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SOBRE EL SIGNIFICADO DE LAS IMÁGENES Carlos Montes Serrano

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el célebre escritor inglés Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), a quien acompaña<br />

Maurice Baring (1874-1945) y Hilaire Belloc (1870-1953). Se trata de un magnífico<br />

cuadro, en el que podemos observar la maestría alcanzada por la pintura inglesa en el<br />

retrato. A poco que conociéramos de literatura inglesa del siglo XX, sabríamos que estos<br />

tres personajes estuvieron unidos por una fuerte amistad, actividad literaria y defensa<br />

del catolicismo en los círculos intelectuales de su país iii . Sin duda, lo más atractivo del<br />

cuadro reside en la relación expresiva de los tres personajes. Podemos suponer que los<br />

tres amigos están reunidos en algún club social londinense; Chesterton bosqueja un<br />

ensayo ante la expectante y atenta mirada de sus compañeros. Cabría decir que el rostro<br />

de Chesterton expresa su desbordante personalidad, fina socarronería y agudeza crítica.<br />

El significado secundario: la iconografía<br />

Volviendo a la distinción de Panofsky, en un segundo nivel estaría el significado<br />

propiamente dicho, relacionado con las intenciones que el autor pretendió plasmar y<br />

transmitir con su obra.<br />

El acceso a este tipo de significados no es tan universal, y está restringido a<br />

aquellos que conocen los temas y motivos recurrentes de la pintura, la simbología<br />

clásica, los sucesos de la Sagrada Escritura o los relatos históricos o literarios.<br />

Cualquier persona, en el mundo occidental, con una mínima formación religiosa,<br />

sabe interpretar el motivo de una pintura como una Natividad, una Visitación de la<br />

Virgen, una escena de la Pasión del Señor. Aunque es más que probable que este<br />

significado se le escape si el pintor elude las tradiciones al uso en cuanto a motivos,<br />

personajes, actitudes o escenas.<br />

Sir John Everett Millais, el gran pintor prerrafaelista inglés, pintó este cuadro en<br />

1850, titulándolo The Carpenter’s Shop, «el taller del carpintero» (fig. 3). Una atenta<br />

mirada al cuadro nos permite interpretar el motivo representado como una escena de la<br />

vida del Niño Jesús. Quizá lo más sugerente de este cuadro –y la intención del artista–<br />

consista en el proceso gradual con el que el observador va descubriendo todo un<br />

conjunto de datos que inciden en el significado, algo velado, de la escena. El niño que<br />

besa a su madre es Jesús, que se ha herido en la mano con un clavo y recibe el consuelo<br />

de su Madre y la atención de San José que desea observar la herida. Otro pequeño –<br />

quizá San Juan– observa la escena, así como una anciana y un auxiliar. Pero lo<br />

interesante es descubrir algunos indicios que nos remiten inequívocamente a la vida<br />

futura de Jesús, y en concreto a su Pasión: están los corderos y ovejas símbolo del buen<br />

Pastor y del cordero del sacrificio, la sangre derramada, la llaga en la mano, y su reflejo<br />

en el pie, los clavos, y otros atributos de la pasión: los maderos, la escalera, las<br />

herramientas, etc.<br />

Nos percatamos, en consecuencia, de que este significado intencional no es<br />

siempre y del todo accesible. Es más, con la pérdida de los valores culturales y<br />

religiosos propios de nuestra civilización occidental, para muchos resulta realmente<br />

difícil interpretar un cuadro de contenido religioso. Sé por propia experiencia que pocos<br />

de mis alumnos podrían interpretar la escena evangélica representada por Rubens en<br />

este cuadro, incluso aunque les indicara el título del mismo, La Cena de Emaús, pues<br />

sólo conociendo los detalles del relato podemos interpretar en todos sus detalles la<br />

escena evocada (fig. 4). Y así, podemos apreciar al Maestro en su gesto sublime de<br />

bendecir el pan ante sus ocasionales compañeros de camino, lo que hace que uno se<br />

incline hacia atrás con sorpresa y el otro, en un segundo plano, se descubra con respeto

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