Hola mundo

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el inmóvil rostro de la víctima. Del bar había salido más gente, pero nadie trató de intervenir. —¡Ya basta! —gritó Paulie Gatto. Los dos ex boxeadores entraron rápidamente en el vehículo y Paulie Gatto arrancó a toda velocidad. Seguro que alguien daría detalles acerca del automóvil, e incluso era más que probable que alguno hubiera anotado el número de la matrícula, pero eso poco importaba Había otros cien mil coches como aquél en Nueva York, y en cuanto a la placa, había sido robada de un vehículo de California.
Capítulo dos El jueves por la mañana, Tom Hagen acudió pronto a su oficina. Tenía intención de despachar rápidamente el trabajo rutinario, al efecto de prepararlo todo para la entrevista con Virgil Sollozzo, prevista para el viernes. Debido a la importancia de la entrevista, había pedido al Don que le dedicara varias horas para hablar del asunto. Sollozzo tenía una proposición que hacer a la Familia, y Hagen quería saberlo todo, hasta los más nimios detalles, para estar preparado y sacar el máximo partido de aquel contacto preliminar. El Don no había parecido sorprenderse cuando Hagen regresó de California, a última hora del martes, y le contó cómo habían ido las negociaciones con Woltz. Se interesó por todos y cada uno de los detalles, e hizo una mueca de disgusto cuando Hagen le contó lo de la hermosa muchachita y su madre; llegó a murmurar infamità, infamia, una palabra que sólo salía de sus labios cuando quería expresar la máxima desaprobación. —¿Es realmente un hombre con lo que hay que tener —preguntó finalmente. Hagen se quedó pensativo, considerando lo que el Don quería significar. Los años le habían enseñado que los valores por los que se regia el Don eran muy diferentes de los de la mayoría de la gente; incluso sus palabras podían tener un significado diferente. ¿Era Woltz un hombre de carácter ¿Era persona de voluntad fuerte La respuesta sería afirmativa, pero eso no era lo que el Don estaba preguntando. ¿Tenía el productor cinematográfico el valor suficiente para no asustarse ante las amenazas ¿Estaba dispuesto a sufrir grandes pérdidas en sus películas La respuesta seguiría siendo afirmativa, pero tampoco era lo que el Don quería saber. Al final, Hagen enfocó debidamente la pregunta: ¿Tenía Jack Woltz lo que hay que tener para arriesgarlo todo, para perder todo cuanto poseía, y ello por una cuestión de principios, por un asunto de honor o, por qué no, por venganza Entonces Hagen sonrió. Pocas veces lo hacía, pero en esta ocasión no pudo contenerse. —Usted quiere saber si es un siciliano. El Don hizo un gesto afirmativo. Había sabido apreciar la halagadora agudeza de Hagen. —No —contestó éste. Eso fue todo. El Don había estado estudiando el asunto hasta el día siguiente. El miércoles por la tarde había llamado a Hagen para darle instrucciones, cuyo cumplimiento debería tenerle ocupado el resto del día. Hagen estaba realmente admirado. No le cabía la menor duda de que el Don había resuelto el problema, y estaba seguro de que Woltz le llamaría en el curso de la mañana para comunicarle que Johnny Fontane sería el protagonista de la película bélica cuyo rodaje estaba a punto de empezar. En aquel momento sonó el teléfono, pero era Amerigo Bonasera. La voz del empresario de pompas fúnebres temblaba de gratitud. Quería que Hagen transmitiera al Don la seguridad de su amistad eterna. El Don no tenía más que llamarle. Él, Amerigo Bonasera, daría la vida, si preciso fuera, por el bendito Padrino. El Daily News había publicado una fotografía de Jerry Wagner y Kevin Moonan tendidos en la calle. La foto había sido expertamente arreglada para que todo pareciera aún más horrible de lo que había sido en realidad. Los cuerpos de los dos muchachos semejaban sendas masas informes de carne. Milagrosamente, decía el News, habían salvado la vida, pero en el mejor de los casos tendrían que pasar varios meses en el hospital, eso sin contar con que la cirugía plástica tendría que obrar milagros en sus
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Hagen asintió y por un momento se
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yo era bastante mayor que tú. Y Fr
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Capítulo once El capitán McCluske
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suya, había ido al hospital y golp
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Michael vio una ligera sonrisa en l
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Estaba nervioso: Sollozzo olía el
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cámara. Hacía tiempo que había a
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—Si quieres, lo certifico por esc
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del mismo plato que él. El cambio
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conservara, podría hacer algo. Bue
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intervendré en este negocio. Con t
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Su antigua esposa le dirigió una s
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más apreciaba en el mundo se alegr
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—Sostén el vaso de whisky en la
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actrices se movían con el mismo en
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—Y no pienso cambiar —replicó
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—Tu padrino se enfadará mucho si
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a Fanucci apareció muerto, y las f
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mucho más reservada. Sin embargo,
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Eso demostraba que Fanucci estaba s
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Incluso era probable que se dejara
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ningún momento. Había logrado eng
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con usted, le aseguré que es usted
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azones, que se negaban a ver, a rec
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partidos y cuyo poder fue consolid
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mordisqueando un trozo de pan, y lu
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Don Corleone decidió que la paz se
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propietario de la mueblería vivía
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Los dos hombres declinaron la invit
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—Vamos, hija; tu madre nos está
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comportado así conmigo. Acto segui
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guarnecidas con volantes. Parecía
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frente él solo a cualquier asaltan
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jugaban más fuerte. Muchos de ello
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Capítulo diecisiete La guerra de 1
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gesto de aprobación. Cuando se ent
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Los jefes de las Familias no daría
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En cuanto hubo terminado su café,
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Momentos después, Bonasera reconoc
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vigilaban durante las veinticuatro
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hasta que ella, llorando, le rogó
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Del vehículo se apearon dos indivi
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Te estoy muy agradecido. ¿Me entie
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El Don se levantó de su butaca de
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además de estar al frente de una o
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—Todo lo que ha dicho es cierto.
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Cuando fuera necesario ejecutar a a
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sindicatos. Allí podrá desarrolla
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Sexta parte
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confusa. Luego oyó la voz de Jules
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causa de tu testarudez. Lucy, emoci
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usco, pero aún lo era más el que
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precisaba, pero se las arreglaría.
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ehuir sus caricias; pero después,
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Por las noches, el doctor Taza, Don
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La deformación del lado izquierdo
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Michael preguntó al hombre: —¿C
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Michael miró fijamente a la muchac
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mientras se desvestía. Pero la lun
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Pero no se trataba de nada de eso.
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Capítulo veinticuatro Los primeros
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—Muchas gracias, señora Corleone
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vinieron muy mal dadas, y me vi mor
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Capítulo veintiséis La lujosa sui
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hombre nunca parecía un médico. V
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plano. En cuanto a Albert Neri, a q
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—No soy más que el mensajero del
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Capítulo veintiocho Durante el via
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su esposo. Una noche habló de ello
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Capítulo veintinueve Michael Corle
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Con muy buen criterio, Michael no m
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Michael asintió. Albert Neri le se
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cierta tristeza. Tessio había sido
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hermano y de Kay. Ésta se dirigió
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—Ya sabes cómo son los católico
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MARIO PUZO, nació en 1920, en Nuev
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