14.11.2014 Views

Espejo, el ilustrado

Espejo, el ilustrado

Espejo, el ilustrado

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ANDRÉS LANDÁZURI<br />

<strong>Espejo</strong>,<br />

<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

SERIE ESTUDIOS


ANDRÉS LANDÁZURI<br />

<strong>Espejo</strong>,<br />

<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

SERIE ESTUDIOS


ANDRÉS LANDÁZURI<br />

<strong>Espejo</strong>,<br />

<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

SERIE ESTUDIOS


Rafa<strong>el</strong> Correa D<strong>el</strong>gado<br />

Presidente Constitucional de la República d<strong>el</strong> Ecuador<br />

María Fernanda Espinosa Garcés<br />

Ministra Coordinadora d<strong>el</strong> Patrimonio<br />

Erika Sylva Charvet<br />

Ministra de Cultura<br />

Inés Pazmiño Gavilanes<br />

Directora Ejecutiva d<strong>el</strong> Instituto Nacional de Patrimonio Cultural<br />

Directorio d<strong>el</strong> INPC<br />

Ivette C<strong>el</strong>i<br />

| D<strong>el</strong>egada de la Ministra de Cultura, Presidenta d<strong>el</strong> Directorio d<strong>el</strong> INPC<br />

José Serrano<br />

| Ministro d<strong>el</strong> Interior<br />

Gustavo Martínez Espíndola | D<strong>el</strong>egado d<strong>el</strong> Ministro de Defensa Nacional<br />

Hernán Ortega<br />

| D<strong>el</strong>egado de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana<br />

Eduardo Crespo Román | D<strong>el</strong>egado de la Casa de la Cultura Ecuatoriana<br />

René Ramírez Gallegos | Secretario Nacional de la SENESCYT<br />

Coordinación INPC<br />

Ximena V<strong>el</strong>a<br />

| Directora de Inventario INPC<br />

Natividad Gangotena<br />

| Área de PCI, Dirección de Inventario INPC<br />

Coordinación Editorial<br />

Elena Noboa Jiménez<br />

| Directora de Transferencia d<strong>el</strong> Conocimiento<br />

Cuidado de la edición y corrección de estilo<br />

Juan Francisco Escobar Montalvo<br />

Wilma Guachamín Calderón<br />

Producción<br />

Dirección de Transferencia d<strong>el</strong> Conocimiento<br />

Instituto Nacional de Patrimonio Cultural<br />

Diseño<br />

Diagramación<br />

Ricardo Novillo Loaiza Verónica Tamayo<br />

Fotografía<br />

Andrés Landázuri<br />

Impresión<br />

Ediecuatorial<br />

Tiraje | 1000 ejemplares<br />

Quito, 2011<br />

ISBN 978-9942-07-162-0<br />

Convenio de Cooperación Interinstitucional entre <strong>el</strong> Municipio d<strong>el</strong> Distrito Metropolitano de Quito<br />

y <strong>el</strong> Instituto Nacional de Patrimonio Cultural


Índice<br />

Presentación 7<br />

Introducción 9<br />

Nuestro Siglo de las Luces 15<br />

Panorama y contexto de la Ilustración en<br />

la Real Audiencia de Quito durante <strong>el</strong> s. XVIII 17<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong> 43<br />

Notas iniciales sobre la figura mayor de la Ilustración ecuatoriana 45<br />

La lucha por la Reforma 73<br />

<strong>Espejo</strong> y su proyecto <strong>ilustrado</strong> en los últimos años d<strong>el</strong> s. XVIII 75<br />

<strong>Espejo</strong> después de <strong>Espejo</strong> 107<br />

La figura d<strong>el</strong> Precursor desde su muerte hasta nuestros días 109<br />

Conclusiones 131<br />

Bibliografía 135<br />

Bibliografía sobre Eugenio <strong>Espejo</strong> y catálogo de sus obras 141<br />

I. Escritos de Eugenio <strong>Espejo</strong> 143<br />

II. Ediciones posteriores de los escritos de <strong>Espejo</strong> 152<br />

III. Publicaciones referentes a Eugenio <strong>Espejo</strong> 159<br />

Siglas utilizadas 189


7<br />

Presentación<br />

El 31 de marzo de 2009 mediante <strong>el</strong> Decreto Presidencial n.º 1654 se declaró<br />

<strong>el</strong> pensamiento y la obra d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong> (Quito, 1747-1795) como Patrimonio Cultural d<strong>el</strong> Ecuador.<br />

Este hecho significativo, que recupera a uno de los personajes más influyentes<br />

d<strong>el</strong> pensamiento ecuatoriano, es también un compromiso que nos invita<br />

a conocer con mayor profundidad los aportes int<strong>el</strong>ectuales que nos legó.<br />

Es así que <strong>el</strong> Instituto Nacional de Patrimonio Cultural presenta este estudio<br />

que profundiza en las ideas progresistas y reformistas planteadas por<br />

<strong>Espejo</strong> en su época y cómo estas ideas influenciaron en la construcción de<br />

una nueva sociedad.<br />

La intención es acercar este legado histórico y cultural a la comunidad<br />

para promover su apropiación y fortalecimiento de la memoria social.<br />

Inés Pazmiño Gavilanes<br />

Directora Ejecutiva<br />

Instituto Nacional de Patrimonio Cultural


9<br />

Introducción<br />

La intención de este estudio está vinculada a la profundización d<strong>el</strong> legado<br />

humano, int<strong>el</strong>ectual, simbólico y patrimonial de Eugenio <strong>Espejo</strong>, con miras<br />

a precisar y comprender la imagen que de él pervive en nuestros días y<br />

que se ha transmitido hasta nosotros a través de muchas generaciones de<br />

compatriotas. En otras palabras, pretendemos aquí explorar aqu<strong>el</strong>lo que<br />

d<strong>el</strong> ilustre médico quiteño permanece o puede permanecer como cosa<br />

viva —esto es, actual, duradera, conocida y pública— en <strong>el</strong> imaginario colectivo<br />

de los ecuatorianos, ya sea a través de las instituciones públicas o<br />

privadas, las posturas oficiales o informales, las recreaciones artísticas o los<br />

postulados científicos, los trabajos académicos o aun <strong>el</strong> amplio y ambiguo<br />

ámbito de la opinión pública, etc. Nuestro esfuerzo consistirá, entonces,<br />

en una fundamentación rigurosa de lo que <strong>Espejo</strong> significó para su época<br />

y una posterior demarcación de cómo su figura ha trascendido hasta ubicarse<br />

en <strong>el</strong> pedestal que hoy en día ocupa sin discusión en nuestra historia.<br />

Si bien <strong>el</strong> texto de la declaratoria remarca la pertinencia d<strong>el</strong> legado patrimonial<br />

de <strong>Espejo</strong> con base en sus cualidades como “fuente de inspiración<br />

de los ecuatorianos y símbolo de la democracia”, así como “su lucha a favor<br />

de la ilustración y su total entrega a un trabajo de búsqueda de libertad,<br />

igualdad y justicia social” 1 , nosotros hemos de abocarnos a una consideración<br />

que no pretenda limitarse a esos parámetros específicos, sino<br />

que más bien busque una teorización fundamentada en la confrontación<br />

1 Carta de la provincia de Quito, de Pedro Vicente Maldonado, hecha sobre las<br />

observaciones astronómicas y geográficas de los académicos franceses, en 1750.


10<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

directa con <strong>el</strong> legado de <strong>Espejo</strong> —esto es, con todo lo<br />

que de su pensamiento y cosmovisión él mismo nos<br />

ha dejado en sus escritos— y a partir de <strong>el</strong>lo consolide<br />

una visión lo más actualizada e históricamente precisa<br />

que nos sea posible.<br />

Con eso queremos ser capaces tanto de validar nosotros<br />

mismos aqu<strong>el</strong>lo que de <strong>Espejo</strong> creemos que<br />

merece ser asunto perviviente en nuestros días, como<br />

de poner a consideración de los lectores una valoración<br />

seria de su posición histórica. Creemos que la<br />

mejor manera de honrar la memoria de <strong>Espejo</strong> y a<br />

la vez plantear una evaluación de su legado en tanto<br />

patrimonio es justamente tratando de ubicarlo cabalmente<br />

como un hombre en su determinado contexto,<br />

pues solo así podremos acceder a una visión real<br />

de su significación en la historia de nuestro país y por<br />

ende de su importancia perdurable. Los atributos de<br />

<strong>Espejo</strong> como “símbolo de la democracia” o luchador<br />

incansable por la “libertad, igualdad y justicia social”<br />

—si acaso caben— han de desprenderse no de la<br />

mera repetición de su fama, sino de su estimación<br />

como individuo inmerso y activo en <strong>el</strong> complejo drama<br />

de su época.<br />

Con esta intención hemos de arrancar en una contextualización<br />

histórica d<strong>el</strong> momento y lugar en <strong>el</strong><br />

que vivió <strong>Espejo</strong> —a saber, la Real Audiencia de Quito<br />

durante la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo XVIII—. La intención<br />

principal de este primer capítulo —que lleva <strong>el</strong><br />

título de “Nuestro «Siglo de las Luces»”—, es poner<br />

de r<strong>el</strong>ieve <strong>el</strong> panorama de los procesos económicos,<br />

sociales, políticos y aun filosóficos por los que atravesaba<br />

la Audiencia durante <strong>el</strong> período crítico que<br />

significó <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> Antiguo Régimen y la consolidación<br />

de nuevos Estados nacionales de corte moderno, proceso<br />

llevado a cabo, en <strong>el</strong> caso concreto de Hispanoamérica,<br />

por <strong>el</strong> despertar de conciencias localistas que<br />

por primera vez desde la Conquista empezaban a verse<br />

a sí mismas como colectividades con derecho propio<br />

de figurar como artífices históricos de su futuro.<br />

En este ámbito de transformación, fue fundamental<br />

<strong>el</strong> cambio de paradigma que supuso <strong>el</strong> movimiento<br />

humanista de la Ilustración, cuyo influjo desarrollista<br />

de reforma y progreso se extendió por todo <strong>el</strong> orbe<br />

cristiano de la época. Aunque <strong>el</strong> Imperio español recibió<br />

estas ínfulas ilustradas con ojos de sospecha, su<br />

realidad no se vio ajena al proceso modernizador de<br />

las luces y hubo de adoptarlo a sus propios procesos<br />

bajo <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo distintivo de su temperamento tradicionalmente<br />

conservador y católico. En <strong>el</strong>lo aportó sin<br />

duda <strong>el</strong> Nuevo Mundo, en cuyos territorios se fueron<br />

insertando paulatinamente los ideales d<strong>el</strong> iluminismo<br />

y cuyos pobladores, en mayor o menor medida, alzaron<br />

la voz y la mirada con la intención de ser partícipes<br />

de los nuevos tiempos.<br />

De estos grupos que proliferaron en todo <strong>el</strong> continente<br />

emergieron no pocas figuras destacadas como<br />

portavoces de la nueva era y críticos acérrimos d<strong>el</strong><br />

sistema que empezaba a verse como caduco. Tal fue


11<br />

<strong>el</strong> caso de Eugenio <strong>Espejo</strong>, quiteño que en su momento<br />

se destacó en casi toda forma posible, actuando<br />

como int<strong>el</strong>ectual de punta y afrontando con firmeza<br />

las contradicciones y dilemas que enfrentaba su realidad.<br />

<strong>Espejo</strong> fue para su ciudad la figura máxima de<br />

la Ilustración, y sus planteamientos filosóficos, económicos<br />

y pedagógicos fueron la principal puerta de<br />

acceso a la Modernidad que tuvo la Real Audiencia de<br />

Quito hacia finales d<strong>el</strong> XVIII. En <strong>el</strong> establecimiento de<br />

sus ideales de corte <strong>ilustrado</strong>, con sus respectivas características<br />

propias y ajustadas a los requerimientos<br />

locales, nos detendremos a lo largo de todo <strong>el</strong> segundo<br />

capítulo, que lleva <strong>el</strong> título de “<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong>”.<br />

En él pretendemos concentrar los puntos más importantes<br />

de lo que a la larga se convertiría en <strong>el</strong> legado<br />

de <strong>Espejo</strong>, pues trata justamente de la descripción y <strong>el</strong><br />

análisis de la forma en que su postura frente al mundo<br />

se fue desarrollando, consolidando y difundiendo en<br />

su momento.<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> impulso reformador <strong>ilustrado</strong> de<br />

<strong>Espejo</strong> no se vería libre de conflicto en la cerrada y<br />

tradicionalista esfera social de su época. Al contrario,<br />

<strong>Espejo</strong> habría de llevar ad<strong>el</strong>ante una lucha difícil y sin<br />

término en contra de distintos <strong>el</strong>ementos de la sociedad<br />

colonial, acción que de diversas maneras lo llevaría<br />

a enfrentarse con <strong>el</strong> poder instituido d<strong>el</strong> gobierno<br />

de la Audiencia y sufrir penosos encarc<strong>el</strong>amientos y<br />

exilios más o menos forzados. A esta etapa hemos decidido<br />

titular “La lucha por la reforma”, y constituirá en<br />

nuestro estudio <strong>el</strong> tercer capítulo. La intención primordial<br />

de esta sección será ahondar en los detalles<br />

que configuraron <strong>el</strong> pensamiento y la obra de <strong>Espejo</strong>,<br />

y a la vez describir la forma en que ese pensamiento<br />

y esa obra se vieron obligados a enfrentar al statu quo<br />

de la época. Sería este enfrentamiento <strong>el</strong> que obligaría<br />

a <strong>Espejo</strong> —quizá sin que él mismo se diese cuenta de<br />

<strong>el</strong>lo— a encaminar sus propuestas hacia posiciones<br />

que pedían de manera implícita la transformación<br />

general de las condiciones imperantes y que años<br />

después, cuando él había muerto ya, haría necesaria<br />

la independencia política de los territorios que hoy<br />

conforman la República d<strong>el</strong> Ecuador.<br />

Hacia <strong>el</strong> final, comprendido <strong>el</strong> trayecto vital de <strong>Espejo</strong><br />

y su postura frente a las vicisitudes que tuvo que enfrentar,<br />

será necesario realizar un recorrido por aqu<strong>el</strong>lo<br />

que con su figura sucedió después de su muerte. Desaparecido<br />

y aparentemente derrotado, <strong>el</strong> Precursor<br />

habría de pervivir como recuerdo en <strong>el</strong> imaginario de<br />

sus sucesores y de quienes luego darían vida política a<br />

nuestro país. El proceso de la construcción de la memoria<br />

de <strong>Espejo</strong>, quizá aún más que su actividad en<br />

vida, sería lo que haría de su nombre un símbolo de “lo<br />

ecuatoriano”, y lo que lo colocaría en <strong>el</strong> pedestal simbólico<br />

que le corresponde como uno de los creadores<br />

de nuestra nacionalidad. A <strong>el</strong>lo se dedica <strong>el</strong> cuarto y<br />

último capítulo, que lleva <strong>el</strong> título de “<strong>Espejo</strong> después<br />

de <strong>Espejo</strong>”, con <strong>el</strong> que pretendemos cerrar una visión<br />

completa y precisa de lo que <strong>el</strong> médico quiteño fue


12<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

en su momento y de lo que a partir de <strong>el</strong>lo <strong>el</strong> Ecuador<br />

ha visto en él hasta nuestros días para permitir que las<br />

nuevas generaciones de ecuatorianos sean capaces de<br />

valorar y considerar <strong>el</strong>ementos simbólicos como <strong>el</strong> de<br />

<strong>Espejo</strong>, a fin de apropiarse de su legado y proyectar<br />

la construcción de nuestra realidad presente con los<br />

pies firmes en <strong>el</strong> conocimiento de nuestro pasado.<br />

Si algún sentido hemos de darle a la declaratoria patrimonial<br />

que ha suscitado la <strong>el</strong>aboración de estas<br />

reflexiones, este ha de ser <strong>el</strong> de permitirnos repasar,<br />

revalorar y revivir, con actitud objetiva y lúcida, <strong>el</strong> hito<br />

fundacional que significa para nosotros Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

y su lucha por superar todo lo de caduco, estéril y desventurado<br />

que él encontró en su realidad, aspectos sórdidos<br />

estos que necesariamente persisten, aunque con<br />

distintos rostros, en nuestra realidad contemporánea.


Escena d<strong>el</strong> antiguo Hospital<br />

San Juan de Dios de Quito<br />

en donde se observa, en <strong>el</strong><br />

costado izquierdo d<strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón,<br />

a Eugenio <strong>Espejo</strong> atendiendo<br />

a un paciente.<br />

13


E S P E J O , E L I L U S T R A D O<br />

Nuestro Siglo<br />

de las Luces<br />

SERIE ESTUDIOS


SERIE ESTUDIOS 17<br />

Panorama y contexto de la Ilustración en<br />

la Real Audiencia de Quito durante <strong>el</strong> s. XVIII<br />

Para una buena parte de los pueblos y territorios que hoy en día forman<br />

nuestro país, <strong>el</strong> XVIII fue un siglo de crisis y decadencia. Si bien estamos conscientes<br />

de que no es correcta una división tajante entre períodos solamente<br />

tomando como base <strong>el</strong> hecho casual que supone un cambio de centuria,<br />

en términos generales está claro que <strong>el</strong> período que se abrió con <strong>el</strong> ascenso<br />

de los Borbones al trono español y se cerró con los primeros anuncios explícitos<br />

d<strong>el</strong> sentir criollo que conduciría a la emancipación política de España<br />

fue, para la Real Audiencia de Quito, una época de severas penurias económicas,<br />

de estancamiento manufacturero y agrícola, de cambios drásticos en<br />

<strong>el</strong> panorama demográfico —con sus consecuentes repercusiones en la estructura<br />

social—, y de una ambivalente incertidumbre en <strong>el</strong> plano políticoadministrativo,<br />

al menos si se piensa en la r<strong>el</strong>ativa estabilidad vivida durante<br />

<strong>el</strong> esplendor hispánico de los primeros siglos coloniales.<br />

Como es sabido, en <strong>el</strong> epicentro de este panorama decadente se ubicó,<br />

para Quito, la progresiva crisis obrajera, producto a su vez d<strong>el</strong> declive de la<br />

actividad minera en <strong>el</strong> Alto Perú, principal cliente de los géneros quiteños<br />

en <strong>el</strong> pasado, y <strong>el</strong> aumento significativo de textiles europeos —sobre todo<br />

ingleses— en los mercados de la América española. Estos hechos concretos<br />

esconden una compleja trama contextual que abarca no solamente las<br />

coyunturas internacionales d<strong>el</strong> Imperio español y sus rivales europeos, sino<br />

también una larga serie de vicisitudes locales —entre las que se cuentan la<br />

concentración de la propiedad de la tierra, la sobreexplotación a la fuerza


18<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

de trabajo y la acumulación de desastres naturales y<br />

pestes— que llevaron a ciertas regiones de la Audiencia<br />

a un estado de desolación completa 2 . Piénsese, por<br />

ejemplo, en la epidemia que mató a miles de personas<br />

en Quito en 1785 o en <strong>el</strong> terremoto que destruyó por<br />

completo la villa de Riobamba <strong>el</strong> 7 de febrero de 1797.<br />

A condición tan crítica se llegó que de los años más<br />

problemáticos de ese siglo se ha dicho que “nunca […]<br />

se juntaron males con males en tal magnitud; [y] nunca<br />

estuvieron los habitantes tan abandonados a su suerte<br />

y a sus propios medios” 3 .<br />

Tal estado de crisis fue gestación de una época signada<br />

por cambios fundamentales en <strong>el</strong> panorama de Occidente.<br />

El siglo XVIII fue <strong>el</strong> que dio fin a lo que ahora conocemos<br />

como Edad Moderna, y en <strong>el</strong> que se empezó<br />

a plasmar de manera concreta la nueva configuración<br />

político-económica que, en términos globales, se mantiene<br />

hasta nuestros días. Fue <strong>el</strong> siglo d<strong>el</strong> crecimiento y<br />

la consolidación de la clase burguesa, de la evolución d<strong>el</strong><br />

mercantilismo comercial hacia un capitalismo industrial<br />

temprano y d<strong>el</strong> ascenso de Europa como foco civilizador<br />

que en lo sucesivo extendería su influencia por todo <strong>el</strong><br />

mundo. A esto debe sumarse una creciente y progresiva<br />

profundización de procesos que venían abriéndose<br />

camino desde siglos pasados, como la secularización<br />

de la cultura, la afirmación de identidades colectivas de<br />

carácter nacional y <strong>el</strong> cambio de paradigma que supuso<br />

la r<strong>el</strong>ativamente nueva concepción de la razón humana<br />

como principal herramienta para evaluar <strong>el</strong> mundo.<br />

Para España y su extenso territorio, <strong>el</strong> siglo XVIII marcó<br />

<strong>el</strong> término de una antigua hegemonía que había alcanzado<br />

su apogeo durante las primeras décadas d<strong>el</strong> siglo<br />

XVII y que desde entonces había perdido terreno frente<br />

al avance de sus rivales directos, en especial Francia e Inglaterra.<br />

De hecho, podría decirse que la Guerra de Sucesión<br />

Española (1701-1713) —confrontación con la que<br />

<strong>el</strong> Imperio español inició su camino en <strong>el</strong> siglo XVIII—<br />

marcó <strong>el</strong> último intento substantivo de las pretensiones<br />

españolas por mantenerse como potencia mayor de<br />

Europa y Occidente. No es extraño, pues, señalar que lo<br />

que F<strong>el</strong>ipe V —primer Borbón en <strong>el</strong> trono español— recibió<br />

como herencia de manos de los Habsburgos fue<br />

“un país pobre, atrasado y descuadernado, cuyas posesiones<br />

coloniales ostentaban una notoria autonomía” 4 .<br />

2 Hugo Arias, “La economía de la Real Audiencia de Quito y la crisis d<strong>el</strong> siglo XVIII”, en Enrique Ayala Mora,<br />

ed., Nueva Historia d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen 4, Época Colonial II, Quito, Corporación Editora Nacional/<br />

Grijalbo, 1989, p. 202 ss.<br />

3 Carlos Freile, “El siglo XVIII en la Real Audiencia de Quito. Marco histórico a la obra de Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Carlos Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época, Quito, PUCE, 1978, p. 23.<br />

4 Margarita Garrido, “América y España en <strong>el</strong> concierto de las naciones”, en Margarita Garrido, ed., Historia<br />

de América andina. Volumen 3: El sistema colonial tardío, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/<br />

Libresa, 2001, p. 25.


SERIE ESTUDIOS 19<br />

Debido a la dimensión internacional d<strong>el</strong> conflicto y la<br />

movilidad de los propósitos que empujaron <strong>el</strong> accionar<br />

de las diversas naciones involucradas, <strong>el</strong> resultado<br />

de la Guerra de Sucesión y los primeros años de<br />

la ascensión de los Borbones a la Corona española es<br />

difícil de evaluar. Sin embargo, parece cosa evidente<br />

que, mientras España enfrentaba pérdidas humillantes,<br />

Inglaterra emergía como la mayor beneficiada y<br />

aseguraba su potencial predominio europeo para<br />

<strong>el</strong> futuro. Con la Paz de Utrecht (1713), los ingleses<br />

consiguieron nuevas posiciones estratégicas tanto en<br />

Europa como en América —Gibraltar, Menorca, San<br />

Cristóbal—, y a la vez fueron favorecidos con nuevos<br />

y provechosos privilegios comerciales en la Indias hispanas.<br />

A su vez, Francia, en su calidad de aliada y nuevo<br />

mod<strong>el</strong>o espiritual de la monarquía borbónica de<br />

España, había aumentado su presencia en los puertos<br />

americanos a partir de los primeros años d<strong>el</strong> siglo 5 .<br />

Este nuevo contexto —que siguió agravándose para<br />

España durante <strong>el</strong> transcurrir d<strong>el</strong> siglo frente al peso<br />

de los continuos conflictos en contra de las principales<br />

potencias rivales— significó para América un cambio<br />

considerable en su posición comercial frente a Europa,<br />

así como una alteración en los mecanismos que la Corona<br />

ejercía sobre <strong>el</strong>la para administrar sus recursos y<br />

controlar dentro de lo posible sus actividades políticas<br />

y económicas. Las llamadas “Reformas Borbónicas”, por<br />

tanto, se ubican dentro d<strong>el</strong> esquema de un intento de<br />

la monarquía española por optimizar sus recaudaciones<br />

fiscales en sus posesiones americanas, y hacer de<br />

<strong>el</strong>las verdaderas y efectivas colonias de su imperio, si<br />

bien ha de notarse que, como se ha insistido en la historiografía<br />

reciente sobre <strong>el</strong> tema, dichas reformas no se<br />

manifestaron plenamente hasta la segunda mitad d<strong>el</strong><br />

XVIII, y a la larga no hicieron otra cosa que agravar <strong>el</strong><br />

progresivo retraso de España frente a los vecinos países<br />

manufactureros que fueron los principales recolectores<br />

de la riqueza proveniente d<strong>el</strong> otro lado d<strong>el</strong> Atlántico 6 .<br />

En Quito, la decadencia de los obrajes era un tema que<br />

venía arrastrándose desde mediados d<strong>el</strong> siglo anterior,<br />

cuando la producción minera de Potosí empezó a declinar<br />

debido a la falta de mano de obra y <strong>el</strong> paulatino<br />

abandono de las minas por la ausencia de innovaciones<br />

técnicas que permitieran una extracción a niv<strong>el</strong>es más<br />

profundos 7 . La apertura d<strong>el</strong> mercado al ingreso de textiles<br />

europeos —más baratos y de mejor calidad debido<br />

5 Ibíd., p. 25-26, además de Freile, “El siglo XVIII en la Real Audiencia…”, p. 15 ss. y Benjamin Keen y Mark<br />

Wasserman, A History of Latin America, 3ª ed., Boston, Houghton Mifflin, 1988, pp. 116-117. Freile<br />

ofrece <strong>el</strong> dato de la cédula real d<strong>el</strong> 11 de enero de 1701, enviada por la reina viuda de Carlos II,<br />

en la cual se ordena “se dejen entrar a los puertos de Indias a los baj<strong>el</strong>es franceses que llegaren a <strong>el</strong>los”.<br />

6 Josep Fontana, “América y las reformas d<strong>el</strong> siglo XVIII”, en Ayala Mora, ed., Nueva Historia d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

Volumen 4…, p. 175 ss. Ver también Garrido, “América y España…”, p. 28.<br />

7 Arias, “La economía…”, pp. 193-195.


20<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

a la mucho mayor capacidad manufacturera de países<br />

como Inglaterra y Holanda— terminó por arruinar la<br />

economía local, al punto de que para la época en que<br />

los Borbones empezaron a hacer efectivas sus políticas<br />

centralistas, la Real Audiencia se hallaba, en palabras de<br />

González Suárez, en “la mayor postración y decadencia”.<br />

Después de constatar con algunos datos la alarmante reducción<br />

d<strong>el</strong> comercio y las actividades mercantiles, <strong>el</strong> historiador<br />

quiteño llegó a lamentarse, como lo han hecho<br />

muchos otros que han analizado <strong>el</strong> período después de<br />

él, en términos definitivos: “Jamás la colonia había llegado<br />

a un extremo tan espantoso de pobreza y miseria” 8 .<br />

Cabe señalar que no toda la América hispana sufrió<br />

<strong>el</strong> impacto de un decaimiento tan excesivo frente a la<br />

cambiante posición de la metrópoli en <strong>el</strong> panorama<br />

internacional. De hecho, la región central de la Real<br />

Audiencia de Quito fue una de las zonas que llevaron<br />

la peor parte, habiendo muchas otras en América<br />

que, al contrario, se vieron beneficiadas por la coyuntura<br />

de mayor apertura comercial. Podría afirmarse,<br />

en términos generales, que fueron las regiones más<br />

fácilmente conectadas con <strong>el</strong> mercado mundial —los<br />

puertos, las zonas costeras, las regiones con diversidad<br />

de productos exportables— las que encontraron<br />

formas de insertarse en la nueva estructura d<strong>el</strong> comercio<br />

intercontinental y vivieron una época de auge.<br />

El caso más notable lo constituye quizá la costa oriental<br />

sudamericana d<strong>el</strong> Caribe, la cual, a través de la Real<br />

Compañía Guipuzcoana de Caracas —operativa desde<br />

1728—, logró erradicar a los intrusos holandeses,<br />

doblar <strong>el</strong> volumen de comercio de cacao con España<br />

y aumentar las exportaciones de algodón, tabaco, añil<br />

y otros productos 9 . Baste este ejemplo para señalar<br />

que la reacción mostrada en otras colonias implicó<br />

un notable retraso de Quito, incapaz de evolucionar<br />

o encontrar alternativas a su estancamiento, especialmente<br />

frente a sus rivales regionales inmediatos: las<br />

vecinas regiones lideradas por Lima y Santa Fe.<br />

Es abundante la documentación de la época recogida<br />

por historiadores y estudiosos que da cuenta d<strong>el</strong><br />

estado crítico de la situación. En 1779, <strong>el</strong> entonces<br />

presidente de la Audiencia, Don José García de León<br />

y Pizarro, informaba al ministro José de Gálvez que<br />

<strong>el</strong> comercio de paños y bayetas con <strong>el</strong> Perú estaba<br />

prácticamente suspendido por completo, razón por<br />

la cual <strong>el</strong> caudal monetario de la región se había reducido<br />

al punto que “en lugar de monedas corrían<br />

papas y otras especies semejantes” 10 . También hacia<br />

8 Federico González Suárez, Historia General de la República d<strong>el</strong> Ecuador, citado en Arias,<br />

“La economía de la Real Audiencia…”, pp. 195-196.<br />

9 Keen y Wasserman, A History…, pp. 119-120.<br />

10 Documento contenido en <strong>el</strong> legajo “Cartas y expedientes d<strong>el</strong> Presidente de Quito”, Real Archivo<br />

de Indias en Sevilla, Sección d<strong>el</strong> Perú. Fue rescatado inicialmente por González Suárez en su Historia<br />

General… Nosotros lo hemos tomado de Arias, “La economía de la Real Audiencia…”, pp. 202-203.


SERIE ESTUDIOS 21<br />

<strong>el</strong> último cuarto d<strong>el</strong> siglo, <strong>el</strong> Cabildo Secular de Quito<br />

informaba al rey sobre las condiciones miserables<br />

de la provincia. Tras una breve enumeración de las<br />

causas fundamentales d<strong>el</strong> estancamiento, los signatarios<br />

se pronunciaban en términos muy pesimistas:<br />

No entra en la provincia <strong>el</strong> dinero que antes entraba,<br />

y no teniendo sus frutos y manufacturas<br />

la estimación que tenían, han descaecido y descaen<br />

continuamente las fábricas, desmayando<br />

los trabajos por la poca utilidad que les resulta,<br />

de suerte que con <strong>el</strong> discurso d<strong>el</strong> tiempo vendrá<br />

a quedar en <strong>el</strong> estado de que los habitadores<br />

todos sin distinción alguna se contenten o vean<br />

precisados solo a mantenerse de los frutos de<br />

la tierra, igualándose todos por la necesidad y<br />

por la falta de comercio y correspondencia de<br />

las otras provincias, en que consiste <strong>el</strong> lustre y<br />

ad<strong>el</strong>antamiento de cada una. 11<br />

A estas severas complicaciones económicas habría<br />

de sumarse la pérdida de equilibrio causada<br />

por un proceso demográfico que a lo largo d<strong>el</strong> siglo<br />

transformó en gran medida <strong>el</strong> panorama que<br />

por bastante tiempo había mantenido un r<strong>el</strong>ativo<br />

equilibrio en <strong>el</strong> sistema de r<strong>el</strong>aciones sociales y de<br />

repartición de poder entre los distintos grupos<br />

poblacionales de la Audiencia. No en vano <strong>el</strong> siglo<br />

XVIII ha sido denominado —y esto sirve para toda<br />

la América española— “<strong>el</strong> siglo de las castas” 12 .<br />

Si bien durante las primeras centurias coloniales<br />

la población americana había ido en declive —<br />

habiéndose producido, por cierto, un derrumbamiento<br />

abrupto durante la Conquista y las primeras<br />

décadas de dominación española—, en <strong>el</strong> siglo<br />

XVIII dicha tendencia cesó, “aunque se mantuvieron<br />

factores cíclicos de crisis como hambrunas y<br />

epidemias, terremotos y sequías, entre otros” 13 . De<br />

esta población, además de la estabilidad numérica<br />

11 “Presentación d<strong>el</strong> Cabildo Secular sobre la extrema pobreza de estas provincias”, en Cédula Real d<strong>el</strong> 16<br />

de junio de 1783, Quito, Archivo Nacional de Historia, “Cajas Reales”, caja 14, f. 323 ss. El documento está<br />

recogido —y de ahí lo hemos tomado— en Freile, “El siglo XVIII en la Real Audiencia…”, pp. 44-46, junto<br />

con otros r<strong>el</strong>ativos al tema. Varios testimonios documentales pueden encontrarse también en Hernán<br />

Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “El siglo XVIII quiteño”, capítulo 2 de Literatura en la Audiencia de Quito. Siglo XVIII,<br />

tomo 1, Ambato, Consejo Nacional de Cultura/Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Tungurahua,<br />

2002, p. 53 ss. Hemos actualizado la puntuación y ortografía d<strong>el</strong> documento aquí transcrito.<br />

12 René Salinas Meza, “Población, doblamientos y mestizajes. Una aproximación al último siglo colonial”,<br />

en Garrido, ed., Historia de América andina…, p. 166. Por “casta”, en la época, se hacía referencia a todos<br />

aqu<strong>el</strong>los que, sin pertenecer a la categoría de “indígena”, tampoco encajaban en <strong>el</strong> cerrado grupo de<br />

los “blancos”, sean peninsulares o criollos. El término englobaba a un complejo urdimbre de categorías<br />

difusas y a menudo muy cercanas entre sí: mestizos, mulatos, pardos, zambos, cuarterones, etc.<br />

13 Ibíd., p. 159.


22<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

e incluso crecimiento r<strong>el</strong>ativo que se afianzaba<br />

conforme transcurría <strong>el</strong> siglo, destaca <strong>el</strong> cambio<br />

estructural en r<strong>el</strong>ación a su partición social, especialmente<br />

en lo que se refiere al crecimiento de<br />

la estratificación intermedia, la mestiza, que en<br />

algunas regiones de América —Nueva Granada,<br />

Chile— llegó a ser ya la más amplia en términos<br />

porcentuales.<br />

Para la Real Audiencia de Quito se ha calculado un<br />

total cercano al medio millón de habitantes hacia<br />

<strong>el</strong> término d<strong>el</strong> siglo, siendo la zona más poblada,<br />

por mucho, <strong>el</strong> centro-norte de la región andina, en<br />

cuya cabeza se ubicaba la ciudad de Quito y su área<br />

de influencia próxima —desde Riobamba y Alausí<br />

por <strong>el</strong> sur hasta Tulcán y Pasto por <strong>el</strong> norte—. Si bien<br />

parece no haber un acuerdo d<strong>el</strong> todo establecido<br />

con respecto a los porcentajes de la población en<br />

términos sociorraciales, parece claro que las “castas”<br />

se acercaban ya a competir por un espacio considerable<br />

en r<strong>el</strong>ación a los considerados blancos —entre<br />

los que seguramente se incluían muchos mestizos<br />

“blanqueados”—, mientras que los indígenas mantenían<br />

una clara preponderancia con un porcentaje<br />

superior al 60%. Más aún: en Guayaquil —región de<br />

creciente protagonismo en <strong>el</strong> escenario de la Audiencia—,<br />

para los años en que <strong>el</strong> presidente José<br />

de Villalengua realizó su famoso censo (1778-1781),<br />

las castas representaban ya casi la mitad de la población,<br />

seguidos por los indígenas, que solamente<br />

suponían la tercera parte 14 .<br />

Aunque en la ciudad de Quito y <strong>el</strong> resto de la región<br />

andina estos números eran de hecho bastante<br />

diferentes, es evidente que la antigua división entre<br />

las “repúblicas” separadas de blancos y de indios<br />

que había sido <strong>el</strong> planteamiento inicial de la política<br />

colonial era definitivamente cosa d<strong>el</strong> pasado.<br />

Así mismo, se ha probado con extensos estudios<br />

que las barreras creadas por las sensibilidades raciales<br />

no eran ya tan tajantes como para impedir<br />

una permeabilidad en aumento entre los diversos<br />

estamentos. Los procedimientos de “limpieza de<br />

sangre” —mediante los cuales pretendidos mestizos<br />

podían probar su ascendencia europea y así<br />

acceder a un espacio entre la sociedad blanca establecida—<br />

eran cosa no poco común, al tiempo que<br />

las llamadas “declaraciones de mestizo” —utilizadas<br />

para demostrar ante las autoridades la no pertenencia<br />

a la categoría indígena, con la consecuente<br />

14 Guillermo Bustos Lozano, “Tercer período: redefinición d<strong>el</strong> orden colonial”, en Enrique Ayala Mora,<br />

ed., Manual de historia d<strong>el</strong> Ecuador. Tomo I: épocas aborigen y colonial, Independencia, Serie Manuales<br />

Educativos, n.º 5, Quito, Corporación Editora Nacional/Universidad Andina Simón Bolívar, p. 80.<br />

El autor aclara que los datos d<strong>el</strong> censo de Villalengua han sido tomados de Kenneth J. Andrien,<br />

The Kingdom of Quito 1690-1830, Cambridge University Press, 1995. Es digno de notar que la región<br />

más poblada coincide con aqu<strong>el</strong>la que más sufrió los embates de la decadencia económica.


SERIE ESTUDIOS 23<br />

evasión d<strong>el</strong> tributo— abundan en los expedientes<br />

legales de la época como práctica plenamente difundida,<br />

todo lo cual demuestra “<strong>el</strong> grado de confusión<br />

y fluidez que habían adquirido las fronteras<br />

sociorraciales” hacia las décadas finales d<strong>el</strong> siglo 15 .<br />

Carta de la provincia de Quito, de Pedro<br />

Vicente Maldonado, hecha sobre las<br />

observaciones astronómicas y geográficas<br />

de los académicos franceses, en 1750.<br />

15 Martin Minchom, El pueblo de Quito 1609-1810. Demografía,<br />

dinámica sociorracial y protesta popular, Biblioteca Básica<br />

de Quito, n.º 13, Quito, FONSAL, 2007, p. 169. Este libro<br />

constituye un novedoso estudio demográfico, basado en<br />

documentos nunca antes tomados en cuenta, sobre la<br />

población de Quito y sus provincias durante <strong>el</strong> período colonial.


24<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Plano de Quito de 1748 realizado por<br />

Jorge Juan y Antonio de Ulloa.


SERIE ESTUDIOS 25<br />

Si bien parece cierto que la población urbana de la<br />

Audiencia mantenía una marcada proximidad con <strong>el</strong><br />

universo rural, también parece serlo <strong>el</strong> hecho de que<br />

las ciudades concentraron casi en su totalidad la población<br />

blanca y de castas, mientras <strong>el</strong> campo se mantenía<br />

como casi exclusivamente ocupado por indios. Se ha<br />

dicho, por ejemplo, que “la Sierra d<strong>el</strong> Ecuador constaba<br />

de un 70% de indígenas, [con] casi <strong>el</strong> 90% de población<br />

rural [para] la década de 1780”, a la vez que “<strong>el</strong> patrón<br />

para la región de Quito era <strong>el</strong> de una ciudad en su mayoría<br />

blanca o mestiza dentro de un distrito administrativo<br />

abrumadoramente indígena” 16 . Esto pone de manifiesto<br />

una proximidad necesaria entre los estamentos<br />

superiores y la población de castas, y da pautas para<br />

comprender la creciente r<strong>el</strong>ativización de las estratificaciones<br />

sociorraciales de la época, al menos en r<strong>el</strong>ación<br />

a siglos anteriores. Con una composición poblacional<br />

más ambigua y progresivamente cambiante, aun ciudades<br />

donde la mezcla racial era r<strong>el</strong>ativamente poco<br />

intensa —tal <strong>el</strong> caso de Quito— se vieron obligadas<br />

a modificar <strong>el</strong> sistema de r<strong>el</strong>aciones y crear un espacio<br />

simbólico de convivencia para <strong>el</strong> nuevo estamento en<br />

auge. Esto explica, por ejemplo, <strong>el</strong> marcado carácter popular<br />

mestizo de los levantamientos que se suscitaron a<br />

lo largo de todo <strong>el</strong> siglo, como aqu<strong>el</strong> de los “comuneros<br />

de Asunción” ocurrido entre 1717 y 1735, aqu<strong>el</strong> “de los<br />

barrios de Quito” de 1765, o aqu<strong>el</strong> de la villa d<strong>el</strong> Socorro<br />

y sus pueblos aledaños, en Nueva Granada, que duró<br />

de 1780 hasta 1782, entre muchos otros 17 .<br />

Otro aspecto destacado en r<strong>el</strong>ación a la desestabilización<br />

general por la que atravesó la Real Audiencia<br />

de Quito durante ese siglo turbulento fue aqu<strong>el</strong> de la<br />

incertidumbre política y administrativa, misma que<br />

respondió a la profundización de las modificaciones<br />

llevadas a cabo por la Corona española en todas sus<br />

posesiones americanas. Parece imposible negar que,<br />

tanto para <strong>el</strong> gobierno civil como para <strong>el</strong> eclesiástico,<br />

<strong>el</strong> centralismo borbónico y la consolidación d<strong>el</strong> despotismo<br />

<strong>ilustrado</strong> —que en España llegaría a su cúspide<br />

durante <strong>el</strong> reinado de Carlos III (1759-1788)— significaron<br />

una constante confrontación entre las estructuras<br />

afianzadas durante <strong>el</strong> período de r<strong>el</strong>ativa libertad vivido<br />

bajo los Habsburgos y los nuevos requerimientos de la<br />

Corona que, mediante una reestructuración territorial,<br />

ajustes fiscales, regulaciones comerciales y una concentración<br />

d<strong>el</strong> manejo burocrático, pretendía un mayor<br />

provecho económico de sus colonias americanas.<br />

16 Ibíd., pp. 23 y 27. La discusión sobre datos demográficos es abundante y de ninguna manera asunto<br />

concluido, siendo las fuentes principales tanto los censos tributarios como los registros de la Iglesia<br />

(bautismos, matrimonios, defunciones) y los libros de viajes. Cabe señalar, por otra parte, y siguiendo<br />

los razonamientos d<strong>el</strong> propio Minchom, que “la categoría oficial de mestizo fue muy poco usada en <strong>el</strong><br />

Ecuador colonial”, y que de ninguna manera correspondía a una categoría claramente definida (p. 220).<br />

17 Ver Anthony McFarlane, “Desórdenes civiles e insurrecciones populares”, en Garrido, ed.,<br />

Historia de América andina…, p. 296 ss.


26<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Por <strong>el</strong> lado de la Iglesia —<strong>el</strong> otro gran poder que<br />

junto a la monarquía sostuvo las riendas d<strong>el</strong> sistema<br />

colonial—, los embates d<strong>el</strong> impulso d<strong>el</strong> siglo fueron<br />

evidentes. Si bien <strong>el</strong> Patronato regio había sido la característica<br />

oficial d<strong>el</strong> funcionamiento eclesiástico en<br />

América desde su aprobación a principios d<strong>el</strong> siglo<br />

XVI, durante <strong>el</strong> reformismo <strong>ilustrado</strong> su carácter se<br />

radicalizó al punto de significar un serio límite para la<br />

hegemonía de Roma y convertirse “en un brazo más<br />

d<strong>el</strong> aparato d<strong>el</strong> Estado Absolutista”. La Iglesia no llegó<br />

a perder su rol protagónico como rectora máxima<br />

de la vida cultural, moral y educativa de la época<br />

—y aun no lo haría hasta mucho tiempo después—,<br />

pero su desenvolvimiento y capacidad funcional sí<br />

tuvo que someter su autoridad a diversas exigencias<br />

de la Corona que llevó <strong>el</strong> tradicional regalismo “a la<br />

categoría de un derecho divino d<strong>el</strong> rey, inherente a<br />

la soberanía real”, y que se expresó, entre otras cosas,<br />

con una ataque frontal contra las facultades d<strong>el</strong> clero<br />

regular. El ejemplo más significativo de esta nueva<br />

actitud lo representa la expulsión de los jesuitas d<strong>el</strong><br />

Imperio español decretada por Carlos III en 1767, y<br />

aun la <strong>el</strong>iminación de la Compañía de Jesús en 1773<br />

por orden d<strong>el</strong> propio papa Clemente XIV, que al<br />

momento actuaba bajo la presión de las Coronas<br />

francesa, portuguesa y española 18 .<br />

El regalismo, cuyas repercusiones fueron significativas<br />

tanto en <strong>el</strong> ámbito simbólico como en <strong>el</strong> concreto de<br />

la vida eclesial, fue apenas un aspecto a través de los<br />

muchos en que se manifestaron las reformas centralistas<br />

d<strong>el</strong> despotismo Borbón. De r<strong>el</strong>evancia más explícita<br />

fue posiblemente <strong>el</strong> manifiesto deseo de la Corona<br />

por retomar <strong>el</strong> control burocrático d<strong>el</strong> gobierno civil<br />

americano que hasta entonces había logrado amplias<br />

concesiones y libertades. Con <strong>el</strong>lo se ha dicho que se<br />

pretendía tanto limitar los sentimientos de identificación<br />

localista que se iban consolidando en las distintas<br />

Audiencias como distanciar la práctica de gobierno de<br />

los diversos vínculos establecidos con las oligarquías<br />

locales 19 . A través de visitas impositivas por parte de<br />

d<strong>el</strong>egados oficiales, la creación de intendencias en casi<br />

todas las regiones de América y la reducción de las labores<br />

asignadas a instituciones tradicionales como los<br />

cabildos, se tendió a limitar fuertemente la influencia<br />

criolla en los gobiernos coloniales hacia la segunda mitad<br />

d<strong>el</strong> siglo, al punto que <strong>el</strong> período ha sido llamado<br />

de “segunda conquista” peninsular sobre América 20 .<br />

18 Rosemarie Terán Najas, “La Iglesia en los Andes en <strong>el</strong> siglo XVIII”, en Garrido, ed., Historia de América<br />

andina…, p. 185 ss. Los entrecomillados d<strong>el</strong> párrafo provienen de las páginas 185 y 188, respectivamente.<br />

19 Garrido, “América y España…”, p. 32.<br />

20 Quien popularizó <strong>el</strong> término fue <strong>el</strong> historiador norteamericano John Lynch. Ver, por ejemplo, <strong>el</strong> prefacio<br />

de su célebre The Spanish American Revolutions, 1808-1826, Charlotesville, Universidad de Virginia/<br />

Weidenf<strong>el</strong>d and Nicholson, 1973.


SERIE ESTUDIOS 27<br />

No es secreto que este nuevo procedimiento centralista<br />

no fue siempre bien recibido por las oligarquías<br />

provinciales, y ni siquiera siempre bien visto por los<br />

estamentos sociorraciales inferiores, en tanto su aplicación<br />

significó <strong>el</strong> inicio de una ruptura d<strong>el</strong> “equilibrio<br />

y la r<strong>el</strong>ativa armonía que había permitido la conservación<br />

de las colonias por tres siglos” 21 .<br />

Aun desde sus primeras acciones efectivas, estas reformas<br />

administrativas representaron un golpe directo<br />

contra la Presidencia de Quito, siendo quizá <strong>el</strong><br />

ejemplo más ilustrativo <strong>el</strong> de la reorganización territorial.<br />

Poco después de la creación de una Secretaría<br />

de Estado para las Indias bajo <strong>el</strong> reinado de F<strong>el</strong>ipe V, la<br />

Corona española erigió <strong>el</strong> Virreinato de la Nueva Grada,<br />

y conjuntamente con <strong>el</strong>lo anuló las Audiencias de<br />

Quito y Panamá en 1717. Desde ese año hasta 1720,<br />

Quito fue una provincia de la Nueva Granada sin fueros<br />

jurisdiccionales. En 1723, <strong>el</strong> nuevo virreinato fue<br />

<strong>el</strong>iminado temporalmente, con lo que Quito retomó<br />

la estructura anterior de tribunal supeditado al virrey<br />

de Lima. Finalmente, la Audiencia pasó a ser de nuevo<br />

parte d<strong>el</strong> virreinato presidido por Santa Fe cuando<br />

este fue reinstaurado de manera definitiva en 1739.<br />

Aunque en total las autoridades quiteñas solamente<br />

habían pasado tres años fuera de sus funciones establecidas<br />

por más de siglo y medio —desde la creación<br />

de la Audiencia en 1563—, <strong>el</strong> hecho representó un<br />

duro tropiezo para las aspiraciones locales, además<br />

de una evidente muestra de la condición periférica y<br />

subordinada que la provincia en crisis había adoptado<br />

ante los ojos de las autoridades metropolitanas. De<br />

ahí que se haya señalado, por ejemplo, que la inclusión<br />

de Quito en la estructura d<strong>el</strong> nuevo virreinato<br />

haya respondido sobre todo a motivos defensivos,<br />

siendo esta provincia en lo sucesivo una importante<br />

fuente d<strong>el</strong> financiamiento para la protección de las<br />

plazas marítimas d<strong>el</strong> Caribe neogranadino, en especial<br />

<strong>el</strong> puerto de Cartagena 22 .<br />

Las reformas en <strong>el</strong> orden administrativo y económico<br />

significaron para Quito la evidencia más palpable<br />

de una preocupación que era paulatinamente más<br />

importante para la clase criolla: su inevitable pugna<br />

con <strong>el</strong> resto de poderes regionales, ante muchos de<br />

los cuales se encontraba en desventaja y bajo sujeción.<br />

Conforme se acercó <strong>el</strong> final d<strong>el</strong> siglo, y de manera muy<br />

explícita durante los años de las primeras gestas independentistas,<br />

las élites quiteñas pugnaron cada vez<br />

más por dejar en claro sus pretensiones e intereses en<br />

r<strong>el</strong>ación al panorama continental. Quito estuvo muy<br />

consciente de su ruina, y quiso reaccionar aludiendo<br />

a su antiguo esplendor tanto por medio d<strong>el</strong> reclamo<br />

de las prerrogativas que poco a poco se le escapaban<br />

21 Garrido, “América y España…”, p. 29.<br />

22 Ibíd., p. 30 ss., y Rosemarie Terán Najas, “Sinopsis histórica d<strong>el</strong> siglo XVIII”, en Ayala Mora, ed.,<br />

Nueva Historia d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen 4…, p. 271 ss.


28<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

de las manos como de la súplica por la concreción de<br />

proyectos que se vislumbraban como posibles panaceas<br />

al estancamiento. Ahí, por ejemplo, <strong>el</strong> soñado<br />

camino de Malbucho para encontrar una salida más<br />

directa al Océano Pacífico, la discusión sobre los estancos<br />

al aguardiente o las quinas, <strong>el</strong> reiterado rechazo<br />

a las importaciones de paños y bayetas provenientes<br />

de Europa, la pugna por <strong>el</strong> control de las rutas comerciales<br />

con <strong>el</strong> Cauca, etc.<br />

A través de esta reestructuración virreinal y de los<br />

consecuentes cambios en las autoridades de gobierno,<br />

la Audiencia de Quito se vio sumida en una ambivalencia<br />

de autoridad que minó la legitimidad d<strong>el</strong><br />

poder monárquico —aunque sin llegar a ponerlo en<br />

duda, al menos de manera explícita, hasta ya entrado<br />

<strong>el</strong> siguiente siglo— y profundizó <strong>el</strong> descontento de las<br />

élites locales, las cuales se vieron obligadas a defender<br />

su categoría ante normativas regias que, vistas desde<br />

aquí, ni correspondían a la realidad jerárquica que la<br />

provincia merecía por su presunto derecho histórico,<br />

ni representaban una comprensión —o aceptación<br />

siquiera— de su caótico estado socioeconómico d<strong>el</strong><br />

momento. A grandes rasgos, sin embargo, esas normativas<br />

fueron los principales procedimientos con<br />

los que España reaccionó durante <strong>el</strong> siglo XVIII ante<br />

<strong>el</strong> hecho evidente de su decaimiento frente al resto<br />

de potencias. Las políticas borbónicas fueron, además,<br />

<strong>el</strong> resultado natural de una época que buscó una<br />

concentración d<strong>el</strong> poder bajo la noción global d<strong>el</strong><br />

despotismo <strong>ilustrado</strong>, <strong>el</strong> cual implicó un replanteamiento<br />

frente a las realidades socioeconómicas imperantes<br />

con base en un análisis centrado en <strong>el</strong> conocimiento<br />

empírico y la planificación, una concentración<br />

de facultades en las manos de especialistas —la “Corte<br />

ilustrada”— y un manejo racionalizado d<strong>el</strong> gobierno y<br />

las finanzas públicas.<br />

Así, <strong>el</strong> Estado centralista procuró consolidar un dominio<br />

hasta entonces nunca visto ni ensayado sobre las<br />

colonias en América. En más de un sentido, sus intentos<br />

fueron exitosos: las recaudaciones fiscales aumentaron,<br />

los gobiernos se vieron obligados a ceder ante<br />

la organización burocrática venida de España y la Iglesia<br />

vio reducido su poder. En términos concretos, sin<br />

embargo, nada de lo hecho por los Borbones significó<br />

un triunfo a largo plazo. Las condiciones en América<br />

habían alcanzado un punto de autonomía efectiva<br />

que no podía ser ignorado por decreto, y <strong>el</strong> progresivo<br />

sentir localista de oposición a la metrópoli finalmente<br />

habría de desembocar en un abierto rechazo a la<br />

sujeción política y en una compleja búsqueda —proceso<br />

en sí mismo complicado, ambiguo y que duraría<br />

al menos dos décadas— de autonomías nacionales.<br />

Visto <strong>el</strong> panorama en su conjunto, resulta evidente la<br />

complicada situación de la Presidencia de Quito durante<br />

<strong>el</strong> siglo que se ha procurado sintetizar en estas<br />

páginas. Hemos visto que tanto las condiciones externas<br />

de la política y la economía globales como los hechos<br />

internos concretos d<strong>el</strong> gobierno colonial español


SERIE ESTUDIOS 29<br />

atentaron por diversas vías a su integridad y contribuyeron<br />

a prolongar —y aun agravar— la crisis generalizada.<br />

Los quiteños de la élite percibieron con creciente<br />

frustración e impotencia que casi ninguna de las reacciones<br />

de la Corona se ajustaba a sus anh<strong>el</strong>os e intereses.<br />

En la capital de la Audiencia, además, la situación<br />

era aún más dramática, ya que se percibía con temor<br />

que la decadencia se agudizaba conforme las regiones<br />

vecinas encontraban caminos para abandonar <strong>el</strong> declive.<br />

Se ha notado, por ejemplo, que hacia las últimas<br />

décadas d<strong>el</strong> siglo XVIII se generó una r<strong>el</strong>ativa bonanza<br />

en la economía de la Sierra sur, especialmente a través<br />

de la migración de la fuerza de trabajo proveniente d<strong>el</strong><br />

norte, la consolidación de un sustento regional de productos<br />

agrícolas básicos, la recolección y exportación<br />

de la quina o cascarilla, y la conquista de los mercados<br />

costeños y nor-peruanos de ropa y t<strong>el</strong>a de baja calidad.<br />

A su vez, Guayaquil, que hasta la primera mitad<br />

d<strong>el</strong> siglo había sido un puerto pequeño y de segundo<br />

orden, empezó a vivir su primer despegue económico<br />

gracias al auge cacaotero 23 .<br />

Al igual que los cambios propulsados por la Corona<br />

fueron una reacción frente al estado de las cosas, en<br />

Quito y <strong>el</strong> resto de América también se hizo evidente<br />

la necesidad de reforma. Los mecanismos para llevarla a<br />

cabo, sin embargo, no serían tan decididos ni fáciles de<br />

rastrear como aqu<strong>el</strong>los de la oficialidad en <strong>el</strong> poder. El<br />

espíritu reformador d<strong>el</strong> siglo de la Ilustración habría de<br />

adoptar matices específicos en la América hispana. Los<br />

int<strong>el</strong>ectuales que evaluaron, discutieron y buscaron respuestas<br />

a las condiciones imperantes habrían, pues, de<br />

abrirse camino en una realidad que combinaba, a veces<br />

en forma armónica, aspectos antagónicos de la herencia<br />

escolástica medieval con los nuevos paradigmas d<strong>el</strong><br />

racionalismo y la ciencia. En ese contexto surgieron las<br />

voces críticas de las generaciones que, en ese momento<br />

particular, tuvieron que buscar una alternativa de futuro<br />

para sus provincias, sus ciudades, su gente. Como bien<br />

se ha señalado, “fue precisamente la crítica situación<br />

general que reinaba en aqu<strong>el</strong>los tiempos, […] <strong>el</strong> factor<br />

decisivo para <strong>el</strong> surgimiento de un pensar crítico” 24 .<br />

Más que de una “Ilustración quiteña” estrictamente<br />

d<strong>el</strong>imitada, debe hablarse de una “Ilustración americana”,<br />

pues Quito compartió con <strong>el</strong> resto de colonias<br />

<strong>el</strong> cúmulo de expectativas ante la evolución de un<br />

mundo cada vez más interconectado y en disputa, así<br />

como la asimilación d<strong>el</strong> pensamiento que ante él se<br />

producía tanto en Europa como en la propia América.<br />

De hecho, tal “Ilustración americana” no dista mucho<br />

de lo que podría entenderse como “Ilustración española”,<br />

sino que es parte de <strong>el</strong>la, y a menudo los rasgos<br />

distintivos que pueden establecerse para esta última<br />

23 Bustos Lozano, “Tercer período…”, pp. 83-84.<br />

24 Carlos Paladines, “Estudio introductorio”, en Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano, Biblioteca<br />

Básica d<strong>el</strong> Pensamiento Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación Editora Nacional, 1981, p. 18.


30<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

son válidos para <strong>el</strong> conglomerado de todo <strong>el</strong> Imperio<br />

español en su conjunto, tanto en <strong>el</strong> Viejo como en <strong>el</strong><br />

Nuevo Mundo. Se ha dicho, pues, que la Ilustración<br />

en las colonias españolas de América fue un esfuerzo<br />

conjunto de los hombres de cultura —ya sean mestizos,<br />

criollos o chapetones—, por renovar una visión<br />

de la realidad que hasta entonces se había mantenido<br />

bastante estática, arraigada en las creencias arcaicas<br />

d<strong>el</strong> medioevo y a todas luces obsoleta frente a las<br />

nuevas condiciones d<strong>el</strong> panorama socioeconómico<br />

mundial. Hay que entender, por tanto, que al hablar<br />

de “Ilustración americana” estamos hablando de un<br />

proceso intercontinental, que buscó una renovación<br />

conjunta de España —para ese entonces la “patria”<br />

de hispanos europeos y americanos— e imposible de<br />

deslindar d<strong>el</strong> impulso reformista de los Borbones 25 , si<br />

bien con sustanciales diferencias de lo que significó <strong>el</strong><br />

movimiento <strong>ilustrado</strong> en toda Europa, especialmente<br />

fuera de la península Ibérica.<br />

La Ilustración, heredera como era d<strong>el</strong> humanismo secular<br />

renacentista, pretendió replantear todo <strong>el</strong> ámbito<br />

d<strong>el</strong> conocimiento humano y traducirlo a términos<br />

de un racionalismo antropocéntrico moderno, combatiendo<br />

por ende <strong>el</strong> teocentrismo imperante en Europa<br />

durante siglos, así como las costumbres, creencias<br />

y prácticas vernáculas ancladas en concepciones<br />

mito-poéticas e irracionales. Ya que en Hispanoamérica,<br />

largo tiempo tut<strong>el</strong>ada por <strong>el</strong> c<strong>el</strong>oso gobierno español,<br />

los ímpetus d<strong>el</strong> Renacimiento y la Reforma protestante<br />

habían sido más bien reducidos —además<br />

de ocultos y subyugados por <strong>el</strong> sensualismo místico<br />

d<strong>el</strong> Barroco—, <strong>el</strong> influjo de la cultura ilustrada significó<br />

una primera figura de la Modernidad, que apoyándose<br />

en un nuevo tipo de saber, inició un balance<br />

d<strong>el</strong> pasado y <strong>el</strong> presente de las sociedades<br />

locales, y una evaluación de sus posibilidades<br />

futuras, tarea que tuvo como resultados centrales,<br />

de una parte, la incorporación a la vida<br />

social de nuevos ideales (metas, valores, aspiraciones)<br />

para la vida social y colectiva; y de otra<br />

parte, la formación de un pensamiento utópico,<br />

que se expresó en una permanente actitud proyectista<br />

(la idea de reforma de la sociedad) 26 .<br />

Bajo estos principios habrán de comprenderse los<br />

ánimos de los cuales están llenas las discusiones y<br />

propuestas de la época, incluso desde sus complejas<br />

expresiones a menudo cargadas de lo que podría entenderse<br />

como una “anti-ilustración” o un escolasticismo<br />

tardío. El hecho de que de España a América<br />

haya llegado más bien poco d<strong>el</strong> impulso racionalista<br />

25 Renán Silva, “La crítica ilustrada de la realidad”, en Garrido, ed., Historia de América andina…, pp. 363-365.<br />

26 Ibíd., p. 367. Resaltados en <strong>el</strong> original.


SERIE ESTUDIOS 31<br />

y pre-capitalista que venía reforzándose en <strong>el</strong> resto<br />

de Europa desde por lo menos <strong>el</strong> siglo XV no tenía<br />

que ver propiamente con una imposición exclusiva<br />

a las colonias, sino más bien a que la propia España,<br />

decana d<strong>el</strong> catolicismo conservador y políticamente<br />

desconfiada de los cambios que anunciaba la nueva<br />

era, había <strong>el</strong>la mismo quedado excluida d<strong>el</strong> panorama<br />

más “progresista” de Occidente. De forma paradójica,<br />

la acumulación de riquezas provenientes de América<br />

hicieron de España un Estado más preocupado por<br />

defender su economía suntuaria que por promover <strong>el</strong><br />

desarrollo económico e int<strong>el</strong>ectual en sus territorios.<br />

A eso habría de aumentarse <strong>el</strong> temor ante <strong>el</strong> influjo de<br />

los avances protestantes para hacer de España una de<br />

las naciones más conservadoras y rígidas de Europa,<br />

y de ahí su apuro por resguardar su extendido Imperio<br />

de lo que se veía como pensamiento pernicioso y<br />

hasta inmoral proveniente especialmente de Francia<br />

e Inglaterra.<br />

A España habrían de llegar las “luces” de la Ilustración<br />

con un marcado barniz local y plenamente subordinadas<br />

al c<strong>el</strong>o de la doctrina católica. De hecho, su<strong>el</strong>e<br />

marcarse como primera gran figura de la Ilustración en<br />

la península al r<strong>el</strong>igioso benedictino Benito Jerónimo<br />

Feijoo (1676-1764), cuya producción int<strong>el</strong>ectual se<br />

difundió a partir de 1726 y alcanzó plena influencia<br />

hacia mediados d<strong>el</strong> siglo. Feijoo criticó <strong>el</strong> fundamento<br />

escolástico-aristotélico de la pedagogía, al tiempo que<br />

“defendía <strong>el</strong> método experimental, guiado por la razón<br />

humana”, tomado especialmente de las vertientes<br />

inglesa y francesa, con lo cual “dio los fundamentos<br />

de una total renovación de la discusión int<strong>el</strong>ectual”<br />

en España 27 . Los textos d<strong>el</strong> benedictino estuvieron al<br />

alcance de lectores americanos casi al mismo tiempo<br />

en que vieron la luz en España, y no son pocos los estudiosos<br />

que han puesto en r<strong>el</strong>ieve <strong>el</strong> gran renombre<br />

que tuvieron esas lecturas entre los int<strong>el</strong>ectuales de la<br />

Audiencia de Quito 28 .<br />

Sin embargo, la crítica de Feijoo nunca se acercó siquiera<br />

a ser antimonárquica, y mucho menos antieclesiástica,<br />

limitándose a señalar la caducidad d<strong>el</strong> aristot<strong>el</strong>ismo<br />

y de los métodos educativos de la época, en<br />

donde se veía <strong>el</strong> origen d<strong>el</strong> estancamiento y <strong>el</strong> atraso.<br />

Ese cariz sería denominador común de la postura<br />

peninsular en lo futuro. Nunca, ni aun en su máximo<br />

apogeo, <strong>el</strong> pensamiento <strong>ilustrado</strong> español —ni en<br />

Europa ni en América— se acercó a la radicalización<br />

vivida en Francia durante los años de su Revolución,<br />

27 Ekkehart Keeding, Surge la Nación. La Ilustración en la Audiencia de Quito (1725-1812), Biblioteca<br />

d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 1, Quito, BCE, 2005, p. 14. Esta obra representa <strong>el</strong> estudio más completo<br />

que se ha hecho acerca d<strong>el</strong> movimiento <strong>ilustrado</strong> tal como se lo vivió en Quito durante <strong>el</strong> siglo XVIII.<br />

Gran parte de los postulados que vienen a continuación son deudores directos de este trabajo.<br />

28 Ibíd., pp. 176 ss.


32<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

y <strong>el</strong> regicidio cometido en esa nación vecina no pudo<br />

sino ser considerado un completo atentado contra<br />

<strong>el</strong> orden imperante, al cual se entendía como consolidado<br />

por derecho histórico y aun c<strong>el</strong>estial. En ese<br />

sentido, aun después de la Independencia, <strong>el</strong> radicalismo<br />

francés siguió siendo visto con temor y rec<strong>el</strong>o,<br />

a pesar de que, en la práctica, una gran cantidad de<br />

las conquistas ciudadanas de la Revolución Francesa<br />

fueron acogidas y asimiladas a plenitud en la configuración<br />

político-teórica de los nuevos Estados<br />

hispanoamericanos.<br />

Bajo la impronta de Feijoo y sus seguidores, hacia<br />

la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo XVIII, la actitud espiritual<br />

generada por <strong>el</strong> movimiento <strong>ilustrado</strong> era en España<br />

ya la corriente central d<strong>el</strong> pensamiento. De hecho, <strong>el</strong><br />

auge de la Ilustración española se consolidó alrededor<br />

d<strong>el</strong> monarca Carlos III y su círculo de <strong>ilustrado</strong>s,<br />

algunos de <strong>el</strong>los ministros, en especial de Pedro Pablo<br />

Abarca de Bolea, conde de Aranda (1719-1798),<br />

Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-1802), José<br />

Moriño y Redondo, conde de Floridablanca (1728-<br />

1808) y Francisco Cabarrús (1752-1810). Todos <strong>el</strong>los<br />

encajan con <strong>el</strong> prototipo d<strong>el</strong> “hombre <strong>ilustrado</strong>” de<br />

la época, que, con base en los planteamientos antes<br />

resumidos, “se consideraba justo reformador de<br />

toda pedagogía, d<strong>el</strong> derecho, de la economía, de la<br />

política y hasta de las bases d<strong>el</strong> pensar mismo” 29 .<br />

A estos nombres habría que sumar aqu<strong>el</strong> fundamental<br />

de Gaspar M<strong>el</strong>chor de Jov<strong>el</strong>lanos (1744-1811),<br />

otro de los pilares fundamentales de la Ilustración en<br />

España y allegado cercano de los antes mencionados.<br />

El auge, pues, d<strong>el</strong> despotismo <strong>ilustrado</strong> en España coincidió<br />

e incluso dio forma al carácter de las modificaciones<br />

que la Corona procuró implementar sobre<br />

América. Eso explica que la mayoría de int<strong>el</strong>ectuales<br />

de la época d<strong>el</strong> otro lado d<strong>el</strong> Atlántico —los “<strong>ilustrado</strong>s<br />

americanos”— no hayan manifestado oposición<br />

a las políticas reales sino en términos abstractos —<br />

cuando lo creyeron pertinente—, y más bien hayan<br />

visto en <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de la monarquía absolutista de<br />

Carlos III un ejemplo de buena administración, espíritu<br />

progresista y legítimo derecho de gobierno. Las<br />

tensiones generadas entre las élites criollas y la Corona<br />

no menoscabaron <strong>el</strong> camino poco a poco abierto<br />

por <strong>el</strong> pensamiento <strong>ilustrado</strong> americano, tanto en su<br />

vertiente secular como eclesiástica, y menos su apego<br />

espiritual por <strong>el</strong> impulso reformador de las ideas que<br />

estuvieron en la base d<strong>el</strong> accionar d<strong>el</strong> gobierno peninsular,<br />

aunque a la larga, con <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo, estas<br />

mismas ideas hayan significado una ruptura insostenible<br />

y hayan encaminado a ese mismo pensamiento<br />

hacia la afirmación de las nacionalidades locales y <strong>el</strong><br />

consecuente anh<strong>el</strong>o de la autonomía política.<br />

29 Ibíd., p. 13.


SERIE ESTUDIOS 33<br />

En síntesis, puede decirse que fue precisamente <strong>el</strong> clima<br />

int<strong>el</strong>ectual de la Ilustración <strong>el</strong> que permitió tanto<br />

la asimilación de los nuevos <strong>el</strong>ementos de la cosmovisión<br />

moderna propugnada por Occidente como la<br />

gestación local de una identidad autónoma y auténtica.<br />

El esfuerzo comprensivo hacia la realidad local y<br />

concreta tuvo como desenlace evidente e inevitable<br />

la valoración de esa misma realidad y su consecuente<br />

apropiación en términos de individualidad y distinción.<br />

La América hispana como nunca antes empezó<br />

a verse a sí misma como sujeto histórico plenamente<br />

constituido y, por ende, esencialmente autónomo.<br />

Eso explica la energía identitaria y localista de los proyectos<br />

int<strong>el</strong>ectuales y científicos más destacados de la<br />

época —muchos de <strong>el</strong>los propugnados y financiados<br />

por la misma Corona—, como lo fueron las expediciones<br />

botánicas lideradas por José C<strong>el</strong>estino Mutis<br />

en Nueva Granada, e Hipólito Ruiz en <strong>el</strong> Perú 30 .<br />

En <strong>el</strong> caso específico de la Real Audiencia de Quito, hecho<br />

destacado en tanto primer contacto directo y efectivo<br />

con representantes d<strong>el</strong> movimiento <strong>ilustrado</strong> europeo<br />

fue la visita de la Misión Geodésica Francesa. Gracias<br />

a <strong>el</strong>lo, a partir de 1736 y durante los siguientes años,<br />

Quito vivió un “ambiente de modernización” que se<br />

sustentó en las actividades de la misión y sus “experimentos<br />

científicos sobre la base de la física experimental,<br />

introduciéndola de hecho en [la] ciudad en forma<br />

extra-académica y superando a la física especulativa de<br />

los escolásticos” 31 . Es interesante notar que fue con la<br />

visita de los geodésicos que tomaron r<strong>el</strong>evancia por primera<br />

vez personalidades decisivas en <strong>el</strong> proceso de la<br />

Ilustración quiteña como lo fueron <strong>el</strong> científico riobambeño<br />

Pedro Vicente Maldonado o <strong>el</strong> sacerdote jesuita<br />

Juan Magnin, lo cual indica que Quito era ya terreno<br />

fecundo en <strong>el</strong> que crecía <strong>el</strong> interés por <strong>el</strong> humanismo<br />

<strong>ilustrado</strong> y su inclinación hacia <strong>el</strong> análisis empírico.<br />

De hecho, como bien se ha señalado, <strong>el</strong> saber perseguido<br />

y divulgado por los <strong>ilustrado</strong>s no era cosa<br />

nueva entre los int<strong>el</strong>ectuales de las colonias. Desde<br />

hace tiempo “en Hispanoamérica se discutía <strong>el</strong> fenómeno<br />

[…] de la Ilustración. Se aceptaba o refutaba<br />

sus postulados, o bien se los transformaba a través<br />

de muy distintos canales y diferentes métodos, debido<br />

a las condiciones imperantes en <strong>el</strong> continente” 32 .<br />

Casi todo <strong>el</strong> proceso de la penetración d<strong>el</strong> pensamiento<br />

<strong>ilustrado</strong> en las colonias españolas podría<br />

30 Silva, “La crítica ilustrada…”, p. 380 ss. Valga notar que las dos cabezas expedicionarias eran españolas,<br />

lo que refuerza la idea antes señalada de que por “Ilustración americana” debemos entender esfuerzo<br />

y mérito no exclusivo de los americanos.<br />

31 Samu<strong>el</strong> Guerra Bravo, “La cultura en la época colonial”, en Enrique Ayala Mora, ed., Nueva Historia<br />

d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen 5, Época Colonial III, Quito, Corporación Editora Nacional/Grijalbo, 1989, p. 153.<br />

32 Keeding, Surge la Nación…, p. 17.


34<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

describirse como una progresiva asimilación —y conciliación—<br />

de los postulados universalistas de la ciencia<br />

y la razón dentro d<strong>el</strong> orden católico de la sociedad<br />

y la cultura. De ahí que personalidades ilustradas<br />

como <strong>el</strong> quiteño Eugenio <strong>Espejo</strong> (1747-1795), a pesar<br />

de su gran erudición y su vasto interés por los temas<br />

modernos d<strong>el</strong> conocimiento científico, hayan insistido<br />

de manera tan marcada en la validez d<strong>el</strong> pensamiento<br />

católico primitivo, representado por los textos<br />

de los Padres de la Iglesia y los propios Evang<strong>el</strong>ios. La<br />

Ilustración americana fue, por tanto, una Ilustración<br />

católica, y por ende de carácter conservador, regalista<br />

y monárquico.<br />

Se ha demostrado con detalle que la cultura ilustrada<br />

d<strong>el</strong> libro tuvo plena difusión en Quito, donde tanto<br />

r<strong>el</strong>igiosos como laicos tuvieron a su disposición ingentes<br />

colecciones bibliográficas mucho más actualizadas<br />

de lo que podría imaginarse si se piensa en los rudimentarios<br />

sistemas de comunicación de la época 33 .<br />

Antes de 1767, los jesuitas administraron tres bibliotecas<br />

importantes en Quito: la Biblioteca General de<br />

la Compañía de Jesús, la Librería d<strong>el</strong> Colegio y Seminario<br />

de San Luis, y la Biblioteca de la Universidad de<br />

Gregorio Magno. En <strong>el</strong>las se albergaba un porcentaje<br />

considerable de los 30 000 volúmenes que Humboldt<br />

calculara para 1732 como <strong>el</strong> total de la colección jesuita<br />

en la Real Audiencia. Por su parte, mercedarios,<br />

franciscanos, agustinos y dominicos mantenían también<br />

bibliotecas sumamente significativas. Aunque<br />

esas bibliotecas se caracterizaban por <strong>el</strong> carácter conservador-católico<br />

que hemos destacado d<strong>el</strong> proceso<br />

de la Ilustración hispana, en todas esas colecciones se<br />

ha constatado que existía una numerosa bibliografía<br />

para entonces considerada “moderna”, y que no era<br />

cosa poco común que <strong>el</strong> clero en Quito tuviera acceso<br />

a “textos completamente contrarios al objetivo y a<br />

la función d<strong>el</strong> Índice de libros prohibidos, e incluso a las<br />

intenciones de Feijoo” 34 .<br />

Aparte de las grandes bibliotecas eclesiásticas que<br />

funcionaban como instrumento semi-público en seminarios<br />

y universidades, la capital de la Audiencia<br />

llegó a albergar hacia finales d<strong>el</strong> siglo y principios d<strong>el</strong><br />

siguiente a un gran número de bibliotecas privadas,<br />

casi todas pertenecientes a las familias más representativas<br />

de la élite criolla. Francisco José de Caldas, de<br />

visita desde la Nueva Granada como d<strong>el</strong>egado de la<br />

expedición botánica de Mutis, anunciaba en 1801<br />

“que casi todas las personas particulares, con prestigio,<br />

33 Gracias a una exhaustiva investigación, Keeding ha llegado reconstruir parcialmente <strong>el</strong> estado<br />

de las bibliotecas quiteñas durante <strong>el</strong> s. XVIII, así como la cercanía temporal entre la publicación<br />

de importantes tratados europeos y su aparición en las colecciones quiteñas. Ver Keeding,<br />

Surge la Nación…, pp. 53-64 y 259-304.<br />

34 Ibíd., p. 53 ss. y 139 ss. El dato de Humboldt está en la p. 54. La última cita viene de la p. 153.


SERIE ESTUDIOS 35<br />

poseían bibliotecas con autores modernos en Quito”<br />

35 . Además de las colecciones personales de los<br />

obispos José Pérez Calama y José Cuero y Caicedo,<br />

vale destacar la biblioteca de Migu<strong>el</strong> de Jijón y León<br />

—compuesta en parte por una gran cantidad de volúmenes<br />

que vinieron en su equipaje desde Europa en<br />

1786—, la de José Mejía Lequerica —más grande que<br />

la anterior cuando se hizo su inventario en 1806—, y la<br />

de Manu<strong>el</strong> Rodríguez de Quiroga —la más completa<br />

de la época en materia de jurisprudencia—. Muchas<br />

de estas bibliotecas contenían obras prohibidas por la<br />

Corona o la Iglesia, además de tomos que habían sido<br />

recibidos directamente de manos de filósofos como<br />

Diderot o Holbach 36 .<br />

Mención aparte debe recibir la propia biblioteca de<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>, ecléctica e interesante colección que,<br />

según se colige de lo que se ha logrado reconstruir,<br />

hace honor a la memoria de la persona que “tuvo más<br />

conocimiento [tanto] sobre publicaciones europeas<br />

d<strong>el</strong> pasado como de aqu<strong>el</strong> preciso momento”. Con<br />

base en los libros que han podido determinarse como<br />

pertenecientes al propio <strong>Espejo</strong> y la enorme cantidad<br />

de referencias que él mismo dejó en sus escritos, es<br />

evidente la afiliación cosmopolita d<strong>el</strong> pensador quiteño,<br />

plenamente inserto en la actualidad d<strong>el</strong> momento<br />

d<strong>el</strong> pensamiento universal y muy al tanto de lo que<br />

en Europa y América se producía de última tinta. Se<br />

ha dicho, por ejemplo, que “imbuido d<strong>el</strong> espíritu iluminista,<br />

[<strong>Espejo</strong>] se propuso crear un saber enciclopédico<br />

útil en América”, por lo que, entre otras cosas,<br />

“su biblioteca refleja <strong>el</strong> optimismo ingenuo de los enciclopedistas<br />

europeos, al suponer que la dignidad d<strong>el</strong><br />

pensamiento y <strong>el</strong> efecto de sus escritos cambiarían<br />

toda una época” 37 .<br />

Como señalamos hace poco, la “modernidad” de la<br />

bibliografía existente no era exclusiva de las bibliotecas<br />

particulares. Las órdenes r<strong>el</strong>igiosas disponían también<br />

de material cercano a los ideales <strong>ilustrado</strong>s más<br />

importantes. Aunque desde <strong>el</strong> Concilio de Trento<br />

(1545-1563) los estudios de filosofía y teología se fundamentaban<br />

por dogma en <strong>el</strong> rigorismo peripatético<br />

de Tomás de Aquino y sus seguidores, para mediados<br />

d<strong>el</strong> siglo XVIII era prácticamente imposible detener<br />

<strong>el</strong> avance de las ideas que se desprendían de los nuevos<br />

descubrimientos y planteamientos científicos. No<br />

es sorprendente, pues, que en las bibliotecas jesuitas,<br />

franciscanas, dominicas y demás se encontrasen textos<br />

a través de los cuales se tenía acceso —ya sea directamente<br />

o por medio de una gran variedad de escritos<br />

escolares— a tesis como las de Copérnico, Kepler,<br />

35 Carta de Caldas d<strong>el</strong> 6 de octubre de 1810. Tomada de Ibíd., pp. 151-152.<br />

36 Ibíd., p. 289 ss.<br />

37 Ibíd., p. 275.


36<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Descartes, Newton, Malebranche, Musschenbroek y<br />

muchísimos otros 38 . Es evidente, pues, que en los conventos<br />

de Quito se buscaba tener acceso a la literatura<br />

moderna, especialmente de autores extranjeros —esto<br />

es, no españoles— y participar así d<strong>el</strong> comercio int<strong>el</strong>ectual<br />

d<strong>el</strong> Siglo de las Luces.<br />

Todo este cúmulo de bibliografía pone en r<strong>el</strong>evancia<br />

<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de distribución de las ideas ilustradas en Quito<br />

hacia mediados y finales d<strong>el</strong> siglo. Así mismo, da muestra<br />

de que no era excepción ni novedad en la época<br />

la pertenencia int<strong>el</strong>ectual a ese universo espiritual de la<br />

Ilustración. La transformación paulatina que se puede<br />

rastrear en los estudios universitarios responde a este<br />

panorama evolutivo que llevó a la int<strong>el</strong>ectualidad quiteña<br />

desde un pensamiento escolástico —ya en desmoronamiento<br />

desde la primera mitad d<strong>el</strong> siglo— hacia<br />

un pensamiento ecléctico y de ahí a un pensamiento<br />

<strong>ilustrado</strong> 39 . Este proceso ha sido acertadamente llamado<br />

de “emancipación de pensamiento”, y en una de sus<br />

facetas puede r<strong>el</strong>acionarse con la “renovación de los<br />

estudios de filosofía” llevada a cabo por los centros de<br />

enseñanza universitaria de la ciudad 40 .<br />

La educación, restringida a la clase noble y criolla en<br />

materias de Filosofía, Teología y Leyes, era un monopolio<br />

de la Iglesia que se administraba a través de establecimientos<br />

regidos por las órdenes r<strong>el</strong>igiosas. Los<br />

más importantes fueron <strong>el</strong> Colegio Mayor de San Luis<br />

y la Universidad de San Gregorio Magno, de los jesuitas,<br />

existentes desde 1594 y 1622, respectivamente, y<br />

<strong>el</strong> Colegio de San Fernando y la Universidad de Santo<br />

Tomás, de los dominicos, existentes desde 1688. A estos<br />

habrían de sumarse diversas instituciones de menor<br />

prestigio como los colegios de San Buenaventura, de<br />

Misiones y de San Diego, franciscanos, y la Academia<br />

de San Fulgencio, agustina, dando como resultado una<br />

ingente actividad académica si se piensa que la ciudad<br />

no llegó a superar los 30 000 habitantes en <strong>el</strong> transcurso<br />

d<strong>el</strong> siglo y se situaba más cerca de los 20 000 a inicios<br />

d<strong>el</strong> siguiente 41 .<br />

38 Ibíd., p. 53-64 y 139-153. Son muy rev<strong>el</strong>adoras las listas que hace <strong>el</strong> autor de los libros registrados<br />

como pertenecientes a las bibliotecas eclesiásticas quiteñas de la época.<br />

39 No olvidemos aquí que, a pesar de este demostrado contacto e interés con <strong>el</strong> pensamiento <strong>ilustrado</strong><br />

europeo d<strong>el</strong> momento, <strong>el</strong> carácter de lo americano no superó <strong>el</strong> enfoque católico de tono barroco<br />

y conservador. El proceso de introducción y asimilación de las ideas ilustradas fue, por tanto,<br />

un asunto restringido al pequeño círculo de las élites blancas, ricas y educadas, al cual eventualmente<br />

podía acceder algún miembro de estamentos inferiores, como fue <strong>el</strong> caso de <strong>Espejo</strong>.<br />

40 Paladines, “Estudio introductorio”…, Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano…, p. 17 ss.<br />

41 Sobre los centros académicos, ver José María Vargas, OP, Historia de la cultura ecuatoriana, tomo<br />

2, Biblioteca de Autores Ecuatorianos Clásicos Ari<strong>el</strong>, n.º 83, Quito/Guayaquil, s. f., p. 55 ss., así como<br />

Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “El siglo XVIII quiteño”…, pp. 72-73 y Guerra Bravo “La cultura en la época colonial”…,<br />

p. 143 ss. Sobre la población de Quito, ver Minchom, El pueblo de Quito…, pp. 135 ss.


