Tierra - INIA

INIATierra
mayo - junio 2009
perfil humano 47
INIATierra adentro
Acompañado del investigador Ignacio Ramírez (derecha) recibe a visitantes en INIA La Platina.
Investigadores que contribuyeron a engrandecer el Instituto de Investigaciones
Agropecurias. Sentados, de izquierda a derecha: Ignacio Ramírez, René Cortázar,
Sergio Rojas, Elías Letelier, Eduardo Besoaín.
gico, al teleférico, u otro. Después,
regresaba con ellos a su departamento,
donde compartían nietos,
padres y abuelo.
Estudios y títulos
René Cortázar nació en Temuco,
Región de La Araucanía, el 19
de septiembre de 1917. Cursó la
secundaria en Madrid y egresó en
1934. Entró a la Facultad de Agronomía
de la Universidad de Chile,
donde se tituló de Ingeniero Agrónomo
en 1940.
En 1943 fue becado por la Fundación
Rockefeller para estudiar
genética y mejoramiento de plantas.
Obtuvo el grado de Master of
Science en la Universidad de Minnesota,
Estados Unidos.
Dieciséis años más tarde fue
nuevamente becado por la Fundación
Rockefeller a la Universidad
de Minnesota. Su graduación como
Philosophy Doctor en 1962 lo convirtió
en el primer Doctor en Genética
Vegetal de Chile.
Investigación
Desde 1940 hasta 1964 trabajó
como investigador en trigo en el
Departamento de Investigaciones
Agrícolas del Ministerio de Agricultura,
ubicado en la Quinta Normal.
Sucesivamente, desempeñó los
cargos de Jefe de la Sección Fitotecnia,
Subdirector del Departamento
y Coordinador Nacional del
Área de Producción Vegetal.
Desde 1964 trabajó en el Instituto
de Investigaciones Agropecuarias,
donde fue Coordinador
Técnico del Departamento Producción
Vegetal. En 1976 solicitó desligarse
del cargo para dedicarse
exclusivamente al mejoramiento
genético del trigo, hasta su retiro
en 2002.
Cuando en 1940 inició su vida
laboral, el promedio de rendimiento
de trigo en Chile era de 11 qq/ha.
Entre los principales problemas se
encontraban la susceptibilidad a
enfermedades –que producían
grandes pérdidas en la producción–,
la mala calidad panadera y
alimenticia, y la gran susceptibilidad
a la tendedura.
Se diseñó un trabajo destinado
a solucionar estas falencias por
medio del mejoramiento varietal,
basado en la introducción de miles
de líneas de otros países, intensa
selección y gran número de cruzamientos.
Este programa se ha mantenido
en forma permanente desde entonces,
y cuenta con un grupo de profesionales
con muchos años de
experiencia. Ello ha permitido la
entrega de más de 120 variedades
de trigo. Así, los agricultores de
todo el país han contado siempre
con excelentes variedades de
INIA para la producción.
En la actualidad las variedades
son resistentes a las principales
enfermedades, muy resistentes a
la tendedura y de buena calidad
panadera y alimenticia.
El contar con programas con
gran variabilidad genética permitió
afrontar exitosamente los cambios
de razas que ocurren en los hongos
y la aparición de nuevas enfermedades,
como la virosis del trigo
(VEAC).
La creación de variedades de
baja altura hizo posible conseguir
incrementos importantes en los
rendimientos, al permitir el aumento
de las dosis de fertilizantes que
se empleaban con las variedades
antiguas.
El uso de variedades de mayor
capacidad genética y la mayor utilización
de fertilizantes, significaron
que los rendimientos del trigo en el
país se cuadruplicaran, llegando a
45 qq/ha en la década de los 80-90.
Considerando solamente revistas
científicas con Comité Editor,
en su vida profesional publicó más
de 150 artículos como primer autor
y sobre 50 como segundo autor.
En pro de la investigación y
transferencia
Convencido de que la única
forma de llevar un progreso efectivo
a la agricultura chilena era a
través de un mejoramiento en la
tecnología, fue un constante abogado
de la necesidad de reforzar
dos palancas principales: la investigación
y la extensión. En las Jornadas
Agronómicas de 1951, presentó
un "Plan de fomento tri-guero"
basado en ambos ejes, e insistió
en las versiones siguientes. Dentro
del Ministerio de Agricultura siempre
colaboró hacia este objetivo y,
gracias al aporte de la Fundación