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<strong>Youkali</strong>: revista crítica de las artes y el pensamiento<br />
nº 11, julio de 2011<br />
revista semestral en formato electrónico<br />
para encontrarla: www.youkali.net<br />
edita: tierradenadie ediciones, S.L.<br />
I.S.S.N.: 1885-477X<br />
las afirmaciones, las opiniones y los análisis que se encontrarán en el presente<br />
número de <strong>Youkali</strong>, son responsabilidad de sus autores.<br />
© los autores<br />
(copyleft, salvo indicación en otro sentido)<br />
coordinación: Montserrat Galcerán Huguet y Matías Escalera Cordero<br />
participan en el número: Matías Escalera Cordero, Maite Aldaz, Martha Rosler,<br />
Laura Mulvey, María Ruido, Mujeres Creando, Ana Navarrete, Amelia Jones,<br />
Cabello / Carceller, Juan Camilo Cajigas-Rotundo, Kalvellido, La Exacta<br />
Palabra, Mª Ángeles Maeso, Concha García, Begoña Castejón, Ana Pérez<br />
Cañamares, Ana Vega, Isabel Bono, Roxana Popelka, Sonia San Román, José<br />
Luis Bellón Aguilera, Alberto García-Teresa, Eva Fernández y Aurelio Sainz<br />
Pezonaga.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 2<br />
maquetación: tallerV<br />
portada y contraportada: Maite Aldaz (portada realizada a partir de una fotografía<br />
de la performance "Hartford Wash: Washing, Tracks, Maintenance: Outside"<br />
(1973) de Mierle Laderman Ukeles)<br />
La referencia de las imágenes que salpican las páginas del apartado temático de<br />
este número de <strong>Youkali</strong>, se encuentran referenciadas específicamente en el cuerpo<br />
de la revista.
Í N D I C E<br />
pág.<br />
Breve editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4<br />
Arte(s) - Feminismo(s)<br />
- Martha Rosler:<br />
La figura del artista, la figura de la mujer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5<br />
- Laura Mulvey:<br />
Cine, feminismo y vanguardia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15<br />
- Maite Aldaz:<br />
De afecto y poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26<br />
- María Ruido<br />
La representación de la violencia / violencia de la representación:<br />
de Jack el Destripador a Ciudad Juárez,<br />
pasando por la pantalla de TV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27<br />
- Mujeres Creando:<br />
¿Cuándo ¡Ahora! ¡Cuándo carajo! ¡Ahora carajo! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40<br />
- Ana Navarrete:<br />
Aleluya de las republicanas que dieron su vida por la libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45<br />
- Amelia Jones<br />
Generando problemas: las artistas feministas<br />
ponen en escena el sexo femenino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46<br />
- Cabello / Carceller:<br />
Suite Rivolta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55<br />
- directorio feminista y créditos de las imágenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57<br />
Miscelánea<br />
- Juan Camilo Cajigas-Rotundo:<br />
La (Bio)colonialidad del poder. Cartografías epistémicas<br />
en torno a la abundancia y la escasez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59<br />
- Kalvellido:<br />
Una mirada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75<br />
- Inter(w)express... La Exacta Palabra: Cinco (5) respuestas rápidas<br />
para cinco (5) preguntas clave (cuestionario de la redacción) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77<br />
Elementos de producción crítica<br />
- CARPETA: Ángela Figuera Áymerich: voz(es) de mujer(es),<br />
con colaboraciones de Mª Ángeles Maeso, Concha García y Begoña Castejón,<br />
Ana Pérez Cañamares, Ana Vega, Isabel Bono.<br />
Roxana Popelka y Sonia San Román . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79<br />
Análisis de efectos / Reseñas<br />
- José Luis Bellón Aguilera: : Noticia de la publicación de Foucault y la política,<br />
de José Luis Moreno Pestaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99<br />
- Alberto García-Teresa: Reseña de Pablo Neruda y una familia de lobos<br />
de Jorge Riechmann . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101<br />
- Eva Fernández: Reseña de Las prácticas literarias del conflicto. Registro<br />
de incidencias (1991-2010), de Enrique Falcón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103<br />
- Acuse de Recibo: noticias sobre la nueva colección “Los libros de Viento Sur”<br />
de La Oveja Roja, y de los nuevos títulos de Arturo Borra, Víctor Gómez,<br />
Laura Giordani, Antonio Crespo Massieu<br />
Alicia Martínez y Gsús Bonilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105<br />
Un clásico, un regalo<br />
- ¿Es posible el capitalismo sostenible, de James O’Connor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 3
BREVE EDITORIAL<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 4<br />
Con los ritmos alterados, como todo, y todos, en estos días, gracias al 15M, y también por la naturaleza<br />
del material que presentamos, rico y variado, aparece, por fin, este nuevo número de <strong>Youkali</strong>, que lleva<br />
como temática central la relación entre las artes y los feminismos. Lo abren dos artículos de dos importantes<br />
artistas y teóricas, Laura Mulvey y Martha Rosler, en los que dibujan las panorámicas de la primera<br />
ola del cine y del arte feminista. Mulvey se ocupa de las conexiones entre cine y feminismo y de<br />
la importancia que la tradición vanguardista cobra en la crítica feminista de la representación. Rosler<br />
hace un recorrido por las concepciones del artista que predominaron después de la Segunda Guerra<br />
Mundial en los EE. UU y del modo en que fueron subvertidas por el arte feminista.<br />
Continuamos con otros dos artículos, esta vez de Amelia Jones y María Ruido, que nos muestran<br />
dos de las vías abiertas en la actualidad a la teoría y la práctica del arte feminista. Jones propone, desde<br />
una estética del éxodo, un abandono del binarismo que articulaba la crítica de la representación de los<br />
setenta. En Ruido, sin embargo, encontramos, una puesta en práctica contemporánea de la crítica de la<br />
representación, que, sin caer en binarismos, permite analizar una cuestión tan fundamental para el<br />
feminismo como la representación de la violencia.<br />
Las cuatro propuestas prácticas de artistas que han respondido a nuestra invitación se inclinan, nos<br />
parece, en mayor medida por la línea que apuesta por complejizar la crítica de la representación, en<br />
lugar de abandonarla. Tanto Maite Aldaz, como Mujeres Creando (María Galindo), Cabello / Carceller<br />
o Ana Navarrete asumen de entrada que el feminismo sólo puede ser en la actualidad un movimiento<br />
mestizo, un movimiento de movimientos. El feminismo opera en sus propuestas cruzándose con el<br />
antagonismo de clases, con los conflictos coloniales, con el antiautoritarismo o con la memoria histórica,<br />
respectivamente.<br />
En Elementos de producción crítica, y la elección no podía ser más oportuna, hemos preparado una<br />
carpeta dedicada a la poetisa Ángela Figuera Áymerich. Mª Ángeles Maeso, Concha García y Begoña<br />
Castejón comentan su poesía y Begoña Castejón, Ana Pérez Cañamares, Ana Vega, Isabel Bono, Roxana<br />
Popelka y Sonia San Román seleccionan poemas de Ángela Figuera y le dedican sus propios versos,<br />
inéditos y escritos expresamente para la esta memorable ocasión.<br />
Dos viñetas de Kalvellido sobre el 15M, la entrevista a las mujeres que están sacando adelante el<br />
proyecto teatral La exacta palabra, junto con el artículo de J. C. Cajigas‐Rotundo “La (bio)colonialidad<br />
del poder” componen la Miscelanea de este número. Este último artículo, además, y el clásico, “¿Es<br />
posible el capitalismo sostenible” de James O’Connor, enlazan directamente con el ecologismo capitalista<br />
del que nos ocupamos en el número anterior.<br />
En fin, reseñas de los últimos libros de J.L Moreno Pestaña, Enrique Falcón y Jorge Riechmann, más<br />
el avance de un conjunto de publicaciones a cual más interesante completan el potlatch de este <strong>Youkali</strong><br />
11 que esperamos os resulte nutritivo, a la par que sabroso.<br />
Tierradenadie ediciones<br />
Ciempozuelos<br />
Julio de 2011
LA FIGURA DEL ARTISTA, LA FIGURA DE LA MUJER<br />
por Martha Rosler 1<br />
Desde donde estaban situados en el mundo de la<br />
posguerra, aquello parecía un nuevo comienzo –comenzar<br />
de nuevo en todo, incluyendo el arte. La turbulencia<br />
del medio siglo anterior fue relegada a (mera)<br />
historia–, había sido ella, después de todo, la que<br />
había conducido a la debacle impensable. Un nuevo<br />
equilibrio mundial, llamado por la revista Time “el<br />
siglo americano” estaba en proceso: pero los Estados<br />
Unidos, la potencia industrial más moderna y más<br />
reciente, iba a ejercer su hegemonía por medio de los<br />
negocios en vez de a través de la violencia directa. A<br />
Occidente lo unía un patriarcado patriótico: la lucha<br />
y el heroísmo masculinos en una sociedad militarizada<br />
nos habían sacado del apuro, haciendo posible<br />
una reconstrucción democrática de Occidente en<br />
tanto que espacio amigable para la paz privada de la<br />
familia nuclear heterosexual, y en contra de la anterior<br />
posibilidad de una sociedad dividida por una<br />
guerra de clases.<br />
El mundo del arte de la posguerra situó al artista<br />
en el centro de su discurso. La figura del artista como<br />
héroe romántico reapareció con todo su esplendor.<br />
Las características centrales que le daban forma<br />
eran el aislamiento y el genio– “genio” denota una<br />
persona que destila experiencia y sensación activamente<br />
y cuyo talento reside en su habilidad para dominar<br />
y transformar ideas y sustancias –por medio<br />
de una facultad imaginativa innata– en una nueva<br />
entidad tangible que actúa poderosamente sobre la<br />
facultad estética receptiva del espectador (y del crítico).<br />
Las mujeres, en virtud de sus terrenalidad y su<br />
cercanía a la Naturaleza, su compromiso con el nacimiento<br />
natural, fueron excluidas de la posibilidad<br />
de ser genios, ya que, por supuesto, carne y espíritu<br />
no se mezclan. En los Estados Unidos este poder figurativo<br />
implícitamente masculino fue modelado<br />
usando rasgos extraídos de los diferentes mitos de la<br />
hombría y del trabajo productivo: el vaquero, el patriarca,<br />
el hombre de acción, el trabajador, el bebedor<br />
duro y el luchador. La soledad del Gran Hombre hegeliano<br />
de la historia se combinaba con el aislamiento<br />
del hombre de la frontera y el vaquero. En tanto<br />
que producto suyo, la obra de arte, cuya existencia se<br />
daba por supuesta, tenía como punto de referencia<br />
último (o audiencia) al artista mismo, aun a riesgo<br />
de fracasar más allá de ese límite. Tal y como June<br />
Wayne señalaba una década después, con el fin de<br />
combatir la figura del artista americano afeminado,<br />
los artistas americanos se veían forzados a ejercer<br />
con mayor intensidad el rol de supermacho autosuficiente<br />
2 .<br />
Los supuestos en torno a la obra de arte se centraron<br />
en la habilidad que ésta poseía para alcanzar lo<br />
“sublime”, para trascender y contradecir las condiciones<br />
negativas e inhumanas de la vida cotidiana.<br />
La obra de arte representaba un rectángulo de espe-<br />
1 Este artículo se presentó como ponencia en el congreso “Die Andere Avant Garde”, realizado en la Brucknerhaus, en Linz,<br />
Austria, en 1983. El texto para la traducción está tomado de Martha Rosler, Decoys and Disruptions. Selected Writings, 1975-2001,<br />
The MIT Press, Cambridge (Mass.), 2004, págs. 89-112. La traducción ha corrido a cargo de Maite Aldaz y Aurelio Sainz<br />
Pezonaga. Agradecemos a Martha Rosler su permiso para traducir y publicar el artículo.<br />
2 June Wayne, “The Male Artist as a Stereotypical Female,” Art Journal, 32, verano 1973, págs. 414-16. También publicado como<br />
“The Male Artist as a Stereotypical Female, or Picasso as Scarlett O’Hara to Joseph Hirshhorn’s Rhett Butler,” Artnews, diciembre<br />
1973, págs. 41-44.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 5 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 6 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
ranza comprometido con la utopía en un mundo sin<br />
esperanza, o (desde otro punto de vista) el lugar de<br />
la lucha simbólica entre el sujeto-artista y la materialidad<br />
inextricable. El espacio sintético de la obra de<br />
arte, el lugar de la lucha de la subjetividad por trascender<br />
las condiciones materiales de falta de libertad,<br />
suponía también un espacio para que el espectador<br />
experimentara el movimiento atemporal de la<br />
trascendencia. El carácter abstracto de estas confrontaciones<br />
era una consecuencia de su necesaria separación<br />
respecto de las situaciones concretas.<br />
Harold Rosenberg, crítico, y Robert Motherwell,<br />
artista, escribieron en el primer número de<br />
Posibilities (1947-48), una publicación editada por<br />
ellos mismos:<br />
Naturalmente la alarmante situación política ejerce<br />
una enorme presión…<br />
La responsabilidad política de nuestro tiempo<br />
significa, lógicamente, decir no al arte y a la literatura.<br />
Sin embargo hay bastante gente que encuentra<br />
posible situarse en un espacio entre el arte y la acción<br />
política. Si uno decide seguir adelante pintando<br />
o escribiendo mientras la trampa política parece cerrarse<br />
sobre él quizás se deba a que sostiene una fe<br />
extrema en la pura posibilidad. En su extremismo<br />
muestra que reconoce lo drástico de la presencia política.<br />
3 .<br />
En esta comparación entre la persona comprometida<br />
políticamente y el artista no hay contestación posible:<br />
lo político es lo “drástico”, “alarmante”, “catastró -<br />
fico”, mientras que el arte es el terreno de la “fe” y<br />
3 Robert Motherwell y Harold Rosenberg, prefacio a Possibilities 1, invierno 1947-8, pág. 1.<br />
de la “pura posibilidad”. Estamos ante el lenguaje<br />
del existencialismo, cuyo concepto central era el de<br />
posibilidad; el existencialismo se pensó para reemplazar<br />
en la cultura intelectual de Occidente al marxismo<br />
anterior a la guerra.<br />
Motherwell escribió en “The Modern Painter’s<br />
World” publicado en Dyn (1944):<br />
Si sentimos la necesidad de un nuevo arte es debido<br />
a que la realidad tiene un carácter histórico… la crisis<br />
es el rechazo del artista moderno, casi in toto, de<br />
los valores del mundo burgués. El arte moderno está<br />
relacionado con el problema de la libertad del individuo<br />
moderno. Por esta razón, la historia del arte<br />
moderno tiende, en ciertos momentos, a aparecer<br />
como la historia de la libertad moderna. Es aquí<br />
donde hay una afinidad genuina entre el artista y la<br />
clase trabajadora. Al mismo tiempo, los artistas modernos<br />
no tienen una experiencia social de la libertad,<br />
sino individualista… La historia social del artista<br />
moderno es la de un ser espiritual en un mundo<br />
amante de la propiedad… el problema del artista es<br />
con qué identificarse. La clase media se está descomponiendo<br />
y la clase obrera no existe como entidad<br />
consciente. De ahí que la tendencia de los pintores<br />
modernos sea la de pintar unos para los otros 4 .<br />
El carácter profundamente antipolítico y alegórico<br />
de este nuevo arte se sostenía en un énfasis (derivado<br />
de Kant) en la naturaleza universal de lo estético<br />
y en su inaptitud para aventurarse por cualquier<br />
otro dominio, ya fuera político, religioso, moral, literario<br />
o el de lo meramente agradable.<br />
Ideológicamente, el mundo de la posguerra estaba<br />
atrapado en un dualismo totalizador – poco le faltaba<br />
al Estado, en Occidente y en el Este, para anunciarse<br />
como la proyección del Yo contra el Otro diabólico,<br />
ya se tratara de la impenetrabilidad de la cortina<br />
de acero del mundo soviético o del imperialismo<br />
agresivo de los Estados Unidos. En el ámbito doméstico,<br />
el gran tema era el “materialismo” –la intrusión<br />
de la nueva cultura de masas en los rincones<br />
de la vida cotidiana que todavía se le escapaban y a<br />
la invasión de la subjetividad a través de la dominación<br />
de los instintos. Esta era la esperada prosperidad<br />
de la paz, pero su carácter hizo que intelectuales<br />
como Motherwell condenaran tanto la cultura de<br />
masas como el Estado burocrático y su amenaza global.<br />
En Occidente la ingeniería del deseo personal y<br />
4 Robert Motherwell, “The Modern Painter’s World”, Dyn 1, número 6, noviembre 1944, págs. 9-14.
del consentimiento político ensombrecieron el conjunto<br />
de la vida social con los espectros gemelos de<br />
Eros y Tánatos, el sexo y la Bomba.<br />
En Occidente, además, el atolladero del mundo<br />
de la posguerra se teorizó en términos masculinos,<br />
como un fracaso en la autonomía de un yo poderoso<br />
y controlador (dominante y patriarcal), como si su<br />
potencia se hubiera debilitado. Este fracaso de lo<br />
personal se relacionó con la evidente derrota de la<br />
esfera privada del poder patriarcal (la familia) frente<br />
al poder impersonal y expansivo de las grandes empresas<br />
y del Estado. Pero, si bien la responsabilidad<br />
recayó en el debilitamiento de lo masculino, fue a la<br />
mujer, como es habitual, a quien se señaló como culpable.<br />
Se identificó a las mujeres con lo domestico y<br />
con la domesticación –pacificación–, sin embargo<br />
ellas no se pacificaron. La extinción de cualquier expectativa<br />
de revolución proletaria (a la que<br />
Motherwell todavía alude) –el virtual aburguesamiento<br />
en términos culturales de la clase trabajadora<br />
junto con la humillación de aquellos que no consiguieron<br />
cambiar de clase– contribuyó a la decadencia<br />
ya percibida de lo masculino, especialmente<br />
a ojos de los intelectuales y los artistas.<br />
A comienzos de los años sesenta, era firme la hegemonía<br />
de los Estados Unidos sobre el poder económico<br />
en expansión de Occidente. El centro del arte<br />
pasó de París a Nueva York. Un expresionismo<br />
abstracto cansado dejó de ser dominante en el mundo<br />
del arte. Y con él se fue la concepción del arte y el<br />
artista que les atribuye una naturaleza y una función<br />
oposicionales, según había sido formulada por<br />
Motherwell. El expresionismo abstracto, que había<br />
dependido de una imagen de producción mínima,<br />
de pobreza elegida en un gigantesco campo de batalla<br />
que insistía en su estatus público más que en su<br />
carácter de posesión (mercancía), había conquistado<br />
el mundo del arte, alcanzado un estatus de mercancía<br />
de lujo, e incluso se había incorporado a la cultura<br />
de masas a través de los media –todo ello en contradicción<br />
con sus fundamentos axiomáticos. Su<br />
oposición a la “sociedad” y al Estado dejó de interesar<br />
en el nuevo mundo en tecnicolor y, en su nueva<br />
situación, de aceptación, fama y recompensa económica,<br />
dejo de ser convincente.<br />
Su sucesor en el papel dominante, el arte pop, comenzó<br />
en Inglaterra a inicios de los cincuenta y en<br />
Nueva York a finales de la misma década. La cultura<br />
de masas, cuyo rechazo fue tan determinante para<br />
el expresionismo abstracto, supuso el punto de<br />
partida del pop. Rechazando el rechazo del expresionismo<br />
abstracto, tirando por la borda sus valores<br />
de separación y diferencia, metáfora y trascendencia,<br />
los artistas pop se habían hecho las mismas preguntas<br />
sobre las relaciones entre arte y sentido, artistas<br />
y sociedad –el “con qué identificarse” de Mother -<br />
well– y habían concluido que las respuestas tenían<br />
que ser radicalmente nuevas. La gran ruptura del<br />
pop procedía de su percepción de la disposición<br />
cua litativamente diferente de los factores sociales<br />
que dictaba las nuevas respuestas a las preguntas sobre<br />
la oposición y la resistencia, sobre la audiencia,<br />
los media, lo individual versus lo social, lo masculino<br />
y la dominación, “la libertad espiritual en un<br />
mundo amante de la propiedad”. Tras la obra ya no<br />
cabía encontrar un sujeto masculino alienado que lucha<br />
para mantenerse en los más altos valores espirituales<br />
por medio de un sentido del poder personal,<br />
de la dignidad y la autonomía. Incluso se hubo de<br />
renunciar a la esperanza de trascendencia dado que<br />
Dios había muerto: no más decisiones existenciales,<br />
la propia coherencia y carácter del sujeto en el mundo<br />
moderno se había puesto gravemente en duda. Si<br />
en el momento de consolidación del capitalismo la<br />
lucha había consistido en buscar cómo situarse uno<br />
mismo en relación con la sociedad y con los demás<br />
–el problema del individualismo radical en tanto<br />
que se enfrentaba a un orden social hostil, a una disposición<br />
hostil de Otros radicales, así como a una<br />
hostil ordenación universal del tiempo y del espacio–,<br />
en los sesenta el campo de batalla había pasado<br />
a ser el propio individuo. El problema ahora era<br />
mantener sus elementos internos formando una unidad,<br />
así como localizar las fuentes de la identidad<br />
dentro y contra una sociedad unificada bajo la “regla<br />
del autor de la mercancía”. El punto estratégico fuera<br />
de uno mismo, vital para comprender la unidad<br />
del yo, había desaparecido.<br />
Las evidencias del pop no se alarman con la vida<br />
cotidiana o se oponen a ella. El pop no muestra el<br />
mundo domestic(ad)o como el domicilio privado<br />
–ya no dirigido, como lo había sido hasta ese momento,<br />
por un Padre (o Madre) real–, sino como el<br />
mundo cotidiano que aparece como un mundo total,<br />
un territorio asfixiante, sin adentro y sin afuera. La<br />
reconstitución de la obra de arte como discurso de<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 7 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 8 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
imágenes hace desaparecer el afecto y reduce el inconsciente<br />
al silencio; el inconsciente pasa a ser irrepresentable<br />
en una sociedad que trata de reemplazarlo<br />
por medio de reflejos conductistas condicionados<br />
hacia la propiedad privada. De la misma manera,<br />
el problemático reino de lo Natural hizo entonces<br />
su singular aparición en forma de Caos –el ingobernable<br />
dominio de los Otros junto con los residuos inarticulados<br />
de la vida interior. Frente a la “posibilidad”<br />
existencial del expresionismo abstracto, el pop<br />
exhibió la imposibilidad de una subjetividad “auténtica”,<br />
la imposibilidad de ver el arte como el lugar<br />
de resistencia a la deshumanización del sujeto<br />
humano, deshumanización identificada por Marx y<br />
Lukács como el envés de la humanización de la mercancía.<br />
Contra la figura del artista expresionista abstracto<br />
como “luchador de la resistencia”, el artista pop representaba<br />
la tranquila capitulación del sujeto moderno<br />
ordinario e inarticulado –el de Beckett, no el<br />
de Kafka– el Hombre Masa robótico. Mientras que el<br />
expresionismo abstracto representó su papel en serio,<br />
el artista pop lo representó con artificialidad. Si<br />
el artista expresionista era un bohemio, el artista pop<br />
era un dandy que, teniendo en cuenta sus circunstancias<br />
históricas inmediatas, comprendió el final de la<br />
figura del artista como genio que carga con la responsabilidad<br />
de tomar riesgos serios y calculados.<br />
Lejos de circunscribirse al mundo elevado del<br />
museo y la galería, el pop aludía siempre a los medios<br />
de comunicación. El pop desvió e invirtió de<br />
manera provocadora los paradigmas de la producción<br />
del arte, sus sujetos, espacios, lealtades y modelos.<br />
Por encima de todo, el nuevo paradigma era<br />
sistémico: un modelo de comunicación, con su<br />
“emisor”, “canal”, “mensaje” y “receptor” adecuadamente<br />
impersonales. Por primera vez, al menos<br />
desde la guerra, el espectador era reconocido –pero<br />
no adulado. La industrialización del sistema del arte,<br />
que había sido excluida enérgicamente de la mayoría<br />
de las explicaciones previas del arte en sociedad,<br />
trajo consigo una visión endeble del espectador<br />
que reflejaba la imagen del artista. El pop se posicionó<br />
con ambigüedad respecto de las fuentes del poder.<br />
Contra el avance del orden social, recurrió al<br />
desorden marginal de la ironía. Blandiendo el simulacro<br />
del poder corporativo y falocrático, los artistas<br />
pop (al igual que el diminuto y asexuado Mago de<br />
Oz) no persiguieron simbólicamente otra esperanza<br />
que la de asegurarse algunos de los poderes masculinos.<br />
En cuanto a las imágenes-objeto mágicas, muchas<br />
de ellas están relacionadas con lo femenino. El<br />
objeto perdido, el falo, puede ser representado por<br />
medio de la imagen de la mujer, vista a menudo en<br />
situaciones que recuerdan el drama de la castración<br />
o que son amenazantes, como parecen ser las imágenes<br />
de la madre fálica. La ambigüedad del género<br />
como poder en el pop refleja la ambigüedad de la<br />
posesión: cuando se adquieren mercancías, ¿quién<br />
ha dominado qué<br />
De este modo, la apropiación por parte del pop<br />
de la imagen mercancía adopta un carácter ritual<br />
que equivale a una retirada estratégica. Sus citas,<br />
reubicación y reordenamiento literales pueden verse<br />
como la única opción de los débiles o bien –de manera<br />
no muy distinta– como una maniobra ambigua<br />
que subraya la cuestión de la voluntad y el control<br />
que está en juego en el terreno de la imagen. ¿Es seleccionar<br />
(el movimiento básico, “duchampiano”, del<br />
pop) un acto de poder estético o es un signo de mera<br />
aceptación –como puede ser el ir de compras Si<br />
el hecho de reproducir imágenes las cambia –en el<br />
trabajo de Warhol introduciendo la tosquedad y la<br />
apariencia de error; en Lichtenstein por medio de<br />
una formalización rígida e industrializada a través<br />
de la aplicación de los principios del diseño comercial–<br />
¿qué es lo que se comunica La ambigüedad radica<br />
en la posición que ocupa el artista, no se sabe si<br />
la de hablante o la de receptor de estos “lenguajes” de<br />
dominación. Si ocupa la de receptor, ¿es el rechazo a<br />
(o la incapacidad de) reproducir con precisión la<br />
imaginería del placer mercantilizado y de la amenaza<br />
automatizada el único resto que persiste de lo humano<br />
En resumen, el pop presupone el carácter socialmente<br />
integrado de la subjetividad y sus contenidos,<br />
así como el carácter público de la vida privada, diseñada<br />
por la actividad empresarial. El resultado fue<br />
la obsolescencia de una cultura dividida entre la parte<br />
“alta” y la “baja” y la desaparición de la historia<br />
como horizonte humano –ya que los espasmos del<br />
deseo desconocen lo que hay más allá del siguiente<br />
momento. También los intelectuales son cómplices<br />
de esta situación, aunque divididos entre los que, sin<br />
“misión”, no representan a ninguna clase, y los que
se ven empujados internamente a acercarse a la cultura<br />
de masas y al mismo tiempo a alejarse de ella.<br />
El pop apunta hacia una serie de oposiciones dispuestas<br />
en torno a la percepción de ausencias o faltas<br />
cruciales: la más importante es la ausencia de un sujeto<br />
histórico trascendental y por tanto de una naturaleza<br />
humana, de un “ser genérico”, así como la ausencia<br />
de una cultura alternativa de resistencia. Si no<br />
existe una esencia que (al igual que en el expresionismo)<br />
grite contra la dominación, si no puede discernirse<br />
una verdad más allá de la cultura, entonces<br />
todo depende de una distinción consciente que decida<br />
el sentido –todo depende del gusto idiosincrásico<br />
y de un racionalismo ahora mismo devaluado. Por<br />
tanto el pop era racionalista / antiexpresionista, frío<br />
e imparcial; era literal / antitrascendente / antimetafórico;<br />
era impersonal, una cuestión de elección y no<br />
tanto de autoría; delimitado más que abierto; sociológico<br />
más que metafísico, sincrónico más que diacrónico.<br />
En su relación con la significación (coincidiendo<br />
y en acuerdo con la descripción que Walter<br />
Benjamín había hecho anteriormente del aura), el<br />
pop era radicalmente anti-original (o antihumanista)<br />
tanto en el sentido de rechazar la originalidad y la<br />
creatividad –los sujetos sometidos no pueden crear–<br />
como en el sentido de rechazar la idea de verdad singular<br />
y de autenticidad.<br />
Respecto a la subjetividad, en el imperio de la<br />
imagen, el verdadero sujeto no es ni quien la fabrica<br />
ni quien la consume, la “persona privada”, sino la<br />
persona espectral, la persona-como-imagen, esto es,<br />
el famoso. Tal como Warhol desarrollaba esta cuestión,<br />
el artista reconoce la centralidad del famoso como<br />
el nuevo punto de referencia para la identidad–<br />
que así va siendo reemplazada progresivamente por<br />
el rol. El orden fálico y la Ley del Padre son suplantados<br />
por un repertorio de héroes, hombres y mujeres,<br />
cuya biografía se encoge ante sus imágenes, imágenes<br />
que ellos no controlan. Aún así, los artistas<br />
pop, con la excepción de Warhol, y al contrario que<br />
otros artistas de los años sesenta, no fueron las figuras<br />
mediáticas que una hubiera esperado. Se apreciaron<br />
más la imagen y el estilo. Los artistas pop<br />
americanos tendieron a carecer de biografía, se podría<br />
decir a carecer de carácter. La homosexualidad<br />
de algunas de las figuras que lo encabezaban, que<br />
tanto podía haber sugerido acerca del trabajo, no fue<br />
atendida por los medios de comunicación.<br />
¿Dónde está la mujer en esta presentación del arte<br />
de la posguerra ¿Era andrógino el pop ¿No tenía<br />
género Si la falta era un constructo central, ¿por<br />
qué las mujeres no articularon su ausencia o su dominación<br />
El hecho es que no había espacio para las<br />
mujeres en el pop. Sus tareas principales requerían<br />
un silenciamiento de las mujeres que estaba relacionado<br />
con la ambigüedad de su espacio de dominio a<br />
través de la transcodificación y la reorganización de<br />
imágenes mágicas, muchas de ellas imágenes de<br />
mujeres. La sustitución del toque artístico por una<br />
producción sin afecto ni autor significó, más que alivio,<br />
superficialidad e indiferencia; la sustitución de<br />
la subjetividad-como-emoción y sufrimiento (expresionismo<br />
abstracto, angustia existencial) por el racionalismo,<br />
o la identidad-en-cognición, supuso el final<br />
del problema de que una blandura intuitiva femenina<br />
se alojara en el centro del arte. No había espacio<br />
para la voz de una subjetividad diferente “verdaderamente”<br />
femenina, aunque el pop rechazó el dominio<br />
masculino del expresionismo abstracto y jugó<br />
con el carácter femenino de la rendición. En otras<br />
manifestaciones artísticas de los sesenta estaba más<br />
claro que el nuevo racionalismo se consideraba un<br />
dominio masculino, así en el land art, el minimalismo<br />
y el conceptual.<br />
En el pop, la mujer aparece como signo, deconstruida<br />
y reconstruida como una serie de fascinantes<br />
campos de visión, cada uno con su propio atractivo<br />
fetichizado. La figura de la mujer fue asimilada tanto<br />
al deseo asociado a la forma de la mercancía publicitada,<br />
como a la figura del hogar –incluso allí,<br />
donde debería haberse rendido al deseo del sujeto<br />
masculino, funcionaba, en cambio, como un signo<br />
de la prepotencia de las exigencias sociales. En ambos<br />
escenarios, la figura de la mujer es la máscara del<br />
capital sin rostro cuyo origen se encuentra en la sala<br />
de reuniones, pero a la que se proyecta dentro del<br />
hogar en una maniobra que todo hombre moderno<br />
conoce aunque la olvide en el momento de la rendición<br />
–rendición que en sí misma es una asunción del<br />
rol femenino. Sin embargo, como signo, la mujer está<br />
tan derrotada en el pop como lo estuvo en el expresionismo.<br />
Si el pop contiene una crítica, depende del espectador<br />
percibirla o no, y muchos no podían hacerlo.<br />
En lugar de una crítica, muchos, especialmente la<br />
nueva y próspera generación posterior a la guerra,<br />
encontraron su afirmación y confirmación en la brillante<br />
accesibilidad y diversión del pop. Si el pop<br />
contiene una crítica, no es la de un suceso histórico<br />
particular, de una guerra concreta, sino de la civilización.<br />
Es una crítica que necesita ser comprendida.<br />
La crítica, al igual que la voz de las mujeres, está ausente,<br />
aparece como ausencia. El renacer del feminismo<br />
a finales de los sesenta surge, en parte, de la misma<br />
vida burguesa material, sobreabundante, espiritualmente<br />
vacía que dio impulso al pop; y, en parte,<br />
de la oposición, de los movimientos progresistas que<br />
reclamaron lo público como espacio de disenso y activismo.<br />
El feminismo de la época, como el pop, articulaba<br />
el carácter social del yo y de la vida privada.<br />
Al contrario que el pop, el feminismo –y el arte feminista–<br />
insistieron en la importancia del género como<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 9 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 10 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
principio absoluto de ordenación social, así como de<br />
las políticas de dominación en toda la vida social, ya<br />
fuera personal o pública.<br />
Las mujeres artistas renunciaron a la “feminidad”<br />
pasiva del pop y comprendieron la importancia<br />
de la renarrativización del arte. La figura del artista<br />
fue problematizada para abrir espacio a las mujeres.<br />
La “mujer artista” (como la escritora, la artista<br />
negra o el escritor negro) habían ganado una aceptación<br />
limitada en un espacio cedido a regañadientes<br />
en el modernismo; así, a causa del sujeto alegórico<br />
en el expresionismo abstracto, las mujeres pudieron<br />
ser aceptadas como casi hombres. Poder decir que<br />
esto era mera fachada y mostrar que estaba basado<br />
en la exclusión requería, por supuesto, la fuerza de<br />
un movimiento de masas. Las mujeres artistas ya establecidas<br />
(que participaban, por razones de cuota,<br />
en todas partes) tendían a rechazar el feminismo.<br />
Habían crecido dentro de un discurso diferente y<br />
hubieran tenido que renunciar a sus normas de excelencia.<br />
En Art and Sexual Politics, editado por<br />
Thomas Hess y Betsy Baker, artistas como Elaine de<br />
Kooning y Rosalyn Drexler contestaron con un rechazo<br />
malicioso al famoso texto de Linda Nochlin<br />
“¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas”.<br />
La respuesta que daba Nochlin era sociológica: históricamente<br />
las mujeres habían sido mantenidas al<br />
margen de la formación necesaria para llegar a ser<br />
reconocidas, y sus aportaciones fueron devaluadas<br />
en cada situación a causa de su género. Elaine de<br />
Kooning contestaba: “Ser clasificada bajo una categoría<br />
que no viene definida por el trabajo propio es<br />
ser falsificada”. Drexler: “Nadie piensa colectivamente<br />
a no ser que haga propaganda”. De Kooning:<br />
“Pienso que el status quo en el arte está bien tal y como<br />
está –en este país, al menos, las mujeres tienen<br />
exactamente las mismas posibilidades que tienen los<br />
hombres… Una mujer no encuentra otros obstáculos<br />
en su trayectoria para convertirse en pintora o escultora<br />
que los habituales a los que todo artista debe<br />
hacer frente” 5 .<br />
Es evidente que se requería un movimiento de<br />
masas para mostrar que estas actitudes eran inaceptables<br />
y sus explicaciones, insuficientes. Apoyán do -<br />
se en ese movimiento, el feminismo introdujo en el<br />
mundo del arte nuevos pero firmes discursos, rituales,<br />
formas de proceder y metas, muchos de ellos<br />
adaptados directamente de los movimientos negros,<br />
estudiantiles y de oposición a la guerra, pero otros<br />
desarrollados en relación a su propio discurso, particularmente<br />
el grupo de concienciación.<br />
Al igual que los movimientos de liberación, el feminismo<br />
hizo una crítica política y moral de la dominación<br />
y de la ideología que la acompañaba, que<br />
culpaba a los dominados de carecer de los rasgos correctos<br />
y de poseer los erróneos. Parte del proyecto<br />
feminista consistió en la redefinición de la subjetividad<br />
como algo socialmente producido en lugar de<br />
algo “natural”, una tarea también compartida por el<br />
pop. Pero, las feministas se ocuparon de mostrar la<br />
“debilidad”, la “falta” y la exclusión no sólo como<br />
algo impuesto, sino también como algo que era remediable.<br />
Las mujeres sugirieron no sólo que lo “femenino”<br />
–lejos de ser prescindible, irrelevante o menor–<br />
existía como una fuerza positiva, sino también<br />
que era algo que todavía tenía que ser descubierto.<br />
Se entendía que lo femenino bien podía haber sido<br />
deformado por la dominación histórica de la mujer,<br />
pero que su expresión subterránea en la “cultura de<br />
las mujeres”, sacada a la luz y evaluada en conjunto,<br />
supondría tanto una inspiración como una guía.<br />
Contrariamente a la postura de rendición asumida<br />
por el pop, el mundo del arte feminista exigía no<br />
simplemente un espacio para las voces de las mujeres,<br />
sino un cambio social fundamental.<br />
La figura del artista más implacablemente atacada<br />
por las mujeres del mundo del arte fue la del mito<br />
de masas del artista/profeta/super-macho, que sin<br />
duda se había aplicado por última vez al expresionismo<br />
abstracto. Aunque no fue muy común en el<br />
pop neoyorkino, sí continuó en California, donde artistas<br />
pop como Billy Al Bengston explotaban intensamente<br />
sus imágenes de bebedores alcoholizados y<br />
motociclistas ligones.<br />
5 Elaine de Kooning y Rosalyn Drexler, “Dialogue”, en Thomas B. Hess y Elizabeth C. Baker, eds., Art and Sexual Politics:<br />
Women’s liberation, Women Artists, and Art History, New York, Macmillan, 1971, págs. 57-9
California fue también el escenario del primer programa<br />
organizado e institucionalmente ubicado de<br />
educación artística feminista, que comenzó con las<br />
clases de Judy Chicago en la Universidad del Estado<br />
de California, en Fresno. Poco después Chicago y<br />
Miriam Schapiro iniciaron el Programa de Arte Fe -<br />
minista en el recién creado California Institute of the<br />
Arts (Cal Arts) financiado por Disney en Valencia, en<br />
la periferia de Los Ángeles. La existencia de este programa<br />
fue muy importante para las mujeres artistas<br />
americanas de todas partes. Unos años más tarde, algunas<br />
diferencias sobre la posibilidad de tener un<br />
programa verdaderamente feminista en una institución<br />
“del sistema” condujo a la disolución del programa<br />
y a la creación, llevada a cabo por Chicago y<br />
otras (entre las que no se encontraba Schapiro), del<br />
Woman’s Building (Edificio de la mujer), en un barrio<br />
de clase baja en Los Ángeles. El Woman’s Building era<br />
una institución “alternativa”, como otras muchas,<br />
como las “universidades libres” creadas en la periferia<br />
de las instituciones educativas y culturales en ese<br />
momento en Europa y los Estados Unidos, que se<br />
sostenía sobre las bases conscientes de la investigación<br />
colectiva, la realización, la expresión individual,<br />
la autogestión y la auto-ayuda. El Building intentó, y<br />
en muchos aspectos consiguió, dotar a las mujeres<br />
con unas situaciones de aprendizaje y apoyo social,<br />
de espacios en los que reunirse, con acceso a materiales<br />
y con la posibilidad de imprimir, con entretenimiento,<br />
etc. Sus funciones docentes y organizativas<br />
se ampliaron bastante más allá de las clases impartidas<br />
en el Feminist Studio Workshop y en otros<br />
programas.<br />
La práctica artística feminista de la Costa Oeste es<br />
particularmente interesante porque prestaba atención<br />
a la creación de la audiencia y a la reproducción de los<br />
artistas. La creación de un espacio discontinuo respecto<br />
del capitalismo y del patriarcado, con una agenda<br />
de transformación y auto-transformación, contribuyó<br />
a darle fuerza. Es significativo que Chicago y Scha -<br />
piro alcanzaran su madurez durante las eras del expresionismo<br />
abstracto (Schapiro) y del pop (Chi ca go)<br />
y no se hubieran adaptado particularmente bien a las<br />
demandas del sistema del arte –o al menos no alcanzaron<br />
mucho “éxito”.<br />
La orientación del Feminist Art Program y del<br />
Woman’s Building era el “feminismo cultural”. Este<br />
punto de vista implicaba una investigación de lo que<br />
las obras (de arte) de las mujeres podían ser si se desarrollaban<br />
en un contexto a veces llamado “espacio<br />
libre”: las mujeres ocuparían todo el sistema de producción<br />
y recepción y, lo que es más, los trabajos producidos<br />
podrían ser tomados como una aportación<br />
que, habiendo sido ideada por una o varias mujeres<br />
en particular, sería entendida, no obstante, como contribución<br />
a un proyecto colectivo abierto –el de construir<br />
la cultura de las mujeres o quizás más. Este discurso<br />
compartido era visto como un discurso consciente<br />
y directo, opuesto al del arte y la arquitectura<br />
masculinos –y sus efectos de ocultamiento – que era<br />
considerado como un discurso del disimulo, la tergiversación<br />
y el repudio. El propio modelo no jerárquico<br />
de producción artística y de obra de arte desafió el<br />
carácter magistral tanto de la obra como del artista en<br />
el alto modernismo, como he sugerido que el pop<br />
también estaba haciendo, aunque de un modo muy<br />
distinto –ya que las feministas, especialmente las feministas<br />
culturales, creían estar desarrollando una alternativa<br />
que transformaría la sociedad, mientras<br />
que los artistas pop ni tenían un programa ni deseaban<br />
promover el cambio. El desafío de la autoría implícito<br />
en las críticas emprendido por el Feminist Art<br />
Program y el Woman’s Building condujo a la producción<br />
de trabajo comunitario por parte de algunas estudiantes,<br />
pero no de las profesoras; el individualismo<br />
era la exigencia del mundo del arte más difícil de<br />
abandonar. Judy Chicago ha señalado que su Dinner<br />
Party, que requirió de la amplia colaboración de mucha<br />
gente, no fue un trabajo cooperativo.<br />
Schapiro y Chicago no simpatizaban con los análisis<br />
socialistas ni con el feminismo socialista, pero<br />
hubo un número de jóvenes universitarias y estudiantes<br />
en el Woman’s Building que comenzaron a interesarse<br />
por versiones socialistas del feminismo y<br />
que incluyeron la clase junto con el género en sus<br />
análisis sobre la dominación. El Building estableció<br />
también una serie de aproximaciones con las mejicanas<br />
pobres residentes en el vecindario, alcanzando<br />
unos logros modestos. Formas de veneración de diosas<br />
y de misticismo, quizás tan poco interesantes para<br />
Chicago y Schapiro como los análisis económicos,<br />
fueron mucho más fácilmente toleradas en el feminismo<br />
de la Costa Oeste y fueron más fácilmente asimiladas<br />
por las teorías de la cultura de las mujeres<br />
en tanto que sugerían una fuente hermenéutica de<br />
poderosa imaginería menos inmediatamente ame-<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 11 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 12 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
nazante y más familiar. Siguiendo el modelo del<br />
Woman’s Building, pero con frecuencia con una implicación<br />
con las mujeres pobres, otras mujeres en<br />
otras ciudades pusieron en marcha otros Women’s<br />
Buildings, aunque ninguno fue tan oportuno ni tuvo<br />
el impacto del primero en el mundo del arte.<br />
Los supuestos de esencialismo y misticismo de<br />
las mujeres de California disgustaban a muchas artistas<br />
feministas de la Costa Este, que estaban bastante<br />
menos dispuestas a aceptar la idea de una<br />
esencia femenina que pudiera ser rastreada en la forma<br />
y el estilo. (Hubo alguna discusión en torno a la<br />
tesis de la “centralidad de la imaginería vaginal”,<br />
quizás originada por Lucy Lippard que era en ese<br />
momento la crítica de arte feminista mejor conocida<br />
en América y estaba decididamente vinculada a la<br />
Costa Este). Pero la mayoría de la mujeres que se<br />
identificaban con el movimiento de mujeres artistas,<br />
participaban en él o lo apoyaban compartían los objetivos<br />
de la participación, de algún tipo de comunitarismo<br />
–aunque normalmente fuera de la acción<br />
misma de hacer arte– del progresismo político y del<br />
igualitarismo, de aceptación de la diferencia, de crítica<br />
de la dominación, y de optimismo y productividad.<br />
Se crearon otras instituciones alternativas no<br />
educativas como el Women’s Interart Centre en Nueva<br />
York. Siguiendo una opción de los artistas consagrada<br />
por el tiempo, las mujeres también crearon galerías<br />
cooperativas, tales como la New York’s A.I.R.<br />
Asimismo se crearon otros espacios llamados “alternativos”.<br />
Estos espacios pudieron o no ser concebidos<br />
como peldaños para subir al mundo del arte elevado.<br />
En cualquier caso proporcionaron un contexto<br />
para el trabajo teórico que, en otras disciplinas, incluyendo<br />
la historia del arte, se daban en y alrededor<br />
de la academia. Se comezaron a publicar revistas de<br />
arte feministas y boletines y algunas de las críticas<br />
de arte feministas aparecieron durante un tiempo en<br />
publicaciones de reconocido prestigio. Las mujeres<br />
expusieron, formaron piquetes y protestaron por la<br />
exclusión y por la baja representación de las mujeres<br />
en las colecciones de los principales museos y exposiciones,<br />
consiguiendo un significativo efecto.<br />
Algunas de las diferencias entre ambas costas,<br />
Este y Oeste, pueden ser instructivas 6 . Las mujeres<br />
de la Costa Oeste tendieron principalmente a la formación<br />
de comunidades, creando su nuevo discurso<br />
y trabajando por establecer sus ideas dentro del contexto<br />
de esas comunidades. En Nueva York, con su<br />
más extensa red de gente y el atractivo de las instituciones<br />
de arte más importantes, las actividades se dirigían<br />
a menudo hacia el exterior. El consenso parecía<br />
basarse más en las acciones y declaraciones políticas<br />
que en los acuerdos colectivos a través de la teoría,<br />
el estudio y la producción artística, aunque los<br />
grupos de estudio eran un elemento importante.<br />
Pero, las consideraciones intelectuales eran más amplias<br />
y había más teorías compitiendo, y no era probable<br />
que las mujeres de la Costa Este se agarraran a<br />
unos pocos principios como las tesis de la “imaginería<br />
vaginal”. De cualquier manera, en ambas costas,<br />
muchas artistas lesbianas estaban interesadas en el<br />
separatismo y por tanto en la formación y teorización<br />
de una cultura fuerte de las mujeres, en la que<br />
la imaginería de la diosa era con frecuencia central.<br />
En la Costa Oeste era más factible que se intentaran<br />
llevar a cabo trabajos colectivos. En la Costa Este, el<br />
individualismo del estudio, tal como era requerido<br />
por la “escena” de Nueva York, era prácticamente<br />
un hecho, y la búsqueda de las fuentes de creatividad<br />
en las formas presociales y míticas fueron reivindicadas<br />
por pocas mujeres –de manera señalada<br />
por Lippard. La ruptura formal de los límites, el uso<br />
de los medios de comunicación, la teatralidad, el uso<br />
simultáneo de los estilos metafórico y directo, y una<br />
multiplicidad de elementos caracterizaban el arte de<br />
performance en la Costa Oeste, que era la principal de<br />
las nuevas formas allí iniciadas, una forma perfecta<br />
para hacer surgir la voz de las mujeres.<br />
6 Viví en el Oeste durante la mayor parte del periodo entre 1968 y 1980, con regresos ocasionales a Nueva York para estancias de<br />
duración variable, y mi primera experiencia directa con el feminismo, incluido el feminismo del mundo del arte, fue incomparablemente<br />
mayor durante ese periodo con las variedades de Costa Oeste que con las del Este. Sin embargo, el arte feminista<br />
de la Costa Oeste tenía su centro en Los Ángeles, mientras que yo viví en San Diego o en su periferia hasta 1978, año en el que<br />
me mude hacia el norte, a San Francisco, y luego más al norte, a Vancouver, B. C., antes de regresar a mi nativa Nueva York a<br />
finales de 1980.
La reinterpretación feminista del arte dominante de<br />
mayor rigor formal, combinada con un ataque a la<br />
ideología y a la práctica, supuso un paso hacia adelante<br />
en el proceso, ya en marcha con el pop, de llevar<br />
al arte elevado a un espacio cultural más amplio.<br />
La presencia de la voz de la mujer en los discursos<br />
del arte elevado como algo distinto de una falta hacía<br />
trizas, temporalmente, la univocidad del estilo. A<br />
esto también contribuyó la lucha contra la forma<br />
mercancía y contra el control por parte de los galeristas<br />
del acceso al mundo del arte – pero este proceso<br />
ayudó a que el mundo del arte elevado convergiera<br />
incluso en mayor medida con el modelo del arte<br />
de entretenimiento, lo que por primera vez fue reconocido<br />
de manera central por el pop en la persona<br />
de Andy Warhol.<br />
El movimiento feminista, dado que poseía un<br />
análisis y una agenda políticos, resaltó la continuidad<br />
de la cultura de masas y de la alta cultura con respecto<br />
a la representación de la mujer. Arremeter contra<br />
las imágenes del pop (no warholiano) por su machismo<br />
era lo mismo que atacar a esas imágenes en<br />
sus fuentes originales en los medios de comunicación,<br />
especialmente en la publicidad. Es más (ver<br />
John Berger, especialmente su ampliamente leído<br />
Ways of Seeing, publicado por Penguin en 1977 y basado<br />
en sus charlas para la BBC 7 ), esas imágenes publicitarias<br />
podían verse como una continuación de la<br />
representación de la mujer a lo largo de la historia de<br />
la pintura occidental.<br />
Los análisis de las exclusiones sistemáticas del<br />
mundo del arte de los tipos de trabajos respaldados<br />
por las críticas afroamericanas o izquierdistas fueron<br />
ampliándose con las críticas de las mujeres y tuvieron<br />
su efecto en tanto que las mujeres consiguieron<br />
7 Traducción española: John Berger, Modos de ver, Gustavo Gili, Barcelona, 2000.<br />
8 El número con fecha del 12 de abril de 1982.<br />
legitimar sus reivindicaciones de acceso al mundo<br />
del arte poniendo sus propias condiciones –como<br />
mujeres, haciendo “arte de mujeres”, no arte sin género<br />
– mientras que ninguna minoría racial o étnica<br />
lo había conseguido. En cualquier caso, el programa<br />
feminista –aceptar la diferencia y el análisis explícito<br />
dentro de la obra, atender a las exclusiones institucionales<br />
y replantear las condiciones de participación<br />
en el arte– ofreció la posibilidad de un aparato<br />
cultural más abierto e inclusivo. El éxito de las estrategias<br />
políticas y culturales de los sesenta dependió<br />
de la demanda generalizada de justicia social y participación.<br />
En consecuencia, los organismos gubernamentales,<br />
las instituciones públicas y las escuelas<br />
se adaptaron, y el mundo del arte pareció hacerse<br />
más permeable que nunca a nuevas ideas y a diferentes<br />
prácticas. Pero esta fase del “postmodernismo”,<br />
cuyas premisas descansaban simplemente en<br />
rechazar el cierre estético del modernismo, era transitoria.<br />
Aunque muchas mujeres artistas, e instituciones<br />
artísticas, se desarrollaron a lo largo de los<br />
años setenta con el modelo adaptado del sistema del<br />
arte, las fuerzas conservadoras y antidemocráticas<br />
fueron haciéndose fuertes en el periodo de contracción<br />
económica. Muchas mujeres jóvenes comenzaron<br />
a considerar el feminismo como algo pasado de<br />
moda, como algo que ya había alcanzado sus metas.<br />
El giro conservador de los ochenta comenzó a<br />
desmantelar inmediatamente los cambios políticos y<br />
culturales de los sesenta y setenta, y sectores del<br />
mundo del arte tomaron rápidamente la iniciativa.<br />
Los galeristas más decididos encontraron el momento<br />
oportuno para recolocar mercancías de rentabilidad<br />
asegurada en lo más alto del mercado. In me -<br />
diatamente, la pintura y la escultura fueron reubicadas<br />
en lo alto de la jerarquía de ventas y de atención<br />
del mundo del arte. Aunque no cualquier pintura o<br />
escultura –apareció un neoexpresionismo mítico,<br />
irracional y altamente misógino que confirmó el resurgimiento<br />
triunfante de la misoginia y el elitismo<br />
de los potentados. Por si alguien no se ha enterado<br />
todavía de que el progresismo y la diferencia han sido<br />
expulsados con viento fresco, una de las más importantes<br />
galeristas de Nueva York, la diminuta, ultrafemenina<br />
y lujosamente adornada Mary Boone,<br />
ha explicado recientemente a la revista People 8 que<br />
simplemente las mujeres no son tan expresivas como<br />
los hombres y que aunque ella contrataría a una buena<br />
mujer en cualquier momento, los comisarios ni se<br />
lo pensarían.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 13 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 14 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
Antes del feminismo, las mujeres conseguían estar en<br />
el mundo del arte sólo gracias a su “superprofesionalidad”:<br />
aparentando ser duras y “masculinas” –un<br />
chico más. Ahora, la cuestión es que la expresividad<br />
se exige como el lado más suave de los artistas varones<br />
únicamente; el “hombre de los ochenta” no teme<br />
mostrar su lado femenino, haciendo innecesario que<br />
las mujeres lo hagan. Parece que la gran expresión,<br />
como la haute cuisine, requiere la desaparición de las<br />
mujeres de la cocina, aunque fue la mujer, como mujer,<br />
quien hizo que la subjetividad y la expresión regresaran<br />
como atributos de la figura del artista.<br />
Nada es más central al movimiento de la reacción<br />
económica, cultural y privada que la reafirmación<br />
de los principios de desigualdad y dominación,<br />
la reconstitución de la Ley del Padre (incluso cuando<br />
está mediada por “la figura de una mujer,”<br />
Margaret Thatcher o incluso Mary Boone): aún así,<br />
como entendió el pop, el patriarcado real está roto y<br />
no puede ser restaurado; y los actuales hombres heroicos,<br />
los artistas-figura de ambos continentes,<br />
Europa y América, sólo son simulacros sufriendo<br />
una nostalgia dos veces expulsada.<br />
Las jóvenes mujeres artistas, que parecieron considerar<br />
que a mediados de los años setenta ya se habían<br />
alcanzado las principales tareas del feminismo,<br />
no están en posición de apreciar la naturaleza repetitiva<br />
de estos movimientos o de saber qué hacer. Las<br />
contradicciones económicas hacen que la gente se<br />
apresure hacia el centro, y Nueva York está actualmente<br />
llena no sólo de europeos ricos que se aprovechan<br />
de la debilidad del dólar, sino también de artistas<br />
de los Estados Unidos, cada uno intentando alcanzar<br />
el éxito cueste lo que cueste. En vez del trabajo<br />
comunitario, la norma es una competencia feroz,<br />
y para una mujer es ya suficientemente duro conseguir<br />
que su trabajo se exponga como para que parezca<br />
que está transmitiendo un mensaje de los sesenta.<br />
Puede que ahora haya pocas exposiciones de<br />
mujeres, pero hay muchas feministas de todas las<br />
edades. El hecho de que la crítica feminista se haya<br />
academizado y desarrollado a través de un acercamiento<br />
psicoanalítico a la cultura y a la subjetividad,<br />
particularmente en Francia, le confiere legitimidad –<br />
aunque, como Lawrence Alloway, un crítico siempre<br />
receptivo, señalaba recientemente, casi nadie escribe<br />
ya crítica feminista 9 . La generación de mujeres de<br />
los sesenta (y setenta) se siguen encontrando y trabajando<br />
desde un punto de vista feminista. A algunas<br />
mujeres artistas se las ha relacionado con un arte<br />
crítico, a menudo feminista, aunque quizás no político<br />
–arte que apunta con el dedo al discurso mismo<br />
de la cultura patriarcal y a su tendencia a devorar<br />
y a silenciar a quienes no tienen el poder, especialmente<br />
a las mujeres. De manera interesante, este<br />
trabajo, al menos en Nueva York, se enfila directamente<br />
hacia el interior de la galería comercial, el último<br />
lugar en el que se lo hubiera buscado hace una<br />
década. Probablemente deberíamos interpretar esto<br />
en el sentido de que el “espacio alternativo” agoniza,<br />
aunque en los últimos años en Nueva York hemos<br />
visto como jóvenes artistas, hombres y mujeres,<br />
creaban bastantes pequeñas galerías y colectivos<br />
–Colab, PADD, Group Material, Fashion Moda, por<br />
ejemplo– dando a menudo a sus trabajos un aspecto<br />
de negatividad social y de crítica con tintes punk. De<br />
entre estos artistas, muchas de las mujeres son feministas,<br />
aunque trabajan fuera de las comunidades feministas.<br />
La mayoría de las nuevas galerías están<br />
pensadas para proporcionar el acceso a las galerías<br />
grandes, aunque también podrían alcanzar su masa<br />
crítica, convirtiéndose en un espacio artístico por derecho<br />
propio, especialmente en el paisaje hortera del<br />
East Village. Aunque, tristemente, parece seguro pre -<br />
decir que, como en el pasado, sin un esfuerzo coordinado<br />
por parte de las mujeres para redefinir unas metas<br />
más amplias y reanudar sus actividades mi li -<br />
tantes, la presencia diferenciada de las mujeres desa -<br />
parecerá.<br />
9 Lawrence Alloway: crítico británico e inventor del término “arte pop”, simpatizó siempre con el feminismo y con otras insurgencias<br />
del mundo del arte, estaba casado con la retratista feminista Sylvia Sleigh.