SERIE ESTUDIOS 37<br />

Aun cuando podría pensarse que fue esa tut<strong>el</strong>a de la<br />

Iglesia uno de los factores decisivos para la lenta introducción<br />

de los planteamientos <strong>ilustrado</strong>s y la correspondiente<br />

superación d<strong>el</strong> sistema escolástico —en<br />

cierta forma lo fue—, en realidad hay que dar justo<br />

mérito a la labor educativa de las órdenes r<strong>el</strong>igiosas,<br />

especialmente de los jesuitas, por haber introducido<br />

gradualmente las nuevas corrientes de pensamiento<br />

—ya sea en forma de oposición o de adherencia— en<br />

<strong>el</strong> corpus de sus cátedras universitarias. Esa inclusión<br />

inevitable abrió <strong>el</strong> espacio de discusión y ponderación<br />

de la modernidad científica, y permitió una progresiva<br />

transformación de los sistemas de pensamiento<br />

dominantes. Como bien se ha señalado, “a partir de<br />

1740, desde la cátedra, no un solo científico o pensador,<br />

sino todo un compacto grupo de padres jesuitas<br />

de la Universidad de San Gregorio inició <strong>el</strong> desmoronamiento,<br />

lento pero inexorable, de caducos aspectos<br />

de la enseñanza tradicional” 42 .<br />

Este proceso de “renovación filosófica” ha sido rastreado<br />

por los estudiosos como engranaje clave de<br />

la consolidación d<strong>el</strong> movimiento <strong>ilustrado</strong> en Quito.<br />

A su vez, sin embargo, fue una manifestación de<br />

aqu<strong>el</strong>, pues la creciente inclinación de los catedráticos<br />

jesuitas hacia los temas de la ciencia y la filosofía contemporáneas<br />

—muchos de <strong>el</strong>los prohibidos oficialmente<br />

por la Iglesia— respondía al interés general de<br />

los estratos superiores por mantenerse al día con los<br />

ideales de la época, búsqueda esta, a su vez, de incorporación<br />

al nuevo ámbito surgido ante la inevitable<br />

caducidad de la doctrina escolástica. Seguir los planteamientos<br />

cada vez más modernos de las cátedras<br />

universitarias sirve tanto para distinguir <strong>el</strong> clima int<strong>el</strong>ectual<br />

que guiaba los cuestionamientos, las prácticas<br />

y los intereses académicos de esos años como para<br />

determinar la manera específica en que se fue construyendo<br />

ese mismo clima int<strong>el</strong>ectual.<br />

Carlos Paladines, a quien seguimos en esta sección,<br />

plantea una no interrumpida sucesión de profesores<br />

de la Universidad de San Gregorio desde 1745 hasta<br />

1767 —es decir, prácticamente desde la partida de<br />

los geodésicos franceses hasta la expulsión de los jesuitas—,<br />

gracias a la cual se puede comprender con<br />

bastante detalle <strong>el</strong> proceso de apertura académica<br />

quiteña a la ciencia moderna 43 . De ese grupo —de<br />

cuya actividad se conocen méritos y alcances desiguales—<br />

destacan los sacerdotes Juan Bautista Aguirre<br />

y Juan de Hospital, ambos profesores de figuras<br />

42 Paladines, “Estudio introductorio”…, pp. 26-27.<br />

43 Los profesores listados son los sacerdotes Marco de la Vega (1745-1748), Joaquín Álvarez (1747-1750),<br />

Pedro Garrido (1750-1753), Francisco Xavier de Aguilar (1753-1756), Juan Bautista Aguirre (1756-1758),<br />

Juan de Hospital (1759-1762), Pedro Muñoz (1762-1765) y Francisco Rodríguez (1765-1767), siendo las<br />

fechas señaladas entre paréntesis los años en que duraron sus cursos en la Universidad de San Gregorio.<br />

Ibíd., pp. 31-35.


38<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

sobresalientes como Manu<strong>el</strong> Carvajal y Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

y bajo cuyos cursos llegaron a plantearse posiciones<br />

abiertamente opuestas al statu quo pretendido por la<br />

oficialidad de la Iglesia. De Aguirre, cuyo curso se dictó<br />

entre 1756 y 1758, se ha dicho que su aporte fue<br />

un notable paso ad<strong>el</strong>ante debido al “claro diálogo que<br />

establece entre ciencia y rev<strong>el</strong>ación, y la aceptación<br />

d<strong>el</strong> carácter hipotético de las explicaciones y sistemas<br />

científicos” —además d<strong>el</strong> “tratamiento de cuestiones<br />

científicas de total novedad en esos días”—, mientras<br />

que de Hospital (curso de 1759-1762) se sabe ahora<br />

que “fue <strong>el</strong> primero en la Universidad de Quito, y tal<br />

vez aun en las universidades de América d<strong>el</strong> Sur, en<br />

defender <strong>el</strong> sistema copernicano con base en las leyes<br />

de la gravedad” 44 .<br />

Coinciden estos años con dos hechos dignos de destacar<br />

en <strong>el</strong> desarrollo de la Ilustración en Quito: la introducción<br />

de la imprenta y la creación de la Academia<br />

Pichinchense, ambos acontecimientos directamente<br />

vinculados a la actividad de los jesuitas en la provincia.<br />

En cuanto a lo primero, esta había sido introducida<br />

en 1755 vía Guayaquil —con notorio atraso, si bien<br />

se sabe que Paraguay, Santa Fe y Cuba habían establecido<br />

una imprenta antes en los siglos XVII y XVIII,<br />

mientras ciudades como México y Lima disponían de<br />

una desde <strong>el</strong> siglo XVI— 45 . Afincada primeramente<br />

en Ambato, donde se hicieron al menos doce publicaciones,<br />

“las más de <strong>el</strong>las dedicadas a promover las<br />

devociones populares en aqu<strong>el</strong> entonces”, pasó luego<br />

a Quito, en 1759, y desde entonces hasta la expulsión<br />

de la Compañía de Jesús se publicaron al menos quince<br />

obras, todas vinculadas con la producción int<strong>el</strong>ectual<br />

de los jesuitas (de allí nos quedan, por ejemplo,<br />

los cursos de Aguirre y Hospital) 46 .<br />

De la Academia Pichinchense, por su parte, es poco lo<br />

que se sabe, aparte de que fue conformada hacia 1766<br />

y que aglutinó a un grupo de int<strong>el</strong>ectuales, tanto r<strong>el</strong>igiosos<br />

como seglares, interesados en “observaciones<br />

astronómicas y fenómenos físicos”, además de “desarrollar<br />

otro tipo de actividades culturales y sociales” 47 .<br />

44 bíd., pp. 34 y 36. Fue Keeding quien hizo notar que la postura copernicana y newtoniana d<strong>el</strong> padre<br />

Hospital, expresada en la tesis de filosofía de su joven alumno Manu<strong>el</strong> Carvajal, antecedió en un año<br />

al curso que dictó José C<strong>el</strong>estino Mutis en Bogotá entre 1762 y 1766, antes considerado la primera<br />

manifestación oficial y pública d<strong>el</strong> sistema de Copérnico en una universidad sudamericana. Ver Ekkehart<br />

Keeding, “Las Ciencias Naturales en la Antigua Audiencia de Quito: <strong>el</strong> sistema copernicano y las leyes<br />

newtonianas”, en Boletín de la Academia Nacional de Historia, n.º 122, 1973, p. 58.<br />

45 Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “El siglo XVIII quiteño”…, pp. 97-98.<br />

46 Vargas, Historia de la cultura ecuatoriana…, pp. 124-125.<br />

47 Guerra Bravo “La cultura en la época colonial”…, p. 154, y Paladines, “Estudio introductorio”…,<br />

Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano…, p. 37.


SERIE ESTUDIOS 39<br />

Lo r<strong>el</strong>evante es quizá la puesta en escena de un creciente<br />

grupo de laicos comprometidos con la “causa”<br />

ilustrada, expandiendo así <strong>el</strong> ámbito de la cultura oficial<br />

y la educación hacia fuera d<strong>el</strong> tut<strong>el</strong>aje eclesiástico.<br />

Con la expulsión de los jesuitas en 1767, habrían de<br />

ser <strong>el</strong>los los encargados de continuar <strong>el</strong> camino hasta<br />

entonces expresado principalmente por la actividad<br />

ideológica y educativa de la Compañía. Aunque no<br />

se conoce ni los años de funcionamiento ni una lista<br />

de los miembros de la mentada Academia, los nombres<br />

que han sido señalados en ese ámbito son aqu<strong>el</strong>los<br />

de José Pérez, Vicente Álvarez, José Salvador, José<br />

Quiroga, Migu<strong>el</strong> Rodríguez, y, por supuesto, Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong> 48 . De <strong>el</strong>los se desprende casi directamente<br />

todo <strong>el</strong> grupo de próceres <strong>ilustrado</strong>s que se involucrarían,<br />

bajo <strong>el</strong> claro s<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong> pensamiento <strong>ilustrado</strong>,<br />

en las gestas independentistas de inicios d<strong>el</strong> siglo siguiente.<br />

Habría que nombrar al menos a algunos de<br />

los discípulos, amigos y allegados de <strong>Espejo</strong>, como lo<br />

fueron Juan Pío Montúfar, Migu<strong>el</strong> Antonio Rodríguez,<br />

Juan de Dios Morales, Manu<strong>el</strong> Quiroga, Antonio Ante<br />

y Mariano Villalobos, a quienes han de sumarse algunos<br />

nombres de eclesiásticos fundamentales en <strong>el</strong><br />

proceso, como <strong>el</strong> obispo José Cuero y Caicedo, y <strong>el</strong><br />

presbítero José Luis Riofrío. Aunque no directamente<br />

involucrados en las acciones revolucionarias, <strong>el</strong> uno<br />

por su muerte en 1794 y <strong>el</strong> otro por su exilio en Cádiz,<br />

es imposible cerrar este apartado sin anotar dos nombres<br />

importantes de la Ilustración quiteña: Migu<strong>el</strong><br />

Jijón y León, y José Mejía Lequerica, ambos muy cercanos<br />

a la figura de <strong>Espejo</strong>.<br />

La expulsión de la Compañía de Jesús de 1767, además<br />

de ac<strong>el</strong>erar la emergencia de la burguesía laica ilustrada<br />

y generar un novedoso espacio de reflexión identitaria<br />

entre los jesuitas americanos exiliados en Europa<br />

—con especial énfasis en la labor d<strong>el</strong> riobambeño Juan<br />

de V<strong>el</strong>asco, que gracias a su Historia d<strong>el</strong> Reino de Quito<br />

puede ser justamente considerado uno de los tres<br />

pilares fundamentales de lo que se entendería luego<br />

como la génesis la nacionalidad ecuatoriana, según se<br />

fue configurando en <strong>el</strong> siglo XVIII, siendo los otros dos<br />

Maldonado y <strong>Espejo</strong>—, motivó la secularización de<br />

la universidad, proceso que se llevó ad<strong>el</strong>ante desde la<br />

propia Corona en las últimas décadas d<strong>el</strong> siglo. Hasta<br />

entonces, tanto <strong>el</strong> Colegio San Luis como la Universidad<br />

de San Gregorio y los diversos establecimientos<br />

educativos que los jesuitas habían dejado atrás en la<br />

Audiencia estaban en proceso decadencia luego de<br />

la expulsión, si bien en casi todos los casos las otras<br />

órdenes, en especial la dominica, habían tomado por<br />

encargo su administración y manejo 49 .<br />

Por Cédula Real d<strong>el</strong> 4 de abril de 1786, se creó la Real<br />

Universidad de Santo Tomás de la ciudad de Quito,<br />

48 Keeding, “Las Ciencias Naturales…”, p. 62, citado por Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “El siglo XVIII quiteño”…, p. 86.<br />

49 Vargas, Historia de la cultura ecuatoriana…, pp. 133-137.


40<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

en la que se fundían las dos universidades anteriores,<br />

la dominica y la jesuita. Los estatutos fueron redactados<br />

por designación de mano d<strong>el</strong> Dr. Pedro Quiñones<br />

y Cienfuegos y <strong>el</strong> Dr. M<strong>el</strong>chor Ribadeneyra, con<br />

base en los estatutos ya existentes para las universidades<br />

de Lima y México, dándose inicio a las clases<br />

en octubre de 1787. Los cursos establecidos según la<br />

ordenanza regia fueron tanto Gramática como Retórica<br />

(latín, cast<strong>el</strong>lano, literatura), Filosofía (lógica, física,<br />

metafísica), Jurisprudencia (derecho español, romano,<br />

canónico), Teología (Sagrada Escritura, Santo Tomás,<br />

teología moral) y Medicina (terapéutica, anatomía) 50 .<br />

Este hecho supone un hito de alto valor simbólico en<br />

la historia d<strong>el</strong> pensamiento <strong>ilustrado</strong> de la Real Audiencia,<br />

pues ratificó <strong>el</strong> traslado d<strong>el</strong> eje d<strong>el</strong> conocimiento<br />

d<strong>el</strong> mundo eclesiástico al mundo secular, y determinó<br />

la preponderancia de los postulados de racionalidad<br />

y cientificismo que venían en franco e inevitable ascenso.<br />

Sin embargo, no debe creerse que la creación<br />

de la universidad secular significó la plena aceptación<br />

de los ideales <strong>ilustrado</strong>s a la vez que su difusión en la<br />

enseñanza pública —y, por ende, un triunfo definitivo<br />

de la Ilustración— 51 , pues, así como se mantuvo por<br />

décadas la disputa política entre Antiguo y Nuevo<br />

Régimen, de ahí en ad<strong>el</strong>ante se continuaría una larga<br />

pugna entre propulsores y detractores de la “libertad<br />

filosófica”, siendo los primeros tanto <strong>el</strong> Consejo de<br />

Indias como la mayor parte de las autoridades de la<br />

Audiencia, los <strong>ilustrado</strong>s laicos y aun parte d<strong>el</strong> clero,<br />

y los segundos en especial los profesores dominicos<br />

que controlaban buena parte de la vida universitaria.<br />

Así, aunque en la práctica aún faltaba mucho por discutirse,<br />

está claro que “la universidad rompió en 1787<br />

oficialmente con <strong>el</strong> pasado escolástico de la enseñanza<br />

de filosofía en Quito” 52 .<br />

La reforma universitaria de finales de siglo recogió gran<br />

parte de la crítica ilustrada a la caducidad de la cultura<br />

y <strong>el</strong> sistema educativo cuyo principal estandarte había<br />

sido Eugenio <strong>Espejo</strong> desde 1779. El plan de estudios<br />

que <strong>el</strong> obispo Pérez Calama introdujera hacia 1791, así<br />

como las reformas e innovaciones de quienes tomaron<br />

su posta en tal labor —<strong>el</strong> Dr. Migu<strong>el</strong> Antonio Rodríguez<br />

(1795/1798), <strong>el</strong> presidente Francisco Luis Héctor,<br />

barón de Carond<strong>el</strong>et (1800), <strong>el</strong> jurista Luis Quijano<br />

(1803)—, fue, si no precisamente una consecuencia<br />

directa de esa crítica, sí su continuidad natural y lógica.<br />

50 Ibíd., p. 138 y Keeding, Surge la Nación…, p. 305.<br />

51 Teniendo en cuenta la definición arquetípica de la Ilustración como liberación d<strong>el</strong> hombre de su<br />

incapacidad de pensar por sí mismo y la correspondiente utilización pública de esa facultad a través<br />

de la crítica. Ver Immanu<strong>el</strong> Kant, “¿Qué es la Ilustración?” [1784], en Crítica de la razón pura. Prólogo<br />

de la segunda edición. ¿Qué es la ilustración?, 11ª ed., Valencia, Universitat de València, 2000, pp. 63-70.<br />

52 Kedding, Surge la Nación…, p. 326.


SERIE ESTUDIOS 41<br />

Lo mismo puede decirse de la Sociedad Patriótica de<br />

Amigos d<strong>el</strong> País y su emblemático periódico Primicias<br />

de la cultura de Quito, en cuyas páginas llegaron<br />

a expresarse de manera cabal y abierta, en pluma d<strong>el</strong><br />

propio <strong>Espejo</strong>, todas las aspiraciones, objetivos, sueños<br />

e ideales de la cultura ilustrada tal como se manifestó<br />

en Quito y, por extensión, en los territorios de la Real<br />

Audiencia. Esos detalles, sin embargo, son materia de<br />

próximos capítulos, pues tienen que ver directamente<br />

con la preocupación central de este estudio: <strong>el</strong> pensamiento<br />

y la obra de Eugenio <strong>Espejo</strong>.<br />

En síntesis, lo hasta aquí dicho sirve como panorama<br />

de lo que abarcó nuestro Siglo de las Luces, etapa crucial<br />

y definitoria de nuestra nacionalidad, fundadora<br />

d<strong>el</strong> proyecto que, tras luchas, turbulencias, triunfos y<br />

fracasos, diera a luz a la República d<strong>el</strong> Ecuador. Ese siglo<br />

fue también <strong>el</strong> siglo de <strong>Espejo</strong>, nuestro mayor <strong>ilustrado</strong>,<br />

en cuya memoria y figura han de continuar las<br />

páginas que siguen y para cuya comprensión hemos<br />

d<strong>el</strong>ineado esta referencia contextual a su obra, su pensamiento,<br />

su vida y su legado.<br />

La única representación d<strong>el</strong> médico quiteño hecha mientras vivía sería la que se muestra en <strong>el</strong><br />

detalle d<strong>el</strong> lienzo que reproduce una escena d<strong>el</strong> antiguo Hospital San Juan de Dios de Quito.


42<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

La fisonomía de <strong>Espejo</strong> es desconocida, salvo por una breve<br />

descripción que él hace de sí mismo en un documento tras<br />

su primer arresto y prisión en 1783. Los retratos que se tienen<br />

de él se realizaron mucho tiempo después de su muerte.


E S P E J O , E L I L U S T R A D O<br />

<strong>Espejo</strong>,<br />

<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

SERIE ESTUDIOS


SERIE ESTUDIOS 45<br />

Notas iniciales sobre la figura mayor<br />

de la Ilustración ecuatoriana<br />

Hablamos de <strong>Espejo</strong> como ecuatoriano, y esto debe decirse a boca llena.<br />

<strong>Espejo</strong> nació y murió en Quito, cuando esta ciudad era cabeza de una<br />

provincia española, y <strong>el</strong> Ecuador como república no existía ni en la imaginación.<br />

En sentido concreto, la patria de <strong>Espejo</strong> fue España: a <strong>el</strong>la se refirió<br />

siempre que habló de su nación y es con respecto a <strong>el</strong>la, sus condiciones<br />

de vida, su cultura y su gobierno, que planteó su proyecto idealista<br />

de renovación y reforma. Sin embargo, por razones evidentes que se irán<br />

detallando en <strong>el</strong> transcurso de este trabajo, <strong>Espejo</strong> es por pleno derecho<br />

miembro destacado de las figuras históricas que forman parte de nuestra<br />

historia nacional —ecuatoriana—, y lo es tanto a niv<strong>el</strong> simbólico como<br />

factual y práctico, al punto que se ha constatado que los únicos personajes<br />

en haber recibido mayor atención que <strong>Espejo</strong> en la historiografía ecuatoriana<br />

son Gabri<strong>el</strong> García Moreno y Eloy Alfaro 53 .<br />

La figura enorme de este protoecuatoriano es, ha sido y será cuestión de<br />

polémicas disputas, enredadas conjeturas y sesudos estudios. La talla de<br />

su acción, <strong>el</strong> momento crucial que le tocó vivir, la complejidad de su legado<br />

y la distancia temporal que nos separa de su tiempo da para <strong>el</strong>lo. Quizá<br />

sea en esa peculiaridad donde resida la importancia de <strong>Espejo</strong> como<br />

53 Quien asegura este dato es Martin Minchom, El pueblo de Quito…, p. 213. Baste hojear<br />

<strong>el</strong> anexo de bibliografía que acompaña este estudio para constatar la ingente producción<br />

editorial que ha existido en la historia con r<strong>el</strong>ación a <strong>Espejo</strong>.


46<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

figura histórica —cosa por lo demás común a todo<br />

personaje de esa categoría—: en la capacidad que ha<br />

tenido <strong>el</strong> Ecuador para inventarlo y reinventarlo como<br />

símbolo propio en <strong>el</strong> transcurso de las épocas, bajo<br />

la luz cambiante de las ideologías y los proyectos nacionales.<br />

<strong>Espejo</strong> es, por tanto, una figura de decidido<br />

carácter ecuatoriano, cuya proyección, en perpetuo<br />

diálogo entre su época y aqu<strong>el</strong>la desde donde se lo lee<br />

y recupera, no tiene ni puede tener caducidad como<br />

parte d<strong>el</strong> imaginario colectivo nacional.<br />

Discusión tenemos hasta sobre <strong>el</strong> propio nombre<br />

d<strong>el</strong> héroe: bautizado en 1747 como Eugenio Francisco<br />

Javier, firmó él mismo su testamento en 1795 con<br />

sus nombres al revés, como Francisco Javier Eugenio,<br />

quizá, como se ha sugerido, por poner de r<strong>el</strong>ieve <strong>el</strong><br />

nombre de su patrono San Francisco Javier, cuyos sermones<br />

admiraba 54 . Y mientras su padre Luis firmaba<br />

su ap<strong>el</strong>lido como De la Cruz y <strong>Espejo</strong> —y se refería a<br />

sus hijos de la misma manera—, Eugenio aumentaba<br />

<strong>el</strong> adjetivo “Santa”, y a menudo <strong>el</strong>iminaba <strong>el</strong> artículo:<br />

en su última voluntad aparece tanto como De Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>, como Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> solamente 55 .<br />

Baste este dato quizá traído de los p<strong>el</strong>os —y repetido,<br />

multiplicado y aun alterado más en la bibliografía existente—<br />

para poner de manifiesto la gran confusión y<br />

oscuridad que envu<strong>el</strong>ve muchos, si no todos, los pormenores<br />

biográficos de <strong>Espejo</strong>, a quien hemos conocido<br />

popularmente más por lo que de él se ha dicho<br />

y conjeturado que por lo que se ha podido saber a<br />

ciencia cierta. <strong>Espejo</strong>, como todo héroe nacional, es<br />

un mito, y como tal está compuesto no solo por la<br />

r<strong>el</strong>evancia que merece su actividad concreta y los datos<br />

específicos que sobre su vida se han recogido, sino<br />

también por <strong>el</strong> cúmulo de visiones e imaginaciones<br />

que su figura ha generado en las diversas representaciones<br />

individuales y colectivas que hemos hecho de<br />

él quienes hemos venido después de él.<br />

Para nuestro interés específico, que es procurar una<br />

valoración de su legado en tanto patrimonio cultural<br />

de nuestra nación, no es de fundamental r<strong>el</strong>evancia<br />

la discusión profunda de estos detalles. Es necesario<br />

entender que, como patrimonio, tanto vale una visión<br />

académica y técnica de su vida, su obra y su pensamiento,<br />

como una contraparte simbólica, popular y<br />

54 Arturo Andrés Roig, El humanismo ecuatoriano de la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo XVIII, Segunda parte,<br />

Biblioteca Básica d<strong>el</strong> Pensamiento Ecuatoriano, n.º XIX, Quito, Banco Central d<strong>el</strong> Ecuador/Corporación<br />

Editora Nacional, 1984, p. 26.<br />

55 Ver “Los testamentos de la familia <strong>Espejo</strong>”, sección penúltima de Áng<strong>el</strong> Nicanor Bedoya Maruri, El Dr.<br />

Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Quito, 1982, pp. 141-187. Con respecto al mismo asunto,<br />

no es extraño encontrar, aun en la documentación de la época, la utilización tanto d<strong>el</strong> posesivo como<br />

d<strong>el</strong> artículo para introducir <strong>el</strong> ap<strong>el</strong>lido (De la Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>) o la aglutinación d<strong>el</strong> primer ap<strong>el</strong>lido<br />

en una sola palabra (Santacruz).


SERIE ESTUDIOS 47<br />

hasta mítica de lo que en vida <strong>Espejo</strong> pudo o quiso<br />

ser. Que <strong>Espejo</strong> sea parte de nuestra heredad cultural<br />

como nación es lo que nos permite utilizarlo y reinventarlo<br />

en <strong>el</strong> crisol de nuevos contextos y en respuesta<br />

a nuevas necesidades. Es lo que nos permite, por<br />

ejemplo, hacer de él lo que nunca fue: un feminista,<br />

un indigenista, un republicano, etc. Importa poco, por<br />

tanto, si <strong>Espejo</strong> fue o no mestizo, si nació <strong>el</strong> día en que<br />

fue bautizado o antes, si tuvo tres o seis hermanos, si<br />

vivió o no en <strong>el</strong> Hospital de la Misericordia, si murió en<br />

la cárc<strong>el</strong> o en su casa, menos aún si se llamó Eugenio<br />

Francisco o Francisco Eugenio 56 . Lo que sí importa es<br />

la capacidad que tengamos para leerlo, interpretarlo y<br />

valorarlo en su momento y sus circunstancias: en <strong>el</strong>lo<br />

reside toda posible significación de su continuidad<br />

como parte de la cultura nacional ecuatoriana.<br />

Ya sea como <strong>el</strong> mártir visionario que d<strong>el</strong>ineó imaginariamente<br />

nuestra partida bautismal como nación<br />

distinta y única, o <strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual angustiado y laborioso<br />

por reducir <strong>el</strong> quiebre insalvable que alejaba la pretendida<br />

perfección de sus ideales de la ruindad de su entorno,<br />

o incluso aun como <strong>el</strong> idealista derrotado que<br />

murió en la tristeza de sentir imposible aqu<strong>el</strong>lo que<br />

con fe definitiva soñaba como lo que debía ser <strong>el</strong> fundamento<br />

y <strong>el</strong> motor de su país y de su mundo: todo<br />

<strong>el</strong>lo y más vale de <strong>Espejo</strong>. Y también vale <strong>el</strong> revoltoso<br />

arrogante, <strong>el</strong> moralista intransigente, <strong>el</strong> provocador<br />

incapaz de llevar a términos útiles su ansia enfermiza<br />

de figuración. Todo en <strong>Espejo</strong> es posible si ante <strong>el</strong>lo y<br />

por <strong>el</strong>lo media un esfuerzo de parte de nosotros, sus<br />

herederos, por acercarnos a su figura y comprender<br />

su profundidad en la historia y en <strong>el</strong> tiempo. Esto es:<br />

en su historia y en su tiempo. Si algo ha de decirnos<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong>lo ha de desprenderse de la lucha que él tuvo<br />

que vivir y d<strong>el</strong> mundo que él tuvo que afrontar. No<br />

otro puede ser su legado.<br />

En este capítulo y <strong>el</strong> siguiente procuraremos contribuir<br />

a ese acercamiento y a esa comprensión de <strong>Espejo</strong><br />

a través de una valoración panorámica de su obra,<br />

a la vez que trazaremos un recorrido por su vida y su<br />

posición en <strong>el</strong> ámbito que d<strong>el</strong>ineamos en <strong>el</strong> capítulo<br />

anterior: aqu<strong>el</strong> d<strong>el</strong> desarrollo y la consolidación de las<br />

ideas de tinte <strong>ilustrado</strong> y su impulso reformador, tal<br />

como se manifestaron en <strong>el</strong> desesperante estancamiento<br />

económico de Quito y sus territorios próximos<br />

durante la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo XVIII. Nos<br />

interesa <strong>Espejo</strong> como <strong>el</strong> prototipo de la lucha que su<br />

tiempo comprendió y asumió como propia. Más aún:<br />

como uno de los puntales más firmes de ese esfuerzo<br />

de generaciones que implicó <strong>el</strong> autodescubrimiento<br />

de la Real Audiencia de Quito como una nación enteramente<br />

auténtica y singular, con historia, territorio<br />

y pensamiento propios, digna de planificarse un<br />

proyecto nacional y de bogar desde sí misma por la<br />

56 Las preguntas que hasta su momento se planteaban en r<strong>el</strong>ación a la vida de <strong>Espejo</strong> fueron sintetizadas por<br />

Jaime Peña Novoa, “Biografía de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Carlos Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica…, p. 81.


48<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

construcción de su futuro. En <strong>el</strong> contexto de ese momento<br />

decisivo, queremos ver a <strong>Espejo</strong> como <strong>el</strong> hombre<br />

que fue, pleno hijo de su época y sus circunstancias,<br />

tan lleno de convicciones, esfuerzos y conquistas<br />

como de contradicciones, dudas y fracasos. Queremos,<br />

pues, darle a <strong>Espejo</strong> su valor de humanidad.<br />

En términos globales, no puede haber duda de la dimensión<br />

que alcanza la figura de <strong>Espejo</strong> como representante<br />

destacado de su época: de origen mestizo<br />

—si bien emparentado espiritualmente con la clase<br />

criolla—, fue todo lo que un int<strong>el</strong>ectual de su época<br />

podía ser: “Estudió todo lo que pudo, cursó las cuatro<br />

carreras universitarias existentes en su tiempo, leyó<br />

con una pasión desbordada libros en cuatro o cinco<br />

idiomas y observó con ojo despierto las enfermedades<br />

físicas, morales y sociales de sus compatriotas” 57 .<br />

Su actitud crítica y reformadora le valió una vida compleja<br />

y sufrida, llena de persecuciones, enemistades,<br />

conflictos y frustraciones. Sin desprenderse jamás de<br />

sus ideales —al contrario, más bien insistiendo con<br />

creciente apremio en lo que él consideraba era <strong>el</strong> curso<br />

que debía seguir la vida pública de la Audiencia—,<br />

<strong>Espejo</strong> contribuyó en gran medida a d<strong>el</strong>inear <strong>el</strong> ingreso<br />

de Quito en <strong>el</strong> espíritu de la Modernidad, y con <strong>el</strong>lo<br />

ayudó a sentar las bases, sin saberlo, de lo que luego<br />

sería la <strong>el</strong> Estado nacional ecuatoriano.<br />

En síntesis, lo que hizo <strong>Espejo</strong> como gran aporte fue<br />

llevar la voz más pública y notable de una época que<br />

imaginó, por primera vez en estas tierras, de manera<br />

explícita, coherente e irrenunciable, un proyecto nacional.<br />

<strong>Espejo</strong> entendió a la Real Audiencia de Quito<br />

como un país con la obligación ante sí mismo de ponerse<br />

de pie y caminar hacia un destino anh<strong>el</strong>ado. No<br />

hemos de pensar, sin embargo, que <strong>Espejo</strong> imaginó la<br />

república llamada Ecuador y pugnó por su nacimiento.<br />

Cuando aquí hablamos de un “país”, no hablamos<br />

de repúblicas, ni gobiernos, ni proyectos políticos; ni<br />

siquiera de la ruptura d<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o monárquico español<br />

que entonces servía como única institucionalidad<br />

política de autoridad. <strong>Espejo</strong> nunca habló de nada de<br />

eso, y lo poco que dice al respecto puede entenderse<br />

más bien en términos negativos. Cuando decimos<br />

“país”, de la manera en la que lo decía <strong>Espejo</strong>, hablamos<br />

de una nacionalidad propia, forjada por un desarrollo<br />

colectivo, un afianzamiento peculiar de actividades y<br />

r<strong>el</strong>aciones comunes, y una consolidación de intereses<br />

regionales —políticos, sociales, económicos— sobre<br />

un territorio y una historia compartida.<br />

La posición de <strong>Espejo</strong> como mente reflexiva, crítica y<br />

propositiva con respecto a la forma en que su sociedad<br />

vivía y procuraba asimilar sus condiciones y aspiraciones<br />

comunes, lo coloca con justicia en <strong>el</strong> plano<br />

descrito de la Ilustración americana. Puede discutirse<br />

57 Carlos Freile, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> suscitador”, prólogo a Cartas y lecturas de Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 10, Quito, BCE, 2008, p. 15.


SERIE ESTUDIOS 49<br />

—y se lo ha hecho— si <strong>Espejo</strong> fue en realidad un representante<br />

destacado de las “luces” d<strong>el</strong> siglo XVIII, o<br />

si fue más bien tan solo un aplicado erudito provinciano,<br />

de alcance meramente local e inevitablemente<br />

subyugado a su herencia hispana de catolicismo y<br />

barroco. Según como se lo vea, bien puede ser ambas<br />

cosas. Sin embargo, está claro que en su contexto y panorama<br />

concreto, <strong>Espejo</strong> despuntó por sus preocupaciones<br />

de plena actualidad y su esfuerzo reformista de<br />

claros tintes modernos. Al igual que <strong>el</strong> resto de figuras<br />

destacadas d<strong>el</strong> momento en la América hispana —<br />

Francisco José de Caldas en Popayán, José Baquíjano y<br />

Carrillo en Lima, Manu<strong>el</strong> de Salas en Santiago, etc.—,<br />

<strong>Espejo</strong> debe ser reconocido como parte de “la punta<br />

de lanza” que la int<strong>el</strong>ectualidad hispanoamericana de<br />

su época produjo como reacción a las condiciones<br />

socioeconómicas y políticas imperantes 58 .<br />

El caso de <strong>Espejo</strong> es aún más peculiar, pues, a diferencia<br />

de casi todo <strong>el</strong> resto de nombres importantes<br />

que pueden rastrearse entre los int<strong>el</strong>ectuales de las<br />

colonias españolas en América, él no perteneció a la<br />

élite criolla. Su origen racial y socio-económico —que<br />

tanto ha dado que pensar y discutir en la bibliografía<br />

que sobre él se ha producido— lo emparienta con la<br />

ambigua y creciente clase mestiza que a lo largo d<strong>el</strong><br />

siglo pugnaba más y más por hallarse un lugar en la<br />

estratificada sociedad pre-republicana. A pesar de su<br />

evidente apego por la jerarquía superior —la de los<br />

“blancos” nobles—, no hay nada en <strong>Espejo</strong> que pueda<br />

colocarlo como miembro de la esfera criolla ostentadora<br />

de la hegemonía económica, y menos aún algo<br />

—en su cultura, en su formación, en su filiación int<strong>el</strong>ectual—<br />

que pueda hacernos considerarlo parte d<strong>el</strong><br />

estamento indígena, aun si, como sucedía y sucede<br />

con todos, corría sangre india de largo tiempo atrás<br />

en su familia 59 .<br />

<strong>Espejo</strong> fue, pues, un mestizo “acriollado” que se aproximó<br />

a la cosmovisión ilustrada de las élites int<strong>el</strong>ectuales<br />

58 Un buen resumen de este panorama es Renán Silva, “La crítica ilustrada…”, pp. 361-394.<br />

59 Para una reflexión sobre <strong>el</strong> sentido socioeconómico de la estratificación racial de la Colonia,<br />

así como un recuento de la discusión de los orígenes raciales de <strong>Espejo</strong>, es de gran interés <strong>el</strong> trabajo<br />

de Roig, El humanismo…, pp. 20 ss. Cabe añadir, siguiendo la tendencia principal de los estudios<br />

espejianos contemporáneos, que <strong>Espejo</strong> “ni fue indio, ni fue pobre, ni fue autodidacto, ni fue <strong>el</strong><br />

permanente marginado por prejuicios raciales o sociales” (Hernán Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor<br />

de la Ilustración quiteña: <strong>Espejo</strong>, la vida y la obra”, capítulo XVIII de Literatura en la Audiencia de Quito.<br />

Siglo XVIII, tomo 2, Ambato, Consejo Nacional de Cultura/CCEBC, Núcleo de Tungurahua, 2002,<br />

p. 991), así como que “aqu<strong>el</strong>lo de Chúsig debería ser desterrado de la historiografía ecuatoriana,<br />

pues no se trata sino de un intento para desprestigiar a <strong>Espejo</strong>” por parte de sus enemigos<br />

(Carlos Freile, Eugenio <strong>Espejo</strong>, precursor de la Independencia (documentos 1794-1797), Biblioteca<br />

d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 12, Quito, FONSAL, 2009, p. 26).


50<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

y desde ahí se destacó como <strong>el</strong> analista más prolífico<br />

de su generación sobre la cultura, la economía,<br />

la sociedad y la literatura de su tiempo, sin por <strong>el</strong>lo<br />

abandonar su origen social “intermedio” y su ascendencia<br />

indígena, cosa que la rígida sociedad de<br />

su época no dejó de recordárs<strong>el</strong>o cada vez que le<br />

fue posible. En ese sentido, puede verse en <strong>Espejo</strong><br />

un representante d<strong>el</strong> auge de lo mestizo en medio<br />

d<strong>el</strong> continuo debate de ambigüedad social que<br />

circundó a esa categoría. De hecho, en muchas de<br />

sus posturas veremos expresarse esa tensión que lo<br />

atravesó permanentemente y definió importantes<br />

sucesos de su vida pública. Todo <strong>el</strong> proyecto que<br />

imaginó <strong>Espejo</strong> fue, en suma, la expresión tanto<br />

de los intereses clasistas y las preocupaciones hegemónicas<br />

d<strong>el</strong> grupo int<strong>el</strong>ectual dominante como<br />

de las aspiraciones de mayor igualdad económica y<br />

más oportunidades sociales sobre las que se asentaba<br />

la creciente población mestiza o de castas, la<br />

cual no encajaba en la tradicional dicotomía entre<br />

blancos e indios.<br />

El que hasta aquí hemos llamado “proyecto” de<br />

<strong>Espejo</strong> fue, por tanto, un esfuerzo por plantear la<br />

reorganización de las condiciones generales de la<br />

Audiencia en términos de progreso económico e int<strong>el</strong>ectual,<br />

siempre bajo <strong>el</strong> ámbito científico-técnico<br />

moderno de la Ilustración y bajo la tut<strong>el</strong>a de la clase<br />

dominante como única capaz de conducir <strong>el</strong> proceso<br />

de desarrollo. Sin embargo, esa “clase dominante”,<br />

en <strong>Espejo</strong>, no se refiere ya a las prerrogativas sociales<br />

y económicas de chapetones y criollos, sino a la preeminencia<br />

int<strong>el</strong>ectual y moral de aqu<strong>el</strong>los que, por<br />

mérito y labor propia, hayan logrado conseguir una<br />

posición de autoridad. A eso es a lo que <strong>Espejo</strong> llama<br />

“nobleza”, y puede detectarse como piedra angular<br />

de todo su pensamiento y posición frente al mundo,<br />

como cuando le dice a Fray José d<strong>el</strong> Rosario, mentor<br />

de su padre: “A mí mismo, después de Dios, es<br />

que debo mi nobleza”; y sigue: “Ocupaciones ilustres,<br />

pensamientos puros, educación cristiana, procedimientos<br />

públicos y privados de probidad y honor.<br />

Todo esto me ha <strong>el</strong>evado a un cierto grado de nobleza<br />

propia y adquirida, que no puedo renunciar,<br />

sin hacerme indigno aun d<strong>el</strong> nombre de racional” 60 .<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong>, fundamentaba <strong>el</strong> valor de todo<br />

triunfo humano en su distinción como triunfo int<strong>el</strong>ectual<br />

y moral. De ahí que su mentado “proyecto”<br />

haya sido básicamente un proyecto educativo,<br />

60 Carta de <strong>Espejo</strong> a Fray José d<strong>el</strong> Rosario, Santa Fe, 2 de julio de 1789, en Carlos Freile, “Cartas<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Cartas y lecturas… p. 253. Aparte de su correspondencia y a menos que se<br />

indique lo contrario, todos los escritos de <strong>Espejo</strong> serán tomados de la publicación Obras completas,<br />

Bicentenario. Biblioteca Mínima, 4 tomos, Quito/Riobamba, CCEBC, 2008 (edición, prólogo y notas<br />

de Philip L. Astuto), a la que nos referiremos con la abreviatura OC, indicando siempre <strong>el</strong> tomo<br />

y número de página correspondiente.


SERIE ESTUDIOS 51<br />

que propugnaba por la evolución d<strong>el</strong> pensamiento<br />

desde un primitivo estado de ignorancia hacia los<br />

términos que él y su generación veían como más<br />

avanzados —la observación, la razón, la ciencia—, y<br />

desde ahí a su continuidad en un estado de perpetuo<br />

perfeccionamiento. El hombre, <strong>el</strong> ser humano,<br />

debe instruirse para superarse, y debe hacerlo para<br />

así conseguir la f<strong>el</strong>icidad, <strong>el</strong> bienestar, <strong>el</strong> orden. A<br />

eso se refiere cuando dice que quisiera ver “en la<br />

historia de los progresos humanos, [...] al hombre<br />

vu<strong>el</strong>to un héroe en la conquista de los conocimientos”.<br />

Desde sus primeras manifestaciones hasta los<br />

r<strong>el</strong>ativamente importantes logros alcanzados en<br />

los años postreros de su vida, la obra de <strong>Espejo</strong><br />

planteó siempre una reforma cuya base se expresaba<br />

en términos educativos: <strong>el</strong> proceso <strong>ilustrado</strong> de<br />

uso público de la razón cuyo objeto ulterior era “ir<br />

graduando progresivamente <strong>el</strong> estado de barbarie<br />

o civilización de Quito” 61 .<br />

Para llegar a ser capaz de difundir públicamente<br />

estas aseveraciones ideales, primero habría <strong>Espejo</strong><br />

de forjarse un espacio y un nombre en la sociedad<br />

culta de su entorno, cosa no tan simple para un individuo<br />

de sus condiciones (ni “blanco”, ni noble, ni<br />

acaudalado). Aun así, su etapa de formación habría<br />

transcurrido con r<strong>el</strong>ativa facilidad —aunque mucha,<br />

quizá excesiva, dedicación— primero bajo la tut<strong>el</strong>a<br />

de su padre, ayudante médico d<strong>el</strong> bethlemita Fray<br />

José d<strong>el</strong> Rosario en <strong>el</strong> Hospital de la Misericordia, y<br />

luego en las diversas instituciones académicas oficiales<br />

que existían en la ciudad 62 . Se ha establecido<br />

que <strong>Espejo</strong> fue alumno de los jesuitas entre 1759<br />

y 1762, asistiendo a los cursos destacados de Juan<br />

Bautista Aguirre y Juan de Hospital, y defendiendo<br />

tesis de Filosofía y Teología apenas cumplidos los<br />

quince años 63 . Hacia 1765 era ya alumno de Medicina<br />

con los dominicos, carrera que culminó dos años<br />

después, al tiempo que empezaba estudios de Derecho<br />

Civil y Derecho Canónico en la Universidad de<br />

Santo Tomás, también dominica (recordemos que<br />

los jesuitas fueron expulsados ese mismo año). Una<br />

vez obtenido <strong>el</strong> título Licenciado en 1770, continuó<br />

la práctica como médico acompañando a su padre<br />

61 Ambos entrecomillados de este párrafo vienen de lo que sería la apertura de su obra de plena madurez:<br />

“Instrucción previa sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> periódico intitulado Primicias de la cultura de Quito” (1791), en OC, III,<br />

pp. 97 y 99.<br />

62 En esta síntesis biográfica de la formación de <strong>Espejo</strong>, seguimos principalmente a Peña Novoa, “Biografía<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>”…, p. 86 ss. y a Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, p. 991<br />

ss. A este respecto son importantes, también, los diversos trabajos de Carlos Freile.<br />

63 Era cosa común en la época que los alumnos inicien su instrucción desde muy jóvenes,<br />

cursando materias como filosofía precisamente entre los doce y quince años. Ver Carlos Paladines,<br />

“Estudio introductorio”…, Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano…, p. 36.


52<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

hasta que le fue posible rendir exámenes y recibir su<br />

licencia médica a finales de 1772 64 .<br />

Todo este proceso intenso de más de una década resulta<br />

sin duda decisivo para comprender <strong>el</strong> desarrollo<br />

int<strong>el</strong>ectual de <strong>Espejo</strong>. Si bien de esos años no tenemos<br />

más noticias que ciertos documentos que prueban<br />

fechas y lugares, así como algunos comentarios d<strong>el</strong><br />

propio <strong>Espejo</strong> (como lo reseñado en la última nota),<br />

es evidente que en <strong>el</strong>los se fraguó <strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual erudito<br />

preocupado por superar la inmovilidad d<strong>el</strong> pensamiento<br />

académico oficial e impaciente por lograr<br />

cambios y mejorías en <strong>el</strong> proceso de formación universitaria<br />

d<strong>el</strong> momento. Antes de que irrumpiese en la<br />

vida pública, <strong>Espejo</strong> fue un cabal producto d<strong>el</strong> sistema<br />

educativo de su época, y sus críticas feroces a ese mismo<br />

sistema se entienden como hechas desde adentro,<br />

por quien vivió de cerca todas sus limitaciones y tuvo<br />

contacto de primera mano con <strong>el</strong> estancamiento que<br />

implicaba la continuidad de los mod<strong>el</strong>os escolásticos<br />

que aún eran la base de las academias tanto jesuitas<br />

como dominicas y demás. Es de notar, además, que<br />

la labor int<strong>el</strong>ectual de <strong>Espejo</strong> se vio marcada por <strong>el</strong><br />

contexto profesional que se afianzó durante esos<br />

años: siendo médico y abogado de profesión activa,<br />

buena parte de lo que escribió lo hizo por encargo<br />

profesional para diversos clientes, públicos y privados;<br />

y fue a través de esos trabajos y pedidos oficiales que<br />

se consolidó y manifestó buena parte d<strong>el</strong> reformismo<br />

<strong>ilustrado</strong> d<strong>el</strong> pensador quiteño.<br />

Sin embargo, <strong>Espejo</strong> no habría de aparecer en la vida<br />

pública con esos escritos por encargo. De hecho, ni<br />

siquiera habría de hacerlo con escritos de autoría propia,<br />

pues no se supo de su actividad de escritor hasta<br />

mucho después de que sus primeros textos circularan<br />

ya en copias manuscritas entre los lectores de la ciudad.<br />

Fue así porque desde <strong>el</strong> principio mostró <strong>Espejo</strong><br />

una de las peculiaridades más curiosas y enredadas de<br />

su producción textual: <strong>el</strong> anónimo. Con base en un<br />

complejo sistema compuesto de pseudónimos, autoimpugnaciones,<br />

ocultamientos, desdoblamientos<br />

y negaciones rastreables hasta en sus escritos finales,<br />

la producción int<strong>el</strong>ectual de <strong>Espejo</strong> estuvo siempre<br />

llena de un juego ambivalente entre la ocultación y<br />

la rev<strong>el</strong>ación, entre <strong>el</strong> disimulo y la franqueza. Hay ahí<br />

64 La rendición de exámenes ante un tribunal médico compuesto por José Villavicencio, Migu<strong>el</strong> Morán<br />

y Bernardo D<strong>el</strong>gado se ha vu<strong>el</strong>to una anécdota arquetípica d<strong>el</strong> rechazo que tuvo que soportar <strong>Espejo</strong><br />

durante toda su vida debido, posiblemente, a su procedencia socio-económica modesta. Él mismo<br />

r<strong>el</strong>ató esa experiencia —diríase traumatizante— en su estudio Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, cuando<br />

criticaba a los que llama “falsos médicos”. Ver este texto en El nuevo Luciano de Quito, tomo 2, Biblioteca<br />

de Autores Ecuatorianos Clásicos Ari<strong>el</strong>, n.º 73, Quito/Guayaquil, Publicaciones Educativas Ari<strong>el</strong>, s. f.,<br />

p. 136 ss., siendo <strong>el</strong> único texto aparte de la correspondencia y la Dedicatoria d<strong>el</strong> Tratado de Longino que<br />

no seguimos en OC, por no haber sido incluidos en su primera edición. Los nombres de los médicos<br />

que compusieron <strong>el</strong> tribunal lo hemos tomado de Peña Novoa, “Biografía de Eugenio <strong>Espejo</strong>”…, p. 90.


SERIE ESTUDIOS 53<br />

una ruptura evidente con las pretensiones de objetividad<br />

y claridad d<strong>el</strong> racionalismo <strong>ilustrado</strong>, y una de las<br />

fuentes de debate más profundas que ha suscitado su<br />

postura int<strong>el</strong>ectual 65 .<br />

Lo más plausible es pensar que <strong>Espejo</strong> recurrió a este<br />

sistema por <strong>el</strong> simple hecho de que no le convenía<br />

publicitar su nombre a través de escritos en los que se<br />

ejercía dura crítica a diversos aspectos int<strong>el</strong>ectuales y<br />

morales de la época —a menudo nombrando abiertamente<br />

a personas específicas y bien identificadas—,<br />

siendo prueba de <strong>el</strong>lo las furibundas enemistades que<br />

le valieron sus ataques una vez que su autoría quedó<br />

manifiesta. Sin embargo, <strong>el</strong> recurso d<strong>el</strong> anónimo y <strong>el</strong><br />

juego enrevesado de pseudónimos implica una mayor<br />

complejidad que, según se vea, nos dice mucho<br />

de la mentalidad profunda de <strong>Espejo</strong> y, a través de él,<br />

de su época en general. Si bien hemos puesto tanto<br />

énfasis en <strong>el</strong> cariz <strong>ilustrado</strong> que motivó a <strong>Espejo</strong> para la<br />

creación y difusión de su “proyecto educativo”, es evidente<br />

que no podemos exigirle que manifieste en <strong>el</strong>lo<br />

otras concepciones que las que su heredad cultural le<br />

aportaba, las cuales por necesidad tenían que abarcar<br />

asuntos tan quisquillosos como la r<strong>el</strong>ación entre las<br />

categorías de sujeto, fenómeno y razón.<br />

Para <strong>el</strong> pensamiento Moderno, d<strong>el</strong> que la Ilustración<br />

fue muestra destacada y momento de apogeo, existe<br />

una continuidad directa entre la mente individual<br />

—<strong>el</strong> sujeto racional— y su manifestación explícita a<br />

través d<strong>el</strong> uso público de la razón —en este caso, <strong>el</strong><br />

hecho lingüístico d<strong>el</strong> enunciado iluminista—. Dicha<br />

continuidad es la confirmación de que la racionalidad<br />

—entendida como uso consciente de las facultades<br />

mentales— supone la instancia natural e idónea para<br />

interactuar con <strong>el</strong> mundo. A tal concepto se adscribía<br />

<strong>Espejo</strong> cuando, como vimos someramente, hablaba<br />

d<strong>el</strong> hombre como “héroe en la conquista de los conocimientos”,<br />

afirmando con <strong>el</strong>lo la idea de que “la<br />

f<strong>el</strong>iz progresión de [esos] conocimientos”, basada en<br />

“<strong>el</strong> ejercicio” de su innata “capacidad de observación”,<br />

conducía necesariamente “a la conservación de la<br />

vida, al cultivo de la sociedad y a la observancia de la<br />

piedad”, es decir, al ideal humano perseguido por la<br />

racionalidad y las “luces” 66 .<br />

65 Claves para la comprensión de este aspecto tan difícil en <strong>Espejo</strong> son los trabajos de Roig y sus<br />

seguidores. Destacamos, aparte d<strong>el</strong> ya citado El humanismo…, pp. 110-122, un interesante estudio<br />

reciente de Fernando Albán, “Entre la máscara y <strong>el</strong> rostro”, en La cuadratura d<strong>el</strong> círculo. Cuatro ensayos<br />

sobre la cultura ecuatoriana, Quito, Corporación Cultural Orogenia, 2006, pp. 17-58, en <strong>el</strong> que se<br />

contrasta la visión racionalista-pública d<strong>el</strong> <strong>Espejo</strong> <strong>ilustrado</strong> con la faceta oculta y ambigua d<strong>el</strong> <strong>Espejo</strong><br />

barroco. Albán sigue de cerca las reflexiones sobre <strong>el</strong> barroco que hace Bolívar Echeverría en su libro<br />

conjunto con Horst Kurnitzky Conversaciones sobre lo barroco, México, Facultad de Filosofía y Letras<br />

de la UNAM, 1993, 87 pp.<br />

66 Todo esto de la misma “Instrucción previa…” ya citada. OC, III, p. 99 ss.


54<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Esa noción epistemológica de la razón y su capacidad<br />

mod<strong>el</strong>adora, r<strong>el</strong>ativamente nueva en <strong>el</strong> Quito de la<br />

época, contrasta diametralmente con aqu<strong>el</strong>la de corte<br />

a la vez contemplativo y sensualista que había sido<br />

característica d<strong>el</strong> espíritu barroco español y americano<br />

por al menos siglo y medio en <strong>el</strong> pasado, al punto<br />

que podría ubicarse más bien como una reacción a<br />

este. Sin <strong>el</strong> arbitrio definitorio que luego significó la razón<br />

como causalidad suprema, la noción barroca de<br />

sujeto se dispersaba entre una interioridad abstracta<br />

indescifrable —<strong>el</strong> sujeto múltiple— y una exterioridad<br />

meramente fenoménica —que se manifestaba<br />

también de manera plural, compleja, abigarrada—,<br />

ámbitos separados que obtenían su autonomía ontológica<br />

precisamente en su movilidad irrenunciable.<br />

Así visto, <strong>el</strong> asunto de la autoría y la nominación pasa<br />

a dar vu<strong>el</strong>tas en <strong>el</strong> lugar de lo indefinido, o, como lo ha<br />

dicho Roig, en un constante juego de “ocultamiento”<br />

y “manifestación” 67 .<br />

Tratando de sintetizarlo en breves rasgos, es necesario<br />

entender que la herencia barroca de <strong>Espejo</strong> explica en<br />

gran medida <strong>el</strong> carácter retorcido de su producción<br />

textual, alejándola en más de un sentido de su matriz<br />

iluminista y aproximándola al claroscuro d<strong>el</strong> ethos<br />

barroco. Eso, a su vez, nos da una idea aproximada<br />

de lo que <strong>el</strong> mundo contradictorio de la Ilustración<br />

quiteña —e hispanoamericana, por extensión— tuvo<br />

que atravesar para permitir <strong>el</strong> afianzamiento de aqu<strong>el</strong>lo<br />

que en pueblos que no habían sido atravesados tan<br />

radicalmente por <strong>el</strong> espíritu conflictivo d<strong>el</strong> barroco —<br />

como Holanda o los Estados Unidos— pudo tomarse<br />

de manera más directa, abierta y permanente. El juego<br />

de ocultamiento tan común en <strong>Espejo</strong> es una de las<br />

marcas —quizá la más distintiva— de esa peculiaridad<br />

hispana que enfrentó la esfera moderna de la Ilustración<br />

con un arraigo místico, sensorial y enrevesado<br />

que se había afianzado a lo largo de casi dos siglos de<br />

acentuado espíritu barroco.<br />

Con esto en mente, podemos ya pasar a profundizar<br />

en <strong>el</strong> proyecto de <strong>Espejo</strong> con base en su manifestación<br />

textual. En 1779, circularon en la capital de la<br />

Audiencia algunas copias manuscritas de un texto<br />

titulado El nuevo Luciano de Quito o despertador de<br />

los ingenios en nueve conversaciones eruditas para<br />

estímulo de la literatura 68 . Se trataba de la primera<br />

incursión de <strong>Espejo</strong> —que firmó <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> con <strong>el</strong> retorcido<br />

nombre de “Dr. Don Javier de Cía, Apéstegui<br />

y Perochena”— en la vida int<strong>el</strong>ectual d<strong>el</strong> momento.<br />

67 Roig, El humanismo…, p. 119.<br />

68 El Nuevo Luciano de Quito, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado como NL. Para evitar la profusión<br />

de notas, desde ahora se incluirá esta abreviatura y <strong>el</strong> número de página correspondiente<br />

dentro d<strong>el</strong> mismo cuerpo d<strong>el</strong> texto, entre paréntesis.


SERIE ESTUDIOS 55<br />

Aunque se ha notado que más que un pseudónimo<br />

se trataba de un “pseudo-pseudónimo” 69 , la máscara<br />

permitía suficiente oscuridad para que <strong>el</strong> autor se<br />

sintiese libre de dar rienda su<strong>el</strong>ta a su crítica mordaz<br />

y agresiva. Eso era, en definitiva, lo que guiaba las intenciones<br />

de aqu<strong>el</strong> Nuevo Luciano: un feroz y directo<br />

ataque a los fundamentos d<strong>el</strong> sistema educativo y<br />

sus prácticas vistas como caducas, pero no obstante<br />

arraigadas con firmeza y perpetuadas de manera solemne<br />

por <strong>el</strong> monopolio educativo d<strong>el</strong> clero 70 .<br />

Facsímil de la primera página d<strong>el</strong><br />

manuscrito de El Nuevo Luciano de<br />

Quito, conocido también como<br />

La ciencia blancardina<br />

69 Tal nombre complejo “estaba compuesto por nombres de villas y de casonas solariegas de las<br />

que descendía” <strong>Espejo</strong> y que se habían preservado por medio de “una tradición familiar transmitida<br />

por intermedio de su madre, Catalina Aldaz y Larraincar”. Así, se sabe que Cía era caserío navarro,<br />

al que pertenecía la “Casa de Perochena”, y Apesteguy era casa solariega d<strong>el</strong> pueblo —también<br />

navarro— de Larrainzar, cerca de Pamplona. Ver Ibíd., p. 25.<br />

70 Para la revisión de estas primeras obras, seguimos de cerca de Philip L. Astuto, “Obra educativa<br />

prólogo”, introducción a OC, I, pp. 13-48, así como a Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor<br />

de la Ilustración quiteña…”, p. 995 ss.


56<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Para entonces, ya hacía más de una década que los<br />

jesuitas habían abandonado forzosamente <strong>el</strong> territorio<br />

de la Audiencia y las academias por <strong>el</strong>los dejadas<br />

habían desaparecido o se mantenían en franca decadencia<br />

71 . Sin embargo, no es una apología nostálgica<br />

de la presencia y labor de esa orden lo que ensayó <strong>el</strong><br />

Nuevo Luciano. Muy al contrario, <strong>Espejo</strong> presentaba a<br />

los jesuitas como gestores arquetípicos de ese mod<strong>el</strong>o<br />

educativo que él pugnaba por transformar con su<br />

crítica. Bajo la referencia de los diálogos satíricos de<br />

Luciano de Samosata (ca. 120-180 d. C.), <strong>Espejo</strong> introducía<br />

nueve conversaciones entre dos personajes<br />

caricaturescos: por un lado Mera, un razonable <strong>ilustrado</strong>,<br />

“ex jesuita, hombre de instrucción y de letras”,<br />

y su contraparte, Murillo, “retrato fi<strong>el</strong> d<strong>el</strong> pedante,<br />

d<strong>el</strong> semi-sabio, d<strong>el</strong> hombre sin educación”, así como<br />

“sujeto estrafalario en <strong>el</strong> estilo, desatinado en sus pensamientos,<br />

y envu<strong>el</strong>to en una infinidad de especies<br />

eruditas, vulgares y colocadas en su cerebro con infinita<br />

confusión” 72 . Entrambos habrían de discurrir por<br />

todos los temas que para <strong>Espejo</strong> constituían <strong>el</strong> meollo<br />

d<strong>el</strong> problema, a saber: la latinidad, la retórica y la poesía,<br />

<strong>el</strong> buen gusto, la filosofía, la teología escolástica, la<br />

teología moral y la oratoria cristiana.<br />

El pretexto que se hallaba para estas disquisiciones entre<br />

Mera y Murillo lo constituía un discurso dado por<br />

<strong>el</strong> doctor Don Sancho de Escobar, párroco de Zámbiza,<br />

sobre los dolores de la Santísima Virgen María,<br />

cuya fecha se señala en <strong>el</strong> 20 de marzo de 1779. En<br />

esa alocución encontraba Mera todos los vicios y defectos<br />

engendrados por <strong>el</strong> sistema educativo jesuita,<br />

cuyo método de enseñar consideraba “muy malo” en<br />

la provincia. Ante <strong>el</strong> entusiasmo de Murillo por denotar<br />

la sapiencia de Escobar únicamente con base en <strong>el</strong><br />

hecho de este haber sido formado por la Compañía,<br />

Mera respondía con las enfáticas afirmaciones de que<br />

“mucho se ha menester para ser buen orador” (NL,<br />

p. 56), que “ni la sotana conciliaba a la voluntad deseo<br />

de saber, ni <strong>el</strong> cíngulo daba aqu<strong>el</strong>la paz y quietud<br />

que requiere la profesión de las letras” (NL, p. 57), y<br />

que, por tanto, “la circunstancia exterior de jesuita no<br />

podía añadir la d<strong>el</strong> verdadero mérito literario” (NL, p.<br />

58). De <strong>el</strong>lo parte toda la reflexión llevada a cabo por<br />

<strong>el</strong> Nuevo Luciano y en cuya motivación evidente estaba<br />

<strong>el</strong> promover la reforma de los planes académicos<br />

para mejorar la calidad de los estudios universitarios<br />

en Quito y, por extensión, en <strong>el</strong> resto de la Audiencia.<br />

71 La Universidad de San Gregorio había cerrado sus puertas en 1769, dos años después de expulsados<br />

sus regentes. El resto de instituciones educativas jesuitas de la Audiencia —Popayán, Cali, Buga, Ibarra,<br />

Latacunga, Riobamba, Guayaquil, Cuenca y Loja— se mantenían con modificaciones bajo administración<br />

dominica. Ver José María Vargas, OP, Historia de la cultura ecuatoriana, tomo 2…, p. 133 ss.<br />

72 <strong>Espejo</strong>, El Nuevo Luciano…, en OC, I, pp. 54 y 55.


SERIE ESTUDIOS 57<br />

El hecho de que <strong>el</strong> texto haya sido dedicado al hasta<br />

hace poco presidente de la Audiencia, don José Diguja<br />

(en funciones de 1767 a 1778), podría significar<br />

la intención d<strong>el</strong> Nuevo Luciano de dirigirse a la cúpula<br />

gubernativa en aparentemente solapada exigencia<br />

de reformas. Fuera de cortesías y adulaciones, <strong>Espejo</strong><br />

no dejó escapar <strong>el</strong> asunto crucial de su crítica: llevar<br />

ante <strong>el</strong> poder establecido —esto es, ante <strong>el</strong> Rey y sus<br />

funcionarios— las noticias d<strong>el</strong> estado deplorable de<br />

la educación en la Audiencia, dando voces por aqu<strong>el</strong>la<br />

“constitución leal pero inf<strong>el</strong>iz d<strong>el</strong> quiteñismo” que<br />

requiere “terreno más noble” para florecer (NL, p. 54).<br />

En <strong>el</strong> proyecto educativo d<strong>el</strong> Nuevo Luciano se cifra,<br />

pues, la clave para promover <strong>el</strong> ad<strong>el</strong>anto y la f<strong>el</strong>icidad<br />

de Quito, cosa que le advierte a Diguja cuando le dice:<br />

“V. S. hablará ventajosamente de esta provincia y de<br />

sus prodigiosos genios, a quienes no falta para ser en<br />

las artes, en las ciencias y en toda literatura verdaderos<br />

gigantes, sino un cultivo de mayor fondo que <strong>el</strong> que<br />

logran” (NL, p. 54).<br />

Este “cultivo de mayor fondo”, en términos pedagógicos,<br />

está representado por la superación tanto d<strong>el</strong> tradicional<br />

sistema escolástico de enseñanza como de la<br />

pompa culterana en la expresión, instaurando en lugar<br />

de <strong>el</strong>lo una formación centrada en “<strong>el</strong> juicio recto, <strong>el</strong><br />

aprendizaje de las ciencias, <strong>el</strong> amor a la sabiduría y la naturalidad<br />

caracterizada en la palabra escrita o hablada” 73 .<br />

Para <strong>el</strong>lo, <strong>Espejo</strong> sigue tanto los postulados de autores<br />

r<strong>el</strong>ativamente modernos —como Feijoo, Verney o<br />

Bouhours— como los principios morales y espirituales<br />

legados por los Santos Padres de la Iglesia. A lo largo<br />

de todo <strong>el</strong> Nuevo Luciano —y lo mismo ha de repetirse<br />

en la mayoría de escritos de <strong>Espejo</strong>— se percibe<br />

con claridad la insistencia por justificar la actualidad y<br />

validez d<strong>el</strong> pensamiento mediante la recurrencia al juicio<br />

de autores considerados modernos —hayan o no<br />

sido vistos de igual manera en otras naciones distintas<br />

de España—, así como a exponentes destacados de<br />

la Antigüedad, ya sea en su vertiente greco-latina o su<br />

posterior vertiente cristiana.<br />

Mera se lamenta de los vacíos imperdonables que percibe<br />

en los estudios locales, echando de menos voces<br />

señeras que permitieran a los estudiantes salir de un<br />

ambiente en <strong>el</strong> que no se hacía más que “producir agudezas<br />

[y] hablar al aire hiperbólicamente, sin un átomo<br />

de persuasiva, de método, de juicio”. Para él, la forma en<br />

que se conducían los estudios universitarios “viciaba <strong>el</strong><br />

gusto y […] descomponía la imaginativa, para que [se<br />

formase], siempre y por siempre, un estilo redundante,<br />

vestido de metáforas y de figuras, buscadas con<br />

demasiada solicitud” (NL, p. 66), todo lo cual llevaba<br />

a ignorar “verdaderamente <strong>el</strong> alma de la poesía, que<br />

consiste en la naturalidad, moderación y hermosura de<br />

imágenes vivas y afectos bien explicados” (NL, p. 68).<br />

73 Astuto, “Obra educativa prólogo”…, pp. 15-16.


58<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Todo esto, dicho aquí con respecto al estilo y <strong>el</strong> buen<br />

gusto, vale también para los estudios de filosofía,<br />

teología y oratoria, siendo <strong>el</strong> asunto central, en todo<br />

momento, <strong>el</strong> hecho de que la caducidad de los planes<br />

académicos habían llevado a Quito “a vivir en la época<br />

d<strong>el</strong> idiotismo y en <strong>el</strong> siglo de la ignorancia” (NL, p. 77).<br />

Llegado a ese punto, <strong>el</strong> problema radica no solo en la<br />

inoperancia de la educación como camino de acceso<br />

al desarrollo moderno, sino en la incapacidad de caer<br />

en cuenta de las causas d<strong>el</strong> propio estancamiento, y<br />

a la vez en la consideración de las manifestaciones de<br />

ese mismo estancamiento como cosa destacada, digna<br />

y admirable. “En un siglo corrompido”, dice Mera,<br />

“o en una comunidad viciada por lo que mira al buen<br />

gusto d<strong>el</strong> lenguaje, alguno que tal vez le tiene más estragado<br />

y estrafalario se vu<strong>el</strong>ve <strong>el</strong> árbitro soberano d<strong>el</strong><br />

buen gusto, y es regularmente <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o sobre <strong>el</strong> cual<br />

se forman los perezosos o los incapaces” (NL, p. 90).<br />

Ejemplo evidente de <strong>el</strong>lo es <strong>el</strong> propio Murillo, quien<br />

no se cansa de encontrar y <strong>el</strong>ogiar virtudes en <strong>el</strong> discurso<br />

de Escobar y ante <strong>el</strong> cual se esfuerza Mera por<br />

demostrar que <strong>el</strong> “verdadero buen gusto” —como<br />

arquetipo ideal de lo que la educación debería perseguir—<br />

“no es más que un carácter de la razón natural<br />

perfeccionada en <strong>el</strong> estudio” (NL, p. 92).<br />

El mod<strong>el</strong>o que persigue <strong>Espejo</strong> en esto abarca <strong>el</strong> conjunto<br />

de su patria —España— y tiene los ojos puestos<br />

en las naciones progresistas de Europa, de donde<br />

provenían en mayor número las ideas de la Ilustración.<br />

Su crítica, de hecho, incluye tanto a las colonias americanas<br />

como a la metrópoli —en tanto cabeza de la<br />

nación—, a la que siente atrasada y torpe en su conjunto.<br />

De ahí que Mera no demore en afirmar que “la<br />

España ha estado siempre desacreditada para con los<br />

extranjeros; si echan los ojos en la población, la ven<br />

desierta; si en la política, baja y doble; si en las letras,<br />

bárbara e ignorante; si en la policía, inculta y orgullosa;<br />

si en la arquitectura, humilde y vulgarísima, y así en<br />

todo lo demás”, y que “para <strong>el</strong> cultivo de las lenguas,<br />

humanidades, matemáticas y demás ciencias y artes,<br />

[basta] visitar la Inglaterra, la Holanda, la Alemania y la<br />

Francia” (NL, p. 111). El núcleo de todo <strong>el</strong> asunto, vale<br />

la pena insistir, es la reforma general de la educación<br />

como mecanismo de mejoramiento de la nación y su<br />

desarrollo: he ahí <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o <strong>ilustrado</strong> de <strong>Espejo</strong>, he ahí<br />

su proyecto educativo.<br />

Además de lo ya dicho —la búsqueda de ese “buen<br />

gusto” sopesado en la moderación y <strong>el</strong> equilibrio, en<br />

la justa medida y la razón—, hay en <strong>Espejo</strong> un enorme<br />

peso de la tradición católica, en donde halla su<strong>el</strong>o<br />

firme <strong>el</strong> fundamento de toda su validación de la realidad.<br />

Ya que “la verdadera r<strong>el</strong>igión es la obra de Dios”,<br />

y que “los Apóstoles y sus discípulos han sabido toda<br />

la doctrina de la salvación, y <strong>el</strong> mejor modo de enseñarla”<br />

(NL, p. 142), es imprescindible <strong>el</strong> conocimiento<br />

de las Santas Escrituras y los trabajos de los Santos Padres<br />

—en los que se puede ver <strong>el</strong> mejor ejemplo de reserva,<br />

moderación y benevolencia— para establecer


SERIE ESTUDIOS 59<br />

cualquier principio de análisis o reforma de las condiciones<br />

insatisfactorias d<strong>el</strong> mundo. En esto sigue <strong>Espejo</strong><br />

no solamente los preceptos oficiales de la Iglesia,<br />

sino posturas bien conocidas como las de los eclesiásticos<br />

franceses Jacques-Bénigne Bossuet (1627-1704)<br />

y Claude Fleury (1640-1723). <strong>Espejo</strong> es, en suma, un<br />

“filósofo cristiano”, que combina racionalidad y fe en<br />

un impulso reformista de corte más bien tradicionalista,<br />

conservador y moderado, si bien a largo plazo implicaba<br />

confrontaciones inevitables con <strong>el</strong> statu quo<br />

d<strong>el</strong> gobierno y con quienes pretendían mantener <strong>el</strong><br />

fuero exclusivo d<strong>el</strong> conocimiento.<br />

Vencer a la ignorancia a través d<strong>el</strong> correcto estudio<br />

de los principios de virtud, razón y moral, acción con<br />

la que se engendrará la grandeza de la patria: tal es <strong>el</strong><br />

objeto ulterior de toda la acometida espejiana. Esos<br />

principios, además, se deducen de la aproximación a<br />

los fundamentos de la r<strong>el</strong>igión y la ciencia. Para <strong>Espejo</strong>,<br />

con base en estas premisas, su momento histórico es <strong>el</strong><br />

momento de la resurrección. Es su aspiración profunda<br />

la que habla cuando le hace decir a Mera una sentencia<br />

tan definitiva como: “Éste [sic] es <strong>el</strong> tiempo de estudiar<br />

las virtudes y la teología; éste [sic] es <strong>el</strong> tiempo de ser<br />

santos y científicos” (NL, p. 154), al igual que es su frustración<br />

cercana a la ira la que le hace afirmar, también<br />

por boca de Mera, que “Quito experimenta, en asunto<br />

de letras, la suerte más deplorable, con más que los que<br />

deben atenderlas, cultivarlas y promoverlas, que son los<br />

eclesiásticos, están metidos en <strong>el</strong> seno de la ignorancia”<br />

(NL, p. 135). Hay, pues, una indignación notoria contra<br />

la decadencia moral que acompaña —y es la causa—<br />

de la decadencia int<strong>el</strong>ectual.<br />

El hecho de que la reforma educativa que <strong>Espejo</strong> plantea<br />

sea ante todo una reforma moral lo prueban sus<br />

constantes alusiones a las falencias espirituales provocadas<br />

por ese “escolasticismo vano y ridículo de<br />

los tratados d<strong>el</strong> aula” (NL, p. 162). Tal es <strong>el</strong> caso, por<br />

ejemplo, de su intransigente crítica d<strong>el</strong> probabilismo<br />

jesuítico —al cual rechaza por entero—, optando más<br />

bien por una rígida preceptiva moral que lo acerca a<br />

la cerrada postura que tradicionalmente sostuvieron<br />

los dominicos. “La moral jesuítica […] fue y es la más<br />

r<strong>el</strong>ajada, y por lo mismo p<strong>el</strong>igrosa para la salvación”,<br />

dice Mera, y no mucho después insiste, incansable,<br />

en la causa de todo <strong>el</strong> problema: “Si Vm. hace memoria<br />

de los tratados morales que estudió en los cuatro<br />

años de su teología, no dudo quedará asombrado d<strong>el</strong><br />

horror de sus opiniones” (NL, pp. 160-161). El asunto<br />

continúa en <strong>el</strong> mismo tono y es enfático: “Aquí todo<br />

es tinieblas y abominación. Suéltase de las manos la<br />

santa Escritura y <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io, olvídanse las obras de<br />

los Padres, descuídase casi enteramente de la Tradición”<br />

(NL, p. 169).<br />

Una vez más, <strong>el</strong> camino de la reforma es evidente, y<br />

para resaltarlo no hace falta sino seguir refiriéndonos<br />

a lo que dice Mera: “Si hubiera menos ignorancia,<br />

me parece que hubiera menos corrupción de costumbres,<br />

hubiera más c<strong>el</strong>o de las almas” (NL, p. 190).


