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Más allá del principio del placer y otras obras

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Sigmund Freud<br />

Más allá <strong>del</strong> <strong>principio</strong> <strong>del</strong> <strong>placer</strong> y <strong>otras</strong> <strong>obras</strong><br />

la contrarían, de suerte que el resultado final no siempre puede corresponder a la tendencia al<br />

<strong>placer</strong>. Compárese la observación que hace Fechner (1873, pág. 90) a raíz de un problema<br />

parecido: «Pero puesto que la tendencia a la meta no significa todavía su logro, y en general esta<br />

meta sólo puede alcanzarse por aproximaciones ... » . Si ahora atendemos a la pregunta por las<br />

circunstancias capaces de impedir que el <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong> prevalezca, volvemos a pisar un<br />

terreno seguro y conocido, y para dar la respuesta podemos aducir en sobrado número nuestras<br />

experiencias analíticas.<br />

El primer caso de una tal inhibición <strong>del</strong> <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong> nos es familiar; tiene el carácter de una<br />

ley (gesetzmüssig}. Sabemos que el <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong> es propio de un modo de trabajo primario<br />

<strong>del</strong> aparato anímico, desde el comienzo mismo inutilizable, y aun peligroso en alto grado, para la<br />

autopreservación <strong>del</strong> organismo en medio de las dificultades <strong>del</strong> mundo exterior. Bajo el influjo de<br />

las pulsiones de autoconservación <strong>del</strong> yo, es relevado por el <strong>principio</strong> de realidad 6 , que, sin<br />

resignar el propósito de una ganancia final de <strong>placer</strong>, exige y consigue posponer la satisfacción,<br />

renunciar a diversas posibilidades de lograrla y tolerar provisionalmente el dis<strong>placer</strong> en el largo<br />

rodeo hacia el <strong>placer</strong>. Ahora bien, el <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong> sigue siendo todavía por largo tiempo el<br />

modo de trabajo de las pulsiones sexuales, difíciles de «educar»; y sucede una y otra vez que, sea<br />

desde estas últimas, sea en el interior <strong>del</strong> mismo yo, prevalece sobre el <strong>principio</strong> de realidad en<br />

detrimento <strong>del</strong> organismo en su conjunto.<br />

Es indudable, no obstante, que el relevo <strong>del</strong> <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong> por el <strong>principio</strong> de realidad puede<br />

ser responsabilizado sólo de una pequeña parte, y no la más intensa, de las experiencias de<br />

dis<strong>placer</strong>. Otra fuente <strong>del</strong> desprendimiento de dis<strong>placer</strong>, no menos sujeta a ley, surge de los<br />

conflictos y escisiones producidos en el aparato anímico mientras el yo recorre su desarrollo hacia<br />

organizaciones de superior complejidad. Casi toda la energía que llena al aparato proviene de las<br />

mociones pulsionales congénitas, pero no se las admite a todas en una misma fase <strong>del</strong> desarrollo.<br />

En el curso de este, acontece repetidamente que ciertas pulsiones o partes de pulsiones se<br />

muestran, por sus metas o sus requerimientos, inconciliables con las restantes que pueden<br />

conjugarse en la unidad abarcadora <strong>del</strong> yo. Son segregadas entonces de esa unidad por el<br />

proceso de la represión; se las retiene en estadios inferiores <strong>del</strong> desarrollo psíquico y se les corta,<br />

en un comienzo, la posibilidad de alcanzar :satisfacción. Y si luego consiguen (como tan fácilmente<br />

sucede en el caso de las pulsiones sexuales reprimidas) procurarse por ciertos rodeos una<br />

satisfacción directa o sustitutiva, este éxito, que normalmente habría sido una posibilidad de <strong>placer</strong>,<br />

es sentido por el yo como dis<strong>placer</strong>. A consecuencia <strong>del</strong> viejo conflicto que desembocó en la<br />

represión, el <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong> experimenta otra ruptura justo en el momento en que ciertas<br />

pulsiones laboraban por ganar un <strong>placer</strong> nuevo en obediencia a ese <strong>principio</strong>. Los detalles <strong>del</strong><br />

proceso por el cual la represión trasforma una posibilidad de <strong>placer</strong> en una fuente de dis<strong>placer</strong> no<br />

son todavía bien inteligibles o no pueden exponerse con claridad, pero seguramente todo dis<strong>placer</strong><br />

neurótico es de esa índole, un <strong>placer</strong> que no puede ser sentido como tal 7 .<br />

Las dos fuentes <strong>del</strong> dis<strong>placer</strong> que hemos indicado están muy lejos de abarcar la mayoría de<br />

nuestras vivencias de dis<strong>placer</strong>; pero de las restantes puede afirmarse, con visos de justificación,<br />

que su existencia no contradice al imperio <strong>del</strong> <strong>principio</strong> de <strong>placer</strong>. En su mayor parte, el dis<strong>placer</strong><br />

que sentimos es un dis<strong>placer</strong> de percepción. Puede tratarse de la percepción <strong>del</strong> esfuerzo de<br />

pulsiones insatisfechas, o de una percepción exterior penosa en sí misma o que excite<br />

expectativas displacenteras en el aparato anímico, por discernirla este como «peligro». La reacción<br />

frente a esas exigencias pulsionales y amenazas de peligro, reacción en que se exterioriza la<br />

genuina actividad <strong>del</strong> aparato anímico, puede ser conducida luego de manera correcta por el<br />

<strong>principio</strong> de <strong>placer</strong> o por el de realidad, que lo modifica. No parece entonces necesario admitir una<br />

6 [Cf. «Formulaciones sobre los dos <strong>principio</strong>s <strong>del</strong> acaecer psíquico» (1911b).]<br />

7 [Nota agregada en 1925:]<br />

Lo esencial es, sin duda, que <strong>placer</strong> y dis<strong>placer</strong> están ligados al yo como sensaciones concientes. [Esto se elucida con más<br />

detalle en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, pág. 87.]

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