CINE, FEMINISMO Y VANGUARDIA<br />
por Laura Mulvey 1<br />
Sólo recientemente ha sido posible una conjunción<br />
entre feminismo y cine. La conciencia política de las<br />
mujeres, bajo el impulso del movimiento feminista,<br />
ha reparado ahora críticamente en el cine y, a pesar<br />
del breve espacio de tiempo transcurrido, la historia<br />
del cine ya puede ser analizada desde un punto de<br />
vista feminista. Por primera vez, poseemos la conciencia<br />
y hemos acopiado trabajo suficiente. La heterogeneidad<br />
del cine como institución se refleja en su<br />
primer encuentro con el feminismo. Ha habido campañas<br />
en contra del sexismo dentro de la industria,<br />
análisis del sexismo en la representación, se ha usado<br />
el cine con propósitos propagandísticos y realizado<br />
debates en torno a la política cultural. “La mujer y el<br />
cine” y “la mujer en el cine” llevan existiendo como<br />
conceptos críticos una década aproximadamente.<br />
Parece que se ha atravesado una primera fase de pensamiento.<br />
Ahora es posible realizar algunas tentativas<br />
de valoración respecto a la crítica feminista de cine,<br />
encontrar alguna perspectiva sobre el pasado y<br />
discutir direcciones para el futuro.<br />
La confluencia entre feminismo y cine es parte de<br />
una más amplia aproximación explosiva entre el feminismo<br />
y la cultura patriarcal. Desde muy pronto,<br />
el movimiento feminista llamó la atención sobre la<br />
importancia política de la cultura: sobre la ausencia<br />
de mujeres en la creación del arte y la literatura dominantes<br />
como un aspecto esencial de la opresión. A<br />
partir de esta óptica, otros debates sobre política y estética<br />
adquirieron una nueva vida. Fue (no exclusivamente,<br />
pero de manera significativa) el feminismo el<br />
que dio un nuevo empuje a las políticas culturales y<br />
dirigió la atención hacia las conexiones entre la opresión<br />
y el dominio del lenguaje. Excluidas en gran medida<br />
de las tradiciones creativas, sometidas a la ideología<br />
patriarcal dentro de la literatura, el arte popular<br />
y la representación visual, las mujeres necesitaban<br />
articular una oposición al sexismo cultural y descubrir<br />
un medio de expresión que rompiera con un arte<br />
que, para existir, había dependido de una concepción<br />
exclusivamente masculina de la creatividad.<br />
¿Cómo tendría que ser la práctica cultural de las<br />
mujeres ¿Cómo tendrían que ser el arte y la literatura<br />
dentro de una ideología que no oprimiera a las<br />
mujeres El debate ha girado en espiral en torno a estas<br />
preguntas. Por un lado, existe un deseo de explorar<br />
el significado suprimido de la feminidad, de reivindicar<br />
un lenguaje de las mujeres como una bofetada<br />
en el rostro del patriarcado, combinando la polémica<br />
con el placer de descubrirnos a nosotras mismas.<br />
Por otro, existe el impulso de forjar una estética<br />
que ataque al lenguaje y a la representación, no como<br />
algo que estuviera ligado de forma natural a lo masculino,<br />
sino más bien como algo que absorbe ideología<br />
dominante, como la esponja absorbe agua.<br />
En este punto es necesario encarar un problema<br />
crucial. ¿Puede lo nuevo encontrarse como si fuera<br />
una veta de oro en un jardín ¿O lo nuevo surge únicamente<br />
a partir de un trabajo de confrontación ¿Es<br />
que la acción misma de oposición a la estética tradicional<br />
y el cuestionamiento de un lenguaje dominado<br />
por lo masculino generan un nuevo lenguaje y<br />
portan consigo una estética Es aquí donde las femi-<br />
1 Escrito como ponencia para el ciclo “Mujeres y literatura”, organizado por el Oxford Women’s Studies Committee en 1978 y publicado<br />
en la antología del ciclo Women Writting and Writing about Women, editado por Mary Jacobus. Traducimos la versión del texto que<br />
aparece en Visual and Other Pleasures, Londres, Macmillan, 1989. Agradecemos a Laura Mulvey su permiso para traducir y publicar<br />
el texto. La traducción es de Aurelio Sainz Pezonaga.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 15 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 16 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
nistas han visto recientemente que la vanguardia modernista<br />
era relevante para su lucha en pos del desarrollo<br />
de una aproximación radical al arte. Por el<br />
momento es todavía una aproximación llena de cautelas,<br />
explicable por las dudas que las feministas experimentan<br />
necesariamente respecto de cualquier aspecto<br />
de una cultura dominada por los varones. Pero,<br />
la vanguardia plantea ciertas cuestiones que entran<br />
necesariamente en conflicto con la práctica tradicional;<br />
impulsada a menudo por una motivación política,<br />
trabaja sobre las formas de alterar los modos de<br />
representación y las expectativas de consumo. Estos<br />
problemas son los mismos que les surgen a las mujeres<br />
que están motivadas por una historia de opresión<br />
y empeñadas en cambiarla. De cualquier manera, el<br />
sendero que conduce incluso sólo a este punto de vista<br />
es retorcido. En este artículo quiero trazar los momentos<br />
decisivos, momentos de replanteamiento y<br />
de influencias externas, para mostrar cómo la práctica<br />
cinematográfica feminista ha llegado a interesarse<br />
en la vanguardia radical hasta casi alcanzar un alianza<br />
objetiva con ella.<br />
Como preámbulo y antes de tratar específicamente<br />
la cuestión del cine, quiero delinear los principales<br />
argumentos acerca del lugar de la mujer en la cultura<br />
del pasado. Detrás de todos los argumentos, se esconde<br />
una fascinación con la historia no escrita de las<br />
mujeres que se ha convertido en algo misterioso al no<br />
haber sido recogida por los cronistas y haber sido<br />
descuidada por los historiadores. Y hay una necesidad,<br />
que se corresponde con esta ausencia, de fantasear<br />
una tradición, una línea de trabajo, un contexto<br />
cultural femenino, aunque sea endeble, como homenaje<br />
a la banalización soportada por las mujeres en el<br />
pasado.<br />
En primer lugar, particularmente en los tempranos<br />
días del movimiento feminista, pero todavía presente,<br />
existe la esperanza de que las mujeres hayan<br />
de hecho producido una parte mayor de la cultura<br />
dominante de lo que se les ha reconocido. La investigación<br />
descubrió por lo menos algunos puñados de<br />
artistas mujeres y escritoras cuyo trabajo había sido<br />
pasado por alto y devaluado. En segundo, en contraposición<br />
a esta presencia redescubierta encontramos<br />
el énfasis en la ausencia, la insistencia por parte de algunas<br />
feministas en que unas pocas mujeres excepcionales,<br />
destacadas, no suavizan el cuadro general<br />
de discriminación. Tercero, en la misma proporción<br />
en la que las mujeres han sido excluidas de la participación<br />
cultural, se les ha robado su imagen y se ha<br />
explotado sus cuerpos. Finalmente, se ha producido<br />
una importante reactivación del interés en las artes<br />
menores y en los oficios, donde, según les asignaba la<br />
división del trabajo, la mujeres “hilaban” su tarea cotidiana,<br />
y se ha llamado igualmente la atención sobre<br />
el modo en que las mujeres han trabajado juntas, sin<br />
reclamar autoría o genialidad. Una colisión se anuncia<br />
aquí entre la celebración del pasado y las pautas a<br />
seguir en el futuro. Hay que diferenciar entre el interés<br />
en las tradiciones de las mujeres –los logros individuales<br />
o colectivos que las mujeres pueden considerar<br />
como propios, a pesar del ambiente hostil– y la<br />
creencia en una sensibilidad femenina, vinculada a lo<br />
doméstico y liberada únicamente cuando el arte recibe<br />
una orientación similar.<br />
Estos temas generales han encontrado espacio en<br />
los debates que las mujeres han sostenido en torno al<br />
cine. Quiero trazar el modo en que estos debates se<br />
desarrollaron y cómo cada línea argumentativa al<br />
mismo tiempo hizo que avanzará y bloqueó el crecimiento<br />
de la cultura cinematográfica feminista. Las<br />
feministas, por tanto, tienen que ser más ambiciosas,<br />
exigir más. Estos desarrollos los discutiré en la segunda<br />
parte del artículo, en “En busca de una teoría”<br />
y en “En busca de una práctica”, describiendo las<br />
alianzas y las influencias que han colaborado para<br />
producir una estética que todavía se encuentra en su<br />
infancia.<br />
En 1972, Women and Film, la primera revista de<br />
crítica feminista de cine, apareció en California, y se<br />
organizaron los dos primeros festivales de cine de<br />
mujeres (en Nueva York y en Edimburgo). Estos<br />
acontecimientos respondían en términos cinematográficos<br />
a la temprana atención prestada por el movimiento<br />
feminista a las políticas de la representación.<br />
Muy pronto comenzó a bosquejarse una historia de<br />
las mujeres en el cine.<br />
INVESTIGANDO EL PASADO<br />
En los primeros días de investigación en torno al lugar<br />
de las mujeres en la historia del cine, quedó establecido<br />
muy pronto el hecho de que las mujeres habían<br />
sido excluidas de la producción y realización de<br />
películas posiblemente en proporción inversa a su<br />
conocida explotación como objetos sexuales en la<br />
pan talla. Los festivales de cine de mujeres mostraron
los resultados de esta meticulosa investigación: los<br />
hallazgos inesperados de mujeres directoras podían<br />
contarse con los dedos de muy pocas manos. En una<br />
visión general, la historia del cine mostraba un cuadro<br />
particularmente deprimente de discriminación y<br />
marginalización de las mujeres. En los primeros<br />
tiempos del cine de un solo rollo, antes de que la industria<br />
cinematográfica atrajera grandes capitales,<br />
algunas mujeres dirigieron en efecto películas en<br />
Hollywood. La llegada del sistema de los estudios y,<br />
todavía más, la reorganización económica que supuso<br />
la entrada del sonoro, implicaron inversiones en<br />
gran escala por parte de los bancos y la industria<br />
electrónica. El dinero y la jerarquía de los estudios cerraron<br />
las puertas de manera tan hermética que<br />
Dorothy Arzner e Ida Lupino fueron literalmente las<br />
únicas mujeres que dirigieron películas regularmente<br />
en Hollywood hasta los años setenta. Ambas se<br />
abrieron camino a través de trabajos considerados<br />
aceptables para las mujeres: Arzner era montadora,<br />
Lupino, actriz. Son las excepciones que confirman la<br />
regla. El trabajo de las directoras de los primeros<br />
tiempos se ha perdido casi por <strong>completo</strong>. Queda algo<br />
de las películas de Lois Weber y de Alice Guy, las<br />
directoras que destacan en el periodo previo a la<br />
Primera Guerra Mundial. Leni Riefenstahl, realizadora<br />
de documentales fascistas en los años treinta, es<br />
irónicamente la única directora cuyo nombre es familiar.<br />
Leontine Sagan, la brillante directora de Mädchen<br />
in Uniform (Alemania, 1931) todavía se mantiene en<br />
el olvido, a pesar del interés que su película despertó<br />
en los festivales de mujeres. En la Europa de los años<br />
cincuenta, con unas industrias cinematográficas empobrecidas<br />
y desorganizadas a causa de la guerra y<br />
eclipsadas por las importaciones americanas, unas<br />
pocas mujeres comenzaron a hacer películas: Mai<br />
Zetterling, de nuevo una actriz que se convierte en<br />
directora; Agnes Varda, fotógrafa; y en la Europa del<br />
este, Marta Meszaros y Vera Chytilova. Y además<br />
existía la tradición vanguardista. Aquí, lejos de la<br />
desconfianza en las mujeres que es endémica en el cine<br />
comercial, marginadas en una esfera marginada<br />
del cine, las mujeres tuvieron un mayor impacto. Al<br />
menos, fueron reconocidas y recordadas. Germaine<br />
Dulac aparece en los libros de historia, aunque sólo<br />
sea a través de la denuncia de Artaud a La coquille et<br />
le clergyman. El trabajo pionero que Maya Deren realizó<br />
en los Estados Unidos durante los años cuarenta<br />
ha hecho que se ganara el nombre de “Madre de la<br />
vanguardia”. Pero la mezcla de movimiento cinemático<br />
y conciencia interior propia de ambas directoras<br />
interesó tanto a las feministas como a los artistas de<br />
vanguardia. Y fue esta tradición la que llegó a alimentar<br />
con un mayor dinamismo el trabajo contemporáneo<br />
de las mujeres.<br />
Detrás del trabajo de investigación que se desarrolló<br />
en estos festivales, descansaba la esperanza<br />
de que, una vez redescubiertas, las películas hechas<br />
por mujeres revelarían una estética coherente. La experiencia<br />
de la opresión, la conciencia de la explotación<br />
de las mujeres en la imagen, actuaría como un<br />
elemento unificador de las directoras, por muy diferentes<br />
que fueran sus orígenes. El análisis cuidadoso<br />
mostraría cómo las luchas asociadas con el hecho de<br />
ser mujer bajo la dominación masculina habían encontrado<br />
una expresión que unificaba todo tipo de<br />
diversidad. En efecto, las películas hechas por mujeres<br />
trataban en su mayoría acerca de mujeres, sea<br />
porque así se eligiera o por ser este otro aspecto de la<br />
marginalización. Pero comenzó a aparecer cada vez<br />
como más incierto que pudiera trazarse una tradición<br />
unificada más allá del nivel superficial de que<br />
las películas hablaban de mujeres. En su estudio sobre<br />
Dorothy Arzner, Claire Johnston y Pam Cook llevaron<br />
la cuestión más lejos. Argumentaron que<br />
Arzner conseguía poner en crisis los códigos y los<br />
presupuestos masculinos dominantes en Holly -<br />
wood, subvirtiéndolos y mostrando sus contradicciones.<br />
En general, en las películas de Arzner, la mujer<br />
determina su propia identidad a través de la trasgresión<br />
y el deseo. A diferencia de lo que ocurre<br />
en los trabajos de otros directores de Holly -<br />
wood... en el de Arzner el discurso de la mujer...<br />
es lo que da coherencia estructural al sistema del<br />
texto al tiempo que muestra el discurso de los varones<br />
fragmentado e incoherente. Las protagonistas<br />
femeninas reaccionan contra el discurso<br />
masculino que las atrapa y, de ese modo, lo trasgreden.<br />
Estas mujeres no se desprenden del orden<br />
existente y encuentran un nuevo orden femenino<br />
de lenguaje. Más bien, hacen valer su propio<br />
discurso frente al masculino: lo quiebran, lo subvierten<br />
y, en cierto sentido, lo re-escriben 2 .<br />
Este argumento hizo que el debate avanzara más allá<br />
de la simple esperanza en una tradición unificada hacia<br />
un análisis cuidadoso, detallado del lenguaje y los<br />
códigos usados por una directora sola en un mundo<br />
que en todo lo demás pertenece exclusivamente a los<br />
2 Pam Cook y Claire Johnston, “Dorothy Arzner: Critical Strategies”, en Claire Johnston (ed.), Dorothy Arzner. Towards a Feminist Cinema,<br />
Londres, BFI, 1975.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 17 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 18 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
varones. Este tipo de trabajo supuso un avance crucial<br />
en la crítica feminista de cine, los primeros ladrillos<br />
con los que ir levantando una teoría. Claire<br />
Johnston continúa: “Nunca nos excederemos enfatizando<br />
la necesidad de que la gente oprimida escriba<br />
su propia historia. La memoria, una comprensión de<br />
las luchas del pasado y un sentido de la propia historia<br />
constituyen la dinámica vital de cualquier lucha”.<br />
El ataque al sexismo<br />
Ciertas convenciones estilísticas han crecido de la mano<br />
del cine narrativo. El lenguaje de la forma no debe<br />
interrumpir o eclipsar el flujo libre de la trama y debe<br />
permitir que el contenido ocupe el primer plano. En<br />
sus primeros pasos, la crítica feminista de cine aceptaba<br />
estas convenciones. Se centraba en el contenido sexista<br />
de la narrativa cinemática y la explotación de las<br />
mujeres como imágenes. Esta era en efecto una polémica<br />
necesaria (similar políticamente a las campañas<br />
contra el sexismo en la publicidad o contra la indoctrinación<br />
de roles en los libros infantiles) en la que se exponía<br />
y se protestaba contra el modo en el que los roles<br />
activo y pasivo en la narrativa cinematográfica se<br />
distribuyen entre los sexos. En este punto (los primeros<br />
números de Woman and Film, los números especiales<br />
de mujeres de The Velvet Light Trap (Otoño 1972) y<br />
Take One (Febrero 1972)), la principal exigencia consistía<br />
en reemplazar un modelo femenino por otro más<br />
fuerte y más independiente. O encontrar imágenes de<br />
mujeres que fueran realistas y relevantes para su experiencia<br />
vital. Ambas exigencias asumen que la identificación<br />
es el problema fundamental del cine, que las<br />
películas feministas ofrecerían alternativas –la optimista<br />
en la fantasía o la pesimista en la realidad– vividas<br />
a través de los protagonistas en la pantalla.<br />
Indudablemente, denunciar el sexismo es importante.<br />
Pero, en tanto que estas exigencias se dirigen primeramente<br />
al cine popular y comercial, implican<br />
además una confrontación con la naturaleza sexista<br />
de la propia industria y su discriminación de las mujeres.<br />
La respuesta inmediata que Hollywood ofreció<br />
al movimiento feminista consistió en replegarse en lo<br />
que Molly Haskell en From Reverence to Rape describe<br />
como “las pelis de colegas”, lo que es muestra del largo<br />
viaje que esta campaña tenía todavía que realizar<br />
desde que comenzara a finales de los sesenta y principios<br />
de los setenta 3 . El cine comercial no iba a cambiar<br />
de la noche a la mañana en ninguna de sus actitudes<br />
fundamentales respecto de las mujeres. Es<br />
más, un cambio que sólo afectase al contenido, que<br />
descansase en la inversión de los roles sexuales, no<br />
podía hacer otra cosa que reproducir con un nuevo<br />
giro las convenciones establecidas por la producción<br />
explotadora dominada por los varones, y este giro<br />
podía fácilmente degenerar en una fantasía fetichista<br />
masculina acerca de una fascinante mujer fálica. De<br />
cualquier manera, la tradición del melodrama, el viejo<br />
género hollywoodiense acerca de los problemas de<br />
las mujeres y los traumas de familia, ha resurgido dotando<br />
a las estrellas femeninas de vehículos –una<br />
precondición siempre necesaria para que una película<br />
de Hollywood que trate de mujeres se convierta en<br />
una mercancía lucrativa.<br />
Primeras películas feministas<br />
Las condiciones para que las mujeres pudieran realizar<br />
películas surgieron por vez primera con los cambios<br />
técnicos y económicos que permitieron el desarrollo<br />
de un cine con una base económica alternativa<br />
al producto comercial de 35 mm. En lo que afecta<br />
a las mujeres, estos cambios les permitieron entrar en<br />
el mundo del cine en número considerablemente mayor<br />
a las previas gotas en el océano. Observando el<br />
aspecto productivo de la industria del cine, parece<br />
que existe una correlación inversa entre el tamaño de<br />
la inversión y la participación de las mujeres. Cuanto<br />
mayor es la cantidad, más difícil es que ese dinero se<br />
confíe a una mujer. Shirley Clarke describe su experiencia<br />
en Hollywood a los largo de una entrevista<br />
aparecida en Take One:<br />
No tenía medio alguno de conseguir dinero. Pue -<br />
de que tenga que ver con el hecho de que la gente<br />
con dinero no habla de dinero con las mujeres. Es<br />
una cosa que quedó patente en mis tratos con<br />
3 Molly Haskell, From Reverence to Rape: The Treatment of Women in the Movies, Chicago, University of Chicago Press, 1987, pág. 362.
Hollywood. Todo el mundo decía: “Fantás ti co.<br />
Haz algo para nosotros. Pero no esperes mucho.<br />
Siendo una mujer va a ser difícil”. Así que cuando<br />
conseguí colarme allí, ya tenían al hombre que iba<br />
a ser mi productor. Y él me diría cómo hacer mi<br />
película. A los hombres no les gusta hablar de dinero<br />
con las mujeres –eso es todo 4 .<br />
El primer atisbo de un mundo alternativo apareció,<br />
apenas reconocido, en los años cuarenta. Maya De -<br />
ren hizo Meshes of the Afternoon en 1941 con un equipo<br />
de 16 mm. y sin sonido. Después de la guerra, los<br />
equipos de 16 mm. que habían sido usados para realizar<br />
los noticiarios de guerra acabaron en los mercados<br />
de segunda mano de los Estados Unidos y aportaron<br />
la base de lo que acabará llamándose “cine underground”.<br />
Estos desarrollos abrieron la posibilidad<br />
de realizar películas a gente que se movía fuera<br />
de la industria y permitieron el surgimiento no de<br />
uno sino de varios nuevos cines. El equipo es más pequeño,<br />
más barato tanto en sí mismo cuanto en costos<br />
de almacenaje y de laboratorio. Pero hasta comienzos<br />
de los años sesenta, con la invención de la<br />
cámara Eclair Coutant en Francia y la cinta de grabación<br />
Nagra en Suiza, el sonido sincronizado no pudo<br />
grabarse con facilidad. En términos culturales, estos<br />
desarrollos produjeron dos fecundaciones cruzadas<br />
distintas. El cine pasó a ser un medio accesible para<br />
los artistas, tanto para los implicados en las artes visuales<br />
como para los que se dedicaban a la danza. En<br />
el cine de los sesenta pudo ser usado por los activistas<br />
políticos para realizar películas de propaganda o<br />
a favor de determinadas campañas. La asociación<br />
particular de los 16 mm. con el cinéma-vérité le dio la<br />
4 Shirley Clarke, “Image and Images”, Take One, III, 2, 1972.<br />
5 Susan Rice, “Three Lives”, Women and Film, I, 1, 1972.<br />
6 Dora Kaplan, “Selected Short Subjects”, Women and Film, I, 2, 1972.<br />
apariencia de ser un instrumento de la verdad misma,<br />
que capturaba lo real sin estar mediado por la<br />
ideología. El cine parecía liberarse de su servidumbre<br />
histórica al producto comercial.<br />
Volviendo atrás la mirada a la crítica feminista de<br />
cine y a los festivales de los primeros años setenta, es<br />
obvio que la primera ola unificada de películas producidas<br />
por mujeres provenía directamente del movimiento<br />
feminista, un mezcla de concienciación y<br />
propaganda. El cine se usaba para rodar a mujeres<br />
hablando y así dirigir la discusión, de modo que las<br />
mujeres en la película podían interactuar con las experiencia<br />
e ideas de la mujeres en una reunión. Estas<br />
películas producían un entusiasmo particular. Por<br />
primera vez, había películas hechas exclusivamente<br />
por mujeres, acerca de las mujeres y de la política feminista,<br />
para otras mujeres. Susan Rice en el primer<br />
número de Women and Film comenta la película Three<br />
Lives de Kate Millet:<br />
Three Lives es una producción del cine para la liberación<br />
de las mujeres, y es el único largometraje<br />
que conozco que no sólo trata acerca de mujeres,<br />
sino que está producido, dirigido, rodado,<br />
grabado, iluminado y montado por mujeres. Y lo<br />
que hace que esto sea algo más que un señuelo es<br />
la complicidad que este equipo de mujeres parece<br />
haber obtenido de sus protagonistas. El elemento<br />
más convincente que encuentro en la película<br />
es que captura el tono y la calidad de las relaciones<br />
y las conversaciones significativas de las<br />
mujeres. Si la película pudiera fallar en todos los<br />
demás niveles, éste se alzaría como un logro destacable<br />
5 .<br />
O Dora Kaplan en el siguiente número escribe de<br />
“este nuevo movimiento de mujeres que hacen películas<br />
políticas políticamente” que:<br />
El compromiso por educar, cambiar la conciencia<br />
y la sensibilidad aparecía desalienado; esto es,<br />
abarcaba el proceso mismo de producción de la<br />
película; un equipo que trabaja colectivamente<br />
sin jerarquía ni especialización; un equipo que<br />
trabaja en condiciones de igualdad con el “sujeto”<br />
en la toma de decisiones y en la producción; y<br />
un equipo que reconoce que la distribución del<br />
producto es una parte integral del proceso 6 .<br />
Aunque resulta difícil sobrestimar el vigor y la inmediatez<br />
de algunas de estas películas, están ligadas<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 19 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 20 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
fuertemente a la ideología de la concienciación y la<br />
agitación en torno a algunos asuntos feministas particulares.<br />
Esa es su fuerza; su debilidad reside en las limitaciones<br />
de la tradición del cinéma-vérité. Al tiempo<br />
que pueden tener un uso inmediatamente político como<br />
documentos, su estética se vincula a una concepción<br />
del cine como un medio transparente, reproduciéndola<br />
en lugar de problematizarla, un proyecto<br />
que reduce la cámara a un instrumento mágico. Ahí<br />
actúa una presunción más importante, que la cámara,<br />
por su propia naturaleza y las buenas intenciones del<br />
operador, puede captar verdades esenciales y al grabar<br />
típicas experiencias compartidas puede crear unidad<br />
política a través de un proceso de identificación.<br />
De ese modo, la política se restringe a la emoción y el<br />
cine permanece entrampado en la vieja búsqueda interminable<br />
del otro yo en la pantalla.<br />
Resumen<br />
Hasta aquí, he usado la crítica feminista de cine en<br />
torno a 1972 para señalar una fase particular del desarrollo<br />
consciente y para mostrar la necesidad de un<br />
salto teórico hacia adelante. Pero no podía concebirse<br />
ningún salto hacia adelante sin este primer trampolín:<br />
la conciencia de la explotación sexista y de la opresión<br />
cultural, y la recuperación de las mujeres que han luchado<br />
para poder hacer películas en el pasado. Sin<br />
embargo, el paso hacia adelante parecía blo queado.<br />
Las respuestas que se ofrecieron durante este periodo<br />
no satisficieron las necesidades de una cultura de cine<br />
feminista. Las exigencias de identificación, de que las<br />
películas de mujeres sacaran provecho de los procesos<br />
de identificación, seguían sometidas tanto a las<br />
tradiciones formales cinemáticas que exhalan explotación<br />
sexual, como al cine de dominación masculina.<br />
Los cambios dentro de la industria sólo podían proceder<br />
de una agitación extendida en el tiempo y de la<br />
actividad por parte de las mujeres que desean trabajar<br />
en ella, y desde fuera, en una erosión gradual a través<br />
de las transformaciones de la ideología. Cuando<br />
el cine de 16 mm. empezó a cuajar, pero la discriminación<br />
siguió prevaleciendo en la industria, comenzó a<br />
resulta obvio que el sector independiente vería nacer<br />
una práctica cinematográfica específicamente feminista.<br />
¿Cómo sería este cine<br />
El deseo de romper con el pasado es racional y<br />
apasionante. Es tanto una huida instintiva de las formas<br />
asociadas con la opresión como un impulso<br />
consciente por encontrar un terreno no contaminado<br />
sobre el que construir una estética feminista. Las<br />
cuestiones estéticas y teóricas que se plantean al cartografiar<br />
este nuevo terreno ensanchan, entonces, la<br />
brecha con el pasado. ¿Basta, pues, con romper únicamente<br />
con el contenido sexista El cine dominante<br />
ha privilegiado el contenido, ya sea en las películas<br />
de ficción o en los documentales, al que ha subordinado<br />
el mismo proceso cinemático formal. La identificación<br />
del espectador con el protagonista cierra las<br />
brechas residuales o necesarias entre la forma y el<br />
contenido. (Por ejemplo, Hitchcock reconcilia su uso<br />
extravagante e inusual del cine con las exigencias<br />
convencionales envolviendo al espectador a través<br />
del suspense). Con vistas a construir un nuevo lenguaje<br />
del cine, por tanto, se presentó como prioritario<br />
el romper esta unidad artística omnipresente. Al mismo<br />
tiempo, no se podía esperar que un lenguaje cinemático<br />
alternativo, completamente desarrollado y<br />
predigerido cayera limpiamente del cielo en el momento<br />
en el que se lo necesitaba. Tal expectativa asume<br />
que el cine de mujeres poseía una tradición desarrollada<br />
serpenteando como un hilo invisible a través<br />
de la historia oficial del cine o que el simple hecho<br />
de ser feminista y hacer películas fuera en sí mismo<br />
la respuesta. Ninguna de las dos posiciones se<br />
podía sostener. La primera ignora el alcance de la<br />
opresión del pasado, la segunda afirma que la intención<br />
individual trasciende el lenguaje y la estética del<br />
cine. Un lenguaje debe poseer una existencia colectiva,<br />
de lo contrario las formas de expresión dominantes<br />
regresan se quiera o no e invaden toda relación intuitiva<br />
entre el espectador y el creador, y entonces lo<br />
menos malo que puede pasar es que todo quede en<br />
un tanteo inconsistente.<br />
De este modo, los primeros pasos constructivos<br />
hacia la cultura de cine feminista han comenzado a<br />
girar en la dirección de la materia del lenguaje del cine,<br />
explorando la dislocación entre la forma cinemática<br />
y el material representado e investigando diversas<br />
maneras de resquebrajar el espacio cerrado entre<br />
la pantalla y el espectador. Dado que se había mistificado<br />
el lugar de la mujer en la representación cinemática<br />
del pasado, que era al mismo tiempo un eje<br />
del placer visual y una afirmación de la dominación<br />
masculina, ahora las feministas han quedado fascinadas<br />
con los misterios de la representación cinemática,<br />
ocultados por medio de la forma fantástica de la mu-
jer sexualizada: se ha rasgado el velo, pero detrás de<br />
él no se escondía ninguna respuesta preparada. La<br />
ausencia de respuestas, combinada con la fascinación<br />
con el proceso cinemático, conduce al desarrollo de<br />
un formalismo feminista. Políticamente, un formalismo<br />
feminista descansa en el rechazo del pasado y en<br />
priorizar el desafío al lugar del espectador en el cine.<br />
Desde un punto de vista estético, el espacio y el tiempo<br />
de la estética realista o ilusionista suponen grandes<br />
limitaciones: no pueden satisfacer los complejos<br />
deslizamientos que la imaginería feminista desea.<br />
Las brechas en el signo cinemático permiten que las<br />
ideas interactúen con la ficción y el pensamiento con<br />
la fantasía. Al mismo tiempo, la tabula rasa es placentera.<br />
Las estructuras se visibilizan y los huesos desnudos<br />
del proceso cinemático se impulsan hacia adelante.<br />
Finalmente, desde un punto de vista teórico, es<br />
esencial analizar y comprender el funcionamiento<br />
del lenguaje cinemático antes de poder exigir un<br />
nuevo lenguaje del cine.<br />
A finales de mayo de 1978, tres mujeres que pertenecían<br />
al colectivo de la única revista en inglés de<br />
teoría feminista del cine –Camera Obscura (publicada<br />
en Berkeley, California)– presentaron su trabajo en la<br />
Cooperativa de Realizadores de Londres, con el fin<br />
de discutir con los realizadores ingleses (varones y<br />
mujeres) y con las feministas interesadas en el cine.<br />
Las tres habían participado en el colectivo editorial<br />
de Women and Film, la revista pionera de crítica feminista<br />
de cine. Rompieron con Women and Film porque<br />
pensaban que el feminismo debía moverse más allá<br />
del primer impulso –la crítica básica del sexismo y la<br />
afirmación de la tradición perdida de las mujeres– y<br />
buscar nuevas imágenes. La nueva revista, Camera<br />
Obscura, está concebida sobre dos frentes conectados.<br />
Primero, investigar los mecanismo por los que el sentido<br />
se produce en el cine:<br />
Es importante saber dónde localizar la ideología<br />
y el patriarcado dentro del modo de representación<br />
con el fin de intervenir en la sociedad y<br />
transformarla, para definir una praxis de cambio.<br />
Es crucial para la lucha feminista advertir que<br />
cualquier teoría acerca de como cambiar la conciencia<br />
requiere saber cómo se forma ésta, de qué<br />
cambio se trata y como se produce.<br />
Y después la revista aborda textos particulares, hasta<br />
ahora sólo películas realizadas por mujeres, en tanto<br />
que “contribuyen al desarrollo de un contra-cine feminista,<br />
tanto porque adopta como tema central una<br />
problemática feminista como porque lleva a cabo<br />
desafíos específicos a los códigos cinemáticos y a las<br />
convenciones narrativas del cine ilusionista” 7 .<br />
Una nueva teoría y una nueva práctica. Ese fin de<br />
semana en la Cooperativa quedé sorprendida por las<br />
semejanzas entre los análisis de Camera Obscura y las<br />
ideas que estaba desarrollando para este artículo.<br />
Quedé sorprendida igualmente por la conjunción<br />
histórica entre la teoría de cine feminista, la presentación<br />
de Camera Obscura, y la Cooperativa, hogar de la<br />
práctica de cine de vanguardia. Sentí que era un encuentro<br />
que no podía haber ocurrido hasta hace muy<br />
poco. Parecía ser una indicación concreta, o reconocimiento<br />
mutuo, de un tráfico creciente en doble sentido.<br />
Por parte de las teóricas feministas, hay una concienciación<br />
creciente de la tradición vanguardista; y<br />
por parte de la vanguardia, entre cineastas varones y<br />
mujeres, una sensación de la relevancia del desafío<br />
feminista.<br />
EN BUSCA DE UNA TEORÍA<br />
Tanto la teoría cinematográfica como el feminismo,<br />
unidos por un interés común en la política de las<br />
imágenes y en los problemas del lenguaje estético, se<br />
han visto influidos por debates intelectuales recientes<br />
en torno a la naturaleza escindida del signo (semiótica)<br />
y la irrupción del inconsciente en la representación<br />
(psicoanálisis). Se ha dado asimismo una<br />
influencia evidente de la filosofía marxista de Louis<br />
Althusser, especialmente de su artículo “Ideología y<br />
aparatos ideológicos de estado” 8 .<br />
La importancia que, para el funcionamiento de la<br />
ideología burguesa, Althusser atribuye a los procesos<br />
de identificación, a la representación imaginaria del<br />
sujeto y a la ilusión de realidad ofreció un nuevo sentido<br />
de seriedad política a los debates estéticos entre<br />
los realizadores de vanguardia y los teóricos del cine.<br />
La estética realista utilizaba medios para entrampar al<br />
espectador similares a los usados por la ideología<br />
burguesa. Una, por tanto, no podía enfrentarse a la<br />
otra. Pam Cook (en su artículo sobre Dorothy Arzner)<br />
defiende que el sistema de representaciones generado<br />
por el cine clásico de Hollywood sujeta al espectador<br />
en una relación cerrada específica, eliminando la posibilidad<br />
de experimentar la contradicción 9 . Este tipo<br />
7 “Feminism and Film. Critical Approaches”, Camera Obscura, 1, 1976.<br />
8 Louis Althusser, “Ideology and Ideologiacal State Apparatuses”, Lenin and Philosophy and Other Essays, Londres, New Left Review,<br />
1971.<br />
9 Claire Johnston parafraseando a Pam Cook, “Approaching the Work of Dorothy Arzner”, Johnston, Dorothy Arzner, pág. 2.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 21 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 22 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
de argumento alimentó un reforzado anti-realismo, lo<br />
que a su vez ofreció el terreno para que se establecieran<br />
conexiones teóricas entre los vanguardistas que se<br />
oponían al ilusionismo y los cineastas políticos que se<br />
oponían a la ideología burguesa. Más adelante, el debate<br />
continuó en torno a la naturaleza del aparato cinemático:<br />
¿cómo liberar de la simple grabación, que<br />
coincide con la visión perspectiva natural del ojo humano,<br />
el destino del proceso fotográfico El formalismo<br />
proporcionaba una respuesta: al poner en primer<br />
plano el proceso cinemático, privilegiando el significante,<br />
se desbarata la unidad estética y se desplaza la<br />
atención del espectador hacia los medios de producción<br />
de sentido. Camera Obscura (en su primer editorial)<br />
subrayaba que<br />
Como la cámara oscura, el aparato cinemático no<br />
es ideológicamente neutro, sino que reproduce<br />
unas predisposiciones ideológicas determinadas:<br />
códigos de movimiento, de representación icónica<br />
y perspectiva. La idea de que la “realidad”<br />
pueda ser reflejada en el cine niega toda conciencia<br />
de la intervención, de la mediación del aparato<br />
cinemático. La impresión de realidad en el cine<br />
no se debe a su capacidad de conseguir verosimilitud,<br />
a su habilidad para reproducir fielmente<br />
una copia de un objeto, sino más bien al proceso<br />
complejo del aparato cinemático de base, que en<br />
su totalidad incluye al espectador 10 .<br />
Un área de lucha crucial, desde un punto de vista feminista,<br />
se desarrolla contra la ideología o en ella. La<br />
ideología patriarcal está constituida de presupuestos,<br />
“verdades” acerca del sentido de la diferencia sexual,<br />
del lugar de las mujeres en la sociedad, del misterio<br />
de la feminidad, etc. Desde el punto de vista político,<br />
la teoría feminista del cine ha continuado el debate<br />
estético. De cualquier manera, la ideología –ya sea<br />
patriarcal o burguesa– ni es omniabarcante ni una<br />
totalidad eterna y es crucial para el feminismo ser<br />
conciente de las contradicciones que contiene.<br />
El siglo XX ha sido testigo del crecimiento de una<br />
estética oposicional bajo diferentes enseñas y movimientos<br />
de vanguardia. Aunque aquí las mujeres<br />
tampoco han participado excepto de manera marginal,<br />
una búsqueda de la teoría no puede dejar de lado<br />
el tipo de cuestionamiento y las confrontaciones<br />
que sostienen otros movimientos estéticos radicales.<br />
Quiero mencionar sólo un aspecto de las relaciones<br />
entre semiótica y vanguardia que afectan a las<br />
mujeres. Julia Kristeva, en su obra sobre la poética<br />
modernista, ha vinculado la crisis que produjo el lenguaje<br />
del modernismo con “lo femenino” 11 . Kristeva<br />
considera que la feminidad es lo reprimido del orden<br />
patriarcal y aquello que se mantiene en una relación<br />
problemática con él. La irrupción de un exceso lingüístico<br />
subvierte la tradición comprometiendo el<br />
placer y “lo femenino” en una oposición directa respecto<br />
al lenguaje lógico y la represión endémica del<br />
patriarcado. Un problema sigue sin resolver: la mujer,<br />
en estos términos, sólo representa lo reprimido, y<br />
es la relación del poeta varón con la feminidad lo que<br />
irrumpe en su uso del lenguaje poético. Desde una<br />
perspectiva feminista, el siguiente paso tendrá que<br />
llevarnos más allá de la mujer callada, un significante<br />
del “otro” del patriarcado, hacia un punto en el que<br />
las mujeres puedan hablar por sí mismas, más allá de<br />
una definición de la “feminidad” acuñada por el patriarcado,<br />
hacia un lenguaje poético hecho también<br />
por las mujeres y por su inteligencia. Pero el punto<br />
importante de Kristeva es este: la trasgresión se práctica<br />
a través del mismo lenguaje. La ruptura con el<br />
pasado tiene que funcionar a través de los propios<br />
medios con los que se produce el sentido, subvirtiendo<br />
sus normas y rechazando su, de otro modo, totalidad<br />
imperturbable. Aquí, por extensión, se muestra<br />
enteramente la importancia para el feminismo del<br />
sector cinematográfico independiente: la experimentación<br />
feminista puede darse fuera de las limitaciones<br />
del cine comercial, en debate con el lenguaje del<br />
contra-cine. La semiótica pone en primer plano al<br />
lenguaje y enfatiza tanto la importancia crucial del<br />
significante (por mucho tiempo desatendido y subor-<br />
10 “Feminism and Film; Critical Approaches”, op. cit.<br />
11 Julia Kristeva, “Signifying Practice and Means of Production”, Edimburg ’76 Magazine; Psychoanalysis, Cinema and Avant-Garde, 1976.
dinado al significado) y de la doble naturaleza del<br />
signo, sugiriendo así el rendimiento estético que puede<br />
lograrse jugando con la separación entre sus dos<br />
aspectos. Para las feministas, esta división posee una<br />
triple atracción: la fascinación estética con las discontinuidades,<br />
el placer que se consigue trastornando la<br />
unidad tradicional del signo y el avance teórico que<br />
se logra investigando el lenguaje y la producción de<br />
sentido.<br />
Una de las contribuciones fundamentales aportadas<br />
por el psicoanálisis freudiano consiste en señalar<br />
el carácter problemático que la feminidad tiene para<br />
una sociedad organizada por la dominación masculina.<br />
La sexualidad femenina, y también lo femenino<br />
en la sexualidad masculina, se cierne como un conjunto<br />
de elementos difíciles y potencialmente incontenibles,<br />
reprimidos o que irrumpen en forma de síntomas<br />
neuróticos. Aquí igualmente, se da una división,<br />
sobre la que Freud insiste, entre una apariencia<br />
(ya sea un síntoma, un hábito o un lapsus) y el sentido<br />
que se esconde tras él. Al plantear la existencia de<br />
un inconsciente cuyo funcionamiento no podría encontrar<br />
una vía de expresión consciente directa,<br />
Freud mostró cómo, psicoanalíticamente, rara vez las<br />
cosas pueden ser lo que parecen. De este modo, la<br />
imagen de la mujer en la representación patriarcal remite<br />
primeramente a connotaciones propias del inconsciente<br />
masculino, a sus miedos y fantasías.<br />
Como dice Claire Johnston en su estudio sobre las<br />
mujeres en las películas de Raoul Walsh:<br />
Para el héroe varón la protagonista femenina se<br />
convierte en un agente dentro del texto de la película<br />
a través del cual su secreto oculto puede salir<br />
a la luz, ya que la falta se localiza en la mujer.<br />
Ella representa al mismo tiempo la memoria distante<br />
de la plenitud maternal y el objeto fetichizado<br />
de su fantasía de castración –un sustituto fálico<br />
y, por ello, una amenaza 12 .<br />
He argumentado en otro lugar (“Placer visual y cine<br />
narrativo”) que el psicoanálisis puede usarse para<br />
mostrar el modo en que las convenciones del cine narrativo<br />
se adaptan al deseo masculino dominante<br />
–que el placer voyeurístico va incorporado en la manera<br />
en que el espectador lee la película.<br />
Es el lugar de la mirada lo que define al cine, la<br />
posibilidad de variarla y de revelarla. Esto es lo<br />
que hace que el cine sea totalmente diferente de,<br />
por ejemplo, el strip-tease, el teatro, las variedades,<br />
etc. Más allá de resaltar la exponibilidad de<br />
la mujer a la mirada (woman’s to-be-look-at-ness), el<br />
cine construye el modo en que ha de ser mirada<br />
en el interior del espectáculo 13 .<br />
Polémicamente, esta proposición conduce a la necesidad,<br />
para el contra-cine, de exponer la fuerza del placer<br />
inherente a la experiencia cinemática en tanto que<br />
se organiza en torno al privilegio erótico masculino y<br />
reposa sobre una asimetría entre masculino / femenino,<br />
activo / pasivo.<br />
EN BUSCA DE UNA PRÁCTICA<br />
Los elementos dispares que he reunido bajo el título<br />
de “En busca de una teoría” no se conforman como<br />
un todo coherente. Es más, me he concentrado en<br />
aquellas influencias recibidas por la teoría feminista<br />
del cine que tienen consecuencias para la práctica cinematográfica,<br />
influencias que apuntan, todas ellas,<br />
tanto a un deseo como a una necesidad de romper<br />
con las formas de representación homogéneas, cerradas.<br />
El psicoanálisis disuelve el barniz de los sentidos<br />
superficiales; la semiótica destaca la naturaleza dividida<br />
del signo y el mismo lenguaje como un espacio<br />
de transformación; la confrontación con la ideología<br />
avanza el tema de la identificación, de cómo un texto<br />
“sitúa” al espectador. Ahora quisiera comentar las influencias<br />
recibidas de la tradición vanguardista y los<br />
modos en los que la práctica cinematográfica feminista<br />
se ha posicionado con respecto a ella.<br />
A lo largo de este ensayo, me he referido a la persistente<br />
dificultad de articular los medios por los que<br />
12 Claire Johnston, “The Place of Women in the Cinema of Raoul Walsh”, en P. Hardy (ed.), Raoul Walsh, Edimburgo, 1974, pág. 45.<br />
13 Laura Mulvey, “Visual Pleasure and Narrative Cinema”, Screen, XVI, 3, 1975 (trad. esp.: Placer visual y cine narrativo, Centro de<br />
Semiótica y Teoría del Espectáculo, Valencia,1988, pág. 20, traducción modificada)<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 23 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 24 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
una ruptura estética puede encontrar expresión formal.<br />
¿Cómo evoluciona una estética independiente a<br />
partir de la confrontación con una dominante Un aspecto<br />
importante de la estética vanguardista es la negación:<br />
una obra se forma, o encuentra una posición,<br />
gracias al código mismo de la tradición dominante a<br />
la que se opone. Estas obras, entonces, tienen que leerse,<br />
y alcanzan sentido, a la luz reflejada de la estética<br />
que niegan. Un aspecto de los problemas implícitos<br />
en la formulación desde cero de una nueva estética<br />
es sorteada de este modo. Las formas tradicionales<br />
son conocidas y reconocidas, y el espectador puede<br />
reconocer y leer su negación. En términos cinematográficos,<br />
la estética ilusionista tradicional ha privilegiado<br />
el significado, organizando el texto de modo<br />
que su mecánica se aprecie lo menos posible. Una<br />
respuesta influyente y crucial dentro de la estética<br />
vanguardista ha sido promovida por el nuevo cine<br />
americano de los sesenta, que enfatiza el lugar del<br />
significante, dando a ver la complejidad del proceso<br />
cinemático (como señala Annete Michelson en la introducción<br />
a New Forms in Film, “la afirmación del fotograma<br />
que compone la cinta, la afirmación a través<br />
del parpadeo del medio como proyección de luz, la<br />
afirmación de la naturaleza de la proyección a través<br />
del uso del sonido...” 14 ).<br />
El énfasis en la importancia del significante ha<br />
puesto en crisis el lugar del significado. Por ejemplo,<br />
Peter Gidal, un destacado realizador inglés de vanguardia,<br />
ha rechazado todo contenido y toda narrativa<br />
tanto en su trabajo como en su posicionamiento<br />
estético. En su introducción a Structural Film<br />
Anthology, escribe: “la película estructuralista / materialista<br />
debe minimizar el contenido en su sentido<br />
abrumador, imaginísticamente seductor, en un esfuerzo<br />
por atravesar este área miasmática de la “experiencia”<br />
y abordar la película como película” 15 .<br />
Para las realizadoras feministas es importante el<br />
modo en que estos argumentos ensalzan el significante.<br />
Hay una conexión con esos aspectos de la teoría<br />
feminista del cine que exigen un regreso a la tabula<br />
rasa y cuestionan el modo en que se construye el<br />
sentido. Pero las mujeres no pueden satisfacerse con<br />
una estética que reduce el contra-cine a un trabajo<br />
únicamente sobre la forma. El feminismo está unido<br />
a su política, su experimentación no puede excluir el<br />
trabajo con el contenido. Peter Wollen (en su artículo<br />
“The Two Avant-Gardes”) traza una línea de desarrollo<br />
donde la exigencia de una nueva política conecta<br />
inseparablemente problemas de forma y de<br />
contenido. Regresando a Eisenstein y a Vertov, influenciada<br />
por Brecht, resurgiendo en las últimas<br />
obras de Godard, esta tradición ha demolido las rígidas<br />
demarcaciones entre el hecho y la ficción y ha<br />
asentado la base necesaria para la experimentación<br />
con la narrativa 16 .<br />
Todavía es difícil hablar de una práctica feminista<br />
de la realización de películas. Todavía existen pocas<br />
realizadoras y entre ellas hay poca proximidad, sus influencias<br />
no son necesariamente coherentes. En lugar<br />
de generalizar, es preferible ejemplificar tendencias y<br />
movimientos entre las directoras de cine. Por ejemplo,<br />
Annabel Nicolson (una veterana de la Coo pe rativa de<br />
Londres) ha usado la antigua tradición de las artes<br />
aplicadas de las mujeres para experimentar con la película<br />
como material. En su pieza expandida Reel Time<br />
(1973), resalta la relación entre el proyector y la máquina<br />
de coser, repite una secuencia que la muestra cosiendo<br />
película con una máquina de coser, luego la pasa<br />
por el proyector hasta que la película se rompe y comienza<br />
a deslizarse. Joyce Wieland en su primera película<br />
Handtinting (realizada en Nue va York en los<br />
años sesenta) traslada al cine sus experimentos anteriores<br />
con el acolchado, perfora la cinta con agujas y tiñe<br />
el celuloide. Hay además un aspecto de su trabajo<br />
que se desarrolla en miniatura, a escala de la película<br />
casera: describe Rat Life and Diet in North America como<br />
“una película hecha en la mesa de la cocina” y, usando<br />
sus jerbos como personajes, crea una versión narrativa<br />
de un bodegón doméstico 17 .<br />
14 Annette Michelson, “Film and the Radical Aspiration”, New Forms in Film, Montreaux, 1974, pág. 15.<br />
15 Peter Gidal, “Theory and Definition of the Structuralist/Materialist Film”, Structural Film Anthology, Londrés, British Film Institute,<br />
1976.<br />
16 Peter Wollen, “The Two Avant-Gardes”, Studio International, 190, 1978, noviembre / diciembre, 1975.<br />
17 “Kay Armatage Interviews Joyce Wieland”, Take One, XIII, 2, 1972.
Yvonne Rainer llegó al cine desde la danza (Maya<br />
Deren y Shirley Clarke comenzaron también sus carreras<br />
como danzarinas –un lugar en el arte en el que<br />
las mujeres tienden a sufrir una menor discriminación<br />
y opresión). Rainer ha llevado a cabo fundamentalmente<br />
un trabajo de gran importancia con la narrativa,<br />
explorando sus posibilidades radicales.<br />
Describe su manera de trabajar:<br />
Un novelista quizás se reiría de mi pérdida de<br />
tiempo improvisada con la narración de la historia.<br />
Para mí la historia es un marco vacío sobre el<br />
que cuelgo imágenes y pensamientos que necesitan<br />
un apoyo. No me siento obligada a dar cuerpo<br />
a este armazón con detalles creíbles de tiempo y<br />
lugar... Me interesaba mucho más entrelazar el<br />
con tenido psicológico y formal, esto es, imágenes<br />
que se cargan de sentido o se vacían con las lecturas<br />
o su ausencia, texto e imagen ilustrados en varios<br />
grados... Esto conduce a una situación en la<br />
que la historia viene y se va, llegando a veces a desaparecer<br />
completamente cuando se prolongan<br />
hasta el extremo ciertas imágenes sin sonido...<br />
Acu mulo material de mis propios escritos, párrafos,<br />
frases, borradores, fotogramas de películas anteriores,<br />
fotografías. En última instancia, el proceso<br />
de ordenación me fuerza a organizarlo y hacer<br />
que las partes concuerden de alguna manera 18 .<br />
Rainer cambia la narración de su historia y ofrece un<br />
comentario irónico sobre su desarrollo por medio de<br />
títulos escritos, interrumpiendo el flujo de imágenes,<br />
utilizando el cliché en las palabras y las situaciones,<br />
deteniéndose en la emoción y en la actuación y en la<br />
relación que las mujeres tienen con ellas como modos<br />
tradicionales de expresión. Como conclusión lógica,<br />
quizás, de esta combinación de intereses, invoca al<br />
melodrama, pero también otras formas de comunicación<br />
consideradas propias de las mujeres (diarios,<br />
cartas, conversaciones íntimas, confidencias), todo<br />
ello distanciado por un tratamiento irónico de la vacilación<br />
y el autocuestionamiento familiares.<br />
En mis propias películas (co-dirigidas con Peter<br />
Wollen), Penthesilea (1974) y Riddles of the Sphinx<br />
(1977), así como en las películas de Chantal<br />
Akerman, se da un encuentro entre la tradición melodramática<br />
y el psicoanálisis. Jeanne Dielman de<br />
Akerman, por ejemplo, muestra la vida de una mujer<br />
durante tres días, insistiendo minuciosamente en<br />
18 “Yvonne Rainer: Interview”, Camera Obscura, 1, 1976.<br />
las repeticiones diarias y los detalles domésticos. Una<br />
vez que su rutina se sale de su cauce, los pequeños<br />
deslices se acumulan, conduciendo casi imperceptiblemente<br />
hacia un erupción cataclísmica al final. Por<br />
su parte, News from Home de Akerman utiliza las cartas<br />
dirigidas por una madre angustiada a su hija como<br />
banda sonora sobre la imagen de largos planos<br />
estáticos de Nueva York, el sonido y la imagen se separan<br />
para crear acción. Riddles of the Sphinx trata con<br />
los dilemas de la maternidad tal como se viven dentro<br />
de una sociedad patriarcal; la historia de una mujer<br />
(primero casada, realizando las tareas de la casa,<br />
después separada y trabajando fuera) con una hija de<br />
dos años se aloja en el centro de otras aproximaciones<br />
a la cuestión, ya sean directas, visuales o poéticas.<br />
Lo que en conjunto se repite es un retorno constante<br />
a la mujer, no en efecto como imagen visual, sino como<br />
sujeto a investigar, un contenido que no puede<br />
ser abordado en el marco de las líneas estéticas trazadas<br />
por la práctica cinematográfica tradicional. El<br />
placer y la implicación no son el resultado de la identificación,<br />
la tensión narrativa o la feminidad erotizada,<br />
sino que surgen de un uso sorprendente y excesivo<br />
de la cámara, del encuadre inusual de las escenas<br />
y del cuerpo humano, de la exigencia que se hace al<br />
espectador para que reúna los elemento dispares. La<br />
historia, los temas visuales y las ideas no conjuntan<br />
coherentemente unos con otros, y piden ser leídos en<br />
términos de relaciones en desarrollo entre el feminismo,<br />
el cine experimental y el psicoanálisis.<br />
Comencé señalando el modo en que, dentro de la<br />
breve historia del cine, sólo recientemente el feminismo<br />
había tenido algún impacto. Incluso ahora, la esfera<br />
en la que el impacto se ha dejado sentir es extremadamente<br />
reducida. Los recientes desarrollos tecnológicos<br />
permiten el crecimiento del cine fuera de la<br />
industria, pero sin unas bases económicas sólidas. El<br />
futuro hacia el que se dirigen las producciones en 16<br />
mm. y el cine experimental es incierto, pero el encuentro<br />
entre su crecimiento y la irrupción histórica<br />
de las políticas feministas no tiene precedente en la<br />
historia de las artes. En esto al menos las exigencias<br />
de las mujeres pueden tener un efecto determinante<br />
sobre la estética, en la medida en que el trabajo de las<br />
teóricas feministas de cine y las realizadoras gana<br />
fuerza e influencia dentro de la esfera experimental.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 25 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 26 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
LA REPRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA / VIOLENCIA<br />
DE LA REPRESENTACIÓN: DE JACK EL DESTRIPADOR<br />
A CIUDAD JUÁREZ, PASANDO POR LA PANTALLA DE<br />
LA TV.<br />
La definición y la percepción de la violencia<br />
por María Ruido<br />
Cada tres o cuatro días. Casi todas las semanas. Con<br />
seguridad todos los meses. Encendemos el televisor,<br />
sintonizamos cualquier canal de noticias estatal, y ahí<br />
está: la última víctima del denominado “terrorismo<br />
doméstico”, de la “violencia de género”.<br />
Entonces, algo aparentemente tan simple como<br />
definir un acto de violencia en carne propia, o describir<br />
un espacio o situación que nos agrede, se convierte<br />
en un ejercicio de discernimiento crítico entre lo<br />
definido por los medios de comunicación como violencia<br />
y lo percibido corporalmente como tal.<br />
Los índices de mortalidad, el auge de las agresiones<br />
denunciadas, los perfiles y medidas de los actores<br />
del drama y, en todo caso, los abusos más flagrantes<br />
de la publicidad: esos son los actuales límites de<br />
las definiciones consensuadas para la violencia sexual.<br />
Unos límites elaborados entre las agendas institucionales<br />
y los criterios de rentabilidad mediáticos,<br />
y cuyo fin fundamental es contener la alarma social<br />
en una cuestión que se ha convertido, en los últimos<br />
diez, quince, veinte años, en una causa importante de<br />
debate público, también en el estado español.<br />
Y es que dentro del orden político de asimetría sexista<br />
en el que vivimos donde la violencia es un elemento<br />
constitutivo, la enunciación misma de su existencia<br />
es un “problema”, una desagradable cuestión<br />
que, hasta hace algunas décadas, había pertenecido<br />
al reducido mundo de lo privado, y que gracias a las<br />
denuncias y reivindicaciones del movimiento feminista<br />
se transformó en público.<br />
Imbuida en lo más profundo del orden heteronormativo,<br />
estructural en cualquiera de las formas<br />
del patriarcado en su larguísima historia, las diversas<br />
manifestaciones de la violencia están íntimamente ligadas<br />
al mantenimiento de la jerarquía de los sexos,<br />
y como explica Bourdieu (2000) naturalizadas, ahistorizadas<br />
y, por tanto, desapercibidas, excepto en sus<br />
devastadores efectos individuales.<br />
De acuerdo con Michel Foucault (Foucault 1995,<br />
1996), la violencia forma parte del régimen biopolítico<br />
moderno, gobernador y artífice no solo de nuestra<br />
muerte, sino también de nuestra vida, actuando como<br />
productor y reproductor de corporeidades y discursos.<br />
La violencia no es solo (ni fundamentalmente)<br />
destructiva, sino también constructiva: está en el<br />
origen mismo de nuestros cuerpos y sus relaciones,<br />
de nuestras formas de comportamiento social, sexual<br />
y laboral, en un grado tan intenso que resulta imperceptible<br />
y lo que es peor, altamente tolerado.<br />
En un estado como el español, con una historia reciente<br />
elaborada a partir de mitos fundacionales homogenizadores<br />
y defensivos ante el miedo a la diferencia y<br />
la contaminación (la mujer, el gitano, el moro, el marica…),<br />
las primeras movilizaciones, los primeros síntomas<br />
y verbalizaciones del rechazo a la violencia<br />
provienen de un movimiento feminista que eclosiona<br />
a la muerte del dictador y que tendrá ya algunas de<br />
sus manifestaciones públicas aún en vida de éste, en<br />
1975 (me refiero, claro está, a las primeras Jornadas feministas<br />
de Liberación, aún clandestinas, y también a<br />
diferentes actos de la celebración, en ese mismo año,<br />
del Año Internacional de la Mujer) (Vega, 2005).<br />
En ese momento, aunque sin olvidar nunca la<br />
enorme ruptura de la herencia de la desarticulación<br />
política y el imperativo moral de la dictadura, el contexto<br />
internacional no era mucho mejor: la extensión<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 27 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 28 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
del silencio ante las agresiones (especialmente si se<br />
producían en el espacio doméstico) y la connivencia<br />
institucional ante cuestiones que se consideraban<br />
“personales” permitían la impunidad y la complicidad<br />
social con prácticas de control y dominio bien extendidas.<br />
La eclosión de la llamada “segunda ola del<br />
feminismo” y sus diferentes vertientes, fue definitiva<br />
para, al menos, romper esa dicotomía público-privado<br />
y denunciar que, como muy bien señalaron, “lo<br />
personal es político”. Las movilizaciones entonces de<br />
miles de mujeres consiguieron con su presión y sus<br />
denuncias cierta receptividad en torno a temas como<br />
la violación, el maltrato y la sujeción física y psicológica,<br />
también dentro de la institución matrimonial.<br />
Pero, como muy bien explican Begoña Marugán y<br />
Cristina Vega (Marugán y Vega, 2001), en un estado<br />
donde el débito conyugal se consideraba un deber<br />
para las mujeres o donde las palizas eran “riñas matrimoniales”<br />
que las autoridades instaban a perdonar,<br />
las cosas eran mucho más difíciles. Denunciar,<br />
castigar y aún siquiera nombrar la agresión y el agravio<br />
era muy complicado o impensable, incluso para<br />
las propias mujeres que las sufrían.<br />
En este panorama, la generación de conciencia, la<br />
verbalización y la denuncia que permitían diferentes<br />
encuentros y Jornadas universitarias 1 o las celebraciones<br />
del 8 de marzo eran pasos muy importantes.<br />
Siguiendo esquemáticamente su evolución (Vega,<br />
2005) podemos diferenciar diversos temas de lucha,<br />
especialmente entre 1975 y 1995: repensamiento del<br />
cuerpo y de la sexualidad, aborto, violación –fuera y<br />
dentro del matrimonio- , divorcio, SIDA o prostitución,<br />
serían los más significativos.<br />
Pero, si parece claro que la toma de la palabra y el<br />
protagonismo de las movilizaciones han correspondido<br />
al movimiento feminista, en el estado español<br />
(como en otros estados), el papel de las mujeres que<br />
protagonizaron estas luchas ha sido usurpado por<br />
otras y otros que, no solo han reescrito institucionalmente<br />
sus actuaciones, sino que han cambiado la lógica<br />
de su proceso, ocultando la génesis de la violencia<br />
sexual y anteponiendo la gestión al análisis y la desactivación<br />
de los cimientos del sexismo.<br />
La entrada en las agendas políticas de la violencia<br />
“de género” se hace, pues, no solo relegando la autogestión<br />
de las mujeres, que pasan a ser tuteladas como<br />
las y los menores, sino también de los intereses y el<br />
enfoque de los diversos feminismos. En definitiva,<br />
supone la elección de una vía paliativa de las consecuencias<br />
(causantes de una extrema alarma social) en<br />
vez de desentramar la génesis de las causas<br />
(Marugán y Vega, 2001).<br />
Este enfoque privilegiado desactiva la acusación<br />
sobre el orden sexual como generador de la violencia<br />
centrando casi exclusivamente la atención en el castigo<br />
sobre sus formas coyunturales más radicales, los<br />
asesinatos y los malos tratos punibles, al tiempo que<br />
reduce su campo de percepción y olvida la violencia<br />
estructural, así como formas “menos graves” de<br />
agresión, como la violación, la cosificación constante,<br />
los abusos verbales y psicológicos, la carencia de una<br />
estructura de conciliación laboral ni mínimamente<br />
real (al tiempo que continúa la intervención en la reproducción<br />
por parte del estado a través, por ejemplo,<br />
de una insuficiente ley de aborto) o las formas de<br />
violencia sistémica que siguen floreciendo en el lenguaje<br />
y en los cuerpos sociales, alentadas o sostenidas<br />
por las propias instituciones, la escuela o la iglesia<br />
(Bourdieu, 2000).<br />
El estado (y por extensión las diversas empresas a<br />
través de las que éste ha externalizado la gestión de<br />
la violencia) se ha convertido, en estrecha connivencia<br />
con los media, en el definidor de los límites de la violencia,<br />
en el elaborador principal del discurso público<br />
sobre ella, olvidando la historia de las reivindicaciones<br />
y análisis feministas, o al menos, neutralizando la<br />
politización del orden sexual como cuestionamiento<br />
de fondo.<br />
1 La primera celebración del 8 de Marzo se produjo en 1978, y en lo que se refiere a los encuentros cabría destacar las Jornadas<br />
Feministas de Granada (1979), la celebración de los 10 años del Feminismo en España (1985), o las muy importantes Jornadas<br />
Feministas contra la violencia machista en Santiago de Compostela (1988).<br />
Para profundizar en el análisis de algunos de estos encuentros, así como observar un panorama <strong>completo</strong> de diferentes acciones<br />
del movimiento feminista en el estado español y las actuaciones institucionales paralelas, véase el cuadro sinóptico de Marugán y<br />
Vega (Vega, 2005: 36-37).
