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8 Internacional
Tarija - Bolivia ANUARIO 23 de diciembre de 2013
las alarmas han sonado En 2013, las rEsErVas adElGazan
A todo gas
El inicio de las
negociaciones de
renovación del contrato
de exportación
a Brasil y el
retraso de la industrialización,
junto a
los fracasos en
exploración han
puesto en jaque la
sostenibilidad del
modelo
JEsus cAnTin
LA MANo DEL Moto
Más serios de lo habitual, Evo Morales y el presidente de Repsol, Antonio Brufau, en visita a Margarita
El año 2013 ha sido
un año de hitos e
incógnitas, de
fechas y prisas en
materia de
Hidrocarburos en el país. En lo
positivo, Bolivia ha entrado en
la era de la industrialización de
sus recursos naturales, aunque
sea de forma todavía muy
inicial. En las incógnitas, las
reservas siguen decreciendo y
las cifras exactas en poder de
las transnacionales que explotan
los yacimientos. En las
fechas, Brasil ha pedido más
gas y más barato para renovar
el contrato de exportación que
vence en 2019. En las prisas,
el Gobierno y YPFB se han
apresurado a aceptar las
negociaciones sin una evaluación
mesurada ni unas bases
sólidas.
Para Tarija en particular, el
año ha sido productivo en
tanto y cuanto la Planta
Separadora del Gran Chaco,
la grande, la de verdad, avanza
a buen ritmo y se espera
que en octubre de 2014 sea
entregada, pero también ha
sido negativo ya que no se ha
consolidado la sociedad Tarija
– YPFB y peor aún, las plantas
petroquímicas que acompañan
el proceso corren el riesgo
de no ser instaladas en
Yacuiba.
Industrialización
con plazos claros
La Planta de Río Grande,
inaugurada en mayo en Santa
Cruz, procesa una sexta parte
de lo que se exporta a Brasil,
apenas 6 millones de metros
cúbicos día. Pero no por ello
deja de ser importante para el
país. Con ella Bolivia ha dejado
de importar GLP a exportarlo,
por ejemplo. Los licuables
contenidos en el torrente
se convertirán en unos años en
fertilizantes procesados en las
plantas de Amoníaco y Urea de
Cochabamba, que en definitiva
se convertirán en más y mejor
producción agrícola en el país.
El presidente Evo Morales lo
calificó como un paso histórico.
Hasta ahora Brasil pagaba solo
por esa sexta parte una suerte
de regalías al país, con las
otras cinco partes ha construido
todo un complejo petroquímico
al otro lado de la frontera,
y lo seguirá haciendo al menos
hasta 2019.
La planta del Gran Chaco,
que procesará, esta vez si los
30 millones de pies cúbicos
que se prevé exportar en breve
a Argentina avanza. La fecha
acordada con Técnicas
Reunidas para su entrega es
octubre de 2014 y el presidente
de YPFB, Carlos Villegas, confirma
los plazos. El problema
para Tarija es que en 2013 se
ha abierto la posibilidad de que
las plantas de Etileno y
Propileno se esfumen del
Chaco y vayan a parar a
Chuquisaca o Santa Cruz. Todo
un reto político para los socios
de la Gobernación y sobre
todo, los flamantes aliados del
PAN. ¿Cómo explicar que se
escapó de las manos la posibilidad
de convertir Tarija en el
polo industrial más importante
del país generando cientos de
puestos de trabajo calificados?
Una empresa italiana,
Tecnimont, lleva adelante el
Estudio de Identificación para
definir la ubicación. Villegas
señaló que el resultado se
conocerá en el primer semestre
de 2014. La inversión estimada
en industrialización hasta 2025
es de 50.000 millones de dólares.
17.000 de ellos para construir
la planta de propileno
(hasta 2018) y de etileno (hasta
2022) “entrar en la era del plástico”
declaró Villegas en una
afirmación que contrasta con
los proclamados “derechos de
la Madre Tierra” que por otro
lado dará un salto cualitativo en
el país.
Multiplicar las reservas
Una mañana, el viceministro
de Hidrocarburos Eduardo
Alarcón anunció que las negociaciones
para ampliar el contrato
de exportación con Brasil, que
fenece en 2019, estaban en marcha.
La pregunta de rigor fue
trasladada al presidente de
YPFB, Carlos Villegas, nombrado
plenipotenciario en esta lid.
