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ÍNDICE<br />
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
IV |Presentación<br />
PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS<br />
1 | Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance. Towards a<br />
systematic analytic framework<br />
Claudia Padovani y Elena Pavan<br />
21 | Gender, justice and the media: shifting our agenda to media ownership<br />
Carolyn M. Byerly<br />
33 | La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de<br />
comunicación<br />
Nelly Lucero Lara Chávez<br />
MUJERES Y PERIODISMO<br />
46 | Mujeres en el periodismo deportivo: reflexiones para comprender la transgresión desde<br />
la práctica discursiva de las reporteras de deportes<br />
Claudia Ivette Pedraza Bucio<br />
70 | Los feminismos y las Sociedades de la Informacion ante la encrucijada del derecho a<br />
comunicar<br />
Raquel Güereca Torres
MUJERES Y CONTENIDOS AUDIOVISUALES<br />
103| Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf.<br />
Una mirada desde el género<br />
Vicente Castellanos Cerda y Elvira Hernández Carballido<br />
120| Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
Adiel Martínez Hernández<br />
II <br />
140| Bella y a la moda, ¿feliz y amada? Programas televisivos que transforman la apariencia<br />
física de las mujeres a través de mecanismos de violencia de género.<br />
Raquel Ramírez Salgado<br />
FEMINISMO EN LA EXPERIENCIA INTERNACIONAL<br />
155| Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro: acceso y participación de las<br />
mujeres en El País, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya<br />
Juan Gallego Ayala<br />
174| Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso<br />
brasileiro<br />
Ana Carolina Escosteguy<br />
187| Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
Lirían Sifuentes, Bruna Rocha Silveira y Janaina Cruz de Oliveira<br />
204| Empowering scenes: communication as strategic area to women’s autonomy through<br />
audiovisual narratives<br />
Fernanda Capibaribe Leite<br />
214| Disarticulated laughers: backlash in broadcast comedy in France<br />
Nelly Quemener<br />
232| Hyper-Gendered Discourse: How Japanese Fashion Magazines Construct Gender<br />
Identity<br />
Todd Holden<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
RESEÑA<br />
267| El efecto Al Jazeera<br />
José Antonio Brambila<br />
III <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
P R E S E N T A C I Ó N |<br />
En su lucha por impulsar los derechos humanos de las mujeres, el movimiento feminista ha<br />
puesto la atención desde los años setenta en la responsabilidad de las industrias de<br />
comunicación en la promoción de la igualdad de género. ¿Por qué?<br />
Con la designación en 1975 como el Año Internacional de la Mujer, inició el diagnóstico<br />
sobre la situación de las mujeres en el mundo. Lo que los primeros análisis nacionales,<br />
regionales y mundiales evidenciaron fue la violación de los derechos humanos de las mujeres en<br />
todos los ámbitos, en reciprocidad con su marginación de la economía mundial y de su poco o<br />
nulo acceso a los recursos para acceder a una ciudadanía plena. Un elemento fundamental<br />
originado por estas causas apuntaba al acceso muy limitado de las mujeres a los medios de<br />
comunicación y a las tecnologías de información, en términos de representación y de empleo.<br />
Las imágenes estereotipadas que sobre ellas prevalecían en el discurso mediático, así como su<br />
escasa participación como propietarias y productoras, fueron señaladas desde entonces como<br />
poderosas barreras que dificultaban la universalidad de los derechos humanos.<br />
De estos primeros diagnósticos derivó la inclusión que Naciones Unidas hizo en su<br />
Plataforma de Acción de 1995, del Capítulo J, al que denominó “Mujeres y Medios de Difusión”, y<br />
en el cual hizo un llamado explícito a los Estados que la integran a realizar diversas acciones<br />
encaminadas a promover la justicia de género en el ámbito de la comunicación. Entre las<br />
principales tareas señaladas en esta Plataforma, se apuntan:<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Promover el acceso paritario de las mujeres a las industrias de medios en la gestión,<br />
producción, educación, capacitación e investigación.<br />
Alentar la investigación sobre las representaciones de las mujeres en los medios.<br />
Fomentar la producción de contenidos mediáticos realizados por mujeres.<br />
Estimular las redes de comunicación de mujeres.<br />
Promover programas de educación y capacitación de las mujeres para la operación de<br />
medios de comunicación y tecnologías de la información.<br />
Estimular tareas de observación de los contenidos.<br />
Fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de las mujeres en los medios de<br />
comunicación.
PRESENTACIÓN<br />
Y aunque han transcurrido más de tres décadas, los diagnósticos más recientes no<br />
muestran un panorama alentador, por lo que podemos afirmar que el análisis de todas estas<br />
dimensiones continúa siendo, desde luego, pertinente.<br />
Por otro lado, y dado el doble carácter de la investigación feminista en comunicación, la<br />
acción política ha ido acompasada del diálogo teórico con el Estructuralismo –Michelle<br />
Mattelart y el análisis de los medios y la violencia sexual–, los Estudios Culturales –Dorothy<br />
Hobson y Janice Radway en el análisis de la recepción y las prácticas comunicativas de las<br />
mujeres–, y la Economía Política –Ellen Riordan y Janet Wasko y el análisis del poder y la<br />
explotación en el acceso y participación de las mujeres en las industrias culturales–, entre otras<br />
líneas.<br />
V <br />
Éstas son algunas de las dimensiones principales del derecho humano a comunicar<br />
desde la perspectiva de género feminista, y de ello dan cuenta los artículos que incluye este<br />
número de la revista.<br />
En la sección Planteamientos teóricos, destacan las aportaciones de Carolyn M. Byerly,<br />
quien en su artículo “Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership”,<br />
discute acerca de la importancia estratégica que para la agenda feminista tiene analizar la<br />
participación de las mujeres en la propiedad de los medios. A este trabajo lo sigue el de Claudia<br />
Padovani y Elena Pavan, quienes comparten el planteamiento teórico-metodológico de un<br />
proyecto de investigación de largo aliento, que tiene como propósito dar cuenta de las<br />
acciones, mecanismos, políticas e intervenciones que, con una perspectiva de género, han sido<br />
impulsadas a nivel global. En su turno, Nelly Lucero Lara Chávez plantea la necesidad de<br />
desarrollar una hermenéutica feminista que, en el análisis de los procesos comunicativos, nos<br />
permita dar cuenta de la participación de las mujeres como interpretantes y generadoras de<br />
sentido.<br />
Dos trabajos integran la sección denominada Mujeres y periodismo. El primero de ellos,<br />
firmado por Claudia Ivette Pedraza Bucio, analiza la problemática que involucra la participación<br />
de las mujeres en la industria del periodismo deportivo. Se trata, nos dice la autora, de un<br />
espacio tradicionalmente masculino en el que las mujeres se encuentran con serias dificultades<br />
para desarrollar su profesión y donde, sin embargo, han logrado avanzar en el ejercicio de su<br />
derecho a comunicar. El trabajo de Raquel Güereca Torres aborda un problema contemporáneo<br />
de gran importancia: la participación de las mujeres en la Sociedad de la Información y el<br />
Conocimiento. Establece que la desigualdad de género se ha trasladado al ciberespacio,<br />
manifestándose en problemas como la brecha digital de género pero que, a pesar de ello, el<br />
feminismo ha encontrado en el ciberespacio un recurso estratégico para difundir la agenda de<br />
los derechos humanos de las mujeres.<br />
En la siguiente sección se agrupan una serie de trabajos que, con metodologías diversas,<br />
abordan la relación entre género y discurso audiovisual. Elvira Hernández Carballido y Vicente<br />
Castellanos centran su análisis en Beowulf, un filme que pareciera constituirse en una crítica a la<br />
cultura patriarcal y que, sin embargo, y gracias a la focalización de estos autores en tres<br />
dimensiones –la función del personaje, el tratamiento digital y el punto de vista de la cámara–,<br />
reitera los estereotipos sexistas prevalecientes en géneros tradicionales, tanto en la imagen, el<br />
discurso y la representación. En esta misma línea continúa el trabajo de Adiel Martínez, quien<br />
aborda el análisis discursivo de la serie de ficción Lo que callamos las mujeres, con el fin de<br />
identificar los estereotipos sexistas prevalecientes en la representación de lo que el autor<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
PRESENTACIÓN<br />
denomina como “masculinidad hegemónica”. Por su parte, Raquel Ramírez aborda el estudio de<br />
programas de televisión dirigidos a promover uno de los estereotipos históricamente asociados<br />
a la subjetividad femenina: la belleza física. Situando su análisis en el contexto de la violencia de<br />
género contra las mujeres, la autora demuestra de qué manera algunos programas de la cadena<br />
Discovery Home and Health –¡No te lo pongas!, 10 años menos y Cámbiame el look–recurren a<br />
mecanismos como la violencia psicológica y patrimonial para enfatizar los mandatos de género<br />
que dominan en la sociedad.<br />
En el último apartado se incluyen los trabajos de especialistas de Sudamérica, Europa y<br />
Asia que dan cuenta de la relación entre feminismo y comunicación en esas regiones del<br />
mundo. Juana Gallego Ayala comparte algunos resultados de la investigación “La prensa por<br />
dentro: acceso y participación de las mujeres en El País, La Vanguardia y El Periódico de<br />
Catalunya.” En su artículo da cuenta principalmente del tratamiento desigual y discriminatorio<br />
hacia las mujeres en la información contenida en estos diarios, los de mayor importancia en<br />
España. La autora señala que aún cuando las mujeres se han incorporado a la esfera pública<br />
como agentes de transformación, la prensa continúa representando sus acciones desde una<br />
perspectiva androcéntrica que cuestiona su legitimidad para participar en la vida política,<br />
económica y cultural. Alude a la perspectiva de género aplicada a la información como el<br />
recurso para sumar a las industrias periodísticas en la promoción de la ciudadanía de las mujeres.<br />
Ana Carolina Escosteguy ofrece un recorrido por la investigación brasileña en género y<br />
comunicación que, desde los años setenta y hasta el día de hoy, da cuenta de la relación entre<br />
mujeres y medios desde la metodología de las historias personales. También en Brasil se sitúa el<br />
objeto que Lirían Sifuentes, Bruna Rocha Silveira y Janaina Cruz de Oliveira analizan. Se trata de<br />
un problema advertido por la teoría crítica feminista en otras disciplinas: la dificultad para<br />
“transversalizar” los estudios de comunicación con una perspectiva que dé cuenta de las<br />
implicaciones de los procesos comunicativos en la vida de las mujeres. En un trabajo innovador<br />
–por su focalización en un género poco analizado desde la perspectiva feminista–, Nelly<br />
Quemener analiza lo que denomina como un proceso de retroceso en el género de la comedia<br />
y la sátira política que, en el contexto de la política conservadora en Francia, se ha visto vaciada<br />
de su densidad política. La autora demuestra que la comedia, que en otro tiempo fue lugar de la<br />
representación y la discusión sobre la diversidad sexual en Francia, en los años recientes ha<br />
registrado un retroceso al recurrir a imágenes estereotipadas de la feminidad y la masculinidad,<br />
que ahora son representadas desde una perspectiva heteronormativa. Por su parte, Todd<br />
Holden ilustra la representación de las identidades de género en las revistas de moda japonesas.<br />
En su lectura, el autor plantea un problema central: la hiper-sexualización de mujeres cada vez<br />
más jóvenes en estas publicaciones y de sus implicaciones en la ciudadanía de las mujeres.<br />
Por último, Fernanda Capibaribe Leite aborda otra línea de la agenda feminista en<br />
comunicación: la de las narrativas audiovisuales como vía de expresión de la autonomía y el<br />
empoderamiento de las mujeres, a través del análisis de la serie dirigida por Kat Mansoor, The<br />
Right to Be.<br />
En la sección de Reseña, José Antonio Brambila comparte su lectura de El efecto Al<br />
Jazeera, de Philip Seib, quien sostiene la hipótesis de que las posibilidades de los nuevos medios<br />
están modificando la política tradicional y la forma como los ciudadanos y los Estados<br />
interactúan entre sí, lo que, desde su perspectiva, plantea una paradoja: ser mecanismo para la<br />
expansión de la democracia y del terrorismo internacional.<br />
VI <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
NETWORKS AND POWER IN GENDER-ORIENTED<br />
COMMUNICATION GOVERNANCE.<br />
TOWARDS A SYSTEMATIC ANALYTIC FRAMEWORK<br />
Claudia Padovani* y Elena Paván**<br />
RECIBIDO: 25 de enero de 2012<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREOS ELECTRÓNICOS:<br />
mmclaudia.padovani@unipd.it<br />
melena.pavan@soc.unipd.it<br />
* Claudia Padovani es investigadora del Departamento de Historia y Estudios Políticos de la Universidad de<br />
Padova, Italia.<br />
** Elena Pavan es asistente de investigación del Departamento de Historia y Estudios Políticos de la Universidad<br />
de Padova, Italia.<br />
PALABRAS CLAVE | género, mujer, medios de comunicación, gobernabilidad, poder, redes.<br />
KEYWORDS | gender, women, media, governance, power, network
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
2 <br />
RESUMEN<br />
La relevancia de las diferencias de género en la estructuración de las<br />
desigualdades sociales y la relación de poder es ampliamente reconocida.<br />
Uno de los principales desafíos es el nexo entre la mujer y los medios de<br />
comunicación y la igualdad de oportunidades en las sociedades<br />
contemporáneas. En este artículo ofrecemos una visión general del marco<br />
analítico de un proyecto de redes de investigación en curso titulado<br />
Gobernabilidad y poder en la comunicación con enfoque de género, el cual<br />
se centró en el nexo entre género y medios de comunicación en los<br />
acuerdos la supra-nacionales.<br />
ABSTRACT<br />
The relevance of gender differences in the structure of social inequalities and<br />
power relations is widely recognized. One of the main challenges is the<br />
connection between women and media and equal opportunities in<br />
contemporary societies. This article is an overview of the analytical<br />
framework of a research network project entitled Governance current and<br />
power in communication with a gender perspective, which focused on the<br />
nexus between gender and media in the above agreements, nationals.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
1. INTRODUCTION<br />
In this article we offer an overview of the analytic framework of an ongoing research<br />
project titled Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance,<br />
focused on the nexus between gender and media in supra-national governing<br />
arrangements.<br />
The relevance of gender differences to the structuring of social inequalities and<br />
power relation is widely acknowledged and the international community has recognized<br />
since the mid ‘90s the nexus between women and media as one of the major challenges<br />
to equal opportunities for women in contemporary societies. That recognition, in the<br />
context of the Beijing World Conference on Women, has legitimated and in (re)activated a<br />
plurality of actors –including governmental and intergovernmental agencies, epistemic<br />
communities, professional and advocacy networks– some of which even in previous<br />
years had contributed to elaborating provisions and structuring arrangements concerning<br />
gender stereotyping and misrepresentation as well as women marginalization and<br />
professional discrimination in media systems. Not only stereotypical and discriminatory<br />
representation of women but also women’s participation in the media and their<br />
governance has been outlined as major challenges. More recently, with the explosion of<br />
information technologies, newer issues have emerged concerning unequal access to and<br />
control of technologies, privacy and surveillance, pornography on the Internet.<br />
Problematic issues have thus been identified and framed; and a number of<br />
solutions suggested, including the role and responsibilities of different societal agencies.<br />
Yet, in spite of the plurality of initiatives, campaigns and interventions in these diverse but<br />
interrelated areas trans-nationally, the governance of gender-related communication<br />
remains an insufficiently unexplored area in the context of women and communication<br />
scholarship (Jensen, 2005; Byerly & Ross, 2006; Sarikakis & Slade, 2008; Byerly, 2011;<br />
Gallagher, 2011): so far, no systematic analysis has been provided to map out relevant<br />
actors; no stock-taking exercise has been conducted concerning global initiatives; nor a<br />
longitudinal in depth investigation of existing policy provisions has been carried on.<br />
In response to the lack of attention posed by gender and media studies to policy<br />
relevant aspects of media development and to gender-relevant components of media<br />
policy processes, a research project titled Networks and Power in Gender-oriented<br />
Communication Governance looks at how communication and gender have come<br />
together in relevant policy settings over the past 40 years (and more specifically since the<br />
early ‘90s): it investigates how such processes have been structured and how issues have<br />
been framed and placed on the political agenda, including women ability to participate in<br />
communication governance; it attempts to “map out” this policy area paying attention to<br />
both constitutive elements and processes.<br />
3 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
In a context where the global governance of communications is characterized by<br />
growing of diversity (of actors and issues) and levels of complexity (due to the interplay of<br />
actors and issues), it is crucial to develop adequate analytic and methodological<br />
frameworks, and to test such frameworks through empirical investigation, in order to gain<br />
a better understanding of the current realities and the challenges ahead (Padovani &<br />
Pavan, 2010).<br />
To clarify the conceptual ground, we see Gender-oriented Communication<br />
Governance (GoC_Gov) as a thematic sub-field of the broader domain of Global Media<br />
and Communication Governance (Raboy & Padovani, 2010); a subfield which presents<br />
some of the features that characterize the broader landscape of communication<br />
governance: it has become an internationalized domain (Mueller et al., 2004); it creates a<br />
normative space within which other decision making discourses take place (Braman,<br />
2006); it may epitomize new forms of governance arising in global politics (Singh, 2002).<br />
4 <br />
In our view, GoC_Gov indicates all those processes and dynamics that aim at<br />
orientating and defining governing arrangements in relation to gender and media; it is a<br />
field of research and policy practices whose boundaries can be clarified by articulating<br />
some key terms:<br />
<br />
<br />
<br />
Governance as the coming together of cognitive, normative and regulatory<br />
aspects, which may include community practices, ground-up trans-national<br />
mobilizations as well as interventions in policy-settings by a variety of actors and<br />
stakeholders.<br />
Communication to indicate contents, processes and technologies which<br />
compose a mediated environment within which a gender dimensions is all too<br />
often disregarded (including both conventional media and “new media”).<br />
Gender-oriented to indicate a set of practices that promote a social agenda for<br />
change based on gender equity in and through any form of mediated<br />
communication (in due consideration of the ambiguities and conceptual shifts<br />
that have over time characterized reference to “women and media” and, more<br />
recently, invited a broader understanding of “gender-related media issues”).<br />
We acknowledge that such field extends across different levels; yet the very focus<br />
of the project is on the trans-national and supra-national levels. By empirically analyzing<br />
GoC_Gov in the global context, the project aims at shedding new light on the very case<br />
study –looking at how principles, norms and rules are articulated via and by trans-national<br />
networks– while, at the same time, contributing to a more general understanding of<br />
governance processes.<br />
In order to clarify what we think should be the components of an adequate<br />
analytic framework to investigate GoC_Gov as a domain, we here describe the research<br />
context of Networks and Power in Gender-Oriented Communication Governance (par 1),<br />
and briefly elaborate on the three areas of concern addressed by the project: the link<br />
between gender and media discourses and broader mobilization efforts (both on gender<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
issues and on other global themes such as global justice); the progressive consolidation of<br />
normative frameworks through the operation of institutional processes (such as the UN<br />
Decade for Women or the Beijing World Conference) and the subsequent development of<br />
media practices oriented toward gender equality; the emergence of multi-actor networks<br />
wherein gender and media discourses sustain the consolidation (and renewal) of<br />
normative frameworks and their integration into policy processes and outcomes. We<br />
conclude the first paragraph by briefly describing the structure and outcome of a<br />
mapping exercise of the GoC_Gov domain conducted in the initial stage of the project,<br />
and provide reference to available web-based resources.<br />
5 <br />
Secondly, we introduce the methodological approach of the project. To make<br />
sense of the vast variability of actors, visions and practices that compose GoC_Gov as a<br />
field, we adopt a discursive approach to the study of political dynamics, where the<br />
conceptual category of “discourse” is extended to indicate social dialogue practices that<br />
are established between institutional and non-institutional actors (Donati, 1992) as well as<br />
the pre-requisite for normative frameworks to emerge (Dryzek, 2005; Khagram, Riker &<br />
Sikkink, 2002). Moreover, in view of investigating the collective construction of a<br />
“Gender&Media discourse” through the interaction of different actors, a relational<br />
approach is adopted; one that builds on networks as a powerful metaphor for rendering<br />
the complexity of the field, but moves beyond the metaphor to empirically analyze<br />
networks as concrete realities in GoC_Gov.<br />
We conclude discussing the relevance of a mapping and network approach to the<br />
study of GoC_Gov in support of research, advocacy and policy-making interventions.<br />
1. TOWARDS AN ANALYTICAL FRAMEWORKS FOR THE STUDY OF GENDER-<br />
ORIENTED COMMUNICATION GOVERNANCE<br />
The project Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance 1 aims<br />
at empirically analyzes the area of trans-national communication governance that<br />
focuses on the nexus between women, media and communication. The final aim of the<br />
project is to provide an articulated overview of GoC_Gov as it evolved over the past<br />
decades, with a special focus on the last 20 or so years, at the same time contributing to<br />
shed new light on the conduct and mechanisms of international politics, looking at how<br />
normative frameworks evolve in the supra-national context, through the intervention of a<br />
plurality of interacting actors. Moreover, the project aims at producing relevant<br />
knowledge to support activities carried on by researchers, activists, media professionals<br />
and policy makers and strengthen stakeholders’ capacity to act in the ever-changing<br />
media and communication governance environment.<br />
1 The project is funded by the University of Padova, Italy, for the period March 2011-February 2013.<br />
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Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
1.1 PROMOTING SOCIAL CHANGE TOWARDS GENDER EQUITY THROUGH<br />
COMMUNICATION GOVERNANCE<br />
We understand from available literature and documentation that the whole thematic area<br />
of women and media has become visible, and somehow prominent, on the international<br />
scene around the mid ‘70s. This development can be associated with the emerging global<br />
women’s movement (or women’s rights movement) (Harcourt, 2006; Dufour et al., 2010;<br />
Eschle & Maiguasca, 2010), also strengthened through international events and official<br />
declarations –from Mexico City in 1975 to Beijing in 1995, passing through Copenhagen<br />
in 1980 and Nairobi in 1985– that have contributed to making the theme “women and<br />
media” an internationally recognized issue.<br />
6 <br />
In the same time span we have also witnessed social mobilization developing<br />
trans-nationally and focused specifically on information and communication, and later<br />
media reform and media justice (Calabrese, 2004; O'Siochru, 2005; Hackett & Carroll,<br />
2006; Napoli, 2007; Padovani & Pavan, 2009; Kidd, Rodriguez & Stein, 2009). In this case<br />
as well, mobilizations have paralleled international debates where intergovernmental<br />
organizations engaged in debates and produced reports and declarations, such as those<br />
debates concerning unbalances in the world information environment, which inspired<br />
interventions, especially from the Non Aligned Movement, in support of a New World<br />
Information and Communication Order (NWICO) (Vincent, Nordenstreng & Traber, 1999;<br />
Carlsson, 2003; Padovani, 2008).<br />
It should be outlined that the relation between global women’s activism and<br />
communication-centered interventions has not been a linear one: in spite of a broad<br />
recognition of the relevance of mediated messages and mediating structures to the<br />
promotion of equal opportunities for women, observers suggest that media roles and<br />
responsibilities have been the focus of only a small and sometimes marginal sector of the<br />
women’s movements, and that the relation between global mobilizations and genderaware<br />
communication activism has not yet been fully explored (Gallagher, 2010).<br />
Furthermore, it has only been with the Fourth World Conference on Women, in Beijing<br />
(1995), that “women and media” has entered the international arena as one of the major<br />
challenges to be addressed; nevertheless, it has since never gained the relevance and<br />
level of institutional engagement that other issues, such as poverty, education and health,<br />
have obtained (with the possible exception of UNESCO which, in respect of its mandate,<br />
has adopted a gender mainstreaming approach in the conduct of its activities in the areas<br />
of media pluralism, freedom of expression, ICT development towards knowledge<br />
societies).<br />
In a similar vein, it should be noted that communication-related mobilizations<br />
have not always acknowledged nor developed adequate frameworks to include a gender<br />
dimension in their claims, framing efforts and policy proposals; while seldom international<br />
debates, conferences and official positions concerning the development of media and<br />
communication –from the NWICO in the “70s to the World Summit on the Information<br />
Society (WSIS) in the early 2000– have resulted in an explicit focus on the gender<br />
implications of global communications” evolution.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
In articulating a framework that looks at the evolution of GoC_Gov over the past<br />
decades, it therefore seems crucial to reconsider and further interpret connections, and<br />
especially disconnections, between transnational mobilizations (in the different areas<br />
indicated above), supranational intergovernmental debates and processes (concerning<br />
both women and communication) and the specific challenges addressed by genderoriented<br />
communication policy interventions. This should be done both looking at the<br />
substance of issues (priorities, conceptualizations of women and gender in relation to the<br />
media, new challenges emerging from technological evolution) and at the actual interplay<br />
amongst different actors (parallel paths, collaboration and competing interests, ideologies<br />
and visions). Mapping actors and issues is thus a first step in understanding contemporary<br />
features and trends of GoC_Gov.<br />
7 <br />
1.2. NORMATIVE FRAMEWORKS IN GENDER-ORIENTED COMMUNICATION<br />
GOVERNANCE<br />
Following recent literature on the transformation of global politics, including writings<br />
focused specifically on the women’s movement (Krook & True, 2010; Zwingel, 2011), it<br />
can be noted that GoC_Gov offers a meaningful case study for examining how<br />
controversial issues ad claims evolve over time, sometimes consolidating into normative<br />
frameworks.<br />
Issues and claims have been framed in different national and regional contexts,<br />
thus contributing to articulating the relation between gender and media. In some cases,<br />
these issues and claims have been translated into formal documents (e.g., codes of<br />
conduct adopted by individual media outlets operating at the national level),2 adopted as<br />
specific commitments by media professional associations (as in the case of the<br />
International Federation of Journalists’ Ethical Journalism Initiative),3 and translated into<br />
interventions for the adoption of binding policy documents (as the activities of the South<br />
African organization Genderlinks have proven to be rewarding).4 These examples show<br />
that, when inserted in policy agendas, collectively discussed and framed, controversial<br />
issues, claims and principles can translate into norms, understood as “shared expectations<br />
of standard behaviors for actors with a given identity” (Finnemore & Sikkink, 1998).<br />
In elaborating a framework to investigate GoC_Gov, it is therefore crucial to<br />
consider if and how, starting from debates issues, normative frameworks have been<br />
structured and under what conditions that have been consolidated, eventually becoming<br />
standards of behavior for actors operating both locally and globally. A well known<br />
example of this is offered by the Beijing Plan for Action (Beijing PfA, 1995), particularly<br />
Section J,5 generally recognized as a milestone in affirming principles and requirements<br />
2<br />
Over 2011, The International Federation of Journalists (IFJ) and the World Association for Christian<br />
Communication (WACC) have jointly carried on a worldwide survey as a way to map out and analyze this diverse<br />
reality. A Report is expected to be published in 2012.<br />
3<br />
Available at: http://ethicaljournalisminitiative.org/en.<br />
4<br />
Available at: http://www.genderlinks.org.za/page/mission-and-vision.<br />
5<br />
J.1 “Increase the participation and access of women to expression and decision-making in and through the<br />
media and new technologies of communication”, and J.2 “Promote a balanced and non-stereotyped portrayal<br />
of women in the media.”<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
pertaining to the relation between women and the media. Normative frameworks which<br />
have been adopted supra-nationally have then been referred to, at the regional and<br />
national levels, to orientate policy interventions to overcome discrimination against<br />
women, persisting stereotypes on men and women, and unequal access to media and<br />
technologies, their content and their governance. Nevertheless, in a context of fast<br />
changing information technologies and mediated environments we are confronted with<br />
open issues concerning the actual relevance of existing frameworks, their completeness<br />
and the need for revision and integration, as well as on the persisting obstacles to their<br />
implementation. Mapping existing normative frameworks and testing their completeness<br />
in relation to actors’ priorities and their relevance “on the ground” is therefore a second<br />
step in making sense of GoC_Gov.<br />
8 <br />
1.3 INTERACTION AMONGST DIFFERENT STAKEHOLDERS: A NETWORKED REALITY<br />
Local, national and transnational interventions aimed at promoting a social agenda for<br />
change based on gender equity in and through any form of mediated communication<br />
involve a diverse set of actors engaged in a number of practices. Such practices might<br />
include: efforts to monitor and overcome stereotyping and disrespectful images and<br />
narratives of women in media, including making their voices heard and meaningful in the<br />
public space; fostering women’s access and ability to actively participate in media and<br />
information and communication systems; realizing women’s communication rights<br />
through the creation of respectful content, plural channels and inclusive processes of<br />
communication; strengthening of networking and information sharing within and<br />
amongst women’s movements.<br />
In carrying on these activities, governmental as well as non-governmental actors<br />
mobilizing for and participating in GoC_Gov, interact with each other, express different<br />
interests and preferences and play out different degrees of influence. These interactions<br />
can be carried out both formally (e.g., within formally recognized collective action<br />
platforms or in the joint publication of materials) or informally (e.g., in the form of<br />
collaboration into join activities or through the exchange of resources and/or activists).<br />
Moreover, these interactions can be collaborative or based on conflict, as it happens<br />
when opposed vision clash.<br />
In all these forms, the bulk of actors’ interaction can be depicted as the multiplicity<br />
of networks of interdependent, but operationally autonomous actors, that produce<br />
relevant knowledge and cultural practices; develop frames that imbue public discourse<br />
and orientate policy agendas; articulate principles, norms and rules; engage in political<br />
negotiation with a view to orientate policy-relevant outcomes around issues pertaining to<br />
the nexus between women, communication and mediating technologies. More<br />
specifically, GoC_Gov can be conceived as the set of practices that promote a social<br />
agenda for change based on gender equity in and through any form of mediated<br />
communication. Such practices are conceived as the result of networked interactions<br />
between actors of different nature (governmental and non-governmental, publicly or<br />
privately oriented) and may be the outcome of cooperative as well as conflictual<br />
negotiations. Mapping networks of interaction, and investigating roles and positions of<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
nodes and the meaning of the linkages connecting them, is thus a third step in uncovering<br />
the realities of GoC_Gov.<br />
1.4 MAPPING GENDER-ORIENTED COMMUNICATION GOVERNANCE<br />
As it becomes clear, mapping gender-oriented communication as a governance domain<br />
–made of issues and interests, principles and evolving norms, actors and their<br />
interaction– is a core feature of the project Network and Power in Gender-oriented<br />
Communication Governance and a precondition to subsequent analyses. It should<br />
therefore be mentioned that a specific approach to “mapping” has contributed to inform<br />
the analytical framework described in the previous paragraphs; one that refers to<br />
collective scholarly efforts that have been carried on in the context of a Mapping Global<br />
Media Policy, an independent project initiated by the Global Media Policy Working Group<br />
of the International Association for Media and Communication Research (IAMCR). 6<br />
9 <br />
As we have discussed elsewhere (Raboy & Padovani, 2010) “mapping” is not just a<br />
matter of “listing who does what to whom” in the global environment of media and<br />
technology: it is a step towards understanding the interactions, competing interests and<br />
alternative perspectives involved in this policy domain in order to clarify where decisions<br />
come from, on which principles they are grounded, as well as the outcomes and<br />
consequences of policies, strategies and actions. Mapping, conceived as “engagement<br />
with the practical world”, thus becomes a methodology: it is about the collection and<br />
organization of data concerning specific issues as well as broader thematic areas,<br />
concerning actors’ attributes as well as their interactions, concerning specific processes<br />
or general trends, and concerning the evolution of scientific knowledge and the<br />
challenges of trans-disciplinary exchanges.<br />
Furthermore, mapping recalls the immediateness of charts, maps and visual<br />
representations: tools through which humans have always attempted to position<br />
themselves in the world, get orientations and elaborate interpretations of events and<br />
problematic situations. Maps are therefore social constructions of the world and mapping<br />
has emerged, in the information age, as “a means to make the complex accessible, the<br />
hidden visible, the unmappable mappable” (Abrams & Hall, 2006).<br />
On this ground, the Mapping Global Media Policy initiative has created a digital<br />
platform (http://www.globalmediapolicy.net/) which provides database architecture about<br />
individual and organizational actors, policies, documents and relevant resources that<br />
compose the field. It also includes a set of accompanying tools to produce visual<br />
representations of data: geomaps, tree maps, network maps to show the connections<br />
amongst existing profiles.<br />
6<br />
The Mapping Global Media Policy project is an independent project initiated by the Global Media Policy<br />
Working Group of the International Association for Media and Communication Research (IAMCR), hosted and<br />
supported by an academic consortium led by Media@McGill, a research and public outreach hub based at McGill<br />
University (Canada), and including University of Padova (Italy) and the Center for Media and Communication<br />
Studies (CMCS) at Central European University (Hungary). For background documents discussing the objectives,<br />
structure and scenarios of use of the Mapping Global Media Policy project see:<br />
http://www.globalmediapolicy.net/node/201.<br />
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Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
The project Networks and power in Gender-oriented Communication<br />
Governance shares some policy-relevant objectives with the Mapping Global Media Policy<br />
initiative, while articulating them with a specific focus on the gender dimension. It aims at:<br />
fostering access to information and data on gender-relevant global media and<br />
communication governance; building and sharing knowledge on a policy domain that<br />
intersects with several others (gender, media, development, information technologies…);<br />
enhancing actors’ capacity to effectively intervene in relevant policy settings and reducing<br />
barriers to meaningful participation; stimulating collaboration between scholars and<br />
stakeholders worldwide on gender-oriented communication governance.<br />
10 <br />
To these ends, a “thematic island” titled Gender&Media has been created (by the<br />
GoC_Gov project) in the digital platform to gather multiple types of useful knowledge on<br />
the supranational governance of gender-oriented communication. The information<br />
collected has been organized, classified and made accessible on the Platform<br />
(http://www.globalmediapolicy.net/island/1117). The resulting thematic space currently<br />
includes a list of over one hundred profiles concerning individuals, such as scholars,<br />
advocates, media professionals or diplomats; organizational actors, including<br />
intergovernmental organizations, civil society-promoted campaigns and multistakeholder<br />
coalitions; policy documents that have been elaborated on the occasion of<br />
relevant policy processes such as Beijing and its follow ups; and resources, to include<br />
research projects, information archives or news services divided by categories. For each<br />
profile basic information are provided, including the level at which they operate, their<br />
repertoires of action, the themes and topics which are central to their activity.<br />
Furthermore, relevant policy processes are included in this “thematic island”, with a<br />
synthetic description and relevant links, alongside links to all profiles in the database that<br />
share a connection to such processes. In fact, all profiles in the dataset are<br />
interconnected, on the basis, for instance, of individual affiliation to organizational<br />
structures, of organizational membership, of individual or collective authorship of<br />
documents or publications.<br />
It should be made clear that no mapping exercise, especially when conducted on<br />
a supra-national policy domain such as GoC_Gov, can ever aim at being comprehensive<br />
and exhaustive: precisely because of the dynamic nature of governance processes,<br />
mapping as described above should become (and in some cases has actually become) an<br />
ongoing, collective effort, assumed by an interested community as a resource in support<br />
of research activities, education and training as well as policy interventions.<br />
In the case of the project Networks and power in Gender-oriented<br />
Communication Governance, mapping has accompanied initial research activities and<br />
provided some insights on the general context, while the creation of visual maps (for<br />
which we provide an example in figure 1) have allowed some exploratory readings,<br />
towards more articulated analyses which will be conducted through the multidimensional<br />
network approach described in the next paragraph.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
Figure 1. Gender&Media, overview of thematic island in www.globalmediapolicy.net 7<br />
[Haga click para ver la imagen completa en su navegador /Click to open the image in your browser]<br />
11 <br />
2. DISCOURSE, NETWORKS AND POWER IN GENDER-ORIENTED COMMUNICATION<br />
GOVERNANCE<br />
As we have stated above GoC_Gov constitutes an area of the global communication<br />
governance landscape that has seldom been systematically analyzed. Moreover, the nexus<br />
7<br />
This specific graphic visualization, i.e., sunburst, is realized employing as a source the Protovis toolkit for<br />
visualization, see http://mbostock.github.com/protovis/.<br />
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Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
between gender and media can be examined from a critical perspective as illustrative of<br />
two emerging, and increasingly important, socio-political phenomena characterizing<br />
international relations: on the one hand, the construction of discourses on contested and<br />
variously framed issues that are concerns to diverse publics and constituencies; and, on<br />
the other, the development of networks where the construction of discourse takes place<br />
and supports (collaborative and/or conflictual) relations amongst political actors.<br />
Indeed, despite the diversity of practices that constitute the field (e.g., monitoring,<br />
advocacy, platform building etc.), all dynamics deploying in the GoC_Gov domain<br />
ultimately pertain to a problematization of the gender dimension in relation to media<br />
policies. However, gender as well as media policies can be understood very differently<br />
depending on actors’ frames and priorities; therefore also the nexus between the two<br />
becomes a matter of concern that can easily be interpreted in different (even contrasting)<br />
ways and, as a consequence, be translated into different (sometimes opposite) normative<br />
frameworks. If GoC_Gov depends first and foremost on how that nexus is conceived, thus<br />
making frames a crucial element in the deployment of political dynamics (Snow et al.,<br />
1986), in order to gain a meaningful understanding of this domain, it becomes essential to<br />
look at how different frames and conceptualizations come together to shape a multiactor<br />
discourse on the nexus between gender and media.<br />
12 <br />
Discourse is understood here as “metaphorically extended from its original roots<br />
in interpersonal conversation to the social dialogue which takes place through and across<br />
societal institutions, among individuals as well as groups and... political institutions<br />
themselves” (Donati, 1992: 138). Political dynamics taking place in GoC_Gov can thus be<br />
approached with a focus on discourse construction, as an entry point to the analysis of<br />
how norms emerge and consolidate in this area. Indeed, recalling that discourses entail a<br />
set of “concepts, categories, ideas, that provide its adherents with a framework for making<br />
sense of situations, embodying judgments and fostering capabilities” (Dryzek, 2005: 1) it is<br />
then possible to study norms emergence looking at how, though discourses, issues are<br />
framed within communicative exchanges, how they are confronted and further<br />
articulated with reference to more consolidated issues and norms and, finally, at how they<br />
are put into the agenda and articulated into statements (Khagram, Riker & Sikkink, 2002).<br />
As we have argued elsewhere (Padovani & Pavan, 2010; Padovani, Musiani &<br />
Pavan, 2010; Pavan, 2012), the possibility to understand political dynamics and norms<br />
emergence in terms of the progressive consolidation of a political discourse is a relevant<br />
feature of the governance of global communications. The non-materiality of the<br />
resources at stake (i.e., information and communication), together with the inherent<br />
technicalities connected to media issues, entail the necessity to deal at the same time<br />
with social and technical aspects converging on the same ground; a situation that<br />
enhances the complexities associated with different understandings of controversial<br />
issues and multi-stakeholder political agendas. However, information and communication<br />
issues are more and more often being shaped as social issues thanks to the progressive<br />
deployment of a discourse wherein different perspectives, priorities and political agendas<br />
converge and clash (Pavan, 2012). When it comes to connect information and<br />
communication issues with the contested concept of gender, this peculiarity of<br />
information and communication issues is further exacerbated, as it encounters the<br />
multiplicity of ideas connected to the conceptual category of gender. Hence, the<br />
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Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
proposed understanding of discourse, and its underpinning the emergence of norms,<br />
seems to provide a suitable theoretical perspective from which to address the features of<br />
diversity, dynamics and complexity (Kooiman, 2003) that characterize GoC_Gov.<br />
The progressive formation of what we could then label a “gender and media<br />
discourse” can be examined empirically through different approaches. In the project<br />
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance a relational<br />
perspective is adopted, considering networks not only as powerful images to depict the<br />
complexity of this domain, but as an empirical tool for investigations. Building on<br />
theoretical and analytical insights offered by the most recent literature on network<br />
arrangements in trans-national governance (Reinecke & Deng, 2001; Stone, 2004, 2008;<br />
Sorensen & Torfing, 2007, 2008; Kahler, 2009; Sikkink, 2009), GoC_Gov dynamics can be<br />
depicted in terms of networks wherein a discourse on gender and media is developed and<br />
which are shaped and, at the same type, shaping actors’ cultural practices (Mische, 2003:<br />
258).<br />
13 <br />
Adopting such a theoretical approach allows a twofold advantage. On the one<br />
hand, it favors a comprehensive mapping of policy-oriented transnational actors and<br />
interventions in a highly sensitive thematic area. In this sense, the theoretical approach<br />
also allows to examine the actual convergence of multiple constituencies in the<br />
GoC_Gov field, in due consideration of both institutional and non-institutional actors,<br />
thus accounting for structural modifications of political processes at the supra-national<br />
level in terms of constituencies enmeshment. On the other hand, it allows to overcome<br />
the shortcomings that characterize previous approaches to the study of information and<br />
communication global governance, moving from a predominant focus on the formal<br />
diversity of the actors involved to a better understanding of how different constituencies<br />
relate to one another and how such patterns of interaction evolve over time, by<br />
empirically analyzing features of networks in which different actors (governmental,<br />
epistemic communities or advocacy campaigns) are engaged beyond the nation-state.<br />
The project Network and Power in Gender Oriented Communication Governance<br />
adopts a multi-dimensional framework to examine the progressive creation and evolution<br />
of a gender and media discourse (see table 1), a framework that looks at social as well as<br />
semantic networks, both in the online and the offline dimensions (Padovani & Pavan,<br />
2011; Pavan, 2012). Semantic networks are useful to “map similarities amongst individuals’<br />
interpretations” (Monge & Contractors, 2003: 173) while social networks help unveiling<br />
patterns of collaborative and/or conflictual interaction in the GOC_Gov field. At the same<br />
time both social and semantic networks operate and can be investigated in their offline<br />
dimension, but also online, thus including the growingly relevance of interactions<br />
mediated by electronic communication means (Padovani & Pavan, 2008, 2011; Pavan,<br />
2012).<br />
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Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
Table 1. Analytic framework for analyzing GoC_Gov through networks<br />
Dimensions Online Offline<br />
Social Social networks online Social networks offline<br />
Semantic Thematic networks online Semantic networks offline<br />
14 <br />
Moreover, the heuristic potential of a network approach to the study of a gender<br />
and media discourse (its constitution and evolution) is not limited to its soundness and<br />
systematic methodology: despite network representations convey an idea of<br />
interconnectedness and horizontality, it would be naïve to conceive them as deprived of<br />
unbalances or inequalities. As it happens in other policy domains, including information<br />
and communication, the fact that actors of different nature participate to the collective<br />
construction of a policy discourse does not imply that all contributions have the same<br />
importance or that they impact in the same way on the consolidation of normative sets in<br />
the area. Through a network analysis developed according to the framework illustrated<br />
above, it will then be interesting to investigate how power dynamics deploy through the<br />
interaction of actors, thus overcoming a traditional understanding of power tied to actors’<br />
attributes and fostering a more articulated idea grounded on the presence and/or the<br />
absence of connections amongst them. In this sense, it may be argued that a network<br />
approach is particularly suitable to examine the multi-dimensional forms of power in<br />
today’s world politics (Barnett & Duvall, 2005; Berenskoetter & Wilson, 2007), including<br />
the politics of communication when it comes to the promotion of a social agenda for<br />
change based on gender equity.<br />
3. CONCLUDING REMARKS<br />
In this article we have presented and discussed the analytic framework and illustrated the<br />
methodological approach of an ongoing research project focused on the nexus between<br />
gender and media in supra-national governing arrangements –i.e., the GoC_Gov project.<br />
We have argued that, in order to make sense of the complexities of<br />
communication governance in the global context, an analytic framework should clarify its<br />
working definitions, and articulate the nexus between issues, norms, discourses and<br />
actors’ interactions. By “mapping” the field according to such a framework, it would be<br />
possible to obtain an initial and yet accurate understanding of a specific policy domain.<br />
Although we are still in the initial phase of research activities, we can say that<br />
mapping the realities of gender-oriented communication governance has actually<br />
contributed to the gathering, organizing and making accessible a set of data which<br />
provide the initial bulk of a dynamic collection of relevant information. Not only this<br />
information collection is systematic and the byproduct of an innovative approach, but it<br />
also aims at becoming a useful point of reference towards more gender-inclusive,<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
gender-aware and gender-sensitive governance processes, in line with the claims and<br />
aspiration of the many individuals and organizations actors that have been active in the<br />
field over the years.<br />
At the same time, mapping gender-oriented communication governance<br />
dynamics provide empirical facts to support and justify upcoming investigations<br />
concerning configurations of actors involved in the communication governance<br />
landscape with a specific focus on gender. On this ground, investigating networks of<br />
interaction, both social and semantic, would allow focusing on power relations in the<br />
global GoC_Gov environment. Issues of equality, participation and gender justice could<br />
thus be addressed through a grounded understanding of the different positions of actors<br />
within interaction networks, which is the precondition to elaborate on the levels of<br />
influence they are exerting on other constituencies involved within governance dynamics.<br />
15 <br />
To conclude with a more concrete note, we realize that on the eve of the year<br />
2015 an interesting opportunity is coming up. A series of international processes, all of<br />
which potentially relevant venues to address old and new challenges of the nexus<br />
between gender and media will take place: Beijing will see its 20th anniversary, the WSIS<br />
+10 assessments will be made and the attainment of the Millennium Development Goals<br />
will be tested against reality. We see the deployment of the framework described in this<br />
article, the mapping effort consolidated in the Global Media Policy Platform (GoC_Gov<br />
thematic island) and the network analyses that will be conducted in the coming months<br />
as a contribution to seizing the moment, possibly supporting the coordination of efforts<br />
that a transnational community of knowledge and practices is actively promoting towards<br />
a social agenda for change and gender equity in and through communication.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Networks and Power in Gender-oriented Communication Governance<br />
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Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
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20 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
GENDER, JUSTICE AND THE MEDIA:<br />
SHIFTING OUR AGENDAS TO MEDIA OWNERSHIP 1<br />
Carolyn M. Byerly*<br />
RECIBIDO: 25 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREOS ELECTRÓNICOS:<br />
cbyerly@howard.edu<br />
* Carolyn M. Byerly es profesora del Departamento de Periodismo de la JHJ Escuela de Comunicaciones de la<br />
Universidad de Howard.<br />
1 La autora agradece a Mark A. por su asistencia de investigación. The author thanks Mark A. Peterson for<br />
research assistance.<br />
PALABRAS CLAVE | género, mujer, medios de comunicación, propiedad mediática.<br />
KEYWORDS | gender, women, media, media ownership.
Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership<br />
22 <br />
RESUMEN<br />
No es extraño que las preocupaciones feministas sobre la imagen de la<br />
mujer en los medios de comunicación sigan dominando en el discurso de<br />
los movimientos populares y los círculos académicos feministas. Finalmente<br />
se ha entendido que para lograr la igualdad de género y la justicia debe<br />
permitirse el acceso de las mujeres a los medios de comunicación y trabajar<br />
desde allí en la representación mediática de las mujeres, para lograr una<br />
mayor calidad en los contenidos.<br />
ABSTRACT<br />
Not surprisingly, feminist concerns about the portrayal of women in the<br />
media continue to dominate the discourse of popular movements and<br />
feminist academics. Finally it is understood that to achieve gender equality<br />
and justice should be allowed access of women to the media and work from<br />
there in the media representation of women, to achieve higher<br />
quality content.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership<br />
The image we see is typically the entry point in our relationship with the media. Next is the<br />
spoken message. Then, the written message. As the media audience, that is typically how<br />
we engage with media content: visual image, spoken message, written message. What we<br />
see is typically more powerful and memorable than what we hear or read, but of course,<br />
the written and spoken texts of media content matter, too (Crisp & Sweiry, 2006; Foss,<br />
1992). For this, it is not surprising that feminist concerns about the image of women in the<br />
media continue to dominate in the discourse of popular feminist movements and<br />
academic feminist circles alike. After all, women ask, how could it be that after several<br />
decades of global feminist activism, women are still so largely absent, silent, stereotyped<br />
and misrepresented in so much of the mainstream media?<br />
23 <br />
These are enduring, well-grounded questions first asked collectively by women<br />
from around the world 34 years ago in Mexico City at the first of three UN Decade for<br />
Women meetings (Byerly, 1995). In 1976, delegates from across the globe attending that<br />
official UN women’s meeting established what would become the foundational womenand-media<br />
critique. Reflecting on issues and criticisms raised by women in popular<br />
feminist movements, they constructed a three-part critique. First, delegates observed,<br />
women were absent from the serious news and information of the day. Indeed, they were<br />
correct. One global news study of the time showed that women were mentioned in only<br />
2 per cent of the major stories (Gallagher, 1980). Second, delegates said, women were<br />
stereotyped and misrepresented in the media. Early research was already showing that<br />
women were most often portrayed as sex objects, victims, mothers, and appendages to<br />
men –not as fully functioning members of their societies, or as people who served in<br />
many social roles (Byerly, 1995). The third element of the women and media critique<br />
focused on women’s exclusion from the media professions. Women journalists,<br />
producers, filmmakers and other professionals were few in number in all nations except<br />
the Nordic nations of Europe where they have had strong professional standing for many<br />
the years (Gallagher, 1980).<br />
In posing these concerns and beginning to shape a theory of women’s<br />
relationship to media, the earlier feminist leaders understood that achieving gender<br />
equality and justice were bound up with access to and representation in the mass media.<br />
The industries comprising the mass media –news, television, film, advertising, magazines,<br />
etcetera– circulate messages and images about women’s identity, experience, ideas, and<br />
problems. Delegates at that Mexico City meeting more than three decades ago adopted a<br />
Program for Action that generated significant steps toward addressing the points of the<br />
critique. Some of the results are worth noting<br />
<br />
Seeking to increase the news flow on women, UNESCO and the UN Fund for<br />
Population, in 1978, sponsored five Women’s Feature Service programs, all under<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership<br />
<br />
<br />
<br />
the control of women. These were sponsored by established regional news<br />
agencies, all located in the developing nations. The purpose of Women’s Feature<br />
Service programs was to cover issues, events and contributions of women, from a<br />
progressive women’s perspective. It bears noting that two of those services have<br />
survived; they are the Women’s Feature Service in New Delhi, and Depth News<br />
Women’s Service in Manila (Rush & Ogan, 1989; Byerly, 1995).<br />
In an effort to document the ways that women were represented in other media,<br />
UNESCO sponsored numerous studies that together created the earliest global<br />
literature on women and media. Among those were Margaret Gallagher’s (1981)<br />
Unequal.<br />
Opportunities: The case of women and the media; and Ceulemans and<br />
Fauconnier’s (1979) Mass Media: The Role and Social Conditions of Women.<br />
With the goal of expanding women’s job opportunities in media, the UN<br />
Development Program, beginning in the late 1970s, provided funds to train<br />
women journalists and other media professionals around the world, particularly in<br />
developing nations.<br />
24 <br />
In the three decades since, women’s –and in some cases, men’s– leadership has<br />
tried to improve both the quantity and quality of news and other media content about<br />
women. The task of assessing whether and how feminist media activism succeeded has<br />
fallen to feminist media scholars. My collaborator Karen Ross and I (Byerly & Ross, 2006)<br />
posed the Model for Women’s Media Action in 2006 after interviewing 90 women in 20<br />
nations about the range of ways they had sought to expand women’s access to media.<br />
Conceptualizing the range of activities –e.g., advocacy campaigns, working inside the<br />
media as reporters (and in other roles), establishing feminist publishing houses, etcetera–<br />
as “feminist media activism”, they considered the ways that this activism has shaped a<br />
significant feminist public sphere. The notion of a feminist public sphere extends and<br />
genderizes Habermas’s concept of the bourgeois public sphere, an imagined space where<br />
the public deliberates on matters of common interest, free of political and economic<br />
influence. A feminist public sphere, as Ross and I reframed it, would be a communicative<br />
space in which women may articulate a politics in line with their own gendered interest<br />
(Byerly & Ross, 2006). Our study found that some women had learned to write news,<br />
make films, or “do” other media in the course of their feminist political work so they could<br />
get information about women into public discourse. Some women, already employed<br />
with news or other media industries, developed a feminist consciousness in the course of<br />
their lives and tried to find ways to express it in their professional work within the media.<br />
Other women acted as outside agitators, writing letters or demonstrating on the sidewalks<br />
outside newspapers, for example, to demand that media change the way it portrayed<br />
women. A fourth group of women’s media activists established their own media<br />
companies –filmmaking enterprises, radio programs, publishing houses, newsletters– to<br />
best control what was said and shown of women’s lives.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership<br />
From this cross-cultural study, Ross and I defined the ways that activism had<br />
fulfilled key functions within feminist movements. Three of these are worth noting within<br />
the context of the present discussion.<br />
<br />
<br />
<br />
First is the ritualistic function of women’s media activism, which is concerned with<br />
the naming of women’s reality and announcing feminist political agendas to<br />
tackle address problems in that reality. For example, feminists have effectively<br />
used the media to circulate new terminology to name and analyze women’s<br />
oppression, terms like “sexual harassment”, “domestic violence”, and “woman’s<br />
double day (el doble día)”. These terms, which did not exist before the 1970s, have<br />
led to new laws across the world and changed the language that reporters use in<br />
crime stories.<br />
Second is the social alignment function of women’s media activism, which is<br />
concerned with using the media to articulate the ways that gender oppression<br />
coincides with racial oppression, class oppression, and sexual oppression, among<br />
other things. Researcher Sonia Muñoz (1994) found, for example, that women in<br />
rural Colombia used radio to strengthen solidarity between women’s rights<br />
groups and groups trying to get health care into indigenous communities. In my<br />
own research in India, I learned from filmmaker Gargi Sen how her films on<br />
prostitution bring together issues of poverty, gender, and caste oppression (Byerly<br />
& Ross, 2006).<br />
Third is the regulatory function of women’s media activism, which is concerned<br />
with increasing the amount of information about women that enters the news<br />
flow. Research shows there have been mixed results in this effort. The Global<br />
Media Monitoring Project (GMMP, 2006), which is conducted in 70-100 countries<br />
every 5 years, shows that women-related content has increased steadily over the<br />
last 20 years. However, the disheartening finding is that women still only represent<br />
about a fourth of the sources in stories. They are mentioned stories about<br />
economics and politics less than a fifth of the time. In addition, the number of<br />
women’s bylines on stories fell from 45 per cent in 2005 to only 27 per cent in<br />
2009 (GMMP, 2010).<br />
25 <br />
Women’s continued marginalization in the content of media brings me to the<br />
proposition that I want to end with. Both popular and academic feminist agendas have<br />
too long been consumed with micro-level matter of media content, which has made very<br />
slow progress over many years. In the process, they have almost completely ignored the<br />
macro-level issues of media ownership and control that determine content. Together, we<br />
must now enter that forbidden terrain of power relationships at the top of media<br />
industries, in national regulatory mechanisms, and in legislatures where national laws are<br />
made. We must also enter economic landscapes where women have been absent. How<br />
should these be accomplished?<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership<br />
<br />
<br />
<br />
First, deregulation must be reversed. In many nations, the deregulation of media<br />
industries under neo-liberalism these last 20 years has led to conglomeration<br />
among media companies. Conglomeration has consolidated economic power<br />
and ownership in fewer and fewer men’s hands. As a result in the United States,<br />
women have not been able to hold onto the radio and television stations they<br />
owned because they are squeezed out of the markets by larger corporations. As a<br />
result, women own less than 6 per cent of all stations in the U.S. (Turner, 2006;<br />
Turner & Cooper, 2006; Byerly, 2006). These impacts are being felt in other<br />
nations, too. Popular feminist movements must organize around legislative<br />
agendas to pass new laws, and feminist scholars must engage in applied<br />
scholarship to reveal the details of how national policies on media ownership<br />
have affected women.<br />
Second, access to capital must be expanded for women wanting to enter the<br />
media marketplace. Banking institutions tend to see women as less secure than<br />
men when making large loans, even when they have a responsible track record<br />
for securing and managing funds. These sexist practices must be challenged by<br />
women’s organizations and by media advocacy groups. In addition, women must<br />
begin to find ways to pool their resources and form parent companies with the<br />
idea of entering into larger-scale corporations with more media properties. The<br />
day of big business is not going to go away for a long time, and women must be<br />
more astute in finding ways of joining up economically if they are to serve the<br />
informational needs of their own gendered class.<br />
Third, feminist media scholars must work collaboratively to generate and track<br />
basic information about women’s relationship to media structures. The two-year<br />
study that I recently concluded for International Women’s Media Foundation is<br />
one such effort. The Global Report on the Status of Women in News Media<br />
surveyed 522 news companies in 59 nations to determine the numbers of women<br />
serving on boards of directors, in management, in news reporting, and in other<br />
levels of news production. The study also compares men’s and women’s salaries,<br />
and looks at company policies on gender. This was a global project engaging<br />
approximately 160 researchers, including participants like Juana Gallego<br />
from Spain.<br />
26 <br />
The results of the Global Report show that glass ceilings exist in a third of the 59<br />
nations whose media we surveyed. All but one of the regions –Nordic Europe– showed<br />
evidence of glass ceilings for women in newsrooms. A more common trend was women’s<br />
underrepresentation in all levels of reporting, supervision and governance. Examples of<br />
underrepresentation were seen, for instance, in Japan and Democratic Republic of<br />
Congo, where men outnumber women 7-to-1; in Bangladesh and Jordan, where men<br />
outnumber women 5-to-1; and in India and Egypt, where men outnumber women<br />
4-to-1.<br />
As someone who has followed women’s relationship to news media with growing<br />
interest and concern in control over news production, I was especially discouraged by the<br />
study’s findings on women in governance and top management, where we learned that<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership<br />
women occupy only 25 per cent and 27 per cent, respectively, of the seats in these<br />
highest levels of policy making and supervision. To be sure, there was variation among<br />
nations and regions of the world. Of particular note is the greater parity between men and<br />
women in news companies in both Eastern and Nordic Europe. In Russia, for example,<br />
women are 41 per cent of those in governance at the media we surveyed, and 58 per cent<br />
of those in top management. In Sweden, women are 34 per cent and 39 per cent of those<br />
in governance and top management, respectively. And, it was gratifying to find some<br />
surprises. Consider, for example, Uganda, a small nation in East Africa, where women<br />
occupy nearly half of the positions in both governance and top management, and are<br />
nearing parity with men at all other levels of the newsroom, as well! Women’s status in<br />
these nations nearly always reflects the presence of equality in the workplace laws, the<br />
integration of women into the paid employment sector, and the ability of women’s<br />
movements in that nation to put these laws and policies in place (see the Global Report<br />
at www.iwmf.org).<br />
27 <br />
All the evidence suggests that women must be strategic in seeking to own more<br />
media and to seek higher levels of responsibility associated with policy making within<br />
news and other media industries. This means pursuing the steps that I just outlined,<br />
something that is best accomplished through organized efforts by women-led initiatives<br />
within guilds, unions, and professional women’s organizations. In the meantime, we must<br />
keep in mind that simply making more women players in the spheres of media<br />
governance and ownership will not be enough – these must be women who hold<br />
commitments to speak for women, to help women gain a louder public voice through the<br />
media, and to represent women in all the images they purvey as strong, intelligent human<br />
beings fully capable of doing all the things that we actually perform each day in<br />
our communities.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Gender, justice and the media: shifting our agendas to media ownership<br />
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presented at the Annual Convention of the International Studies Association, March<br />
15-19, Montreal.<br />
32 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
LA PROPUESTA DE LA HERMENÉUTICA FEMINISTA<br />
COMO MÉTODO EN LOS ESTUDIOS<br />
DE COMUNICACIÓN<br />
Nelly Lucero Lara Chávez*<br />
RECIBIDO: 20 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREOS ELECTRÓNICOS:<br />
nlucerolarac@gmail.com<br />
* Nelly Lucero Lara Chávez es profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad<br />
Nacional Autónoma de México (UNAM).<br />
PALABRAS CLAVE | métodos cualitativos, comunicación, hermenéutica, epistemología feminista y<br />
hermenéutica feminista.<br />
KEYWORDS | qualitative methods, communication, hermeneutics, feminist epistemology and feminist<br />
hermeneutics.
La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
34 <br />
RESUMEN<br />
En este artículo se propone un acercamiento a una herramienta<br />
metodológica de carácter cualitativo que vincula la hermenéutica con la<br />
teoría feminista, para así generar una crítica que reflexione en torno a la<br />
posición que ocupan las mujeres como interpretantes y generadoras de<br />
sentido en el mundo, es decir, una hermenéutica feminista. El empleo de<br />
esta metodología en los estudios de comunicación abre la posibilidad de<br />
pensar la construcción de sentido a partir de referentes culturales que no<br />
sean patriarcales.<br />
ABSTRACT<br />
This article proposes an approach to a qualitative methodological tool that<br />
links the hermeneutics with the feminist theory in order to generate a<br />
critique to reflect about the positioning of women as interpretants and<br />
generates meaning in the world, is say, a feminist hermeneutics. The use of<br />
this methodology in communication studies opens the possibility of thinking<br />
the construction of meaning from cultural references that are not<br />
patriarchal.<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
LA HERMENÉUTICA COMO MÉTODO CUALITATIVO DENTRO DE LAS CIENCIAS<br />
SOCIALES<br />
Un primer acercamiento a las ciencias sociales parte de la diferencia entre los métodos<br />
cuantitativos y los métodos cualitativos. Los supuestos en que se fundan cada uno de<br />
estos métodos se dirigen a la explicación de la realidad social, porque las ciencias sociales<br />
son herederas de la preocupación filosófica sobre las posibilidades de conocimiento del<br />
mundo social. De tal manera que la división entre métodos cuantitativos y métodos<br />
cualitativos nos remonta al mismo nacimiento de las ciencias sociales.<br />
En el siglo XIX las ciencias sociales se constituyeron en distintas disciplinas a partir<br />
de tres perspectivas epistemológicas paradigmáticas. La primera perspectiva fue<br />
considerada “idealista”, porque privilegia el razonamiento abstracto y el método deductivo<br />
como vía de acceso al conocimiento de la realidad social. La segunda perspectiva fue<br />
nombrada “empirista”, la cual plantea que el conocimiento objetivo se realiza mediante la<br />
observación directa de los fenómenos y retoma el método inductivo por excelencia. La<br />
tercera perspectiva es considerada como una alternativa que recupera los dos métodos<br />
anteriores, con base en el materialismo histórico y el método dialéctico.<br />
35 <br />
Todas estas perspectivas tienen como horizonte de sentido la búsqueda de<br />
la verdad y la universalidad. Supuestos que tienen matices particulares en<br />
cada una de las concepciones epistemológicas mencionadas y se expresan<br />
en un conjunto de oposiciones que articulan las distintas perspectivas: real<br />
versus irreal o imaginario, objetivo versus subjetivo, verdad versus error,<br />
etcétera (De la Peza, 2010: 272).<br />
Para María Carmen de la Peza todas estas perspectivas, si bien aportan elementos<br />
fundamentales a la reflexión, dejan de lado el lugar del lenguaje, porque los seres<br />
humanos no pueden conocer el mundo de forma directa, sino que lo hacen por la<br />
mediación del lenguaje. Éste es, a la vez, la capacidad humana de pensar y también la<br />
realidad social, por tanto la realidad siempre es pensada por alguien.<br />
En este sentido, las ciencias sociales tienen en el lenguaje un mediador entre el<br />
pensamiento y la realidad social. Asumir este planteamiento implica un cambio radical en<br />
los supuestos y conclusiones de las distintas disciplinas. Esto permite explicar que el<br />
conocimiento de los hechos es siempre pensado e interpretado a través de signos.<br />
Por lo anterior, las ciencias sociales pueden caracterizarse por ser interpretativas,<br />
es decir, buscan otorgarle un sentido a las cosas que rodean al sujeto. Dentro de la<br />
división de las ciencias sociales en métodos y disciplinas, la hermenéutica contemporánea<br />
se caracteriza por pertenecer a los métodos cualitativos, los cuales tienen como punto de<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
partida la comprensión del significado de los hechos sociales. Por tanto, la hermenéutica<br />
se sustenta en la interpretación.<br />
Para abordar el método de la investigación cualitativa se hace hincapié en el<br />
lenguaje. Así, la hermenéutica ha logrado retomar el lenguaje como punto de partida en<br />
su reflexión y su desarrollo. De ahí que el texto sea la base principal de la interpretación,<br />
sobre todo al considerar que vivimos en una sociedad que privilegia la escritura. Una<br />
sociedad donde lo oral se plasma en el texto y éste representa la base para interpretar,<br />
estudiar, conocer y describir cualquier fenómeno.<br />
36 <br />
Corresponde a la hermenéutica el acto de interpretar para significar y comprender<br />
el mundo social. Dicho acto se lleva a cabo dentro de un marco teórico concreto que<br />
reconoce la posición del sujeto interpretante en el proceso de producción de sentido. Por<br />
lo tanto, la crítica interpretativa del investigador es indispensable, porque sólo así se<br />
logran formular otras lecturas acerca del entorno social. Es decir, generar interpretaciones<br />
diversas que permitan trascender el espacio inmediato, para comprenderlo y<br />
transformarlo. En las siguientes líneas se definirá con mayor amplitud qué es la<br />
hermenéutica.<br />
LA HERMENÉUTICA<br />
La palabra hermenéutica proviene del griego hermenéuein que significa interpretar,<br />
comunicar o anunciar algo. Para el filósofo italiano Maurizio Ferraris hermenéuein es la<br />
labor de exponer lo que contiene un anuncio, es conducir el mensaje (Ferraris, 2007: 13).<br />
El origen etimológico de la palabra “hermenéutica” está directamente relacionado con la<br />
raíz Hermes, que refieren al dios de la palabra entre los griegos.<br />
A Hermes se le atribuye el origen del lenguaje y la escritura, por ende, es el<br />
donador de la comunicación y el entendimiento humano. Es dios de los oradores, de los<br />
literatos, de los mentirosos y, en general, de todo aquel que porta ingenio para crear, para<br />
medir y para inventar. Hermes, como el mensajero de los dioses, se caracterizó por<br />
ejercer una actividad de tipo práctico: llevar y traer anuncios, amonestaciones y profecías<br />
(Ferraris, 2007: 11).<br />
Para el filósofo mexicano Mauricio Beuchot la hermenéutica es la ciencia y el arte<br />
de interpretar textos. Esta afirmación la sustenta por el legado de los filósofos clásicos de<br />
la Grecia antigua, entre los cuales sobresale El Estagirita.<br />
En efecto, si entendemos, siguiendo a Aristóteles, la ciencia como un<br />
conjunto estructurado de conocimientos, en el que los principios dan la<br />
organización a los demás enunciados, podemos considerar como ciencia<br />
la hermenéutica; y si entendemos –igualmente con Aristóteles– el arte o<br />
técnica como el conjunto de reglas que rigen una actividad, también<br />
podemos ver la hermenéutica como arte, que enseña a aplicar<br />
correctamente la interpretación (Beuchot, 2005: 13).<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
Lo referente a la hermenéutica no sólo implica remontarse a la Grecia antigua,<br />
sino a la reflexión contemporánea que se hace de ella. “Con ello, entramos a la utilización<br />
de la hermenéutica en las ciencias sociales. Se debe dejar en claro que la hermenéutica es<br />
la herramienta para comprender la forma de actuar del individuo en un contexto<br />
determinado; esto es, lejos de ser solamente contemplado debe interpretarse para ayudar<br />
a transformar el actuar del individuo en la sociedad” (Mejía, 2010: 240).<br />
La hermenéutica busca la comprensión de los fenómenos humanos mediante la<br />
contextuación, la cual consiste en poner un texto en su contexto. “La comprensión es un<br />
método de apropiación de conocimiento que no se opone a la explicación de los hechos<br />
sino que la trasciende encontrándoles un significado, en la experiencia de ser-en-elmundo”<br />
(Lince, 2009: 104).<br />
37 <br />
Por tanto, la hermenéutica es una herramienta que fundamenta la investigación<br />
cualitativa. Ayuda a interpretar los sucesos que rodean a un objeto de investigación, sin<br />
perder de vista el contexto en el que se encuentra inmerso el sujeto interpretante y el<br />
texto interpretado. “La interpretación es la herramienta de la hermenéutica, y su objetivo<br />
es la comprensión y reconstrucción de significados; por ende, la hermenéutica es la<br />
herramienta fundamental para la comprensión de la realidad en el método cualitativo”<br />
(Mejía, 2010: 240).<br />
La finalidad principal de la hermenéutica es traducir el texto para recobrar los<br />
significados que éste posee. Se entiende por texto todo aquello que puede ser<br />
interpretado, de ahí que sea la base fundamental de la investigación cualitativa y su<br />
materia prima. Por ello, el texto abarca la realidad misma y sus distintas manifestaciones,<br />
ya sean habladas, actuadas y escritas.<br />
El sentido es objeto y sujeto de la hermenéutica. Toda asignación de sentido es la<br />
recuperación de la existencia de un objeto, por parte de los sujetos. El sentido acontece<br />
en la relación que surge entre el texto y el intérprete, y se manifiesta en el lenguaje y en<br />
las interpretaciones que emergen como nuevos horizontes de significación.<br />
LA APLICACIÓN METODOLÓGICA DE LA HERMENÉUTICA<br />
La hermenéutica se emplea para interpretar textos que poseen múltiples sentidos, es<br />
decir, que tienen polisemia. Un texto que tiene un solo sentido no requiere de la práctica<br />
hermenéutica porque no hay nada qué interpretar, su sentido ya está dado de antemano.<br />
Por tanto, donde hay polisemia existe la posibilidad de generar interpretaciones.<br />
Cabe aclarar que para la hermenéutica no existe una sola interpretación del texto.<br />
Justamente acepta que nadie está en posesión de la única versión de las cosas, porque<br />
tanto los seres humanos como el mundo se encuentran sometidos a una dinámica de<br />
constante cambio. Por ende, los textos se interpretan desde diversos ángulos, dando en<br />
cada lectura un significado completo o parcialmente distinto.<br />
Asimismo, siempre que se interpreta un texto se hace con base en un marco<br />
teórico conceptual. A ese marco teórico Hans Georg Gadamer lo denominó tradición<br />
hermenéutica, que consiste en el punto de vista desde el cual se interpreta. Por lo cual,<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
cuando se interpreta, es indispensable explicar ese marco de referencia, porque sólo de<br />
esa manera se genera un sentido que vislumbra desde qué contexto se traduce el texto. El<br />
marco teórico que emplearé es el de Mauricio Beuchot, quien en su amplia producción<br />
teórica reconoce la existencia de tres elementos de la hermenéutica.<br />
LOS ELEMENTOS DE LA HERMENÉUTICA<br />
Para Beuchot los elementos que conforman la hermenéutica son el autor, el texto y el<br />
lector. El autor es quien imprime un mensaje en un texto y además le otorga a su mensaje<br />
una intencionalidad. El texto posee un sentido y una referencia; “sentido, en cuanto<br />
susceptible de ser entendido o comprendido por el que lo lee o lo ve o lo escucha;<br />
referencia, en cuanto apunta a un mundo, sea real o ficticio, producido por el texto<br />
mismo. Algunas veces el texto tendrá sólo sentido y carecerá de referencia real o normal,<br />
y la tendrá únicamente ficticia o especial” (Beuchot, 2009: 27).<br />
En este sentido, el lector del texto es el hermeneuta. Es el mediador que con base<br />
en su capacidad interpretativa hace comprensible los textos. Traduce el texto como una<br />
manera de recuperar sentidos. De ahí que el hermeneuta haga decir al texto, lo haga<br />
hablar.<br />
38 <br />
Entonces el hermeneuta viene a ser como un lector intruso, como alguien<br />
que lee el diario de una persona, sólo escrito para ella misma, o que lee<br />
una carta privada, o por lo menos es un lector no pretendido por el autor,<br />
que no posee las claves de la decodificación y por eso con riesgo de no<br />
entender el mensaje. En todos esos casos es un lector no pedido por el<br />
autor, alejado en la historia y, por lo mismo, con mucho riesgo de equívoco<br />
(Beuchot, 2009: 27).<br />
Por ende, cuando se interpreta es indispensable explicar el contexto, es decir, la<br />
cultura o tradición en la cual se encuentra el autor, el texto y el lector. Porque el contexto<br />
es la situación definida temporal y espacialmente, física, cultural y socialmente. Por eso<br />
evidenciar el contexto es precisar el sentido con el que se expresan los elementos<br />
hermenéuticos.<br />
Es indispensable admitir que nunca se logra una comprensión suficiente, pero sí<br />
una necesaria para significar los textos. Cuando se interpreta un texto, éste decir muchos<br />
significados según se vaya transformando el contexto. Porque la hermenéutica se aplica a<br />
un texto que es cambiante en cuanto a su significado. Y si bien la hermenéutica es<br />
creativa y especulativa nunca es ajena al mundo: porque sus objetos son reales y surgen<br />
en un contexto que enmarca la propia comunidad.<br />
LA METODOLOGÍA DE LA HERMENÉUTICA<br />
Para Mauricio Beuchot la metodología de la hermenéutica está condensada en tres pasos:<br />
i) la subtilitas intelligendi o subtilitas implicandi, ii) la subtilitas explicandi y iii) la subtilitas<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
aplicandi. Si estos pasos se trasladan a la semiótica, el primero corresponde a la sintaxis, el<br />
segundo a la semántica y el tercero a la pragmática (Beuchot, 2005: 15-16).<br />
La tarea de interpretar se inicia con una pregunta básica: ¿qué es este texto? La<br />
cual contribuye a familiarizarse con el contexto del texto. Ante tal interrogante se emite<br />
una hipótesis interpretativa frente al texto para tratar de rescatar la intención que éste<br />
contiene. Si bien se reconocen estos tres pasos, me referiré a la hermenéutica desde la<br />
semiótica.<br />
En términos semióticos la hermenéutica consiste en el acto de interpretar signos.<br />
El signo es aquello que representa algo distinto de sí y posee facultades cognoscitivas<br />
(Beuchot, 1988: 8); precisamente por eso mantiene una estrecha relación con el acto de<br />
significar. Por lo aquí expresado, el signo retoma importancia al momento de interpretar<br />
los textos.<br />
El signo ante todo depende de alguna otra cosa. Es representativo pero<br />
sólo de un modo derivativo, de una manera subordinada. En el momento<br />
en que un signo se escapa de esta subordinación, como frecuentemente<br />
sucede, en ese mismo momento deja por un instante de ser un signo. Un<br />
signo que es visto como estado por sí mismo no es visto como un signo,<br />
aún si puede permanecer virtualmente como tal (Deely, 1996: 124).<br />
39 <br />
De tal manera que los signos remiten a un objeto diferente a sí mismos, y a ese<br />
objeto distinto se le denomina significado (Deely, 1996: 125). Por tal motivo, el significado<br />
se encuentra en estrecha relación con el objeto al cual hace referencia el signo. Para<br />
decirlo en términos hermenéuticos, el objeto siempre se refiere al texto del cual procede<br />
y cobra significado por el contexto que lo acompaña.<br />
Para la hermenéutica, recuperando a la semiótica, la labor de interpretar consiste<br />
en el siguiente proceso:<br />
El interpretante se enfrenta a un representamen, signo o texto para<br />
interpretarlo, elabora (por abducción) una interpretación por la que resulta<br />
un interpretante (o interpretamen) en la mente de ese intérprete según la<br />
extensión o referencia u objeto designado por ese signo (o el mundo<br />
designado por el texto). El interpretante es, a su vez, un signo de segunda<br />
instancia, que puede originar otro y éste a su vez otro (potencialmente al<br />
infinito, pero esta procesión infinita se detiene por el contexto (Beuchot,<br />
2009: 22).<br />
De esta forma, ha quedado de manifiesto que la hermenéutica es el arte y la<br />
ciencia de interpretar los textos. Asimismo, su metodología remite a principios muy<br />
generales.<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
MIRADA FEMINISTA DE LOS PUNTOS NODALES DE LA HISTORIA DE<br />
LA HERMENÉUTICA<br />
A partir de lo anterior es posible problematizar un aspecto de la hermenéutica que no se<br />
ha analizado debidamente: la inclusión de las mujeres en el arte y la ciencia de interpretar.<br />
A continuación se identificarán, con base en una mirada feminista, los puntos nodales en<br />
los cuales la hermenéutica se ha perfilado como una actividad masculina. Ello permitirá<br />
reflexionar sobre otras posibilidades interpretativas, que lleven a la hermenéutica a un<br />
terreno de mayor apertura.<br />
40 <br />
El primer elemento patriarcal en la historia de la hermenéutica lo podemos<br />
identificar en el origen mítico del dios griego Hermes. Porque la hermenéutica se postula<br />
entre los griegos como un arte que posee las mismas cualidades de esta divinidad, es<br />
decir, posee la palabra, la comunicación, el juego y el ingenio. En este sentido, tanto la<br />
hermenéutica como todas las características que condensa Hermes están enmarcadas en<br />
la asignación privilegiada que se hace de lo masculino como el ser de cultura.<br />
Pensar en el origen de la hermenéutica ligada a las cualidades de un dios griego<br />
pone de manifiesto el deseo patriarcal de justificar la significación del mundo como una<br />
tarea masculina. Porque al implantar la noción de hermenéutica como interpretación<br />
hecha por el “hombre”, se anula simbólica y concretamente la posición de las mujeres<br />
como sujetos interpretantes, pues la idea de hombre en occidente engloba de manera<br />
simultánea a todos los sujetos, porque su referente es la humanidad.<br />
El medioevo es otro momento en el cual la hermenéutica evidencia su desarrollo<br />
patriarcal. En este periodo se la emplea para interpretar el texto bíblico, es decir, el texto<br />
proveniente del Padre Supremo, Dios. Gran parte de este trabajo interpretativo se focalizó<br />
en legitimar a la Iglesia como centro de poder. “De manera que la esencia de la Sagrada<br />
Escritura y de la relación en ella contenida, corresponde a la estructura esencial de la<br />
realidad, y por ésta, a su vez, es determinada la estructura de la comprensión” (Ferraris,<br />
2007: 21).<br />
En este sentido, la interpretación de los textos sagrados se convirtió en la forma<br />
de estructurar la realidad social. Las instituciones eran encabezadas por hombres que<br />
detentaban el poder justificando que el mismo reino de los cielos era dirigido por una<br />
figura masculina, por el Padre. De ahí que en la actualidad una de las instituciones más<br />
opresivas de las mujeres sea precisamente la que encarna la “palabra” de Dios.<br />
En la época contemporánea, el patriarcado también ha operado en la forma de<br />
concebir la hermenéutica de la existencia. Si bien Heidegger privilegia el ser y la<br />
experiencia del sujeto como elementos que devienen en la comprensión de las personas,<br />
en ningún momento se plantea la diferenciación cultural genérica de los sujetos, lo cual<br />
significaría reconocer las posibilidades interpretativas de las mujeres y los hombres, en un<br />
mundo que privilegia la existencia masculina.<br />
Por lo anterior, es pertinente que la teoría feminista, apoyada en la epistemología<br />
feminista, aborde una postura frente a esta construcción de la hermenéutica teórica. Y así<br />
formule una propuesta de hermenéutica feminista que coloque a las mujeres como<br />
interpretantes del mundo.<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
LA EPISTEMOLOGÍA FEMINISTA<br />
Para hablar de la epistemología feminista es pertinente referirnos con antelación al<br />
feminismo. El feminismo es un movimiento político, ético y filosófico propio de la<br />
modernidad. Entendemos la modernidad como el cambio de las estructuras sociales que<br />
se generan en el siglo XVII para romper con las llamadas comunidades tradicionales que<br />
le antecedieron.<br />
41 <br />
En este sentido, el feminismo se cimienta sobre tres corrientes del pensamiento<br />
moderno: 1) el racionalismo sintetizado en el cogito cartesino, 2) el iusnaturalismo,<br />
entendido como la igualdad natural entre los sujeto y 3) la Ilustración, que concentra<br />
tanto la racionalidad como el principio iusnaturalista. Así, el feminismo es un movimiento<br />
intelectual, ético y político de origen fundamentalmente europeo.<br />
Para la feminista mexicana Estela Serret el feminismo se inaugura en el Siglo de las<br />
Luces como una crítica a las contradicciones de la modernidad que, sin justificación,<br />
pretendía colocar a las mujeres en una posición de inferioridad con relación a los<br />
hombres y lo masculino (Serret, 1999: 19).<br />
De este modo, el feminismo cuestiona al pensamiento ilustrado en sus<br />
propios términos: se le juzga por inconsistencia, para lo cual se procede a<br />
realizar una exégesis del sentido explícito de la justicia moderna y sus<br />
principios de legitimación que permitirán mostrar lo inadecuado de su<br />
planteamiento cuando se trata de las mujeres (Serret, 1999: 21).<br />
Por lo cual, el pensamiento feminista parte de un doble ejercicio: por un lado,<br />
problematiza la subordinación social de las mujeres y, por el otro, denuncia las<br />
inconsistencias del discurso ilustrado (Serret, 1999: 21). Todo ello, apegado a los<br />
principios de la modernidad, que se concentran en la justicia, la igualdad y el sujeto.<br />
De esta forma, el feminismo se expresa como un humanismo de fondo que busca<br />
anular el antagonismo más radical en el mundo: el que divide a los humanos en<br />
masculino y en femenino. Por lo tanto, el feminismo es un acto político y ético que<br />
encamina sus esfuerzos por lograr la unidad de la especie humana, al considerar que la<br />
separación genérica es la principal muestra de intolerancia a la diversidad. Por ende,<br />
Marcela Lagarde considera lo siguiente:<br />
El feminismo es un aporte a la unidad humana porque devela la separación<br />
real entre los seres humanos y la intolerancia a la diversidad, de ahí que el<br />
feminismo sea a la vez una crítica de la cultura y una cultura nueva<br />
(Lagarde, 2005: 85).<br />
Así, el feminismo representa una fractura filosófica en la concepción del mundo.<br />
Principalmente porque ubica a las mujeres como producto histórico –distinto–, más no<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
opuesto a los hombres. Por lo tanto, la cultura feminista es incluyente y alternativa<br />
(Lagarde, 2001: 11) y plantea el beneficio de todos los miembros de la comunidad.<br />
Precisamente por eso, sus estudios arriban a las problemáticas y situaciones de las<br />
mujeres partiendo de una diversidad de matices. Lo cual le permite considerar variables<br />
como educación, color de piel y edad, entre otras.<br />
La palabra “epistemología” proviene de los términos griegos episteme,<br />
conocimiento, y logos, teoría. Por tal motivo su objeto de estudio es el conocimiento<br />
científico. Para la teoría feminista la epistemología representa uno de los temas centrales<br />
de su reflexión. El acceso de las mujeres al conocimiento, particularmente al<br />
conocimiento científico, comenzó de manera sistemática hace escasos cuarenta años.<br />
42 <br />
Pese a ello, a lo largo de la historia las mujeres han adquirido diversos<br />
conocimientos en torno a la medicina, la pedagogía y la filosofía, sólo por mencionar<br />
algunos. Sin embargo, el escaso acercamiento a la educación académica formal las ha<br />
anulado como poseedoras del conocimiento socialmente “legítimo”.<br />
Como producto de esta problemática se generan los estudios feministas de la<br />
ciencia que se ocuparán principalmente de analizar la historia de la incorporación y la<br />
participación de las mujeres en la ciencia y la tecnología (Blazquez, 2010: 21). Como parte<br />
de esas reflexiones, se indaga sobre la forma como las mujeres producen conocimiento,<br />
es decir, sobre la epistemología feminista.<br />
La epistemología feminista […] identifica las concepciones dominantes y las<br />
prácticas de atribución, adquisición y justificación del conocimiento que<br />
sistemáticamente ponen en desventaja a las mujeres porque se les excluye<br />
de la investigación, se les niega que tengan autoridad epistémica, se<br />
denigran los estilos y modos cognitivos femeninos de conocimiento, se<br />
producen teorías de las mujeres que las representan como inferiores o<br />
desviadas con respecto al modelo masculino, se producen teorías de<br />
fenómenos sociales que invisibilizan las actividades y los intereses de las<br />
mujeres o a las relaciones desiguales de poder genéricas, y se produce<br />
conocimiento científico y tecnológico que refuerza y reproduce jerarquías<br />
de género (Blazquez, 2010: 22).<br />
De esta forma, la epistemología feminista pone en evidencia las deficiencias del<br />
conocimiento moderno y plantea alternativas para solucionarlas. Una solución ha sido la<br />
incorporación de las mujeres feministas a las diversas disciplinas académicas, desde las<br />
cuales han generado nuevas preguntas para reinterpretar el mundo social. Precisamente<br />
por eso hablar de una epistemología feminista es pensar en la posibilidad de interpretar el<br />
mundo desde diversas miradas, como sujetos concretos. Por eso la propuesta de una<br />
hermenéutica feminista se inspira en esta epistemología.<br />
LA PROPUESTA DE UNA HERMENÉUTICA FEMINISTA<br />
La necesidad de conjuntar la hermenéutica y el feminismo radica en un vacío teórico y<br />
reflexivo que ha relegado el papel de las mujeres como intérpretes de su entorno. De ahí<br />
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La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
la importancia de una hermenéutica feminista que logre cristalizar una interpretación<br />
crítica sobre la situación concreta de las mujeres en las sociedades patriarcales, las cuales<br />
se empeñan en imponer una supuesta superioridad masculina en todos los ámbitos de la<br />
vida social.<br />
La hermenéutica feminista es un campo teórico que hasta ahora no se ha<br />
analizado en nuestro país. Si bien existen antecedentes que han buscado un<br />
acercamiento al respecto, como el trabajo de Estela Serret Bravo, 1 éstos no han<br />
mantenido una continuidad que permitan vislumbrar, con base en la propia<br />
hermenéutica, la comprensión e interpretación de las mujeres. Por tal motivo, está abierta<br />
la posibilidad de investigar y proponer una hermenéutica feminista.<br />
Por lo anterior, es pertinente que la propuesta de hermenéutica feminista busque<br />
reflexionar sobre los referentes culturales desde los cuales las mujeres dan significado a la<br />
vida propia y a la relación que establecen con los demás. Asimismo, que indague sobre<br />
los beneficios que los otros –hombres, sistema económico e instituciones públicas–<br />
reciben de las interpretaciones que realizan las mujeres desde la construcción patriarcal<br />
de la feminidad. 2<br />
El “silencio” teórico ante la labor interpretativa de las mujeres pone de manifiesto<br />
la existencia de una hermenéutica patriarcal. En términos teóricos no existe el concepto<br />
de hermenéutica patriarcal, pero en este artículo lo consideramos un elemento<br />
imprescindible para explicar cómo desde las interpretaciones hegemónicas se motiva la<br />
opresión de las mujeres. Es decir, cómo desde la hermenéutica se favorecen los sentidos<br />
generados por los hombres, para sostener la “mirada” androcéntrica en el mundo. Esta<br />
situación contribuye a que lo masculino mantenga “privilegios” en la cultura.<br />
El desarrollo de la hermenéutica patriarcal se ha visto potenciado por el largo<br />
periodo de exclusión de las mujeres del terreno de la ciencia y de la academia. Para la<br />
feminista Norma Blazquez Graf la incorporación de las mujeres a la ciencia es apenas un<br />
fenómeno propio del siglo XX, y no del siglo en su totalidad, sino específicamente de su<br />
segunda mitad, que es cuando se produce una presencia femenina significativa (Blázquez,<br />
2008: 41).<br />
Pese a lo anterior, las mujeres desde la antigüedad han hallado labores concretas<br />
en las cuales significar su estar en el mundo. Un ejemplo paradigmático lo ocupan las<br />
brujas, que al interpretar el entorno generaron conocimientos propios. Éstos<br />
representaron una afrenta para las élites patriarcales –religiosas, políticas y culturales–<br />
que detentaron el poder durante el siglo XIV. De ahí que la persecución de las brujas haya<br />
tenido como trasfondo eliminar a las mujeres empoderadas que interpretaron su entorno<br />
de manera distinta a las impuestas por la sociedad androcéntrica y excluyente. 3<br />
La hermenéutica que aquí se propone busca colocar como tradición interpretativa<br />
la teoría feminista. Con el título de teoría feminista se está considerando el saber<br />
filosófico y político que generan las mujeres para problematizar sobre su situación<br />
43 <br />
1<br />
Véase Estela Serret, Hermenéutica y feminismo. Por qué es interdisciplinaria la teoría de género, UAM-I 1999.<br />
2<br />
Aquí se entiende a la feminidad como lo hace la teórica feminista Marcela Lagarde, es decir, una construcción<br />
histórico-cultural de la mujer como un ser para los otros.<br />
3<br />
Véase Norma Blazquez Graf, El retorno de las brujas, UNAM, México. 2010.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
concreta, al tiempo que critican la inequidad social que se fundamenta en la diferencia<br />
genérica entre los seres humanos (Lagarde, 2005: 85). Por ello, las aportaciones<br />
feministas son producto de reflexiones y profundas investigaciones realizadas por<br />
mujeres, quienes fundamentadas en la epistemología feminista buscan impactar en la<br />
creación de sociedades más justas.<br />
Hablar de una hermenéutica feminista es hacer referencia a una interpretación<br />
situada explícitamente. Si bien todas las interpretaciones son situadas porque parten de<br />
una tradición concreta, explicitarla es expresar los intereses que se persiguen con la<br />
interpretación. En el caso de la hermenéutica feminista, es perseguir una postura crítica<br />
ante la significación patriarcal que impera.<br />
44 <br />
Por eso, para hacer operativa la hermenéutica feminista se requerirá una actitud<br />
crítica ante el hecho específico de la opresión de las mujeres por parte del patriarcado. Es<br />
mostrar una particular atención para significar la naturalización de la violencia contra las<br />
mujeres en los signos cotidianos, con los que tenemos contacto tanto en la calle como a<br />
través de los medios masivos de difusión.<br />
De igual manera, esta hermenéutica feminista pretenderá constituirse como un<br />
fundamento para situar a las mujeres como generadoras de sentido –otros sentidos– en<br />
un mundo interpretado particularmente desde la visión androcéntrica, admitida y<br />
potenciada por la cultura. De ahí que se tratará de una hermenéutica que atienda al logos<br />
de las mujeres como sujetos de razón y de palabra, para desvanecer los prejuicios<br />
naturalistas 4 que la han colocado, hasta hoy, en el terreno de la pasión y del saber menor.<br />
Esta propuesta de hermenéutica feminista intenta ser una aportación en la forma<br />
de abordar los estudios de comunicación. Su empleo puede ser útil en el análisis de<br />
diversos textos impresos y digitales que conforman los productos comunicacionales que<br />
circulan cotidianamente por los medios de difusión masiva, en un mundo globalizado.<br />
4<br />
La naturalización de lo femenino representa para la teoría feminista un campo opresivo patriarcal.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
La propuesta de la hermenéutica feminista como método en los estudios de comunicación<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
45 <br />
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interpretación, México, UNAM-Itaca.<br />
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Blazquez, N. et al. (2010). Investigación feminista. Epistemología, metodología y<br />
representaciones sociales. México, UNAM.<br />
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Lagarde, M. (2005). Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y<br />
locas, México, UNAM.<br />
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Horas y horas.<br />
Lince, R. (2009). Hermenéutica, México, UNAM.<br />
Serret, E. (1999) Hermenéutica y feminismo. Por qué es interdisciplinaria la teoría de<br />
género. Revista Iztapalapa (45):17-26.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
MUJERES EN EL PERIODISMO DEPORTIVO:<br />
REFLEXIONES PARA COMPRENDER LA<br />
TRANSGRESIÓN DESDE LA PRÁCTICA DISCURSIVA<br />
DE LAS REPORTERAS DE DEPORTES<br />
Claudia Ivette Pedraza Bucio*<br />
RECIBIDO: 14 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREOS ELECTRÓNICOS:<br />
claus_nesta@hotmail.com<br />
* Claudia Ivette Pedraza Bucio es maestra en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional<br />
Autónoma de México (UNAM). Ha trabajado como docente en la Universidad Vasco de Quiroga en Michoacán.<br />
Ha sido reportera de deportes y columnista del periódico Provincia, productora radiofónica en el Sistema<br />
Michoacano de Radio y Televisión.<br />
PALABRAS CLAVE | género, comunicación, deportes, periodismo, discurso.<br />
KEYWORDS | gender, communication, sports, journalism, discourse.