“La complicidad, frecuentemente señalada en la teoría<br />
feminista, entre Estado, capitalismo y patriarcado<br />
heteronormativo, fuertemente cohesionados en la<br />
perpetuación de las jerarquías de género en la familia,<br />
en el sistema productivo y en los ámbitos públicos<br />
ha dado paso en unos cuantos años a un nuevo<br />
panorama en el que se podría decir que el Estado se<br />
ha situado “del lado de las mujeres” convirtiéndose<br />
en abanderado, garante y gestor de la libertad de estas<br />
últimas frente a aquellos hombres que aún pretenden<br />
beneficiarse por la fuerza de un orden social<br />
heredado en aparente contradicción con los principios<br />
de la ciudadanía (neo)liberal. […]<br />
La intervención del Estado, en sintonía con la presente<br />
hipótesis explicativa, no iría encaminada a acabar<br />
con la violencia, ni siquiera a paliar sus consecuencias,<br />
sino a limitar las manifestaciones más brutales<br />
de la misma, aquellas que en el plano simbólico<br />
representan los aspectos más llamativos de un orden<br />
de género profundamente opresivo y, en este sentido,<br />
inaceptable”. (Marugán y Vega, 2001: 4-5)<br />
La mirada como construcción<br />
y como forma de dominio<br />
Esta ocultación de las causas para privilegiar los efectos<br />
de la violencia conlleva políticas represivas fuertes<br />
que, si bien reducen la sensación de impunidad,<br />
no disminuyen, como ya comentábamos, la violencia<br />
estructural, reafirman las posiciones de víctimas y<br />
agresores como categorías, y afianzan la idea de las<br />
mujeres como un colectivo a proteger, sin reflexionar,<br />
insistimos, en el origen y la historia de las formas de<br />
la violencia sexual.<br />
En esta falta de voluntad en remover las bases del<br />
contrato sexual (Pateman, 1995) que subyace a nuestro<br />
modelo social heteronormativo y en la casi exclusiva<br />
actuación represiva sobre sus brutales efectos, se<br />
apoya una de las dicotomías más falaces y más activas<br />
del sostén de la violencia: el pensar la violencia física<br />
como diferente de la violencia simbólica, una<br />
“violencia sin cuerpo”, una “violencia menos grave”.<br />
La violencia física, cristalizada por el maltrato<br />
corporal y por sus últimas consecuencias, el asesinato,<br />
se presenta como devastadora, como inatajable si<br />
no es a través del castigo (previa denuncia de la propia<br />
víctima, a la que se responsabiliza de su situación<br />
sin proveer, en muchos casos, una red de ayuda sostenida),<br />
pero como desligada de los patrones de comportamiento<br />
“normales”: el maltratador es una excepción,<br />
una rareza solo explicable como continuador, a<br />
su vez, de una cadena de maltrato o de una educación<br />
traumática y especialmente misógina, de la misma<br />
forma que la víctima se asociaba (y se sigue asociando,<br />
en muchos casos) con fenómenos de desestructuración,<br />
miseria, promiscuidad o alteridades varias<br />
(otra raza, otras costumbres, otras formas de vida<br />
poco “civilizadas”).<br />
Aunque la marginalidad del maltrato y sus consecuencias<br />
parezca ya un mito en decadencia, no por<br />
ello los límites de la violencia y el enfoque público de<br />
la cuestión, así como los términos de la ubicación de<br />
identidades y responsabilidades dentro de este ámbito,<br />
parecen haber cambiado sustancialmente.<br />
El indignante panorama de las muertes, algunas<br />
de ellas tristemente anunciadas, engulle todo el protagonismo<br />
mediático. No podía ser menos dentro de<br />
este enfoque claramente reduccionista, que parece<br />
obviar que esta “solución final” contemporánea y devastadora<br />
tiene su origen en la falsa dicotomía que<br />
subrayábamos hace unos instantes.<br />
Como explica Pierre Bourdieu, la violencia simbólica<br />
es, en realidad, la que sostiene la violencia física:<br />
el orden patriarcal (en cualquiera de sus vertientes,<br />
en todos sus tiempos históricos, con sus diversos<br />
ropajes y formas) es el sistema mítico-ritual que ratifica<br />
y naturaliza la asimetría fundamental que, en última<br />
instancia, posibilita el uso de la fuerza y la<br />
muerte como un arma (Bourdieu, 2000).<br />
“El principio de la inferioridad y de la exclusión<br />
de la mujer, que el sistema mítico-ritual ratifica y amplifica<br />
hasta el punto de convertirlo en el principio de<br />
división de todo el universo, no es más que la asimetría<br />
fundamental, la del sujeto y del objeto, del agente<br />
y del instrumento, que se establece entre el hombre<br />
y la mujer en el terreno de los intercambios simbólicos,<br />
de las relaciones de producción y de reproducción<br />
del capital simbólico, cuyo dispositivo central es<br />
el orden matrimonial y que constituye el fundamento<br />
de todo orden social”. (Bourdieu, 2000: 59).<br />
Dentro de la lógica productora de la biopolítica, el<br />
cuerpo de las mujeres ha sido considerado, históricamente,<br />
el cuerpo otro, el cuerpo impuro y propiciatorio,<br />
el cuerpo liminal. Así lo explica la antropóloga<br />
Mary Douglas (Douglas, 1991), siguiendo el concepto<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 29 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 30 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
de abyección de Kristeva (Kristeva, 1982); y así nos lo<br />
describe Linda Nead (Nead, 1998) en su recorrido por<br />
la historia del desnudo femenino cuando presenta el<br />
cuerpo femenino modelado siempre como exceso o<br />
discrepancia del cuerpo autónomo y heroico del paradigma<br />
masculino. No es de extrañar, pues, que ese<br />
diseño exterior de nuestros cuerpos no coincida con<br />
nuestra realidad, y que la alienación y la frustración<br />
de ese paradigma imposible se traduzcan en algunas<br />
de las formas de violencia más brutales que vivimos<br />
las mujeres y también los hombres (y no solo, precisamente,<br />
en las últimas décadas, tal y como parecen<br />
descubrir los informativos y programas de tv): la anorexia,<br />
la bulimia, la agorafobia, la vigorexia… Es, como<br />
explica Susan Bordo, “el peso insoportable” de<br />
nuestro cuerpo que no resiste la confrontación con el<br />
imaginario mediático y artístico (Bordo, 1995, 1997).<br />
El pacto fraternal que traduce las relaciones de<br />
poder como relaciones homosociales (Irigaray, 1981)<br />
se revela trágicamente en nuestro bagaje cultural, en<br />
nuestra propia concepción de “la cultura” (eminentemente<br />
homosocial pero también homófoba, burguesa,<br />
etnocéntrica…), en nuestra forma de ver, en nuestras<br />
palabras.<br />
Como dice Julia Kristeva (1988) y otras teóricas de la<br />
lingüística y el psicoanálisis, el lenguaje es un territorio<br />
de hegemonía patriarcal, un espacio donde las<br />
mujeres hacemos un esfuerzo por significar nuestra<br />
carencia. Una vez introducidas en el universo homosocial,<br />
todas las lenguas, todas las hablas, parecen dejar<br />
sentir su violencia inaugural: la neutralidad del<br />
masculino frente a la partícula diferenciadora del femenino,<br />
el matiz que rebaja o incluso humilla (“hombre<br />
público”/“mujer pública”, “modista”/“modisto”…),<br />
el desdeñoso nombrar de lo innombrable (“coñazo”,<br />
“hijo de puta”…), no son más que ya muy conocidos<br />
ejemplos de un doloroso descubrimiento: el<br />
lenguaje nos traiciona, y apropiarnos de él es un trabajo<br />
político a realizar desde el feminismo. Cuando<br />
una mujer enfrenta una relación donde existe el maltrato<br />
no solamente tiene que aprender a reconocerlo,<br />
sino también a verbalizarlo, de forma que el lenguaje<br />
debe convertirse en terapéutico, en un instrumento<br />
curativo por excelencia.<br />
Pero quizás, la prueba más flagrante de nuestra<br />
carencia es la inexistencia simbólica, esa dificultad para<br />
hacernos entender (a pesar de tener fama de charlatanas,<br />
o quizás por ella…), ese ostracismo que se<br />
nos aplicaba (y se nos sigue aplicando en muchas ocasiones)<br />
en la educación, en las prácticas políticas, en<br />
los espacios públicos diversos (desde la pandilla hasta<br />
la asamblea), etc… Y nada más evidente para traducir<br />
la inadecuación que la falta de nombres para<br />
designar los órganos sexuales de las mujeres hasta la<br />
llegada de la taxonomía moderna: éramos el reverso<br />
del órgano masculino, el negativo del falo, la concavidad,<br />
el reflejo (Laqueur, 1994).<br />
Esta asimetría fundamental, eje sustentador de la<br />
vio lencia, tiene en la representación, como nos recuerdan<br />
las teóricas feministas del cine, un espacio<br />
fundamental de su actividad.<br />
En un ya clásico (y polémico) artículo publicado en<br />
la revista Screen en 1975, Laura Mulvey ponía en evidencia<br />
la construcción de la mirada hegemónica como<br />
una elaboración irremediablemente excluyente: el<br />
hombre (o su trasunto) miraba y la mujer era su objeto,<br />
el acto de mirar se traducía en cosificación y control,<br />
o como ella lo definía, en voyeurismo y fetichización<br />
(Mulvey, 1988). Mirar, una acción activa, estaba destinada,<br />
como el lenguaje, al ser (es decir, al ser masculino<br />
o a la mujer (tra)vestida e (in)vestida, al incorporar<br />
una práctica de poder sancionado) y ser mirado, estaba<br />
destinado al otro, al fetiche (es decir, a aquella que<br />
se define y existe a través de la mirada). Porque mirar<br />
es un acto que legitima y otorga: la visibilidad permite<br />
existir, pero siempre bajo el control y la vigilancia<br />
del que mira. La representación, por tanto, es un acto<br />
primordial de violencia, y según Mulvey, como según<br />
el grueso de las teóricas fílmicas feministas de los 70,<br />
no existe ninguna forma de reciprocidad posible excepto<br />
la negación (Mulvey, 1988; Lauretis, 1992, 1993).<br />
Si bien “Placer visual y cine narrativo” fue un texto<br />
contestado incluso dentro del feminismo, e incluso<br />
más tarde matizado por la propia autora, la acción<br />
negativa o la desestética (Lauretis, 1993) 2 han sido una<br />
constante en las formas de subversión de las imágenes<br />
de las feministas. De Teresa de Lauretis a Peggy<br />
Phelan, la “sospecha” de la visibilidad como meta<br />
política o, al menos, su matiz, ha estado presente en<br />
casi todas las teóricas de al imagen (Phelan, 1993) 3 .<br />
2 “Hablamos de una desestetización del cuerpo femenino, de la desexualización de la violencia, de la desedipización de la narrativa,<br />
etc... [...] Más que apuntar hacia una ‘estética femenina’, [las cineastas] parecen hacerlo hacia una desestética feminista”. (Lauretis,<br />
1993:29)<br />
3 “La recurrente contradicción entre ´las políticas de identidad´ con su acento en la visibilidad, y la desconfianza de la visibilidad del<br />
´deconstruccionismo psicoanalítico´ como fuente de unidad o totalidad necesita ser redefinida, resuelta. [...]<br />
No estoy sugiriendo la persistencia en la invisibilidad como una política al servicio de la privación de derechos, sino más bien que
Todas ellas advierten de los peligros de la inscripción,<br />
del carácter vicario de la (re)presentación –presentación<br />
en lugar de- : si ser invisible es no tener<br />
existencia en el orden simbólico del imaginario patriarcal,<br />
tener visibilidad requiere un trabajo constante<br />
de distanciamiento y reflexión que ha hecho que<br />
algunas mujeres en las últimas décadas las acusen de<br />
normativizadoras y “aguafiestas” del placer visual.<br />
Sin volver a su estrecho planteamiento de los 70 ni<br />
tampoco promover –necesariamente- una renovación<br />
de sus estrictos formatos audiovisuales, me parece,<br />
sin embargo, que sus análisis de las imágenes y<br />
su desnaturalización de la mirada son extremadamente<br />
útiles para entender la representación como<br />
una práctica política (Ruido, 2000).<br />
Pero definitivamente entenderemos la relación entre<br />
violencia simbólica y violencia física si recurrimos,<br />
precisamente, al escenario privilegiado de la violencia<br />
sexual: el espacio de convivencia de nuestro régimen<br />
de economía amorosa.<br />
La propia experiencia del amor que se nos transmite<br />
es errónea y necesariamente violenta. Ante la<br />
aparente “indefinibilidad” del amor, ante un sentimiento<br />
incontrolado y perturbador elaborado desde<br />
la heteronormatividad romántica como parte de un<br />
proceso de sujeción y producción de espacios diferenciados<br />
(espacio público masculino/espacio doméstico<br />
femenino) que acompaña al incipiente modo<br />
de producción del capitalismo industrial, bell hooks<br />
reclama simplemente “claridad” (hooks, 2005).<br />
“Cuando nos sentimos profundamente atraídos<br />
hacia alguien lo catectizamos, esto es, lo investimos de<br />
emociones o sentimientos. Ese proceso de concentración<br />
por el que la persona amada se convierte en alguien<br />
importante para nosotros se llama catexis. Peck<br />
subraya correctamente que la mayoría de nosotros<br />
confundimos el acto de catectizar con el de amar´. […]<br />
Cuando entendemos el amor como la voluntad<br />
de nutrir nuestro desarrollo espiritual y el de otra<br />
persona, se hace evidente que no podemos afirmar<br />
que amamos si somos hirientes o abusivos”. (hooks,<br />
2005:40).<br />
Parece fácil, ¿verdad Está claro que el “la maté<br />
porque era mía” no tiene ninguna oportunidad de<br />
ser considerado amor ante la aplastante lucidez de<br />
estas palabras. Quizás la mayor parte de nuestras<br />
propias vivencias, modeladas bajo la atenta mirada<br />
de héroes mezquinos y heroínas sufrientes, merecerían<br />
otra consideración que ser llamadas “historias de<br />
amor”. Sin embargo, siglos de literatura e imágenes<br />
ofuscadas las legitiman y las articulan.<br />
Ya lo decía Godard: una película es un revolver y<br />
una chica. La violencia y el sexo, el amor y la muerte,<br />
han estado invariablemente unidos en nuestra cultura.<br />
Esta unión se ha sustentado en justificaciones varias,<br />
explicadas por la antropología, el psicoanálisis o<br />
la sociología, como la necesidad de control sobre la<br />
reproducción, la distribución sexual del trabajo y los<br />
roles familiares a partir de la carga reproductiva, y<br />
enmarcan la calidad de las mujeres como bienes de<br />
circulación y relación política “apropiados“ y “distribuidos”<br />
por los hombres (Levi-Strauss, 1983;<br />
Osborne, 1993). Si bien cabría suponer que estas justificaciones<br />
son, hoy por hoy, completamente inadecuadas,<br />
el intento de desmontaje del orden dominante<br />
y una cierta igualdad legal conseguida por las mujeres<br />
en algunos países, parecen haber acelerado o<br />
acentuado, precisamente, los casos de violencia.<br />
Pero, ¿existen realmente más casos de violencia<br />
contra las mujeres o simplemente los conocemos<br />
más, gracias al mayor número de denuncias y sobre<br />
todo, al papel mediador de la prensa y la tv<br />
Y, en todo caso, como apunta Cristina Vega, ¿“la<br />
posibilidad de fuga de las mujeres” es la explicación<br />
única a este fenómeno (Vega, 2005: 33). La contestación<br />
parece más compleja.<br />
la oposición binaria entre el poder de la visibilidad y la impotencia de la invisibilidad es falsa. Hay una forma de poder real en la<br />
permanencia en la des-marcación/no-representación (unmarked); hay serias limitaciones en considerar la representación visual como<br />
una meta política.<br />
La visibilidad es una trampa; asume la vigilancia y la ley, provoca voyeurismo, fetichismo, apetito colonial/imperialista de posesión”.<br />
(Phelan, 1993:6)<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 31 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 32 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
El cine y los media como (re)constructores de las categorías<br />
de víctima y agresor: la representación de<br />
la violencia/ la violencia de la representación<br />
Como se apunta más arriba, la entrada de la denominada<br />
“violencia de género” en las agendas políticas<br />
se produce básicamente a partir de los años 80, y a raíz<br />
de las reivindicaciones del movimiento feminista<br />
en su llamada “segunda ola”. En algunos estados, como<br />
luego en nuestro propio marco local, se adoptarán<br />
medidas de carácter represivo, y solo posteriormente<br />
se introducen también acciones de carácter<br />
preventivo o reeducacional.<br />
Como justificación y trasfondo de estas medidas<br />
es muy importante el papel del cine, pero sobre todo<br />
el de los medios de comunicación como conformadores<br />
de opinión. Son estas potentes máquinas retóricas<br />
las que convierten la agresión y el maltrato contra las<br />
mujeres en un tema de debate público, le dan visibilidad<br />
(podríamos decir que se adueñan de su incorporación<br />
al territorio de lo público al dotar fundamentalmente<br />
su imaginario más difundido), las que<br />
enuncian el discurso sobre la violencia y establecen,<br />
junto con el estado y sus diversas ramificaciones, los<br />
límites de la misma, e incluso elaboran el diseño y<br />
evolución de las identidades de víctimas y agresores.<br />
Este papel de los media no es nuevo, pero sí adquiere<br />
nuevas dimensiones y se ajusta a nuevos formatos<br />
con el protagonismo televisivo.<br />
Como describe la estudiosa norteamericana<br />
Jenny Kitzinger, los media proporcionan una imagen<br />
cuando menos interesada de ésta y de todas las noticias,<br />
pero también son fundamentales a la hora de informar<br />
y conformar opinión, así como para entender<br />
la propia historia de la conceptualización y definición<br />
de la denominada “violencia sexual”, “violencia<br />
de género” o “terrorismo doméstico”.<br />
“La exposición en los medios de masas es algo<br />
muy importante para informar y estimular el conocimiento<br />
de los ciudadanos, el debate y las repuestas<br />
políticas. Los periodistas, sin embargo, parecen extremadamente<br />
selectivos en lo que relatan y serían<br />
culpables en muchas ocasiones de sensacionalismo<br />
voyeur. Los reportajes pueden poner fuera de contexto<br />
los casos de abusos, además de incitar al racismo,<br />
propagar estereotipos sobre las mujeres (o vírgenes o<br />
putas), culpar a las víctimas o excusar a los agresores”<br />
(Kitzinger, 2005: 215).<br />
El imaginario social de la cuestión, el papel de<br />
víctimas y agresores y su ubicación social, económica<br />
o sexual están teñidas de prejuicios y estereotipos<br />
(el maltrato y la agresión como excepción en las relaciones<br />
entre los sexos, la víctima como responsable<br />
última de su situación, el agresor como un enfermo o<br />
un monstruo…), pero también, no lo olvidemos,<br />
comparten las presiones propias de cualquier producto<br />
mediático (espectacularización y sensacionalismo<br />
regido por los índices de audiencia, desatención<br />
ante lo que se considera “repetitivo” y “monótono”<br />
privilegiando casos especialmente “turbios” -<br />
muchas veces basados en simples conjeturas-, juicios<br />
morales paralelos, simplificación, criminalización, fetichización,<br />
etc…) (Kitzinger, 2005; Sanmartín,<br />
Grisolía y Grisolía, 1998)<br />
La representación de la violencia está regida por<br />
la idea de control que subyace a la visibilidad, y por<br />
tanto de ejercicio de comprensión política, de control<br />
del discurso sobre la realidad, es decir, de la violencia<br />
propia de la representación. Sus formas y sus hábitos<br />
subrayan y redundan en la falta de análisis de<br />
las causas, y potenciando la sensación de fragmentariedad<br />
y aleatoriedad pueden (¿quieren) aumentar,<br />
en última instancia, la sensación de desconfianza,<br />
miedo y victimización de las mujeres.<br />
El papel de los medios y su régimen de dirección del<br />
discurso sobre la violencia y sus límites no es nuevo,<br />
y tiene hitos importantes que distinguen diversas<br />
etapas. Como dibuja con extraordinaria lucidez y riqueza<br />
Judith Walkowitz en “La ciudad de las pasiones<br />
terribles” (1995), el caso de Jack el Destripador,<br />
durante el otoño de 1888, y el “Tributo de las doncellas”,<br />
en 1885, sentaron las bases de las relaciones del<br />
tratamiento mediático moderno de la violencia sexual,<br />
y ayudaron a fomentar la idea del espacio público<br />
como lugar de peligro para las mujeres y del espacio<br />
privado como terreno de dominio del contrato<br />
social asimétrico, una construcción sexual de la realidad<br />
que aún hoy sigue vigente en nuestro más profundo<br />
imaginario colectivo (Osborne, 1993).<br />
Tanto en el affaire denominado “El tributo de las<br />
doncellas” (1885), sobre la prostitución infantil, como<br />
en el caso de Jack el Destripador, la prensa escrita, pero<br />
sobre todo la Pall Mall Gazette y su director, W. T.<br />
Stead, tuvieron un papel fundamental en la interpretación<br />
de los hechos y en sus consecuencias políticas.<br />
No es casual que el hecho fundamentalmente su-
ayado en la difusión de los cinco o quizás seis asesinatos<br />
de Jack el Destripador, producidos entre los<br />
meses de agosto y noviembre de 1888 en el distrito de<br />
Whitechapel (Londres), fuese que sus víctimas eran<br />
trabajadoras sexuales (Walkowitz, 1995).<br />
Como explican varios de las y los estudiosos de la<br />
época victoriana (Gallagher y Laqueur, 1987;<br />
Goldstein, 1991; Walkowitz, 1995), la construcción<br />
del cuerpo moderno tiene en la prostituta el referente<br />
complementario básico de la esposa burguesa, el<br />
“ángel de hogar”: el cuerpo cloaca de la puta permitía<br />
la estabilidad de la institución matrimonial, al<br />
tiempo que su conceptualización como alteridad peligrosa<br />
escenificaba (y dificultaba) la (im)posible relación<br />
entre mujeres de distintas procedencias sociales<br />
en el espacio público.<br />
Como explica Walkowitz y otras estudiosas del<br />
XIX, el capitalismo había encerrado a algunas mujeres<br />
en el espacio doméstico, pero también había construido<br />
nuevos espacios de interacción, especialmente<br />
los relacionados con el consumo. De esta forma, la<br />
aparición de la figura del Destripador se convierte en<br />
una baza política de gran oportunidad para controlar<br />
la socialización femenina. Es muy significativa la<br />
connivencia entre poder e información en una prensa<br />
(encabezada por la Pall Mall Gazette ) que inventa,<br />
literalmente, un eficaz fenómeno periodístico sobre<br />
la reproducción de esquemas narrativos melodramáticos<br />
que sirve para fustigar a las desarraigadas y<br />
amedrentar a las burguesas, intentando provocar su<br />
pasividad y frenar las incipientes actividades políticas<br />
de antiviviseccionistas, sufragistas, damas del<br />
Ejército de Salvación, etc.. (Gallagher y Laqueur,<br />
1987; Goldstein, 1991; Walkowitz, 1995).<br />
Nunca encontrado (o no buscado) por la policía,<br />
impune de las (¿oportunas) muertes de unas mujeres<br />
que se presentaban como desordenadas, viciosas<br />
y pendencieras, uno o varios, el relato mil veces repetido<br />
del Destripador es el primero de los grandes<br />
dramas mediáticos contemporáneos, y ha servido de<br />
ejemplo a variopintos imitadores en las décadas siguientes,<br />
desde el estrangulador de Boston y el de<br />
Hillside hasta los crímenes de la cadena de montaje<br />
de Juárez. Su nueva “edad de oro” se producirá en<br />
los años 80, tal vez como contestación (¿cómo ocurre<br />
ahora) a la protesta y fuga masiva que el movimiento<br />
feminista había estado construyendo desde mediados<br />
de los años 60 al calor del nacimiento de los<br />
nuevos movimientos sociales.<br />
Los 80, los años de Reagan y la Teacher, son, tal y<br />
como los describe Susan Faludi, años de “reacción”.<br />
No es casualidad que los retratos de mujeres enloquecidas<br />
por una libertad que no saben gestionar<br />
(“Acusados”, 1988) o inundadas por el éxito laboral<br />
pero carentes de hijos y maridos (“Atracción fatal”,<br />
1987) desborden las pantallas. La violencia se convierte<br />
en el ingrediente fundamental de la relación<br />
entre sexos en un cine que parece reflejar el enfado y<br />
el miedo de una masculinidad en crisis profunda<br />
(Faludi, 1993).<br />
El colofón mediático a la nueva reacción fue la detención,<br />
a finales de 1980, del llamado Destripador de<br />
Yorkshire, tras cometer trece asesinatos entre octubre<br />
de1975 y finales del 80, seis de ellos de “mujeres inocentes”<br />
(es decir, que no eran prostitutas o desarraigadas)<br />
(Walkowitz, 1995).<br />
En el estado español, el “marcador de influencia mediática”<br />
se dispara en 1995 con el seguimiento televisivo<br />
del asesinato de tres adolescentes valencianas<br />
del pueblo de Alcasser (“las niñas de Alcasser”).<br />
El tratamiento que en el programa de Pepe<br />
Navarro “Esta noche cruzamos el Missisipi” (TV5) se<br />
dio al tema, sentó las bases que otros medios imitaron<br />
durante, al menos, el comienzo de la década del<br />
2000. Juicios paralelos, pruebas cuestionables, entrevistas<br />
a padres desesperados que acababan destrozados<br />
delante de las cámaras, aireamiento de la vida íntima<br />
de las menores… nada parecía suficiente para<br />
mantener unos índices de audiencia disparados por<br />
el morbo y la espectacularización.<br />
Esta apropiación de la enunciación del discurso y<br />
del imaginario sobre la violencia adquirió mayor autoridad<br />
cuando, tras su paso por el programa de Canal<br />
Sur “De tarde en tarde” donde denunció los malos tratos<br />
recibidos por su pareja durante años, Ana Orantes<br />
es quemada por su ex-marido a finales de 1997. Esta<br />
“muerte en directo” desencadena una enorme conmoción<br />
social en la que las instituciones intervendrán a<br />
través de diferentes planes y medidas paliativas paulatinas<br />
que desembocan en la aprobación de la Ley<br />
Integral de Violencia de Género en 2004.<br />
Si bien es verdad que ha habido otros casos de<br />
violencia o abuso tratados por los media (el “caso<br />
Nevenka”, por ejemplo, en 2001, convenientemente<br />
desviado debido a las consecuencias políticas que<br />
tendría escarbar en las jerarquías y divisiones sexua-<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 33 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 34 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
les dentro de la clase política), desde ese momento la<br />
atención sobre el tema se centra casi exclusivamente<br />
en los asesinatos de parejas y ex-parejas, así como en<br />
campañas que proponen la voluntad de la víctima<br />
como paso fundamental para salir de la situación de<br />
abuso, sin tener cubiertos totalmente, muchas veces,<br />
los pasos posteriores a seguir tras esa denuncia y sin<br />
tener en cuenta la falta de autoestima y voluntad que<br />
acompaña al maltrato.<br />
Dos hechos interfieren nuestro escenario de violencia<br />
sexual (Vega, 2005): la irrupción tardía en<br />
España de los reality shows y su percepción de la realidad,<br />
y el paralelismo indirecto de la violencia contra<br />
las mujeres (al que acaba denominándose “terrorismo<br />
doméstico”) y el terrorismo de ETA. En ambos<br />
casos, la lucha armada y la violencia patriarcal, el estado<br />
se presenta como regidor del conflicto y detentador<br />
de la capacidad de castigo (es decir, de la impartición<br />
de violencia “de derecho”) y en ambos casos<br />
utiliza la represión en vez del análisis y la historización<br />
del conflicto.<br />
En cuanto a la aparición de los realities, y como ya<br />
varias y varios estudiosos del tema han señalado, la<br />
percepción de la experiencia que nos ofrecen estos<br />
programas está íntimamente ligada con la forma de<br />
producción postindustrial, convirtiendo nuestra experiencia<br />
en una experiencia diferida y controlada (no en<br />
vano el rey de los shows televisivos se llama “Gran<br />
Hermano”), generando en nosotros mismos y respecto<br />
a los demás un “hueco”, una distancia de recepción<br />
que, sin duda, interfiere con nuestra percepción<br />
de la violencia representacional y real<br />
(Lazzarato, 1992).<br />
¿La tv o el cine son un modelo para la violencia¿Se<br />
copian sus formas ¿Jack el Destripador tiene<br />
nuevos recipientes o son los informadores e informadoras<br />
los que justifican y potencian la similitud y la<br />
imitación como noticia (Sanmartín, Grisolía y<br />
Grisolía, 1998; Garrido Lora, 2002). La literatura al<br />
respecto es mucha, tanto estatal como foránea.<br />
¿Nos enfrentamos a una “necesidad de control”<br />
sobre la información o al menos de sus formas en<br />
nuestro universo neoliberal<br />
¿Las denuncias mediáticas de mujeres famosas<br />
–recordemos el polémico caso de Carmina Ordóñez,<br />
por ejemplo- han desvalorizado o frivolizado este paso<br />
o por el contrario han actuado como desinhibidor<br />
y agente ejemplificador (ya sabéis, aquello de que<br />
“las ricas también lloran”)<br />
A juzgar por una cierta recesión en la espectacularización<br />
de las imágenes y en las diferencias que se<br />
aprecian en las campañas institucionales con respecto<br />
a las primeras (parece que la solución no está ya<br />
”al alcance de tu dedo”, como rezaba algún slogan, y<br />
que los hematomas ya no se tapan con maquillaje, como<br />
seguramente recordaréis en cierto spot institucional),<br />
yo diría que, sobre todo, las instituciones han<br />
empezado a tomar en cuenta la representación como<br />
un ejercicio de violencia en sí mismo.<br />
En esta necesidad evidente de cuidado sobre las<br />
imágenes (que por cierto, no ha llegado a la publicidad<br />
o al lenguaje de ciertos portavoces, territorios<br />
donde impera el deseo machista más plano, que ya<br />
se sabe es bastante reaccionario) tienen un protagonismo<br />
privilegiado los ejercicios audiovisuales de resistencia<br />
que algunas mujeres y hombres vienen realizando<br />
desde los años 70.<br />
Repensar la dicotomía víctima/ verdugo: ¿qué ocurre<br />
cuando las mujeres ejercen violencia<br />
No voy a detenerme aquí en dilucidar en que medida<br />
la tv y el cine intervienen en la construcción de<br />
modelos para el ejercicio de la violencia, y cual es su<br />
responsabilidad respecto a otros producciones culturales<br />
o educativos. Como apuntaba hacia el principio<br />
del texto, la educación (a pesar de sus innegables<br />
cambios) sigue siendo uno de los factores principales<br />
de perpetuación del dominio sexista y sus estereotipos,<br />
pero también es cierto que no es ni siquiera parecido<br />
crecer viendo “Pippi Calzaslargas” que “Los<br />
Serrano” o algunas de las sit-coms y melodramas que<br />
invaden nuestros televisores últimamente.<br />
En casi todas estas series, sean de producción norteamericana<br />
o estatal, se aprecia, es cierto, un cierto<br />
cambio “formal”, por ejemplo, en la incorporación de<br />
personajes homosexuales, de diferentes razas o de<br />
diversas nacionalidades, que han pasado a ser “la<br />
cuota políticamente correcta” del programa. Pero en<br />
lo que atañe al papel de las mujeres, creo que existe<br />
un claro retroceso con respecto, incluso, a los años 90.<br />
El estereotipo femenino se ha esclerotizado aún más<br />
a través de la hipersexualización o de la hiperresponsabilidad,<br />
o bien se ha teñido de peligrosidad o control<br />
maternal sobre unos personajes masculinos cada<br />
vez más infantiles y torpes, que actúan movidos por<br />
los hilos benevolentes de sus féminas, ante las que se
comportan sin ningún tipo de correspondencia emocional,<br />
pero de las que, irremediablemente, acaban<br />
consiguiendo el perdón, porque, ya se sabe, ¡así son<br />
los hombres!.<br />
Está claro que el mensaje es, nuevamente, la asimetría<br />
fundamental: no la diversidad o el respeto a la<br />
diferencia, sino el sometimiento al deseo normativo,<br />
en cualquiera de sus formas.<br />
En la situación establecida, el umbral de “normalidad”<br />
para la agresividad del comportamiento de las<br />
respuestas de hombres y mujeres es claramente diferente.<br />
En la película de Marguerite Duras “Natalie<br />
Granger” (1972), Lucía Bosé y Jeanne Moreau discuten<br />
sobre la “inadecuación” de Natalie, una niña violenta,<br />
es decir, que no actúa tal y como se esperaba de<br />
ella (con dulzura, sumisión, recato…).<br />
Y es que la sanción social del ejercicio de la violencia<br />
en las mujeres (las decapitadoras, las asesinas<br />
–Medea, Salomé, Judith…-, las brujas), es, en nuestra<br />
cultura, muy grave: se considera una monstruosidad,<br />
una inversión (e invasión) intolerable gravemente penada.<br />
Sin llegar a esos extremos, todas hemos padecido<br />
(¡aún!) los parámetros del ejercicio de la violencia<br />
en nuestra vida cotidiana: un chico tiene “carácter”,<br />
una chica es una “histérica”; un chico es “perseverante”,<br />
una chica una “terca”; un chico es un “seductor”,<br />
una chica es una “puta”, una “facilona”… Desde<br />
nuestro bagaje educacional y sentimental, muchas veces<br />
el pensarnos a nosotras mismas como seres violentos<br />
nos produce rechazo, nos produce desazón.<br />
Así, no es nada extraño que la ira y el resentimiento<br />
acumulado durante siglos exploten en muchas de<br />
las producciones literarias y audiovisuales de mujeres<br />
desde hace mucho tiempo, pero especialmente<br />
desde los años 70, ironizando y cuestionando este orden<br />
de las cosas.<br />
La parodia liberadora, sin embargo, deja de tener<br />
gracia en algunas producciones, donde la rebeldía es,<br />
simplemente, una coreografía programada. “Crazy”,<br />
el videoclip de Aerosmith protagonizado por Liv<br />
Tyler y Alicia Silverstone en 1993 podría ser un buen<br />
ejemplo de esta falsa liberación bajo los focos fetichizadores<br />
de las cámaras. En este caso, los pequeños<br />
desmanes de dos adolescentes en forma de mini roadmovie<br />
son un simple reclamo para el más manido voyeurismo,<br />
escenas lésbicas soft incluidas.<br />
Si bien los casos de “Thelma y Louise” (1991) de<br />
Ridley Scott y su respuesta radical, “Baise-moi”<br />
(2001) de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi,<br />
son diferentes, resultan también fallidos.<br />
Fallidos porque, en ambos casos, el ejercicio de la<br />
violencia es un remedo irritado del miedo y la represión<br />
que ellas han sufrido. Fallidos por el daño que<br />
ellas mismas se hacen, por su propia violentación<br />
(véase la escena de la violación que desencadena, en<br />
“Baise-moi”, toda la narración), pero sobre todo fallidos<br />
porque las mujeres pagan con su vida o su libertad<br />
la subversión puntual del orden.<br />
No parece haber salida en la emulación, no parece<br />
haber “atribución de poder” en la inversión.<br />
Pero sí existen ejercicios sutiles, agenciamientos<br />
mucho más inteligentes que rehuyen la confrontación<br />
de la dicotomía y que, desde mi punto de vista,<br />
han dado pasos importantes para sabotear la mirada<br />
hegemónica del placer escópico unívoco y, también,<br />
para contestar con contundencia a los discursos mediáticos<br />
paralizantes y simplificadores.<br />
Repensar la dicotomía víctima/ verdugo:<br />
algunos ejercicios audiovisuales de resistencia<br />
y subversión de las ubicaciones tradicionales<br />
Entre las últimas producciones visuales de hombres<br />
y mujeres de dentro y fuera del estado español, podemos<br />
encontrar trabajos desestabilizadores de los<br />
referentes institucionales, perturbadores en sus matices<br />
sobre los límites de la violencia.<br />
Algunas de ellas, difíciles de clasificar o simplemente<br />
peor distribuidas, las hemos podido revisar<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 35 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 36 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
recientemente dentro del proyecto “Cárcel de amor”<br />
llevado a cabo por el MNCARS en 2005, o hemos podido<br />
releerlas a través del texto que una de sus responsables,<br />
Virginia Villaplana, escribe dentro de la<br />
publicación homónima (Villaplana, 2005).<br />
Otras, incluso algunas muy difundidas y comerciales,<br />
siguen resultando de difícil visión. Ese es, por<br />
ejemplo, el caso de las películas del alemán Michael<br />
Haneke que nos enfrentan a la imposibilidad del close-up<br />
cuando desnuda a la violencia de sus aparentes<br />
razones y la muestra tal y como es, como una estrategia<br />
política de dominio a cualquier precio. Si en<br />
“Funny games” (1997) el secuestro, el abuso, el maltrato<br />
y el asesinato aparecen sin motivo, como un<br />
“juego” insoportable, con “La pianista” (2001) descubrimos<br />
que nuestro umbral de obs-cenidad<br />
(Kristeva, 1982; Ruido, 2000) nada tiene que ver con<br />
la visión directa de la sangre o el golpe, sino que se<br />
resiente ante la alteración del orden dicotómico víctima<br />
– verdugo y ante la imposible aceptación de nosotras<br />
mismas como autoinfligidoras de violencia.<br />
“La pianista” (basada en un relato de la austriaca<br />
Elfriede Jelinek) evidencia como ningún ensayo las<br />
complejas posiciones que interpretamos en el ejercicio<br />
del poder, y aborda la violencia, como ya lo hacía<br />
Foucault (Foucault 1995, 1996), como un mecanismo<br />
de producción de subjetividad dentro del régimen<br />
biopolítico 4 .<br />
Aunque en este texto solo voy detenerme en el análisis<br />
más pormenorizado de dos casos concretos que<br />
considero especialmente significativos en sus enfoques<br />
y recorridos políticos (“Calling the ghost”<br />
(1996), cuyo escenario es el campo de concentración<br />
de Omarska dentro de la guerra de la ex–Yugoslavia,<br />
y “Señorita extraviada” (2001), que analiza las desapariciones<br />
y muertes de Ciudad Juárez en la última<br />
década), no querría pasar por alto alguno de los pocos<br />
trabajos que, en el estado español, se han dado a<br />
conocer a un público masivo sobre la situación de la<br />
violencia sexista en estos momentos.<br />
Me refiero a “Te doy mis ojos” (2003), de Icíar<br />
Bollaín, un film que si bien presenta una situación y<br />
unos personajes bastante convencionales, lo hace<br />
desde una posición y unos recursos bien distintos a<br />
los de la espectacularización mediática, o al corto documental<br />
de Isabel Coixet “10 any amb Tamaia”<br />
(2003) que describe el trayecto y las expectativas de<br />
las mujeres que forman el colectivo Tamaia (Aso cia -<br />
ción de Mujeres contra la violencia familiar) en su décimo<br />
aniversario.<br />
1/ La violencia de la<br />
estetización/ la estetización de la violencia<br />
Decía el cineasta Jacques Rivette, refiriéndose a una<br />
película de Gillo Pontecorvo sobre los campos de<br />
concentración nazis, que “hay cosas que deben abordarse<br />
con miedo y temblor”.<br />
Si la ironía y la parodia, como comentábamos<br />
más arriba, son algunos de los instrumentos más eficaces<br />
de lucha contra el imperio de la violencia, no<br />
podemos sino acordar con Rivette en la imposibilidad<br />
del análisis político desde la estetización del horror,<br />
que me parece que tiene, en el film de Liliana<br />
Cavani “Portero de Noche” (1973), uno de sus ejemplos<br />
más claros.<br />
Hermosa y terrible en su esterilidad y su disculpa,<br />
la película de la cineasta italiana ha sido ya polémica<br />
en muchas ocasiones, pero nos sirve aquí para<br />
introducir una de las contestaciones más contundentes<br />
y eficaces a las estrategias de la guerra. Ya decía<br />
Teresa de Lauretis que la labor política de las feministas<br />
en el cine no podía ser otra que la desestética, y el<br />
trabajo de Mandy Jacobson y Karmen Jelincic en<br />
“Convocando a los fantasmas”(1996), donde relatan<br />
la experiencia de dos abogadas de Bosnia-Herze go -<br />
vina en el campo de concentración de Omarska, no<br />
podría estar más cerca de esta idea, que nada tiene<br />
que ver con la carencia de belleza convencional o<br />
cualquiera de sus normativizaciones.<br />
Si en el film de Cavani la mujer justifica a su agresor<br />
diferenciándolo del resto de los nazis e incorporando<br />
una torpe parodia anoréxica del irrepresentable<br />
control de la producción industrial de muerte que<br />
fueron los campos de concentración, la película de<br />
Jacobson y Jelencic da voz a las propias víctimas que<br />
rememoran una práctica milenaria de guerra, la violación,<br />
dentro de unos campos de concentración aún<br />
posibles después de Auschwitz. Pero lo que es más<br />
significativo del documental es que el relato no está<br />
sostenido por la voz de unas víctimas, sino por las<br />
palabras de unas mujeres que han conseguido, tras<br />
años de lucha, que el Tribunal de La Haya considere,<br />
4 Frente a una definición tradicional del poder como un concepto ‘sólido’ y ‘localizado’, Michel Foucault propone un concepto de poder<br />
‘difuso e indefinible’, y frente al poder como una aplastante máquina disuasoria y destructora, lo presenta como un agente biopolítico,<br />
generador y constructor de disciplinas, cuerpos y regímenes de vida.<br />
Aunque muy contestado por algunas feministas, como por ejemplo Nancy Hartsock, no podemos dejar de señalar que, si bien es<br />
cierto que existen unas formas hegemónicas del poder, todas y todos ejercemos y sufrimos diversas formas de poder. (Foucault, 1999,<br />
2001; Hartsock, 1990).
por fin, la violación dentro de una guerra como un<br />
crimen punible.<br />
Las imágenes de “Calling the ghost” son exactamente<br />
lo que reza su título: un llamamiento, una reivindicación<br />
de los cuerpos del maltrato y de la muerte,<br />
algunos de ellos completamente fantasmales. Las<br />
estrategias visuales de Jacobson y Jelencic recuerdan<br />
aquí a las utilizadas por Alain Resnais en la implacable<br />
“Noche y niebla” (1955): nada mejor que las huellas,<br />
que los restos, que la metonimia imborrable de<br />
las torturas para hacer hablar a los fantasmas. El ejercicio<br />
de la violencia se vuelve, en sus residuos más leves,<br />
mucho más eficaz que el enfoque directo sobre la<br />
sangre, porque evidencia su capacidad de resistencia<br />
y normalización, su integración (y su justificación) en<br />
la narración de la Historia.<br />
2/ La violencia sobre los cuerpos<br />
ensamblados/ la violencia del ensamblaje de cuerpos<br />
Si suscribimos que la violencia es un eficaz mecanismo<br />
del régimen biopolítico, es lógico percibir que sus mutaciones<br />
se producen paralelamente a los cambios tecnológicos<br />
y, especialmente, en la aplicación de estos<br />
cambios al sistema de producción y reproducción.<br />
Si Michel Foucault (Foucault, 1996) habla del paso<br />
de una sociedad panóptica, vigilada desde la confluencia<br />
de la mirada, a una sociedad autodisciplinada,<br />
con mecanismos de vigilancia más sutiles y poliédricos,<br />
no es de extrañar que el ejercicio y la gestión<br />
de la violencia sexual en la actualidad haya incorporado<br />
las estrategias de la deslocalización y el ensamblaje<br />
en sus nuevas optimizaciones.<br />
Esta reorganización, la de la externalización y la<br />
repetición, la de la fragmentación y las piezas reemplazables<br />
de la cadena de montaje postfordista en la<br />
liminalidad de la frontera post-NAFTA, es la que recoge<br />
la película de la mexicana Lourdes Portillo<br />
“Señorita extraviada” (2001), una reflexión en imágenes<br />
sobre la responsabilidad de los media y su falta de<br />
respeto por las asesinadas y desaparecidas, y sobre la<br />
ausencia de voluntad política para acabar con la violencia<br />
(la violencia estructural del estado y del capital<br />
representado, en este caso, por las multinacionales<br />
que explotan las maquilas).<br />
Desde el descubrimiento del cadáver de la primera<br />
víctima en 1993 hasta hoy, ya son más de 1000 las<br />
mujeres y niños desaparecidos o muertos en Ciudad<br />
Juárez (en cifras no oficiales). Las muertas, todas ellas<br />
jóvenes, pobres y, a veces, trabajadoras sexuales además<br />
de empleadas de la maquila, siguen (igual que las<br />
muertas de Whitechapel) en la impunidad más absoluta.<br />
Como expone Portillo a través del cruce de declaraciones<br />
de su inteligente montaje, mientras en la<br />
tv y la prensa se produce un indignante aireamiento<br />
de los datos personales y las costumbres de estas chicas,<br />
y un enjuiciamiento sobre su supuesta falta de<br />
calidad moral (“todas son unas putas”), las empresas<br />
prohíben que las firmas donde trabajaban se hagan<br />
públicas para evitar cualquier implicación.<br />
Como evidencia Portillo, un cúmulo de venganzas<br />
sociales, desidia e intereses cruzados de los grupos<br />
de comunicación, el estado, la delincuencia organizada<br />
y las grandes corporaciones, han decidido la<br />
muerte física y también la muertes simbólica de estas<br />
mujeres, asesinadas y violadas (chingadas, en el doble<br />
sentido mexicano, víctimas de la “doble vida”/”doble<br />
vía” y de la nueva división sexual del trabajo) 5 .<br />
Como analiza con gran inteligencia Debbie<br />
Nathan (Nathan, 2005) las mujeres de Juárez son las<br />
nuevas Malinches, las nuevas traidoras “abiertas” al<br />
5 “El cadáver de una de las primeras víctimas, Alma Chavira Farel, fue encontrado a comienzos de 1993. La autopsia reveló que había<br />
sido estrangulada y violada ´por las dos vías´ -un eufemismo mexicano que quiere decir vía vaginal y analmente-. Durante los meses<br />
posteriores ocho mujeres fueron asesinadas de manera similar. El modelo continuó en 1994 y 1995. […]<br />
´¿Sabe usted dónde está su hija esta noche´. Lo que se daba a entender era que los asesinatos sexuales eran culpa de la laxitud moral.<br />
O, como decían muchos residentes de Juárez, de chicas que llevaban una doble vida: casto trabajo en la fábrica por el día y pecaminoso<br />
salir de copas por la noche. De manera siniestra, en español la doble vida suena muy parecido a las dos vías, sexo por la vagina<br />
y por el ano.<br />
Puede que la similitud de las expresiones sea simplemente un accidente lingüístico. Aún así, existe un vínculo verdadero entre el<br />
desarrollo de las maquilas, que han propiciado la doble vida, y la violencia sexualizada contra las mujeres, que parece ser una reacción<br />
contra el cambio de los papeles económicos y sexuales en la frontera del norte de México”. (Nathan, 2005: 293-294 y 297).<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 37 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 38 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
paso del capital extranjero, cómplices de la humillación<br />
y “feminización” del macho de un país, México,<br />
colonizado y manejado por el imperio norteamericano<br />
en connivencia con su propia clase política.<br />
“No es accidental que las imágenes de la economía<br />
y la cultura de la frontera se fusionen con imágenes<br />
de degeneración sexual. […] El cuerpo humano<br />
representa simbólicamente el sistema social, siendo<br />
los márgenes del cuerpo la representación de los<br />
márgenes del sistema. […]<br />
Vila resalta la obsesión histórica de México acerca<br />
del papel de los ´cuerpos de mujeres abiertos´ ejemplificado<br />
por la preocupación del país por Malintzin,<br />
la amante india e intérprete de Hernán Cortés. […]<br />
De manera harto reveladora, Malintzin también responde<br />
a otros nombres: doña Marina, La Malinche y<br />
La Chingada”. (Nathan, 2005:302-303)<br />
El ciclo se reproduce y la espectacularización mediática<br />
se convierte, como en 1888, en el eje modelador<br />
del nuevo melodrama tardocapitalista (ahora en<br />
versión serial killer televisivo): una clase dirigente<br />
masculina que sexualiza el trabajo para perpetuar el<br />
control; un asesino (en este caso, seguramente varios)<br />
que reprimen, violan y matan para recortar brutalmente<br />
el acceso al espacio social y económico de las<br />
mujeres.<br />
Jack el Destripador reaparece, contextualizado,<br />
en este caso, en los nuevos escenarios de la (re)producción:<br />
las plantas de ensamblaje de los cuerpos<br />
fragmentados.<br />
Documentación bibliográfica<br />
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(Francia, 2001)<br />
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La pianista (Alemania, 2001)<br />
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-LYNE, Adrian: Atracción fatal (EE. UU., 1987)<br />
-KAPLAN, Jonathan: Acusados (EE. UU., 1988)<br />
-PORTILLO, Lourdes: Señorita extraviada (EE. UU.,<br />
2001)<br />
-RESNAIS, Alain: Noche y niebla (Francia, 1955)<br />
-SCOTT, Ridley: Thelma y Louise (EE. UU., 1991)<br />
-Videoclip Aerosmith: Crazy (EE.UU., 1993)<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 39 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 40 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
¿CUÁNDO<br />
¡AHORA!<br />
¡CUÁNDO CARAJO!<br />
¡AHORA CARAJO!<br />
EL ESCENARIO PUBLICO:<br />
compañeras; ¿qué queremos<br />
¡trabajo¡<br />
¿cuándo<br />
¡Ahora¡<br />
¿cuándo carajo<br />
¡ahora carajo¡,<br />
gritan las putas en Oruro<br />
y les hacen eco los mineros en Potosí,<br />
mientras las ambulantes aprovechan el grito para vender<br />
un refresco de cáscara hervida que evoca el sabor de la fruta<br />
por María Galindo<br />
Mujeres Creando<br />
Estos gritos chillones, estridentes e ininterrumpidos de minúsculas, pequeñas, medianas o gigantes<br />
marchas callejeras son el arrullo con el que aprendemos lentamente a comprender la vida.<br />
Es un grito repetitivo, rutinario y envolvente que te sumerge en esperanzas que circulan viciosamente<br />
por las calles sin solución, dando como única y rotunda lección la comprensión lúcida de que nuestro<br />
tiempo es el ahora¡¡¡.<br />
Somos parte de las marchas que no buscamos las revoluciones del mañana, porque hemos comprendido<br />
que nuestro tiempo es el ahora, por eso es ‐al ahora‐, ‐al ahora carajo‐, al que vamos enamorando<br />
y prometiendo fidelidad y felicidad.<br />
No buscamos la inmolación, ni la redención heroica, ni la muerte, no saboteamos la vida con rumores<br />
de salvaciones y revoluciones “nicaragüenses”, “salvadoreñas”, “peruanas”, ni “bolivianas”.<br />
Nos aferramos a la comprensión lúcida del ahora que nos propone una cadena de sueños concretos<br />
entrelazados unos con otros. Sueños atados a los zapatos viejos y a los pies sudorosos, sueños desprendidos<br />
de bocas donde faltan muchos dientes, sueños atados por manos toscas y rasposas que acarician<br />
palas, escobas y mugres durante decenas incuantificables de horas a la semana, al mes, al año.<br />
Pueblos enteros del sur convertidos en activistas de la sobreexplotación, en insolventes y deudoras<br />
eternas que ya sin un patrón visible y sin necesidad de un intermediario esclavista traficante, voluntariamente<br />
se ofrecen para sobrevivir. Gentes que renuncian al domingo porque lo han hundido en sus<br />
corazones para llevarlo ahí adentro. Pueblos enteros que celebran el nacimiento y la muerte con la<br />
misma pompa festiva, porque mientras de un lado está la vida, del otro lado está el descanso.<br />
Desafío desquiciante de miradas que desdibujan la diferencia entre emergencia y utopía, para convertirlas<br />
en un mismo sentido que sea concreto y que sea ahora.<br />
Que sea ahora; antes que el día termine, antes de que estalle una nueva guerra, antes de que muera<br />
una amiga, antes de que la helada arruine la cosecha, antes de que se me acaben las energías, antes<br />
de que se desangre mi tierra.
EL ESCENARIO PRIVADO:<br />
Adentro, donde hierve el agua del café mientras una niña dobla la ropa para mañana, circula una otra<br />
calle. La calle luminosa, ruidosa, rutinaria y colorinche de la televisión. Calle que atraviesa e invade<br />
todas las casas, casitas, casuchas y cuartuchos con su luz fría e hipnotizante. Calle de 24 horas al día.<br />
Calle donde un chef prepara en un hotel de lujo de Mónaco o Biarriz exquisitos manjares para gentes<br />
que están a dieta, calle donde no son las bocas morenas sin dientes las que sonríen, sino las de las “estrellas”<br />
de turno. Calle de animadores groseramente alegres y chicas entrenadas para la estupidéz profunda.<br />
Calle de las grandes ofertas y de las rifas fraudulentas de un pasaje a Miami.<br />
Calle que recorta con prepotencia al tamañito de una “pantalla chica” el desierto, el océano, el cielo,<br />
la selva y la montaña. Calle que reduce nuestra historia a 30 segundos de un flash informativo. Calle que<br />
impone velocidad de autopista al beso, al amor, al placer, obligando a nuestros ojos a no parpadear frente<br />
al estímulo domesticador de nuestras conciencias y de nuestros cuerpos.<br />
Calle donde nos anestesian cotidianamente al dolor, a la muerte y a la guerra. Calle donde se opera<br />
una “cirugía estética” mutilante y plastificadora de los cuerpos y las caras de lo humano. Anestesia profunda,<br />
pasividad absoluta que nos induce a consentirlo todo; todas las censuras, todas las desinformaciones,<br />
todas las contaminaciones, todos los racismos, todos los colonialismos. Consentir todas las violencias<br />
simplemente sentadas frente a la televisión.<br />
Televisión que aniquila en un mismo instante y con la misma efectividad la noción de utopía y la<br />
noción de emergencia; en una especie de circuito cerrado, que atora tu control remoto en el mismo<br />
mensaje; canal por canal y hora por hora a lo largo y ancho del mundo y en todos los idiomas; “nada<br />
está en tus manos, nada puedes hacer, nada significas”. Aniquilamiento que no hace otra cosa que<br />
dejarnos quietos y quietas sentadas en la misma silla horas, meses, años inmóviles frente a nuestras<br />
vidas y ajenos y ajenas a nuestros propios deseos.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 41 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 42 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
NOSOTRAS,<br />
CALLEJERAS DE LA HISTORIA<br />
Y CALLEJERAS DE LA TELEVISION<br />
Sumergidas y empapadas de una y otra calle, ambulantes en una y en otra, las Mujeres Creando nos<br />
hemos convertido en agitadoras callejeras de uno y otro escenario; del escenario público y del escenario<br />
privado; dentro de la pantalla chica y dentro de la casa y fuera de la casa y fuera de la cámara también.<br />
La relación con el espacio de la televisión fue una relación de ocupación.<br />
Con mucho miedo frente a tanto poder aniquilador , intimidadas por los ojos de la cámara, como<br />
quien se mete dentro de un tanque de guerra en marcha, nos metimos dentro de la televisión con nuestros<br />
saberes exclusivamente callejeros y panfletarios de marchas y más marchas.<br />
Nos metimos convencidas que esa es una calle más que ocupar, convencidas que desde esa calle se<br />
amplifica la voz y el grito, se recupera el cuerpo y el color de la piel y se entra en la casa de la vecina<br />
para sentarse a su lado y beberse un momento de encuentro imprescindible.<br />
La primera imagen que lanzamos al aire fuimos nosotras mismas haciendo estallar un pequeño aparato<br />
de televisión contra el piso. Fue apenas un gesto, pero fue un gesto original, creativo, simple, directo,<br />
propio y subversivo. Un gesto que articulaba ambas calles en un mismo sentido, un sentido agitador,<br />
movilizador, intranquilizante, desestabilizador, convocante y rebelde.<br />
A los cientos de graffittis escritos por nosotras en las calles, a las cientos de veces que pintamos “desobediencia<br />
por tu culpa voy a ser feliz”, le sumamos entonces imágenes televisivas directas de la acción<br />
misma de pintar y de la acción misma de vivir:<br />
“mujer ni sumisa, ni devota, libre, linda y loca”,<br />
“ten cuidado con el presente que construyes, debe parecerse al futuro que sueñas” ,<br />
“no tenemos línea, somos puro curvas”.<br />
Los ojos de la cámara tuvieron el poder de convertir la palabra en acción transformadora, filmada, televisada<br />
y entregada a domicilio caliente, oportuna y apetitosa. Filmación que simplifica el gesto creativo<br />
porque lo pone al alcance de la mano. Porque lo desmitifica, lo des‐sacraliza y lo reduce y a su máxima<br />
elementalidad. Elementalidad potente porque es bien común, elementalidad potente porque está en<br />
nuestras manos, elementalidad desde donde increíblemente se puede reinventar el mundo que ha quedado<br />
atrapado en la pantalla chica.<br />
En ese contexto auto‐televisarnos es un esfuerzo urgente y una estrategia de lucha que nos permite tender<br />
un puente entre público y privado, entre la calle y la casa, entre la persona muda, sola y aislada y<br />
las gentes que la convocan a decir su palabra directa, a bailar en las calles, a dormir un sueño vengativo<br />
profundo y sin deudas, a vivir amores sin marido, a vivir y a moverse y desperezarse de su adormecimiento.<br />
Haber tendido este puente convierte nuestra agitación en un círculo que le suma a la palabra la imagen<br />
y a la imagen la acción concreta y a la acción concreta nuevamente la palabra.<br />
Haber consumado esta composición de creatividades nos ha hecho efectivas, nos ha hecho peligrosas,<br />
nos ha hecho masivas y ha convertido nuestra habilidad para desordenar las relaciones sociales<br />
del adentro y del afuera, del arriba y del abajo, del norte y del sur en habilidad presente en la cotidianeidad<br />
de nuestra sociedad. Estamos aquí, en el presente y en el ahora desordenando las jerarquías<br />
sociales, estamos en el presente y en el ahora y al alcance de la mano como realidad concreta,<br />
no como promesa lírica del mañana.
LA CREATIVIDAD ES UN INSTRUMENTO DE LUCHA<br />
Y EL CAMBIO SOCIAL ES UN HECHO CREATIVO<br />
Este espacio social abierto manualmente, espacio social del que no somos ni beneficiarias, ni inquilinas,<br />
espacio social que no es “cuota de equidad”,<br />
espacio social que no es concesión antidiscriminatoria,<br />
ni discriminación positiva,<br />
espacio social político que no es bocado de patriarcas ,ni partidos.<br />
Este espacio social del que somos soberanas, actoras y constructoras cotidianas contiene una comprensión<br />
básica y elemental:<br />
la creatividad es un instrumento de lucha,<br />
el cambio social es un hecho creativo<br />
y la acción creativa es una acción política.<br />
Comprensión que coloca nuestra creatividad en el terreno de la subversión permanente, comprensión<br />
que coloca nuestra creatividad al centro de las relaciones sociales como fuerza rebelde. Comprensión<br />
que coloca nuestra creatividad como identidad inventada, creada y recreada y por eso imperfecta,<br />
incompleta y convocante.<br />
Identidad compuesta de alianzas insólitas y prohibidas: indias, putas y lesbianas juntas, revueltas y<br />
hermanadas, desobedeciendo sus límites para juntar sueños y fatigas entre quienes está prohibido<br />
hacerlo.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 43 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 44 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
Identidad radicada en la rebeldía y no en la autoafirmación egocéntrica.<br />
Identidad compleja que no es suma de variedades, sino composición de fragmentos donde todas las<br />
identidades que la componen se saben fragmentos de identidad. Se saben pedazos llamados a integrarse<br />
con otros pedazos, complementando saberes, sentires, intuiciones y visiones.<br />
Pedazos fragmentarios constructores de una identidad circular sin vanguardias.<br />
Espacio de heterogeneidad, espacio de celebración de la diferencia y de celebración de la unidad<br />
compleja de diferentes al mismo tiempo. Celebración de la unidad indigesta e inexplicable.<br />
Celebración de historias personales y elecciones existenciales; augurio de cambio y augurio de utopía.<br />
Espacio político de indias, putas y lesbianas juntas, revueltas y hermanadas:<br />
Juntas desobedeciendo mandatos culturales.<br />
Juntas desobedeciendo privilegios y jerarquías.<br />
Juntas desobedeciendo mandatos familiares,<br />
juntas reescribiendo nuestros amores para ser hermana, amiga y amante de quien yo quiero ser.<br />
Juntas desobedeciendo mandatos religiosos, patrióticos y militares.<br />
Juntas en asamblea de voces directas que no admiten traducción, intermediación, interpretación, ni<br />
representación.<br />
juntas para reinventarnos y también para sobrevivir.<br />
juntas como augurio de utopía y tarea urgente al mismo tiempo.<br />
ESCRITO DESDE UN SITIO LLAMADO BOLIVIA<br />
UN SITIO DONDE TODO PARECE IMPOSIBLE<br />
PARA COMUNICARSE CON NOSOTRAS:<br />
mujerescreando@alamo.entelnet.bo<br />
www.mujerescreando.org<br />
www.radiodeseo.com<br />
tel. 00591‐2‐2413764
por Ana Navarrete<br />
Pinchar en la imagen para ver el trabajo<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 45 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 46 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
GENERANDO PROBLEMAS: LAS ARTISTAS FEMINISTAS<br />
PONEN EN ESCENA EL SEXO FEMENINO<br />
por Amelia Jones 1<br />
Previamente velado, cubierto o borrado de las decenas<br />
de miles de pinturas europeas de desnudos femeninos<br />
desde el Renacimiento –véase, por ejemplo, El nacimiento<br />
de Venus, la pintura de Alexandre Cabanal en el<br />
salón de 1863, que muestra un cuerpo femenino elástico<br />
y libre de orificios– u ostensiblemente ofrecido como<br />
un crudo receptáculo para el órgano masculino en<br />
la pornografía heterosexual, el sexo femenino juega<br />
claramente un rol cultural fundamental tanto en la<br />
construcción del género y la sexualidad como en la<br />
manera de entenderlos. Tra di cionalmente y siguiendo<br />
estos ejemplos de Cabanal o de la pornografía, el sexo<br />
femenino ha sido un elemento visual clave en la construcción<br />
binaria del género en la cultura heteronormativa<br />
y patriarcal.<br />
Siendo que la objetualización de las imágenes a<br />
partir de estructuras heterosexuales binarias de la diferencia<br />
sexual ha predominado de forma arraigada en<br />
la cultura euroamericana, no sorprende que las feministas<br />
se hayan esforzado por recuperar la representación<br />
y la experiencia de los cuerpos de las mujeres.<br />
Desde los orificios labiales tejidos a escala natural de<br />
Magdalena Abakanowicz en los años sesenta (como<br />
Stadium Faktur, 1964) hasta, Near the Big Chakra, el film<br />
sobre 38 vulvas femeninas de Ann Seveson de 1971 y<br />
los cincuenta años de representación del sexo femenino<br />
(y de los placeres de las mujeres) en la vida y los trabajos<br />
de Carolee Scheemann, las pinturas sin título de<br />
vulvas de mujeres que Judy Bambler realiza desde<br />
1994, y la pieza del tamaño de una habitación, hecha a<br />
ganchillo y cosida Hungry Purse: The Vagina Dentata in<br />
Late Capitalism de 2006 de Allyson Mitchell, una estrategia<br />
clave en el arte feminista euroamericano ha consistido<br />
durante bastante tiempo en explotar el poder de<br />
las formas del sexo femenino para alterar las expectativas<br />
de pasividad asociadas a estas formas –invisibles o<br />
tímidamente coquetas y disponibles para la “mirada”<br />
masculina 2 . Este ensayo aspira a entender cómo el sexo<br />
femenino ha sido puesto en escena y/o representado<br />
en las artes visuales por las artistas feministas de<br />
maneras que trastocan las estructuras binarias de la diferencia<br />
sexual. En palabras de Luce Irigaray, estas son<br />
las estructuras fetichizantes que clasifican la subjetividad<br />
femenina como sexual, como “situada en una gráfica<br />
a lo largo de los ejes de visibilidad [en relación con<br />
la] (así llamada) sexualidad masculina” por medio de<br />
una mirada masculina heterosexista que proyecta a la<br />
mujer inexorablemente como otro 3 .<br />
La tendencia en el discurso del arte feminista ha<br />
consistido en sostener esta idea de construcción oposicional,<br />
con el fin de criticar o invertir el binarismo.<br />
Evaluando tales trabajos desde un marco vanguardista<br />
y psicoanalítico, las prácticas se examinan en relación<br />
a un modelo polarizado que las posiciona o bien<br />
“reinscribiendo” o bien “invirtiendo” las construcciones<br />
patriarcales de lo femenino. Aunque estos modelos<br />
críticos han sido extremadamente importantes y<br />
útiles para aumentar la conciencia de cómo las estructuras<br />
de fetichización oprimen y objetualizan, ya no<br />
son, sugiero, adecuados para comprender las complejidades<br />
del modo en que las imágenes del cuerpo fe‐<br />
1 Este artículo fue escrito en abril de 2010 para el proyecto Troublemakers. La traducción ha corrido a cargo de Maite Aldaz.<br />
Agradecemos a Amelia Jones y a Hendrik Folkerts su permiso para traducirlo y publicarlo.<br />
2 Sobre el legado del arte del “coño” y para otros muchos ejemplos adicionales, véanse los artículos en Amelia Jones, ed., Sexual Politics:<br />
Judy Chicago’s Dinner Party en Feminist Art History, Berkeley, University of California Press, 1996, y las imágenes del catálogo, The<br />
Visible Vagina, New York, David Noland Gallery y Francis Nauman Gallery, 2010.<br />
3 Luce Irrigaray, Speculum of the Other Woman (1974), tr. Gillian C. Gill, Ithaca, University of Cornell Press, 1985, págs. 47‐48.
menino, o del sexo femenino, funcionan – así como los<br />
trabajos sobre género e identificación sexual en el siglo<br />
XXI en general. Argumentaré que la cuestión aparentemente<br />
discutida con frecuencia en relación a si esas<br />
imágenes son o no “subversivas” puede no ser correcta<br />
en tanto que sigue asumiendo que las relaciones binarias<br />
del fetichismo todavía tienen que ser “derrocadas”.<br />
Por el contrario, quizás de estas imágenes pueda<br />
decirse que abren un abismo en la imagen (en el cuerpo)<br />
y que activan nuevos regímenes de identificación<br />
sexual que, finalmente, no son binarios en absoluto.<br />
Lo Binario<br />
Los modelos de la crítica feminista en las artes visuales<br />
(y hasta cierto punto también los modelos de la<br />
práctica artística feminista) han girado, desde 1970, alrededor<br />
de argumentos binarios trazados a partir de<br />
una combinación de vanguardia, psicoanálisis freudiano<br />
y teorías feministas de los comienzos de la segunda<br />
ola. Durante las primeras décadas del siglo XX<br />
en Europa, las vanguardias modernistas posicionaron<br />
sus prácticas en oposición a lo que percibían como intereses<br />
del estado, valores culturales burgueses o dominantes<br />
y/o estructuras de mercantilización en desarrollo<br />
en un mercado del arte público cada vez más comercial.<br />
La historiadora del arte feminista Griselda<br />
Pollock adoptó con éxito la teoría vanguardista brechtiana<br />
para una práctica crítica feminista en las artes visuales<br />
a finales de 1980; Pollock argumentaba que las<br />
artistas feministas debían resistir la objetualización de<br />
las mujeres mediante “prácticas de des‐identificación”<br />
que funcionan a través del “distanciamiento”, rechazando<br />
las estructuras de la mirada heterosexual masculina<br />
para promover “una disolución total del sistema<br />
mediante el que el sexo/género se organiza [por<br />
medio del fetichismo] para funcionar como el criterio<br />
según el cual se asigna y naturaliza un tratamiento diferenciado<br />
y degradante” 4 .<br />
Tal teoría crítica feminista del arte se basaba en teorías<br />
psicoanalíticas del fetichismo así como en modelos<br />
vanguardistas de distanciamiento. En el psicoanálisis<br />
freudiano, se entendía que la subjetividad se fundaba<br />
sobre la base de un género binario que era determinado<br />
mediante un momento de reconocimiento visual<br />
basado en la apariencia anatómica del cuerpo femenino.<br />
“Fetichismo”, un texto que Freud escribió en<br />
1927, proporciona un modelo para entender la prolongada<br />
tradición de objetualización de los cuerpos femeninos<br />
en la cultura europea –aquí, el sujeto masculino<br />
ve el cuerpo desnudo de su madre en un momento<br />
crucial del desarrollo infantil y siente “horror” a la vista<br />
de su “castración” (esto es, su falta de pene); “[p]robablemente<br />
ningún ser humano masculino se libra del<br />
terrorífico impacto que supone la amenaza de castración<br />
a la vista de los genitales femeninos” 5 . Según<br />
Freud, para llegar a ser un hombre sano, en este momento<br />
de choque y horror, el niño debe repudiar la posibilidad<br />
de (su propia) castración que ha sido puesta<br />
al descubierto por esta imagen de falta –y esto puede<br />
ocurrir por medio de un acto de fetichismo, que es motivado,<br />
en sentido literal, por el deseo inicial del infante<br />
de encontrar un sustituto para el pene con el fin de<br />
lograr este repudio. El sustituto del pene puede ser (y,<br />
los argumentos feministas dan a entender que, a menudo<br />
es) la totalidad del cuerpo de la madre, que se<br />
convierte en un sustituto fálico del órgano “perdido”.<br />
Tal y como muchas teóricas feministas sostenían al<br />
adoptar la teoría de Freud, la sucesión de imágenes de<br />
mujeres desnudas desde la pornografía de la cultura<br />
de masas a las pinturas europeas de desnudos femeninos<br />
funcionan por tanto como fetiches para reducir la<br />
ansiedad de castración de los sujetos masculinos heterosexuales<br />
que han dominado durante mucho tiempo<br />
la cultura occidental.<br />
De este modo, las teóricas visuales feministas<br />
adoptaron, después de 1970, la teoría de Freud de forma<br />
crítica para cartografiar las estructuras obsesivas<br />
de fetichización y deconstruirlas. La teórica feminista<br />
de cine Laura Mulvey comenta en su tremendamente<br />
influyente artículo “Visual Pleasure and Narrative<br />
Cinema” que la imagen de la mujer desnuda actúa como<br />
una proyección directa del deseo masculino –un<br />
signo manifiesto y agresivo de la dominación masculina<br />
de la mujer, interpretándola siempre ya como un<br />
objeto (del deseo heterosexual masculino, como era implícito)<br />
en lugar de potencialmente como un sujeto.<br />
Mulvey argumentaba explícitamente: “la representación<br />
de la forma femenina en [el cine]… habla de la<br />
castración y de nada más” 6 . A través de este modelo<br />
de análisis crítico, psicoanalista y feminista, las representaciones<br />
de las mujeres en la cultura europea y<br />
otras culturas afines en Norteamérica y en otros lugares,<br />
son por tanto interpretadas como proyecciones del<br />
4 Griseldad Pollock: “Screening the Seventies: Sexuality and Representation in Feminist Practice –A Brechtian Perspectiva”, reimpreso<br />
en Feminism and Visual Culture Reader, ed. Amelia Jones; 2ª edición, Nueva York y Londres, Routledge, 2010, pág. 104<br />
5 Freud: “Fetishism” (1927), tr. Joan Riviere, Sexuality and the Psychology of Love, Nueva York, McMillan, 1963, pág. 216.<br />
6 Laura Mulvey: “Visual Pleasure and Narrative Cinema” (1975), reimpreso en Feminism and Visual Culture Reader, pág. 57 (trad. esp.:<br />
Placer visual y cine narrativo, trad. Santos Zunzunegui, Valencia, CSTE, 1988)<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 47 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 48 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
deseo masculino. De inmediato, se articula una crítica<br />
feminista en teoría visual que es expresamente antagónica<br />
–empeñada en, tal y como Mulvey lo expresa<br />
en términos fílmicos, acabar con “la monolítica acumulación<br />
de convenciones cinematográficas tradicionales…<br />
para liberar la mirada de la cámara a través de<br />
su materialidad en el tiempo y el espacio y la mirada<br />
del público… [con el fin de destruir] la satisfacción, el<br />
placer y los privilegios del [observador masculino],<br />
y… [de cara a evidenciar] cómo el cine ha dependido<br />
de los mecanismos activo/pasivo del voyeurismo” 7 .<br />
Mulvey y otras teóricas visuales, artistas, realizadoras<br />
e historiadoras del arte feministas asentadas en<br />
los Estados Unidos y el Reino Unido (como Pollock,<br />
Judy Chicago, Mary Kelly, Lucy Lippard y Lisa<br />
Tickner) recurrieron también a un creciente legado de<br />
filosofía feminista y teoría cultural para desarrollar esta<br />
crítica del fetichismo. En particular, el libro de 1949<br />
de Simone de Beauvoir El segundo sexo fue tremendamente<br />
influyente de cara a articular el género como<br />
una estructura binaria de diferencia sexual. Beauvoir,<br />
una filósofa existencialista que trabajaba en diálogo<br />
próximo con su compañero Jean‐Paul Sastre durante<br />
la 2ª Guerra Mundial en París, desarrolló la noción hegeliana<br />
de un sujeto humano que existe en relación binaria<br />
con “otros” (relacionado sin excesivo rigor con la<br />
Fenomenología del espíritu de 1807 de Hegel, donde el<br />
autor describe la dialéctica “amo/esclavo”) con la mirada<br />
puesta explícitamente en la especificidad de género<br />
de este binarismo, que Sastre había presentado<br />
como neutral (o no específicamente relacionado con la<br />
identidad del sujeto) 8 .<br />
Claramente, en esta breve aproximación al desarrollo<br />
de la teoría crítica visual feminista, lo binario<br />
era visto como algo central para la opresión histórica<br />
de las mujeres en la cultura euroamericana –y así la<br />
identificación de las estructuras binarias de la diferencia<br />
sexual se veía como algo crucial de cara a derrocarlas.<br />
En las artes visuales, lo binario tenía que ser identificado<br />
como tal (y por medio de esta identificación era seguramente<br />
producido y definido a partir de un sistema<br />
complejo de relaciones de poder) con el fin de que<br />
las artistas, críticas e historiadoras del arte feministas<br />
comenzaran a contrarrestar la exclusión de las mujeres<br />
respecto de las posiciones de poder en el mundo del<br />
arte y a combatir las estructuras de representación que<br />
definían a las mujeres como objetos y no como sujetos<br />
de la acción y la mirada. Mediante la insistente descripción<br />
del funcionamiento de lo binario (siguiendo el<br />
modelo de Mulvey), las feministas, como era de esperar,<br />
mantuvieron su lógica –ya que, incluso para derrocarlo<br />
o invertirlo, es necesario mantener la idea de<br />
que el género está formado y articulado visualmente<br />
(según la teoría de Freud) como un conjunto de oposiciones<br />
binarias.<br />
En cualquier caso, los tiempos han cambiado y estos<br />
términos binarios han dejado de tener un valor explicativo<br />
claro. Vivimos en un tiempo de dispersión.<br />
Tal y como teóricas feministas desde Donna Haraway<br />
y Rosi Braidotti a Lauren Berlant han argumentado,<br />
las estructuras cambiantes del capital globalizado, las<br />
migraciones diaspóricas del trabajo, de la gente y de<br />
las ideologías, así como una rápida transformación de<br />
las identidades locales, religiosas, étnicas, regionales y<br />
nacionales (incluyendo cambios en las estructuras de<br />
clase, en los roles de género y en las sexualidades) han<br />
reconfigurado los conceptos y las experiencias del yo,<br />
la comunidad y la pertenencia. La idea de formar una<br />
coalición de resistencia, basada en la oposición de una<br />
comunidad unida articulada frente a una “norma”<br />
monolítica (tal y como era necesario que se hiciera en<br />
los movimientos del Black Power y chicanos, en los comienzos<br />
del feminismo de la segunda ola y en el movimiento<br />
por los derechos de gays y lesbianas), ya no<br />
es viable en ningún sentido simple ya que la misma<br />
experiencia de normatividad cambia día a día y, de hecho,<br />
podría decirse que la idea misma de “norma” como<br />
estructura relativamente estable de subjetividad se<br />
ha mostrado imposible de sostener 9 .<br />
Como ha dicho Laurent Berlant recientemente, todos<br />
los sujetos, aunque quizás particularmente aquellos<br />
previamente considerados como normativos en la<br />
cultura occidental, viven en una cultura de “precariedad”<br />
en la que las relaciones de trabajo han cambiado<br />
tan profundamente que las anteriores formas de reciprocidad<br />
y las relaciones de poder se han disuelto, dejando<br />
a la gente insegura y desorientada respecto a<br />
cuál sea su lugar social 10 . El trabajo reciente de<br />
7 Ibid., 65 (trad. esp.: ibid., pág. 22).<br />
8 Simone de Beauvoir: The Second Sex (1949), tr. H. M. Parshley, Nueva York, Knopf, 1952. Hago un breve trazado de la recepción de la<br />
dialéctica amo/esclavo de Hegel por parte de los filósofos franceses en mi “Introduction”, Body Art/Performing the Subject,<br />
Minneapolis, University of Minnesota Press, 1998, págs. 37‐46.<br />
9 Los inicios de un alejamiento de la idea de norma como antagonismo fijo se pueden localizar en los comienzos de los movimientos<br />
pro‐derechos (por ejemplo, en los abundantes y brillantes escritos de mujeres de color que cuestionan tanto las políticas del Black<br />
Power como los movimientos feministas en tanto que establecieron “normas” que excluían a las mujeres negras), pero este cuestionamiento<br />
de los modelos oposicionales de “norma” versus “márgenes” es reconocido al comienzo de los años noventa y se hace cada<br />
vez más dominante a principios del siglo XXI.