60<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

El problema a resolver es, entonces, <strong>el</strong> estado de tinieblas<br />

que reina en <strong>el</strong> conocimiento de quienes ostentan<br />

<strong>el</strong> título de letrados —“¡Es de llorar la suma ignorancia<br />

de nuestros eclesiásticos!” (NL, p. 191)—, desde<br />

donde se desprende y difunde hacia <strong>el</strong> conjunto de<br />

la sociedad entera. Si bien resulta evidente para <strong>Espejo</strong><br />

que “Dios proveerá, y hará que <strong>el</strong> mundo cristiano<br />

abra los ojos para entrar en un saludable y mejorado<br />

plan de estudios que conduzca a solicitar por camino<br />

recto la salvación” (NL, p. 191), para <strong>el</strong>lo es necesario<br />

atenerse de manera estricta al llamado imperioso de<br />

la Ilustración: “Lejos de llamarnos o probabilistas o<br />

probabilioristas, o tucioristas y antiprobabilistas, [debemos]<br />

darnos <strong>el</strong> honroso dictado de veristas, o indagadores<br />

de la verdad, con la mayor aplicación” (NL,<br />

p. 192), pues “es preciso decir la verdad, cueste lo que<br />

costare” (NL, p. 193).<br />

<strong>Espejo</strong> asume aquí un pap<strong>el</strong> que viene a ser trascendental<br />

para la comprensión de su legado. Si nos hemos<br />

detenido tanto en <strong>el</strong> Nuevo Luciano es porque vemos<br />

que en él pueden rastrearse prácticamente todos los<br />

principios sobre los que se montaría en lo sucesivo <strong>el</strong><br />

aparato crítico y filosófico de su autor. Especialmente<br />

uno, al que podríamos sintetizar con palabras que<br />

vienen de la boca de Murillo cuando Mera ad<strong>el</strong>anta<br />

las severas críticas que habrían de recibir sus declaraciones<br />

contenidas en <strong>el</strong> texto: “Dirán”, le dice, “que es<br />

Vm., por antonomasia, <strong>el</strong> reformador de estos tiempos<br />

y de los estudios de Quito” (NL, p. 194). Lejos de<br />

títulos más p<strong>el</strong>igrosos y superlativos como “reb<strong>el</strong>de” o<br />

“revolucionario” —que en estricto no le competen—,<br />

<strong>Espejo</strong> quiso ser <strong>el</strong> gran reformador de su época, aspiración<br />

a la que se abocó con plena confianza en la capacidad<br />

de la moral y la razón por mod<strong>el</strong>ar las pautas<br />

de comprensión e interacción con <strong>el</strong> mundo, y que él<br />

había adquirido tanto por su inquebrantable fe católica<br />

como por sus largos y forzosos años de estudio.<br />

De ahí que <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento clave que cierra toda la reflexión<br />

d<strong>el</strong> Nuevo Luciano y viene a completar <strong>el</strong> círculo de lo<br />

que <strong>Espejo</strong> propone como pauta para llevar ad<strong>el</strong>ante<br />

la reforma sea <strong>el</strong> tema d<strong>el</strong> noveno y último diálogo entre<br />

Mera y Murillo: <strong>el</strong> de la oratoria. Ya que “para los<br />

entendimientos más despiertos ha amanecido <strong>el</strong> día<br />

de la ilustración” (NL, p. 204), y que de <strong>el</strong>los depende<br />

la difusión de ese amanecer como camino y garantía<br />

de la reforma, es de vital importancia asegurar lo que<br />

podríamos llamar una capacidad pública de las luces,<br />

esto es, la posibilidad no solo de abarcar y comprender<br />

—con base en principios científicos y r<strong>el</strong>igiosos—<br />

<strong>el</strong> cúmulo de circunstancias que engloban <strong>el</strong> concepto<br />

de realidad, sino también de difundir ese conocimiento<br />

a través de una correcta y medida <strong>el</strong>ocuencia de corte<br />

racional. El rol de reformador que asume <strong>Espejo</strong> es,<br />

por tanto, un rol de carácter social, y por tanto esencialmente<br />

patriótico. Es aqu<strong>el</strong> hombre pío, despierto,<br />

racional y dedicado —aqu<strong>el</strong> “santo y científico”, ideal<br />

de católico-<strong>ilustrado</strong> en <strong>el</strong> que sueña <strong>Espejo</strong>—, <strong>el</strong> encargado<br />

de tomar las riendas d<strong>el</strong> proyecto educativo<br />

esbozado y llevar ad<strong>el</strong>ante <strong>el</strong> progreso y crecimiento<br />

definitivo d<strong>el</strong> país entero.


SERIE ESTUDIOS 61<br />

Este carácter misional de la postura de <strong>Espejo</strong> requiere<br />

un esfuerzo definido, pues ha quedado claro que<br />

“las reglas de la buena retórica […] piden un género<br />

de principio modesto, natural, y aun en cierto modo,<br />

humilde para captar la atención y benevolencia d<strong>el</strong><br />

auditorio” (NL, p. 209). Es de vital importancia que <strong>el</strong><br />

orador se proponga “una verdad útil para manifestarla<br />

al pueblo” (NL, p. 211), ya que en <strong>el</strong>lo radica la utilidad<br />

de su accionar y la garantía de que <strong>el</strong> futuro d<strong>el</strong> país<br />

sea promisorio. Nada de <strong>el</strong>lo encuentra <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong><br />

discurso de Sancho de Escobar, a quien le reprende en<br />

términos duros: “Éste [sic], amigo mío, ni fue sermón<br />

ni fue nada, sino una runfla de desatinos, y una burla<br />

que se hizo al auditorio quiteño, porque era suponerle<br />

tan bárbaro, que con esta jerigonza espiritual le bastaba”<br />

(NL, p. 234). El asunto central vu<strong>el</strong>ve a rev<strong>el</strong>arse,<br />

estableciendo, sin espacio para dudas, <strong>el</strong> proyecto<br />

que <strong>Espejo</strong> como <strong>ilustrado</strong> se plantea para consumar<br />

la necesaria reforma: “El deseo de promover la pureza<br />

y santidad de la <strong>el</strong>ocuencia, y <strong>el</strong> c<strong>el</strong>o de la salvación de<br />

las almas han dado impulso a mi mano” (NL, p. 229).<br />

Vale la pena cerrar este recorrido por <strong>el</strong> Nuevo Luciano<br />

con una declaración extensa que hace Murillo, no sin algo<br />

de comicidad y finalmente convencido de la postura de<br />

Mera, hacia la mitad d<strong>el</strong> último diálogo d<strong>el</strong> texto:<br />

Todo <strong>el</strong> que no ha cogido siquiera un compendillo<br />

de retórica; todo <strong>el</strong> que no ha saludado ni por <strong>el</strong><br />

forro la santa Biblia; todo <strong>el</strong> que no ha leído ni un<br />

Santo Padre ni un expositor entero; todo <strong>el</strong> que<br />

remienda y zurce de aquí para allí andrajos, o de<br />

Guerra o de Vieira o de Señeri o de todo <strong>el</strong> mundo<br />

74 ; todo <strong>el</strong> que es amigo de estilito peinado y<br />

boquirrubio; todo <strong>el</strong> que es arrogante en las ideas,<br />

hasta proferir herejías; todo <strong>el</strong> que en los sermones,<br />

unas veces quiere parecer matemático, otras<br />

filósofo cartesiano o gasendista o copernicano,<br />

otras pintor, otras arquitecto, otras médico, otras<br />

militar, otras jurista, otras Petrus in cunctis 75 , sin<br />

saber la Doctrina Cristiana; todo <strong>el</strong> que repite y<br />

encaja en menos de un año más de cien veces un<br />

solo sermón; finalmente, todo <strong>el</strong> que temerariamente,<br />

sin saber predicar ni pretender estudiar<br />

la oratoria monta al púlpito, como si montara<br />

sobre un gran macho, venga acá, comparezca<br />

sobre <strong>el</strong> tablado, agache la cabeza, extienda <strong>el</strong><br />

pescuezo, caiga <strong>el</strong> cuchillo sobre él, muera. Amén<br />

(NL, p. 227).<br />

74 Manu<strong>el</strong> de Guerra y Ribera (1638-1692), António Vieira (1608-1697), Paolo Segneri (1624-1694). Todos<br />

r<strong>el</strong>igiosos europeos, destacados en su momento como grandes y <strong>el</strong>ocuentes oradores. Ver Carlos Freile,<br />

“Eugenio <strong>Espejo</strong> lector. Contribución al estudio de las lecturas en <strong>el</strong> Reino de Quito en <strong>el</strong> siglo XVIII”,<br />

en Cartas y lecturas…, pp. 391, 488-489 y 467.<br />

75 Petrus in cunctis: literalmente, “Pedro en todo”.


62<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Tal parece que <strong>el</strong> Nuevo Luciano causó gran controversia<br />

desde <strong>el</strong> momento de su aparición. Es razonable<br />

pensar que quienes sintieron la censura —acaso todo <strong>el</strong><br />

mundo int<strong>el</strong>ectual de Quito— se vieron indignados e<br />

impotentes. El Dr. de Cía, Apéstegui y Perochena se había<br />

mostrado implacable, inflexible y hasta cru<strong>el</strong>, y por<br />

entonces nadie sabía a quién o hacia dónde devolver <strong>el</strong><br />

golpe. “En muchos casos”, se ha dicho, “la crítica de <strong>Espejo</strong><br />

era más que discutible, […] pero la obra, burlesca y<br />

anónima, no daba pie a discusión o refutación, y solo a<br />

indignación, irritación y amargos resentimientos” 76 . Era<br />

de esperarse, pues, que no hayan sido pocas las opiniones<br />

ardidas que condenaron y rechazaron lo expuesto<br />

en <strong>el</strong> Nuevo Luciano, al punto que <strong>el</strong> propio <strong>Espejo</strong><br />

haya emprendido un curioso proceso para discutirlas.<br />

Al año de haberse difundido <strong>el</strong> Nuevo Luciano, en 1780,<br />

circuló otro pap<strong>el</strong> manuscrito que llevaba <strong>el</strong> título de<br />

Marco Porcio Catón o memorias para la impugnación<br />

d<strong>el</strong> nuevo Luciano de Quito 77 . La obra iba firmada por<br />

un tal Moisés Blancardo y se dedicaba al obispo de Quito,<br />

Don Blas Sobrino y Minayo. Tal como se anunciaba<br />

desde la dedicatoria y la nota introductoria dirigida al<br />

lector, <strong>el</strong> objeto de tal escrito era crear una suerte de<br />

“índice de lo que se puede decir contra <strong>el</strong> Luciano”<br />

(MPC, p. 303), a fin de “reprimir la insolencia de ese inicuo<br />

mofador de nuestros días” (MPC, p. 301). El texto,<br />

sin embargo, era d<strong>el</strong> propio <strong>Espejo</strong>, quien <strong>el</strong>aboraba una<br />

desacreditación de su anterior texto inaugural, tomando<br />

para <strong>el</strong>lo las críticas que este había suscitado entre<br />

los quiteños, y basándose en la idea, entre otras, de que<br />

“<strong>el</strong> principal objeto de la obra d<strong>el</strong> famoso Luciano ha<br />

sido hacerse célebre con un baño de mentida gloria,<br />

dando a entender a gentes de poca o ninguna lectura<br />

que es hombre de muy vasta erudición” (MPC, p. 308).<br />

El juego de <strong>Espejo</strong> se tornaba algo difícil, pero no d<strong>el</strong><br />

todo indescifrable 78 . La crítica d<strong>el</strong> Marco Porcio Catón<br />

era un complejo recorrido por los temas tratados en <strong>el</strong><br />

Nuevo Luciano, y a menudo un pretexto para afianzar<br />

lo expuesto. Rodríguez Cast<strong>el</strong>o ha insistido en <strong>el</strong> hecho<br />

de que no faltan pasajes ambiguos en <strong>el</strong> Marco Porcio<br />

Catón en donde <strong>el</strong> Nuevo Luciano es más <strong>el</strong>ogiado que<br />

vilipendiado, ni momentos en que se repiten las tesis<br />

de este 79 . A la vez que se acusa a Perochena de “malediciente”,<br />

“cru<strong>el</strong>”, “inhumano”, “atrevido” y “sacrílego”<br />

76 Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, p. 998.<br />

77 Marco Porcio Catón o memorias para la impugnación d<strong>el</strong> nuevo Luciano de Quito, de aquí en ad<strong>el</strong>ante<br />

abreviado como MPC, en OC, pp. 299-359.<br />

78 Astuto señala que, fuera de ser novedoso, <strong>el</strong> recurso es prácticamente un calco de aqu<strong>el</strong> utilizado<br />

por <strong>el</strong> portugués Luís António Verney (1713-1792) para refutar a los detractores de su O Verdadiro<br />

metodo de estudar (1746). Que <strong>Espejo</strong> conocía de cerca la obra de Verney está claro por las muchas<br />

alusiones que hace de él en sus escritos. Ver Astuto, “Obra educativa prólogo”…, pp. 20-21.<br />

79 Ver Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, p. 998 ss.


SERIE ESTUDIOS 63<br />

(MCP, p. 307), se dice que es “un hombre inquieto, que<br />

todo lo emprende, un genio ardiente que a todo se<br />

atreve” (MPC, p. 340); y a la vez que se afirma que “<strong>el</strong><br />

furor le puso la pluma a la mano, <strong>el</strong> odio la mojó en<br />

tinta d<strong>el</strong> Averno y la ceguedad le hizo correr rasgos tan<br />

atrevidos” (MPC, p. 328), se dice que su alma es “todo<br />

incendio, toda audacia” (MPC, p. 337).<br />

A fin de cuentas, si bien <strong>el</strong> texto entero pretende ser<br />

una seria refutación d<strong>el</strong> Nuevo Luciano, no queda d<strong>el</strong><br />

todo clara su impugnación más que a título de ataque<br />

personal al autor. Las tres razones con las que<br />

se pretende resumir la acusación contra Perochena,<br />

más que asuntos inexpugnables, son claras marcas de<br />

la debilidad de todo <strong>el</strong> argumento, a saber: 1) que <strong>el</strong><br />

Nuevo Luciano es “un espejo” que “nos retrata” como<br />

“feos monstruos de ignorancia” frente a “todos los extraños”;<br />

2) que aceptarlo sería aceptar <strong>el</strong> genio destacado<br />

de su autor; 3) que la obra es un “lib<strong>el</strong>o infamatorio”<br />

(MPC, p. 352). Para <strong>Espejo</strong>, que es quien está por<br />

detrás de toda esta reflexión, nada de eso puede tenerse<br />

más allá que como mero alegato pasional, pues<br />

bien podría decirse que las virtudes d<strong>el</strong> Nuevo Luciano<br />

se sostienen justamente porque se trata de un espejo<br />

—vaya coincidencia de palabras con <strong>el</strong> verdadero<br />

nombre de su autor— que nos muestra como somos,<br />

porque su autor es un genio destacado —que por<br />

ende merece ser escuchado— y porque se apodera<br />

de la dura y necesaria tarea de afrentar a los responsables<br />

d<strong>el</strong> penoso sistema educativo que mantiene a la<br />

Audiencia en su estado de postración y retraso.<br />

La labor d<strong>el</strong> Marco Porcio Catón fue más bien juntar<br />

todas las críticas hechas al Nuevo Luciano para así<br />

poder refutarlas en conjunto y de un solo plumazo.<br />

Eso sería lo que en términos generales ocurriría con la<br />

siguiente obra manuscrita de <strong>Espejo</strong> que empezaría a<br />

circular en Quito poco después <strong>el</strong> mismo año (1780),<br />

la cual, ya desde su título, se mostraba como continuación<br />

d<strong>el</strong> primer esfuerzo reformador d<strong>el</strong> quiteño<br />

que había aparecido dos años atrás: El nuevo Luciano<br />

de Quito o despertador de los ingenios quiteños en siete<br />

diálogos apologéticos de la oración fúnebre que dijo <strong>el</strong><br />

Dr. Dn. Ramón de Yépez, abogado de los Reales Consejos,<br />

cura y vicario de la doctrina de Tumbaco, y de las<br />

nueve conversaciones que salieron por junio de 1779 80 .<br />

Ese texto venía firmado nuevamente por <strong>el</strong> Dr. Perochena<br />

y suponía una denigración total de la postura<br />

y la reflexión de Moisés Blancardo, quien entonces<br />

aparecía como un dialogante más junto con Mera,<br />

80 En mucha de la bibliografía existente, incluso alguna de la más autorizada, aparece a veces este<br />

texto fechado en 1781. Es notorio que existe cierta confusión que se repite desde hace tiempo<br />

entre los estudiosos, sin explicación aparente. Valga un ejemplo: Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, en su Literatura<br />

en la Audiencia de Quito…, tomo 2…, primero dice que fue escrito <strong>el</strong> mismo año que <strong>el</strong> discurso<br />

d<strong>el</strong> Dr. Yépez, esto es, en 1780 (p. 994, nota 10), y luego lo fecha en 1781 (p. 1.092). Planteada la duda,<br />

seguimos aquí lo que parece ser la versión oficial de quienes han cotejado manuscritos de manera<br />

meticulosa —González Suárez, Astuto—, quienes señalan la fecha de 1780.


64<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

<strong>el</strong> sabio doctor d<strong>el</strong> primer Luciano, y Murillo, entonces<br />

enmendado y presentado como otro int<strong>el</strong>ectual<br />

notable que secundaba y acompañaba las reflexiones<br />

d<strong>el</strong> primero.<br />

El segundo Nuevo Luciano —conocido comúnmente<br />

como La ciencia blancardina 81 ya que de esa forma<br />

se refieren sus dialogantes a la ignorancia y rudeza de<br />

Blancardo— se concibió como una crítica sin cuart<strong>el</strong><br />

al padre Juan de Arauz, mercedario, que en un texto<br />

de aprobación que hiciera de la oración fúnebre d<strong>el</strong><br />

Dr. Yépez que se menciona en <strong>el</strong> título había criticado<br />

fuertemente los primeros diálogos de <strong>Espejo</strong>. Las<br />

conversaciones discurren, entonces, sobre <strong>el</strong> texto de<br />

Arauz, y en esa dinámica van desplegando una diatriba<br />

a ratos violenta y ofendida, a ratos satírica y burlona,<br />

siempre despiadada y maliciosa. Blancardo, que<br />

representa aquí al mismo Arauz —pues se declara autor<br />

de la mentada aprobación—, sirve apenas como<br />

presencia circunstancial para encaminar los durísimos<br />

ataques y burlas de los otros dos, en especial de Murillo,<br />

que se muestra más <strong>el</strong>ocuente y entendido.<br />

Copia manuscrita de 1788 que contiene<br />

La ciencia blancardina y Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as<br />

81 La ciencia blancardina, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado<br />

como CB, en OC, pp. 361-595.<br />

Primera página de La ciencia blancardina<br />

o Nuevo Luciano de Quito


SERIE ESTUDIOS 65<br />

Prefacio de la obra<br />

Lejos de tratar o discutir los temas d<strong>el</strong> Marco Porcio<br />

Catón, Mera y Murillo se dedican a revisar con minuciosidad<br />

lo dicho en la aprobación y reprobarlo<br />

todo con base tanto en las supuestas falencias d<strong>el</strong><br />

texto como en la nula potestad int<strong>el</strong>ectual de su autor,<br />

Blancardo. Así, se refuta aqu<strong>el</strong>la impugnación d<strong>el</strong><br />

primer Nuevo Luciano mediante la desacreditación<br />

de quien supuestamente la escribió —juego audaz<br />

si se piensa que quien lo había escrito en realidad<br />

era <strong>el</strong> propio <strong>Espejo</strong>—, y se aprovecha <strong>el</strong> momento<br />

para expandirse en una vendetta personal contra <strong>el</strong><br />

mercedario. Mucho de lo dicho en La ciencia blancardina<br />

peca de exagerado y pretencioso. Siguiendo<br />

<strong>el</strong> camino planteado con sus dos antecesoras —con<br />

las que reunida forma <strong>el</strong> grupo a menudo llamado<br />

la “trilogía educativa”—, La ciencia blancardina es<br />

<strong>el</strong> momento de mayor indignación en esta primera<br />

etapa, pero también de mayor desmesura. Bien se ha<br />

dicho que, como obras primerizas de juventud, las<br />

tres tienen algo de “impacientes, excesivas, apasionadas,<br />

a veces fruto de exasperado subjetivismo y hasta<br />

con resabios de pedante sofistería” 82 .<br />

Sin embargo, para lo que nos interesa a nosotros<br />

—que es lo que representa dentro d<strong>el</strong> proyecto<br />

educativo de <strong>Espejo</strong>— está claro que La ciencia<br />

blancardina, aun con sus excesos, se mantiene dentro<br />

d<strong>el</strong> mismo espíritu pedagógico d<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong>.<br />

Firma d<strong>el</strong> Dr. De Cía (pseudónimo de <strong>Espejo</strong>) 82 Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”,<br />

p. 1.004.


66<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Ya desde la dedicatoria, que en esta ocasión va dirigida<br />

“al muy ilustre y venerable clero de Quito”, se<br />

manifiesta la intención de fondo: “La verdad puede<br />

ofender y disgustar a la d<strong>el</strong>icadeza d<strong>el</strong> amor propio,<br />

pero sé que es amable a los ojos d<strong>el</strong> entendimiento”<br />

(CB, p. 364). Más aún, <strong>Espejo</strong> vu<strong>el</strong>ve a situarse en su<br />

pap<strong>el</strong> de reformador, enojándose por lo que él percibe<br />

como ligereza en las palabras de Arauz y resaltando<br />

su propio esfuerzo int<strong>el</strong>ectual por destacarse:<br />

“No debe presumir de censor <strong>el</strong> que no tuviere mucha<br />

y profunda literatura; y […] mucho menos debe<br />

arrogarse sin ciencia verdadera <strong>el</strong> derecho de condenar<br />

a un autor que, si no la tiene, la solicita y cultiva<br />

con empeño, no siendo otro su deseo sino que sus<br />

compatriotas la adquieran con ventaja” (CB, p. 365).<br />

Con estas premisas, todos los grandes temas educativos<br />

d<strong>el</strong> Nuevo Luciano se repiten en La ciencia<br />

blancardina, la cual se asume abiertamente como su<br />

continuación necesaria: “El autor d<strong>el</strong> Nuevo Luciano,<br />

constituido ya en <strong>el</strong> laudable empeño de promover<br />

la f<strong>el</strong>icidad de su patria, no quiere perderlo de vista,<br />

sino que, teniéndole siempre presente, pretende llevarle<br />

a un estado de perfección cual se puede desear<br />

en esta provincia” (CB, p. 367). De hecho, <strong>el</strong> caso de<br />

la evolución de Murillo es presentado como ejemplo<br />

concreto de la eficacia de la propuesta educativa:<br />

“En estos segundos diálogos se ha querido hacer ver<br />

a Murillo my enmendado para dar a conocer que la<br />

sagacidad de un maestro hábil es capaz de formar útil<br />

a la sociedad al genio, que parece amasado con la rudeza”.<br />

Así mismo, se insiste en la causa de todos los<br />

males, repitiendo también lo que ya vimos estipulado<br />

en <strong>el</strong> primer Nuevo Luciano:<br />

La desgracia de Quito es que a los que nacieron<br />

con debilidad de cerebro, y por eso de juicio y<br />

reflexión, con los disimulos de una burla lisonjera,<br />

se les confirma más y más en su insensatez<br />

y locura. […] Quito es un país donde solamente<br />

se produce este enjambre numerosísimo de gentes<br />

iliteratas y atrevidas; indoctas y temerarias;<br />

estúpidas y animosas. […] Con íntimo dolor<br />

de su ánimo se ve obligado <strong>el</strong> autor d<strong>el</strong> Nuevo<br />

Luciano a tratar de rudo al común d<strong>el</strong> pueblo<br />

quiteño; y, debajo de esta suposición, aún tendría<br />

siempre mayor necesidad de combatir su<br />

barbarie (CB, p. 370).<br />

Resulta innecesario seguir de cerca los siete diálogos<br />

que componen <strong>el</strong> ataque a Arauz. En <strong>el</strong>los se trata<br />

de la sublimidad d<strong>el</strong> estilo, la modernidad de los<br />

estudios, la crítica, la retórica, la oratoria y demás,<br />

siempre resaltando las falencias que con respecto a<br />

esos y otros asuntos se detectan en la aprobación<br />

d<strong>el</strong> mercedario y señalando las características y virtudes<br />

que deberían observarse para no caer en esos<br />

vicios que produce la ignorancia. Quizá lo más novedoso<br />

sea, por una parte, la abierta declaración de


SERIE ESTUDIOS 67<br />

Mera sobre su autoría d<strong>el</strong> Marco Porcio Catón —“Yo<br />

mismo soy <strong>el</strong> autor de dicho pap<strong>el</strong>illo” (CB, p. 540)—<br />

y <strong>el</strong> famoso “medio retrato” que <strong>Espejo</strong>, a través de<br />

Mera, hace de sí mismo —“Su estatura es regular y<br />

nada tiene de defectuosa. Su rostro, siendo serio, no<br />

es deforme, y en su fisonomía se reconoce…”— (CB,<br />

pp. 568-571) 83 . En ese curioso fragmento, <strong>Espejo</strong> se<br />

describe física, moral e int<strong>el</strong>ectualmente, dejando<br />

para la posteridad lo que hoy en día reconocemos<br />

como una de las poquísimas fuentes directas para<br />

imaginar su figura, además de un genial documento<br />

de valoración propia y hondura psicológica 84 .<br />

Habría que destacar <strong>el</strong> hecho crucial de que estos primeros<br />

textos de <strong>Espejo</strong> lograron <strong>el</strong> objetivo implícito<br />

de poner en boca de todos la discusión fundamental<br />

planteada por <strong>el</strong> reformismo <strong>ilustrado</strong>, en cuya base<br />

se situó siempre una profunda crítica a la rigidez de<br />

la realidad y sus crecientes falencias. Ni siquiera hace<br />

falta alejarse de lo que los propios textos de la trilogía<br />

educativa señalan para darse cuenta de que <strong>el</strong> impacto<br />

de esos escritos fue amplio: eso explica, por ejemplo,<br />

la reacción decidida y furiosa d<strong>el</strong> padre Arauz. La<br />

trilogía quizá no fue un discurso de resultados pragmáticos<br />

—sería difícil dar alguna prueba de que su<br />

difusión haya tenido repercusiones efectivas e inmediatas<br />

sobre lo que se proponía en concreto (aqu<strong>el</strong>lo<br />

de la reforma educativa)—, pero es indudable que se<br />

trató de la primera expresión clara, enfática y sin miramientos<br />

de lo que la consolidación d<strong>el</strong> pensamiento<br />

83 Es de notar que la autoría d<strong>el</strong> Marco Porcio Catón se reconoce para Mera, no para <strong>Espejo</strong>, quien<br />

sigue oculto. Mera, además, se refiere constantemente al primer Nuevo Luciano como cosa propia,<br />

aun cuando ahí aparece como dialogante en las mismas condiciones en las que aparece en La ciencia<br />

blancardina. Cuando, poco después, <strong>el</strong> mismo Mera habla d<strong>el</strong> verdadero autor d<strong>el</strong> Nuevo Luciano,<br />

parece olvidar que, si ha de creérs<strong>el</strong>e, no podría sino estar haciendo una descripción de sí mismo.<br />

Valga esta nota para rev<strong>el</strong>ar algo d<strong>el</strong> retorcido juego de auto-impugnaciones, desdoblamientos,<br />

heteronimia y anónimo que atraviesa la totalidad de la obra de <strong>Espejo</strong>.<br />

84 Otro documento interesante a este respecto es una descripción que se hizo de <strong>Espejo</strong> por motivo de<br />

su primer arresto y prisión en 1783, en <strong>el</strong> que se dice que “<strong>el</strong> enunciado <strong>Espejo</strong> tiene una estatura regular,<br />

largo de cara, nariz larga, color moreno, y en <strong>el</strong> lado izquierdo d<strong>el</strong> rostro un hoyo bien visible”. El dato<br />

fue señalado por primera vez por Pablo Herrera en su Ensayo sobre la historia de la literatura ecuatoriana<br />

de 1860 (Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Gobierno). Nosotros lo hemos tomado de Federico González Suárez<br />

“Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”, prólogo a Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo<br />

2, Quito, Imprenta Mariscal, 1912, pp. XIV-XV. Una fuente visual mucho más significativa —aunque<br />

polémica— es un lienzo atribuido a José Cortes y Alcocer y taller, c. 1783, en <strong>el</strong> que se representa<br />

una escena d<strong>el</strong> antiguo Hospital San Juan de Dios de Quito y en donde, según ha especulado Luciano<br />

Andrade Marín con convincentes argumentos, está representado <strong>el</strong> Dr. <strong>Espejo</strong> (“Retrato auténtico<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong> en un lienzo d<strong>el</strong> hospital San Juan de Dios”, en diario Últimas Noticias, Quito, 20 de<br />

marzo de 1965, p. 8.). Esta sería la única representación d<strong>el</strong> Precursor hecha durante su vida.


68<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

<strong>ilustrado</strong> venía forjando en la Audiencia, así como <strong>el</strong><br />

primer ataque frontal y abierto a las instituciones y<br />

personalidades que llevaban la batuta en <strong>el</strong> ámbito<br />

académico de Quito. A pesar de anonimato, la crítica<br />

de la trilogía le ganó a su autor una multitud de enemigos<br />

que no perdería por <strong>el</strong> resto de su vida 85 .<br />

De los mismos años de su trilogía educativa son cuatro<br />

textos teológicos de <strong>Espejo</strong> escritos presumiblemente<br />

por encargo. Se trata de tres sermones —<strong>el</strong><br />

“Sermón de Dolores”, predicado por <strong>el</strong> sacerdote Pedro<br />

Dávalos en Riobamba <strong>el</strong> día 26 de marzo de 1779;<br />

<strong>el</strong> “Sermón moral”, predicado por Domingo Larrea,<br />

cura de Cayambe, en 1780; <strong>el</strong> “Sermón de San Pedro”,<br />

predicado en la villa de Riobamba <strong>el</strong> 30 de junio de<br />

ese mismo año por Juan Pablo <strong>Espejo</strong>, r<strong>el</strong>igioso hermano<br />

de Eugenio— y una carta firmada por <strong>el</strong> sacerdote<br />

Francisco de La Graña y dirigida a don Pascual<br />

Cárdenas, en respuesta a una consulta que este<br />

le había hecho sobre asunto de indulgencias, la cual<br />

lleva la fecha d<strong>el</strong> 8 de abril de 1780. Resulta de gran<br />

interés esta producción acaso marginal de <strong>Espejo</strong> por<br />

significar para él una posibilidad concreta de poner en<br />

práctica aqu<strong>el</strong>lo que paral<strong>el</strong>amente se planteaba en la<br />

trilogía educativa como ideal de retórica, <strong>el</strong>ocuencia,<br />

composición, estudio y estilo encaminados a la finalidad<br />

didáctica de propagar la verdad.<br />

Así pues, a la par que criticaba con dureza <strong>el</strong> sermón<br />

de Sancho de Escobar, <strong>Espejo</strong> redactaba composiciones<br />

equivalentes con un claro y definido propósito<br />

pedagógico. A decir de Astuto, “en una época en que<br />

la mayor parte de los predicadores se interesaban más<br />

en la pompa y afectación que en edificar a los fi<strong>el</strong>es,<br />

<strong>Espejo</strong> trataba de producir sermones magníficos que<br />

pudieran ser útiles al pueblo” 86 . El estudioso norteamericano<br />

también sigue la tesis general de González<br />

Suárez de que “los sermones que escribió [<strong>Espejo</strong>] están<br />

limpios de los principales defectos que entonces<br />

se tenían como primores en la <strong>el</strong>ocuencia d<strong>el</strong> púlpito,<br />

[pues] son claros, ingeniosos y eruditos” 87 . Habremos<br />

de aumentar a esto que estos textos son quizá<br />

85 No sabemos cómo y de qué forma dicho anonimato se fue disipando hasta borrar toda duda sobre<br />

la autoría de los textos de la trilogía, pero sabemos con certeza que hacia 1783 ya tenía <strong>Espejo</strong> enemigos<br />

poderosos con los cuales entablar lidias de peso, y que para 1787 él mismo aceptaba abiertamente<br />

ser <strong>el</strong> autor de esos escritos. Es presumible, pues, que haya sido cosa conocida desde antes que él<br />

era la mente detrás de la pluma d<strong>el</strong> Nuevo Luciano. Según los registros que se tiene, la primera vez que<br />

de pluma de <strong>Espejo</strong> se haya aceptado abiertamente la autoría d<strong>el</strong> esas primeras obras se encuentra en<br />

una representación que este dirigiera a José de Villalengua, entonces presidente de la Audiencia, <strong>el</strong> 21 de<br />

octubre de 1787, con motivo de su prisión en ese año. El texto puede encontrarse en OC, IV, pp. 207-212.<br />

86 Philip L. Astuto, “Introducción a las obras teológicas”, en OC, IV, p. 16.<br />

87 Federico González Suárez, “Estudio biográfico y literario sobre <strong>Espejo</strong> y sus escritos”,<br />

en Escritos d<strong>el</strong> doctor <strong>Espejo</strong>…, tomo 1, p. LVII.


SERIE ESTUDIOS 69<br />

la mayor evidencia d<strong>el</strong> marcado c<strong>el</strong>o católico de su<br />

autor, siendo una clara muestra d<strong>el</strong> “filósofo cristiano”<br />

que fundamentaba la preeminencia de su proyecto<br />

educativo en los principios de la razón y la fe. La carta<br />

de La Graña, si bien ajena a la intención primordialmente<br />

comunicativa de los sermones, destaca por su<br />

profunda sapiencia de temas r<strong>el</strong>igiosos con una precisión<br />

diríase científica, lo cual pone en evidencia lo ya<br />

planteado sobre <strong>Espejo</strong> y su visión d<strong>el</strong> mundo.<br />

También de esa primera etapa es <strong>el</strong> interesante texto<br />

que hoy en día se conoce como Dedicatoria d<strong>el</strong> Tratado<br />

de Longino (1781) 88 , y que apareció como prólogo,<br />

introducido a manera de dedicatoria al Sr. D. Blas Sobrino<br />

y Minayo, a la traducción que hiciera <strong>el</strong> propio<br />

<strong>Espejo</strong> d<strong>el</strong> Tratado de lo maravilloso y lo sublime, de<br />

Dionisio Casio Longino, hecha a partir de la versión<br />

francesa de Boileau-Despréaux, y acompañada por<br />

una traducción de la Oración moderna de la <strong>el</strong>ocuencia,<br />

de Antoine Léonard Thomas 89 . En este texto<br />

—que incorpora, sin dar crédito por <strong>el</strong>lo, casi todo<br />

<strong>el</strong> prólogo d<strong>el</strong> propio Boileau-Despréaux— se continúan<br />

reiterando las nociones ya discutidas hasta<br />

aquí: <strong>el</strong> propósito educativo de la reforma ilustrada,<br />

la concomitante necesidad de mejorar los estudios,<br />

la observancia de la moral católica, etc. El mismo hecho<br />

de que <strong>el</strong> propósito sea introducir la traducción<br />

de dos obras dedicadas al trato d<strong>el</strong> estilo sublime y la<br />

<strong>el</strong>ocuencia muestran la continuidad de ánimo con lo<br />

que se había dicho ya en la trilogía educativa. También<br />

es significativo a este respecto <strong>el</strong> acto tan espejiano de<br />

ocultar su paternidad d<strong>el</strong> texto bajo <strong>el</strong> anonimato y a<br />

la vez aprovechar ese encubrimiento para inmiscuirse<br />

en la discusión planteada en torno a la autoría d<strong>el</strong><br />

Nuevo Luciano 90 .<br />

88 Dedicatoria d<strong>el</strong> Tratado de Longino, de aquí en ad<strong>el</strong>ante nos referiremos a esa edición<br />

con la abreviatura TL.<br />

89 El texto de <strong>Espejo</strong> fue publicado por primera vez por Manu<strong>el</strong> María Pólit Laso junto a su artículo<br />

“Un hallazgo literario”, en Memorias de la Academia Ecuatoriana correspondiente a la Real Española,<br />

Nueva Serie, Tercera entrega, Quito, diciembre de 1923, pp. 199-231, con base en un manuscrito<br />

que él dice haber conseguido de Doña María Josefa de Ascásubi. D<strong>el</strong> texto de Longino, traducido<br />

y prologado por <strong>Espejo</strong>, se prepara actualmente una edición, a cargo de Carlos Paladines.<br />

90 La dedicatoria d<strong>el</strong> Tratado de Longino aplaude “al patriota estimable que se encubrió con <strong>el</strong> título<br />

de Luciano”, resaltando en él “su aplicación infructuosa, su vasta escogida lectura, […] su pundonoroso<br />

benemérito intento” (TL, p. 225), al tiempo que dice tomarle la posta en la traducción d<strong>el</strong> tratado<br />

de Longino, según la había ofrecido Mera en uno de los diálogos d<strong>el</strong> Nuevo Luciano. Se ignora<br />

si <strong>el</strong> texto fue difundido a manera de manuscritos como había ocurrido con la trilogía educativa,<br />

y se especula, al contrario, que tal prólogo nunca vio la luz durante la vida de <strong>Espejo</strong>. De hecho,<br />

Pólit Laso hace notar que <strong>el</strong> prólogo de <strong>Espejo</strong> está incompleto en su manuscrito, quizá porque<br />

en realidad nunca fue terminado.


70<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Facsímil de la primera página<br />

d<strong>el</strong> manuscrito de la Dedicatoria<br />

d<strong>el</strong> Tratado de Longino<br />

Lo novedoso, sin embargo, es la presencia de un aspecto<br />

que luego sería <strong>el</strong> asunto habitual en posteriores<br />

escritos de <strong>Espejo</strong>: la preocupación por lo económico.<br />

“Han llegado estos países a una de las no comunes<br />

calamidades, a la última y más apurada indigencia, a<br />

aqu<strong>el</strong>la extrema inopia que hace carecer de lo más preciso”<br />

(TL, p. 223), dice <strong>el</strong> prólogo. Y continúa luego discurriendo<br />

sobre <strong>el</strong> estancamiento d<strong>el</strong> comercio —“es<br />

innegable que Quito nada tiene traficable con Lima”<br />

(TL, p. 224)— y la ausencia de dinero circulante en la<br />

economía local —“ni sobre <strong>el</strong> mismo oro, ni por él, aun<br />

malbaratándolo, [se] encuentra plata en moneda” (TL,<br />

p. 224)—. Se rev<strong>el</strong>a ahí <strong>el</strong> trasfondo d<strong>el</strong> proyecto educativo<br />

de <strong>Espejo</strong>, que no es otro que motivar una reacción<br />

frente al calamitoso estado de la economía y la calidad<br />

de vida en Quito. De ahí que, al referirse a la ciudad y su<br />

provincia, encuentre términos tan negativos como los<br />

que siguen: “Si no halla [Quito] en las ciencias y artes y<br />

en sus efectos un refugio, aun se le ahuyenta <strong>el</strong> tardío y<br />

triste alivio de la esperanza, consu<strong>el</strong>o en la más infausta<br />

suerte. El concurso de los acaecimientos nos ha abismado<br />

en la de que seamos desventurados; la resulta es que<br />

somos inf<strong>el</strong>ices” (TL, p. 223).<br />

Así se cierra lo que podría considerarse un primer<br />

momento de la actividad int<strong>el</strong>ectual de <strong>Espejo</strong>, y que<br />

corresponde a su irrupción en la vida pública de la<br />

Audiencia. Con 33 años —edad representativa en términos<br />

generacionales—, <strong>Espejo</strong> dejaba marcado ya lo<br />

que sería su posicionamiento como hombre de letras


SERIE ESTUDIOS 71<br />

—como hombre de ciencia, razón y fe, como hombre<br />

<strong>ilustrado</strong>— frente a la compleja coyuntura que<br />

mostraba la realidad de su tiempo. Con lo dicho hasta<br />

aquí queda prácticamente completo <strong>el</strong> panorama d<strong>el</strong><br />

proyecto educativo de <strong>Espejo</strong> y sus intenciones ulteriores,<br />

todo lo cual habría de repetirse, ahondarse y<br />

perfeccionarse en lo sucesivo. Ahora corresponde ver<br />

cómo ese proyecto intentó ponerse en marcha y de<br />

qué forma su autor fue juzgado y entendido por <strong>el</strong><br />

resto de su sociedad.<br />

Como ha podido verse, la actitud reformadora de <strong>Espejo</strong><br />

significó desde <strong>el</strong> inicio un camino de enfrentamientos<br />

y pugnas con <strong>el</strong> statu quo de su mundo int<strong>el</strong>ectual<br />

y moral. Fue siempre de vital importancia para<br />

él la transformación íntegra de lo que se entendía por<br />

conocimiento, progreso, modernidad y cultura. Aunque<br />

su posición reflejaba no una lucha individual, sino<br />

la consolidación de ideales que venían germinándose<br />

desde antaño y que crecían en las conciencias de la<br />

mayor parte de sus contemporáneos, a menudo tuvo<br />

que verse solo ante los embates que la institucionalidad<br />

d<strong>el</strong> poder lanzaba contra él como cabeza visible de las<br />

nuevas ideas que levaban anclas en medio de un temporal<br />

turbulento. En una época de cambios dramáticos<br />

e inevitables, la figura de <strong>Espejo</strong> se vio en la posición<br />

histórica de unificar y consolidar en sí todo <strong>el</strong> esfuerzo<br />

generacional por fraguarse un futuro algo más promisorio<br />

que las grises penurias y las obsoletas prácticas en<br />

las que hasta entonces le había tocado vivir.


E S P E J O , E L I L U S T R A D O<br />

La lucha<br />

por la Reforma<br />

SERIE ESTUDIOS


SERIE ESTUDIOS 75<br />

<strong>Espejo</strong> y su proyecto <strong>ilustrado</strong><br />

en los últimos años d<strong>el</strong> s. XVIII<br />

Hasta aquí hemos planteado en qué se fundamentó <strong>el</strong> proyecto de país<br />

vislumbrado por Eugenio <strong>Espejo</strong> y sus contemporáneos. También hemos<br />

visto cómo ese proyecto se articulaba con <strong>el</strong> espíritu general de la<br />

Ilustración, de qué forma ese proceso de Occidente se consolidó en <strong>el</strong><br />

pensamiento de <strong>Espejo</strong> y por qué medios este empezó a darse a conocer<br />

en <strong>el</strong> mundo académico e int<strong>el</strong>ectual d<strong>el</strong> Quito de la época. Ahora nos<br />

corresponde revisar los caminos concretos por los que se fue llevando<br />

a cabo la lucha por la reforma planteada por <strong>el</strong> Precursor, así como las<br />

reacciones y enfrentamientos que este habría de soportar de parte de sus,<br />

cada día, más numerosos enemigos. Las virtudes “ideales” d<strong>el</strong> proyecto<br />

educativo de <strong>Espejo</strong> se verían manchadas de terrenales disputas cargadas<br />

de polémica, mezquindad e intransigencia —de lo que no estuvo exento<br />

<strong>el</strong> propio <strong>Espejo</strong>—, todo lo cual dio una marca característica a su existencia.<br />

Trataremos ahora, entonces, de comprender <strong>el</strong> proceso que envolvió<br />

<strong>el</strong> pensamiento y la obra de <strong>Espejo</strong> durante los años antes de su muerte<br />

causada por las enfermedades que contrajo durante su prisión en 1795.<br />

Facsímil de la portada d<strong>el</strong> manuscrito de las<br />

Reflexiones sobre las Viru<strong>el</strong>as.<br />

La vida propiamente pública de <strong>Espejo</strong> como int<strong>el</strong>ectual —recordemos<br />

que hasta 1781 todo había sido producido bajo la protección d<strong>el</strong> anonimato—<br />

despuntaría en 1785 con <strong>el</strong> texto Reflexiones sobre la virtud,<br />

importancia y conveniencias que propone don Francisco Gil, cirujano d<strong>el</strong><br />

Real Monasterio de San Lorenzo y su sitio, e Individuo de la Real Academia<br />

de Madrid, en su disertación físico-médica, acerca de un método seguro


76<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

para preservar a los pueblos de las viru<strong>el</strong>as 91 . <strong>Espejo</strong><br />

había emprendido la redacción de ese tratado por<br />

encargo d<strong>el</strong> Cabildo de Quito, alarmado este por las<br />

nefastas epidemias que ese mismo año habían diezmado<br />

la población de la ciudad 92 . Sin embargo, este<br />

estudio/disertación de <strong>Espejo</strong> es mucho más que una<br />

reflexión sobre las viru<strong>el</strong>as y <strong>el</strong> texto d<strong>el</strong> Dr. Gil. Con la<br />

oportunidad en las manos, <strong>Espejo</strong> no dudó en hacer<br />

gala de su erudición filosófico-académica y plantear<br />

un int<strong>el</strong>igente y firme análisis d<strong>el</strong> estado de la medicina<br />

en Quito, así como en ahondar en su crítica d<strong>el</strong><br />

sistema educativo y exponer las medidas que debían<br />

seguirse para salir d<strong>el</strong> estado calamitoso en que se encontraba<br />

la higiene en la ciudad.<br />

El estudio de las viru<strong>el</strong>as de <strong>Espejo</strong> fue tan logrado<br />

y significativo que un fragmento considerable fue<br />

incluido como anexo en la segunda edición de la<br />

propia Disertación físico-médica de Francisco Gil, la<br />

cual apareció en Madrid en 1786, cosa que lo afirma<br />

como uno de los textos más importantes de<br />

todos los que escribiera <strong>el</strong> médico quiteño. Sin embargo,<br />

lejos de ganarle la consideración que esperaba<br />

—aunque también fue eso lo que lograron—,<br />

sus Reflexiones le significaron una buena cantidad<br />

de resentimientos y enemistades entre <strong>el</strong> clero y<br />

los funcionarios administrativos de la Audiencia. La<br />

causa de ese rechazo se fundamentó en las implacables<br />

críticas que <strong>Espejo</strong> planteaba en r<strong>el</strong>ación a la<br />

forma en que era entendida y practicada la medicina<br />

en la ciudad, ámbito controlado bien por “curanderos”<br />

populares, bien por los r<strong>el</strong>igiosos bethlemitas<br />

que administraban <strong>el</strong> Hospital San Juan de Dios,<br />

en donde <strong>Espejo</strong> prácticamente había sido criado en<br />

acompañamiento de su padre.<br />

Un par de años antes d<strong>el</strong> aparecimiento de las Reflexiones,<br />

<strong>Espejo</strong> ya había tenido un primer enfrentamiento<br />

serio con las autoridades de Quito, cuando<br />

<strong>el</strong> presidente de entonces, José de León y Pizarro, lo<br />

había asignado a acompañar en calidad de médico a<br />

la expedición que Francisco de Requena haría hacia<br />

91 Tradicionalmente conocido como Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as. De aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado como RV,<br />

en Eugenio <strong>Espejo</strong>, El nuevo Luciano de Quito, tomo 2…, pp. 35-143.<br />

92 González Suárez aporta <strong>el</strong> dato de “casi ocho mil personas, entre niños y adultos” que perecieron<br />

en pocos meses de 1785 a causa de “una enfermedad maligna”. A juzgar por los datos demográficos<br />

de la época que se conocen en la actualidad, dicha cifra parece exagerada. Carlos Paladines ofrece <strong>el</strong><br />

dato más plausible de “más de tres mil personas”, para lo cual sigue al propio <strong>Espejo</strong>, que así lo afirma en<br />

RV, p. 43. De cualquier forma, queda claro que la mortandad de una epidemia como la acaecida ese año<br />

podía alcanzar cifras que en nuestros días, en términos porcentuales, serían inimaginables. Ver Federico<br />

González Suárez, Historia General de la República d<strong>el</strong> Ecuador, Biblioteca de Autores Ecuatorianos<br />

Clásicos Ari<strong>el</strong>, n.º 67, Quito/Guayaquil, Publicaciones Educativas Ari<strong>el</strong>, s. f., p. 56, y Carlos Paladines,<br />

“Estudio introductorio”, en Juicio a Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, Quito, CCE, 2007, p. 33.


SERIE ESTUDIOS 77<br />

las riberas de los ríos Marañón y Pará, con <strong>el</strong> objeto<br />

de determinar los límites de la Audiencia frente a las<br />

expansiones de la corona portuguesa en <strong>el</strong> Brasil. <strong>Espejo</strong><br />

se había negado a tal asignación, alegando razones<br />

de diverso tipo, y eso le había valido una primera<br />

prisión de mes y medio en <strong>el</strong> cuart<strong>el</strong> de infantería de<br />

la capital durante la primera mitad de 1783. Para <strong>el</strong>lo,<br />

<strong>Espejo</strong> había sido apresado en Riobamba —a donde<br />

había viajado al parecer para evitar su envío forzoso<br />

con la expedición—, gracias a la acción de José Migu<strong>el</strong><br />

Vallejo, hasta ese entonces amigo d<strong>el</strong> médico, quien<br />

lo había denunciado y hecho capturar. En <strong>el</strong> nombramiento<br />

hecho por León y Pizarro se ha visto un intento<br />

d<strong>el</strong> mandatario por “librarse” de <strong>Espejo</strong>, ya entonces<br />

considerado un personaje conflictivo y p<strong>el</strong>igroso.<br />

Así al menos lo daba a entender <strong>el</strong> mismo <strong>Espejo</strong> años<br />

después, en una carta enviada al rey Carlos III por motivo<br />

de su segunda prisión en 1787 93 .<br />

sus Reflexiones es prueba de que se lo veía ya como<br />

personalidad destacada, capaz de llevar a buen término<br />

una empresa de tal envergadura. El resultado,<br />

sin más, superó toda expectativa. Las ideas de <strong>Espejo</strong><br />

sobre la manera en que se transmiten las enfermedades,<br />

así como su establecimiento de las pautas que<br />

debían regir su propuesta de fundación de una casa<br />

de sanidad, alejada de la urbe, en donde pudiese<br />

aislarse a virolentos y leprosos, daban muestras de<br />

una mente lúcida, bien formada, conocedora de investigaciones<br />

de actualidad y ávida por encontrar<br />

soluciones radicales a los acuciantes problemas de<br />

la Audiencia, aun si por <strong>el</strong>lo debía confrontar a personas<br />

e instituciones tradicionalmente intocables en<br />

<strong>el</strong> ámbito local.<br />

Todo indica, pues, que <strong>Espejo</strong> no era más ese personaje<br />

oscuro, escondido tras <strong>el</strong> anonimato de sus críticas,<br />

que hasta años atrás había sido capaz de burlar<br />

la censura de jueces y autoridades. La propia decisión<br />

d<strong>el</strong> Cabildo de Quito para que <strong>Espejo</strong> redactara<br />

93 La carta al rey puede hallarse en Jorge Villalba, Las prisiones d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong> 1783-1787-1795,<br />

Quito, PUCE, 1992, pp. 73-88 (<strong>el</strong> fragmento aludido está en la p. 83). Valiéndose de documentos originales<br />

pertenecientes a José Manu<strong>el</strong> de Ezp<strong>el</strong>eta, virrey de la Nueva Granada entre 1789 y 1797, este libro<br />

contiene <strong>el</strong> estudio más completo y definitivo que se ha hecho sobre las prisiones que sufriera <strong>Espejo</strong>.<br />

Sobre <strong>el</strong> contexto de la prisión puede verse también Hernán Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la<br />

Ilustración quiteña…”, p. 1.009 ss., así como Paladines, “Estudio introductorio”…, Juicio a <strong>Espejo</strong>…, pp. 31-32.


78<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

En sus Reflexiones, <strong>Espejo</strong> vu<strong>el</strong>ve a lamentar <strong>el</strong> atraso<br />

cultural de Quito y su estancamiento educativo para<br />

fundamentar desde ahí su propuesta de mejora.<br />

Cuando refuta las opiniones erradas de los quiteños<br />

acerca de las causas d<strong>el</strong> contagio de las viru<strong>el</strong>as, asegura<br />

que su “error no viene sino de la constitución de<br />

este país negligente y aún olvidado de las obligaciones<br />

de formar <strong>el</strong> espíritu” (RV, p. 37), y un poco más<br />

ad<strong>el</strong>ante establece que, si bien la Corona ha puesto<br />

interés en <strong>el</strong> proyecto de exterminio de las viru<strong>el</strong>as,<br />

“<strong>el</strong> glorioso empeño de todo buen vasallo, especialmente<br />

de aqu<strong>el</strong> que sea visible al populacho […] por<br />

su verdadero mérito, será exhortar a éste [sic] a la<br />

admisión gratuita d<strong>el</strong> […] proyecto” (RV, p. 39). He<br />

ahí a <strong>Espejo</strong> asumiendo de nuevo su pap<strong>el</strong> de reformador<br />

de su tiempo a través de una misión de índole<br />

pedagógica, en la que es función de los <strong>ilustrado</strong>s<br />

(los “buenos vasallos”) <strong>el</strong> tut<strong>el</strong>aje y la instrucción de<br />

aqu<strong>el</strong>los que sin culpa están sumidos en la oscuridad<br />

de la ignorancia (<strong>el</strong> “populacho”).<br />

Son tres los asuntos puntuales en los que <strong>Espejo</strong> recalca<br />

debe centrarse <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong> en su labor educativa en<br />

r<strong>el</strong>ación a los comunes d<strong>el</strong> pueblo, a saber, “manifestándoles<br />

[…] la obligación indispensable que hay de obedecer<br />

al Rey y sus ministros, […] haciéndoles comprender<br />

las resultas ventajosas que sobrevienen al uso de<br />

superior orden [y] descubriéndoles ciertos secretos de<br />

la economía política por la que en ciertos casos es preciso<br />

que algunos particulares sean sacrificados al bien<br />

común” (RV, p. 39). Con esos tres puntos —que pueden<br />

traducirse a 1) monarquismo, 2) orden moral y 3)<br />

función social d<strong>el</strong> individuo— acabamos de dar forma<br />

al conjunto d<strong>el</strong> proyecto que <strong>Espejo</strong> se plantea como<br />

camino a la salvación para su país. Nada de eso habría<br />

de modificarse mayormente durante <strong>el</strong> resto de la vida<br />

de <strong>Espejo</strong>, y en su comprensión habremos de precisar <strong>el</strong><br />

sentido esencial de su postura frente al mundo.<br />

Con respecto a lo primero, <strong>el</strong> monarquismo, <strong>Espejo</strong><br />

declara que ha sido por “necesidad inevitable” que se<br />

ha depositado la autoridad en <strong>el</strong> Rey, y que con <strong>el</strong>lo<br />

se ha “entregado voluntariamente parte de [la] libertad”,<br />

todo lo cual “no tiene otro objeto que <strong>el</strong> d<strong>el</strong> buen<br />

orden, la economía, la conservación y la f<strong>el</strong>icidad d<strong>el</strong><br />

Estado” (RV, p. 39). Esta manifestación de férrea servidumbre<br />

al poder real, y su concomitante fe en la<br />

capacidad de ese poder por establecer la armonía y<br />

<strong>el</strong> orden entre los súbditos, reflejan <strong>el</strong> característico<br />

apego <strong>ilustrado</strong> por <strong>el</strong> sistema de corte absolutista<br />

que habría de mantenerse en <strong>Espejo</strong> hasta <strong>el</strong> final de<br />

sus días. No hay que olvidar, pues, que <strong>Espejo</strong> siempre<br />

se manifestó como monárquico, y que <strong>el</strong>lo explica<br />

en buena medida su ciega confianza en <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de<br />

proyecto <strong>ilustrado</strong> de educación, cuyo principal argumento<br />

es que al pueblo llano han de llegarle las luces<br />

de la Modernidad desde una instancia superior y legítimamente<br />

autorizada.


SERIE ESTUDIOS 79<br />

Tal noción encaja bien con <strong>el</strong> siguiente de los tres<br />

puntos, <strong>el</strong> d<strong>el</strong> “superior orden”, al que tomamos<br />

aquí precisamente como una defensa d<strong>el</strong> concierto<br />

monárquico como sistema legitimado no solo por<br />

<strong>el</strong> acuerdo social vigente, sino por la tradición moral<br />

de la r<strong>el</strong>igión y, por ende, por Dios mismo. En su<br />

argumentación, <strong>Espejo</strong> recurre a la exposición de<br />

aqu<strong>el</strong>las virtudes que habrían de protegerse y conservarse<br />

en caso de se acepte y se mantenga <strong>el</strong> orden<br />

—r<strong>el</strong>igioso, político— “superior”. Si bien erradicar las<br />

viru<strong>el</strong>as es un objetivo agradable al Rey —esto es, a<br />

la monarquía ilustrada—, su consecución significaría<br />

la defensa de los ideales que este representa. Uno de<br />

<strong>el</strong>los, por ejemplo, es la hermosura, a la que <strong>Espejo</strong><br />

se refiere como “un don precioso emanado de las<br />

manos de un Ser perfectísimo, esencial e infinitamente<br />

hermoso” (RV, p. 41), y que resulta necesario<br />

para asegurar <strong>el</strong> éxito d<strong>el</strong> amor nupcial, en <strong>el</strong> caso de<br />

las mujeres, o la utilidad al Estado, en <strong>el</strong> caso de los<br />

hombres. Flag<strong>el</strong>os como las viru<strong>el</strong>as laceran y afean la<br />

fisonomía de las personas, y con <strong>el</strong>lo atentan contra<br />

<strong>el</strong> orden establecido por impedir <strong>el</strong> curso adecuado<br />

de las r<strong>el</strong>aciones sociales.<br />

En cuanto a la función social d<strong>el</strong> individuo —esos<br />

“secretos de la economía política”—, <strong>Espejo</strong> hace<br />

ver que <strong>el</strong> oficio de cada persona para con la Patria<br />

debe ser “prescribir <strong>el</strong> honor, despreciar la fortuna,<br />

sacrificar los hijos y prodigar la misma vida en cambio<br />

de una muerte suave, por coronada de la gloria<br />

de haber servido al Estado” (RV, pp. 45-46). Esta “necesidad<br />

que todos tenemos de hacer los mayores y<br />

más dolorosos sacrificios al bien de la Patria” se resume<br />

en aqu<strong>el</strong>la proposición fundamental de que<br />

“<strong>el</strong> bien común prefiere al particular” (RV, p. 44). El<br />

caso lamentable de que “en la práctica se ve más comúnmente<br />

que <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> público es sacrificado<br />

al interés d<strong>el</strong> individuo” da la pauta para que “a todos<br />

nuestros compatriotas debería <strong>el</strong> filósofo, que sirve<br />

de antorcha a la ciudad, inculcar frecuentemente estas<br />

nociones generales, pero dignas de su atención y<br />

conocimiento” (RV, pp. 44-45).<br />

En síntesis, <strong>Espejo</strong> propone una observancia más<br />

bien rígida d<strong>el</strong> sistema que se pretendía imperante,<br />

y su reforma tiende más a restaurar aqu<strong>el</strong>lo de ideal<br />

que debía sostener las bases de la monarquía ilustrada<br />

que a proponer un cambio de paradigma en<br />

lo que respecta al sistema de gobierno. En términos<br />

generales, puede decirse que esa postura la mantuvo<br />

<strong>Espejo</strong> hasta su muerte, y que epítetos que han<br />

querido dárs<strong>el</strong>e en un sentido “revolucionario” solo<br />

pueden entenderse con base en su calidad de reformista.<br />

<strong>Espejo</strong> buscaba la revolución d<strong>el</strong> conocimiento,<br />

no otra cosa, y con <strong>el</strong>lo compartía aspiraciones<br />

tanto con la int<strong>el</strong>ectualidad de la época como con<br />

la propia Corona. Entendamos, pues, que aunque a<br />

menudo se mostró contrario a las disposiciones de<br />

las autoridades de la Audiencia, <strong>Espejo</strong> fue decididamente<br />

borbónico, incluso cuando, muerto Carlos III,


80<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

esa misma monarquía le haya dado la espalda a los<br />

proyectos <strong>ilustrado</strong>s d<strong>el</strong> Precursor y su círculo. Hay<br />

que comprender a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> centro de esa contradicción<br />

que lo hace a la vez progresista y conservador:<br />

lo uno por su radical e intransigente voluntad<br />

de reformar las bases d<strong>el</strong> conocimiento, lo otro por<br />

defender con igual ímpetu —como mecanismo necesario<br />

para lo anterior— <strong>el</strong> influjo pretendidamente<br />

benévolo d<strong>el</strong> canon sociopolítico.<br />

Lo que sigue en las Reflexiones responde más a la practicidad<br />

de su argumentación que al trasfondo filosófico<br />

que las sustenta. Explícito <strong>el</strong> marco general que<br />

guía los planteamientos, <strong>Espejo</strong> se explaya en presentar<br />

<strong>el</strong> plan concreto que ha de llevarse a cabo para<br />

cumplir con <strong>el</strong> deseo regio de erradicar las viru<strong>el</strong>as. En<br />

<strong>el</strong>lo se vu<strong>el</strong>ve a evidenciar su espíritu moderno y progresista,<br />

pues lo propuesto se encamina a la transformación<br />

de las prácticas habituales a través de la aplicación<br />

de los últimos y más actuales descubrimientos<br />

en medicina y biología. <strong>Espejo</strong> recurre una y otra vez<br />

a lo que pensadores antiguos y contemporáneos han<br />

expuesto sobre <strong>el</strong> tema, justificando su posición y a<br />

la vez dejando claro su autoridad de estudioso como<br />

base para atribuirse <strong>el</strong> derecho a una voz en <strong>el</strong> asunto.<br />

Está claro de nuevo su condición de <strong>ilustrado</strong>: hay que<br />

conocer y entender <strong>el</strong> mundo antes de reformarlo, o<br />

más aún: precisamente para poder hacerlo.<br />

Es tema vital para las Reflexiones la creación de una<br />

casa de salud fuera de la ciudad en donde puedan<br />

apartarse los virolentos, leprosos y otros enfermos,<br />

conclusión a la que llega tras un sesudo y completo<br />

—aun cuando completamente inexacto visto desde<br />

nuestros días— recuento histórico d<strong>el</strong> tema de<br />

las viru<strong>el</strong>as. Entre los puntos interesantes que habitualmente<br />

se destacan consta aqu<strong>el</strong>lo de sus aportes<br />

en microbiología, cuando afirma que <strong>el</strong> contagio<br />

se debe a la presencia de “atomillos vivientes” que<br />

“fluctúan por <strong>el</strong> aire”, siendo la causa de “todos los estragos<br />

que se advierten en todas las epidemias” (RV,<br />

p. 68). Sin ser enteramente una novedad en <strong>el</strong> panorama<br />

de Occidente, tal concepto sin duda puede<br />

tildarse de ad<strong>el</strong>antado para las estrechas miras de la<br />

medicina hispanoamericana de la época, y por tanto<br />

un aporte significativo al estado de la cuestión en<br />

su contexto. También debe destacarse <strong>el</strong> minucioso<br />

recorrido que hace por las distintas fuentes d<strong>el</strong> problema<br />

de las epidemias —las condiciones d<strong>el</strong> aire, la<br />

alimentación, la higiene pública, la limpieza personal,<br />

etc.—, aportando para todas posibles remedios<br />

a través de una visión científica y racionalista. Tal es<br />

<strong>el</strong> c<strong>el</strong>o que muestra <strong>Espejo</strong> que él mismo reconoce<br />

que “lo vasto d<strong>el</strong> proyecto” considerado abarca “todos<br />

los medios concernientes a la salud pública” de<br />

Quito (RV, p. 75).<br />

Un último aspecto a destacarse es aqu<strong>el</strong> fragmento<br />

que lleva <strong>el</strong> encabezado ahora famoso de “los falsos<br />

médicos” (RV, pp. 119 ss.), en <strong>el</strong> que <strong>Espejo</strong> insiste<br />

en la necesidad de establecer una educación médica


SERIE ESTUDIOS 81<br />

moderna y práctica en Quito, a la vez que no pierde<br />

tiempo para criticar severamente las prácticas<br />

de quienes hasta ese entonces habían ejercido la<br />

medicina en la ciudad. No hay por qué andarse con<br />

rodeos para exponer —con palabras ya vistas antes<br />

de pluma de <strong>Espejo</strong>— “<strong>el</strong> lamentable estado de esta<br />

provincia en este punto” (RV, p. 133): “En Quito no<br />

hay cátedras de Medicina, no hay escu<strong>el</strong>as públicas,<br />

no hay profesores científicos que la hayan cultivado<br />

en universidades, donde se dan las verdaderas ideas<br />

y lecciones de esta facultad” (RV, p. 124). De ahí <strong>el</strong><br />

estado desastroso d<strong>el</strong> cuerpo médico, compuesto<br />

por gente sin preparación, de quien no puede decirse<br />

sino que “no hay peste tan devorante que se<br />

le parezca, ni contagio más venenoso a quien se le<br />

pueda comparar” (RV, p. 119) 94 .<br />

Hasta aquí este nuevo embate de <strong>Espejo</strong>. Ha de saberse,<br />

por lo reseñado en <strong>el</strong> último párrafo, que no<br />

todo gustó a quienes se sintieron aludidos bajo la<br />

etiqueta de falsa medicina. A la vez que se mostraba<br />

como <strong>el</strong> gran estudioso e int<strong>el</strong>ectual que era, ávido<br />

de enmienda y voceador propositivo de los nuevos<br />

tiempos, <strong>Espejo</strong> se abría públicamente un difícil<br />

frente de batalla. De aquí en ad<strong>el</strong>ante casi no habría<br />

momento en la vida registrada d<strong>el</strong> Precursor que<br />

no esté marcado por la confrontación con grupos<br />

y personas que lo perseguían y repudiaban, viendo<br />

en él un sujeto molesto y p<strong>el</strong>igroso. Eso, sin embargo,<br />

no fue motivo para que <strong>Espejo</strong> dejase de generar<br />

polémica gracias a su auténtica preocupación por <strong>el</strong><br />

estado ruinoso y decadente que él percibía en la sociedad<br />

quiteña.<br />

Con Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as estamos ya ante<br />

<strong>el</strong> pensamiento maduro de <strong>Espejo</strong> a partir d<strong>el</strong> cual<br />

seguirían apareciendo trabajos importantes muy al<br />

tono de esa visión crítica e inquieta. Todo pretexto<br />

era bueno, y ya que se había planteado <strong>el</strong> debate sobre<br />

la educación y la medicina, lo que seguiría sería<br />

un ámbito aún más abarcador de las condiciones generales<br />

de la Audiencia. Hacia 1786, por pedido d<strong>el</strong><br />

oidor Fernando Cuadrado —cuyo voto se esperaba<br />

en r<strong>el</strong>ación al establecimiento de un estanco para la<br />

producción y <strong>el</strong> comercio de la quina o cascarilla—,<br />

<strong>Espejo</strong> <strong>el</strong>aboró un informe que, en <strong>el</strong> ánimo de oponerse<br />

a dicho estanco, describía <strong>el</strong> marco económico<br />

de esos días en la provincia y continuaba ahondando<br />

en su proyecto educativo. El documento, de<br />

gran calidad y claridad, es obra de un ingenio muy<br />

agudo y perspicaz, y se toma como primer texto<br />

de economía política escrito por <strong>Espejo</strong>. Debido a<br />

las mentadas condiciones de su creación, ha pasado<br />

a conocerse con <strong>el</strong> peculiar título de Voto de un<br />

94 Recuérdese aquí la experiencia de <strong>Espejo</strong> con <strong>el</strong> tribunal médico que lo evaluó para otorgarle<br />

la licencia (capítulo 3 de este estudio, nota 64).


82<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

ministro togado de la Audiencia de Quito, aunque de<br />

hecho debe considerarse parte y complemento d<strong>el</strong><br />

texto que lleva <strong>el</strong> título de Memoria sobre <strong>el</strong> corte de<br />

quinas (1786) 95 .<br />

La primera parte de este documento establece <strong>el</strong><br />

contexto de la consulta regia sobre la conveniencia o<br />

no de establecer un estanco para las quinas. Para discutirlo,<br />

inmediatamente se vu<strong>el</strong>ca en una exposición<br />

de la situación económica de la provincia, de la que<br />

se halla “que no tiene modos para subsistir, y mucho<br />

menos de ser provechosa por su demasiada pobreza”<br />

(MQ, p. 53). Las razones de esta decadencia local lo<br />

es tanto “la desidia de sus naturales” —de nuevo ahí<br />

la crítica a la educación— como “la falta de frutos comerciables”<br />

(MQ, p. 54). Fuera de las breves alusiones<br />

que se habían hecho en la Dedicatoria d<strong>el</strong> Tratado de<br />

Longino, era la primera vez que <strong>Espejo</strong> se extendía en<br />

la presentación de las causas d<strong>el</strong> estancamiento en<br />

otra cosa que no sea las falencias de la educación. Con<br />

<strong>el</strong>lo abría las puertas de su otro gran aporte al replanteamiento<br />

de las condiciones de su entorno: la crítica<br />

socio-económica.<br />

Todo en la Memoria sobre <strong>el</strong> corte de quinas es análisis<br />

tras análisis de la realidad económica de la Audiencia<br />

con claras miras a su mejoramiento. Las propuestas<br />

a futuro están por todas partes, y continuamente<br />

se refieren a una constatación en términos racionales<br />

y aun científicos de lo que se ve que sucede en<br />

términos concretos. <strong>Espejo</strong> se fija con atención en<br />

lo que tiene estancada y pobre a la Audiencia toda,<br />

95 Sobre la clasificación y la fecha de este texto existe un desacuerdo general. La mayoría de estudiosos lo<br />

ubican en 1792, hacia <strong>el</strong> final de la producción textual de <strong>Espejo</strong>, y siempre como dos textos distintos<br />

aunque r<strong>el</strong>acionados (la Memoria… y <strong>el</strong> Voto…). Esto se basa en la clasificación que hiciera González<br />

Suárez para su edición de los Escritos de <strong>Espejo</strong> de 1912, en donde afirma (tomo I, pp. LXIV-LXV) haberse<br />

basado en un manuscrito en mal estado, en su tiempo perteneciente a Pablo Herrera (s. XIX). Transcrito<br />

por <strong>el</strong> r<strong>el</strong>igioso quiteño, <strong>el</strong> Voto… llevaba la inscripción final de “Este voto que dio <strong>el</strong> oidor D. Fernando<br />

Cuadrado lo trabajó <strong>el</strong> Dr. D. Eugenio <strong>Espejo</strong>. Quito y marzo 7 de 1792. S.A.Q.”. Recuérdese aquí que de<br />

<strong>Espejo</strong> no se ha conservado ningún texto íntegro original, sino tan solo copias manuscritas de la época<br />

y posteriores, y que esa fecha puede referirse no al momento de escritura original d<strong>el</strong> texto, sino al de<br />

escritura de la copia. El Dr. Eduardo Garcés fue quien señaló por primera vez, en 1993, la inexactitud de<br />

las afirmaciones de González Suárez, basándose para <strong>el</strong>lo en un manuscrito antiguo por él encontrado<br />

en <strong>el</strong> Archivo d<strong>el</strong> Real Jardín Botánico de Madrid. Con ese y otros documentos logró probar que <strong>el</strong> voto<br />

de Fernando Cuadrado fue dado en 1786, y que incluyó dos escritos como parte de un mismo texto:<br />

un análisis de la situación en torno a la quina y su estanco (que es <strong>el</strong> que nos ha quedado como Voto…),<br />

y una representación dirigida al Rey sobre <strong>el</strong> mismo tema (la ahora conocida como Memoria…). En <strong>el</strong><br />

manuscrito de Madrid ambos aparecen así ordenados bajo <strong>el</strong> único título de Memoria sobre las quinas.<br />

Sobre este asunto ver Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, pp. 1.049-1.053.<br />

De aquí en ad<strong>el</strong>ante utilizaremos la abreviatura MQ, en OC, III, pp. 51-94, refiriéndonos con <strong>el</strong>lo<br />

a lo que en esa edición aparece bajo los títulos de Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito<br />

(pp. 51-78) y Memorias sobre <strong>el</strong> corte de quinas (pp. 79-94).


