Pablo Neruda y una familia de lobos - Youkali

[RESEÑA]
Sobre Pablo Neruda y una familia de lobos, de Jorge Riechmann
(La Grúa de Piedra, 2010)
Otra manera de respirar
por Alberto García-Teresa
Si bien todo producto artístico aporta un
entramado ético que lo sostiene, la poesía
de Jorge Riechmann apuesta por poner de
manifiesto otras maneras de vivir, de mirar
y de comprender la realidad; por articular
una ética radicalmente distinta a la
que persiste en la sociedad capitalista contemporánea.
Su obra, en ese sentido, ha ido presentando,
a través del verso y del ensayo, un
pensamiento coherente que se complementa
mutuamente, y que desnuda la ilógica
del sistema actual donde la muerte
impera a todos los niveles y en todas las
esferas en manos de la búsqueda de lucro.
Pablo Neruda y una familia de lobos, así,
continúa la línea de sus libros anteriores
(lenguaje claro, verso libre, elementos sencillos
con los que componer las metáforas,
despuntes de lirismo, frecuente apoyo en
paralelismos y anáforas, notas de filósofos o poetas que agregan sus palabras a las de Riechmann), aunque el
autor en esta ocasión aplica un tono más certero, demuestra una mayor precisión, y deja más espacio para la
ironía.
El escritor realiza un intento (porque él da un valor especial al tanteo, a la exploración que yerra, a lo incierto)
de lectura ética de la vida (concebida como una «espiral»), un análisis ético de nuestra sociedad, señalando
las vías de escape y de transformación: el humanismo, la compasión, la humildad, la lentitud, la atención.
En ese sentido, resalta la importancia del diálogo y apela a la solidaridad como herramienta de resistencia
(«nosotros podemos / apoyarnos uno al otro, aplazar juntos / los trabajos de la muerte»). Con ello, expresa
y exalta los vínculos con el resto de personas («no existe ser humano / que no necesite ayuda / nunca») y
resuelve: «poesía /arte del vínculo». Así, la síntesis de su filosofía podría recogerse en la siguiente alegoría:
«Seguimos intentando levantar / los muros de una casa // donde quepa más de uno».
El autor se posiciona ante un «ellos», a los que critica su crueldad, su insensibilidad, su avaricia, su utilitarismo.
Así, denuncia su afán mercantilista: «no les quita el sueño el fin del mundo / si el resto de mundo
que siga a ese final / sigue siendo un lugar / bueno / para los negocios».
Además, en su convicción de que es un cambio ético uno de los puntales básicos de una revolución social,
llama a la revolución interior como motor de transformación: «Tanta energía en busca / del punto de fractura
del sistema, / tanta adrenalina, tanta inteligencia... // Está en ti, / en ti que ahora lees esta frase, / está en ti».
Trata de detectar las contradicciones e ilógica del sistema y denunciarlas. Para Riechmann, resulta imprescindible
observar críticamente la realidad, sin miedo, y exhorta a permanecer siempre alerta («atento / no te
duermas»). Por eso, indica que hay que cambiar las prioridades, basándolas en el humanismo, en la lucha por
su conquista, frente a la banalidad y el anhelo de beneficio individual: «Pero ¿cómo perder / tiempo en burlas
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 101 ANÁLISIS / RESEÑAS

ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 102 ANÁLISIS / RESEÑAS
/–mientras se funden los hielos del planeta / y siguen muriendo personas torturadas– / con todo lo que hay
que llorar / y luchar / y besar / y celebrar». E incide en desmontar el cinismo posmoderno: «Qué fácil reírse
de todo esto / en el registro craneal de la farsa / si no fuera porque la tragedia / nos hiela la risa en los labios».
Sin embargo, a pesar de plantear pautas que dan pie a la esperanza y de lanzar la necesidad de combatir
por lo que hoy se considera utópico, plasma su pesimismo sobre la situación actual: «ahora que sólo vamos
pudiendo elegir / entre lo peor y lo catastrófico / ¿qué adjetivo emplearemos para estos tiempos / nuestros».
Y concluye que «ahora / ya va siendo demasiado tarde / para casi todo». Con ello, lleva a cabo observaciones
sobre el rumbo de la esperanza en nuestro sociedad, partiendo de que vivimos «en el mundo de la alienación
total».