Braidotti ha tratado el secularismo (cimiento no cuestionado<br />
previamente de la teoría crítica occidental, incluyendo<br />
al feminismo) para identificar lo que ella llama<br />
la “condición postsecular” en la que la confianza<br />
en el psicoanálisis como modelo explicativo (y binario)<br />
de la formación del sujeto está en decadencia; esta<br />
nueva condición viene marcada por un notable “cambio<br />
de énfasis en la ontología política contemporánea”<br />
que se aleja así de un “marco freudiano‐hegeliano”.<br />
De este modo, el concepto “spinoziano” de dios en<br />
tan to que indistinguible respecto de la naturaleza, como<br />
fuerza causal del mundo tal y como lo conocemos<br />
y de la inmanencia (y no trascendencia) del ser, reemplaza,<br />
en el argumento de Braidotti, el binarismo<br />
amo/esclavo donde (tal y como lo plantea Beauvoir) la<br />
trascendencia adscrita al sujeto ideal se alinea con la<br />
masculinidad y la inmanencia con el sujeto femenino.<br />
De manera crucial, Braidotti enlaza la pérdida de validez<br />
del modelo binario psicoanalítico con<br />
nuevas formas de inter‐relacionalidad… posibilitadas<br />
por los desarrollos tecnológicos a nivel global…<br />
[que] tienen en cuenta formas de interacción<br />
social de sujetos deseantes, que son nómadas, no<br />
unitarios; multirrelacionales, no falocéntricos; conectivos,<br />
no dialécticos; simulados, no especulares;<br />
afirmativos, no melancólicos y relativamente desligados<br />
de un sistema de significación mediado<br />
lingüísticamente. 11<br />
Las observaciones de Braidotti nos permiten proponer<br />
(en palabras suyas) “la subjetividad como flujos de inter‐relacionalidad”,<br />
en un marco que sigue siendo resueltamente<br />
feminista. Sus argumentos lo muestran<br />
con claridad para un momento actual que está marcado<br />
por una intensificada consciencia de globalización<br />
y de compleja y cambiante interseccionalidad de la<br />
identificación –esto es, la manera en la que las identidades<br />
nunca están fijadas de forma visible, sino que se<br />
las encuentra siempre ya en una negociación permanente<br />
y plasmándose a través de varios modos de subjetivización<br />
que están interrelacionados (como en las<br />
identificaciones de género, sexualidad, clase, raza, nación,<br />
etnia y religión).<br />
Es una cuestión de extrema urgencia que enmarañemos<br />
estos binarismos que, a menudo, y a pesar de<br />
los cambios esbozados aquí, siguen estando arraigados<br />
en los discursos culturales y las instituciones. Así,<br />
los interrogantes para la teoría y la práctica visual feministas<br />
se hacen más complejos. ¿Cómo podemos<br />
pensar más allá o alejados de lo binario O, poniéndolo<br />
de forma más explícita, ¿cómo podemos entender<br />
las imágenes y performances con más matices de tal<br />
modo que articulen estructuras potencialmente identificatorias<br />
que no sean binarias de una manera simplista<br />
¿Cómo podemos explorar estos flujos de inter‐relacionalidad<br />
a través de la práctica visual de manera que<br />
sigan transmitiendo unas políticas feministas – una<br />
atención a las desigualdades entre sujetos en relación<br />
con un género que es construido en general como algo<br />
experimentado y entendido a través de la clase, la nacionalidad,<br />
la etnia, la religión, y otros modos de identificación<br />
El coño como planteamiento potencialmente no binario<br />
de la subjetividad genérica<br />
En los comienzos del feminismo de la segunda ola,<br />
particularmente en el Reino Unido y en las costas este<br />
y oeste de los Estados Unidos (más concretamente en<br />
Los Ángeles y Nueva York), artistas y teóricas forcejearon<br />
enconadamente con la estructura de identificación<br />
de género, que era en gran parte experimentada<br />
y descrita por mujeres feministas blancas de clase media<br />
como singular y binaria. La tendencia de<br />
California, vinculada fundamentalmente a la artista,<br />
profesora, escritora y visionaria Judy Chicago, fue establecer<br />
programas de arte separatistas y una teoría de<br />
la producción artística “femenina” del “núcleo cen‐<br />
10 Berlant: “‘After the Good Life’: Notes on the Cinema of Precarity,” ponencia presentada en McGill University, el 25 de marzo de 2010,<br />
extraída de su próximo libro Cruel Optimism. “Precarité” es un movimiento social desarrollado recientemente en Europa dirigido por<br />
el surgimiento de lo que Berlant llama una “nueva clase global” de desempleados, neo‐bohemios y trabajadores inmigrantes, originada<br />
como resultado de las nuevas relaciones de trabajo en el capitalismo tardío.<br />
11 Rosi Braidotti: “In Spite of the Times: The Postsecular Turn in Feminism”, Theory, Culture and Society 25, número 6 (noviembre 208),<br />
págs. 12‐13.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 49 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 50 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
tral” o imaginería del coño como algo intrínsecamente<br />
vinculado a la experiencia anatómica femenina en<br />
tanto que opuesta a la del varón. La historiadora del<br />
arte Arlene Raven fue una figura central en el desarrollo<br />
de estos programas, y escribió sobre los esfuerzos<br />
de Chicago: debemos volver “a ese lugar específico<br />
desde el que una mujer artista habla… Judy Chicago<br />
ha clarificado –rica y detalladamente– la singularidad<br />
de la identidad femenina y de la experiencia femenina…”<br />
Raven dice de las imágenes del “núcleo central”<br />
de comienzos de los años setenta de Chicago, que<br />
“nos centran [a las mujeres espectadoras] y establecen<br />
… [un] paralelo con nuestros propios centros físicos y<br />
psíquicos. Estas formas son metáforas para las imágenes<br />
de nuestro cuerpo: duplican la forma corporal y la<br />
experiencia corporal” 12 .<br />
Claramente, la imaginería del núcleo central en esta<br />
formulación seguía siendo fuertemente binaria y de<br />
impulso oposicional. Chicago y Miriam Schapiro, una<br />
compañera artista feminista que durante un breve<br />
tiempo codirigió el Feminist Art Program en el<br />
California Institute of the Arts con Chicago en los primeros<br />
años setenta, describía el arte de las mujeres de<br />
la siguiente manera: “las artistas mujeres han utilizado<br />
la cavidad central que las define en tanto que mujeres<br />
como el marco para una imaginería que permite la<br />
completa inversión de la manera en la que las mujeres son<br />
vistas por la cultura” 13 . Por lo tanto, los propios trabajos<br />
de Chicago en torno al núcleo central, desde la abstracción<br />
de gran formato Pasadena Lifesavers a trabajos<br />
más explícitos con vulvas como las pinturas en miniatura<br />
de la “vagina como vaina de semillas”, desde los<br />
últimos años sesenta hasta los primeros setenta, representan<br />
desde su punto de vista una inversión deliberada<br />
de las estructuras del fetichismo por las cuales las<br />
mujeres han estado subordinadas a los hombres en la<br />
cultura occidental durante siglos –produciendo imágenes<br />
positivas de la sexualidad femenina para el empoderamiento<br />
de las mujeres espectadoras mediante<br />
una reivindicación de estas imágenes positivas como<br />
las suyas propias.<br />
Reivindicando una conexión entre la experiencia<br />
corporeizada de las mujeres y su agencia como sujetos<br />
de la acción, los proyectos de Chicago proponían<br />
que las mujeres artistas podían tanto empoderarse a<br />
sí mismas como sujetos de la acción como interpretar<br />
una especie de reverso del fetichismo. Es este impulso<br />
tardío el que ha pasado inadvertido durante bastante<br />
tiempo en las valoraciones de la crítica, durante<br />
bastante tiempo negativas, de la estrategia propuesta<br />
por Chicago. Desde comienzos de los años setenta, el<br />
pensamiento crítico feminista y queer ha rechazado<br />
ampliamente su enfoque explícito de la construcción<br />
de imágenes y ha teorizado una crítica visual feminista<br />
de la fetichización; en los ochenta, la teoría visual<br />
feminista dominante se había desplazado para abrazar<br />
el modo de inversión brechtiano y vanguardista<br />
propuesto por Pollock, en el que la “mirada masculina”<br />
teorizada por Mulvey sería rebatida y refutada<br />
mediante estrategias de des‐identificación en lugar de<br />
ser invertida en sentido estricto. Los trabajos vanguardistas<br />
de texto e imagen de Barbara Kruger que<br />
imitan las estructuras de los collages Dadá de artistas<br />
como John Heartfield a comienzos del siglo XX ejemplifican<br />
este desplazamiento. En los años noventa y<br />
primeros años del siglo XXI, jóvenes generaciones de<br />
artistas y teóricas feministas emergieron para teorizar<br />
y escenificar una especie de feminismo de “chica mala”<br />
que adoptaba aspectos del comportamiento masculino<br />
rudo y estrategias estéticas y contenido deliberadamente<br />
eróticos y desafiantes; todo ello con el fin<br />
de rebatir completamente el concepto binarizante de<br />
mujer como algo de alguna manera cercano a nuestros<br />
cuerpos, como “inmanente” y como algo que implica<br />
un comportamiento necesariamente más correcto<br />
y retraído. En esto las exposiciones de “chicas malas”<br />
de comienzos de los años noventa en Nueva<br />
York, Los Ángeles, Londres y Glasgow, así como el<br />
trabajo de artistas como Sue Williams, Tracey Emin y<br />
Sarah Lucas, fueron clave 14 . De esta manera, la provocativa<br />
obra de 1997 de Lucas Bunny Gets Snookered<br />
12 Arlene Raven, “Women’s Art: The Development of a Theoretical Perspectiva,” WOMANSPACE JOURNAL 1, nº 1, (febrero/marzo<br />
1973), pág. 18.<br />
13 Cursivas mías (AJ); Chicago y Schapiro, “Female Imagery”, WOMANSPACE JOURNAL (verano de 1973), pág. 14.<br />
14 Entre estas se incluye Bad Girls, la exposición de 1993 copatrocinada por el Institute of Contemporary Art, de Londres y el<br />
Contemporary Arts Centre, de Glasgow; y la exposición Bad Girls en el New Museum of Contemporary Art en Nueva York, así como<br />
su muestra “hermana” con el mismo título en la Wight Art Gallery, UCLA, en 1994.
presenta una imagen subida de tono y ligeramente repulsiva<br />
de una forma femenina en una silla con las<br />
piernas extendidas, pero la “mujer” parece fabricada<br />
a partir de un relleno de medias y ropa, su entrepierna<br />
inquietantemente abierta aunque cerrada (literalmente<br />
sellada) y no disponible.<br />
Me gustaría recuperar aquí la polémica de Chi ca ‐<br />
go, pero conduciéndola a través de la teoría de la “subjetividad<br />
como flujos de inter‐relacionalidad” de<br />
Braidotti, como último lugar de reflexión en relación al<br />
modo en que las artistas feministas pueden “crear problemas”<br />
a las representaciones típicamente fetichistas<br />
de la sexualidad y la encarnación femenina. Aunque el<br />
elemento de inversión de la teoría de Chicago hace<br />
aguas en una economía de la precariedad conectada y<br />
dispersa, en la que ahora nos experimentamos por medio<br />
de un rango dinámico de identificaciones que son,<br />
en palabras de Braidotti, radicalmente relacionales, me<br />
gustaría detenerme en un aspecto de la controversia<br />
de Chicago, argumentando que una representación de<br />
las formas corporales, ya sea abstracta o explícita, puede<br />
alterar estructuras políticas amplias así como supuestos<br />
acerca de la experiencia genérica, representándolas<br />
de forma que permitan ser experimentadas como<br />
no‐binarias: el coño sellado de Lucas comienza a<br />
sugerir que interpretaciones de lo que en principio<br />
aparenta ser el sexo femenino pueden abrirse a la ambigüedad<br />
y a interpretaciones cruzadas (¿pero, de<br />
quién diablos es este cuerpo).<br />
Sin embargo, podemos considerar (a través de una<br />
serie de ejemplos) que estas escenificaciones del sexo<br />
femenino ponen en juego más que un fetichismo invertido,<br />
una relacionalidad temporal y corporeizada<br />
–en paralelo al tipo de relacionalidad que Braidotti reconoce<br />
como la experiencia que nos define en el capitalismo<br />
global tardío. Como tal, sugiero polémicamente<br />
que tales escenificaciones podrían subyacer a unas<br />
políticas feministas del siglo XXI en las que “el bien ético<br />
se corresponde con una relacionalidad que aspira a<br />
un empoderamiento afirmativo, el ideal ético es incrementar<br />
la habilidad de cada cual para entablar modos<br />
de relación con otros múltiples” 15 . Este potencial de<br />
las nuevas políticas feministas es en sí mismo no binario<br />
–no supera o derroca los modelos feministas más<br />
tempranos, sino que más bien se basa en teorías como<br />
las de Chicago y Pollock; este nuevo tipo de políticas<br />
feministas va en paralelo a lo que en otros lugares he<br />
teorizado como parafeminismo. Tal y como argumento<br />
en mi libro Self/image, “con el término parafeminismo<br />
–con el prefijo ‘para’ que significa tanto ‘uno al lado<br />
del otro’ como ‘más allá de’ – quiero indicar un modelo<br />
conceptual de crítica y exploración que es simultáneamente<br />
paralelo a los feminismos tempranos y está<br />
construido sobre ellos (en el sentido de repensarlos y<br />
empujar sus límites, pero no de superarlos)” 16 .<br />
Al representar este tipo de relacionalidad radical<br />
en los contextos de las artes visuales, o al menos al<br />
abrir la posibilidad de una implicación del espectador,<br />
ciertos tipos de performances y representaciones del<br />
sexo femenino tienen el potencial de afectar a los cuerpos<br />
de los espectadores de una manera visceral (¿o<br />
quizás sería más adecuado decir “vulvar”), no necesaria<br />
o intrínsecamente ligada a estructuras anatómicas<br />
o a identificaciones físicas del espectador en cuestión,<br />
sino conmoviéndonos profundamente en el centro<br />
de un nivel de nuestra experiencia constituido física<br />
y materialmente. Este potencial está relacionado<br />
con una reversibilidad en la mirada misma (tal y como<br />
se articula en la teoría psicoanalítica) –pero se trata de<br />
una reversibilidad que propone no una diferencia binaria<br />
sino una gama de modos interrelacionados de<br />
ver/ser que atraviesan la experiencia visual humana,<br />
proponiendo incluso lo visual como sinestésico y como<br />
constituido a través de un flujo de input sensorial.<br />
Desde los mismos comienzos del efecto de cierre<br />
del fetichismo freudiano (que llegó a ser el modo dominante<br />
de definir la diferencia sexual, así como de<br />
hacer y de interpretar imágenes visuales de mujeres),<br />
ciertos tipos de interpretación directa del sexo femenino,<br />
que en la teoría freudiana, como se ha dicho, se<br />
definían sólo como versiones del sexo masculino<br />
“castradas” y horrendas, negativas e inadecuadas, rebatieron<br />
el binarismo asimétrico, punto central de dicha<br />
teoría. Ciertos tipos de representaciones del sexo<br />
femenino siempre han devuelto la mirada, estableciendo<br />
la reciprocidad de la mirada, mostrando el hecho<br />
convencionalmente reprimido de que cualquier proyección<br />
fetichizante hacia la mujer u otros cuerpos<br />
marginalizados está, por definición, definiendo recíprocamente<br />
a aquel que mira como alguien inseguro<br />
y ansioso con respecto a la castración. O, como Jeanfrancoise<br />
Lyo tard lo plantea, en relación con el infame<br />
cuerpo de mu jer despatarrado y desnudo en Étantdonnés<br />
de 1945‐48 de Marcel Duchamp, “Con celui<br />
qui voit” (Co ño el que lo mire) 17 .<br />
De ahí que las propias obras de Chicago en las que<br />
15 Rosi Braidotti, “In Spite o the Times”, pág. 16.<br />
16 Amelia Jones: Self/Image: Technology, Representation, and the Contemporary Subject, Nueva York, Londres, Routledge, 2006.<br />
17 Francois Lyotard: Les TRANSformateurs DUchamp, París: Éditions Galilée, 1977, págs. 137‐38; discuto esta dinámica en relación con<br />
el trabajo épico de Duchamp en mi libro Postmodernism and the En‐Gendering of Marcel Duchamp, Cambridge University Press, 1993,<br />
págs. 191‐204.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 51 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 52 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
trabaja la abstracción del coño, como las series de “cúpulas”<br />
de finales de los años sesenta – pequeñas cúpulas<br />
relucientes del tamaño de un pecho, aerografiadas<br />
con capas de vivos colores, dispuestas en grupos de<br />
tres sobre un vidrio plateado con formato triangular,<br />
un pubis, una entrepierna de mujer. Las cúpulas son al<br />
mismo tiempo firmes y bulbosas, de alta tecnología<br />
(pintadas con técnicas aeroespaciales sobre plexiglás) y<br />
al mismo tiempo formas de pechos sensuales, aunque<br />
también producen la ilusión de concavidad, oscilando<br />
visualmente entre una apariencia convexa y una apariencia<br />
de huecos o hendiduras. El triángulo evoca mi<br />
particular sentido de la identificación corporal con una<br />
abertura fundamental del cuerpo (ese canal muscular<br />
firme a través del que he obtenido enormes placeres sexuales<br />
pero también a través del que las cabezas de<br />
apariencia gargantuesca de mis hijos pasaron una vez),<br />
y aún así sujetos espectadores de diferentes sexualidades<br />
pueden sentir una sensación de identificación con<br />
sus formas bulbosas y su configuración triangular que<br />
puede crear una pulsión inconsciente en la experiencia<br />
triangular de sus torsos o apuntar hacia abajo hacia sus<br />
regiones anales como zonas erógenas o incluso darse la<br />
vuelta hacia arriba para crear una zona de energía desde<br />
sus hombros (como base del triángulo) hacia lo alto<br />
de sus cabezas…<br />
Imagino que el potencial de identificaciones encarnadas,<br />
son multitud y virtualmente infinitas en relación<br />
no sólo al tipo de gente que puede sentirse atraída<br />
hacia las formas sensuales de las obras (que en sí<br />
mismas parecen extensiones corporales de alguien,<br />
Chicago, que las produjo hace 40 años), sino también<br />
con el potencial cambiante de posibles identificaciones<br />
propio de cada persona en relación con la apariencia<br />
física, las formas, el peso percibido, la configuración<br />
espacial de las partes de la obra y de la obra en su conjunto.<br />
Aprehender las cúpulas es un proceso físico,<br />
temporal y espacial que nunca se asienta en un momento<br />
de formación de significado.<br />
El “núcleo central”, entonces, se abre a una relacionalidad<br />
radical –y el ejemplo del propio trabajo de<br />
Chicago sugiere que este potencial puede no estar relacionado<br />
con lo que fuera que la artista “buscara” (o<br />
indicara o pensara en su momento) alcanzar con su<br />
trabajo.<br />
Chicago, como es bien sabido, quiso que su trabajo tipificara<br />
lo que ella y Schapiro sugerían que era una tendencia<br />
innata de las mujeres, hacer arte que reflejara<br />
formalmente o que emulara la anatomía femenina: el<br />
deseo de fijar el significado en relación a lo “esencial”,<br />
a la identidad femenina definida anatómicamente, fue<br />
articulado con claridad en su artículo anteriormente citado,<br />
y fue doblemente problemático desde el principio.<br />
En primer lugar, esta sugerencia partió del supuesto<br />
de que sabemos lo que es una “mujer”, un supuesto<br />
profundamente cuestionado tanto por el incremento<br />
de sujetos transgénero, transexuales e incluso hermafroditas<br />
y por culturas alrededor del mundo cada vez<br />
más visibles, como por rigurosas críticas antirracistas<br />
ante la mirada blanca implícita en tales nociones de<br />
identificación sexual de la mujer. En segundo lugar, su<br />
argumento propone una conexión transparente y sin<br />
mediación entre el propio cuerpo y la propia expresión;<br />
claramente, si reconocemos la naturaleza contingente<br />
y cambiante del significado y de la experiencia,<br />
este es un argumento que no se sostiene 18 . Por el contrario,<br />
en mi reformulación de los argumentos de<br />
Chicago y mi relectura de esta serie de obras clave, argumento<br />
que sus formas, al evocar aspectos de encarnación<br />
sensual, proponen al espectador vías enriquecedoras<br />
de implicación que son intersubjetivas y contingentes<br />
–en mi ejemplo anterior, sobre mi propio sentido<br />
de la orientación espacial, mis cargas eróticas y mi<br />
conocimiento del trabajo de Chicago.<br />
Esta contingencia a su vez deconstruye la lógica binaria<br />
en general –si entendemos el significado en general<br />
(y el “significado” sexo/género en particular) como<br />
interrelacional (las cúpulas como vulvas de<br />
Chicago, con apariencia de pechos, pero también como<br />
extensiones de un cuerpo masculino deseante) –<br />
entonces debemos admitir que no puede ser binaria,<br />
sino que está siempre ya en movimiento, que es ambigua,<br />
que cruza potencialmente de unas identificaciones<br />
sexuales a otras de tal manera que llegan a entrelazarse<br />
en lugar de situarse en oposición. Este efecto<br />
interrelacional de identificación de género se señala en<br />
la propia observación de Duchamp “quiero agarrar las<br />
cosas con la mente de la misma manera que la vagina<br />
agarra el pene” 19 . Evitando una concepción de la creatividad<br />
fálica y masculina, Duchamp de forma ima‐<br />
18 La imposibilidad de defender esta creencia en una conexión no mediada entre la expresión y el yo es rigurosamente cuestionada<br />
por Jacques Derrida en sus trabajos de comienzos de los años setenta como “Signature Event Context,” Margins of Philosophy, tr. Alan<br />
Bass, Chicago: U. Chicago, 1982, págs. 309‐330, y ampliada por la teórica del performance de Eve Kosofsky Sedwick y Andrew<br />
Parker, quienes han señalado: “Lo contingentes y radicalmente heterogéneas, así como cuestionables,… [que deben ser] las relaciones<br />
entre cualquier sujeto y cualquier expresión”, en su “Introducción” al volumen que coeditan, Performativity and Performance,<br />
Nueva York, Routledge, 1995, pág. 14.<br />
19 Citado originalmente por Lawrence Steefel en su disertación, “The Position of La Mariée Mise à Nu par Ses Célibataires, Même in the<br />
Stylistic and Iconographic Development of The Art of Marcel Duchamp”, disertación doctoral, Princenton University, 1960, pág. 312;<br />
citado por Rosalind Krauss, “Where’s Poppa” The Definitively Unfinished Duchamp, ed. Thierry de Duve, Cambridge, MA, MIT Press,<br />
1991, pág. 435.
ginativa se imagina a sí mismo habitando el coño, pero<br />
habitándolo como un lugar de enunciación propositiva,<br />
más que, al modo de las estructuras cliché del<br />
fetichismo, como algo pasivo y receptivo 20 .<br />
Como Smith me dijo, la fotocopiadora es única como<br />
medio –funciona imprimiendo papel con registros<br />
de tinta que imitan, mediante la densidad con la que<br />
la máquina los deposita en la página, las luces y las<br />
sombras de cualquier forma o imagen colocada en lo<br />
alto de la pantalla horizontal; las fotocopias del coño<br />
de Smith, que parecen suaves y atrayentes, como flores<br />
prensadas y secas en las páginas de un diccionario,<br />
son entonces técnicamente tan indiciales como una fotografía<br />
analógica – las luces y las sombras imitan materialmente<br />
las luces y las sombras de la forma “original”.<br />
Lo siento, con un sentido evocador e inquietante,<br />
al tiempo que sujeto en mis manos estos frágiles, desdibujados<br />
libros –cada página‐coño, un agujero en su<br />
lógica de totalidad.<br />
Mirando al espectador con el ceño fruncido y sujetando<br />
una pistola con sus piernas abiertas, la entrepierna<br />
expuesta, a través de sus “pantalones de acción”,<br />
se puede pensar a EXPORT invirtiendo la mirada<br />
masculina (o al menos proponiendo un “¡qué te jodan!”<br />
a sus aparentemente inexorables estructuras de<br />
fetichismo), o se la puede pensar abriendo nuevos circuitos<br />
de significado basados en flujos de deseo e identificación<br />
que escapan a la lógica binaria de los modelos<br />
tempranos de la crítica feminista 21 . Las dos conocidas<br />
fotografías de EXPORT etiquetadas colectivamente<br />
como Genital Panic presentan a la artista con<br />
una provocadora peluca y con expresión severa 22 ; la<br />
mayoría de los espectadores, sin embargo, verán sus<br />
miradas arrastrarse inmediatamente al vórtice de cada<br />
imagen –a los genitales de EXPORT, el centro temático<br />
y estructural de la imagen. Para cualquier espectador<br />
que se identifique con la vulnerabilidad del agujero,<br />
este efecto de succión resonará en una sensación de<br />
exposición y vulnerabilidad; ya que sujetos nacidos<br />
anatómicamente “femeninos”, pongamos por caso,<br />
después de 1960 (como yo misma), y versadas en los<br />
caminos del feminismo, podemos sentirnos tanto revitalizadas<br />
como potenciadas a través de esta desvergonzada<br />
muestra de empoderamiento de la mujer.<br />
La relacionalidad radical aquí, sugiero, es la continuidad<br />
que EXPORT establece entre su acto asertivo y<br />
nuestra mirada: bajo las condiciones normativas modernistas<br />
del fetichismo, el argumento, por supuesto,<br />
era que el cuerpo objetualizado de la mujer quedaba<br />
subordinado por <strong>completo</strong> a la mirada ansiosa de castración,<br />
y por tanto violenta y violentada, de un supuesto<br />
espectador heterosexual masculino. Las imágenes<br />
de EXPORT, sin embargo, invitan a miradas extrañas<br />
a través de una variedad de identificaciones – ella<br />
abre un hueco en el centro de la imagen que es una<br />
abertura para proyecciones deseantes, así como para<br />
identificaciones (con celui qui voit). Siguiendo con esta<br />
idea, Parveen Adams ha descrito un modelo actualizado<br />
de mirada: “la estructura visual del mundo está organizada,<br />
no alrededor de un objeto sino alrededor de<br />
un hueco … Cuando la totalidad del mundo visible se<br />
proyecta (esto es, el espacio frente y detrás del sujeto)<br />
se crea un hueco que no puedes ver entre los horizontes<br />
anterior y posterior” 23 . Este es el hueco de la subjetividad<br />
misma (en cualquier identificación), quizás,<br />
marcado por esas formas particulares de representar<br />
el cuerpo sexuado –un hueco que abre estructuras interrelacionales,<br />
más que oposicionales, de identificaciones<br />
de sexo y género.<br />
20 Esa estudiosa era yo misma; la entrevista se hizo el 6 de noviembre de 2009 y fue hecha para un proyecto titulado “Los Angeles Goes<br />
Live”, patrocinada por Los Angeles Contemporary Exhibitions.<br />
21 Una tercera fotografía (con EXPORT de pie) ha sido descubierta recientemente; para un análisis detallado de las fotografías y del<br />
mito construido en torno a ellas por EXPORT y otras, véanse Mechtild Widrich, “Can Photography Make It So Repeated Outbreaks<br />
of VALIE EXPORT’S Genital Panic since 1969”, para su publicación en Perform Repeat Record: Live Art in History, Ed. Adrian Heathfield<br />
y Amelia Jones, Nueva York y Londres, Routledge, 2011, pág. 4.<br />
22 Discuto en extensión el trabajo de EXPORT en mi “‘Genital Panic’, The Treta of Feminist Bodies, and Parafeminism”, Women Artist/<br />
elles@centreponpidou, París, Centre Georges Pompidou, 2009, págs. 290‐95.<br />
23 Parveen Adams, “Bruce Nauman and the Object of Anxiety”, October, 83 (invierno 1998), págs. 107‐8. Para su análisis de las obras<br />
de Nauman, Adams se refiere a las teorías de la mirada de Jacques Lacan.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 53 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 54 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
Más adelante, a mediados de los años noventa, Judie<br />
Lamber, una artista treintañera, que en aquel momento<br />
vivía en Los Ángeles, produce una serie de pinturas<br />
sobre pedazos de madera de unas pulgadas de espesor,<br />
alrededor de seis pulgadas de largo y dos o tres de<br />
ancho; que son “retratos” de tamaño natural de genitales<br />
exteriores femeninos interpretados con la precisión<br />
mimética de una pintura renacentista del norte de<br />
Europa. Colgados, idealmente, a la altura de la entrepierna<br />
de una mujer de estatura media, los retratos<br />
cantan para mí, abriendo mis “dos labios” (como diría<br />
Irigaray) en formas imaginarias al tiempo que mezclo<br />
mi mirada con su fuerte “presencia” física 24 . Son, brillantemente,<br />
tanto objetos (pedazos de madera en la<br />
pared) como imágenes (interpretaciones meticulosamente<br />
detalladas de coños de mujeres). Un espectador<br />
que se identifique como hombre heterosexual esta vez<br />
puede (estoy pronosticando) tener una extraña sensación<br />
de reflejo fálico, ya que después de todo, las piezas,<br />
tienen justo el tamaño de una polla dura; este efecto<br />
producido por su maciza y turgente materialidad<br />
sería exacerbado por la representación de un cuerpo<br />
de mujer que él podría imaginarse penetrando… Y<br />
aún así la madera es sólida, y las dobleces de los labios,<br />
en última instancia, no revelan nada (con celui qui<br />
voit). Aquí el “agujero” en el centro de la imagen está<br />
cerrado, creando una ruptura en el continuo de las acciones<br />
de ver‐desear‐imaginar.<br />
En los pasados cuarenta y cinco años de arte feminista<br />
hay otras muchas imágenes fantásticas de coños<br />
que abren de forma similar, de diversas y complejas<br />
maneras, el potencial para una relacionalidad radical<br />
de la mirada corporeizada. Semejante relación activa y<br />
ejemplifica el desvanecimiento de las estructuras binarias<br />
–tanto en un sentido discursivo (con el modelo de<br />
fetichismo de Freud como ejemplo de un discurso que<br />
ha tenido un extraordinario valor explicativo durante<br />
ochenta y pico años, terminando en manos de pensadoras<br />
críticas feministas como Mulvey) y en un sentido<br />
experiencial, como ha sido teorizado por Berlant y<br />
Braidotti (entendiendo a su vez lo experiencial como<br />
algo ya siempre discursivo y estructural).<br />
El hecho de que Barbara Smith, motivada por su<br />
recién surgido sentido de libertad sexual al tiempo<br />
que los años sesenta maduraban en la era del amor libre,<br />
imaginara originalmente pasar dos veces la fotocopia<br />
por la máquina, una primera vez con imágenes<br />
de su coño, la segunda vez con el pene de su marido<br />
colocado sobre el cristal para enlazar los dos cuerpos<br />
en uno, puede (junto con el pensamiento‐como‐vagina<br />
de Duchamp) proporcionar un final adecuado. El<br />
hecho de que su marido se negara a participar en esta<br />
segunda impresión de la fotocopia –que por tanto pudo<br />
ser el comienzo del fin de su más bien convencional<br />
(estilo binario de los años 50) matrimonio de clase<br />
media heterosexual 25 – quizás provoca, simbólicamente,<br />
que las imágenes singulares de su coño fantasmático,<br />
de huellas negras y blancas impresas en papel,<br />
sean incluso más radicalmente relacionales. Estos coños<br />
fotocopiados implican la posibilidad de otros cuerpos<br />
enlazándose con ellos, sin interpretar esos cuerpos explícitamente<br />
como yo/otro, en oposición binaria.<br />
Entre otras prácticas que evocan el coño como el<br />
hueco en el centro de la representación (y por tanto en<br />
el “núcleo” del sujeto mismo, masculino o femenino),<br />
el proyecto de Smith intuitivamente, al parecer, abrió<br />
la imagen a una relacionalidad que nos interpela a comienzos<br />
del siglo XXI. A mediados de los sesenta,<br />
Smith abrió su cuerpo (como imagen) a las complejas<br />
vicisitudes de una variedad de identificaciones y, en<br />
definitiva, esto es lo que, como sugieren los argumentos<br />
de Braidotti y Berlant, puede aspirar a hacer con<br />
más potencia el feminismo en una nueva economía<br />
global en la que la “precariedad” se ha establecido en<br />
el género y la sexualidad, al igual que en otros modos<br />
de identificación y lugares de acción. El trabajo de<br />
Smith es un ejemplo que representa el potencial de<br />
una radicalidad relacional que articula un modo específico<br />
de encarnación en forma visual, pero que no por<br />
eso deja de estar abierto a una variedad de posibles<br />
implicaciones identificatorias y de opciones para establecer<br />
sentidos en formas contingentes y provisionales<br />
que, no obstante, retienen fuerza política.<br />
Aunque qué es lo que significan el feminismo y el<br />
arte feminista en este cuadro ampliado sólo puede<br />
quedarse como una cuestión provisional y contingente<br />
en sí misma, quizás la imagen del “coño” pueda ser<br />
su motivo.<br />
24 Irrigaray escribe sobre “dos labios que se tocan” en la experiencia como mujeres de nuestros cuerpos en This Sex Which is Not One<br />
(1985), tr. C. Porter y C. Burke, Ithaca: Cornell University Press, 1992, págs. 24‐29.<br />
25 En nuestra entrevista, Smith comentó: “Pensé que podíamos, Allen, mi marido y yo, hacer estas imágenes verdaderamente sexys.<br />
No podríamos hacerlas simultáneamente, pero yo podría poner mi cuerpo primero y luego colocar el papel una segunda vez y entonces<br />
él podría poner su polla y podríamos hacer esto a nuestro aire, así es que se lo propuse, pero no quiso hacerlo”, entrevista de<br />
Jones con Barbara Smith, 6 de noviembre de 2009, ms pág. 6.
SUITE RIVOLTA<br />
por Cabello / Carceller<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 55 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 56 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
DIRECTORIO<br />
ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
Ameco Press. Información para la igualdad<br />
http://www.amecopress.net/spip.phparticle7127<br />
Ana Navarrete<br />
http://www.n340.org/<br />
Arte contra violencia de género<br />
http://acv.webs.upv.es/<br />
Asociación de mujeres cineastas y de medios<br />
audiovisuales<br />
http://www.cimamujerescineastas.es/<br />
Aura digital<br />
Ver en documentos de lectura, entre otros:<br />
1.- Teoria i pràctica de la creació digital i del ciberfeminisme.<br />
http://cv.uoc.edu/~04_999_01_u07/doclectura.html<br />
2.- Carmen Navarrete, María Ruido y Fefa Vila:<br />
Transtornos para devenir: entre artes políticas y<br />
feministas queer en el Estado Español.<br />
http://cv.uoc.edu/~04_999_01_u07/culturaqueer.ht<br />
ml<br />
Barbara Kruger<br />
http://www.barbarakruger.com/<br />
Cárcel de amor<br />
http://www.2-red.net/carceldeamor/#<br />
Carolee Schneemann<br />
http://www.caroleeschneemann.com/<br />
Ciberfem<br />
http://www.cyberfem.net/<br />
Cindy Sherman<br />
http://www.cindysherman.com/<br />
Cine de mujeres<br />
http://cinemujeres.blogspot.com/<br />
Devenir perra<br />
http://devenirperra.blogspot.com/<br />
Elizabeth A. Sackler Center for Feminist Art:<br />
Feminist Art Base<br />
http://www.brooklynmuseum.org/eascfa/feminist_art_base/artist_list.php<br />
Estudios on line sobre arte y mujer<br />
http://www.estudiosonline.net/<br />
Feministas nómadas<br />
http://feministasnomadas.blogspot.com/<br />
Fundación Isonomía<br />
http://isonomia.uji.es/mujeres/<br />
Instituto de la mujer de Andalucía<br />
http://www.juntadeandalucia.es/institutodelamujer/index.php/libros-y-otros-recursos/catalogosde-arte<br />
María Ruido<br />
http://www.workandwords.net/es<br />
Marta Rosler<br />
http://www.martharosler.net/<br />
Mary Beth Edelson<br />
http://www.marybethedelson.com<br />
Mary Kelly<br />
http://www.marykellyartist.com/<br />
MAV Mujeres en las Artes Visuales<br />
http://www.mav.org.es/<br />
Metrópolis (algunos programas)<br />
http://www.rtve.es/television/metropolis/programasanteriores2010/<br />
Montehermoso<br />
http://www.montehermoso.net/<br />
Mujeres creando.<br />
http://www.mujerescreando.org/<br />
Mujeres en Red<br />
http://www.nodo50.org/mujeresred/arte.htm<br />
Mujeres Net<br />
http://www.mujeresnet.info/2008/08/el-arte-feminista.html<br />
Museo de mujeres, México<br />
http://www.museodemujeres.com/<br />
n.paradoxa<br />
http://www.ktpress.co.uk/<br />
http://nparadoxa.wordpress.com<br />
Precarias a la deriva (en Ágora.tv):<br />
http://www.revolutionvideo.org/agoratv/secciones/luchas_obreras/precarias_a_la_deriva.html<br />
Rocío de la Villa<br />
http://rociodelavilla.blogspot.com/<br />
Tecnologías de la sociedad de la información<br />
aplicadas a los estudios de género.<br />
http://tegpa.net/<br />
Virginia Villaplana<br />
http://www.virginiavillaplana.com/<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 57 ARTE(S) - FEMINISMO(S)
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 58 ARTE(S) - FEMINISMO(S)<br />
CRÉDITOS...<br />
... LAS IMÁGENES UTILIZADAS<br />
imágenes que acompañan<br />
al texto de Martha Rosler:<br />
1.- Jackson Pollock en la revista Life.<br />
2.- Andy Warhol / Billy Name. Pieza impresa por<br />
Andy Warhol.<br />
3.- Roy Lichtenstein, I Know How You Must Feel,<br />
Brad!, 1963.<br />
4.- Faith Wilding, Waiting. Performance en forma<br />
de monólogo en la Womanhouse, Los Ángeles,<br />
1972.<br />
5.- Rosalyn Drexler, The Dream, 1963.<br />
6.- Judy Chicago, The Dinner Party, 1974-1979.<br />
7.- Miriam Schapiro, Costume for Mother Earth,<br />
1995.<br />
8.- Imagen de Semiotics of the Kitchen (1975), de<br />
Martha Rosler.<br />
Imágenes que acompañan<br />
al texto de Laura Mulvey:<br />
1.- Imagen de Mädchen in Uniform dirigida por<br />
Leontine Sagan en 1931.<br />
2.- Carátula de Dance, Girl, Dance dirigida por<br />
Dorothy Arzner en 1940.<br />
3.- Maya Deren.<br />
4.- Imagen de Black Panthers dirigida por Agnes<br />
Varda en 1968.<br />
5.- Imagen de Reel Time dirigida por Annabel<br />
Nicolson en 1973.<br />
6.- Imagen de Lives of Performers dirigida por<br />
Yvonne Rainer en 1972.<br />
7.- Imagen de Riddles of the Sphinx dirigida por<br />
Laura Mulvey y Peter Wollen en 1977.<br />
8.- Imágenes de Jeanne Dielman dirigida por<br />
Chantal Akerman en 1975.<br />
Imágenes que acompañan<br />
al texto de María Ruido:<br />
1.- Marguerite Duras durante un rodaje.<br />
2.- Carátula de la película Natalie Granger dirigida<br />
por Marguerite Duras en 1972.<br />
3.- Carátula de la película Thelma y Louise dirigida<br />
por Ridley Scout en 1991.<br />
4.- Carátula de Baise moi dirigida por Virginie<br />
Despentes y Coralie Trinh Thi.<br />
5.- Portada del libro Cárcel de amor editado a partir<br />
de una exposición homónima en el<br />
MNCARS.<br />
6.- Imágenes de La pianista película dirigida por<br />
Michael Haneke en 2001.<br />
7.- Carátula de Señorita extraviada película dirigida<br />
por Lourdes Portillo en 2001.<br />
8.- Imagen de Te doy mis ojos película dirigida por<br />
Icíar Bollaín en 2003.<br />
9.- Imagen de Señorita extraviada.<br />
Imágenes que acompañan<br />
al texto de Amelia Jones:<br />
1.- Magdalena Abakanowicz, Stadium Faktur,<br />
1964.<br />
2.- Valie Export, Genital Panic, 1969.<br />
3.- Sarah Lucas, Bunny Gets Snookered, 1997.<br />
4.- Judy Chicago, Domes, 1968.
LA (BIO)COLONIALIDAD DEL PODER<br />
Cartografías epistémicas en torno a la abundancia y la escasez<br />
por Juan Camilo Cajigas-Rotundo<br />
En un artículo reciente, Arturo Escobar hace un ba -<br />
lan ce del proyecto modernidad/colonialidad, destacando<br />
sus líneas de argumentación generales basadas<br />
en una crítica a la modernidad que evidencia su<br />
inherente carácter colonial (Escobar, 2003: 77). Esco -<br />
bar propone ampliar los horizontes de este proyecto<br />
a partir de la inclusión de tres terrenos fértiles de discusión:<br />
la perspectiva de género, las economías alternativas<br />
y la perspectiva de la ecología política. El programa<br />
de investigación modernidad/colonialidad<br />
necesitaría entonces una nueva arena de discusión: el<br />
patrón de poder colonial sobre la naturaleza. Avan -<br />
zan do en esta dirección, quiero mostrar que los discursos<br />
moderno/coloniales no solamente producen<br />
subjetividades y territorialidades, sino también “naturalezas”.<br />
Propongo entonces una lectura de la naturaleza<br />
que, por un lado, evidencia los dispositivos<br />
poscoloniales presentes en las actuales luchas por la<br />
definición de la biodiversidad, y que por el otro, escapa<br />
a las posturas que reifican y esencializan a las<br />
poblaciones locales implicadas en este conflicto. Por<br />
ello considero importante ampliar la noción propuesta<br />
por Aníbal Quijano de “colonialidad del poder”,<br />
basada sólo en la producción de subjetividades coloniales<br />
articuladas a jerarquías raciales y epistémicas.<br />
Utilizaré la noción de (bio)colonialidad del poder para<br />
referirme a la actual producción de la naturaleza<br />
en el marco del capitalismo posfordista.<br />
En este trabajo abordaré el problema de la biodiversidad<br />
en el contexto de la globalización hegemónica,<br />
entendida como la fase actual de una colonialidad<br />
de “larga duración”. Para esto delinearé una cartografía<br />
cognitiva utilizando como eje dos relatos que<br />
sintetizan las posiciones occidentales y las amazónicas<br />
(organizaciones indígenas/bosquesinas 1 ) en torno<br />
a la biodiversidad como campo de conflicto. Con<br />
respecto a la primera, me referiré al relato de la “escasez”<br />
y, en relación a la segunda, el relato de la<br />
“abundancia”. Ambos relatos surgen de epistemologías<br />
diferentes que establecen entre sí relaciones de<br />
subordinación y resistencia, y articulan políticas de<br />
biodiversidad.<br />
1. La visión glotona y el relato de la escasez<br />
La modernidad trae consigo una particular construcción<br />
de naturaleza determinada por el auge y consolidación<br />
del capitalismo como una forma específica<br />
de las relaciones sociedad-naturaleza. Esta construcción<br />
tiene sus comienzos en la formación del sistemamundo<br />
en el siglo XVI, cuando Europa se constituye<br />
en “centro” de una red planetaria de saber/poder. En<br />
ésta, y a partir de la ilustración, la naturaleza se encuentra<br />
escrita en un lenguaje matemático que es vá-<br />
1 En la zona del sur del trapecio amazónico, donde se basa el presente estudio, cada vez más se presentan asentamientos constituidos<br />
por varias etnias: ticunas, cocamas, yaguas, ocainas, yukunas, makuna, uitoto, además de colonos. Lo que esta produciendo un tipo<br />
particular de relaciones interétnicas e interraciales categorizadas con la noción de “sociedades bosquesinas” que privilegia el modo<br />
de subsistencia (vivir de la selva y el río) sobre el origen étnico (Echeverri, Gasché, 2004). Las sociedades bosquesinas se caracterizan<br />
por la existencia de grupos de solidaridad (“mingas”, fiestas, ceremonias), una cultura local (donde coexisten formas tradicionales<br />
y objetos del mercado), un lenguaje (español loretano en Perú, amazónico en Colombia), una economía de carácter pluriactivo y<br />
anárquico (se alternan actividades de subsistencia, relacionadas con el mercado laboral y el consumo mercantil) lo que constituye, a<br />
nuestro parecer, una articulación disidente a la economías regionales, nacionales y transnacionales.<br />
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ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 60 MISCELÁNEA<br />
lido para todo lugar y tiempo, es universal y necesario,<br />
perdiendo así cualquier atributo y valor que pueda<br />
tener en sí misma más allá de los intereses humanos;<br />
ya no hay telos -fin último- en la naturaleza, sino<br />
solamente en la acción humana. Newton consolida el<br />
paradigma de la física como estudio de las leyes universales<br />
que rigen los fenómenos mediante el determinismo<br />
(causalidad simple) y la reversibilidad (retroceso<br />
del movimiento). El humano, en esta dimensión,<br />
es sujeto de un conocimiento objetivo, se encuentra<br />
despojado de cualquier carga afectiva y tiene<br />
total control sobre su racionalidad. La realidad es reducida<br />
a lo uniforme, descolorido y simple, es objeto,<br />
algo que se contrapone al sujeto, y que puede ser observado<br />
de manera neutral por éste; lo real es una<br />
máquina, es un reloj puesto en funcionamiento por<br />
un relojero trascendental. De otro lado, siguiendo a<br />
Bacon, el conocimiento es poder, sirve para algo, tiene<br />
un fin específico. De ahí que exista una estrecha ligazón<br />
entre la ciencia y la técnica, y de manera directa,<br />
entre la ciencia y el mercado capitalista.<br />
Esta particular construcción de naturaleza justificada<br />
por la filosofía moderna desde Descartes hasta<br />
Kant, lleva inscrita una antropología de la mirada, es<br />
decir, un particular desarrollo de los sistemas de ubicación<br />
visual en el espacio que posibilitaron el predominio<br />
sociocultural del órgano de la visión y determinaron<br />
la articulación del conocimiento. El materialismo<br />
y el realismo proveyeron con su “panoptismo”<br />
otro matiz a la importancia de la visión en la mística<br />
cristiana. Esta mirada, como bien lo muestra Fou -<br />
cault, fue secularizada y pragmatizada para los fines<br />
de expansión capitalista y se ve reflejada en el desarrollo<br />
de la cartografía como mecanismo de control<br />
colonial sobre las tierras de ultramar. La matematización<br />
de la perspectiva permitió así el control sobre los<br />
espacios geográficos coloniales y sus gentes. Lo cual<br />
supone la ubicación intensificada de un punto de observación<br />
atemporal, universalizable. Según Castro-<br />
Gómez, esta hybris del punto cero posibilita el establecimiento<br />
de criterios jerárquicos sobre los sistemas de<br />
conocimiento endógenos de los grupos dominados:<br />
“Me refiero a una forma de conocimiento humano<br />
que eleva pretensiones de objetividad y cientificidad<br />
partiendo del presupuesto de que el observador<br />
no forma parte de lo observado. Esta pretensión puede<br />
ser comparada con el pecado de la hybris, del cual<br />
hablaban los griegos, cuando los hombres querían,<br />
con arrogancia, elevarse al estatuto de dioses.<br />
Ubicarse en el punto cero equivale a tener el poder de<br />
un Deus absconditus que puede ver sin ser visto, es decir<br />
que puede observar el mundo sin tener que dar<br />
cuenta a nadie, ni siquiera a sí mismo, de la legitimidad<br />
de tal observación. Equivale, por tanto, a instituir<br />
una visión del mundo reconocida como válida,<br />
universal, legítima y avalada por el Estado. Por ello,<br />
el punto cero es el del comienzo epistemológico absoluto,<br />
pero también el del control económico y social<br />
sobre el mundo. Obedece a la necesidad que tenía<br />
primero el Estado español (y luego todas las demás<br />
potencias hegemónicas del sistema mundo) de<br />
erradicar cualquier otro sistema de creencias que no<br />
favoreciera la visión capitalista del homo oeconomicus.<br />
Ya no podían coexistir diferentes formas de “ver el<br />
mundo”, sino que había que taxonomizarlas conforme<br />
a una jerarquización del tiempo y el espacio.<br />
Todas las demás formas de conocer son declaradas<br />
como pertenecientes al “pasado” de la ciencia moderna;<br />
como “doxa” que engaña los sentidos; como<br />
“superstición” que obstaculiza el tránsito hacia la<br />
“mayoría de edad” (Castro-Gómez, 2005b: 63).<br />
Pero ahora, con el advenimiento del capitalismo<br />
global, esta estrategia panóptica de la mirada moderno/colonial<br />
se ha venido transformando en los discursos<br />
posmodernos del desarrollo sostenible que toman<br />
como un hecho natural la “escasez”. A la “hy -<br />
bris del punto cero”, propia de la sociedad capitalista/industrial,<br />
se le añade ahora la “gula de la visión”<br />
como forma de observación poscolonial.<br />
La acumulación de capital posibilitada por el saqueo<br />
y explotación de las colonias generó y continúa<br />
generando en los centros del sistema-mundo una sociedad<br />
del confort basada en el consumo de bienes suntuarios.<br />
Este “confort” supone la producción de cuerpos<br />
articulados a partir de un irrefrenable estado de<br />
sobre-excitación que se encuentra en la base de la reproducción<br />
del capital a partir del circuito de producción<br />
y consumo (Virilio, 1996). Ahora bien, el<br />
confort y la sobreexcitación producen la gula de la mirada,<br />
es decir, la búsqueda insaciable de nuevas fuentes<br />
de consumo. La gula de la mirada se hace evidente<br />
en los discursos del desarrollo sostenible y en general,<br />
en el proceso de ambientalización y “conservación”<br />
de la naturaleza (Escobar, 1996). El “desarrollo<br />
sostenible” surge en el contexto de incertidumbre<br />
que a partir de los 70’s produce, por una parte, el incumplimiento<br />
de las promesas del desarrollo en los
países periféricos, y por otra, las contradicciones propias<br />
de la economía capitalista en relación al medio<br />
biofísico, la justicia social y la realización personal.<br />
Así las cosas, comienza a construirse ya no una “naturaleza”,<br />
sino el “ambiente” en relación directa con<br />
las exigencias de la sociedad posindustrial.<br />
A partir de los 70’s se presenta un giro en la idea<br />
de desarrollo que busca conciliar la dinámica de crecimiento<br />
del capital con los límites de los sistemas<br />
biofísicos, emergiendo así la idea del “desarrollo sostenible”.<br />
Acuerdos internacionales (leáse imperiales)<br />
como el de Estocolmo 72 y La Comisión Bruntland,<br />
entre otros, establecen regulaciones globales para el<br />
control y manejo adecuado de la naturaleza que se<br />
concretan en una gestión y planificación ambiental.<br />
Sin embargo, aquí el “ambiente” es construido a partir<br />
de una representación propia de los contextos sociales<br />
de la opulencia y de su particular visión glotona.<br />
Esta gula de la mirada genera por tanto la representación<br />
de la “escasez”, es decir, el discurso según el<br />
cual, el progreso material se define como una superación<br />
de aquellas cosas que nos “faltan” para alcanzar<br />
un determinado “nivel de vida”. Desde este punto de<br />
vista, la naturaleza es mirada como fuente inagotable<br />
de recursos para saciar la glotonería y garantizar el<br />
aumento constante de los niveles de consumo.<br />
A finales de los 80’s, la comisión Brundtland propone<br />
la estrategia del desarrollo sostenible enunciada<br />
como la conservación de los recursos naturales para<br />
el bienestar de las generaciones futuras. Sin embargo,<br />
el documento de la comisión deja un amplio margen<br />
de ambigüedad sobre el tipo de “bienestar” que se<br />
persigue, y sobre quiénes son y en donde vivirán esas<br />
“generaciones futuras”. La situación del mundo en<br />
aquella época ya empezaba a marcar el progresivo<br />
aumento de situaciones de riesgo latente para las sociedades<br />
opulentas del norte: inmigraciones, contaminación<br />
ambiental, pérdida del estado proteccionista<br />
y de bienestar, entre otras. Estos fenómenos son<br />
consecuencia de las acciones colonialistas que el mismo<br />
desarrollo expansivo del capitalismo implicó: la<br />
cara oscura de la modernidad. Por eso se habla hoy del<br />
“efecto boomerang” (Beck, 2002) que anuncia la pérdida<br />
de la era de la seguridad, la confianza y la certeza<br />
del desarrollismo, tan característica de los discursos<br />
de la posguerra. De esta seguridad se pasa en los<br />
70’s al abismo de la incertidumbre, en sintonía con la<br />
denominada “condición posmoderna” (Lyotard,<br />
2004). El crecimiento económico enfrenta ahora una<br />
crisis de naturaleza, dada la degradación de varios<br />
sistemas biofísicos en el mundo por la sobreexplotación<br />
productiva y una crisis de justicia, dadas las asimetrías<br />
de poder e inequidades que implica la cara<br />
colonial (endógena y exógena) de las relaciones mundiales<br />
capitalistas.<br />
Frente a la situación de los límites del desarrollo<br />
emerge, entonces, la “perspectiva fortaleza” del norte<br />
(Sachs, 1999: 25), que garantiza la seguridad del<br />
modo de vida de los países ricos frente a la incompetencia,<br />
la ignorancia, la sobrepoblación y la insostenibilidad<br />
que caracterizan a los países del sur. Se buscaba<br />
con ello mantener la era de la seguridad y la<br />
opulencia a través de la reconfiguración del lugar de<br />
la naturaleza en la maquinaria del capital. Contrario<br />
a lo que perseguían y persiguen los movimientos sociales<br />
ambientalistas centrados en la reformulación<br />
radical del capitalismo con tal de conservar la naturaleza,<br />
ésta perspectiva, agenciada por las elites corporativas<br />
del primer mundo, reformula la naturaleza<br />
con tal de conservar el capitalismo. La naturaleza,<br />
aho ra ambientalizada, queda resignificada, reaxiomatizada<br />
y recapturada por la lógica del capital global 2 .<br />
A partir del desarrollo de “tecnología verde” sería<br />
posible mantener niveles altos de productividad y<br />
crecimiento económico, aunque con menos contaminación<br />
y consumo de recursos naturales. En esta<br />
perspectiva jamás se ponen en duda los fundamentos<br />
de la productividad y el economicismo, que constituyen<br />
el a priori de la sustentabilidad. La naturaleza es<br />
“capital natural”, al igual que el trabajo es “capital<br />
humano”.<br />
De otro lado, la mirada glotona que genera “escasez”<br />
dados sus niveles de consumo, “ve” un agota-<br />
2 En este sentido, aparecen estrategias como la “ecoeficiencia” que perpetúan el reduccionismo propio de la visión economicista hegemónica<br />
según la cual, “todo se soluciona con tecnología”, ya que mediante el auge de las ciencias y técnicas ingenieriles ambientales<br />
sería posible “producir más con menos”.<br />
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miento de las fuentes biofísicas en el sur, agravada<br />
por el problema de la “sobrepoblación”. Las imágenes<br />
satelitales registran progresivamente cómo las<br />
poblaciones pobres del sur destruyen los bosques<br />
tropicales por el uso de técnicas de agricultura tradicional,<br />
particularmente la “tumba y quema”. Desde<br />
esta mirada colonial, la falta de crecimiento económico,<br />
de educación tecnológica y la ausencia de planificación<br />
social son los factores que llevan a la degradación<br />
ambiental del sur. Por eso, sólo la transferencia<br />
de ciencia y tecnología y, en general, de los dispositivos<br />
del desarrollo, solucionarán realmente esta problemática.<br />
El norte es representado entonces como el<br />
lugar de la razón, la estabilidad, la limpieza, la opulencia<br />
y la excelencia, en contraste con un triste sur,<br />
lugar del atraso, la insalubridad, la violencia, las tecnologías<br />
obsoletas y el capital insuficiente. Frente a<br />
este sur cada vez más peligroso y acechador de las<br />
fronteras de la prosperidad material y cultural, propias<br />
de la verdadera civilización, se hace necesario<br />
controlar la inmigración y plantear una política de la<br />
distribución de los riesgos ambientales. Mantener a<br />
las poblaciones del sur encerradas en sus propias<br />
fronteras y convertir sus territorios en un botadero<br />
de la contaminación industrial producida por el norte,<br />
al mismo tiempo que los recursos naturales y los<br />
“conocimientos tradicionales” allí presentes se elevan<br />
a la categoría de “patrimonio inmaterial de la humanidad”,<br />
se convierte en un imperativo biopolítico<br />
del imperio (Hardt & Negri, 2004). En los discursos<br />
hegemónicos del desarrollo sostenible, la degradación<br />
ambiental es causada por la pobreza de las poblaciones<br />
del sur, pero nunca cuestionan realmente<br />
los altos niveles de consumo del norte: el glotón sólo ve<br />
su hambre, es esclavo de su ansiedad; ha perdido la noción<br />
de sus propios límites (la hybris).<br />
2. Ecocapitalismo y sociedad de control<br />
En este punto ubicamos la biotecnología como aquella<br />
subdisciplina que produce la recombinación de<br />
información genética. En este sentido puede decirse<br />
que la biotecnología también pertenece al campo de<br />
las nuevas tecnologías de la información y forma<br />
parte de aquello que Hardt & Negri han denominado<br />
la lógica del capitalismo posfordista. Desde los<br />
años 50’s campos como la biotecnología y la ingeniería<br />
genética inauguran una era postnatural (Escobar,<br />
2002), generando hipercuerpos e hipernaturalezas 3<br />
que median en la lógica misma de lo orgánico –de lo<br />
vivo-, produciendo artificios que terminan estrechamente<br />
ligados a la lógica del capital global. Estos desarrollos<br />
científicos plantean la posibilidad de construir<br />
entidades híbridas producto de la recombinación<br />
de su constitución genética. Grandes proyectos<br />
como el del genoma humano, la clonación reproductiva<br />
de animales y de tejidos, operan a partir de la posibilidad<br />
de manipular las secuencias genéticas.<br />
Según estas tecnologías, es posible hacer cortes transversales<br />
en las secuencias de información del ADN<br />
para luego, mediante un proceso de cut and paste intracelular,<br />
incrustar en redes celulares madre códigos<br />
genéticos halógenos (Capra, 2003).<br />
La naturaleza histórica que construye la modernidad,<br />
al ser matematizada y desencantada, perdió<br />
cualquier fuente de valor intrínseco: ya no era physis,<br />
flujo de vida que anima los seres (mundo greco-romano),<br />
pero tampoco era ens creatum, creación divina<br />
que refleja los atributos de Dios (mundo cristianofeudal).<br />
Al ser objetivizada en el mundo burguésmercantil,<br />
la naturaleza es convertida en una instancia<br />
externa susceptible de ser instrumentalizada, manipulada<br />
según imperativos técnicos y degradada,<br />
en últimas, a la categoría de “recurso”. Además de<br />
ser objeto de intervención científico-técnica, la naturaleza<br />
moderna queda inscrita en el proceso de constitución<br />
y consolidación de los Estados nacionales<br />
que, tanto en Europa como en las periferias, orientaban<br />
la producción industrial guiados por una economía<br />
de tipo fordista. (Coronil, 1997).<br />
A partir de lo 60’s, esta naturaleza moderna comienza<br />
a ser transformada con otros discursos que la<br />
ambientalizan, de acuerdo a los imperativos del ecocapitalismo<br />
como nuevo axioma del aparato de captura<br />
capitalista/colonial. En su primera fase (años 60s<br />
y 70s) se hacen evidentes las contradicciones inherentes<br />
del ecocapitalismo, es decir, el crecimiento<br />
económico desbocado y el circuito de producción supone<br />
el agotamiento de estas mismas condiciones<br />
materiales de productividad: la fuerza de trabajo y la<br />
naturaleza. Entre más se esfuerza por aumentar sus<br />
niveles de productividad y eficiencia, rediseñando el<br />
3 Las biotecnologías plantean la constitución de hipercuerpos, en el sentido de que es posible modelar sus características y potencialidades;<br />
hablamos del fin de la naturaleza orgánica del cuerpo animal humano, ya que lo orgánico pareciera ser trascendido por lo artificial.<br />
Igualmente, hablamos de hipernaturalezas, ya que la biotecnología también presenta aplicaciones en el campo de la industria<br />
agrícola. La pretensión en este caso es la de construir alimentos modificados genéticamente que respondan a ciertos vectores de producción<br />
biopolítica: alimentos más resistentes a las plagas, que tengan un tiempo mayor de durabilidad, y que provean de más elementos<br />
a los “hombres sobreexcitados”. Las grandes industrias de la alimentación como Monsanto pretenden el control sobre toda<br />
la cadena de producción alimenticia, desde las semillas, que son transgénicas, hasta la circulación en los centros de abastecimiento<br />
urbanos, impidiendo la independencia y autonomía de las poblaciones rurales.