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
RESUMEN<br />
El artículo plantea la problemática que supone la presencia de las mujeres<br />
dentro del periodismo deportivo, un ámbito de gran relevancia dentro de la<br />
industria de los medios de comunicación. A partir de utilizar la categoría de<br />
género para caracterizar el ámbito deportivo como un espacio de distinción<br />
genérica donde el dominio se construye en torno a la masculinidad, se<br />
analiza la forma como este modelo trasciende en la representación del<br />
deporte que prensa, radio y televisión realizan a partir de la cobertura<br />
periodística. En esta representación se relaciona no sólo con la lógica<br />
masculina que impera en el deporte, sino también con las dificultades que se<br />
han presentado para el acceso y participación de las mujeres dentro del<br />
periodismo deportivo; una fuente donde el orden de género ha<br />
condicionado su presencia de la misma forma en la que ha condicionado la<br />
representación del deporte femenil: a partir de la desvalorización, los<br />
estereotipos y la subordinación. No obstante, a pesar de que el número de<br />
reporteras dentro de la fuente sigue siendo bajo y que muchas de ellas<br />
tienen que aceptar estas condiciones para poder desempeñarse en este<br />
rubro, su presencia constituye una práctica discursiva desde la que es posible<br />
conquistar su derecho a comunicar para transgredir y transformar el orden<br />
de género excluyente que impera en el periodismo deportivo.<br />
47 <br />
ABSTRACT<br />
The paper discusses the problems posed by the presence of women in<br />
sports journalism, an area of great importance of the industry media. From<br />
the category of gender used to characterize the sport as a generic distinction<br />
space where the domain is built around masculinity, it is discussed how this<br />
model transcends into the representation made by the press, radio and<br />
television news coverage. This representation manifests itself not only<br />
masculine logic that prevails in the sport, but also the difficulties that have<br />
been submitted for access and participation of women in sports journalism, a<br />
source where the gender has conditioned its presence in the same way that<br />
has affected the representation of women's sports: from the devaluation,<br />
stereotypes and subordination. However, although the number of reporters<br />
inside is still low and many of them have to accept these conditions to<br />
remain in this area, their presence articulate a discursive practice from which<br />
it is possible to win their right to communicate in order to transgress and<br />
transform the gender models that prevails in sports journalism.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
INTRODUCCIÓN<br />
48 <br />
En el preciso momento en que se comiencen a leer estas líneas, miles de personas en<br />
todo el mundo estarán entregadas, por salud, por vanidad o por simple diversión a una de<br />
las actividades más relevantes de las sociedades modernas: el deporte. Algunos, los más<br />
comprometidos, se encuentran preparándose arduamente para conseguir esa medalla,<br />
ese trofeo, ese premio que los consagre como grandes atletas. Otros pocos, los más<br />
beneficiados, cuentan los millones resultantes por el traspaso del último novel jugador,<br />
los derechos de transmisión del próximo evento deportivo o el jugoso patrocinio de un<br />
equipo. Y una gran mayoría, desde la tribuna de su sala prepara la botana y se arremolina<br />
frente al televisor para disfrutar de la final de algún publicitado campeonato. Ya sea en<br />
forma de práctica, de espectáculo o de negocio, la actividad deportiva se ha constituido<br />
en parte sustancial de la vida de millones de personas, haciendo imposible negar su<br />
relevancia y creando un modo significativo de vida moderna, que se ha difundido<br />
fuertemente entre la población que lo sigue, lo practica y lo proyecta diariamente.<br />
En este proceso de significación, el periodismo deportivo ha jugado un papel<br />
fundamental al convertir el deporte en una actividad creadora de identidades (territoriales,<br />
de clase o genéricas), en una fuente permanente de narrativas modernas que satisfacen la<br />
necesidad vigente de mitos y héroes, y en una de las mercancías simbólicas más<br />
cotizadas, basada en la cultura de la superioridad (Arango, 2005: 143). Esta representación<br />
se realiza a partir de la figura de los deportistas, que en las diversas narrativas periodísticas<br />
se configura como superhombres. “Súper” en el sentido de reproducción de la<br />
superioridad asociada a las más altas cualidades; “hombres”, porque esta superioridad se<br />
relaciona, de manera inherente, con el género masculino.<br />
En las próximas líneas se planteará, partiendo de la categoría de género, cómo el<br />
deporte se constituye como un ámbito de masculinidad, donde la presencia de lo<br />
femenino es rechazada. A partir de esta caracterización, se presenta el problema que<br />
supone esta lógica en la representación del deporte en los medios, al generar una<br />
desigualdad en la cobertura periodística. Esta desigualdad trasciende la organización<br />
periodística, por lo que se realizará un esbozo de las condiciones a las que se enfrentan<br />
las mujeres que logran acceder al ejercicio del periodismo deportivo. La intención final es<br />
dejar sobre la mesa el planteamiento de que a pesar de estar ligada inexorablemente al<br />
dominio masculino, la presencia de las reporteras de deportes constituye una práctica<br />
discursiva desde la que es posible transgredir y transformar el orden de género.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
DEPORTE, BASTIÓN DE LA MASCULINIDAD<br />
Echemos un vistazo a los campos de futbol de cualquier ciudad y veremos cientos de<br />
niños jugando bajo la mirada de sus reacios entrenadores. Encendamos la televisión y<br />
veremos un grupo de comentaristas discutiendo la declaración de algún jugador, técnico<br />
o directivo. Revisemos la lista de las dirigentes de los máximos organismos deportivos y<br />
encontraremos que todas están ocupadas por varones. En el nivel que se analice, es por<br />
demás evidente que el domino del ámbito deportivo es masculino; genéricamente, el<br />
deporte es “cosa de hombres”.<br />
49 <br />
Para explicar lo anterior se parte de la categoría de género, definida por Lamas<br />
(2000: 330) como el orden simbólico con que una cultura dada elabora la diferencia<br />
sexual. Al hablar de una elaboración simbólica, se está aludiendo a una construcción<br />
social que, no obstante, se basa en un hecho natural: la distinción de la especie humana<br />
en dos sexos diferenciados. A partir de la sexualización de los cuerpos, se realiza una<br />
simbolización que constituye el orden de género, el cual articula las determinaciones<br />
biológicas en códigos de significación con base en los cuales las personas actúan en cada<br />
sociedad (2006: 334). Como orden simbólico, determina una serie de representaciones<br />
sociales con las cuales cada sociedad define a los hombres y a las mujeres, quienes se<br />
transforman en modelos de lectura de la realidad, a la vez que constituyen un modo de<br />
estructurar las relaciones sociales.<br />
Entonces, se puede decir que el género no solo articula estos modelos de<br />
referencia sino que también enmarcan campos de acción: en sus prácticas sociales<br />
concretas, los hombres y mujeres reproducen las representaciones de feminidad y<br />
masculinidad (Butler, 1998). Es decir, el orden de género se manifiesta tanto en<br />
estructuras simbólicas (que generan representaciones sociales) como en condiciones<br />
sociales concretas (que son espacio de prácticas sociales), en las que está presente un<br />
discurso social que les da sentido. Por eso se dice que el orden de género es discursivo:<br />
se legítima al inscribir el hecho biológico de la diferencia sexual como esencial a partir de<br />
darle significado; se convierte en una construcción social naturalizada. A partir de esta<br />
construcción, los agentes sociales estructuran un habitus sexuado, concebido como un<br />
principio generador de disposiciones que fundamentan la realidad, sus representaciones y<br />
sus prácticas (Lamas, 2000: 122).<br />
Este habitus estructura las identidades humanas en un modelo dualista de<br />
masculino-femenino, el cual se aprehende, a través de los procesos de socialización,<br />
desde que hombres y mujeres empiezan a tomar conciencia de sí y de su mundo<br />
(Beauvoir, 1975; Amorós, 1985; Badinter, 1993; Mead, 1994). En este modelo, la esencia de<br />
lo femenino aparece ligada al elemento natural: como por disposición biológica es en el<br />
cuerpo de las mujeres donde se realiza la parte más notable y prolongada de la<br />
reproducción de los seres humanos, se les adjudica el mantenimiento de ésta como<br />
primordial función y obligación.<br />
Por el contrario, la participación masculina en la procreación aparece ligada a la<br />
voluntad y al poder: es el hombre quien determina la creación de la especie humana,<br />
aunque no se encuentra subyugado a la tarea biológica de la reproducción. En ese<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
sentido, el hombre “domina” su naturaleza (no se sujeta a ella), adquiriendo la capacidad<br />
de decisión para crear; por esto, su esencia está asociada a su constitución como ser<br />
social (en oposición al ser natural, entiéndase, la mujer). Según Bourdieu (2000), los<br />
valores asociados a los individuos que ocupan posiciones dentro de este orden dualista<br />
genera condiciones de dominio, en las cuales uno de los géneros (el dominante) detenta<br />
el poder. En el caso de la mayor parte de las sociedades occidentales, los hombres han<br />
sido poseedores de los símbolos que legitiman y fundamentan los sistemas de valores, las<br />
normas y las condiciones de la vida social, con los cuales han articulado espacios de<br />
poder.<br />
50 <br />
Dentro de estos espacios, se crea un sistema de representaciones que constituye<br />
lo que diversos autores han denominado el modelo de masculinidad hegemónica<br />
(Kaufman, 1989; Badinter, 1993; Gilmore, 1994; Connell, 1995). Este modelo agrupa una<br />
serie de características que constituyen el desiderátum para los varones y en función del<br />
cual se define también el de las mujeres. Dichas características giran básicamente en<br />
torno a cuatro ejes: la heterosexualidad, el éxito, la fortaleza y la agresividad o, en<br />
palabras non gratas de Kimmel (1999): “Nada de mariconadas. Sé importante. Sé duro<br />
como un roble. Chíngatelos.” Cuatro reglas que, textualmente, parecen sacadas de<br />
cualquier campo de juego, de cualquier vestidor, de cualquier estadio.<br />
Sin duda, de todos los espacios donde se reproduce el modelo de masculinidad<br />
deporte constituye uno de los más significativos (Sage 1990; Messner y Sabo 1990;<br />
Messner 1992). Primeramente, hay que señalar que la actividad deportiva es clave en la<br />
configuración de la identidad masculina por convertirse en un espacio iniciático donde<br />
los varones conquistan su condición de “verdaderos hombres”, la cual encarna en el<br />
cuerpo, primer instrumento que moldea su habitus (Barrera, 2006: 41). La actividad<br />
atlética permite desarrollar una condición física que constituye hombres resistentes,<br />
musculosos, fuertes; pero además dota a estos cuerpos de significación ya que implica la<br />
superación de una serie de pruebas que demandan esfuerzo y habilidad. Dichas pruebas<br />
se manifiestan en prácticas corporales que en su mayoría involucran dolor y riesgo físico.<br />
El sentido es, como los rituales iniciáticos de muchas culturas, someterse a una<br />
experiencia de sufrimiento que permitan el dominio del cuerpo y de la mente (Díaz<br />
Mintegui, 1996). Los verdaderos hombres no temen al dolor, al cansancio o al sufrimiento:<br />
lo dominan. Son “duros como robles”.<br />
Al conquistar su condición masculina por medio del deporte, los varones<br />
encuentran una forma de obtener el reconocimiento de otros hombres y de las mujeres<br />
(Fagundes, 1995; Gastaldo, 1995); adquieren una identidad pública reconocida al entrar a<br />
un mundo ligado a la relevancia, a la autoridad y a un orden de jerarquía extensivo a la<br />
vida social (Díaz Mintegui, 1996). El deporte, además de construir la masculinidad, permite<br />
demostrarla. Por eso ganar lo es todo: el hombre que gana una competencia gana<br />
también un sitio privilegiado en la vida social, se vuelve “importante”. De este<br />
reconocimiento público surge el culto a los campeones (Bromberguer, 2001), en el cual<br />
“el campeón” es el héroe, el salvador, el que representa a la comunidad, el que redime al<br />
pueblo ante los ojos del mundo: es un superhombre.<br />
Al convertirse en un espacio donde se reproduce el modelo hegemónico de la<br />
masculinidad, el deporte no deja lugar para lo femenino, ni real ni simbólicamente.<br />
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Mujeres en el periodismo deportivo <br />
Primero, la superación de pruebas elimina los elementos femeninos al separar a los<br />
varones del ámbito doméstico y de las mujeres, ya que implica el control de los<br />
sentimientos, emociones y necesidades afectivas; comportamientos considerados<br />
propios de la “naturaleza femenina” y que, por lo tanto, pueden conllevar a una pérdida de<br />
control (Kaufman, 1989, 1995; Badinter, 1993; Díaz Mintegui, 1996). Por lo tanto, la<br />
actividad deportiva exige que los niños y jóvenes aprendan a “aguantarse”, a “no chillar”, a<br />
no correr “a las faldas de la mamá”. Así, los campos deportivos, los lugares de<br />
entrenamiento, las gradas de los estadios ofrecen a los hombres (y a quienes están a<br />
punto de serlo) un sitio donde pueden construir un mundo estrictamente masculino. Las<br />
figuras de otros varones se convierten en guías que transmiten el orden, la disciplina y el<br />
honor: el padre busca inculcarle a su hijo el amor a una camiseta, el entrenador es el<br />
maestro de las virtudes necesarias para estar en el campo, el jugador profesional se<br />
convierte en el ejemplo de cientos de niños, los árbitros son los poseedores de la justicia<br />
y la aprobación.<br />
51 <br />
En este aspecto, la actividad deportiva sostiene la heterosexualidad como forma<br />
dominante. Se valida la “homosocialidad”, pero no la homosexualidad (Badinter, 1993;<br />
Kimmel, 1997). Dicha homofobia nace de la misoginia: la aversión a lo emocional, a lo<br />
pasivo, a lo penetrado sexualmente, a lo opuesto a la masculinidad dominante (Messner y<br />
Sabo, 1990; Messner, 1992; Connell, 1995). Por esta razón la homosexualidad representa<br />
para la institución deportiva un tabú, pues significa inferioridad. “Los homosexuales son<br />
aquellos que se dejan humillar o que no defienden con suficiente energía su identidad<br />
masculina” (Archetti, 1998: 306). Por eso, no pueden estar dentro del mundo del deporte:<br />
no cumplen con las características necesarias que demanda la condición de los hombres<br />
“verdaderos”. La vivencia de la masculinidad conforme a este modelo está íntimamente<br />
ligada al ejercicio de la sexualidad: el hombre está hecho para conquistar y lo hace<br />
mediante la penetración, la erección del pene y las proezas sexuales que autoafirman su<br />
virilidad. Los otros, los que no son hombres (mujeres y homosexuales), son los<br />
conquistados, los penetrados, los humillados. Por eso, el deporte no admite “nada de<br />
mariconadas”.<br />
Esta idea se manifiesta primordialmente en los cantos, porras y burlas de los<br />
aficionados: es el cuerpo y, en especial, el cuerpo sometido a la sexualidad, el escenario<br />
sobre el que se juegan los principales dramas de honor. Los insultos más hirientes dentro<br />
del ámbito deportivo tienen que ver con este aspecto: la feminización, prostitución y<br />
homosexualidad del adversario son más significativas que la falta de capacidad o habilidad<br />
deportiva. Este sometimiento sexual va ligado inexorablemente con otro componente de<br />
la masculinidad hegemónica presente en el deporte: la capacidad para ejercer la<br />
violencia. Al suponer dominio, virilidad y uso de fuerza física, los deportes posibilitan y<br />
hasta justifican la violencia masculina. Keijzer (1998: 3) señala que las prácticas deportivas<br />
generan en la socialización masculina una mayor independencia, iniciativa por la<br />
competencia y agresividad que muchas veces desemboca en conductas violentas<br />
presentes más allá del campo de juego, en aspectos tan diversos como la relación con<br />
vehículos, las adicciones, las relaciones familiares y la sexualidad. Entonces, a través del<br />
deporte los hombres aprenden que siempre deben y pueden demostrar como virtudes el<br />
ser fuertes, agresivos y temerarios. En palabras simples, “chíngatelos”.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
Al caracterizar al deporte como un espacio de afirmación simbólica de la<br />
masculinidad, no resulta difícil entender por qué la mayor parte de las prácticas deportivas<br />
se consideran “propias de los hombres”: el rugby, el hockey, el fútbol, en fin, casi la<br />
totalidad de los deportes de equipo y de combate (Elías y Dunning, 1993: 327). Por eso se<br />
habla de la actividad deportiva como una práctica sumamente sexista. Aunque los últimos<br />
años han supuesto un increíble desarrollo del deporte en el sector femenil, esta incursión<br />
y, sobre todo, su representación en los medios sigue subordinada a una omnipotencia de<br />
la masculinidad.<br />
52 <br />
LA ¿PRESENCIA? DE LAS MUJERES EN EL DEPORTE<br />
Desde los inicios de la era moderna la inclusión de las mujeres en el ámbito deportivo se<br />
ha situado siempre un paso atrás del desarrollo de la rama varonil. De acuerdo con Eitzen<br />
y Sage (1997) el acceso limitado de las mujeres al deporte se fundamenta en tres<br />
generalidades derivadas de la consideración del deporte como un espacio masculino: 1)<br />
que la actividad física y deportiva masculiniza a las mujeres; 2) que la práctica deportiva es<br />
peligrosa para la salud de las mismas, y 3) que las mujeres no tienen interés por la<br />
práctica deportiva.<br />
Dado que el deporte se estableció como constructor de la masculinidad, el primer<br />
argumento en contra del deporte femenil ha sido que al incursionar en el deporte, las<br />
mujeres se masculinizan. Esta idea se apoya en la relación de ciertos atributos propios de<br />
la masculinidad y la feminidad: a los hombres se les atribuye la competencia, la actividad,<br />
la eficacia y la autonomía (todos desarrollados por la práctica deportiva), mientras que las<br />
mujeres se definen a través de valores como la intuición, la dependencia, la pasividad, el<br />
sentimiento y el cuidado. Al ser prácticas que constituyen esferas de identidad y de<br />
afirmación masculina, cuando las mujeres deciden incursionar en estos ámbitos sólo se<br />
les puede concebir a través de la masculinización. En otras palabras: una mujer que<br />
desarrolla músculos, que golpea, que compite se convierte, simbólicamente, en un<br />
“hombre”.<br />
El mantenimiento de estos estereotipos (hombre-fortaleza, mujer-delicadeza) ha<br />
generado un rechazo histórico hacia el ejercicio físico violento practicado por mujeres<br />
(Vázquez, 1994, 2000), lo cual conduce a la segunda generalización que ha dificultado su<br />
incorporación: el peligro de la práctica deportiva para la condición biológica de las<br />
mujeres (condición que se debe proteger porque es en su cuerpo donde se realiza la<br />
reproducción de la especie). El deporte resulta arriesgado según el argumento de la<br />
“inferioridad biológica femenina”, de acuerdo al cual las capacidades físicas, motoras e<br />
incluso psicológicas no pueden desarrollarse al mismo nivel que los varones (Hargreaves,<br />
1993: 122 y 129).<br />
Al estar asociadas a ciertas cualidades y valores (sintetizadas en la noción de<br />
feminidad), la educación deportiva de las mujeres se ha limitado a prácticas más estáticas,<br />
con contacto físico restringido y sin el componente de agresividad; los deportes “duros”<br />
no son para ellas. Cuando deciden incursionar en estas disciplinas son ignoradas porque<br />
se cree que no pueden desarrollar el mismo potencial que los varones. Estos dos factores<br />
son los que originan la tercera generalización: la afirmación de que las mujeres no<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
pueden interesarse seriamente en la práctica deportiva. Dicha afirmación omite el hecho<br />
fundamental de que los mecanismos de socialización del género femenino lo relegan a<br />
una situación en la cual el deporte permanece fuera de su mundo. Cuando empiezan a<br />
incursionar en las actividades físico-deportivas, se estimula en ellas la idea de protección<br />
del cuerpo y la permanencia en su espacio personal, lo que desemboca en una poca<br />
participación dentro del ámbito deportivo que es, fundamentalmente, un ámbito de<br />
acción. Entonces, más que una falta de interés, lo que existe es una falta de apropiación:<br />
el orden de género realiza una socialización diferenciada que no educa ni faculta a las<br />
mujeres para actuar dentro del deporte. Como se puede observar, el escenario en el cual<br />
se despliega el acceso de las mujeres al ámbito deportivo dista mucho de ser igual al de<br />
los varones, a pesar de los avances que ha tenido el deporte femenil en las últimas<br />
décadas.<br />
53 <br />
“Las mujeres sólo pueden estar en los Juegos Olímpicos para adornar las frentes<br />
de los ganadores con las guirnaldas”, señalaba Pierre de Coubertin, creador de los Juegos<br />
Olímpicos, en un claro reflejo del discurso social que imperaba a principios del siglo<br />
pasado. Cien años después, este discurso parece haber sido modificado. Si en este<br />
momento nos atreviéramos a decir que no hay presencia de las mujeres en el deporte, de<br />
inmediato surgirían voces dispuestas a demostrar lo erróneo de esta afirmación. De todos<br />
lados brotarían nombres de atletas destacadas (las tenistas Venus y Serena Williams, la<br />
golfista Lorena Ochoa, la clavadista Paola Espinoza) que se han ganado un lugar<br />
sobresaliente en el gigantesco universo deportivo.<br />
Hoy en día es posible decir que el número de mujeres incorporadas a la práctica<br />
del deporte en todo el mundo es superior al de cualquier otro momento histórico. Como<br />
ejemplo, basta revisar los datos de la máxima contienda deportiva del mundo. Según los<br />
datos del Comité Olímpico Internacional, en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 las<br />
mujeres representaron más del 47 por ciento de las participantes, con cerca de 3 mil 700<br />
atletas, porcentaje que se espera aumentar a 50 por ciento en los Juegos de Londres en<br />
2012. Un aumento significativo si se considera que hace casi 20 años en los Juegos de<br />
Barcelona 1992 el porcentaje de mujeres participantes apenas rebasaba 20 por ciento. Las<br />
razones de este avance estadístico han estado ligadas a la lucha del movimiento<br />
deportivo femenil internacional, en el terreno de los recursos, las políticas, las estrategias<br />
y en la última década, en los medios de comunicación.<br />
Al revisar cualquier diario, noticiero televisivo o sitio web será imposible notar que<br />
en la sección de deportes cada vez es más común encontrar figuras femeninas como<br />
protagonistas, e incluso como presentadoras de la información. Sin embargo, “el que<br />
haya más noticias sobre mujeres o presencia femenina en la selección informativa no<br />
significa necesariamente que la perspectiva o discurso que se utilice para narrar tales<br />
presencias haya modificado el dominante discurso andrógino culturalmente arraigado, ni<br />
siquiera en los casos en los que las redactoras narradoras sean ellas mismas mujeres”<br />
(Dader, 2000: 24). Al detenerse a analizar esta supuesta presencia del deporte femenil, no<br />
se puede dejar de notar que si bien es visible, no resulta evidente; es decir, no constituye<br />
una prueba indudable de que a la actuación de las mujeres en los diferentes ámbitos<br />
deportivos se le da el peso, el reconocimiento y la importancia que realmente tiene.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
Es cierto que las historias de éxito de las atletas, entrenadoras y gestoras acaparan<br />
la atención de la prensa, la radio y la televisión, pero en las imágenes sociales de las<br />
deportistas que los medios manejan se produce una representación social con ciertas<br />
condicionantes que generan una cobertura desigual. La mayoría de los espacios<br />
deportivos están dedicados al deporte varonil, mientras que la información del deporte<br />
femenil se le subordina: si sobra tiempo y espacio, se habla de las mujeres, aun cuando el<br />
esfuerzo y el resultado sea el mismo (o lo supere). Según un estudio de la Amateur<br />
Athletic Foundation (Duncan y Messner, 2005: 3), el tiempo aire del deporte varonil<br />
alcanza más de 90 por ciento mientras que las mujeres únicamente logran un 6.3 por<br />
ciento de la cobertura deportiva en las transmisiones de canales internacionales. Y todavía<br />
este pequeño porcentaje tiene sus matices: por lo general, las mujeres no son citadas ni<br />
aparecen en entrevista; tan sólo se mencionan sus resultados de manera muy breve.<br />
54 <br />
A esta subordinación se le añade la sobrerrepresentación: las mujeres deportistas<br />
no se nombran por estar incluidas en los hombres. Entonces, en el mundo del deporte<br />
únicamente existen los jugadores, los atletas, los campeones y algunas mujeres existen en<br />
ellos. Esta cuestión es un factor primordial por el cual las mujeres se hacen invisibles en<br />
los medios de comunicación. Es decir, a pesar del significativo crecimiento del deporte<br />
femenil, la relación de mujeres representadas en los medios no es proporcional con las<br />
mujeres que en la vida real participan en este ámbito (aunque en ambos casos padezcan<br />
de discriminación).<br />
A esta escasa presencia se suma la otra dimensión de la cobertura desigual: la<br />
representación por estereotipos. Los medios tienden a minimizar las actuaciones de las<br />
deportistas al no darles el mismo énfasis que a los atletas varones. Mientras que para<br />
comentar las actuaciones de éstos se usan calificativos relacionados con la fuerza y el<br />
control, para el caso de las mujeres se aplican calificativos que hacen referencia a la<br />
ausencia de estos atributos; es decir, se descalifican (Gallego, 2002: 396; Bach, 2000: 38).<br />
Así, las mujeres únicamente se reconocen en la medida en que reproducen los rasgos de<br />
alguna representación estereotipada: a) confinadas al rol doméstico; b) transformadas en<br />
objeto estético, o c) estigmatizadas con características varoniles.<br />
En relación con la representación confinada al rol doméstico, hay que decir que<br />
desde Fanny Blankers-Koen, 1 apodada “el ama de casa voladora”, la sociedad condicionó<br />
a las mujeres deportistas a no descuidar su papel tradicional. De esta forma, si las atletas<br />
de verdad quieren ser un “ejemplo” para la sociedad, deben además ser excelentes<br />
madres, dedicadas amas de casa y amorosas esposas; su verdadero mérito no está en<br />
triunfar en el deporte, sino “a pesar” de esto en no desatender su “rol principal”.<br />
Respecto de la representación de las deportistas como objeto estético, Bach<br />
(2000: 49) y Gallego (2002: 383) coinciden en señalar que la imagen de las modelos,<br />
actrices y artistas se ha extendido al ámbito deportivo. Esta imagen ha provocado que el<br />
“ideal” de una deportista lo constituya una mujer que además de (o incluso sin) méritos<br />
deportivos, tenga también buena presencia, un cuerpo escultural, un rostro agradable y el<br />
indispensable “carisma” para modelar, anunciar un cereal o aparecer en la portada de<br />
1<br />
Atleta holandesa que en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948 ganó cuatro medallas de oro. Durante su<br />
vida deportiva batió veinte récords mundiales en carreras de velocidad, vallas, salto de altura y de longitud.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
alguna revista como parte del fenómeno del sporno. 2 Así, una gran cantidad de revistas y<br />
programas incluyen imágenes de mujeres, no para dar a conocer sus logros o su historia,<br />
sino como ilustración para el público masculino (Duncan y Messner, 2005: 16). Los<br />
productores asumen que la audiencia deportiva está compuesta exclusivamente por<br />
hombres heterosexuales que no quieren saber mucho acerca del deporte femenil pero<br />
que disfrutan de las mujeres que aparecen en este segmento (Òlafsson, 2006: 21).<br />
En ambos tipos de representación, como ama de casa o como objeto estético, la<br />
mujer deportista no se valora por lo que es, sino por lo que no deja de ser. De ahí que<br />
cuando las mujeres no reproduzcan estos estereotipos se representan precisamente por<br />
lo que no son: individuos del género masculino. Al asociarlas a rasgos varoniles, el mérito<br />
de estas atletas pierde valor; si alguna destaca es justamente porque “juega como<br />
hombre”, “golpea como hombre”, “corre como hombre”. El éxito, pues, no es algo propio<br />
del género femenino. Esta estigmatización masculina no implica un tratamiento<br />
mediático igual al que reciben ellos; en realidad, constituye una representación negativa,<br />
pues tiende al sensacionalismo. Esto es, el hecho de que ellas hagan las cosas “como<br />
hombres” las convierte en extrañas al orden social, asociándose comúnmente con la<br />
homosexualidad. Por esta razón, suele existir un interés desmesurado por cuestionar sus<br />
preferencias sexuales y resaltar sus pocos atributos físicos “femeninos” (Bach, 2000: 96).<br />
55 <br />
Entonces, aunque en los últimos años ha existido un increíble desarrollo del<br />
deporte femenil (traducido principalmente en estadísticas de participación) los elementos<br />
simbólicos no han podido-sabido modificarse para aprender a nombrar a todas las<br />
mujeres (y sus prácticas) como parte del universo deportivo. Esta representación<br />
estereotipada provoca que a las protagonistas difícilmente se les pueda concebir como<br />
agentes sociales y, por lo tanto, la representación mediática del deporte femenil queda<br />
limitada por condicionantes que no permiten que se valore la capacidad deportiva de las<br />
atletas.<br />
Cuando se analizan las condiciones en que se realiza el ejercicio del periodismo<br />
deportivo, no resulta difícil suponer por qué la representación del deporte mantiene la<br />
exclusión femenina: en su gran mayoría hablan hombres (los periodistas) acerca de otros<br />
hombres (los deportistas) para los mismos hombres (los lectores). Es decir, la lógica<br />
excluyente alcanza también al periodismo deportivo.<br />
UNA VOZ LIMITADA PARA COMUNICAR: LAS PERIODISTAS DEPORTIVAS<br />
A pesar de que el número de mujeres periodistas de la sección deportiva ha ido en<br />
aumento, quienes han logrado incursionar han tenido que adaptarse al orden de género<br />
dominante, tanto en sus mensajes como en su estructura organizativa. Es decir, las<br />
mujeres en los medios han padecido de las misma inequidad que las mujeres de los<br />
medios. El periodismo, igual que el deporte, se ha construido como un espacio de<br />
exclusión genérica debido a que en la dualidad masculino-femenino a los hombres se les<br />
adjudica la libertad para desarrollar actividades que implican la creación de un entorno<br />
2<br />
Del ingles sport y porno, en alusión a la propagación en los medios de imágenes eróticas de deportistas<br />
famosas.<br />
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Mujeres en el periodismo deportivo <br />
cultural, patrimonio que los ubica en un espacio donde lo que hacen resulta valioso no<br />
sólo para ellos sino para el resto de la sociedad: el espacio público.<br />
Al ser el periodismo uno de los espacios públicos, constructor de este entorno<br />
cultural por excelencia, se puede afirmar que la voz que domina el quehacer periodístico<br />
es primordialmente masculina. A las mujeres, en contraparte, genéricamente se les ha<br />
asignado el ámbito privado (traducido en lo doméstico) que además de ser íntimo (ligado<br />
a lo natural) es invisible. Así, vivir en “lo privado” ha significado queda privadas de la<br />
posibilidad de ser vistas, oídas y reconocidas como creadoras, lo que entre muchos otros<br />
espacios ha limitado su acceso y participación en los medios de comunicación, en<br />
general, y en el periodismo, en particular.<br />
56 <br />
Hernández Carballido (1987, 1997, 2003), entre otras investigadoras que han<br />
analizado la presencia femenina en el periodismo mexicano, señala que a lo largo de su<br />
proceso de incorporación a la práctica periodística las mujeres han tenido que lidiar con<br />
la desventaja de pertenecer a un género no autorizado ni acreditado para hablar de lo<br />
público, lo cual ha limitado su ingreso a ciertas áreas. Hernández Téllez (2006) coincide<br />
en señalar que “el panorama de los espacios que ocupan las mujeres en los medios ha<br />
estado históricamente marcado por su participación en un coto cerrado y relegado. Hasta<br />
hace no mucho tiempo, las fuentes políticas y económicas eran exclusivas del género<br />
masculino, mientras las periodistas fueron confinadas a las páginas de sociales, estilos de<br />
vida o noticias ligeras”.<br />
A pesar de que la cantidad de periodistas mujeres ha ido en aumento, la<br />
disparidad numérica aún es notable: más de 78 por ciento de los reporteros de los<br />
periódicos de circulación nacional pertenece al género masculino, frente a casi 22 por<br />
ciento que son mujeres (Inmujeres, 2005). De acuerdo con Fernández Chapou (2011), que<br />
cita el monitoreo de medios efectuado por CIMAC en 2009, las mujeres escriben 30 por<br />
ciento de las notas frente al 42 por ciento de los hombres (el resto procede de agencias,<br />
que no especifican el género); en secciones como estados, sociedad, cultura y<br />
espectáculos, más de 30 por ciento de las notas son escritas por mujeres, pero en otras<br />
como deportes y policiacas el porcentaje no rebasa 10 por ciento, y es todavía menor la<br />
participación en los espacios de opinión (columnas, editoriales, artículos).<br />
Pero las secciones a las que ingresan son sólo el primer peaje en el acceso a los<br />
medios. Las mujeres presentan una desigualdad respecto de los hombres en relación con<br />
los cargos que ocupan, las posibilidades de ascenso, los salarios, las aéreas de trabajo, la<br />
consideración por parte de directivos y compañeros, y la confianza que ellas depositan<br />
para ocupar puestos de responsabilidad (Hernández Téllez, 2006). “Las mujeres que sí<br />
logran incursionar en este terreno se enfrentan a muchas barreras que dificultan e incluso<br />
impiden su desarrollo en las industrias de los medios: acoso sexual, prácticas de trabajo<br />
que obligan a las mujeres a asumir rutinas creadas para los hombres –en términos de<br />
fuentes, espacios y horarios–, remuneración desigual, eximio reconocimiento por el<br />
trabajo realizado y aplicación del “techo de cristal” (Vega Montiel, 2010: 87), lo cual<br />
provoca que las periodistas, a pesar de su aporte y experiencia en la industria mediática,<br />
difícilmente alcancen puestos de decisión.<br />
De acuerdo con las estadísticas (Inmujeres, 2005), solo 25 por ciento de los<br />
puestos de dirección general, presidencia o consejo directivo de la industria periodística<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
están ocupados por mujeres; este cifra es muy similar al 22 por ciento que ocupa<br />
direcciones editoriales, al 25 por ciento que está al frente de una coordinación y al 26 por<br />
ciento que labora como editoras. En este ejercicio, las pocas periodistas que logran<br />
acceder a puestos de mayor injerencia tienen que enfrentar la cuestión del predominio de<br />
la visión masculina, la cual adoptan con tal de alcanzar el reconocimiento (Fernández<br />
Chapou, 2011). Es decir, las mujeres han tenido que mimetizarse con las formas y las<br />
reglas usadas por los varones, a fin de ser aceptadas en lo que Hernández Téllez<br />
denomina el “Boys Club del periodismo”. “Profesionalmente, como género, no han<br />
incidido y en cambio han tenido que ser lo doble de buenas en su desempeño para<br />
ganarse el reconocimiento y respeto, tanto así que el mejor elogio para una periodista<br />
sigue siendo el reconocimiento de que escribe como hombre” (2006: 15).<br />
57 <br />
Las dificultades se duplican cuando a las barreras para acceder al espacio público<br />
(perteneciente a los hombres) que supone el periodismo, se le añade el problema de<br />
acceder a un espacio simbólico (también perteneciente a los hombres) que supone el<br />
deporte, es decir, el periodismo deportivo se constituye como un espacio de doble<br />
exclusión. Al igual que en las canchas y pistas, las periodistas deportivas han conquistado<br />
lugares a lo largo de las décadas, y aunque siguen en franca desventaja, el número de<br />
mujeres que trabaja en esta área no ha dejado de aumentar.<br />
Sin embargo, las condiciones de desigualdad laboral en el periodismo deportivo<br />
se generan bajo las mismas causales que limitan la representación del deporte femenil: se<br />
le da menor relevancia a su trabajo (es decir, hay pocas mujeres en puestos de dirección<br />
editorial, de producción o a cuadro); se les asocia con ciertas disciplinas (se les asignan<br />
fuentes más “suaves”: gimnasia, tenis, patinaje), y usualmente se les considera objetos de<br />
atracción (es decir, salen frente a la cámara si cumplen con ciertos requisitos estéticos).<br />
En México, las primeras reporteras que lograron incorporarse a este ámbito<br />
periodístico aparecieron alrededor de la década de los años setenta con nombres como<br />
los de Rosalinda Coronado, Juana Juárez o Alicia Pineda, quienes abrieron cancha para<br />
que otras pudieran ingresar a este terreno de juego. Este acceso tardío, en un país donde<br />
el periodismo deportivo ha existido desde el siglo XX, se debe no sólo a la exclusión que<br />
de manera general han tenido las mujeres de todos los espacios públicos, sino también a<br />
que existe una idea generalizada de que las mujeres “no entienden de deportes”.<br />
Bajo el argumento de que a las mujeres no les puede apasionar el deporte porque<br />
tienen otros intereses (impuestos por la educación genérica diferenciada), durante años<br />