SERIE ESTUDIOS 83<br />

lo estudia y analiza, y, con base en esas cavilaciones,<br />

propone acciones a seguir. Valga un ejemplo, cuando<br />

se habla d<strong>el</strong> tabaco:<br />

Esta provincia da los frutos que hemos citado<br />

arriba [—azúcar, algodón, cacao, etc.—],<br />

entre <strong>el</strong>los <strong>el</strong> tabaco de muy buena calidad, y<br />

en abundancia; mas no se ha de excitar a las<br />

gentes a que lo cultiven 96 con <strong>el</strong> mayor empeño<br />

y solicitud; porque no se puede hacer de él<br />

un ramo de comercio exterior respecto de la<br />

distancia a los puertos de su embarque, de la<br />

mayor a los lugares a donde se haría la venta,<br />

de la dificultad de los tránsitos, en una palabra,<br />

de los costos enormes, en nada comparables a<br />

la ganancia e incapaces de igualarse con ésta<br />

[sic] (MQ, p. 60).<br />

Así se va estableciendo un proyecto económico que<br />

en la mente de <strong>Espejo</strong> sería <strong>el</strong> que llevaría a la resurrección<br />

de la economía local. Eso motiva, por ejemplo, las<br />

observaciones de <strong>Espejo</strong> sobre la necesidad de potenciar<br />

la cría de ganado lanar o motivar la producción de<br />

lino y seda (MQ, pp. 61-64). La oposición al estanco<br />

de las quinas es parte de dicho proyecto, y solo puede<br />

entenderse bajo la postura de quien se ve “en la obligación<br />

de hacer ver con la mayor claridad las ventajas<br />

que de [<strong>el</strong>lo] resultan a todo <strong>el</strong> Estado” (MQ, p. 62). En<br />

suma, <strong>Espejo</strong> pormenoriza al detalle las características,<br />

condiciones, ventajas y desventajas que descubre en<br />

<strong>el</strong> cultivo y comercio de la quina, para con base en<br />

<strong>el</strong>lo formarse la posición adecuada y necesaria ante <strong>el</strong><br />

estado de las cosas en la Audiencia.<br />

Como parte de este proyecto global, <strong>Espejo</strong> no puede<br />

dejar de lado aspectos trascendentales como, por<br />

ejemplo, la situación de la fuerza de trabajo indígena,<br />

y gracias a <strong>el</strong>lo nos despliega sus opiniones de un<br />

asunto tan discutido entonces y aun ahora. Su visión,<br />

como es de suponer, calza plenamente en los postulados<br />

<strong>ilustrado</strong>s y modernos, los cuales pugnan por una<br />

homogeneización cultural y social cuyo fin último es<br />

un equilibrio de corte racional. De ahí que “obligar a<br />

los indios a que vistiesen a la moda española y que<br />

hablasen nuestro idioma sería bastante para que <strong>el</strong>los<br />

fuesen absolutamente conquistados y se formasen<br />

vasallos fi<strong>el</strong>es y hombres de conocida r<strong>el</strong>igión” (MQ, p.<br />

65). Lejos de una defensa de lo indígena o una reivindicación<br />

de sus posibles derechos como grupo definido,<br />

la posición de <strong>Espejo</strong> es la de una mirada externa,<br />

ajena al problema profundo de las condiciones socioculturales<br />

de ese conjunto poblacional y por ende<br />

ignorante de los planteamientos que desde dentro los<br />

indígenas hubiesen podido o querido sostener. En<br />

ese sentido, <strong>Espejo</strong> está condenado a apreciaciones<br />

96 El resaltado es nuestro.


84<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

superficiales y culturalmente alienantes, como aqu<strong>el</strong>la<br />

cuando dice, en r<strong>el</strong>ación a los indios, que “debe de<br />

contarse por una cosa bien vergonzosa, o bien triste,<br />

que en los dominios de nuestro soberano queden aún<br />

las r<strong>el</strong>iquias d<strong>el</strong> paganismo. La reducción de estos inf<strong>el</strong>ices<br />

es objeto en que interesan la R<strong>el</strong>igión y <strong>el</strong> Estado”<br />

(MQ, p. 69).<br />

La Memoria sobre <strong>el</strong> corte de quinas no sería, sin embargo,<br />

<strong>el</strong> principal escrito de <strong>Espejo</strong> en r<strong>el</strong>ación al<br />

mundo indígena, o siquiera aun al estado de la economía<br />

regional. De mayor r<strong>el</strong>evancia sería un texto<br />

aparecido al año siguiente, <strong>el</strong> cual llevaba <strong>el</strong> título de<br />

Representación de los curas d<strong>el</strong> distrito de Riobamba<br />

hecha a la Real Audiencia de Quito, para impedir la fe<br />

que se había dado a un informe que contra <strong>el</strong>los produjo<br />

don Ignacio Barreto (1786) 97 . En <strong>el</strong> contexto de<br />

este escrito figura una de las coyunturas más adversas<br />

que <strong>Espejo</strong> tuvo que enfrentar, y de cuyas consecuencias<br />

estaría llena todo <strong>el</strong> resto de su vida pública. Las<br />

razones de por qué haya estado <strong>Espejo</strong> en Riobamba<br />

para ese año son desconocidas, aunque se ha conjeturado<br />

con buenos fundamentos que en parte huía de<br />

las presiones que recibía ya de las autoridades administrativas<br />

de la Audiencia, en especial d<strong>el</strong> presidente<br />

José de Villalengua y Marfil 98 . El motivo de esta suerte<br />

de fuga debe hallarse, pues, como ya se ha dicho, en<br />

su condición de individuo molesto frente a muchas<br />

personas e instituciones de la sociedad d<strong>el</strong> momento.<br />

Durante su estadía en Riobamba, <strong>Espejo</strong> recibió petición<br />

de los sacerdotes locales para redactar una defensa<br />

en contra de un informe que había sido presentado<br />

por Ignacio Barreto, Comisionado Principal para la<br />

cobranza de los Reales Tributos, en <strong>el</strong> que los acusaba<br />

principalmente de explotar los recursos de los indios a<br />

través de las innumerables fiestas r<strong>el</strong>igiosas que organizaban<br />

cada año, lo cual era, en palabras de Barreto,<br />

“sumamente perjudicial a la r<strong>el</strong>igión, a la agricultura, a<br />

las manufacturas y a los reales intereses de Su Majestad”,<br />

además de que hacía “dificultoso <strong>el</strong> cobrar <strong>el</strong> real<br />

tributo” 99 . Como procedimiento habitual en él, <strong>Espejo</strong><br />

97 Tradicionalmente conocido como Defensa de los curas de Riobamba, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado<br />

como DCR, en OC, II, pp. 39-312.<br />

98 Villalengua, en una carta personal, se refería al suceso con las siguientes palabras: “Pasados algunos<br />

meses, y sin duda porque conoció <strong>Espejo</strong> que observaba sus pasos, trató de retirarse de esta capital<br />

divulgando que se pasaba a Lima”. El documento fue transcrito por Guillermo Hernández de Alba, “Viaje<br />

de <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> precursor ecuatoriano, a Santa Fe”, en Boletín de la Academia Nacional de Historia (BANH),<br />

vol. XXV, n.º 65, Quito, enero-junio de 1945, pp. 103. Nosotros lo hemos tomado de Rodríguez Cast<strong>el</strong>o,<br />

“La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, p. 1.015. El resaltado es nuestro.<br />

99 “Informe presentado a la Real Audiencia de Quito por don Ignacio Barreto, Alcalde Ordinario<br />

y Comisionado Principal de la Real Cobranza de Tributos”, en OC, II, pp. 215 y 218.


SERIE ESTUDIOS 85<br />

aprovechó este encargo para más fines que <strong>el</strong> estrictamente<br />

encomendado. La llamada Defensa de los curas<br />

de Riobamba le sirvió para escribir una amarga vendetta<br />

contra un antiguo conocido, José Migu<strong>el</strong> Vallejo, quien<br />

lo denunciara e hiciera coger preso por su fuga en 1783<br />

—que ya comentamos—, y a quien <strong>Espejo</strong> adjudicaba<br />

<strong>el</strong> informe de Barreto. Así mismo, aparte de la violenta<br />

obra de impugnación y acusación, <strong>el</strong> escrito ahondaba<br />

en las preocupaciones de la situación económica de la<br />

Audiencia y la necesidad de reforma.<br />

Si bien aparte de la traición de Vallejo de 1783 no se<br />

conocen más datos concretos que motivaran la enemistad<br />

de <strong>Espejo</strong> con ese hombre, así como con <strong>el</strong> propio<br />

Barreto y todo su círculo, hay más que suficientes<br />

evidencias para constatar que <strong>el</strong> asunto fue intenso y<br />

difícil durante mucho tiempo. Parece que tanto Vallejo<br />

—abogado de fama y éxito en <strong>el</strong> ámbito de la Audiencia—<br />

como Barreto —personaje de muy activa<br />

vida política, vinculado a la nobleza riobambeña de la<br />

época— eran parte de lo que para <strong>Espejo</strong> representaba<br />

<strong>el</strong> problema de base para la decadencia y <strong>el</strong> atraso de<br />

Quito. Libertinos, corruptos, autoritarios y hasta inmorales<br />

—todo esto a ojos de <strong>Espejo</strong>—, Vallejo y Barreto<br />

eran claros representantes de la clase social que malgobernaba<br />

la provincia. Bien se ha dicho que su dilema<br />

con los curas se debía a acusaciones mutuas entre <strong>el</strong><br />

sector eclesiástico y los hacendados, ambos en parte<br />

responsables de la condición subyugada y preocupante<br />

d<strong>el</strong> pueblo indígena, ambos en pugna por <strong>el</strong> control<br />

administrativo de la economía en ruinas 100 .<br />

<strong>Espejo</strong>, que en esto no se andaba con rodeos, apenas<br />

perdía tiempo para entrar en <strong>el</strong> asunto de la Defensa.<br />

Planteado <strong>el</strong> asunto en los primeros párrafos, se establece<br />

con total claridad que se pretende sin tapujos<br />

desacreditar a Barreto, para “que se le declare inepto<br />

para formar semejantes acusaciones e incapaz de<br />

que hagan fe en ningún tribunal sus informes” (DCR,<br />

p. 41). Los cinco primeros “motivos” de la Defensa —<br />

son seis en total— se dedican íntegramente a destruir<br />

toda posible autoridad en Barreto, para lo cual se denigraba<br />

su calidad humana y moral con base en una<br />

serie sistemática de acusaciones, en las que se lo llama<br />

“malversador de las rentas reales”, “impío” y hasta<br />

“hombre criminal” (DCR, pp. 41, 48 y 45).<br />

El ataque va más allá aún, pues <strong>Espejo</strong> se sirve de un<br />

mecanismo controversial para extender su diatriba:<br />

sin dejar de acusar a Barreto, atribuye la verdadera autoría<br />

d<strong>el</strong> informe a Vallejo, con lo que pasa en seguida<br />

a hacer justicia sobre este en los mismos términos en<br />

que acusaba a aqu<strong>el</strong>. Las razones que da para atribuir<br />

<strong>el</strong> texto a Vallejo no pueden considerarse definitivas,<br />

100 Carlos Freile, “Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII: Las Cartas riobambenses de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Cartas<br />

y lecturas…, p. 47. Copiosos datos biográficos y coyunturales sobre Vallejo, Barreto y otros personajes<br />

cercanos a <strong>el</strong>los a partir de la página 64.


86<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

pero resultan suficientes en <strong>el</strong> contexto de la Defensa<br />

para zanjar las dudas y hacer posible un ataque<br />

furibundo, acalorado, completamente parcializado<br />

e intolerante contra sus enemigos. Hayan o no sido<br />

merecedores de tanto encono, aquí peca <strong>Espejo</strong> de<br />

testarudo y rabioso, sin percatarse de que con eso<br />

redundaba en mezquindad y manchaba sus aportes<br />

analíticos con asuntos que no les competían. Se<br />

ve en todo <strong>el</strong>lo <strong>el</strong> espíritu de un hombre apasionado<br />

y combativo, incapaz de dar la espalda a quienes lo<br />

acusan e insistente por imponer su punto de vista. Sin<br />

duda, en <strong>el</strong>lo hay tanto de loable como de censurable<br />

y problemático.<br />

Ejemplar manuscrito de 1787 que contiene<br />

la Defensa de los curas de Riobamba.


SERIE ESTUDIOS 87<br />

Más importantes que todas esas disquisiciones y<br />

ataques furiosos son, como sabemos, los aportes reflexivos<br />

que hace <strong>Espejo</strong> de su realidad circundante.<br />

Todo <strong>el</strong> sexto y último motivo de la Defensa —que<br />

en conjunto es bastante más largo que los otros cinco<br />

reunidos— se dedica a recorrer con minuciosidad <strong>el</strong><br />

informe de Barreto/Vallejo y anteponerle reflexiones<br />

que lo rebaten. Aunque nunca se abandona la diatriba<br />

y se insiste sin pausa en desautorizar a Vallejo sobre la<br />

base de su mala educación y baja calidad moral, entre<br />

otras cosas, de pronto tenemos —a momentos más, a<br />

momentos menos—, de vu<strong>el</strong>ta al <strong>Espejo</strong> crítico, perspicaz,<br />

afanoso por reformar <strong>el</strong> mundo y sinceramente<br />

preocupado por su condición deplorable. Se conjugan<br />

así por un lado los sofismas con que se ataca a Vallejo<br />

—muchos tan exagerados que rayan en la caricatura—,<br />

con <strong>el</strong> espíritu reformista que se esconde aún<br />

detrás de esos ataques y que demuestran la intención<br />

ulterior de <strong>Espejo</strong>: “No se dilatarían los curas en estas<br />

reflexiones si al mismo tiempo que se han visto en la<br />

necesidad de hacer su apología no se viesen obligados<br />

[…] a descubrir la calamidad pública de este reino y a<br />

pretender que V. A. diese cuantos pasos juzgase conducentes<br />

[…] a fin de promoverle y abrirle <strong>el</strong> camino<br />

de su resurrección” (DCR, p. 174).<br />

Ya que <strong>el</strong> informe en contra de los curas tocaba directamente<br />

a las costumbres festivas de los indígenas, de<br />

nuevo <strong>Espejo</strong> se vio en la obligación de posar su reflexión<br />

sobre <strong>el</strong>los. En esa acción se ha querido ver una<br />

defensa de ese mundo y esa realidad, la cual parte de<br />

una consideración en términos positivos: “¿Por qué los<br />

indios han de merecer que pensemos siniestramente<br />

de todas sus prácticas e intenciones? Ellos son racionales,<br />

como todos los hombres; cristianos como todos,<br />

los que abrazan <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io; hermanos nuestros<br />

como lo son entre sí todos los hijos de Adán; y, por<br />

lo mismo, dignos de que los tratemos con caridad en<br />

obras, palabras y pensamiento” (DCR, p. 130). Bajo ese<br />

principio, tal defensa existe, sin duda, pero su espíritu<br />

general repite lo ya dicho para <strong>el</strong> caso de la Memoria<br />

d<strong>el</strong> corte de quinas: siempre se planteó bajo los principios<br />

homogeneizadores de la razón y la Modernidad,<br />

para los que los indios no tenían sentido como colectividad<br />

radicalmente distinta y en sí misma, sino como<br />

engranaje d<strong>el</strong> sistema desde donde pretendidamente<br />

se defienden “sus derechos”.<br />

No hay, por tanto, una reivindicación de los derechos<br />

de los indígenas de por sí, sino más bien una constatación<br />

de su realidad y una reflexión en torno a su rol<br />

como colectivo social definido desde la instancia que<br />

los piensa, que es ajena a <strong>el</strong>los mismos. Si algo de verdadera<br />

defensa ha de verse para con los indios, esta se<br />

desprende de la actitud objetiva y atenta frente al estado<br />

de las cosas —actitud tan propia para un <strong>ilustrado</strong><br />

como <strong>Espejo</strong>—, lo cual se evidencia en constataciones<br />

a todas luces verdaderas como su ataque contra “las infinitas<br />

vejaciones que han hecho siempre y por siempre<br />

los cobradores a los indios tributarios” (DCR, p. 149).


88<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

<strong>Espejo</strong> se fija en la situación de los indios y la describe,<br />

con lo cual establece una piedra angular para la valoración<br />

de lo indígena, al punto de llegar a plantear<br />

una comprensión tan moderna y socialmente reivindicadora<br />

como aqu<strong>el</strong>lo de que “la imbecilidad de los<br />

indios no es imbecilidad de razón de juicio ni entendimiento,<br />

[sino que] es imbecilidad política, nacida de<br />

su abatimiento y pobreza” (DCR, p. 203). Para <strong>Espejo</strong><br />

llega a ser claro —y esto es lo más significativo de su<br />

“defensa” de lo indígena— que “querer suponer a los<br />

indios rústicos, salvajes y divorciados de la común luz<br />

natural […] es <strong>el</strong> error de gentes que no saben su idioma,<br />

sus usos y costumbres, y es un absurdo político,<br />

filosófico y aun teológico, […] y es un oprobio de la<br />

humanidad pensar así” (DCR, p. 204).<br />

En términos globales, aún tan atravesada por su afán<br />

pendenciero y lib<strong>el</strong>ista, la Defensa de los curas de Riobamba<br />

es otro de los momentos importantes en<br />

donde <strong>Espejo</strong> continúa con su exploración y análisis<br />

de los problemas de la época. Toda la reflexión vigésimo<br />

séptima, por ejemplo —que es la más larga de<br />

todas—, repite un recorrido similar al hecho ya en<br />

Memoria sobre <strong>el</strong> corte de quinas en cuanto al estado<br />

d<strong>el</strong> comercio, la agricultura, las manufacturas y demás<br />

actividades económicas de la Real Audiencia, llegando<br />

a su vez a conclusiones similares:<br />

Un país o un reino interior como este Quito, a<br />

quien se le ha sacado y saca todo <strong>el</strong> jugo nutricio;<br />

que no tiene minas descubiertas de actual<br />

utilidad; que no puede ad<strong>el</strong>antar ni en la agricultura,<br />

ni en la industria, ni las manufacturas,<br />

ni <strong>el</strong> lujo político, ni las poblaciones internas, ni<br />

la apertura de caminos útiles y propios para<br />

<strong>el</strong> comercio, ni las b<strong>el</strong>las artes, y no puede, por<br />

consiguiente, fomentar la negociación general<br />

activa, y en una palabra <strong>el</strong> comercio; ya es un<br />

cuerpo muerto, o pronto a morir, exhausto de<br />

fuerzas, y sin esto se vu<strong>el</strong>ve inútil al Estado, y lo<br />

que es aun más lamentable, se le hace gravoso.<br />

(DCR, pp. 173-174).<br />

Así mismo, la reacción que propone ante estos hechos<br />

sigue siendo manifestación cabal de la lucha en<br />

contra de la ignorancia que la Ilustración en general<br />

esgrimía como argumento principal de sus intenciones<br />

y que en <strong>Espejo</strong> se había plasmado a la manera<br />

de un proyecto educativo específico. Con su mirada<br />

puesta en <strong>el</strong> sistema de gobierno como un todo —<br />

pensemos que la Defensa de los curas de Riobamba<br />

no está propiamente dirigida a alguien en concreto,<br />

sino a la Real Audiencia de Quito en general, es decir,<br />

en última instancia al propio Rey—, <strong>Espejo</strong> arenga al<br />

poder constituido diciendo que “llega <strong>el</strong> tiempo de<br />

que S. M. promueva que en todos sus dominios de<br />

América se deben establecer las sociedades patrióticas<br />

que hoy ad<strong>el</strong>antan tanto <strong>el</strong> esplendor y ventura de


SERIE ESTUDIOS 89<br />

nuestra metrópoli” (DCR, p. 180). Con esta idea que<br />

aquí aparece casi casualmente se muestra <strong>el</strong> claro ámbito<br />

<strong>ilustrado</strong> de los planteamientos de <strong>Espejo</strong>, que en<br />

cierta forma no pretende sino repetir lo que ya venía<br />

sucediendo en la España peninsular desde hace varias<br />

décadas atrás con las llamadas “sociedades económicas<br />

de amigos d<strong>el</strong> país” 101 .<br />

La Defensa de los curas de Riobamba, aparte de ratificar<br />

la posición de <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> ámbito <strong>ilustrado</strong>, fue<br />

un acto de confrontación y controversia. Sin embargo,<br />

no fue todavía la gota que derramó <strong>el</strong> vaso. Otra parte<br />

d<strong>el</strong> episodio conflictivo que fue <strong>el</strong> paso de <strong>Espejo</strong> por<br />

Riobamba fue un grupo de escritos, casi inmediatamente<br />

posteriores a la Defensa —y más polémicos<br />

aún—, que lleva <strong>el</strong> nombre de Cartas riobambenses.<br />

Se trata de una colección de ocho cartas, fechadas<br />

en marzo de 1787 —excepto la primera que no lleva<br />

fecha—, en las que <strong>Espejo</strong> toma la voz de una mujer<br />

—“Madamita Chiriboga”— y se dirige a un tal Marcos<br />

de León y V<strong>el</strong>asco, quejándose de las infamias<br />

pronunciadas contra <strong>el</strong>la y, por tanto, en defensa de<br />

su buen nombre. El conjunto es una burla aparatosa<br />

de los enemigos de <strong>Espejo</strong> —Vallejo, Barreto, la propia<br />

Chiriboga—, cifrada con evidente ironía y cubierta<br />

toda de sarcasmo 102 .<br />

Dándole un giro al espíritu denigrador de la Defensa,<br />

en las Cartas riobambenses <strong>Espejo</strong> acude directamente<br />

a la burla —si bien solapada e irónica—, a la<br />

manera en que existía ya en <strong>el</strong> Nuevo Luciano, pero<br />

sin <strong>el</strong> carácter moralizante o pedagógico de este. Es<br />

<strong>el</strong> gran momento que nos queda d<strong>el</strong> <strong>Espejo</strong> lib<strong>el</strong>ista,<br />

humorista y zumbón, olvidado por un momento de<br />

sus ínfulas de reformista y concentrado únicamente<br />

en hacer quedar mal a sus enemigos declarados. Bien<br />

puede oírse detrás de las ocho cartas una amplia carcajada<br />

de <strong>Espejo</strong>, sonriente de sus propias agudezas<br />

y apurado por la astucia que acompaña su claro sentimiento<br />

de venganza. Las Cartas riobambenses, además<br />

de mostrarnos una faceta antes bastante oculta<br />

en <strong>Espejo</strong>, son quizá la mejor muestra que nos queda<br />

d<strong>el</strong> “género panfletario y procaz, muy de moda en ese<br />

entonces”, lo cual obliga a leerlas “con gran dosis de<br />

101 Estas instituciones españolas proliferaron luego d<strong>el</strong> aparecimiento de la primera en 1765 (la Sociedad<br />

Vascongada de Amigos d<strong>el</strong> País), al punto de que hasta 1789 habían sido creadas ya cincuenta y seis<br />

sociedades similares en todas las localidades importantes de la península. “Todas <strong>el</strong>las tenían como<br />

objetivo <strong>el</strong> apoyo al Gobierno de España en <strong>el</strong> desarrollo económico, científico y pedagógico de las<br />

provincias”. De la Real Sociedad Económica de Madrid fue miembro <strong>el</strong> quiteño Migu<strong>el</strong> Jijón, Conde<br />

de Casa Jijón, amigo cercano de <strong>Espejo</strong> que luego contribuiría con este a la conformación de la Sociedad<br />

Económica de Amigos d<strong>el</strong> País de Quito, en 1791. Ver Keeding, Surge la Nación…, p. 515 ss.<br />

102 El estudio más completo y acabado d<strong>el</strong> que tengamos noticia con respecto a estas Cartas riobambenses<br />

es <strong>el</strong> de Carlos Freile, “Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII…”, pp. 29-163. A él le debemos muchas<br />

de las reflexiones que siguen.


90<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

malicia y picardía para descubrir las alusiones procaces,<br />

los dobles sentidos, los ataques ocultos [y] las insinuaciones<br />

v<strong>el</strong>adas [que contienen]” 103 .<br />

En síntesis, las Cartas presentan la voz de una mujer<br />

tanto liberada como libertina —ambas cosas se han<br />

visto— 104 , de cuya correspondencia personal se puede<br />

reconstruir una historia de amoríos extramaritales y actos<br />

que rayan en lo picaresco. El amante no es otro que<br />

Ignacio Barreto, a quien ya conocemos. Amigo de este,<br />

<strong>el</strong> mismo Vallejo de la Defensa, es también cercano a la<br />

Madamita, tan cercano que se insinúa una r<strong>el</strong>ación también<br />

con él. Junto a <strong>el</strong>los aparecen otras personalidades<br />

de la época a quienes se las incluye para bien o para mal<br />

en los escabrosos amoríos de los mencionados. Escritas<br />

a manera de asunto serio, las Cartas son una obra destacada<br />

de ironía y ambigüedad, sin que por eso pueda<br />

escapársenos su evidente intención lib<strong>el</strong>ista. De nuevo<br />

son Barreto y Vallejo —ahora junto con otros— reducidos<br />

a la categoría de hombres ignorantes, inmorales y<br />

criminales, y en la Madamita encontramos la fina creación<br />

de un personaje divertido, cándidamente torpe,<br />

desenfadado y moralmente perdido 105 .<br />

No se tiene noticia de que Barreto o Vallejo hayan respondido<br />

directamente a las sátiras de las Cartas, pero<br />

sí de la Madamita, que no era otra que doña María de<br />

Chiriboga, riobambeña de alta clase, a quien <strong>Espejo</strong><br />

había aludido ya en su Defensa por sus supuestos romances<br />

ilícitos con Barreto (DCR, p. 47). Ella planteó<br />

un juicio a <strong>Espejo</strong> por difamación, <strong>el</strong> cual se prolongó<br />

indefinidamente durante años y provocó revu<strong>el</strong>o en<br />

Quito, Riobamba, e incluso la cabeza virreinal de Santa<br />

Fe. Los enemigos de <strong>Espejo</strong> utilizaron la misma táctica<br />

que había utilizado él —aqu<strong>el</strong>la que los romanos<br />

llamaban argumentum ad hominem— para obviar las<br />

circunstancias y hechos concretos y dedicarse a atacar<br />

su persona. Bien se ha dicho que “<strong>el</strong> juicio […] se redujo<br />

a quitarle a <strong>Espejo</strong> toda dignidad y decencia”, para lo<br />

que sus enemigos “no dudaron en ap<strong>el</strong>ar a lo que en<br />

103 Ibíd., p. 49.<br />

104 El mismo Freile hace ver que una buena dosis de “feminismo” puede rastrearse en las cartas, siendo la<br />

“Madamita Chiriboga” una mujer en franco desacato de la moral masculina de la época. Sin embargo,<br />

a juzgar por <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> pensamiento de <strong>Espejo</strong>, que en lo moral es conservador y católico a<br />

rajatabla, nos parece que la intención va más hacia la condena de esa actitud libertina y desordenada<br />

de la Madamita. En todo caso, <strong>el</strong> hecho de darle voz a una mujer, cosa poco común en la literatura<br />

de le época, sirve para plantear válidos caminos de reflexión sobre <strong>el</strong> estatus de la mujer en ese entonces<br />

y sobre los anuncios de su futura emancipación.<br />

105 No cabe para nosotros hacer aquí un recuento detallado d<strong>el</strong> contenido de las Cartas, si bien nos<br />

interesan más sus efectos a niv<strong>el</strong> público. Síntesis notables de aqu<strong>el</strong>lo son, además d<strong>el</strong> ya citado libro<br />

de Freile, <strong>el</strong> de Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, pp. 1.018-1027<br />

y <strong>el</strong> de Philip Astuto, “Introducción a las obras sobre economía política”, en OC, II, pp. 32-34.


SERIE ESTUDIOS 91<br />

esos años se consideraba menoscabo de la persona: <strong>el</strong><br />

origen «bajo», con <strong>el</strong> añadido muy frecuente también<br />

de acusarlo de actos inmorales” 106 .<br />

Por esas mismas fechas, <strong>el</strong> célebre gaditano José C<strong>el</strong>estino<br />

Mutis escribía al presidente Villalengua y al quiteño<br />

Juan Pío Montúfar, marqués de S<strong>el</strong>va Alegre, para<br />

ponerse en contacto con <strong>Espejo</strong> e incluirlo en su proyecto<br />

botánico de exploración, reconocimiento y clasificación<br />

de la flora de la Nueva Granada 107 . Esto, que<br />

honraba enormemente a <strong>Espejo</strong> y a lo que sin duda él<br />

hubiese accedido gustoso, no llegó a cumplirse por ser<br />

apresado este en Riobamba y llevado a Quito como reo<br />

de Estado en septiembre de 1787. La acusación, motivada<br />

evidentemente por su quer<strong>el</strong>la con María Chiriboga<br />

y todo <strong>el</strong> círculo de Barreto y Vallejo, ponía a <strong>Espejo</strong><br />

como sedicioso y p<strong>el</strong>igroso a los intereses públicos. Entre<br />

otras cosas, se lo acusaba de haber escrito <strong>el</strong> famoso<br />

“Retrato de la Golilla”, un pasquín en contra de Carlos<br />

III y su corte, además de las ya referidas difamaciones<br />

hechas en Riobamba y su “bajeza” de nacimiento.<br />

<strong>Espejo</strong> nunca aceptó la autoría sobre <strong>el</strong> “Retrato de la<br />

Golilla”, y todo indica que de tal sátira no le correspondía<br />

al <strong>ilustrado</strong> quiteño sino <strong>el</strong> haberla leído y comentado<br />

en público, siendo en realidad “una producción<br />

europea, bastante anterior a los hechos” 108 . Sin embargo,<br />

la prisión de <strong>Espejo</strong> se extendió por meses y fue<br />

ahondando en acusaciones y reclamos de diverso tipo,<br />

siempre insistiendo sus enemigos en imputarle ese lib<strong>el</strong>o.<br />

Indignado, <strong>el</strong> médico y abogado tomó su defensa<br />

por sí mismo, por lo que de ese período nos quedan<br />

un interesante grupo de documentos r<strong>el</strong>ativos al proceso.<br />

En las representaciones que escribiera <strong>Espejo</strong> tanto<br />

a Villalengua, como a Antonio Caballero y Góngora,<br />

virrey de Bogotá, y al propio rey Carlos III, entre otros,<br />

podemos encontrar casi una síntesis de la postura d<strong>el</strong><br />

Precursor frente a temas fundamentales como la justicia,<br />

la monarquía y <strong>el</strong> patriotismo. Es por eso que en<br />

algunos casos han llegado a considerarse estos escritos<br />

como obra independiente de <strong>Espejo</strong>, tomándose para<br />

<strong>el</strong>lo <strong>el</strong> nombre de “Representaciones” (1787) 109 .<br />

106 Freile, “Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII…”, pp. 110-113.<br />

107 Copias de estas cartas pueden hallarse en Villalba, Las prisiones…, pp. 89 y 90. Ambas son de julio<br />

de 1787.<br />

108 Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, p. 1.046.<br />

109 Ya que <strong>el</strong> conjunto de cartas y representaciones que se han conservado de pluma de <strong>Espejo</strong> hasta<br />

nuestros días son muchas más que las que podrían agruparse bajo ese título, nosotros preferimos<br />

mantener su individualidad y no tomarlas como una obra en conjunto —que no lo son—. Todos estos<br />

documentos se encuentran listados en <strong>el</strong> anexo de bibliografía que acompaña este estudio. Para detalles<br />

sobre <strong>el</strong> proceso, <strong>el</strong> contenido de las representaciones y análisis de esa segunda prisión de <strong>Espejo</strong>, las<br />

mejores referencias son los ya citados Villalba, Las prisiones… y Paladines, “Estudio introductorio”…, Juicio<br />

a <strong>Espejo</strong>… La síntesis de Rodríguez Cast<strong>el</strong>o en <strong>el</strong> libro que de él seguimos es también muy completa.


92<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Para nosotros no hay mayores novedades en este<br />

período textual de <strong>Espejo</strong> en lo que se refiere a sus<br />

planteamientos fundamentales, siendo imposible no<br />

mencionar que es notable que por primera vez a estas<br />

alturas tengamos documentos firmados abierta y decididamente<br />

por su autor, esto es, no escritos por encargo,<br />

no firmados con pseudónimos, no pretendiendo<br />

camuflar sus intenciones. Quizá lo más r<strong>el</strong>evante<br />

pueda encontrarse en las tres representaciones que<br />

<strong>Espejo</strong> dirigiera a Carlos III, fechadas <strong>el</strong> 3 de noviembre<br />

de 1787, <strong>el</strong> 16 de ese mismo mes y <strong>el</strong> día 3 d<strong>el</strong> mes<br />

siguiente, pues en <strong>el</strong>las, debido a su peculiar extensión,<br />

encontramos un cuadro amplio de lo que significó <strong>el</strong><br />

proceso judicial para <strong>Espejo</strong> y una suerte de compendio<br />

de sus puntos de vista. Es r<strong>el</strong>evante, además, que<br />

<strong>el</strong> prisionero evada las jerarquías inmediatas y busque<br />

dirigirse directamente a las autoridades de Bogotá o<br />

Madrid, s<strong>el</strong>lando con <strong>el</strong>lo su declarada confianza en<br />

las instancias superiores d<strong>el</strong> gobierno monárquico y, a<br />

niv<strong>el</strong> general, en <strong>el</strong> sistema que él mismo había defendido<br />

ideológicamente en <strong>el</strong> pasado. Tal es <strong>el</strong> trasfondo<br />

evidente cuando le escribe al Rey en son de queja:<br />

“¿Será posible que, teniendo yo la dicha de haber nacido<br />

bajo un gobierno monárquico, sea tratado como si<br />

viviese bajo un gobierno republicano o popular, donde<br />

por los sufragios de un pueblo ciego haya que sufrir<br />

la ley tumultuaria d<strong>el</strong> antiguo ostracismo?” 110<br />

Portada d<strong>el</strong> expediente de la causa<br />

seguida contra <strong>Espejo</strong> en 1795<br />

110 <strong>Espejo</strong> a Carlos III, rey de España, Sangolquí, 3 de diciembre de 1787. Puede verse en Villalba,<br />

Las prisiones…, p. 127.


SERIE ESTUDIOS 93<br />

Nada se le pudo probar a <strong>Espejo</strong> con r<strong>el</strong>ación a <strong>el</strong> “Retrato<br />

de la Golilla” u otras actividades sediciosas. No se<br />

pudo porque no existió nada en realidad. Sin embargo,<br />

hasta finales de diciembre estuvo <strong>Espejo</strong> preso en Quito,<br />

y finalmente tuvo que aceptar una providencia de<br />

Villalengua en la que se le permitía desterrarse voluntariamente<br />

para evitar la continuidad d<strong>el</strong> juicio inútil.<br />

No conforme —ya había rechazado un primer arbitrio<br />

de destierro no voluntario—, <strong>Espejo</strong> salió de prisión y<br />

continuó su defensa ante las autoridades reales. Hacia<br />

septiembre de 1788 estaba ya en Popayán, rumbo a la<br />

corte de Santa Fe, en compañía de su hermano Juan<br />

Pablo y d<strong>el</strong> marqués de S<strong>el</strong>va Alegre, de quien asegura<br />

haber sido uno de los que insistió en que realizase <strong>el</strong> viaje<br />

hacia <strong>el</strong> norte 111 . Un poco antes ese mismo año —la<br />

orden real es d<strong>el</strong> 18 de julio— ya su causa había sido<br />

tomada de las manos de Villalengua y puesta a cargo<br />

d<strong>el</strong> nuevo virrey de Nueva Granada, Francisco Antonio<br />

Gil y Lemos, quien solicitó de este <strong>el</strong> expediente de la<br />

causa. Sin embargo, quien en realidad habría de hacerse<br />

cargo d<strong>el</strong> asunto era José Manu<strong>el</strong> de Ezp<strong>el</strong>eta, que reemplazó<br />

a Gil y Lemos tras su nombramiento como<br />

virrey d<strong>el</strong> Perú en agosto de 1788 112 .<br />

<strong>Espejo</strong> permaneció en la capital virreinal desde <strong>el</strong> trimestre<br />

final de 1788 hasta por lo menos finales d<strong>el</strong> siguiente<br />

año, quizá un poco más. En ese tiempo obtuvo<br />

una victoria legal que retiró los cargos en su contra y<br />

le permitió <strong>el</strong> retorno a Quito 113 . Durante ese tiempo,<br />

además, la “victoria” de <strong>Espejo</strong> habría de ser mucho<br />

mayor. De mano de Montúfar y su notable influencia<br />

social y económica, <strong>Espejo</strong> tuvo permanente contacto<br />

con <strong>el</strong> círculo de int<strong>el</strong>ectuales bogotanos entre quienes<br />

para ese entonces bullían ideas similares a las planteadas<br />

por <strong>Espejo</strong> y su grupo desde años atrás en Quito.<br />

Se ha ponderado mucho la vinculación d<strong>el</strong> quiteño<br />

con figuras como Antonio Nariño y Francisco Antonio<br />

Zea, posteriormente destacadas durante <strong>el</strong> proceso<br />

de emancipación política de esa región de Hispanoamérica.<br />

D<strong>el</strong> primero de <strong>el</strong>los se sabe que mantenía un<br />

111 Así lo afirma en una carta dirigida a su amigo Luis de Andramuño, desde Popayán, <strong>el</strong> 18 de octubre de<br />

1788. En <strong>el</strong>la también asegura que lo han tentado con permanecer en esa ciudad ofreciéndole cátedras<br />

de Teología y Filosofía, además de una renta anual de 2.000 pesos. La carta ha sido reproducida por<br />

Carlos Freile en “Cartas de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, sección segunda de Cartas y lecturas…, pp. 251-252. Nótese<br />

<strong>el</strong> lapso temporal de diciembre de 1787, cuando <strong>Espejo</strong> sale libre, a septiembre de 1788, cuando llega<br />

a Popayán, lo que indica que durante algún tiempo se mantuvo en Quito o sus alrededores y que la<br />

providencia de destierro voluntario no había sido en rigor ejecutada por <strong>el</strong> Gobierno de la Audiencia.<br />

112 Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, p. 1045 ss.<br />

113 Según Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, Ibíd., pp. 1.048-1049, <strong>el</strong> dictamen fue emitido <strong>el</strong> 2 de octubre de 1789<br />

por <strong>el</strong> fiscal de Santa Fe, Estanislao Joaquín de Andino. La Audiencia de Quito “dictó decreto<br />

de sobreseimiento <strong>el</strong> 11 de noviembre de 1789”, y <strong>el</strong> 2 de diciembre la resolución era oficial tanto<br />

para <strong>Espejo</strong> como para Villalengua.


94<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Círculo Literario —“El Arcano de la Filosofía”— 114 que<br />

reunía a int<strong>el</strong>ectuales en tertulias donde se discutían<br />

todo tipo de temas de actualidad bajo las luces de la<br />

Ilustración. No cabe duda que de ese contacto y de ese<br />

período habría de salir un <strong>Espejo</strong> vigoroso, renovado,<br />

con nueva fe en sus ideales y dispuesto a poner en práctica<br />

todo lo que desde hace tiempo andaba buscando<br />

con sus textos, sus pugnas, sus cóleras y su búsqueda<br />

de justicia.<br />

Prueba de <strong>el</strong>lo es <strong>el</strong> famoso texto bogotano de <strong>Espejo</strong>,<br />

su Discurso dirigido a la muy leal ciudad de Quito, representada<br />

por su Ilustrísimo Cabildo, Justicia, Regimiento,<br />

a todos los señores socios provistos a la erección de una<br />

Sociedad Patriótica, sobre la necesidad de establecerla<br />

luego con <strong>el</strong> título de Escu<strong>el</strong>a de Concordia 115 , <strong>el</strong> cual<br />

fue publicado en 1789 en la Imprenta Real de Santa<br />

Fe, a cargo de Antonio Espinosa de los Monteros y<br />

seguramente con financiamiento de Montúfar 116 .<br />

Esa publicación, que nunca llegaría a Quito pero que<br />

sería reproducida por <strong>el</strong> mismo <strong>Espejo</strong> en esa ciudad<br />

como parte de su otra gran obra de madurez, las<br />

Primicias de la cultura de Quito (1792) 117 , es quizá <strong>el</strong><br />

manifiesto más destacado que escribiera <strong>el</strong> Precursor<br />

en r<strong>el</strong>ación a lo que hemos llamado su proyecto de<br />

nación. En suma, <strong>el</strong> Discurso sintetiza y expande <strong>el</strong> proyecto<br />

de <strong>Espejo</strong> que hemos descrito a lo largo de este<br />

recorrido por su obra, y con <strong>el</strong>lo plantea la victoria anh<strong>el</strong>ada<br />

de la lucha int<strong>el</strong>ectual que él había desplegado<br />

a lo largo de toda su vida adulta.<br />

En <strong>el</strong>la no solamente se dirigía <strong>Espejo</strong>, con total<br />

apertura, sinceridad e ímpetu, al conjunto global d<strong>el</strong><br />

pueblo letrado de la época, sino que de cierta forma<br />

también expresaba, de manera cabal y directa, todas<br />

las pretensiones ideales d<strong>el</strong> movimiento <strong>ilustrado</strong> que<br />

había venido consolidándose en la capital de la Real<br />

Audiencia de Quito desde mediados d<strong>el</strong> siglo XVIII.<br />

Eso es lo que representa, en esta ocasión, la persistencia<br />

d<strong>el</strong> anonimato, intención claramente estipulada<br />

por <strong>Espejo</strong> cuando, al abrir <strong>el</strong> Discurso, dice que “no<br />

será mi lánguida voz la que se oiga, [sino] aqu<strong>el</strong>la majestuosa<br />

(la vuestra digo) articulada con los acentos<br />

de la humanidad” (DSP, p. 152). De ahí parte <strong>Espejo</strong><br />

para dejar fuera de dudas su intención de articular un<br />

espíritu colectivo, que no es otro que <strong>el</strong> de hacer ver<br />

114 Ibíd., p. 1054.<br />

115 De aquí en ad<strong>el</strong>ante se lo abreviará como DSP.<br />

116 Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, “La figura mayor de la Ilustración quiteña…”, p. 1054. Según se colige la carta<br />

reseñada en la nota 20, Montúfar no habría llegado a Bogotá en 1789, como afirma Rodríguez Cast<strong>el</strong>o,<br />

sino que lo habría hecho junto con <strong>Espejo</strong> en algún momento de 1788.<br />

117 El Discurso fue reproducido íntegramente entre los números 4 y 7 de ese primer periódico quiteño,<br />

en OC, III, pp. 152-160, 167-170 y 177-181.


SERIE ESTUDIOS 95<br />

“todo lo que <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> mundo no se atreve todavía<br />

a creer de vosotros, esto es, que haya sublimidad en<br />

vuestros genios, nobleza en vuestros talentos, sentimientos<br />

en vuestro corazón y heroicidad en vuestros<br />

actos” (DSP, p. 152).<br />

El repaso de la postración de Quito que llena las primeras<br />

páginas d<strong>el</strong> Discurso está ahora encaminado al<br />

hecho específico y ventajoso d<strong>el</strong> establecimiento de<br />

lo que <strong>Espejo</strong> vislumbra como camino hacia la resurrección<br />

de su país. “Vais a reunir en un solo punto<br />

las luces y los talentos”, les dice a los quiteños. “Vais<br />

a contribuir al bien de la patria con los socorros d<strong>el</strong><br />

espíritu y d<strong>el</strong> corazón, en una palabra, vais a sacrificar<br />

a la grandeza d<strong>el</strong> Estado, al servicio d<strong>el</strong> Rey y a la utilidad<br />

pública y vuestra, aqu<strong>el</strong>las facultades con que,<br />

en todos sentidos, os enriqueció la Providencia” (DSP,<br />

p. 152). Menuda frase esta para sintetizar los pilares<br />

de su planteamiento: en <strong>el</strong>la están explícitos tanto <strong>el</strong><br />

objetivo último (<strong>el</strong> bien de la patria), como <strong>el</strong> método<br />

que ha de seguirse para conseguirlo (sacrificio al Estado,<br />

servicio al Rey), <strong>el</strong> medio específico que garantizará<br />

<strong>el</strong> éxito (la reunión de luces y talentos), los recursos<br />

necesarios para la empresa (las facultades de los quiteños)<br />

y su fuente inap<strong>el</strong>able (la Providencia).<br />

De nuevo tenemos, sobre la base de esta intencionalidad,<br />

<strong>el</strong> ámbito educativo: Ya que “estamos destituidos<br />

de educación; nos faltan medios de prosperar; no<br />

nos mueven los estímulos d<strong>el</strong> honor; y <strong>el</strong> buen gusto<br />

anda muy lejos de nosotros”, y que “vivimos en la más<br />

grosera ignorancia y la miseria más deplorable”, entonces<br />

precisamente <strong>el</strong> alivio de todo <strong>el</strong>lo —mediante “<strong>el</strong><br />

cultivo de las ciencias”— será “<strong>el</strong> objeto esencial en que<br />

pondrá sus miras la sociedad” (DSP, p. 155). Cualquier<br />

cosa que lleve a lo contrario es tomada por bobería y<br />

ceguera, con su consecuente añadido de vergüenza<br />

propia: “¡Qué ignominia será la vuestra si, conocida la<br />

enfermedad, dejáis que a su rigor pierda las fuerzas, se<br />

enerve y perezca la triste patria!” (DSP, p. 156). Si bien es<br />

evidente que los quiteños están “tocando con la mano<br />

la rebaja de [las] mieses, la esterilidad de [las] tierras y la<br />

consunción de la moneda” (DSP, p. 157), también es de<br />

notar que “a quienes [están] en <strong>el</strong> más violento apuro,<br />

siempre se le ofrecen recursos y arbitrios poderosos”<br />

(DSP, p. 158). Todo para <strong>Espejo</strong> es cuestión de iluminarse,<br />

instruirse, reaccionar: “La necesidad os debe volver<br />

inevitablemente industriosos” (DSP, p. 158).<br />

El Discurso, al tiempo que es una arenga ilustrada para<br />

motivar la creación de la soñada sociedad patriótica, es<br />

también una apasionada defensa de la quiteñidad. “El<br />

genio quiteño lo abraza todo, todo lo penetra, a todo<br />

alcanza”, dice <strong>Espejo</strong> (DSP, p. 153). En su visión, “<strong>el</strong> quiteño<br />

orgullo” es una “noble pasión” (DSP, p. 160) sin la cual<br />

sería imposible pretender la reconstrucción de la patria:<br />

en <strong>el</strong>lo radica <strong>el</strong> sentido esencialmente patriótico d<strong>el</strong><br />

proyecto de <strong>Espejo</strong>, y de ahí se desprende su defensa<br />

para la construcción de un espíritu de nación. Por eso<br />

las extendidas defensas de los baluartes quiteños que<br />

<strong>Espejo</strong> ve en figuras como Maldonado, Caspicara o


96<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Migu<strong>el</strong> de Santiago (DSP, pp. 168-170). Lo dicho explica<br />

afirmaciones como aqu<strong>el</strong>la cuando dice: “Yo querría señores<br />

(no os admiréis), que <strong>el</strong> orgullo nacional fuese la<br />

segunda fuente de la pública f<strong>el</strong>icidad” 118 (DSP, p. 159).<br />

En esto <strong>el</strong> aporte de <strong>Espejo</strong> es indudable. Muy lejos de<br />

una posición independentista en lo político, la paternidad<br />

nacional de <strong>Espejo</strong> con r<strong>el</strong>ación a la nación quiteña<br />

—esto es, ecuatoriana— tiene su base en la figuración<br />

y consecuente búsqueda de un plan nacional: “Ya todo<br />

quiteño supone, no como un pensamiento nuevo, <strong>el</strong><br />

proyecto de sociedad, sino como una idea mil veces<br />

imaginada y otras tantas abrazada […] como una idea<br />

útil, necesaria y digna” (DSP, p. 159).<br />

Hay que entender que <strong>Espejo</strong> vislumbra este “proyecto<br />

de sociedad” quiteña en términos de orden social,<br />

moral y económico. Por eso <strong>el</strong> nombre peculiar de “Escu<strong>el</strong>a<br />

de Concordia”. Se ha dicho que “la concordia es<br />

<strong>el</strong> imperativo político que <strong>Espejo</strong> dirige a la aristocracia<br />

criolla, una vez que ésta [sic] ha llegado al conocimiento<br />

de sí misma, al reconocimiento de su unidad de destino<br />

y origen” 119 . En sus propias palabras, <strong>Espejo</strong> recalca<br />

en <strong>el</strong>lo como <strong>el</strong> camino por <strong>el</strong> que han de poder superarse<br />

los contratiempos de la época: “No desmayéis”,<br />

dice, “la primera fuente de vuestra salud sea la concordia,<br />

la paz doméstica, la reunión de personas y de<br />

dictámenes” (DSP, p. 158). Tal “concordia”, pues, no es<br />

otra cosa que la restauración d<strong>el</strong> orden perdido o en<br />

crisis, <strong>el</strong> cual se fundamenta en <strong>el</strong>ementos muy concretos<br />

y a los que <strong>Espejo</strong> vu<strong>el</strong>ve continuamente: “Un<br />

Dios, una r<strong>el</strong>igión, un soberano harán los vínculos más<br />

estrechos en vuestras almas y en vuestra sociedad; sobre<br />

todo, la f<strong>el</strong>icidad común será <strong>el</strong> blanco adonde se<br />

encaminarán vuestros deseos” 120 (DSP, pp. 158-159).<br />

El proyecto educativo, económico y social de <strong>Espejo</strong><br />

se traduce en una imagen de nación ilustrada, progresista,<br />

opulenta y devota. En otras palabras, se trata de<br />

la nación moderna, hija directa d<strong>el</strong> iluminismo dieciochesco<br />

y d<strong>el</strong> ascenso de la burguesía en todo <strong>el</strong> ámbito<br />

de Occidente —si bien aquí vista en su particular versión<br />

hispana—. Aunque en muchos casos, incluido <strong>el</strong><br />

de Hispanoamérica, eso significó a la larga la creación<br />

de repúblicas de corte democrático, en su concepción<br />

fundamental esa nación no supone necesariamente<br />

una ruptura d<strong>el</strong> orden monárquico. Al contrario, para<br />

<strong>Espejo</strong>, la preservación de ese orden era asunto fundamental<br />

como garantía d<strong>el</strong> equilibrio en todos los niv<strong>el</strong>es.<br />

Lo único imprescindible para lograr esa nación era<br />

la reunión de esfuerzos por parte de quienes están en<br />

capacidad de darle nacimiento, esto es, los <strong>ilustrado</strong>s.<br />

118 La “primera” fuente, que comentaremos más abajo, sería la “concordia”.<br />

119 Albán, “Entre la máscara y <strong>el</strong> rostro”…, p. 24.<br />

120 Los resaltados son nuestros.


SERIE ESTUDIOS 97<br />

La fe de <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong>lo se presenta como definitiva, casi<br />

ingenua: “La Escu<strong>el</strong>a de la Concordia hará estos milagros:<br />

renovará efectivamente la faz de toda la tierra, y hará<br />

florecer los matrimonios y la población, la economía y la<br />

abundancia, los conocimientos y la libertad, las ciencias<br />

y la r<strong>el</strong>igión, <strong>el</strong> honor y la paz, la obediencia a las leyes<br />

y la subordinación fid<strong>el</strong>ísima a Carlos IV” (DSP, p. 179).<br />

Con <strong>el</strong> Discurso, quedó planteado <strong>el</strong> siguiente paso<br />

que debía darse en la lucha por la reforma. Este habría<br />

de concretarse tras <strong>el</strong> retorno de <strong>Espejo</strong> a Quito,<br />

en algún momento durante <strong>el</strong> año de 1790. Ese mismo<br />

año, Villalengua había dejado la presidencia de<br />

Quito para dirigirse a ocupar cargo similar en Guatemala.<br />

Su reemplazo temporal fue Antonio Mon y<br />

V<strong>el</strong>arde, y tras él, en agosto de 1791, Luis Antonio<br />

de Guzmán. En <strong>el</strong> mismo año d<strong>el</strong> retorno de <strong>Espejo</strong><br />

a Quito había llegado también otro de los personajes<br />

importantes de la Ilustración quiteña: <strong>el</strong> Dr. José<br />

Pérez Calama, sacerdote que, como sabemos, al año<br />

siguiente introduciría un nuevo plan de estudios en<br />

la ciudad. Para entonces eran ya notorios los avances<br />

d<strong>el</strong> proyecto <strong>ilustrado</strong>: hacía cuatro años que la<br />

universidad se había secularizado —en parte por las<br />

críticas que <strong>Espejo</strong> iniciara en 1779— y era ya cosa<br />

inevitable que se continuase ampliando <strong>el</strong> panorama<br />

de los proyectos de ese corte en los diversos ámbitos<br />

de la vida de la Audiencia.<br />

Guzmán, influido por <strong>el</strong> activismo de <strong>Espejo</strong>, Calama<br />

y otros, acogió de buena gana <strong>el</strong> proyecto de<br />

la sociedad patriótica y permitió su fundación, con<br />

él mismo como presidente, en noviembre de 1791,<br />

bajo <strong>el</strong> nombre de Sociedad Económica de Amigos<br />

d<strong>el</strong> País 121 . Entre los socios se contaban muchos de<br />

los nobles int<strong>el</strong>ectuales de Quito, como Juan de Larrea,<br />

Javier de Ascásubi, Juan Pío Montúfar y Migu<strong>el</strong><br />

Jijón y León, este último muy admirado por <strong>Espejo</strong><br />

y alabado grandemente en <strong>el</strong> Discurso (DSR, p.<br />

179) 122 . <strong>Espejo</strong> figuró desde <strong>el</strong> principio en <strong>el</strong> puesto<br />

de Secretario, y tuvo <strong>el</strong> encargo de <strong>el</strong>aborar los<br />

estatutos de la Sociedad junto con Ramón Yépez y<br />

Andrés Salvador. En su discurso inaugural, <strong>el</strong> obispo<br />

Calama emitió ideas que repetían casi exactamente<br />

lo dicho por <strong>Espejo</strong> en su Discurso, como aqu<strong>el</strong>lo<br />

de que “desde hoy no dudo que todos mis amados<br />

121 Keeding, Surge la nación…, p. 515, así como Carlos Paladines, “Los estatutos de la Sociedad de Amigos<br />

d<strong>el</strong> País”, en Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo<br />

Primero, Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio<br />

de Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, p. 180.<br />

122 Jijón, otro de los pilares de la Ilustración quiteña junto con <strong>Espejo</strong>, es un interesante personaje de<br />

quien injustamente no se ha dicho mucho en nuestra historiografía. Destacan sus diversos intentos<br />

por reactivar la industria local a través de proyectos como la importación de t<strong>el</strong>ares desde Francia o<br />

la creación de una fábrica de porc<strong>el</strong>anas en Latacunga. Una síntesis biográfica puede hallarse en Freile,<br />

“Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII…”, pp. 85-88.


98<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

quiteños se empeñarán a porfía en coronarse con <strong>el</strong><br />

laur<strong>el</strong> de la paz y concordia de ánimos, de suerte que<br />

esta ilustre Sociedad de Amigos d<strong>el</strong> País sea vínculo<br />

de caridad cristiana y política” 123 .<br />

La Sociedad —que “en la intención de <strong>Espejo</strong>, tenía<br />

como objetivo último promover un radical cambio<br />

d<strong>el</strong> sistema productivo y hasta de la Audiencia, tanto<br />

en su régimen hacendario y salarial, como en la variedad<br />

de sus productos, en la mejora de las técnicas de<br />

exportación agrícola, en la dinamia de la ganadería y<br />

otras áreas”— 124 , emprendió su labor con la discusión<br />

sobre aspectos de la problemática socioeconómica y<br />

la búsqueda de propuestas para promover los cambios<br />

necesarios. El principal método para plantear y<br />

difundir este debate fue la creación d<strong>el</strong> periódico Primicias<br />

de la cultura de Quito 125 , que sería redactado<br />

casi enteramente por <strong>Espejo</strong> durante <strong>el</strong> primer trimestre<br />

de 1792 y que hasta hoy se considera como la cúspide<br />

de su producción int<strong>el</strong>ectual, así como <strong>el</strong> tiempo<br />

de su mayor madurez y libertad, en <strong>el</strong> que realmente<br />

tuvo espacio y oportunidad para exponer los diversos<br />

ámbitos de su proyecto patriótico.<br />

123 Ver “Discurso pronunciado por <strong>el</strong> ilustrísimo señor doctor<br />

Joseph Pérez Calama, Obispo de Quito, como Director de la<br />

Nueva Sociedad Económica, en la primera junta pr<strong>el</strong>iminar<br />

c<strong>el</strong>ebrada <strong>el</strong> 30 de noviembre de 1791”, en Vida y contribución…,<br />

p. 217.<br />

124 Paladines, “Los estatutos…”, p. 182.<br />

125 Primicias de la cultura de Quito, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado<br />

como PCQ, en OC, III, pp. 95-186.<br />

(Facsímil d<strong>el</strong> primer número de la<br />

Primicias de la cultura de Quito,<br />

publicada <strong>el</strong> 5 de enero de 1972


SERIE ESTUDIOS 99<br />

Una nota anterior apareció a finales de 1791, con <strong>el</strong><br />

título de “Instrucción previa sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> periódico<br />

intitulado Primicias de la cultura de Quito”, en la que <strong>Espejo</strong><br />

explicaba la motivación que daba origen al periódico<br />

y anticipaba su configuración. Para nosotros son<br />

ya muy claros la intención y primordial empeño de las<br />

Primicias: en la mente de sus fundadores, se trata de<br />

una suerte de partida bautismal de la “nación quiteña”<br />

a su vida como nación adulta. “La prensa es <strong>el</strong> depósito<br />

d<strong>el</strong> tesoro int<strong>el</strong>ectual”, dice <strong>Espejo</strong>, “repongamos en<br />

éste [sic] <strong>el</strong> caudal respectivo o los efectos preciosos de<br />

nuestros talentos cultivados” (PCQ, p. 100). Frente a la<br />

adversidad de un mundo en crisis, la respuesta ilustrada<br />

es la misma que se había enarbolado desde <strong>el</strong> principio:<br />

“Nos faltan libros, instrumentos, medios y maestros<br />

que nos indiquen los <strong>el</strong>ementos de las facultades y que<br />

nos enseñen <strong>el</strong> método de aprenderlas. Todo esto nada<br />

importa o no nos impide <strong>el</strong> que demos a conocer que<br />

sabemos pensar, que somos racionales, que hemos nacido<br />

para la sociedad” (PCQ, p. 100).<br />

primeras letras d<strong>el</strong> Reino de Quito sobre un modo fácil<br />

de conducir a los niños al conocimiento de las verdades<br />

más importantes” (PCQ, p. 111), dado que “las escu<strong>el</strong>as<br />

de primeras letras son las que forman todo <strong>el</strong> ser científico,<br />

moral y r<strong>el</strong>igioso de las Repúblicas” (PCQ, p. 112). El<br />

periódico se volcaba así de lleno a su labor reformadora<br />

y propiamente formadora, a la vez que contaba con la<br />

aprobación tanto de la institucionalidad d<strong>el</strong> poder —<br />

Guzmán, presidente de la Audiencia, dio su aprobación<br />

y beneplácito— como de la instancia oficial de la moral<br />

vigente —Calama, <strong>el</strong> obispo, estaba por detrás de todo<br />

<strong>el</strong> empeño de las Primicias—.<br />

El 5 de enero apareció impreso <strong>el</strong> primer número de<br />

las Primicias. Significativo <strong>el</strong> hecho de que se arranque<br />

con un texto en <strong>el</strong> que se examina “cuál es la edad en<br />

que o se arrastra, o camina, o corre la vida literaria de<br />

nuestra República” (PCQ, pp. 103-104), y que, tras la<br />

constatación ya habitual de que Quito se halla “en <strong>el</strong><br />

último ápice de la rudeza primitiva, donde no puede<br />

hallarse ni un átomo de luz” (PCQ, p. 108), se continúe<br />

con una extensa carta dirigida “a todos los maestros de<br />

Patio sur d<strong>el</strong> Centro Cultural Metropolitano, en Quito, lugar donde<br />

antiguamente funcionó la biblioteca pública dirigida por <strong>Espejo</strong>


100<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Por las mismas fechas de creación de la Sociedad Económica,<br />

fue <strong>Espejo</strong> puesto a cargo de lo que sería la<br />

primera biblioteca pública de Quito, creada con los antiguos<br />

fondos bibliográficos jesuitas reunidos y ordenados<br />

en <strong>el</strong> mismo edificio donde en su tiempo funcionó<br />

la Universidad de San Gregorio 126 . Desde esa posición<br />

habría <strong>el</strong> médico de ahondar en sus esfuerzos pedagógicos<br />

e <strong>ilustrado</strong>s. Es presumible que, si bien nunca<br />

ocupó una cátedra universitaria, gracias a su actividad<br />

como bibliotecario y redactor reconocido de las Primicias<br />

haya logrado agrupar a una buena cantidad de<br />

discípulos y coidearios que veían en él a un referente<br />

indiscutible de autoridad int<strong>el</strong>ectual. Los siguientes números<br />

d<strong>el</strong> periódico se sucedieron en la misma línea<br />

que <strong>el</strong> primero, discurriendo por temas que <strong>Espejo</strong><br />

consideraba fundamentales como <strong>el</strong> de la sensibilidad,<br />

los roles sociales, la historia literaria y económica y, claro<br />

está, la educación. Son notables en este sentido la carta<br />

firmada con <strong>el</strong> pseudónimo de Erophilia que apareció<br />

en <strong>el</strong> tercer número d<strong>el</strong> periódico —donde se presentaba,<br />

en términos morales, sociales y hasta económicos,<br />

la posición de la mujer en la sociedad de la época— 127 ,<br />

y <strong>el</strong> texto sobre <strong>el</strong> heroísmo d<strong>el</strong> amor patriótico que<br />

abrió la cuarta entrega —donde se expresa la fe en las<br />

capacidades de la juventud quiteña y su función en<br />

<strong>el</strong> hecho inevitable de que “un día resucitará la patria”<br />

(PCQ, p. 151) 128 .<br />

126 “<strong>Espejo</strong> recibió nombramiento verbal de bibliotecario desde 1791, en tanto la biblioteca pública abrió<br />

en mayo de 1792. <strong>Espejo</strong> realizó la petición formal de su nombramiento <strong>el</strong> 20 de enero de 1794, y <strong>el</strong> 24<br />

d<strong>el</strong> mismo mes, éste [sic] le fue expedido”. Tomado de “Eugenio <strong>Espejo</strong>, bibliotecario público”, en Vida y<br />

contribución…, p. 318. Cabe señalar aquí que <strong>Espejo</strong>, para acceder al cargo público, tuvo que exponer sus<br />

antecedentes familiares a través de una declaración de “limpieza de sangre”, cosa que nos muestra una<br />

vez más <strong>el</strong> conflicto sociorracial que estuvo presente a lo largo de toda su existencia (sin por <strong>el</strong>lo ser algo<br />

privativo a él, sino más bien algo común en los procedimientos de la época). Ver Roig, El humanismo…, p. 26.<br />

127 En mucha de la bibliografía existente sobre <strong>Espejo</strong> aparece la hipótesis de que la carta de Erophilia<br />

fue en realidad creación de Manu<strong>el</strong>a <strong>Espejo</strong>, quien se valió de la coyuntura para expresar sus opiniones,<br />

protegida por la pluma de su hermano. No existe ningún dato que pruebe que tal afirmación sea más<br />

que una conjetura, por lo que no puede tomarse como otra cosa que no sea eso. Sin embargo, haya<br />

o no escrito la carta —nosotros creemos que no lo hizo—, es posible conjeturar también, con base<br />

en todo lo que se sabe d<strong>el</strong> asunto, que Manu<strong>el</strong>a fue cercana coidearia de su hermano, y que gran parte<br />

de sus opiniones —si no todas— se filtraban en aqu<strong>el</strong>lo que <strong>Espejo</strong> difundía públicamente. En ese<br />

sentido, bien puede identificarse a Manu<strong>el</strong>a con Erophilia. Freile afirma que quien lanzó la hipótesis<br />

de la carta de Manu<strong>el</strong>a fue <strong>el</strong> historiador quiteño Jorge Salvador Lara en 1962 (“Feminismo furtivo<br />

en <strong>el</strong> siglo XVIII…”, p. 58).<br />

128 Así mismo, ya hemos dicho que <strong>el</strong> Discurso fue íntegramente reproducido en las Primicias. Este apareció<br />

dividido en partes entre los números 4 y 7 d<strong>el</strong> periódico, y todo indica que fue la primera vez que<br />

ese texto se hacía conocido en Quito, si bien la edición bogotana, de corto tiraje, no habría nunca<br />

alcanzado la capital de la Audiencia.


SERIE ESTUDIOS 101<br />

Al panorama optimista y emprendedor de la Sociedad<br />

Patriótica y sus Primicias no tardaría en oponérs<strong>el</strong>e la<br />

pesadez d<strong>el</strong> gobierno y las nuevas coyunturas de la<br />

política mundial. En 1788 había muerto Carlos III, <strong>el</strong><br />

monarca con quien se llevaron ad<strong>el</strong>ante las reformas<br />

absolutistas ilustradas de las cuales era partícipe <strong>Espejo</strong><br />

y su generación entera. A la par, con la coronación de su<br />

hijo como Carlos IV, en la vecina Francia se instauraba<br />

<strong>el</strong> período revolucionario a partir de la convocatoria de<br />

los Estados Generales de 1789 y la posterior creación de<br />

la Asamblea Nacional. Para 1791-1792, años en que la<br />

Sociedad Económica de Quito empezaba a funcionar<br />

y se difundían sus ideas reformistas a través de sus Primicias,<br />

en Europa <strong>el</strong> panorama aumentaba su tensión a<br />

niv<strong>el</strong>es nunca antes vistos. La Revolución francesa se radicalizaba<br />

a pasos ac<strong>el</strong>erados, al punto que para finales<br />

de 1791 Francia contaba con la primera Constitución<br />

de su historia, y para inicios de 1793, <strong>el</strong> Rey era decapitado<br />

en acto público, dándose fin de manera tajante y<br />

violenta al régimen de las monarquías absolutistas que<br />

caracterizaron a ese país durante los pasados siglos.<br />

Colección de libros antiguos que pertenecieron<br />

a la biblioteca pública dirigida por <strong>Espejo</strong> y que hoy<br />

forma parte de la Biblioteca Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

España vio con horror todos los actos de los revolucionarios<br />

franceses y reaccionó en abierta oposición<br />

a todo aqu<strong>el</strong>lo que pudiera verse como partícipe de<br />

ese espíritu. Carlos IV desarticuló la corte ilustrada<br />

de su padre e instauró un régimen de riguroso control<br />

inquisitorial sobre <strong>el</strong> pensamiento. Los ministros<br />

Cabarrús, Jov<strong>el</strong>lanos, Campomanes y Floridablanca,<br />

entre otros, fueron destituidos entre 1790 y 1792,


102<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

con lo cual quedaba claro que España cerraba sus puertas<br />

a la revolución 129 . A niv<strong>el</strong> de las provincias, además,<br />

se buscó limitar las actividades de las sociedades económicas<br />

y prohibir la reproducción de periódicos no<br />

oficiales en un esfuerzo constantemente atravesado<br />

por <strong>el</strong> temor de que <strong>el</strong> influjo francés pudiese filtrarse<br />

a España y sus colonias, provocando algo similar a<br />

la transformación radical que ese país estaba sufriendo.<br />

Si bien <strong>Espejo</strong> y las Primicias —como casi toda España—<br />

estaban muy lejos d<strong>el</strong> radicalismo político francés,<br />

sus proyectos de reforma social y económica eran claramente<br />

un esfuerzo int<strong>el</strong>ectual que se fundamentaba<br />

en los mismos ideales que en Francia habían originado<br />

<strong>el</strong> quiebre d<strong>el</strong> orden monárquico. Quizá <strong>el</strong> carácter más<br />

revolucionario de la postura de <strong>Espejo</strong> en ese sentido<br />

haya sido su insistente d<strong>el</strong>imitación d<strong>el</strong> valor humano<br />

en las cualidades morales e int<strong>el</strong>ectuales por sobre la<br />

posición social o “de cuna”, aspecto este en <strong>el</strong> que reposaba<br />

por entero la estructura sociopolítica d<strong>el</strong> Antiguo<br />

Régimen. Sin atacarlo, y aun sin pretender hacerlo, las<br />

críticas de <strong>Espejo</strong> planteaban transformaciones que<br />

a la postre no podían mantenerse dentro d<strong>el</strong> sistema<br />

imperante, y por tanto bien podían ser vistas como un<br />

p<strong>el</strong>igro contra <strong>el</strong> cual era necesario reaccionar. La Sociedad<br />

Económica de Amigos de Quito, que nunca había<br />

llegado a ser oficializada por la Corona, fue suprimida<br />

por Cédula Real d<strong>el</strong> 11 de noviembre de 1793, apenas<br />

dos años después de haber empezado a funcionar. Mucho<br />

antes de eso, en abril de 1792, Muñoz de Guzmán<br />

había canc<strong>el</strong>ado las Primicias, cuyo séptimo y último<br />

número vio imprenta <strong>el</strong> 29 de marzo de ese año 130 .<br />

Con la reacción, <strong>Espejo</strong> vio <strong>el</strong> colapso de todos los<br />

proyectos y logros con los cuales parecía que sus ideas<br />

empezaban a afianzarse, o por lo menos difundirse,<br />

en la sociedad quiteña d<strong>el</strong> momento. Esto sin duda<br />

debió haber provocado un fuerte sentimiento de<br />

decepción en <strong>el</strong> Precursor, pero no da indicios para<br />

poder afirmar que su posición en lo político se haya<br />

modificado. Quedaba, además, la biblioteca pública,<br />

otro logro d<strong>el</strong> movimiento <strong>ilustrado</strong> en la capital de<br />

la Audiencia, aunque tan poca atención recibió esta<br />

por otros que no fueran <strong>el</strong> propio <strong>Espejo</strong> y sus allegados,<br />

que consta que su director no recibió paga alguna<br />

durante los varios años que estuvo en su puesto,<br />

teniéndose que persistir en su profesión médica para<br />

obtener medios de subsistencia 131 .<br />

129 Keeding, Surge la nación…, p. 519.<br />

130 Ibíd., pp. 518 y 527.<br />

131 Se han conservado dos cartas de <strong>Espejo</strong>, una dirigida a Eugenio Llaguno de Amírola, Ministro de Gracia<br />

y Justicia, d<strong>el</strong> 21 de mayo de 1794, y otra al propio Carlos IV, d<strong>el</strong> 26 de septiembre de 1794, en las que<br />

<strong>Espejo</strong> explica su situación y pide se le pague su su<strong>el</strong>do de bibliotecario. Ambas pueden verse en Freile,<br />

Cartas y lecturas…, pp. 261-264 y 265-266. Evidencia de su actividad médica en esos años puede verse<br />

en “Eugenio <strong>Espejo</strong>, bibliotecario público”, en Vida y contribución…, p. 318.


SERIE ESTUDIOS 103<br />

Lo poco que nos queda luego d<strong>el</strong> silencio ocasionado<br />

por <strong>el</strong> cierre de las Primicias es parte de una actividad<br />

que en <strong>Espejo</strong> habíamos visto desde <strong>el</strong> inicio: la obra<br />

teológica. Son tres los textos conocidos a ese respecto:<br />

la Segunda carta teológica sobre la Inmaculada Concepción<br />

de María 132 , fechada en Quito <strong>el</strong> 19 de julio de 1792,<br />

<strong>el</strong> Primer sermón panegírico de Santa Rosa de Lima 133 ,<br />

predicado en la Catedral de Quito por su hermano Juan<br />

Pablo <strong>el</strong> 30 de agosto de 1793, y <strong>el</strong> Segundo panegírico de<br />

Santa Rosa de Lima 134 , predicado —seguramente por <strong>el</strong><br />

mismo Juan Pablo— en <strong>el</strong> año de 1794. D<strong>el</strong> primero, entablado<br />

por una discusión teológica entre los dominicos<br />

y <strong>el</strong> comisario d<strong>el</strong> Santo Oficio, Don Tomás Yépez, no hay<br />

más que decir que lo que se ha dicho antes: la dedicada<br />

erudición de su autor, conocedor cabal d<strong>el</strong> asunto y sus<br />

planteamientos en <strong>el</strong> momento actual de la discusión.<br />

De los otros dos, en cambio, puede decirse que son en<br />

<strong>el</strong> fondo —pero abiertamente— discursos de exaltación<br />

d<strong>el</strong> patriotismo, donde se destacan los valores ideológicos<br />

de la R<strong>el</strong>igión, <strong>el</strong> Estado, la Ilustración y la Monarquía.<br />

En todos estos escritos volvemos a ver al <strong>Espejo</strong> severo<br />

y conservador, censor de las costumbres y vicios de la<br />

época, así como defensor acérrimo de la monarquía.<br />

En <strong>el</strong>lo ha querido verse una ocultación de intensiones<br />

132 Segunda carta teológica, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado<br />

como SCT, en OC, IV, pp. 51-57, 131-152 y 153-175.<br />

133 Primer sermón panegírico, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado<br />

como PSP, en OC, IV, pp. 51-57, 131-152 y 153-175.<br />

134 Segundo panegírico, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado<br />

como SP, en OC, IV, pp. 51-57, 131-152 y 153-175.<br />

diferentes, como si fuese posible saber que para entonces<br />

<strong>Espejo</strong> había aceptado ideales republicanos y bogara<br />

secretamente por su instauración. Nada de eso tiene<br />

fundamento fuera de las conjeturas, y aun ni siquiera<br />

en <strong>el</strong>las. Más plausible es seguir viendo en él lo que él<br />

mismo había manifestado desde siempre: su férreo impulso<br />

de reforma, entendida esta dentro d<strong>el</strong> orden establecido<br />

por la ley de la Providencia y de la sociedad monárquica.<br />

En términos políticos, como buen español de<br />

su tiempo, <strong>Espejo</strong> reaccionó ante los avances de la Revolución<br />

francesa de la misma forma en que reaccionó<br />

su Corona: rechazándola y abrazando los ideales para él<br />

absolutos de Dios y <strong>el</strong> Rey, bajo los cuales debía buscarse<br />

<strong>el</strong> futuro promisorio de la patria. De ahí se desprende<br />

tanto su reverencia apasionada por ambos aspectos<br />

como su rechazo definitivo y enfático de aqu<strong>el</strong>la Francia<br />

abatida por “un pueblo altivo y tumultuario, cru<strong>el</strong> y<br />

pérfido, impío y parricida, desnaturalizado y asesino de<br />

su Rey” (SP, p. 150) 135 .<br />

135 Fuera de las conjeturas que puedan hacerse sobre la posición<br />

privada de <strong>Espejo</strong>, su posición pública no admite dudas —como<br />

nunca lo hizo—. Ambos sermones siguen la misma estructura:<br />

un exordio donde se planteaba <strong>el</strong> asunto y se invocaba a la<br />

Providencia —“¡Oh! Dios, autor de la r<strong>el</strong>igión que adoro y de la<br />

monarquía que reverencio, dad a mi espíritu la fuerza de la verdad<br />

y a mis labios la llama de la <strong>el</strong>ocuencia” (PSP, p. 133)—, seguido<br />

de la argumentación y la exposición enfática de sus opiniones,<br />

como esta que sigue: “La España, prestando <strong>el</strong> debido homenaje<br />

de una inaudita fid<strong>el</strong>idad a su monarca, y llorando, o por mejor<br />

decir, detestando lo que ha perdido una nación feroz, la Francia<br />

cru<strong>el</strong>ísima que prepara a todo <strong>el</strong> globo la ruina, y que, a pesar<br />

d<strong>el</strong> du<strong>el</strong>o común de la Europa, podría conseguirla mañana,<br />

si fuesen capaces de prevalecer las puertas d<strong>el</strong> Infierno contra<br />

la perpetuidad de la fe…” (SP, p. 151).