espacio urbano, transformando los mecanismos de<br />
contratación laboral y las tecnologías agroindustriales,<br />
el capital destruye cada vez más y agota sus propias<br />
condiciones de posibilidad (O’ Connor, 2004).<br />
Pero con la emergencia en los años ochenta de la<br />
sociedad del conocimiento y de la economía de tipo<br />
posfordista basada en la producción inmaterial, el<br />
ecocapitalismo entra en una fase posmoderna<br />
(Escobar, 2002; O’Connor, 1994). En efecto, con el auge<br />
de la biotecnología y la ingeniería genética asociadas<br />
a las llamadas industrias de la vida, la naturaleza<br />
deja de ser un “recurso natural” en la medida en que<br />
ya no es una instancia externa, sino que comienza a<br />
estar situada en un “plano de inmanencia” articulado<br />
a partir de la lógica misma de reproducción del<br />
capital. El nuevo giro consiste en que el capital axiomatiza<br />
(Deleuze/Guatari, 2000) la constitución interna<br />
de lo vivo a través del modelamiento y el diseño<br />
genético. Si a la forma moderna del capital le corresponde<br />
una colonización molar de la naturaleza, a la<br />
forma posmoderna le corresponde una colonización<br />
molecular que constituye hipernaturalezas o tecnonaturalezas.<br />
Es necesario resaltar que el ecocapitalismo se desenvuelve<br />
en el ámbito de los regímenes biopolíticos<br />
posmodernos propios de la sociedad de control, que<br />
aspira a intensificar la manipulación de las diferentes<br />
dimensiones de la vida, tanto humana como no humana.<br />
La naturaleza moderno-capitalista estaba vinculada<br />
con la “sociedad disciplinaria” y sus particulares<br />
aparatos biopolíticos, que de manera trascendente<br />
homogeneizaba los cuerpos humanos y su<br />
cuerpo inorgánico –la naturaleza-. En la sociedad de<br />
control, en cambio, el poder actúa de manera inmanente<br />
y reticular redimensionando la axiomática del<br />
capital y su particular producción de subjetividad y<br />
naturaleza. El poder se expande, se minimaliza, “alisando”<br />
el estriaje que caracterizaba a la sociedad disciplinaria<br />
(Hardt & Negri, 2002). En este plano, la naturaleza<br />
es reaxiomatizada a través de una maquinaria<br />
ya no industrial sino posindustrial y cibernética,<br />
productora de tecnologías biopolíticas (observación<br />
satelital, ciberespacio, biotecnología) que actúan de<br />
manera rizomática, molecular. De ahí la emergencia<br />
de naturalezas híbridas donde lo artificial y lo orgánico<br />
se confunden. Sintetizando, a partir de los años<br />
80s el ecocapitalismo entra en una fase posmoderna<br />
que en el contexto de la sociedad de control, transforma<br />
y construye la naturaleza a través de tecnologías<br />
biopolíticas de carácter rizomático.<br />
Ahora bien, estas características del ecocapitalismo<br />
se manifiestan de manera particular en el contexto<br />
del sistema mundo posmoderno/poscolonial<br />
(Mignolo, 2002) a través de los proyectos globales de<br />
conservación de la biodiversidad y uso del conocimiento<br />
tradicional. Esto nos lleva a reflexionar sobre<br />
el modo en que las políticas del conocimiento y de la<br />
biodiversidad conllevan nuevas formas de colonialismo.<br />
En este sentido nos referiremos a la biocolonialidad<br />
del poder.<br />
3. La (bio)colonialidad del poder: ecologías políticas<br />
del conocimiento y biodiversidad cultural<br />
El ecocapitalismo es una manifestación de la emergencia<br />
de un nuevo sistema de relaciones económicas,<br />
culturales, jurídicas, políticas y sociales, que algunos<br />
autores denominan el Imperio o la sociedad-red<br />
(Hardt & Negri, 2002, Castells, 2000). La cibercultura,<br />
la producción de subjetividades centradas en el consumo,<br />
el paso de una economía fordista basada en<br />
producción de objetos a una economía posfordista<br />
centrada en la producción inmaterial (conocimiento e<br />
información), el auge de las nuevas tecnologías, son<br />
algunas características de este tipo de sociedad que<br />
ha sido identificada con la globalización hegemónica,<br />
es decir, con la expansión final y abismal de la lógica<br />
del capitalismo en el espacio-tiempo mundial.<br />
De otro lado, los estudios denominados poscoloniales,<br />
subalternos y posoccidentales, realizados desde<br />
Asia, África y Latinoamérica - entendidos no sólo<br />
como espacios geográficos sino como lugares que activan<br />
el pensamiento crítico-emancipador- han venido<br />
articulando una perspectiva que hace evidente la<br />
cara colonial de la expansión capitalista y de su proyecto<br />
cultural. Particularmente, desde Latinoamérica<br />
se realiza una crítica a la modernidad comprendiéndola<br />
como un proceso histórico de carácter colonial y<br />
de “larga duración” que adquiere forma a partir del<br />
“descubrimiento de América”. La modernidad y la<br />
colonialidad son vistas como dos caras de una misma<br />
moneda, es decir como parte integral de un sistema<br />
caracterizado por la “heterogeneidad estructural”,<br />
que posibilita una distribución asimétrica del poder<br />
y se concreta en el saqueo y sobreexplotación de las<br />
colonias. Como lo ha mostrado Quijano, la modernidad<br />
lleva consigo una serie de patrones coloniales de<br />
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producción de subjetividad articulados a partir de la<br />
idea de raza (pureza de sangre), que posibilitaban la<br />
subordinación étnica y epistémica de las poblaciones<br />
subyugadas. En efecto, la “colonialidad del poder”<br />
operaba en el contexto del sistema-mundo moderno/colonial<br />
a través de la colonización del imaginario<br />
de las formaciones epistémicas negras y amerindias<br />
basadas en los sistemas ancestrales y holistas de conocimiento.<br />
Ahora bien, al hablar de la emergencia del Im pe -<br />
rio o la consolidación de una sociedad-red que le da<br />
forma, la pregunta por la colonialidad del poder adquiere<br />
una nueva dimensión que podría denominarse<br />
bio-colonial. Después de hacer un seguimiento a la<br />
formación del ecocapitalismo que potencia la visión<br />
glotona y voraz a través de los discursos del desarrollo<br />
sostenible, abordaremos ahora la cuestión de la<br />
naturaleza, y en particular el proyecto de la “biodiversidad”<br />
para comprender las nuevas articulaciones<br />
de la “diferencia colonial” en el sistema mundo posmoderno/poscolonial<br />
(Mignolo, 2002; Castro-Gó mez,<br />
2005b). Para el caso que nos compete, la biodiversidad,<br />
es necesario identificar los actores sociales que<br />
desde sus intereses particulares constituyen mecanismos<br />
para producirla y controlarla. Estos actores sociales<br />
se encuentran ubicados en puntos estratégicos<br />
del sistema mundo posmoderno/poscolonial y a partir<br />
de ahí generan múltiples construcciones discursivas<br />
de la “biodiversidad”. Hablaremos entonces de<br />
una biodiversidad hegemónica, construida por los<br />
actores dominantes del Imperio, y de una biodiversidad<br />
contrahegemónica, construida por actores como<br />
las organizaciones amazónicas, a las cuales me referiré<br />
más adelante.<br />
En este sentido, la producción hegemónica de la<br />
biodiversidad, actualizada por las elites corporativas<br />
y las empresas transnacionales dominantes, se concretiza<br />
mediante los regímenes jurídicos globales del<br />
Imperio. Acuerdos internacionales como los De re -<br />
chos de Propiedad Intelectual Relacionados con el<br />
Co mer cio y el Convenio Internacional de la Diver -<br />
sidad Biológica, entre otros, hacen especial énfasis en<br />
la noción de “escasez”, de “pérdida” de los recursos<br />
naturales o “disminución” de la biodiversidad, y<br />
proponen soluciones de tipo tecnocientífico potenciadas<br />
por el auge de las ciencias de la vida. A partir<br />
de este discurso, las poblaciones y ecosistemas propias<br />
de los “países en desarrollo” del sur comienzan<br />
a cobrar un nuevo significado. De ser vistas como<br />
“obstáculos para el desarrollo”, dadas sus peculiaridades<br />
biológicas y culturales, ahora pasan a ser vistas<br />
como “guardianes de la biodiversidad” debido al<br />
potencial de sus conocimientos ancestrales (Castro-<br />
Gómez, 2005b; Ulloa, 2004). Es en este sentido que<br />
hablamos de la biocolonialidad del poder.<br />
La (bio)colonialidad del poder se hace evidente<br />
de manera particular en la serie de acuerdos internacionales<br />
que desde los 90’s propenden por la normativización<br />
global que protege las producciones e innovaciones<br />
científicas y la propiedad intelectual.<br />
Instrumentos jurídicos imperiales como los denominados<br />
TRIPS (Trated Related Aspects of Intellectual<br />
Property) protegen el conocimiento científico/empresarial<br />
como mecanismo que permite sacar provecho<br />
económico del trabajo creativo ligado a la producción<br />
de las industrias de la vida, y al manejo científico<br />
de la biodiversidad; sin embargo, a la vez generan<br />
nuevos mecanismos de subordinación de los sistemas<br />
de conocimiento no-occidentales y de su particular<br />
construcción de naturaleza (Lander, 2002).<br />
Los TRIPS regulan los derechos de propiedad industrial<br />
referidos a marcas de fábrica, indicaciones<br />
geográficas, dibujos o modelos empresariales, patentes,<br />
secretos industriales y derechos de obtentores vegetales.<br />
Estos derechos permiten patentar material<br />
biológico modificado, posibilitando la privatización<br />
de la vida. Las patentes son otorgadas si la solicitud<br />
cumple los requisitos de novedad, altura inventiva y<br />
aplicabilidad industrial. Para el caso de la biotecnología,<br />
es posible conceder patentes si se aíslan genes o<br />
se los modifica, ya que esto otorgaría un valor agregado<br />
al producto del trabajo creativo. En la década<br />
de los 80’s fue concedida una patente por parte de la<br />
corte suprema de los Estados Unidos a Ananda<br />
Chakravarty quien trabajó sobre una variedad de<br />
bacteria del género pseudomonas, capaz de analizar el<br />
petróleo crudo (Shiva, 2001). Si bien, el tema de las<br />
patentes se remite al siglo XIX cuando fue otorgada<br />
una patente a Louis Pasteur sobre un tipo de levadura,<br />
a partir de este momento el campo de lo patentable<br />
ha crecido: plantas nuevas con reproducción asexual<br />
(1939), nuevas plantas con reproducción sexual<br />
(1970), mamíferos transgénicos no humanos (1988),<br />
compuestos naturales purificados, incluso del cuerpo<br />
humano (2000) (Lander, 2002: 76).<br />
Sin embargo, los TRIPS no respetan aspectos como<br />
la identificación y territorialización del acceso a
los conocimientos tradicionales y al material biológico,<br />
entrando en contradicción directa con el margen<br />
de defensa que abren otros acuerdos internacionales<br />
como el CDB (artículo 8J que propende por el reconocimiento<br />
y respeto de los conocimientos e innovaciones<br />
locales), y con las disposiciones que pretenden<br />
garantizar la soberanía nacional sobre la biodiversidad,<br />
presentes en acuerdos andinos como las decisiones<br />
391 y 486 de la Comunidad Andina de Naciones<br />
(CAN), así como la distribución equitativa de los beneficios<br />
producto del uso de la biodiversidad<br />
(Gómez-Lee, 2004). Partiendo de estos acuerdos legales<br />
(TRIPS en relación directa con megaproyectos jurídicos<br />
como el ALCA y el TLC) se concreta un marco<br />
para la comercialización de los componentes de la<br />
biodiversidad a través de los títulos de propiedad intelectual.<br />
De acuerdo con estos, las industrias de la vida<br />
(farmaceúticas, empresas cosméticas, de alimentos,<br />
agroindustriales, y de energía) entran a controlar<br />
la base biológica y ecosistémica de la reproducción<br />
social. Hasta el momento, el 93% de las patentes han<br />
sido otorgadas a Estados Unidos, la Unión Europea o<br />
Japón, y tan sólo el 3% han sido concedidas a “países<br />
en desarrollo” (Hernandez, 1999). Es evidente la tendencia<br />
hacia la concentración global del poder y del<br />
conocimiento y hacia el establecimiento de nuevas<br />
formas (posmodernas) de colonialidad.<br />
Los tratados imperiales sobre biodiversidad y<br />
propiedad intelectual privilegian una noción cientificista/empresarial<br />
del saber, esto es, individual, fragmentaria,<br />
compartimentalizada, cibernético-mecanicista<br />
y patriarcal. Esta formación del saber proyecta<br />
sobre la naturaleza un conjunto de campos analíticos<br />
sobre los cuales se levantan ciertos objetos de conocimiento,<br />
que aparecen como entidades aisladas entre<br />
sí, desconociendo sus interrelaciones (Capra, 2003).<br />
Así, la tecnociencia biopolítica constituye la vida orgánica<br />
como una máquina cibernética. Con todo, en<br />
estos tratados no se tiene en cuenta de manera integral<br />
el carácter colectivo de las formaciones de saber<br />
y sistemas de conocimiento propias de los pueblos<br />
no occidentales. Este tipo de saberes sólo son tenidos<br />
en cuenta en la medida en que sirven como catalizadores<br />
en las empresas de bioprospección y biopiratería,<br />
es decir, en la medida en que proveen de información<br />
sobre el uso y la ubicación de material biológico<br />
susceptible de comercialización. De ahí que en<br />
estos tratados se de un lugar a los “conocimientos<br />
tradicionales y folclóricos” (Comité Interguberna -<br />
men tal sobre Propiedad Intelectual y Recursos Ge né -<br />
ti cos, Conocimientos Tradicionales y Folclor, 2000).<br />
Se privilegia entonces el conocimiento individualizado<br />
y masculino, poseído por sujetos particulares dentro<br />
de las comunidades, los chamanes, obviando que<br />
este conocimiento es producto de una tradición cognitiva<br />
local articulada a partir de interacciones complejas<br />
con los ecosistemas, donde las mujeres juegan<br />
un papel de suma relevancia a través de las diversas<br />
prácticas agro-silvo-pastoriles (Van der Hammen,<br />
1992).<br />
A pesar de los esfuerzos realizados por actores estatales<br />
y no estatales representantes de la sociedad civil<br />
de los países megabiodiversos para consolidar un<br />
sistema de protección sui generis de los conocimientos<br />
tradicionales 4 , en la actualidad no son definitivos<br />
ni los mecanismos jurídicos que garantizan la protección<br />
para los conocimientos tradicionales, ni la mejora<br />
en la condiciones materiales de existencia de las<br />
poblaciones locales a partir de la reglamentación autónoma<br />
y suficiente de sus territorios ancestrales.<br />
Este tipo de conocimiento y sus territorios figuran en<br />
el imaginario imperial como “reservas de biodiversidad”<br />
que son “patrimonio inmaterial de la humanidad”.<br />
De nuevo, es ambiguo el uso del término “humanidad”.<br />
¿De quién y para quién es la biodiversidad<br />
¿Quiénes son la humanidad Estas asimetrías<br />
de poder/conocimiento generan nuevas formas de<br />
subordinación dentro del Imperio, lo que nos lleva a<br />
explorar las nuevas articulaciones de la diferencia colonial.<br />
En los apartados que siguen haremos un seguimiento<br />
de esta discusión tomando como “locus<br />
de enunciación” la Amazonía colombiana, que dentro<br />
de la cartografía epistémica trazada proyecta el<br />
relato de la abundancia.<br />
4. Amazonías imaginadas: nuevos dorados y otros<br />
infiernos verdes<br />
La región amazónica tiene 7.8 millones de Km2, que<br />
equivalen al 60% del territorio de Brasil, Bolivia,<br />
Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y<br />
Venezuela. Representa el 44% de la superficie de<br />
América del Sur y es igual al 73% del territorio de<br />
Europa. Su superficie equivale al 70% de todos los<br />
4 “La Decisión 391 de la CAN (entra en vigencia el 17 de julio de 1996) desarrolla un régimen común sobre acceso a los recursos genéticos<br />
con vigencia en Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Cabe destacar que es la primera norma comunitaria que regula<br />
estos temas a nivel mundial. Reconoce el derecho de autonomía de los pueblos indígenas al señalar en el cap. II que los países<br />
miembros deben reconocer y valorar la facultar para decidir de las comunidades indígenas, afroamericanas y campesinas sobre sus<br />
conocimientos, innovaciones y prácticas tradicionales asociados a los recursos genéticos y a sus productos derivados. Consagra, además,<br />
el derecho a obtener beneficio a favor del proveedor del componente intangible, en el artículo 35, y en el artículo 2.° se obliga<br />
a prever condiciones para una participación justa y equitativa en los beneficios derivados del acceso” (Gómez Lee, 2004:189).<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 65 MISCELÁNEA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 66 MISCELÁNEA<br />
bosques tropicales del mundo, concentrando aproximadamente<br />
el 60% de la biodiversidad del planeta.<br />
Alberga el 20% del agua potable del planeta y el 10%<br />
de la biota universal: tiene más de 60.000 especies vegetales,<br />
300 mamíferos y 2.000 peces. La amazonía<br />
colombiana constituye el 35% de su extensión total, y<br />
allí viven 52 grupos étnicos que han habitado la selva<br />
milenariamente (aprox. 10.000 años antes del presente)<br />
(Franco, 2002; Meggers, 1989).<br />
Debido a su importancia ecológica, cultural y geopolítica,<br />
la amazonía ha sido y será el lugar de origen<br />
de múltiples imaginarios articulados a los discursos<br />
que justificaban la colonización. Aquí se evidencia cómo<br />
los imaginarios y símbolos tienen una eficacia<br />
práctica (Palacio, 2003: 8). Desde el siglo XVI con los<br />
conquistadores que buscaban oro para la naciente potencia<br />
hispano-lusitana (primer centro del sistema<br />
mundo moderno/colonial), y con los misioneros que<br />
perseguían la conversión de las almas salvajes para el<br />
catolicismo (en lucha contra el avance del protestantismo<br />
en Europa), siguiendo en el siglo XIX con los comerciantes<br />
de quina y caucho 5 , hasta el siglo XX con<br />
los cocaleros y mineros que concretan el anclaje de las<br />
materias primas del Amazonas con el modo de producción<br />
propio del capitalismo fordista/colonial basado<br />
en la sobreexplotación de la mano de obra indígena<br />
y campesina. A lo largo de este periplo extractivista,<br />
el imaginario predominante ha sido el de “El<br />
Dorado” y su contracara, “el infierno Verde”. Pero comenzando<br />
el siglo XXI, la biodiversidad cultural del<br />
Amazonas emerge como el último “Dorado” o “paraíso<br />
ecológico” para las fuerzas imperiales, pero también<br />
como un nuevo “infierno verde” para las poblaciones<br />
tradicionales que enfrentan el proceso de reapropiación<br />
de la región en el contexto de un nuevo capitalismo<br />
basado en la producción inmaterial y en la<br />
colonización molecular de lo orgánico.<br />
En el marco de la (bio)colonialidad del poder, el<br />
“último Dorado” son los conocimientos ancestrales<br />
de los bosquesinos amazónicos sobre el manejo de<br />
los ecosistemas selváticos y su diversidad de especies<br />
y líneas genéticas. El acceso a estas nuevas fuentes de<br />
reproducción del capital global en la amazonía colombiana<br />
comienza a estar garantizado a través de<br />
dispositivos posmodernos globales y estatales de<br />
control como son las políticas ambientales de orden<br />
nacional y regional 6 , las políticas militares-económicas<br />
como el “Plan Colombia”, y el Tratado de Libre<br />
Comercio (TLC). Estos diseños globales buscan despejar<br />
el territorio amazónico de actores sociales “indeseados”<br />
(líderes comunitarios, guerrillas, indígenas<br />
organizados políticamente) para poder disponer<br />
libremente de los recursos genéticos allí presentes.<br />
Sin embargo, la otra cara colonial del “último<br />
Dorado” es el “infierno verde”, es decir, nuevas formas<br />
de esclavización y destrucción de los pueblos indígenas.<br />
Esta metáfora presenta la amazonía ya no<br />
como un lugar idílico, pleno de riquezas naturales,<br />
sino como el lugar del asesinato, la barbarie y la<br />
muerte tanto para los colonizadores como para los<br />
colonizados. 7 Mi tesis es que la (bio)colonialidad del<br />
5 Desde el siglo XIX el proceso civilizatorio (que se estructura en la metáfora de la “civilización”) adelantado en Colombia tenía por<br />
objeto la “civilización de la tierra caliente”, proyecto que implicaba básicamente la colonización de áreas baldías a partir de la consolidación<br />
de actividades extractivas (Palacio, 2004: 9). Primero con la extracción de la Quina, uno de los “remedios para el imperio”<br />
(Nieto, 2000), y luego con el caucho para la industria inglesa, se adelanta esta campaña en el que la ideología liberal del progreso<br />
convierte al territorio amazónico en el verdadero Dorado. En nombre de este “progreso” se cometió uno de los más grandes etnocidios<br />
de la amazonía colombiana: aproximadamente 30.000 indígenas fueron exterminados en los seringales controlados por la Casa<br />
Arana, asociada al capital inglés en la empresa Peruvian Amazon Company (Pineda, 1985).<br />
6 La Política Nacional de Biodiversidad contempla tres ejes de acción: conocer, conservar y utilizar. Utiliza como presupeuestos la soberanía<br />
nacional sobre la biodiversidad, la existencia de componentes tangibles (moléculas, genes, ecosistemas, poblaciones) e intangibles<br />
(conocimientos e innovaciones), la distribución equitativa de los beneficios obtenidos por la comercialización de la biodiversidad,<br />
la necesidad de preservar la biodiversidad dado su carácter dinámico, la importancia de la protección a los derechos de propiedad intelectual<br />
tanto individuales como colectivos, y la necesidad de generar un enfoque intersectorial y un plan de acción global. Este plan<br />
da continuidad a los lineamientos generales del CDB, pero no toma en cuenta mecanismos como la Decisión 391 de la CAN (Convenio<br />
Andino de Naciones) y sus proyectos de generar mecanismos sui generis de protección del conocimiento tradicional.<br />
7 La metáfora del “infierno verde” fue popularizada por el escritor colombiano José Eustasio Rivera en su obra La Vorágine. Esta metáfora<br />
se encuentra asociada con fenómenos particulares de la historia amazónica colombiana como son la derrota de los empresarios
poder configura en la amazonía nuevos “infiernos<br />
verdes”, acordes a la actual fase del capitalismo global.<br />
Citaré tres “ejemplos infernales”: el patentamiento<br />
del yagé, el relato del cortacabezas y la toma de<br />
muestras de sangre realizada por la Pontificia<br />
Universidad Javeriana en su proyecto “Expedición<br />
Humana”.<br />
El ya famoso caso de la patente otorgada por el<br />
Departamento de Patentes y Registro de Marcas de<br />
los Estados Unidos (USPTO) al ciudadano norteamericano<br />
Loren Miller, otorgándole derechos sobre una<br />
supuesta “nueva” variedad del yagé descubierta por<br />
él, será nuestro primer ejemplo infernal. A pesar de<br />
que la Organización Indígena de la Cuenca Amazó -<br />
nica (COICA) solicitó la suspensión de la patente en<br />
marzo de 1999, ésta solicitud fue inicialmente aceptada,<br />
pero no porque se reconociese el yagé como herencia<br />
cultural de los pueblos indígenas o el derecho<br />
colectivo de los pueblos amazónicos sobre sus conocimientos<br />
tradicionales. El argumento fue que la<br />
planta presentada como “nueva variedad de Yagé”<br />
ya había sido registrada por el departamento de botánica<br />
de la Universidad de Michigan 8 . Ante la suspensión<br />
temporal, el señor Miller interpuso una apelación,<br />
argumentando haber cumplido con los requisitos<br />
exigidos por la oficina para registrar su descubrimiento<br />
como “novedad”. La oficina devolvió la<br />
patente al solicitante el 17 de abril de 2001, argumentando<br />
que un tercero, en este caso la COICA, no podían<br />
cuestionar la decisión final de la oficina de patentes<br />
porque, según la legislación americana, este<br />
derecho solamente lo tiene el titular (Gómez Lee,<br />
2004: 34).<br />
Este hecho posee graves implicaciones, dada la<br />
importancia que esta planta sagrada tiene para las<br />
“culturas del yagé” 9 y la pérdida del control sobre las<br />
formas de uso de la planta y sobre sus formas tradicionales<br />
de conocimiento 10 . En la sociedad del conocimiento,<br />
el yagé no es visto como herencia cultural<br />
de los pueblos indígenas, sino como información genética<br />
susceptible de ser patentada y comercializada.<br />
La investigación científica fomentada por empresas<br />
multinacionales encuentra gran interés en componentes<br />
químicos del yagé como la harmalina, que dados<br />
sus efectos inhibidores de enzimas cerebrales, resulta<br />
un potencial anti-depresivo para uso en psiquiatría<br />
(Zuluaga, 1999: 15). Además de esto, fenómenos nacionales<br />
y transnacionales como el neo-chamanismo,<br />
el curanderismo y algunas tendencias “new age” han<br />
constituido un enorme “mercado espiritual” que le da<br />
nuevos usos al yagé gracias a los efectos terapéuticos<br />
que esta planta tiene para consumidores ávidos de experiencias<br />
psicodélicas, o para personas en busca de<br />
prácticas alternativas de salud 11 .<br />
El segundo “infierno verde” al que queremos hacer<br />
referencia son los testimonios y relatos que algunos<br />
bosquesinos del sur del trapecio amazónico cocolombianos<br />
por la casa Arana en los conflictos caucheros de comienzos del siglo XX, la peruanización de las regiones amazónicas,<br />
y particularmente la esclavización y destrucción de los pueblos indígenas (Palacio, 2003: 96). Tanto el imaginario del “Dorado” como<br />
la metáfora del “infierno verde” parecieran tener una secuencia histórica: el “Dorado” hace su aparición con las economías mineras<br />
del siglo XVII, mientras que el “infierno verde” aparece con las economías caucheras de comienzos del siglo XX. Sin embargo,<br />
aquí sólo quiero evidenciar cómo estos dos imaginarios coexisten y se inscriben en prácticas poscoloniales contemporáneas emergentes<br />
en la amazonía colombiana.<br />
8 Según la legislación sobre propiedad intelectual de los Estados Unidos, un invento o descubrimiento no puede ser patentado si ha sido<br />
previamente publicado en un medio científico en cualquier país, mínimo un año antes de la fecha en que se haya hecho la aplicación<br />
para la patente.<br />
9 Dentro de las “culturas del yagé”, también denominado ayahuasca, natema o ambiwaska, se encuentran los Kamsá (Valle del<br />
Sibundoy), los Siona (río Putumayo), los Cofanes (rios putumayo, San Miguel y Guamuez), los Coreguaje, (río Orteguaza), los murui-muina<br />
(río Caquetá), los Inganos (valle del Sibundoy) y en el piedemonte ecuatoriano los siona, los secoya, los ashuar.<br />
10 Estudios de caso sobre esta comercialización de la biodiversidad amazónica, particularmente sobre el Yoco, planta de alto poder estimulante,<br />
ver: Bolivar, 2005 y Echeverri, Juan Alvaro (comp.), 2004.<br />
11 Frente a las consecuencias negativas de la inscripción del yagé en circuitos comerciales nacionales y globales de medicina alternativa,<br />
prácticas de sincretismo religioso y actividades biotecnológicas, los “taitas yageceros” decidieron organizarse el 7 de junio de 1999<br />
en Yurayaco, Caquetá, como la “Unión de Médicos Indígenas Yageceros de la Amazonía Colombiana” (UMIYAC) a partir de la si-<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 67 MISCELÁNEA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 68 MISCELÁNEA<br />
lombiano narran sobre las agresiones de que vienen<br />
siendo objeto por parte de un ser extraño que ellos<br />
denominan “el cortacabezas”. Según cuentan los<br />
pescadores, en las noches se observan unas luces de<br />
colores que son producidas por un “aparato” volador,<br />
una especie de murciélago o águila que los ataca<br />
y los hipnotiza para “sacarles los órganos”. A las<br />
víctimas se les saca la “cabeza completa”: una cabeza<br />
que incluye corazón, hígado, riñones, vísceras y órganos<br />
sexuales. Las cabezas, según el relato, son conservadas<br />
en aparatos que las mantienen con vida.<br />
Este relato ha trascendido incluso a esferas oficiales.<br />
Según Rosendo Ahué, presidente de la Asociación de<br />
Cabildos Indígenas del Trapecio Amazónico (ACI-<br />
TAM), en carta dirigida al presidente de Colombia<br />
Álvaro Uribe el 18 de enero de 2005,<br />
En esta zona el pueblo indígena viene sufriendo<br />
violaciones de varios índoles; aquí no es la violencia<br />
y la guerra, quiero anotar que mis compañeros indígenas<br />
pescadores desde hace aproximadamente tres<br />
años atrás se han sentido perseguidos por alguien y<br />
ese alguien la gente lo ha denominado corta cabezas<br />
y mas de un pescador en este sector se a escapado de<br />
esa persecución y por eso en estos momentos los pescadores<br />
andan armados por seguridad y defensa<br />
personal y en grupos; mas sin embargo no ha habido<br />
desaparecido hasta el momento; solicitamos al<br />
Estado y al gobierno nacional para que asuma responsabilidad<br />
de hacer investigación pertinente sobre<br />
este caso a través de las instancias competentes<br />
(Cure, 2005; 74) 12 .<br />
En la tipología elaborada por los bosquesinos, existen<br />
tres categorías de “cortacabezas”: los “gringos”,<br />
que se caracterizan por los rasgos físicos de la raza<br />
blanca (ojos claros, rubios, altos), por ser los jefes y<br />
agresores supremos y por estar vinculados a actividades<br />
de turismo ecológico e investigación científica;<br />
los “blancos no gringos”, mestizos que también son<br />
turistas o investigadores, no viven permanentemente<br />
en la zona y están aliados con los gringos; y por último<br />
los “paisanos”, bosquesinos que comienzan a<br />
tener un comportamiento extraño, trabajan como<br />
obreros, adquieren cosas suntuarias y han sido engañados<br />
por los gringos (Cure, 2005: 122). Según los<br />
bosquesinos, quienes pilotean los aparatos voladores<br />
no son los paisanos ni los mestizos sino los gringos,<br />
que venden órganos humanos indígenas a personas<br />
enfermas o viejas de los países ricos, pues aunque éstos<br />
tengan un gran desarrollo tecnológico, son seres<br />
débiles y enfermizos que necesitan de los órganos saludables<br />
poseídos por los indígenas, dada su buena<br />
alimentación. Los “gringos cortacabezas” son vistos<br />
por los indígenas como sujetos socialmente inferiores,<br />
ya que no respetan las reglas de reciprocidad en<br />
el intercambio social, presentan un comportamiento<br />
“extraño” (no se relacionan con los “paisanos”, usan<br />
“aparatos”, no hablan español ni comen los mismos<br />
alimentos) y establecen una relación unilateral donde<br />
persiguen exclusivamente el beneficio de la sociedad<br />
que representan. Según los testimonios, los órganos<br />
extraídos son empleados para “hacer robots, robar<br />
conocimiento o para transplantes” (Cure, 2005,<br />
83). Para los indígenas, la acción del cortacabezas<br />
obedece a una forma de intercambio entre naciones<br />
ricas y pobres: se salda la “deuda externa” con los órganos<br />
humanos indígenas.<br />
El relato del “cortacabezas”, que se ha convertido<br />
en una preocupación para los pobladores locales, nos<br />
remite a la construcción de discursos contrahegemónicos<br />
en el contexto de la (bio)colonialidad del poder.<br />
A través de este relato los bosquesinos, en especial<br />
los Ticunas, articulan una comprensión autónoma de<br />
su posición en relación a la presencia de actores ligados<br />
a la globalización (investigadores, turistas), y en<br />
particular a lo que ellos mismos denominan una “segunda<br />
mafia”, es decir, en relación a fenómenos visibles<br />
en la zona como el ALCA y el TLC 13 (Cure, 2005:<br />
guiente agenda política: evidenciar la continuidad de la cultura del yagé entre sus etnias y la importancia que el yagé puede tener<br />
para los no-indígenas como una alternativa real de salud si se aplica dentro de los parámetros tradicionales de uso; exigir la inmediata<br />
suspensión de la patente otorgada en Estados Unidos y el reconocimiento de la autonomía legal de sus formas de salud; promover<br />
mecanismos de certificación de la práctica de medicina tradicional y un código de ética propio; adelantar la construcción de<br />
hospitales de medicina indígena, al servicio de personas interesadas (Díaz, 2000: 7).<br />
12 En el trabajo de campo que realicé en el año 2002, 2004 y 2005 en la zona recojo varios testimonios del “Cortacabezas”.<br />
13 Según uno de los testimonios: “...se reúne una serie de miedo alrededor de esas amenazas, entonces uno dice, eso de aquí, por ahí<br />
dice ya está iniciando; porque si es un tratado que es un contrato de libre comercio, pienso de que todos nosotros somos riqueza para<br />
el país, ¿por qué porque en estos momentos cuando dicen que los indígenas son los que protegen la naturaleza, pues lógico, nosotros<br />
estamos cuidándole al estado una riqueza que es la biodiversidad... y si el estado piensa disolver los resguardos, donde van a<br />
quedar esos recursos naturales, lo mismo nosotros ya no tendríamos un valor, el estado haría lo que quiera con nosotros... Si no fuera<br />
así, yo te preguntó Salima, ¿por qué el crimen se organiza con órganos de indígenas y no del mismo blanco, ¿por qué entonces<br />
muchas veces por lo que uno recibe, dice oiga, verdad, es cierto entonces que el gobierno no nos tiene una norma, una protección<br />
como humanos sino solamente una medio protección porque nosotros formamos parte del estado como riqueza, y los países europeos,<br />
los países multimillonarios o capitalistas, pues ellos también están mirando en nosotros.... y como ahorita se está creando tanta<br />
ciencia, que cosas no hay.... en los forum nos dicen que el sentido del TLC va dirigido a exterminarnos a nosotros... TLC es el mis-
105). A partir de éstos análisis y de mis investigaciones<br />
en la zona, quiero resaltar una interpretación del<br />
relato del Cortacabezas que lo sitúa en el contexto de<br />
las actividades de biopiratería 14 que se adelantan en<br />
la pan-amazonía centradas en el tráfico ilegal de pieles<br />
y fauna viva, plantas y, quizás también, de órganos<br />
humanos. No es descabellado interpretar este relato<br />
como una crítica a los adelantos de la biomedicina<br />
en el “primer mundo” centrada en la clonación de<br />
tejidos, transplantes de órganos y reproducción in vitro,<br />
que posibilitan la constitución de lo que anteriormente<br />
se denominó hipercuerpos, así como de la presencia<br />
militar de los Estados Unidos en la zona a través<br />
de la ubicación de radares de la DEA en las inmediaciones<br />
de Leticia. “El Cortacabezas” actualiza en<br />
el contexto de la (bio)colonialidad del poder un nuevo<br />
“infierno verde” en la amazonía colombiana.<br />
Por último, dentro de este espectro de “prácticas<br />
infernales” cabría citar el caso de la toma no consentida<br />
de muestras de sangre en varias comunidades<br />
indígenas del país, incluida la amazonía, realizadas<br />
dentro del proyecto “Expedición Humana” llevado a<br />
cabo por el instituto de genética vinculado a la facultad<br />
de medicina de la Pontificia Universidad<br />
Javeriana. Los indígenas no fueron informados sobre<br />
los verdaderos objetivos de tales muestras, pues sólo<br />
se les dijo que investigaban para “ayudar con programas<br />
de salud” (Reichel, 1999). El exsenador Lorenzo<br />
Muelas denunció este hecho y lo vinculó con la posible<br />
exportación de muestras de genes humanos hacia<br />
centros de investigación internacionales, lo cual recuerda<br />
el ya mencionado relato del “cortacabezas”.<br />
En palabras de Lorenzo Muelas,<br />
Sentimos que las comunidades indígenas han sido<br />
engañadas, que hubo una violación a nuestros derechos,<br />
al obtener nuestra sangre para unos propósitos<br />
que nunca nos fueron comunicados y al hacer uso<br />
de ella en asuntos que nunca nos fueron consultados,<br />
y para los cuales, por lo tanto, nunca otorgamos<br />
nuestro consentimiento....ustedes insisten en que no<br />
hay nada incorrecto en su proceder, que estos son<br />
procedimientos científicos normales, pero nosotros<br />
leemos su comportamiento en otra perspectiva y sentimos<br />
que ha habido un irrespeto por nuestra integridad<br />
como pueblos y una violación de nuestros derechos<br />
como seres humanos. Pensamos que ustedes le<br />
siguen dando continuidad a esa vieja práctica de utilizar<br />
a los indígenas como conejillos de indias, como<br />
ratas de laboratorio (citado por Reichel, 1999: 184).<br />
Frente a estos todos estos abusos, varios sectores de<br />
indígenas colombianos han decidido poner en moratoria<br />
cualquier clase de proyecto de investigación<br />
dentro de sus territorios, hasta tanto no se den las<br />
condiciones legales que garanticen la protección a<br />
sus derechos colectivos fundamentales. Estos sectores<br />
argumentan que, en virtud de la constitución colombiana<br />
de 1991, las organizaciones locales están en<br />
capacidad de decidir qué tipo de investigación es<br />
pertinente para sus objetivos de protección y fortalecimiento<br />
cultural y territorial.<br />
La ecosofía de la multiplicación de la vida y el biopoder<br />
de la abundancia<br />
En contraste con la visión glotona propia del ecocapitalismo<br />
voraz y su relato de la “escasez”, la episteme<br />
de los bosquesinos amazónicos 15 nos remite al relato<br />
de la “abundancia”. Éste relato surge del conocimiento<br />
situado y encarnado agenciado por los bosquesinos<br />
en su singular interacción con los ecosistemas<br />
selváticos. Conocimiento en el que no se establemo<br />
ALCA y el ALCA es una asociación que crean algunos países capitalistas, especialmente Estados Unidos, para el libre comercio<br />
de Las Américas. Pero que pasa, el ALCA se debilita ante la oposición de los países panamazónico, o sea nosotros.... el TLC es sobretodo<br />
favoreciéndole a los países capitalistas, más que todo a las multinacionales”. (Cure, 2005:79)<br />
14 Entiendo por biopiratería la extracción ilegal de muestras de material biológico (plantas, muestras genéticas), y de conocimientos<br />
tradicionales, a través de dibujos, diseños, grabaciones, mapas, etc. (Shiva, 2001)<br />
15 Aquí asumo una visión general que me permite hacer relevante en un “pensamiento amazónico bosquesino” el relato de la abundancia.<br />
El cual sobresale en las interacciones con los agentes que movilizan los discursos conservacionistas basados en el relato de<br />
la escasez.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 69 MISCELÁNEA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 70 MISCELÁNEA<br />
cen relaciones dualistas entre mente/cuerpo, pensamiento/acción<br />
y sociedad/naturaleza. Hablamos entonces<br />
de un pensamiento corporal, es decir de un pensamiento<br />
activado en la consustancialización con<br />
“plantas-conocimiento” (el tabaco que enfría y la coca<br />
que endulza) y que concreta una ecosofía de la multiplicación<br />
de la vida 16 . El relato de la abundancia<br />
emerge como una idea-fuerza que sustenta la definición<br />
de “biodiversidad” movilizada por las organizaciones<br />
indígenas bosquesinas amazónicas, para<br />
quienes biodiversidad significa reproducir.<br />
A contrapelo del discurso hegemónico de las<br />
ong´s ambientalistas y de las instituciones estatales y<br />
globales, los bosquesinos amazónicos sostienen la<br />
noción de inagotabilidad de las fuentes naturales. Las<br />
personas con las que conversé (en su mayoría uitotos,<br />
ticunas y ocainas) tenían claro que “la madre del<br />
agua (la boa) hace que siempre haya peces” y que<br />
“los animales no se acaban sino que se van adentro<br />
de la selva, alejándose del “olor humano”. Tales<br />
enunciados forman parte de lo que aquí asumo como<br />
una singular ecosofía de la multiplicación de la vida<br />
17 que articula el relato de la abundancia. Esta forma<br />
de “hacer-conocer mundo”, de “enactuar mundo”<br />
18 , no ve la escasez como un hecho aislado, particular,<br />
susceptible de planificación y predeterminación,<br />
sino como parte de los ciclos vitales de destrucción-regeneración<br />
propios del territorio.<br />
La “ecosofía de la multiplicación de la vida” es<br />
una topo-logía inscrita en las prácticas de manejo del<br />
territorio. Está centrada en el cuidado de la vida a través<br />
del carácter soteriológico, medicinal, eficaz de la<br />
Palabra. El conocimiento ancestral (sciencia mítica de<br />
los orígenes, palabras del padre-creador –buinaima-)<br />
se cristaliza en las palabras que operan como una<br />
techné en los diferentes ámbitos de re-producción en<br />
la vida social: palabra de comida, palabra de canastos,<br />
palabra de curación, palabra de cuentos, palabra<br />
de baile, palabra de cacería, palabra de cosecha. Estas<br />
palabras surgen en espacios rituales donde la gente<br />
se “consustancializa” o “connaturaliza” con las plantas<br />
de poder/conocimiento: palabra de coca-dulce y<br />
tabaco-frío agenciado por el padre-cosechador, y palabra<br />
de yuca, palabra de maní, propias de la madrecosechadora.<br />
Además, “territorio” no es sólo el “espacio<br />
físico”, los “recursos naturales” o la “naturaleza”<br />
(estas son construcciones culturales occidentales<br />
basadas en la dicotomía sociedad/naturaleza y civilizado/salvaje);<br />
en este caso, territorio es el cuerpo del<br />
sabedor, el cuerpo de la mujer, la fuerza de daïnueño,<br />
madre-tierra-dadora-de-vida (en el pensamiento uitoto).<br />
Por ende, la reproducción de la vida en el territorio<br />
depende de la diplomacia cósmica agenciada<br />
por el sabedor 19 en relación con subjetividades-otras<br />
16 El término “ecosofía” es empleado por Kaj Arhem (Arhem, 2004) para referirse a los saberes que estructuran el manejo humanizado<br />
de la selva por parte de los pueblos makuna del noroeste amazónico. El término “ filosofía de la multiplicación de la vida” lo tomo<br />
de Juan Alvaro Echgeverri (Echeverri, 1993: 98; 1997: 280) y se refiere a la relación entre palabra y reproducción de la vida social<br />
y ecológica de los pueblos uitoto. Luego, “ecosofía de la multiplicación de la vida” pretende ser una categoría híbrida que da razón<br />
del pensamiento amazónico.<br />
17 Esta filosofía tiene su contexto específico en la cosmología y prácticas uitoto. Sin embargo, aquí extiendo esta noción a las sociedades<br />
bosquesinas de la zona, y particularmente a la agenda ecopolítica de las organizaciones amazónicas (AZCAITA, ACITAM, entre<br />
otras) dado que también la encuentro presente entre los bosquesinos, si bien con las variantes específicas de cada etnia; también<br />
porque la considero una herramienta conceptual que puede dar razón y apoyar la diferencia cultural, económica y ecológica de éstas<br />
organizaciones en el campo de lucha por la biodiversidad.<br />
18 La expresión “enactuar mundo” es de Francisco Varela y hace referencia a una comprensión contextual, situacional y encarnada del<br />
acto de conocer. En este sentido, la realidad no es una representación de una instancia exterior pre-dada, sino que es una pre-sentación,<br />
una co-producción posibilitada por la interacción entre las estructuras biológicas de los organismos y las fluctuaciones del entorno.<br />
Más que representar un mundo, los seres vivos alumbramos un entorno; y para el caso humano, este “alumbramiento”, este<br />
despertar, se realiza inscrito en una particular membresía lingüística y cultural que nos permite construir de cierta forma una sintaxis<br />
del mundo enactuado (Varela, 2001).<br />
19 Esta figura tiene diferentes denominaciones en las etnias amazónicas, taita, payé, nimairama, entre otros, pero en términos generales<br />
cumple una función semejante en estos modelos de naturaleza: establece puentes de comunicación entre los ámbitos humanos y<br />
no humanos.
que co-habitan en el territorio 20 . Los bailes rituales y<br />
el acontecimiento nocturno del poder de la palabraobra<br />
en el mambeadero 21 , posibilita el agenciamiento<br />
de la función cósmica, de la cosmopolítica de la gente.<br />
A través de esta cosmopolítica colectiva, lo sabedores<br />
controlan el territorio mediante una articulación chamanista<br />
(Van der Hammen, 1992) en la que es posible<br />
activar potencia de vida, “soplar los multiversos”<br />
22 y, por tanto, reproducir, medrar a plenitud y generar<br />
abundancia que se cristaliza en las cosechas, en la<br />
fertilidad de las mujeres, en la salud de la gente. El relato<br />
de la abundancia tiene entonces como contexto<br />
esta ecosofía de la multiplicación que garantiza la reproducción<br />
de la vida humana y no humana en el territorio;<br />
por eso nos referimos al biopoder de la abundancia<br />
23 como la autoproducción de las condiciones<br />
y significados de la existencia humana inscritas en<br />
una localidad específica.<br />
Lo que aquí llamo una “ecosofía de la multiplicación<br />
de la vida” articula la posición política de las organizaciones<br />
amazónicas colombianas, que para la<br />
Agenda Regional de Biodiversidad 24 propusieron el eje<br />
de acción reproducir como parte fundamental de la política<br />
y definición misma de la biodiversidad; para ellos:<br />
“Biodiversidad es la armonía entre el hombre y la<br />
naturaleza de manera espiritual. [Es] el manejo que<br />
se da por el pensamiento, la palabra y la obra. El pensamiento<br />
es el anciano que es la fuerza espiritual de<br />
la palabra. La palabra es autoridad. [Lo que] obra es<br />
la fuerza que es la juventud. Hay que conservar lo que<br />
no se puede tocar. Hay que preservar lo que se puede tocar.<br />
Conceptos que se deben profundizar con los mayores<br />
en los mambeaderos y malocas del yagé. Conocer<br />
encierra conservar para generar vida (el resaltado es<br />
mío)” 25 .<br />
En la agenda política de este biopoder de la abundancia<br />
que las organizaciones amazónicas denominan<br />
“reproducir”, se sitúan los siguientes aspectos y<br />
objetivos 26 : la necesidad de emplear lenguajes comprensibles<br />
para los actores locales, es decir, traducir y<br />
20 En la ontología amerindia amazónica cada entidad es una subjetividad ya que la humanidad es un trasfondo inmanente a todos los<br />
seres: la gente-pez y la gente-tapir mambean, hacen bailes rituales, cosechan, practican sus costumbres. Lo que varía es el punto de<br />
vista que se asume activando una cierta corporalidad: devenir-jaguar, devenir-boa, devenir-espíritu. La ontología es constante, mientras<br />
que el conocimiento encarnado es variable. Los acontecimientos dependen del punto de vista que se active, de la corporalidad que<br />
se asuma. La cualidad subjetiva no está monopolizada por ninguna entidad en particular; hay múltiples subjetividades, múltiples<br />
naturalezas, pero una misma condición cultural humanizada (Viveiros de Castro, 2002: 345).<br />
21 El “mambeadero” es un espacio ritual ubicado en el centro de la Maloca (casa tradicional amazónica) en el que se establece una reflexión<br />
nocturna sobre las actividades transcurridas en el día guiados por el sabedor, quien relaciona esos hechos con el corpus mítico<br />
del grupo, mientras se consumen de manera ritual la coca y el ambil. Al estar situados en el centro de la Maloca, los mambeadores<br />
se ubican simbólicamente en el vientre de la madre mítica.<br />
22 “Soplar” es uno de los actos chamanistas por excelencia. Consiste en la exhalación fuerte de sustancias como el tabaco y el aguardiente<br />
sobre el cuerpo de una persona enferma o del objeto necesitado de curación (alimentos, herramientas, etc.). En esta acción el<br />
chamán concentra la potencia de vida y la transmite a través de la sustancia exhalada para neutralizar las enfermedades o las cargas<br />
negativas presentes en el objeto.<br />
23 Tomo aquí la distinción que hacen Hardt y Negri entre biopolítica y biopoder. La biopolítica hace referencia al poder sobre la vida<br />
escenificado por el Imperio, mientras que el biopoder es la capacidad de autoproducción vital de la multitud (Hard & Negri, 2002).<br />
En el contexto actual y futuro de “lucha por la naturaleza” (agua, diversidad ecosistémica, territorios de subsistencia) considero a las<br />
organizaciones bosquesinas amazónicas como “multitud”.<br />
24 La agenda regional de biodiversidad es parte de un conjunto de actividades inscritas dentro de la política nacional de biodiversidad.<br />
La fase de diagnóstico de la agenda se realizó en Leticia en el mes de junio de 2005 con el apoyo de Corpoamazonía y el Instituto<br />
Humboldt. Busca comenzar a movilizar un diagnóstico sobre el estado de la biodiversidad en la zona, desde las actividades científicas<br />
(modificación genética, bancos de germoplasma), actividades comerciales (ecoturismo, etnoturismo, productos no maderables), hasta<br />
la agenda política de las organizaciones indígenas, y la población minoritaria en la zona, es decir, campesinos y afrodescendientes.<br />
25 Testimonio de Claudino Pérez, vocero de la mesa indígena en la Agenda Regional de Biodiversidad llevada a cabo en Leticia, junio<br />
de 2005 (grabación magnetofónica).<br />
26 Para hacer estas afirmaciones me baso en mi trabajo como activista en un proyecto de educación ambiental adelantado en el año<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 71 MISCELÁNEA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 72 MISCELÁNEA<br />
socializar el lenguaje especializado de las políticas<br />
nacionales y globales de biodiversidad, rompiendo<br />
con la hegemonía de lo escrito frente a lo oral; fortalecer<br />
mecanismos como el autogobierno y la autogestión<br />
ambiental a través de la figura jurídica de los resguardos<br />
para ejercer un control territorial autónomo<br />
frente a los actores armados y otros actores regionales,<br />
nacionales y globales; mejorar la organización interna<br />
definiendo responsabilidades, funciones y<br />
perspectivas; promover la investigación propia para<br />
fines propios, es decir, apropiarse y establecer un diálogo<br />
crítico con los discursos y actividades científicas<br />
ligadas a la conservación de la biodiversidad para<br />
fortalecer prácticas de manejo tradicional de los ecosistemas;<br />
apoyar la educación propia como mecanismo<br />
de defensa contra el discurso dominante que promueve<br />
la homogeneización cultural; respetar la diferenciación<br />
cultural y espiritual interna de las etnias<br />
amazónicas a través de la consolidación de los planes<br />
de vida; y por último, aumentar de manera controlada<br />
la población indígena. No se trata entonces sólo<br />
de conservar la biodiversidad, sino también la cosmovisión<br />
de los pueblos amazónicos.<br />
Otro aspecto apremiante de esta agenda es el de<br />
las políticas de protección y recuperación del conocimiento<br />
tradicional 27 . Como se ha dicho, para estas<br />
culturas “conocer encierra conservar para generar vida”,<br />
vida humana y no-humana. El conocimiento, la<br />
palabra y las prácticas de manejo del entorno forman<br />
parte de esta ecosofía de la multiplicación de la vida;<br />
los conocimientos tienen una “palabra-común”,<br />
transmiten un saber heredado desde lo ancestral,<br />
desde la organización que el “padre-creador” dejó<br />
inscrita en el territorio y que ha sido actualizado por<br />
las prácticas milenarias de las culturas amazónicas.<br />
Por eso, en el contexto de la (bio)colonialidad del poder,<br />
las organizaciones bosquesinas reclaman una<br />
valoración compleja de la naturaleza y el conocimiento,<br />
es decir, una valoración que no reduce estas<br />
instancias a la lógica exclusiva del capital, sino que<br />
obedece a una visión holista y compleja del mundo,<br />
donde territorio y conocimiento son instancias de<br />
una multivocalidad que abarca lo humano y lo nohumano<br />
en busca de concretar el sueño de la abundancia.<br />
Por otra parte, las organizaciones critican el individualismo<br />
de la visión economicista occidental, particularmente<br />
la figura de los derechos de propiedad<br />
intelectual. Critican que el conocimiento sea “propiedad<br />
privada”, lo que está en dirección opuesta a su<br />
cosmovisión. Para ellos, el conocimiento es colectivo,<br />
“palabra-común” inscrita en el territorio. De ahí que<br />
uno de los medios de protección de estas formaciones<br />
de saber sean los derechos colectivos de propiedad intelectual,<br />
aunque emplear esta noción implique aceptar,<br />
hasta cierto punto, la lógica jurídica del Imperio<br />
que se critica. Sin embargo, tienen la esperanza de<br />
que las luchas generadas por la interacción global de<br />
fuerzas puedan llegar a decolonizar al Imperio, en particular<br />
en lo referente a la biodiversidad y el conocimiento<br />
tradicional.<br />
Epílogo: gnosis de frontera, diversidad epistémica<br />
y ciencia posoccidental/transmoderna<br />
Los voceros de las organizaciones bosquesinas amazónicas<br />
son claros al delimitar qué es lo negociable y<br />
lo innegociable en el tema de la conservación de la<br />
biodiversidad: “hay que conservar lo que no se puede<br />
tocar; hay que preservar lo que se puede tocar”. Es<br />
decir, nos remiten al proceso de la mediación intercultural<br />
en el que se respetan los límites y se profundiza<br />
en las posibilidades, manteniendo sagrado lo sagrado,<br />
secreto lo secreto y científico lo científico, pero sin<br />
descuidar los espacios comunes que concreten un<br />
diálogo epistémico transmoderno y posoccidental.<br />
Para el caso amazónico viene emergiendo una propuesta<br />
de ciencia posoccidental (Reichel-Dolmatoff<br />
1999: 188) a partir de las experiencias de las ong’s integracionistas<br />
28 que proyectan entre otras cosas una<br />
política basada en los siguientes aspectos: participación<br />
real y efectiva, no simulada ni consultiva, de los<br />
actores locales; generación de estrategias conjuntas de<br />
largo plazo, que tienen en cuenta la noción cíclica del<br />
espacio-tiempo; potenciamiento de una perspectiva<br />
ecofeminista que privilegia lo afectivo, generando<br />
compromisos puntuales; empleo de lenguajes claros<br />
y articulados a las prácticas cotidianas. Todas estas<br />
propuestas se central en el establecimiento de un diá-<br />
2002 en el municipio de Puerto Nariño, Amazonas, con la Fundación Omacha (centrada en la conservación de mamíferos acuáticos).<br />
Sobre esta fundación ver: www.omacha.org. También me baso en el trabajo de campo que realicé durante los años 2004 y 2005 en<br />
Leticia, en algunas comunidades cercanas (Km. 6 y 11) y en Puerto Nariño. En su fase de campo, esta investigación fue financiada<br />
por la fundación colombo-holandesa Tropenbos.<br />
27 En este apartado recojo algunas propuestas del seminario “Propuestas de Políticas de Protección y Recuperación del Conocimiento<br />
Tradicional” organizado en Leticia, Amazonas, por la Fundación Tropenbos y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos<br />
Alexander von Humboldt en el mes de noviembre de 2004<br />
28 Aquí me refiero, en términos generales, al trabajo que vienen realizando desde la década del 90 del siglo XX, organizaciones como<br />
la fundación Tropenbos, la fundación Omacha-Centro de Interpretación Nanutama (fondo del río), y la fundación Gaia. Las denomino<br />
ong’s integracionistas porque manejan una política de integración y compromiso real con los bosquesinos amazónicos.
logo entre el conocimiento local (ecosofías) y el conocimiento<br />
científico occidental para el beneficio y la<br />
continuidad del primero, aceptando las transformaciones<br />
del segundo. Diálogo que, siguiendo a Reichel-<br />
Dolmatoff y a Mignolo, denomino “posoccidental” y<br />
que hace contrapeso a la hegemonía del conocimiento<br />
científico/empresarial presente en las políticas globales<br />
y estatales de biodiversidad.<br />
Explorar en la práctica concreta estos espacios liminares,<br />
trasegando umbrales, obliga a cuestionarse<br />
por lo que es y pueda llegar a ser el conocimiento en<br />
un mundo donde sea posible la democracia y la diversidad<br />
epistémica. Pienso concretamente en una<br />
ciencia transmoderna 29 y posoccidental amazónica<br />
centrada en lo común, en la “reproducción” de la Vi -<br />
da en el planeta tierra a partir del “biopoder de la<br />
abundancia”. La necesidad de superar la crisis ambiental<br />
actual nos coloca en un espacio intercultural<br />
privilegiado que actualiza una “gnosis de frontera”<br />
(Mignolo, 2000) donde es posible atender a otros modelos<br />
de naturaleza y su visión multidimensional del<br />
conocimiento y la mente (afectivo, corporal, espiritual,<br />
mítico, concreto-razonable). La ciencia posoccidental<br />
transmoderna está en construcción y continúa<br />
“tejiendo” definiciones no eurocentradas de saber<br />
dando continuidad al proyecto descolonizador; ésta<br />
ciencia renuncia tanto al atomismo y fundamentalismo<br />
cultural como al universalismo abstracto occidental,<br />
cruzando umbrales más allá de los dualismos<br />
fundamentalistas y articulando estrategias nómadas.<br />
En este sentido, por ejemplo, la ecosofía de la<br />
multiplicación de la vida y la ciencia de la complejidad<br />
(como desarrollo científico occidental, más no<br />
eurocéntrico) 30 pueden co-devenir a través de una<br />
episteme posoccidental basada en lo relacional, en lo<br />
holista, en la conectividad que repercute para nosotros<br />
en nuevas estrategias tecnocientíficas y culturales<br />
que concretan una conciencia ecológica global. En<br />
la era actual y por venir se hace cada vez más relevante<br />
pensar/imaginar mundos socio-culturales-ambientales<br />
emergentes, mundos donde hay espacio<br />
para todos/as, mundos donde la potencia de vida<br />
triunfe sobre el poder de corrupción, mundos que de<br />
nuevo concreten el ensueño de la abundancia.<br />
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29 El término “transmodernidad” lo tomo de Enrique Dussel, quien lo emplea para referirse a una interacción cultural que vaya más<br />
allá de los cánones hegemónicos impuestos por la modernidad (Dussel, 2000).<br />
30 Por “ciencia de la complejidad” me refiero, sobre todo, a los trabajos de Gregory Bateson, Fritjof Capra, Francisco Varela, Edgar<br />
Morin, entre otros.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 73 MISCELÁNEA
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ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 76 MISCELÁNEA
INTER (W) EXPRESS<br />
Cinco (5) respuestas rápidas para Cinco (5) preguntas clave<br />
una entrevista con Sefa Bernet, Lola -Leda- Escudero y Alicia Martínez<br />
[artífices del proyecto teatral La Exacta Palabra]<br />
1- ¿Cómo surge la idea de La exacta palabra<br />
El punto de partida fue un encargo. Se nos pidió una<br />
producción teatral sobre la violencia de género. Y teníamos<br />
apenas tres meses y medio por delante para<br />
presentarlo. Algunas de nosotras llevábamos ya tiempo<br />
investigando el tema; pero no quisimos rehacer de<br />
manera rápida un montaje para salir del paso, sino<br />
que comenzamos a reflexionar de nuevo: feminismo,<br />
patriarcado, esquemas de reproducción de la violencia...<br />
Y a leer muchísimo sobre el tema. Ensayos, literatura<br />
dramática y poesía.<br />
2- ¿Cómo llegó a su forma actual ¿Cuál fue el proceso<br />
Por fin nos decidimos a hacer un guión compuesto por<br />
poemas. La poesía nos libraba del dogmatismo, de las<br />
recetas fáciles, del positivismo ingenuo. Uberto Stabile<br />
nos envió una antología inédita entonces, de poemas<br />
escritos por mujeres (“Mujeres en su tinta y Tan lejos<br />
de dios”) también, a través de El Dorado Espacio<br />
MAE nos pusimos en contacto con una amplia red de<br />
poetas, quienes respondieron de forma generosa y<br />
masiva, enviándonos abundante material de gran calidad.<br />
Para Sefa fue un gran disfrute poder seleccionar,<br />
en esa vorágine de material, el guión dramático que<br />
aún hoy sigue siendo, a pesar de todos los cambios<br />
posteriores, la columna vertebral del montaje. En este<br />
guión se intenta mostrar la pirámide de la violencia sexista.<br />
Desde la diferenciación de los roles, a la microviolencia,<br />
al desprecio, al maltrato, al asesinato, a la<br />
violencia institucional en contra de las mujeres.<br />
Entonces nos dimos cuenta de que nuestro montaje se<br />
estaba convirtiendo en una producción de arte colaborativo.<br />
No era la voz de un autor, ni las tres voces de<br />
las integrantes del colectivo, sino que estábamos dialogando<br />
con voces de creadores contemporáneos de distintas<br />
edades y procedencias. Esta idea nos emocionó<br />
mucho, y decidimos profundizar en esa forma de trabajo.<br />
Planteamos entonces este guión a cinco artistas<br />
gráficos para que cada uno, desde su disciplina, hiciera<br />
una lectura personal de cada uno de los estadios de<br />
la pirámide: desde la poesía visual, a la pintura, o a los<br />
foto-poemas. La idea era que ellos reflexionaran y crearan,<br />
paralelamente a nosotras, con una total independencia.<br />
No queríamos que el arte visual estuviera al<br />
servicio del escénico, como es lo habitual, no queríamos<br />
que -de alguna manera- lo ilustrara. Pretendimos,<br />
sin embargo que nuestra lectura teatral de los poemas<br />
y la lectura visual de esos mismos poemas, dialogaran.<br />
Que el espectador los viviera simultáneamente y que<br />
fuera en su percepción donde se crearan las asociaciones<br />
entre palabras e imágenes. Lo que más nos costó<br />
fue encontrar el hilo conductor de la historia.<br />
Teníamos claras las escenas, los peldaños, los intercambios<br />
de personajes. Pero aún no teníamos claro<br />
quiénes eran esos seres que poblaban el escenario, que<br />
entraban y salían de los roles masculino y femenino.<br />
Hicimos el estreno con una hipótesis que más tarde<br />
abandonaríamos: que eran seres asexuados, especie<br />
de seres primigenios-amebas, que, a través de la educación<br />
y los medios, asumían los roles que de ellos se<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 77 MISCELÁNEA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 78 MISCELÁNEA<br />
esperaban. Pero esta idea fue evolucionando, ya que<br />
seguíamos analizando las reacciones del público y el<br />
ritmo y rotundidad del espectáculo. En la versión actual<br />
es el juego el hilo conductor. El teatro como juego.<br />
3- ¿Ha cambiado vuestra intención de partida la experiencia<br />
de la representación a lo largo de todo este<br />
tiempo<br />
Si, en todas las representaciones hemos hecho el feedback<br />
con el público, directamente o a través del diario<br />
de bitácora que ofrecíamos para que el público expresara<br />
sus diferentes opiniones. Esto nos permitió, por<br />
ejemplo, evolucionar con respecto al eje de la obra, como<br />
comentábamos antes. Vimos que el juego previo<br />
de las actrices como “seres originales” con objetos que<br />
querían ser muy determinantes, como un collar, un<br />
sombrero, un plumero, un cinturón, etc., no era bien<br />
entendido. Asimismo nos dimos cuenta de que en las<br />
primeras versiones la obra era excesivamente dura y<br />
sin atisbo alguno de esperanza. El público salía muy<br />
desalentado, y no era esa nuestra intención, así que<br />
también evolucionamos en ese aspecto.<br />
4- ¿Se ha cumplido la finalidad del proyecto<br />
Sí y no. Por una parte, estamos muy contentas.<br />
Hemos interpretado este montaje en multitud de espacios<br />
de características muy distintas, y ha sido muy<br />
enriquecedor.<br />
Pero se nos han quedado varios proyectos en el<br />
tintero. Uno de ellos es el cuaderno pedagógico que<br />
Fotografía de Patricia Ponzo<br />
elaboramos con gran ilusión y que no hemos podido<br />
poner en práctica. Pensamos que este montaje sería<br />
ideal para adolescentes y preadolescentes que están<br />
perfilando su “ser hombre” y “ser mujer”. Y desgraciadamente<br />
no hemos podido integrarnos en ninguna<br />
campaña de institutos, a pesar de que lo hemos intentado.<br />
Otro proyecto que aún no hemos realizado es la<br />
publicación de los poemas que componen la obra,<br />
acompañados de la obra gráfica que nos sirve de escenografía.<br />
O el espectáculo acompañado de la exposición<br />
de dichas obras.<br />
5- ¿Habéis tenido respuestas prácticas reales, más<br />
allá del espectáculo/ficción ¿Podéis narrar alguna<br />
especialmente significativa<br />
Creo que todos los actores y actrices que hayan hecho<br />
giras comparten después una serie de anécdotas tan<br />
divertidas que les acompañan el resto de sus vidas.<br />
Nosotras siempre nos reímos al recordar cómo, al comenzar<br />
una tormenta en mitad del espectáculo, un perro<br />
que se encontraba en el piso superior de la sala, comenzó<br />
a ladrar y aullar, y por poco no se nos mete en<br />
el escenario. O en el pueblo de Liria, en uno de los momentos<br />
con mayor tensión dramática de la obra sonó<br />
un móvil a todo volumen con la música del pasodoble<br />
“Que viva España”. Otras circunstancias nos resultan<br />
aún, al recordarlas, menos divertidas; como que en el<br />
estreno, en Morón de la frontera, los hombres no tenían<br />
derecho a entrar a ver la obra, a pesar de nuestra<br />
oposición. Pero dominan los recuerdos hermosos.