se les negó el acceso a los espacios de trabajo periodístico (por ejemplo, no podían estar<br />
en los vestidores para entrevistar a los jugadores), sumado a la idea de que había áreas en<br />
las que su presencia era peligrosa, debido a sus “reflejos menores” (por ejemplo, los<br />
corralones de las plazas de toros, a los cuales todavía está vedado su acceso).<br />
Aunque esta situación se ha ido modificando con el paso del tiempo, existen otras<br />
formas de discriminación más sutiles (más allá de la negativa para el acceso a ciertos<br />
espacios), como relegar a las reporteras a cubrir cierto tipo de fuentes o disciplinas<br />
deportivas. La Asociación Internacional de Prensa Deportiva (AIPS) señala que<br />
aproximadamente un tercio de sus integrantes son mujeres, pero la gran mayoría de ellas<br />
cubre fuentes deportivas especializadas como equitación, patinaje, danza sobre hielo,<br />
piragüismo, gimnasia y otras disciplinas en las que participan, en gran mayoría, atletas<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
mujeres. El número de periodistas mujeres en deportes sumamente masculinizados como<br />
automovilismo, boxeo, fútbol o futbol americano todavía permanecen en bajos índices,<br />
manteniéndolos como áreas de trabajo a las cuales es difícil ingresar.<br />
Además de existir una discriminación en cuanto a la repartición de fuentes, a las<br />
mujeres periodistas se les ha negado la profesión de comentaristas o presentadoras, por<br />
considerar que una mujer tiene un menor entendimiento del mundo deportivo. Es decir,<br />
existe una idea generalizada de que las féminas no pueden narrar o comentar un partido<br />
de futbol, una carrera de automovilismo o una pelea de box igual que un hombre. Y en<br />
esencia, esto es verdad: no pueden, porque no son hombres, pero el que su narración sea<br />
diferente no la hace más o menos eficiente. “La condición femenina en esta disciplina<br />
sigue siendo un estigma; es básico que como mujer para ejercer esta profesión debe<br />
haber pasado por la universidad. De por sí, el periodismo deportivo no es lo más fácil del<br />
periodismo como muchos creen y el ser mujer complica un poco las cosas”, reflexiona<br />
Georgina Ruiz Sandoval, cronista deportiva mexicana de ESPN (Guzmán Torres, 2011), en<br />
un claro ejemplo de la falta de capacidad para entender el mundo deportivo que se le<br />
atribuye a la mujer de manera inherente: como no sabe de deportes, sólo puede resanar<br />
esta deficiencia siendo educada, es decir, “pasando por la universidad”.<br />
58 <br />
No obstante, en el último lustro se ha presentado una tendencia creciente de<br />
incorporar a comentaristas deportivas a las transmisiones y a las pantallas, lo que se<br />
puede ejemplificar con la popularidad de mujeres como Sara Carbonero, Inés Sainz y Lara<br />
Álvarez, quienes son reconocidas a nivel internacional. Sin embargo, los nombres de estas<br />
tres mujeres aparecen primero entre el top ten de las reporteras más sensuales de<br />
deportes, antes que entre la lista de mejores periodistas. Es decir, la estructura del<br />
periodismo deportivo ha condicionado la incorporación de las mujeres a la labor de<br />
comentaristas en la medida en que cumplan con el ideal estético, útil para embellecer<br />
cualquier producción.<br />
Pero la apreciación de su trabajo periodístico pasa a segundo término cuando su<br />
presentación da prioridad a su belleza y figura. “Te soy sincera, no puedo ser hipócrita. En<br />
la tele es 90 por ciento imagen y 10 por ciento contenido. Si eres bonita vas a correr con<br />
ventaja. La presencia vale mucho. No se puede negar que cuando los productores<br />
deciden incorporar a una mujer eligen chicas lindas. Pero a estas alturas del partido con<br />
eso sólo no alcanza. Para estar en este oficio debemos estar muy preparadas y dar cuenta<br />
de ello en todo momento”, confirma Alina Moine, conductora de Fox Sport Noticias<br />
(Guzmán Torres, 2011). En este discurso, “ser bella no alcanza” para el oficio, cuando en<br />
realidad “ser bella” ni siquiera debería importar. Condicionar a las comentaristas y<br />
reporteras de deportes a la reproducción del ideal estético reduce su ejercicio profesional<br />
del periodismo, porque no se prioriza su capacidad sino su belleza.<br />
A esta reducción se suma el hecho de que las periodistas deportivas son<br />
examinadas en cada una de sus actuaciones, siempre en comparación con el canon de lo<br />
masculino. Al contrario de los varones, que pueden pronunciar mal un nombre o dar un<br />
dato equivocado, las mujeres no pueden cometer semejante error porque las<br />
consecuencias de sus faltas son magnificadas: la ineficacia de una se convierte en el<br />
desprestigio colectivo del género (Lagarde, 1999: 37). “Cuando entras a este medio tienes<br />
que estar muy preparada, porque te salen a pegar por todos lados. Cualquier error que<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
cometes se magnifica al ser mujer”, comenta Gabriela Previtera, quien participa de la<br />
conducción del noticiero deportivo de TyC Sports (Guzmán Torres, 2011). Esto resulta<br />
inequitativo porque estas condiciones no se imponen a los hombres que trabajan en esta<br />
profesión: a nadie le importa si David Faitelson cumple con el ideal de belleza masculino,<br />
o si Jorge Campos carece del léxico y la preparación para estar frente a un micrófono.<br />
Este panorama cuenta con otro factor de discriminación: los puestos de decisión<br />
están ocupados casi en su mayoría por hombres, lo que dificulta que estas mujeres<br />
puedan incidir en los procesos de producción de los mensajes, teniendo como único<br />
elemento de ejercicio de poder su propia palabra. Este dominio de los varones en las<br />
decisiones de los procesos de producción provoca que los contenidos deportivos se<br />
desplieguen en un escenario diseñado para el género masculino: las voces femeninas<br />
quedan relegadas, a menos que en su práctica adopten la lógica dominante.<br />
59 <br />
LAS POSIBILIDADES DE UNA PRÁCTICA TRANSGRESORA<br />
Como se ha señalado, el ejercicio del periodismo deportivo, constituido desde una visión<br />
androcéntrica, provoca que muchas mujeres reproduzcan (tanto en sus rutinas como en<br />
sus mensajes) este modelo masculino a partir de su labor periodística, que no obstante se<br />
presenta como una práctica discursiva desde la que es posible transformar dicho modelo.<br />
El concepto de práctica discursiva se deriva de la tradición francesa de análisis del<br />
discurso, particularmente de los trabajos de Pecheux (1978) y Foucault (1983), quienes<br />
conceptualizan el discurso como toda práctica enunciativa considerada en función de sus<br />
condiciones sociales de producción. Según Pecheux, los sujetos que participan en un<br />
discurso no deben considerarse en su dimensión meramente individual, sino como<br />
representantes de lugares sociales desde los cuales construyen una serie de formaciones<br />
imaginarias acerca de sí mismos, de su interlocutor y del objeto tema del cual hablan, las<br />
cuales le permiten generar estrategias discursivas para la emisión de sus mensajes.<br />
Entonces, el concepto de práctica discursiva no refiere netamente a la actividad<br />
de un sujeto, sino a la existencia objetiva y material de ciertas condiciones a las que ese<br />
sujeto debe ceñirse desde el momento en que ejecuta la enunciación del discurso;<br />
condiciones que determinan la forma como se nombra, analiza, explica o clasifica la<br />
realidad y que en conjunto se conceptualizan como formación discursiva. “La formación<br />
discursiva es un conjunto de reglas anónimas, históricas, siempre determinadas en el<br />
tiempo y el espacio, que han definido una época dada, y por un aire social, económico,<br />
geográfico o lingüístico que han originado las condiciones de ejercicio de la función<br />
enunciativa” (Foucault, 1990: 122-123). Así, quien enuncia lo hace desde una formación<br />
discursiva; es autor lógico del discurso pero también está constituido por él. La relevancia<br />
de las prácticas discursivas radica justamente en que a partir de ellas se genera un orden<br />
del discurso que da significado a la vida social: algunas formas mayoritarias o dominantes<br />
de significación social son las que definen, en el discurso, a los agentes sociales, a su<br />
mundo, a su historia, a sus relaciones; en resumen, a su realidad. En torno a este dominio,<br />
se articulan las dinámicas de poder; las distintas maneras de concebir la realidad suponen<br />
una diferencia discursiva que repercute en las estructuras sociales.<br />
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Mujeres en el periodismo deportivo <br />
Cuando las practicas discursivas se realizan en un ámbito como el periodismo, las<br />
posibilidades de adquirir-generar poder aumentan. Hernández Téllez explica cómo la<br />
figura del periodista ha sido caracterizada como un sujeto social que filtra un suceso por<br />
sus valores, creencias y visión, para después procesarlo y devolverlo a la sociedad con<br />
una función informativa pero también ideológica (y por ende, discursiva). “Y aunque en un<br />
principio el periodismo no fue reconocido como parte del discurso social en permanente<br />
reelaboración, con el advenimiento de nuevas necesidades y el desarrollo tecnológico, el<br />
periodismo se convirtió en un espectador privilegiado de los hechos que informa, pero<br />
también en un nuevo y más eficaz protagonista de la reconstrucción de la historia, y con<br />
ello de los procesos sociales, en general, y del conocimiento, en particular” (Hernández<br />
Téllez, 2000: 6). Es decir, el periodismo no sólo genera información que queda registrada<br />
sino que también realiza una construcción discursiva de la realidad que resulta<br />
predominante en el espacio público.<br />
60 <br />
A partir de las consideraciones conceptuales anteriores, se puede comprender la<br />
labor de las mujeres dentro del periodismo deportivo como una práctica discursiva que<br />
encierra un contrasentido: asumir una posición de enunciación desde su pertenencia al<br />
género femenino dentro de un espacio donde el orden de discurso es de dominio<br />
masculino. Es decir, una reportera de deportes enuncia desde una posición discursiva que<br />
implica ser mujer-hablar como hombre (posición derivada de la misma construcción<br />
social del género). En este contrasentido entran en disputa los significados de masculinofemenino,<br />
lo que brinda la posibilidad de transformar el orden de género, tanto en la<br />
construcción de representaciones sociales (es decir, lo que dicen las mujeres dentro del<br />
periodismo deportivo) como en la articulación de prácticas sociales (lo que hacen las<br />
mujeres dentro del periodismo deportivo) a partir de la transgresión.<br />
De acuerdo con lo que define Lagarde (1993: 803), las mujeres y los hombres<br />
ocupan espacios en donde se realizan actividades que se establecen con base en la<br />
tenencia o carencia de poder de manera diferenciada. Giddens (1998: 282-290) señala<br />
que el poder es constitutivo de toda interacción social, intrínseco a los actores sociales y,<br />
por lo tanto, envuelve relaciones de dependencia y autonomía. En el reconocimiento de<br />
esto último el poder adquiere una doble dimensión: limita tanto como permite; de ahí<br />
que el poder no produzca sólo dominación sino también resistencia y contra-respuesta<br />
de los dominados. Entonces, en toda situación de dominación los actores construyen y<br />
mantienen rutinariamente sus relaciones de poder, pero además las transforman.<br />
Dicha transformación ocurre por medio de la acción social. Ésta, dice Giddens,<br />
significa una intervención en el mundo, por lo tanto, implica la capacidad de "producir<br />
una diferencia" en un estado de cosas o en un curso de sucesos preexistentes: al actuar<br />
dentro de su sociedad, las personas carentes de poder pueden adquirirlo. Precisamente el<br />
reconocimiento de esta dimensión del poder ha constituido el bastión de lucha tanto de<br />
los movimientos feministas como de los estudios desde la perspectiva de género: la<br />
posibilidad de transformar el orden de género a través de la incorporación de las mujeres<br />
a diversos ámbitos de acción social donde hacen valer su derecho de adquirir poder, es<br />
decir, de empoderarse.<br />
El empoderamiento, de acuerdo con Lagarde, consiste en un conjunto de<br />
procesos a través de los cuales cada individuo integra como parte de su vida recursos,<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mujeres en el periodismo deportivo <br />
bienes y derechos conseguidos como poderes. Si se entiende, a la manera de Foucault<br />
(1983, 2005), que la instancia básica donde se articula el poder es el discurso, el ámbito<br />
discursivo se convierte en un espacio clave para lograr este empoderamiento. Es en el<br />
ámbito discursivo donde se confrontan los significados sociales y donde se pueden<br />
transformar las concepciones del orden dominante de género. Pero para producir esta<br />
confrontación de significados, se hace necesaria también una acción social; una práctica<br />
que produzca las diferencias necesarias para la adquisición de poder, una trasgresión.<br />
Recuperando la idea de que el deporte es espacio de afirmación simbólica de la<br />
masculinidad en todos sus niveles, la presencia femenina dentro del periodismo deportivo<br />
supone una primera transgresión: se convierte en una práctica social donde las mujeres<br />
tienen que transgredir para comunicar. Es decir, deben enfrentarse al dominio masculino<br />
para poder hablar, escribir o comentar acerca del deporte.<br />
Dice Valles Ruiz (2006) que en el quehacer periodístico la primera instancia de<br />
este proceso de empoderamiento se genera a partir del ingreso al propio medio, que<br />
aunque no supone de manera inherente un cambio de perspectiva, sí se muestra como<br />
una práctica social posible. Aun cuando la desventaja numérica en relación con la<br />
cantidad de periodistas varones sea alta, la presencia femenina en la fuente deportiva<br />
contribuye a mostrar que las mujeres sí pueden hablar de deportes. El reto es hacerlas<br />
visibles, ya que en la medida en que sean vistas, oídas y reconocidas, se contribuye a<br />
construir nuevos referentes y a desmontar los espacios de los que han sido excluidas. Lo<br />
anterior supone la posibilidad de alcanzar la segunda instancia de empoderamiento<br />
dentro del periodismo, la cual consiste en el acceso a los puestos de decisión, desde<br />
donde se puede tener mayor injerencia en la transformación del orden de género<br />
(aunque ya se ha comentado el riesgo de reproducir la lógica de dominación masculina).<br />
En la consideración de este riesgo es que se considera que la práctica discursiva<br />
de las mujeres dentro del periodismo discursivo encierra otra transgresión: se convierte<br />
un espacio donde las mujeres pueden comunicar para transgredir. Es decir, tienen la<br />
posibilidad de construir una representación social del deporte diferente a la que ha<br />
impuesto el modelo de masculinidad hegemónica.<br />
Esto llevaría a una tercera instancia del empoderamiento, en donde se adquiere la<br />
conciencia de las limitaciones que produce el orden dominante y se trabaja para<br />
desmontar los mecanismos patriarcales de poder. En la práctica del periodismo esto<br />
implica admitir que hombres y mujeres somos socializados de manera distinta y que esta<br />
socialización ha introducido a la fuerza variedades de comportamiento, actitudes, valores,<br />
creencias y formas de vida que provocan una disimilitud relevante a la hora de construir la<br />
información. “No se trata de minucias, sino del hecho de destacar que los mecanismos<br />
establecidos por la sociedad para educar y formar varones y mujeres resultan una<br />
diferencia cualitativa y cuantitativamente muy significativa” (Bach, 2000: 110).<br />
En la medida en que esta conciencia se adquiera, la presencia de las mujeres en el<br />
deporte puede adquirir una nueva visibilidad desde una lógica distinta a la del dominio<br />
masculino, en la cual se posibilita construir referentes distintos. Es decir, en la medida en<br />
que la representación del deporte en el periodismo deportivo sea incluyente y equitativa,<br />
se genera una diferencia discursiva que impacta no sólo en el contenido de los mensajes<br />
61 <br />
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Mujeres en el periodismo deportivo <br />
generados por la cobertura informativa, sino también en la percepción que las audiencias<br />
tienen acerca de este ámbito.<br />
Por eso se considera que la práctica discursiva de las reporteras de deportes<br />
posibilita una diferencia fundamental en la representación social del deporte y en la<br />
práctica del periodismo deportivo. A esto hace alusión Hernández Téllez cuando afirma<br />
que ser mujer sí hace la diferencia. “No importa cuánto afirmemos y creamos en la<br />
mejoría de condiciones generales de la población femenina, ni en qué tantos ámbitos<br />
participamos las mujeres, el estigma permanece desde adentro y desde afuera”<br />
(Hernández Téllez, 2000: 7). En ese sentido, el estigma sólo se puede desarticular con<br />
acciones “desde afuera” (como el aumento de mujeres en los distintos ámbitos del<br />
deporte) pero también con voces que le den el justo valor a esas acciones “desde<br />
adentro”, desde las salas de redacción, desde las zonas de prensa, desde las canchas, las<br />
pistas, las duelas. Dice Vega Montiel (2010) que “referirse al derecho humano a la<br />
comunicación implica reconocer y promover la plena participación de las mujeres en las<br />
industrias mediáticas. Es decir, debe contemplar el pleno, amplio, libre e indisputable<br />
acceso de ellas a la comunicación por cualesquiera medios. Ello no deja de ser<br />
absolutamente necesario si lo que se desea es concretar aquellos valores por los cuales<br />
siempre valdrá la pena luchar: la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, la<br />
diversidad, la universalidad y la participación política”.<br />
62 <br />
En la medida en que se reconozca este derecho de las mujeres dentro del<br />
periodismo deportivo se tendrán mayores posibilidades de incidir en una representación<br />
del deporte que no privilegie el dominio masculino. Una representación en la cual las<br />
figuras de Cuauhtémoc Blanco, El Chicharito Hernández o El Canelo no sean las únicas<br />
que dominen el imaginario deportivo. Una representación en la cual las voces de André<br />
Marín, José Ramón Fernández o Javier Alarcón no sean las únicas autorizadas para<br />
contar, interpretar, analizar y transmitir el deporte. Una representación donde la voz del<br />
periodismo deportivo sea también la de una mujer.<br />
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Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
LOS FEMINISMOS Y LAS SOCIEDADES DE LA<br />
INFORMACIÓN ANTE LA ENCRUCIJADA DEL<br />
DERECHO A COMUNICAR<br />
Raquel Güereca Torres*<br />
RECIBIDO: 25 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREOS ELECTRÓNICOS:<br />
guereca77@gmail.com<br />
* Raquel Güereca Torres es profesora de asignatura en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la<br />
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctorante en Ciencias Políticas y Sociales con orientación<br />
en Sociología por la UNAM.<br />
PALABRAS CLAVE | feminismo, Sociedades de la Información y el Conocimiento (SIC), TIC, derecho a<br />
comunicar, patriarcado.<br />
KEYWORDS | feminism, information and knowledge societies (IKS) technology, ICT, right to<br />
communicative, patriarchy.
Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
RESUMEN<br />
El argumento central de esta discusión es que las Sociedades de la<br />
Información y el Conocimiento (SIC) poseen un orden de género y son el<br />
estado actual del desarrollo de las sociedades capitalistas y las democracias<br />
liberales emanadas de la Ilustración. Implica una amalgama histórica entre<br />
un orden de género, la construcción de un espacio público para la<br />
representación de intereses a través de los medios de comunicación, y la<br />
tecnología como posibilitadora de la organización social, económica y<br />
política de las sociedades. Hoy las Tecnologías de la Información y la<br />
Comunicación (TIC) juegan un papel central en las diferentes interacciones<br />
sociales, a tal grado que hoy se constituyen como medios masivos y medios<br />
interpersonales de comunicación que posibilitan formas de vida. En este<br />
proceso histórico encuentro que a lo largo del tiempo la tecnología<br />
constituye un elemento central del desarrollo de las sociedades a través de la<br />
transmisión de ideologías, acontecimientos, formas de consumo y formas de<br />
interacción. Así, los medios de comunicación de masas son sistemas<br />
hegemónicos que participan en la construcción de los sujetos de género.<br />
Ante esto, los feminismos han encontrado la manera de tomar la palabra<br />
para redefinir los términos en que las mujeres son representadas, y con ello<br />
conformar el derecho a comunicar. En este sentido, no se puede proyectar<br />
una SIC que no cuestione las formas de interacción de las mujeres con la<br />
producción de mensajes masivos y la tecnología.<br />
71 <br />
ABSTRACT<br />
The central argument of this discussion is that the Information and<br />
Knowledge Society (IKS) have a gender order and are the current state of<br />
development of capitalist societies and liberal democracies emanating from<br />
the Enlightenment. It involves a historic amalgamation between gender<br />
order, the construction of a public space for the representation of interests<br />
through the media, and technology as an enabler of social, economic and<br />
political society’s organization. Today, Information Technology and<br />
Communication (ITC) play a central role in different social interactions, to the<br />
extent that today constitute as mass media and interpersonal<br />
communication media that allow life forms. In this historical process to find<br />
that over time, technology is central to the development of societies through<br />
the transmission of ideologies, events, forms of consumption and forms of<br />
interaction. Thus, the mass media are hegemonic systems involved in the<br />
construction of gender subjects. Before this, the feminists have found a way<br />
to speak to redefine the terms in which women are represented, and thus<br />
conforms the right to communicate. In this sense, an IKS can’t be projected<br />
without questioning the ways of interaction of women with mass messages<br />
production and technology.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
1. SOCIEDADES PATRIARCALES DE LA INFORMACIÓN: BREVE COROLARIO<br />
Hacer un análisis sobre lo que hoy se conoce como Sociedad de la Información y<br />
Sociedad del Conocimiento implica reconocer el rezago y falta de reconocimiento sobre<br />
la participación de las mujeres en ese paradigma emanado del proyecto de la<br />
modernidad. El estado actual de la Sociedad del Conocimiento-Sociedad de la<br />
Información es producto de la historia concreta de la civilización, materializada en un<br />
modo de producción y legitimada por un conjunto de ideologías (Gramsci, 1973) que no<br />
han sido neutrales en cuanto a las relaciones inter e intragenéricas. Entender las<br />
cualidades distintivas de esta forma de organización nos conduce a mirar desde la teoría<br />
feminista la forma como han estado superpuestos los fenómenos comunicativos,<br />
informativos y científicos con las desigualdades de género.<br />
En la historia de la humanidad las sociedades han existido y se han organizado a<br />
partir de los modos de producción que establecen para su supervivencia, así como las<br />
concepciones del mundo que las legitiman. En este proceso, la tecnología ha posibilitado<br />
la organización social, económica y política de las sociedades a través de dispositivos<br />
ideológicos que determinan y controlan quiénes acceden a la tecnología como usuarios,<br />
propietarios y/o productores. Es el desarrollo de estas tecnologías lo que ha distinguido<br />
etapas de la vida social, teniendo así:<br />
72 <br />
<br />
<br />
<br />
Sociedades agrarias, en cuyo centro está la revolución agrícola basada en el uso<br />
de la fuerza de los animales, el manejo de la rotación de los cultivos y la selección<br />
de las semillas, el desarrollo de técnicas de conserva de alimentos, así como de<br />
herramientas que permitieron la automatización de la agricultura (López Cruz,<br />
2007). En estas sociedades ocurre lo que se conoce como la primera gran<br />
revolución de la comunicación que es la invención del alfabeto.<br />
Sociedades industriales, surgidas y caracterizadas por el desarrollo incipiente de<br />
las industrias textiles y del acero y la aparición de la electricidad (López Cruz,<br />
2007). En el tránsito hacia el mercantilismo, la prensa fue la segunda gran<br />
revolución de la comunicación, pues permitió el flujo de información en los<br />
puertos. Este periodo se acompaña del surgimiento y comercialización de los<br />
medios electrónicos.<br />
Sociedades post-industriales, basadas en la automatización de los procesos<br />
industriales que generaron una tercera revolución, la informacional y tecnológica<br />
marcada por el desarrollo tecnológico de la información cuyo énfasis se ubica en<br />
la interconexión por medio de redes (Castells, 1999) y el refuerzo mutuos.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
La conformación, evolución y tránsito de estas sociedades están acompañados de<br />
un proceso de exclusión y opresión de las mujeres que se gestó a partir de una<br />
cosmovisión en la cual las mujeres fueron omitidas y relegadas a sus funciones<br />
reproductivas (biológicas), frente a los hombres que se erigieron como los creadores de la<br />
cultura y de la civilización. 1 Desde el surgimiento de las sociedades agrarias, las mujeres<br />
han sido objeto de discriminación y segregación en lo que concierne a la propiedad de y<br />
acceso a las tecnologías operantes en los modos de producción.<br />
La sociedad industrial representó una amalgama entre la revolución de la<br />
información a través del surgimiento y expansión de la prensa en los modos de vida de las<br />
incipientes sociedades mercantilistas, y el desarrollo de la ciencia, sin cuyos desarrollos<br />
tecnológicos los procesos industriales no se hubieran mundializado. El desarrollo de<br />
sistemas de comunicación en términos de información y de transporte permitió la<br />
expansión colonial y mercantil de las potencias europeas (Alva de la Selva, 2004), así<br />
como el surgimiento de una cultura de masas con capacidad de dirección y ensamble<br />
ideológico de las sociedades (Esteinou Madrid, 1995) y en la que se renueva el paradigma<br />
patriarcal que organiza las relaciones inter e intragenéricas, así como la participación de<br />
las mujeres en las capas productivas de la sociedad. En la sociedad industrial, la familia<br />
desaparece como grupo de autoconsumo para dar paso a la familia nuclear, estratificada<br />
en clases sociales y donde las mujeres paulatinamente serán consideradas consumidoras<br />
y abastecedoras de la vida privada (McDowell, 2000).<br />
La información ha tenido importantes implicaciones en la constitución de las<br />
sociedades modernas. Armand Mattelart (2007) propone una revisión genealógica sobre<br />
lo que hoy se denomina Sociedades de la Información (SI) y encuentra que forman parte<br />
del desarrollo capitalista dentro del proyecto de la modernidad. Su rastreo lo lleva hasta el<br />
paso entre los siglos XVII y XVIII con Wilhelm Leibniz y las matemáticas y su uso para<br />
organizar, clasificar y jerarquizar a través de cálculos que acompañaron operaciones de<br />
ultramar dirigidas a negociantes. Pasa por el surgimiento de la ingeniería como ciencia<br />
que permitió la fortificación y comunicación terrestre, ramal y marítima de las ciudades.<br />
En el siglo XIX encuentra en la estadística el uso de la información como materia prima de<br />
una ciencia del “hombre medio” que permite a diferentes países establecer radiografías<br />
con indicadores comunes sobre sus condiciones de vida; aquí encuentra el desarrollo de<br />
las ciencias sociales, las industrias y la administración planificadora y prospectiva,<br />
acompañada de una división mental del trabajo, la creación de máquinas calculadoras y<br />
un gran flujo de información y comunicación a través de la prensa y la creación de<br />
acervos bibliográficos y bases de datos. El siglo XX es el periodo en el cual Mattelart<br />
encuentra el vertiginoso desarrollo de las TIC y los medios masivos de comunicación<br />
dentro de un contexto geopolítico de guerras y un proceso de post-industrialización de<br />
las sociedades avanzadas. En este periodo se desarrollan investigaciones sobre los usos<br />
políticos y militares de la información, 2 así como informes sobre el papel de la<br />
73 <br />
1<br />
La antropóloga Gerda Lerner (1990) explica que el patriarcado, como sistema social, se originó a la par de “la<br />
acumulación de excedentes agrícolas en el periodo neolítico y el origen de la familia nuclear, así como la<br />
instauración del monoteísmo como sistema religioso”, los cuales, en conjunto, permitieron que la sexualidad<br />
procreadora de las mujeres se convirtiera en objeto de control y vigilancia.<br />
2<br />
Alang Turing (1936) fue contratado para penetrar secretos electromecánicos del encriptado alemán Enigma.<br />
Surgen en Estados Unidos la US National Defense Research Committee en la cual participaron Shannon y<br />
Wienner; la National Security Act, la NASA, la Semi Automatic Ground Environment System; think thanks como<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
información en la sociedad, 3 lo que llevó a plantear líneas para una National Information<br />
Policy y a que la OCDE invitara a Marc Uri Porat en 1977 a construir un modelo de<br />
clasificación de sus países miembros en una escala que conduzca a la Sociedad de la<br />
Información. Es así como desde finales de la década de 1970 se comenzó a reflexionar<br />
sobre la Sociedad de la Información. 4<br />
Las implicaciones del paradigma tecno-informacional en las sociedades<br />
modernas se caracterizan por la incorporación de tecnologías a, por lo menos:<br />
74 <br />
<br />
<br />
<br />
Las estrategias militares (Segunda Guerra Mundial, guerra de Vietnam, guerra del<br />
Golfo Pérsico, 11-S y terrorismo).<br />
La producción económica (informatización de los procesos industriales y<br />
crecimiento del sector de servicios).<br />
Modo de vida capitalista basado en la tecnificación del hogar, masificación de las<br />
TIC y uso de las TIC en las relaciones sociales.<br />
A lo largo de la última década del siglo XX y los primeros años del presente siglo<br />
hemos presenciado el impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación<br />
(TIC) en la organización social a través de la revolución telemática, 5 al grado de llevar a la<br />
comunidad internacional, los organismos internacionales y regionales a plantear el<br />
surgimiento y los retos que impone la Sociedad del Conocimiento y de la Información.<br />
Entender esta sociedad como una etapa de desarrollo del paradigma ilustrado y,<br />
por ello, de la modernidad, implica mirar la participación del feminismo en la<br />
construcción de dos derechos humanos fundamentales: el derecho a conocer y el<br />
derecho a comunicar. El feminismo es una cultura que data de más de dos siglos de<br />
creación y que se construye en una dialéctica internacional y regional, en términos<br />
acordes con el debate actual, entre lo global y lo local. La cultura feminista en América<br />
Latina se construye con la resistencia de las mujeres a las opresiones universales a que<br />
son sujetas, pero acompañan luchas y tensiones entre las formas de explotación propias<br />
RAND (Research and Development Co.), DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), creadora de<br />
ARPANET (antepasado de Internet), así como la Office of Systems Analysis. Todos estos organismos<br />
desarrollaron la infraestructura tecnológica sobre la cual descansa la actual Sociedad de la Información: la<br />
informática, los satélites y la Internet (Mattelart, 2007: 59-68).<br />
3<br />
Fueron los informes de Fritz Machlup (1962) y Marc Uri Porat, quien en 1977 señalaba que asistimos a una<br />
“economía de la información” basada en el uso de sistemas de información (ordenadores y telecomunicaciones)<br />
que permite que grandes cantidades de datos sean almacenados, organizados y comunicados a través de<br />
“agentes informacionales”. El informe de Porat identificaba que en 1967 la información representaba 46 por<br />
ciento del PNB y 53 por ciento de la masa salarial de Estados Unidos (Mattelart, 2007: 69-73).<br />
4<br />
Armand Mattelart (2007: 77-110) identifica las reflexiones de Marshall McLuhan, Harold Innis, Edgar Morin,<br />
Daniel Bell, André Leroi-Gourhan, Jack Godoy, Lewis Mumford, Alvin Toffler, Alain Touraine, Zbigniew Brzezinski<br />
y Peter Drucker como constructoras de indicadores y teorías sobre las características políticas, sociológica y<br />
comunicacionales de las sociedades postindustriales.<br />
5<br />
La revolución telemática alude a la transformación digital de los procesos de comunicación de masas e<br />
interpersonales basados en la informática. Véase Gubern (El eros electrónico, 2000) Castells (La era de la<br />
información, tomos 1 y 2, 1999), Alva de la Selva (“La sociedad de la información: ¿una utopía?”, 2004), Trejo<br />
Delarbre (La alfombra mágica. Usos y mitos de Internet, 1996, y Viviendo en el Aleph. La Sociedad de la<br />
Información y sus laberintos, 2006).<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
de la región de América Latina y el Caribe. Las mujeres se movilizan en la región desde<br />
dos parangones: ante las formas de colonialismo y las formas de opresión<br />
particularmente vividas en un cuerpo sexuado. 6<br />
De todas las características con las que se describe la Sociedad de la Información,<br />
la más significativa es que nunca antes se había tenido una sociedad tan relacionada ni<br />
tan articulada alrededor de las tecnologías como hoy en día; la incorporación de las TIC a<br />
la vida social se realiza sobre las exclusiones ya existentes por diversas condiciones: de<br />
género, de clase, étnica y de nacionalidad, por citar algunas. Sin embargo, los<br />
movimientos sociales encuentran en estas tecnologías mecanismos de interacción y<br />
movilización en red, lo cual invita a la reflexión sociológica. Internet es el vehículo a través<br />
del cual no sólo fluye la información, sino que tiende a redefinir el espacio público por ser<br />
un medio de comunicación personal, grupal y de masas, a la vez que un espacio social.<br />
75 <br />
Debido a la cantidad de información que fluye en la sociedad actual, aumentan<br />
especialistas en diversos temas de interés y con ello surge un proceso de “elitización” de<br />
la comunicación (aunque todos potencialmente podemos acceder a la información, no<br />
todos somos productores ni nos beneficiamos de ella). Conectarse y estar en red son<br />
actos voluntarios y personales que requieren una actitud deliberada para estar en un sitio.<br />
Esto hace que “las comunidades en el ciberespacio se encuentren sustentadas en<br />
identidades que sus integrantes comparten” (Trejo Delarbre, 2006: 223). Esto implica,<br />
según el autor, el desarrollo de una “ciberciudadanía” que es nómade y se construye sin<br />
vínculos territoriales, es determinada por las identidades, las ideologías y las élites o<br />
grupos de que se forma parte. Así, el uso manifiesto del ciberespacio por movimientos o<br />
sujetas feministas, es una acción deliberada. Implica participar creativamente en la<br />
Sociedad de la Información como enunciadoras. Es la toma de la palabra, el uso del logos<br />
en el espacio público, otrora negado a las mujeres. Desde una perspectiva histórica, las<br />
tecnologías de la comunicación han evolucionado junto con las formas de producción de<br />
las sociedades: desde el alfabeto y sus primeros soportes, hasta la convergencia de<br />
soportes de los mensajes multimedia y la incorporación de la informática a los procesos<br />
de producción de mensajes.<br />
LA VETA INTERNACIONAL DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y LOS DERECHOS<br />
HUMANOS DE LAS MUJERES<br />
Asistimos a un proceso global que no por ello subsume las lógicas regionales y locales y<br />
que además ha sido histórico. La modernidad llegó a América Latina y el Caribe tejida en<br />
la ambivalencia de conquista y liberación: trajo a los colonizadores y sus tecnologías y<br />
conocimientos, pero nutrió los movimientos de emancipación de la región. Las mujeres<br />
críticas de la modernidad eurocéntrica tomaron presencia en nuestro continente. Usaron<br />
la palabra, restringida, prohibida y negada a las mujeres a partir de su exclusión del mundo<br />
6<br />
Cfr. Alma Sánchez Olvera, 2003; Ana Lau Jaiven, 2001.<br />
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letrado, al cual sólo unas cuantas podían acceder a través de su condición de clase o de<br />
casta religiosa. 7<br />
Lo anterior es primordial para entender que la presencia de las mujeres en un<br />
naciente periodismo se vincula con el uso de la prensa por los movimientos de liberación<br />
en la región como un elemento vital de movilización, confrontación con el poder<br />
establecido y adherencia a su causa. La mayor parte del siglo XX dio cuenta de la<br />
movilización del feminismo en el ámbito internacional y la creación de todo un marco<br />
legal que posibilita y sustenta políticas públicas para la equidad. Desde el surgimiento de<br />
la Sociedad de Naciones hasta las Conferencias Internacionales de la Mujer, se han<br />
incorporado a la región propuestas de carácter declarativo que se han enfrentado a<br />
dificultades operativas para su plena implementación en los países firmantes.<br />
76 <br />
La Plataforma de Acción de la IV Conferencia Internacional de la Mujer (Beijing,<br />
1995) incluyó, por primera vez, un apartado sobre medios de comunicación 8 –Capítulo<br />
J–, el cual fue producto de la organización de las feministas desde los ámbitos<br />
académicos y de la sociedad civil (ONGs de mujeres de diversos países), quienes<br />
buscaban erradicar la discriminación y violencia contra las mujeres en los medios. Previo<br />
a Beijing, en 1995, se sucedieron reuniones regionales para discutir el tema y establecer<br />