104<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Eso no quiere decir que <strong>Espejo</strong> haya amansado su lucha.<br />

Sus ideales de ilustración y progreso siguen intactos<br />

cuando dice, por ejemplo, que “no serían f<strong>el</strong>ices las<br />

Indias, si no fuesen grandes sus hijos por <strong>el</strong> mérito de las<br />

luces y los talentos cultivados” (PSP, p. 149), a la vez que<br />

augura que “d<strong>el</strong> mismo ci<strong>el</strong>o de Quito [vendrá] la renovación<br />

de la faz de su patria” (SP, p. 172). Todo lo que<br />

dicen los sermones y las reflexiones teológicas de <strong>Espejo</strong><br />

no muestran sino una continuidad con <strong>el</strong> pensamiento<br />

esbozado desde su Nuevo Luciano, y así como<br />

no puede atribuírs<strong>el</strong>e un plan de emancipación política<br />

de Quito o ni siquiera una actitud revolucionaria con<br />

respecto a la constitución d<strong>el</strong> sistema sociopolítico imperante,<br />

tampoco pueden negárs<strong>el</strong>e la firmeza de sus<br />

convicciones y la indudable visión de futuro que <strong>el</strong>las<br />

representaban en <strong>el</strong> contexto de auge de las transformaciones<br />

modernas. <strong>Espejo</strong>, ni aun al final de sus días<br />

—quizá incluso menos entonces—, retiró su confianza<br />

en <strong>el</strong> sistema monárquico que había sido por siglos<br />

único referente y posibilidad de gobierno en América.<br />

Nada hay en lo que él nos ha dejado escrito ni en lo que<br />

de su vida se sabe a ciencia cierta que pruebe lo contrario,<br />

menos aún si se entiende que la tesis monárquica<br />

encajaba bien en la globalidad de su proyecto de país.<br />

A pesar de su manifiesta fid<strong>el</strong>idad al Rey, las ideas<br />

de <strong>Espejo</strong> seguían siendo p<strong>el</strong>igrosas y molestas para<br />

la clase en <strong>el</strong> poder. Muchos historiadores han señalado,<br />

además, que los últimos años d<strong>el</strong> siglo XVIII<br />

significaron un proceso de creciente inestabilidad<br />

y ambivalencia de las políticas de la Corona —causado,<br />

en principio, por <strong>el</strong> también inestable proceso<br />

revolucionario francés—, lo cual provocó una inevitable<br />

“pérdida de la fe en <strong>el</strong> despotismo <strong>ilustrado</strong>” que<br />

hasta hace poco había sido <strong>el</strong> ideal común de todo <strong>el</strong><br />

mundo hispano 136 . Aunque no haya indicios de que<br />

para ese entonces ya se haya planteado abiertamente<br />

<strong>el</strong> tema de la independencia, sí era asunto común la<br />

inconformidad con las políticas regias de España y la<br />

búsqueda de una transformación d<strong>el</strong> Estado en términos<br />

modernos, para lo cual se tenía como antecedentes<br />

tanto la Revolución francesa en curso como<br />

la reciente independencia de los Estados Unidos 137 .<br />

Todo <strong>el</strong>lo aunaba en <strong>el</strong> menoscabo de la autoridad y<br />

en la rigidez de ésta [sic] para evitar sediciones, pues,<br />

con <strong>el</strong> agitado panorama internacional, <strong>el</strong> gobierno<br />

español “estaba muy sensible a cualquier asomo de<br />

subversión” 138 .<br />

136 Richard Herr, España y la revolución d<strong>el</strong> siglo XVIII, Madrid, 1964, citado por Ekkehart Keeding,<br />

“<strong>Espejo</strong> y las banderitas de Quito de 1794: Salva Cruce!”, en Vida y contribución… p. 328.<br />

137 No olvidemos nunca que ambos procesos traían severos limitantes ante los ojos de pensadores<br />

e <strong>ilustrado</strong>s hispanos, <strong>el</strong> primero por su evidente carácter anti-eclesial y anti-monárquico,<br />

y <strong>el</strong> segundo por haberse dado en <strong>el</strong> seno de una nación protestante.<br />

138 Villalba, Las prisiones…, p. 63.


SERIE ESTUDIOS 105<br />

Los enemigos de <strong>Espejo</strong> sabían bien que <strong>el</strong> médico no<br />

tardaría en continuar con su insistente obra vindicativa<br />

y reformadora. Por eso mismo no habían dejado<br />

de atormentarlo desde <strong>el</strong> inicio de los pleitos legales<br />

en 1787 y estaba claro que no perderían oportunidad<br />

para mover la opinión pública en su contra. El juicio<br />

de María Chiriboga, “retomado en un largo proceso<br />

jurídico con alrededor de cuarenta testigos con sus<br />

respectivas declaraciones, se dio por terminado [recién]<br />

a finales de 1790, [y] sus secu<strong>el</strong>as quedaron” 139 .<br />

En parte por las acusaciones de estos, en parte por<br />

su bien ganada fama de revoltoso, volvió <strong>Espejo</strong> a ser<br />

tomado preso y puesto bajo custodia severa hacia finales<br />

de enero de 1795. Aunque <strong>el</strong> fiscal juzgó inicialmente<br />

que no había pruebas para acusarlo y ordenó<br />

su liberación <strong>el</strong> 7 de marzo, poco después volvió <strong>el</strong><br />

médico a prisión, de donde no saldría hasta <strong>el</strong> 21 de<br />

noviembre, víctima ya de una enfermedad que lo llevaría<br />

a la muerte al cabo de treinta y seis días.<br />

Nunca hubo una acusación clara en contra de <strong>Espejo</strong><br />

para esa última y fatal prisión. El asunto primordial era<br />

su supuesta vinculación con su hermano Juan Pablo<br />

en <strong>el</strong> famoso episodio de las banderitas coloradas: <strong>el</strong><br />

pasado 21 de octubre de 1794, había amanecido la<br />

capital de la Audiencia con la noticia de que en las<br />

principales cruces de piedra de la ciudad se habían<br />

colgado “banderitas de tafetán colorado, con las inscripciones<br />

en pap<strong>el</strong> blanco por un lado de «Liberi Sto<br />

f<strong>el</strong>icitatem et gloriam consecuunto», y por otro de<br />

«Salva cruce»” («Sed libres, conseguid la f<strong>el</strong>icidad y la<br />

gloria» / «Por la Cruz de Cristo») 140 . El asunto no era<br />

casual: algunos pasquines sediciosos habían aparecido<br />

antes en Santa Fe y aparecerían luego en Cuenca,<br />

dando a ver las primeras muestras concretas d<strong>el</strong> movimiento<br />

continental de descontento contra la Corona.<br />

Algunas conversaciones informales de Juan Pablo<br />

con una moza de ap<strong>el</strong>lido Navarrete y las declaraciones<br />

que sobre esto hiciera Lizardo Suasnavas, antiguo<br />

escribiente de <strong>Espejo</strong>, pusieron al médico como parte<br />

de la supuesta conspiración y le valieron meses de engorroso<br />

proceso judicial en su defensa 141 .<br />

El proceso llegó a manos d<strong>el</strong> virrey Ezp<strong>el</strong>eta, quien<br />

ya había absu<strong>el</strong>to a <strong>Espejo</strong> de sus antiguos cargos<br />

en 1789. Sin encontrar razones para juzgarlo culpable<br />

de algún crimen —no eran d<strong>el</strong> todo claras ni las<br />

acusaciones—, Ezp<strong>el</strong>eta lo volvió a absolver <strong>el</strong> 20 de<br />

octubre de 1795. Sin embargo, <strong>el</strong> presidente Muñoz<br />

de Guzmán —quizá movido por presiones de los<br />

139 Paladines, “Estudio introductorio”…, Juicio a <strong>Espejo</strong>…, p. 51.<br />

140 Documento de la sesión d<strong>el</strong> Consejo de Estado Español, 14 de mayo de 1795, Archivo de Historia<br />

Nacional de Madrid, “Estado”, libro 10. Citado en Keeding, “<strong>Espejo</strong> y las banderitas…”, p. 329.<br />

Sobre la traducción d<strong>el</strong> texto de las banderitas, ver <strong>el</strong> texto de Keeding más ad<strong>el</strong>ante, p. 338.<br />

141 El mejor resumen que conocemos al respecto es <strong>el</strong> de Villalba, Las prisiones…, pp. 56-66.


106<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

enemigos d<strong>el</strong> Precursor, quizá él mismo enemistado<br />

con su figura polémica— demoró <strong>el</strong> trámite y no<br />

acató de inmediato la resolución, a pesar de que se<br />

sabía ya que <strong>Espejo</strong> estaba enfermo con gravedad. El<br />

21 de noviembre de ese año salió <strong>el</strong> médico quiteño<br />

libre de cargos. En la carta que ese día escribiera a<br />

Ezp<strong>el</strong>eta se mostraba emocionado y compensado<br />

por <strong>el</strong> Virrey, a quien agradecía por devolverle la vida,<br />

“que ya [le] iba faltando” 142.<br />

Poco más de un mes después, <strong>el</strong> 27 de diciembre<br />

de 1795, murió Eugenio <strong>Espejo</strong> a causa de las enfermedades<br />

que había contraído durante su última e<br />

injusta prisión.<br />

142 La carta puede verse en Freile, Cartas y lecturas…, p. 276.


E S P E J O , E L I L U S T R A D O<br />

<strong>Espejo</strong> después<br />

de <strong>Espejo</strong><br />

SERIE ESTUDIOS


SERIE ESTUDIOS 109<br />

La figura d<strong>el</strong> Precursor desde<br />

su muerte hasta nuestros días<br />

La muerte de <strong>Espejo</strong> no significó la caducidad de sus propuestas. Al contrario,<br />

sus ideas lo trascendieron grandemente, y poco a poco se enrumbaron<br />

por caminos que él no había llegado a imaginar para <strong>el</strong>las. Así fue<br />

porque en estricto no eran sus ideas, al menos no de manera exclusiva.<br />

Como hemos insistido desde <strong>el</strong> inicio, <strong>Espejo</strong> fue para Quito la figura central<br />

de una etapa conflictiva durante la cual se consolidó un movimiento<br />

que tenía repercusiones continentales y aun universales, y que aun en su<br />

versión estrictamente local era manifestación de las aspiraciones de toda<br />

una generación de int<strong>el</strong>ectuales y patriotas. Aun cuando <strong>Espejo</strong> moría<br />

en aparente soledad, derrotado por sus enemigos y sin más herederos<br />

que sus hermanos —Manu<strong>el</strong>a, que fue quien acompañó a Eugenio en su<br />

muerte, no recibió de él más que deudas, mientras que Juan Pablo en ese<br />

momento iba camino d<strong>el</strong> destierro—, su esfuerzo reformista no cesaría<br />

sino que se incrementaría hasta, poco más de una década después, llegar<br />

a producir una abierta confrontación con <strong>el</strong> sistema de organización política<br />

que hasta ese entonces se había tomado por inamovible 143 .<br />

Que no fueron ideas exclusivas a él las que atravesaron su lucha y lo enfrentaron<br />

con <strong>el</strong> statu quo de su época lo prueba <strong>el</strong> contexto de su última<br />

prisión. En términos concretos y específicos, lo que llevó a <strong>Espejo</strong><br />

143 Sobre las deudas y r<strong>el</strong>ativa pobreza en que murió <strong>Espejo</strong>, puede verse su propio<br />

testamento, fechado <strong>el</strong> 26 de diciembre de 1795. Ha sido reproducido en “Los testamentos<br />

de la familia <strong>Espejo</strong>”, penúltima sección de Áng<strong>el</strong> Nicanor Bedoya Maruri, El Dr. Francisco<br />

Xavier Eugenio…, pp. 175-187. Que Juan Pablo haya sido expulsado de Quito y recluido<br />

en una prisión clerical en Popayán —en donde permaneció por lo menos catorce meses—<br />

consta en Jorge Villalba, Las prisiones…, p. 65.


110<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

a su muerte fue aqu<strong>el</strong>lo de las banderitas coloradas<br />

de finales de 1794. Durante casi todo <strong>el</strong> siguiente año,<br />

<strong>Espejo</strong> tuvo que enfrentar la acusación implícita de<br />

haber sido <strong>el</strong> autor o cómplice de dicho acto, aunque<br />

para <strong>el</strong>lo nunca medió un proceso judicial formalizado.<br />

A Juan Pablo se le abrió un expediente por <strong>el</strong><br />

mismo asunto, y tal parece que la cercanía de Eugenio<br />

con su hermano fue la única base, en principio, para<br />

mantenerlo preso. Sin embargo, ni uno ni otro parecen<br />

haber tenido acción directa sobre <strong>el</strong> hecho, si bien<br />

a Eugenio es a quien puede atribuírs<strong>el</strong>e, siguiendo la<br />

lógica de los acontecimientos, alguna r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong><br />

“Salva Cruce”. El historiador alemán Ekkehart Keeding<br />

parece haber probado, con base “en un documento<br />

extenso descubierto […] en 1973 en <strong>el</strong> archivo d<strong>el</strong><br />

Monasterio de las Carm<strong>el</strong>itas” que quien colocó las<br />

banderitas fue Mariano Villalobos, <strong>el</strong> cual a su vez actuaba<br />

por orden y bajo pago directo d<strong>el</strong> marqués de<br />

S<strong>el</strong>va Alegre, Juan Pío Montúfar 144 .<br />

Estos datos son rev<strong>el</strong>adores en dos sentidos: en primer<br />

lugar, desvinculan a <strong>Espejo</strong> de la formulación material<br />

d<strong>el</strong> hecho; segundo, lo ubican en las cercanías inmediatas<br />

de quienes sí lo hicieron. Como oportunamente<br />

deduce Keeding, es imposible pensar que <strong>Espejo</strong><br />

no haya tenido conocimiento d<strong>el</strong> asunto, y aun que<br />

no fuera, al menos parcialmente, su autor espiritual.<br />

Lo prueba, además d<strong>el</strong> involucramiento directo de<br />

S<strong>el</strong>va Alegre, <strong>el</strong> hecho de tratarse de “una acción tan<br />

refinada mentalmente, con cierta superioridad por<br />

la forma en que usa <strong>el</strong> idioma latino, mostrando una<br />

distancia fingida d<strong>el</strong> propio mentalizador, […] pero al<br />

mismo tiempo atrevida y p<strong>el</strong>igrosa” 145 . Aun sin pruebas<br />

de que <strong>Espejo</strong> haya colocado o no las banderitas,<br />

está claro que estas representaban su posición frente<br />

al mundo, y por ende pueden atribuírs<strong>el</strong>e a él y su círculo<br />

cercano como manifestación de la ideología que<br />

<strong>el</strong>los dieron forma y difundieron a lo largo de sus vidas.<br />

Pensemos también que no hace falta atribuirles a las<br />

banderitas palabras o intenciones que no están en<br />

<strong>el</strong>las de manera explícita. Hemos insistido ya en que<br />

<strong>Espejo</strong> nunca planteó la ruptura d<strong>el</strong> sistema monárquico<br />

de gobierno, y que más bien luchó incansablemente<br />

por un reordenamiento de tipo económico y<br />

moral al interior de este, para lo cual llevó ad<strong>el</strong>ante<br />

un programa de índole pedagógica. El “Liberi Sto…<br />

Salva Cruce” de <strong>Espejo</strong> y su grupo encajan pues, en<br />

esa misma intención de revolucionar la base d<strong>el</strong> conocimiento.<br />

La libertad de la que habla <strong>Espejo</strong> es la<br />

libertad d<strong>el</strong> pensamiento, comprendido este como <strong>el</strong><br />

único medio válido para alcanzar la f<strong>el</strong>icidad y la gloria.<br />

El ámbito donde esa libertad es posible es la Cruz<br />

de Cristo, entendiéndose que de Dios ha de provenir<br />

144 Ekkehart Keeding, “<strong>Espejo</strong> y las banderitas…”, p. 340.<br />

145 Ibíd., p. 340.


SERIE ESTUDIOS 111<br />

toda verdad (toda f<strong>el</strong>icidad, toda gloria). Sed libres,<br />

por tanto, significa sed libres para seguir la verdadera<br />

cruz, que es <strong>el</strong> conocimiento y la fe (en otras palabras,<br />

libres de la esclavitud que supone la ignorancia y la<br />

r<strong>el</strong>igión desfigurada). “Esta es la verdadera revolución<br />

que <strong>Espejo</strong> proyectaba en Quito, lo cual no significaba<br />

la separación de España en <strong>el</strong> orden político” 146 . Recordemos,<br />

por último, que S<strong>el</strong>va Alegre fue también<br />

monárquico, aun en los años en que iba avanzada la<br />

revolución, y que los enfrentamientos entre su facción<br />

(los montufaristas, monárquicos) y sus contrarios (los<br />

sanchistas, republicanos) fue una de las causas de la<br />

derrota de la Revolución Quiteña en 1812 147 .<br />

Solo en esto que hemos dicho podemos encontrar <strong>el</strong><br />

sentido que tiene <strong>el</strong> hablar de <strong>Espejo</strong> como precursor<br />

de nuestra Independencia. Él perteneció a la élite<br />

int<strong>el</strong>ectual que —de una manera paulatina y mucho<br />

menos radical de lo que a menudo se dice popularmente—<br />

se fue acercando a la postura que trajo consigo<br />

la emancipación política. Sin una figura como <strong>Espejo</strong><br />

—que articuló los intereses generacionales en un<br />

proyecto nacional concreto— hubiese sido imposible<br />

la consolidación orgánica de los postulados <strong>ilustrado</strong>s<br />

y por ende la consolidación d<strong>el</strong> movimiento. Esta idea,<br />

que nos parece esencial para comprender su legado<br />

histórico, es la que nos ha motivado a insistir sin pausa<br />

tanto en los méritos individuales de <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> ámbito<br />

d<strong>el</strong> pensamiento y <strong>el</strong> reformismo <strong>ilustrado</strong> como<br />

en su inevitable pertenencia a un grupo que fue partícipe<br />

de sus preocupaciones, grupo que lo sobrevivió y<br />

d<strong>el</strong> cual salieron casi todos los nombres importantes<br />

de nuestra Independencia. Atreviéndonos también a<br />

entrar en <strong>el</strong> plano de las conjeturas, nos parece natural<br />

pensar que <strong>Espejo</strong>, de haber vivido hasta los años de la<br />

Revolución de Quito (1809-1812), hubiese participado<br />

en <strong>el</strong>la y hubiese aportado con decisión a la construcción<br />

d<strong>el</strong> nuevo Estado independiente.<br />

El hecho de que <strong>Espejo</strong> no haya ideado la independencia,<br />

aunque sí en cierta forma la haya prefigurado, también<br />

explica <strong>el</strong> silencio que en torno a su figura existió<br />

durante esos años críticos. Es casi nada lo que puede<br />

encontrarse sobre él en la documentación de la época.<br />

146 Ibíd., p. 346.<br />

147 Sanchistas fueron llamados quienes apoyaban la postura de Jacinto Sánchez de Or<strong>el</strong>lana, marqués de<br />

Villa Or<strong>el</strong>lana, partidario d<strong>el</strong> orden republicano. Montufaristas quienes preferían lo propuesto por Juan<br />

Pío Montúfar, <strong>el</strong> amigo cercano de <strong>Espejo</strong>, y su hijo Carlos, partidarios de la monarquía. Para entonces<br />

(1811-1812), ambos grupos aceptaban ya abiertamente la independencia política bajo un régimen de<br />

tipo liberal, sin que por <strong>el</strong>lo fuese claro <strong>el</strong> sistema de gobierno que habría de utilizarse. Aunque ambos<br />

grupos pueden reconocer a <strong>Espejo</strong> como un precursor, los herederos espirituales directos de su postura<br />

fueron los montufaristas. Ver Carlos Landázuri Camacho, “La independencia”, en Carlos Paladines, ed.,<br />

Pensar habitar <strong>el</strong> bicentenario, Biblioteca Mínima d<strong>el</strong> Bicentenario, Quito, CCE, 2009, pp. 232-233<br />

y Arturo Andrés Roig, El humanismo…, pp. 16-17, nota 4.


112<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Ninguno de los artífices de la Revolución de Quito lo<br />

nombra en sus proclamas, lo recuerda en sus discursos,<br />

lo identifica con sus proyectos o lo mira como víctima<br />

pionera de la lucha por la libertad. Parece que nadie<br />

entonces veía a <strong>Espejo</strong> como padre de lo que estaba<br />

sucediendo. No podía, pues, tomarse por baluarte de<br />

la emancipación política a quien no la había propuesto<br />

y aun la había rechazado con su férrea defensa de los<br />

ideales monárquicos y su inamovible fe hacia la Corona.<br />

El asunto de la “paternidad” de <strong>Espejo</strong> en r<strong>el</strong>ación a la<br />

independencia d<strong>el</strong> Ecuador, como vemos, es cosa harto<br />

más compleja, que ahora puede entenderse gracias a la<br />

perspectiva histórica que nos ha dado <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo,<br />

pero que en su momento era mucho más borrosa<br />

y difícil de definir.<br />

Sin embargo, hemos dicho que <strong>el</strong> silencio no fue total.<br />

Hay indicios que nos muestran de qué manera la<br />

figura de <strong>Espejo</strong> empezó a superar su propia muerte y<br />

sentar bases que lo llevarían a la posteridad. Lo primero,<br />

lo inmediato, fue <strong>el</strong> juicio que su hermana Manu<strong>el</strong>a<br />

plantó en 1799 contra d<strong>el</strong> presidente saliente Luis Muñoz<br />

de Guzmán “por los malos tratos y <strong>el</strong> asesinato de<br />

su hermano” 148 . Quien habría de hacerse cargo de <strong>el</strong>lo<br />

era <strong>el</strong> nuevo presidente de la Audiencia, Luis Héctor,<br />

barón de Carond<strong>el</strong>et, y quienes habrían de acompañarla<br />

serían su marido, José Mejía Lequerica —se casaron<br />

en 1797—, y <strong>el</strong> abogado Luis Quijano. Manu<strong>el</strong>a<br />

esgrimía como base de su argumento que Eugenio<br />

no tenía nada que ver con las opiniones de su otro<br />

hermano, Juan Pablo, que su memoria (la de Eugenio)<br />

debía ser respetada y aun exaltada “por sus innumerables<br />

labores en beneficio de la sociedad”, y que <strong>el</strong><br />

juicio en su contra “se había desarrollado en medio de<br />

una serie casi infinita de irregularidades y violaciones<br />

de los procedimientos judiciales hispánicos” 149 .<br />

Lo interesante d<strong>el</strong> proceso —en <strong>el</strong> que actúa como defensor<br />

de Muñoz su apoderado, don Gerónimo Pizana—<br />

es constatar de qué manera se intenta de un lado<br />

imputar a <strong>Espejo</strong> los d<strong>el</strong>itos de sedición y de proyectar<br />

actos insurrectos —al punto que se lo llega a comparar<br />

con Marat— 150 mientras Manu<strong>el</strong>a hace lo propio<br />

por desmentir las acusaciones, limpiar <strong>el</strong> nombre de su<br />

hermano y destacar su fid<strong>el</strong>idad monárquica. En suma,<br />

“para Manu<strong>el</strong>a su hermano siempre fue fi<strong>el</strong> a su Rey y<br />

nunca anduvo en conjuras o en preparativos sediciosos,<br />

[mientras que] para las autoridades españolas locales<br />

148 Carlos Freile, Eugenio <strong>Espejo</strong>, precursor de la Independencia…, p. 77. Este libro presenta un resumen<br />

detallado d<strong>el</strong> proceso en contra de Muñoz de Guzmán. De ahí proviene toda la información<br />

que presentemos al respecto.<br />

149 Ibíd., pp. 70-80.<br />

150 Alegato de Pizana ante Carond<strong>el</strong>et, 16 de marzo de 1799, en ibíd., pp. 259-283. La referencia<br />

a Marat está en la p. 269.


SERIE ESTUDIOS 113<br />

<strong>el</strong> médico se caracterizó desde muy temprano por su<br />

conducta levantisca, irreverente y lesiva de la dignidad<br />

real y de la obediencia que se le debía” 151 . Ya tenemos<br />

nosotros bastante para formar un juicio propio, pero<br />

vale destacar la visión que la oficialidad d<strong>el</strong> poder tenía<br />

de <strong>Espejo</strong> y su lucha: era p<strong>el</strong>igroso. Tal parece que, para<br />

<strong>el</strong> gobierno de la Audiencia, <strong>Espejo</strong> más valía como un<br />

recuerdo rodeado de silencio.<br />

Cerca de cuatro años después de la muerte d<strong>el</strong> Precursor,<br />

<strong>el</strong> 29 de abril de 1799, <strong>el</strong> Barón de Carond<strong>el</strong>et<br />

dictó una sentencia contraria a Manu<strong>el</strong>a, rechazando<br />

todas las acusaciones hechas contra Muñoz y obligándola<br />

a pagar las costas d<strong>el</strong> proceso. Ella intentó una<br />

ap<strong>el</strong>ación al Rey en mayo, pero no continuó con <strong>el</strong><br />

alegato por impedimentos burocráticos en su contra,<br />

hasta que finalmente se declaró desierta la ap<strong>el</strong>ación<br />

en octubre de 1800 y toda posible culpabilidad por la<br />

muerte de <strong>Espejo</strong> quedó archivada y destinada al olvido.<br />

Tras <strong>el</strong>lo, iniciaría un largo silencio en torno al Precursor<br />

que abarcaría una gran parte d<strong>el</strong> siglo XIX, salvo<br />

algunos indicios de interés que vale la pena rastrear<br />

por la idea que nos dan de la pervivencia de la figura<br />

de <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> imaginario de quienes lo sobrevivieron.<br />

Pronto llegarían los años turbulentos de las guerras<br />

de independencia, abriéndose focos de lucha en<br />

todo <strong>el</strong> continente y proliferándose esfuerzos mancomunados<br />

que tras largos conflictos condujeron a<br />

los momentos finales de la América colonial hispana.<br />

Quito fue de las primeras regiones en alzar su voz, y<br />

lo hizo por <strong>el</strong> camino que habían trazado postulados<br />

como los de <strong>Espejo</strong> desde décadas atrás. Las élites de<br />

Quito buscaron, ante todo, definir y exportar su proyecto<br />

de nación frente a la metrópoli y <strong>el</strong> resto de colonias,<br />

por lo general mejor posicionadas que <strong>el</strong>la en<br />

<strong>el</strong> contexto de los ac<strong>el</strong>erados trastornos de la época.<br />

Quito, debido al estancamiento de su economía y la<br />

consecuente pérdida de influencia sobre las diversas<br />

regiones de la Audiencia, vio la necesidad de definir<br />

su poder regional durante <strong>el</strong> proceso independentista<br />

como una urgencia de vida o muerte. En ese arrojo<br />

estuvieron involucrados muchos de quienes habían<br />

conocido a <strong>Espejo</strong> y que habían compartido con él<br />

los ideales de la nación quiteña.<br />

Ahí están, por ejemplo, Migu<strong>el</strong> Antonio Rodríguez<br />

(1769-1817), hijo de un colega de <strong>Espejo</strong> y discípulo<br />

de este en los años en que dirigió la biblioteca pública;<br />

o <strong>el</strong> propio José Mejía Lequerica (1775-1813), cuñado<br />

d<strong>el</strong> Precursor luego de su muerte, y un destacado diputado<br />

liberal en las Cortes de Cádiz a partir de 1810.<br />

Ellos siguieron <strong>el</strong> mismo camino que había seguido<br />

<strong>el</strong> médico <strong>ilustrado</strong>, haciendo diversos aportes para<br />

continuar con la reforma educativa de la Audiencia y<br />

mejorar <strong>el</strong> estado d<strong>el</strong> conocimiento filosófico y científico.<br />

Así mismo, como bien se ha dicho, “de <strong>Espejo</strong>,<br />

151 Ibíd., p. 100.


114<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Rodríguez y Mejía conduce <strong>el</strong> hilo directamente hacia<br />

Quiroga, Morales, Ante, Saa, Salazar, Rodríguez de Soto,<br />

Acázubi, Riofrío, Villalobos, en quienes <strong>el</strong> movimiento<br />

<strong>ilustrado</strong> ecuatoriano alcanzó su máximo apogeo” 152 .<br />

Algunos de <strong>el</strong>los —Quiroga, Morales— murieron por<br />

causa directa de su involucramiento en <strong>el</strong> proceso de<br />

emancipación. Quienes sobrevivieron tuvieron que<br />

enfrentar la derrota d<strong>el</strong> movimiento y la aniquilación<br />

aplastante de sus ideales tras <strong>el</strong> triunfo realista de 1812 y<br />

<strong>el</strong> fin definitivo de la Revolución de Agosto.<br />

Como hemos dicho antes, no consta en ninguno de<br />

los testimonios y documentos que han pervivido de<br />

estos hombres referencias a la figura d<strong>el</strong> Precursor: ni<br />

a su nombre, ni a su vida, ni a su obra, ni a su pensamiento<br />

(ya sabemos que para entonces <strong>Espejo</strong> no<br />

era visto todavía como mentor y símbolo d<strong>el</strong> proceso).<br />

Excepción rara es la que se encuentra en una<br />

carta de Mejía Lequerica dirigida a Mutis, en 1803, en<br />

donde se refiere a <strong>Espejo</strong> como “<strong>el</strong> único filósofo que<br />

he conocido en mi patria”, sin entrar en más detalles<br />

que aqu<strong>el</strong> d<strong>el</strong> aprecio que le debía por su “frecuente<br />

trato” 153 . La única mención notable de <strong>Espejo</strong> que<br />

puede hallarse en <strong>el</strong> sentido de su vinculación con <strong>el</strong><br />

movimiento independentista corresponde a la muy<br />

citada misiva escrita por <strong>el</strong> presidente Joaquín Molina<br />

al Secretario de Estado desde Guayaquil, <strong>el</strong> 17 de<br />

noviembre de 1810, en donde como explicación de<br />

los acontecimientos que entonces sacudían la capital,<br />

dice: “El marqués de S<strong>el</strong>va Alegre y su familia [son]<br />

herederos de los proyectos sediciosos de un antiguo<br />

vecino, nombrado <strong>Espejo</strong>, que hace años falleció en<br />

aqu<strong>el</strong>la capital” 154 .<br />

Molina, que acababa de ser nombrado Presidente<br />

y se dirigía a gobernar desde Cuenca por la imposibilidad<br />

de acceder a Quito —en donde entonces<br />

acababa de declarar la independencia la Segunda<br />

Junta Suprema de Gobierno—, poco podía saber<br />

de los “antiguos vecinos” de la capital, y debemos<br />

pensar que en sus opiniones repetía aqu<strong>el</strong>lo que<br />

le comunicaban sus asesores y la gente local que<br />

tenía trato con él, es decir, los realistas. En más de<br />

un sentido, esta alusión da prueba de que <strong>Espejo</strong><br />

no había sido olvidado quince años después de su<br />

muerte, y que por lo menos las autoridades antiindependentistas<br />

sí veían en él un antecedente inmediato<br />

de lo que estaba ocurriendo. Tampoco es<br />

152 Carlos Paladines, “Estudio introductorio”…, Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano…, p. 57. Los datos sobre<br />

Rodríguez y Mejía provienen de este estudio. Acerca de los aportes y esfuerzos de estos hay abundante<br />

información en las pp. 50-57.<br />

153 Referido por Claudio Mena Villamar, “José Mejía Lequerica”, en Ernesto Albán y Juan Valdando, coords.,<br />

Historia de las literaturas d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen 2, Literatura de la Colonia 1700-1767/1767-1830, Quito,<br />

Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional, 2001, p. 229.<br />

154 Citado por Federico González Suárez, “Estudio biográfico y literario…”, p. XIX, nota 1.


SERIE ESTUDIOS 115<br />

pecar de arriesgados pensar que <strong>el</strong> propio S<strong>el</strong>va<br />

Alegre así lo entendía, o que por lo menos sabía<br />

bien que su antiguo amigo y coideario era partícipe<br />

indirecto de los ideales que para entonces<br />

ondeaban como estandartes de la causa patriota<br />

(recordemos, además, que S<strong>el</strong>va Alegre defendió <strong>el</strong><br />

sistema monárquico, como había hecho <strong>Espejo</strong> en<br />

vida, aun después de proclamada la independencia<br />

de Quito por parte de la Segunda Junta).<br />

En sentido estricto, <strong>el</strong> plan de la “nación quiteña” que<br />

era heredera de los postulados de <strong>Espejo</strong> terminó en<br />

fracaso y derrota. Ninguno de los int<strong>el</strong>ectuales quiteños<br />

que llevaron ad<strong>el</strong>ante la lucha luego d<strong>el</strong> inicio<br />

formal d<strong>el</strong> proceso <strong>el</strong> 10 de agosto de 1809 lograron<br />

ver la concreción de su proyecto. La reacción realista<br />

fue severa y no tuvo miramientos. Tras meses de lucha,<br />

las tropas que de Quito habían salido a expandir<br />

y asegurar la revu<strong>el</strong>ta empezaron a verse sometidas.<br />

La división interna de la Junta entre sanchistas y montufaristas<br />

debilitó las filas patriotas y causó la pérdida<br />

de las plazas obtenidas hasta Popayán por <strong>el</strong> norte,<br />

Esmeraldas por <strong>el</strong> occidente y las inmediaciones de<br />

Cuenca por <strong>el</strong> sur. El mariscal Toribio Montes, que había<br />

reemplazado a Molina en la presidencia de Quito<br />

en junio de 1812, recuperó la capital <strong>el</strong> 8 de noviembre<br />

de ese año. La ciudad procuró salvarse mediante<br />

un éxodo masivo de nobles y pueblo llano hacia <strong>el</strong><br />

norte —hecho curiosamente poco conocido a niv<strong>el</strong><br />

popular en nuestros días—, pero finalmente se vio<br />

cercada en Ibarra y derrotada en las inmediaciones de<br />

Yaguarcocha <strong>el</strong> 1 de diciembre. Los líderes restantes<br />

fueron fusilados y Quito pasó a ser bastión realista<br />

hasta que la independencia le llegara desde afuera, de<br />

Guayaquil y Colombia, ya sin que fuesen los anh<strong>el</strong>os<br />

propiamente localistas quienes llevaran la voz señera<br />

en <strong>el</strong> proceso 155 .<br />

Con ese nacimiento complicado y azaroso, los primeros<br />

años de la vida republicana estarían marcados más<br />

por la desilusión que por la esperanza. Ecuador —<strong>el</strong><br />

nombre, importado por la Misión Geodésica en 1736,<br />

empezó ya a utilizarse en la etapa grancolombiana<br />

para designar a uno de los departamentos que conformaban<br />

<strong>el</strong> llamado Distrito d<strong>el</strong> Sur— había perdido<br />

su contienda frente a otros poderes regionales más<br />

afortunados —Santa Fe, Lima—, y su proyecto había<br />

tenido que unirse forzosamente a aqu<strong>el</strong> que le habían<br />

traído desde afuera los Libertadores. Ese no fue contexto<br />

para enarbolar símbolos de triunfo ni para buscar<br />

a los héroes de las gestas que terminaron, por decir<br />

lo menos, en una victoria pírrica, así que nombres<br />

como <strong>el</strong> de <strong>Espejo</strong> habrían de permanecer en r<strong>el</strong>ativo<br />

olvido hasta mucho después que <strong>el</strong> país haya logrado<br />

consolidarse plenamente y ad<strong>el</strong>antar los pasos de su<br />

nueva historia.<br />

155 Para todo esto ver Landázuri Camacho, “La independencia”…, pp. 232-233.


116<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Según tenemos noticia, de esos años nos queda apenas<br />

la mención de casual que hiciera Juan Pablo <strong>Espejo</strong><br />

en una carta dirigida a Simón Bolívar desde Saquisilí<br />

<strong>el</strong> 6 de diciembre de 1829, en la que le decía al Libertador<br />

que<br />

indague […] por <strong>el</strong> nombre de los <strong>Espejo</strong>s, muy<br />

conocidos yo y mi finado hermano, de f<strong>el</strong>iz memoria,<br />

Francisco Javier Eugenio Santacruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

con quien desde ahora 30 y tantos años<br />

empezamos a padecer los más fuertes trabajos<br />

personales en clase de reos de lesa majestad,<br />

amenazados de la muerte con prisiones largas<br />

y penosas; yo de 14 meses en una cárc<strong>el</strong> pública<br />

y mi hermano en un calabozo por verdaderos<br />

amadores de la patria y enemigos d<strong>el</strong> cru<strong>el</strong> despotismo<br />

que nos gobernaba aqu<strong>el</strong> tiempo, de<br />

cuyo resultado perdió la vida mi hermano, y<br />

por tanto fue <strong>el</strong> primer mártir de <strong>el</strong>la 156 .<br />

El contexto de la misiva era asunto de poca monta:<br />

Juan Pablo, para entonces párroco de Saquisilí, quería<br />

que Bolívar intercediera para evitar que <strong>el</strong> sector de<br />

San José de Poaló fuese separado de su curato. No sorprende<br />

<strong>el</strong> hecho de que le escribiera directamente al<br />

Libertador, pues la acefalía política de esos años puso<br />

a Bolívar en posición de gobernante absoluto d<strong>el</strong> Sur<br />

durante todo <strong>el</strong> tiempo que permaneció en él 157 . Lo<br />

que sorprende de alguna forma es la extensa mención<br />

que hace Juan Pablo de su hermano Eugenio, y aqu<strong>el</strong>lo<br />

de “indague usted”, dando a entender que era cosa<br />

conocida y asumida <strong>el</strong> hecho de que <strong>Espejo</strong> había<br />

muerto a causa de su enemistad con <strong>el</strong> “cru<strong>el</strong> despotismo<br />

que gobernaba aqu<strong>el</strong> tiempo”. Aun admitiendo<br />

que no de otra forma podría expresarse Juan Pablo,<br />

menos si dirigiéndose al símbolo mayor de los esfuerzos<br />

republicanos d<strong>el</strong> momento, lo que dice nos deja<br />

ver esa “f<strong>el</strong>iz memoria” en la que al parecer <strong>Espejo</strong> se<br />

mantenía entre lo que quedaba de su círculo cercano<br />

y sus seguidores, donde había incluso quien se atrevía<br />

a llamarlo <strong>el</strong> “primer mártir” de la libertad.<br />

Luego de estas palabras de Juan Pablo <strong>Espejo</strong>, no encontramos<br />

nada hasta mucho tiempo después. Tal<br />

parece que la primera generación de ecuatorianos<br />

no encontró de qué gloriarse ni en la etapa independentista<br />

ni antes, cuando <strong>Espejo</strong> vivía y se forjaba<br />

156 La carta ha sido reproducida en Carlos Freile, “Cartas de Eugenio <strong>Espejo</strong>”…, p. 285-289. La cita proviene<br />

de la p. 286.<br />

157 Sobre las condiciones d<strong>el</strong> Distrito d<strong>el</strong> Sur durante la etapa grancolombiana y <strong>el</strong> poder casi absoluto<br />

que Bolívar tuvo en la práctica es de gran interés <strong>el</strong> recientemente publicado trabajo de Roger Paul<br />

Davis, El Ecuador durante la Gran Colombia (1820-1830). Regionalismo, localismo y legitimidad<br />

en <strong>el</strong> nacimiento de una república andina, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 25, Quito, Banco Central<br />

d<strong>el</strong> Ecuador/Ministerio de Cultura, 2010, 332 pp.


SERIE ESTUDIOS 117<br />

int<strong>el</strong>ectualmente la futura nación. En <strong>el</strong>lo está latente<br />

<strong>el</strong> descontento que provocaron los fracasos intrínsecos<br />

d<strong>el</strong> proceso de emancipación de los que ya<br />

dijimos algo más arriba. La independencia no había<br />

traído ningún cambio sustancial ni en lo económico,<br />

ni en lo social, ni en lo educativo. Vicente Rocafuerte<br />

—<strong>el</strong> llamado “primer presidente <strong>ilustrado</strong>”— logró<br />

concretar algunas de las pretensiones presentes en <strong>el</strong><br />

plan de <strong>Espejo</strong> y los suyos, pero <strong>el</strong> estado caótico y<br />

conflictivo d<strong>el</strong> país no permitieron que se avanzase<br />

mucho en ese sentido, al punto de que él mismo terminara<br />

quejándose de “tantos leguleyos ignorantes y<br />

revoltosos, tantos clérigos fanáticos y avarientos, […]<br />

tantos mercachifles agiotistas” que interrumpían “<strong>el</strong><br />

curso pacífico de nuestra prosperidad” 158 . En síntesis,<br />

tras las primeras décadas de vida independiente, la<br />

situación de la antigua Real Audiencia seguía tan crítica<br />

y desesperanzadora, aunque ahora bajo <strong>el</strong> nuevo<br />

nombre de República d<strong>el</strong> Ecuador.<br />

Se sabe por referencias que en 1848, Joaquín Acosta<br />

(historiador nacido en Guaduas, actual departamento<br />

de Cundinamarca, Colombia) mencionó brevemente<br />

al Nuevo Luciano de <strong>Espejo</strong> como una de sus fuentes<br />

para escribir su Compendio histórico d<strong>el</strong> descubrimiento<br />

y colonización de la Nueva Granada, mientras que<br />

d<strong>el</strong> Marco Porcio Catón afirmaba que era obra de “un<br />

oidor indignado”. También se tiene noticia que en esos<br />

mismos años un francés de ap<strong>el</strong>lido Peignot incluyó<br />

a <strong>Espejo</strong> como un “sabio americano” como parte de<br />

su Diccionario biográfico portátil 159 . Aparte de <strong>el</strong>lo, no<br />

sería sino hasta 1860 cuando aparecería por primera<br />

vez una referencia extensa a <strong>Espejo</strong> como figura de<br />

importancia histórica. Quien llevó a cabo tal rescate<br />

fue <strong>el</strong> polígrafo ecuatoriano (nacido en Pujilí) Pablo<br />

Herrera, que por sus palabras sobre <strong>Espejo</strong> en su Ensayo<br />

sobre la historia de la literatura ecuatoriana bien<br />

puede ser considerado <strong>el</strong> primer estudioso d<strong>el</strong> Precursor<br />

que registra nuestra historiografía.<br />

Tal parece que Herrera “recogió los datos que la tradición<br />

había conservado sobre <strong>Espejo</strong> y los lanzó oficialmente<br />

a la opinión pública” 160 . Con <strong>el</strong>lo ayudó a perpetuar<br />

una imagen de <strong>Espejo</strong> como sabio destacadísimo<br />

158 Citado por Carlos Paladines, “Estudio introductorio”…, Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano…, p. 78.<br />

Es este autor <strong>el</strong> que da a Rocafuerte <strong>el</strong> título de “primer presidente <strong>ilustrado</strong>”.<br />

159 Samu<strong>el</strong> Guerra Bravo, “Apuntes para una crítica a los estudios sobre Eugenio <strong>Espejo</strong>: 1796-1976”, en<br />

Carlos Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica…, p. 52. El recorrido que hace este autor por la bibliografía<br />

referente a <strong>Espejo</strong> ha sido fundamental para <strong>el</strong> nuestro. El texto de Acosta ha sido incluido en <strong>el</strong> anexo<br />

de bibliografía que acompaña este estudio, mas no <strong>el</strong> de Peignot, pues no hemos encontrado más<br />

que esta referencia, que Guerra toma a su vez de Pablo Herrera, pero que desconocemos si existe<br />

todavía en la actualidad.<br />

160 Ibíd., p. 53.


118<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

—y acaso único— de las postrimerías d<strong>el</strong> periodo<br />

colonial español en América. Para Herrera, <strong>Espejo</strong> fue<br />

no solo “<strong>el</strong> literato d<strong>el</strong> Reino de Quito que más conocimientos<br />

poseyó sobre <strong>el</strong> derecho público y la ciencia<br />

social”, sino también <strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual en quien “hervían las<br />

ideas liberales” y que “concibió desde muy temprano<br />

la idea de la independencia y <strong>el</strong> establecimiento de un<br />

gobierno popular” 161 . Herrera no fue muy prolijo en<br />

eso de documentar sus opiniones —sería acaso imposible<br />

encontrar mayor cosa fuera de la opinión común<br />

de la gente entendida—, y en <strong>el</strong>lo reside <strong>el</strong> origen de<br />

las muchas imprecisiones biográficas, suposiciones e<br />

interpretaciones más o menos libres de lo que <strong>Espejo</strong><br />

había propuesto en realidad. Habría que reconocer en<br />

las opiniones de Herrera más un “estado de la opinión”<br />

sobre <strong>Espejo</strong> en su momento que una verdadera labor<br />

de desenterramiento histórico.<br />

Con todo, tras este primer reconocimiento int<strong>el</strong>ectual<br />

“serio” en memoria de <strong>Espejo</strong>, habrían de empezar a<br />

suceder otros, con mayor o menor acierto, hasta la<br />

gran recuperación de la obra de <strong>Espejo</strong> que sucedería<br />

a principios d<strong>el</strong> siglo XX. Entre lo más temprano que<br />

ha podido registrarse consta un comentario al texto<br />

de Herrera hecho por Pedro Moncayo, en 1861, y las<br />

palabras dedicadas a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> Resumen de la Historia<br />

d<strong>el</strong> Ecuador desde su origen hasta 1845 que publicara<br />

Pedro Fermín Cevallos en 1870. El propio Herrera<br />

publicaría un fragmento de las Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as<br />

en un número de las Memorias de la Academia<br />

Ecuatoriana de 1884 y <strong>el</strong> texto íntegro d<strong>el</strong> Discurso de<br />

<strong>Espejo</strong> en su Antología de prosistas ecuatorianos de<br />

1895. Antes de esto último, en 1885, había incluido<br />

Francisco Campos una breve nota sobre <strong>Espejo</strong> en su<br />

Galería biográfica de hombres célebres ecuatorianos,<br />

editada en Guayaquil, poco después de lo cual, en<br />

1888, Alberto Muñoz Vernaza publicaba en Cuenca<br />

una primera edición de las Cartas riobambenses y una<br />

segunda de las Primicias de la cultura de Quito. Un año<br />

después (1889) aparecía en Quito una más temprana<br />

impresión d<strong>el</strong> Discurso, editado por parte de Manu<strong>el</strong><br />

María Pólit Laso 162 .<br />

Como se ve con esta lista, <strong>Espejo</strong> empezaba a ser<br />

nombrado y tomado en cuenta en todo <strong>el</strong> país, siempre<br />

con la clara intención de alabar su sabiduría y<br />

destaque particular en medio de una época pretendidamente<br />

conflictiva y oscura. Aún más, <strong>el</strong> distinguido<br />

161 Estos entrecomillados están tomados de diversos lugares de las reflexiones de Herrera según las<br />

presentó Federico González Suárez en “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”, prólogo a Escritos de <strong>Espejo</strong>…, tomo 2…,<br />

pp. VII, VIII y XI. Según consta ahí, todos estos juicios vienen d<strong>el</strong> Ensayo sobre la historia de la literatura<br />

ecuatoriana de 1960, si bien luego Herrera publicaría otras y nuevas reflexiones sobre <strong>Espejo</strong>.<br />

162 Este último fue publicado con <strong>el</strong> título de “Discurso dirigido a la Sociedad Patriótica de Quito”<br />

en Anales de la Universidad de Quito, tomo 3, 1889, p. 320 ss., con una nota introductoria anónima<br />

que años después atribuiría Viteri Lafronte al mentado Pólit Laso.


SERIE ESTUDIOS 119<br />

literato español Marc<strong>el</strong>ino Menéndez y P<strong>el</strong>ayo escribía<br />

en España, en 1886, que <strong>el</strong> Nuevo Luciano era “una<br />

de las obras más antiguas de crítica compuestas en la<br />

América de habla española”, además de destacar otras<br />

virtudes de la obra d<strong>el</strong> Precursor 163 . La lista sigue y se<br />

vu<strong>el</strong>ve cada vez más frondosa: Roberto Espinosa publicaba<br />

una nota sobre <strong>Espejo</strong> en la Gaceta Municipal<br />

de Cuenca en 1890, Carlos Pérez Quiñones aportaba<br />

con documentos históricos inéditos en la Revista<br />

Ecuatoriana n.º 45 de septiembre de 1892 164 y poco<br />

antes la misma revista (junio de ese año) incluía una<br />

nota firmada por Víctor L. Vivar que llevaba <strong>el</strong> título<br />

de “Hombres y cosas d<strong>el</strong> Ecuador: Don Eugenio de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”. Finalmente, en 1894 aparecería<br />

por primera vez comentario sobre <strong>Espejo</strong> de la pluma<br />

de González Suárez en <strong>el</strong> tomo IV de su Historia general<br />

de la República d<strong>el</strong> Ecuador.<br />

Es curioso en este punto <strong>el</strong> hecho de que ninguno<br />

de los grandes literatos de la generación romántica se<br />

haya fijado en la figura de <strong>Espejo</strong>, ni aun Montalvo,<br />

que para sus diatribas enfurecidas de Las catilinarias<br />

bien hubiese podido reconocer como antecesor <strong>el</strong><br />

espíritu d<strong>el</strong> Nuevo Luciano o la Defensa de los curas<br />

de Riobamba. Prácticamente no existe referencia alguna<br />

—y si la hay es muy pequeña— de Montalvo<br />

hacia <strong>Espejo</strong>, y todos los demás literatos destacados<br />

d<strong>el</strong> período —Juan León Mera, Numa Pompilio Llona,<br />

Julio Zaldumbide, Dolores Veintimilla de Galindo,<br />

etc.— parecen ignorarlo por completo. De Mera encontramos<br />

brevísimas menciones tanto en su Catecismo<br />

de geografía de la República d<strong>el</strong> Ecuador (1875)<br />

como en su Ojeada histórico-crítica sobre la poesía<br />

ecuatoriana (1868), siendo que en este último confunde<br />

<strong>el</strong> nombre y lo anota como “José Eugenio” 165 .<br />

Tal parece que por ausencia de información o simple<br />

desconocimiento, los románticos no descubrieron en<br />

<strong>Espejo</strong> figura digna de mención, quien sabe si porque<br />

la tendencia hacia <strong>el</strong> idealismo exacerbado de estos<br />

haya sido demasiado poético para compaginar con <strong>el</strong><br />

espíritu analítico, punzante y realista d<strong>el</strong> Precursor.<br />

Con todos estos datos anotados, podemos suponer<br />

que a lo largo d<strong>el</strong> siglo fueron cosa conocida diversos<br />

aspectos de la vida y obra d<strong>el</strong> Precursor entre<br />

los estudiosos e int<strong>el</strong>ectuales, aun cuando difícilmente<br />

de fuente directa y a menudo tergiversados<br />

por la trasmisión oral y <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo. Hasta las<br />

163 Marc<strong>el</strong>ino Menéndez y P<strong>el</strong>ayo, “La crítica en América: <strong>el</strong> doctor <strong>Espejo</strong> y su obra inédita El nuevo<br />

Luciano de Quito”, en Historia de las ideas estéticas de España, tomo III, Madrid, 1886, citado por<br />

González Suárez, “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”…, p. XXXII.<br />

164 Pérez Quiñones incluyó en su nota la partida de bautismo de <strong>Espejo</strong> y una carta de este<br />

a Fray José d<strong>el</strong> Rosario, fechada <strong>el</strong> 3 de marzo de 1780.<br />

165 Puede constatarse en la p. 458 de la edición de 1893 (Quito, Imprenta y Litografía de J. Cunil Sala).


120<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

publicaciones de Herrera, lo único que había alcanzado<br />

la imprenta que haya sido escrito por <strong>Espejo</strong><br />

eran las Primicias de la cultura de Quito y la edición<br />

bogotana d<strong>el</strong> Discurso, y de este último no se tiene<br />

noticia que una copia haya llegado a Quito en su<br />

momento (aún ahora es publicación desconocida).<br />

Eso explica las imprecisiones que abundan en esa<br />

primera literatura sobre <strong>el</strong> tema y aun errores perdonables<br />

como <strong>el</strong> anotado de Mera.<br />

No obstante esta omisión, <strong>el</strong> descolle paulatino de<br />

las apariciones de <strong>Espejo</strong> entre los trabajos académicos<br />

de finales d<strong>el</strong> siglo XIX no pasó desapercibido.<br />

La presencia de <strong>Espejo</strong> continuó aumentando hasta<br />

provocar, en 1909, que <strong>el</strong> Cabildo de Quito encargase<br />

la edición y publicación conjunta de todo lo que pudiese<br />

encontrarse y probarse como obra d<strong>el</strong> Precursor.<br />

El encargo cayó en manos de Federico González<br />

Suárez, quien sería entonces <strong>el</strong> encargado de resucitar<br />

la figura de <strong>Espejo</strong> a la luz pública y con <strong>el</strong>lo insertarlo<br />

de manera definitiva en <strong>el</strong> imaginario oficial de la nación<br />

ecuatoriana. El hecho no fue de ninguna manera<br />

fortuito, y puede inscribirse plenamente en <strong>el</strong> ámbito<br />

d<strong>el</strong> proceso de creación de una mitología nacional<br />

que se emprendió a partir d<strong>el</strong> laicismo estatal instaurado<br />

por la Revolución Liberal de 1895. El mito de <strong>Espejo</strong><br />

se fundamentaría en <strong>el</strong> conocimiento informal<br />

que de su vida y obra se había arrastrado de manera<br />

semi-oculta a lo largo d<strong>el</strong> siglo XIX, y se forjaría a la luz<br />

d<strong>el</strong> nuevo espacio cultural que se creó con <strong>el</strong> Estado<br />

laico y su necesidad de fundamentar su legitimidad en<br />

la fundación de símbolos nacionales 166 .<br />

González Suárez tomó <strong>el</strong> encargo con seriedad, abocándose<br />

a una investigación histórica que nadie antes<br />

había intentado con <strong>Espejo</strong> y procurando una<br />

visión profunda y documentada muy propia de su<br />

para entonces ya conocida trayectoria de historiador<br />

meritorio. El resultado de su trabajo, que le tomó tres<br />

años, fue la publicación de dos tomos extensos que<br />

llevaban <strong>el</strong> título de Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier<br />

Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, acción que fue <strong>el</strong> primer<br />

rescate cabal y verdaderamente importante de la<br />

obra de <strong>Espejo</strong>. Aunque en estricto era incompleta<br />

166 Piénsese, por ejemplo, que todas las festividades cívicas que hoy en día c<strong>el</strong>ebramos habitualmente<br />

como cosa cotidiana no existían antes de la oficialización d<strong>el</strong> laicismo. Para una síntesis d<strong>el</strong> ámbito<br />

socioeconómico que provocó la Revolución Liberal y lo que esta a su vez planteó como marco<br />

simbólico de la vida pública puede verse Andrés Landázuri, “El legado Sangurima. La obra literaria de<br />

José de la Cuadra como Patrimonio Cultural Inmaterial d<strong>el</strong> Ecuador”, documento inédito, preparado<br />

por motivo de la declaratoria de la obra de José de la Cuadra como patrimonio nacional, Quito, INPC,<br />

2009, pp. 21-25 (puede encontrarse en <strong>el</strong> archivo institucional d<strong>el</strong> INPC). Por otra parte, sería interesante<br />

explorar las claras r<strong>el</strong>aciones existentes entre las transformaciones liberales de finales d<strong>el</strong> s. XIX y <strong>el</strong><br />

reformismo <strong>ilustrado</strong> en auge un siglo antes. Podría decirse que las intenciones sociopolíticas de <strong>Espejo</strong><br />

no se completaron hasta después de conseguido <strong>el</strong> poder político por parte de los liberales alfaristas<br />

casi exactamente un siglo después de su muerte.


SERIE ESTUDIOS 121<br />

—<strong>el</strong> propio González Suárez lo anunciaba en una<br />

nota que cerraba <strong>el</strong> segundo tomo—, la publicación<br />

reunía todo lo que en la época se conocía de lo escrito<br />

por <strong>el</strong> Precursor. Dos discípulos d<strong>el</strong> Arzobispo,<br />

Jacinto Jijón y Caamaño y Homero Viteri Lafronte,<br />

completaron <strong>el</strong> cuadro con un tercer tomo publicado<br />

en 1923, con lo que por primera vez quedó recogida<br />

y disponible de manera pública casi la totalidad<br />

de la obra espejiana 167 .<br />

El mérito de la publicación de González Suárez radicaba<br />

no solamente en <strong>el</strong> trabajo de recolección y ordenamiento<br />

de los manuscritos que él había buscado y<br />

preparado, sino en la nota que abría <strong>el</strong> libro con <strong>el</strong> título<br />

de “Estudio biográfico y literario sobre <strong>Espejo</strong> y sus<br />

escritos” 168 . Ese fue también <strong>el</strong> primer ensayo largo y<br />

detenido de la figura d<strong>el</strong> Precursor que procuraba ponerlo<br />

en su contexto y a la luz de su actividad int<strong>el</strong>ectual,<br />

por lo que se puede decir sin atrevimientos que<br />

con <strong>el</strong> trabajo de González Suárez por primera vez los<br />

ecuatorianos tenían una puerta de acceso a la figura<br />

histórica de <strong>Espejo</strong>, su vida, obra y pensamiento. Por<br />

su calidad, su detalle, su seriedad académica y la indiscutible<br />

autoridad de su autor, los posicionamientos<br />

adoptados en la introducción de los Escritos de <strong>Espejo</strong><br />

sirvieron de fundamento para todo lo que de <strong>Espejo</strong><br />

se dijo y se produjo durante mucho tiempo de ahí en<br />

ad<strong>el</strong>ante, al punto de que aun ahora es esa edición<br />

una referencia obligatoria para todo estudio detenido<br />

d<strong>el</strong> Precursor y sin duda una de las principales fuentes<br />

existentes para leer a <strong>Espejo</strong> de manera directa.<br />

A pesar de todo esto, ahora resulta claro que los méritos<br />

d<strong>el</strong> estudio de González Suárez serían también<br />

su principal limitación, pues por décadas harían parecer<br />

innecesaria una profundización mayor en los<br />

pormenores reales de la vida d<strong>el</strong> médico quiteño y<br />

contribuirían a establecer y perpetuar lo que hemos<br />

de llamar <strong>el</strong> mito de <strong>Espejo</strong>. González Suárez tornó su<br />

mirada a <strong>Espejo</strong> de la única forma en que su época<br />

podía tornar su mirada a los años d<strong>el</strong> ocaso colonial y<br />

<strong>el</strong> inicio de la república: buscando héroes. A pesar de<br />

la posición crítica y objetiva d<strong>el</strong> historiador quiteño,<br />

así como de su severo anuncio inicial de que la fama<br />

de <strong>Espejo</strong> y sus contemporáneos, “fundada solamente<br />

en una admiración tradicional que ha ido pasando de<br />

unos a otros, se halla expuesta a un fracaso cuando,<br />

con <strong>el</strong> tiempo, se publican por la imprenta los escritos<br />

de los autores cuyos nombres, desde niños, nos<br />

hemos acostumbrado a pronunciar con respeto y<br />

167 Para <strong>el</strong> contenido específico de estos tres volúmenes, puede consultarse <strong>el</strong> anexo de bibliografía<br />

que acompaña a este estudio, p. 14-15. Así mismo, detalles sobre todas las publicaciones mencionadas<br />

en este capítulo también pueden hallarse en ese documento.<br />

168 “Estudio biográfico y literario sobre <strong>Espejo</strong> y sus escritos”, de aquí en ad<strong>el</strong>ante abreviado como GS,<br />

seguido d<strong>el</strong> número de página, en <strong>el</strong> mismo cuerpo d<strong>el</strong> texto.


122<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

admiración” 169 , su recreación d<strong>el</strong> Precursor se ve traicionada<br />

cuando se deja tentar por la opinión pública<br />

no documentada e interpreta a <strong>Espejo</strong> como <strong>el</strong> revolucionario<br />

y visionario que no era.<br />

González Suárez defiende al <strong>Espejo</strong> “erudito, observador,<br />

propenso a la sátira y deseoso de extirpar abusos”<br />

(GS, p. X), y en <strong>el</strong>lo descubre las principales virtudes d<strong>el</strong><br />

pensador <strong>ilustrado</strong>. A la vez, sin embargo, se atreve a<br />

poner en vida de <strong>Espejo</strong> los ideales y las victorias que se<br />

alcanzaron mucho después de él. El Arzobispo asegura<br />

en reiteradas ocasiones que <strong>Espejo</strong> fraguó un plan detallado<br />

no solo para la emancipación americana, sino<br />

también para instaurar en <strong>el</strong> continente un gobierno<br />

republicano y democrático. Esas ideas, que según González<br />

Suárez eran “originales de <strong>Espejo</strong>”, no fueron comunicadas<br />

por este “sino a muy pocas personas, todas<br />

amigos suyos” (GS, p. XVII). Todo eso está probado, dice<br />

<strong>el</strong> Arzobispo, por lo que “consta en la correspondencia<br />

secreta d<strong>el</strong> presidente Molina al Gobierno de España”<br />

(GS, p. XVIII), según los había recogido en <strong>el</strong> Archivo de<br />

Indias. Ningún investigador desde entonces ha vu<strong>el</strong>to<br />

a tener frente a sí esos documentos, por lo que nada<br />

de eso puede tomarse más que como conjetura. Ahora<br />

sabemos, además, que Molina poco o nada sabía de <strong>Espejo</strong><br />

o cualquier otro “antiguo vecino” de Quito, y que<br />

su testimonio no puede tomarse sino como una opinión<br />

marcadamente parcial que se generalizó entre <strong>el</strong><br />

bando realista durante los años de conflicto. También<br />

sabemos, por la mejor y más completa información<br />

que tenemos d<strong>el</strong> contexto, que <strong>Espejo</strong> estuvo lejos de<br />

proponer algo como lo que le atribuye su editor.<br />

El propio González Suárez parece reconocer la debilidad<br />

de sus afirmaciones cuando dice que “nuestros<br />

próceres […] tenían la precaución de no dejar hu<strong>el</strong>la<br />

[…] ni de sus planes, ni de sus proyectos, ni de sus medios<br />

de realizarlos; de ahí es que faltan documentos<br />

escritos en qué estudiar la historia ecuatoriana de esa<br />

importantísima época” (GS, p. XXII). Luego continúa<br />

revisando la obra de <strong>Espejo</strong> y descubriendo en <strong>el</strong>la<br />

más o menos virtudes en lo int<strong>el</strong>ectual y hasta en lo<br />

artístico. De ahí provienen sus famosos juicios negativos<br />

sobre <strong>el</strong> estilo de <strong>Espejo</strong>, los cuales fueron repetidos<br />

casi sin alteración durante los siguientes cincuenta<br />

o sesenta años de estudios espejianos. Empeñado<br />

en ver lo de ad<strong>el</strong>antado y revolucionario que tenía<br />

nuestro <strong>Espejo</strong>, parece que <strong>el</strong> Arzobispo no fue capaz<br />

de entender <strong>el</strong> notable esfuerzo de estilo que encierran<br />

los escritos d<strong>el</strong> Precursor si vistos en su peculiar<br />

momento, limitándose a establecer que “la imaginación<br />

de <strong>Espejo</strong> parece haber sido árida y descolorida,<br />

y su sensibilidad más bien bronca que d<strong>el</strong>icada: de ahí<br />

es que su estilo carece de amenidad y de vida. Es tieso,<br />

dirémoslo así, y nada blando” (GS, p. XXXIV).<br />

169 González Suárez, “Estudio biográfico y literario…”, p. X. Nótese cómo <strong>el</strong> historiador<br />

confirma la pervivencia imaginaria de <strong>Espejo</strong> a través de una tradición oral generalizada.


SERIE ESTUDIOS 123<br />

Como hemos dicho, todas las limitaciones d<strong>el</strong> estudio<br />

de González Suárez serían repetidas una y otra<br />

vez durante mucho tiempo en la historiografía que<br />

lo sucedió, y a <strong>el</strong>lo debemos <strong>el</strong> establecimiento oficial<br />

d<strong>el</strong> mito de <strong>Espejo</strong> como prócer revolucionario<br />

y artífice de la nación ecuatoriana. Hay que entender,<br />

como hemos dicho ya, que gran parte de lo que decía<br />

<strong>el</strong> Arzobispo en 1912 respondía a una base conjetural<br />

motivada por <strong>el</strong> auge d<strong>el</strong> liberalismo y la cultura laica,<br />

para la cual era necesario erigir este tipo de simbologías<br />

que superasen las limitaciones regionales y contribuyesen<br />

a la consolidación de la nacionalidad bajo<br />

una cohesión estatal fuerte. El mito de <strong>Espejo</strong> pertenece<br />

al mito de la Independencia, y fue creado junto con<br />

este en los mismos años y por las mismas causas 170 .<br />

Así pues, a la luz de su tiempo y sus circunstancias,<br />

es comprensible que González Suárez haya buscado<br />

un héroe cuando leía y rescataba a <strong>Espejo</strong> de su r<strong>el</strong>ativo<br />

olvido, pero no es justificable seguir a ciegas esas<br />

mismas posturas ahora que llegamos al término de<br />

otro siglo de vida republicana. El mérito que hoy en<br />

día debemos darle al trabajo de González Suárez con<br />

r<strong>el</strong>ación a <strong>Espejo</strong> fue haber sacado su figura a la luz<br />

pública, dando al Ecuador por vez primera una base<br />

concreta y amplia para valorar al Precursor.<br />

Ahora bien, es interesante anotar que las repercusiones<br />

de esta resurrección de <strong>Espejo</strong> llevada a cabo a<br />

inicios d<strong>el</strong> siglo pasado pueden seguirse en diversos<br />

registros de acontecimientos públicos de la época y<br />

en ad<strong>el</strong>ante, prolongándose aun hasta nuestros días.<br />

Ejemplos de <strong>el</strong>lo hay muchos. Sin duda, motivado<br />

y orgulloso d<strong>el</strong> éxito que había tenido su encargo al<br />

Arzobispo, <strong>el</strong> Consejo Municipal de Quito decretó, <strong>el</strong><br />

29 de noviembre de 1915, la creación de una escu<strong>el</strong>a<br />

masculina que llevase <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> Precursor 171 .<br />

Un año antes, <strong>el</strong> 9 de junio de 1914, por decisión d<strong>el</strong><br />

entonces Consejo Superior de Instrucción Pública,<br />

se puso en funcionamiento <strong>el</strong> Colegio de Enseñanza<br />

170 Piénsese, por ejemplo, que Pedro Fermín Cevallos se quejaba hacia finales d<strong>el</strong> s. XIX que ningún quiteño<br />

sabía donde había ocurrido la Batalla de Pichincha y que en su memoria no quedaba sino un terreno<br />

baldío y abandonado. A partir de esfuerzos como <strong>el</strong> de ese historiador se iría desenterrando los años<br />

de la emancipación para ubicarse en <strong>el</strong> pedestal que hoy en día se les reconoce. Es notable la cercanía<br />

de la publicación de los Escritos de <strong>Espejo</strong> con textos fundacionales de la mitología independentista<br />

como lo fueron las Leyendas d<strong>el</strong> tiempo heroico (1905) de Manu<strong>el</strong> J. Calle, por ejemplo. Por último,<br />

mencionemos que la Plaza Grande de Quito pasó a llamarse Plaza de la Independencia recién en 1909,<br />

año en que se dev<strong>el</strong>ó <strong>el</strong> monumento dedicado a los próceres de la independencia —en cuyo pedestal<br />

está inscrito <strong>el</strong> nombre de <strong>Espejo</strong>— que Eloy Alfaro había mandado a forjar en Francia once años antes.<br />

171 Hoy en día convertida en la Unidad Educativa Municipal Experimental Eugenio <strong>Espejo</strong>. El acta<br />

de creación fue reproducida en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Escritos médicos. Comentarios e iconografía, edición<br />

de Enrique Garcés y Luis A. León, Quito, Universidad Central, 1952, pp. 369-370. Los documentos<br />

correspondientes a los cuatro acuerdos públicos que se mencionan a continuación también<br />

han sido reproducidos en esa fuente (pp. 367-375).


124<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Secundaria de la ciudad de Babahoyo con la misma<br />

denominación 172 . Hacia 1931 la Junta Central de Asistencia<br />

Pública dio <strong>el</strong> nombre de <strong>Espejo</strong> al entonces<br />

nuevo hospital civil que había construido la propia<br />

junta, y en 1934 <strong>el</strong> Congreso decretaba la creación d<strong>el</strong><br />

hasta ahora existente cantón <strong>Espejo</strong> en la provincia<br />

d<strong>el</strong> Carchi. Caso pionero es <strong>el</strong> de la parroquia <strong>Espejo</strong><br />

d<strong>el</strong> cantón Otavalo, instituida como tal por <strong>el</strong> Consejo<br />

de ese cantón en 1909 —<strong>el</strong> mismo año en que <strong>el</strong><br />

Municipio de Quito realizaba su encargo a González<br />

Suárez—, para “siquiera de esta manera, honrar la memoria<br />

de uno de los preclaros ecuatorianos que supo,<br />

con su patriotismo, luces y entusiasmo, cooperar para<br />

nuestra emancipación política”.<br />

Todo esto demuestra <strong>el</strong> auge que tuvo la figura de<br />

<strong>Espejo</strong> a partir d<strong>el</strong> hito que supuso la publicación de<br />

sus escritos. A lo largo d<strong>el</strong> siglo, los homenajes de este<br />

tipo aumentarían y se extenderían aún más tanto en<br />

la propia ciudad de Quito como en regiones distantes<br />

d<strong>el</strong> país. Ahí están, por ejemplo, <strong>el</strong> Colegio Nacional<br />

Femenino <strong>Espejo</strong>, creado por decreto ejecutivo <strong>el</strong> 13<br />

de octubre de 1975 —hoy en día una de las instituciones<br />

de mayor prestigio en su categoría de la capital—,<br />

la instauración de los Premios Nacionales de Cultura<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong> —máximo galardón d<strong>el</strong> Gobierno en<br />

<strong>el</strong> ámbito cultural—, vigentes desde 1979 hasta la actualidad,<br />

la proliferación de instituciones educativas<br />

en lugares lejanos y disímiles entre sí, y hasta la formación<br />

de campañas pedagógicas, centros culturales y<br />

fundaciones que toman <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> Precursor 173 .<br />

Baste decir que la figura teórica de <strong>Espejo</strong> es tan difundida<br />

y común en nuestro medio como uno de los<br />

símbolos habituales de la nacionalidad r<strong>el</strong>acionada<br />

a la cultura que nuestra Biblioteca Nacional se llama<br />

precisamente Eugenio <strong>Espejo</strong>.<br />

Todo esto, que podría decirse que empezó formalmente<br />

con los Escritos de <strong>Espejo</strong> de González Suárez, habría<br />

de seguir una larga etapa de <strong>el</strong>aboración y re<strong>el</strong>aboración<br />

d<strong>el</strong> mito espejiano hasta abrirse campo a la comprensión<br />

actual que se pretende depurada,objetiva y científica.<br />

172 Hoy en día “Instituto Tecnológico Superior Eugenio <strong>Espejo</strong>”.<br />

173 Tenemos noticia de al menos tres plant<strong>el</strong>es educativos a niv<strong>el</strong> nacional: la Unidad Educativa Particular a<br />

Distancia Eugenio <strong>Espejo</strong>, con matriz en Guayaquil y diversas sedes en la Costa ecuatoriana, El Colegio<br />

Particular Eugenio <strong>Espejo</strong> de San Migu<strong>el</strong> de Salcedo, en Cotopaxi, y <strong>el</strong> Colegio Particular Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

en la ciudad de Loja, fundado en 1995 por motivo <strong>el</strong> bicentenario de la muerte d<strong>el</strong> Precursor. Cabe<br />

señalar también la existencia de una fundación de carácter social en Guayaquil que lleva <strong>el</strong> nombre de<br />

<strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> importante complejo arquitectónico patrimonial que constituye <strong>el</strong> Centro de Convenciones<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>, en Quito, puesto en funciones por <strong>el</strong> FONSAL en pasado 2008. En él funcionan, entre<br />

otras cosas, la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central d<strong>el</strong> Ecuador y<br />

<strong>el</strong> recientemente inaugurado Museo de la Medicina. A niv<strong>el</strong> de representatividad oficial d<strong>el</strong> gobierno,<br />

tenemos que la Administración Zonal Norte d<strong>el</strong> Municipio d<strong>el</strong> Distrito Metropolitano de Quito lleva<br />

también <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> médico quiteño.


SERIE ESTUDIOS 125<br />

Lo que provocaría la visión de González Suárez y sus<br />

discípulos sería <strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> culto a <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> cual vendría<br />

a expresarse no solamente en todos los nombramientos<br />

y fundaciones institucionales que hemos<br />

repasado brevemente, sino también en una etapa de<br />

proliferación textual en la que <strong>Espejo</strong>, más que estudiado,<br />

fue continua y profusamente alabado como<br />

héroe fundador, mártir de la libertad y genio descollante<br />

de su época. Como bien ha señalado Samu<strong>el</strong><br />

Guerra Bravo, hasta los años cincuenta e incluso más<br />

no tenemos sino homenajes, alabanzas y discursos<br />

<strong>el</strong>ogiosos 174 . De esta manera, la obra de <strong>Espejo</strong> empezó<br />

a regarse en nuevas publicaciones —ninguna<br />

equiparable a la de 1912— que recogían lo ya dicho,<br />

aportaban con algunos datos nuevos y en especial<br />

se dedicaban a engrandecer la figura d<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

dieciochesco.<br />

La figura de <strong>Espejo</strong> ha sido determinante en la configuración<br />

de nuestra nación. En la actualidad, muchas instituciones<br />

educativas estatales llevan su nombre. En la fotografía,<br />

se observa la fachada d<strong>el</strong> edificio donde funciona<br />

<strong>el</strong> Colegio Nacional Femenino <strong>Espejo</strong><br />

De esta época viene también la mayor parte d<strong>el</strong> peso<br />

que se le ha dado a la supuesta filiación indígena de <strong>Espejo</strong>,<br />

en trabajos como las biografías El cristal indígena<br />

(1934) de Augusto Arias, Eugenio <strong>Espejo</strong>: médico y duende<br />

(1944) de Enrique Garcés o Francisco Javier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> (1947) de Antonio Montalvo.<br />

Coincide esto con <strong>el</strong> auge de las posturas terrigenistas<br />

d<strong>el</strong> realismo social ecuatoriano que estuvieron vinculadas<br />

a la búsqueda de una identidad nacional con<br />

base en lo popular y que agruparon a un importante<br />

174 Guerra Bravo, “Apuntes para una crítica…”, p. 61 ss.


126<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

número de int<strong>el</strong>ectuales hacia <strong>el</strong> segundo cuarto d<strong>el</strong><br />

siglo XX. Aunque <strong>Espejo</strong> pasó casi desapercibido para<br />

todo <strong>el</strong> grueso de ese movimiento —quizá por ser<br />

difícil de identificar con la izquierda b<strong>el</strong>igerante de la<br />

época y por la r<strong>el</strong>ativa lejanía de esta con respecto al<br />

mito de la Independencia—, no dejó de tocarle a él esa<br />

suerte de valorización identitaria que por primera vez<br />

<strong>el</strong> mundo mestizo empezó a ver en <strong>el</strong> mundo campesino<br />

e indígena a partir de la Generación d<strong>el</strong> 30. Por su<br />

parte, la labor de encomio de parte de los aficionados<br />

y biógrafos de <strong>Espejo</strong> produjo algunos otros títulos<br />

dignos de memoria, como aqu<strong>el</strong>la recopilación de Luis<br />

León y Enrique Garcés en Escritos médicos. Comentarios<br />

e iconografía (1952), donde, además de reproducir la<br />

integridad de las Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as y algunos<br />

otros textos de <strong>Espejo</strong>, se agrupó buena cantidad<br />

de artículos, bibliografía y una sección de iconografía<br />

r<strong>el</strong>acionada a su figura 175 . Con todo <strong>el</strong>lo, “para 1950 la<br />

producción literaria sobre <strong>Espejo</strong> era tanta que ocurrió<br />

algo así como un hastío de tanto discurso, […] tanto<br />

más que <strong>el</strong> bicentenario d<strong>el</strong> nacimiento representaba la<br />

ocasión propicia para todos los discursos, para todas las<br />

apoteosis y para todos los entusiasmos” 176 .<br />

Si bien lo que antes se sabía de <strong>Espejo</strong> era más bien poco<br />

y al parecer restringido al círculo pequeño de los int<strong>el</strong>ectuales,<br />

en sentido estricto hay que considerar a este período<br />

como de empobrecimiento a lo que se refiere la<br />

estatura histórica de <strong>Espejo</strong> propiamente dicha. Endiosar<br />

a <strong>Espejo</strong> sin duda llevaba a inmovilizarlo, y más aún, a no<br />

comprenderlo, o por lo menos a pasar por alto lo que en<br />

él había o podía haber de auténtica figuración histórica. El<br />

esfuerzo de González Suárez y la primera generación de<br />

estudiosos serios —lo anterior no habían sido sino casos<br />

aislados—, había logrado, aun con sus limitaciones, una<br />

valoración más completa y menos parcializada d<strong>el</strong> personaje<br />

en su contexto. Para mediados d<strong>el</strong> siglo XX <strong>Espejo</strong><br />

ya era <strong>el</strong> símbolo que hasta ahora es, y bien podía ser “utilizado”<br />

por diversos grupos e intereses —a veces incluso<br />

opuestos— para resaltar cualesquiera <strong>el</strong>ementos de la<br />

nacionalidad —concepto tan ambiguo este— que pudiesen<br />

atribuírs<strong>el</strong>e con o sin justificación de por medio 177 .<br />

175 Todo lo cual ha sido incluido, junto con mucho más, en <strong>el</strong> anexo de material gráfico que acompaña a<br />

este estudio.<br />

176 Guerra Bravo, “Apuntes para una crítica…”, p. 64.<br />

177 Baste quizá un dato significativo a manera de ejemplo: Jorge Enrique Adoum en su Eldorado y las<br />

ocupaciones nocturnas (1961), incluyó un poema dedicado a <strong>Espejo</strong> que lleva <strong>el</strong> título de “El alba”.<br />

En él se llegaba a referir al médico quiteño como “lechuza bolchevique, propagandista de una luz<br />

exótica”. Si pensamos que Eldorado… constituye la sección IV de Los cuadernos de la tierra (1952-1961),<br />

suerte de proyecto de canto lírico al su<strong>el</strong>o patrio, su historia y su memoria, y le sumamos <strong>el</strong> peso<br />

int<strong>el</strong>ectual de su autor en <strong>el</strong> país, tenemos una idea de la importancia general que había alcanzado<br />

la memoria de <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> ámbito de la identidad nacional oficial. Lo de “lechuza bolchevique” nos<br />

da una idea de la capacidad que tenía esa memoria para adaptarse a los nuevos contextos ideológicos.


