El Voluntario, un modo de vivirla identidad cristiana en el mundo

I. VOLUNTARIADO SOCIAL
A lo largo de la historia los seres humanos se han ido
comprometiendo, de manera libre y voluntaria, a ayudar o luchar para
mejorar las condiciones de vida y para dar una respuesta cívica y
solidaria a las necesidades e inquietudes.
Partimos de la definición de voluntariado que da la Plataforma del
Voluntariado en España (PVE, 2010): El voluntariado de acción social
es un tipo de participación que se realiza en el marco de un proyecto o
programa concreto promovido por una entidad privada (o pública):
• Participación en un espacio delimitado (entidad de voluntariado).
• De forma altruista hacia intereses sociales colectivos.
• Solidariamente.
• Responsablemente.
• De forma continua.
• Respetuosa con los derechos humanos.
• De forma gratuita.
• Cumpliendo con los requisitos de la Ley.
El voluntariado es una forma de participación de aquéllas
personas que viven su dimensión de ciudadanía en contacto real con
situaciones de dolor, de injusticia, sufrimiento o soledad, y ante las
cuales buscan respuestas personales y colectivas a través de las
organizaciones de solidaridad. Participar en la vida de la sociedad
constituye un derecho social y, a la vez, representa un deber moral en
tanto que cualifica nuestra identidad de seres sociales, incapaces de vivir
humanamente en el aislamiento. Participar, en definitiva, significa asumir
un proceso de apropiación de la realidad social, desarrollando
posibilidades de humanización y de transformación.
Este espacio de participación concreto que es el voluntariado
aparece en la vida de no pocas personas como una oportunidad que puede
aprovecharse para que arraigue en la tierra de las buenas prácticas, del
compromiso progresivo y de la vinculación comunitaria.
Existe voluntariado no sólo porque exista un cierto tiempo libre
en unas determinadas personas que pueden elegir cómo emplearlo. El
voluntariado nace como respuesta a urgencias sociales que no permiten
esperar, de modo que no puede entenderse sin la experiencia del
encuentro con el otro. No es una forma de asociacionismo sin más; lo que
se hace en el ámbito de la acción voluntaria es básicamente con otros y
para otros; su identidad se encuentra en la alteridad hecha servicio,
compromiso y desarrollo humanizador.
II. VOLUNTARIADO CRISTIANO
Cuando miro a mi comunidad parroquial veo a muchas personas que
entregan su tiempo, desde su ser cristiano, su ser comunidad cristiana y
desde su sentido de pertenencia a la Iglesia, en distintas formas y
maneras: catequistas, visitadores de enfermos, voluntarios de Cáritas…
En el fondo todos son agentes pastorales que dedican su tiempo al
desarrollo de una actividad pastoral. Pero, ¿y qué les diferencia a unos de
otros ¿Los voluntarios no son también agentes pastorales que dedican
su tiempo desde ser cristianos y desde el compromiso con la comunidad
parroquial y con la Iglesia Es más, muchos de los voluntarios
desarrollan distintas tareas dentro de las comunidades parroquiales, y
además de ser de Cáritas son catequistas, del equipo de liturgia e incluso
a veces hasta sacristanes.
Si hiciéramos un rastreo por el origen de las personas que son
voluntarias en Cáritas, un análisis del porqué de su opción de ser
voluntarias, encontramos que muchas de ellas no vienen desde una
opción fuerte por lo social o por el mundo de la lucha contra la pobreza,
sino que esta opción la han ido encontrando a lo largo de su trayectoria
en Cáritas. La mayoría de los voluntarios que nos encontramos son
personas que se sienten vinculadas a su comunidad y que, en su
trayectoria de fe, sienten la necesidad de dar un paso más en su
compromiso como cristiana. Se sienten llamadas a realizar alguna tarea
al servicio de su comunidad parroquial y, por tanto, al servicio de la
Iglesia; unas optan por ser catequistas, otras se sitúan en Cáritas, pero
siempre desde una opción de servicio pastoral.