¿Hay reservas suficientes para
garantizar la continuidad del contrato
sin condicionar nuestra propia
industrialización? Villegas
apeló siempre al optimismo y a
los “grandes esfuerzos” que “se
están haciendo en exploración”.
Acosado por las preguntas,
Villegas lanzó al aire dos alegres
cifras. La primera, que
nuestras reservas se aproximan
hoy a 11,3 Trillones de
Pies Cúbicos (TCF), para luego
reconocer que no hay una certificación
oficial y que está se
ha encargado para este año.
La segunda, cuando ya los cálculos
de los expertos le acosaban,
fue la de reconocer que de
no fructificar ningún proyecto
de exploración y mantener los
ritmos de explotación actual, en
2023 no quedará ni una molécula
de gas.
Rápidamente, Villegas
apela al optimismo y a los contratos
firmados. Lo cierto es
que el gobierno boliviano ha
emprendido una penosa tarea
de “subastar” los campos de
exploración disponibles, unos
20, para los que no se encuentran
interesados. Este año apenas
se han firmado cinco contratos
y algunas áreas han sido
devueltas por malos resultados.
El Vicepresidente Álvaro
García Linera llegó a apostar
con un periodista tarijeño que
entre esos cinco campos aparecerá
un megacampo como
Margarita. Veremos.
Mientras tanto, YPFB se ha
marcado una meta de llegar a
los 18 TCF en 2025, pero aún
no se decide a invertir los
ingresos de la petrolera en ese
rubro, que evidentemente privaría
al Estado de mucho gasto
corriente que se realiza actualmente.
Brasil y el gas
Por otro lado, Brasil ha
adjudicado por subasta el
Presal, uno de los mayores
yacimientos petroleros aguas
adentro del mundo, y apuesta
por su autosuficiencia. Lo cierto
es que el megaproyecto tardará
todavía más de una década
en entrar en funcionamiento
y ni que decir los mismos anuncios
hechos por Argentina con
Vaca Muerta y cuyo contrato de
exportación aún estará vigente
hasta 2027.
Con la tradicional reserva
con la que se manejan los
temas de Hidrocarburos y contratos
en el mundo, unos y
otros dudan si es Brasil o es
Bolivia quien va de farol.
Los industriales de Sao
Paolo, que disfrutan el gas boliviano,
exigen bajar los precios
y aumentar las cantidades y
cuestionan la capacidad de
Bolivia para suministrar, a
pesar de que el pozo que les
alimenta es operado por
Petrobras (y quien maneja
todos sus datos).
En Bolivia, aunque los
jerarcas se han apresurado a
aceptar la oferta de ampliación
del contrato, las dudas sobre
las reservas subyacen y el
vicepresidente ha advertido
que “con la industrialización,
cada dólar que se gana ahora
con la exportación se multiplicará
por cuatro”.
Brasil ha erigido las plantas
petroquímicas de Uberaba
y Trés Lagoas, al otro lado de
la frontera y en base a gas
boliviano, en las que invierte
casi 5.000 millones de dólares.
Si Bolivia opta por no renovar
y aprovechar esos 5/6 de gas
rico que se van a Brasil hoy, la
inversión será pérdida.
¿Se necesita ampliar el
contrato? Hay dudas pero una
de las buenas noticias se originó
en la cumbre
Hidrocarburífera de la Agenda
2025 realizada en Tarija,
donde Carlos Villegas aseguró
que se crearía una reserva
estratégica para garantizar los
ya de por si atrasados proyectos
de industrialización.
El consumo de reservas se
ha multiplicado en los últimos
años, y no por el consumo interno,
que apenas crece un 10 por
ciento anual, con proyectos
industriales, de GNV y gas
domiciliario paralizados sino por
el desmesurado crecimiento en
los compromisos de exportación.
Si hace cinco años Bolivia
producía poco más de 40 millones
de metros cúbicos al día
hoy produce más de 70 y si
antes se consumía 0,4 TCF al
año, hoy se consume casi un 1
TCF sin que los proyectos de
exploración permitan reponer
esta cantidad.
En 2022 las plantas petroquímicas
adyacentes a las
plantas separadoras deben
estar a pleno rendimiento,
pero el gas de hoy se habrá
acabado en 2023. 2014 pasa
por ser un año clave para planificar
el futuro con realismo.