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Más allá del principio del placer y otras obras

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Sigmund Freud<br />

Más allá <strong>del</strong> <strong>principio</strong> <strong>del</strong> <strong>placer</strong> y <strong>otras</strong> <strong>obras</strong><br />

Pero los mencionados sueños de los neuróticos traumáticos ya no pueden verse como<br />

cumplimiento de deseo; tampoco los sueños que se presentan en los psicoanálisis, y que nos<br />

devuelven el recuerdo de los traumas psíquicos de la infancia. Más bien obedecen a la compulsión<br />

de repetición, que en el análisis se apoya en el deseo (promovido ciertamente por la «sugestión» 45 )<br />

de convocar lo olvidado y reprimido. Así, no sería la función originaria <strong>del</strong> sueño eliminar, mediante<br />

el cumplimiento de deseo de las mociones perturbadoras, unos motivos capaces de interrumpir el<br />

dormir; sólo podría apropiarse de esa función después que el conjunto de la vida anímica aceptó el<br />

imperio <strong>del</strong> <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong>. Si existe un «más allá <strong>del</strong> <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong>», por obligada<br />

consecuencia habrá que admitir que hubo un tiempo anterior también a la tendencia <strong>del</strong> sueño al<br />

cumplimiento de deseo. Esto no contradice la función que adoptará más tarde. Pero, una vez<br />

admitida la excepción a esta tendencia, se plantea otra pregunta: ¿No son posibles aun fuera <strong>del</strong><br />

análisis sueños de esta índole, que en interés de la ligazón psíquica de impresiones traumáticas.<br />

obedecen a la compulsión de repetición? Ha de responderse enteramente por la afirmativa.<br />

En cuanto a las «neurosis de guerra» (en la medida en que esta designación denote algo más que<br />

la referencia a lo que ocasionó la enfermedad), he puntualizado en otro lugar que muy bien podría<br />

tratarse de neurosis traumáticas facilitadas por un conflicto en el yo 46 . El hecho citado supra ([AE,<br />

18], pág. 12) de que las posibilidades de contraer neurosis se reducen cuando el trauma es<br />

acompañado por una herida física deja de resultar incomprensible si se toman en cuenta dos<br />

constelaciones que la investigación psicoanalítica ha puesto de relieve. La primera, que la<br />

conmoción mecánica debe admitirse como una de las fuentes de la excitación sexual 47 , y la<br />

segunda, que el estado patológico de fiebre y dolores ejerce, mientras dura, un poderoso influjo<br />

sobre la distribución de la libido. Entonces, la violencia mecánica <strong>del</strong> trauma liberaría el quantum<br />

de excitación sexual, cuya acción traumática es debida a la falta de apronte angustiado; y, por otra<br />

parte, la herida física simultánea ligaría el exceso de excitación al reclamar una sobreinvestidura<br />

narcisista <strong>del</strong> órgano doliente 48 . También es cosa sabida (aunque no se la ha apreciado<br />

suficientemente en la teoría de la libido) que perturbaciones graves en la distribución libidinal, como<br />

las de una melancolía, son temporariamente canceladas por una enfermedad orgánica<br />

intercurrente; y más todavía: una dementia Praecox plenamente desarrollada es capaz, bajo esa<br />

misma condición, de una remisión provisional de su estado.<br />

V<br />

La falta de una protección antiestímulo que resguarde al estrato cortical receptor de estímulos de<br />

las excitaciones de adentro debe tener esta consecuencia: tales trasferencias de estímulo<br />

adquieren la mayor importancia económica y a menudo dan ocasión a perturbaciones económicas<br />

equiparables a las neurosis traumáticas. Las fuentes más proficuas de esa excitación interna son<br />

las llamadas «pulsiones» <strong>del</strong> organismo: los representantes {Repräsentant} de todas las fuerzas<br />

eficaces que provienen <strong>del</strong> interior <strong>del</strong> cuerpo y se trasfieren al aparato anímico; es este el<br />

elemento más importante y oscuro de la investigación psicológica.<br />

Quizá no hallemos demasiado atrevido suponer que las mociones que parten de las pulsiones no<br />

obedecen al tipo <strong>del</strong> proceso nervioso ligado, sino al <strong>del</strong> proceso libremente móvil que esfuerza en<br />

pos de la descarga. Lo mejor que sabemos acerca de este último proviene <strong>del</strong> estudio <strong>del</strong> trabajo<br />

<strong>del</strong> sueño, el cual nos permitió descubrir que los procesos que se despliegan en los sistemas<br />

inconscientes son radicalmente diversos de los que ocurren en los sistemas (pre)concientes; que<br />

en el inconsciente las investiduras pueden trasferirse, desplazarse y condensarse de manera<br />

45 [La frase entre paréntesis remplazó en 1923 a «no inconsciente», que aparecía en las ediciones anteriores.]<br />

46 Véase mi «Introducción» (1919d) a Zur Psychoanalyse der Kriegsneurosen.<br />

47 Cf. mis observaciones en otro lugar (Tres ensayos de teoría sexual [AE, 7, págs. 183-4]) sobre el efecto de los<br />

sacudimientos mecánicos y los viajes en ferrocarril.<br />

48 Véase mi trabajo «Introducción <strong>del</strong> narcisismo» (1914c) [AE, 14, págs. 80-1].

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