[CARPETA]<br />
ÁNGELA FIGUERA ÁYMERICH: VOZ(ES) DE MUJER(ES)<br />
Hace unos cuantos años, releyendo la vieja edi ción<br />
de un libro sobre la poesía social española de los<br />
años cincuenta y sesenta, que compré en la cuesta<br />
de Moyano, seguramente, en la vieja feria de libros,<br />
a orillas del botánico, en Madrid, siendo un joven<br />
estudiante universitario, volví a darme de bruces<br />
con la inmensa obra de Ángela Figuera Áymerich,<br />
ya maduro para comprenderla realmente, y, desde<br />
en tonces, no he dejado de darle vuelta a la necesidad<br />
de recuperar su figura y su obra; de ese deseo<br />
nace esta carpeta que espero que sirva para que al -<br />
gu nos de nuestros lectores la descubran, o la re des -<br />
cubran, o sientan, al menos, curiosidad por su persona<br />
y por su obra.<br />
Es esta la razón por la que pedí a varias autoras<br />
–mujeres de hoy– que, en este número de nuestra<br />
revista precisamente, escribiesen acerca de aquella<br />
autora y aquella mujer; acerca de ella y para ella.<br />
Voz(es) de mujer(es), y de tiempo(s) entrelazado(a)s.<br />
Gracias a todas ellas y a Pau de Nut, músico y persona excelente, sobrino nieto de Ángela,<br />
que nos ha animado y facilitado el material audio por el que podremos acceder a su voz.<br />
Gracias por haber hecho posible esta pequeña carpeta.<br />
ARTÍCULOS<br />
Matías Escalera Cordero<br />
- Ángela Figuera: palabra necesaria, por Mª Ángeles Maeso<br />
- Aunque la mies más alta dure un día. La poesía de Ángela Figuera Aymerich, por Concha<br />
García<br />
- “Canciones y cuentos en bibliobuses”. La poesía infantil de Ángela Figuera Áymerich (sólo<br />
para niños listos), por Begoña Callejón<br />
ENLACES<br />
Enlaces gráficos y audios recomendados acerca de la obra y figura de Ángela<br />
Figuera Áymerich<br />
POEMAS<br />
… poemas para Ángela y poemas de Ángela… Por Begoña Castejón, Ana Pérez<br />
Cañamares, Ana Vega, Isabel Bono, Roxana Popelka y Sonia San Román.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 79 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 80 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
ARTÍCULO<br />
Ángela Figuera: palabra necesaria<br />
por Mª Ángeles Maeso<br />
Cuando Ángela Figuera Aymerich<br />
(Bilbao, 1902 - Madrid, 1984) publica<br />
su primer libro, Mujer de barro,<br />
es una mujer de 46 años. En él recogía<br />
la antorcha encendida por<br />
Carmen Conde un año antes con<br />
Mujer sin Edén. Para una y otra se<br />
trataba de construir una expresión<br />
poética confrontada al lenguaje de<br />
la tradición masculina; se trataba<br />
de decirse como sujeto activo del<br />
deseo, de abismarse, a fin de cuentas,<br />
en la conciencia existencial.<br />
Verdad es que a la edad en que<br />
Ángela Figuera publica su primer<br />
libro otros ya lo han dicho todo.<br />
Verdad es que otros, antes de esa<br />
edad, han podido conectarse a una<br />
tradición poética en la que reconocerse; verdad es que otros han podido vivir entregados a su decir. Pero ése<br />
no es el caso de las mujeres que abren libros y leen negando cuanto les nombra. Son, además, tiempos de silencio,<br />
“años de lentitud, años de aguja sobre un bastidor difícil” como los define Trina Mercader.<br />
Tras la muerte de Franco, en un contexto sociocultural vindicador de derechos y de tiempos perdidos,<br />
emergerá el modelo de la poeta precoz y procaz construyendo el decir de la mujer adolescente. Cuando sale<br />
a la luz Ángela Figuera no hay movimiento emancipatorio alguno al que pueda conectar su lenguaje. Para nacer<br />
poéticamente fue precisa su personal travesía por el desierto.<br />
Pero este salir tardío le sirve a la crítica franquista para encasillar su obra bajo el concepto de la maternidad:<br />
“Cuando una mujer escribe versos con cierto retraso sobre la edad normal, un fuerte sentido materno catalizará<br />
su obra futura”, se afirma sin rodeos en una breve antología de la poesía femenina de los cincuenta. Como si<br />
antes de estas poetas de posguerra hubiera habido una legión de escritoras que marcaran la pauta de la edad<br />
‘normal’ para salir con sus títulos a la calle. Lo cierto es que bajo el epígrafe de mantenedora de la Sagrada<br />
Familia ha permanecido durante mucho tiempo su obra. Da igual que nadie como ella haya desmitificado tanto<br />
la maternidad como motivo poético complaciente y la política materna como itinerario existencial de la mujer<br />
(El grito inútil, 1952). La poesía de sus primeros libros, tanto Mujer de barro como Soria pura, servirá para refrendar<br />
el ideal de ángel del hogar que a la política cultural de la posguerra le importaba. Un mirada reduccionista<br />
que impedirá la percepción de la fuerza sensitiva y erótica presente en los poemas de su primer libro y la<br />
personalísima percepción de la naturaleza cargada de hedonismo de Soria pura. Ambos siguen siendo libros para<br />
permanecer abiertos, ambos sobrepasan con creces la limitada visión del ‘ángel del hogar’ y nos permiten<br />
disfrutar de esta poesía intimista y de un frescura natural extraordinaria. Precisemos que a la altura de su casi<br />
medio siglo de edad, Ángela Figuera emerge como poeta ya hecha, que ha evitado dar a la imprenta los escritos<br />
de aprendizaje y de imitación, de modo que en su obra ya aparece una tensión nuclear: la toma de la palabra<br />
asociada a una existencia de mujer. Consciente de esa edad tardía, dice ella en Mujer de barro 1 :<br />
1 Todos los poemas citados en el presente artículo proceden la siguiente fuente: Ángela Figuera Aymerich, Obras Completas, Poesía Hiperión,<br />
Madrid, 1999
“¡Qué poquita labor; qué poquita labor!...<br />
Unos versos, un hijo, un hogar, un amor...<br />
Pero tú, que me miras con desdén al pasar,<br />
tú, que vas tan orondo... ¿Has hecho mucho más”<br />
Al final del libro se pregunta:<br />
“¿Dónde estarán las palabras<br />
que digan lo que yo quiero”<br />
Esta es la pregunta que obsesiona a la poeta durante esos años lentos. Antes, hay media vida recorrida por hitos<br />
como éstos: Una infancia entre nueve hermanos, cuyo primer lugar ocupa ella; un bachillerato de enseñanza<br />
libre; la carrera de Filosofía y Letras, que le costó emprender, debido a la oposición familiar, ya que querían<br />
que fuera dentista, lo que la mantuvo dos años sin estudiar; la muerte, en 1926, de su padre (ingeniero industrial<br />
y profesor de la Escuela de Ingeniería) un año antes de que ella acabara la carrera y que dejó a la familia<br />
en la penuria económica, lo que implicó el traslado de Ángela a Madrid al lado de unos parientes para<br />
acabar los estudios y trabajar. Con uno de esos parientes, Julio Figuera, un primo carnal, de ahí el mismo apellido,<br />
cuatro años menor, se casará en 1934, al año siguiente de que Angela comenzara su vida laboral como<br />
profesora en un instituto de Huelva. En 1935 padeció la pérdida de su primer hijo en un parto difícil. Y así llegamos<br />
a 1936.<br />
Ángela debe confirmar su plaza como catedrática y el matrimonio viaja a Madrid el 15 de julio, vísperas de<br />
la sublevación franquista. Su marido marcha al frente con las milicias de la república y ella, que está embarazada,<br />
permanece en Madrid hasta dar a luz a su hijo, en diciembre. En un contexto de ciudad bombardeada,<br />
de cartillas de racionamiento y con el marido en el frente, nace su hijo. Tiempos de amargas existencias en los<br />
que ella dejó de creer en Dios y en una iglesia que tanto apoyaba a Franco. Poco después es evacuada a<br />
Valencia, luego destinada al instituto de Alcoy; más tarde pide el traslado a Murcia para estar junto a su marido,<br />
destinado en Molina de Segura.<br />
Cuando la contienda acaba, llegan las privaciones de una posguerra de perdedores, ya que la mayor parte<br />
de la familia –ella y su marido también- han sido cesados de sus empleos. Ángela lee, escribe, traduce. Vive<br />
hacia dentro de la familia. Así describe Ángela Figuera aquellos años lentos:<br />
“Luego vino el amor en presencia, el hijo. Este nació en plena guerra, en Madrid. Sí, pasé la guerra y la posguerra<br />
aquí, fueron varios años durísimos y amargos, erizados de trabajos, dificultades y dolores. Nada escribí en su<br />
transcurso. Lo principal, lo único era vivir, sobrevivir. Después, mucho después, es cuando tuve un poco de reposo<br />
para pensar y escribir. Claro que todo lo visto y sufrido en los años aquellos lo llevaba clavado en la carne<br />
y en el alma e influyó decisivamente en mi poesía.” 2<br />
El final de los lentos años se llama Mujer de barro (1948) y Soria pura (1949) Es el tiempo en el que la familia pasa<br />
temporadas en pueblos de Soria (Burgo de Osma, Hortezuela) como lugar de vacaciones. Ambos libros suponen<br />
una celebración del gozo de vivir. Una cosmovisión optimista y un inmenso amor hacia la naturaleza<br />
y hacia los seres humanos con quienes repartía su vida. Sobre ese trasfondo biográfico que hemos dibujado,<br />
se adelanta la enérgica vitalidad de su apasionada escritura.<br />
Con frecuencia se ve la obra de esta poeta marcada por dos estilos, el definido por una poesía optimista, esperanzada,<br />
gozosa, intimista, sensual y erótica, celebradora en suma de la vida, al que corresponden tanto Mujer<br />
de Barro y Soria pura, y un segundo en el que predominan los temas sociales, una reflexión moral sobre la marcha<br />
del mundo atormentada (‘preocupada’, dirá ella, frente al de comprometida) fijándose como frontera de<br />
uno y otro estilo, la lectura de la obra de Celaya que le dio nuevos cauces de expresión poética para su conciencia<br />
colectiva. Pero ella, recordémoslo, sale ya hecha, armada de una concepción ideológica y una percepción<br />
personal desde el principio, que no experimenta ninguna caída de ningún caballo cuando lee a Celaya.<br />
De hecho Soria pura, es publicado el mismo año en el que había presentado En la delgada arista al Premio<br />
2 Robert Saladrigas, Monólogo con Ángela Figuera, Destino, Barcelona, 1974<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 81 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 82 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
Adonais, como no obtiene el premio, revisa el poemario y luego lo incluye en Los días duros, libro en el que predomina<br />
la poesía de concepción ‘preocupada’. Son los mismos tiempos que los de Soria Pura. Ella es la misma,<br />
su poética es una:<br />
“No sé cómo puede haber una poética para los poemas de amor y otra distinta par los que no lo son, caso<br />
de que estos últimos existan. (...) Como cada poeta he escrito versos de amor. He escritos muchos. He publicado<br />
pocos. Es una cosa demasiado íntima y siempre me ha parecido un poco indecente exhibirla en público.<br />
Sin embargo, hubo un momento (con el amor presentido o soñado, con el amor deseado o esperado, así como<br />
más tarde con el amor logrado y compartido, llegado a su plenitud con la venida del hijo) en que sentí el impulso<br />
de decirlo. Fue lo primero que publiqué y, bueno o malo, pero verdadero y vivo, ahí está” 3 .<br />
Sirvan dos poemas para ejemplificar que su poética es una. El poema de 1950, Exhortación impertinente a mis<br />
hermanas poetisas:<br />
Eva quiso morder en la fruta. Mordedla<br />
Y cantad el destino de su largo linaje<br />
Dolorido y glorioso. Porque amigas, la vida<br />
es así: todo eso que os aturde y asusta.”<br />
Un poema de Los días duros, el libro presentado al Adonais el mismo año que publica Soria pura y que, al no<br />
obtener el premio, no se publicaría hasta 1953:<br />
“Hácese el hijo en mí. ¿Y han de llamarle<br />
el hijo del Hombre, cuando, fieramente,<br />
con decisiva urgencia me desgarra,<br />
para moverse vivo entre las cosas”<br />
Esta misma exigencia de reclamar un yo arrebatado ante lo masculino es la que rige la personal percepción de<br />
la naturaleza en Soria pura, así como la denuncia ante el dolor causado por la injusticia y las guerras.<br />
En Madrid se forma como documentalista y trabaja en la Biblioteca Nacional, en el servicio de bibliobús, lo<br />
que le permite realizar algún viaja como becada a varias ciudades de Marruecos y a París, en 1957 donde se<br />
entrevista con Neruda que le entrega una carta para los poetas españoles, en la que expresa su deseo de encuentro<br />
y comunicación con los exiliados:<br />
“Hemos sido separados por errores propios y ajenos, por profundos dolores, por un silencio imposible. La poesía<br />
debe volver a unirnos. La poesía debe reconstruir los vínculos rotos, restablecer la amistad y elevar universalmente<br />
nuestro canto” 4<br />
Palabras que Ángela, que traslada a los poetas con los que se relaciona: Gabriel Celaya, José Hierro, Rafael<br />
Morales, Blas de Otero, Leopoldo de Luis, Garcilaso… con los que participa en las tertulias y discute de literatura<br />
y de política. Sus nuevos libros llevan la impronta de de las preocupaciones existencialistas y sociales, que<br />
no son nuevas en ella: Vencida por el ángel (1950), El grito inútil (1952), Víspera de la vida (1953), Los días duros<br />
(1953)<br />
En 1958, tal vez animada por el mensaje nerudiano, envió un desgarrador libro, Belleza cruel, al concurso<br />
de poesía que convocaba la Unión de Intelectuales Españoles de México, obtiene el premio y con él una considerable<br />
difusión que le llevaría a viajar en sucesivas ocasiones al país mexicano. En España, el libro se conoció<br />
y obtuvo algún eco, pero lo que más se conoció fue el prólogo de León Felipe con el que saludaba a los jóvenes<br />
poetas y donde reconocía estar confundido, ya que él –y los poetas del éxodo- no se habían llevado el<br />
canto:<br />
“Con estas palabras quiero arrepentirme y desdecirme, Ángela Figuera Aymerich... de cosas que uno ha dicho,<br />
de versos que uno ha escrito... (...) Ahora estoy avergonzado. Yo no me llevé la canción. (...) Vosotros os quedas-<br />
3 Leopoldo de Luis, Poesía social. Antología. Ediciones Alfaguara, Madrid, 1965<br />
4 Carta de Neruda entregada a Ángela en París con fecha de 27 de septiembre de 1957
teis con todo: con la tierra y la canción. (...) Y ahora estamos aquí, al otro lado del mar, nosotros, los españoles del<br />
éxodo y del viento, asombrados, oyéndoos a vosotros cantar: con esperanza, con ira, sin miedos...<br />
Esa voz… esas voces… Dámaso, Otero, Celaya, Hierro, Crémer, Nora, de Luis, Ángela Figuera Aymerich…<br />
los que os quedasteis en la casa paterna, en la vieja heredad acorralada… Vuestros son el salma y la canción”<br />
Esto es lo que le importó a la prensa del franquismo que reprodujo el texto de León Felipe en los periódicos<br />
Pueblo, Arriba y en el ABC (el 18 de julio de ese mismo año) eso sí, sin mencionar el libro de Ángela Figuera,<br />
como sí tal escrito fuera un arrepentimiento, una especie de rectificación del poeta en el terreno político.<br />
En 1959 Julio Figuera, su marido, empieza a trabajar como ingeniero en Ensidesa, en Avilés. Ángela sigue<br />
en Madrid, hasta 1962, fecha en la que la Biblioteca Nacional suprime el servicio del bibliobús y la poeta deja<br />
Madrid para reunirse con su marido. En esa misma fecha aparece su último libro de poesía mayor, según calificación<br />
de la poeta para diferenciarlo de los libros para niños que vendrían más tarde. Toco la tierra. Letanías<br />
(1962) y que supone una reafirmación en sus anteriores temas:<br />
“No sé, no sé: la misma letanía<br />
de siempre: amor, dolor, la tierra, el hombre…”<br />
“Los muertos se nos cuelgan por los hombros<br />
Y ocupan nuestra almohada por la noche.<br />
Los vivos nos exigen sangre a diario<br />
Y vienen a beberla en nuestra boca”<br />
Así como la declaración de que su escritura es hija de un cuerpo femenino (“mujer de carne y verso me declaro”)<br />
y del tajo brutal de la guerra que no permite tocar la tierra sin sentir el clamor de la sangre vertida.<br />
Tras este libro, decide no escribir poesía, salvo ocasiones excepcionales, como los inspirados por los ataques a<br />
Vietnam y las dos colecciones para niños. Ángela siente que cuanto tenía que decir ya lo ha dicho y no quiere<br />
repetirse. En Avilés no cuenta con la vida literaria de Madrid y los años de allí son más silenciosos, pero en<br />
1965 ve su obra incluida en las dos antologías, tras la de Leopoldo de Luis, aparece la de Jacinto López Gorge,<br />
(Antología de poesía amorosa. 1939-64) y realiza algunos viajes con su marido a la URSS, donde se había publicado<br />
en 1968 una selección de su obra.<br />
En 1971, cuando su marido se jubila, regresan a Madrid. Sus dos últimos libros, dedicados a sus nietos, aparecieron<br />
editados en Monterrey, México, Cuentos tontos para niños listos (1979) y Canciones para todo el año, que fue<br />
publicado a los pocos meses de la muerte de la poeta, acaecida el 2 de abril de 1984.<br />
Dos años más tarde se editaría su obra completa a cargo Roberta Quance y de Julio Figuera, el marido que la<br />
sobrevivió y que empleó sus último años en recopilar la obra de la gran poeta, Ángela Figuera. Hoy su palabra,<br />
obsesionada contra el sufrimiento y la barbarie, sigue siendo necesaria.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 83 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 84 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
ARTÍCULO<br />
aunque la mies mÁs alta dure un día.<br />
la poesía de Ángela Figuera aymerich<br />
por Concha García<br />
Para leer la poesía de Ángela Figuera Aymerich, seguramente lo mejor<br />
que se puede hacer es situarse en el contexto en que fueron escritos.<br />
Ángela Figuera nació en Bilbao en 1902, en el seno de una familia<br />
de clase media. Estudió Filosofía y Letras gracias a su vocación y<br />
persistencia. Se casó joven con su primo, el ingeniero industrial, Julio<br />
Figuera. Cambiaron varias veces de ciudad y domicilio y no llegaron<br />
a exiliarse. Hasta aquí, sucintamente, una pincelada biográfica.<br />
Yo me imagino, retrocediendo en el tiempo, la situación que se vivía<br />
en España en los años cincuenta, ayudada por algunas películas,<br />
muchos libros y algún que otro culebrón televisivo; además del relato<br />
de nuestros padres y demás familia. La poeta Angelina Gatell,<br />
compañera de su misma generación, decía que las mujeres que comenzaron<br />
a escribir poesía en los años cincuenta tenían algo en común<br />
fundamental. Algo tan obvio como que habían vivido su niñez<br />
y juventud en los años de la guerra civil y la inmediata postguerra.<br />
Dicho contexto puede superponerse al actual. Ambos forman un<br />
mapa cuyos perfiles encajan a la perfección. Soy pesimista, y aunque<br />
la poesía escrita por mujeres ya no es exclusivamente un lugar determinado<br />
en el ámbito de los estudios y de la cultura universal, mucho me temo que todavía habrá momentos<br />
donde “la crítica” (cada vez más cooperadora con la banalidad que nos envuelve, por cierto), estancará las<br />
obras de algunas escritoras, dejándolas caer.<br />
Los primeros libros de la autora vasca: Mujer de Barro (1948) y Soria Pura (1949), fueron el resultado de un<br />
ejercicio creado por una joven ávida de amor, complacida con su amante y gozosa en el momento de mostrarlo,<br />
mediante versos transparentes de corte popular que nada aportaba a lo que llamamos lenguaje poético,<br />
pues era demasiado tradicional. Pero sí al texto. La poesía, para su autora, era, sobre todo, un elemento de comunicación.<br />
En un poema como Barro escribió:<br />
Es barro mi carne... ¿y qué<br />
Cuando mi amante la besa<br />
le sabe a nardos y a miel.<br />
O en el poema Darse:<br />
Tu amor es de presa, de ofrenda mi amor:<br />
El Señor me ha dado la parte mejor.<br />
En esta primera etapa, como he dicho antes, gozosa, había ranuras donde el goce disminuía a favor del sacrificio<br />
y de cierta sumisión. Era difícil no estar inmersa en la idea (abrumadora en aquel entorno) de que así debía<br />
ser. Estaba tan incrustada en el pensamiento femenino que difícilmente podía una zafarse de ella; ni siquiera<br />
su contemporánea Lucía Sánchez Saornil, que amó a las mujeres, lo hizo.<br />
Como muy bien señala Roberta Quance, en el prólogo a la obra reunida (Hiperión, 1986): “El eje de su poesía<br />
estaría en el papel de la maternidad y en las distintas posturas que adoptan respecto a ella a lo largo de<br />
su carrera literaria”. El poemario Soria Pura continúa en la línea de Mujer de Barro: autoafirmación femenina,<br />
amor al esposo y al hijo, y con la particularidad de que el paisaje se convierte en motivo fundamental, junto<br />
con su manifiesta admiración hacia la figura de Antonio Machado, por lo que agradece a la vida el haberle dado<br />
la ocasión de contemplar tanta belleza durante los años que pasó la familia las vacaciones en aquella región.<br />
Pero la voz de Ángela Figuera todavía no había dado todo lo que tenía que dar.
Anulación<br />
No ser yo. Ni nadie. Lo más, una pastora<br />
perdida en tu silencio de largas soledades;<br />
sentada en tus tomillos; la luz de la mirada<br />
copiando, sin saberlo, los vuelos de las aves;<br />
caída sin nostalgias sobre el fluir del río;<br />
con el desnudo rostro abierto a tu paisaje,<br />
al viento los cabellos, y tranquila la frente<br />
surcada por un ritmo de pensamientos fáciles...<br />
En el regazo quieto, las manos inactivas<br />
dibujarán un nido de vagas ansiedades.<br />
Siempre he pensado que el lenguaje en la poesía de algunas mujeres es introspectivo y se acerca a los sentimientos<br />
con precisión. No a lo sentimental. Excava en su propia contradicción mostrándose en situaciones realmente<br />
dolorosas. Sin necesitar un extenso e imbricado campo metafórico para poner una barrera entre su<br />
sentir y lo que dicen. El sentimiento, en la obra de la autora vasca, configura e impulsa unas formas poéticas<br />
que luego tratará de explicar. Es decir, primero siente, luego teoriza.<br />
Ángela Figuera, no era sentimental, ya lo he dicho. Su voz era clara, rotunda. En los años cincuenta, cambió<br />
el punto de vista, no el modelo en el cual escribía, y miraba la sociedad de su tiempo comprensivamente,<br />
es decir, comprendía que no había mucho que hacer, excepto el grito, o el poema. En sus versos se esconden<br />
pequeños y agudos relatos de su sentir que van de la autoafirmación, en cuanto sujeto, a la vindicación<br />
del cuerpo; entrelazándose ambos motivos con la dicha de amar. Porque ella pensaba el cuerpo, mostraba las<br />
cavidades donde el deseo se acomoda, y lo decía con la ligereza de una suave corriente de aire que entreabre<br />
una puerta.<br />
Ángela Figuera entreabrió y compartió un escenario donde también se representaban obras tristes y poco<br />
complejas al regazo del amor divino, con otras de tintes más recatados que expelían sencillamente represión.<br />
Una presión hacia adentro guardada en el cuerpo, en donde se retroalimentaba, y que se convertía fácilmente<br />
en un discurso poético dominado por las voces de madres y viudas, en un siniestro relato que iba de la tierra<br />
a lo divino para evitar mirar el presente con precisión.<br />
De sus compañeras de generación poco se ha estudiado en nuestro país, y lo que se ha escrito apenas ha<br />
generado discusión o interés colectivo: Elena Andrés, Carmen Conde, Ernestina de Champourcín, Angelina<br />
Gatell, Trina Mercader, Lucía Sánchez Saornil, Concha Méndez...<br />
Estamos de acuerdo en que en la España de aquellos años una buena parte de la población era analfabeta<br />
y que, por supuesto, el porcentaje aumentaba considerablemente en el caso de las mujeres; aunque también<br />
los hombres trabajadores lo eran en gran medida. La cultura estaba al alcance, sobre todo, o principalmente,<br />
de las clases adineradas. Vamos a intentar superponer, de nuevo, el mapa de entonces al de ahora, y concluyamos<br />
que el nivel de analfabetismo en la actualidad es prácticamente nulo. Pero, me pregunto: ¿se lee más<br />
poesía que entonces ¿Actúa la poesía en el cerebro de quien la lee como un detonante que le haga percibir la<br />
existencia con otros matices Me temo que no. La poesía de los años cincuenta, en España, era una poesía social,<br />
que necesitaba decirse porque no había otra manera de denunciar aquella situación: Cantemos como quien<br />
respira. No hagamos poesía como quien se va al quinto cielo o posa para la eternidad. La poesía no es –no puede ser- intemporal,<br />
o, como suele decirse un poco alegremente, eterna. Hay que apostar al “ahora o nunca”. Escribió Gabriel<br />
Celaya.<br />
Conmueven todavía muchos poemas de los libros de Ángela Figuera. En Egoísmo, Bombardeo, El barro humilde,<br />
la mujer deja de ser el barro creado por Dios para convertirse en una agitadora madre que toma conciencia<br />
de su entorno. Escribe en el poema Silencio.<br />
Ser poeta es superfluo. Es herida sin bordes.<br />
Es dejar que nos vean con las manos vacías<br />
y afirmar tercamente que van llenas de rosas.<br />
Presentar a la noche nuestros hombros desnudos<br />
y volar con el júbilo de quiméricas alas<br />
por un cielo de roca que los dioses desertan.<br />
Ser poeta es inútil en un mundo acosado.....<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 85 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 86 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
No estoy de acuerdo con ese verso. Ser poeta es siempre útil, aunque no le cambie la vida a nadie un poema.<br />
Carmen Conde, otra poeta de su generación y la segunda mujer que formó parte de la Real Academia<br />
Española de la Lengua, constató en el prólogo de su antología de poesía femenina publicada en 1968:<br />
“El interesante evolucionar de una poesía que subiendo de la fácil y estremecida ladera de un mundo feliz, radiante<br />
-el suyo, de familia, logradísimo- pasa a una ponderada exaltación y luego, en vehemente crecer, en franca<br />
abolición de cuanto constituía su acervo literario, se funde lealmente en larga llamarada: la de una conciencia<br />
poética presente y estremecida”.<br />
Carmen Conde fue una aguda observadora y crítica que la historia ha dejado abandonada en una inaccesible<br />
repisa polvorienta. Soplemos un poco. Soplemos también sobre el estudio de Víctor García de la Concha, editado<br />
en 1987, en tres tomos, en la editorial Cátedra, bajo el nombre de: Poesía española. En el segundo, que estudia<br />
la poesía social, nada se sabe de Ángela Figuera. Ni una cita, ni un verso, ni una mención.<br />
¿Qué vale una mujer ¿para qué sirve<br />
una mujer viviendo a puro grito<br />
En Grito inútil (1952), dedicado a “aquellos que no quieren escuchar”, la poeta se lamentaba precisamente de<br />
dicha precariedad provocada por la sordera de un régimen, de una política, de una situación intolerable.<br />
Aquella poesía, más cerca de la proclama, (deliberadamente, eso sí), que del verso reconcentrado y luminoso,<br />
dejaba un poso de realidad. Sólo eso. Los poemas exaltaban la unidad del género humano en pos a una felicidad<br />
originaria, pero el contraste con la realidad era tan evidente que tan sólo quedaba la posibilidad de relatarla.<br />
El relato de esta poesía se apropió de un yo universal (siempre en femenino). En muchos momentos, ahora<br />
mismo, tomamos conciencia al observar que idénticas escenas que había relatado en los años cincuenta, se<br />
repiten en la mayoría de nuestras ciudades. El impresionante poema Mujeres del Mercado relata secuencias que<br />
se interpolan en nuestra sociedad con un dibujo de trazos feroces.<br />
Son de sal y salmuera. Viejas ya desde siempre.<br />
Armadura oxidada con relleno de escombros.<br />
Tienen duros los ojos como fría cellisca.<br />
Los cabellos marchitos como hierba pisada.<br />
Y un vinagre maligno les recorre las venas.<br />
Van temprano a la compra. Huronean los puestos.<br />
Casi escarban. Eligen los tomates chafados.<br />
Las naranjas mohosas. Maceradas verduras<br />
que ya huelen a estiércol. Compran sangre cocida<br />
en cilindros oscuros como quesos de lodo<br />
y esos bofes que muestran, sonrosados y túmidos<br />
una obscena apariencia...<br />
En 1958 escribió uno de sus libros más hermosos e impactantes: Belleza Cruel. El poemario no se publicó en<br />
España hasta 1978 (editorial el Bardo). La censura impidió que se publicara antes.<br />
Deseosa de que sus poemas vieran la luz los envió a un amigo que residía en México. Este lo presentó al<br />
premio de poesía instituido por los exiliados españoles y la Unión de Intelectuales Españoles en México le concedió<br />
el premio de poesía Nueva España a Belleza cruel, que se editó por la Compañía General de Ediciones,<br />
en 1958, en un país que a tantos españoles había acogido. El prólogo de León Felipe, el poeta más representativo<br />
de la diáspora española, fue un alegato a favor de quienes se quedaron en España. El poeta vasco se desdijo<br />
de su tajante declaración de que los españoles que tuvieron que exiliarse tras el triunfo del franquismo en<br />
la guerra civil (1936-1939), se habían llevado consigo la canción, o la poesía. Ahora rectificaba y reconoció a los<br />
poetas que siguieron haciendo su vida en España, alzando su voz en las férreas condiciones del régimen franquista,<br />
eran las voces de “Dámaso, Otero, Celaya, Hierro, Crémer, Nora, de Luís, Ángela Figuera Aymerich”.<br />
El prólogo fue una mecha de pólvora que ayudó a que Belleza cruel la consagrase.<br />
En Los días duros, editado en 1954, la autora anunciaba que ya no podía permitirse el lujo de hacer el papel<br />
de mujer: Hoy ya no puedo alzarme / sobre mi dócil barro femenino”. Veía una gran contradicción entre el culto oficial<br />
que se rendía a las madres (y a la virgen) y la impotencia de estas. Demasiado idealista, y quizás el tono<br />
esperanzador que ponía en el nacimiento de los futuros hijos, con media sonrisa de desencanto, no haya deja-
do la sociedad que ella y muchos otros deseaban. El mundo no progresa. Los acontecimientos históricos deleznables<br />
se repiten. Regresan cíclicamente con otros ropajes. Ángela Figuera Aymerich murió mayor, el 2 de<br />
abril de 1984. Los últimos libros de poemas se los dedicó a su nieta y fueron poemas infantiles. Su voz se fue<br />
callando ¿voluntariamente poco a poco. Celebrémosla de nuevo.<br />
ARTÍCULO<br />
“canciones y cuentos en bibliobuses”<br />
la poesía inFantil de Ángela Figuera Áymerich<br />
(sólo para niños listos)<br />
Barcelona, Mayo Junio 2011<br />
por Begoña Callejón<br />
… Podéis hacerlo: Cerrad los ojos.<br />
Veréis un barquito velero donde el enano es el cocinero,<br />
donde los gatos y las bicicletas ven amanecer<br />
junto al jardín donde juegan esos niños que cantan a<br />
las flores.<br />
… Ahora: Abridlos.<br />
Si lo hacéis, os daréis cuenta de que también siguen<br />
ahí; pero hay que saber enfocar con un calidoscopio<br />
de color, como lo hizo Ángela Figuera<br />
Aymerich.<br />
Cuentos tontos para niños listos y Canciones para todo el<br />
año, fueron los dos últimos libros que escribió Ángela<br />
tras el nacimiento de su nieta. El libro de cuentos se<br />
publicó en 1979, pero el de canciones fue póstumo, en<br />
1984. Ángela no había escrito poesía infantil hasta la<br />
fecha o por lo menos, no había sido publicada. Pero<br />
¿cómo volver a ser niños y re-descubrir qué detrás de<br />
las ventanas hay algo más que lluvia, algo más que<br />
árboles, que tal vez sean los trolls que nos miran desde<br />
la distancia Con estos dos libros se enfrentó a un<br />
nuevo reto: aprender otra vez el camino de la infancia.<br />
A pesar de que era poeta, nunca había escrito sobre<br />
ello, que dedicase sus últimos años a la poesía infantil,<br />
con la dedicación que ella lo hace, y después de<br />
escribir lo que había escrito, nos dice mucho de ella, de su apertura existencial y del afán de superación.<br />
Siempre dando un paso más, sin rendirse ante la inevitable decadencia; y lo más impresionante es que disfrutaba<br />
con ello, sin importarle la edad o los golpes acumulados.<br />
… No diremos: No veo a nadie.<br />
… No diremos: ¿estoy sola<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 87 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 88 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
Los tres perritos de Canciones para todo el año, buscan collares y nombres bonitos para los niños, y ella igualmente<br />
buscaba la magia para su nieta y toda su familia; quería que todos tuviesen el don: descubrir a la gran<br />
naranja que es el sol y que vigila las esquinas donde se esconden los niños traviesos. El influjo de Juan Ramón<br />
Jiménez se ve en el apego a lo cotidiano.<br />
La mujer que recibió los elogios de Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Gabriel Aresti y Pablo Neruda por su<br />
poesía rebelde y feminista, social, desgarrada y existencialista; aquí también, en su poesía infantil, el Yo deja<br />
paso al Tú – El Tú al Nosotros. Y así consigue mostrarnos la variedad de voces que pueden aparecer en un poema<br />
y en la vida misma; también en la de un niño. La palabra se desnuda y deja paso a otra. El lenguaje infantil<br />
es un lenguaje sencillo pero a la vez complejo en algunos matices emocionales, no debemos pensar que<br />
por ser niños no van a entender la poesía, lo único que ocurre es que la entienden a su manera, ellos destacan<br />
las palabras apasionadas, el cariño, el amor y Ángela, sabe trasmitir esta idea de una forma muy sencilla y apta<br />
para ellos. El verso es canción, el verso es cuento, el verso es una manera de acercarnos a la empatía, a los<br />
demás, tengan la edad que tengan.<br />
Tras leer los versos de Ángela se llega a distintas conclusiones, por un lado, que era una mujer cercana y afectiva<br />
y, por otro, que era una mujer luchadora a la que no le importó perder su trabajo como funcionaria e irse<br />
con los primeros Bibliobuses. Sus palabras dejaron una profunda huella en todas las personas con las que se<br />
fue cruzando en este mundo, unas veces inhóspito y, otras, repleto de gratitud.<br />
Ángela trata de enseñarle a su nieta y a todos los niños que no hay que tener miedo, que no somos feos ni tontos,<br />
simplemente somos seres especiales que buscan la felicidad. Habla del compañerismo en el colegio, de las<br />
normas y buenas costumbres de las princesas. Sus cuentos y canciones están plagados de referencias a los conflictos<br />
interiores de los niños, habla de la angustia que pueden sentir en la duda, en la inseguridad, o de la dicotomía<br />
bondad-maldad, de la familia y de la educación.<br />
En Canciones para todo el año Ángeles se centra básicamente en el mundo animal y en la naturaleza. Sorprende<br />
y entusiasma conocer a la mosca que molesta, al león presumido, a la oruga pérdida que come lechuga, a las<br />
nubes enfadadas y a las cuatro estaciones del año que ofrecen vida a todos estos seres.<br />
El libro Cuentos tontos para niños listos profundiza de un modo asombroso en el mundo infantil; en el sentimiento<br />
de pérdida, que Ángela representa por ejemplo con el huevo de una gallina en uno de sus cuentos, un huevo<br />
que se pierde y necesita volver a ser encontrado. Utiliza a los animales para expresar las emociones, los encantamientos,<br />
las ilusiones, las esperanzas, todo lo que un niño en el fondo necesita para ser feliz. Enfrentando<br />
a las brujas y a las sirenas, hace ver que todo ser tiene derecho a sentirse radiante. Habla del nido vacío, del<br />
paso del tiempo y del amor a los que nos rodean. Ángela Figuera Aymerich a pesar del tiempo y de su tiempo,<br />
que sigue siendo nuestro tiempo, supo aprender de nuevo el arduo y nada fácil –si eres un “niño listo”–<br />
camino de la infancia.
enlaces recomendados acerca de la obra y Figura de<br />
Ángela Figuera Áymerich<br />
Números monográficos sobre Ángela Figuera Aymerich<br />
en la Revista ZURGAI:<br />
En el número de diciembre de 1987<br />
(http://www.zurgai.com/Articulos.aspIdRevista=23)<br />
y en el número de diciembre de 2009<br />
(http://www.zurgai.com/Articulos.aspIdRevista=71)<br />
ENLACES AUDIO<br />
Digitalización en mp3 del audio-libro antología total que<br />
Ángela Figuera Aymerich publicó en 1973. Se puede obtener<br />
en el siguiente enlace: http://cort.as/0zBu [recomendamos<br />
especialmente escuchar los poemas: “Mujeres del mercado”<br />
y “Unidad”]<br />
… poemas para Ángela y poemas de Ángela…<br />
Begoña Castejón<br />
… mi poema de Ángela es “El río y los pájaros”<br />
Ángela Figuera Aymerich<br />
EL RÍO Y LOS PÁJAROS<br />
El río tenía peces<br />
-oro y plata en sus remansos-,<br />
el río tenía peces<br />
pero él deseaba pájaros…<br />
Sus ojos verdes, de agua,<br />
miraban siempre a lo alto.<br />
¡Qué envidia siente del aire<br />
cosido por vuelos raudos,<br />
acribillado de picos,<br />
estremecido de cantos!...<br />
El río tenía peces.<br />
pero él deseaba pájaros.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 89 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 90 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
… poemas para Ángela y poemas de Ángela…<br />
Ana Pérez Cañamares<br />
Hay una fila de mujeres detrás de mí<br />
y veo la nuca de la que me sucede.<br />
No estamos haciendo la cola del pan.<br />
No vamos a coger un tren a alguna parte.<br />
No estamos calladas, aunque no hablemos.<br />
No olvidamos, aunque miremos al frente.<br />
No somos un desfile ni una procesión.<br />
No asentimos, no negamos, no lloramos.<br />
No ahora, cuando ya tenemos edad<br />
para por fin ser nuestras madres.<br />
Ahora estamos celebrando que hay<br />
una mujer delante, y otra detrás.<br />
… … …<br />
… para Ángela<br />
Y mi poema de Ángela es “Belleza Cruel”, con el que dialoga, creo, otro poema mío titulado<br />
“Perdonadme que ahora juegue” (que va a continuación)<br />
Ángela Figuera Áymerich<br />
BELLEZA CRUEL<br />
Dadme un espeso corazón de barro,<br />
dadme unos ojos de diamante enjuto,<br />
boca de amianto, congeladas venas,<br />
duras espaldas que acaricie el aire.<br />
Quiero dormir a gusto cada noche.<br />
Quiero cantar a estilo de jilguero.<br />
Quiero vivir y amar sin que me pese<br />
ese saber y oír y darme cuenta;<br />
este mirar a diario de hito en hito<br />
todo el revés atroz de la medalla.<br />
Quiero reír al sol sin que me asombre<br />
que este existir de balde, sobreviva,<br />
con tanta muerte suelta por las calles.<br />
Quiero cruzar alegre entre la gente<br />
sin que me cause miedo la mirada<br />
de los que labran tierra golpe a golpe,<br />
de los que roen tiempo palmo a palmo,<br />
de los que llenan pozos gota a gota.
Porque es lo cierto que me da vergüenza,<br />
que se me para el pulso y la sonrisa<br />
cuando contemplo el rostro y el vestido<br />
de tantos hombres con el miedo al hombro,<br />
de tantos hombres con el hambre a cuestas,<br />
de tantas frentes con la piel quemada<br />
por la escondida rabia de la sangre.<br />
Porque es lo cierto que me asusta verme<br />
las manos limpias persiguiendo a tontas<br />
mis mariposas de papel o versos.<br />
Porque es lo cierto que empecé cantando<br />
para poner a salvo mis juguetes,<br />
pero ahora estoy aquí mordiendo el polvo,<br />
y me confieso y pido a los que pasan<br />
que me perdonen pronto tantas cosas.<br />
Que me perdonen esta miel tan dulce<br />
sobre los labios, y el silencio noble<br />
de mis almohadas, y mi Dios tan fácil<br />
y este llorar con arte y preceptiva<br />
penas de quita y pon prefabricadas.<br />
Que me perdonen todos este lujo,<br />
este tremendo lujo de ir hallando<br />
tanta belleza en tierra, mar y cielo,<br />
tanta belleza devorada a solas,<br />
tanta belleza cruel, tanta belleza.<br />
Ana Pérez Cañamares<br />
... ... ...<br />
PERDONADME QUE AHORA JUEGUE<br />
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa<br />
Wislawa Szymborska<br />
Cuando veo fútbol, tenis<br />
carreras de fórmula 1<br />
no olvido que en otras cadenas<br />
siguen los telediarios.<br />
Mientras gritamos gol<br />
otro coche bomba explota<br />
en un mercado; antes<br />
de que acabe el set<br />
habrá diez palestinos menos;<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 91 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 92 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
se apaga el semáforo<br />
y una vida más en Guantánamo.<br />
Mis padres llamaban<br />
partes a los telediarios.<br />
Ellos sabían que la guerra<br />
no había terminado:<br />
mientras en el salón la tele<br />
vomitaba metralla,<br />
la radio en la cocina<br />
escupía recuentos de muertos.<br />
Perdonadme que ahora juegue:<br />
el dolor fue una institutriz severa.<br />
… poemas para Ángela y poemas de Ángela…<br />
Ana Vega<br />
DEFINICIÓN EXACTA DE SILUETA<br />
“Es barro mi carne... ¿Y qué<br />
Cuando mi amante la besa<br />
le sabe a nardos y miel”<br />
Ángela Figuera Aymerich<br />
Qué difícil encontrar mi figura<br />
reflejada en el espejo<br />
y qué sencillo<br />
observar al detalle<br />
mi silueta exacta,<br />
sus contornos,<br />
los límites que él<br />
me desdibuja cada noche.<br />
Qué sencillo, insisto,<br />
alcanzar una definición exacta<br />
de mi figura<br />
en el iris de sus ojos<br />
cuando me mira.<br />
Misterio sin explicación alguna<br />
ni base científica<br />
el porqué, las razones,<br />
por las que una mujer o un hombre<br />
alcanzan su máxima definición,<br />
aquella más verdadera,<br />
en el reflejo que se produce<br />
con tanta intensidad<br />
en la mirada del amante.<br />
Aquella que convierte en nardos y miel
toda la amargura<br />
que contiene mi boca<br />
cada vez más seca,<br />
árida,<br />
sin esperanza<br />
más allá de este beso.<br />
Barro agreste<br />
tan fácil de moldear, sin embargo,<br />
por manos expertas.<br />
Poco más puedo decir<br />
de este cuerpo que me vence ahora.<br />
… … …<br />
Y mis poemas de Ángela son tres: “Ausencia”, “Silencio” y “Desarmada”<br />
Ángela Figuera Áymerich<br />
AUSENCIA<br />
No estás. Pero hay un tacto delicado<br />
sobre mi corazón. Algo caliente<br />
y vivo aún... Como un beso por dentro.<br />
Tus ojos sobre mí...Quizá tus labios...<br />
Acaso un leve roce de tus dedos...<br />
Puede que sólo sea una palabra<br />
que me dijiste en sueños...<br />
SILENCIO<br />
Mejor morder la arena. Yugular la garganta<br />
con un duro cilicio que coagule las voces.<br />
Mejor callar: Rompernos la canción con los dientes<br />
y enterrar sus pedazos en un pozo profundo<br />
y cegarlo con piedras y con sal y olvidarlo.<br />
Ser poeta es superfluo. Es herida sin bordes.<br />
Es dejar que nos vean con las manos vacías<br />
y afirmar tercamente que van llenas de rosas.<br />
Presentar a la noche nuestros hombros desnudos<br />
y volar con el júbilo de roca que los dioses desertan.<br />
Ser poeta es inútil en un mundo acosado.<br />
Cuando todos tus versos, día a día, exhibiendo<br />
delicados perfiles de barroca belleza,<br />
hayan dicho el fracaso de ser hombre, la angustia<br />
de ir a tientas, vagando con latido impreciso<br />
por caminos fangosos que los muertos obstruyen,<br />
con el alma colgando como harapo inservible<br />
del cansado esqueleto corroído de caries:<br />
cuando gire el poema como aguda veleta<br />
señalando el desastre más allá del refugio<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 93 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 94 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
¿qué habrás hecho, poeta Ni una lágrima sola,<br />
ni una tibia, redonda lagrimita de niño<br />
habrá sido enjugada. Ni unos labios sedientos<br />
quedarán refrescados. Ni un hilillo de sangre<br />
que las venas perdieron, será vuelto a las venas.<br />
Y aunque grites el hambre y las madres robadas<br />
no habrá pan en las bocas ni los rotos regazos<br />
serán llenos de nuevo con el peso del hijo.<br />
Y aunque clames el bosque, las praderas, los mares,<br />
no harás nunca que un viento sin dolor purifique<br />
las cerradas alcobas donde huele a parida<br />
y a pecado y a cuna y a cansancio de hombre.<br />
Mejor fuera callarse. Licenciar la metáfora.<br />
Adentrarse en las ruinas salpicadas de llanto<br />
y empezar a poner con humilde paciencia<br />
un ladrillo sobre otro.<br />
DESARMADA<br />
¿Qué golpe de olas, qué batir de viento,<br />
qué nube de tormenta o parto oscuro<br />
me colocó en la orilla, tan desnudo<br />
Tiemblo en mis huesos frágiles; me veo<br />
las manos como vainas sin cuchillo,<br />
los labios como lirios desmayados,<br />
la frente desolada, el pecho abierto,<br />
los pies descalzos y los ojos turbios<br />
de sueños y de lágrimas inútiles.<br />
Yo quiero espinas, quiero garras, quiero<br />
algún veneno amargo y corrosivo;<br />
alas abiertas, dardos aguzados<br />
o veloces pezuñas.<br />
Quiero raíces hondas, ramas altas,<br />
cauce y muralla, brújula y refugio.<br />
Quiero saber; poder, llegar, quedarme,<br />
quiero sentirme cierta, suficiente,<br />
llena, completa, inapresable, mía...<br />
Y soy una mujer. Apenas algo.<br />
Carne desnuda, sola, desarmada.
… poemas para Ángela y poemas de Ángela…<br />
Isabel Bono<br />
ELLA HA ESCAPADO<br />
no me habléis del miedo<br />
lo imposible es lo que importa<br />
volver a creer es lo que importa<br />
reír al sol, los insectos y sus alas al sol<br />
no la rabia<br />
que no nos perdonen la miel ni las lágrimas<br />
que no nos perdonen la desnudez<br />
que no nos perdonen la soledad<br />
que no nos perdonen la tristeza<br />
ni la belleza de la tristeza<br />
no quiero el perdón de los que pasan<br />
quiero sangrar cenizas<br />
no me habléis del miedo<br />
quiero ver lo que ella vio<br />
… … …<br />
Y mi poema de Ángela es “No quiero”<br />
Ángela Figuera Aymerich<br />
NO QUIERO<br />
… para Ángela<br />
No quiero<br />
que los besos se paguen<br />
ni la sangre se venda<br />
ni se compre la brisa<br />
ni se alquile el aliento.<br />
No quiero<br />
que el trigo se queme y el pan se escatime.<br />
No quiero<br />
que haya frío en las casas,<br />
que haya miedo en las calles,<br />
que haya rabia en los ojos.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 95 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 96 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
No quiero<br />
que en los labios se encierren mentiras,<br />
que en las arcas se encierren millones,<br />
que en la cárcel se encierre a los buenos.<br />
No quiero<br />
que el labriego trabaje sin agua<br />
que el marino navegue sin brújula,<br />
que en la fábrica no haya azucenas,<br />
que en la mina no vean la aurora,<br />
que en la escuela no ría el maestro.<br />
No quiero<br />
que las madres no tengan perfumes,<br />
que las mozas no tengan amores,<br />
que los padres no tengan tabaco,<br />
que a los niños les pongan los Reyes<br />
camisetas de punto y cuadernos.<br />
No quiero<br />
que la tierra se parta en porciones,<br />
que en el mar se establezcan dominios,<br />
que en el aire se agiten banderas<br />
que en los trajes se pongan señales.<br />
No quiero<br />
que mi hijo desfile,<br />
que los hijos de madre desfilen<br />
con fusil y con muerte en el hombro;<br />
que jamás se disparen fusiles<br />
que jamás se fabriquen fusiles.<br />
No quiero<br />
que me manden Fulano y Mengano,<br />
que me fisgue el vecino de enfrente,<br />
que me pongan carteles y sellos<br />
que decreten lo que es poesía.<br />
No quiero<br />
amar en secreto,<br />
llorar en secreto<br />
cantar en secreto.<br />
No quiero<br />
que me tapen la boca<br />
cuando digo “no quiero”.
… poemas para Ángela y poemas de Ángela…<br />
Roxana Popelka<br />
¿Mi canción preferida de la infancia<br />
… homenaje a Ángela Figuera Aymerich<br />
Te gustaría viajar más, conocer mundo. Coger muchos aviones. No te dan miedo las alturas.<br />
Comprar una casa, ¿en Monterrey, dices, una casa grande.<br />
Y ya está. Y sábanas como poemas, poemas de esos que importan, sí.<br />
Perfilas la imposible duda: ¿Qué me gusta de España<br />
- Creo que tengo una gran suerte de vivir acá.<br />
- ¡Qué suerte tengo de vivir en Madrid!<br />
Aunque a veces, como hoy, equivoques Birmingham con Madrid,<br />
Birmingham y Londres,<br />
Londres con Madrid,<br />
Madrid y Estambul.<br />
Hay días, a veces, en que te gustaría despistar el pasado. Nada indecente, nada.<br />
Una mancha en la pared, por si acaso.<br />
P.D.: Algunas chicas son más altas que otras (chicas).<br />
… … …<br />
Y mi poema de Ángela es “Mujer de barro”<br />
Ángela Figuera Aymerich<br />
MUJER DE BARRO<br />
Mujer de barro soy, mujer de barro:<br />
pero el amor me floreció el regazo.<br />
Mujer<br />
¡Cuán vanamente, cuán ligeramente<br />
me llamaron poetas, flor; perfume!<br />
Flor; no: florezco. Exhalo sin mudarme.<br />
Me entregan la simiente: doy el fruto.<br />
El agua corre en mí: no soy el agua.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 97 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 98 ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA<br />
Árboles de la orilla, dulcemente<br />
los acojo y reflejo: no soy árbol.<br />
Ave que vuela, no: seguro nido.<br />
Cauce propicio, cálido camino<br />
para el fluir eterno de la especie.<br />
… poemas para Ángela y poemas de Ángela…<br />
Sonia San Román<br />
SIN TÍTULO 1<br />
… inspirado en Mujer de barro<br />
de Ángela Figuera Aymerich<br />
Como un globo sin helio de cuerda corta<br />
camino despacio, con los pies de plomo,<br />
haciendo crujir las hojas del filo de mi navaja.<br />
Centrada, paso al frente, hierática,<br />
con el oxígeno deslizándose<br />
entre las astillas de piedra<br />
de las ilusiones.<br />
El puño cerrado, la sonrisa postiza,<br />
el aliento sin policromar<br />
y un agujero de pérdida junto al vientre.<br />
Soy Frida en Detroit,<br />
la Koré del peplo,<br />
el campanile de San Marcos<br />
sin campana.<br />
1 “Mujer de barro”, poema elegido también por Roxana Popelka se encuentra reproducido en la página anterior.
