de las cualidades de los Breviarios: el texto recupera la historia de las investigaciones<br />
arqueológicas en Creta y Micenas, valora la tradición literaria antigua que<br />
les dio sustento a las primeras exploraciones, revisa el conjunto de la historiografía<br />
sobre el tema y presenta los avances decisivos en la investigación. Todo ello lo<br />
hace en un tono tan ameno como si se tratara de una novela, y en el tamaño de un<br />
libro de bolsillo.<br />
Un editor tiene la enorme responsabilidad de estar recomendando al público<br />
que se acerque a un autor cuya fortuna crítica puede ser incierta; más aún, lo recomienda<br />
consciente de que en los ámbitos académicos y literarios hay discrepancias<br />
a veces muy fuertes, y de que la apuesta de publicar una cosa y no otra<br />
incide en esas polémicas. Cuando el Fondo decidió, en 1961, publicar como breviario<br />
El mundo de Odiseo, Moses Finley no había recorrido más que un tramo de<br />
su carrera; apenas iniciaba su etapa más productiva, que sería en Inglaterra, y su<br />
obra no era conocida en español. Con El mundo de Odiseo pudimos percibir la utilidad<br />
de la aplicación de la teoría antropológica moderna al estudio de la Antigüedad<br />
clásica. Y yo pude darme cuenta, cuando ya era estudiante de Historia, de<br />
que la obra de Homero se volvía todavía más apasionante cuando la leía un historiador.<br />
Hoy la comunidad académica reconoce a Finley como el mayor historiador<br />
del mundo antiguo, y todavía ese pequeño breviario es la mejor manera de<br />
acercarse a su trabajo.<br />
Yo sabía que además de la historia me interesaba el arte. Juntas o separadas<br />
pero me interesaban ambas cosas. Y aunque miraba arte desde niño, a veces por<br />
devoción religiosa y a veces sólo por gusto, la verdad es que no sabía ponerle palabras<br />
a la forma en que las obras de arte me impresionaban, hasta que leí ese breviario<br />
de la serie color de rosa, que es la serie de arte. El título del breviario es<br />
Estética e historia en las artes visuales, y espero que se haya incluido entre las últimas<br />
reimpresiones, o que esto se haga pronto si está agotado. Todavía vivía su<br />
autor, Bernard Berenson, cuando el Fondo publicó esta obra que forma parte de<br />
los fundamentos de la disciplina de la historia del arte. Y entre los párrafos que, a<br />
mis veinte años, me ayudaron a poner en palabras la experiencia estética, está<br />
aquel que dice: “En las artes visuales el momento estético es ese instante fugaz,<br />
tan breve hasta ser casi sin tiempo, cuando el espectador es un todo con la obra<br />
de arte que está contemplando o con la realidad de cualquier género que el espectador<br />
mismo ve en términos de arte…”<br />
Y en esa misma obra habla Berenson de “la intensificación de la vida que resulta<br />
de identificarse con el objeto”… y de cómo, en la contemplación, algunos objetos<br />
exaltan “nuestra conciencia de vida”.<br />
Mientras leía eso, yo entendí mi emoción de niño frente a los atlantes de Tula o<br />
la portada de Acolman, y entendí por qué era similar a la emoción de ver aquella<br />
alacena vieja con una foto de Jorge Negrete fijada con un clavo, mientras, a un<br />
lado y sobre baldosas verdes, un gato observaba, inmóvil, un gorrión muerto, en<br />
la botica de una ranchería sobre el río Acatlán.<br />
Me da un poquito de esperanza, como mexicano, en estos días tan revueltos,<br />
recapitular mi aprendizaje y la formación de mis rústicas ideas del mundo y darme<br />
cuenta de la magnitud de esas instituciones y esas empresas culturales mexicanas<br />
que le han dado y siguen dando hogar y forma a la educación, al saber, a las<br />
ideas, y de las cuales yo me he beneficiado. Dentro de ellas el Fondo de Cultura<br />
Económica es un baluarte, y los Breviarios, que hoy celebramos, son una pieza<br />
fundamental.<br />
No voy a hacer interminable la historia de las veces en que la lectura de un<br />
breviario ha resultado importante para mí, pero han sido muchas…<br />
Cuando tuve que profundizar en el estudio de los métodos de la arqueología<br />
para completar esa parte de mi formación de historiador, conté con un manual<br />
muy útil que es Arqueólogos en acción, de Schwarz, de la serie azul de Breviarios.<br />
Cuando a mis alumnos no les bastaba con empezar el relato de nuestra historia<br />
antigua en el año 40 mil antes de Cristo, época del primer poblamiento de América,<br />
y querían recapitular también la historia euroasiática previa, encontramos<br />
una espléndida síntesis, traducida al español, de todo el periodo Paleolítico, era<br />
un breviario.<br />