una agenda de la comunicación para las mujeres:<br />
1. La comunicación que empodera a las mujeres, Bangkok, febrero de 1994.<br />
Evento convocado por la Asociación Mundial de Comunicación Cristiana (WACC/AMCC)<br />
de Londres, Isis Internacional de Manila y el International Women’s Tribune Centre (IWTC)<br />
de Nueva York. Reunió a más de 400 comunicadoras de medios y redes de comunicación<br />
de más de 80 países de todos los continentes. Se reconoció que<br />
Las mujeres nos preocupamos de las necesidades básicas de nuestras<br />
sociedades, de la creación de la vida y la preservación del medio ambiente;<br />
sin embargo, estamos en el punto más bajo de todas las jerarquías,<br />
7<br />
Es conocido el caso de Juana de Asbaje, cuya pasión por los conocimientos científicos la hace optar por la vida<br />
religiosa ante el destino femenino de la época: casarse y dedicarse a los hijos y el hogar, sin poseer una<br />
alfabetización elemental. Sor Juana Inés de la Cruz ha sido considerada por algunas como la primera feminista<br />
de México. Renacentista, participó con una lúcida crítica a la condición social de las mujeres de su época.<br />
8<br />
La I Conferencia Internacional de la Mujer, México, 1975, estableció tres objetivos: 1) la igualdad plena de<br />
género y la eliminación de la discriminación por motivos de género; 2) la integración y plena participación de la<br />
mujer en el desarrollo; 3) una contribución cada vez mayor de la mujer en el fortalecimiento de la paz mundial.<br />
La II CIM, Copenhague, 1980, aprobó un programa de acción orientado hacia la toma de medidas para<br />
“garantizar el derecho de la mujer a la propiedad y el control de los bienes, así como mejoras en los derechos de<br />
la mujer a la herencia, la patria potestad y la pérdida de la nacionalidad. Los delegados a la conferencia también<br />
exhortaron a que se pusiera fin a las actitudes estereotipadas en relación con la mujer”. La III CIM, Nairobi, 1985,<br />
reconocida como “el nacimiento del feminismo a escala mundial”, estableció tres categorías básicas de medidas:<br />
1) medidas constitucionales y jurídicas; 2) igualdad en la participación social; 3) igualdad en la participación<br />
política y en la adopción de decisiones. “En consonancia con el punto de vista de que todas las cuestiones eran<br />
cuestiones que competían a la mujer, las medidas recomendadas en las Estrategias de Nairobi orientadas hacia<br />
el futuro abarcaban una amplia gama de temas, desde el empleo, la salud, la educación y los servicios sociales<br />
hasta la industria, la ciencia, las comunicaciones y el medio ambiente.” Es en la IV CIM, Beijing, 1995, donde se<br />
incluye un capítulo específico sobre la mujer y los medios de comunicación, el Capítulo J. Cfr. ONUMUJERES,<br />
Las cuatro Conferencias Mundiales sobre la Mujer, 1975 a 1995: Una perspectiva histórica. Periodo<br />
extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas para examinar la Plataforma de<br />
Acción de Beijing. Nueva York, 5 a 9 de junio de 2000. Consultado el 10 de julio de 2011. Disponible en:<br />
http://www.un.org/spanish/conferences/Beijing/Mujer2011.htm.<br />
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incluyendo los cuerpos religiosos […]. En tanto mujeres que trabajamos en<br />
la comunicación, encaramos nuestro rol como el de asegurar que los<br />
intereses de las mujeres, sus aspiraciones y visiones sean ubicados<br />
centralmente y diseminados. Los grandes medios son un instrumento<br />
dominado por los hombres al servicio de quienes ejercen el poder. A nivel<br />
global son controlados por el Norte; nacionalmente están en manos de la<br />
élite local. Tal como están estructurados actualmente, estos medios de<br />
comunicación fomentan estilos de vida no-sustentables, el militarismo, la<br />
creciente pauperización y patrones de consumo que convierten a las<br />
personas en consumidores, no sólo de bienes sino también de ideas e<br />
ideologías: las mujeres, los niños y la mayoría de los hombres permanecen<br />
invisibles y sus voces no se oyen. Hay una particular falta de respeto por la<br />
integridad y dignidad de las mujeres: estereotipadas y deshumanizadas, nos<br />
han transformado en objetos (Declaración de la Conferencia de Bangkok<br />
1994).<br />
77 <br />
En síntesis se acordó:<br />
Fortalecer las capacidades de las mujeres creadoras con<br />
conocimientos y con técnicas.<br />
<br />
<br />
Fomentar la investigación científica sobre comunicación y género.<br />
Impulsar redes de monitoreo que vigilen el quehacer de los medios<br />
de comunicación (CIDEM, 2005).<br />
2. Encuentro Regional de Comunicación y Género, Quito, abril de 1994.<br />
Convocado por la Agencia Latinoamericana de Información y la Asociación Mundial de<br />
Radios Comunitarias. Su objetivo era profundizar en la reflexión sobre el papel de la<br />
comunicación de género en la sociedad y consolidar procesos convergentes rumbo a<br />
Beijing, 1995. Se reconoció que:<br />
La creciente concentración monopólica de los medios de comunicación<br />
limita el ejercicio del derecho de la ciudadanía a la libre expresión y el<br />
acceso a la información, particularmente de los sectores socialmente<br />
marginados […], hay una sistemática discriminación contra las mujeres,<br />
cuyas acciones, intereses y movimientos no son tomados en cuenta. En<br />
este contexto, es esencial propiciar la democratización de las<br />
comunicaciones y afirmar el papel de la comunicación de género como un<br />
elemento indispensable para consolidar las prácticas democráticas<br />
(Declaración de Quito, 1994).<br />
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En síntesis se acordó:<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
La comunicación de género como tema y práctica, se reconoce<br />
como estratégica para el avance de las mujeres.<br />
Garantizar a las mujeres las libertades de información y de<br />
expresión.<br />
Elaborar diagnósticos sobre los estereotipos sexistas en los medios<br />
de comunicación.<br />
Crear el Foro Permanente de Comunicación y Género (CIDEM,<br />
2005).<br />
78 <br />
3. Simposio Internacional sobre Mujeres y Medios de Comunicación: Acceso a los<br />
Medios de Expresión y a la Toma de Decisiones, Toronto, marzo de 1995. Las asistentes a<br />
este simposio acordaron reconocer que, si bien los adelantos en informática, televisión<br />
por satélite y cable, así como el acceso global a la información a través del uso de<br />
Internet propicia nuevas oportunidades de participación para las mujeres en las<br />
comunicaciones y medios de difusión, estos medios aún están marcados por la cultura<br />
patriarcal, pues:<br />
Finalmente, la situación global actual en los medios de difusión muestra<br />
una perpetuación y un fortalecimiento de imágenes negativas de la mujer<br />
que no proporcionan una imagen precisa y realista de los diversos roles y<br />
contribuciones de la mujer a un mundo que cambia constantemente. Aún<br />
más insidioso es el uso por los medios de difusión del cuerpo de la mujer<br />
como objeto sexual y de la violencia contra la mujer como<br />
"entretenimiento". Si hubiera una mayor participación de mujeres en las<br />
esferas técnicas y políticas de las comunicaciones y los medios de difusión,<br />
habría una mayor comprensión de la realidad de la mujer desde su propia<br />
perspectiva (Plataforma de Acción de Toronto, 1995).<br />
En síntesis se acordaron las siguientes acciones:<br />
Impulsar a los Estados a emitir recomendaciones a: 1) empresarios de<br />
medios, para que adopten programas de acción positivos que promuevan<br />
la participación igualitaria de las mujeres en la industria. 2) Asociaciones<br />
profesionales de medios de comunicación, para que incrementen la<br />
participación de comunicadoras profesionales. 3) Instituciones educativas,<br />
para que impulsen estrategias de recepción para las audiencias femeninas.<br />
4) Gobiernos, para que realicen las reformas estructurales en materia de<br />
medios de comunicación que garanticen el acceso de las mujeres a los<br />
derechos comunicativos. 5) Organizaciones de la sociedad civil, para que<br />
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lleven a cabo diagnósticos sobre la representación de las mujeres en los<br />
medios de comunicación (CIDEM, 2005).<br />
En el contexto de Beijing (1995) la Comisión de las Naciones Unidas sobre Ciencia<br />
y Tecnología para el Desarrollo (UNCTAD) realizó estudios sobre las relaciones entre<br />
género, ciencia, tecnología y desarrollo. Los informes revelaron que existen importantes<br />
diferencias de género en los niveles de acceso, control y beneficios obtenidos de una<br />
amplia gama de desarrollos tecnológicos; en el caso de las TIC concluyó que la<br />
revolución de la información no tenía en cuenta a las mujeres, que la literatura sobre la<br />
Sociedad de la Información no se refería a los temas de género, y que ni las<br />
investigaciones ni los proyectos prácticos en el campo de la tecnología de la información<br />
habían abordado las circunstancias particulares de las mujeres.<br />
79 <br />
Debido a la creciente importancia de las TIC, la Organización de las Naciones<br />
Unidas incluyó el tema en la Declaración del Milenio del 2000. En la Conferencia de<br />
Plenipotenciarios de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) celebrada en<br />
Minneapolis en 1998, se resuelve la celebración de una Cumbre Mundial sobre la<br />
Sociedad de la Información (CMSI) e informar los resultados de la consulta.<br />
En 2001 se decide celebrar la cumbre en dos etapas. Una primera en Ginebra,<br />
Suiza, del 10 al 12 de diciembre de 2003 cuyo objetivo era “redactar y propiciar una clara<br />
declaración de voluntad política, y tomar medidas concretas para preparar los<br />
fundamentos de la Sociedad de la Información para todos, que tenga en cuenta los<br />
distintos intereses en juego” (UIT, 2001). Y una segunda en Túnez del 16 al 18 de<br />
noviembre de 2005, con el objetivo de poner en marcha el Plan de Acción de Ginebra y<br />
hallar soluciones y alcanzar acuerdos en los campos de gobierno de Internet,<br />
mecanismos de financiación y el seguimiento y la aplicación de los documentos de<br />
Ginebra y Túnez.<br />
Las CMSI reunieron a gobiernos, empresas y organizaciones sociales en torno a<br />
un asunto global: la información. Así, los medios y la información dejaban de ser sólo<br />
negocios o asuntos de interés nacional. En el contexto de la CMSI, los países de América<br />
Latina han manifestado su interés de formar parte del nuevo paradigma social, pero<br />
considerando las especificidades de la región. Así surgieron la Declaración de<br />
Florianópolis y Bávaro en 2000 y 2005, respectivamente. La Declaración de Bávaro<br />
(República Dominicana, 2002) es un documento preparatorio para la CMSI en el cual los<br />
países de la región reconocen que la Sociedad de la Información es un sistema<br />
económico y social donde el conocimiento y la información constituyen fuentes<br />
fundamentales de bienestar y progreso. Entre 12 los principios rectores destacamos los<br />
siguientes:<br />
c) La Sociedad de la Información debe servir al interés público y al bienestar<br />
social, mediante su contribución a la erradicación de la pobreza, la<br />
generación de riqueza, la promoción y el realce del desarrollo social, la<br />
participación democrática, la diversidad lingüística y la identidad cultural,<br />
asegurando al mismo tiempo iguales oportunidades de acceso a las<br />
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tecnologías de información y comunicación, ateniéndose siempre al<br />
principio de legalidad para asegurar su uso eficiente y ordenado.<br />
g) Las TIC fomentan el flujo e intercambio de información, alentando la<br />
transferencia de conocimientos, propiciando que el libre flujo de<br />
información coexista con el respeto por la vida, la propiedad privada, la<br />
privacidad, la propiedad intelectual, la confidencialidad y la seguridad.<br />
k) La existencia de medios de comunicación independientes y libres, de<br />
conformidad con el ordenamiento jurídico de cada país, es un requisito<br />
esencial de la libertad de expresión y garantía de la pluralidad de<br />
información. El libre acceso de los individuos y de los medios de<br />
comunicación a las fuentes de información debe ser asegurado con el<br />
artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las<br />
Naciones Unidas, y otros instrumentos internacionales y regionales sobre<br />
derechos humanos (CEPAL, 2003).<br />
80 <br />
Feministas como Montserrat Boix (2007) han señalado que se deben crear y poner<br />
en marcha proyectos éticos y sostenibles en esta forma de sociedad:<br />
Inmersas e inmersos ya en la migración de la sociedad industrial hacia la<br />
sociedad de la información/comunicación/conocimiento, el debate en este<br />
momento se sitúa en el modelo... un modelo que debe favorecer la<br />
independencia tecnológica, el conocimiento sin restricciones, común y<br />
colectivo, la solidaridad y la cooperación, la libertad y la igualdad de<br />
derechos... un modelo ético, sostenible y participativo... un modelo que se<br />
está desarrollando ya, basado en la tecnología libre con software libre y el<br />
conocimiento libre.<br />
Las TIC implican cambios en el acceso a la información, la comunicación y el<br />
conocimiento, y los hacen elementos de la ciudadanía. Los temas de la información y el<br />
conocimiento son clave en la praxis del feminismo. El primero porque aborda aspectos<br />
como el lenguaje y las formas de expresión que reflejan las realidades sociales y las<br />
relaciones de género y poder. 9 Mientras que el conocimiento representa una lucha<br />
histórica de las mujeres por acceder a los espacios de producción científica y hacerlo<br />
desde una conciencia de género que promueva la emancipación de las mujeres en las<br />
sociedades en que viven.<br />
Por todo lo anterior, la propuesta de la investigación en que se inscribe esta<br />
discusión es dar cuenta de las formas como el movimiento feminista en México ha<br />
9<br />
Recordemos que la prensa, la fotografía, la radio, la televisión y ahora la telemática son tecnologías que han<br />
tenido un impacto en lo que hoy conocemos como cultura de masas, pues propician el flujo de símbolos y<br />
representaciones sociales. Al interior de ellas podemos ver luchas ideológicas donde grupos subalternos se<br />
resisten a la representación o no-representación que se hace de ellos en la industria cultural y en los medios<br />
masivos de comunicación. Corral (2002), Castells (1999).<br />
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participado en la construcción de los derechos a la información y el conocimiento, a<br />
través de la creación de medios masivos de información. En la dimensión sociológica,<br />
esta investigación pretende hacer un estudio de las mujeres como actoras sociales que<br />
inciden en los procesos de reconfiguración de los espacios mediáticos a través de la<br />
organización y movilización para crear periodismos con perspectiva de género que<br />
conlleven a nuevas estrategias de representación social y de expresión.<br />
2. FEMINISMOS, MEDIOS Y TECNOLOGÍA<br />
81 <br />
Las reflexiones sobre la tecnología, la ciencia y la información han estado presentes en los<br />
feminismos. Desde sus orígenes ilustrados los podemos encontrar en el debate sobre la<br />
educación de las mujeres y su derecho a participar en el espacio público de las nacientes<br />
sociedades modernas centradas en gobiernos civiles. El uso de la palabra impresa para<br />
difundir ideas ha también sido parte del movimiento feminista. Desde diferentes<br />
posiciones teóricas, en los feminismos se reconoce que los artefactos tecnológicos están<br />
conformados por relaciones sociales, significados que se les atribuyen e identidades de<br />
género, pues “las revoluciones tecnológicas no crean sociedades nuevas, sino que<br />
cambian los términos en que se producen las relaciones sociales, políticas y económicas”<br />
(Wajcman, 2006: 19).<br />
Las reflexiones feministas sobre los efectos de los medios y la tecnología en la<br />
vida de las mujeres se amalgaman en la explicación del patriarcado como forma de<br />
organización social. Las primeras reflexiones feministas sobre el patriarcado se ubican en<br />
el contexto de la sociedad industrial y sus críticas; conformaron un cuerpo de<br />
explicaciones sobre la condición de desigualdad de las mujeres en las relaciones de<br />
poder. Por ello, la explicación del patriarcado como una forma de explotación y opresión<br />
conformaron una línea de pensamiento que denominaré clásico en la teoría feminista.<br />
Hoy, con la evolución de las sociedades y su llegada a la conformación postindustrial,<br />
estamos ante la emergencia de una reflexión sobre las relaciones de poder basadas en la<br />
exclusión y la primacía de la información y el conocimiento como “estructurantes” de las<br />
relaciones sociales. Para entender la forma como prevalece la desigualdad de género en<br />
el contexto de una sociedad que se percibe a sí misma como cambiante y evolucionada<br />
en relación con formas de vida pasadas, es preciso volver la mirada a la ideología como el<br />
espacio en el cual se ejerce una forma brutal de dominio inmaterial: es inconsciente y<br />
posee una estructura simbólica, su manifestación concreta no está en la violencia o<br />
coacción física de las personas, sino en el entramado de las concepciones del mundo.<br />
Así, el patriarcado se basa en una “inferiorización” simbólica de la mujer frente al<br />
hombre, constituido como paradigma social y cultural de la humanidad, que se<br />
materializa en la situación social, económica, política y cultural de dependencia y<br />
subordinación que se da tanto en el seno de la estructura como en el de la<br />
superestructura social. Es un producto histórico en el que interviene la forma en el cual<br />
las sociedades construyen la diferencia sexual para organizar sus relaciones materiales de<br />
producción, a través de la división sexual del trabajo, así como sus concepciones del<br />
mundo. El patriarcado es hegemónico, no sólo en la medida en que aún prevalece, sino a<br />
partir de la aceptación de esta situación por parte de la mayoría de las mujeres, al grado<br />
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de que se considera como “natural” su subordinación. Al respecto, Marcela Lagarde (1995:<br />
7) señala que “las creencias patriarcales muestran su eficacia: las personas suponen que<br />
ser mujer o ser hombre, los derechos y los deberes de hombres y mujeres, y lo que<br />
ocurre entre ambos […] son espontáneos, naturales o que están regidos por el destino, los<br />
astros o la suerte”.<br />
Las formas de dominio de género evolucionan junto con las formas económicas y<br />
políticas de vida. Por ello es que la esfera del género aparece como un ámbito casi<br />
inalterado, con pocos cambios, a modo de un sistema sincrético de hegemonía patriarcal,<br />
en el cual coexisten formas arcaicas del género adaptadas a cambios sociales,<br />
económicos y políticos.<br />
82 <br />
En el mundo contemporáneo, como nunca antes, la organización social y<br />
la cultura patriarcales se expanden como parte de los procesos de<br />
globalización. Unas sociedades imponen a otras sus sistemas genéricos<br />
como siempre ha ocurrido en procesos de conquista, colonización e<br />
“imperialización” […]. La aldea global en que vivimos ha ampliado a todo el<br />
mundo la dominación masculina apoyada en la opresión de las mujeres, es<br />
decir, el dominio patriarcal […]. La aldea global abarca la relación entre el<br />
orden internacional y los ámbitos regionales y locales. En ella el mundo<br />
está conectado por el mercado y por las comunicaciones a tal punto que<br />
forma una unidad. Cada quien comparte sustratos culturales con el resto y<br />
conoce más a través del imaginario producido por las sociedades más<br />
poderosas, que por su experiencia (Lagarde, 1995).<br />
A esta reflexión agregaremos que los medios de comunicación son aparatos<br />
hegemónicos que han participado en la “naturalización” de este orden de género, por su<br />
capacidad de dirigir la conciencia de la sociedad civil (Esteinou Madrid, 1995) en la fase<br />
transnacional de vinculación de los medios con las estructuras sociales.<br />
Las feministas liberales plantearon que el impacto de las revoluciones políticas,<br />
económicas y científicas en la organización social implicó una distinción del espacio que<br />
redefinió el patriarcado: espacio público masculino versus espacio privado femenino. Así,<br />
las liberales colocaron el tema de las tecnologías en el contexto de relaciones de<br />
desigualdad de género, en las que las mujeres están infrarrepresentadas y –en algunos<br />
momentos– excluidas de los espacios en que se producen las innovaciones tecnológicas<br />
y los mensajes mediáticos. Así, Betty Friedan encontró que los medios de comunicación<br />
construyen lo que denominó “la mística de la feminidad”:<br />
esa imagen de lo “esencialmente femenino”, eso de lo que hablan y a lo<br />
que se dirigen las revistas para mujeres, la publicidad y los libros de<br />
autoayuda. Es una horma moral, fabricada en esos años, en la que se<br />
pretende, como en un lecho de Procusto, hacer vivir a todas las mujeres<br />
(Valcárcel, 1997: 11).<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
En palabras de Betty Friedan:<br />
La mística de la feminidad afirma que el más alto valor y el único<br />
compromiso de las mujeres es la realización de su propia feminidad. Afirma<br />
que el gran error de la cultura occidental a lo largo de la mayor parte de su<br />
historia, ha sido minusvalorar esa feminidad. Afirma que esa feminidad es<br />
tan misteriosa e intuitiva y está tan próxima a la creación y al origen de la<br />
vida que la ciencia artificial nunca será capaz de comprenderla. Pero por<br />
muy especial y diferente que sea, en ningún caso es inferior a la naturaleza<br />
del varón; incluso en algunos aspectos podría ser superior. El error, afirma<br />
la mística, la raíz de los males de las mujeres en el pasado, es que éstas<br />
envidiaban a los hombres y trataban de ser como ellos en lugar de aceptar<br />
su propia naturaleza, que sólo puede hallar la plenitud a través de la<br />
pasividad sexual, la dominación masculina y el nutricio amor maternal<br />
(Friedan, 2009: 81).<br />
83 <br />
La consecuencia directa de la diseminación de este discurso en la postguerra<br />
norteamericana, llamó la atención de Betty Friedan al incrementarse el número de<br />
mujeres que acudían a consultas psiquiátricas, quienes lo denominaban como “el<br />
síndrome del ama de casa”, pero Betty Friedan lo denominó “el malestar que no<br />
tiene nombre”:<br />
Se les enseñaba a sentir pena por las mujeres neuróticas, poco femeninas e<br />
infelices que querían ser poetisas o médicas o presidentas. Aprendieron<br />
que las mujeres femeninas de verdad no aspiraban a tener una carrera ni<br />
unos estudios superiores ni derechos políticos –la independencia y las<br />
oportunidades porque luchaban las trasnochadas feministas […]. ¿Y qué era<br />
ese malestar que no tenía nombre? ¿Qué palabras utilizaban las mujeres<br />
cuando trataban de expresarlo? A veces una mujer decía: “Me siento como<br />
vacía… incompleta.” O decía: “Me siento como si no existiera” […]; el<br />
malestar no puede entenderse según los términos generalmente aceptados<br />
con los que los científicos han estudiado a las mujeres, con los que los<br />
médicos han tratado sus enfermedades, con los que los consejeros las han<br />
asesorado y con los que las mujeres las han descrito. Las mujeres que<br />
padecen este malestar han vivido toda su vida buscando la realización<br />
femenina (Friedan, 2009: 57-63).<br />
El pensamiento de Betty Friedan aporta claves para entender la forma como los<br />
medios de comunicación de masas utilizan la ideología patriarcal para manipular sus<br />
formas y, acorde con el mercado, propiciar mercados que refuerzan las ideologías<br />
dominantes.<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
El feminismo socialista ubicaba los efectos de las tecnologías en la división sexual<br />
del trabajo, al enfatizar la capacidad del sistema capitalista de ajustarse a las necesidades<br />
del patriarcado (Eisenstein, 1980). Posteriormente, Kate Millet (1970), a través del análisis<br />
literario, considera el patriarcado como una institución política. Entiende por política<br />
un conjunto de estratagemas destinadas a mantener un sistema […], el<br />
conjunto de relaciones y compromisos estructurados de acuerdo con el<br />
poder, en virtud de los cuales un grupo de personas queda bajo el control<br />
de otro grupo […]. Utilizo la palabra “política” al referirme a los sexos,<br />
porque subraya la naturaleza de la situación recíproca que estos han<br />
ocupado en el transcurso de la historia y siguen ocupando en la actualidad<br />
(67-68).<br />
84 <br />
La política sexual se integra por órdenes biológico, ideológico, sociológico, de<br />
clase social, los aspectos económicos y la educación, la fuerza y los aspectos<br />
antropológicos de los mitos y la religión, que toman cuerpo en aspectos psicológicos<br />
donde se interioriza la relación de subordinación. Ubica la enemistad entre mujeres como<br />
un efecto de la clase social en el patriarcado, 10 la conformación de las mujeres como<br />
mano de obra de reserva en los países capitalistas modernos, 11 la ignorancia casi<br />
sistemática impuesta a las mujeres al alejarlas de los conocimientos científicos y la<br />
producción de alta tecnología, y la elaboración de mitos misóginos como el de Pandora y<br />
el pecado original para explicar una malignidad femenina fundacional en las civilizaciones.<br />
Todos los aspectos señalados, nos dice Kate Millet, “ejercen un efecto preciso sobre la<br />
psicología de ambos sexos, cuyo principal resultado es la interiorización de la ideología<br />
patriarcal” (118).<br />
Si bien la autora logra estas conclusiones a partir del análisis literario, podemos<br />
inferir que los mensajes mediáticos, al ser parte de las estructuras hegemónicas de la<br />
sociedad, no distan de esta política sexual. En la década de los años noventa surgieron<br />
nuevas corrientes en el feminismo que se posicionaron ante el “boom” de las TIC: 12 el<br />
ciberfeminismo, el feminismo cyborg y el tecnofeminismo. Destacaré la propuesta<br />
tecnofeminista de Judy Wajcman, en la cual se hace una crítica al ciberfeminismo y se<br />
retoma la dimensión material del feminismo cyborg. La propuesta de Wajcman encuentra<br />
que la acción social y las ideologías hacen que las TIC y cualquier otro desarrollo<br />
10<br />
Al respecto, señala que “la estratificación de las clases sociales origina peligrosos espejismos acerca de la<br />
situación de la mujer en el patriarcado […]. En una sociedad en la que la posición depende de factores<br />
económicos, sociales y educacionales, puede parecer que algunas mujeres ocupan una posición superior a la de<br />
determinados varones […]: las mujeres tienden a trascender en el patriarcado la estratificación tradicional de las<br />
clases, ya que cualquiera que sea el nivel en el que haya nacido y se haya educado, la mujer no guarda, como el<br />
hombre, una relación inamovible con su clase. Como resultado de su dependencia económica, su afiliación a<br />
cualquier clase es indirecta y temporal. Según observó Aristóteles, el plebeyo no podía poseer más esclavo que<br />
su esposa” (Millet, 1970: 88-92).<br />
11<br />
“En los países capitalistas modernos, las mujeres constituyen, además, una mano de obra de reserva a la que<br />
se recurre en tiempos de guerra y de expansión económica y que queda descartada en tiempos de paz y de<br />
depresión” (Millet, 1970: 95).<br />
12<br />
Entonces denominadas NTIC (Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación).<br />
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tecnocientífico sean contingentes a lo que las personas hagan con ellos desde sus<br />
condiciones de género, clase y raciales.<br />
El ciberfeminismo es una corriente que surge a principios de los años noventa del<br />
siglo pasado en Australia. Explora la relación entre las mujeres y las máquinas (tecnología),<br />
vinculada con los problemas de la identidad y apelando a la diversidad. Parte de la idea de<br />
que “existe un enorme potencial de liberación de las mujeres en las nuevas tecnologías de<br />
la información y la comunicación” (Castaño, 2005: 51). Su principal representante es Sadie<br />
Plant (1998), quien reivindica la presencia de las mujeres en la historia de la tecnología.<br />
Influenciada por el psicoanálisis, la visión postmoderna de Sherry Turkle (1998) identifica<br />
el ciberespacio como el soporte que permite desplegar el yo desde distintas posiciones<br />
del sujeto, un yo descentrado pues “Internet es otro elemento de la cultura informática<br />
que ha contribuido a pensar en la identidad en términos de multiplicidad. En Internet, las<br />
personas son capaces de construir un yo al merodear por muchos yos” (Turkle, 1998:<br />
227). Señala que el lenguaje informático posibilita una realidad simulada a partir de la cual<br />
las personas recrean su realidad a partir de las interfaces que median, “la cultura de la<br />
simulación me anima a interpretar lo que veo en la pantalla ‘según el valor de la interfaz’.<br />
En la cultura de la simulación, si te funciona quiere decir que tiene toda la realidad<br />
necesaria” (Turkle, 1998: 33).<br />
85 <br />
Donna Haraway (1991) propone que las tecnologías conforman nueva carne. Para<br />
explicar esto recurre al término cyborg para demostrar la quebrantable frontera y línea<br />
que separa lo humano de la naturaleza y de la máquina. Afirma que los seres humanos<br />
nos hemos convertido en entidades que combinan elementos físicos y<br />
cognitivos tanto de los humanos como de las máquinas. La vida está<br />
siendo rediseñada en los laboratorios y el cuerpo ha dejado de ser algo<br />
natural, se nutre con alimentos manipulados genéticamente, se somete a<br />
trasplantes de órganos y productos químicos, se viste con indumentarias<br />
tecnológicas (Castaño, 2005, 48). 13<br />
Ante lo cual, Cecilia Castaño afirma que:<br />
No se puede olvidar que el ciberespacio es sólo una parte del mundo<br />
tecnológico. El resto de ese mundo (por ejemplo, la producción de<br />
hardware y software, así como las instituciones que forman a los que<br />
diseñan esos productos, los emplean y comercializan) está dominado por<br />
los hombres (Castaño, 2005, 50).<br />
El feminismo cyborg de Donna Haraway encuentra en la ciencia una práctica<br />
semiótico-material, por implicar metáforas, analogías, clasificaciones y narrativas en su<br />
genealogía y en el establecimiento de las teorías y los criterios científicos, así como la<br />
13<br />
Para otro análisis de la obra de Donna Haraway véase Judy Wajcman (2006).<br />
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implicación cultural de distinciones ilustradas entre el ser humano, el animal y la máquina<br />
que dan forma a relaciones sociales de exclusión en el ámbito de la ciencia. Para<br />
Haraway, la tecnociencia ha modificado los límites naturales del cuerpo humano a través<br />
de la medicina, la cirugía, los trasplantes…<br />
El tecnofeminismo de Judy Wajcman fusiona el feminismo cyborg con la teoría<br />
constructivista de la tecnología y señala que la materialidad de la tecnología implica los<br />
usos concretos que de ella se hacen en una red de desigualdades de género. Por ello,<br />
Wajcman considera que las posibilidades de las tecnologías son contingentes respecto a<br />
las redes en que se localizan, aún cuando posibiliten una diversidad creciente de<br />
significados culturales y conocimientos. “La red tiene una política de género… el género y<br />
la tecnociencia son mutuamente constitutivos” (Wajcman, 2006: 157). Sin soslayar ni dejar<br />
de lado el análisis sobre la forma como la ideología patriarcal construye estereotipos que<br />
excluyen y limitan a las mujeres, en términos de agencia y desarrollo, Wajcman encuentra<br />
que<br />
86 <br />
los nuevos medios de comunicación han ampliado los horizontes de las<br />
mujeres y su capacidad para conectarse con redes y campañas con el fin<br />
de mejorar sus condiciones de vida. En esta medida, las mujeres están<br />
reinterpretando las tecnologías como instrumentos para la organización<br />
política y como medios para la creación de nuevas comunidades feministas<br />
(2006: 181).<br />
Con esta cita de Judy Wajcman regreso a la reflexión sobre las mujeres feministas<br />
como enunciadoras críticas de la sociedad patriarcal, que a través de su palabra<br />
construyen ciudadanía.<br />
3. DERECHO A COMUNICAR: UNA MIRADA DESDE LAS MUJERES CREADORAS<br />
DE MENSAJES<br />
Los derechos humanos constituyen un elemento central de todas las sociedades que se<br />
autodenominan y/o que aspiran a la vida democrática. Surgen con el proyecto ilustrado<br />
de modernidad que dio paso a gobiernos civiles, en los que la interlocución de los<br />
ciudadanos está atravesada por la defensa y promoción de los derechos humanos. En lo<br />
que concierne a la cultura feminista, condensan la lucha política reivindicativa de las<br />
mujeres en su derecho a ser humanas con derechos reconocidos por las sociedades en<br />
las cuales viven. Marcela Lagarde (2010) explica que los derechos humanos parten de una<br />
clave fundamental de las sociedades modernas: “la enunciación de los problemas del<br />
mundo, que conduce a la resignificación de teorías, conceptos y categorías donde<br />
interviene la experiencia vivida, la crítica académica-científica, a lo conocido, a lo dado,<br />
que tiene un enfoque androcéntrico. Es en este proceso de enunciación deconstructiva<br />
de los supuestos básicos de la modernidad que la cultura feminista radicaliza la<br />
modernidad”. Es justo esta enunciación deconstructiva la que conduce a la confrontación<br />
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política y coloca a las feministas como sujetos políticos ante-frente al Estado al<br />
demandarle aquellos derechos que deben ser reconocidos, defendidos y constituidos.<br />
Lo anterior es el preámbulo que nos permite entender cómo los feminismos<br />
participan en la defensa y construcción de los derechos humanos como resistencia ante<br />
diversas formas de opresión genérica. Sintetizaremos las características de los derechos<br />
humanos y la crítica feminista hecha al respecto para abocarnos a lo que consideramos<br />
los elementos fundamentales en que se inscribe el derecho de las mujeres a<br />
la comunicación.<br />
87 <br />
La Comisión Nacional de Derechos Humanos, basada en la Declaración<br />
Internacional de Derechos Humanos, define los derechos humanos como: “Un conjunto<br />
de normas jurídicas que imponen deberes y responsabilidades al Estado para su efectivo<br />
respeto y cumplimiento y conceden facultades a las personas, provistas de sanciones para<br />
asegurar su efectividad.” Recuperando el análisis ofrecido por Alma Sánchez Olvera<br />
(2009), los derechos humanos están regidos por los principios de:<br />
Universalidad: mismas oportunidades para todos los seres humanos; en<br />
este sentido, implica abordar aspectos ligados a la exclusión y a la injusticia.<br />
Interdependencia e indivisibilidad: esto implica un enfoque integrador de<br />
las necesidades humanas (físicas, psicológicas, espirituales…), así como<br />
considerar a la persona humana como sujeto de derechos y sujeto central<br />
del desarrollo, por lo cual no hay un derecho más importante que otro,<br />
sino que las políticas públicas deben considerar los derechos humanos en<br />
una estrecha vinculación.<br />
Progresividad e irreversibilidad: los derechos van evolucionando junto con<br />
los nuevos retos y necesidades del ser humano a lo largo de la historia.<br />
En relación con la interdependencia del derecho a comunicar con otros<br />
derechos, el derecho a comunicar es antecedido a través del derecho a la información. La<br />
información posee un vínculo estrecho con la democracia, debido a que:<br />
Potencia el conocimiento de lo social para el ejercicio y salvaguarda de la<br />
ciudadanía.<br />
Promueve una forma específica de participación en el espacio público<br />
basada en la representación y defensa de intereses. En este ámbito vale la<br />
pena indagar cómo somos capaces las mujeres de producir información<br />
sobre nuestras problemáticas para participar en la toma de decisiones.<br />
La información noticiosa constituye la opinión pública, que en el caso de<br />
las sociedades patriarcales es sexista y androcéntrica.<br />
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El derecho a la información, desde la perspectiva de género implica que en los<br />
espacios periodísticos se incluyan:<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Fenómenos o hechos específicos de las situaciones de vida de las<br />
mujeres.<br />
Fenómenos o hechos que afectan negativamente la vida de las<br />
mujeres.<br />
El quehacer político, artístico y cívico de las mujeres.<br />
Contenidos libres de prejuicios de género.<br />
Contenidos que contribuyan al empoderamiento de las mujeres en<br />
las sociedades, así como a liberar a las mujeres de las opresiones<br />
de género.<br />
88 <br />
El derecho a comunicar posee derechos habilitantes, como son el derecho a la<br />
información, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la reunión y asociación<br />
pacífica, por mencionar algunos. Es un derecho que surge para hacer frente a:<br />
<br />
<br />
<br />
Dominios corporativos y concentración de medios.<br />
Efectos negativos de los sistemas de los medios sobre las<br />
identidades y las culturas.<br />
La erosión de los derechos civiles en el entorno digital (O’Siochru,<br />
2006).<br />
Los derechos humanos no son promulgaciones ofrecidas por los gobiernos a sus<br />
ciudadanos, son consecuencia de los diversos movimientos sociales, el desarrollo de las<br />
civilizaciones, así como el avance de la ciencia y la tecnología. Por ello, en las sociedades<br />
modernas son considerados como la expresión de la democracia. Para el caso que nos<br />
ocupa en este artículo consideramos que el derecho a comunicar está en relación<br />
interdependiente con los derechos a la propiedad, la libertad de expresión, la información,<br />
la educación y la vida libre de violencia.<br />
El feminismo en México ha estado acompañado de una lucha por el acceso de las<br />
mujeres a los medios de comunicación de masas.<br />