SERIE ESTUDIOS 127<br />

No sería sino hasta finales de los años sesenta, con críticas<br />

amargas como la de Gonzalo Zaldumbide en En<br />

torno a <strong>Espejo</strong> (1967) o miradas extranjeras de mucha<br />

mayor imparcialidad como la de Philip Louis Astuto<br />

en Eugenio <strong>Espejo</strong> (1747-1795). Reformador ecuatoriano<br />

de la Ilustración (1969) que los estudios sobre <strong>el</strong><br />

<strong>ilustrado</strong> quiteño volverían a adoptar una matriz de<br />

corte objetivo y hasta científico. Una vez superado <strong>el</strong><br />

período de la apoteosis, <strong>Espejo</strong> pediría ser valorado<br />

en su justa talla, aunque no siempre se abandonaría<br />

<strong>el</strong> tono encomiástico y grandilocuente, a veces incluso<br />

dentro de los estudios considerados serios (parece<br />

claro, por cierto, que aparte de lo que dijeron sus enemigos<br />

cuando vivía, <strong>Espejo</strong> nunca ha sido mayormente<br />

vilipendiado en nuestra historia). A partir de Astuto<br />

—que en realidad había mostrado su interés por <strong>el</strong><br />

Precursor una década antes con su Eugenio <strong>Espejo</strong>: A<br />

Man of the Enlightenment in Ecuador (1957, traducido<br />

en 1959)—, se ubicó por primera vez a <strong>Espejo</strong> de manera<br />

profunda en medio d<strong>el</strong> contexto de la Ilustración<br />

hispanoamericana que le correspondía, y con <strong>el</strong>lo se<br />

empezó a hacer un mayor esfuerzo por entender su<br />

posición frente al mundo en la comprensión d<strong>el</strong> contexto<br />

de pensamiento que vivió su época.<br />

Con estos antecedentes, los setentas y ochentas serían<br />

etapas de especialización en <strong>el</strong> ámbito de <strong>Espejo</strong>, con<br />

posturas cada vez más fundamentadas, precisas, definitivas<br />

y ecuánimes. Entre 1972 y 1973 aparecía la importante<br />

colección de Clásicos Ari<strong>el</strong>, que incluía tres<br />

tomos dedicados al Precursor —incluyendo amplios<br />

pedazos de su obra—, y en la que Hernán Rodríguez<br />

Cast<strong>el</strong>o realizaba por primera vez —y con éxito— un<br />

análisis estilístico de <strong>Espejo</strong> que consideraba sus escritos<br />

a la luz de sí mismos y no repetía las consideraciones<br />

limitadas de González Suárez y la gran mayoría<br />

de críticos que lo siguieron. Por las mismas fechas <strong>el</strong><br />

alemán Ekkehart Keeding presentaba sus logradas<br />

contribuciones para la comprensión de <strong>Espejo</strong> en su<br />

contexto en artículos como “Las Ciencias Naturales<br />

en la Antigua Audiencia de Quito: <strong>el</strong> sistema copernicano<br />

y las leyes newtonianas” (1973) y su ya clásico<br />

y hasta ahora no superado “<strong>Espejo</strong> y las banderitas de<br />

Quito de 1794: ¡Salva Cruce!” (1974).<br />

Aporte decisivo fue aqu<strong>el</strong> de los estudios d<strong>el</strong> pensamiento<br />

que se originaron a partir de los trabajos en <strong>el</strong><br />

Ecuador d<strong>el</strong> mendocino Arturo Andrés Roig, que con<br />

su Esquemas para una historia de la filosofía ecuatoriana<br />

(1977) arrancó con una corriente desde entonces<br />

fundamental para nuestra comprensión no solamente<br />

de <strong>Espejo</strong>, sino de todo <strong>el</strong> pensamiento producido<br />

en nuestro país, tomado de ahí en ad<strong>el</strong>ante como<br />

actividad coherente con <strong>el</strong> desarrollo de la filosofía<br />

occidental y a la vez proceso articulado y válido en sí<br />

mismo. Cercano a Roig, y de hecho su discípulo, Carlos<br />

Paladines Escudero inició en la época su larga trayectoria<br />

como uno de los dos especialistas contemporáneos<br />

más descollantes de las últimas décadas en<br />

<strong>el</strong> tema de <strong>Espejo</strong> —<strong>el</strong> otro es Carlos Freile Granizo—,


128<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

a través de diversos artículos y ponencias, y en especial<br />

de la publicación de <strong>Espejo</strong>: conciencia crítica de su<br />

época (1978), en la que participó como editor y coautor.<br />

D<strong>el</strong> propio Roig sería imposible no mencionar la<br />

segunda parte de su El humanismo ecuatoriano de la<br />

segunda mitad d<strong>el</strong> siglo XVIII (1984) en la que presenta<br />

una visión completa, profunda y muy actual de nuestro<br />

médico <strong>ilustrado</strong> 178 .<br />

Podría decirse que la etapa de los años setenta a noventa<br />

fue <strong>el</strong> momento de la consolidación definitiva<br />

de la figura de <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectualismo<br />

académico, si bien como símbolo de nacionalidad ya<br />

existía desde mucho antes. Para <strong>el</strong> conocimiento especializado,<br />

<strong>Espejo</strong> pudo probar <strong>el</strong> valor profundo de<br />

su importancia histórica y abandonó hace tiempo<br />

<strong>el</strong> estatus de mito. En los últimos años, a la par de la<br />

postura generalmente <strong>el</strong>ogiosa y quizá poco reflexiva<br />

que envu<strong>el</strong>ve a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> ámbito de la “cultura oficial”,<br />

los estudios más serios han logrado asombrosas<br />

especificaciones que han puesto fuera de duda muchos<br />

aspectos tradicionalmente conflictivos en la imagen<br />

que se había creado en torno a <strong>Espejo</strong>, como <strong>el</strong> de<br />

su estatus sociorracial plenamente mestizo —y aun<br />

“acriollado”— o su posición específica en tanto mente<br />

precursora d<strong>el</strong> Ecuador como nación. Hace tiempo que<br />

prácticamente se zanjaron discusiones como la de los<br />

motivos y procesos que rodearon las diversas prisiones<br />

de <strong>Espejo</strong>, y hoy en día existen estudios tan detallados<br />

como los d<strong>el</strong> historiador Carlos Freile, que ha logrado,<br />

por ejemplo, d<strong>el</strong>imitar puntualmente los pormenores<br />

contextuales de toda la correspondencia conocida de<br />

<strong>Espejo</strong> y mostrar con minuciosidad las referencias que<br />

este hace a pensadores universales en sus escritos 179 .<br />

En todo este cúmulo de bibliografía más o menos<br />

reciente no cabe detenerse tanto como se ha hecho<br />

con lo anterior, pues su postura se reúne y se sintetiza<br />

en todo lo que hemos dicho sobre <strong>Espejo</strong> en los capítulos<br />

anteriores de este mismo estudio. Baste señalar,<br />

a manera de conclusión, que en <strong>el</strong> <strong>Espejo</strong> de nuestros<br />

días pervive un cúmulo de visiones y posturas no d<strong>el</strong><br />

todo conciliables con su posición en la historia. Tanto<br />

<strong>el</strong> pensador insistente y decidido que no perdía<br />

ocasión para reformular <strong>el</strong> mundo y dirigirlo hacia<br />

los ideales d<strong>el</strong> pensamiento y la fe, como <strong>el</strong> lib<strong>el</strong>ista<br />

molesto e incansable que agobiaba a la aristocracia<br />

decadente de la Audiencia, o <strong>el</strong> fi<strong>el</strong> y pío monárquico<br />

que defendía <strong>el</strong> orden superior con angustia ante<br />

<strong>el</strong> caos moral y la ignorancia, o aun <strong>el</strong> sabio mestizo<br />

178 La primera parte de dicha obra presenta una visión igualmente lograda sobre otro de los grandes<br />

nombres de nuestro siglo XVIII: Juan de V<strong>el</strong>asco.<br />

179 Nos estamos refiriendo a los estudios “Cartas de Eugenio <strong>Espejo</strong>” y “Eugenio <strong>Espejo</strong> lector. Contribución<br />

al estudio de las lecturas en <strong>el</strong> Reino de Quito en <strong>el</strong> siglo XVIII”, ambos en Cartas y lecturas… pp. 165-289<br />

y 291-495. Sobre las prisiones, <strong>el</strong> texto al que aludimos es aqu<strong>el</strong> de Jorge Villalba, Las prisiones…


SERIE ESTUDIOS 129<br />

semiolvidado que insistía en permanecer en la memoria<br />

de nuestros primeros sabios republicanos tanto<br />

como después lo hizo <strong>el</strong> héroe mártir en los años<br />

posteriores a González Suárez: todo eso ha confluido<br />

en nuestra visión de un hombre complejo y definitivo,<br />

apto para reinventarse y permanecer en nuestro imaginario<br />

con preeminencia válida y justa.<br />

No queremos decir con esto que todo en <strong>Espejo</strong> ha<br />

sido dicho ya, y ni siquiera que nuestra época mira al<br />

Precursor con una autenticidad definitiva, con la autoridad<br />

de un conocimiento que otras épocas no llegaron<br />

a tener. Simplemente hemos querido recorrer someramente<br />

<strong>el</strong> proceso que ha recorrido <strong>el</strong> propio <strong>Espejo</strong><br />

para entender la posición que ocupa su memoria en<br />

nuestra conciencia actual como nación. Se ha dicho<br />

que en <strong>el</strong> esfuerzo de un solo hombre puede verse <strong>el</strong><br />

esfuerzo de todos los hombres, y esto ha de potenciarse<br />

si ese individuo fue capaz de reunir en sí mismo <strong>el</strong> cúmulo<br />

de visiones de su época y con base en <strong>el</strong>lo actuar<br />

con una clara conciencia de futuro. <strong>Espejo</strong> ha merecido<br />

un puesto destacado en nuestra historia precisamente<br />

por eso: porque en él se aunaron los conflictos de toda<br />

su generación y toda su patria, conflictos que a la postre,<br />

sin que él pudiera sospecharlo, dieron vida a nuestro<br />

país, con sus sueños, proyectos, visiones y éxitos en permanente<br />

y necesario estado de construcción.<br />

suficiente ahora como para sopesar a <strong>Espejo</strong> en la balanza<br />

que se merece y hacer de él lo que le corresponde<br />

con justicia. El bicentenario de nuestra independencia<br />

ha sido motivo justificado para volver a profundizar en<br />

<strong>el</strong> legado de este médico, pensador, abogado, int<strong>el</strong>ectual<br />

y patriota que figura como uno de nuestros padres<br />

espirituales, quizá <strong>el</strong> más sobresaliente y directo de todos.<br />

Hoy por hoy, parece imposible no ver en <strong>Espejo</strong> y<br />

su época una suerte de crisol en <strong>el</strong> que se forjó parte<br />

de lo que somos. Más aún: en <strong>Espejo</strong> no solamente<br />

podemos ver un legado de nuestro pasado, sino una<br />

esperanza para nuestro futuro. En los fracasos d<strong>el</strong> proyecto<br />

de <strong>Espejo</strong> acaso se cifra todo <strong>el</strong>lo que todavía<br />

no hemos logrado llegar a ser, que todavía soñamos;<br />

y en sus triunfos acaso está lo que hemos sido a pesar<br />

de todo. Valga, pues, tener en mente <strong>el</strong> esfuerzo vital<br />

de este ecuatoriano que, aun con <strong>el</strong> paso de épocas,<br />

ideologías y mentes, está inexorablemente destinado<br />

a habitar nuestra memoria colectiva.<br />

Está claro que nada de lo que digamos podrá agotar la<br />

profundidad de un personaje como <strong>Espejo</strong>, cuya polémica<br />

es y debe ser irresoluble. Sin embargo, sabemos lo


130<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

La trascendencia d<strong>el</strong> pensamiento de<br />

<strong>Espejo</strong> ha estimulado, a lo largo de nuestra<br />

historia, la publicación de diversas obras<br />

representativas de o sobre este pensador<br />

quiteño. En las fotografías, se presentan<br />

las portadas de algunas de <strong>el</strong>las.


SERIE ESTUDIOS 131<br />

Conclusiones<br />

A lo largo de estas reflexiones no hemos parado de insistir en lo que <strong>Espejo</strong><br />

tuvo de importante en su momento —como pleno hijo de su tiempo,<br />

su espacio, su lucha—, y en cómo <strong>el</strong>lo alcanzó una importancia tal que<br />

ha sido suficiente para proyectarlo con mérito hasta nuestros días. Parece<br />

claro, pues, tras <strong>el</strong> recorrido realizado en este estudio, que la figura de <strong>Espejo</strong><br />

ha merecido con justo derecho la declaratoria. Poco queda por decir<br />

sobre la estatura que alcanzó su actividad int<strong>el</strong>ectual reformadora, aun<br />

con sus aspectos que hoy en día podrían verse como negativos —su férrea<br />

defensa d<strong>el</strong> monarquismo, su intransigencia, sus diatribas a veces llenas de<br />

mezquindad—, para ubicarse como un esfuerzo sin precedentes y aun<br />

con pocos émulos de su talla en lo que vino después de él como parte<br />

de nuestra historia. <strong>Espejo</strong> es sin duda una figura de trascendencia, que,<br />

como tanto hemos dicho ya, perdura como uno de los símbolos mayores<br />

de nuestra identidad nacional.<br />

Sin embargo, no hemos de pecar de simples dejando a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> banquillo<br />

d<strong>el</strong> <strong>el</strong>ogio y rondando así con p<strong>el</strong>igro <strong>el</strong> plano de la mitificación<br />

que casi siempre ha envu<strong>el</strong>to a su figura. <strong>Espejo</strong> fue un hombre lleno de<br />

conflictos y contradicciones, que soñaba con un futuro prometedor para<br />

su patria al tiempo que olvidaba su cimiento popular para defender las<br />

pretensiones de la clase dominante —que en <strong>el</strong> fondo lo despreciaba—,<br />

y parecía ignorar —o pasar por alto— los principios fundamentalmente<br />

injustos en los que se estructuraba la clasista sociedad de su época.


132<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

No nos engañemos: <strong>Espejo</strong> jamás buscó o propuso<br />

una revolución de índole social, o aun algo cercano<br />

a la reivindicación de derechos para quienes estaban<br />

condenados a pagar la peor parte de la injusticia imperante.<br />

Tampoco defendió una auténtica valoración<br />

de su país en términos estrictamente propios, sino que<br />

siempre mantuvo su mirada extendida hacia lo que<br />

las naciones poderosas de Europa exploraban como<br />

los derroteros d<strong>el</strong> pretendido progreso, en muchos<br />

casos apenas repitiendo principios que no tenían por<br />

qué ser aplicables en <strong>el</strong> contexto específico de Quito.<br />

Así mismo, <strong>Espejo</strong> no creó <strong>el</strong> Ecuador. Tampoco luchó<br />

por su creación. Ni siquiera imaginó un país como <strong>el</strong><br />

que se creó en 1830 —con ese territorio, esa población,<br />

ese gobierno—, y mucho menos <strong>el</strong> que tenemos<br />

ahora, en las postrimerías d<strong>el</strong> proyecto <strong>ilustrado</strong> d<strong>el</strong><br />

que él y su generación fueron partícipes. Muchos de<br />

los problemas que <strong>Espejo</strong> enfrentó y discutió sobre la<br />

realidad de su patria se circunscribieron a asuntos tan<br />

específicos que hoy en día han perdido toda vigencia,<br />

lo cual ha resultado en una suerte de caducidad de<br />

sus escritos y en una notoria dificultad de lectura para<br />

<strong>el</strong> ecuatoriano actual. Tan obsoletas han llegado a hacerse<br />

algunas de sus palabras —pensemos, por ejemplo,<br />

en sus disquisiciones sobre temas puntuales de la<br />

pedagogía de la época— que aun sus estudiosos más<br />

destacados han llegado a decir de <strong>el</strong>los que “<strong>el</strong> lector<br />

empieza estas obras movido por curiosidad, persevera<br />

solo por obstinación y acoge la última página con<br />

expresión de alivio” 180 .<br />

<strong>Espejo</strong> quizá no abrazó los ideales democráticos que<br />

ahora defendemos como baluarte fundamental y necesario<br />

de nuestra convivencia política —cosa discutible,<br />

por cierto—, pero basó su defensa d<strong>el</strong> monarquismo<br />

en la preservación d<strong>el</strong> orden, la institucionalidad,<br />

la armonía y <strong>el</strong> equilibrio de las distintas fuerzas que<br />

comparten la vida común: ahí su anh<strong>el</strong>ada concordia.<br />

Quizá no planteó la necesidad de una reformulación<br />

en lo social, pero al describir las condiciones económicas<br />

de producción y comercio dejó ver la injusticia<br />

que carcomía —y aún carcome— las bases de la estratificación<br />

social que sostenían su mundo. Quizá no<br />

supo reconocer <strong>el</strong>ementos de indudable autenticidad<br />

identitaria en universos que ignoró casi por completo,<br />

como la cosmovisión indígena, <strong>el</strong> mundo afro o los<br />

valores esenciales d<strong>el</strong> mestizaje, pero en su búsqueda<br />

de nobleza moral <strong>el</strong>iminó las infranqueables fronteras<br />

sociorraciales de su época y dejó propuestos los ideales<br />

de igualdad que hoy pretendemos respetar como<br />

asunto inamovible. Quizá no imaginó ni quiso nunca<br />

<strong>el</strong> país d<strong>el</strong> que ahora es símbolo invulnerable, pero en<br />

su búsqueda soñó con una patria nueva, fuerte, rica<br />

y justa. En síntesis, <strong>el</strong> empeño que demostró <strong>Espejo</strong><br />

durante toda su vida buscó <strong>el</strong> mejoramiento de las<br />

180 Philip L. Astuto, “Obra educativa prólogo”, introducción a OC, I, p. 29.


SERIE ESTUDIOS 133<br />

condiciones en las que vivió inmerso su tiempo, y en<br />

<strong>el</strong>lo hemos de ver lo inquebrantable de su legado y <strong>el</strong><br />

alto valor de su memoria.<br />

No hace falta soñar con un <strong>Espejo</strong> padre de nuestra<br />

Patria. Hace falta ver al <strong>Espejo</strong> hijo de la suya. En ese<br />

movimiento seremos capaces de ver al hombre en su<br />

estatura verdadera y junto a él su aporte monumental:<br />

<strong>el</strong> de ser incansable y decidido, <strong>el</strong> de engendrar<br />

un ideal y sostenerlo con la intención de reformar <strong>el</strong><br />

mundo para bien, <strong>el</strong> de aborrecer aqu<strong>el</strong>lo que ve como<br />

inaceptable y jugarse la vida por aqu<strong>el</strong>lo que ve como<br />

justificablemente correcto. Aun con sus arrebatos de<br />

orgullo y vanidad int<strong>el</strong>ectual, <strong>Espejo</strong> no puede ser tachado<br />

de egoísta. Lo que su afán buscó fue siempre <strong>el</strong><br />

heroísmo d<strong>el</strong> amor patriótico, d<strong>el</strong> interés sincero por<br />

esa patria que “le exigía instantemente <strong>el</strong> que preocupase<br />

la osadía de la insensatez, y diese un golpe mortal<br />

a la desidiosa pero atrevida ignorancia” (PCQ, p. 148).<br />

Quedémonos con aqu<strong>el</strong> <strong>Espejo</strong> que se indignaba frente<br />

a la mediocridad y se enfurecía frente la estupidez,<br />

consciente siempre de que “la constancia patriótica<br />

debe llegar a la resolución de desagradar a los hombres,<br />

para servirles, de tocar <strong>el</strong> triste término de serles odioso,<br />

para serles útil” (PCQ, p. 150). En todo <strong>el</strong>lo sacrificó<br />

<strong>Espejo</strong> la energía de su impulso vital. Por <strong>el</strong>lo fue <strong>el</strong> gran<br />

crítico de su momento, al punto que quizá habría que<br />

reemplazar su epíteto de Precursor, para <strong>el</strong> cual existen<br />

reparos, por <strong>el</strong> de Reformador, que le conviene por entero<br />

al emprendimiento de su espíritu.<br />

“Yo no hago más que abrir la puerta para que ustedes<br />

entren al interior de las facultades”, decía <strong>Espejo</strong><br />

(CB, p. 473). Quizá no nos haya dejado una mejor<br />

frase para sintetizar lo trascendental de su legado: su<br />

función consistió en abrir la conciencia de su época<br />

hacia la Modernidad que le llegaba, y hacerlo en<br />

franca defensa de lo quiteño/ecuatoriano como lugar<br />

propicio para todas las virtudes que requería <strong>el</strong> progreso<br />

por <strong>el</strong>la detentado, y en plena confianza de la<br />

capacidad local por despejar los monstruos d<strong>el</strong> atraso<br />

y la ignorancia con base en <strong>el</strong> trabajo, <strong>el</strong> conocimiento,<br />

la ciencia, la fe y la verdad. Seamos o no capaces<br />

de identificarnos hoy en día con cada uno de esos<br />

aspectos, es indudable que la postura de <strong>Espejo</strong> fue la<br />

más propicia en su momento para abrir —desde aquí,<br />

con nuestras gentes y nuestros recursos— <strong>el</strong> camino<br />

decisivo hacia <strong>el</strong> futuro promisorio que, para existir, la<br />

patria necesitaba en su momento, necesita ahora y<br />

necesitará siempre en <strong>el</strong> futuro, sea cual sea.<br />

Por eso es importante Eugenio <strong>Espejo</strong>. Aun si los detalles<br />

cosméticos de su pensamiento han dejado de<br />

sernos atractivos y en cierto sentido ya no nos dicen<br />

nada, esto que hemos dicho no puede perder su<br />

actualidad en tanto define <strong>el</strong> momento decisivo en<br />

que nuestro país empezaba a imaginar su nacimiento.<br />

Mucho de lo que <strong>Espejo</strong> dice de manera puntual ha<br />

dejado de tener importancia para nuestro mundo: a<br />

nadie le interesa discurrir sobre <strong>el</strong> sentido de la teología<br />

moral en las aulas universitarias de los dominicos


134<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

o sobre <strong>el</strong> estancamiento abrupto de una actividad<br />

económica que no existe como tal desde hace siglos.<br />

La postura esencial, sin embargo, permanece.<br />

Acaso <strong>el</strong> propio <strong>Espejo</strong> lo intuía cuando ponía en boca<br />

de Mera aqu<strong>el</strong>la frase lapidaria: “El tiempo nos hará<br />

justicia” (CB, p. 546). Ahora, más de doscientos años<br />

después de haberse escrito, nos atrevemos a pensar<br />

que una afirmación tan categórica escapa los límites<br />

de una mera intuición. <strong>Espejo</strong> siempre supo que en su<br />

lucha se fraguaba <strong>el</strong> destino de su tiempo, y por <strong>el</strong>lo<br />

se volcó sin miramientos ni tribulaciones a continuar<br />

con sus esfuerzos aun si estos habrían de valerle cárc<strong>el</strong>es,<br />

exilios, enfermedades e incluso la muerte.<br />

Pensemos que quizá ahora, en una realidad tan carente<br />

de asideros ideológicos, nos hace falta gente<br />

como él, con ese espíritu de entrega y esa convicción<br />

irresoluble de que toda desgracia es franqueable por<br />

nuestras acciones si ponemos en <strong>el</strong>las <strong>el</strong> mérito de encaminarlas<br />

al bien común, que es <strong>el</strong> bien de nuestro<br />

pasado y nuestro futuro. <strong>Espejo</strong> nos enseña todavía<br />

que lo que prevalece a la muerte es <strong>el</strong> mérito d<strong>el</strong> espíritu,<br />

de la int<strong>el</strong>igencia, d<strong>el</strong> compromiso con nuestra<br />

posición en <strong>el</strong> mundo, por breve y liviana que esta sea.<br />

Aprendamos, pues, de su legado.


SERIE ESTUDIOS 135<br />

Bibliografía<br />

Adoum, Jorge Enrique, Eldorado y las ocupaciones nocturnas (1961), sección IV<br />

de Los cuadernos de la tierra, Quito, CCE, 1963.<br />

Albán, Fernando, “Entre la máscara y <strong>el</strong> rostro”, en La cuadratura d<strong>el</strong> círculo.<br />

Cuatro ensayos sobre la cultura ecuatoriana, Quito, Corporación Cultural<br />

Orogenia, 2006, pp. 17-58.<br />

Andrade Marín, Luciano, “Retrato auténtico de Eugenio <strong>Espejo</strong> en un lienzo<br />

d<strong>el</strong> hospital San Juan de Dios”, en diario Últimas Noticias, Quito, 20 de<br />

marzo de 1965, p. 8.<br />

Arias, Hugo, “La economía de la Real Audiencia de Quito y la crisis d<strong>el</strong> siglo<br />

XVIII”, en Enrique Ayala Mora, ed., Nueva Historia d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen<br />

4, Época Colonial II, Quito, Corporación Editora Nacional/Grijalbo, 1989,<br />

pp. 187-229.<br />

Astuto, Philip L. Astuto, “Introducción a las obras sobre economía política”, en<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Obras Completas, tomo II, Bicentenario.<br />

Biblioteca Mínima, Quito/Riobamba, CCEBC, 2008, pp. 11-38.<br />

-----, “Introducción a las obras teológicas”, en Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

Obras completas, Bicentenario. Biblioteca Mínima, tomo IV, Quito/Riobamba,<br />

CCEBC, 2008, pp. 11-19.<br />

-----, “Obra educativa prólogo”, introducción a Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

Obras completas, Bicentenario. Biblioteca Mínima, tomo I, Quito/<br />

Riobamba, CCEBC, 2008, pp. 13-48.<br />

Bedoya Maruri, Áng<strong>el</strong> Nicanor, El Dr. Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong>, Quito, 1982, 193 pp.


136<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Bustos Lozano, Guillermo, “Tercer período: redefinición<br />

d<strong>el</strong> orden colonial”, en Enrique Ayala Mora, ed., Manual<br />

de historia d<strong>el</strong> Ecuador. Tomo I: épocas aborigen<br />

y colonial, Independencia, Serie Manuales Educativos,<br />

n.º 5, Quito, Corporación Editora Nacional/<br />

Universidad Andina Simón Bolívar, pp. 78-94.<br />

Davis, Roger Paul, El Ecuador durante la Gran Colombia<br />

(1820-1830). Regionalismo, localismo y legitimidad en<br />

<strong>el</strong> nacimiento de una república andina, Biblioteca d<strong>el</strong><br />

Bicentenario, n.º 25, Quito, Banco Central d<strong>el</strong> Ecuador/Ministerio<br />

de Cultura, 2010, 332 pp.<br />

Echeverría, Bolívar y Horst Kurnitzky, Conversaciones sobre<br />

lo barroco, México, Facultad de Filosofía y Letras<br />

de la UNAM, 1993, 87 pp.<br />

<strong>Espejo</strong>, Eugenio de Santa Cruz y, Escritos médicos. Comentarios<br />

e iconografía, edición de Enrique Garcés y Luis<br />

A. León, Quito, Universidad Central, 1952, 375 pp.<br />

-----, Obras completas, edición, prólogo y notas de Philip<br />

L. Astuto, Bicentenario. Biblioteca Mínima, 4 tomos,<br />

Quito/Riobamba, CCEBC, 2008.<br />

-----, “Reflexiones acerca de las viru<strong>el</strong>as”, en Eugenio de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, El nuevo Luciano de Quito,<br />

tomo 2, Biblioteca de Autores Ecuatorianos Clásicos<br />

Ari<strong>el</strong>, n.º 73, Quito/Guayaquil, Publicaciones Educativas<br />

Ari<strong>el</strong>, s. f. (1973), pp. 136 ss.<br />

-----, “Tratado de lo maravilloso y sublime, verdaderamente<br />

<strong>el</strong>ocuente en los discursos, traducido d<strong>el</strong><br />

griego de Dionisio Casio Longino, dedicado al Ilmo.<br />

Sr. Dr. Dn. Blas Sobrino y Minayo, dignísimo obispo<br />

de Quito, d<strong>el</strong> consejo de S. M., etc.”, en Memorias<br />

de la Academia Ecuatoriana correspondiente a la<br />

Real Española, Nueva Serie, Tercera entrega, Quito,<br />

diciembre de 1923, pp. 209-231.<br />

“Eugenio <strong>Espejo</strong>, bibliotecario público”, en Vida y contribución<br />

de Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección Ciencia<br />

y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie Precursores,<br />

Quito, Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

2009, pp. 314-319.<br />

Fontana, Josep, “América y las reformas d<strong>el</strong> siglo XVIII”, en<br />

Enrique Ayala Mora, ed., Nueva Historia d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

Volumen 4, Época Colonial II, Quito, Corporación<br />

Editora Nacional/Grijalbo, 1989, pp. 169-186.<br />

Freile Granizo, Carlos, “Cartas de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Cartas<br />

y lecturas de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario,<br />

n.º 10, Quito, BCE, 2008, pp. 165-289.<br />

-----, “El siglo XVIII en la Real Audiencia de Quito. Marco<br />

histórico a la obra de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Carlos<br />

Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época,<br />

Quito, PUCE, 1978, pp. 1-48.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> suscitador”, prólogo a Carlos Freile<br />

Granizo, Cartas y lecturas de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca<br />

d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 10, Quito, BCE, 2008, pp. 15-28.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> lector. Contribución al estudio de<br />

las lecturas en <strong>el</strong> Reino de Quito en <strong>el</strong> siglo XVIII”,<br />

en Cartas y lecturas de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong><br />

Bicentenario, n.º 10, Quito, BCE, 2008, pp. 291-495.<br />

-----, Eugenio <strong>Espejo</strong>, precursor de la Independencia (documentos<br />

1794-1797), Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º<br />

12, Quito, FONSAL, 2009, 421 pp.<br />

-----, “Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII: Las Cartas riobambenses<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Cartas y lecturas<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 10,<br />

Quito, BCE, 2008, pp. 29-163.


SERIE ESTUDIOS 137<br />

Garrido, Margarita, “América y España en <strong>el</strong> concierto<br />

de las naciones”, en Margarita Garrido, ed., Historia<br />

de América andina. Volumen 3: El sistema colonial<br />

tardío, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/<br />

Libresa, 2001, pp. 23-58.<br />

González Suárez, Federico, “Estudio biográfico y literario<br />

sobre <strong>Espejo</strong> y sus escritos”, en Escritos d<strong>el</strong> doctor<br />

Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo 1,<br />

Quito, Imprenta Mariscal, 1912, pp. VII-LVIII<br />

-----, “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”, prólogo a Escritos d<strong>el</strong> doctor<br />

Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo 2,<br />

Quito, Imprenta Mariscal, 1912, pp. III-XXXIV.<br />

-----, Historia general de la República d<strong>el</strong> Ecuador, Tomo<br />

VII, Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Clero, 1903, 153 pp.<br />

Guerra Bravo, Samu<strong>el</strong>, “Apuntes para una crítica a los estudios<br />

sobre Eugenio <strong>Espejo</strong>: 1796-1976”, en Carlos<br />

Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época,<br />

Quito, PUCE, 1978, pp. 49-76.<br />

-----, “La cultura en la época colonial”, en Enrique Ayala<br />

Mora, ed., Nueva Historia d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen 5,<br />

Época Colonial III, Quito, Corporación Editora Nacional/Grijalbo,<br />

1989, pp. 137-161.<br />

Hernández de Alba, Guillermo, “Viaje de <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> precursor<br />

ecuatoriano, a Santa Fe”, en BANH, vol. XXV,<br />

n.º 65, Quito, enero-junio de 1945, pp. 102-105.<br />

Herr, Richard, España y la revolución d<strong>el</strong> siglo XVIII, Biblioteca<br />

Cultura e Historia, Madrid, Aguilar, 1964, 417 pp.<br />

Herrera, Pablo, Ensayo sobre la historia de la literatura<br />

ecuatoriana, Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Gobierno, 1860,<br />

149 pp.<br />

Kant, Immanu<strong>el</strong>, “¿Qué es la Ilustración?” [1784], en Crítica<br />

de la razón pura. Prólogo de la segunda edición.<br />

¿Qué es la ilustración?, 11ª ed., Valencia, Universitat<br />

de València, 2000, 92 pp.<br />

Keeding, Ekkehart, “<strong>Espejo</strong> y las banderitas de Quito de<br />

1794: Salva Cruce!”, en Vida y contribución de Francisco<br />

Xavier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795,<br />

Tomo Primero, Colección Ciencia y Arte Médicos –<br />

Ecuador Siglo XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio<br />

de Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 325-352.<br />

-----, “Las Ciencias Naturales en la Antigua Audiencia de<br />

Quito: <strong>el</strong> sistema copernicano y las leyes newtonianas”,<br />

en BANH, n.º 122, 1973, pp. 34-67.<br />

-----, Surge la Nación. La Ilustración en la Audiencia de<br />

Quito (1725-1812), Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 1,<br />

Quito, BCE, 2005, 732 pp.<br />

Keen, Benjamin y Mark Wasserman, A History of Latin<br />

America, 3ª ed., Boston, Houghton Mifflin, 1988,<br />

638 pp.<br />

Landázuri, Andrés, “El legado Sangurima. La obra literaria<br />

de José de la Cuadra como Patrimonio Cultural<br />

Inmaterial d<strong>el</strong> Ecuador”, documento inédito, preparado<br />

por motivo de la declaratoria de la obra de<br />

José de la Cuadra como patrimonio nacional, Quito,<br />

INPC, 2009, 86 pp.<br />

Landázuri Camacho, Carlos, “La independencia”, en Carlos<br />

Paladines, ed., Pensar habitar <strong>el</strong> bicentenario, Biblioteca<br />

Mínima d<strong>el</strong> Bicentenario, Quito, CCE, 2009,<br />

pp. 227-242.<br />

Lynch, John, The Spanish American Revolutions, 1808-<br />

1826, Charlotesville, Universidad de Virginia/Weidenf<strong>el</strong>d<br />

and Nicholson, 1973, 433 pp.


138<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

McFarlane, Anthony, McFarlane, “Desórdenes civiles e<br />

insurrecciones populares”, en Margarita Garrido, ed.,<br />

Historia de América andina. Volumen 3: El sistema<br />

colonial tardío, Quito, Universidad Andina Simón<br />

Bolívar/Libresa, 2001, pp. 279-314.<br />

Mena Villamar, Claudio, “José Mejía Lequerica”, en Ernesto<br />

Albán y Juan Valdando, coords., Historia de<br />

las literaturas d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen 2, Literatura de<br />

la Colonia 1700-1767/1767-1830, Quito, Universidad<br />

Andina Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional,<br />

2001, pp. 223-239.<br />

Mera, Juan León, Ojeada histórico-crítica sobre la poesía<br />

ecuatoriana, Quito, Imprenta y Litografía de J. Cunil<br />

Sala, 1893.<br />

Menéndez y P<strong>el</strong>ayo, Marc<strong>el</strong>ino, “La crítica en América: <strong>el</strong><br />

doctor <strong>Espejo</strong> y su obra inédita El nuevo Luciano de<br />

Quito”, en Historia de las ideas estéticas de España,<br />

tomo III, Madrid, 1886, p. XXXII.<br />

Minchom, Martin, El pueblo de Quito 1609-1810. Demografía,<br />

dinámica sociorracial y protesta popular,<br />

Biblioteca Básica de Quito, n.º 13, Quito, FONSAL,<br />

2007, 303 pp.<br />

Paladines, Carlos, “Estudio introductorio”, en Juicio a Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, Quito, CCE,<br />

2007, p. 7-88.<br />

-----, “Los estatutos de la Sociedad de Amigos d<strong>el</strong> País”,<br />

en Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero,<br />

Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo<br />

XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 175-212.<br />

Paladines, Carlos, ed., Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano,<br />

estudio introductorio y s<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> editor,<br />

Biblioteca Básica d<strong>el</strong> Pensamiento Ecuatoriano, n.º<br />

9, Quito, BCE/Corporación Editora Nacional, 1981,<br />

608 pp. Estudio introductorio y s<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> editor.<br />

Peña Novoa, Jaime, “Biografía de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Carlos<br />

Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época,<br />

Quito, PUCE, 1978, pp. 77-132.<br />

Pérez Calama, Joseph, “Discurso pronunciado por <strong>el</strong> ilustrísimo<br />

señor doctor Joseph Pérez Calama, Obispo<br />

de Quito, como Director de la Nueva Sociedad Económica,<br />

en la primera junta pr<strong>el</strong>iminar c<strong>el</strong>ebrada <strong>el</strong><br />

30 de noviembre de 1791”, en Vida y contribución…,<br />

p. 215-219.<br />

Pérez Quiñones, Carlos, “Documentos históricos inéditos”,<br />

en Revista Ecuatoriana, entrega IX, tomo IV, n.º<br />

45, Quito, 1892.<br />

Pliegos de contratación directa de la consultoría “Pensamiento<br />

y obra d<strong>el</strong> Dr. Francisco Javier Eugenio de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, versión 2.3./abril de 2010, CDC-<br />

INPC-021-2011, Quito, INPC, 16 de junio de 2011,<br />

48 pp.<br />

Pólit Laso, Manu<strong>el</strong> María, “Un hallazgo literario”, en Memorias<br />

de la Academia Ecuatoriana correspondiente<br />

a la Real Española, Nueva Serie, Tercera entrega,<br />

Quito, 1923, pp. 199-231.<br />

Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, Hernán, Literatura en la Audiencia de<br />

Quito. Siglo XVIII, 2 tomos, Ambato, Consejo Nacional<br />

de Cultura/CCEBC, Núcleo de Tungurahua,<br />

2002, 1592 pp.


SERIE ESTUDIOS 139<br />

Roig, Arturo Andrés, El humanismo ecuatoriano de la segunda<br />

mitad d<strong>el</strong> siglo XVIII, Segunda parte, Biblioteca<br />

Básica d<strong>el</strong> Pensamiento Ecuatoriano, n.º XIX, Quito,<br />

Banco Central d<strong>el</strong> Ecuador/Corporación Editora<br />

Nacional, 1984, 301 pp.<br />

Salinas Meza, René, “Población, doblamientos y mestizajes.<br />

Una aproximación al último siglo colonial”, en<br />

Margarita Garrido, ed., Historia de América andina.<br />

Volumen 3: El sistema colonial tardío, Quito, Universidad<br />

Andina Simón Bolívar/Libresa, 2001, pp.<br />

153-181.<br />

Silva, Renán, “La crítica ilustrada de la realidad”, en Margarita<br />

Garrido, ed., Historia de América andina. Volumen<br />

3: El sistema colonial tardío, Quito, Universidad<br />

Andina Simón Bolívar/Libresa, 2001, pp. 361-394.<br />

Terán Najas, Rosemarie, “La Iglesia en los Andes en <strong>el</strong> siglo<br />

XVIII”, en Margarita Garrido, ed., Historia de América<br />

andina. Volumen 3: El sistema colonial tardío, Quito,<br />

Universidad Andina Simón Bolívar/Libresa, 2001,<br />

pp. 183-214.<br />

-----, “Sinopsis histórica d<strong>el</strong> siglo XVIII”, en Enrique Ayala<br />

Mora, ed., Nueva Historia d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen 4,<br />

Época Colonial II, Quito, Corporación Editora Nacional/Grijalbo,<br />

1989, pp. 261-300.<br />

Vargas, José María, O.P., Historia de la cultura ecuatoriana,<br />

2 tomos, Biblioteca de Autores Ecuatorianos Clásicos<br />

Ari<strong>el</strong>, n.º 81 y 83, Quito/Guayaquil, s. f., 188 y 237<br />

pp.<br />

Villalba, Jorge, Las prisiones d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

1783-1787-1795, Quito, PUCE, 1992, 187 pp. 73-88.


E S P E J O , E L I L U S T R A D O<br />

Bibliografía sobre<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

y catálogo<br />

de sus obras<br />

SERIE ESTUDIOS


SERIE ESTUDIOS 143<br />

I. Escritos de Eugenio <strong>Espejo</strong> 1<br />

MANUSCRITOS Y PUBLICACIONES<br />

El nuevo Luciano de Quito o despertador de los ingenios en<br />

nueve conversaciones eruditas para estímulo de la literatura<br />

(1779). Se conocen dos copias manuscritas<br />

y una a máquina. El manuscrito considerado principal<br />

es <strong>el</strong> que se encuentra en la BEAEP, mientras que<br />

<strong>el</strong> segundo es parte d<strong>el</strong> FCML. La copia a máquina<br />

puede hallarse en <strong>el</strong> FJJC.<br />

Marco Porcio Catón o memorias para la impugnación d<strong>el</strong><br />

nuevo Luciano de Quito (1780). Existe una copia manuscrita<br />

en la BNB, en la Sección de Raros y Curiosos<br />

(ms. 279). Una copia transcrita a máquina de este<br />

manuscrito fue hecha en 1923 por Jacinto Jijón y Caamaño<br />

y Homero Viteri Lafronte, la cual se conserva<br />

actualmente en <strong>el</strong> FJJC. Manuscritos y publicaciones<br />

1 No se incluyen aquí cuatro textos cuya autoría y existencia misma está en duda, a pesar de haber sido<br />

anotados en previas clasificaciones de los escritos de <strong>Espejo</strong>. Estos son: 1) <strong>el</strong> “pasquín de Santo Domingo”,<br />

1778 (?), al cual se refiere fray José d<strong>el</strong> Rosario en su declaración que consta en <strong>el</strong> legajo de documentos<br />

referentes a las Cartas riobambenses de <strong>Espejo</strong> que se guarda en <strong>el</strong> ANHB; 2) una carta a este mismo<br />

r<strong>el</strong>igioso en la que supuestamente se hablaba de la expulsión de los jesuitas, 1767 (?), y que es referida en la<br />

misma declaración anterior; 3) las “cartas latacungueñas”, 1788 (?), de las que da referencia <strong>el</strong> Administrador<br />

de Correos de Riobamba, Ramón Puyol, en sus declaraciones contenidas en <strong>el</strong> mismo legajo de<br />

documentos ya mencionado; y 4) <strong>el</strong> famoso “Retrato de la Golilla”, 1780 (?), obra a menudo anotada como<br />

de autoría de <strong>Espejo</strong> y de la cual se sabe poco fuera de que <strong>Espejo</strong> mismo siempre negó haberla escrito.<br />

Ninguno de estos escritos se conserva en nuestros días, siendo posible que los tres primeros ni siquiera<br />

hayan existido nunca. Es cosa comúnmente aceptada —y a veces afirmada de manera enfática— que <strong>el</strong><br />

“Retrato de la Golilla” no fue obra de <strong>Espejo</strong> ni mucho menos, y que la duda se origina únicamente debido<br />

a acusaciones que afirmaban lo contrario hechas por enemigos d<strong>el</strong> pensador en diversos momentos de su<br />

vida. La lista completa de escritos de <strong>Espejo</strong>, incluidos estos cuatro junto con copiosos datos explicativos,<br />

fue realizada en 1984 por Arturo Andrés Roig en El humanismo ecuatoriano de la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo<br />

XVIII, Segunda parte, p. 133-134, y desde entonces ha sido repetida por varios otros estudiosos.<br />

Por otra parte, dos textos son mencionados por Carlos Freile (“Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII:<br />

Las Cartas riobambenses de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Cartas y lecturas…, p. 46) como escritos ahora perdidos<br />

de <strong>Espejo</strong>, los cuales realizara en 1785, en Riobamba, en su calidad de abogado. Estos serían: Alegato<br />

en nombre de doña María Flores contra don Luis de Andrade y Rada, cura y vicario de Riobamba y Alegato<br />

en nombre d<strong>el</strong> cabildo de Riobamba contra don Vicente Montesdeoca.


144<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

El nuevo Luciano de Quito o despertador de los ingenios en<br />

nueve conversaciones eruditas para estímulo de la literatura<br />

(1779). Se conocen dos copias manuscritas<br />

y una a máquina. El manuscrito considerado principal<br />

es <strong>el</strong> que se encuentra en la BEAEP, mientras que<br />

<strong>el</strong> segundo es parte d<strong>el</strong> FCML. La copia a máquina<br />

puede hallarse en <strong>el</strong> FJJC.<br />

Marco Porcio Catón o memorias para la impugnación<br />

d<strong>el</strong> nuevo Luciano de Quito (1780). Existe una copia<br />

manuscrita en la BNB, en la Sección de Raros y Curiosos<br />

(ms. 279). Una copia transcrita a máquina de<br />

este manuscrito fue hecha en 1923 por Jacinto Jijón<br />

y Caamaño y Homero Viteri Lafronte, la cual se conserva<br />

actualmente en <strong>el</strong> FJJC.<br />

La ciencia blancardina, título con que se conoce a El nuevo<br />

Luciano de Quito o despertador de los ingenios<br />

quiteños en siete diálogos apologéticos de la oración<br />

fúnebre que dijo <strong>el</strong> Dr. Dn. Ramón de Yépez, abogado<br />

de los Reales Consejos, cura y vicario de la doctrina de<br />

Tumbaco, y de las nueve conversaciones que salieron<br />

por junio de 1779 (1780). Existen dos manuscritos,<br />

uno que se conserva en <strong>el</strong> FJJC y que perteneció a<br />

González Suárez, y otro que es propiedad de Migu<strong>el</strong><br />

Díaz Cueva, cuencano. Hay quienes fechan este texto<br />

en 1781, siendo lo más probable que se trate de<br />

un error 2 .<br />

Dedicatoria d<strong>el</strong> Tratado de Longino, título con que se conoce<br />

al texto que abre <strong>el</strong> Tratado de lo maravilloso<br />

y sublime, verdaderamente <strong>el</strong>ocuente en los discursos,<br />

traducido d<strong>el</strong> griego de Dionisio Casio Longino,<br />

dedicado al Ilmo. Sr. Dr. Dn. Blas Sobrino y Minayo,<br />

dignísimo obispo de Quito, d<strong>el</strong> consejo de S. M., etc.<br />

(1781). Se trata de un prólogo, introducido a manera<br />

de dedicatoria, a la traducción de <strong>Espejo</strong> d<strong>el</strong><br />

tratado señalado en <strong>el</strong> título, hecha a partir de la<br />

versión francesa de Boileau-Despréaux, y acompañada<br />

por una traducción de la Oración moderna de<br />

la <strong>el</strong>ocuencia, de Antoine Léonard Thomas. No se<br />

conocen manuscritos, sabiéndose que fue publicado<br />

por primera vez por Manu<strong>el</strong> María Pólit Laso en<br />

Memorias de la Academia Ecuatoriana correspondiente<br />

a la Real Española, Nueva Serie, tercera entrega,<br />

Quito, 1923, con base en un manuscrito particular<br />

que él había conseguido de doña María Josefa<br />

de Ascásubi. Actualmente se prepara una edición<br />

prologada y comentada por Carlos Paladines.<br />

Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, título con que se conoce a<br />

Reflexiones sobre la virtud, importancia y conveniencias<br />

que propone don Francisco Gil, cirujano d<strong>el</strong> Real<br />

Monasterio de San Lorenzo y su sitio, e Individuo de<br />

la Real Academia de Madrid, en su disertación físicomédica,<br />

acerca de un método seguro para preservar<br />

a los pueblos de las viru<strong>el</strong>as (1785). Fue incluido, en<br />

vida de <strong>Espejo</strong>, como anexo a la propia Disertación<br />

físico-médica de Francisco Gil, médico cirujano d<strong>el</strong><br />

Real Monasterio de San Lorenzo (2ª ed., Madrid, La<br />

viuda de Ibarra hijos y Cía, 1786, pp. 289-402). Un<br />

manuscrito, en su tiempo propiedad de González<br />

Suárez, se halla en <strong>el</strong> FJJC. Otro puede encontrarse<br />

en <strong>el</strong> Archivo d<strong>el</strong> Instituto Nacional Mejía, en Quito,<br />

cuya copia contiene diversos documentos importantes<br />

r<strong>el</strong>ativos a la obra y su difusión en época de<br />

<strong>Espejo</strong>.<br />

2 Sobre la fecha de aparición de La ciencia blancardina, ver <strong>el</strong> capítulo 2 de este estudio.


SERIE ESTUDIOS 145<br />

Memoria sobre <strong>el</strong> corte de quinas (1786). Bajo este título,<br />

a menudo fechado en 1792, se incluye a este escrito<br />

más <strong>el</strong> Voto de un ministro togado de la Audiencia<br />

de Quito, comúnmente publicado y considerado<br />

como documento separado, si bien corresponde<br />

a una misma obra 3. Existe una copia manuscrita<br />

hecha por González Suárez alrededor de 1912 que<br />

reposa en <strong>el</strong> FJJC. Según <strong>el</strong> propio González Suárez,<br />

esa copia se basó en un manuscrito, ahora perdido,<br />

que antes perteneció a Pablo Herrera. Otro original<br />

manuscrito fue hallado por Eduardo Estr<strong>el</strong>la en <strong>el</strong><br />

Archivo d<strong>el</strong> Real Jardín Botánico de Madrid, en 1993.<br />

Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito<br />

(1786). Aunque comúnmente fechado en 1792 y<br />

listado individualmente, se trata, en realidad, de una<br />

parte d<strong>el</strong> escrito Memoria sobre <strong>el</strong> corte de quinas<br />

(ver entrada anterior).<br />

Defensa de los curas de Riobamba, título con que se conoce<br />

a Representación de los curas d<strong>el</strong> distrito de Riobamba<br />

hecha a la Real Audiencia de Quito, para impedir<br />

la fe que se había dado a un informe que contra<br />

<strong>el</strong>los produjo don Ignacio Barreto (1786). Se conocen<br />

dos copias manuscritas, una que reposa en <strong>el</strong> FJJC y<br />

otra que en custodia d<strong>el</strong> ANH/A. También se conoce<br />

una copia a máquina realizada por Manu<strong>el</strong> María<br />

Pólit Laso a fines d<strong>el</strong> s. XIX y que reposa en la BEAEP.<br />

Cartas riobambenses (1787). Una copia manuscrita se<br />

halla en <strong>el</strong> ANH/A, como parte d<strong>el</strong> “Testimonio<br />

íntegro de los autos en que Da. María Chiriboga y<br />

Villavicencio, mujer legítima d<strong>el</strong> Capitán de Milicia<br />

de la Villa de Riobamba, Don Ciro de Vida y Torre,<br />

se queja, y acusa en forma al Dr. Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>, por haberle injuriado gravemente<br />

su honor, <strong>el</strong> de su padre y <strong>el</strong> de otras personas de<br />

igual clase, en unas cartas o lib<strong>el</strong>os infamatorios y<br />

denigrativos llamados Riobambenses. Quito, año<br />

de 1795”. Al parecer, una más puede hallarse en <strong>el</strong><br />

AHNB, como parte de la “Petición de Doña María<br />

Chiriboga en que le acusa al Dr. Eugenio <strong>Espejo</strong> de<br />

haberle injuriado gravemente en su honor en unos<br />

pap<strong>el</strong>es o lib<strong>el</strong>os infamatorios”.<br />

Discurso dirigido a la muy leal ciudad de Quito, representada<br />

por su Ilustrísimo Cabildo, Justicia, Regimiento, a<br />

todos los señores socios provistos a la erección de una<br />

Sociedad Patriótica, sobre la necesidad de establecerla<br />

luego con <strong>el</strong> título de Escu<strong>el</strong>a de Concordia (1789).<br />

Fue íntegramente reproducido entre los números 4<br />

y 7 de Primicias de la cultura de Quito (1792).<br />

Primicias de la cultura de Quito (5 de enero a 29 de marzo<br />

de 1792). Se trata d<strong>el</strong> periódico editado por la<br />

Sociedad Económica de los Amigos d<strong>el</strong> País, casi enteramente<br />

escrito por <strong>Espejo</strong>, aunque con algunos<br />

textos de distinta autoría. Una “Instrucción previa<br />

sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> periódico intitulado Primicias de la<br />

cultura de Quito”, también escrito de <strong>Espejo</strong>, apareció<br />

a finales de 1791. Ejemplares originales d<strong>el</strong> periódico<br />

pueden encontrarse en <strong>el</strong> AMQ o en <strong>el</strong> FJJC.<br />

Testamento d<strong>el</strong> Doctor Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong><br />

(1795). Se conserva en buen estado en <strong>el</strong> ANH.<br />

3 Para datos aclaratorios sobre esta clasificación y la fecha señalada, ver <strong>el</strong> capítulo 3 de este estudio.


146<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

OBRAS TEOLÓGICAS<br />

Sermón de Dolores, predicado por <strong>el</strong> Dr. Don Pedro Dávalos,<br />

cura d<strong>el</strong> santuario de Cicalpa, en la villa de<br />

Riobamba, <strong>el</strong> día 26 d<strong>el</strong> mes de marzo de 1779. Un<br />

manuscrito se encuentra en <strong>el</strong> FJJC, junto con los<br />

otros cuatro sermones que se conoce fueron escritos<br />

por <strong>Espejo</strong>.<br />

Sermón moral, predicado por <strong>el</strong> Dr. Don Domingo Larrea,<br />

cura de Cayambe, <strong>el</strong> año 1780, en <strong>el</strong> Carmen de la<br />

nueva fundación de Quito, en la profesión r<strong>el</strong>igiosa de<br />

dos carm<strong>el</strong>itas primas de dicho cura. Un manuscrito<br />

se encuentra en <strong>el</strong> FJJC, junto con los otros cuatro<br />

sermones que se conoce fueron escritos por <strong>Espejo</strong>.<br />

Según Carlos Paladines, otro manuscrito reposa en<br />

<strong>el</strong> archivo d<strong>el</strong> Monasterio de Santo Domingo.<br />

Primer sermón panegírico de Santa Rosa de Lima, predicado<br />

en la Catedral de Quito por <strong>el</strong> licenciado Don Juan<br />

Pablo Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> día 30 de agosto de 1793.<br />

Un manuscrito se encuentra en <strong>el</strong> FJJC, junto con los<br />

otros cuatro sermones que se conoce fueron escritos<br />

por <strong>Espejo</strong>.<br />

Segundo panegírico de Santa Rosa de Lima, predicado en<br />

<strong>el</strong> año de 1794. Un manuscrito se encuentra en <strong>el</strong><br />

FJJC, junto con los otros cuatro sermones que se conoce<br />

fueron escritos por <strong>Espejo</strong>.<br />

Primera carta a Don Pascual Cárdenas, en respuesta a<br />

una consulta que éste hizo al Rmo. P. F. Francisco de<br />

La Graña, sobre asunto de indulgencias, Convento<br />

Máximo de San Francisco de Quito, 8 de abril de<br />

1780. Se encuentra en un códice manuscrito, firmado<br />

por <strong>Espejo</strong> <strong>el</strong> 19 de julio de 1792, en <strong>el</strong> FJJC, junto<br />

con la Segunda carta teológica…<br />

Sermón de San Pedro, predicado en la villa de Riobamba<br />

<strong>el</strong> día 30 de junio d<strong>el</strong> año 1780 por <strong>el</strong> licenciado<br />

Don Juan Pablo Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>. Un manuscrito<br />

se encuentra en <strong>el</strong> FJJC, junto con los otros cuatro<br />

sermones que se conoce fueron escritos por <strong>Espejo</strong>.<br />

Segunda carta teológica sobre la Inmaculada Concepción<br />

de María, Quito, 19 de julio de 1792. Se encuentra,<br />

junto a la Primera carta…, en un códice manuscrito<br />

firmado por <strong>Espejo</strong> que reposa en <strong>el</strong> FJJC.


SERIE ESTUDIOS 147<br />

CARTAS Y REPRESENTACIONES 4<br />

A Fray José d<strong>el</strong> Rosario, Quito, 3 de marzo de 1780. <strong>Espejo</strong><br />

desmiente acusaciones contra <strong>el</strong> fraile. No se<br />

conoce si existe un manuscrito. Fue publicada en<br />

1892 por Carlos Pérez Quiñones en Revista ecuatoriana…,<br />

pp. 364-366, en 1920 por Viteri Lafronte,<br />

“Un libro autógrafo de <strong>Espejo</strong>”…, y por Freile, Cartas<br />

y lecturas…, pp. 191-195.<br />

A Bernardo D<strong>el</strong>gado, Protomédico, Quito, 25 de mayo<br />

de 1782. <strong>Espejo</strong> reclama honorarios adeudados por<br />

Sancho de Escobar. No se conoce si existe un manuscrito.<br />

El único fragmento que se conoce fue publicado<br />

en 1913 por Alberto Muñoz Vernaza en La<br />

Unión Literaria…, p. 175, y recogido luego por Freile,<br />

Cartas y lecturas…, pp. 196-197.<br />

A Mariano Monteserín, Quito, 25 de mayo de 1782. <strong>Espejo</strong><br />

desmiente acusaciones contra él de parte de<br />

Sancho de Escobar. Una copia se encuentra en <strong>el</strong><br />

Centro de Estudios Latinoamericanos de la PUCE.<br />

No se conserva <strong>el</strong> original. Ha sido publicada por<br />

Carlos Freile tanto en Cuatro cartas inéditas…, p. 3<br />

ss., como en Cartas y lecturas…, pp. 198-199.<br />

A Luis de Andramuño, Punín, 5 de junio de 1785. <strong>Espejo</strong> da<br />

noticias personales a su amigo y confidente. Le cuenta<br />

de las diversas animosidades que contra él crecen. No<br />

se conservan originales. Una copia reposa en <strong>el</strong> Centro<br />

de Estudios Latinoamericanos de la PUCE. Fue publicada<br />

en 1981 por Samu<strong>el</strong> Guerra Bravo en “Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong> y sus cartas desde <strong>el</strong> exilio”…, pp. 233-234, así<br />

como por Freile, Cartas y lecturas…, pp. 200-203.<br />

A todos los médicos en ejercicio, Quito, 8 de octubre<br />

de 1785. <strong>Espejo</strong> pide a los médicos datos sobre la<br />

cantidad de virolentos y leprosos en Quito. No se<br />

conservan originales. Fue publicada en 1912 por<br />

Federico González Suárez en Escritos de <strong>Espejo</strong>…, p.<br />

520, así como por Freile, Cartas y lecturas…, p. 205.<br />

Su<strong>el</strong>e publicarse comúnmente junto a Reflexiones…<br />

Al Cabildo de Quito, Quito, 15 de noviembre de 1785.<br />

<strong>Espejo</strong> presenta sus Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as al<br />

Cabildo. El original se encuentra en <strong>el</strong> ANH, Quito.<br />

Ha sido publicada por Freile tanto en Cuatro cartas<br />

inéditas…, p. 5 como en Cartas y lecturas…, p. 207.<br />

Un fragmento apareció en diario El Comercio, 14 de<br />

marzo de 1982, junto a un comentario de autoría<br />

anónima.<br />

A alguna autoridad d<strong>el</strong> Cabildo Civil, Quito, 18 de noviembre<br />

de 1785. <strong>Espejo</strong> pide pago a José Escorza<br />

por copia hecha de sus Reflexiones. El original es propiedad<br />

de Carlos Freile, quien da noticia de haberla<br />

recibido mutilada en la parte superior. Ha sido publicada<br />

por <strong>el</strong> propio Freile tanto en Cuatro cartas<br />

inéditas…, p. 6 y en Cartas y lecturas…, p. 208.<br />

A Don José de Gálvez, Marqués de la Sonora, Ministro<br />

de la Corona, Quito, 18 de noviembre de 1785. <strong>Espejo</strong><br />

presenta al ministro sus Reflexiones sobre las<br />

viru<strong>el</strong>as. El original es propiedad de Carlos Freile. Ha<br />

sido publicada por él mismo en Cuatro cartas inéditas…,<br />

p. 6 y en Cartas y lecturas…, pp. 209-210.<br />

4 Cabe señalar aquí que, aparte de aqu<strong>el</strong>las cuatro cartas oficiales recogidas bajo <strong>el</strong> título de<br />

“Representaciones” (1787), ninguno de estos textos fue incluido en la edición de Obras completas<br />

preparada por Philip L. Astuto, completada por Carlos Paladines y editada por la CCE en <strong>el</strong> 2008.


148<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

A Don José de Gálvez, Marqués de la Sonora, Ministro<br />

de la Corona, 1785, sin lugar, presumiblemente en<br />

Quito, en noviembre d<strong>el</strong> año señalado. <strong>Espejo</strong> vu<strong>el</strong>ve<br />

a presentar sus Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as al ministro.<br />

La original se encuentra junto al manuscrito<br />

de Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as que reposa en la Biblioteca<br />

d<strong>el</strong> Colegio Mejía de Quito. Fue publicada<br />

en 1920 por Homero Viteri Lafronte, “Un libro autógrafo<br />

de <strong>Espejo</strong>”…, p. 438, además de en 1952 por<br />

Garcés y León en Escritos médicos…, pp. 40-41 y por<br />

Freile, Cartas y lecturas…, pp. 210-211.<br />

Carta circular a Juan José Boniche, Juan Albán, José de los<br />

Ríos y Tomás López, amigos personales de <strong>Espejo</strong>,<br />

Quito, 21 de febrero de 1786. <strong>Espejo</strong> pide comentarios<br />

sobre supuestas injurias contenidas en sus Reflexiones.<br />

Fue rescatada en 1920 por Viteri Lafronte,<br />

“Un libro autógrafo de <strong>Espejo</strong>”…, p. 440 a partir de la<br />

copia dirigida a Boniche. No se conservan originales.<br />

También ha sido publicada por Garcés y León en<br />

Escritos médicos…, p. 45 y por Freile, Cartas y lecturas…,<br />

p. 212.<br />

A Luis de Andramuño, Guaranda, 25 de octubre de 1786.<br />

<strong>Espejo</strong> da y pide noticias de Quito a su amigo. No<br />

se conservan originales. Ha sido publicada por Guerra<br />

Bravo en “Eugenio <strong>Espejo</strong> y sus cartas desde <strong>el</strong><br />

exilio”…, pp. 234-235, así como por Freile, Cartas y<br />

lecturas…, pp. 213-215.<br />

A Luis de Andramuño, Riobamba, 8 de mayo de 1787. Se<br />

repite <strong>el</strong> caso de la carta anterior. Ha sido publicada<br />

por Guerra Bravo en “Eugenio <strong>Espejo</strong> y sus cartas<br />

desde <strong>el</strong> exilio”…, pp. 235-236, así como por Freile,<br />

Cartas y lecturas…, pp. 215-216.<br />

A Luis de Andramuño, Riobamba, 9 de junio de 1787.<br />

Se repite <strong>el</strong> caso de la carta anterior. Ha sido<br />

publicada por Guerra Bravo en “Eugenio <strong>Espejo</strong> y<br />

sus cartas desde <strong>el</strong> exilio”…, pp. 236-237, así como<br />

por Freile, Cartas y lecturas…, pp. 217-219.<br />

A Antonio Caballero y Góngora, virrey de la Nueva Granada,<br />

Riobamba, 29 de julio de 1787. <strong>Espejo</strong> se dirige<br />

por primera vez al Virrey pidiendo autorización<br />

para pasar a España y anticipando su arresto. Una<br />

copia de la época reposa en <strong>el</strong> llamado “Archivo<br />

Ezp<strong>el</strong>eta”, ahora parte d<strong>el</strong> Archivo de la Curia Generalicia<br />

de la Compañía de Jesús en Roma. Fue publicada<br />

en 1992 por Jorge Villalba, Las prisiones…, pp.<br />

115-117, así como por Freile, Cartas y lecturas…, p.<br />

220-223.<br />

A Luis Andramuño, Riobamba, 14 de agosto de 1787. Se<br />

repite <strong>el</strong> caso de las anteriores cartas a Andramuño.<br />

Ha sido publicada por Guerra Bravo en “Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

y sus cartas desde <strong>el</strong> exilio”…, pp. 237-238, así<br />

como por Freile, Cartas y lecturas…, pp. 224-225.<br />

A Luis Andramuño, Riobamba, 29 de agosto de1787. Se<br />

repite <strong>el</strong> caso de las anteriores cartas a Andramuño.<br />

Ha sido publicada por Guerra Bravo en “Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

y sus cartas desde <strong>el</strong> exilio”…, p. 238, así como<br />

por Freile, Cartas y lecturas…, p. 226.<br />

A Juan José de Villalengua, presidente de Quito, Riobamba,<br />

14 de agosto de 1787. <strong>Espejo</strong> agradece a<br />

Villalengua la invitación que este la ha hecho para<br />

volver a Quito y anuncia su retorno. Una copia de<br />

la época reposa en <strong>el</strong> llamado “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”,<br />

ahora parte d<strong>el</strong> Archivo de la Curia Generalicia de<br />

la Compañía de Jesús en Roma. Freile afirma que<br />

otra está en <strong>el</strong> Archivo General de Indias (Sevilla),<br />

como parte d<strong>el</strong> “Resumen d<strong>el</strong> Expediente de<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>”, Riobamba, 1787. Fue publicada<br />

en 1992 por Jorge Villalba, Las prisiones…, p. 91,


SERIE ESTUDIOS 149<br />

así como por Freile, Cartas y lecturas…, p. 228. Villalba<br />

afirma, quizá por error, que la carta es d<strong>el</strong> 14<br />

de septiembre.<br />

A Antonio Caballero y Góngora, virrey de la Nueva Granada,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 18 de octubre de 1787.<br />

<strong>Espejo</strong> pide al virrey licencia para ir a España a defenderse<br />

de las acusaciones en su contra. Actualmente<br />

en <strong>el</strong> ANH/A, colección “<strong>Espejo</strong>: Documentos y<br />

escritos de Alberto Muñoz Vernaza”. Publicada por<br />

Philip Astuto, en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Obras completas,<br />

tomo IV…, pp. 219-220.<br />

A Antonio Caballero y Góngora, virrey de la Nueva Granada,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, octubre de 1787 (sin<br />

fecha exacta, pero posterior al 18 de ese mes). Se<br />

repite <strong>el</strong> caso de la carta anterior. Publicada por Astuto,<br />

Obras completas, tomo IV…, pp. 221-222.<br />

A Juan José de Villalengua y Marfil, presidente de Quito,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 21 de octubre de 1787. <strong>Espejo</strong><br />

defiende su inocencia. Actualmente en <strong>el</strong> AHNB,<br />

Fondo “Misc<strong>el</strong>ánea de la Colonia”, Tomo 77, folios<br />

516 a 519. Una copia es parte d<strong>el</strong> citado “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”.<br />

Fue publicado en 1912 por González Suárez,<br />

Escritos de <strong>Espejo</strong>, pp. 203-210, en 1962 por Gangotena<br />

y Jijón (BANH, n.º 100), pp. 301-304, en 1952<br />

por Garcés y León, Escritos médicos…, pp. 351-354<br />

[fragmento], en 1992 por Villalba, Las prisiones…,<br />

pp. 92-96, y en 2008 por Astuto, ed., Obras completas…,<br />

tomo IV, pp. 207-212.<br />

A José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca, Secretario<br />

de Estado de Indias, Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 1<br />

de noviembre de 1787. <strong>Espejo</strong> pide protección a Floridablanca.<br />

Una copia de la época reposa en <strong>el</strong> llamado<br />

“Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”, ahora parte d<strong>el</strong> Archivo de la<br />

Curia Generalicia de la Compañía de Jesús en Roma.<br />

Fue publicado por Villalba, Las prisiones…, pp. 71-72 y<br />

por Freile, Cartas y lecturas…, pp. 237-239.<br />

A Carlos III, rey de España, Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 3 de noviembre<br />

de 1787. <strong>Espejo</strong> se queja de la violencia de<br />

Villalengua y pide ser liberado. Se repite <strong>el</strong> caso de la<br />

representación anterior. Fue publicado en 1992 por<br />

Villalba, Las prisiones…, pp. 73-88.<br />

A Don Mateo Aizpuru, Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 7 de noviembre<br />

de 1787. <strong>Espejo</strong> pide a Aizpuru interceder<br />

por él. También forma parte d<strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”,<br />

ahora en Roma. Ha sido publicada por Villalba, Las<br />

prisiones…, pp. 111-113 y por Freile, Cartas y lecturas…,<br />

pp. 239-242.<br />

A Juan José de Villalengua, presidente de Quito, Quito,<br />

Cárc<strong>el</strong> pública, 7 de noviembre de 1787. <strong>Espejo</strong> exige<br />

libertad. Parte d<strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”, conservado<br />

en Roma. Ha sido publicada por Villalba, Las prisiones…,<br />

p. 137 y por Freile, Cartas y lecturas…, p. 243.<br />

A Juan José de Villalengua y Marfil, presidente de Quito,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 9 de noviembre de 1787. <strong>Espejo</strong><br />

anuncia haber ap<strong>el</strong>ado ante <strong>el</strong> virrey de Bogotá,<br />

en espera de su intervención. Una copia está en<br />

<strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”, ahora en Roma. Fue publicada<br />

por Villalba, Las prisiones…, p. 114 y por Freile, Cartas<br />

y lecturas…, pp. 244-245.<br />

A Carlos III, rey de España, Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 16 de<br />

noviembre de 1787. <strong>Espejo</strong> ruega al Rey que no se<br />

permita su exilio. Se repite <strong>el</strong> caso de la primera representación<br />

a Carlos III. Fue publicado en 1992 por<br />

Villalba, Las prisiones…, pp. 99-110.<br />

A José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca, Secretario<br />

de Estado de Indias, Quito, Cárc<strong>el</strong> pública,


150<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

17 de noviembre de 1787. Se repite <strong>el</strong> caso de la<br />

primera representación a Floridablanca. Ha sido publicada<br />

por Villalba, Las prisiones…, pp. 97-98 y por<br />

Freile, Cartas y lecturas…, pp. 245-247.<br />

A Juan José de Villalengua y Marfil, presidente de Quito,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 17 de noviembre de 1787. <strong>Espejo</strong><br />

solicita que <strong>el</strong> Dr. Boniche sea su abogado. Se<br />

conserva en <strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”, en Roma. Ha sido<br />

publicada por Villalba, Las prisiones…, pp. 138-139.<br />

A Juan José de Villalengua y Marfil, presidente de Quito,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 22 de noviembre de 1787.<br />

<strong>Espejo</strong> rechaza <strong>el</strong> “arbitrio” de Villalengua y anuncia<br />

que ap<strong>el</strong>ará al Rey. Se conserva en <strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”,<br />

en Roma. Ha sido publicada por Villalba, Las<br />

prisiones…, pp. 140-143.<br />

A Juan José de Villalengua y Marfil, presidente de Quito,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> pública, 23 de noviembre de 1787.<br />

<strong>Espejo</strong> se sujeta a la providencia de la Audiencia. Se<br />

conserva en <strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”, en Roma. Ha sido<br />

publicada por Villalba, Las prisiones…, pp. 144-145.<br />

A Carlos III, rey de España, Sangolquí, 3 de diciembre de<br />

1787. <strong>Espejo</strong> aboga por sí mismo largamente ante <strong>el</strong><br />

Rey. Se repite <strong>el</strong> caso de las anteriores representaciones<br />

a Carlos III. Fue publicado en 1992 por Villalba,<br />

Las prisiones…, pp. 119-136.<br />

A José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca,<br />

Secretario de Estado de Indias, Sangolquí, 3 de diciembre<br />

de 1787. <strong>Espejo</strong> informa a Floridablanca de<br />

su destierro. Se repite <strong>el</strong> caso de las anteriores representaciones<br />

a Floridablanca. Ha sido publicada por<br />

Villalba, Las prisiones…, p. 118 y por Freile, Cartas y<br />

lecturas…, p. 248.<br />

A José Benito de Quiroga, Fiscal, Chillo, 11 de diciembre<br />

de 1787. <strong>Espejo</strong> aboga por sí mismo ante <strong>el</strong> Fiscal.<br />

Se conserva en <strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”, en Roma. Una<br />

copia existe actualmente en <strong>el</strong> FJJC, “Colección de<br />

la Colonia”, tomo 12. Ha sido publicada por Villalba,<br />

Las prisiones…, pp. 148-152 y por Astuto, Obras<br />

completas, tomo IV…, pp. 213-218. Este último no<br />

anota la fecha ni <strong>el</strong> lugar, basándose en <strong>el</strong> manuscrito<br />

de la FJJC.<br />

A Luis de Andramuño, Popayán, 18 de octubre de 1788.<br />

<strong>Espejo</strong> le cuenta a su amigo de su viaje a Santa Fe y<br />

su situación en ese momento. La situación de originales<br />

es igual que la d<strong>el</strong> resto de cartas a Andramuño.<br />

Ha sido publicada por Guerra Bravo en “Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong> y sus cartas desde <strong>el</strong> exilio”…, pp. 238-239, así<br />

como por Freile, Cartas y lecturas…, pp. 251-252.<br />

A Fray José d<strong>el</strong> Rosario, Santa Fe, 2 de julio de 1789. <strong>Espejo</strong><br />

duda de la paternidad de las acusaciones d<strong>el</strong><br />

fraile. Se desconoce si existe un original. Fue publicada<br />

por Muñoz Vernaza, “Obras de <strong>Espejo</strong>”…, pp.<br />

171-184, y por Freile, Cartas y lecturas…, pp. 253-257.<br />

A Carlos IV, rey de España, ¿Quito?, ¿1789-1790? <strong>Espejo</strong><br />

vu<strong>el</strong>ve a intentar presentar sus Reflexiones sobre las<br />

viru<strong>el</strong>as a consideración de la Corona. El original se<br />

encuentra junto al manuscrito de Reflexiones sobre<br />

las viru<strong>el</strong>as que reposa en la Biblioteca d<strong>el</strong> Colegio<br />

Mejía de Quito. Ha sido publicado en 1920 por<br />

Viteri Lafronte, “Un libro autógrafo de <strong>Espejo</strong>”…, p.<br />

438, en 1952 por Garcés y León en Escritos médicos…,<br />

pp. 41-42 y por Freile, Cartas y lecturas…, pp.<br />

249-250. Este último anota como fecha posible <strong>el</strong><br />

mes de agosto de 1788, lo cual ponemos en duda<br />

por haber sido coronado Carlos IV recién <strong>el</strong> 14 de<br />

diciembre de ese año. Tomando en cuenta la carta a


SERIE ESTUDIOS 151<br />

Godoy sobre <strong>el</strong> mismo tema (21 de marzo de 1794),<br />

consideramos que la carta puede ser posterior.<br />

A Manu<strong>el</strong> Godoy, Duque de la Alcudia, Quito, 21 de<br />

marzo de 1794. <strong>Espejo</strong> presenta a Godoy sus Reflexiones<br />

sobre las viru<strong>el</strong>as. El original reposa en <strong>el</strong><br />

Archivo General de Indias en Sevilla. Ha sido publicada<br />

por Freile en “Cartas inéditas de Eugenio y Juan<br />

Pablo <strong>Espejo</strong>”…, pp. 252-253, y en Cartas y lecturas…,<br />

pp. 258-260.<br />

177-180, y por Freile, Cartas y lecturas…, pp. 270-<br />

275. Un fragmento fue citado por Muñoz Vernaza,<br />

“Obras de <strong>Espejo</strong>”.<br />

A José Manu<strong>el</strong> de Ezp<strong>el</strong>eta, virrey de la Nueva Granada,<br />

Quito, 21 de noviembre de 1795. <strong>Espejo</strong> agradece a<br />

Ezp<strong>el</strong>eta por su libertad. Se conserva en <strong>el</strong> “Archivo<br />

Ezp<strong>el</strong>eta”, en Roma. Ha sido publicada por Villalba,<br />

Las prisiones…, p. 155, y por Freile, Cartas y lecturas…,<br />

p. 276.<br />

A Eugenio Llaguno de Amírola, Ministro de Gracia y Justicia,<br />

Quito, 21 de mayo de 1794. <strong>Espejo</strong> pide se le<br />

pague su su<strong>el</strong>do de bibliotecario. El original reposa<br />

en <strong>el</strong> Archivo General de Indias en Sevilla. Ha sido<br />

publicada por Freile en “Cartas inéditas de Eugenio<br />

y Juan Pablo <strong>Espejo</strong>”…, p. 253-255., y en Cartas y lecturas…,<br />

pp. 261-264.<br />

A Carlos IV, rey de España, Quito, 26 de septiembre de<br />

1794. <strong>Espejo</strong> explica su situación y pide se le pague<br />

su su<strong>el</strong>do de bibliotecario. El original reposa en <strong>el</strong><br />

Archivo General de Indias en Sevilla. Ha sido publicada<br />

por Freile en “Cartas inéditas de Eugenio y Juan<br />

Pablo <strong>Espejo</strong>”…, p. 255 ss., y en Cartas y lecturas…,<br />

pp. 265-266.<br />

A Juan José Boniche, abogado, Quito, 22 de mayo de<br />

1795. <strong>Espejo</strong> pide a Boniche que interceda por él. El<br />

original se encuentra en <strong>el</strong> FJJC. Ha sido publicada<br />

por Freile en Eugenio <strong>Espejo</strong>, precursor… p. 69, y en<br />

Cartas y lecturas…, pp. 267-269.<br />

A José Manu<strong>el</strong> de Ezp<strong>el</strong>eta, virrey de la Nueva Granada,<br />

Quito, Cárc<strong>el</strong> de cuart<strong>el</strong>, 4 de septiembre de 1795.<br />

<strong>Espejo</strong> defiende su inocencia y suplica libertad. El<br />

original reposa en <strong>el</strong> “Archivo Ezp<strong>el</strong>eta”, en Roma.<br />

Ha sido publicado por Villalba, Las prisiones…, pp.