En las discusiones de Filosofía de la Historia se volvió necesario conocer la<br />
obra científica del entomólogo Edward Wilson, y pudimos leerla gracias a un Breviario.<br />
Así ocurrió cuando en un seminario de Historia del arte, y antes de empezar<br />
a trabajar con álbumes de grabados del siglo xvi, quisimos leer un resumen<br />
de la historia y la técnica del grabado en madera: era uno de esos breviarios que<br />
se habían publicado desde la década del 50, El grabado en madera, de Paul<br />
Westheim.<br />
Como ocurre con toda buena colección de libros, con todo buen proyecto editorial,<br />
los Breviarios han sido siempre libros agradables y bonitos en su dimensión<br />
de objetos manuales de cartón y papel entintados.<br />
Poder sujetar fácilmente con la mano, casi abarcar por completo con la mano,<br />
un libro, tiene un sentido muy especial; equivale a poder decir “voy a leer esto el<br />
fin de semana”, o incluso decir “leo esto, y lo discutimos mañana”. Los Breviarios<br />
dan con su diseño un mensaje optimista sobre el saber y la cultura; le ofrecen a<br />
quien es ignorante de algo la posibilidad de pensar que el conocimiento está al<br />
alcance de su mano, como en efecto lo está.<br />
Yo tengo un breviario de 1957, que es el de los sindicatos al que me referí antes:<br />
sus hojas no se quiebran ni se han puesto amarillas todavía. Está empastado en<br />
cartoné y en la camisa ya lleva el diseño en dos registros que caracterizó a la serie<br />
durante décadas. Era muy meritorio, de ese diseño, el énfasis en la noción de ventana:<br />
título, autor y editor, abajo, y arriba un cuadro, con una imagen, que era<br />
como empezar a vislumbrar el contenido de la obra. En otro viejo breviario que<br />
tengo en casa, éste del año 64, vuelvo a percibir el buen estado de conservación<br />
del papel, el inteligente diseño de la camisa, que me permite observar en el registro<br />
superior, en la ventana, a dos hombres con turbante, sentados en cuclillas,<br />
pues Los árabes de ayer y de mañana es el título del libro. Pero esta edición tiene<br />
algo excepcional — por lo menos es el único título que yo tengo así — y es que se<br />
imprimió en papel cebolla. Un papel agradabilísimo al tacto que hoy día sólo se<br />
usa en algunas ediciones de la Biblioteca de Autores Cristianos y en los misales.<br />
Vaya, que no está por demás que un libro sea bonito. De manera que, si un<br />
buen libro breve es fantástico, mejor incluso que un partido de fútbol o un helado,<br />
un buen libro breve y bonito es de lo mejor que hay. Y esto son los breviarios.<br />
Reimprimir constantemente y reeditar es el resultado de haber comprobado<br />
la vigencia general de una obra, el interés de los lectores. Es confirmar que una<br />
obra sigue representando una de las visiones aceptables e interesantes de un<br />
tema, de un periodo o de un problema histórico. A veces, de plano, podemos hablar<br />
de un clásico. Sólo que yo preferiría utilizar el término con prudencia por el<br />
exceso en el que se incurre hoy en día, cuando en las solapas de una novedad editorial<br />
se califica como clásica la novela de un joven escritor suizo a quien hasta<br />
ese momento sólo han leído en su cantón.<br />
Pero en fin, no creo que sea exagerado decir que las obras de Claude Lévi-<br />
Strauss son clásicos de la antropología. Miles de hispanohablantes, como yo, conocimos<br />
El pensamiento salvaje en la edición que desde 1964 publica el Fondo de<br />
Cultura Económica en la colección Breviarios. También estoy seguro de que no<br />
exagero si califico como clásicas las obras de Vere Gordon Childe. Uno de los antiguos<br />
Breviarios del Fondo de Cultura es su libro Man Makes Himself, al cual se le<br />
puso, en la versión en español, el título más claro y sobrio de Los orígenes de la civilización.<br />
El Fondo lo publicó en 1954, cuando Gordon Childe aún vivía o, dicho<br />
más pomposamente, antes de que Gordon Childe fuera inmortal. Los conceptos,<br />
hoy fundamentales, de “revolución neolítica” y “revolución urbana” derivan en<br />
buena parte de esa gran obra del arqueólogo australiano. El concepto de “civilización”,<br />
tal como lo usamos hoy en la antropología y en la historia antigua, fue en<br />
buena medida perfilado en esa obra. Yo leí la décimo primera reimpresión, del<br />
año 1978; no sé por cuál vayan hoy, y no tengo duda en recomendarlo siempre a<br />
mis alumnos.<br />
Si esa semana han leído mucho y rezongan, los convenzo con facilidad diciéndoles<br />
que es un Breviario. W<br />
Pablo Escalante Gonzalbo es doctor en historia y catedrático<br />
de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1986.<br />
NOVIEMBRE DE 2014 23