Uno de los instrumentos globales y abarcadores del siglo XXI, cuya función<br />
es representar, resignificar y afirmar perfiles humanos es sin duda el de los<br />
medios de comunicación de masas, cuyos mensajes –mandatos, normas,<br />
reafirmaciones de lo que los otros esperan de las mujeres– circulan por<br />
millones en todo el mundo, en forma instantánea y uniformada […]. El<br />
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punto clave de estas indagaciones coloca una gran interrogante que se ha<br />
convertido en motor de algunas experiencias vitales: qué hacer frente al<br />
flujo cotidiano de información manejada, controlada y manipulada por las<br />
grandes organizaciones y empresas transnacionales. ¿Cómo convertirnos<br />
en emisoras, desde el yo femenino? (Lovera, 2009).<br />
El feminismo emerge ante las tensiones en que se materializan la opresión de las<br />
mujeres; una de ellas tiene que ver con las imágenes “heterosexistas” de las mujeres, que<br />
encuentran en los medios masivos de comunicación un soporte eficaz para su rápida<br />
difusión. La violación de los derechos humanos de las mujeres se articula en la ideología<br />
patriarcal que legitima el control y dominio de los hombres en la estructura de relaciones<br />
intra e intergenéricas que se dan en las sociedades. Así, las mujeres y todo lo femenino<br />
queda bajo el control de los hombres y lo masculino.<br />
89 <br />
Los medios de comunicación son patriarcales debido a que se inscriben en una<br />
forma de organización social que está basada en el dominio de lo femenino sobre lo<br />
masculino, además de que los centros neurálgicos del poder están detentados por los<br />
varones. En este sentido, estamos ante la producción masiva de mensajes gráficos y<br />
visuales a través de la prensa, la radiodifusión, la teletransmisión y hoy en día la<br />
cibertransmisión. Los mensajes, en la diversidad de soportes que los difunden, participan<br />
en la reproducción de la condición de las mujeres y la hetero-designación de la identidad<br />
de género. Pueden ser medios dirigidos a un público en general, o bien, a grupos<br />
específicos; entre los últimos destacan los medios femeninos, es decir, revistas,<br />
programas radiofónicos o televisivos dirigidos específicamente a mujeres. Estos medios<br />
reproducen violaciones a derechos fundamentales para la vida de las mujeres: a la vida<br />
libre de violencia, a la integridad y la libertad.<br />
Investigaciones coordinadas por Aimée Vega Montiel 14 encuentran que los medios<br />
de comunicación tienen una responsabilidad central en la violación de derechos<br />
humanos de las mujeres.<br />
la importancia de los medios de comunicación en el ámbito de las<br />
representaciones sociales, se halla en su poder de construir creencias y<br />
opiniones que se estructuran como reglas sociales. Desde luego, los<br />
medios realizan dichas representaciones apegados a las normas y<br />
principios de construcción de la realidad del grupo social; sin embargo,<br />
tienen el poder de influir en la conciencia social y, por lo tanto, de<br />
transformar la propia realidad (Vega, 2010: 9).<br />
El sistema de medios en México es mixto por permitir la participación de<br />
empresas privadas, así como usos culturales, educativos y públicos en la radio y la<br />
14<br />
Por los derechos humanos de las mujeres y las niñas: La representación social de la violencia de género en la<br />
radio mexicana (2010). Trabajo de investigación que forma parte del proyecto PAPIIT UNAM IN308808, titulado<br />
“La influencia de los medios de comunicación en la representación social de la violencia contra las mujeres y las<br />
niñas en México.”<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
televisión. Sin embargo, el peso de los medios privados concentra los usos comerciales<br />
de la televisión, la radio, la prensa y la Internet. Así las cosas, estamos ante una industria<br />
mediática que mira a sus receptores como consumidores en un mercado que reproduce<br />
el sexismo y la violencia contra las mujeres como pilares de una forma de vida. Las<br />
mujeres son violentadas a través de contenidos mediáticos.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Son violentadas física, sexual, psicológica, económica y feminicidamente<br />
en programas de televisión, canciones y programas de radio.<br />
Sus cuerpos son utilizados como objetos sexuales de la publicidad, los<br />
noticiarios, los programas de entretenimiento y contenidos dirigidos tanto<br />
a hombres como a mujeres.<br />
Se explota el estereotipo de que las mujeres son seres para el amor 15 y<br />
reproduce la feminidad dominante en que las mujeres concentran sus<br />
vidas en las relaciones íntimas, familiares y comunitarias.<br />
Se fomenta la escisión de la sexualidad femenina: mujeres que son un<br />
símbolo de moralidad y tradición, frente a aquellas que representan<br />
peligro y amenaza para el patriarcado. La escisión no sólo implica una<br />
visión dicotómica de la sexualidad, sino que coloca a las mujeres en una<br />
relación de poder intragenérico basada en la rivalidad.<br />
90 <br />
Así las cosas, podemos señalar que la evolución del derecho a la información<br />
constituye lo que hoy se conoce como derecho a comunicar, concepto propuesto en<br />
1969 por Jean D’Arcy mientras ocupaba el cargo de director de los Servicios Radiales y<br />
Visuales en la Oficina de Información Pública de las Naciones Unidas, quien señaló:<br />
Llegará el momento en que los DDHH tendrán que incluir un derecho más<br />
amplio que el derecho humano a la información, planteado por primera<br />
vez hace 21 años en el Artículo 19. Se trata del derecho humano a<br />
comunicar. Este es el punto de vista desde el cual tendrá que verse el<br />
desarrollo futuro de las comunicaciones si se desea entenderlo<br />
completamente […]. El informe de la Comisión de MacBride a la Asamblea<br />
General del año 1980, Muchas voces, un solo mundo, llevaba la marca<br />
distintiva de un proceso político polémico, pues eludía muchos temas y<br />
contenía numerosas advertencias; pero era abarcador (con una notable<br />
debilidad en lo referente al tema del género) y vasto, e hizo<br />
15<br />
Marcela Lagarde (2001) explica cómo las mujeres poseen una definición de su identidad de género como<br />
seres del amor y seres para el amor, lo cual dificulta el reconocimiento de mecanismos de la violencia, que<br />
además están encerrados bajo el manto del “amor que todo perdona” que produce una ceguera. “Sin<br />
individualidad vivimos la experiencia de ser una ‘mujer habitada’, con la expresión de Gioconda Belli: Cuando las<br />
mujeres hemos sido habitadas por otros y esos otros ya no están en nuestras vidas, sentimos el vacío. Estamos<br />
vacías porque el centro de nuestra vida, de nuestros pensamientos, afectos y deseos, lo ocupaba otra persona.<br />
Esa experiencia, esa vivencia, conduce a la falta de libertad: nadie puede ser libre si está subordinada a un ser<br />
más importante que ella misma” (Lagarde, 2001: 30).<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
recomendaciones concretas, entre las que se incluye: “Las necesidades de<br />
comunicación en una sociedad democrática se deben resolver mediante la<br />
extensión de derechos específicos tales como el derecho a estar<br />
informado, el derecho a informar, el derecho a la privacidad, el derecho a<br />
participar en la comunicación pública –todos ellos son elementos de un<br />
nuevo concepto, el derecho a comunicar. En el desarrollo de lo que<br />
pudiera llamarse una nueva era de los derechos sociales, sugerimos que se<br />
investiguen más a fondo todas las implicaciones del derecho a comunicar.”<br />
Por primera vez, el NOMIC tenía un marco general, una justificación<br />
detallada, un sistema de propuestas y un concepto unificador: el “derecho<br />
a comunicar” (O’Siochru, 2006).<br />
91 <br />
Así, nos encontramos en una organización de las relaciones sociales en que la<br />
información, la comunicación y el conocimiento son predominantes, sin que por ello se<br />
reduzca la desigualdad ni la opresión. Así, lo importante no es el término información,<br />
sino el de sociedad. Incluso en el debate actual se habla de sociedades, pues “mientras la<br />
primera hace referencia a datos, canales de transmisión y espacios de almacenamiento, la<br />
segunda habla de seres humanos, de culturas, de formas de organización y<br />
comunicación” (Burch, 2005).<br />
Así las cosas, hablar del derecho a la comunicación implica una relación de<br />
interdependencia entre dimensiones de la comunicación con el ejercicio de diversos<br />
derechos humanos. La siguiente tabla sintetiza esta relación.<br />
Tabla 1. Dimensiones del derecho a la comunicación<br />
Derecho la comunicación<br />
Dimensión Ámbito de acción Derechos a ejercer<br />
Mujeres creadoras de mensajes<br />
Libertad de expresión<br />
Mujeres propietarias de medios de comunicación A la propiedad<br />
Emisión<br />
Mensaje<br />
Recepción<br />
Fuente: Elaboración propia.<br />
Mujeres en puestos de toma de decisión en los<br />
medios<br />
Mujeres con formación profesional para trabajar<br />
en los medios<br />
Representaciones sobre las mujeres en los<br />
medios<br />
Empoderamiento de las mujeres<br />
Educación de las audiencias<br />
Acceso a tecnologías<br />
A la igualdad en la toma de<br />
decisiones<br />
Al trabajo<br />
A la educación<br />
A la no discriminación<br />
A la igualdad<br />
A la libertad<br />
A la justicia<br />
A la educación<br />
Al desarrollo<br />
Todos los derechos que se ejercen junto con el derecho a la comunicación<br />
representan el avance de las sociedades. Por ello, no basta con la inclusión de las mujeres<br />
en una de las dimensiones de este derecho. Es precisa la interdependencia del ejercicio<br />
de todos los derechos humanos involucrados en este proceso. Recordemos que esto<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
implica que las mujeres sean ciudadanas plenas. Para fines de esta discusión, delimitamos<br />
el análisis del derecho a comunicar a la dimensión de la emisión. Presentaremos una<br />
revisión de lo que ha sido la presencia de mujeres en la prensa, así como la creación de<br />
mensajes y medios propiamente feministas en México.<br />
FEMINISMO Y MEDIOS: LUCHAS E INTERMITENCIAS<br />
El estudio de la producción de mensajes coloca a las mujeres como enunciadoras y, por<br />
lo tanto, como actoras sociales que a través del uso consciente e intencionado del habla<br />
se colocan en el espacio público a través de diversos mensajes. Sin embargo, la presencia<br />
de las mujeres como creadoras en las industrias mediáticas pasa por los ámbitos de la<br />
propiedad, el trabajo asalariado (editoras, reporteras, periodistas) y la creación (cineastas,<br />
productoras y directoras). En los ámbitos global y local no son alentadoras las cifras que<br />
dan cuenta, pues<br />
92 <br />
señalan que las mujeres son casi inexistentes en la propiedad de los<br />
medios. En Estados Unidos, sólo 9 por ciento de ellas dirige alguna<br />
empresa de telecomunicaciones o de comercio electrónico. En Europa,<br />
sólo 12 por ciento de los puestos ejecutivos son ocupados por mujeres<br />
(Byerly y Ross, 2006). El nivel en el que se concentra una mayor cantidad<br />
de mujeres en estas industrias es en el de creadoras (directoras de cine y de<br />
televisión), reporteras y editoras; sin embargo, la cifra no llega a 25 por<br />
ciento (ByerIy y Ross, 2006) […]. (En México) agrupaciones como la<br />
Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias no registra a ninguna<br />
representante en las empresas de comunicación […]. María Asunción<br />
Aramburuzabala es tal vez la mujer que más ha figurado en la propiedad de<br />
la industria de la comunicación, como una de las accionistas de Televisa<br />
(Hernández Tellez y Vega Montiel, 2009: 235).<br />
Así las cosas, las mujeres enunciadoras estás insertas en empresas de<br />
comunicación que poseen una estructura patriarcal, pues como ha documentado Juana<br />
Gallego (2002), las mujeres están infrarrepresentadas tanto en la presencia noticiosa<br />
como en los puestos de decisión dentro de la prensa, además de que se enfrentan a un<br />
campo laboral sexista que focaliza lo significativo de la vida social y, por tanto, noticioso,<br />
como aquellas actividades altamente masculinizadas: la política, la economía, los<br />
deportes; ámbitos en los que cuando aparecen las mujeres son presentadas desde el<br />
discurso de la excepcionalidad. En otra obra, Juana Gallego (2007) explica cómo las<br />
mujeres periodistas están insertas en una profesión que ha legitimado el orden de género<br />
a través de la supuesta neutralización de la vida social.<br />
La actividad desempeñada en las redacciones, por tanto, no es que carezca<br />
de género, sino que el género dominante (el masculino) se enseñorea del<br />
espacio, otorga naturaleza a la redacción y eclipsa a su contrario, auto<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
otorgándose la categoría de neutro universal. Así tenemos un colectivo<br />
formado por hombres y mujeres profesionales de la información que<br />
comparten un espacio y una actividad donde domina la cosmovisión de<br />
género masculino, pero que actúa como si pudiera existir la más pura<br />
neutralidad humana: ni sexo ni género, ni hombres ni mujeres, sólo<br />
profesionales. Muchas profesionales viven, no sin tensión, esta<br />
ambivalencia. Durante la estancia que realizamos para la investigación ya<br />
reseñada, no fueron pocas las mujeres periodistas que declaraban: “yo soy<br />
antes que nada una profesional” o “si no tengo el tema muy bien trabajado<br />
no gasto pólvora”, refiriéndose a las dificultades para llevar al consejo de<br />
redacción temas relacionados con mujeres o relativos a las cuestiones de<br />
género. No pocos profesionales contestaban que “la información no tiene<br />
sexo” cuando intuían que se les estaba reprochando la asimetría que se<br />
produce en la representación de hombres y mujeres en la información<br />
(Gallego, 2007: 17).<br />
93 <br />
Aunado a esta formación profesional, las mujeres se enfrentan con problemas de<br />
acoso y hostigamiento sexual, rutinas creadas por y para los hombres, condiciones<br />
desiguales en reconocimiento y remuneración, así como una división sexual de las<br />
fuentes noticiosas. Así, el surgimiento de un periodismo feminista en México está<br />
atravesado por:<br />
La inserción de las mujeres a la educación escolarizada y luego a la<br />
formación universitaria. Esto permitió el surgimiento de tres generaciones:<br />
1) mujeres letradas, algunas formadas para el magisterio, que encontraron<br />
en la escritura periodística un espacio para la expresión y el reclamo de los<br />
derechos políticos y sociales que les negó la Revolución;<br />
2) mujeres escritoras y feministas con formación universitaria y literaria;<br />
3) mujeres periodistas formadas profesionalmente para ello y que<br />
configuran un grupo importante de mujeres asalariadas en los medios.<br />
El surgimiento de la nueva ola del feminismo en México en la década de<br />
1970, que marcó las formas de accionar de las mujeres y condujo a la<br />
creación de medios propiamente feministas.<br />
El impacto académico del feminismo que conduce a la incorporación y<br />
retransmisión generacional de la cultura feminista en el marco de las<br />
Instituciones de Educación Superior (IES).<br />
Estos elementos transversales acompañan los objetivos del periodismo feminista,<br />
que giran en torno a la difusión de la cultura feminista, la lucha por la erradicación de una<br />
cultura patriarcal, la eliminación de la violencia contra las mujeres en los medios<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
materializada en la difusión de imágenes que humillan a las mujeres. En estos objetivos<br />
converge el derecho humano de las mujeres a comunicar.<br />
La presencia de mujeres periodistas y/o escritoras en la construcción del<br />
feminismo en México da cuenta de la necesidad de poseer un espacio para la expresión<br />
pública de las ideas que no tienen cabida en los medios patriarcales hegemónicos. Las<br />
luchas políticas del siglo XIX en la región aparecen con intermitencia y van de<br />
independencias a guerras de Reforma. En lo internacional corresponde la época del<br />
movimiento sufragista en Europa y Estados Unidos, así como el surgimiento de los<br />
primeros movimientos feministas con tinte socialista emanados de movimientos obreros.<br />
Miriam López Hernández (2010: 24) señala:<br />
94 <br />
Paralelamente, en México, Laureana Wright de Kleinhans (1846-1896)<br />
denuncia la situación de las mujeres. Ella colaboraba en varias<br />
publicaciones del país. En 1887 fundó y dirigió el semanario Las violetas del<br />
Anáhuac, en donde se cuestionaba el modo de vivir de la mujer mexicana.<br />
Igualmente publicó La emancipación de la mujer (1891), Educación errónea<br />
de la mujer y medio práctica (sic) para corregirla (1892) y Mujeres notables<br />
mexicanas (1910).<br />
El periodismo de mujeres es inaugurado por publicaciones dirigidas y escritas por<br />
mujeres en el contexto de un México agitado por la guerra de Reforma, tales como Las<br />
hijas del Anáhuac (1873-1874), El álbum de la mujer (1883-1890), El correo de las señoras<br />
(1883-1893) y Las violetas del Anáhuac, la cual es considerada la primera revista de corte<br />
feminista surgida en México. Elvira Hernández Carballido (1987) señala:<br />
Si buscáramos un tema común en los cuatro semanarios mencionados no<br />
resultaría difícil hallarlo: las primeras periodistas se refirieron a la educación<br />
de las mexicanas; algunas exigían una instrucción que convirtiera a sus<br />
contemporáneas en “señoritas de sociedad” y cuando fuera necesario en<br />
madres ejemplares. Sin embargo, otras escritoras querían que la mujer no<br />
sólo aprendiera los quehaceres de su casa y todo aquello que puede<br />
llamarse de ornato en sociedad, sino que debía, como el hombre, tener<br />
una profesión o aprender algo que le proporcionara los medios necesarios<br />
de subsistencia (Las violetas del Anáhuac, 1889).<br />
Ya en estos tiempos emergieron revistas femeninas que se caracterizaron por<br />
promover la construcción de una identidad de género patriarcal 16 que hace de las<br />
16<br />
Es preciso destacar que en estos tiempos no existía un sistema capitalista en México, un país que aún no<br />
alcanzaba un proceso de industrialización y que vivía en lucha por el establecimiento de un sistema de garantías<br />
y derechos políticos a sus ciudadanos. Lo anterior lo mencionó debido a la importancia que poseen los medios<br />
en las democracias capitalistas. Los medios nutren la ideología patriarcal que hace de las mujeres consumidoras<br />
de estereotipos de género dirigidos a la moda, el bienestar familiar, la sexualidad, la salud femenina y de la<br />
familia, y que refuerza la formación de la madresposa (Lagarde, 1993).<br />
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mujeres madres, guardianas de una moral sexual heterofamiliar, dedicadas a su belleza, el<br />
consumo de la moda y el mantenimiento del hogar. 17 A principios del siglo XX, en el<br />
contexto de la Revolución Mexicana emergen nuevos espacios feministas. A pesar de que<br />
la educación de las mujeres durante el porfiriato promovía dicha moral, se pensó que su<br />
educación contribuiría a un mejor rol materno y esto permitió el incremento de la<br />
instrucción de las mujeres. Alma Sánchez Olvera (2009) señala que:<br />
El papel de la mujer en la educación se incrementó al inicio del porfiriato,<br />
pues los tres primeros secretarios de Justicia e Instrucción Pública del<br />
régimen se caracterizaron por continuar los ideales educativos de los<br />
liberales de la Reforma. En ese sentido, combatieron el dogmatismo<br />
religioso en las escuelas públicas. Además trataron de equilibrar el proceso<br />
económico con las condiciones sociopolíticas, razón por la cual<br />
promovieron la educación primaria y secundaria para las mujeres, y la<br />
formación de maestras. La escuela continuó con el proyecto de identidad<br />
nacional adoptado desde los primeros años de vida independiente el cual,<br />
además de enseñar a leer, escribir y contar se debía transmitir a los niños el<br />
sentimiento de nacionalismo, en los primeros años del porfiriato (2009:<br />
130).<br />
95 <br />
Surge así una generación de mujeres que, pertenecientes a la clase media, podían<br />
recibir una educación escolarizada. Incluso emergieron las primeras en desafiar las<br />
normas de un sistema de formación profesional masculino. En el contexto de la<br />
Revolución “el periodismo y la literatura fueron los primeros medios de expresión<br />
utilizados por las mujeres para manifestar sus necesidades y demandas” (Sánchez, 2009:<br />
137). Recordemos que la batalla por el sufragio le tomó a las feministas y mujeres de la<br />
época casi 40 años. En la siguiente tabla se presentan, de manera sintética, la presencia<br />
de las mujeres en la prensa de la época. Es de destacar que algunas de ellas participaron<br />
en la lucha feminista y dieron la batalla por el derecho al sufragio de las mujeres, mientras<br />
que otras destacan por ser partícipes de una labor periodística asalariada surgida en la<br />
época.<br />
17<br />
Es preciso distinguir del periodismo femenino que posee esta estructura patriarcal, del periodismo feminista<br />
que es contrario a esta ideología hegemónica y, por el contrario, busca y promueve la emancipación de las<br />
mujeres, así como la denuncia de las condiciones opresivas que se manifiestan en un conjunto complejo de<br />
exclusiones políticas, laborales, artísticas, científicas de las mujeres y en la violencia de que son objeto. Las<br />
características del periodismo femenino no han cambiado en el fondo, pues a la fecha existen publicaciones que<br />
promueven esta ideología, a la cual han sumado un imperativo en la vida de las mujeres: el imperativo del goce<br />
sexual, remitido en el marco de la heterosexualidad.<br />
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Tabla 2. Voz de las mujeres en la prensa en la primera mitad del siglo XX<br />
Fundadora (s) Medio Duración<br />
Juana Gutiérrez de Mendoza El Vésper 1903-1918<br />
Dolores Correa de Zapata La Mujer Mexicana 1904-1908<br />
Hermila Galindo La Mujer Moderna 1915-1919<br />
Congreso Feminista Mexicano La Mujer 1919<br />
Fundadoras/editoras<br />
Guadalupe Rojo<br />
Elisa Acuña y Rossetti<br />
Juan Panadero<br />
La Guillotina<br />
Medio<br />
96 <br />
Periodistas<br />
Medio<br />
María Luisa Roos<br />
El Mundo Ilustrado<br />
Revista de Revistas (fundadora)<br />
El Correo Ilustrado (directora)<br />
El Universal (redactora)<br />
María Ríos Cárdenas Mujer 1926-1929<br />
Concha de Villarreal<br />
El Niño (directora)<br />
El Correo de la Revolución (fundadora)<br />
Graciana Álvarez<br />
Excélsior<br />
Revista de Revistas<br />
Ideas (directora)<br />
Adelina Zendejas<br />
Revista de Revistas<br />
El Universal<br />
El Universal Gráfico<br />
El Nacional<br />
Excélsior<br />
Siempre!<br />
El Día<br />
Fuente: elaboración propia basada en Elvira Hernández Carballido (1987) (2003), Alma Sánchez Olvera (2009) y<br />
Miriam López Hernández (2010).<br />
La segunda mitad del siglo XX nos ofrece el trabajo de mujeres periodistas como<br />
Elena Poniatowska y Cristina Pacheco, entre otras. En la década de 1970 surge una nueva<br />
ola del feminismo en México donde las mujeres periodistas jugaron un papel importante<br />
en el surgimiento, la transmisión de ideas y la posterior creación de medios feministas.<br />
La influencia de la presencia de mujeres en los medios impresos en el surgimiento<br />
de la nueva ola del feminismo con la publicación, tiene que ver con el impacto que surgió<br />
de dos artículos periodísticos en 1970, uno de ellos escrito por Rosario Castellanos y el<br />
otro por Marta Acevedo. 18 El Movimiento Nacional de Mujeres (MNM), surgido en 1973,<br />
fue constituido por mujeres periodistas como Ani Lu Díaz y Esperanza Brito de Martí. El<br />
periodismo feminista comienza con la publicación de La Revuelta fundado por Eli Bartra,<br />
18<br />
Rosario Castellanos explicaba cómo las formas de domesticación y conformismo en el que vivían las mujeres<br />
de clase media, cuyo estilo de vida era sostenido por mujeres humildes e indígenas que se dedicaban a cuidar la<br />
casa, era la causa de su falta de conciencia sobre la condición subordinada de las mujeres. El cambio de<br />
conciencia en ellas sólo se daría cuando se incorporaran al trabajo asalariado y doméstico. Marta Acevedo hacía<br />
un análisis de la subordinación social de las mujeres, junto con una exposición sobre los métodos y estrategias<br />
utilizadas por las estadounidenses para resistirse a esta opresión. Estudiantes universitarias llamaron a la revista<br />
Siempre! para contactar a Marta Acevedo, quien accedió reunirse con ellas. De esas reuniones surgieron dos<br />
grupos y después surge MAS (Mujeres en Acción Social). Cfr. Ana Lau Jaiven (1987).<br />
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Los feminismos y las Sociedades de la Información ante la encrucijada del derecho a comunicar <br />
María Brumm, Chela Cervantes, Bea Faith, Lucero González, Dominique Guillemet,<br />
Ángeles Necoechea y Berta Hiriart (López Hernández, 2010: 65) y circula de 1976 a 1978<br />
con la publicación de nueve números. En una segunda época se publica en un espacio<br />
semanal dentro del periódico Unomásuno.<br />
Alaíde Foppa, Elena Urrutia, Lourdes Arizpe y Margarita García Flores fundaron en<br />
1976 la revista Fem para agrupar las plumas de Marta Lamas, Elena Poniatowska, Margo<br />
Glantz, Antonia Tarrascón, Esperanza Brito, entre otras (Urrutia, 2003)<br />
Revistas independientes como Fem también surgen en estos años y es de<br />
destacar que fue la única publicación que tuvo un periodo de vida largo: 29 años. Fem<br />
marcó una nueva cultura del feminismo en el contexto nacional (López Hernández, 2010:<br />
66).<br />
En 1987 el periódico La Jornada abrió paso al proyecto feminista La Doble<br />
Jornada, coordinado por Sara Lovera, y dejó de publicarse en 1996. Años más tarde, en<br />
1998, aparece el suplemento Triple Jornada, bajo la coordinación de Rosa Rojas y Ximena<br />
Bedregal, hasta enero de 2006 cuando se decide terminar la edición.<br />
En marzo de 1990 nace Debate Feminista, publicación semestral que tiene<br />
formato de libro y que incluye teoría feminista, ensayos, artículos, entrevistas, avances de<br />
investigación… Es una de las publicaciones surgidas en la época y que se mantiene en la<br />
actualidad.<br />
97 <br />
En 1988 surge la primera agencia de noticias feminista, fundada por Sara Lovera:<br />
CIMAC. La década de los ochenta del siglo pasado representó un proceso de<br />
“oenegeización” del feminismo mexicano y el reflujo de diversas agrupaciones bajo<br />
diferentes líneas de acción y agendas. Entre ellas, Salud Integral para la Mujer (SIPAM)<br />
cuenta desde 1991 con el programa de radio Dejemos de ser pacientes, transmitido por<br />
Radio Educación, cuya estrategia de trabajo de comunicación consiste en establecer<br />
contacto con y entre la sociedad civil, los partidos políticos, académicos, legisladores y<br />
todos los actores sociales, que de alguna manera puedan incidir en políticas sobre salud.<br />
La Federación Mexicana de Mujeres Universitarias (FEMU) lanza el programa radiofónico<br />
Mujeres a la tribuna; y a principios de siglo sale a la venta la revista Plenilunia.<br />
También en la década de 1990 surge La Correa Feminista, que después de 20<br />
números trimestrales y por falta de financiamiento fue sustituida por una página en<br />
Internet llamada Creatividad Feminista, impulsada por Ximena Bedregal, Maire France<br />
Porta, Rosa Rojas y Marta Uribe (López Hernández, 2010: 67). Es destacable señalar que<br />
desde este sitio se dio empuje al feminismo autónomo. Después de 11 años, en 2008<br />
desaparece el sitio y dio lugar al espacio MamaMetal, coordinado por Ximena Bedregal y<br />
desde un feminismo autónomo. Con Creatividad Feminista inicia una etapa en la que el<br />
feminismo se acerca al uso de Internet para buscar un espacio de difusión de ideas y de<br />
acción sociopolítica.<br />
Las posibilidades de libertad que ofrece el ciberespacio son reales, pero no<br />
debemos olvidar que aún posee un dominio numérico y cultural por parte de los<br />
hombres. El sexismo es una práctica social que conforma las sociedades patriarcales y<br />
está presente en los discursos de los medios impresos, electrónicos y telemáticos, lo que<br />
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da cuenta de la evolución de las tecnologías como soportes de ideologías dominantes<br />
que estructuran las sociedades.<br />
Si “googleamos” la palabra “sexo”, el buscador nos arroja 325 millones de<br />
resultados en 0.10 segundos que nos vincula a páginas pornográficas; mientras que<br />
“derechos sexuales y reproductivos “sólo arroja 610 mil resultados. Otra comparación es<br />
“cáncer de mama”, prevención que arroja 3 millones 670 mil resultados; frente a los 16<br />
millones 400 mil que arroja la búsqueda de “belleza para mujeres” y “tips”. Es ante este<br />
sexismo que los feminismos toman la palabra en la era digital. Así la movilización, las<br />
prácticas y las acciones adquieren otros matices en una lucha histórica.<br />
98 <br />
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Wajcman, Judy. El tecnofeminismo. Madrid: Cátedra. Colección Feminismos, 2006.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
ESTEREOTIPOS SEXISTAS EN PERSONAJES<br />
HUMANOS Y NO HUMANOS DE LA<br />
PELÍCULA BEOWULF. 1<br />
UNA MIRADA DESDE EL GÉNERO<br />
Vicente Castellanos Cerda* y Elvira Hernández Carballido**<br />
RECIBIDO: 25 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREOS ELECTRÓNICOS:<br />
vcastellanosc@gmail.com<br />
elviracarballido@yahoo.com.mx<br />
* Vicente Castellanos Cerda es profesor-‐investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana <br />
unidad Cuajimalpa (UAM-‐C). <br />
** Elvira Hernández Carballido es investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. <br />
1 Robert Zemeckis, Estados Unidos, 2007.<br />
PALABRAS CLAVE | cine, estereotipos, sexismo, género y mujeres.<br />
KEYWORDS | film, stereotypes, sexism, gender and women.
Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
RESUMEN<br />
El cine es considerado el séptimo arte, una industria, la fábrica de sueños, un<br />
medio de comunicación, cultura visual y entretenimiento; también debe ser<br />
considerado como una de las dimensiones más representativas en la<br />
construcción de género. En efecto, la representación cinematográfica de la<br />
mujer muchas veces se ha limitado a la estigmatización, a la creación y<br />
fortalecimiento de estereotipos femeninos que además de difundir sexismo,<br />
rechazan y violentan al presentar como natural o entretenido representar a<br />
las mujeres una existencia de opresión frente al poder patriarcal. Es así como<br />
este artículo tiene como objetivo analizar la película Beowulf, una<br />
producción digital que moderniza su producción pero no transforma sus<br />
contenidos y mantiene representaciones femeninas estereotipadas y<br />
sexistas. Nuestro análisis pretende advertir las relaciones de opresión entre<br />
hombres y mujeres, así como los estereotipos presentados en dos<br />
escenarios: el poder y el erotismo, tomando en cuenta al mismo tiempo la<br />
función del personaje, el tratamiento digital y el punto de vista de la cámara<br />
para advertir si existe o no rompimiento de los mecanismos de identificación<br />
en el o la espectadora.<br />
104 <br />
ABSTRACT<br />
The film considered the seventh art, industry, the dream factory, a means of<br />
communication, visual culture and entertainment; should also be considered<br />
as one of the most representative dimensions in the construction of gender.<br />
Indeed, the cinematic representation of women has often been limited to the<br />
stigmatization, the creation and strengthening of female stereotypes in<br />
addition to spreading sexism, refuse or threaten to present as natural or<br />
enjoyable represent women face a life of oppression patriarchal power. Thus,<br />
this article aims to analyze the film Beowulf that is a digital production<br />
modernizes its production, but does not transform its contents and maintain<br />
stereotyped and sexist representations of women. Our analysis is intended to<br />
alert the oppressive relations between men and women and the stereotypes<br />
presented in two scenarios: the power and eroticism, taking into account<br />
both the role of the character, the digital processing and point of view of the<br />
camera to advise whether or not breaking mechanisms or identification in<br />
the spectator.<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
INTRODUCCIÓN<br />
Se afirma que este siglo XXI se ha caracterizado por potenciar aquello que el cine ha<br />
hecho muy bien desde el siglo XIX: mostrar el mundo de otra forma diferente a la<br />
habitual. Sin embargo, aunque los procesos de producción se han transformado<br />
significativamente, y ahora desde una computadora se crean escenarios impresionantes o<br />
se estilizan las figuras humanas, llegando a hacer representaciones bastantes fieles al<br />
cuerpo humano, las miradas y contenidos no han revolucionado al mismo ritmo y las<br />
representaciones femeninas siguen siendo estereotipadas y muchas narraciones visuales<br />
reiteran y fortalecen el sexismo latente en la sociedad patriarcal.<br />
Por ello, hemos considerado importante analizar desde la perspectiva de género<br />
una película digitalmente avanzada pero formalmente tradicional y sexista. Beowulf es un<br />
filme que se destacó por el uso de seres fantásticos generados en la computadora,<br />
animaciones de personas sin humanos o híbridos reales-virtuales. La película parecía<br />
haber logrado “bañar” con cera virtual el cuerpo humano de un personaje, dando como<br />
resultado un híbrido real-animado. La contradicción en lo que mira, desea y proyecta el<br />
espectador es una constante a lo largo del filme: el cuerpo masculino perfecto, el cuerpo<br />
femenino perfecto versus el cuerpo desollado monstruoso, en un contexto cultural sobre<br />
los temas del poder y del erotismo, donde las mujeres siguen siendo representadas de<br />
forma estereotipada y donde la forma de desarrollar la historia delata un constante<br />
sexismo.<br />
105 <br />
Es así como nuestro objetivo es analizar la película Beowulf, una producción<br />
digital que moderniza su producción pero no transforma sus contenidos y mantiene<br />
representaciones femeninas estereotipadas y sexistas.<br />
El texto se dividió en cuatro apartados. El primero toma en cuenta los estudios<br />
feministas y de género que advierten el papel del cine en la construcción de género al<br />
difundir en un número representativo de filmes imágenes estereotipadas de las mujeres. A<br />
continuación exponemos la puesta en pantalla y las características generales de la<br />
película. A continuación presentamos nuestro análisis al detallar los personajes y<br />
estereotipos y al mostrar las miradas y voces en el escenario sexista que presenta el filme.<br />
Es importante advertir que esa revolución que vive el cine del siglo XXI es<br />
totalmente digital y ha creado en pantalla escenarios que maravillan al espectador pero,<br />
desgraciadamente, sus contenidos mantienen el sexismo, lo modernizan o lo digitalizan<br />
pero no lo transforman en pos de imágenes dignas y plurales del ser femenino.<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
CINE, ESTEREOTIPOS Y SEXISMO<br />
El punto de partida teórico de este análisis es la firme convicción de que la categoría<br />
“género” permite advertir la forma como son construidas las identidades femeninas y<br />
masculinas en contextos sociales y culturales determinados, que han provocado una<br />
desigualdad entre hombres y mujeres en esta sociedad patriarcal. En esa construcción<br />
participan diversas instituciones como la familia, la Iglesia, la escuela y los medios de<br />
comunicación, entre ellos el cine.<br />
Es así como en el cine, advierte Márgara Millán, la mujer ha sido objeto de la<br />
mirada masculina y ha elaborado un discurso sobre la mujer, enseñándole determinadas<br />
formas de ser mujeres:<br />
106 <br />
Ofrece modelos y conforma un horizonte de posibilidades y conforma un<br />
horizonte de posibilidades, es decir, interviene en su construcción cultural.<br />
El cine y las imágenes en general son creación de mundo, orientan y<br />
proponen, no sólo “reflejan” eso que llamamos “realidad”. Es por ello que la<br />
fabricación de imágenes es un importante “transmisor” de género. En el<br />
cine y los medios audiovisuales circula la “semiosis” de género (Millán,<br />
2007: 386).<br />
Esos modelos, esas formas de representar a las mujeres son estereotipos, que<br />
podemos caracterizar como:<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Conjunto de ideas que un grupo o una sociedad obtiene a partir de las normas o<br />
los patrones culturales previamente establecidos.<br />
Su acción es fijar de manera permanente y de identificar un modelo<br />
preestablecido, conocido y formalizado.<br />
Generalizaciones sobre personas y/o instituciones que se derivan de su<br />
pertinencia en determinados grupos o categorías sociales.<br />
Pertenecen al imaginario social y cristalizan significados de gran eficacia simbólica<br />
que se nos presentan como la pura realidad.<br />
En uno de los trabajos pioneros en torno a medios de comunicación y<br />
estereotipos, Carola García Calderón indica que los estereotipos, al ser ubicados en la<br />
identidad femenina, representan patrones estéticos, normas de conducta que se<br />
presentan como ideales:<br />
Se idealiza la imagen de cierto tipo de mujer, se le asocia como una serie<br />
de atributos a llenar y surgen los estereotipos como “las triunfadoras”, “la<br />
esposa joven”, “la mujer moderna”… El mito se ostenta como una realidad,<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
esto es lo que recibimos, ideas que rodean la visión del papel de la mujer<br />
en la sociedad. Los mitos que dicen que la mujer nació para criar a los<br />
hijos, para estar en la casa o para cumplir el rol de madre y esposa (García<br />
Calderón, 1980: 117).<br />
Otro trabajo pionero en torno a los estereotipos en los medios de comunicación<br />