[Próxima publicación en Tierradenadie]<br />
Foucault y la política, de José Luis Moreno Pestaña<br />
por José Luis Bellón Aguilera 1<br />
ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
El texto, en primer lugar, muestra a alguien capaz de marcar las distancias entre su propia apropiación<br />
del tema y el porqué, produciendo al mismo tiempo efectos de conocimiento y proponiendo otra forma<br />
de existencia política.<br />
JLMP continúa con los planteamientos escritos en Convirtiéndose en Foucault (2006), centrándose<br />
ahora en los posicionamientos y elecciones políticas del filósofo.<br />
El libro de JLMP sobre el destructor del marxismo me gusta, sobre todo porque presenta otra concepción<br />
política que no se base sólo en la alternativa torera izquierda / derecha, marxismo o liberalismo (y<br />
los neos o posts de ambas corrientes), sino que<br />
reivindique la variedad multiforme de lo político.<br />
Una única nota sobre esto: dentro de las<br />
estrategias de resistencia que no quieren ser<br />
parte del inconsciente domesticado, hay más<br />
anticapitalismos y antisistemas que izquierdas<br />
izquierdadas. ¿Cómo articular esos malestares<br />
Segundo, JLMP desmitifica la figura hagiografiada<br />
de Foucault como el genio-que-siempre-llevaba-razón,<br />
incluso en sus momentos<br />
más oscuros políticamente, para presentarnos<br />
sus elecciones intelectuales y sus posicionamientos<br />
en el campo dependiendo de la situación<br />
política del mismo, para encontrar un espacio<br />
de atención de acuerdo con sus expectativas<br />
(“ambiciones” suena fuerte) personales:<br />
convertirse en el centro de atención de la vida<br />
cultural francesa.<br />
JLMP incluye en la reflexión el vector analítico<br />
de la “novela familiar”, como relato<br />
consciente-no-consciente, lo que resulta productivo<br />
a nivel de comprensión de esas elecciones.<br />
En el fondo, todos tenemos algo de foucaultianos<br />
en estos tiempos desquiciados en<br />
1.- José Luis Bellón Aguilera, PhD., MPhil. Filología española, Lic. Filología clásica (Filozofická fakulta, Ostravská univerzita,<br />
Czech Republic). El libro que aquí se reseña aparecerá publicado en castellano el mes de octubre de 2011. La reseña se hace<br />
sobre la versión francesa aparecida también este año en Éditions Textuel (Foucault, la gauche et la politique) y a la vista de la<br />
primera versión del texto castellano que amplía y matiza el texto en francés.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 99
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 100 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
los que un tirano bombardea a otro tirano en nombre de la democracia, y en los que partidos de izquierda<br />
realizan políticas contra los pobres y los débiles, favoreciendo a unas élites encanalladas. Nos movemos<br />
entre la locura como forma de escape y la desesperación. Ni siquiera nos sentimos bien en el mundo<br />
de los pequeños placeres cotidianos, porque nos sentimos culpables ante esta nueva revolución conservadora<br />
en tiempos de crisis. Además, muchos tememos el futuro en nuestras vidas personales. Pero<br />
la visión trágica del mundo no justifica el ocultarse en el hedonismo de transgresiones controladas o carnavalescas<br />
como forma de distinción, porque Foucault dixit, en base a la excusa de que nada puede cambiarse<br />
(esto parece la postura de la mala fe sartreana). El nihilismo que se refugia en el sarcasmo desencantado<br />
solo perpetúa una forma de cinismo vital que se está convirtiendo en el sentido común contemporáneo.<br />
“Cinismo” que poco tiene que ver con la secta del perro griega, de la que Foucault recontextualiza<br />
(con un desprecio absoluto de la dominación estructural esclavista, queda claro) aportaciones interesantes<br />
políticamente: uno, una vida coherente sin dobleces, y dos, un animal político (permitidme la<br />
ironía) en la que lo personal es político (permitidme esta otra ironía).<br />
Hay en el libro de JLMP un tono a veces irónico que suaviza su dureza, pese a la melancolía pascaliana<br />
de tantos planteamientos. El humor sirve para relativizarlo todo y para no hundirse en la negrura.<br />
El lenguaje es accesible, no profético ni falsamente oscurecido para ocultarse en la cáscara del elitismo<br />
filosofía para elegidos versus filosofía para los bobos, de rancio abolengo en Occidente. Un par de ejemplos<br />
dignos de Menipo: al refererirse a determinados discursos religiosos, JLMP espeta: “El tono impreciso<br />
de las profecías de salvación o apocalípticas los vuelve útiles tanto para un roto como para un descosido”;<br />
o bien “las ruedas de molino dialécticas”. La contraposición inicial ideas sin fuerza / fuerzas sin<br />
ideas, eco de Deutscher, es también irónicamente productiva.<br />
Creo que es uno de los trabajos más interesantes del autor, junto a los artículos sobre el “fracaso” de<br />
Sacristán y el de Jesús Ibáñez (en mi opinión). Tiene otro tono lejos de la especialización de los numerosos<br />
trabajos de JLMP - por ejemplo el libro sobre los trastornos alimentarios. No me extraña que le hayan<br />
asaltado en Francia: Foucault y la política levanta ampollas.<br />
Ni mitificación ni desmitificación. Ni Pierre Menard habitando el Canon para irrealizarse, ni discursos<br />
apocalípticos a lo Savonarola.<br />
Dentro de una tradición de las ciencias sociales enraizada en Bourdieu-Passeron, Randall Collins y<br />
un bagaje conceptual matizado del marxismo (Sacristán, Habermas, Althusser), JLMP intenta comprender<br />
una existencia filosófica de impacto en el campo político como la de Foucault, para desde ahí proponer<br />
otra izquierda democrática sin maniqueísmos baratos ni reduccionismos posmodernos.<br />
LAS ÚLTIMAS PUBLICACIONES DE TIERRADENADIE EDICIONES:
[RESEÑA]<br />
Sobre Pablo Neruda y una familia de lobos, de Jorge Riechmann<br />
(La Grúa de Piedra, 2010)<br />
Otra manera de respirar<br />
por Alberto García-Teresa<br />
Si bien todo producto artístico aporta un<br />
entramado ético que lo sostiene, la poesía<br />
de Jorge Riechmann apuesta por poner de<br />
manifiesto otras maneras de vivir, de mirar<br />
y de comprender la realidad; por articular<br />
una ética radicalmente distinta a la<br />
que persiste en la sociedad capitalista contemporánea.<br />
Su obra, en ese sentido, ha ido presentando,<br />
a través del verso y del ensayo, un<br />
pensamiento coherente que se complementa<br />
mutuamente, y que desnuda la ilógica<br />
del sistema actual donde la muerte<br />
impera a todos los niveles y en todas las<br />
esferas en manos de la búsqueda de lucro.<br />
Pablo Neruda y una familia de lobos, así,<br />
continúa la línea de sus libros anteriores<br />
(lenguaje claro, verso libre, elementos sencillos<br />
con los que componer las metáforas,<br />
despuntes de lirismo, frecuente apoyo en<br />
paralelismos y anáforas, notas de filósofos o poetas que agregan sus palabras a las de Riechmann), aunque el<br />
autor en esta ocasión aplica un tono más certero, demuestra una mayor precisión, y deja más espacio para la<br />
ironía.<br />
El escritor realiza un intento (porque él da un valor especial al tanteo, a la exploración que yerra, a lo incierto)<br />
de lectura ética de la vida (concebida como una «espiral»), un análisis ético de nuestra sociedad, señalando<br />
las vías de escape y de transformación: el humanismo, la compasión, la humildad, la lentitud, la atención.<br />
En ese sentido, resalta la importancia del diálogo y apela a la solidaridad como herramienta de resistencia<br />
(«nosotros podemos / apoyarnos uno al otro, aplazar juntos / los trabajos de la muerte»). Con ello, expresa<br />
y exalta los vínculos con el resto de personas («no existe ser humano / que no necesite ayuda / nunca») y<br />
resuelve: «poesía /arte del vínculo». Así, la síntesis de su filosofía podría recogerse en la siguiente alegoría:<br />
«Seguimos intentando levantar / los muros de una casa // donde quepa más de uno».<br />
El autor se posiciona ante un «ellos», a los que critica su crueldad, su insensibilidad, su avaricia, su utilitarismo.<br />
Así, denuncia su afán mercantilista: «no les quita el sueño el fin del mundo / si el resto de mundo<br />
que siga a ese final / sigue siendo un lugar / bueno / para los negocios».<br />
Además, en su convicción de que es un cambio ético uno de los puntales básicos de una revolución social,<br />
llama a la revolución interior como motor de transformación: «Tanta energía en busca / del punto de fractura<br />
del sistema, / tanta adrenalina, tanta inteligencia... // Está en ti, / en ti que ahora lees esta frase, / está en ti».<br />
Trata de detectar las contradicciones e ilógica del sistema y denunciarlas. Para Riechmann, resulta imprescindible<br />
observar críticamente la realidad, sin miedo, y exhorta a permanecer siempre alerta («atento / no te<br />
duermas»). Por eso, indica que hay que cambiar las prioridades, basándolas en el humanismo, en la lucha por<br />
su conquista, frente a la banalidad y el anhelo de beneficio individual: «Pero ¿cómo perder / tiempo en burlas<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 101 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 102 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
/–mientras se funden los hielos del planeta / y siguen muriendo personas torturadas– / con todo lo que hay<br />
que llorar / y luchar / y besar / y celebrar». E incide en desmontar el cinismo posmoderno: «Qué fácil reírse<br />
de todo esto / en el registro craneal de la farsa / si no fuera porque la tragedia / nos hiela la risa en los labios».<br />
Sin embargo, a pesar de plantear pautas que dan pie a la esperanza y de lanzar la necesidad de combatir<br />
por lo que hoy se considera utópico, plasma su pesimismo sobre la situación actual: «ahora que sólo vamos<br />
pudiendo elegir / entre lo peor y lo catastrófico / ¿qué adjetivo emplearemos para estos tiempos / nuestros».<br />
Y concluye que «ahora / ya va siendo demasiado tarde / para casi todo». Con ello, lleva a cabo observaciones<br />
sobre el rumbo de la esperanza en nuestro sociedad, partiendo de que vivimos «en el mundo de la alienación<br />
total».<br />
En ese sentido, advierte del peligro de continuar ejecutando políticas reformistas, lo que nos lleva a proseguir<br />
«aplicando tiritas / tan aplicadamente / sobre el absceso obscenamente abierto / del cáncer que nos mata».<br />
Por ello, desmonta las técnicas de adormecimiento del poder, de control de pensamiento, y denuncia el<br />
papel que juega el engaño en todo ello: «Se va secando la boca / de tanto morder mentiras empapadas».<br />
En los poemas se aprecia el discurrir filosófico, se recogen los razonamientos que lleva a cabo Riechmann,<br />
aunque no llegan a una conclusión específica, sino que revelan su lógica y dejan en manos del lector la respuesta<br />
(en numerosas ocasiones, a través de conclusiones plasmadas como preguntas retóricas).<br />
Por otro lado, el poeta aborda los problemas de nuestro planeta ligando destrucción medioambiental con<br />
afán desarrollista humano. En ese sentido, Riechmann apuesta por el decrecimiento («se puede retroceder un<br />
peldaño / en la escala asesina del confort») y, frente a la sociedad del espectáculo debordiana imperante, resalta<br />
que «la naturaleza como nexo / entre los seres humanos / y el resto de los seres / no admite sucedáneo».<br />
Además, realiza una reivindicación de la condición de animal del ser humano, en tanto parte de ecosistemas,<br />
para remarcar los vínculos con el resto de especies. De esta manera, expone la aceptación de las condiciones<br />
naturales del ser humano (no de las impuestas política o culturalmente) como especie animal: «Eres<br />
mortal // Eso quiere decir que no tienes mucho tiempo / ni poco: // tienes el tiempo exacto / el tiempo tuyo».<br />
En relación con ello, el autor recoge la belleza de lo sencillo, y aporta una mirada plena que evoca la magia<br />
del misterio, de la inminencia; que sabe releer el mundo en clave de maravilla y de sorpresa. Expresa entonces<br />
la fascinación por la belleza de lo pequeño, de lo sencillo, con ímpetu indagador: «Somos de aquellos<br />
/ que juntan una pena y un estambre / sólo por el placer de investigar / la pequeña deflagración fosfórica».<br />
Esa actitud la traslada a todos los niveles, y se erige con fundamento vital: «uno escribe buscando / y buscándose<br />
/ mas todo lo que encuentra es recibido, / viene de fuera: regalo, don, encargo». De esta manera, alude<br />
también a la generosidad, que es una pieza clave en nuestras relaciones: «ayudar un poco y como premio /<br />
no merecido / la frecuente belleza». Con todo, exalta lo comunitario; «la belleza del trabajar en común / actuar<br />
en común / vivir en común».<br />
El volumen incluye un tramo sobre poética, en el cual explora las posibilidades y la función de la poesía.<br />
Se trata de una búsqueda, pero no de una individual, sino en común, en unión con la naturaleza y el resto de<br />
personas que pueda desembocar en el verso. De hecho, explica que «la poesía es lo contrario de la humillación».<br />
Por tanto, se concibe entonces como un espacio en el que se realiza una dignificación.<br />
También incorpora varios textos sobre la propia composición del poema. Así, afirma que «en el poema /<br />
ni una sola palabra / sobrante / ni un silencio». Concluye que «el poeta es el reportero de la vida» y que «la<br />
poesía / no es juego / de palabras». Por tanto, arremete contra la poesía frívola, que rehuye de su irrenunciable<br />
carga filosófica e ideológica. En ese sentido, Riechmann otorga a la poesía las siguientes cualidades: «es<br />
el aire del mundo / la nuez roja para el hambriento / y el vaso de agua para nuestra sed».<br />
Por otra parte, concibe la cultura como una práctica cooperativa, más allá incluso de la comprensión del<br />
papel del receptor en la configuración de la obra literaria (como apuntaran Iser, Jauss o Eco). De esta manera,<br />
afirma que «la cultura es una práctica de reciclado en un 99%» y resuelve que «los poemas / no son nunca<br />
del todo / de quien los escribe».<br />
En relación a ello, se debe señalar que Pablo Neruda, presente en el título de la obra, aparece como personaje,<br />
mención o cita originaria en algunas piezas, aunque no constituye un eje vertebrador (ni determinante del<br />
tono) de la obra.<br />
Por todo ello, este poemario avanza en la obra de Jorge Riechmann con coherencia, asentado y afilando<br />
su lúcida mirada sobre nuestro alrededor y nuestros corazones. Porque, ante cuestiones filosóficas y políticas<br />
clave, «no se contesta / con un discurso // se contesta / viviendo de otra forma».
[RESEÑA]<br />
Sobre Las prácticas literarias del conflicto. Registro de Incidencias 1991-2010,<br />
de Enrique Falcón (La oveja roja, 2010)<br />
por Eva Fernández<br />
El mundo de la cultura no es neutro, imparcial, ni<br />
está fuera del mundo. El mundo de la literatura es<br />
de este mundo, y en este mundo hay quien cobra<br />
y quien no, quien puede escribir y se siente con el<br />
derecho de hacerlo y quien para legitimar su voz,<br />
su propio deseo de contar, de expresarse, se tiene<br />
que desgarrar a pedacitos o no lo hace nunca, quizá<br />
no porque no quiere, sino porque no le dejamos,<br />
le dejan, se deja. Hay desde luego quien<br />
puede producir cultura cómodamente y a esa<br />
gente le paga quien tiene el dinero, que nunca es<br />
neutro tampoco; siempre sale de algún trabajo, de<br />
algún bolsillo, de alguna maniobra. Escribir han<br />
escrito y mucho los ególatras, los narcisistas, los<br />
distractores y los cursis, y bastante menos y nada,<br />
otras personas. En mi caso, yo quería escribir, lo<br />
necesitaba, para entender la vida, para actuarla...<br />
pero no quería hacerlo desde un yo entregado al<br />
mercado y sus valores apestosos.<br />
«Hoy, nadie puede comprometerse con la literatura.<br />
Es poco más que un abrazo vacío». De ahí<br />
partimos, y parte Enrique Falcón, en su libro Las<br />
prácticas literarias del conflicto: registro de incidencias<br />
1991-2010 que aquí presentamos. Ahora<br />
bien, sigue Quique: «Nosotros reivindicamos un<br />
tiempo de excepción para la construcción de<br />
nuestros poemas». Y en cierta medida, Falcón y Antonio Orihuela y Jorge Riechmann —y bastantes<br />
más que constituyen esa comunidad— lo han creado. En parte porque no han escrito desde el yo («A<br />
estas alturas de nuestro tiempo, es un enorme error seguir considerando la literatura como un problema<br />
individual»), sino desde una comunidad poética.<br />
A mí, que necesito escribir para querer el mundo y escribiendo logro quererlo, esa comunidad me<br />
ha permitido respirar. Son los poetas y las poetisas que se juntan entre otros lugares en las «Voces del<br />
Extremo». Poetas con quienes resulta indicado aquello que otro de ellos, David Méndez, señalara al escribir<br />
«si definimos nuestras palabras como enunciaciones revolucionarias, no creo que podamos creernos<br />
que nuestra labor acaba en el punto final del poema».<br />
Y en efecto no lo han hecho, porque estos poetas han convertido la literatura en un acto de ocupación<br />
cuya cartografía se presenta en «No doblar las rodillas». Un capítulo que recorre los actos de práctica<br />
de conflicto y de poesía en resistencia y que os invito a leer, como debe leerse este libro, como el<br />
buen poema político que también es y que por tanto «no se ciñe a la representación de un mapa…/…sino<br />
a la posibilidad de qué viaje podemos emprender».<br />
Enrique Falcón es el mejor acompañante para quienes, dispuestas a asumir nuestra responsabilidad<br />
sobre la realidad y las ficciones con las que la recreamos, queremos emprender el viaje de conocer quiénes,<br />
poseyendo nuestras ficciones, nuestras creaciones, poseen también nuestra realidad. «Teniendo ca-<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 103 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 104 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
si todas las palabras dueño, el propietario del concepto “evasión” (…) resulta ser siempre, de uno u otro<br />
modo, el propietario también de la realidad». Y continúa Falcón «una crítica insumisa a la institución literatura<br />
pasa como lugar central por la desentronización del artista para poder declararlo –definitivamente–<br />
productor, mediocre y culpable, ya que ningún texto suyo ha de ser inocente».<br />
Así pues, de ahora en adelante juzguemos el cine de evasión de culpable de excitarnos, las novelas<br />
rosas culpables de entontecernos y las canciones ñoñas como culpables de ñoñería. No solemos hacerlo.<br />
Y yo creo que lo necesitamos. Si sí juzgamos a quienes especulan con nuestro dinero o nuestro voto, pues<br />
también a quien escribe nuestra poesía.<br />
Y hace esto Quique partiendo a su vez de las encrucijadas que tiene que resolver ese nosotros al que<br />
él pertenece y desde el que escribe. «Nuestra voz es nuestra voz. Si no, no hay esperanza». Ahora bien,<br />
esa voz nuestra —y aunque nos lo atribuyan— no es la de los sin voz y según advierte él mismo «debería<br />
inquietarnos el hecho de que pueda decirse de nosotros que elevamos la voz de quienes viven en las<br />
cunetas de la historia». Esa voz nuestra es la de esa comunidad disidente a la que Quique pertenece, y<br />
yo misma creo pertenecer. Aunque aquí se abre para mí una encrucijada que considero tenemos como<br />
comunidad: ¿hasta qué punto nos basta con esta voz, ¿acaso no debiéramos revolucionar suficientemente<br />
el sistema de producción y a nosotros y nosotras mismas como creadores, suicidándonos hasta el<br />
extremo de diluirnos para ser herramienta de lenguaje de quienes habitan en las cunetas ¿No pasaríamos<br />
así de pequeña comunidad a legión<br />
Por ahí van en cualquier caso mis búsquedas, porque nada peor de este lugar de la comunidad que<br />
la autocomplacencia. En las presentaciones del libro que hemos compartido, organizadas por la editorial<br />
que se arriesgó a editar este libro, La Oveja Roja, Quique instaba a quienes asistimos a preguntarnos<br />
qué es imperioso decir hoy y cuáles han sido las prácticas literarias más eficaces para decir lo imperioso<br />
en estos veintitantos años. En el balance de este tiempo, Falcón señala que desde ese nosotros al que<br />
pertenecemos «no apuntamos, todavía, a una transformación radical de las cosas/ sino a una resistencia<br />
(…que es una transformación radical de la cosas)». Y respecto a esto —y recordando que a diferencia del<br />
optimismo, que «piensa que las cosas irán bien por sí mismas, la esperanza cree que vale la pena luchar<br />
por ciertos valores»— lo cierto es que Falcón concluye afirmando «¿quién dijo que nuestra esperanza habría<br />
de ser “pura”, “compacta”, ... o “nuestra”».<br />
Me pregunto si esta pregunta no deriva de que en estos años hemos podido poco más que resistir y<br />
si quizá por eso el autor reconoce su sueño de un poema «capaz de responder también a lo que Belén<br />
Gopegui, recuperando a Brecht, ha reclamado de la novela contemporánea: añadiéndole un estremecimiento,<br />
la posibilidad de ofrecer un informe sobre el mundo a una comunidad de hombres y mujeres<br />
capaces de transformarlo».<br />
Y no puedo terminar sin retomar el cómo podrá ser nuestra esperanza, de dónde vendrá y si no habrá<br />
cambiado en los últimos tiempos y haber vuelto a ser nuestra. A este propósito vuelco una reflexión<br />
precipitada sobre lo que está pasando (y que quizá mereciera un epílogo). Ante todo, quiero celebrar que<br />
estamos desde el 15 de mayo tomando las plazas. Luego, asegurar que al movimiento 15M —o como lo<br />
vayamos nombrando en el futuro— han llegado y llegarán estas Prácticas, estos poemas que para mí han<br />
sido como las pancartas y cartelitos que estos días nos han llenado de lucidez plena. Gracias a la web del<br />
MLRS (Manual de Lecturas Rápidas para la Supervivencia) por ofrecérnoslos. Y por último, me atrevo<br />
a preguntarme en voz alta si no será posible que esté cambiando la salud semántica de la sociedad y nos<br />
podamos convertir en legión, colectividad suficiente… No se trata de responder ahora. Sólo de considerarlo<br />
y seguir teniendo presente que «EN POESíA POLíTICA…No hagamos otra cosa que no podamos hacer<br />
en la calle».
ACUSE DE RECIBO<br />
“Los libros de Viento Sur”, la nueva colección de La Oveja Roja<br />
“Los libros de Viento Sur” es el título de la nueva colección de la editorial La Oveja<br />
Roja, en colaboración con la revista homónima; y uno de sus primeros títulos es El<br />
imposible capitalismo verde. Del vuelco climático capitalista a la alternativa ecosocialista,<br />
de Daniel Tanuro, ingeniero agrónomo y ambientalista belga, activo militante<br />
ecosocialista; que analiza la crisis, ecológica, social, económica como un todo global e<br />
interrelacionado, frente a un modelo, como el actual, que ya no da más de sí; literalmente<br />
“al borde del infarto”. Y no hay prórrogas. Ni la energía nuclear, ni el “secuestro<br />
de carbono” o el “comercio de emisiones”; en realidad “alternativas infernales” de<br />
un “imposible capitalismo verde”. Sólo una “ecología de izquierdas, una ecología<br />
social, un ecosocialismo”, tan urgente como necesario.<br />
El otro libro que abre la colección “Los libros de Viento Sur” es Juan Andrade. Vida<br />
y voz de un revolucionario, de Pelai Pagès, Jaime Pastor y Miguel Romero (eds.); que<br />
nos ofrece “una mirada crítica” sobre el movimiento obrero español y sus organizaciones<br />
políticas en algunas de las décadas decisivas del pasado siglo, hecha por Juan<br />
Andrade, uno de los dirigentes menos conocidos del POUM, y auténtico activista cultural<br />
y social, “que desarrolló una extensa obra, potente y original, desde un compromiso<br />
militante inquebrantable, sobre muchos de los acontecimientos fundamentales<br />
del siglo XX, desde los inicios de la I Guerra Mundial hasta las vísperas de 1968, pasando<br />
por la revolución y la guerra civil española, la represión contra el POUM, la crisis<br />
del movimiento comunista internacional y la necesidad de repensar el socialismo”.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 105 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 106 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
ACUSE DE RECIBO<br />
Cuatro poemarios críticos desde valencia…<br />
Que, desde hace tiempo, en Valencia se viene gestando uno de los movimientos de<br />
poesía crítica más interesantes del panorama actual ya no es un secreto para quienes<br />
estén al tanto de los asuntos relacionados con la poesía actual española; he aquí la noticia<br />
de cuatro poemarios recientes firmados por cuatro poetas que residen y/o provienen<br />
de aquella tierra.<br />
……………………………………<br />
Umbrales del naufragio, de Arturo Borra<br />
(Baile del Sol. Tenerife, 2010)<br />
Umbrales del naufragio (Baile del Sol. Tenerife, 2010) viene firmado<br />
por Arturo Borra, compañero, poeta y escritor de origen<br />
argentino, pero afincado en España desde 2004, es autor también<br />
de la plaquette Cielo partido (2009) y coautor de la antología<br />
poética Aldaba (Valencia, 2003) y de la antología de poetas para<br />
el Ateneo Jovellanos de Gijón Cuadernos Caudales de Poesía<br />
(Edición Caudal, 2007). Colabora habitualmente con revistas de<br />
Argentina y España, como Manual de lecturas rápidas para la<br />
supervivencia, Ariadna, Lunas rojas, Voces, La hamaca de lona o<br />
<strong>Youkali</strong>. Como estudioso de la comunicación, ha publicado diferentes<br />
ensayos en revistas especializadas en estudios culturales<br />
y comunicacionales; y, en los últimos años, se ha abocado al<br />
estudio de la relación entre comunicación y literatura. Pero,<br />
como como afirma en el prólogo de Umbrales del naufragio<br />
Antonio Méndez Rubio, es su experiencia de transterrado la que<br />
define en gran medida esta escritura, pues:<br />
“… reconociendo con la palma de la mano las “esquirlas del<br />
mundo”, levantando la vista ante lo que no puede verse pero se<br />
empieza a ver, haciendo camino a través de una catástrofe que está siempre cerca, cada vez más cerca,<br />
es entonces el poema el mejor o quizá el único lugar (de nuevo: sin lugar) para dejarse recorrer por ese<br />
escalofrío, por “esta grieta cuerpo arriba”. Incluso en el plano de la sintaxis, las fisuras no sólo no se disimulan<br />
sino que se reconocen, aparecen, se presentan como una marca dejada por un régimen de ausencias<br />
incontestables. Esas fisuras no están lejos, pues, de las esquicias hechas proliferar por Deleuze y<br />
Guattari en su Anti-Edipo. No pueden estar muy lejos: ¿no es la rebeldía contra la autoridad, contra el<br />
principio de (o la) autoidentidad instaurado por el lacaniano estadio del espejo, contra la figura del pater<br />
en una palabra, la misma que subyace a desbordar el imperativo de la territorialidad, de la propiedad,<br />
de la patria ¿Y no este desborde, este salir del imperativo de las identidades, un recurso casi de supervivencia<br />
en una era como la nuestra que se prepara, por mucho que le pese al oficialismo político, para<br />
la impugnación de cualquier frontera<br />
Despedida del reconocimiento. Bienvenida a lo(s) desconocido(s). Ver la cara propia en el estanque y
poder olvidarla. O, como atestiguan estos versos de Arturo Borra en primera persona: “Sólo invento el<br />
jardín donde cada noche / pierdo el rostro”. Es, en efecto, de noche. En silencio, ha llegado a la playa un<br />
libro desescrito, que nos habla desde sus propios huecos, desde sus impropios intersticios. Corre una<br />
brisa que por fin nos acoge porque no es de nadie. Se acerca la madrugada. Se oyen como si fueran pasos,<br />
quizá huellas ni siquiera posibles, sobre la arena. El horizonte es más grande que nunca. El cielo sigue<br />
intacto. Llega una sombra nueva”.<br />
Poema del hambre<br />
Preguntás cómo se conjuga la palabra<br />
«hambre» en un poema. Pero un poema<br />
sin hambre no es. No todos saben que el hambre<br />
es poema, que no hay<br />
palabra que salve de la desnutrición que rompe<br />
los cuerpos.<br />
Es cierto que la palabra «hambre» no es<br />
todavía cuerpo hambriento. Apenas un poema<br />
la menciona avergüenza de delgadez<br />
(pero quien conjuga<br />
no puede conformarse con la plenitud<br />
de lo inexistente).<br />
Un poema sin hambre es palabra desdentada,<br />
altar de sacrificios.<br />
La palabra<br />
«hambre» no llena el poema: lo abandona<br />
desnutrido hasta la médula, socava<br />
su manta, la geometría del<br />
equilibrio.<br />
El hambre muerde tanto silencio y<br />
por hambre se escribe:<br />
para ofrecer el vientre.<br />
…<br />
Alegría mínima<br />
Esas mínimas alegrías, las canciones<br />
en la siesta, los amores de noche, las cortinas<br />
de estreno, las habitaciones en su desnudez,<br />
los temores pequeñitos, mezquinos en su coraza,<br />
estos imbéciles recortes a los que ponemos nombres<br />
y bautizamos los domingos mientras nadie<br />
reza por los infiernos que labra a mediodía,<br />
este silencio que me pesa, tanta palabra en el vientre<br />
de instantes malogrados,<br />
“No parece que quepa, hoy en día, otra poesía más que la que diga el<br />
hambre”. Chantal Maillard<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 107 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 108 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
inflando verbos mientras expiran<br />
las humanidades<br />
en bolsillos pletóricos<br />
(dioses sin más don<br />
que la extorsión, el apriete, la amenaza cernida<br />
sobre los cuerpos),<br />
todas esas mínimas alegrías, esos poemas de malamar<br />
derramados a media tarde entre líricas y explosiones,<br />
todas esas egolatrías caerán<br />
finalmente<br />
tapándonos la sonrisa<br />
de amianto.<br />
Materia Oscura, de Laura Giordani<br />
(Baile del Sol. Tenerife, 2010)<br />
Materia Oscura (Baile del Sol. Tenerife, 2010) es de Laura<br />
Giordani, poeta, artista y profesora de lengua inglesa argentina<br />
exiliada con su familia, desde niña, en España, que se interesó<br />
muy temprano por la literatura, especialmente poesía y relato. Es<br />
autora de diversos poemarios, y de la plaquette Celebración del<br />
brote (Zahorí-Poesía en minúsculas 2009). Ha participado, además,<br />
en antologías como Antología de Poesía (Alta Gracia, 2002);<br />
Aldaba (Valencia, 2003); Cuadernos Caudales de Poesía (Edición<br />
Caudal, España, 2007) y Los centros de la calle (Germanía, 2008).<br />
Además, ha colaborado con distintas revistas La hamaca de lona,<br />
<strong>Youkali</strong>, Viento Sur, Ginebra Magnolia, Eclipse, The children’s book of<br />
american bird, Confines (Argentina) y Grumo (Brasil-Alemania),<br />
entre otras. Tiene actualmente en prensa el poemario Cambio climático<br />
(en la Editorial Eclipsados). Según Eduardo Milán, autor<br />
del prólogo:<br />
“… un libro como Materia oscura, con la anterioridad de un arsenal<br />
subterráneo —y no tanto— de literatura poética escrita a<br />
favor de grandes causas por una incompetencia poética o por una incomprensión estético-histórica dignas<br />
de estudio que lo llama desde abajo, cumple con un rechazo feliz: no sólo la rebelión ante una realidad<br />
sistémica complacida en la sucesión de ignominias a la que somete al sobreviviente —lo imperdonable:<br />
que convierte en sobreviviente al que comienza a vivir— sino también la rebelión ante el chantaje<br />
de la autocomplacencia, lo que significaría una «saludable» y «realista» estética del hambre en fase de<br />
reactivación. Su rebelión es entrañable: emerge desde el fondo —no de la palabra sino de lo que la hace<br />
posible, intolerante del silencio—, su costado mejor. La voz que dice:<br />
El último ciervo va cayendo en tu mirada<br />
mientras alza las palabras usurpadas a tu lengua<br />
Es la misma voz que dice:<br />
Nunca lloverá suficiente para lavar este asco<br />
Entre lírica y experiencia de verdad se produce el cercamiento, el acecho del acechado. Sólo es posible<br />
la impureza, la contaminación. Reiterar una y otra vez lo dicho contagiado ahora de no dicho. Surge así<br />
la nitidez, otra vez, de un resplandor: el niño, resplandor de la indigencia. El niño-núcleo del no-hablar,
padre del loco, nuevo sujeto de una imposible palabra, blanco de la impotencia de lo que no es niño.<br />
Porque el que escribe no es un niño aspira a desbrozar la maleza que oculta esa palabra. La única manera<br />
de no «hacerse el niño» en la escritura —una manera de construirlo dentro a contramano, esto es, de<br />
sustituirlo— es escuchar esa palabra que de tanto no hablar habla distinto. Y ayudar, fuera del poema,<br />
a derribar la inhumanidad sistémica. Tal parece ser el empeño de esta voz-casa, Laura Giordani...”<br />
Dame esa palabra que haga brotar calostro de las piedras<br />
mientras tanto no decir nada<br />
seguir en penumbra<br />
hasta que alguien me llore dentro y tenga que escribir<br />
para darle consuelo<br />
…<br />
Escribir invocando no el fin<br />
sino el trueno<br />
para no callar, no callarte,<br />
porque la palabra encalla en este tiempo,<br />
desmayada llega en un bostezo<br />
como si todos los vientos del mundo<br />
se hubiesen detenido<br />
o ya no hubiera agua tan honda<br />
como tu caída.<br />
Decirte niño con material de derribo,<br />
extenuado.<br />
¿Qué arena tiembla<br />
para alzar la casa<br />
¿Qué sangre empuja la mano<br />
en esta pulseada a muerte con la nada<br />
que es tu poema<br />
…<br />
Niño<br />
sin el abrigo de las palabras<br />
sin lirismo<br />
cuerpo a cuerpo frente a ti<br />
tu piel<br />
tan pronto endurecida<br />
tus mocos tu mugre<br />
y el asco<br />
el miedo las ganas<br />
de que te alejes deprisa<br />
para poder seguir amándote mejor<br />
desde el poema<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 109 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 110 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
Huérfanos aún, de Víctor Gómez<br />
(Baile del Sol. Tenerife, 2010)<br />
Huérfanos aún (Baile del Sol. Tenerife, 2010) es de Víctor Gómez,<br />
madrileño que reside, desde 1970, en Valencia. Autor también<br />
de Los Barrios invisibles (Biblioteca del MLRS, 2009), de<br />
In<strong>completo</strong> (Ed. 4 de agosto, 2010), y de Detrás de la casa en ruinas<br />
(Amargord, 2010). En los años 90, funda con otros compañeros<br />
la tertulia universitaria “Cuadrante” para profesores y estudiantes<br />
de la Universidad de Valencia. En el 2004 comienza a escribir<br />
en foros de Internet y coordina reuniones con poetas del<br />
ámbito nacional, que da pie a la “Asociación Poética Caudal”,<br />
que incluye a poetas como Julio Obeso (Gijón) o Ana Mª<br />
Espinosa (Jerez) y que tiene por finalidad promocionar la poesía<br />
y trabajos literarios de escritores noveles y minoritarios. En<br />
el 2005 entra a formar parte del taller de poesía “Polimnia 222”<br />
de la Universidad Politécnica de Valencia, que dirige desde sus<br />
inicios la poeta Elena Escribano. Conoce a Jenaro Talens y<br />
comienza su lectura y el estudio de su obra poética y ensayística,<br />
que le marcan un nuevo rumbo. A partir del 2007, coordina<br />
en la librería Primado, de Miguel Morata, acciones culturales<br />
relacionadas con la poesía, la conciencia y la política. Desde el<br />
curso 2007, dinamiza, además, encuentros y recitales de poesía<br />
junto a otros poetas, con especial inclinación a las poéticas de la resistencia. Ha sido incluido en las antologías<br />
22 escritores para el S. XXI (Nueva Revista), y Una muestra de Poesía española Contemporánea<br />
(Coordinación e introducción de Benito del Pliego para la Revista Sol Negro). Ha colaborado también<br />
con nuestra revista <strong>Youkali</strong>.<br />
Por sus obras los conoceréis… Afirmación tremenda, si se piensa; pero que cuadra perfectamente dicha de<br />
la trayectoria, tanto poética, como de activista social y cultural, de Víctor (Viktor) Gómez… Su orfandad<br />
–o la nuestra– se nos explica –y se explica, a su vez– con voz poderosa y emocionante en este tenso poemario;<br />
sólo hay que estar atentos para comprender ese abandono entre millones de padres ausentes...<br />
He aquí dos botones de muestra:<br />
no el pescado<br />
sino el pez<br />
y las redes de espuma<br />
no de acero<br />
a menudo cambian las reglas<br />
no cambiemos<br />
nosotros aunque quedemos afuera<br />
En la lonja<br />
va a peso la muerte y los números que aplacan la sed<br />
vacían sus letras por la Letra de Cambio<br />
Alas sin cielo<br />
1<br />
yo quiero oír<br />
el alarido de la mariposa…<br />
Jim Morrison
anquias hundidas en tierra<br />
¿cómo no llegasteis<br />
al temblor inoído a la ira<br />
cómo saldremos de ésta<br />
sin horror hasta las médulas<br />
Alrededor de los arrecifes:<br />
No mercancía<br />
sino moradores de lo indefenso.<br />
Un huérfano<br />
Para Quique Falcón<br />
2<br />
Oigo pasos, oigo el lastimoso trueno que al perenne huérfano perturba.<br />
Juan Carlos Mestre<br />
Un huérfano.<br />
La habitación del hotel. Quizá la lluvia.<br />
Mirar para nada, para no hablar tal vez,<br />
mirar la pared.<br />
¿En ese momento moría un ángel<br />
Una herida.<br />
No hay arma visible, no hay luminosa<br />
huella, rostros o palabras, olor ni<br />
tan siquiera.<br />
Un niño solo.<br />
En menos de un minuto la calidez<br />
de una madre<br />
le llevará a un nacer nuevo, a vivir.<br />
En su vientre<br />
quedan noches vacías de leche.<br />
En sus ojos la oquedad de un pozo<br />
con insectos.<br />
En sus manos la aridez sin almohada<br />
del lecho entre barrotes.<br />
No recuerda del daño<br />
ni los agentes<br />
ni el lugar. Pero su sangre liviana<br />
tiene una deficiencia de glóbulos rojos<br />
y su anemia<br />
emana de un músculo aterido<br />
que debiera mover el caudal<br />
rojo de sus cañerías.<br />
(Esas que un día se cerraran con anginosa memoria).<br />
Se abre la puerta y el huérfano siente<br />
sin saber,<br />
siente que alguien de su amoratado cuello levanta<br />
la soga de los abandonados.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 111 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 112 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
Corazones de manzana, de Alicia Martínez<br />
(Cocó, Valencia, 2011)<br />
Corazones de manzana, editado por el sello valenciano<br />
Cocó, es el primer poemario de Alicia Martínez, “actriz,<br />
poeta y tabernera”, como se define ella misma; los últimos<br />
meses los ha dedicado, en parte, al espectáculo teatral<br />
La exacta palabra, del que damos cumplida noticia en<br />
este mismo número (en la sección Inter(w)expresss), y<br />
los últimos años los ha dedicado a gestionar con su<br />
compañero, Isaac Alonso, el Bar El Dorado-MAE, ahora<br />
Asociación Literaria, que se ha convertido en lugar de<br />
referencia para la cultura y la poesía valenciana.<br />
Volcada a la oralidad y a la dramatización lírica, su último<br />
proyecto el Festival de Poesía de Valencia Vociferio,<br />
busca, una vez más, la conexión entre la poesía y la<br />
gente común.<br />
Aunque ha publicado en numerosas revistas, en papel y<br />
digitales, éste es su primer libro. Un trabajo que ha acabado<br />
siendo algo más complejo que un poemario puesto<br />
que se crece con una colaboración o coautoría con la<br />
diseñadora Fransini, afincada ahora en París, de manera<br />
que la propuesta artística de la pintora ha venido a<br />
dialogar con los poemas convirtiendo el libro en mucho<br />
más que un poemario de una autora, es, como ella lo<br />
define, también, “un constructo sobre la sociedad actual<br />
que no puede dejar indiferente”. Enrique Falcón, en el<br />
prólogo del poemario, afirma:<br />
“… Corazones de manzana ha querido saber mirar lo que no mira nadie. Las condiciones de la conciencia<br />
en los cuerpos y en el espíritu expropiado de las clases trabajadoras. El atropello persistente sobre todo<br />
lo femenino. El olor de una ciudad que se quiere inodora y deslumbrante. Los muertos de julio y su<br />
silenciamiento de doble muerte. El arrodillamiento íntimo de la conciencia del periodista. El acallamiento<br />
de quienes han sido arrojados a las cunetas de la historia. La canalla elaboración de lo que el poeta<br />
Antonio Orihuela (escritura la de Antonio tan cercana a ésta de Alicia Martínez) llamaría “la falsa palabra”.<br />
Los regímenes invisibles de la reclusión. Las maneras con que un hombre, paulatinamente, se convierte<br />
en un impostor... Contra el nihilismo de nuestro tiempo se levantan estos poemas. Lo hacen con<br />
veracidad y sólo por esto ya se merecen nuestro estremecimiento. Desde las profundidades de un sistema<br />
caníbal, desde las gargantas de este modelo de desarrollo contra el ser humano...”<br />
Soy la que mancilla las palabras<br />
La que escucha el viento,<br />
el tráfico, las sirenas y los llantos<br />
mientras tú hablas<br />
desnuda tu sangre<br />
a jirones el asfalto<br />
Soy aquella que imprime versos en versalita<br />
que cierra los ojos<br />
transcribe mentira y gorda<br />
Mira hacia atrás/ cuello roto
Ahora, en las ruinas de tu calle, compongo un edificio enfermo<br />
y grito, como diría el poeta: I’m a fucking journalist.<br />
…<br />
RÉQUIEM por los trabajadores<br />
Huestes de ángeles imperiofollados<br />
recogen a los trabajadores del mundo<br />
se arrojan tierra a los ojos<br />
Hoy se firma el Acta de Defunción del siglo XX<br />
No voy a hablar. Lo prometo<br />
No gritaré<br />
No levantaré banderas<br />
ni haré sonar trompetas de guerra<br />
No volveré a llamarles camarada<br />
ni siquiera compañera<br />
¿Qué acaso compartimos el pan<br />
Ya no hay nada que decir<br />
Puta me entrego.<br />
Mis manos. Mis hombros.<br />
Mis piernas.<br />
Mi cabeza. Mi sexo<br />
Yo ya no soy yo.<br />
Soy tu mano de obra...<br />
Hazme lo que quieras<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 113 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 114 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
ACUSE DE RECIBO<br />
El arte productor de conocimiento<br />
Desde una perspectiva althusseriana, “el conocimiento, incluido el del arte, es producción”,<br />
pero es que, además, la práctica artística es una “práctica de prácticas” o, mejor,<br />
“una práctica entre prácticas”, sean estas la práctica política, la economía, la historia o<br />
la filosofía. Todo producto artístico es, así, un “objeto complejo”, tanto por su ejecución,<br />
como por las implicaciones derivadas de su recepción; esto es, un objeto histórico<br />
en la Historia. Aunque, si “la obra está hecha de Historia”, la Historia “está hecha,<br />
entre otras cosas, de obras que toman posición en sus conflictos” (descontada la “materialidad<br />
irreductible” de las mismas). De ahí que tanto para Althusser, como para<br />
Macherey, el conocimiento de cualquier producto artístico conduce a la explicitación<br />
de la “distancia interior” que lo fundamenta, por encima de la conciencia o de la voluntad<br />
del artista. “Distancia interior” que proviene sobre todo de la confrontación de dos<br />
temporalidades opuestas, y de sus correspondientes espacios: que proponen irremediablemente<br />
dos planos de lectura y de recepción en conflicto: el plano histórico y<br />
social (o materialista), y el plano de la “conciencia interior”, ligado al prejuicio idealista<br />
de la “condición humana” (o humanista). Por lo que “explicar la pugna entre las<br />
diferentes lecturas es, entonces, un modo de explicar la obra, ya que la contradicción<br />
entre lecturas no es sino efecto de la contradicción interna a la propia obra…” Y esa<br />
pugna es constitutiva inevitablemente –desde sus dos materialidades irreductiblemente<br />
diferentes–, tanto de Elegía en Portbou, de Antonio Crespo Massieu, como de Menú del<br />
día… a día, de Gsús Bonilla. Pero es que, además, en los dos casos, esas dos temporalidades,<br />
esas dos lecturas, la personal, del sujeto que se expresa (al escribir o al leer), y<br />
la histórica, la de las causas materiales que se expresan a su través (al escribir y al leer),<br />
forman parte programática (ab initio) de ambos textos.<br />
Elegía en Portbou, de Antonio Crespo Massieu<br />
(Bartleby Editores, 2011. 179 págs.)<br />
Libro de calado y amplitud poco corriente, en el que va “más de medio<br />
siglo de derrotas y esperanzas. En el dolor, sin duda. Pero también en<br />
los actos de bondad y de resistencia. El poema es espacio de acogida,<br />
de salvación de tanta vida aniquilada. En su afán de totalidad pretende<br />
ser testamento personal y colectivo, levantar acta de una biografía y de<br />
un espacio histórico: el que va desde la derrota del 39 hasta el final de<br />
la dictadura y nuestro mismo presente”… “Crespo Massieu rescata las<br />
voces perdidas, los nombres olvidados, mediata acerca de la vida y la<br />
muerte y nos sitúa ante la indecible belleza que se contempla desde el<br />
blanco cementerio de Portbou.”
He aquí su arranque:<br />
¿A PARTIR DE CUÁNDO<br />
¿A partir de cuándo el ángel, el pájaro,<br />
desde cuándo la herida, el canto, lo quebrado,<br />
el asombro, la suave permanencia, la luz,<br />
desde cuándo la música, su ingrávido descenso,<br />
la claridad bañando el mundo, la palabra<br />
escalando la noche, vaticinando gira que gira<br />
el gozne, lo entreabierto, la cadera herida, la piel<br />
marcada, lo que rodea y abraza, lo circunciso,<br />
la agrietada fidelidad, la fraterna constancia<br />
de lo que contemplan los contemplados,<br />
a partir de cuándo el silencio y sus sombras,<br />
desde qué tiempo sin tiempo horada renuncias,<br />
enumera traiciones, olvidos, cuándo<br />
Quién escuchó el pájaro, la luz, la carne,<br />
quién la dijo, desde dónde la inventó, la bautizó<br />
y sacralizó el instante, lo venidero como esperanza,<br />
un sueño terso que adivina lo posible, lo nunca acaecido<br />
y sin embargo siempre preguntado indagado<br />
en temblor, hueco, cuenco de vigilia, descenso, regreso.<br />
¿A partir de cuándo el pájaro, la luz<br />
¿desde cuándo el cazador, el oscuro silencio<br />
¿a partir de cuándo<br />
Cuando llegó el verbo y fue sangre, boca, saliva,<br />
cuando pobló, nombró, dijo, permaneció.<br />
Mas ¿cuándo llegó el verbo<br />
¿cuándo el pájaro y su canto<br />
¿a partir de cuándo el canto<br />
¿cuándo su renuncia<br />
Menú del día… a día, de Gsús Bonilla<br />
(Baile el Sol, 201. 79 págs.)<br />
“… No debí haber parado aquí... pero suerte la mía, de encontrar un sitio<br />
donde hacerlo; y qué mejor que en este lugar alejado de todo... aunque el<br />
olor que desprende me huele a uno de esos lugares a los que le avalan la<br />
trayectoria de los años, de esos que alcanzan la cúspide por méritos propios;<br />
así es esta casa de comidas, con menú del día y un cartel luminiscente,<br />
ahora apagado, y que reza: POESíA; un lugar donde los supuestos<br />
buenos hábitos se van heredando de padres perpetuos a sus hijos de<br />
nunca. Aún así, no consigue reconciliarme con el trato rancio, y que es a<br />
la par cordial, de quienes lo regentan; de quienes están de paso, como yo,<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 115 ANÁLISIS / RESEÑAS
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 116 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
que sigo buscando la esencia y la razón de ser de la sencillez…” Escribe, sin embargo, el propio Gsús<br />
Bonilla en su contraportada.<br />
He aquí un par de ejemplos:<br />
NUDO EN LA GARGANTA<br />
ya es hora<br />
de que vaya reventando<br />
la primavera;<br />
de hecho, los peligros reales<br />
están en flor.<br />
con el buen tiempo<br />
hay quien no duda<br />
en sacar a pasear a los leones.<br />
te preguntas<br />
si te será más útil<br />
ante tus ojos<br />
tienes un bucólico jardín<br />
y en tu garganta<br />
dificultad<br />
REVOLUCIONARIOS<br />
para Marcos Ana, hombre vivo<br />
hablando de rojos –deduzco–<br />
que les abrieron el pecho<br />
les extirparon el corazón,<br />
y aún así,<br />
¿viste ¡qué hijos de puta!<br />
siguen latiendo.<br />
quedarte inmóvil.<br />
para tragar.<br />
…<br />
¿quién ha de helarte, flor de sangre, dime<br />
ANTONIO MACHADO
¿ES POSIBLE EL CAPITALISMO SOSTENIBLE<br />
Introducción<br />
Hay pocas expresiones tan ambiguas como las de “ca -<br />
pitalismo sostenible” y otros conceptos asociados, tales<br />
como “agricultura sostenible”, “uso sostenible de<br />
la energía y los recursos” y “desarrollo soste ni ble”.<br />
Esta ambigüedad recorre la mayor parte de los principales<br />
discursos contemporáneos sobre la economía<br />
y el ambiente: informes gubernamentales y de las<br />
Naciones Unidas; investigaciones académicas; periodismo<br />
popular y pensamiento político “verde”. Esto<br />
lleva a muchas personas a hablar y escribir acerca de<br />
la “sostenibilidad”: la palabra puede ser utilizada para<br />
significar casi cualquier cosa que uno desee, lo que<br />
constituye parte de su atractivo.<br />
“Capitalismo sostenible” tiene una connotación a<br />
la vez práctica y moral. ¿Existe acaso alguien en su<br />
sano juicio que pueda oponerse a la “sostenibilidad”<br />
El significado más elemental de “sostener” es “apoyar”,<br />
“mantener el curso”, o “preservar un estado de<br />
cosas”. ¿Qué gerente corporativo, ministro de finanzas<br />
o funcionario internacional a cargo de la preservación<br />
del capital y de su acumulación ampliada rechazaría<br />
asumir como propio este significado Otro significado<br />
es el de “proveer de alimento y bebida, o de<br />
medios de vida”. ¿Qué trabajador urbano mal pagado,<br />
o qué campesino sin tierra rechazaría este significado<br />
Y otra definición es la de “persistir sin ceder”.<br />
¿Qué pequeño agricultor o empresario no se resiste a<br />
“ceder” ante los impulsos expansionistas del gran capital<br />
o del esta-do, enorgulleciéndose por su “persistencia”<br />
Estamos en presencia de una lucha a escala mundial<br />
por determinar cómo serán definidos y utilizados<br />
el “desarrollo sostenible” o el “capitalismo sostenible”<br />
en el discurso sobre la riqueza de las naciones.<br />
Esto quiere decir que la “sostenibilidad” es una cuestión<br />
ideológica y política, antes que un problema ecológico<br />
y económico.<br />
El análisis que se hace aquí utiliza el término “sostener”<br />
en los tres sentidos indicados: “sostener el curso”<br />
de la acumulación capitalista a escala global;<br />
James O’Connor*<br />
“proporcionar medios de vida” a los pueblos del<br />
mundo, y “sostenerse sin ceder” por parte de aquellos<br />
cuyas formas de vida están siendo subvertidas<br />
por las relaciones salariales y mercantiles. En esta<br />
perspectiva, el problema del capitalismo sostenible se<br />
refiere en parte a la posibilidad -o no- de que la sostenibilidad<br />
definida de estas tres maneras pueda ser alcanzada,<br />
y a cómo podría lograrse tal cosa.<br />
Existe un cuarto sentido para “sostener”: el que se<br />
refiere a la “sostenibilidad ecológica”, aún cuando es<br />
escaso el acuerdo entre los científicos de la ecología<br />
respecto al significado preciso de esta expresión. Por<br />
ejemplo, la biodiversidad o la “salud del planeta” rara<br />
vez son problematizadas en términos de la ciencia<br />
ecológica y de las ideologías subyacentes a esta ciencia,<br />
como tampoco ocurre con la expresión “crisis<br />
ecológica”, tan ampliamente utilizada por escritores<br />
populares sin el beneficio de una definición precisa.<br />
Los ecólogos de poblaciones y los biólogos de la<br />
conservación correlacionan por lo general cambios en<br />
la población de una determinada especie, cambios en<br />
la “capacidad de carga”, definida de manera estrecha<br />
en términos de las necesidades de esa especie, y algún<br />
coeficiente que mide la relación entre la especie y la<br />
capacidad de carga en cuestión por un lado, y el resto<br />
del ecosistema del que esa especie podría depender<br />
por el otro. Todos estos términos poseen alguna capacidad<br />
explicativa. Sin embargo, tal multiplicidad de<br />
determinantes implica que no existe forma evidente<br />
de saber con certeza si las amenazas a una especie<br />
pro-vienen de ella misma, por así decirlo, o de transformaciones<br />
en el conjunto del ecosistema debido,<br />
por ejemplo, a la intrusión de otras especies. Si esto es<br />
así, hablar acerca de la “sostenibilidad” de especies en<br />
particular puede resultar menos preciso de lo que parecía<br />
a primera vista, y el concepto de “crisis ambiental”<br />
puede resultar más problemático.<br />
Estas ambigüedades se acentúan cuando los ecólogos<br />
o los Verdes combinan las dimensiones social y<br />
económica con la biofísica, y debaten acerca de la<br />
“sostenibilidad” de ecosistemas o regiones enteras.<br />
En la región de la bahía de Monterrey, California, por<br />
* Traducción realizada por el Profesor Guillermo Castro Herrera. James O’Connor es Profesor de la Universidad de California. Editor<br />
de la revista Capitalism, nature, socialism.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 117 UN CLÁSICO, UN REGALO
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 118 UN CLÁSICO, UN REGALO<br />
ejemplo, la excesiva extracción de aguas subterráneas<br />
ha hecho disminuir el nivel de los acuíferos, ocasionando<br />
salinización debido al agua de mar, lo que a su<br />
vez amenaza la viabilidad de la agricultura.<br />
¿Constituye esto una “crisis”<br />
En términos económicos no, si la región importa<br />
agua. De hecho, el agua importada puede insuflar<br />
nueva vida a la agricultura local y al desarrollo industrial,<br />
comercial y residencial. “Agricultura sostenible”<br />
significa una cosa desde una perspectiva biorregional<br />
estricta, y otra si la perspectiva es ampliada para incluir<br />
a otras biorregiones. En este caso particular, el<br />
debate en torno al agua tiene que ver menos con la<br />
“sostenibilidad” del capital agrícola local y de la calidad<br />
del agua, y más con normas de juicio relativas al<br />
tipo de comunidad y de cultura que los habitantes de<br />
la región desean tener: en el caso de Pajaro Valley, por<br />
ejemplo, se trata de escoger entre preservar su actual<br />
sabor mexicano, o abrirlo más a la población trabajadora<br />
de Silicon Valley, al otro lado de la cordillera<br />
litoral.<br />
Si se define “sostener” de estas cuatro maneras, la<br />
respuesta breve a la pregunta “¿es posible el capitalismo<br />
sostenible” es “no”, y la larga es “probablemente<br />
no”. El capitalismo tiende a la autodestrucción y a<br />
la crisis; la economía mundial crea una mayor cantidad<br />
de hambrientos, de pobres y de miserables; no se<br />
puede esperar que las masas de campesinos y trabajadores<br />
soporten la crisis indefinidamente y, como<br />
quiera que se defina la “sostenibilidad”, la naturaleza<br />
está siendo atacada en todas partes.<br />
En este artículo se examina alguna evidencia relativa<br />
al problema del “capitalismo sostenible”, haciendo<br />
énfasis en algunos de los diferentes conceptos de<br />
“sostenibilidad” planteados por los Verdes y por el<br />
sector empresarial. Ofrecemos un breve recuento de<br />
las condiciones de sostenibilidad económica (o de<br />
rentabilidad y acumulación), para discutir enseguida<br />
la “primera” contradicción del capitalismo -o contradicción<br />
“interna”-, y la naturaleza de la acumulación<br />
capitalista, cargada de episodios de crisis y dependiente<br />
de las crisis. A esto se agrega un breve examen<br />
del proceso de formación de una crisis mundial en la<br />
década de 1980, y se plantea que las perspectivas de<br />
una gestión económica global son tan endebles como<br />
las de una regulación ambiental global.<br />
A partir de lo anterior, se aborda otro problema en<br />
apariencia insoluble para el capitalismo: la “segunda”<br />
contradicción, esto es, la reducción de las “ganancias<br />
marginales” generada por la contradicción entre el<br />
capital y la naturaleza (y otras condiciones de producción),<br />
asociada a los efectos económicos adversos<br />
para el capital que surgen del ambientalismo y otros<br />
movimientos sociales. Des-de aquí se discuten las formas<br />
mediante las cuales el capitalismo intenta enfrentar<br />
estas crisis. La capacidad del capital para enfrentar<br />
con éxito tanto la “primera” como la “segunda” contradicción<br />
es limitada, debido a la naturaleza del estado<br />
liberal democrático y del propio capital. Se subraya<br />
lo incierto de las consecuencias políticas -y por tanto<br />
económicas y ecológicas- de una depresión eco-nómica<br />
generalizada. Por último, tras un breve examen<br />
de las condiciones ambientales en los países pobres<br />
(el Sur), se delinean algunas conclusiones sobre las<br />
posibilidades de movimientos ambientalistas sociales<br />
y políticos radicales, o “verdes rojos”. Si bien se plantea<br />
que las perspectivas para alguna clase de “socialismo<br />
ecológico” no son buenas, las de un “capitalismo<br />
sostenible” pueden ser aun más remotas.<br />
La política ambiental y el discurso de la sostenibilidad<br />
La evidencia favorece la idea de que el capitalismo no<br />
es sostenible desde el punto de vista ecológico, a pesar<br />
de la reciente avalancha de charlas sobre “productos<br />
verdes”, “consumo verde”, “forestería selectiva”,<br />
“agricultura baja en insumos” y demás. Du ran te la<br />
campaña por la presidencia de 1992, ninguno de los<br />
tres candidatos principales hizo del “ambiente” un tema<br />
relevante. A partir de la victoria de Bill Clinton, el<br />
nuevo gobierno de los Estados Uni dos ha aceptado<br />
compromisos en temas que van desde el uso de tierras<br />
federales para pastoreo hasta la tala de bosques<br />
antiguos y la lucha contra la contaminación, abandonando<br />
a menudo métodos de con trol de la contaminación<br />
de eficacia ya probada a favor de “soluciones<br />
de mercado”.<br />
Los gobiernos estatales y locales desdeñan el ambiente<br />
en su competencia por atraer capital escaso. En<br />
la legislación federal, se hace más estrecha la definición<br />
de “humedales”, al igual que la de “especies en<br />
peligro”. La salud ocupacional y la preservación de la<br />
seguridad laboral son saboteadas. Se mercantilizan<br />
más los parques nacionales y estatales en la medida<br />
en que los gerentes buscan maneras de obtener beneficios.<br />
Mientras la industria nuclear se encuentra momentáneamente<br />
estancada, algunas industrias de<br />
bienes de capital, como la del papel y la pulpa, han<br />
empezado a instalar tecnologías más limpias; la agricultura<br />
orgánica se ha visto beneficiada por un aumento<br />
del interés de los consumidores en productos<br />
libres de pesticidas; la mayoría de los dirigentes sindicales<br />
se oponen o son indiferentes a las demandas<br />
planteadas por los ambientalistas; y las grandes organizaciones<br />
ambientalistas tradicionales (con dos o tres<br />
notables excepciones) están más dispuestas a comprometer<br />
sus posturas en nombre del “crecimiento<br />
económico”.<br />
En la mayor parte de los países, los partidos verdes<br />
siguen siendo pequeños o comprometen sus posiciones<br />
en la política local o nacional. En Europa, el
ambiente no figura entre las preocupaciones de los<br />
burócratas que dirigen la pode-rosa Comisión Euro -<br />
pea, a pesar de la representación de los Verdes en el<br />
Parlamento Europeo. Los acuerdos internacionales<br />
sobre el desgaste de la capa de ozono son débiles, y en<br />
materia de calentamiento global son meramente simbólicos.<br />
Los acuerdos relativos a la protección de los “bienes<br />
comunitarios” del mundo -cuencas, bosques, ríos,<br />
lagos, costas, océanos y calidad del aire- suelen ser<br />
honrados en lo fundamental. La caza de ballenas puede<br />
reiniciarse, y en todas partes los pescadores demandan<br />
agotar la riqueza del mar. El petróleo tiene<br />
más importancia que nunca como riqueza económica<br />
y poder nacional. Las empresas energéticas y mineras<br />
(que a menudo son las mismas) se encaminan a la explotación<br />
masiva de mayores cantidades de recursos<br />
minerales, desde Wisconsin hasta Siberia.<br />
En el Sur, muchos gobiernos están más que dispuestos<br />
a vender sus derechos de primogenitura a las<br />
corporaciones transnacionales en nombre del “de -<br />
sarrollo”, a menudo bajo la presión de grandes deudas<br />
externas, mientras las grandes masas de campesinos<br />
sin tierra y de pequeños propietarios rurales, y los<br />
pobres de las ciudades, se ven forzados a saquear y<br />
agotar recursos y a contaminar el agua y el aire respectivamente,<br />
tan sólo para sobrevivir. Los expedientes<br />
ambientales de los “tigres” asiáticos, los “cachorros”<br />
del Sudeste de Asia, y de México, Brasil y<br />
otros centros de crecimiento latinoamericanos, no son<br />
muy estimulantes.<br />
Hablando en términos prácticos, un paso necesario<br />
hacia el capitalismo sostenible -definido de una u<br />
otra manera como “ecológicamente racional o sagaz”-<br />
consistiría en presupuestos nacionales que obli garan<br />
a pagar impuestos elevados sobre insumos de materias<br />
primas (por ejemplo carbón, petróleo, nitrógeno)<br />
y sobre ciertos productos (automóviles, productos<br />
plásticos, envases desechables), complementados con<br />
una política de etiqueta verde que eximiría de impuestos<br />
a los productos genuinamente verdes (definidos<br />
según su bajo impacto ecológico en cada etapa del<br />
proceso de producción, distribución y consumo).<br />
Otro paso consistiría en políticas nacionales de<br />
gasto que subsidien masiva-mente a la energía solar y<br />
a otras fuentes alternativas y benignas de energía; la<br />
investigación tecnológica encaminada a eliminar productos<br />
químicos tóxicos y otras sustancias en su fuente<br />
de origen; innovaciones en materia de tránsito masivo,<br />
salud ocupacional y seguridad laboral, y procedimientos<br />
de control y cumplimiento en los ámbitos<br />
nacional, regional y comunal; y una redefinición y reorientación<br />
generales de las prioridades en materia de<br />
ciencia y tecnología. Este tipo de presupuesto verde -<br />
con los cambios apropiados en los métodos de cálculo<br />
del ingreso nacional- no está siendo desarrollado<br />
en ninguna parte del mundo, salvo en el papel por<br />
parte de un pequeño grupo de economistas y activistas<br />
verdes.<br />
A nivel del discurso sobre la “sostenibilidad”, las<br />
perspectivas para un capitalismo ecológicamente sagaz,<br />
que los Verdes puedan reconocer como tal, parecen<br />
problemáticas en el mejor de los casos. De hecho,<br />
tras una aparente convergencia de vocabulario, existe<br />
un desencuentro o brecha entre el discurso verde y el<br />
capitalista, enfrentados en un diálogo de sordos.<br />
Un problema consiste en que el discurso de buena<br />
parte del movimiento ambientalista cuenta con el<br />
apoyo de capitales que buscan reverdecerse a sí mismos<br />
o, al menos, mostrar una imagen pública verde.<br />
Este discurso aspira a encontrar vías que lleven a las<br />
corporaciones a reformar sus prácticas económicas,<br />
haciéndolas compatibles con la sostenibilidad de los<br />
bosques y su biodiversidad, la calidad del agua, la<br />
preservación de la vida silvestre, las condiciones atmosféricas,<br />
y demás. Aquí, la atención se concentra en<br />
los procesos de producción, la tecnología, el reciclaje<br />
y la reutilización y la eficiencia energética, así como en<br />
problemas de carácter más general, relacionados con<br />
la estructura del consumo, el financiamiento, el mercadeo<br />
y la organización corporativa. Por ejemplo, el<br />
World Resources Institute, de orien ta ción reformista,<br />
planteó hace poco que la sostenibilidad presupone<br />
“una transformación sin precedentes” de la tecnología.<br />
Para los Verdes reformistas, por tanto, el problema<br />
consiste en cómo rehacer el capital en términos<br />
adecuados a la sostenibilidad de la naturaleza.<br />
En las salas de reunión de las corporaciones, sin<br />
embargo, el problema se discute en otros términos. En<br />
un nivel superficial, el problema simplemente consiste<br />
en cómo presentar una imagen verde verosímil a<br />
los consumidores y al público -por ejemplo, la industria<br />
química norteamericana planeó gastar diez millones<br />
de dólares en 1992 para presentarse a sí misma<br />
como ambientalmente razonable y amistosa (New<br />
York Times, 12/8/1992). Se trata también de cómo reformar<br />
la producción de modo que se ahorren energía y<br />
materias primas, lo que constituye un problema esencialmente<br />
económico. Lejos de ser un problema para<br />
el capital en su conjunto, la eficiencia en el uso de la<br />
energía y de los materiales durante un período de<br />
lento crecimiento es económicamente deseable, y quizás<br />
lo sea también en lo ecológico. Para citar un caso,<br />
el 75% del aluminio producido por empresas nortea -<br />
me ricanas proviene de envases y otros productos reciclados.<br />
Otro caso es el de nuevas prácticas en la industria<br />
de la madera, que produce postes y vigas a<br />
partir de árboles demasiado pequeños para ser convertidos<br />
en tablas, utilizando así lo que de otra manera<br />
sería un desecho. Del mismo modo, la retórica del<br />
“reciclaje” y los precios (selectivos) pueden ser utilizados<br />
para facilitar nuevas olas de obsolescencia plani-<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 119 UN CLÁSICO, UN REGALO
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 120 UN CLÁSICO, UN REGALO<br />
ficada bajo el estandarte de la amistad hacia el ambiente<br />
-legitimando así el consumismo y preservando<br />
la rentabilidad.<br />
Sin embargo, a un nivel más profundo, las corporaciones<br />
construyen el problema ambiental de un modo<br />
que resulta el extremo opuesto de lo que los<br />
Verdes suelen pensar acerca de la reforma. Se trata,<br />
aquí, del problema de rehacer la naturaleza de maneras<br />
consistentes con la rentabilidad sostenible y la<br />
acumulación de capital. “Rehacer la naturaleza” significa<br />
mayor acceso al medio natural, como “fuente”<br />
y como “vertedero”, lo cual tiene dimensiones políticas<br />
e ideológicas, así como económicas y ecológicas:<br />
por ejemplo, el asalto a las formas de vi-da de los pueblos<br />
indígenas.<br />
“Rehacer la naturaleza” también significa volverla<br />
a trabajar o reinventarla, lo cual plantea aspectos po -<br />
lí ticos e ideológicos de importancia. Los ejemplos incluyen<br />
“plantaciones industriales maduras” de pino<br />
y abeto en el sureste y el noroeste de los Estados<br />
Unidos -un monocultivo que ha sido llamado “el<br />
equi valente forestal del ambiente urbano de edificación<br />
en altura” (Goldsmith, 1991: 94) 1 ; la alteración<br />
genética de alimentos para reemplazar las pérdidas<br />
de cosechas y aumentar el rendimiento de la tierra 2 ;<br />
microorganismos utilizados en la industria de los<br />
semiconductores para que “coman” desechos tóxicos,<br />
y plantas alteradas que limpian el suelo contaminado<br />
con plomo y otros metales. Cada uno de estos ejemplos,<br />
sin embargo, plantea sus propios peligros: la<br />
plan tación forestal destruye la diversidad biológica,<br />
mientas los cambios genéticos en los alimentos y el<br />
uso de microorganismos para reducir costos contienen<br />
peligros biológicos desconocidos.<br />
Aquí entramos en un mundo en el que el capital no<br />
se limita a apropiarse de la naturaleza, para convertirla<br />
en mercancías que funcionan como elementos del<br />
capital constante y del variable (para utilizar categorías<br />
marxistas). Se trata más bien de un mundo en el que<br />
el capital rehace a la naturaleza y a sus productos biológica<br />
y físicamente (y política e ideológicamente) a su<br />
propia imagen y semejanza 3 . Una naturaleza precapitalista<br />
o semicapitalista es transformada en una naturaleza<br />
específicamente capitalista. Y así como el movimiento<br />
de los trabajadores impone al capital la necesidad<br />
de pasar de un modo de producción de valor basa-do<br />
en la plusvalía absoluta a otro de plusvalía relativa<br />
-por ejemplo, pasando de la ampliación de la jornada<br />
de trabajo a la reducción del costo de los salarios-<br />
, el movimiento verde puede estar forzando al capital<br />
a poner fin a su primitiva explotación de la naturaleza<br />
precapitalista, rehaciendo la naturaleza a la imagen<br />
del capital -también para disminuir los costos del ca -<br />
pital, en especial los de reproducción de la fuerza de<br />
trabajo (o el costo de los salarios).<br />
Visto de esta manera, en algún momento del futuro<br />
la naturaleza se tornará irreconocible como tal, o<br />
como la percibe la mayoría de las personas. Será, más<br />
bien, una naturaleza física tratada como si estuviera<br />
regida por la ley del valor y el proceso de acumulación<br />
capitalista mediante crisis económicas, como la<br />
producción de lápices o de comida rápida. La teoría<br />
del discurso tendrá mucho que decir, en ese momento,<br />
acerca del problema de la sostenibilidad, tal como<br />
lo hacen hoy la economía política y la ciencia ecológica.<br />
La razón consiste en que el proyecto capitalista de<br />
rehacer la naturaleza, aún en su infancia, es también<br />
un proyecto encaminado a rehacer (según parece) la<br />
ciencia y la tecnología a imagen del capital. Lo que esta<br />
imagen sea o llegue a ser dependerá de complejos<br />
problemas de representación, imágenes de la naturaleza,<br />
y de problemas de solidaridad social, legitimación<br />
y poder dentro de las comunidades científicas y<br />
universitarias.<br />
Crisis de demanda: expansión y consumo<br />
Una respuesta sistemática a la pregunta sobre la posibilidad<br />
de un capitalismo sostenible es: “no, a menos<br />
y hasta que el capital cambie su rostro de manera que<br />
pudieran tornarlo irreconocible para los banqueros,<br />
los gerentes de finanzas, los inversionistas de riesgo y<br />
los gerentes generales que se miran al espejo hoy”. La<br />
justificación de esta afirmación, ampliamente negada<br />
por políticos nacionales y por voceros de las grandes<br />
corporaciones, exige un breve recuento del funcionamiento<br />
del capitalismo, por qué funciona cuando lo<br />
hace, y por qué no funciona cuando no lo hace.<br />
1 (Goldsmith, 1991: 94). La mayor parte de la madera en los Estados Unidos es producida en plantaciones industriales.<br />
2 El trigo ha sido alterado genéticamente por la Universidad de la Florida y la Compañía Monsanto para incrementar los rendimientos.<br />
Para ello, se introdujo en el trigo un gen externo, que produce una enzima que hace a muchos herbicidas inofensivos para la<br />
planta. Todos los cultivos -maíz, arroz, soja y otros alimentos, incluyendo una papa que mata a su propio parásito, el escarabajo de<br />
la papa de Colorado, al emitir una proteína fatal para el insecto- ya han si-do genéticamente alterados. Por supuesto, el gen introducido<br />
en el trigo es un secreto comercial (New York Times, 28/5/1992).<br />
3 No se trata ya únicamente de que el capital se apropie de lo que se encuentra en la naturaleza, para descomponerlo y recombinar<br />
sus elementos en una mercancía, sino más bien de crear algo que antes no existía. Estoy consciente de que no existe una línea divisoria<br />
clara entre ambas cosas pero, aun así, existe una diferencia cualitativa que se hace evidente al comparar los extremos.