152<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

II. Ediciones posteriores<br />

de los escritos de <strong>Espejo</strong><br />

PUBLICACIONES INDIVIDUALES<br />

Cartas riobambenses, edición de Alberto Muñoz Vernaza,<br />

Cuenca, Impreso por Migu<strong>el</strong> Vintimilla C., 1888,<br />

25 pp. Como <strong>el</strong> propio Muñoz Vernaza reconoció<br />

tiempo después de esta publicación, en <strong>el</strong>la se cambiaron<br />

arbitrariamente los nombres de los aludidos<br />

para evitar revivir posibles ofensas y resentimientos<br />

todavía latentes tras cien años de la primera aparición<br />

de las Cartas.<br />

Defensa de los curas de Riobamba, investigación, introducción<br />

y notas por Carlos Freile, con la colaboración<br />

de Carlos Paladines, prólogo de Jorge Salvador<br />

Lara, Quito, Publicaciones d<strong>el</strong> Archivo Municipal de<br />

Historia, 1997, 277 pp.<br />

El nuevo Luciano de Quito, Clásicos ecuatorianos, vol. IV,<br />

Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Ministerio de Gobierno, 1943,<br />

240 pp. Texto establecido y anotado por Aur<strong>el</strong>io Espinosa<br />

Pólit. Prólogo de Isaac Barrera.<br />

El nuevo Luciano de Quito, 2 tomos, Biblioteca de<br />

Autores Ecuatorianos Clásicos Ari<strong>el</strong>, n.º 56 y 73,<br />

Quito/Guayaquil, Publicaciones Educativas Ari<strong>el</strong>,<br />

s. f. (1973), 182 y 233 pp. El segundo tomo, además<br />

de los diálogos octavo y noveno de El nuevo<br />

Luciano, incluye Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as<br />

(con <strong>el</strong> título Reflexiones acerca de las viru<strong>el</strong>as) y la<br />

carta de <strong>Espejo</strong> a los médicos de Quito fechada <strong>el</strong><br />

8 de octubre de 1785.<br />

Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

2 tomos, Quito, Imprenta Municipal, 1912, 591 y<br />

593 pp. Edición de Federico González Suárez, que fuera<br />

<strong>el</strong> primer rescate cabal e importante de la obra de <strong>Espejo</strong>.<br />

Un tercer tomo (Quito, Editorial Artes Gráficas)<br />

fue publicado en 1923 y usualmente se considera parte<br />

de la misma serie, si bien su edición estuvo a cargo<br />

de Jacinto Jijón y Caamaño y Homero Viteri Lafronte,<br />

discípulos de González Suárez. Aunque incompleta,<br />

se trata de la primera edición de obras completas de<br />

<strong>Espejo</strong>, con todo lo que se conocía escrito por <strong>el</strong> autor<br />

en la época. Se conoce comúnmente como Escritos de<br />

<strong>Espejo</strong>. Tomo I: Primicias de la cultura de Quito, Cartas<br />

riobambenses, Memoria sobre <strong>el</strong> corte de quinas, Voto<br />

de un ministro togado…, Carta d<strong>el</strong> padre Lagraña [por<br />

Primera carta…], El nuevo Luciano de Quito, Segunda<br />

carta teológica… Incluye también las representaciones<br />

de <strong>Espejo</strong> a Villalengua de 1787. Tomo II: La ciencia<br />

blancardina, Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, Sermón de<br />

San Pedro, Primer sermón de Santa Rosa, Segundo sermón<br />

de Santa Rosa. Tomo III: Defensa de los curas de<br />

Riobamba, Marco Porcio Catón.


SERIE ESTUDIOS 153<br />

Escritos médicos. Comentarios e iconografía, edición de<br />

Enrique Garcés y Luis A. León, Quito, Universidad<br />

Central, 1952, 375 pp. Contiene los textos de <strong>Espejo</strong><br />

“Discurso dirigido por <strong>Espejo</strong>, desde Bogotá, a<br />

ciudad de Quito” [por Discurso…], además de Memoria<br />

sobre <strong>el</strong> corte de quinas y Reflexiones sobre de<br />

las viru<strong>el</strong>as. Al final se añade un fragmento tomado<br />

d<strong>el</strong> séptimo diálogo de La ciencia blancardina, en la<br />

que <strong>Espejo</strong> hace un autorretrato y una de las representaciones<br />

a Villalengua (21 de octubre de 1787).<br />

Incluye también diversos artículos sobre la obra de<br />

<strong>Espejo</strong> bajo <strong>el</strong> acápite de “Comentarios” (todos los<br />

cuales se incluyen en esta bibliografía), y <strong>el</strong> capítulo<br />

XXXV d<strong>el</strong> libro Eugenio <strong>Espejo</strong>, médico y duende,<br />

de Enrique Garcés, que lleva <strong>el</strong> título “Ingreso en<br />

<strong>el</strong> registro mortuorio de indios, cholos, zambos y<br />

mestizos” y contiene una copia d<strong>el</strong> testamento de<br />

<strong>Espejo</strong>. Así mismo, se incluye una bibliografía y una<br />

importante recopilación de iconografía sobre <strong>el</strong><br />

Precursor (también incluida en <strong>el</strong> anexo de material<br />

gráfico que acompaña a este documento). Por último,<br />

se publican cinco acuerdos públicos oficiales en<br />

los que se hace memoria y honra de <strong>Espejo</strong> con diversas<br />

declaraciones de su nombre en instituciones<br />

públicas y territorios administrativos.<br />

Instrucción previa sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> periódico intitulado Primicias<br />

de la cultura de Quito [de Primicias de la Cultura<br />

de Quito], Quito, 1972.<br />

Obra educativa, Biblioteca Ayacucho, vol. 89, Caracas, 1981,<br />

XXXVIII + 551 pp. Edición, prólogo, notas y cronología<br />

de Philip L. Astuto. Contiene las versiones íntegras de<br />

El nuevo Luciano, Marco Porcio Catón y La ciencia blancardina,<br />

con los mismos comentarios y notas con que<br />

aparecieran después en <strong>el</strong> primer tomo de las Obras<br />

completas que editara la CCE en 2008.<br />

Obras completas, Bicentenario. Biblioteca Mínima, 4 tomos,<br />

Quito/Riobamba, CCEBC, 2008, 595, 219, 190 y<br />

223 pp. Edición, prólogo y notas de Philip L. Astuto.<br />

El primer tomo es prácticamente una reimpresión<br />

desmejorada de la Obra educativa de <strong>Espejo</strong> que<br />

publicara Astuto en la Biblioteca Ayacucho (Caracas,<br />

1981). De lo reseñado en la sección “Escritos de Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>” de esta bibliografía, estas Obras completas<br />

no incluyen ni la correspondencia (aparte de cuatro<br />

representaciones r<strong>el</strong>ativas a su prisión de 1787), ni<br />

las Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, ni la Dedicatoria d<strong>el</strong><br />

Tratado de Longino. La sección de Primicias de la cultura<br />

de Quito está disponible en http://cce.org.ec/<br />

fileadmin/cce.org.ec/documentos/Biblioteca_basica_de_quito/tomoIII.pdf.<br />

Un quinto tomo, editado<br />

y prologado por Carlos Paladines en <strong>el</strong> 2009 (Quito,<br />

CCE, 413 pp.), se publicó posteriormente para completar<br />

lo que Astuto dejara inconcluso debido a su<br />

muerte en marzo de 2008. En este se recoge <strong>el</strong> texto<br />

de Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as más otros textos<br />

importantes (ver más abajo la segunda entrada de<br />

Reflexiones acerca de un método…).<br />

Obras escogidas, Biblioteca de Autores Ecuatorianos Clásicos<br />

Ari<strong>el</strong>, n.º 77, Quito/Guayaquil, Publicaciones<br />

Educativas Ari<strong>el</strong>, s. f. (1973), 223 pp. Incluye la Defensa<br />

de los curas de Riobamba, las Cartas riobambenses,<br />

las Primicias de la Cultura de Quito y <strong>el</strong> Voto de<br />

un ministro togado.<br />

Páginas literarias, Colección Básica de Escritores Ecuatorianos,<br />

n.º 5, Quito, CCE, 1975, 222 pp. Edición de<br />

Galo René Pérez. Incluye fragmentos de Primicias de<br />

la cultura de Quito (pp. 11-71), las conversaciones<br />

tercera, cuarta y quinta de El nuevo Luciano de Quito<br />

(pp. 73-180), y un fragmento considerable d<strong>el</strong> Marco<br />

Porcio Catón (pp. 181-222).


154<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Primicias de la cultura de Quito, editado como folletín de El<br />

Progreso por Alberto Muñoz Vernaza, Cuenca, 1888.<br />

Primicias de la cultura de Quito, Quito, folletín de El Comercio,<br />

1906, 123 pp.<br />

Primicias de la cultura de Quito, Quito, Unión Nacional<br />

de Periodistas, 1944, 93 pp.<br />

Primicias de la cultura de Quito, edición facsimilar, Archivo<br />

Municipal, vol. XXIII, Quito, Imprenta Municipal,<br />

1947, 56 pp. Existe una reimpresión de 1958, también<br />

d<strong>el</strong> Archivo Municipal (vol. XXIX), 100 pp.<br />

Primicias de la cultura de Quito, edición facsimilar, Quito,<br />

BCE, 1981, 125 pp. Prólogo de Samu<strong>el</strong> Guerra Bravo.<br />

Primicias de la cultura de Quito, edición facsimilar, Quito,<br />

Colegio de Periodistas de Pichincha, 1995, 320 pp.<br />

Estudio pr<strong>el</strong>iminar de Hernán Rodríguez Cast<strong>el</strong>o.<br />

Primicias de la cultura de Quito, Prólogo y notas de Marco<br />

Chiriboga Villaquirán, Quito, Editorial Panorama, 1996.<br />

Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos<br />

de las viru<strong>el</strong>as [por Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as],<br />

edición facsimilar d<strong>el</strong> manuscrito que se conserva<br />

en la biblioteca d<strong>el</strong> Instituto Nacional Mejía, Comisión<br />

Nacional Permanente de Conmemoraciones<br />

Cívicas, Quito, Nueva Editorial, 1993, 414 pp. Edición<br />

de Eduardo Estr<strong>el</strong>la.<br />

Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos<br />

de las viru<strong>el</strong>as [por Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as],<br />

edición de Carlos Paladines, Quito, CCE, 2009,<br />

413 pp. Se trata d<strong>el</strong> tomo V de las Obras completas<br />

publicadas por la CCE en <strong>el</strong> 2008, siendo estas en<br />

realidad incompletas debido a la muerte de Philip<br />

Astuto, su editor, en marzo de ese año. Incluye un<br />

prólogo de Paladines (“Anotaciones sobre la edición”,<br />

pp. 9-13), <strong>el</strong> texto completo de las Reflexiones…<br />

(pp. 15-168), la Disertación físico-médica de<br />

Francisco Gil (pp. 169-263), la versión que este médico<br />

español publicara d<strong>el</strong> texto de <strong>Espejo</strong> en 1786<br />

(pp. 265-311) y una última sección, editada por Paladines,<br />

en la que se recogen diversos documentos<br />

referentes al tema (“Documentación de Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

sobre su profesión médica: permisos, informes,<br />

debates, aclaraciones y cartas”, pp. 313-413).<br />

Reflexiones médicas [por Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as],<br />

prólogo de Reinaldo Miño, Quito, CCE, 1985,<br />

143+LXXV.<br />

Reflexiones sobre <strong>el</strong> contagio y transmisión de las viru<strong>el</strong>as<br />

[por Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as], Quito, Imprenta<br />

Municipal, 1930, 174 pp. Introducción de Gualberto<br />

Arcos.<br />

Reflexiones sobre la utilidad, importancia y conveniencias<br />

que propone don Francisco Gil, cirujano d<strong>el</strong> Real<br />

Monasterio de San Lorenzo y su sitio, e Individuo de<br />

la Real Academia de Madrid, en su disertación físicomédica,<br />

acerca de un método seguro para preservar a<br />

los pueblos de las viru<strong>el</strong>as, Edición de Paco Fierro, Presentación<br />

de David Chiriboga, Prólogo de Francisco<br />

Huerta Montalvo, Quito, Consejo Nacional de Salud/<br />

Comisión de Promoción de la Salud, 2011, 240 pp.<br />

Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, Quito, Facultad de Ciencias<br />

Médicas de la Universidad Central, 1985. Prólogo de<br />

Luis A. León.<br />

Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito, edición<br />

facsimilar, prólogo de Eduardo Estr<strong>el</strong>la, Quito,<br />

Comisión Permanente de Conmemoraciones Cívicas,<br />

1993, 150 pp.


SERIE ESTUDIOS 155<br />

ANTOLOGÍAS, RECOPILACIONES Y REVISTAS<br />

“Cartas de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Carlos Freile, Cartas y lecturas<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario,<br />

n.º 10, Quito, BCE, 2008, pp. 189-289. Contiene toda<br />

la correspondencia conocida de <strong>Espejo</strong>, a excepción<br />

de las representaciones oficiales. También se<br />

incluyen tres cartas de Juan Pablo <strong>Espejo</strong>.<br />

“Cartas riobambenses”, sección final de Carlos Freile,<br />

“Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII: Las Cartas riobambenses<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Cartas y lecturas<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 10,<br />

Quito, BCE, 2008, pp. 115-163. Se incluye la versión<br />

íntegra de las Cartas.<br />

“Conversación quinta: de la filosofía” [de El nuevo Luciano…],<br />

en Carlos Paladines, Pensamiento <strong>ilustrado</strong><br />

ecuatoriano, Biblioteca Básica d<strong>el</strong> Pensamiento<br />

Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación Editora<br />

Nacional, 1981, pp. 173-192.<br />

“Tratado de lo maravilloso y sublime, verdaderamente<br />

<strong>el</strong>ocuente en los discursos, traducido d<strong>el</strong> griego de<br />

Dionisio Casio Longino, dedicado al Ilmo. Sr. Dr. Dn.<br />

Blas Sobrino y Minayo, dignísimo obispo de Quito,<br />

d<strong>el</strong> consejo de S. M., etc.” [por Dedicatoria d<strong>el</strong> Tratado<br />

de Longino], en Memorias de la Academia Ecuatoriana<br />

correspondiente de la Española, Nueva Serie,<br />

tercera entrega, Quito, 1923, p. 209-225. Publicado<br />

por Manu<strong>el</strong> María Pólit Laso junto a su artículo “Un<br />

hallazgo literario” (pp. 199-208).<br />

“Defensa de los curas de Riobamba” [fragmento de Defensa…],<br />

en Carlos Paladines, Pensamiento <strong>ilustrado</strong><br />

ecuatoriano, Biblioteca Básica d<strong>el</strong> Pensamiento<br />

Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación Editora<br />

Nacional, 1981, pp. 238-262. Se reproducen los apartados<br />

118 a 138 (reflexión vigésima séptima).<br />

“Defensa de los curas de Riobamba” [fragmento de Defensa…],<br />

en Carlos Paladines, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

Colección Pensamiento Fundamental Ecuatoriano,<br />

Quito, Campaña Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro<br />

y la Lectura/Corporación Editora Nacional/Universidad<br />

Andina Simón Bolívar, 2007, pp. 129-138.<br />

Se reproduce la reflexión quinta y <strong>el</strong> sexto motivo,<br />

tal como aparecen en <strong>el</strong> tercer tomo de la edición<br />

Escritos de <strong>Espejo</strong>, dirigida por Jacinto Jijón y Homero<br />

Viteri (Quito, 1923).<br />

“El nuevo Luciano de Quito (1779)” [fragmento de El<br />

nuevo Luciano…], en Carlos Paladines, ed., Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, Colección Pensamiento Fundamental Ecuatoriano,<br />

Quito, Campaña Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

por <strong>el</strong> Libro y la Lectura/Corporación Editora Nacional/Universidad<br />

Andina Simón Bolívar, 2007, pp.<br />

63-84. Se reproduce solamente la “Conversación<br />

tercera”, tal como aparece en la edición Obra educativa<br />

de Philip Astuto (Caracas, Biblioteca Ayacucho,<br />

1981).<br />

“Ensayo sobre determinar los caracteres de la sensibilidad”<br />

[de Primicias…], en Carlos Paladines, Pensamiento<br />

<strong>ilustrado</strong> ecuatoriano, Biblioteca Básica d<strong>el</strong><br />

Pensamiento Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación<br />

Editora Nacional, 1981, pp. 165-171.<br />

“Discurso d<strong>el</strong> Dr. Francisco Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”<br />

[por Discurso…], en Augusto Arias, Panorama<br />

de la literatura ecuatoriana, Quito, Editorial El Comercio,<br />

1946, pp. 45-57.<br />

“Discurso dirigido a la muy ilustre y leal ciudad de Quito<br />

sobre la necesidad de establecer una Sociedad<br />

Patriótica con <strong>el</strong> título de ‘Escu<strong>el</strong>a de Concordia’”


156<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

[texto completo], en Pablo Herrera, Antología<br />

de prosistas ecuatorianos, tomo I, Quito, 1895 pp.<br />

317-330.<br />

“Discurso dirigido a la Sociedad Patriótica de Quito” [por<br />

Discurso…], en Anales de la Universidad de Quito,<br />

tomo III, 1889, p. 320 ss. Incluye una presentación<br />

<strong>el</strong>ogiosa anónima, que Viteri Lafronte ha atribuido<br />

a Manu<strong>el</strong> María Pólit Laso.<br />

“Instrucción previa sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> periódico intitulado<br />

Primicias de la cultura de Quito” [de Primicias…], en<br />

Carlos Paladines, Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano,<br />

Biblioteca Básica d<strong>el</strong> Pensamiento Ecuatoriano, n.º<br />

9, Quito, BCE/Corporación Editora Nacional, 1981,<br />

pp. 161-164.<br />

“Marco Porcio Catón” [fragmento de Marco…], en Carlos<br />

Paladines, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong>, Colección Pensamiento<br />

Fundamental Ecuatoriano, Quito, Campaña<br />

Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro y la Lectura/<br />

Corporación Editora Nacional/Universidad Andina<br />

Simón Bolívar, 2007, pp. 85-95. Se reproduce la carta<br />

de presentación de la obra, la nota dirigida al lector<br />

y los capítulos X, XI y XII tal como aparecen en la<br />

edición Obra educativa de Philip Astuto (Caracas,<br />

Biblioteca Ayacucho, 1981).<br />

“Memoria sobre <strong>el</strong> corte de quinas” [sección de Memoria…],<br />

en “Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz<br />

y <strong>Espejo</strong>. S<strong>el</strong>ecciones”, sección comentada por<br />

Leopoldo Benites Vinueza, parte de Precursores,<br />

Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Puebla, J. M. Cajica,<br />

1960, pp. 197-212. De este libro existe una edición<br />

facsimilar de 1989: Precursores, Biblioteca Ecuatoriana<br />

Clásica, n.º 12, Quito, Corporación de Estudios y<br />

Publicaciones/Fondo Nacional de Cultura.<br />

“Primicias de la cultura de Quito” [fragmento de Primicias],<br />

en Carlos Paladines, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong>, Colección<br />

Pensamiento Fundamental Ecuatoriano, Quito,<br />

Campaña Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro y la<br />

Lectura/Corporación Editora Nacional/Universidad<br />

Andina Simón Bolívar, 2007, pp. 139-161. Se reproduce<br />

<strong>el</strong> suplemento sobre educación pública, la<br />

carta firmada por Erophilia y la carta sobre la educación<br />

de los niños.<br />

“Primicias de la cultura de Quito” [texto completo], en<br />

“Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>.<br />

S<strong>el</strong>ecciones”, sección comentada por Leopoldo Benites<br />

Vinueza, parte de Precursores, Biblioteca Ecuatoriana<br />

Mínima, Puebla, J. M. Cajica, 1960, pp. 257-<br />

342. De este libro existe una edición facsimilar de<br />

1989: Precursores, Biblioteca Ecuatoriana Clásica, n.º<br />

12, Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones/<br />

Fondo Nacional de Cultura.<br />

“Primicias de la cultura de Quito” [texto completo], en<br />

Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección<br />

Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI,<br />

Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud Pública<br />

d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 259-313. Se trata d<strong>el</strong> texto<br />

íntegro d<strong>el</strong> periódico.<br />

“Reflexiones acerca de las viru<strong>el</strong>as (año 1785)” [fragmento<br />

de Reflexiones...], en Galo René Pérez, Pensamiento<br />

y literatura d<strong>el</strong> Ecuador. Crítica y antología, Quito,<br />

CCE, 1972, pp. 87-105. Se trata d<strong>el</strong> mismo fragmento<br />

publicado en <strong>el</strong> libro Precursores, de la Biblioteca<br />

Ecuatoriana Mínima (ver más abajo).<br />

“Reflexiones acerca de las viru<strong>el</strong>as” [fragmento de Reflexiones…],<br />

en Carlos Paladines, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

Colección Pensamiento Fundamental Ecuatoriano,


SERIE ESTUDIOS 157<br />

Quito, Campaña Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro<br />

y la Lectura/Corporación Editora Nacional/Universidad<br />

Andina Simón Bolívar, 2007, pp. 97-128. Se<br />

reproduce <strong>el</strong> capítulo referente a los falsos médicos,<br />

tal como aparece en la edición Escritos de <strong>Espejo</strong>, de<br />

González Suárez (Quito, 1912).<br />

“Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as” [fragmentos diversos de<br />

Reflexiones…], en Memorias de la Academia Ecuatoriana,<br />

2ª entrega, Quito, 1884. La edición estuvo a<br />

cargo de Pablo Herrera, quien precede <strong>el</strong> texto de<br />

<strong>Espejo</strong> con un comentario que lleva <strong>el</strong> título “<strong>Espejo</strong><br />

y sus escritos”.<br />

“Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as” [fragmento de Reflexiones…],<br />

en Carlos Paladines, Pensamiento <strong>ilustrado</strong><br />

ecuatoriano, Biblioteca Básica d<strong>el</strong> Pensamiento<br />

Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación Editora<br />

Nacional, 1981, pp. 217-235. Se reproducen diversos<br />

fragmentos tomados de diversas partes d<strong>el</strong> texto.<br />

“Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as. Año de 1785 (extracto)”<br />

[fragmento de Reflexiones…], en “Francisco Javier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>. S<strong>el</strong>ecciones”, sección<br />

comentada por Leopoldo Benites Vinueza,<br />

parte de Precursores, Biblioteca Ecuatoriana Mínima,<br />

Puebla, J. M. Cajica, 1960, pp. 131-193. De este<br />

libro existe una edición facsimilar de 1989: Precursores,<br />

Biblioteca Ecuatoriana Clásica, n.º 12, Quito,<br />

Corporación de Estudios y Publicaciones/Fondo<br />

Nacional de Cultura.<br />

“Representaciones al presidente Villalengua, acerca de<br />

su prisión” [las mismas representaciones recogidas<br />

por González Suárez, escritas por <strong>Espejo</strong> con<br />

respecto a su prisión de 1787], en “Francisco Javier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>. S<strong>el</strong>ecciones”, sección<br />

comentada por Leopoldo Benites Vinueza,<br />

parte de Precursores, Biblioteca Ecuatoriana Mínima,<br />

Puebla, J. M. Cajica, 1960, pp. 243-256. De este<br />

libro existe una edición facsimilar de 1989: Precursores,<br />

Biblioteca Ecuatoriana Clásica, n.º 12, Quito,<br />

Corporación de Estudios y Publicaciones/Fondo<br />

Nacional de Cultura.<br />

“Sermón de los Dolores de la Santísima Virgen pronunciado<br />

por <strong>el</strong> cura de Cicalpa Dr. Dn. Pedro Dávalos<br />

(1779)” [texto completo], publicado por Carlos<br />

Freile en Revista d<strong>el</strong> Instituto de Historia Eclesiástica<br />

Ecuatoriana, n.º 19, Quito, 1999, pp. 41-68.<br />

“Sermón moral, predicado por <strong>el</strong> Dr. Don Domingo Larrea,<br />

cura de Cayambe, <strong>el</strong> año de 778, en <strong>el</strong> Carmen<br />

de la nueva fundación de Quito, en la profesión<br />

r<strong>el</strong>igiosa de dos carm<strong>el</strong>itas primas de dicho cura”<br />

[texto completo], en Carlos Paladines, Pensamiento<br />

<strong>ilustrado</strong> ecuatoriano, Biblioteca Básica d<strong>el</strong> Pensamiento<br />

Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación<br />

Editora Nacional, 1981, pp. 315-333. Freile (Cartas y<br />

lecturas…, p. 41 y p. 529) hace notar que aquí <strong>el</strong> copista<br />

ha errado al escribir <strong>el</strong> año, siendo <strong>el</strong> verdadero<br />

1780.<br />

“Testamento de <strong>Espejo</strong>” [texto completo], en Revista d<strong>el</strong><br />

Archivo Nacional de Historia, n.º 17, Quito, agosto de<br />

1968, p. 126 ss.<br />

“Testamento d<strong>el</strong> Doctor Don Eugenio <strong>Espejo</strong>” [texto<br />

completo], en Áng<strong>el</strong> Nicanor Bedoya Maruri, El Dr.<br />

Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Quito,<br />

The Quito Times, 1982, 193 p. 175-178. También<br />

incluido, por <strong>el</strong> mismo autor, en Boletín Histórico,<br />

año VI, n.º 125, Quito, Departamento de Historia y<br />

Geografía d<strong>el</strong> Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas<br />

Armadas, julio-diciembre de 1982, p. 153 ss.


158<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

“Transcripciones”, sección final de Plutarco Naranjo, “<strong>Espejo</strong>:<br />

ideólogo político, prócer y mártir”, en Plutarco<br />

Naranjo y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>: su<br />

época y su pensamiento, Biblioteca de Historia, n.º<br />

25, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, pp. 233-246. Incluye<br />

diversos textos de la época, no todos de <strong>Espejo</strong>.<br />

Los de este autor son los titulados arbitrariamente<br />

“Autorretrato de <strong>Espejo</strong>” [de La ciencia blancardina],<br />

pp. 233-235, en <strong>el</strong> que <strong>Espejo</strong> hace un autorretrato<br />

escrito, y “Proclama que lanzó <strong>Espejo</strong> desde Bogotá,<br />

titulada ‘Discurso’”, pp. 240-242, que corresponde a<br />

la primera parte de su Discurso…<br />

“Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito”<br />

[sección de Memoria…], en “Francisco Javier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>. S<strong>el</strong>ecciones”, sección comentada<br />

por Leopoldo Benites Vinueza, parte de<br />

Precursores, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Puebla,<br />

J. M. Cajica, 1960, pp. 213-242. De este libro existe<br />

una edición facsimilar de 1989: Precursores, Biblioteca<br />

Ecuatoriana Clásica, n.º 12, Quito, Corporación<br />

de Estudios y Publicaciones/Fondo Nacional de<br />

Cultura.<br />

“Voto de un ministro togado” [fragmento de una sección<br />

de Memoria…], en Carlos Paladines, Pensamiento<br />

<strong>ilustrado</strong> ecuatoriano, Biblioteca Básica d<strong>el</strong><br />

Pensamiento Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación<br />

Editora Nacional, 1981, pp. 263-277.


SERIE ESTUDIOS 159<br />

III. Publicaciones referentes a Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

LIBROS Y PUBLICACIONES ESPECIALIZADAS<br />

Albornoz Peralta, Oswaldo, Eugenio <strong>Espejo</strong>: <strong>el</strong> espíritu más<br />

progresista d<strong>el</strong> siglo XVIII, Quito, s. e., 1997, 102 pp.<br />

Apoteosis de Eugenio <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> segundo centenario de<br />

su nacimiento, Comité Nacional Pro Bicentenario<br />

de <strong>Espejo</strong>, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1947, 168 pp.<br />

Arias, Augusto, El cristal indígena, Quito, Editorial América,<br />

1934, 209 pp. Dos ediciones posteriores se conocen<br />

en 1937 (Hispanic Historical Review, vol. XVII) y<br />

1939 (Quito, Talleres Gráficos Nacionales). Se trata<br />

de una biografía de <strong>Espejo</strong>.<br />

Arias, Raúl, Eugenio <strong>Espejo</strong>, un zapador de la colonia americana:<br />

libreto de radio-teatro, Quito, Universidad<br />

Central d<strong>el</strong> Ecuador, 1990, 49 pp.<br />

Artieda V., Rina, El duende y la lechuza, Caja de Letras, Quito,<br />

Santillana, 2009, 95 pp. Se trata de un r<strong>el</strong>ato infantil<br />

que recrea imaginariamente la vida de <strong>Espejo</strong> niño y<br />

su encuentro con una lechuza de la cual este aprende.<br />

Contiene ilustraciones de Darío Guerrero.<br />

Astuto, Philip Louis, Eugenio <strong>Espejo</strong> (1747-1795). Reformador<br />

ecuatoriano de la Ilustración, México,<br />

Fondo de Cultura Económica, 1969, 160 pp.<br />

Introducción de Leopoldo Benites Vinueza.<br />

Publicado luego en Quito, Abrapalabra, 1992, 157<br />

pp., y en Colección Media Luna, Quito, Imprenta<br />

Mariscal, 2003, 224 pp.<br />

Bedoya Maruri, Áng<strong>el</strong> Nicanor, El Dr. Francisco Xavier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, prólogo de Samu<strong>el</strong><br />

Guerra Bravo, Quito, The Quito Times, 1982, 193 pp.<br />

Incluye, bajo <strong>el</strong> título “Los testamentos de la familia<br />

<strong>Espejo</strong>” (pp. 141-187), los testamentos de Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, de su padre y de su madre, transcritos y en<br />

facsímil, sección que también fue publicada en Boletín<br />

Histórico, año VI, n.º 125, Quito, Departamento<br />

de Historia y Geografía d<strong>el</strong> Estado Mayor Conjunto<br />

de las Fuerzas Armadas, julio-diciembre de 1982, p.<br />

153 ss.<br />

Beerman, Eric y Carlos González Echegaray, Sociedad<br />

Económica de Amigos d<strong>el</strong> País de Quito y Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, su secretario. Lección de ingreso como amigo<br />

de número leída <strong>el</strong> día 27 de mayo de 1998, Madrid,<br />

D<strong>el</strong>egación en Corte, Real Sociedad Bascongada de<br />

Amigos d<strong>el</strong> País, 1998, 72 pp.<br />

Benites Vinueza, Leopoldo, El zapador de la Colonia. La<br />

vida y la obra de Francisco Xavier <strong>Espejo</strong>, Guayaquil,<br />

Ediciones Vicente Rocafuerte, 1941, 43 pp.


160<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

-----, Francisco Eugenio <strong>Espejo</strong>, habitante de la noche, Colección<br />

Básica de Escritores Ecuatorianos, n.º 63,<br />

Quito, CCE, 1984, 247 pp.<br />

Bicentenario de <strong>Espejo</strong>, Quito, Imprenta de la Universidad<br />

Central d<strong>el</strong> Ecuador, 1947.<br />

Bravo G., Luis R., La pedagogía de <strong>Espejo</strong>, Cuenca, Editorial<br />

Austral, 1967, 115 pp.<br />

Breilh, Jaime, Eugenio <strong>Espejo</strong>: la otra memoria (nueva lectura<br />

de la historia de las ideas científicas), Cuenca,<br />

Atlántida, 2001, 138 pp.<br />

Cacua Prada, Antonio, Antonio Nariño y Eugenio <strong>Espejo</strong>:<br />

dos ad<strong>el</strong>antados de la libertad, Colección Lecturas<br />

Ecuatorianas, n.º 11, Guayaquil, Archivo Histórico<br />

d<strong>el</strong> Guayas, 2000, 174 pp.<br />

Chiriboga Villaquirán, Marco, Los falsos médicos, Quito,<br />

Panorama, 1995, 87 pp. Este texto realiza, según afirma<br />

<strong>el</strong> mismo Chiriboga, una “traducción libre” d<strong>el</strong><br />

fragmento de los falsos médicos que aparece en las<br />

Reflexiones… Por tanto, aunque se basa concienzudamente<br />

en <strong>el</strong> texto de <strong>Espejo</strong>, se trata de una creación<br />

distinta y no puede considerarse como una<br />

nueva edición de este.<br />

-----, Vida, pasión y muerte de Eugenio Francisco Xavier de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Quito, Panorama, 1995, 532 pp.<br />

Este trabajo obtuvo <strong>el</strong> segundo puesto en <strong>el</strong> Concurso<br />

Nacional de Biografías, d<strong>el</strong> Consejo Nacional<br />

de Cultura, en <strong>el</strong> 2001. Conocemos de dos versiones<br />

resumidas posteriores: Quito, FONSAL, 2005, 179<br />

pp., y Quito, Esk<strong>el</strong>etra, 2009, 135 pp.<br />

Cisneros Alfaro, Ernesto, Eugenio, <strong>el</strong> médico. Ensayo histórico,<br />

s. c., s. e., s. f., 190 pp.<br />

Clavery, Edouard, Trois précurseurs de l’Indépendance des<br />

démocraties Sud-américaines : Miranda (1756-1816),<br />

Nariño (1765-1823), <strong>Espejo</strong> (1747-1795), París, Imp.<br />

Fernand Mich<strong>el</strong>, 1932, 192 pp.<br />

Estr<strong>el</strong>la, Eduardo, Ilustración y medicina: Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

y <strong>el</strong> movimiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano, Quito,<br />

CCE, 1997.<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>. Homenaje d<strong>el</strong> Ministerio de Previsión Social<br />

y Sanidad con motivo d<strong>el</strong> CCV aniversario de su<br />

nacimiento, febrero 21, 1747-1952, Quito, Imprenta<br />

d<strong>el</strong> Ministerio de Educación Pública d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

1952, 29 pp.<br />

Fierro, Rodrigo, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y Dani<strong>el</strong> A. Carrión,<br />

Quito, Corporación Editora Nacional, Quito,<br />

1999, 71 pp.<br />

Freile Granizo, Carlos, Cartas y lecturas de Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 10, Quito, BCE, 2008,<br />

542 pp. Está compuesto de tres estudios distintos<br />

d<strong>el</strong> autor: “Feminismo furtivo en <strong>el</strong> siglo XVIII: Las<br />

Cartas riobambenses de Eugenio <strong>Espejo</strong>” (pp. 29-<br />

163), “Cartas de Eugenio <strong>Espejo</strong>” (pp. 165-289) y<br />

“Eugenio <strong>Espejo</strong> lector. Contribución al estudio de<br />

las lecturas en <strong>el</strong> Reino de Quito en <strong>el</strong> siglo XVIII”<br />

(pp. 291-495), además de incluir una introducción<br />

r<strong>el</strong>ativamente extensa (“Eugenio <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> suscitador”,<br />

pp. 15-28), índices, fuentes y bibliografía.<br />

-----, Cuatro cartas inéditas (una de <strong>el</strong>las desconocida) d<strong>el</strong><br />

precursor Eugenio <strong>Espejo</strong>, Serie Documentos, Quito,<br />

Universidad San Francisco de Quito, 1991.<br />

-----, Eugenio <strong>Espejo</strong>, filósofo. Aproximación a las ideas filosóficas<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>, 1747-1795, Quito, USFQ/<br />

Abya Yala, 1997, 393 pp.


SERIE ESTUDIOS 161<br />

-----, Eugenio <strong>Espejo</strong>, precursor de la Independencia (documentos<br />

1794-1797), Quito, Abya Yala, 2001, 205 pp.<br />

Este libro ganó <strong>el</strong> premio José Mejía Lequerica d<strong>el</strong><br />

Ilustre Municipio de Quito. Una segunda edición<br />

apareció en Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 12, Quito,<br />

FONSAL, 2009, 421 pp.<br />

-----, Eugenio <strong>Espejo</strong> y su tiempo, Quito, Abya-Yala, 1997,<br />

97 pp.<br />

Freire Heredia, Manu<strong>el</strong> M., Eugenio <strong>Espejo</strong>, Riobamba, Ed.<br />

Pedagógica Freire, 1985, 97 pp.<br />

Garcés, Enrique, Eugenio <strong>Espejo</strong>: médico y duende, Quito,<br />

Imprenta Municipal, 1944, 237 pp. Una segunda<br />

edición fue publicada por la CCE en 1959 (374 pp.).<br />

Un fragmento de este estudio biográfico fue reproducido<br />

en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Escritos médicos. Comentarios<br />

e iconografía, edición de Enrique Garcés y Luis<br />

A. León, Quito, Universidad Central, 1952, pp. 355-<br />

366, y luego en Vida y contribución de Francisco Xavier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo<br />

Primero, Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador<br />

Siglo XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio<br />

de Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 393-401, en<br />

ambos casos con <strong>el</strong> título de “Ingreso en <strong>el</strong> Registro<br />

Mortuorio de indios, cholos, zambos y mestizos”.<br />

-----, Perfil d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>, Cuadernos de la<br />

UNP, Quito, Editorial Raimundo de Salazar, 1969,<br />

12 pp.<br />

Guarderas, José I., Breve biografía de Francisco Javier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>. Homenaje de los centros<br />

escolares n.º 1 “Eloy Alfaro” y n.º 3 “Alejandro Cárdenas”<br />

en <strong>el</strong> bicentenario de nacimiento d<strong>el</strong> insigne precursor<br />

de la independencia americana, Quito, Talleres<br />

Gráficos Nacionales, 1947, 21 pp.<br />

Homenaje a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> bicentenario de su nacimiento<br />

(1747-1947). Boletín d<strong>el</strong> Ministerio de Previsión Social<br />

y Trabajo, n.º 19, Quito, 1947, 185 pp.<br />

Llerena, José Alfredo, La lección de Eugenio <strong>Espejo</strong> y la<br />

causa era la noche, Quito, Universidad Central d<strong>el</strong><br />

Ecuador, 1943, 30 pp.<br />

Mata, Gonzalo Humberto, Carta al señor doctor don<br />

Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

Cuenca, Publicaciones de la Universidad de Cuenca,<br />

1947, 28 pp.<br />

Miño, Reinaldo, El día de las banderas rojas, Quito, CCE,<br />

1994, 202 pp.<br />

-----, El pensamiento médico de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Quito,<br />

Universidad Central d<strong>el</strong> Ecuador, 1987.<br />

-----, Eugenio <strong>Espejo</strong> y la defensa de los indios, Colección<br />

País Secreto, Quito, Sistema Nacional de Bibliotecas/Subsecretaría<br />

de Cultura, 1995, 167 pp.<br />

-----, Las enigmáticas banderolas de <strong>Espejo</strong>, Quito, CCE,<br />

2005, 72 pp.<br />

Monsalve Pozo, Luis, Síntesis de <strong>Espejo</strong>, Cuenca, s. e., 1947,<br />

20 pp.<br />

Montalvo, Antonio, Francisco Javier Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>, Quito, Talleres Gráficos Nacionales,<br />

1947, 143 pp.<br />

Monteros Valdivieso, Manu<strong>el</strong> Ygnacio, Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

(Chuzig), <strong>el</strong> sabio indio médico ecuatoriano: la primera<br />

figura científica y literaria nativa en <strong>el</strong> retablo<br />

amerindio. Estudio biográfico, 2 tomos, Quito,<br />

CCE, 2008.


162<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Naranjo, Plutarco y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>: su<br />

época y su pensamiento, Biblioteca de Historia, n.º<br />

25, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, 361 pp.<br />

Núñez Sánchez, Jorge, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

precursor de la independencia, Quito, Ediciones<br />

ADHILAC, 1992, 272 pp.<br />

Ontaneda Pólit, Max, Dos reformadores quiteños en <strong>el</strong><br />

siglo XVIII, Quito, Corporación SAG, 1998, 148 pp.<br />

-----, Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>. Examen de su obra,<br />

Quito, s. e., 1988, 168 pp.<br />

Paladines, Carlos, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época,<br />

Quito, PUCE, 1978, 369 pp. Contiene trabajos<br />

de varios estudiosos, todos <strong>el</strong>los reseñados en esta<br />

bibliografía.<br />

-----, Eugenio <strong>Espejo</strong>, Colección Pensamiento Fundamental<br />

Ecuatoriano, Quito, Campaña Nacional<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro y la Lectura/Corporación<br />

Editora Nacional/Universidad Andina Simón<br />

Bolívar, 2007, 168 pp. Estudio, s<strong>el</strong>ección y notas d<strong>el</strong><br />

editor.<br />

-----, Eugenio <strong>Espejo</strong>: sus planteamientos políticos y <strong>el</strong> problema<br />

de la nacionalidad, III Semana Cultural de<br />

Mayo, Quito, Consejo Provincial de Pichincha, 1981,<br />

folleto.<br />

-----, Juicio a Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario,<br />

Quito, CCE, 2007, 267 pp. Incluye, además<br />

de un sesudo estudio, la totalidad de las Cartas<br />

riobambenses y un sinnúmero de documentos<br />

r<strong>el</strong>ativos al juicio seguido a <strong>Espejo</strong> en r<strong>el</strong>ación a<br />

esos escritos.<br />

Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Homenaje<br />

d<strong>el</strong> Círculo de la Prensa a su patrono, <strong>el</strong> precursor<br />

exc<strong>el</strong>so de la libertad americana y primer periodista<br />

ecuatoriano, Francisco Xavier de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

Quito, 5 de enero de 1948, 142 pp. Contiene trabajos<br />

de diversos autores, todos reseñados en esta<br />

bibliografía.<br />

Roig, Arturo Andrés, El humanismo ecuatoriano de la segunda<br />

mitad d<strong>el</strong> siglo XVIII, Segunda parte, Biblioteca<br />

Básica d<strong>el</strong> Pensamiento Ecuatoriano, n.º XIX, Quito,<br />

Banco Central d<strong>el</strong> Ecuador/Corporación Editora<br />

Nacional, 1984, 301 pp. Casi todo <strong>el</strong> libro se centra<br />

en la figura de <strong>Espejo</strong>, mientras que la primera parte<br />

lo hace en Juan de V<strong>el</strong>asco.<br />

-----, La Sociedad Patriótica de Amigos d<strong>el</strong> País, Colección<br />

Todo es Historia, n.º 6, Quito, 1996.<br />

-----, La Sociedad Patriótica de Amigos d<strong>el</strong> País de Quito:<br />

la búsqueda de una identidad entre luces y sombras,<br />

Argentina, Ed. Conicet, 1993.<br />

Rubio Orbe, Gonzalo, Francisco Eugenio Javier de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>, biografía, Quito, Talleres Gráficos Nacionales,<br />

1950, 296 pp.<br />

San Félix, Álvaro y otros, <strong>Espejo</strong> alias Chusig. Caudillo en<br />

llamas, Otavalo, Ed. Gallo Capitán, 1979, 171 pp. Se<br />

trata de una obra de teatro basada en la vida de<br />

<strong>Espejo</strong>. El segundo título corresponde a una pieza<br />

teatral sobre Eloy Alfaro.<br />

Stornaiolo, Ugo, Luz de América, Quito, BSM Ediciones<br />

Culturales, 1995, 191 pp.<br />

Vargas, José María, OP, Biografía de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Quito,<br />

Editorial Santo Domingo, 1968, 108 pp.


SERIE ESTUDIOS 163<br />

Verdesoto de Romo Dávila, Raqu<strong>el</strong>, Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>, varón representativo de la Colonia<br />

(1747-1795), Ambato, Municipio de Ambato, 1949,<br />

12 pp.<br />

Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección<br />

Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie<br />

Precursores, Quito, Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong><br />

Ecuador, 2009, 407 pp.<br />

Villalba, Jorge, Las prisiones d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

1783-1787-1795, Quito, PUCE, 1992, 187 pp. Contiene<br />

reproducciones de los documentos d<strong>el</strong> “Archivo<br />

Ezp<strong>el</strong>eta”, todas r<strong>el</strong>acionadas al proceso seguido a<br />

<strong>Espejo</strong> y muchos de <strong>el</strong>los escritos por él mismo. El<br />

texto de Villalba, sin los documentos y con algunas<br />

modificaciones, ha sido reproducido con <strong>el</strong> título<br />

“Las prisiones d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>: su defensa<br />

y ap<strong>el</strong>ación ante la corte de España” (ver sección<br />

“Libros generales, artículos y ensayos”).<br />

Visión actual de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Quito, Fundación Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>/Fundación Friedrich Naumann, 1988, 57<br />

pp. Se trata de una serie de conferencias dictadas en<br />

<strong>el</strong> auditorio de CIESPAL <strong>el</strong> 24 de febrero de 1988, a<br />

excepción de la última, de 1986.<br />

Yépez d<strong>el</strong> Pozo, Juan, El símbolo de América india. Ensayo<br />

biográfico d<strong>el</strong> ilustre precursor, Quito, Imprenta Municipal,<br />

1949, 73 pp.<br />

Zaldumbide, Gonzalo, En torno a <strong>Espejo</strong>, Quito, Minerva,<br />

1967, 101 pp. Edición de José María Leoro.<br />

LIBROS GENERALES, ARTÍCULOS Y ENSAYOS<br />

“300 años de la Facultad de Medicina de Quito”, en Boletín<br />

de Informaciones Científicas Nacionales, Quito,<br />

CCE, 1993.<br />

Abad Guerra, Ezequi<strong>el</strong>, “<strong>Espejo</strong>, hombre de su tiempo y<br />

fuera de su tiempo”, en Revista <strong>Espejo</strong>, Órgano d<strong>el</strong><br />

Círculo de La Prensa de Quito, n.º VII, n.º 15, Quito,<br />

1948, pp. 6-8.<br />

Acosta Solís, Misa<strong>el</strong>, “Eruditos y científicos ecuatorianos<br />

de la Colonia”, en Boletín de Informaciones Científicas<br />

Nacionales, Quito, CCE, julio de 1944.<br />

Adoum, Jorge Enrique, “El alba”, en Eldorado y las ocupaciones<br />

nocturnas (1961), sección IV de Los cuadernos<br />

de la tierra, Quito, CCE, 1963, pp. 219-220. Se trata<br />

de un poema dedicado a <strong>Espejo</strong>.<br />

Águila, Yves, “Estrategias d<strong>el</strong> discurso científico criollo:<br />

<strong>Espejo</strong> y Alzate” en Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas<br />

(Anuario de Historia de América Latina), n.º<br />

34, 1997, pp. 245-257.<br />

Aguilar Paredes, Jaime, “Doctor Eugenio de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong>, 1747-1795”, en Grandes personalidades de la<br />

patria ecuatoriana. Galería biográfica, Quito, Fray Jodoco<br />

Ricke, 1973, pp. 109-115. Una 2ª ed. fue hecha<br />

en Ambato, Ed. Pío XII, 1979.<br />

Alarcón Costta, César, Diccionario biográfico ecuatoriano,<br />

Quito, Fundación Ecuatoriana de Desarrollo, 2000.<br />

Albán, Fernando, “Entre la máscara y <strong>el</strong> rostro”, en La cuadratura<br />

d<strong>el</strong> círculo. Cuatro ensayos sobre la cultura<br />

ecuatoriana, Quito, Corporación Cultural Orogenia,<br />

2006, pp. 17-58.


164<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Albarracín Teulón, A., “La medicina colonial en <strong>el</strong> siglo<br />

XVIII: de los aires, aguas y lugares. Hipocrático a las<br />

reflexiones higiénicas d<strong>el</strong> ecuatoriano Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Asclepio. Revista de Historia de la Medicina<br />

y la Ciencia, vol. 39, n.º 2, España, Instituto de Historia<br />

d<strong>el</strong> CSIC, 1987, pp. 151-197.<br />

Albornoz, Migu<strong>el</strong>, “El mestizo que venció los prejuicios:<br />

a qué precio <strong>el</strong> ecuatoriano Eugenio <strong>Espejo</strong> conquistó<br />

la inmortalidad”, en Revista Nacional de Cultura,<br />

vol. 7, n.º 48, Caracas, enero-febrero de 1945,<br />

pp. 63-75.<br />

Alvarado, R., “Eugenio <strong>Espejo</strong>, médico y duende”, en Anales<br />

de la Universidad Central, n.º LXXII, Quito, 1944,<br />

pp. 281-297.<br />

Andrade, Manu<strong>el</strong> de Jesús, “Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Eugenio”,<br />

en Próceres de la independencia. Índice alfabético<br />

de sus nombres con algunos bocetos biográficos,<br />

Quito, 1909, pp. 362-364.<br />

Andrade, Roberto, “<strong>Espejo</strong> y sus obras”, capítulos 2 y 3<br />

de Historia d<strong>el</strong> Ecuador, tomo I, Guayaquil, Reed &<br />

Reed, 1937, pp. 119-186. Una 2ª edición de este libro<br />

fue publicada en Quito, Corporación Editora Nacional,<br />

1982.<br />

Andrade Aulestia, Carlos, “Las ideas políticas y filosóficas<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, tesis doctoral, Facultad de Ciencias<br />

Humanas de la PUCE, 1993, 132 pp.<br />

Andrade Co<strong>el</strong>lo, Alejandro, Quiteños auténticos, Quito,<br />

Imprenta Municipal, 1934, 16 pp.<br />

-----, “Un precursor de libertad y cultura”, en Boletín de<br />

la Academia Nacional de Historia de Venezu<strong>el</strong>a, n.º<br />

XVII, Caracas, 1934, pp. 10-24.<br />

Andrade Co<strong>el</strong>lo, María Ester de, “A <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>,<br />

n.º 4, Quito, 1943, p. 15.<br />

-----, “A <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948. Poesía.<br />

Andrade, Manu<strong>el</strong>, Próceres de la Independencia. Índice<br />

alfabético de sus nombres con algunos bocetos<br />

biográficos, Quito, Imprenta Gutemberg, 1909, pp.<br />

362-364.<br />

Andrade Marín, Luciano, “Apoteosis de Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Apoteosis de Eugenio <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> segundo centenario<br />

de su nacimiento, Comité Nacional Pro Bicentenario<br />

de <strong>Espejo</strong>, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1947,<br />

168 pp.<br />

-----, “Notas bibliográficas sobre ‘Un libro autógrafo de<br />

<strong>Espejo</strong>’”, en Boletín de la Biblioteca Nacional de Quito,<br />

septiembre de 1920.<br />

-----, “Retrato auténtico de Eugenio <strong>Espejo</strong> en un lienzo<br />

d<strong>el</strong> hospital San Juan de Dios”, en diario Últimas<br />

Noticias, Quito, 20 de marzo de 1965, p. 8. También<br />

reproducido en Luciano Andrade Marín, Historietas<br />

de Quito, vol. 1, Biblioteca Básica de Quito, n.º<br />

2, Quito, Grupo Cinco Editores, 2000, pp. 146-147.<br />

Arboleda R., Gustavo, “Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Francisco Eugenio<br />

de”, en Diccionario biográfico de la república<br />

d<strong>el</strong> Ecuador, Quito, 1910, p. 156.<br />

-----, Periodismo en <strong>el</strong> Ecuador: datos para un estudio,<br />

Guayaquil, El Grito d<strong>el</strong> Pueblo, 1990, 238 pp.<br />

Arciniegas, Germán, “Francisco Javier <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> de la Golilla”,<br />

en Letras d<strong>el</strong> Ecuador, vol. XI, Quito, 1956, pp.<br />

42-45.


SERIE ESTUDIOS 165<br />

Arcos, Gualberto, “El Doctor Francisco Javier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, prólogo a Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

Reflexiones médicas sobre la higiene de Quito [por<br />

Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as], Quito, Imprenta Municipal,<br />

1930, pp. IX-LXIII. Luego incluido en Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, Escritos médicos. Comentarios e iconografía,<br />

edición de Enrique Garcés y Luis A. León, Quito,<br />

Universidad Central, 1952, pp. 185-215.<br />

-----, “El precursor de la libertad política y d<strong>el</strong> despertar<br />

científico: Dr. Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz<br />

y <strong>Espejo</strong>”, en Evolución de la Medicina en <strong>el</strong> Ecuador,<br />

Quito, 1933, pp. 270-288.<br />

-----, “El sabio Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong>”, en La medicina en <strong>el</strong> Ecuador. Revista de la<br />

Sociedad Jurídico-Literaria, Nueva Serie, t. XXX, n.º<br />

14, Quito, 1925, pp. 88-91.<br />

-----, “Evolución de la medicina en <strong>el</strong> Ecuador”, en Anales<br />

de la Universidad Central, vol., LXI, n.º 306, Quito,<br />

octubre-diciembre, 1938, pp. 1.147-1.118.<br />

Arias, Augusto, “<strong>Espejo</strong> y Quito”, en revista América, vol.<br />

IX, Quito, 1933, pp. 240-248.<br />

-----, “La obra de <strong>Espejo</strong>. Discurso d<strong>el</strong> Dr. Francisco Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en Panorama de la<br />

literatura ecuatoriana, Quito, Editorial El Comercio,<br />

1946, pp. 34-45 y 46-57.<br />

Astudillo Espinosa, C<strong>el</strong>ín, “Biografías de algunos médicos<br />

salubristas y parasicólogos”, en Páginas históricas de<br />

la medicina ecuatoriana, Quito, Instituto Panamericano<br />

de Geografía e Historia, 1981.<br />

-----, “El bicentenario d<strong>el</strong> fallecimiento de Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Boletín de Informaciones Científicas Nacionales,<br />

Quito, CCE, septiembre de 1997.<br />

Astuto, Philip Louis, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Museo Histórico.<br />

Órgano d<strong>el</strong> Museo de Historia de la ciudad de Quito,<br />

n.º 33, Quito, pp. 21-37.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: crítico dieciochesco y pedagogo<br />

quiteño”, en Revista Hispánica Moderna, vol. 34, n.º<br />

3-4, julio-octubre de 1968, pp. 513-522.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: hombre de la Ilustración en <strong>el</strong><br />

Ecuador”, en BANH, vol. 5, n.º 9-10, Quito, diciembre<br />

de 1959, pp. 113-139. Existe una edición anterior<br />

en inglés: “Eugenio <strong>Espejo</strong>: A Man of the Enlightenment<br />

in Ecuador”, en Revista de Historia de América,<br />

n.º 44, México, D. F., Instituto Panamericano de Geografía<br />

e Historia, diciembre de 1957, pp. 369-391.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: Quiteño de la Ilustración”, en<br />

Cuarta reunión de consulta sobre Historia d<strong>el</strong> Instituto<br />

Panamericano de Geografía e Historia, 18 a 26<br />

de enero de 1959, Cuenca, Editorial Amazonas, 1960,<br />

pp. 286-296.<br />

-----, “Introducción a las obras sobre economía política”,<br />

en Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Obras Completas,<br />

tomo II, Bicentenario. Biblioteca Mínima, Quito/<br />

Riobamba, CCEBC, 2008, pp. 11-38.<br />

-----, “Introducción a las obras teológicas”, en Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Obras Completas, tomo IV,<br />

Bicentenario. Biblioteca Mínima, Quito/Riobamba,<br />

CCEBC, 2008, pp. 11-19.<br />

-----, “Prólogo”, introducción a Eugenio de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong>, Obra educativa, Biblioteca Ayacucho, vol.<br />

89, Caracas, 1981, pp. IX-XXXVIII. Reeditado luego<br />

como “Obra educativa prólogo”, introducción a<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Obras Completas,<br />

tomo I, Bicentenario. Biblioteca Mínima, Quito/


166<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Riobamba, CCEBC, 2008, pp. 13-48. Incluye notas,<br />

criterios de edición crítica y agradecimientos.<br />

Barrera, Isaac J., “Estudio sobre las Primicias de la Cultura<br />

de Quito”, en BANH, vol. VI, n.º 74, julio-diciembre,<br />

1949.<br />

-----, “Eugenio Francisco Javier de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Lecturas biográficas. Próceres de la patria, Quito,<br />

Publicaciones de la Academia Ecuatoriana de la<br />

Lengua/Editorial Ecuatoriana Plaza de San Francisco”,<br />

1939, pp. 33-41.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>” en Literatura ecuatoriana. Apuntaciones<br />

históricas, Quito, 1924, pp. 35-41.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>” en Quito Colonial. Siglo XVIII y comienzos<br />

d<strong>el</strong> siglo XIX, Memorias de la Academia Nacional de<br />

Historia, vol. 1, Quito, 1922, pp. 81-116. Una segunda<br />

edición de este libro apareció como volumen 103<br />

de la Biblioteca Cajica de Cultura Universal, México,<br />

Editorial José M. Cajica, Jr., 1971, 497 pp.<br />

-----, “Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”,<br />

prólogo a El nuevo Luciano de Quito, Clásicos ecuatorianos,<br />

vol. IV, Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Ministerio de<br />

Gobierno, 1943, pp. VII-XXII.<br />

-----, “Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”,<br />

capítulo V de Historia de la literatura ecuatoriana,<br />

volumen II, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1944, pp.<br />

44-69 y 324. Otra edición de este libro fue hecha,<br />

en un solo tomo, en Quito, Libresa, 1979, 1.317 pp.<br />

(cap. V, pp. 309-330).<br />

-----, La literatura d<strong>el</strong> Ecuador, tomo VI de Las literaturas<br />

americanas, Buenos Aires, Universidad de Buenos<br />

Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1947, 173 pp.<br />

Información sobre <strong>Espejo</strong> en las páginas 15-23.<br />

-----, “Publicación d<strong>el</strong> Nuevo Luciano d<strong>el</strong> P. Espinosa”, en<br />

BANH, vol. XXIII, n.º 61, enero-julio de 1943, p. 138.<br />

Bedoya, María Elena, Prensa y espacio público en Quito<br />

(1790-1840), Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 22, Quito,<br />

FONSAL, 2009.<br />

Bedoya Maruri, Áng<strong>el</strong> Nicanor, “Ensayo biográfico d<strong>el</strong><br />

doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en BANH, Quito, vols. LVII,<br />

1974, pp. 231-251 y LVIII, 1975, pp. 125-137.<br />

-----, “Los testamentos de la familia <strong>Espejo</strong>”, en Boletín Histórico,<br />

año VI, n.º 125, Quito, Departamento de Historia<br />

y Geografía d<strong>el</strong> Estado Mayor Conjunto de las<br />

Fuerzas Armadas, julio-diciembre de 1982, p. 153 ss.<br />

-----, Nevados de Ecuador y Quito colonial, Quito, CCE,<br />

1976, pp. 168-245.<br />

Beerman, Eric, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y la Sociedad Económica<br />

de Amigos d<strong>el</strong> País, Quito”, en Jorge Núñez Sánchez,<br />

ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento precursor de la<br />

independencia, Quito, Ediciones ADHILAC, 1992,<br />

pp. 11-27. Reeditado luego en Vida y contribución de<br />

Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-<br />

1795, Tomo Primero, Colección Ciencia y Arte Médicos<br />

– Ecuador Siglo XXI, Serie Precursores, Quito,<br />

Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp.<br />

159-172.<br />

Benites Vinueza, Leopoldo, “Francisco Javier Eugenio de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en Precursores, Biblioteca Ecuatoriana<br />

Mínima, Puebla, J. M. Cajica, 1960, pp. 9-67.<br />

El libro contiene diversas notas y observaciones d<strong>el</strong><br />

autor. Existe una segunda edición facsimilar: Precursores,<br />

Biblioteca Ecuatoriana Clásica, n.º 12, Quito,<br />

Corporación de Estudios y Publicaciones/Fondo<br />

Nacional de Cultura, 1989.


SERIE ESTUDIOS 167<br />

-----, “Un zapador de la Colonia. Notas para la biografía<br />

d<strong>el</strong> precursor <strong>Espejo</strong>”, en Revista d<strong>el</strong> Colegio Nacional<br />

Vicente Rocafuerte, n.º XVIII, Guayaquil, 1941, pp.<br />

64-107.<br />

Borja, Luis F<strong>el</strong>ipe, “<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> héroe nacional”, en BANH,<br />

vol. 27, n.º 69, enero-junio de 1947, pp. 27-38.<br />

Breilh, Jaime, “<strong>Espejo</strong> epidemiólogo: nueva lectura de sus<br />

ideas científicas”, en Plutarco Naranjo y Rodrigo Fierro,<br />

eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>: su época y su pensamiento,<br />

Biblioteca de Historia, n.º 25, Quito, Universidad Andina<br />

Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional,<br />

2008, pp. 169-186.<br />

Büschges, Christian, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, la Ilustración y las<br />

élites”, en Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas<br />

(Anuario de Historia de América Latina), n.º 34, 1997,<br />

pp. 260-275.<br />

Cacua Prada, Antonio, “Antonio Nariño y Eugenio <strong>Espejo</strong>:<br />

ad<strong>el</strong>antados de la libertad”, en Jorge Núñez Sánchez,<br />

ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento precursor<br />

de la independencia, Quito, Ediciones ADHILAC,<br />

1992, pp. 29-48.<br />

Cajas, Enrique, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Filosofía, Letras y Educación,<br />

IX, Quito, 1956.<br />

Campos, Francisco, Galería biográfica de hombres célebres<br />

ecuatorianos, Guayaquil, 1885, 111 pp.<br />

Campos, Manu<strong>el</strong> Antonio, “Francisco J. Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Guayaquil artístico, año I, n.º 5, Guayaquil, 1900,<br />

p. 52.<br />

Carrasco Veintimilla, Manu<strong>el</strong>, “Mito y realidad de <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Revisa d<strong>el</strong> Archivo Nacional de Historia, Núcleo<br />

d<strong>el</strong> Azuay, n.º 2, Cuenca, 1980.<br />

Carrión, Alejandro, “<strong>Espejo</strong> en la cárc<strong>el</strong>”, en Boletín de Informaciones<br />

Científicas Nacionales, XLV, Quito, 1952,<br />

pp. 81-102.<br />

Carrión, Benjamín, “Significación máxima de lo ecuatoriano:<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Letras d<strong>el</strong> Ecuador, año I, n.º 19-20,<br />

Quito, CCE, diciembre 1946-febrero 1947, pp. 23-30.<br />

Castillo, Ab<strong>el</strong> Romeo, “El primer periodista y <strong>el</strong> primer<br />

periódico ecuatoriano”, en Anales d<strong>el</strong> Archivo Nacional<br />

de Historia y Museo Único, época II, tomo I, 1939,<br />

pp. 126-137.<br />

Castro, Álvaro, “El Dr. <strong>Espejo</strong> y su biblioteca”, en Revista<br />

<strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de<br />

enero de 1948, pp. 105-110.<br />

Cevallos, Pedro Fermín, Resumen de la Historia d<strong>el</strong> Ecuador<br />

desde su origen hasta 1845, 5 tomos, Lima, 1870. La<br />

segunda edición (6 tomos, Guayaquil, Imprenta de la<br />

Nación, 1886) fue corregida y aumentada por <strong>el</strong> autor.<br />

Algunos fragmentos de esta obra, escogidos por<br />

González Suárez de los tomos segundo y tercero, fueron<br />

publicados dentro de los “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>” de<br />

este último en Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo 2, Quito, Imprenta Mariscal,<br />

1912, pp. XIX-XXIV, bajo <strong>el</strong> título de “Juicio d<strong>el</strong><br />

Dr. Dn. Pedro Fermín Cevallos”. Un fragmento r<strong>el</strong>ativo<br />

a <strong>Espejo</strong> también fue incluido en Pedro Fermín Cevallos,<br />

Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Puebla, Editorial<br />

José Cajica Jr, 1960, p. 221 ss. y su edición facsimilar de<br />

1989 (Biblioteca Ecuatoriana Clásica).<br />

Chacón, Jorge, “<strong>Espejo</strong>. Oración gratulatoria pronunciada<br />

en la Catedral Metropolitana de Quito”, en Apoteosis<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> segundo centenario de<br />

su nacimiento, Comité Nacional Pro Bicentenario de<br />

<strong>Espejo</strong>, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1947, pp. 33-60.


168<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Chiriboga, David, “Presentación”, en Reflexiones sobre la<br />

utilidad, importancia y conveniencias que propone<br />

don Francisco Gil, cirujano d<strong>el</strong> Real Monasterio de San<br />

Lorenzo y su sitio, e Individuo de la Real Academia de<br />

Madrid, en su disertación físico-médica, acerca de un<br />

método seguro para preservar a los pueblos de las viru<strong>el</strong>as,<br />

Quito, Consejo Nacional de Salud/Comisión<br />

de Promoción de la Salud, 2011, pp. 11-12.<br />

Chiriboga N., Áng<strong>el</strong> Isaac, “Palabras en la sesión de clausura<br />

de la Semana de <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º<br />

15, número extraordinario, Quito, 5 de enero de<br />

1948, pp. 46-48.<br />

Chiroboga Villaquirán, Marco, “Prólogo” en Primicias de<br />

la cultura de Quito, Quito, Editorial Panorama, 1996.<br />

Cordero, Susana, “Primicias de la Cultura de Quito”, en<br />

Jorge Núñez Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

precursor de la independencia, Quito, Ediciones<br />

ADHILAC, 1992, pp. 49-66.<br />

Cordero y León, María Ramona, “Bien te nominaste <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948, p. 14. Poesía.<br />

Cornejo, Justino, “Un mestizo genial”, en Revista <strong>Espejo</strong>,<br />

n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de enero de<br />

1948, pp. 48-49.<br />

Cuervo, Luis Augusto, “Elogio de un precursor”, en Boletín<br />

de Historia y Antigüedades, XXXIV, Bogotá, 1947,<br />

pp. 101-105. También recogido en Revista <strong>Espejo</strong>,<br />

n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de enero de<br />

1948, pp. 61-64, con <strong>el</strong> título “<strong>Espejo</strong> en Colombia.<br />

Elogio de un Precursor”.<br />

Darquea Terán, Gustavo, “Homenaje a <strong>Espejo</strong>”, en Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>. Homenaje d<strong>el</strong> Ministerio de Previsión<br />

Social y Sanidad con motivo d<strong>el</strong> CCV aniversario de<br />

su nacimiento, febrero 21, 1747-1952, Quito, Imprenta<br />

d<strong>el</strong> Ministerio de Educación Pública d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

1952, pp. 7-10.<br />

Demélas, Marie Dani<strong>el</strong>le e Yves Saint Geours, “El Precursor”,<br />

en Jerusalén y Babilonia. R<strong>el</strong>igión y política en <strong>el</strong><br />

Ecuador, 1780-1880, Quito, CEN-IFEA, 1988.<br />

Destruge, Camilo, “Dr. Francisco Eugenio de Santa Cruz<br />

y <strong>Espejo</strong>”, en Álbum biográfico ecuatoriano, Tomo I,<br />

Primera parte: Hombres notables d<strong>el</strong> Reino de Quito,<br />

Guayaquil, 1903, pp. 114-117.<br />

-----, “Documentos para la vida de Eugenio Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong>”, en BANH, XXVI, Quito, 1946, 247-251.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> héroe d<strong>el</strong> Ecuador en la Unión Panamericana”,<br />

en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 3, 1943, pp. 1-3.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>, Francisco Javier”, en Diccionario biográfico<br />

escolar, Guayaquil 1917, p. 23.<br />

Díaz Benalcázar, Rita, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y sus consideraciones<br />

sobre <strong>el</strong> clero d<strong>el</strong> siglo XVIII”, Documento<br />

preparado como parte d<strong>el</strong> expediente de la declaratoria<br />

patrimonial de Eugenio <strong>Espejo</strong> que reposa<br />

en <strong>el</strong> archivo institucional d<strong>el</strong> INPC, Quito, Instituto<br />

Nacional de Patrimonio Cultural, 2009, 7 pp.<br />

Díaz Benalcázar, Rita y Nidia Gómez, “Biografía de Eugenio<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, Documento preparado<br />

como parte d<strong>el</strong> expediente de la declaratoria patrimonial<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong> que reposa en <strong>el</strong> archivo<br />

institucional d<strong>el</strong> INPC, Quito, Instituto Nacional de<br />

Patrimonio Cultural, 2009, 28 pp.<br />

“Documentos para la vida de Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”,<br />

en BANH, XXVI, Quito, 1946.


SERIE ESTUDIOS 169<br />

Egüez, Iván, “Desventuras de un <strong>ilustrado</strong> d<strong>el</strong> siglo XVIII<br />

y de una liberanta riobambeña”, en Jorge Enrique<br />

Adoum, Eliécer Cárdenas, Alejandro Carrión y otros,<br />

Aventuras de amor en nuestra Historia, Bogotá,<br />

Tercer Mundo Editores, 1992, 141 pp. Una segunda<br />

edición de este libro apareció como volumen<br />

7 de la Colección Luna Tierna, Quito, Campaña<br />

Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro y la Lectura,<br />

2002, 272 pp. Se trata de un r<strong>el</strong>ato de ficción que<br />

toma como base <strong>el</strong> episodio histórico de las Cartas<br />

riobambenses.<br />

“El Dr. Eugenio <strong>Espejo</strong> (introducción al discurso de éste<br />

para la fundación de la Sociedad Patriótica)”, en<br />

Anales de la Universidad Central, III, n.º 21, p. 320.<br />

“Eugenio <strong>Espejo</strong>, bibliotecario público”, en Vida y contribución<br />

de Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección Ciencia<br />

y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie Precursores,<br />

Quito, Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

2009, pp. 314-319. Este segmento, que no lleva<br />

firma, reúne documentos r<strong>el</strong>ativos a la actividad de<br />

<strong>Espejo</strong> como bibliotecario.<br />

“Eugenio <strong>Espejo</strong>, propulsor de la medicina en <strong>el</strong> Ecuador<br />

colonial (1747-1795)”, en José López Sánchez, ed.,<br />

Ensayos científicos escritos en homenaje a Tomás<br />

Romay, La Habana, Museo Histórico de las Ciencias<br />

Médicas “Dr. Carlos J. Finlay”/Academia de Ciencias<br />

de Cuba, 1968, pp. 143-154.<br />

Endara, Julio, “Caldas y <strong>Espejo</strong>, o <strong>el</strong> ansia de sabiduría”, en<br />

Revista de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, año I,<br />

Quito, 1945, pp. 81-102. También incluido en Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, Escritos médicos. Comentarios e iconografía,<br />

edición de Enrique Garcés y Luis A. León,<br />

Quito, Universidad Central, 1952, pp. 216-238 y en<br />

Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, Quito, Facultad de<br />

Ciencias Médicas de la Universidad Central, 1985,<br />

pp. 81-102.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, prólogo a Enrique Garcés, <strong>Espejo</strong>,<br />

médico y duende, Quito, Imprenta Municipal, 1944,<br />

pp. I-VIII.<br />

Escala, Víctor Hugo, “Perfil de <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>,<br />

n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de enero de<br />

1948, p. 53-54.<br />

Escu<strong>el</strong>a <strong>Espejo</strong>, “Conferencia acerca de la personalidad<br />

de Eugenio <strong>Espejo</strong>, pronunciada con motivo de<br />

la conmemoración d<strong>el</strong> 191 aniversario de su nacimiento”,<br />

en Gaceta Municipal, año XXIII, n.º 88, 1938.<br />

Espín Lastra, Alfonso R., “Biblioteca General de la Universidad<br />

Central, sección de libros coloniales que pertenecieron<br />

a la Universidad de San Gregorio Magno<br />

y luego a la biblioteca d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Cuadernos de Arte y Poesía, IX, Quito, 1960, pp.<br />

107-147.<br />

Espinosa, Roberto, “Francisco Javier Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en<br />

Gaceta Municipal, número extraordinario d<strong>el</strong> 10 de<br />

agosto de 1890, Cuenca, pp. 9-11.<br />

-----, “Un sabio ecuatoriano”, en Unión Literaria, Cuenca,<br />

agosto de 1909, pp. 103-107.<br />

Espinosa Pólit, Aur<strong>el</strong>io, “Advertencia crítica a El nuevo<br />

Luciano de Quito”, en El nuevo Luciano de Quito,<br />

Clásicos ecuatorianos, vol. IV, Quito, Imprenta d<strong>el</strong><br />

Ministerio de Gobierno, 1943, pp. XXIII-XXVII.<br />

Estévez M., Edmundo, “Las ideas biológicas de Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>”, en La escu<strong>el</strong>a médica de Quito en la<br />

Historia de las Ciencias Naturales, Quito, Facultad


170<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

de Ciencias médicas de la Universidad Central d<strong>el</strong><br />

Ecuador, 1996.<br />

Estévez, Rosario, “Un ilustre quiteño: <strong>el</strong> doctor Francisco<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, tesis doctoral, Facultad<br />

de Ciencias Humanas de la PUCE, 1967, 111<br />

pp.<br />

Estrada y Ayala, Aurora, “Francisco Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948, p. 34. Poesía.<br />

Estr<strong>el</strong>la, Eduardo, “Apuntes para una discusión sobre <strong>el</strong><br />

pensamiento médico de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Reflexiones<br />

acerca de un método para preservar a los<br />

pueblos de las viru<strong>el</strong>as, edición facsimilar d<strong>el</strong> manuscrito<br />

que se conserva en la biblioteca d<strong>el</strong> Instituto<br />

Nacional Mejía, Comisión Nacional Permanente de<br />

Conmemoraciones Cívicas, Quito, Nueva Editorial,<br />

1993, pp. 9-45. Incluye la subsección “Sobre esta edición”<br />

(pp. 23-45).<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: Precursor de la medicina científica<br />

ecuatoriana”, en Rodrigo Fierro y Gabri<strong>el</strong> Ordóñez<br />

Nieto, Biopatología andina y tropical ecuatoriana,<br />

Quito, Academia Ecuatoriana de Medicina, 1995,<br />

pp. 100-111.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y la economía de la quina”, prólogo<br />

a Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito,<br />

edición facsimilar, Quito, Comité Permanente de<br />

Conmemoraciones Cívicas, 1993, pp. 17-22.<br />

“Extracto de la causa formada al Doctor Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

con motivo d<strong>el</strong> lib<strong>el</strong>o infamatorio titulado ‘La Golilla’<br />

d<strong>el</strong> que se le supuso autor”, en Museo Histórico.<br />

Órgano d<strong>el</strong> Museo de Historia de la ciudad de Quito,<br />

n.º 9, Quito, mayo de 1951, pp. 11-18.<br />

Fiallos, Fabio, “Quién fuera tú, <strong>Espejo</strong>”, en Revista América,<br />

n.º 46, s. l., s. f.<br />

Fierro Benítez, Rodrigo, “El ad<strong>el</strong>antado y precursor: doctor<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Homenaje a Jorge Salvador<br />

Lara, vol. 1, Quito, PUCE, Producción Gráfica, 2005,<br />

pp. 371-382.<br />

-----, “El pensamiento médico d<strong>el</strong> doctor <strong>Espejo</strong>. Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>: dev<strong>el</strong>ador de enigmas”, en Plutarco Naranjo<br />

y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>: su época y su<br />

pensamiento, Biblioteca de Historia, n.º 25, Quito,<br />

Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, pp. 155-168.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: ilustre científico y precursor de la<br />

independencia americana”, en Primera reunión de<br />

las ciencias y de la técnica en los países ibéricos e iberoamericanos,<br />

Madrid, Editorial Universitaria, 1985,<br />

pp. 67-90.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, médico quiteño de la Ilustración:<br />

pionero de la bacteriología en las Américas”, en<br />

Anales de la Real Academia Nacional de Medicina<br />

de España, tomo CXX, Cuaderno Primero, Madrid,<br />

2003, pp. 78-93.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, médico y duende”, en Ensayos: temas<br />

d<strong>el</strong> Tercer Mundo, Colección Básica de Escritores<br />

Ecuatorianos, n.º 51, Quito, CCE, 1983.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y Dani<strong>el</strong> Carrión: sus raíces”, en Rodrigo<br />

Fierro, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y Dani<strong>el</strong> A. Carrión,<br />

Quito, Corporación Editora Nacional, Quito, 1999.<br />

-----, “La escritura en la Conquista y en la Independencia<br />

de los pueblos andinos”, en Interciencia, vol. 12, n.º 4,<br />

1987, pp. 164-170.