En ese sentido, advierte del peligro de continuar ejecutando políticas reformistas, lo que nos lleva a proseguir
«aplicando tiritas / tan aplicadamente / sobre el absceso obscenamente abierto / del cáncer que nos mata».
Por ello, desmonta las técnicas de adormecimiento del poder, de control de pensamiento, y denuncia el
papel que juega el engaño en todo ello: «Se va secando la boca / de tanto morder mentiras empapadas».
En los poemas se aprecia el discurrir filosófico, se recogen los razonamientos que lleva a cabo Riechmann,
aunque no llegan a una conclusión específica, sino que revelan su lógica y dejan en manos del lector la respuesta
(en numerosas ocasiones, a través de conclusiones plasmadas como preguntas retóricas).
Por otro lado, el poeta aborda los problemas de nuestro planeta ligando destrucción medioambiental con
afán desarrollista humano. En ese sentido, Riechmann apuesta por el decrecimiento («se puede retroceder un
peldaño / en la escala asesina del confort») y, frente a la sociedad del espectáculo debordiana imperante, resalta
que «la naturaleza como nexo / entre los seres humanos / y el resto de los seres / no admite sucedáneo».
Además, realiza una reivindicación de la condición de animal del ser humano, en tanto parte de ecosistemas,
para remarcar los vínculos con el resto de especies. De esta manera, expone la aceptación de las condiciones
naturales del ser humano (no de las impuestas política o culturalmente) como especie animal: «Eres
mortal // Eso quiere decir que no tienes mucho tiempo / ni poco: // tienes el tiempo exacto / el tiempo tuyo».
En relación con ello, el autor recoge la belleza de lo sencillo, y aporta una mirada plena que evoca la magia
del misterio, de la inminencia; que sabe releer el mundo en clave de maravilla y de sorpresa. Expresa entonces
la fascinación por la belleza de lo pequeño, de lo sencillo, con ímpetu indagador: «Somos de aquellos
/ que juntan una pena y un estambre / sólo por el placer de investigar / la pequeña deflagración fosfórica».
Esa actitud la traslada a todos los niveles, y se erige con fundamento vital: «uno escribe buscando / y buscándose
/ mas todo lo que encuentra es recibido, / viene de fuera: regalo, don, encargo». De esta manera, alude
también a la generosidad, que es una pieza clave en nuestras relaciones: «ayudar un poco y como premio /
no merecido / la frecuente belleza». Con todo, exalta lo comunitario; «la belleza del trabajar en común / actuar
en común / vivir en común».
El volumen incluye un tramo sobre poética, en el cual explora las posibilidades y la función de la poesía.
Se trata de una búsqueda, pero no de una individual, sino en común, en unión con la naturaleza y el resto de
personas que pueda desembocar en el verso. De hecho, explica que «la poesía es lo contrario de la humillación».
Por tanto, se concibe entonces como un espacio en el que se realiza una dignificación.
También incorpora varios textos sobre la propia composición del poema. Así, afirma que «en el poema /
ni una sola palabra / sobrante / ni un silencio». Concluye que «el poeta es el reportero de la vida» y que «la
poesía / no es juego / de palabras». Por tanto, arremete contra la poesía frívola, que rehuye de su irrenunciable
carga filosófica e ideológica. En ese sentido, Riechmann otorga a la poesía las siguientes cualidades: «es
el aire del mundo / la nuez roja para el hambriento / y el vaso de agua para nuestra sed».
Por otra parte, concibe la cultura como una práctica cooperativa, más allá incluso de la comprensión del
papel del receptor en la configuración de la obra literaria (como apuntaran Iser, Jauss o Eco). De esta manera,
afirma que «la cultura es una práctica de reciclado en un 99%» y resuelve que «los poemas / no son nunca
del todo / de quien los escribe».
En relación a ello, se debe señalar que Pablo Neruda, presente en el título de la obra, aparece como personaje,
mención o cita originaria en algunas piezas, aunque no constituye un eje vertebrador (ni determinante del
tono) de la obra.
Por todo ello, este poemario avanza en la obra de Jorge Riechmann con coherencia, asentado y afilando
su lúcida mirada sobre nuestro alrededor y nuestros corazones. Porque, ante cuestiones filosóficas y políticas
clave, «no se contesta / con un discurso // se contesta / viviendo de otra forma».