Hasta el surgimiento de la economía ecológica -la<br />
cual, aunque cuenta con precursores desde hace más<br />
de un siglo, aún tiene una presencia apenas marginal<br />
en la profesión-, los economistas debatían la sostenibilidad<br />
del capitalismo en términos puramente económicos,<br />
como capital de inversión, inversión y consumo,<br />
ganancias y salarios, costos y precios. En los<br />
modelos de crecimiento económico, el mundo físico o<br />
material aparecía sobre todo de dos maneras: primero,<br />
en forma de la teoría de la localización y la renta;<br />
segundo, bajo el concepto de “acelerador”, o de la<br />
cantidad de producto físico que la nueva capacidad<br />
productiva podría generar (por ejemplo, a una determinada<br />
tasa de uso, se necesitan tantas máquinas<br />
para producir tantos refrigeradores).<br />
Desde un punto de vista económico, el capitalismo<br />
sostenible debe ser necesariamente un capitalismo<br />
en expansión, y como tal debe ser representado.<br />
Una economía capitalista basada en lo que Marx llamaba<br />
“reproducción simple” y lo que muchos Ver des<br />
llaman “mantenimiento” es una total imposibilidad -<br />
salvo en lo relativo a la fuerza de trabajo de man -<br />
tenimiento doméstico, que no recibe paga, y al trabajo<br />
asalariado organizado por el estado. Las ga nancias<br />
que ofrece el mantenimiento son mínimas, o no existen;<br />
la sostenibilidad capitalista depende de la acumulación<br />
y las ganancias. Una tasa general positiva<br />
de ganancia significa crecimiento del producto total<br />
(“producto nacional bruto”, según lo miden los sistemas<br />
capitalistas de contabilidad).<br />
La ganancia, por ejemplo, es el medio de expansión<br />
de nuevas inversiones y tecnologías. La ganancia<br />
también funciona como un incentivo a la expansión.<br />
La ganancia y el crecimiento, por tanto, mantienen<br />
una relación de medios y fines, contenido y contexto,<br />
y el gerente financiero promedio no se preocupa en<br />
realidad por la diferencia entre ambos. Si bien existen<br />
muchas variantes de la teoría del crecimiento<br />
económico, todas presuponen que el capitalismo no<br />
puede permanecer inmóvil, que el sistema debe expandirse<br />
o contraerse o, en otras palabras, que alienta<br />
las crisis tanto como depende de ellas y que, en última<br />
instancia, debe “acumular o morir”, según lo dijera<br />
Marx 4 .<br />
En el modelo más sencillo (e ingenuo) del capitalismo,<br />
la tasa de crecimiento o tasa de acumulación de<br />
capital depende de la tasa de ganancia 5 . A mayor tasa<br />
de ganancia (mientras todo lo demás permanece<br />
igual), más sostenible es el capitalismo. Una tasa de<br />
ganancia negativa genera problemas económicos: al<br />
menos una recesión, y en el peor de los casos una crisis<br />
general, deflación de los valores del capital, y una<br />
depresión. En este modelo, cualquier persona o situación<br />
que interfiera con las ganancias, la nueva inversión<br />
y la expansión de los mercados amenaza la sostenibilidad<br />
del sistema al crear el riesgo de una crisis<br />
económica de consecuencias económicas, sociales y<br />
políticas desconocidas e inimaginables.<br />
En la teoría marxista tradicional, el capital es el peor<br />
enemigo de sí mismo. El capital pone en riesgo su<br />
propia sostenibilidad debido a lo que Marx llamó la<br />
“contradicción entre la producción social y la apropiación<br />
privada”. Una interpretación de esta con -<br />
tradicción es la de que mientras mayor sea el poder<br />
del gran capital sobre los trabajadores, mayor será la<br />
explotación del trabajo (o la tasa de plusvalía), y mayores<br />
serán las ganancias potenciales producidas. Sin<br />
embargo, por esta misma razón también serán may-<br />
4 Todas las teorías del crecimiento presuponen ciertas relaciones entre la economía “verdadera” y la del dinero, la producción física<br />
y los ingresos, y los incrementos en la inversión y el consumo de bienes, por un lado, y las ganancias y salarios, por el otro. Las desproporciones<br />
entre las tasas de inversión y consumo, y de ganancias y salarios, pueden ocasionar problemas económicos (“crisis<br />
de desproporcionalidad”). El principal tipo de crisis inherente al capitalismo, sin embargo, es la “crisis de realización”. Los marxistas<br />
perciben las crisis como inherentes al capitalismo. Sin embargo, el sistema sólo es dependiente de las crisis en el sentido de<br />
que la crisis obliga a la reducción de cos-tos, la “reestructuración”, los despidos masivos y otros cambios que hacen al sistema más<br />
“eficiente”, esto es, más rentable. Marx escribió que “el capital se acumula mediante las crisis”, indicando que las crisis constituyen<br />
oportunidades tanto para la liquidación de algunos capitales como para la aparición de nuevos capitales y la reorganización<br />
de viejos capitales; esto, sin mencionar la difusión de tecnología nueva y más “eficiente” en el sistema (como la informática). Antes<br />
del desarrollo de la economía ecológica, el problema de definir con precisión qué es el crecimiento era generalmente desdeñado.<br />
Hoy, muchos economistas están dispuestos a admitir que el crecimiento no sólo incluye algún vector de producción (bienes, servicios,<br />
incremento de inventa-rios de bienes duraderos) sino, además, la generación de “desechos” y el in-cremento de los inventarios<br />
de desechos duraderos. Esto complica aún más un sistema de contabilidad de ingresos ya de por sí complejo y arbitrario.<br />
5 “De la manera más sencilla” en parte debido a que, si bien existe una tendencia general que lleva a las tasas de ganancia de diferentes<br />
industrias a ser comparables en términos muy generales (a través del movimiento del capital desde los sectores de baja rentabilidad<br />
hacia los de rentabilidad elevada), las tasas de ganancia varían mucho entre una industria y otra, e incluso entre una y<br />
otra unidad de capital. Existen muchas razones para esto, entre las cuales (y cabe considerarla la más importante) está la de que<br />
los grandes capitales no sólo se apropian de ganancias mayores -definidas en términos absolutos o totales- que las que corresponden<br />
a los pequeños capitales, sino además a que los grandes “obtienen” una tasa de ganancia mayor que la de los pequeños. Esto<br />
se debe a que normalmente los capitales pequeños no pueden competir con los grandes, mientras los grandes sí pueden competir<br />
con los pequeños, y entre sí.<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 121 UN CLÁSICO, UN REGALO
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 122 UN CLÁSICO, UN REGALO<br />
ores las dificultades para realizar estas ganancias potenciales<br />
en el mercado, o para vender bienes a precios<br />
que reflejen los costos de producción más la tasa<br />
promedio de ganancia.<br />
Aquí se identifica la contradicción entre el poder<br />
político del capital y la capacidad de la economía capitalista<br />
para funcionar sin problemas (o, en un caso<br />
límite, simplemente para funcionar). Esta “primera<br />
contradicción del capitalismo” (o “realización” o “cri -<br />
sis de demanda”) plantea que el intento de los capitales<br />
individuales de defender o restablecer sus ganancias<br />
incrementando la productividad del trabajo,<br />
aumentando la rapidez de los procesos productivos,<br />
disminuyen-do los salarios o acudiendo a otras formas<br />
usuales de obtener mayor producción con un<br />
menor número de trabajadores, y pagándoles menos<br />
además, termina por producir, como un efecto no deseado,<br />
una reducción en la demanda final de bienes<br />
de consumo. Una menor cantidad de trabajadores,<br />
técnicos y otras personas vinculadas al proceso de trabajo<br />
produce más y, por tanto, está por definición en<br />
menor capacidad de consumir, descontando una deflación<br />
de los precios. De este modo, mientras mayores<br />
son las ganancias producidas, o la explotación del<br />
trabajo, menores son los beneficios realizados, o demanda<br />
de mercado, si todos los demás factores permanecen<br />
sin cambios. Por supuesto, los demás factores<br />
cambian constantemente: déficits en el presupuesto<br />
gubernamental, crédito hipotecario y de consumo,<br />
préstamos para negocios y una política exterior agresiva<br />
en materia comercial y financiera, entre otras posibilidades,<br />
pueden estimular la demanda para mantener<br />
“sostenible” al capitalismo.<br />
Hoy en día, una economía sostenible presupone<br />
un sistema político y económico global con capacidad<br />
para identificar y regular esta “primera” contradicción<br />
-o contradicción “interna”- del capitalismo. Esto<br />
significa, en primer término y sobre todo, la capacidad<br />
para la regulación macroeconómica a escala global<br />
o, al menos, entre las potencias económicas del<br />
Grupo de los Siete (G7). Se trata, en otros términos, de<br />
un keynesianismo global del tipo instalado en las<br />
principales economías nacionales entre la década de<br />
1950 y fines de la de 1970. Definido de esta manera<br />
práctica e inmediata, el capitalismo mundial podría<br />
resultar mucho menos sostenible de lo que piensan<br />
muchos economistas.<br />
En primer lugar, los sistemas nacionales de regulación<br />
keynesiana se han debilitado o autodestruido<br />
desde fines de la década de 1970. En segundo lugar,<br />
el papel central de los Estados Unidos en la eco no mía<br />
global hasta el período final de la Guerra Fría -como<br />
una suerte de caja registradora del mundo- se acerca<br />
a su fin. Esto significa que, hasta la débil recuperación<br />
de la recesión de 1990-1991, la economía norteamericana<br />
se veía impulsada por el gasto de consumo y el<br />
gasto militar, y por el endeudamiento público y privado.<br />
La recuperación posterior a 1991, sin embargo,<br />
es la primera desde 1876 que se ve encabezada por el<br />
gasto en exportaciones, con el gasto en inversión en<br />
un cercano segundo lugar. Todas las recuperaciones<br />
recientes de Alemania se han apoyado en las exportaciones,<br />
y el gobierno alemán ha declarado que lo mismo<br />
ocurrirá con cualquier recuperación de sus males<br />
presentes. Si Japón se recupera -y cuando lo haga- de<br />
sus actuales problemas económicos, las exportaciones<br />
se incrementarán a un ritmo superior al del consumo<br />
interno, la inversión y el gasto gubernamental. Por último,<br />
todas las llamadas nuevas economías industrializadas<br />
están orientadas a la exportación. Estos hechos<br />
sugieren que en un período en el que un Estados<br />
Unidos consumista no puede absorber los excedentes<br />
de bienes del mundo, será necesaria una gestión macroeconómica<br />
global de tipo keynesiano para evitar<br />
una deflación y una recesión general.<br />
De hecho, existe una especie de macro-gestión, a<br />
cargo de los directores de bancos centrales y de los<br />
ministros de finanzas del G7, el Fondo Monetario In -<br />
ternacional y el Banco para Ajustes Interna cio nales.<br />
Este estado capitalista cuasiglobal, sin embargo, está<br />
en manos del gran capital en general, y del capital financiero<br />
en particular. De aquí que, con la excepción<br />
de los intentos del G7 de disminuir las tasas de interés<br />
y estimular la demanda en países con excedentes de<br />
exportación (especialmente Japón), el estado global<br />
sigue una política antikeynesiana, que obliga a capitales<br />
individuales y a países enteros a recortar costos<br />
e incrementar la eficiencia, y a disminuir el gasto gubernamental,<br />
respectivamente, sin dedicar reflexión<br />
alguna a los efectos de esta política en la sobreproducción<br />
de capital a escala global -del tipo identificado<br />
por Marx hace mucho tiempo ya, por no hablar de los<br />
peligros de guerras comerciales, formas creativas de<br />
trasladar a otros los costos de la ayuda exterior, creciente<br />
deterioro social, bloques regionales de comercio<br />
y desastre ecológico. Dicho de otra manera, no<br />
existe un Parlamento Global que apruebe leyes de salario<br />
mínimo y legislación protectora, ni Ministerios<br />
Mun diales de Trabajo, Bien estar Social y Ambiente, ni<br />
poder legí-timo alguno que difunda el saber económico<br />
keynesiano a escala internacional. En cambio, en<br />
los Estados Unidos por ejemplo, el ex-presidente<br />
George Bush dijo que este país se convertirá en una<br />
“superpotencia exportadora”, y los asesores económicos<br />
del presidente Clin ton aconsejan una política<br />
de exportaciones “cada vez más agresiva”.<br />
Las perspectivas de una regulación global, organizada<br />
en un verdadero espíritu de cooperación, resultan<br />
hoy tan pobres como las de una regulación nacional<br />
ante las crisis de sobreproducción de la década<br />
de 1890: esto es, equivalen a cero. En aquellos días, las<br />
políticas nacionalistas de dumping, monopolio y colo-
nialismo contribuyeron a generar dos guerras de rivalidad<br />
imperialista, y la Gran De pre sión. Superficial -<br />
men te, hoy podría haber dos facto res mitigantes.<br />
Uno, que Europa es una entidad eco nómica: Francia,<br />
por ejemplo, se une a Alemania en vez de combatir<br />
con ella en el plano económico. El otro consiste en que<br />
el capi-tal ya no tiene un mero alcance nacional, sino<br />
cada vez más global, lo que teóricamente lo hace más<br />
dispuesto a la regulación global. Sin embargo, hasta<br />
ahora el G7 ha hecho un mal trabajo (que empeora<br />
año tras año) de regulación macroeconómica, y tanto<br />
el capital financiero global como la clase rentista que<br />
vive de los intereses del enorme montón de deuda<br />
acumulada en las décadas de 1970 y 1980 tienen el poder<br />
necesario para evitar que los gobiernos intenten la<br />
reflación de sus economías.<br />
Crisis de costos: las condiciones de producción<br />
Si bien este tipo de pensamiento económico sigue<br />
siendo válido en nuestros días, es -y siempre ha sidounilateral<br />
y limitado. Esto se debe a que tal pensamiento<br />
presupone un abastecimiento ilimitado de lo<br />
que Marx llamó “condiciones de producción”. Este<br />
mo delo tradicional da por supuesto que el capitalismo<br />
puede evitar cuellos de botella potenciales por el<br />
“lado de la demanda”, que el crecimiento está restringido<br />
únicamente por la demanda.<br />
Sin embargo, si los costos del trabajo, los recursos<br />
naturales, la infraestructura y el espacio se incrementan<br />
de manera significativa, el capital enfrenta la posibilidad<br />
de una “segunda contradicción”, una crisis<br />
económica que surge del lado de los costos. Este es el<br />
caso, por ejemplo, de la “crisis del algodón” inglesa<br />
durante la Guerra Civil norteamericana, del aumento<br />
de los salarios por encima del incremento de la productividad<br />
en la década de 1960, y de los “choques<br />
petroleros” de la década de 1970. Aquí, sin embargo,<br />
nos preocupan fenómenos mucho más estructurados<br />
o genéricos de lo que podrían sugerir estos ejemplos<br />
aislados.<br />
Las crisis de costos se originan de dos maneras. La<br />
primera ocurre cuando capitales individuales defienden<br />
o recuperan ganancias mediante estrategias que<br />
de-gradan las condiciones materiales y sociales de su<br />
propia producción, o que no logran mantenerlas a lo<br />
largo del tiempo. Este es el caso, por ejemplo, del descuido<br />
de las condiciones de trabajo (lo que termina<br />
por producir un incremento en los costos sanitarios),<br />
de la degradación de los suelos (que acarrea un descenso<br />
en la productividad de la tierra), o de desatender<br />
las infraestructuras urbanas en pro-ceso de deterioro<br />
(aumentando así los costos derivados de la congestión<br />
y de la vigilancia policial), por mencionar tres<br />
ejemplos.<br />
La segunda manera se presenta cuando los movimientos<br />
sociales exigen que el capital aporte más a la<br />
preservación y a la restauración de estas condiciones<br />
de vida, cuando demandan mejor atención de salud,<br />
protestan contra el deterioro de los suelos, y defienden<br />
los vecindarios urbanos de formas que incrementan los<br />
costos del capital o reducen su flexibilidad, para per -<br />
manecer dentro de los mismos tres ejemplos. En este<br />
caso nos referimos a los efectos económicos, potencialmente<br />
negativos para los intereses del capital, derivados<br />
de los movimientos de trabajadores, del movimiento<br />
de mujeres, del movimiento ambientalista y de<br />
los movimientos urbanos. Este problema de “costos<br />
adicionales” -y la amenaza que plantean a la rentabilidad-<br />
obsesiona a los economistas y a los ideólogos del<br />
capital vinculados al pensamiento dominante. Sin embargo,<br />
los dirigentes de los movimientos laborales y<br />
sociales rara vez discuten este tema en público.<br />
En el mundo real, ambos tipos de crisis de costos<br />
se combinan e interactúan de maneras contradictorias<br />
y complejas sobre las cuales nadie ha teorizado. Por<br />
ejemplo, desde un punto de vista cuantitativo, nadie<br />
sabe con exactitud en qué medida los costos de la congestión<br />
urbana son el resultado del culto al automóvil<br />
y del desdén por el transporte colectivo, ni en qué medida<br />
son el resultado de las luchas de las comunidades<br />
por mantener a las autopistas lejos de su<br />
vecindad.<br />
Necesitamos un abordaje teórico más refinado al<br />
problema que Polanyi llamó “tierra y trabajo”. De<br />
manera inadvertida, Marx proporcionó un punto de<br />
partida para un abordaje así mediante su concepto de<br />
“condiciones de producción” 6 . Como hemos visto, las<br />
condiciones de producción son cosas que no son producidas<br />
como mercancías de acuerdo con las leyes del<br />
mercado (ley del valor), pero son tratadas como si<br />
fueran mercancías. En otras palabras, se trata de<br />
“bienes ficticios” con “precios ficticios”.<br />
De acuerdo a Marx, existen tres condiciones de<br />
producción: primero, la fuerza de trabajo humana, o<br />
lo que Marx llamó “las condiciones personales de<br />
producción”; segundo, el ambiente, o lo que Marx llamó<br />
“las condiciones naturales o externas de produc-<br />
6 “Inadvertidamente”, porque Marx utilizó el concepto de “condiciones de producción” de maneras diferentes e inconsistentes;<br />
nunca soñó con que el concepto podría ser utilizado, o lo sería, como lo hago en este capítulo, y nadie podría haberlo utilizado así<br />
antes de que apareciera La Gran Transforma -ción, de Karl Polanyi (1944).<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 123 UN CLÁSICO, UN REGALO
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 124 UN CLÁSICO, UN REGALO<br />
ción”; y por último, la infraestructura urbana (podemos<br />
agregar el “espacio”), o lo que Marx llamó “las<br />
condiciones generales, comunitarias, de producción”.<br />
El capitalismo sos tenible requeriría que las tres condiciones<br />
es-tuvieran disponibles en el momento y en el<br />
lugar correctos, en las cantidades y con la calidad correctas,<br />
y con los precios ficticios correctos.<br />
Como se ha señalado, la presencia de dificultades<br />
importantes en el abastecimiento de fuerza de trabajo,<br />
recursos naturales e infraestructura y espacio urbano<br />
plantea una amenaza a la viabilidad de unidades<br />
individuales de capital, e incluso a programas capitalistas<br />
enteros de carácter sectorial o nacional. De generalizarse,<br />
estas dificultades podrían llegar a amenazar<br />
la sostenibilidad del capitalismo al elevar los costos<br />
y afectar la flexibilidad del capital. De este modo,<br />
los “límites del crecimiento” no se presentan en primera<br />
instancia como el resultado de la escasez absoluta<br />
de fuerza de trabajo, materias primas, agua y aire<br />
limpios, espacio urbano y demás, sino como el resultado<br />
del alto costo de la fuerza de trabajo, los recursos,<br />
la infraestructura y el espacio. Esta amenaza inminente<br />
a la rentabilidad conduce al estado y al capital<br />
a intentar racionalizar los mercados de trabajo, de<br />
insumos, de combustible y de materias primas, así como<br />
a las normas de uso de la tierra urbana y rural, y<br />
al mercado de tierras, para reducir los costos de producción<br />
7 .<br />
Los obstáculos o la escasez que tienen origen del<br />
lado de la oferta plantean problemas especialmente<br />
difíciles a las empresas y a quienes formulan políticas<br />
en el capitalismo cuando la economía está débil, o<br />
cuando enfrenta una crisis de demanda o una competencia<br />
renovada por parte de otros países. El estancamiento<br />
o la caída de la rentabilidad obliga a los capitales<br />
individuales a intentar reducir el tiempo de retorno<br />
del capital, esto es, a acelerar la producción y reducir<br />
el tiempo necesario para vender sus productos.<br />
Esta obsesión por hacer dinero con rapidez cada<br />
vez mayor para compensar la lentitud o la caída de<br />
ganancias se enfrenta, por ejemplo, a los mercados de<br />
trabajo organizados por los sindicatos, a los mercados<br />
de petróleo influenciados por la OPEP, y a la defensa<br />
tradicional de usos “ineficientes” del suelo y el agua<br />
por parte de la agricultura. Por un lado, el capital dinero<br />
busca más de sí mismo ca-da vez más rápido; por<br />
otro, aquello que Polanyi llamó “la sociedad”, y que<br />
nosotros podemos designar irónicamente como normas<br />
anticuadas de uso de la tierra y del trabajo, de la<br />
tierra y de los mercados de trabajo, combinado con la<br />
resistencia a la racionalización capitalista por parte de<br />
los movimientos sociales y de trabajadores, se constituye<br />
en obstáculos o “barreras a rebasar”. En última<br />
instancia, el capital debe enfrentar la indiferencia y la<br />
inercia social.<br />
Una de las soluciones del capitalismo a este dilema,<br />
al menos en el corto plazo, es tan sencilla como<br />
económicamente destructiva. El capital dinero abandona<br />
“el circuito general del capital” -esto es, el largo y<br />
tedioso proceso de arrendar espacio para fábricas,<br />
comprar maquinaria y materias primas, alquilar tierra,<br />
localizar la fuerza de trabajo adecuada, organizar<br />
y llevar a cabo la producción, y poner en venta las<br />
mercancías- y encuentra la manera de involucrarse en<br />
aventuras especulativas de todo tipo. El capital dinero,<br />
basado en la expansión del crédito, o dinero que no<br />
puede encontrar medios de expresión en bienes y servicios<br />
verdaderos, salta por encima de la sociedad, por<br />
así decirlo, y busca expandirse por la vía más fácil, a<br />
través de la compra de tierras, las bolsas de valores, los<br />
mercados de bonos y otros mercados financieros.<br />
De aquí resulta la anomalía económica de nuestro<br />
tiempo: el valor de lo que se demanda en concepto de<br />
plusvalía o ganancias aumenta con una rapidez mucho<br />
mayor que el valor real del capital fijo y circulante.<br />
Esto tiende a empeorar una mala situación eco -<br />
nómica, en la medida en que da lugar a un endeudamiento<br />
creciente y al riesgo de una implosión financiera.<br />
También se promueve el deterioro de las<br />
condiciones de producción ecológicas y de otro tipo,<br />
que tienden a ser descuidadas en la medida en que el<br />
capital financiero asume la hegemonía sobre los intereses<br />
productivos.<br />
En términos puramente funcionales, durante períodos<br />
más tempranos del desarrollo del capitalismo<br />
existía suficiente fuerza de trabajo precapitalista, riqueza<br />
natural inexplotada y espacio. Esto era cierto<br />
tanto en los hechos como en términos de la percepción<br />
de las primeras generaciones de burgueses. Los<br />
precios (ficticios) de la fuerza de trabajo, los recursos<br />
naturales y el espacio eran así mantenidos bajo control.<br />
Tampoco existían movimientos ambientalistas o<br />
7 Esta “racionalización” también incluye la “reprivatización”, definida como un giro del trabajo pagado al trabajo no pagado en el<br />
hogar y en la comunidad, o el renacimiento de las ideologías de “autoayuda” que descargan una parte mayor del peso de la reproducción<br />
de la fuerza de trabajo y de las condiciones urbanas y ambientales de vida sobre lo que Martin O’Connor llama “subsistencia<br />
autónoma”, siempre un soporte fundamental de la acumulación capitalista, que asume mayor importancia en períodos de<br />
crisis. El asunto conduce al problema, más amplio, de si el trabajo doméstico equivale a la explotación de las mujeres por los hombres,<br />
funciona como un subsidio al capital, etc., temas que fueron muy debatidos por feministas, marxistas y marxistas feministas<br />
en la década de 1970.
movimientos urbanos que el capital no pudiera rebasar<br />
por sí mismo (con la ayuda del imperialismo y de<br />
la opresión estatal).<br />
A lo largo del tiempo, el capital busca capitalizar a<br />
todo y a todos. En otros términos, todo encuentra cabida<br />
potencial en la contabilidad capitalista. Durante<br />
milenios, los seres humanos han venido “humanizando”<br />
la naturaleza, o creando una “segunda naturaleza”.<br />
Esto ha sido a menudo destructivo: deforestación<br />
y ciclos de inundaciones y sequías durante el sistema<br />
de plantaciones romano, las devastadoras consecuencias<br />
ecológicas de las Guerras Púnicas, y el agotamiento<br />
de los suelos y la escasez de agua en la civilización<br />
maya, constituyen ejemplos bien conocidos.<br />
Sin embargo, en las formaciones sociales capitalistas<br />
esta segunda naturaleza es mercantilizada y valorizada<br />
al mismo tiempo en que está siendo degradada.<br />
Desde el punto de vista de quienes desean que el<br />
capitalismo sea ecológicamente sostenible, es aquí<br />
cuando empieza a aparecer el problema. Los mercados<br />
de trabajo se tensan, y el Norte debe depender de<br />
trabajo importado del Sur, con to-dos los problemas y<br />
costos económicos y sociales del caso. Ejemplos de esto<br />
se encuentran en el costo económico de instalar<br />
nuevos inmigrantes que usan un lenguaje diferente, y<br />
en los costos sociales del resurgimiento del racismo.<br />
Las materias primas y los bienes comunales incontaminados<br />
se tornan escasos, elevando lo que Marx llamaba<br />
“costos de los elementos de capital”: tal es el caso,<br />
por ejemplo, del abastecimiento doméstico de petróleo<br />
y gas, árboles y madera, y agua limpia, en los<br />
Estados Unidos. Y, finalmente, la infraestructura y el<br />
espacio urbanos se tornan escasos, lo que eleva los<br />
costos de congestión, la renta del suelo y los costos derivados<br />
de la contaminación. Los Ángeles es un buen<br />
ejemplo; las ciudades de México y Taipei son ejemplos<br />
aún mejores.<br />
En suma, la capitalización de las condiciones de<br />
producción en general, y de la naturaleza y el ambiente<br />
en particular, tienden a elevar el costo del capital y<br />
a reducir su flexibilidad. Como se ha señalado, existen<br />
dos razones principales para esto. Primero, una<br />
razón sistémica, que consiste en que los capitales individuales<br />
tienen pocos incentivos -o no tienen incentivos<br />
del todo- para utilizar las condiciones de producción<br />
de manera sostenible, sobre todo cuando se enfrentan<br />
a malos tiempos económicos creados por el<br />
propio capital. Segundo, y precisamente debido a esta<br />
primera razón, los movimientos de trabajadores, de<br />
ambientalistas y otros movimientos sociales desafían<br />
el control del capital sobre la fuerza de trabajo, el ambiente<br />
y lo urbano (y cada vez más también lo rural,<br />
sobre todo en el Sur). Los ejemplos en los Estados Uni -<br />
dos incluyen luchas regionales contra el uso de sustancias<br />
tóxicas, por la salud y la seguridad ocupacional,<br />
y por el derecho a conocer; la acción directa para<br />
salvar ríos silvestres y bosques primarios, y los movimientos<br />
contra las autopistas y contra el desarrollo urbano.<br />
Expresada de manera sencilla, la segunda contradicción<br />
plantea que los intentos de los capitales individuales<br />
por defender o restaurar sus ganancias recortando<br />
o externalizando sus costos producen, como<br />
un efecto no deseado, la reducción de la “productividad”<br />
de las condiciones de producción, lo cual a su<br />
vez eleva los costos promedio. Los costos pueden aumentar<br />
para los capitales individuales en cuestión,<br />
para otros capitales, o para el capital en su conjunto.<br />
Así, por ejemplo, el uso de plaguicidas químicos<br />
en la agricultura disminuye inicialmente los costos<br />
pa ra terminar incrementándolos en la medida en que<br />
las plagas desarrollan resistencia a tales productos, y<br />
en que el uso de los mismos mata la vida del suelo. En<br />
Suecia se suponía que la monoproducción forestal<br />
sostenida mantendría los costos bajos; sin embargo,<br />
resultó que la pérdida de biodiversidad a lo largo de<br />
los años ha reducido la productividad de los ecosistemas<br />
forestales y el tamaño de los árboles. En Estados<br />
Unidos, la energía nuclear ofreció la promesa de reducir<br />
los costos energéticos. Sin embargo, las deficiencias<br />
en el diseño, problemas financieros, medidas de<br />
seguridad, y sobre todo la oposición popular a la<br />
energía nuclear, han terminado por incrementar los<br />
costos.<br />
En lo que se refiere a las condiciones “comunitarias”<br />
de producción, las nuevas autopistas diseñadas<br />
para reducir los costos del transporte y de la movilización<br />
de los trabajadores tienden a elevar esos costos<br />
cuando atraen más tráfico y generan más congestión.<br />
Y, con relación a las condiciones “personales” de producción,<br />
es evidente que el sistema educativo norteamericano,<br />
que supuestamente debe incrementar la<br />
productividad del trabajo, produce tanta estupidez<br />
como aprendizaje, afectando a la vez la disciplina y la<br />
productividad.<br />
Es importante resaltar que las condiciones de producción<br />
no son producidas de acuerdo con las leyes<br />
del mercado. Y la regulación del mercado sobre el acceso<br />
del capital a estas condiciones, cuando son producidas<br />
y si son producidas, es selectiva, parcial y a<br />
menudo deficiente. Por tanto, debe existir alguna<br />
agencia cuyo trabajo consista tanto en producir las<br />
condiciones de producción como en re-gular el acceso<br />
del capital a las mismas. En las sociedades capitalistas,<br />
esa agencia es el estado. Toda la actividad del<br />
estado, incluyendo virtualmente la actividad de todas<br />
sus agencias y todos sus rubros presupuestarios, está<br />
vinculada de uno u otro modo con la tarea de proveer<br />
al capital acceso a la fuerza de trabajo, a la naturaleza,<br />
o a la infraestructura y al espacio urbanos.<br />
En los Estados Unidos, por ejemplo, están las burocracias<br />
laborales y educativas; el Departamento<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 125 UN CLÁSICO, UN REGALO
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 126 UN CLÁSICO, UN REGALO<br />
Nacional de Agricultura; el Servicio Nacional de<br />
Parques y otras agencias estatales similares; la Oficina<br />
Nacional de Tierras y la Oficina Nacional de<br />
Solicitudes; agencias de planificación urbana y autoridades<br />
de tráfico. Las funciones específicamente relacionadas<br />
con las tres condiciones de producción se<br />
enuncian a continuación.<br />
Primero, con relación a la fuerza de trabajo, las reglamentaciones<br />
legales del trabajo infantil y las relativas<br />
a las horas y condiciones de trabajo, y a la seguridad<br />
en el trabajo.<br />
Segundo, en relación con el ambiente, las leyes<br />
que regulan el acceso a tierras federales, el desarrollo<br />
de áreas costeras, y la contaminación.<br />
Tercero, con respecto a la infraestructura y al espacio<br />
urbanos, las leyes de zonificación, la planificación<br />
del tráfico y las regulaciones sobre el uso de tierras.<br />
Resulta difícil encontrar una actividad estatal o<br />
presupuestaria que no esté vinculada de una u otra<br />
manera a una o más condiciones de producción. Esto<br />
incluye también las funciones monetarias y militares,<br />
que protegen y facilitan el ac-ceso “legítimo” a recursos<br />
y mercados necesarios para empresas capitalistas<br />
mineras, bancarias, mercantiles y de otro tipo. La guerra<br />
de George Bush en el Gol-fo Pérsico es apenas el<br />
último y más dramático papel de las fuerzas armadas<br />
en las sociedades capitalistas; en el ámbito supranacional,<br />
el Banco Mundial y el Fondo Monetario Inter -<br />
nacional son los ejemplos más obvios de funciones<br />
monetarias orientadas a la expansión capitalista.<br />
El manejo de las crisis de costos<br />
¿Cuál es la solución a estas crisis originadas del lado<br />
de los costos, tanto desde el punto de vista de los capitales<br />
individuales como del capital en su conjunto El<br />
peor caso ocurre cuando los capitales individuales,<br />
aprisionados entre costos crecientes y una demanda<br />
decreciente, recortan aún más los costos, intensificando<br />
a un tiempo la primera y la segunda contradicciones.<br />
Sin embargo, este resultado no es la única posibilidad.<br />
Como se ha señalado, en relación con el ambiente<br />
existen múltiples ejemplos de capitales individuales<br />
que dan respuesta al consumismo verde: por ejemplo,<br />
ante la demanda pública de reducción del desperdicio<br />
y promoción del reciclaje, se encuentran nuevos<br />
usos para los productos desechables. Otro caso es el<br />
de las empresas que mejoran su capital de equipamiento<br />
cuando se ven forzadas a reducir sus contaminantes,<br />
y otro más es el de las empresas que se especializan<br />
en limpieza ambiental.<br />
La mejor solución para el capital en su conjunto<br />
(no para la sociedad, ni siquiera para la “naturaleza”<br />
-lo cual presupondría una lógica de reciprocidad, no<br />
la lógica capitalista del intercambio de valor-) consiste<br />
en reestructurar las condiciones de producción de<br />
manera que incrementen su “productividad”. Puesto<br />
que el estado produce o regula el acceso a estas condiciones,<br />
los procesos de reestructuración suelen ser<br />
organizados y/o regulados por el estado. Ejemplos de<br />
es-to son la prohibición del ingreso de automóviles al<br />
centro de las ciudades, para disminuir los costos de<br />
congestión y contaminación; el subsidio al manejo integrado<br />
de plagas en la agricultura, para disminuir<br />
los costos de los alimentos y las materias primas; y el<br />
cambio de énfasis de la salud curativa a la preventiva<br />
-como en el caso de la lucha contra el SIDA en los<br />
Estados Unidos-, para disminuir los costos de la atención<br />
sanitaria.<br />
Sin embargo, para obtener una solución verdadera<br />
sería necesario destinar enormes sumas de dinero<br />
a reestructurar la producción de manera que restauren<br />
o incrementen su “productividad” y logren así<br />
disminuir los costos del capital. La productividad de<br />
largo plazo se vería estimulada, pero a expensas de<br />
las ganancias a corto plazo. Nuevas industrias producirían<br />
bienes ambientalmente amisto-sos, transporte<br />
urbano y sistemas educacionales que -como los<br />
ejemplos antes mencionados- disminuirían efectivamente<br />
los costos del capital y de la canasta de consumo,<br />
además de la renta del suelo; al mismo tiempo, el<br />
nivel de demanda agregada se vería incrementado,<br />
atacando la primera contradicción por vías potencialmente<br />
no inflacionarias. Por contraste, si los nuevos<br />
sistemas de gestión forestal, el gasto en control de la<br />
contaminación, la planificación urbana y demás no<br />
tienen efecto sobre los costos, el resultado será un incremento<br />
en la demanda efectiva y en la inflación, o<br />
una reducción de las ganancias.<br />
Hasta aquí acerca de la idea de sostener al capitalismo;<br />
la práctica es otro asunto. En los estados liberales<br />
democráticos, la lógica política normal del pluralismo<br />
y el compromiso previene el desarrollo de la<br />
planificación ambiental, urbana y social integrada. La<br />
lógica de la administración estatal o burocrática es antidemocrática<br />
y carece por tanto de sensibilidad hacia<br />
lo ambiental como hacia otros temas planteados desde<br />
abajo. Y la lógica del capital en auto-expansión es<br />
antiecológica, antiurbana y antisocial. La combinación<br />
de las tres lógicas resulta contradictoria en lo que<br />
hace al desarrollo de soluciones políticas a la crisis de<br />
las condiciones de producción. De aquí que las posibilidades<br />
de una “solución capitalista” a la segunda<br />
contradicción sean remotas.<br />
Dicho de otra manera, en ningún país capitalista<br />
desarrollado existe una agencia estatal o mecanismo<br />
de planificación de tipo corporativo que se ocupe del<br />
planeamiento ecológico, urbano y social integrado.<br />
La idea de un capitalismo ecológico, o de un capitalismo<br />
sostenible, no ha sido teorizada siquiera de manera<br />
coherente, por no hablar de que se haya visto plas-
mada en una infraestructura institucional. ¿Dónde está<br />
el estado que dispone de un plan ambiental<br />
racional ¿De planeamiento interurbano e intraurbano<br />
¿De planificación en materia de salud y educación<br />
vinculada orgánicamente al planeamiento ambiental<br />
y urbano En ninguna parte. En cambio, existen<br />
aproximaciones parciales, fragmentos de planificación<br />
regional en el mejor de los casos, y asignación<br />
irracional de botines políticos en el peor.<br />
Cada día, por tanto, nuevos encabezados anuncian<br />
otra crisis de atención sanitaria, otra crisis ambiental,<br />
otra crisis urbana. En muchas regiones, la imagen<br />
que tenemos es la de una fuerza de trabajo cada<br />
vez más inculta, muchos de cuyos integrantes carecen<br />
de vivienda debido a los bajos salarios y los altos alquileres,<br />
y viven atemorizados en una ciudad contaminada,<br />
inmovilizados por el hacinamiento, y sin poder<br />
obtener ni siquiera agua potable. Esta imagen quizás<br />
no encaje en Roma o Nueva York aún, pero se<br />
acerca a la realidad de la Ciudad de México y de<br />
Nueva Delhi, las cuales son parte del mundo capitalista<br />
en todo sentido.<br />
Consecuencias ecológicas de una depresión económica<br />
general<br />
Como quiera que se defina la sostenibilidad desde<br />
una perspectiva ecológica, una cosa parece evidente.<br />
Si el capitalismo no es sostenible en términos de las regulaciones<br />
macroeconómicas internacionales, habrá<br />
una crisis global, una deflación general de los valores<br />
del capital, y una depresión. Ante esta eventualidad,<br />
nadie sabe o puede saber cómo responderán los capitales<br />
individuales, los gobiernos y las agencias internacionales.<br />
Puede ocurrir que grandes presiones económicas<br />
provenientes de la demanda (o de los costos, o de ambos<br />
a la vez), surgidas a consecuencia de la sobreproducción<br />
de capital (o de la subproducción, o de ambas)<br />
fuercen a los capitales individuales a tratar de<br />
restaurar las ganancias mediante una mayor externalización<br />
de sus costos, esto es, transfiriendo mayores<br />
costos al ambiente, la tierra y las comunidades, mientras<br />
los estados y las agencias internacionales observan<br />
impotentes. De hecho, existe amplia evidencia en<br />
el sentido de que la lentitud en el crecimiento<br />
económico a partir de mediados de la década de 1970<br />
ha dado lugar a una transferencia de costos del tipo<br />
descrito, en particular, por parte de las corporaciones<br />
transnacionales. También existe evidencia en el sentido<br />
de que en muchos casos esto ha resultado contraproducente,<br />
en cuanto la transferencia de cos-tos por<br />
parte de un capital ha incrementado los costos de<br />
otros capitales. De igual modo, puede demostrarse<br />
que en muchos casos las luchas ambientales y la regulación<br />
ambiental han forzado a capitales individuales<br />
a internalizar costos que de otro modo hubieran<br />
recaído sobre el ambiente. Existe una suerte de guerra<br />
en marcha entre el capital y los movimientos ambientalistas<br />
-una guerra en la que es-tos movimientos podrían<br />
tener el efecto (intencional o no) de salvar al<br />
capital de sí mismo a la larga, al forzarlo a encarar los<br />
efectos negativos de corto plazo de la transferencia de<br />
costos.<br />
Por otra parte, también existe la posibilidad -por<br />
improbable que sea- de que una verdadera depresión<br />
económica ofrezca la oportunidad de un programa<br />
gene-ral de restauración ambiental. En los Estados<br />
Unidos de la década de 1930, el New Deal creó las condiciones<br />
políticas para dos tipos de cambio ambiental.<br />
El primero consistió en los esfuerzos encaminados a<br />
restaurar los suelos degradados de las Grandes<br />
Praderas y las tierras ecológicamente deterioradas del<br />
Sur y el Oeste. En este sentido, la depresión fue un<br />
evento ecológicamente “adecuado”.<br />
El segundo tipo de cambio ambiental consistió en<br />
los esfuerzos, aún mayores, realizados para iniciar o<br />
acelerar gigantescos proyectos de infraestructura, como<br />
las grandes presas y otras obras hidráulicas, así<br />
como grandes puentes y túneles, que resultaron indispensables<br />
para la urbanización en el Oeste y para<br />
la suburbanización en todo el país después de la<br />
Segunda Guerra Mundial. Sin estos proyectos, la suburbanización,<br />
el consumismo y la cultura del automóvil<br />
no podrían ha-ber florecido en las décadas de<br />
1950 y 1960. De manera muy importante, estos proyectos<br />
contribuyeron a crear la estructura contemporánea<br />
del consumo individual, que es ecológicamente<br />
inadecuada.<br />
La próxima depresión podría empeorar mucho<br />
más las condiciones ecológicas;<br />
o podría ofrecer la oportunidad para vastas transformaciones<br />
en la estructura del consumo individual<br />
y social como, por ejemplo, a través del desarrollo de<br />
ciudades verdes, la integración de las ciudades con su<br />
entorno agrícola, transporte público que la gente desee<br />
utilizar, y demás. O ambas cosas, en distinto grado,<br />
en diferentes lugares. Lo que finalmente ocurra, por<br />
supuesto, se verá decidido por el curso de la lucha<br />
política, la adaptación institucional y los tipos de innovación<br />
tecnológica.<br />
Todo esto quiere decir que la destrucción ambiental,<br />
los movimientos ambientalistas y otros movimientos<br />
sociales relacionados con ellos, las políticas y<br />
presupuestos de gobierno, las políticas de los organismos<br />
internacionales y las condiciones económicas, se<br />
encuentran todos tan interrelacionados entre sí como<br />
las partes de cualquier ecosistema modelado por profesionales<br />
de la ecología. Cualquiera que intente reflexionar<br />
acerca de estas interrelaciones se encontrará<br />
con las mismas dificultades epistemológicas y metodológicas<br />
que enfrentan los ecólogos cuando intentan<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 127 UN CLÁSICO, UN REGALO
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 128 UN CLÁSICO, UN REGALO<br />
modelar el destino de alguna especie en particular, esto<br />
es, el problema del atomismo y el reduccionismo<br />
frente al holismo.<br />
Peor aún: a diferencia de las águilas calvas y de los<br />
microorganismos, la gen-te tiende a organizarse políticamente<br />
en ocasiones. Por tanto, el análisis de los<br />
efectos ecológicos de una depresión general hecho a<br />
partir de una estricta aplicación de la teoría de sistemas<br />
tendría una utilidad discutible. En última instancia,<br />
todo depende del equilibrio de fuerzas políticas,<br />
de las visiones de aquellos que desean transformar<br />
nuestras relaciones con la naturaleza y, por tanto, de<br />
las relaciones materiales que mantenemos unos con<br />
otros -en breve, de los objetivos políticos del movimiento<br />
ambientalista, de los trabajadores, de las mujeres,<br />
y de otros movimientos sociales. La pregunta<br />
“¿Es posible el capitalismo sostenible” constituye así,<br />
tanto en primera como en última instancia, un problema<br />
político.<br />
Las condiciones en el Sur<br />
La crisis de las condiciones de producción es especialmente<br />
severa en el Sur: de allí el origen del discurso<br />
sobre el “desarrollo sostenible” que se ha convertido<br />
en un campo de lucha ideológica y política de creciente<br />
importancia. Como se ha visto, prácticamente todo<br />
el mundo utiliza esa expresión con intenciones y significados<br />
diferentes.<br />
Para los ambientalistas y los ecólogos, la “sostenibilidad”<br />
consiste en el uso de recursos renovables úni -<br />
camente, así como de bajos niveles o ausencia total de<br />
contaminación. De hecho, el Sur podría estar más cerca<br />
que el Norte de una “sostenibilidad” así entendida,<br />
pero el Norte posee mayores recursos de capital y tecnología<br />
que el Sur para alcanzar ese objetivo.<br />
El capital, por supuesto, utiliza el término para designar<br />
ganancias sostenidas, lo que presupone la planificación<br />
de largo plazo de la explotación y el uso de<br />
los recursos renovables y no renovables, y de los<br />
“bienes comunales globales”. Los ecólogos definen<br />
“sostenibilidad” en términos de la preservación de<br />
sistemas naturales, humedales, protección de las áreas<br />
silvestres, calidad del aire, y demás. Sin embargo,<br />
estas definiciones tienen poco o nada que ver con la<br />
rentabilidad sostenible. De hecho, hay una correlación<br />
inversa entre la sostenibilidad ecológica y la rentabilidad<br />
de corto plazo. La “sostenibilidad” de la<br />
existencia rural y urbana, los mundos de los pueblos<br />
indígenas, las condiciones de vida de las mujeres, y la<br />
seguridad en los puestos de trabajo también están inversamente<br />
correlacionados con la rentabilidad a corto<br />
plazo -si es que la historia del siglo XX tiene algo<br />
que enseñarnos.<br />
Con independencia del problema de si es deseable<br />
o no que el Sur siga la sen-da industrial y consumista<br />
del Norte, existe la posibilidad de que lo haga. En la<br />
India, Brasil y México (por mencionar tres casos) el<br />
capitalismo industrial se desarrolla a cuenta de una<br />
vasta pobreza y miseria, y de la erosión de la estabilidad<br />
ecológica, como quiera que ésta sea definida. Los<br />
países del Extremo Oriente lo están haciendo bien, en<br />
términos económicos, y algunos países del sudeste de<br />
Asia lo están haciendo aún mejor, en lo que se refiere<br />
al crecimiento del PBI. Sin embargo, estas regiones<br />
aún deben probar que pueden ser potencias industriales<br />
y pagar además buenos salarios, proporcionar<br />
condiciones decentes de trabajo, políticas sociales<br />
progresivas y protección ambiental significativa.<br />
La mayor parte del resto del Sur (incluyendo las<br />
colonias interiores del norte y del este de Asia) constituye<br />
una zona de desastre económico, social y ecológico.<br />
Existen muchas barreras al desarrollo capitalista<br />
en el Sur, como por ejemplo mercados débiles debido<br />
a una enorme desigualdad en la distribución de la<br />
riqueza y el ingreso, la falta de una reforma agraria<br />
que favorezca a los pequeños y medianos agricultores,<br />
e inestabilidades en la oferta y en la demanda de<br />
materias pri-mas. Además, existen problemas de endeudamientos<br />
y crisis de balanza de pagos, por no<br />
hablar de la conservación de bloques dominantes de<br />
intereses creados y de gobiernos inestables.<br />
Estos problemas existen con independencia del estado<br />
de las condiciones eco-lógicas en particular, y de<br />
las condiciones de producción en general. No hace falta<br />
decir que esta situación genera una permanente inestabilidad<br />
social y política; nuevos patrones migratorios<br />
hacia el Norte; un incremento de los refugiados<br />
eco-nómicos y ecológicos y demás, todo lo cual termina<br />
por convertirse en problemas para el Norte.<br />
Posibilidades políticas<br />
La mayoría de las administraciones de centroderecha<br />
y derecha que han gobernado el mundo desde fines<br />
de la década de 1970 y principios de la de 1980, y a lo<br />
largo de la de 1990, son incapaces de dirigir el desarrollo<br />
capitalista de manera que mejoren las condiciones<br />
de vida y trabajo, las ciudades o el ambiente.<br />
Estos gobiernos están demasiado comprometidos con<br />
la tarea de expandir el “li-bre mercado” y la división<br />
internacional del trabajo; desregular y privatizar la industria;<br />
imponer “ajustes” económicos en el Sur y<br />
“terapias de choque” en los antiguos países socialistas,<br />
marginando de este modo a la mitad de la población<br />
de algunos países del Tercer Mundo, y pretendiendo<br />
que el “mercado” y el neoliberalismo en general<br />
resolverán la creciente crisis económica. En general,<br />
las cosas empeorarán antes de que mejoren, sobre<br />
todo en el Sur.<br />
Entretanto, se ha producido un crecimiento de diversos<br />
movimientos “verdes” y “rojiverdes” en diver-
sos países. Algunas centrales sindicales en determinados<br />
países están planteando problemas ambientales<br />
con mayor seriedad. Por otra par-te, los movimientos<br />
ambientalistas plantean hoy temas políticos y sociales<br />
que hace cinco o diez años ignoraban o subestimaban.<br />
En una multiplicidad de formas, el movimiento de los<br />
trabajadores y las feministas, los movimientos urbanos,<br />
los movimientos ambientalistas y los de minorías<br />
oprimidas se han organizado en torno a los grandes<br />
problemas de las condiciones de vida.<br />
Si bien las perspectivas de un capitalismo sostenible<br />
son precarias, podría haber motivos de esperanza<br />
para algún tipo de socialismo ecológico -una sociedad<br />
que preste verdadera atención a la ecología y a las necesidades<br />
de los seres humanos en su vida cotidiana,<br />
así como a temas feministas, a la lucha contra el racismo<br />
y los problemas generales de la justicia social y la<br />
equidad. Globalmente, es en torno a estos temas que<br />
existe movimiento y organización, agitación y acción,<br />
lo cual puede ser explicado en términos de las contradicciones<br />
del capitalismo y de la naturaleza del estado<br />
capitalista antes discutidas.<br />
Políticamente, esto quiere decir que, más temprano<br />
que tarde, el movimiento de los trabajadores, el feminismo,<br />
el ambientalismo, el movimiento urbano y<br />
otros movimientos sociales necesitarán combinarse<br />
en una sola y poderosa fuerza democrática -una fuerza<br />
que sea políticamente viable y capaz, también, de<br />
reformar la economía, la política y la sociedad 8 . Por<br />
separado, los movimientos sociales son relativamente<br />
impotentes ante la fuerza totalizadora del capital<br />
global. Esto sugiere la necesidad de tres estrategias<br />
generales relacionadas entre sí.<br />
La primera consiste en el desarrollo consciente de<br />
una esfera pública común, un espacio político, una<br />
suerte de poder dual, en el que las organizaciones de<br />
las minorías, de los trabajadores, de las mujeres, de<br />
los movimientos urbanos y de los ambientalistas puedan<br />
trabajar económica y políticamente. Aquí podrían<br />
desarrollarse no ya las alianzas tácticas temporales<br />
entre movimientos y dirigentes de movimientos que<br />
tenemos hoy, sino alianzas estratégicas, incluyendo<br />
alianzas electorales. Una sociedad civil fuerte, que se<br />
defina a sí misma en términos de sus “bienes comunales”,<br />
su solidaridad y sus luchas contra el capital y<br />
el estado, así como de impulsos y formas democráticas<br />
al interior de alianzas y coaliciones de movimientos<br />
organizados -y dentro de cada organización- es el<br />
primer prerrequisito de una sociedad y una naturaleza<br />
sostenibles.<br />
El segundo prerrequisito consiste en el desarrollo<br />
consciente de alternativas económicas y ecológicas<br />
dentro de esta esfera pública, o estos “nuevos bienes<br />
comunales” -alternativas como ciudades verdes, producción<br />
que no contamine, formas biológicamente diversificadas<br />
de silvicultura y agricultura y demás, cuyos<br />
detalles técnicos son cada vez más y mejor conocidos<br />
hoy. El tercero consiste en organizar luchas para<br />
democratizar los centros de trabajo y la administra -<br />
ción del estado, de modo que se puedan situar dentro<br />
del cascarón de la democracia liberal contenidos sustantivos<br />
de tipo ecológico, progresivo. Esto presu po -<br />
ne que los movimientos no sólo utilicen medios políticos<br />
para lograr objetivos económicos, sociales y ecológicos,<br />
sino además que coincidan en los objetivos<br />
políticos mismos, en especial en la democratización<br />
de algunos aparatos de estado nacionales e internacionales,<br />
y en la eliminación de otros.<br />
Estas ideas podrían parecer tan irreales como la de<br />
un capitalismo sostenible. Quizás ése sea el caso. Sin<br />
embargo, debemos recordar que mientras las estructuras<br />
existentes del capital y del estado sólo parecen<br />
ser capaces de reformas ocasionales, los movimientos<br />
sociales crecen día a día en todo el mundo -de aquí<br />
que en algún momento exista la posibilidad de una<br />
crisis social y política generalizada, en la medida en<br />
que las demandas de estos movimientos chocan con<br />
las estructuras políticas y económicas existentes,<br />
orientadas hacia la ganancia. Al llegar ese momento,<br />
aparecerán toda clase de “formas sociales mórbidas”.<br />
Algunos dirán que esto es precisamente lo que está<br />
ocurriendo en nuestros días -que los tejidos políti-<br />
8 Nadie sabe ni puede saber en qué momento se desarrollará “una sola y poderosa fuerza democrática” o, incluso, si llegará a desarrollarse<br />
del todo. Será necesario ofrecer respuesta a preguntas muy difíciles, en la teoría y en la práctica. Por ejemplo, si el concepto mismo<br />
de tal “fuerza” se encuentra fatalmente arraigado en el terreno de la tradición modernista/humanista de la filosofía política occidental,<br />
una tradición “liberal” que ha sido en realidad poco tolerante con la “diferencia”, si bien permanece firmemente arraigada en<br />
lo que atañe a los derechos del individuo frente al estado. Algunos, como dijera Martin O’Connor, creen que es importante “en este<br />
momento del tiempo, esto es, a fines del siglo XX, explorar lo que significa contar con la coexisten-cia de muchas voces, a menudo discordantes,<br />
que coinciden en su repudio a la dominación del capital aunque difieren en muchas otras cosas. Este es un aspecto del realismo,<br />
de cosas que “probablemente empeorarán antes de que mejoren”. Personalmente, estoy de acuerdo, siempre y cuando se entienda<br />
que podría no haber tiempo para atender a todas las tensiones, y escuchar a plenitud y mutuamente la pluralidad de las voces,<br />
las diferentes bases de conocimiento, etc. presentes entre y dentro de los movimientos sociales hoy existen-tes. La necesidad de la<br />
unidad contra el capital y por una sociedad ecológica, libre de explotación y socialmente justa podría ser demasiado grande, dada la<br />
configuración de fuerzas políticas del presente, para demorar el desarrollo de una estrategia política unificada realmente capaz de confrontar<br />
al capital global y el cuasi-estado global en desarrollo (es decir, el FMI, el Banco Mundial).<br />
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 129 UN CLÁSICO, UN REGALO
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 11 página 130 UN CLÁSICO, UN REGALO<br />
co y social se están desgarrando, y que el resurgimiento<br />
del racismo, el nativismo, la discriminación<br />
contra los trabajadores extranjeros, las represalias machistas<br />
y antiambientalistas, y otras actitudes y tendencias<br />
reaccionarias, se están transformando en peligros<br />
cada vez mayores. Otros vinculan el renacimiento<br />
del populismo de derecha y la reacción a giros derechistas<br />
en las principales corrientes políticas y económicas.<br />
Existen otros análisis de la actual situación<br />
política mundial -incluyendo el que afirma que el planeta<br />
asiste a una guerra de los ricos contra los pobres,<br />
una rebelión de los acomodados contra las demandas<br />
de los desposeídos, el estado de bienestar, las políticas<br />
económicas redistributivas, y demás por el estilo.<br />
Incluso, todo esto puede ser cierto.<br />
Cualquiera sea el caso, desde el punto de vista de<br />
los progresistas, “verdes-rojos” o izquierdistas, y de<br />
las feministas, lo que menos necesitamos es faccionalismo,<br />
sectarismo, “líneas correctas” -en cambio, necesitamos<br />
examinar críticamente todas las fórmulas políticas<br />
desgastadas por el tiempo y desarrollar un espíritu<br />
ecuménico para “celebrar nuestros bienes comunales,<br />
viejos y nuevos, tanto como nuestras diferencias”.<br />
Bibliografía<br />
GOLDSMITH, Edward et al. 1991 The Imperialist<br />
Planet (Cambridge , Massachusetts: MIT Press).<br />
O’CONNOR, James 1998 “Is sustainable capitalism<br />
possible”, en Natural Cau -ses. Essays on ecological<br />
marxism (New Yok, London: The Guilford Press).<br />
POLANYI, Karl (1944) La Gran Transformación (Nueva<br />
York: Farrar y Rinehart).