SERIE ESTUDIOS 171<br />

Fierro, Paco, “Acerca de la edición de las Reflexiones de<br />

la CCE”, en Reflexiones sobre la utilidad, importancia<br />

y conveniencias que propone don Francisco Gil, cirujano<br />

d<strong>el</strong> Real Monasterio de San Lorenzo y su sitio, e<br />

Individuo de la Real Academia de Madrid, en su disertación<br />

físico-médica, acerca de un método seguro<br />

para preservar a los pueblos de las viru<strong>el</strong>as, Quito,<br />

Consejo Nacional de Salud/Comisión de Promoción<br />

de la Salud, 2011, pp. 27-38.<br />

-----, “Sobre esta edición”, en Reflexiones sobre la utilidad,<br />

importancia y conveniencias que propone don Francisco<br />

Gil, cirujano d<strong>el</strong> Real Monasterio de San Lorenzo<br />

y su sitio, e Individuo de la Real Academia de Madrid,<br />

en su disertación físico-médica, acerca de un método<br />

seguro para preservar a los pueblos de las viru<strong>el</strong>as,<br />

Quito, Consejo Nacional de Salud/Comisión de<br />

Promoción de la Salud, 2011, pp. 14-25.<br />

Freile Granizo, Carlos, “Cartas inéditas de Eugenio y Juan<br />

Pablo <strong>Espejo</strong>”, en Revista d<strong>el</strong> Centro Nacional de Investigaciones<br />

Genealógicas y Antropológicas, n.º 16,<br />

Quito, 1998.<br />

-----, “El pensamiento económico-social de Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Plutarco Naranjo y Rodrigo Fierro, eds.,<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>: su época y su pensamiento, Biblioteca<br />

de Historia, n.º 25, Quito, Universidad Andina<br />

Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional, 2008,<br />

pp. 275-293.<br />

-----, “El prejuicio racial como <strong>el</strong>emento de la mentalidad<br />

dominante en Quito en <strong>el</strong> siglo XVIII: un par<br />

de ejemplos”, en Revista d<strong>el</strong> Centro Nacional de Investigaciones<br />

Genealógicas y Antropológicas, n.º 13,<br />

Quito, 1995, pp. 385-404.<br />

-----, “El siglo XVIII en la Real Audiencia de Quito. Marco<br />

histórico a la obra de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Carlos<br />

Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época,<br />

Quito, PUCE, 1978, pp. 1-48. Reeditado, con algunos<br />

cambios, en Vida y contribución de Francisco Xavier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero,<br />

Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador<br />

Siglo XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 27-60.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, ¿indio real o simbólico?”, en Revista<br />

d<strong>el</strong> Centro Nacional de Investigaciones Genealógicas y<br />

Antropológicas, n.º 9, Quito, julio de 1991, pp. 109-133.<br />

-----, introducción a Defensa de los curas de Riobamba,<br />

Quito, Archivo Municipal de Historia, 1997.<br />

-----, “Los hermanos <strong>Espejo</strong>, sabios y mártires”, capítulo III<br />

de Guillermo Bustos Lozano, ed., La Revolución de<br />

Quito, 1809-1812, Quito, El Comercio/Corporación<br />

Editora Nacional/Universidad Andina Simón Bolívar,<br />

2009. pp. 17-24.<br />

Freile Granizo, Juan, “La vida cotidiana en Quito a finales<br />

d<strong>el</strong> siglo XVIII: <strong>el</strong> testamento de Catalina Aldaz, madre<br />

d<strong>el</strong> Precursor <strong>Espejo</strong>”, en BANH, vol. LXXXV, n.º<br />

159-160, Quito, 1997, pp. 114-154.<br />

Gallo Almeida, Luis, “Dr. Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Sumario de<br />

literatura ecuatoriana para uso de los alumnos de<br />

instrucción secundaria, Quito, tipografía y encuadernación<br />

de La Prensa Católica, 1921, pp. 44-46.<br />

Gangotena y Jijón, Cristóbal, “Anotaciones biográficas”,<br />

en La Prensa de Buenos Aires, Buenos Aires, 1933.<br />

-----, “Documentos contra <strong>Espejo</strong>”, en BANH, vol. XLIV,<br />

n.º 100, Quito, 1962. Incluye la representación de <strong>Espejo</strong><br />

a Villalengua d<strong>el</strong> 21 de octubre de 1787.


172<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

-----, “La familia de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en BANH, vol. XXXII,<br />

n.º 80, julio-diciembre de 1952, p. 281.<br />

-----, “Los primeros bibliotecarios”, en Boletín de la Sociedad<br />

Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos,<br />

vol. I, Quito, 1920.<br />

Garcés, Enrique, “El doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>, médico y<br />

duende, 1747-1952”, en Revista Rotaria, tomo XXX-<br />

VI, n.º 3, Chicago, 1951, pp. 11-13 y 30. Incluye la<br />

reproducción de un retrato de <strong>Espejo</strong> de Oswaldo<br />

Muñoz Mariño que se encuentra en México, incluido<br />

en <strong>el</strong> anexo de material gráfico que acompaña<br />

esta bibliografía. Reproducido luego, con ligeras<br />

variantes en <strong>el</strong> título, en Letras d<strong>el</strong> Ecuador, vol. VI,<br />

n.º 75-76, CCEBC, Quito, 1952, pp. 75-76, en Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, Escritos médicos. Comentarios e iconografía,<br />

edición de Enrique Garcés y Luis A. León, Quito,<br />

Universidad Central, 1952, pp. 245-254 y en la edición<br />

de Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as de la Universidad<br />

Central (1985).<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, amante de las ciencias”, en Boletín<br />

de Informaciones Científicas Nacionales, n.º 45, Quito,<br />

CCE, 1951, pp. 573-577.<br />

-----, “Personalidad de <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> multifacético”, en Letras<br />

d<strong>el</strong> Ecuador, año 1, n.º 19-20, Quito, CCE, diciembre<br />

1946-febrero 1947.<br />

González Suárez, Federico, “Estudio biográfico y literario<br />

sobre <strong>Espejo</strong> y sus escritos”, prólogo a Escritos d<strong>el</strong><br />

doctor Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

tomo 1, Quito, Imprenta Mariscal, 1912, pp. VII-LVIII.<br />

La última parte de este estudio lleva <strong>el</strong> título “Los<br />

manuscritos de las obras de <strong>Espejo</strong>” (pp. LVIX-LXII).<br />

El libro incluye también una nota editorial d<strong>el</strong> propio<br />

González Suárez titulada “Al público” (pp. III-V).<br />

Reeditado luego, con <strong>el</strong> título “La obra de <strong>Espejo</strong>”,<br />

en una edición conjunta con “<strong>Espejo</strong> y la lectura”, de<br />

Carlos Paladines, como parte de la Campaña Nacional<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro y la Lectura, Colección<br />

Luna de Pap<strong>el</strong>, Quito, 2006, pp. 11-51, y en Vida<br />

y contribución de Francisco Xavier Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección<br />

Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie<br />

Precursores, Quito, Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong><br />

Ecuador, 2009, 407 pp. 63-84.<br />

-----, Historia general de la República d<strong>el</strong> Ecuador, Quito,<br />

Imprenta d<strong>el</strong> Clero, 1892-1903. Los tomos VI (1894)<br />

y VII (1903) mencionan a <strong>Espejo</strong>.<br />

-----, “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”, prólogo a Escritos d<strong>el</strong> doctor<br />

Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo 2,<br />

Quito, Imprenta Mariscal, 1912, pp. III-XXXIV. Se trata<br />

de una recopilación de tres juicios diferentes, uno<br />

de Pablo Herrera, otro de Pedro Fermín Cevallos, y<br />

otro de Marc<strong>el</strong>ino Menéndez y P<strong>el</strong>ayo.<br />

-----, “Introducción a La ciencia blancardina”, en Escritos<br />

d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

tomo 2, Quito, Imprenta Mariscal, 1912, pp.<br />

XXXV-XLII. Al final d<strong>el</strong> mismo libro —que incluye,<br />

además de ciertos escritos de <strong>Espejo</strong>, la Aprobación…<br />

d<strong>el</strong> padre Arauz que <strong>el</strong> primero criticara en<br />

La ciencia blancardina—, se incorpora una “Advertencia<br />

final sobre las obras inéditas de <strong>Espejo</strong>” (pp.<br />

591-592), en la que González Suárez da la pauta de<br />

lo que para entonces se sabía que faltaba por publicar<br />

d<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong> quiteño.<br />

Guerra Bravo, Samu<strong>el</strong>, “Apuntes para una crítica a los estudios<br />

sobre Eugenio <strong>Espejo</strong>: 1796-1976”, en Carlos<br />

Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época,<br />

Quito, PUCE, 1978, pp. 49-76.


SERIE ESTUDIOS 173<br />

-----, “El itinerario filosófico de Eugenio <strong>Espejo</strong>: 1747-<br />

1795”, en Carlos Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia<br />

crítica de su época, Quito, PUCE, 1978, pp. 239-349.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: pensador filosófico”, sobretiro de<br />

Latinoamérica. Anuario de estudios latinoamericanos,<br />

n.º 11, México, 1978, pp. 245-267.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y sus cartas desde <strong>el</strong> exilio”, en<br />

Cultura, vol. IV, n.º 10, Quito, BCE, mayo-agosto de<br />

1981, pp. 225-239.<br />

-----, “Primicias de la Cultura de Quito y su incidencia en<br />

la historia d<strong>el</strong> Ecuador”, prólogo a Primicias de la Cultura<br />

de Quito, edición facsimilar, Quito, BCE, 1981,<br />

pp. IX-XLIV. Recogido luego, con <strong>el</strong> título “Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong> y la reconstrucción de la patria”, en Vida y<br />

contribución de Francisco Xavier Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección<br />

Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie<br />

Precursores, Quito, Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong><br />

Ecuador, 2009, pp. 245-258.<br />

Guerra García, R., “Paral<strong>el</strong>o entre Eugenio <strong>Espejo</strong> e Hipólito<br />

Unanue”, en Rodrigo Fierro, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y<br />

Dani<strong>el</strong> A. Carrión, Quito, Corporación Editora Nacional,<br />

Quito, 1999, pp. 19-25.<br />

Hermida Piedra, César, “Reflexiones sobre Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

en <strong>el</strong> bicentenario de su muerte”, en Revista de<br />

la Facultad de Ciencias Médicas, Cuenca, Facultad<br />

de Ciencias Médicas de la Universidad de Cuenca,<br />

marzo de 1996, pp.<br />

Hernández de Alba, Guillermo, “Viaje de <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> precursor<br />

ecuatoriano, a Santa Fe”, en BANH, vol. XXV,<br />

n.º 65, Quito, enero-junio de 1945, pp. 102-105.<br />

Herrera, Pablo, Ensayo sobre la historia de la literatura<br />

ecuatoriana, Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Gobierno, 1860,<br />

149 pp. Una segunda edición apareció en Quito, Imprenta<br />

Nacional, 1927, 79 pp. En esta última, <strong>Espejo</strong><br />

es tratado en las páginas 41-44, 59-63 y 66-77. Fragmentos<br />

de este mismo texto fueron reproducidos<br />

por González Suárez en su “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo 2, Quito, Imprenta Mariscal,<br />

1912, pp. VII-XVIII. Otro pedazo de este trabajo se<br />

incluyó en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948, con <strong>el</strong> título “Aspecto<br />

físico y moral de <strong>Espejo</strong>”.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong> y sus escritos”, en Memorias de la Academia<br />

Ecuatoriana, 2ª entrega, Quito, 1884, p. 58 ss. Incluye<br />

secciones de Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as. Fragmentos<br />

de este mismo texto fueron reproducidos por González<br />

Suárez en su “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”, en Escritos<br />

d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>,<br />

tomo 2, Quito, Imprenta Mariscal, 1912, pp. VII-XVIII.<br />

-----, “Doctor Francisco Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Antología de prosistas ecuatorianos, tomo I, Quito,<br />

Imprenta d<strong>el</strong> Gobierno, 1895. Incluye <strong>el</strong> texto íntegro<br />

d<strong>el</strong> Discurso… de <strong>Espejo</strong>. Fragmentos de este mismo<br />

texto fueron reproducidos por González Suárez en<br />

su “Juicios sobre <strong>Espejo</strong>”, en Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco<br />

Javier Eugenio Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo 2, Quito,<br />

Imprenta Mariscal, 1912, pp. VII-XVIII.<br />

Hidalgo de Próc<strong>el</strong>, Matilde, “El doctor Francisco Javier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, precursor de la<br />

epopeya de emancipación de América y <strong>el</strong> primer<br />

científico de la cultura ecuatoriana”, en Revista <strong>Espejo</strong>,<br />

n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de enero<br />

de 1948, pp. 30-33.


174<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Hidalgo Díaz, José T<strong>el</strong>mo, “Importancia cultural de la<br />

obra de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Filosofía y letras, I, Quito,<br />

1948, pp. 138-148.<br />

Huerta Montalvo, Francisco, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: científico y<br />

pensador”, en Jorge Núñez Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

y <strong>el</strong> pensamiento precursor de la independencia,<br />

Quito, Ediciones ADHILAC, 1992, pp. 67-78.<br />

------, “<strong>Espejo</strong>: duende sin tiempo”, en Visión actual de<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>, Quito, Fundación Eugenio <strong>Espejo</strong>/<br />

Fundación Friedrich Naumann, 1988, pp. 37-44.<br />

-----, “Nota introductoria. A manera de prólogo”, en Reflexiones<br />

sobre la utilidad, importancia y conveniencias<br />

que propone don Francisco Gil, cirujano d<strong>el</strong> Real<br />

Monasterio de San Lorenzo y su sitio, e Individuo de<br />

la Real Academia de Madrid, en su disertación físicomédica,<br />

acerca de un método seguro para preservar<br />

a los pueblos de las viru<strong>el</strong>as, Quito, Consejo Nacional<br />

de Salud/Comisión de Promoción de la Salud, 2011,<br />

pp. 40-49.<br />

Insúa Rodríguez, Ramón, “Don Francisco Eugenio de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, capítulo VII de Historia de la filosofía<br />

hispanoamericana, 2ª ed., Guayaquil, Imprenta<br />

de la Universidad, 1949, 339 pp. 206-211.<br />

Jácome, Ramiro, Quiteños ilustres y anónimos famosos,<br />

textos de Javier Ponce, Quito, BCE, Quito, 2001, 132<br />

pp. Tiene un cuadro con la imagen de <strong>Espejo</strong> en la<br />

p. 14. El resto son pinturas de Jácome sobre otros<br />

personajes.<br />

Jaramillo Alvarado, Pío, “En <strong>el</strong>ogio de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en<br />

Apoteosis de Eugenio <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> segundo centenario<br />

de su nacimiento, Comité Nacional Pro Bicentenario<br />

de <strong>Espejo</strong>, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1947, pp. 1-32.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y su ubicación en nuestra historia”,<br />

en Letras d<strong>el</strong> Ecuador, año I, Quito, 1945. También fue<br />

recogido en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948, pp. 58-61, con <strong>el</strong><br />

título “Eugenio <strong>Espejo</strong> y su ubicación histórica”.<br />

Jaramillo Pérez, César, Resumen de historia de América, 3ª<br />

ed., Quito, Editorial La Salle, 1955. <strong>Espejo</strong> es nombrado<br />

en las páginas 86-89.<br />

Jiménez, Nicolás, “Francisco Javier de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>:<br />

1747-1795”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número<br />

extraordinario, Quito, 5 de enero de 1948, pp. 55-57.<br />

Jurado Noboa, Fernando, “<strong>Espejo</strong>, figura y genio”, en Revista<br />

Patrimonio de Quito, n.º 3, El San Juan de Dios:<br />

<strong>el</strong> hospital de <strong>Espejo</strong>, Quito, FONSAL, agosto de<br />

2006, pp.<br />

-----, “Estudios inéditos sobre <strong>Espejo</strong>”, en BANH, vol. LXIII,<br />

n.º 135-136, Quito, enero-diciembre de 1980, pp.<br />

-----, Quito secreto: historia documentada y desconocida<br />

sobre <strong>el</strong> origen y <strong>el</strong> desarrollo de esta ciudad andina,<br />

Quito, Grupo Cinco, 1998, 308 pp.<br />

-----, Las quiteñas, Quito, Dinediciones, 1998, 367 pp. Información<br />

sobre Manu<strong>el</strong>a <strong>Espejo</strong>.<br />

Keeding, Ekkehart, “El inicio d<strong>el</strong> pensamiento de Independencia<br />

en <strong>el</strong> Ecuador”, en Plutarco Naranjo y<br />

Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>: su época y su<br />

pensamiento, Biblioteca de Historia, n.º 25, Quito,<br />

Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, pp. 103-140.<br />

-----, “El inicio d<strong>el</strong> pensamiento de Independencia en <strong>el</strong><br />

Ecuador. Migu<strong>el</strong> Antonio Rodríguez: La Nación en<br />

la forja”, en Patrimonio de Quito, n.º 4, Vientos de


SERIE ESTUDIOS 175<br />

Revolución, Quito, FONSAL, abril de 2007, pp. 18-27.<br />

Este texto corresponde a una ponencia presentada<br />

en <strong>el</strong> Congreso Internacional “El pensamiento de Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>”, realizado por la Universidad Andina<br />

Simón Bolívar en Quito e Ibarra en julio de 2006.<br />

-----, “El catedrático revolucionario de la universidad colonial<br />

de Quito, Dr. Migu<strong>el</strong> Antonio Rodríguez”, en<br />

BANH, n.º 122, Quito, julio-diciembre de 1974, pp.<br />

162-166. Rodríguez fue discípulo directo de <strong>Espejo</strong>.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong> y las banderitas de Quito de 1794: Salva<br />

Cruce!”, en BANH, vol. LVII, n.º 124, julio-diciembre<br />

de 1974, pp. 252-273. Recogido luego, revisado y corregido,<br />

en Vida y contribución de Francisco Xavier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero,<br />

Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador<br />

Siglo XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 325-352.<br />

-----, “La Ilustración en Quito y su influjo en la independencia”,<br />

en BANH, vol. LXVII, n.º 143-144, Quito,<br />

1993.<br />

-----, Surge la Nación. La Ilustración en la Audiencia de Quito<br />

(1725-1812), Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 1, Quito,<br />

BCE, 2005, 732 pp. Una versión anterior, reducida, apareció<br />

en 1983 en alemán: Das Zeitalter der Aufklärung<br />

in der Provinz Quito (La época de la Ilustración en la<br />

Provincia de Quito), Serie Lateinamerikanische Forschungen<br />

(Investigaciones Latinoamericanas), vol. 12,<br />

Colonia/Viena, Böhlau. No se trata de un libro únicamente<br />

acerca de <strong>Espejo</strong>, pero su r<strong>el</strong>evancia nos obliga<br />

a ubicarlo en esta sección.<br />

Landívar, Manu<strong>el</strong> Agustín, “<strong>Espejo</strong> y su tiempo”, en Memoria<br />

sobre <strong>el</strong> corte de las quinas, Cuenca, Colegio<br />

Médico d<strong>el</strong> Azuay, 1984, pp. 151-159.<br />

Larrea, Carlos Manu<strong>el</strong>, “Sociedad Económica de Quito”,<br />

en BANH, vol. 5, n.º 100, julio-diciembre de 1967, pp.<br />

151-163.<br />

Lasso Meneses, Sergio, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: político”, en<br />

Homenaje a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> bicentenario de su nacimiento<br />

(1747-1947). Boletín d<strong>el</strong> Ministerio de Previsión<br />

Social y Trabajo, n.º 19, Quito, 1947, pp. 146-<br />

153. También recogido en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Escritos<br />

médicos. Comentarios e iconografía, edición de<br />

Enrique Garcés y Luis A. León, Quito, Universidad<br />

Central, 1952, pp. 321-330.<br />

Le Gouhir y Rodas, José, “El Precursor”, en Glorias ecuatorianas,<br />

Quito, La Prensa Católica, 1935, pp. 100-107.<br />

León, Bolívar, “<strong>Espejo</strong>, paradigma de d<strong>el</strong>incuente político<br />

y de periodista”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 12, Quito,<br />

1945, pp. 29-31.<br />

León, Luis A., “Capítulos sobre la medicina de la época<br />

colonial, Ecuador (1531-1822)”, en Terapia 1, año 29,<br />

n.º 16, Quito, Artes Gráficas Senef<strong>el</strong>der, enero-mayo<br />

de 1974.<br />

-----, “Concepciones bacteriológicas de <strong>Espejo</strong>”, en Homenaje<br />

a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> bicentenario de su nacimiento<br />

(1747-1947). Boletín d<strong>el</strong> Ministerio de Previsión<br />

social y Sanidad, n.º 19, Quito, 1947, pp. 124-133.<br />

También recogido en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Escritos<br />

médicos. Comentarios e iconografía, edición de<br />

Enrique Garcés y Luis A. León, Quito, Universidad<br />

Central, 1952, pp. 303-314.<br />

-----, prólogo a Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, Quito, Facultad<br />

de Ciencias Médicas de la Universidad Central,<br />

1985.


176<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Leoro, José María, “Dos siglos después. Evocación de<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Revista de América, X, Bogotá, 1947, pp.<br />

205-211.<br />

-----, “En torno a un <strong>Espejo</strong> de Zaldumbide”, prólogo a<br />

Gonzalo Zaldumbide, En torno a <strong>Espejo</strong>, Quito, Minerva,<br />

1967.<br />

López, Nicolás F., “<strong>Espejo</strong> crítico”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15,<br />

número extraordinario, Quito, 5 de enero de 1948,<br />

pp. 40-42.<br />

López Baca, Francisco, “Eugenio <strong>Espejo</strong> contra las enfermedades<br />

sociales”, en Homenaje a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> bicentenario<br />

de su nacimiento (1747-1947). Boletín d<strong>el</strong><br />

Ministerio de Previsión social y Sanidad, n.º 19, Quito,<br />

1947, pp. 88-102. También recogido en Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>, Escritos médicos. Comentarios e iconografía,<br />

edición de Enrique Garcés y Luis A. León, Quito,<br />

Universidad Central, 1952, pp. 255-273.<br />

Matamoros Jara, Carlos, “Doctor Francisco Javier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> Aldaz (1747-1795)”, en Revista<br />

<strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de<br />

enero de 1948, pp. 64-65.<br />

Medina, José Toribio, La imprenta en Quito, 1760-1818,<br />

Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1904, 86 pp.<br />

Menéndez y P<strong>el</strong>ayo, Marc<strong>el</strong>ino, “Antología de poetas hispanoamericanos”,<br />

en Revista de Archivos, III, Madrid,<br />

pp. ciii-cix.<br />

-----, “La crítica en América: <strong>el</strong> doctor <strong>Espejo</strong> y su obra<br />

inédita El nuevo Luciano de Quito”, en Historia de<br />

las ideas estéticas de España, tomo III, Madrid, 1886.<br />

De esta obra existen numerosas ediciones posteriores.<br />

Un fragmento fue tomado y reproducido por<br />

González Suárez como parte de sus “Juicios sobre<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, tomo 2, Quito, Imprenta Mariscal,<br />

1912, pp. XXVII-XXXII, con <strong>el</strong> título de “Juicio<br />

d<strong>el</strong> exc<strong>el</strong>entísimo señor don Marc<strong>el</strong>ino Menéndez<br />

y P<strong>el</strong>ayo”.<br />

“Memorial de María de Chiriboga y Villavicencio, vecina<br />

de Riobamba, sobre <strong>el</strong> autor de libros contra <strong>el</strong>la.<br />

Año 1789”, en Museo Histórico. Órgano d<strong>el</strong> Museo de<br />

Historia de la ciudad de Quito, n.º 12-13, 1952, pp.<br />

4-18. También en BANH, vol. XLIV, n.º 100, Quito,<br />

julio-diciembre de 1962, pp. 297-301.<br />

Miño, Reinaldo, “A doscientos años de las reflexiones<br />

médicas”, prólogo a Eugenio <strong>Espejo</strong>, Reflexiones médicas,<br />

Quito, CCE, 1985, pp. IX-LXXV.<br />

Moncayo, Huyo, “Reseña bibliográfica sobre <strong>el</strong> libro de<br />

Astuto”, en BANH, LIII; Quito, 1970, pp. 404-405.<br />

Moncayo, Pedro, Ensayo sobre la historia de la literatura<br />

ecuatoriana por Pablo Herrera, Quito, Imprenta<br />

y Librería d<strong>el</strong> Mercurio de Santos Tornero, 1861, 48<br />

pp. Moncayo hace una suerte de reseña de la obra<br />

de Herrera, y en <strong>el</strong>lo se refiere también brevemente<br />

a <strong>Espejo</strong>.<br />

Monsalve Pozo, Luis, “Síntesis de <strong>Espejo</strong>”, en Apoteosis de<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> segundo centenario de su nacimiento,<br />

Comité Nacional Pro Bicentenario de <strong>Espejo</strong>,<br />

Quito, Editorial Ecuatoriana, 1947, pp. 61-86.<br />

Montalvo, Antonio, “Francisco Javier de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong>: las banderolas de la libertad, 1794, prisión y<br />

muerte, 1795”, en Revista América, n.º 88-89.<br />

Montero Valdivieso, Manu<strong>el</strong> Ygnacio, “Estudios sobre<br />

<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>”, Trabajo de ingreso<br />

a la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina,


SERIE ESTUDIOS 177<br />

sesión d<strong>el</strong> 20 de noviembre de 1957. Disponible en<br />

, visita d<strong>el</strong> 1 de agosto de 2011.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Cuaderno de Literatura y Arte.<br />

Homenaje al doctor Pío Jaramillo Alvarado, Loja,<br />

1963, pp. 11-32.<br />

Morales, Salvador, “La Sociedad Patriótica de La Habana:<br />

instrumento de la oligarquía ilustrada”, en Jorge<br />

Núñez Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

precursor de la independencia, Quito, Ediciones AD-<br />

HILAC, 1992, pp. 79-98.<br />

Morales Almeida, Roberto, “El precursor <strong>Espejo</strong> y la villa<br />

de San Migu<strong>el</strong> de Ibarra”, en Monografías de Ibarra,<br />

vol. 3, Ibarra, Diario La Verdad, pp. 363-378.<br />

Moreno, Agustín, OFM, “R<strong>el</strong>ación de méritos d<strong>el</strong> presbítero<br />

Juan Pablo Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en Revista<br />

IDHEE, n.º 7, 1983.<br />

Moscoso, Marta, “La consolidación de la sociedad criolla.<br />

Siglo XVIII hasta 1808”, fascículo 5 de Ecuador: las<br />

raíces d<strong>el</strong> presente, Quito, Diario La Hora/Universidad<br />

Andina Simón Bolívar/Taller de Estudios Históricos,<br />

TEHIS, 2001, pp. 65-80. Se habla de <strong>Espejo</strong> en<br />

las páginas 76-78.<br />

Moscoso P., Leonardo, Lecciones <strong>el</strong>ementales de la historia<br />

general de la República d<strong>el</strong> Ecuador, Quito, Editorial<br />

Prensa Católica, 1922, 272 pp.<br />

Muñoz Vernaza, Alberto, “Obras de <strong>Espejo</strong>”, en La Unión<br />

Literaria, entregas 4ª, 5ª y 6ª, Cuenca, 1913. Incluye algunos<br />

fragmentos de escritos de <strong>Espejo</strong>. También menciona<br />

la opinión <strong>el</strong>ogiosa sobre <strong>Espejo</strong> que hiciera <strong>el</strong><br />

escritor colombiano Ricardo Becerra, de quien no hemos<br />

encontrado datos para incluir en esta bibliografía.<br />

Muñoz Vicuña, Elías, ed., Pensamiento económico y político,<br />

Biblioteca Ecuatoriana, n.º 30, Guayaquil, Universidad<br />

de Guayaquil, Departamento de Publicaciones<br />

de la Facultad de Ciencias Económicas, 1981,<br />

295 pp.<br />

Naranjo, Plutarco, “El pensamiento social de Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Visión actual de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Quito,<br />

Fundación Eugenio <strong>Espejo</strong>/Fundación Friedrich<br />

Naumann, 1988, pp. 27-35.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>: ideólogo político, prócer y mártir”, en Plutarco<br />

Naranjo y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>:<br />

su época y su pensamiento, Biblioteca de Historia,<br />

n.º 25, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/<br />

Corporación Editora Nacional, 2008, pp. 186-246.<br />

Incluye, a manera de anexos, algunos documentos<br />

de r<strong>el</strong>evancia, entre los que se cuentan fragmentos<br />

de escritos de <strong>Espejo</strong>.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>, médico y sabio”, en Ciencia, magia y poesía,<br />

Quito, CCE, 1971, pp. 43-71.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, médico y científico”, en Revista<br />

Patrimonio de Quito, n.º 3, El San Juan de Dios:<br />

<strong>el</strong> hospital de <strong>Espejo</strong>, Quito, FONSAL, agosto de<br />

2006.<br />

-----, “Precursores de la medicina latinoamericana: Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Vademecum, Quito, Life, 1978.<br />

-----, “Una visión panorámica d<strong>el</strong> desarrollo de las ciencias<br />

en <strong>el</strong> Ecuador”, en América, año 97, Quito, Grupo<br />

América, 1981.<br />

Newhall, Beatrice, “Eugenio <strong>Espejo</strong> – Ecuatorian”, en Bulletin<br />

of the Pan American Union, LXX, Washington,<br />

D. C., 1936, pp. 116-118.


178<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

“Noticia de un pap<strong>el</strong> periódico establecido en la Ciudad<br />

de Quito”, en Pap<strong>el</strong> periódico de la ciudad de Santa<br />

Fe de Bogotá, n.º 43, 9 de diciembre de 1971. Reproducido<br />

en la revista Cuestiones económicas, n.º<br />

3, Quito, BCE, julio de 1980, pp. 140-143, y en Vida<br />

y contribución de Francisco Xavier Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección<br />

Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie<br />

Precursores, Quito, Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong><br />

Ecuador, 2009, pp. 231-234.<br />

“Noticia de una Sociedad Patriótica, y de un pap<strong>el</strong> periódico<br />

nuevamente establecidos en la capital de Quito”,<br />

en Mercurio Peruano, n.º 103, 29 de diciembre<br />

de 1791. Reproducido en revista Cuestiones económicas,<br />

n.º 3, Quito, BCE, julio de 1980, pp. 144-149,<br />

y en Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero,<br />

Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo<br />

XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 235-239.<br />

Núñez, Sergio, “A <strong>Espejo</strong> <strong>el</strong> Precursor. Confesión patriótica<br />

en la lápida conmemorativa dedicada al héroe<br />

en <strong>el</strong> cuart<strong>el</strong> Real de Lima”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 4,<br />

1943, pp. 26-28.<br />

Núñez Sánchez, Jorge, “Introducción”, en Jorge Núñez<br />

Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento precursor<br />

de la independencia, Quito, Ediciones ADHILAC,<br />

1992, pp. 7-9.<br />

-----, “La crisis colonial y la insurgencia criolla”, en Jorge<br />

Núñez Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

precursor de la independencia, Quito, Ediciones AD-<br />

HILAC, 1992, pp. 99-116.<br />

Ochoa Antich, Nancy, “<strong>Espejo</strong> anti-<strong>ilustrado</strong>: las Cartas<br />

riobambenses”, en Suplemento Cultural de El Comercio,<br />

Quito, número 114 d<strong>el</strong> 14 de agosto de 1983.<br />

Olarte Alarcón, Aur<strong>el</strong>io, “<strong>Espejo</strong>, fundador de la estirpe<br />

de luchadores por la fraternidad y la libertad”, en Revista<br />

<strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Quito, 5<br />

de enero de 1948, pp. 5-15.<br />

Ontaneda Pólit, Max, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y nuestro pan”, en<br />

Boletín de Informaciones Científicas Nacionales, Quito,<br />

CCE, 1987.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y sus duendes”, en Boletín de Informaciones<br />

Científicas Nacionales, Quito, CCE, 1987.<br />

-----, “La cátedra de Medicina y <strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Boletín de Informaciones Científicas Nacionales,<br />

Quito, CCE, 1987.<br />

-----, “La muerte de <strong>Espejo</strong>”, en Boletín de Informaciones<br />

Científicas Nacionales, Quito, CCE, 1988, pp.<br />

Or<strong>el</strong>lana, Juan Francisco, “Discurso pronunciado por <strong>el</strong><br />

Dr. Juan Francisco Or<strong>el</strong>lana, d<strong>el</strong>egado d<strong>el</strong> Comité<br />

Bicentenario de <strong>Espejo</strong>”, en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Escritos<br />

médicos. Comentarios e iconografía, edición de<br />

Enrique Garcés y Luis A. León, Quito, Universidad<br />

Central, 1952, 331-332.<br />

Or<strong>el</strong>lana, Gonzalo, “Apuntes sobre <strong>el</strong> periodismo en <strong>el</strong><br />

Ecuador, 1792-1930”, capítulo de Resumen histórico<br />

d<strong>el</strong> Ecuador, Quito, Fray Jodoco Ricke, 1948, p. 274 ss.<br />

Ortiz Crespo, Gonzalo, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

ecuatoriano sobre <strong>el</strong> indio”, en Jorge Núñez Sánchez,<br />

ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento precursor de la<br />

independencia, Quito, Ediciones ADHILAC, 1992,<br />

pp. 117-132.


SERIE ESTUDIOS 179<br />

Paladines, Carlos, “Documentación de Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

sobre su profesión médica: permisos, informes,<br />

debates, aclaraciones y cartas”, en Reflexiones<br />

acerca de un método para preservar a los pueblos<br />

de las viru<strong>el</strong>as, Quito, CCE, 2009, 313-413 pp. Se<br />

trata de una serie de documentos de la época r<strong>el</strong>acionados<br />

a las Reflexiones... de <strong>Espejo</strong>. Esta misma<br />

edición, que es hecha por <strong>el</strong> propio Paladines,<br />

incluye una sección inaugural titulada “Anotaciones<br />

sobre la edición” (pp. 9-13), que también<br />

resulta de interés.<br />

-----, “El Nuevo Luciano de Quito”, en José Ramón Medina,<br />

director general, Diccionario Enciclopédico de las<br />

Letras de América Latina, Caracas, Biblioteca Ayacucho,<br />

1995.<br />

-----, “El pensamiento económico, político y social de<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Carlos Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia<br />

crítica de su época, Quito, PUCE, 1978, pp. 133-238.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong> y la Sociedad Patriótica Escu<strong>el</strong>a de la Concordia”,<br />

en Historia d<strong>el</strong> Ecuador, vol. V, Barc<strong>el</strong>ona, Salvat<br />

Editores, pp. 1-9.<br />

-----, “Estudio introductorio”, en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Colección<br />

Pensamiento Fundamental Ecuatoriano, Quito,<br />

Campaña Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong> por <strong>el</strong> Libro y la<br />

Lectura/Corporación Editora Nacional/Universidad<br />

Andina Simón Bolívar, 2007 pp. 9-58.<br />

-----, Estudio introductorio a la edición que prepara <strong>el</strong> autor<br />

para la edición que sacará la Casa de la Cultura<br />

Ecuatoriana de la traducción que hiciera <strong>Espejo</strong> d<strong>el</strong><br />

Tratado de lo maravilloso y lo sublime de Dionisio<br />

Casio Longino, texto inédito proporcionado por <strong>el</strong><br />

autor, agosto de 2011, 34 pp.<br />

-----, Erophilia. Conjeturas sobre Manu<strong>el</strong>a <strong>Espejo</strong>, Quito,<br />

Abya-Yala, 2001, 203 pp. Una segunda edición apareció<br />

con <strong>el</strong> título Erophilia, biografía nov<strong>el</strong>ada de<br />

Manu<strong>el</strong>a <strong>Espejo</strong>, Quito, Abya Yala, 2004.<br />

-----, “Estudio introductorio”, en Carlos Paladines, ed.,<br />

Juicio a Eugenio <strong>Espejo</strong>, Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario,<br />

Quito, CCE, 2007, pp. 7-88.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: dos aproximaciones a su época y<br />

su pensamiento”, en Visión actual de Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

Quito, Fundación Eugenio <strong>Espejo</strong>/Fundación Friedrich<br />

Naumann, 1988, pp. 45-56. El texto es de 1986.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y El nuevo Luciano de Quito”, en<br />

Archipiélago, revista cultural de nuestra América, vol.<br />

16, n.º 58, México, UNAM, pp. 19-21.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y la lectura”, Colección Luna de Pap<strong>el</strong>,<br />

Quito, Campaña Nacional Eugenio <strong>Espejo</strong> por<br />

<strong>el</strong> Libro y la Lectura, Quito, 2006, pp. 55-112. Edición<br />

conjunta con “La obra de <strong>Espejo</strong>”, de González<br />

Suárez.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y su visión crítica de la época”, en<br />

Visión actual de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Quito, Fundación<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>/Fundación Friedrich Naumann,<br />

1988, pp. 17-26.<br />

-----, Figuras y símbolos de la educación en <strong>el</strong> Ecuador, Riobamba,<br />

Editorial Pedagógica Centro, 2002, 207 pp.<br />

-----, “La conformación d<strong>el</strong> Estado nacional desde la<br />

perspectiva d<strong>el</strong> pensamiento <strong>ilustrado</strong> y romántico<br />

ecuatoriano”, Ponencia presentada en <strong>el</strong> VIII Encuentro<br />

de Historia Nacional y I de Historia Andina,<br />

Asociación de Historiadores Latinoamericanos y<br />

d<strong>el</strong> Caribe/Consejo Provincial de Pichincha, mayo<br />

de 1991.


180<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

-----, “La Ilustración francesa y la Ilustración ecuatoriana:<br />

lugares comunes, encuentros y desencuentros”,<br />

Ponencia presentada en <strong>el</strong> VI Encuentro de Historia<br />

Nacional, Quito, Ministerio de Educación, 1989,<br />

folleto. También incluido como artículo en Revista<br />

Universitaria, número especial, Loja, Universidad de<br />

Loja, 1990, y en Jorge Núñez Sánchez, ed., Nación, Estado<br />

y conciencia nacional, Colección Nuestra Patria<br />

es América, n.º 2, Quito, Editora Nacional/Secretaría<br />

Nacional de Comunicación Social, 1992, p. 53 ss.<br />

-----, “Los estatutos de la Sociedad de Amigos d<strong>el</strong> País”, en<br />

Jorge Núñez Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

precursor de la independencia, Quito, Ediciones<br />

ADHILAC, 1992, pp. 133-154. Reeditado luego<br />

en Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero,<br />

Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo<br />

XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 175-212.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Pensamiento pedagógico de los<br />

grandes educadores de los países d<strong>el</strong> Convenio Andrés<br />

B<strong>el</strong>lo, Bogotá, Convenio Andrés B<strong>el</strong>lo, 1995, pp.<br />

356-514.<br />

-----, Sentido y trayectoria d<strong>el</strong> pensamiento ecuatoriano,<br />

Biblioteca de la Revista Cultura, n.º 2, Quito, BCE,<br />

1990, 415 pp. El apartado referido a <strong>Espejo</strong> y su momento<br />

histórico es significativo. Una reimpresión<br />

se hizo <strong>el</strong> mismo año como vol. 25 de la Colección<br />

Nuestra América, México, UNAM, 353 pp.<br />

-----, “Teoría y praxis de la filosofía en Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en<br />

Plutarco Naranjo y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>:<br />

su época y su pensamiento, Biblioteca de Historia,<br />

n.º 25, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, pp. 247-273.<br />

Paladines, Carlos, ed., El pensamiento pedagógico <strong>ilustrado</strong>,<br />

Historia de la educación y <strong>el</strong> pensamiento pedagógico<br />

ecuatorianos, vol. 1, Quito, Municipio de<br />

Quito/Instituto de Capacitación Municipal/Universidad<br />

Politécnica Salesiana, 1996, 283 pp.<br />

-----, Movimiento <strong>ilustrado</strong> y la Independencia de Quito,<br />

Biblioteca d<strong>el</strong> Bicentenario, n.º 17, Quito, FONSAL,<br />

2009, 665 pp.<br />

-----, Pensamiento <strong>ilustrado</strong> ecuatoriano, estudio introductorio<br />

y s<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> editor, Biblioteca Básica d<strong>el</strong><br />

Pensamiento Ecuatoriano, n.º 9, Quito, BCE/Corporación<br />

Editora Nacional, 1981, 608 pp.<br />

-----, Pensamiento pedagógico ecuatoriano, Quito, BCE/<br />

Corporación Editora Nacional, 1988, 527 pp. Estudio<br />

introductorio y s<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> editor.<br />

-----, Pensar habitar <strong>el</strong> bicentenario, Biblioteca Mínima<br />

d<strong>el</strong> Bicentenario, Quito, CCE, 2009, 242 pp. Contiene<br />

fragmentos de varios ensayos históricos de diferentes<br />

autores, ninguno sobre <strong>Espejo</strong>. Lo r<strong>el</strong>evante es<br />

un retrato de <strong>Espejo</strong> en la p. 121.<br />

Paredes, Julio E., “<strong>Espejo</strong> no es solo <strong>el</strong> precursor, sino <strong>el</strong><br />

hombre representativo de la ecuatorianidad”, en<br />

Revista Médica. Órgano de la Asociación Escu<strong>el</strong>a de<br />

Medicina, año II, n.º 2, Quito, 1944, pp. 8-15. Se trata<br />

de un discurso pronunciado por <strong>el</strong> autor, como<br />

rector de la Universidad Central, en una Sesión Solemne<br />

organizada <strong>el</strong> 28 de febrero de 1944 en conmemoración<br />

d<strong>el</strong> 197.º aniversario de nacimiento de<br />

<strong>Espejo</strong>. Ha sido incluido también en Eugenio <strong>Espejo</strong>,<br />

Escritos médicos. Comentarios e iconografía, edición<br />

de Enrique Garcés y Luis A. León, Quito, Universidad<br />

Central, 1952, pp. 239-244.


SERIE ESTUDIOS 181<br />

Paredes Borja, Virgilio, “Comentarios a las Reflexiones sobre<br />

las viru<strong>el</strong>as d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en Revista Médica. Órgano<br />

de la Asociación Escu<strong>el</strong>a de Medicina de la Universidad<br />

Central, año II, n.º 2, Quito, 1944, pp. 16-37.<br />

También recogido en Homenaje a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> bicentenario<br />

de su nacimiento (1747-1947). Boletín d<strong>el</strong><br />

Ministerio de Previsión social y Sanidad, n.º 19, Quito,<br />

1947, pp. 134-145.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>, médico quiteño d<strong>el</strong> siglo XVIII”, en Anales<br />

de la Universidad Central, vol. LXXV, n.º 325-326, diciembre<br />

de 1947, pp. 255-280.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong> y los médicos”, en Eugenio <strong>Espejo</strong>. Homenaje<br />

d<strong>el</strong> Ministerio de Previsión Social y Sanidad con motivo<br />

d<strong>el</strong> CCV aniversario de su nacimiento, febrero 21, 1747-<br />

1952, Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Ministerio de Educación<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 1952, pp. 15-19. Se trata de un<br />

discurso d<strong>el</strong> autor pronunciado en representación de<br />

la Facultad de Medicina de Quito. También reproducido<br />

en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Escritos médicos. Comentarios<br />

e iconografía, edición de Enrique Garcés y Luis A.<br />

León, Quito, Universidad Central, 1952, pp. 315-319.<br />

-----, Historia de la medicina en <strong>el</strong> Ecuador, 2 tomos, Quito,<br />

CCE, 1963. <strong>Espejo</strong> es tratado en las páginas 429-<br />

464 d<strong>el</strong> primer tomo. Se incluye un dibujo de <strong>Espejo</strong><br />

muy poco común.<br />

Pareja Diezcanseco, Alfredo, Historia d<strong>el</strong> Ecuador, Quito,<br />

Editorial Colón, 1962. Se menciona a <strong>Espejo</strong> en las<br />

páginas 147-148 y 187-189.<br />

Patiño, José Jorge, “Apuntes sobre la personalidad de<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Boletín d<strong>el</strong> Instituto Nacional Mejía, n.º<br />

27-29, mayo-julio de 1935, pp. 237-247 y n.º 30, septiembre<br />

de 1936, pp. 110-116.<br />

Pattee, Richard, “Sobre A. Arias, El cristal indígena”, en<br />

Hispanic American Historical Review, XVII, 1937, pp.<br />

529-521.<br />

Paz y Miño, Juan, “El pensamiento político de <strong>Espejo</strong>”, en<br />

Visión actual de Eugenio <strong>Espejo</strong>, Quito, Fundación<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>/Fundación Friedrich Naumann,<br />

1988, pp. 7-15.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y sus Primicias”, en Jorge Núñez<br />

Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento precursor<br />

de la independencia, Quito, Ediciones ADHILAC,<br />

1992, pp. 155-167.<br />

Peña Novoa, Jaime, “Biografía de Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Carlos<br />

Paladines, ed., <strong>Espejo</strong>, conciencia crítica de su época,<br />

Quito, PUCE, 1978, pp. 77-132. Reeditado luego<br />

en Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero,<br />

Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo<br />

XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 87-129.<br />

Pérez, Galo René, “Eugenio <strong>Espejo</strong> (1747-1795)”, en Pensamiento<br />

y literatura d<strong>el</strong> Ecuador. Crítica y antología,<br />

Quito, CCE, 1792, pp. 83-87. A continuación (pp. 87-<br />

105) contiene un fragmento de Reflexiones sobre las<br />

viru<strong>el</strong>as.<br />

-----, “Introducción”, en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Páginas literarias,<br />

Colección Básica de Escritores Ecuatorianos, n.º 5,<br />

Quito, CCE, 1975, pp. 5-9.<br />

Pérez, Joseph, Los movimientos precursores de la emancipación<br />

en Hispanoamérica, Madrid, Alhambra, 1977,<br />

156 pp. Existe una segunda edición de 1982.<br />

Pérez Calama, Joseph, “Apéndice al Plan de estudios para<br />

la Real Universidad de Quito”, en Carlos Paladines, ed.,


182<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Pensamiento pedagógico ecuatoriano, Quito, BCE/<br />

Corporación Editora Nacional, 1988, pp. 116 ss.<br />

-----, “Discurso pronunciado por <strong>el</strong> ilustrísimo señor doctor<br />

Joseph Pérez Calama, Obispo de Quito, como<br />

Director de la Nueva Sociedad Económica, en la primera<br />

junta pr<strong>el</strong>iminar c<strong>el</strong>ebrada <strong>el</strong> 30 de noviembre<br />

de 1791”, en Mercurio Peruano, n.º 112, Lima, 29 de<br />

enero de 1792. Reproducido luego en revista Cuestiones<br />

económicas, n.º 3, Quito, BCE, julio de 1980,<br />

pp. 135-139 y en Vida y contribución de Francisco Xavier<br />

Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo<br />

Primero, Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador<br />

Siglo XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de<br />

Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 215-219.<br />

Pérez Guerrero, Alfredo, “El apostolado d<strong>el</strong> periodismo”,<br />

en Anales de la Universidad Central d<strong>el</strong> Ecuador, vol.<br />

LXXXVIII, n.º 343, 1959, pp. 193-201.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong>”, en Eugenio <strong>Espejo</strong>. Homenaje d<strong>el</strong> Ministerio<br />

de Previsión Social y Sanidad con motivo d<strong>el</strong> CCV<br />

aniversario de su nacimiento, febrero 21, 1747-1952,<br />

Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Ministerio de Educación Pública<br />

d<strong>el</strong> Ecuador, 1952, pp. 11-14.<br />

Pérez Quiñones, Carlos, “Documentos históricos inéditos”,<br />

en Revista Ecuatoriana, entrega IX, tomo IV, n.º<br />

45, Quito, septiembre de 1892. Consta la partida de<br />

bautismo de <strong>Espejo</strong> y una carta fechada <strong>el</strong> 3 de marzo<br />

de 1780 (ver “Cartas y representaciones”).<br />

Pérez Merchant, B., Diccionario biográfico d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

Quito, Escu<strong>el</strong>a de Artes y Oficios, 1928, 515 pp.<br />

Piment<strong>el</strong> Carbo, Julio, “Un precursor de la independencia<br />

americana: Eugenio de Santa Cruz <strong>Espejo</strong>”, en Boletín<br />

d<strong>el</strong> Centro de Investigaciones Históricas, VII, Guayaquil,<br />

1947, pp. 402-405.<br />

“Placa con la que <strong>el</strong> Círculo de la Prensa recuerda la prisión<br />

de <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 3, 1943, p. 39.<br />

Pólit Laso, Manu<strong>el</strong> María, “Discurso dirigido a la Sociedad<br />

Patriótica de Quito”, en Anales de la Universidad<br />

de Quito, tomo 3, 1889, p. 320. Se trata de una<br />

breve presentación al Discurso…, ahí publicado. El<br />

escrito es anónimo, pero atribuido a este autor, con<br />

buenas bases, por Viteri Lafronte, “Un libro autógrafo<br />

de <strong>Espejo</strong>”, edición de 1993, p. 359.<br />

-----, “Para la segunda edición d<strong>el</strong> Nuevo Luciano de Quito”,<br />

en Memorias de la Academia Ecuatoriana correspondiente<br />

a la Real Española, Nueva Serie, Quito,<br />

1923, pp. 109-121.<br />

-----, “Un hallazgo literario”, en Memorias de la Academia<br />

Ecuatoriana correspondiente a la Real Española, Nueva<br />

Serie, Tercera entrega, Quito, diciembre de 1923,<br />

pp. 199-208. Incluye la dedicatoria al obispo Blas Sobrino<br />

y Minayo que sirve de prólogo a la traducción<br />

d<strong>el</strong> Tratado de Longino (pp. 209-231) (ver Dedicatoria…<br />

en la primera sección de esta bibliografía).<br />

Ponce Leiva, Pilar, “El Ecuador de Eugenio <strong>Espejo</strong>: tradición<br />

y modernidad”, en Jorge Núñez Sánchez, ed.,<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento precursor de la independencia,<br />

Quito, Ediciones ADHILAC, 1992, pp.<br />

169-195.<br />

Pozo, Alfredo Augusto, “Hombre de los quiteños. Runa Quitucunapac”,<br />

en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948, pp. 24-29. Poesía.<br />

Procacia, Sabatino, “Trabajo que obtuvo <strong>el</strong> primer premio<br />

interescolar sobre la personalidad de Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>”, en Gaceta Municipal, año XXXI, n.º 113, pp.<br />

207-209.


SERIE ESTUDIOS 183<br />

Puga, Migu<strong>el</strong> Áng<strong>el</strong>, “<strong>Espejo</strong>”, en Crónicas d<strong>el</strong> Quito antiguo,<br />

Colección Amigos de la Genealogía, vol. 49,<br />

Quito, noviembre de 1991.<br />

Renaud, Richard, “Sur la vision des indiens d’Amérique par<br />

un métis écloré du XVIIIe siècle: Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Revue<br />

de l’Association des professeurs de Langues vivantes<br />

de l’enseignement public, LXXX, n.º 1-2, París, 1977.<br />

Rev<strong>el</strong>o, Jorge, Microbiografías: Pedro Leiva, Pedro Vicente<br />

Maldonado, Pedro Franco Dávila, Juan de V<strong>el</strong>asco,<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>, Microbiografías: Científicos ecuatorianos<br />

ilustres, n.º 1, Quito, CCE, 2001.<br />

Reyes, Oscar Efrén, “Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en<br />

Breve historia general d<strong>el</strong> Ecuador, 3ª ed., Quito, Talleres<br />

Gráficos Nacionales, 1949, pp. 240-242. Existen<br />

numerosas ediciones de esta obra, siendo la primera<br />

de 1938 (Quito, Imprenta de la Universidad Central).<br />

Rivadeneira, Edwin, “<strong>Espejo</strong>: ¿médico o duende?”, en Revista<br />

Hexágono, n.º 3, Quito, Roche, 1997.<br />

Rodas, Germán, “El surgimiento de las enfermedades en<br />

<strong>el</strong> siglo XVIII”, en “Grandes enfermedades que asolaron<br />

a Quito y Guayaquil durante <strong>el</strong> siglo XVIII”, investigación<br />

d<strong>el</strong> Taller de Historia de la Medicina en<br />

<strong>el</strong> Ecuador, Universidad Andina Simón Bolívar, 2002.<br />

Sin publicar.<br />

-----, “Revisión y comentarios sobre la más importante bibliografía<br />

ecuatoriana d<strong>el</strong> siglo XX referente a <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Plutarco Naranjo y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio<br />

<strong>Espejo</strong>: su época y su pensamiento, Biblioteca de Historia,<br />

n.º 25, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, pp. 323-353.<br />

Contiene una importante reseña bibliográfica de <strong>Espejo</strong>,<br />

toda la cual ha sido incluida en esta lista.<br />

Rodríguez Cast<strong>el</strong>o, Hernán, “El <strong>Espejo</strong> de las Primicias<br />

de la cultura de Quito”, estudio pr<strong>el</strong>iminar de Primicias<br />

de la cultura de Quito, edición facsimilar,<br />

Quito, Colegio de Periodistas de Pichincha, 1995,<br />

pp. 7-56.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y su avidez por saber y reformar”,<br />

estudio pr<strong>el</strong>iminar de El nuevo Luciano de Quito, primer<br />

tomo, Biblioteca de Autores Ecuatorianos Clásicos<br />

Ari<strong>el</strong>, n.º 56, Quito/Guayaquil, Publicaciones<br />

Educativas Ari<strong>el</strong>, s. f. (1973), pp. 9-33.<br />

-----, “La prosa de <strong>Espejo</strong>”, estudio pr<strong>el</strong>iminar de El nuevo<br />

Luciano de Quito, segundo tomo, Biblioteca de Autores<br />

Ecuatorianos Clásicos Ari<strong>el</strong>, n.º 73, Quito/Guayaquil,<br />

Publicaciones Educativas Ari<strong>el</strong>, s. f. (1973), pp.<br />

9-34. Este texto sirve de base para <strong>el</strong> que se recoge<br />

luego, con algunos cambios significativos, como<br />

capítulo XIX d<strong>el</strong> segundo tomo de Literatura en la<br />

Audiencia de Quito. Siglo XVIII.<br />

-----, Literatura en la Audiencia de Quito. Siglo XVIII, 2<br />

tomos, Ambato, Consejo Nacional de Cultura/<br />

CCEBC, Núcleo de Tungurahua, 2002, 1592 pp.<br />

Destacan los capítulos XVIII: “La figura mayor de la<br />

Ilustración quiteña: <strong>Espejo</strong>, la vida y la obra” (tomo<br />

2, pp. 991-1076) y XIX: “<strong>Espejo</strong>: la prosa” (tomo 2,<br />

pp. 1079-1117). Este último capítulo se basa, con<br />

algunos cambios significativos, en <strong>el</strong> texto que sirviera<br />

de estudio introductorio al segundo tomo de<br />

El nuevo Luciano de Quito, n.º 73 de la colección Clásicos<br />

Ari<strong>el</strong>.<br />

Roig, Arturo Andrés, Esquemas para una historia de la<br />

filosofía ecuatoriana, Quito, Centro de Publicaciones<br />

de la PUCE, 1977, 145 pp. Una segunda edición<br />

apareció en 1982, Quito, PUCE, 195 pp.


184<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Ernesto Albán y Juan Valdando,<br />

coords., Historia de las literaturas d<strong>el</strong> Ecuador, Volumen<br />

2, Literatura de la Colonia 1700-1767/1767-1830,<br />

Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2001, pp. 195-222.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>: Civilización y Barbarie en <strong>el</strong> Ecuador<br />

d<strong>el</strong> siglo XVIII”, Quito, documento de trabajo, s. f.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y los comienzos y recomienzos de<br />

un filosofar latinoamericano”, en Jorge Núñez Sánchez,<br />

ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento precursor<br />

de la independencia, Quito, Ediciones ADHILAC,<br />

1992, pp. 197-218. Reeditado luego en Vida y contribución<br />

de Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y<br />

<strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero, Colección Ciencia<br />

y Arte Médicos – Ecuador Siglo XXI, Serie Precursores,<br />

Quito, Ministerio de Salud Pública d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

2009, pp. 133-151.<br />

Rolando, Carlos A., “Francisco Javier Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948, p. 47.<br />

Romero y Cordero, Remigio, “Las Primicias de la cultura<br />

de Quito”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 1, Quito, 1941, pp.<br />

35-36.<br />

-----, “A Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número<br />

extraordinario, Quito, 5 de enero de 1948, p. 43.<br />

Poesía.<br />

Romo, María de, Manu<strong>el</strong>a <strong>Espejo</strong>: precursora ecuatoriana<br />

de la emancipación americana, Quito, Ediciones<br />

Obsidiana, 1958, 23 pp.<br />

Rubio Orbe, Gonzalo, “<strong>Espejo</strong> y la educación en la Colonia”,<br />

en BANH, vol. LXXX, n.º 149-150, enero-diciembre<br />

de 1987, pp. 142-179.<br />

-----, “Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en BANH, vol.<br />

XXX, n.º 75, enero-junio de 1950, p. 131.<br />

-----, “Primicias de la cultura de Quito”, en Museo Histórico.<br />

Órgano d<strong>el</strong> Museo de Historia de la ciudad de<br />

Quito, n.º 7, Quito, 1950, pp. 110-121.<br />

Rubio Vázquez, Nicolás, “Un hombre que se ad<strong>el</strong>antó<br />

a su época, <strong>el</strong> precursor Francisco Eugenio de<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número<br />

extraordinario, Quito, 5 de enero de 1948,<br />

pp. 51-52.<br />

Sacoto, Antonio, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en El ensayo ecuatoriano,<br />

Cuenca, Ediciones de la Universidad d<strong>el</strong><br />

Azuay, 1992.<br />

Salvador Lara, Jorge, “Desagravio a <strong>Espejo</strong>”, en diario El<br />

Comercio, 24 de febrero de 1989, p. 4.<br />

-----, “El Dr. Eugenio <strong>Espejo</strong>, la Revolución Francesa de<br />

1789 y la Revolución de Quito de 1809”, en Jahrbuch<br />

für Geschichte Lateinamerikas (Anuario de Historia<br />

de América Latina), n.º 34, 1997, pp. 285 ss.<br />

-----, “El prospecto d<strong>el</strong> primer periódico”, en diario El Comercio,<br />

3 de febrero de 1989, p. 4.<br />

-----, “Ensayos sobre <strong>Espejo</strong>”, en Museo Histórico. Órgano<br />

d<strong>el</strong> Museo de Historia de la ciudad de Quito, n.º 59,<br />

Quito, junio de 1992, pp. 33-72.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> indio”, prólogo a Defensa de los curas de<br />

Riobamba, Quito, Archivo Metropolitano de Historia,<br />

1997.<br />

-----, “<strong>Espejo</strong> y Migu<strong>el</strong> Jijón”, en diario El Comercio, 2 de<br />

octubre de 1987, p. 4.


SERIE ESTUDIOS 185<br />

-----, “<strong>Espejo</strong> y su efigie”, en Exposición iconográfica de<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>, en homenaje a la I Reunión sobre<br />

formación d<strong>el</strong> periodista en América Latina convocada<br />

por <strong>el</strong> Gobierno Nacional y la UNESCO, Quito,<br />

1950, p. 2.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong>, periodista”, en Plutarco Naranjo<br />

y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>: su época y su<br />

pensamiento, Biblioteca de Historia, n.º 25, Quito,<br />

Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, pp. 295-302.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y la Constitución norteamericana”,<br />

en diario El Comercio, 28 de septiembre de 1987, p. 4.<br />

-----, “Eugenio <strong>Espejo</strong> y los maestros”, en diario El Comercio,<br />

14 de octubre de 1991, p. 4.<br />

-----, “La acción precursora d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>”,<br />

en La patria heroica: ensayos críticos sobre la Independencia,<br />

Quito, Ediciones Quitumbe, 1961, pp.<br />

51-58. Publicado luego, de manera ampliada, como<br />

primer folleto de la Colección Numismática Forjadores<br />

de la Patria, Quito, 1976.<br />

-----, “La Escu<strong>el</strong>a de la Concordia”, en diario El Comercio,<br />

27 de enero de 1989, p. 4.<br />

-----, “La Revolución Francesa de 1789 y la Revolución<br />

de Quito de 1809”, ponencia en <strong>el</strong> VI Encuentro de<br />

Historia Nacional, 14-16 de junio de 1989, Quito, 8<br />

pp. Recogido luego en BANH, Quito, vol. LXIII, n.º<br />

155-156, 1990.<br />

-----, “Los Amigos d<strong>el</strong> País de Quito”, en diario El Comercio,<br />

10 de febrero de 1989, p. 4.<br />

-----, “Nuevos estudios sobre <strong>Espejo</strong>”, en diario El Comercio,<br />

25 de febrero de 1982, p. 4.<br />

-----, “Precursores remotos y próximos de la Independencia”,<br />

en Quito, Madrid, Editorial Mapfre, 1992,<br />

pp. 167-170.<br />

-----, “Salva Cruce… (Banderolas en las cruces de Quito)”,<br />

en revista El Libertador, n.º 164, Quito, 1961. También<br />

recogido en diario El Comercio, septiembre de<br />

1994, p. A4.<br />

-----, “Un día resucitará la Patria”, en diario El Comercio, 17<br />

de febrero de 1989, p. 4.<br />

Samaniego, Juan José, “El Dr. <strong>Espejo</strong> y la deontología médica”,<br />

en Homenaje a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> bicentenario de su<br />

nacimiento (1747-1947). Boletín d<strong>el</strong> Ministerio de Previsión<br />

Social y Trabajo, n.º 19, Quito, 1947, pp. 103-<br />

123. También recogido en Eugenio <strong>Espejo</strong>, Escritos<br />

médicos. Comentarios e iconografía, edición de<br />

Enrique Garcés y Luis A. León, Quito, Universidad<br />

Central, 1952, pp. 275-301.<br />

Tamariz Crespo, Remigio, “Un genio de la libertad Americana”,<br />

en Homenaje a <strong>Espejo</strong> en <strong>el</strong> bicentenario de<br />

su nacimiento (1747-1947). Boletín d<strong>el</strong> Ministerio de<br />

Previsión Social y Trabajo, n.º 19, Quito, 1947, pp.<br />

154-157.<br />

Tapia S., Sixto, “Francisco Eugenio de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”,<br />

en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario,<br />

Quito, 5 de enero de 1948.<br />

Terán Najas, Rosemarie, “La época de <strong>Espejo</strong>: política<br />

borbónica y tensiones sociales”, en Plutarco Naranjo<br />

y Rodrigo Fierro, eds., Eugenio <strong>Espejo</strong>: su época y<br />

su pensamiento, Biblioteca de Historia, n.º 25, Quito,<br />

Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación<br />

Editora Nacional, 2008, pp. 141-153.


186<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

Tobar, Julio, “Evolución de las ideas pedagógicas en <strong>el</strong><br />

Ecuador”, en Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación,<br />

VI, Quito, 1953.<br />

Torre Rev<strong>el</strong>o, José, “Francisco Javier Eugenio de Santa<br />

Cruz y <strong>Espejo</strong>, escritor, periodista y hombre de ciencia,<br />

ecuatoriano, uno de los precursores de la emancipación<br />

americana”, en La Prensa, Buenos Aires, 22<br />

de enero de 1939.<br />

-----, El libro, la imprenta y <strong>el</strong> periodismo en América durante<br />

la dominación española, Buenos Aires, J. Peuser,<br />

1940, pp. 183-186.<br />

Torres Reyes, Carlos de la, La Revolución de Quito d<strong>el</strong> 10<br />

de agosto de 1809, Quito, 1961, 721 pp. Referencias a<br />

<strong>Espejo</strong> en las páginas 131-136. Otra edición de este<br />

libro fue publicada en Quito, BCE, 1990, 621 pp.<br />

Troncoso, Julio C., “La trayectoria d<strong>el</strong> genio, en Revista<br />

<strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de<br />

enero de 1948, p. 15-23.<br />

“Una carta de <strong>Espejo</strong>”, en BANH, vol. XLIV, n.º 100, Quito,<br />

julio-diciembre de 1962, pp. 301-304.<br />

“Una carta inédita de <strong>Espejo</strong>”, en diario El Comercio, 14<br />

de marzo de 1982. Se refiere a la carta dirigida al Cabildo<br />

de Quito por motivo de la redacción de las<br />

Reflexiones sobre las viru<strong>el</strong>as, fechada <strong>el</strong> 15 de noviembre<br />

de 1785 (ver “Cartas y representaciones”).<br />

Ugarte de Landívar, Zoila, “Bicentenario glorioso”, en Revista<br />

<strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Quito, 5<br />

de enero de 1948, pp. 1-4.<br />

Vacas Gómez, Humberto, “<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> precursor de la Independencia”,<br />

en Eugenio <strong>Espejo</strong>. Homenaje d<strong>el</strong> Ministerio<br />

de Previsión Social y Sanidad con motivo d<strong>el</strong><br />

CCV aniversario de su nacimiento, febrero 21, 1747-<br />

1952, Quito, Imprenta d<strong>el</strong> Ministerio de Educación<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 1952, pp. 21-27.<br />

Vargas, José María, OFM, “Contribución ecuatoriana a los<br />

estudios científicos”, en BANH, n.º 106, Quito, 1965,<br />

pp. 162-179.<br />

V<strong>el</strong>a, Pablo Hannibal, “Las siete palabras d<strong>el</strong> maestro <strong>Espejo</strong>:<br />

primicias de la cultura de Quito”, en Revista<br />

<strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de<br />

enero de 1948, pp. 52-53.<br />

Vera, Pedro Jorge, “<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> político y <strong>el</strong> periodista”, en<br />

Jorge Núñez Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

precursor de la independencia, Quito, Ediciones<br />

ADHILAC, 1992, pp. 219-228.<br />

Villagómez, Gabri<strong>el</strong>, “Algunos perfiles de la personalidad<br />

d<strong>el</strong> Precursor. La esencialidad de su figura”, en Revista<br />

<strong>Espejo</strong>, n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de<br />

enero de 1948, pp. 35-38.<br />

Villalba, Jorge, “Las prisiones d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong>:<br />

su defensa y ap<strong>el</strong>ación ante la corte de España”, en<br />

Jorge Núñez Sánchez, ed., Eugenio <strong>Espejo</strong> y <strong>el</strong> pensamiento<br />

precursor de la independencia, Quito, Ediciones<br />

ADHILAC, 1992, pp. 229-272. Luego recogido<br />

en Vida y contribución de Francisco Xavier Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong> 1790-1795, Tomo Primero,<br />

Colección Ciencia y Arte Médicos – Ecuador Siglo<br />

XXI, Serie Precursores, Quito, Ministerio de Salud<br />

Pública d<strong>el</strong> Ecuador, 2009, pp. 357-388. Se trata d<strong>el</strong><br />

mismo texto, con algunas modificaciones y sin los<br />

documentos, que apareció como en 1992 Las prisiones<br />

d<strong>el</strong> doctor Eugenio <strong>Espejo</strong> 1783-1787-1795 (ver<br />

sección “Libros y publicaciones especializadas”).


SERIE ESTUDIOS 187<br />

Viteri Lafronte, Homero, “Al lector”, introducción al tomo<br />

tercero de Escritos d<strong>el</strong> doctor Francisco Javier Eugenio<br />

Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>, Quito, Editorial Artes Gráficas,<br />

1923, pp. IX-LVI.<br />

-----, “El impreso de <strong>Espejo</strong> en Bogotá”, en BANH, vol. 1,<br />

n.º 1, julio-octubre de 1920, pp. 96-106. También recogido<br />

en El precursor <strong>Espejo</strong> y otros estudios sobre<br />

historia, Colección Grupo Aymesa, n.º 8, Quito, Aymesa,<br />

1993, pp. 357-367.<br />

Zapater, Irving Iván, Memorias d<strong>el</strong> Premio <strong>Espejo</strong>. Tomo<br />

I / 1975-1984, Quito, Consejo Nacional de Cultura,<br />

2009, 315 pp. No trata directamente de <strong>Espejo</strong>, pero<br />

resulta interesante por poner de r<strong>el</strong>ieve su figura en<br />

ámbitos mayores de la cultura nacional. Poco antes<br />

de esta publicación apareció un desplegable con<br />

datos sobre algunos de los premiados, fotografías y<br />

fragmentos de sus discursos.<br />

-----, “El precursor <strong>Espejo</strong> y otros estudios sobre Historia”,<br />

en Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios<br />

Históricos Americanos, vol. IV, n.º 12, pp. 335-447.<br />

-----, “Ideas políticas de <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>, n.º 15,<br />

número extraordinario, Quito, 5 de enero de 1948,<br />

pp. 68-72.<br />

-----, “Un libro autógrafo de <strong>Espejo</strong>”, en Boletín de la Sociedad<br />

Ecuatoriana de Estudios Históricos, vol. 4, n.º 12,<br />

Quito, mayo-junio de 1920, pp. 335-448. También<br />

recogido en El precursor <strong>Espejo</strong> y otros estudios sobre<br />

historia, Colección Grupo Aymesa, n.º 8, Quito,<br />

Aymesa, 1993, pp. 169-355. Contiene algunos documentos<br />

escritos por <strong>Espejo</strong>.<br />

Vivar, Víctor L., “Hombres y cosas d<strong>el</strong> Ecuador: Don Eugenio<br />

de Santa Cruz y <strong>Espejo</strong>”, en Revista Ecuatoriana,<br />

Quito, junio de 1892, p. 217-225.<br />

Vizuete, Humberto, “Eugenio <strong>Espejo</strong>”, en Revista <strong>Espejo</strong>,<br />

n.º 15, número extraordinario, Quito, 5 de enero de<br />

1948, pp. 9-13.<br />

Yépez d<strong>el</strong> Pozo, Juan, “Biografía de <strong>Espejo</strong>”, en Revista<br />

América, XXIV, Quito, Publicación d<strong>el</strong> Grupo América,<br />

1948, pp. 159-169.


188<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

PRODUCTOS AUDIOVISUALES 5<br />

Chusig, realizado por Jorge Asqui. Video digital, 7’05’’,<br />

Budapest, 2009. Texto en húngaro. Puede verse en<br />

http://www.youtube.com/watch?v=o1zh-3L0KUs.<br />

“Comercial Eugenio <strong>Espejo</strong>”, dirigido por Pablo Pérez<br />

Bruno, producido por Octavo Arte. Comercial t<strong>el</strong>evisivo,<br />

35’’, 2008. Rodado para la Campaña Vive tus<br />

libros, vive la patria, d<strong>el</strong> Ministerio de Cultura d<strong>el</strong><br />

Ecuador. Puede verse en http://www.youtube.com/<br />

watch?v=oObxYLX1C80<br />

El duende, dirigido por Juan Diego Pérez. Video de ficción,<br />

2004. Disponible en la Cinemateca Nacional,<br />

Quito.<br />

El legado de Eugenio <strong>Espejo</strong>, video dirigido por Andrés<br />

Landázuri y Jaime Villacís, producido por La Increíble<br />

Sociedad Estudios. Video documental digital,<br />

14’44’’, 2011. Rodado para <strong>el</strong> Instituto Nacional de<br />

Patrimonio Cultural.<br />

“Entrevista a Eugenio <strong>Espejo</strong>”, video de Freddy Fuenmayor.<br />

Video de docu-ficción, 8’9’’, 2010. Producido<br />

por Quito poquito a poquito para <strong>el</strong> Centro Cultural<br />

Metropolitano. La entrevista radial al actor<br />

Gabri<strong>el</strong> Ponce que sirve de base para <strong>el</strong> video fue<br />

transmitida durante la V<strong>el</strong>ada Libertaria 2010 por<br />

Radio Vigía 840 AM.<br />

Erophilia, amante de la sabiduría y <strong>el</strong> amor. Video digital,<br />

2006. Trata sobre Manu<strong>el</strong>a <strong>Espejo</strong>. Disponible en la<br />

Cinemateca Nacional, Quito.<br />

<strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> precursor, cinta de Édgar Cevallos, 35-16 mm,<br />

Cinema 1 Producciones/UNP. Ficción, 22’, 1981. Disponible<br />

en la Cinemateca Nacional, Quito.<br />

“Eugenio <strong>Espejo</strong>”, cinta d<strong>el</strong> Municipio d<strong>el</strong> Distrito Metropolitano<br />

de Quito para la serie Bicentenario<br />

de Quito. Video digital, 2 partes, cada una de<br />

1’1’’. Puede verse en http://www.youtube.com/<br />

watch?v=Og-SPsDSKAQ y http://www.youtube.<br />

com/watch?v=kVlKmb9KCgg.<br />

Eugenio <strong>Espejo</strong>, <strong>el</strong> duende de Quito, cinta de Patricio Jijón<br />

Arias, video digital, Unidad Educativa Municipal<br />

Experimental Eugenio <strong>Espejo</strong>/Trada Cine. Ficción,<br />

31’18’’, 2011.<br />

“Historieta Eugenio <strong>Espejo</strong>”. No se señalan créditos, posiblemente<br />

de un producto d<strong>el</strong> Municipio d<strong>el</strong> Distrito<br />

Metropolitano de Quito. Video digital y animación,<br />

3’, presumiblemente 2009. Puede verse en http://<br />

www.youtube.com/watch?v=A6m-qW-pQLY.<br />

5 Se recogen aquí productos audiovisuales destacables r<strong>el</strong>acionados a la figura de Eugenio <strong>Espejo</strong><br />

que han podido rastrearse en colecciones públicas y en Internet, incluyendo <strong>el</strong> documental realizado<br />

como complemento d<strong>el</strong> estudio al que acompaña esta bibliografía. Se han anotado en cursivas los<br />

títulos originales, y entre comillas los títulos solamente referenciales, aunque algunos consten como<br />

tales en la fuente señalada. Más que un compendio exhaustivo, se trata de una muestra de la actividad<br />

audiovisual que la figura de <strong>Espejo</strong> ha generado en los últimos tiempos.


SERIE ESTUDIOS 189<br />

Siglas utilizadas<br />

AHNB<br />

AMQ<br />

ANH<br />

ANH/A<br />

BANH<br />

BCE<br />

BEAEP<br />

BNB<br />

CCE<br />

FCML<br />

FJJC<br />

FONSAL<br />

PUCE<br />

Archivo Histórico Nacional de Bogotá<br />

Archivo Municipal de Quito<br />

Archivo Nacional de Historia (Quito)<br />

Archivo Nacional de Historia, Núcleo d<strong>el</strong> Azuay (Cuenca)<br />

Boletín de la Academia Nacional de Historia<br />

Banco Central d<strong>el</strong> Ecuador<br />

Biblioteca Ecuatoriana Aur<strong>el</strong>io Espinosa Pólit<br />

(Cotocollao, Quito)<br />

Biblioteca Nacional de Bogotá<br />

Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión<br />

Fondo Carlos Manu<strong>el</strong> Larrea (Archivo Histórico d<strong>el</strong><br />

Ministerio de Cultura, Quito; antiguo fondo Larrea d<strong>el</strong> BCE)<br />

Fondo Jacinto Jijón y Caamaño (Archivo Histórico d<strong>el</strong><br />

Ministerio de Cultura, Quito; antiguo fondo Jijón d<strong>el</strong> BCE)<br />

Instituto Metropolitano de Patrimonio Cultural de Quito<br />

Pontificia Universidad Católica d<strong>el</strong> Ecuador


ANDRÉS LANDÁZURI<br />

<strong>Espejo</strong>,<br />

<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

SERIE ESTUDIOS


ANDRÉS LANDÁZURI<br />

<strong>Espejo</strong>,<br />

<strong>el</strong> <strong>ilustrado</strong><br />

SERIE ESTUDIOS

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!