El Voluntario, un modo de vivirla identidad cristiana en el mundo

1.- El valor de la proximidad. Presencia próxima en la humildad
de las cosas pequeñas, en lo cotidiano, en lo inútil, en lo poco
productivo… Debe estar escuchando las historias llenas de dramas, de
dolor, sin maquillarlas, sin desdibujarlas. Se trata de una presencia “que
sabe practicar la solidaridad en su vida cotidiana y no sólo en momentos
excepcionales”. Los voluntarios tiene la posibilidad de aproximarse a
personas y contextos que creían inexistentes; personas que no tenían
rostro ni vida se pueden convertir en compañeros de camino desde la
presencia próxima y humilde.
2.- El valor del abrazo humano. Las personas en situación de
exclusión reciben golpes con menos defensas (familiares, económicas,
sociales, culturales), hasta el punto de que terminan asumiendo una
ideología de lo inevitable (“es normal que no encuentre trabajo”, “es
normal que me abandone mi pareja”, “es normal que mi familia no quiera
verme”). Ante esto, “las personas reclaman proximidad y compañía,
cariño y comprensión”. Pero el dar paso a ese abrazo humano supone
sentir y dejarse afectar por el otro, descubriendo una persona con su
dignidad a pesar de las dificultades. El acompañamiento nos descubre
que no somos nosotros los que cambiamos al otro sino que nos
cambiamos en una interacción recíproca. Son muchas veces las que nos
descubrimos como solucionadores de problemas, el otro es el problema
y yo soy su solución porque yo le enseño a escribir, yo le enseño a
vestirse, yo le enseño a tener unos horarios. Pero el acompañamiento nos
tiene que mostrar que se trata de un aprendizaje mutuo, que los dos nos
enseñamos mutuamente en ese proceso que estamos compartiendo, y
para esto es fundamental que asumamos, que concibamos esa idea que
planteábamos antes del voluntariado como propio proceso personal,
como forma de aprender y situarnos en ese estadio de igualdad, donde los
dos vamos aprendiendo y vamos creciendo.
3.- El valor del encuentro. Los voluntarios están llamados a
generar lugares desde la permanencia, desde el encuentro paciente,
estable, gratuito. Es en ese encuentro donde existe el hombre, la
personalización, la afectación por el otro, la pérdida del anonimato….
Aparece el encuentro con la persona en su totalidad y no con aspectos
parciales de su ser. Y, sobre todo, cuidar los tiempos, el encuentro
requiere de tiempo, no de prisas.
II.3 - El voluntariado cristiano es vocación
Entre la multitud y diversidad de aproximaciones posibles al
voluntariado, recojo lo que plantea Vicente Altaba en el voluntariado
como vocación:
1.- Hemos sido llamados a gritos: por la pobreza, la marginación,
la exclusión social, la soledad, el sufrimiento de nuestros hermanos; por
la justicia, la fraternidad, la gratuidad del amor; por un Dios que tiene
entra as de amor, que se conmueve ante la pobreza y el sufrimiento
humano y nos convoca a todos a su Reino.
2.- Hemos respondido: “Aquí estoy, envíame”. Es reconocer que
has tenido ojos despiertos para ver y oídos abiertos para escuchar. Es
experimentar el gozo de haber tenido y tener sensibilidad interior para
conmoverte y un corazón generoso para responder y entregarte.
3.- Dispuestos a ser instrumentos para difundir el amor de Dios:
que han ofrecido sus manos, sus ojos, su corazón a Dios. Instrumentos
de Dios, que asume la causa y el lugar del pobre; en una comunidad
servidora de los pobres; con la radicalidad y la gratuidad del amor.
II.4 - El voluntariado como discipulado
1. El voluntariado social es un modo de vivir la identidad cristiana
en el mundo. Es una respuesta al amor incondicional del Padre.
2. Entender la propia existencia como don recibido.
3. Solidaridad auténtica: que cuestione críticamente la realidad; que
transforme conciencias y estructuras; coherente con todas las
demás acciones pastorales; que integre activamente a los pobres
y marginados en la promoción de su persona.
4. El voluntariado social: gratuito, orientado al otro, dirigido a la
inclusión en la comunidad.
5. Por tanto, el voluntariado social no es una opción libre para el
cristiano; es una llamada, un mandato, una característica