es el de Olga Bustos, quien consideró los siguientes en torno al ideal femenino:<br />
107 <br />
<br />
<br />
<br />
Ama de casa.<br />
Objeto sexual.<br />
Madre-esposa.<br />
En una investigación más sobre el tema, Paloma Díaz y Carlos Muñiz (2007) en su<br />
artículo “Valores y estereotipos femeninos en la publicidad gráficas de marcas de moda<br />
de Lujo en España”, enumeran los siguientes roles:<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Mujer tradicional.<br />
Mujer luchadora-transgresora.<br />
Mujer frágil o sometida.<br />
Mujer sensual.<br />
Mujer moderna.<br />
Thaís Aguilar Zúñiga afirma que esta construcción de estereotipos tiene como<br />
punto de partida el patrón masculino, por lo que las mujeres están sujetas a una<br />
subordinación que se ve reforzada por los medios de control social y cultural:<br />
Las prácticas discursivas de los medios de comunicación masivos refuerzan<br />
la identidad femenina que nos ubica en dos extremos opuestos –sin<br />
términos medios–: mujer ángel-mujeres demonio, mujer-madre, mujervíctima,<br />
mujer-débil, mujer-frágil, mujer-dependiente. Los medios no<br />
ofrecen una imagen equilibrada de los diversos estilos de vida de las<br />
mujeres y de su aporte a la sociedad. Insisten en presentarnos en papeles<br />
tradicionales, igualmente restrictivos, o muestran imágenes donde el<br />
cuerpo de las mujeres es cosificado y sexuado, presa de la violencia por<br />
servir de tentación a la lujuria (Aguilar, 2004: 53).<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
Aimée Vega Montiel afirma que existen recomendaciones externadas por<br />
importantes organismos internacionales para erradicar los estereotipos sexistas, como es<br />
el caso de la Plataforma de Acción de Beijing y la Convención Belém Do Pará. Las citadas<br />
instancias han subrayado la importancia de “adoptar todas las medidas necesarias para<br />
eliminar los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de otro tipo, basadas en la idea<br />
de inferioridad o la superioridad de un sexo sobre otro y de los estereotipos asignados a<br />
hombres y mujeres” (Vega, 2010: 11).<br />
Sin embargo, dichas recomendaciones no son atendidas. Es así como los medios<br />
de comunicación siguen difundiendo y reproduciendo estereotipos sexistas donde las<br />
mujeres son únicamente presentadas como dadoras de vida, ser para los otros,<br />
cuidadoras y objetos. Esta manera tan limitada de presentarlas delata el sexismo de los<br />
medios de comunicación, es decir, son discriminadas por el simple hecho de ser mujeres<br />
y ante ello el patriarcado sostiene la perspectiva de subordinación, explotación e<br />
inferioridad ante el sexo que consideran dominado: el femenino. Y ante estas visiones, el<br />
cine no es ajeno de ello pese a la modernidad y adaptaciones “revolucionarias” en lo<br />
tecnológico pero, al parecer, no en los contenidos que eliminen los estereotipos sexistas.<br />
108 <br />
PERSONAJE REAL O NO REAL EN EL CINE DEL SIGLO XXI<br />
“Veo un muñeco que parece humano, veo un humano que parece muñeco”, comentario<br />
del filósofo español José Ortega y Gasset al referirse al efecto que le causaban las<br />
esculturas humanas hechas de cera. Del mismo modo, veo, en la pantalla de cine, un<br />
personaje virtual que parece real y veo lo virtual en el personaje.<br />
Lo monstruoso es una anomalía del cuerpo, es una evidencia que la piel o las<br />
proporciones de una persona o de cualquier otro ser vivo carecen de la regularidad<br />
natural. Lo monstruoso es antinatural e irregular ante la mirada.<br />
Lo monstruoso es un hecho visual que pude producir el deseo de no ver. Sea por<br />
repulsión psicológica o por pudor social, ante el monstruo simulamos no ver, para ver<br />
furtivamente. Aún sin incorporar del todo tabúes y normas sociales, el niño de inocente<br />
mirada cultural, se detiene a observar las anomalías sin las consecuencias de algún tipo de<br />
reclamo por hacer patente, mediante el acto de mirar, la singularidad del monstruo.<br />
Esta atracción primera no desaparece con la edad pues no poder ver al monstruo<br />
produce el efecto contrario: el deseo de mirar detenidamente cada una de sus<br />
imperfecciones, de su anti-naturaleza. El monstruo, no obstante, se halla protegido por la<br />
cultura que nos obliga a considerar igual lo diferente, pero siempre con cierta lejanía o<br />
conmiseración, es decir, mediante el ejercicio de la discriminación simulada de<br />
compasión.<br />
Lo monstruoso no es una anomalía aislada, no existe sin su contraparte: el cuerpo<br />
humano terso y proporcionado, o aun mejor, el cuerpo humano en la perfección de la<br />
juventud, definido por valores visibles como musculatura, flexibilidad y fuerza. El cine,<br />
como lo afirmó Bazin, tiene la posibilidad de momificar cuerpos y objetos, los detiene en<br />
el tiempo. El cuerpo de los actores queda impresionado, atrapado en el material sensible<br />
a la luz, para nunca más avanzar, para perder la condición natural de transformación dada<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
por el tiempo. El cine es la pintura contemporánea de Dorian Grey a la inversa, mientras el<br />
actor envejece, la película queda atrapada en el momento: la vida es diacrónica, el cine<br />
sincrónico.<br />
El cuerpo bello y el cuerpo monstruoso son una preocupación permanente del<br />
cine. La descomposición, transformación e incluso mutilación corporal, llaman nuestra<br />
atención al activar mecanismos psicológicos de deseo, masoquismo y fantasía. Los<br />
cuerpos exhibidos en la pantalla de cine nos atraen o nos producen repudio, pero nunca<br />
indiferencia.<br />
109 <br />
Por otro lado, el monstruo lo es si se comporta como tal, no basta una presencia<br />
física anómala, es necesario que el monstruo destruya, asesine, castigue, torture, en<br />
suma, tenga un comportamiento destructivo. Sus acciones pueden estar motivadas por<br />
causas personales y sociales, o bien, tener su fundamento en una suerte de naturaleza<br />
destructiva; no importa, el monstruo siempre es una amenaza a la especie humana.<br />
En el cine, al espectador le está permitido ver todo, sin juzgar las intenciones de<br />
su mirada. Para el espectador una película es un banquete voyerista al ejercer libremente<br />
su deseo de mirar. “La mirada no es sólo un fenómeno de percepción, sino que incluye<br />
muchos otros aspectos como la subjetividad, la cultura, la ideología, el género, la raza y la<br />
interpretación” (Fuery, 2000: 6). Mirar la película implica un sinfín de relaciones entre<br />
quien mira y las imágenes en movimiento. Estas posibles relaciones tienen como<br />
resultado una interpretación personal y cultural del espectador de su experiencia<br />
cinematográfica, fundamentada no en la verdad o en la realidad de los registros y los<br />
hechos de la pantalla, sino en la construcción de la verosimilitud narrativa y audiovisual de<br />
la película.<br />
Con la incorporación de la computadora en el tratamiento de los cuerpos, fue<br />
posible exhibir una variedad perfeccionada de humanos y humanoides, más allá de los<br />
dibujos animados figurativos originados ya en la primera parte del siglo XX. Los resultados<br />
han sido variables desde los años ochenta cuando el binomio cine-computadora inició la<br />
era digital en la historia del cine: cuerpos totalmente virtuales, al principio de apariencia<br />
falsa y movimientos torpes, sobre todo si imitaban a los seres humanos; cuerpos híbridos:<br />
mitad humanos, mitad animal o robot; y recientemente cuerpos humanos perfeccionados<br />
por la tecnología. También ha sido posible hacer interactuar seres fantásticos con algún<br />
rasgo humano, con personajes enteramente de carne y hueso.<br />
El cine de ciencia ficción, el de fantasía y el de terror, parecen ser los grandes<br />
beneficiarios de esta revolución; sin embargo, el trabajo de montaje en la computadora<br />
puede ser tan preciso y el resultado tan parecido a una secuencia grabada en el plató o en<br />
locación que el uso de la computadora en el tratamiento de los cuerpos, humanos o<br />
monstruosos, es un recurso siempre presente en la mente de los directores.<br />
La puesta en pantalla de seres con algún tratamiento parcial o total de tipo digital<br />
pone en entredicho el carácter de huella luminosa de los objetos y personas que vemos<br />
en una película. El registro es cada vez menos real, menos físico, pues el montaje, sea en<br />
pantalla o en sucesión de imágenes, se hace en la computadora.<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
En concreto, el tratamiento del cuerpo humano ha sido evidente en esta breve<br />
historia propiciada por la relación cine-computadora, en los siguientes tratamientos<br />
digitales que han sufrido las apariencias físicas de los personajes:<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
La falsedad del cuerpo del videojuego.<br />
La imposibilidad de reproducir con realismo el cuerpo y los movimientos<br />
característicos del ser humano.<br />
La clonación digital de actores.<br />
El baño cosmético digital al cuerpo.<br />
110 <br />
Las dos primeras apariencias se caracterizan por su falsedad evidenciada en<br />
expresiones forzadas, en movimientos robotizados, en gesticulaciones antinaturales por<br />
atrofia de los músculos virtuales (más bien se trata de un problema de programación y de<br />
límites tecnológicos), en suma, estos seres cuasi-humanos son monstruosos por sus<br />
anomalías físicas, aunque no se comporten como tal.<br />
La clonación digital es un recurso que permite multiplicar pocos actores en miles.<br />
Las muchedumbres reflejadas en la pantalla de cine, antes anónimas, ahora son el<br />
resultado de clonar a unas cuantas personas.<br />
El último tipo de apariencia, el derivado del baño cosmético, es el que nos ocupa<br />
en este trabajo. En el filme titulado Beowulf, los efectos especiales generados por el<br />
ordenador, tan comunes en la alteración de las leyes espacio-temporales, se aplican en<br />
algunos actores cuya apariencia física contrasta con el monstruo a vencer. El resultado<br />
del baño cosmético digital a los actores es sorprendente, pues por primera vez en la<br />
historia del cine, el deseo del espectador se ve escindido entre la atracción física y el<br />
rechazo. Las identificaciones secundarias con los personajes, como lo propuso Metz, ya<br />
no se pueden considerar un mecanismo psicológico casi automático, más bien ponen en<br />
crisis estos mecanismos propios de un cine pre-digital, pues la atracción o el rechazo no<br />
depende más de las acciones narrativas de los personajes ni de la perfección o<br />
imperfección humana, sino de su apariencia a veces real, a veces irreal, de sus cuerpos. Se<br />
trata de una escisión que dificulta los mecanismos de identificación psicológica, pues qué<br />
se ve: ¿un actor o un ser humano generado por computadora? El tratamiento fue el<br />
contrario al aplicado a los personajes de los videojuegos que produce humanos falsos en<br />
su apariencia, gesticulación y movimientos; en esta película se dio el baño virtual a los<br />
humanos para hacerlos parecer más virtuales.<br />
En Beowulf reconocemos a los actores de la película, constatamos su existencia<br />
en la realidad, pero al mismo tiempo nos percatamos del baño de cera virtual con el que<br />
han sido tratados en la posproducción. En las notas de la filmación, el director de la<br />
película, Robert Zemeckis, 1 afirma que la justificación para decidir el tratamiento virtual<br />
1<br />
Este director ya había experimentado con tratamientos similares aplicados en los personajes de la película The<br />
Polar Express (Estados Unidos, 2004), pero con resultados aún muy falsos, muy apegados al síndrome del<br />
videojuego.<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
que recibieron los actores de la película se debió al intento de hacer más creíble una<br />
historia mitológica, al alejarlos de su condición humana notorias en la edad, el género y el<br />
color de la piel. El denominado “foto-realismo” del cine fue suavizado por el baño virtual a<br />
favor del mito y en detrimento de la realidad. “Ver esta película produce un efecto de<br />
realidad y fantasía a la vez, efecto particularmente apropiado para una historia mitológica.<br />
El filme es un híbrido que muestra el realismo fotográfico que no es completamente<br />
realista” (Zemeckis, 2008: 22). El razonamiento es simple: una película como Beowulf<br />
utiliza espadas de plástico, aparecen monstruos virtuales, ¿por qué no despersonalizar a<br />
los actores en su apariencia corporal?<br />
111 <br />
Sin embargo, la justificación en función de la diégesis y del género que da el<br />
director, no nos es suficiente. El espectador puede entender los motivos de estas<br />
decisiones, pero lo cierto es que la aplicación de esta tecnología en los cuerpos de los<br />
actores produce un efecto estético de extrañamiento en el espectador, lo obliga a<br />
replantearse los filtros culturales sobre los cuales ha construido su memoria audiovisual y<br />
altera los esquemas psicológicos del deseo y la identificación. Además, como veremos<br />
ahora, la película, más allá de ser la representación cinematográfica de un importante<br />
poema épico para la lengua inglesa, enfrenta visualmente la perfección del cuerpo<br />
humano con el cuerpo anómalo del monstruo.<br />
PUESTA EN PANTALLA DIGITAL: PODER Y EROTISMO<br />
Cuerpo humano versus monstruo desollado, no es sólo una oposición temática del filme,<br />
sino también formal, concretizada en el punto de vista de la cámara. Los personajes<br />
principales se caracterizan por el poder social que detentan y por la posibilidad de<br />
aparecer desnudos o casi desnudos en la pantalla. Más allá de las justificaciones<br />
narrativas, se puede afirmar que reyes, héroes y monstruos aparecen con una desnudez<br />
erótica a lo largo del filme, acentuada por la ubicación de la cámara que se exhibe entre<br />
el tradicional falo-centrismo de la mirada y otras miradas femeninas u homoeróticas. La<br />
banda sonora en los diálogos y en las canciones alimenta esta contradicción.<br />
La desnudez de los personajes poderosos constituye una representación mítica<br />
del poder, de héroes enfrentados a amenazas que los superan, pero que no serán<br />
derrotados.<br />
Para el análisis de algunas secuencias de la película, recurrimos al siguiente<br />
principio teórico como guía: el acto de ver del espectador consiste en un sistema de<br />
relaciones entre el sistema textual de la película y su sistema de interpretación cultural<br />
que va de las identificaciones de tipo psicológico al momento de la proyección a los<br />
significados sociales movilizados por el filme.<br />
Del sistema textual cinematográfico destacamos las siguientes categorías: función<br />
del personaje, tratamiento digital y punto de vista de la cámara. Del sistema de<br />
interpretación cultural, hacemos una subdivisión, la correspondiente al rompimiento de<br />
los mecanismos de primera (cámara) y segunda identificación (personaje) y la referente a<br />
las alusiones culturales de poder, erotismo y oposición hombre-mujer. El modelo de<br />
análisis está sustentado en dos pisos: el de la base está en función de lo que aparece<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
textualmente en la pantalla y, el otro, relacionado con la interpretación cultural del<br />
montaje audiovisual.<br />
El análisis de tres personajes de la película está justificado por su presencia común<br />
en la cámara: los tres ejercen poder simbólico sobre los demás, los tres se muestran<br />
desnudos en la pantalla y los tres reciben un tratamiento diferente mediante el artificio del<br />
punto de vista, fortaleciendo estereotipos y dándole un tono sexista al filme. La posición<br />
de la cámara no transparenta la narración sino que la atrae para mantener o cuestionar<br />
los procesos de identificación del espectador.<br />
112 <br />
PERSONAJES Y SEXISMO REPRESENTADOS EN ESTEREOTIPOS<br />
Hrothgar<br />
El rey Hrothgar es el primero de los personajes en aparecer con una túnica que cubre<br />
parcialmente su cuerpo. En la secuencia inicial el rey inaugura un nuevo espacio de<br />
diversión, promesa que cumple para su pueblo. La fiesta está animada por las bebidas, se<br />
desbordan todo tipo de pasiones; el rey ebrio habla a la gente para hacer énfasis en el<br />
cumplimiento de su palabra. Las miradas a la reina, ésta sí totalmente vestida, nos<br />
permiten establecer la primera relación de sumisión de la mujer: ella está para servirle; sin<br />
embargo, sus servicios son incompletos, pues no quiere tener hijos. En este caso, la reina<br />
demuestra tener control sobre su cuerpo y decide negarlo porque no desea procrear con<br />
quien ya no ama ni respeta.<br />
Una vez que el rey termina su discurso, un juego de campo-contracampo permite<br />
ver espaldas, nalgas y piernas de éste, justo en el momento en que la túnica se le cae. La<br />
toma es un acercamiento que enfatiza los glúteos del rey.<br />
Hay aquí dos elementos importantes, pues con esta descripción al parecer se<br />
repite un punto de vista falo-centrista, pero no es así. El primero es común a todos los<br />
personajes principales que recibieron el baño de cera virtual. La desnudez del rey hace<br />
que entremos en conflicto entre un cuerpo perteneciente a un actor (Anthony Hopkins) y<br />
el muñeco virtual semejando el modelo de humanos generado por las computadoras, es<br />
decir, el modelo de la “persona” de videojuego. La escisión es un hecho en el espectador,<br />
pues se queda a la mitad del camino entre quien desea el cuerpo en pantalla y quien toma<br />
conciencia del muñeco asexuado e irreal del videojuego. A esta característica que se<br />
repite en el resto de los personajes, se le suma el énfasis en la parte posterior del cuerpo<br />
del rey. La túnica, debido a la borrachera, se le sale de control al personaje y deja ver su<br />
desnudez parcial. La cámara, cuyo juego campo-contracampo había mostrado tomas<br />
generales del cuerpo completo del rey, se ubica más cerca cuando la caída de la túnica es<br />
un hecho. Las risas de los espectadores son un síntoma de negación de lo que ven y no<br />
quieren detenerse: el modo en que históricamente se han construido las prohibiciones de<br />
la sexualidad.<br />
Culturalmente, a la desnudez femenina le corresponde el silencio del deseo, la<br />
contemplación; a la masculina, risas y negación. Claro síntoma de un punto de vista<br />
extraño; extraño porque no es común y extraño por el efecto de alejamiento causado al<br />
espectador. El dorso de un hombre no es para contemplarse, no se desvía la mirada; en<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
su lugar, uno se ríe. Si bien el cuerpo femenino es punto de atracción del deseo, el<br />
masculino es motivo de broma. Aquí la broma no es burla, es rompimiento cultural de<br />
aquello que por tabú no nos está permitido desear.<br />
Beowulf vs. Grendel<br />
Beowulf versus Grendel no sólo son los personajes principales de una batalla épica de la<br />
versión inglesa de David y Goliat, no sólo son referencia mítica del héroe que supera las<br />
circunstancias de desventaja física frente al enemigo gracias a su astucia y valor. En<br />
pantalla, esta oposición es la representación de la corporeidad en juego: cuerpo humano<br />
versus cuerpo desollado. Perfección y anomalía corporales se enfrentan en una lucha a<br />
muerte.<br />
113 <br />
Beowulf pelea desnudo pues no hay armadura que detenga al monstruo, mientras<br />
que la desnudez del monstruo está dada por su propia naturaleza anómala. Sin embargo,<br />
ambos son bípedos, característica que los emparenta junto con la capacidad del lenguaje<br />
(ambos hablan). Grendel es un humano desechado por su apariencia monstruosa; por la<br />
falta de padre es la víctima que posibilita la sobrevivencia de la especie humana.<br />
En el momento en que Beowulf se desnuda por primera vez, lo hace frente a la<br />
reina; su armadura cae suavemente de los hombros al piso, mientras la mirada<br />
sorprendida de la reina se enfoca ruborizada en los genitales. Un juego de campo y fuera<br />
campo hace suponer tal hecho, pero en la secuencia contigua vemos a Beowulf de<br />
espaldas despojarse de la última de sus prendas, aquella que justamente cubría sus<br />
genitales. En pantalla se muestran nalgas, pero no penes.<br />
¿Por qué la sociedad falo-centrista oculta el pene o lo desaparece de sus<br />
imágenes? ¿Por qué es un supuesto fuera campo cinematográfico y no un dato del<br />
campo visible?<br />
Una de las respuestas genéricas nos diría que el cuerpo masculino no se ha<br />
construido culturalmente para la contemplación y el deseo, no así el femenino. Sin<br />
embargo, la coherencia de la película respecto a lo que se muestra o no nos hace pensar<br />
que en este filme la ausencia de penes respeta cierto carácter irónico, de paradoja risible<br />
entre un tabú social y el juego artístico que se permite el director. No se trata de una<br />
mirada típicamente machista, pues el director mediante mecanismos de reiteración<br />
denuncia el pudor social sin violentarlo, sutilmente se burla de los prejuicios del<br />
espectador al provocar sus deseos de mirar y no satisfacerlos.<br />
Otra respuesta desde el género ante el ocultamiento del pene puede ser que el<br />
intento sea perpetuar el mito del pene, mientras no se le muestre seguirá intrigando,<br />
continuará causando curiosidad y provocando quimeras. El pene oculto o no visible<br />
mantiene el símbolo de un poder abstracto, pero real.<br />
Esta lucha es entre dos eunucos: uno cultural, Beowulf, y el otro visible, Grendel.<br />
“No tiene pene”, es la frase de uno de los aliados de Beowulf que al clavarle una espada<br />
en la entrepierna al monstruo se da cuenta de tal hecho. En cambio, en el caso de<br />
Beowulf, sabedores de la existencia pero no de la exhibición de su pene, el director juega<br />
con los procesos de identificación primaria (con la cámara) del espectador, pues justo en<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
el momento en que la desnudez del personaje se piensa que será mostrada en pantalla de<br />
modo completo, los “taparrabos casuales” hacen su aparición: el brazo de uno de los<br />
compañeros de Beowulf, la postura del personaje, el casco de uno de los guerreros.<br />
Casualidades sin vínculo narrativo, es decir, Beowulf pudo haber luchado con ropa o<br />
cubriéndose los genitales y la trama de la película se hubiera desarrollado sin vacíos y de<br />
modo coherente.<br />
Los cineastas contemporáneos suelen evidenciar de modo sutil su crítica social en<br />
los excesos que se permiten en pantalla. Estos recursos de extrañamiento obligan al<br />
espectador a hacer consciente su proceso de mirar y desear, en otros términos, la<br />
película frustra el deseo de mirar.<br />
114 <br />
¿Estamos hablando que este filme sustenta un punto de vista falo-céntrico o<br />
machista? Falo-céntrico, sin duda, pero en el juego de no mostrar-suponer, ya sea<br />
mediante el juego campo-fuera campo o mediante el recurso de cubrir los genitales, el<br />
director pone en la superficie el tema de las imágenes ocultas y prohibidas para ciertas<br />
sociedades modernas.<br />
Beowulf versus Grendel es también la oposición de dos poderes sociales<br />
mitificados. Beowulf tiene el poder arquetípico del héroe, es el liberador de males y<br />
amenazas, es el personaje extraordinario que al constituirse en leyenda funda<br />
civilizaciones. Grendel es realmente una necesidad del poder de Beowulf, es un monstruo<br />
sin conciencia de destrucción del otro, sin justificación para amenazar la supervivencia de<br />
la especie humana. Grendel no es movido por ninguna de las circunstancias humanas,<br />
demasiado humanas: el ejercicio del poder sobre otros, el dinero o las pasiones. Grendel<br />
ataca porque se siente amenazado, porque siente dolor físico. No obstante, es un<br />
monstruo en su apariencia y en su actitud de destrucción: mata, devora y destruye, por<br />
eso se convierte en el enemigo perfecto de Beowulf, ambos sirven al mismo amo: la<br />
supervivencia humana.<br />
Beowulf y la madre de Grendel<br />
La secuencia entre Beowulf y la madre de Grendel inaugura otra línea argumental y<br />
temática de la película. Tres datos sobresalen.<br />
<br />
No se trata de una oposición en conflicto, sino de una unión que propicia la<br />
reproducción de lo monstruoso. Ella es un híbrido entre el cuerpo femenino<br />
perfecto y el cuerpo oculto de una serpiente gigante. Es el demonio convertido<br />
en mujer, el mal de los hombres debido a su poder de seducción y belleza. Las<br />
dos batallas que pierde Beowulf en la película son causadas por personajes<br />
femeninos: una sirena y por este híbrido mujer-serpiente. Lo monstruoso se torna<br />
femenino en su carácter de animal mítico, pero también en torno a relacionar lo<br />
femenino con el mal, con lo malo, con lo perverso y con el carácter moral de<br />
signo negativo crea un atractivo sexual oculto. “Es mala porque es erótica y<br />
porque comparte con los hombres muchas cosas emanadas del erotismo”, 2<br />
2<br />
Marcela Lagarde, Los cautiverios de las mujeres, UNAM, México, 2003, p. 575.<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
<br />
<br />
vedadas a las buenas mujeres como la reina. La descendencia entre humano y<br />
monstruo es precisamente un ser casi-humano, pero puesto al servicio de la<br />
destrucción de las personas, del pueblo de Beowulf. El poder de poseer el cuerpo<br />
perfecto de la mujer y el poder que le es conferido por este demonio a Beowulf<br />
no es gratuito, se paga al convertirse en el asesino de su propio hijo bastardo. Ya<br />
sea de modo directo o por órdenes, los reyes saldan sus cuentas con el mito al<br />
matar al monstruo que ellos procrearon.<br />
El poder del rey para la madre de Grendel debe tener una característica<br />
fundamental: glamour. Sin glamour un rey pierde carisma y credibilidad. No basta<br />
con la coronación para movilizar las voluntades de otros, es necesario cierto<br />
encantamiento o negación de la realidad para ejercer el poder y procurar la<br />
felicidad en la sumisión. Beowulf se convierte en el rey más poderoso de todos<br />
los tiempos, hasta que ella, el origen del mal, lo desee. Antes de su muerte pagará<br />
caro el glamour al asesinar a su hijo.<br />
Él y ella son lo humano y lo monstruoso, conquistan, destruyen y violentan el<br />
orden establecido. Ambos ocultan lo monstruoso de su ser en cuerpos humanos<br />
perfectos, deseables, seductores. Son lobos con coraza de ovejas, sólo que él sí<br />
tiene nombre, el demonio femenino no, pues al nombrar se reconoce la identidad<br />
del otro y qué más monstruoso puede haber que aquello innombrable que es a la<br />
vez femenino.<br />
115 <br />
Estas tres secuencias exhiben el modo como el sistema textual de la película<br />
interrelaciona una serie de temáticas e imágenes reiteradas a lo largo del filme en función<br />
de un cuestionamiento de tres temas culturales siempre a debate: el poder, el erotismo y<br />
la oposición hombre-mujer. Las implicaciones culturales ya las hemos explicado a lo<br />
largo de este trabajo; sin embargo, quisiéramos completar este análisis apuntando dos<br />
elementos más: la relación del punto de vista de la cámara en tres fotogramas con la<br />
puesta en crisis de la mirada masculina-falo-centrista, así como el reforzamiento de la<br />
cultura machista en los diálogos.<br />
¿QUÉ DESEO MOVILIZA ESTA MIRADA?<br />
¿Estas imágenes son comunes en el cine hollywoodense? ¿Hay un punto de vista<br />
femenino y/o masculino? ¿Hay una visión homoerótica?<br />
En algunas escenas el director hace algo aún prohibido en las formas de<br />
representación visual dominantes en la cultura machista: erotizar el cuerpo masculino. El<br />
juego masoquista o mítico de suponer pero no mostrar el pene de los hombres es<br />
recompensado para el espectador con la erotización del resto del cuerpo masculino<br />
mediante la ubicación de la cámara. Tanto el cuerpo de Beowulf como el de la madre de<br />
Grendel son mostrados siempre como cuerpos tentadores, seductores y perfectos.<br />
Cuerpos que insinúan sexualidad y erotismo. Pero en ella el erotismo seduce para el mal,<br />
para la venganza, para la muerte. No se reprime el erotismo placentero de esta mujer ni<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
los aspectos de la sexualidad que remiten directamente a éste, pero se constituyen en<br />
tabúes, pecados y delitos. Sin embargo, pese a dedicarse al mal, al pecado, al erotismo, al<br />
mismo tiempo es valorada –la reina debe envidiarla y los otros hombres siempre la<br />
desearán–. Pese a estar cautiva en el erotismo, en ello “hay goce y hay poder frente a las<br />
otras, y también frente a los hombres”. 3<br />
Las mujeres del filme son mujeres objeto, mujeres-cuerpo para el placer de otros,<br />
mujeres que no se reconocen en las otras, tanto que ni siquiera se miran. Entre ellas,<br />
huyen a sus miradas. Compiten, una para tener hijos y vengarse, la otra para no tener hijos<br />
y vengarse, para ser la preferida del rey, para reconocerse como la mujer amada ante los<br />
ojos del hombre deseado.<br />
116 <br />
En una escena, la reina y la amante del rey Beowulf conversan pero no pueden<br />
mirarse, reconocen su interés por el mismo hombre y comentan cierta intimidad<br />
compartida con él. No cruzan miradas. En este momento fílmico parece reproducir un<br />
comportamiento impuesto en la sociedad patriarcal: las mujeres deben competir por<br />
obtener un reconocimiento social por su calidad de género, por alcanzar de manera<br />
fidedigna los estereotipos de ser mujer del mundo en que viven. Compiten<br />
genéricamente “porque cualquier mujer es amenazante de quitar el sitio a la otra:<br />
compiten por los espacios sociales y por los vínculos con los hombres y las instituciones<br />
a partir de los cuales pueden existir.” 4<br />
En las sociedades patriarcales les enseñan a las mujeres a temer ser idénticas, se<br />
les hace creer que de ser así una podría desplazar o reemplazar fácilmente a la otra. La<br />
enemistad, competencia y opresión entre mujeres las hace incapaces de reconocerse.<br />
“Este extrañamiento se debe a la enajenación fundamental implícita en la condición<br />
patriarcal de género que hace opuestas a las mujeres entre sí.” 5<br />
La construcción y organización de las condiciones de género hacen posible esto<br />
en la sociedad patriarcal y es determinante. Pero con los hombres la situación es<br />
diferente, entre ellos hay lealtad, la cual hace posible pactar entre ellos en cualquier<br />
condición. Entre las mujeres, no. Es así como el patriarcado obtiene de la confrontación<br />
enajenada entre las mujeres uno de sus mayores recursos de sobrevivencia: las mujeres<br />
se mantienen aisladas, divididas, antagónicas y enemistadas políticamente como mujeres,<br />
como semejantes. La película parece reproducir esta visión patriarcal.<br />
Sin embargo, en la misma escena citada y en la que el dragón amenaza a la reina<br />
y a la amante del rey, se atisba la mayor transgresión política de las mujeres en cuestión<br />
de alianza: la sororidad. Se entiende por ella la unidad y confianza entre mujeres,<br />
solidaridad y tolerancia femenina, cooperación y generosidad entre nosotras mismas,<br />
reconocernos y apoyarnos. La palabra sororidad se deriva de la hermandad entre mujeres,<br />
el percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su<br />
realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado la opresión.<br />
Sororidad representa la amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se<br />
proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo,<br />
para vivir la vida con un sentido profundamente libertario. En un momento de peligro<br />
3<br />
Marcela Lagarde, op. cit., p. 586.<br />
4<br />
Marcela Lagarde, Género y feminismo, Las horas y horas, Madrid, 1997, p. 82.<br />
5<br />
Ídem.<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
extremo reina y amante del rey se unen, se reconocen y se salvan. Esta vez la mirada del<br />
director se compromete con la perspectiva de género.<br />
¿Por qué las mujeres de la película no tienen nombres? ¿Por qué la villana es<br />
vampiresa y por eso puede mirar sin inhibición a los hombres? ¿Será porque las imágenes<br />
de las mujeres presentadas son más invenciones masculinas que femeninas? ¿Es que los<br />
estereotipos sexistas son perdurables en esta sociedad patriarcal?<br />
Parafraseando a Gertrud Koch, 6 porque son proyecciones de los mitos y temores<br />
de los hombres sobre las mujeres. Pero la misma autora advierte, “la opresión de la mujer<br />
no se inicia con las falsas imágenes sobre ella”, se inicia en la misma sociedad patriarcal y<br />
en permitir la reproducción de estereotipos y modelos en las películas, así como en no<br />
difundir una actitud más crítica y una perspectiva de género que advierta y delate las<br />
miradas. Bien dijo Rosario Castellanos: “La hazaña de convertirse en lo que se es... exige<br />
sobre todos el rechazo de esas falsas imágenes que los falsos espejos ofrecen a la mujer”,<br />
ya sea en la sociedad o en una película.<br />
117 <br />
¿QUIÉN HABLA?<br />
Respecto a los diálogos no habría mucho que agregar, se explican por sí mismos.<br />
Transcribimos algunos antes de hacer un apunte final de la película.<br />
-Hrothgar: “¿Dónde está mi consejero más fiel, violador de vírgenes.”<br />
-Beowulf (dirigiéndose a Unferth): “Yo sé quién eres, dicen que mataste a<br />
tus hermanos cuando los viste tener relaciones con tu madre.”<br />
-Un soldado a una mujer: “¿Qué pasa? Mi pasión salvaje te transportará al<br />
paraíso, al éxtasis y de vuelta, ningún hombre te va a poder satisfacer otra<br />
vez… (Ante la negativa de ella por la premura de la llegada del monstruo)…<br />
Bueno, tal vez uno rapidito…”<br />
-El rey a la reina: “Ven Wealthow, hay que revolver las sábanas.”<br />
-El amigo de Beowulf: “Hay demasiadas mujeres aquí… un guerrero debe<br />
tener la mente limpia, mi señor.”<br />
-Canto de los guerreros previo al primer encuentro con Grendel: “Tenía<br />
doce doncellas… quería gozar con ellas, no lo logré jamás… la peor de las<br />
doncellas una cualquiera es, gasté todas mis fuerzas y me pidió otra vez…<br />
su madre era de Islandia, le dimos sus ganancias, saciarle su desdén…”<br />
El lenguaje es la forma de comunicación entre las personas y al mismo tiempo es<br />
el dispositivo utilizado para representar la realidad. El lenguaje no es neutro, no solamente<br />
6<br />
Gerturd Koch, “¿Por qué van las mujeres a ver las películas de los hombres?”, en Estética feminista, Icaria,<br />
Barcelona, 1985.<br />
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Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
por la presencia subjetiva de quien habla, sino también porque la lengua inscribe y<br />
simboliza en el interior de su propia estructura la diferencia sexual de forma jerarquizada<br />
u orientada<br />
Nuestra cultura es de tradición patriarcal y ello se refleja en el uso de la lengua<br />
con la incorporación de determinados conceptos y expresiones transmitidos de<br />
generación en generación. Sin duda, existen expresiones que manifiestan o conllevan<br />
sexismo que se caracterizan por denigrar todo lo relacionado con lo femenino. Lo<br />
excluye, lo hace invisible o lo minimiza.<br />
118 <br />
REFLEXIÓN FINAL<br />
¿Podríamos hablar de una película sexista? Si bien los diálogos descontextualizados<br />
expuestos así nos llevaría a pensar, el sistema textual del filme está realmente constituido<br />
en una paradoja: exhibir, mediante la exageración, los lugares comunes de la<br />
masculinidad y la feminidad estereotipadas de nuestros días. Y como el tema de la<br />
sexualidad es siempre político, la película lo relaciona en la puesta en pantalla con el<br />
poder. Para ello recurre a procedimientos de extrañamiento que afectan la primera y<br />
segunda articulación del espectador. El filme se constituye, gracias a la coherencia de su<br />
sistema textual, en una crítica a la cultura al exhibir de modo hiperbólico y paradójico la<br />
constitución histórica de las sexualidades. Sin embargo, siempre oscila entre los<br />
estereotipos sexistas latentes y las veladas propuestas de una posible transformación de<br />
esos personajes no humanos pero fatalmente sí humanos en sus actitudes, roles y<br />
construcciones de género.<br />
Las mujeres representadas enfatizan constantemente esa identidad femenina<br />
ubicada en dos extremos constantes: mujer ángel-mujer demonio, mujer madre-mujer<br />
no madre, mujer seductora-mujer virginal.<br />
Pero también podemos advertir que en Beowulf se expresa una frase que apuesta<br />
al no sexismo cuando este personaje no humano le pide a la reina que no lo vea como<br />
rey ni como héroe sino como hombre. Pero es el protagonista masculino quien parece<br />
querer hurgar en su propia vida y reconocerse solamente como ser humano. Los<br />
personajes femeninos siguen cautivos en sus estereotipos sexistas que, pese a todo el<br />
desarrollo digital y tecnológico del filme, no parece que haya interés ni sugerencia en<br />
erradicarlos de raíz.<br />
En Beowulf las relaciones de opresión entre hombre y mujeres, así como los<br />
estereotipos son presentados en dos escenarios: el poder y el erotismo. Al tomar en<br />
cuenta al mismo tiempo la función del personaje, el tratamiento digital y el punto de vista<br />
de la cámara advertimos que no existe rompimiento de los mecanismos de identificación<br />
en el o la espectadora al reiterarle los estereotipos femeninos tanto en la imagen, el<br />
discurso y la representación.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Estereotipos sexistas en personajes humanos y no humanos de la película Beowulf <br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
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erradicación de la violencia de género contra las mujeres y las niñas: apuntes de<br />
una investigación diagnóstica” en Comunicación y Sociedad, núm. 13, enero-junio,<br />
pp. 43-68.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
MASCULINIDADES:<br />
SU REPRESENTACIÓN EN LA FICCIÓN TELEVISIVA<br />
Adiel Martínez Hernández*<br />
RECIBIDO: 30 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
adielmuere@hotmail.com<br />
* Adiel Martínez Hernández es maestro en Comunicación Organizacional de la<br />
Universidad del Distrito Federal plantel Santa María.<br />
PALABRAS CLAVE | género, masculinidad, comunicación, estereotipos, discurso televisivo.<br />
KEYWORDS | gender, masculinity, communication, stereotypes, televised discourse.
Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
121 <br />
RESUMEN<br />
El presente artículo es un análisis del discurso televisivo sobre su<br />
representación de la masculinidad en una serie unitaria de ficción dramática<br />
llamada Lo que callamos las mujeres, que se trasmite en México por la<br />
cadena Televisión Azteca. Aquí se exponen los conceptos de género,<br />
masculinidad hegemónica y emergente, así como su relación con la<br />
comunicación de masas y los estereotipos masculinos. El artículo busca<br />
mostrar que dicho programa de ficción hace una representación<br />
estereotipada de la masculinidad que exalta las características de una<br />
masculinidad hegemónica.<br />
ABSTRACT<br />
This article is an analysis of television discourse on its representation of<br />
masculinity in a dramatic fiction series unit called Lo que callamos las<br />
mujeres in Mexico is transmitted by the network TV Azteca. This introduces<br />
the concepts of gender, emerging and hegemonic masculinity and its<br />
relationship with mass media and male stereotypes. The article aims to show<br />
that those programs of fiction make a stereotypical representation of<br />
masculinity that enhances the characteristics of hegemonic masculinity.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
INTRODUCCIÓN<br />
122 <br />
Las interacciones sociales de los últimos tiempos han traído como consecuencia una<br />
significativa transformación en las relaciones entre hombres y mujeres. Los roles de<br />
género socialmente establecidos se han modificado a partir de que las mujeres han<br />
conseguido una mayor participación en las actividades económicas, políticas y sociales.<br />
Esto exigió un cambió de la conciencia de hombres y mujeres, una adecuación de sus<br />
identidades de género y sus representaciones culturales.<br />
En ese sentido, el presente trabajo hace un vinculación entre comunicación y<br />
perspectiva de género a partir de realizar un análisis del discurso televisivo sobre su<br />
representación de la masculinidad en una serie de ficción dramática. Se plantea la idea de<br />
que dicho producto comunicativo continúa haciendo una representación estereotipada<br />
de la masculinidad.<br />
Para ello hago una revisión del género y sus rasgos como proceso social que<br />
estructura las interacciones sociales de hombres y mujeres a partir de evidencias<br />
ideológicas que dan sentido y significación a los sujetos en cuanto a su identidad<br />
femenina y masculina. Además, desarrollamos la noción de masculinidad como un<br />
componente del sistema de género y los clasificamos en dos conceptos: el de<br />
masculinidad hegemónica y el de masculinidad emergente como elementos de análisis<br />
para abordar las nuevas maneras de ejercer la masculinidad en la cultura.<br />
Exponemos las características de la comunicación de masas para destacar su<br />
participación en la reproducción, justificación y legitimación de una ideología de género a<br />
través de la difusión continua de estereotipos, centrando la atención en los estereotipos<br />
masculinos.<br />
Finalmente, hacemos un análisis del discurso televisivo de la serie de ficción<br />
dramática Lo que callamos la mujeres que transmite la cadena TV Azteca para identificar<br />
la representación que hacen de la masculinidad en sus aspectos hegemónicos y<br />
emergente.<br />
La masculinidad como objeto de estudio, desde una perspectiva de género, está<br />
dando sus primeros frutos. Gracias a los estudios sobre las mujeres, que se rastrean desde<br />
los años setentas y que permitieron la conformación de un cuerpo teórico y<br />
metodológico, se hizo posible el abordaje del hombre, analizando y criticando su<br />
identidad masculina, su transformación histórica, su posición en el poder, en la economía<br />
y en general su participación en la cultura.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
CONSTRUCCIÓN CULTURAL DEL GÉNERO Y SU IDEOLOGÍA<br />
Si pensamos que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres, y que tales<br />
diferencias no sólo son producto de determinaciones biológicas, sino que además, y de<br />
manera importante, son resultado de hechos sociales, históricos y culturales, entonces<br />
estamos hablando de un sistema de género. Dicho concepto lo define Teresita de Barbieri<br />
como “los conjuntos, prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales<br />
que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual anátomo-fisiológica y que dan<br />
sentido a la satisfacción de los impulsos sexuales, a la reproducción de la especie humana<br />
y en general al relacionamiento entre las personas” (De Barbieri, 1992: 151).<br />
123 <br />
A partir de esta premisa analizaré la categoría “género” para abordar el tema de la<br />
representación de la masculinidad en las series de ficción dramática de la televisión<br />
mexicana. Lo anterior con la intención de mostrar que dichos productos comunicativos<br />
continúan haciendo representaciones estereotipadas de la masculinidad que justifican y<br />
legitiman la masculinidad hegemónica.<br />
Las relaciones de género que expresan tanto mujeres como hombres se<br />
argumentan a partir de un discurso ideológico que la sociedad occidental capitalista ha<br />
instituido para explicar y legitimar las diferencias biológicas de las personas y regular sus<br />
actividades sociales. Como lo dice Humberto Abarca, “las ideologías de género son<br />
construcciones discursivas que surgen en sociedades estructuradas con base en<br />
relaciones asimétricas entre los sexos” (Abarca, 2000: 1).<br />
Tales discursos cumplen la función de asignar tareas y roles a hombres y mujeres,<br />
y nunca en la misma proporción. Por lo que el género se vuelve un sistema de<br />
significados que organiza y da sentido a la interacción social de los sujetos, pero donde<br />
dichas significaciones pueden ser consideradas evidencias ideológicas de ese sistema de<br />
género (Portal, 2009).<br />
Es importante destacar que hacer un análisis de estas construcciones discursivas<br />
nos da la posibilidad de hacer una estimación del sistema de relaciones de género y la<br />
ideología que las legitima. Por ello se trata de hacer hincapié en el carácter relacional,<br />
histórico y cultural de la categoría género. Nos permitirá comprender que las relaciones<br />
entre hombres y mujeres, la asimilación de una identidad de género y las ideologías de<br />
género propiamente dichas son por entero contextuales, es decir, ofrecen la posibilidad<br />
de ubicarlas en un contexto espacio-temporal determinado.<br />
Tanto Marta Lamas (1996) como Mabel Burin (2001) destacan este aspecto de la<br />
historicidad del concepto “género” al reconocer que el sistema de relaciones entre<br />
mujeres y hombres nunca es igual de una época a otra, ni de una cultura a otra. Este<br />
abordaje nos hace entender el género como constructo cultural simbólico, analizable a<br />
partir de la asignación cultural de significados.<br />
Otra característica del género que debemos tener presente es su interrelación<br />
con otras categorías sociales como la raza, la etnia, la clase y la edad (Burin, 2001), pues<br />
todas ellas son parte fundamental en la organización de los sistemas sociales, en la<br />
construcción de la realidad social y en la producción simbólica que la explica y legitima. El<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
sistema de género influye sobre todas estas categorías pero al mismo tiempo es influido<br />
por ellas.<br />
También hay que destacar que las instituciones sociales como la familia, la Iglesia,<br />
la escuela, el Estado y los medios de comunicación masiva son también importantes<br />
fuentes de producción simbólica, las cuales están influidas por esa estructuración<br />
discursiva relativa al género, la raza, etcétera.<br />
Es aquí donde cobra importancia la participación del lenguaje; éste es el medio<br />
por el cual se construyen y se difunden las concepciones ideológicas de las instituciones<br />
antes mencionadas. También es aquí donde se vincula la comunicación con el concepto<br />
de género, pues la entendemos como aquel proceso que sirviéndose del lenguaje<br />
permite a los sujetos hacer construcciones y apropiaciones de significados.<br />
124 <br />
Hacer esta identificación de los sistemas de género en lo social no implica<br />
únicamente describir el hecho de que las personas están divididas en la oposición binaria<br />
masculino-femenino, y que tal segmentación es resultado de dicha interacción social. Lo<br />
que la categoría género también nos permite vislumbrar es que este sistema de<br />
organización plantea una serie de exigencias tanto a hombres como a mujeres.<br />
Para entender el género como proceso habría que identificar que éste se articula<br />
por tres instancias (Lamas, 1996). Primero, la asignación o atribución social del género,<br />
proceso que está determinado por la apariencia externa de los genitales y que en sí<br />
mismo contiene implicaciones ideológicas.<br />
La segunda instancia es la identidad de género, es decir, la internalización que el<br />
sujeto realiza de sus experiencias objetivas, las cuales están normadas por los otros a<br />
través del lenguaje. Aquí también se observan procesos contradictorios entre la<br />
subjetividad individual y las exigencias de la colectividad.<br />
En tercer lugar está el desempeño del papel o rol de género, la manifestación de<br />
estás normas y prescripciones dictadas socialmente sobre el comportamiento idóneo de<br />
mujeres y varones.<br />
Desde este punto de vista el género es el resultado de la interacción dinámica<br />
entre los hombres y las mujeres en un contexto histórico y en una cultura específica. Es<br />
decir, el género es una práctica social continua llevada a cabo a partir de la constitución<br />
de los cuerpos y sus potencialidades tanto reproductivas, productoras y afectivas<br />
(Connell, 2003).<br />
La teoría social ha identificado contradicciones en el proceso de organización<br />
social con base en el género. Consideramos que las contradicciones que se dan en la<br />
asignación, la identidad, la reproducción de roles o la práctica social cotidiana del género<br />
se deben a que están inscritos en un espacio más general: el de las ideologías de género.<br />
Como ya mencionamos, tienen el rasgo de ser asimétricas y, por ende, producir<br />
relaciones desiguales.<br />
Daniel Cazés considera que la misoginia es la ideología de género que va más allá<br />
de una patología social y se convierte en un conjunto de situaciones, condiciones y<br />
circunstancias que envuelven el saber humano. La misoginia es vista como un saber de<br />
sentido común que comparten las personas, hombres y mujeres, que dan por<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
sobreentendido y que no someten a crítica. Es cotidiano y se manifiesta a través de<br />
signos, señales y símbolos (Cazés y Huerta, 2005).<br />
En tanto ideología, la misoginia se convierte en una concepción del mundo que<br />
se caracteriza por desestimar e “inferiorizar” a las mujeres y a todo lo que tenga relación<br />
con ellas. Considera los rasgos femeninos como nocivos y negativos y expresa, en<br />
consecuencia, rechazo, temor y odio.<br />
Una de las principales exigencia para los sujetos de parte del sistema de género, a<br />
través de la ideología misógina, es el comportamiento heterosexual. Tanto mujeres como<br />
varones deben tener como único objeto y meta sexual a los miembros del sexo opuesto.<br />
En ese sentido, se produce una exclusión de la diversidad sexual y sus prácticas serán<br />
consideradas violaciones o transgresiones a las reglas de la heterosexualidad.<br />
125 <br />
La imposición de esta rotunda división genérica hace que el sujeto tienda a<br />
reprimir en él y en los otros las conductas que no sean las establecidas para sus géneros.<br />
Esto es lo que ha llevado a que los cambios sociales buscados por las mujeres y algunos<br />
hombres en la búsqueda de una equidad de género se vean entorpecidos o truncados.<br />
Ni qué decir de la resistencia que en el sector masculino se está expresando ante<br />
estos cambios tan significativos producidos por las mujeres. Es aquí donde vemos con<br />
mayor claridad el afianzamiento que tiene la ideología de género y su recurrencia para la<br />
defensa de la dominación masculina. También vemos cómo las instituciones, que tienen<br />
como dirigentes a sujetos masculinos, se resisten a enfrentar las nuevas dinámicas de<br />
relación entre mujeres y hombres.<br />
La televisión como institución cultural productora de significados está mostrando<br />
a través de sus mensajes dichas resistencias. Insiste en presentar de manera exaltada<br />
varios de los estereotipos que se han construido tanto de lo femenino como de lo<br />
masculino en su rasgo hegemónico.<br />
LAS MASCULINIDADES HEGEMÓNICA Y EMERGENTE<br />
La idea de masculinidad está enmarcada por la noción de sistema de género que toda<br />
cultura posee. El sistema de género ordena la práctica social de los sujetos. Así, la<br />
masculinidad sólo puede entenderse como la expresión de dicho sistema a partir de la<br />
relación que ésta establezca con la feminidad, pero al mismo tiempo con otras<br />
masculinidades. Esta condición va más allá de los rasgos biológicos del hombre, por lo<br />
que echa por tierra la idea de una “esencia fundamental”.<br />
Por ello, para tener una idea más adecuada de la masculinidad se deben<br />
identificar los procesos y relaciones en las cuales los hombres viven sus vidas con y junto<br />
a las mujeres. Así la práctica social de la masculinidad se manifiesta de forma general en<br />
tres dimensiones. La primera son las relaciones de poder como relaciones de dominación<br />
de un grupo de hombres sobre las mujeres, teniendo en cuenta que los hombres también<br />
interactúan entre ellos; destaca que la relación existente entre los diversos tipos de<br />
masculinidades se pueden dar por dominación, subordinación, complicidad o<br />
marginación (Connell, 2003).<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
Otra de las dimensiones es la de las relaciones de producción donde también un<br />
cierto tipo de hombre obtiene ventajas sobre la división social del trabajo. Una última<br />
dimensión es la de las relaciones afectivas, es decir, los vínculos emocionales que los<br />
hombres establecen con las mujeres y los hombres que las más de las veces se dan de<br />
forma rígida, reprimiendo el sentimiento humano.<br />
Por ello cuando se habla de masculinidad hegemónica se hace referencia a la<br />
posición de dominio que ocupan ciertos hombres en determinadas relaciones de género.<br />
Es el ejercicio del poder y de autoridad desde una posición privilegiada. Este modelo<br />
hegemónico de la masculinidad se convierte en muchas sociedades en el elemento<br />
estructurante de las identidades individuales y colectivas del hombre. Se instituye como<br />
una serie de mandatos que operan a nivel subjetivo mediante pautas identitarias, afectivas,<br />
comportamentales y vinculatorias.<br />
126 <br />
La masculinidad hegemónica es aquella que los varones manifiestan en sus<br />
relaciones de género y que tienen como característica el rasgo misógino, sexista,<br />
homofóbico, racista y patriarcal. Implica la dominación y la exclusión de todos aquellos<br />
que se entiendan como diferentes a dicho modelo. Por lo tanto, este tipo de masculinidad<br />
se vuelve un ideal para muchos hombres y mujeres, principalmente de las sociedades<br />
occidentales.<br />
Entre las características de personalidad que deben expresar los hombres, además<br />
de las arriba mencionadas, están la actividad, la protección y provisión del hogar, la<br />
honorabilidad y el orgullo, la responsabilidad y la autonomía, la fuerza y la valentía, la<br />
inexpresividad emocional, la racionalidad, la presencia pública y la preferencia<br />
heterosexual (Parrini, 2005).<br />
La hegemonía masculina requiere, además de la subordinación de las mujeres, de<br />
la subordinación de los hombres, aquellos que estén más allegados a los rasgos opuestos<br />
al modelo hegemónico. Es la masculinidad homosexual la que se aproxima más al<br />
conjunto de rasgos de lo femenino y, por lo tanto, se convierte en la oposición de la<br />
masculinidad hegemónica. De ahí la exclusión y la opresión de los sujetos que se<br />
atrevieron a transgredir el sistema de género con prácticas distintas.<br />
El conjunto de características de la masculinidad hegemónica hace prácticamente<br />
imposible la existencia de hombres que las manifiesten en su totalidad. Es aquí donde se<br />
da la oportunidad para la relación de complicidad entre los hombres. Muchos de ellos, a<br />
pesar de no cumplir con los requisitos mencionados, salen beneficiados sobre todo en la<br />
manifestación del dominio sobre las mujeres.<br />
Estas exigencias de la masculinidad hacen que ésta sea vista con un carácter<br />
dialéctico, es decir, que lleva implícita su contradicción. Por un lado, cumplir con dichas<br />
características significa la obtención de privilegios y reconocimientos sociales para los<br />
hombres, pero al mismo tiempo se vuelve una responsabilidad que desgasta, produce<br />
malestar y angustia en los varones.<br />
Para Mauricio Menjívar la masculinidad es refugio e impugnación y ese es su<br />
carácter contradictorio. “Así el mensaje que da origen a la masculinidad es<br />
profundamente dual. La virilidad aparece más endeble y precaria que sólida, así como<br />
condenada al inacabable juego validación-impugnación” (Menjívar, 2004: 12).<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
Es aquí donde se puede identificar la existencia de los otros tipos de masculinidad.<br />
Las masculinidades emergentes son aquellas que ofrecen oposición y resistencia al<br />
modelo hegemónico (Montesinos, 2005). En tanto este modelo ofrece contradicciones y<br />
discontinuidades, hace posible que los hombres reaccionen de forma diversa, ya sea<br />
atacando, negando o pervirtiendo dicho modelo de masculinidad.<br />
Se observa de cierta manera la atenuación o disminución de la presencia del<br />
modelo hegemónico de la masculinidad en la sociedad moderna debido a las<br />
transformaciones históricas y culturales que han llevado a que los mandatos culturales de<br />
la hombría pierdan fuerza (Abarca, 2000). Por la dinámica social, económica y cultural en<br />
la que la mujer está teniendo mayor participación, la construcción de la masculinidad está<br />
expresando cambios significativos.<br />
127 <br />
COMUNICACIÓN DE MASAS Y ESTEREOTIPOS MASCULINOS<br />
La importancia de hacer una indagación sobre el papel que juegan los medios de<br />
comunicación en la difusión de estereotipos masculinos es importante; el discurso de la<br />
cultura de masas se convierte en fuente principal de información para la comunicación de<br />
las personas, para la representación que se hacen del mundo, así como para la adopción<br />
de patrones culturales que determinan sus conductas. En relación con la construcción de<br />
las identidades masculinas y femeninas, la comunicación masiva se convierte en una de<br />
las instituciones sociales que influye en el proceso de internalización de rasgos y<br />
características asignadas a cada género.<br />
Consideramos que los mensajes de los medios son instrumentos que buscan<br />
perpetuar la condición privilegiada de ciertos grupos e instituciones. En consecuencia, su<br />
función es la de ser medio para el mantenimiento del poder y la opresión. En ellos se<br />
construye y reproduce la desigualdad sociocultural que crea un abismo en las relaciones<br />
entre los géneros.<br />
También mediante la difusión de estereotipos que fragmentan la imagen de<br />
hombres y mujeres, asignando espacios sociales de acción que son excluyentes para uno<br />
y otro género. Se impone así una determinada manera de entender el mundo a partir de<br />
la división desigual entre mujeres y hombres.<br />
Se distingue el hecho de que la comunicación de masas pretende arraigar en el<br />
pensamiento de sentido común la idea de que hay una diferencia natural entre el habla<br />
masculina y el habla femenina. Esto trae como consecuencia que se crea que hombres y<br />
mujeres piensan y se expresan de manera diferente por una cuestión biológica. Con ello<br />
se desconoce u oculta el hecho de que si existen diferencias en los estilos lingüísticos se<br />
debe a cuestiones culturales que privilegian más el estilo masculino y menosprecian el<br />
habla femenina.<br />
La relación entre el sexismo del lenguaje y los medios de comunicación se<br />
identifica a su vez por la circunstancia de que los mensajes de los medios están<br />
construidos bajo estos mismos códigos lingüísticos basados en estereotipos de género. El<br />
discurso de la prensa, la radio, el cine y la televisión refleja esa asimetría social a partir de<br />
expresiones que atribuyen cierto poder y privilegio a la masculinidad hegemónica,<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
excluyendo y omitiendo a las mujeres y hombres que salen de esa normatividad que exige<br />
el estereotipo masculino.<br />
En ese sentido, debemos precisar las características del estereotipo como medio<br />
de representación de la realidad. Un estereotipo es una construcción simbólica que sirve<br />
para dar legitimación a la realidad social. Su arraigo y aceptación social se debe a que es<br />
un medio que facilita la explicación e interpretación del mundo. Al mismo tiempo se<br />
vuelve un elemento de integración social, pues permite a los sujetos saberse parte de una<br />
cultura. En el proceso de construcción de identidades masculinas y femeninas, el<br />
estereotipo juega un papel muy importante.<br />
128 <br />
En tanto constructo social, el estereotipo es identificado como una forma<br />
simbólica con ubicuidad histórica y espacial (Thompson, 2002). Un estereotipo tendrá un<br />
carácter dinámico que va a depender de las transformaciones sociales. Lo interesante es<br />
que en tanto el estereotipo es un medio para la cohesión social, se buscará por parte de<br />
las instituciones dominantes que éste cambie poco y que sus transformaciones sigan<br />
sirviendo a sus intereses.<br />
Otra característica del estereotipo es que no es del todo falso pues su elaboración<br />
está hecha a partir de una selección de elementos que se pueden localizar en la realidad.<br />
Lo que ocurre es que dicha selección se hace de manera sesgada. Es decir, que en su<br />
producción y transmisión hay una intencionalidad en tanto entendamos el estereotipo<br />
como forma simbólica. La intención es dar una visión parcial de la realidad que sirva para<br />
el control y la dominación por parte de los grupos de poder en el sistema social.<br />
El desarrollo de los medios de comunicación de masas hizo que los estereotipos<br />
llegaran a un mayor número de personas convertidas en consumidores de mensajes.<br />
Estos estereotipos ya expresaban una jerarquía en las relaciones entre mujeres y hombres.<br />
Así comenzó a construirse un estereotipo de la masculinidad que sirviera de guía<br />
comportamental para todos los hombres. Los rasgos de valor, fuerza, racionalidad,<br />
control pasional, honorabilidad, autonomía, rectitud moral, salud mental y sexual se<br />
convirtieron en normas exigidas a los varones. Hasta nuestros días y en nuestra cultura<br />
mexicana se sigue manifestando este hecho. El “macho mexicano” sigue siendo un<br />
modelo imperante en el imaginario de muchos sujetos. En él se quiere depositar la<br />
esencia del hombre del México actual.<br />
Los mensajes de los medios nacionales siguen repitiendo el estereotipo del<br />
mexicano valentón, mujeriego, dominante, sexista, celoso y golpeador. Al mismo tiempo<br />
condena otras expresiones de la masculinidad como afeminadas o de falta de hombría.<br />
Son realmente escasos los personajes, las situaciones o los temas en los mensajes de los<br />
medios en que se resalte una masculinidad emergente.<br />
Los medios hacen una selección de características de la realidad para hacer<br />
verosímiles sus mensajes y, en ese sentido, tener mayor aceptación y credibilidad como<br />
informadores del entorno. Así, los mensajes han construido y transmitido estereotipos<br />
masculinos bajo las siguientes características de representación:<br />
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a) El hombre como amo del espacio público. Los medios tienden a ubicar la<br />
participación del sector masculino en actividades propias del espacio público.<br />
Como líder político, empresarial, deportivo, etcétera. Con intención de arraigar en<br />
la conciencia la idea de que ese es el lugar de acción y dominio del hombre.<br />
b) La ausencia masculina en el ámbito doméstico. Las representaciones del hombre<br />
en el hogar son escasas y cuando lo hacen sus acciones tienen que ver con el<br />
disfrute y el descanso. Ya sea que estén acompañando a la familia en una<br />
actividad lúdica o bien como meros testigos de cómo los demás miembros<br />
realizan las actividades domésticas.<br />
129 <br />
c) La masculinidad hegemónica en la intimidad. Los mensajes de los medios<br />
explotan poco el carácter sentimental del hombre en sus relaciones personales.<br />
Por el contrario, lo representan siempre en una situación de dominio y control<br />
emocional.<br />
d) El hombre como sujeto sexual. Aquí la construcción del estereotipo se basa<br />
principalmente en las características del cuerpo masculino como fuente de<br />
placer. La virilidad y la potencia sexual se convierten en las cualidades a explotar.<br />
El hombre es representado como un sujeto siempre listo a proporcionar la<br />
satisfacción sexual, con una virilidad inagotable.<br />
Las masculinidades emergentes, que poca cabida tienen en los mensajes de los<br />
medios, también se han sometido al proceso de “estereotipación”. Aquí se hace presente<br />
la intención discriminadora de los grupos sociales con respecto a estos tipos de<br />
masculinidad. Los estereotipos de estas masculinidades al fragmentar la realidad<br />
fomentan la marginación y la exclusión. Estos son algunos de los estereotipos:<br />
a) El hombre sometido. Viene a ser la representación del hombre que no cumple<br />
cabalmente con las características de la masculinidad hegemónica. Es débil de<br />
carácter, esmirriado, tiene una carencia (debilidad visual, baja estatura, calvicie,<br />
alergia, etcétera) que le impide realizar actividades físicas extraordinarias. Es<br />
tímido y sumiso con las mujeres. Es temeroso y servil con los hombres machos<br />
quienes lo rechazan o lo someten a burlas.<br />
b) El homosexual. Una variante de la masculinidad que históricamente ha sido<br />
excluida y reprimida socialmente es la del hombre homosexual. Su representación<br />
siempre ha tenido implícita la condena a la segregación y a la exclusión social.<br />
Actualmente el colectivo homosexual le ha exigido a los medios el derecho a ser<br />
presentados en toda su pluralidad identitaria. Aunque los medios siguen teniendo<br />
una mirada muy estrecha con respecto a este tipo de orientación sexual.<br />
c) La belleza masculina. Recientemente se ha construido mediante la influencia de la<br />
industria cosmética la figura masculina del metrosexual, un sujeto preocupado<br />
por su aspecto físico que lleva su cuidado personal a extremos de compulsión.<br />
Con él se pretende sintetizar la idea del hombre posmoderno. Su cuerpo es<br />
estimulo visual para sí mismo, ya no únicamente para el deleite de las mujeres.<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
ANÁLISIS DE LA SERIE DE FICCIÓN DRAMÁTICA<br />
El procedimiento seguido en el análisis del discurso televisivo parte de la complejidad del<br />
mismo. Así, la técnica utilizada busca realizar una visión integral del conjunto de<br />
componentes que constituyen dicho discurso. Por lo tanto, los programas de ficción<br />
televisiva fueron analizados a partir del siguiente esquema:<br />
130 <br />
Esquema de análisis<br />
Nivel Unidad Categoría Rasgos<br />
Sexista<br />
Estructura narrativa Personaje masculino Masculinidad<br />
hegemónica<br />
Homofóbico<br />
Clasista<br />
Patriarcal<br />
Estructura<br />
argumentativa<br />
Acciones<br />
Ambientes<br />
Racional<br />
Soberbio<br />
Fuerte<br />
Valiente<br />
Libre<br />
Insensible<br />
Público<br />
Ausente en lo<br />
privado<br />
Estructura verbal<br />
Estructura simbólica<br />
Expresiones orales<br />
Símbolos<br />
Masculinidad<br />
excluida<br />
Pro-feminista<br />
Homofílico<br />
De diversidad sexual<br />
Igualitario<br />
Sumiso<br />
Emocional<br />
Humilde<br />
Débil<br />
Cobarde<br />
Sensible<br />
Excluido del espacio<br />
público<br />
Presente en el hogar<br />
La estructura narrativa es el nivel que considera la relación de personajes, hechos<br />
y ambientes determinados. La manera en cómo se narren o relaten las historias, es decir,<br />
de cómo se organicen las acciones y cómo y dónde interactúen los personajes, nos dará<br />
información de la forma en que están siendo representadas las características de la<br />
masculinidad hegemónica y de las masculinidades excluidas.<br />
La estructura argumentativa está en estrecha relación con la intención apelativa<br />
que tiene el discurso televisivo, pues pretende que la audiencia tome partido por una<br />
cierta visión de la realidad. La argumentación se estructura mediante la organización<br />
temática de los programas, esto es, al darle preferencia a una situación o problemática y<br />
su forma de solución.<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
La estructura verbal es el componente oral del discurso televisivo; éste es crucial<br />
pues permite rescatar el uso de la lengua para nombrar y significar los actos y los<br />
personajes presentados en las historias que conforman los programas a analizar.<br />
La estructura simbólica es el nivel que debe atender al uso de recursos visuales:<br />
colores, figuras, objetos y lugares, que cultural e históricamente se tienen asociados tanto<br />
a lo masculino como a lo femenino.<br />
Los cuatro niveles de análisis se entrecruzan para ofrecernos la posibilidad de<br />
rescatar elementos que desde uno solo nos daría una visión limitada de la representación<br />
que los programas hacen de la masculinidad, tanto en su carácter hegemónico como<br />
emergente.<br />
131 <br />
A este respecto tomamos como categorías para el análisis aquellas que<br />
consideramos son expresiones características de la masculinidad hegemónica y que se<br />
manifiestan tanto a nivel narrativo, argumentativo, discursivo y simbólico en los<br />
programas que conforman nuestro corpus textual.<br />
Es por ello que se trabajó con un corpus textual que se compone de cinco<br />
capítulos de la serie unitaria Lo que callamos las mujeres. Cada uno de ellos aborda<br />
temáticas distintas que se rigen por un eje temático general que hace que se distingan<br />
como una serie de ficción dramática. Aunque son pocos, consideramos que sus<br />
contenidos son representativos de la intención comunicativa de los productores del<br />
programa y de la tendencia ideológica que pretende difundir la televisora en general.<br />
Los títulos de los capítulos y las síntesis temáticas son las siguientes:<br />
“Escoger la vida.” Una mujer madura tiene una crisis familiar por su embarazo. El<br />
marido y la hija adolescente la critican y la abandonan por su intención de continuar con<br />
la gestación. Ella logra dar a luz a un varón y ello hace que el marido recapacite y vuelva<br />
con ella para seguir siendo una familia.<br />
“Mi hija la soñadora.” Una adolescente sufre trastorno de déficit de atención<br />
provocando el rechazo de los padres. Huye de casa para refugiarse con una tía. Ésta<br />
convence a los padres del problema mental de la adolescente y juntos buscan ayuda.<br />
“No puedo vivir sin él.” Dos jóvenes se unen en matrimonio debido a la<br />
sobreprotección de los padres. Enfrentan situaciones de infidelidad y violencia<br />
intrafamiliar. Los padres reconocen sus errores en la sobreprotección. La pareja pide<br />
ayuda psicológica.<br />
“El precio de ser machista.” Un joven quiere ser músico pero se enfrenta al<br />
rechazo y la negativa de un padre autoritario y agresivo. La madre secunda las opiniones<br />
del padre y el joven sólo recibe apoyo de la hermana. El joven consigue el éxito después<br />
de que huye del hogar.<br />
“Así es la vida.” Una hija menor enfrenta los apuros económicos que provoca la<br />
enfermedad de su madre. El padre y el hermano mayor las abandonan y ella tiene que<br />
dejar los estudios para sobrevivir. Ella encuentra el apoyo de un joven de quien se<br />
enamorará. La situación se mejora y la familia vuelve a integrarse.<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
INTERPRETACIONES<br />
La estructura narrativa de un programa de ficción televisiva hace una representación de la<br />
realidad de manera muy particular. Al crearse personajes con características muy<br />
establecidas y ponerlos a ejecutar acciones determinadas en ambientes igualmente<br />
determinados, se muestra al telespectador una porción del mundo que le sirve de<br />
información para comprenderlo. En este caso, las historias que nos presenta Lo que<br />
callamos las mujeres nos muestran fragmentos de la vida de hombres y mujeres que, se<br />
asume, tienen posibilidad de existencia en la sociedad y la cultura mexicana.<br />
132 <br />
Los ambientes en los que dichas historias se desenvuelven adquieren un doble<br />
carácter: por un lado, se convierten en elemento referencial para la presentación de una<br />
realidad objetiva, es decir, un mundo de cosas, personas y lugares perceptibles<br />
visualmente que se confrontan con la experiencia previa del espectador; por otro, sirven<br />
de marco o contexto discursivo para que a su vez se difunda una visión ideológica de<br />
dicha realidad.<br />
En esta situación se encuentran las emisiones aquí analizadas ya que en ellas<br />
sobresale el ambiente de la urbe. Barrios populares, unidades habitacionales, vecindades y<br />
casas en zonas residenciales son los espacios físicos en donde los hechos se desarrollan.<br />
Tal representación del ambiente físico-geográfico nos permite hacer la primera relación<br />
con la condición social de los personajes. La dicotomía entre riqueza y pobreza se hace<br />
evidente al presentar situaciones como propias de un sector económico y casi imposibles<br />
en el otro.<br />
Aquí podemos hacer el cruce con la condición de género como sistema de<br />
relaciones, pues culturalmente se ha tendido a asociar para un solo género la condición<br />
económica de la riqueza y la pobreza como propia de su contraparte. Es decir, que se<br />
tiende a propagar la idea de que el hombre es el generador de riqueza y, por ende, su<br />
legítimo poseedor. Lo que se niega es el hecho de que muchas mujeres han participado a<br />
lo largo de la historia en la generación de riqueza para sus comunidades y países.<br />
En cierto sentido algunos de los capítulos aquí analizados nos presentan a<br />
personajes femeninos que son económicamente activos y cuyo trabajo es el sostén de<br />
sus familias. Por ejemplo, en “Así es la vida” la protagonista tiene a su cargo la<br />
manutención de su madre enferma. En “Escoger la vida” el personaje de la tía posee un<br />
negocio propio que le permite ayudar a su sobrina embarazada. Pero discursivamente,<br />
estos personajes se presentan como casos aislados. Finalmente se argumenta que tales<br />
situaciones se deben a la falta de un hombre que lleve las riendas de la economía<br />
doméstica.<br />
Lo que vemos es que se omite la existencia de hombres pobres, incapacitados<br />
para la producción o simplemente excluidos del sistema productivo. Esta característica de<br />
la masculinidad de oponerse al sistema económico hace que este tipo de hombres<br />
también sean relegados por la masculinidad hegemónica.<br />
Así, cuando alguno de los personajes representa a un hombre con intereses que<br />
no están dirigidos al desarrollo económico y el incremento de la riqueza se le califica<br />
peyorativamente y se le cuestiona su falta de iniciativa y de empresa. Tal es el caso de<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
Marcos, el personaje de “El precio de ser machista”, cuyo padre le exigía que dejara de<br />
estudiar música para ponerse a trabajar. Aquí vemos que prácticamente se repite la<br />
noción ideológica de que el trabajo hace al hombre. Es decir, que el ambiente económico<br />
define la masculinidad.<br />
La representación del ambiente físico permite configurar el espacio de acción de<br />
las actividades sociales estructuradas por el género. Es aquí donde retomamos los<br />
conceptos de espacio público y espacio privado para entender que son los lugares en<br />
donde las personas realizan las actividades sociales, a partir de roles que permiten la<br />
interacción entre ellas.<br />
133 <br />
Con esta visión se tiende a asociar el espacio público como propio del hombre y<br />
en consecuencia su ausencia en el espacio privado. Así como la menor participación de<br />
mujeres en lo público y su relegación al espacio privado. Al menos así lo muestran las<br />
representaciones llevadas a cabo en estas dramatizaciones, pues en ellas encontraremos<br />
a los hombres desempeñando funciones de estudiantes, empresarios, profesionistas,<br />
artistas o deportistas siempre en sus instituciones correspondientes. La oficina o el<br />
consultorio son lugares frecuentemente presentados en las historias de los programas. En<br />
ellos son principalmente los hombres quienes los ocupan.<br />
Cuando llegan a aparecer estos personajes en el hogar, el espacio privado por<br />
antonomasia, se les presenta como ajenos a las actividades que se realizan en éste. Si<br />
están en la recámara, se les presenta leyendo el periódico o mirando la televisión: actos<br />
que nos lleva a asociarlos como conectados todavía con lo público. Ahí mismo, pero en la<br />
representación del acto amatorio, se les muestra como dominantes de la situación, hecho<br />
que no les hace perder su condición de hegemonía.<br />
La cocina es representada como un lugar eminentemente femenino donde un<br />
hombre no tiene cabida. Cuando los hombres llegan a estar en la cocina se les presenta<br />
como sujetos ajenos a dicho lugar. Simplemente están de paso, abasteciéndose de<br />
energía para continuar con sus actividades públicas. Como en la historia de “El precio de<br />
ser machista”, donde Marcos quien, estando en la cocina, fue corrido por su madre<br />
diciéndole que no debía estar ahí.<br />
Cuáles son entonces los ambientes institucionales allí representados donde los<br />
hombres interactúan. Identificamos principalmente tres: el laboral, el escolar y el familiar.<br />
Es decir, la empresa, la escuela y la casa se convierten en los lugares donde se desarrollan<br />
las historias aquí analizadas. En los dos primeros la presencia masculina domina tanto<br />
cuantitativa como cualitativamente con respecto a la participación de las mujeres. En el<br />
tercero el hombre está presente pero con distintos matices de participación.<br />
En Lo que callamos las mujeres domina la participación femenina tanto en la<br />
historia como en la presencia en el hogar. El hombre se convierte en personaje<br />
secundario reduciéndose su presencia en los espacios representados.<br />
La masculinidad en tanto expresión de una relación en un sistema de género está<br />
siempre ubicada en un espacio físico socialmente asignado. Aquí se identifica el factor<br />
ideológico pues las representaciones de los ambientes institucionales continúan<br />
privilegiando lo masculino para el desempeño de sus interacciones.<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
La concordancia que se establece entre el tipo de personaje, las acciones que<br />
realiza y los ambientes en que las ejecuta es tal que cumplen con los requisitos exigidos a<br />
la narración. Pero al mismo tiempo, dan satisfacción a los fines discursivos de transmisión<br />
de una ideología de género en cuanto a la representación de un sujeto masculino con<br />
características estereotipadas. Los personajes masculinos tanto principales como<br />
secundarios mantienen rasgos comunes que instituyen el estereotipo masculino.<br />
Todos los personajes masculinos se incluyen en el estereotipo del hombre<br />
occidental. Sus rasgos físicos y de personalidad son muy estandarizados. Físicamente son<br />
hombres de complexión regular, de estatura media. No son fornidos en exceso pero sus<br />
cuerpos sí denotan la práctica de ejercicio. La edad es otro elemento que sobresale en<br />
estos personajes masculinos. La juventud se impone sobre la vejez y la infancia. De hecho<br />
ninguna de estas historias tiene a un niño como personaje.<br />
134 <br />
Se asume que, según la historia, cada personaje debe tener un conjunto de<br />
características distintivas en cuanto a su personalidad. Pero en los capítulos observados<br />
hallamos rasgos comunes tanto en los personajes masculinos como femeninos que dan<br />
muestra de la intención de universalizar la imagen de la masculinidad hegemónica<br />
exaltada. Hecho que requiere el uso del estereotipo ya establecido pero que al mismo<br />
tiempo lo re-elabora dándole tintes de actualidad.<br />
Por ejemplo, el joven músico de “El precio de ser machista” representa a un<br />
hombre tímido, falto de carácter, sumiso. Todas estas características definen el perfil del<br />
personaje como un ser “fracasado” socialmente hablando. Una condición de la<br />
masculinidad que no es aceptable pues se considera como la antítesis de lo que un<br />
verdadero hombre debe ser.<br />
En oposición están los triunfadores, los sujetos que sintetizan la masculinidad<br />
dominante. Que contienen en su personalidad elementos que los ponen por encima de<br />
los demás. Son fuertes, guapos y galantes, caballerosos, pero sobre todo racionales e<br />
insensibles. Varios de ellos convencen y someten con pocas argumentaciones. Como<br />
Adrián de “No puedo vivir sin él”, es decir, sujetos que son admirados debido a sus<br />
cualidades físicas o intelectuales por su respectivos personajes femeninos, quienes sin<br />
dudar realizan las órdenes que ellos les dan.<br />
La hegemonía masculina también se expresa en los personajes de edad madura.<br />
Principalmente en aquellos que representan a padres de familia. Sujetos que asumen la<br />
dirigencia y cuidado de los integrantes del núcleo familiar. El orden patriarcal se continúa<br />
y legitima a través de los actos realizados enmarcados en un sistema de valores éticos y<br />
morales.<br />
Ismael, personaje de “Escoger la vida”, alude a la ética y al sentido común al<br />
negarle la maternidad a su esposa. Gerardo de mi “Mi hija la soñadora” hace entrar en<br />
razón a su esposa sobre cómo tratar a las hijas. Rogelio de “El precio de ser machista”<br />
impone su machismo basado en su autoridad de padre y de proveedor de la manutención<br />
de la familia.<br />
Establecimos que en la representación de una historia la argumentación se daba<br />
de forma implícita. Esto quiere decir que habrá un sentido subyacente que se estructura<br />
también por la relación entre personajes, acciones y expresiones. La argumentación tiene<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
que ver con el hecho de convencer al telespectador de que aquello que se está<br />
mostrando tiene su razón de ser y su justificación dentro de la historia. Es mediante este<br />
nivel que se identifican las posiciones ideológicas y las valoraciones morales que los<br />
productores y realizadores de los programas que transmiten y difunden a la audiencia.<br />
El análisis nos permitió hallar un sentido implícito que orienta el discurso a la<br />
legitimación del hombre como figura central, es decir, como concreción del sistema<br />
patriarcal. Donde la autoridad masculina se hace presente en la figura parental al dirigir las<br />
voluntades y deseos de los miembros del sistema social.<br />
135 <br />
Los hechos y las características de los personajes masculinos aquí esbozados nos<br />
sirven para darnos cuenta que la masculinidad hegemónica se legitima como meta o<br />
destino final del desarrollo de la conducta del hombre. Al tiempo que se produce la<br />
descalificación de las condiciones y características de la masculinidad emergente al ser<br />
representada como un obstáculo.<br />
A la par de las acciones, la importancia de las palabras en la representación de la<br />
condición masculina es crucial. La manifestación de la lengua en un uso particular por<br />
parte de los hombres nos da cuenta de la diferencia entre las visiones de género y su<br />
determinación cultural.<br />
Cuando los personajes masculinos expresan sus opiniones sobre las mujeres se<br />
identifica un acto de exclusión y discriminación hacia ellas. Y lo mismo pasa en la<br />
dirección contraria, aunque en estos programas ocurra en menor medida.<br />
Aquí el capítulo más significativo es el de “El precio de ser machista”, donde las<br />
expresiones del padre son excesivamente misóginas y homofóbicas. Dichas expresiones<br />
se justifican por la característica del personaje que representa el estereotipo del macho<br />
mexicano. Y aunque la intención es hacer una crítica a este tipo de sujeto, sentimos que<br />
no se logra pues éste no cambia sus opiniones y, todavía más, son secundadas y<br />
admitidas por los otros personajes.<br />
En estas emisiones sobresalieron las expresiones de contenido amenazante de<br />
parte de los personajes masculinos a los otros personajes. Especialmente cuando el<br />
hombre se dirigía a una mujer para comunicarle sus órdenes o sus pretensiones. De igual<br />
manera, cuando se comunicaban con los hombres subordinados a la hegemonía<br />
masculina.<br />
Una vez más es Rogelio el personaje que sobresale en amenazas proferidas hacia<br />
todos los miembros de la familia, pero principalmente hacia Marcos a quien le advierte<br />
que lo va a convertir en un “hombrecito”, quiera éste último o no. Le sigue Ismael, quien<br />
somete a la esposa a través de insultos y advertencias sobre su embarazo. La llama “vieja”,<br />
“imprudente” y “tonta”.<br />
Aquí destacan las expresiones orales de las mujeres que en muchas ocasiones se<br />
presentan como propiciadoras de la agresión verbal de los hombres. También están los<br />
silencios que muchas de ellas manifiestan y que dan por sentado el sometimiento a la<br />
autoridad masculina. Son pocos los personajes femeninos que se atreven a replicar o<br />
debatir el discurso autoritario del personaje masculino. Cuando lo hacen su recurso es<br />
poner en duda la hombría o virilidad de los personajes.<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
Pocas veces hubo una manifestación de igualdad, un diálogo entre los personajes<br />
que expresara una relación de equidad. Lo que hallamos fueron actos de<br />
condescendencia por parte del personaje masculino hacia el femenino. Es Ramiro el<br />
personaje masculino de “Así es la vida” quien hace más concesiones a los deseos y<br />
peticiones de Sara, expresándole que le dará tiempo para que lo acepte como novio.<br />
Cuando se realiza la representación de lo masculino y lo femenino a través del<br />
audiovisual se recurre siempre a imágenes que el espectador ya tiene aprehendidas<br />
culturalmente y que forman parte del contexto en que se desenvuelve. Estas imágenes<br />
motivan significaciones que van más allá de la realidad que representan. Poseen un valor<br />
simbólico por el hecho de que están cargadas de varios sentidos implícitos en ellas, es<br />
decir, son polisémicas. El autor y productor de las dramatizaciones no sólo se sirve de<br />
dichas imágenes para transmitir una idea literal sino que a su vez transmite contenidos<br />
implícitos en el texto que guían la interpretación de lo representado.<br />
136 <br />
Así, identificamos varios símbolos que expresan aspectos de la masculinidad que<br />
asumimos que poseen un carácter ideológico de género. El marco contextual de estos<br />
símbolos es la cultura occidental que a lo largo de la historia ha producido y legitimado<br />
una serie de características convencionalmente consideradas como propias de lo<br />
masculino.<br />
En los programas aquí analizados fue el cuerpo del hombre el objeto que se<br />
identificó como símbolo en sí mismo de la masculinidad. Como ya anotamos, la<br />
complexión de los actores que representaban a los personajes de las historias posee<br />
ciertas similitudes. La complexión, la altura media, la edad, la tez se suman como<br />
significantes de un tipo de hombre varonil, fuerte físicamente, cuya potencia sexual no<br />
está en duda pues la salud física de su cuerpo se extiende a todos los órganos del mismo.<br />
Aquí entonces, una primera significación del cuerpo como expresión de fortaleza.<br />
El cuerpo masculino también es fuente de la hombría y su consecuente expresión<br />
de machismo. La justificación de los actos misóginos de varios de los personajes se hace<br />
a partir de que poseen un cuerpo masculino. El padre de Marcos golpea, grita, ordena y<br />
castiga por que es hombre. Adrián, el marido infiel de “No puedo vivir sin él”, puede tener<br />
varias mujeres porque el cuerpo se lo pide. Se expresa con esto la idea de la “naturaleza”<br />
masculina como condicionante del comportamiento del hombre, desconociendo el<br />
carácter cultural de dicha práctica social.<br />
La genitalidad y su función reproductiva, aunque no son explicitadas en los<br />
relatos, sí se exponen como características de una masculinidad que adquiere una<br />
valoración simbólica depositada en el cuerpo. La paternidad como concreción de la<br />
esencia de lo masculino demuestra aquí la idea de que los hombres, si tienen hijos, son<br />
más hombres todavía. Se destaca así la simbolización del cuerpo con la fertilidad y la<br />
procreación.<br />
La vestimenta que cubre el cuerpo también adquiere valor simbólico al significar<br />
la pertenencia a una cultura, pero además a una clase social y a un sistema de género. La<br />
mayoría de los personajes visten de traje o ropas que les adjudica un nivel económico<br />
alto. Los colores de las ropas son de tonos obscuros (negros, grises, marinos) para<br />
distinguirse de los colores claros culturalmente asociados a las mujeres.<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
Los espacios también se vuelven simbólicos de una ideología de género. El lugar<br />
de trabajo de los hombres de estas historias se convierte en zona de seguridad y de<br />
poder. De esta manera la casa se presenta como símbolo del hogar y la familia feliz. En<br />
este espacio la mujer desempeña funciones más importantes, pero según interpretamos<br />
en los relatos, el hombre no pierde su hegemonía pues su función de proveedor nunca es<br />
sustituida por el trabajo de la madre.<br />
CONCLUSIONES<br />
137 <br />
El análisis nos permitió identificar que los distintos personajes masculinos que participan<br />
en las historias de los programas analizados presentan rasgos comunes de lo que<br />
definimos como masculinidad hegemónica. Tanto a nivel narrativo, argumentativo,<br />
lingüístico y simbólico la representación de lo masculino estuvo caracterizada por un<br />
conjunto de elementos propios del estereotipo del hombre occidental de la cultura<br />
moderna.<br />
Notamos que las historias giran sobre un mismo eje temático que requiere de la<br />
utilización de un tipo de personaje masculino que justifique el desarrollo de las<br />
secuencias de la trama. Pero al hacerlo así, los productores y escritores están reduciendo<br />
la representación de las múltiples realidades masculinas de la sociedad mexicana. Quedan<br />
fuera del espectro de representación muchos hombres que viven su cotidianidad de<br />
diversas maneras y que si fueran tomadas en cuenta, permitirían la creación de miles de<br />
relatos para su transmisión en televisión.<br />
La importancia de analizar y reflexionar sobre el género y las masculinidades<br />
desde la comunicación radica en que se pueden mostrar las particularidades de la<br />
producción y difusión a través del discurso de los medios y los rasgos dominantes de lo<br />
masculino.<br />
Una investigación con perspectiva de género sobre las masculinidades tiene la<br />
posibilidad de mostrar que no existe una esencia masculina. Cada cultura tiene una gama<br />
de variantes sobre lo masculino. El análisis del discurso televisivo también permite criticar<br />
las evidencias ideológicas que en torno al género han construido las instituciones<br />
sociales.<br />
Las nociones de masculinidad hegemónica y emergente son útiles en tanto<br />
explican la diversidad que existe en las expresiones del género masculino. Mediante su<br />
análisis podemos adoptar una postura política ante el sistema ideológico del género y<br />
quizá se puedan abatir los argumentos que las justifican y legitiman. Por otra parte, nos da<br />
espacio para la autorreflexión acerca de la propia condición de sujeto masculino. Se<br />
confronta y se cuestiona nuestra masculinidad que ya está en constante crisis.<br />
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Masculinidades: su representación en la ficción televisiva<br />
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Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
BELLA Y A LA MODA, ¿FELIZ Y AMADA?<br />
PROGRAMAS TELEVISIVOS QUE TRANSFORMAN LA<br />
APARIENCIA FÍSICA DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE<br />
MECANISMOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO<br />
Raquel Ramírez Salgado*<br />
RECIBIDO: 15 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
raquelramisal@hotmail.com<br />
* Raquel Ramírez Salgado es estudiante de la maestría en Comunicación por la Facultad de Ciencias<br />
Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). <br />
PALABRAS CLAVE | género, violencia de género contra las mujeres, estereotipos sexistas,<br />
medios de comunicación, derechos humanos de las mujeres.<br />
KEYWORDS | gender, violence against women, gender stereotypes, media,<br />
women's human rights.
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
RESUMEN<br />
Pese a que en México existe una legislación vigente que apunta sobre la<br />
responsabilidad que tienen los medios de comunicación de representar a las<br />
mujeres sin estereotipos, éstos están presentes en el discurso mediático y<br />
vulneran los derechos humanos de las mujeres, ya que fomentan la<br />
discriminación y violencia de género.<br />
Uno de los derechos humanos de las mujeres y niñas más vulnerado es el de<br />
una vida libre de violencia; vivir una vida libre de violencia incluye que los<br />
medios de comunicación nos representen dignamente, como humanas y<br />
autónomas, no como seres dependientes y débiles. Reproducir estereotipos<br />
sexistas contra mujeres y niñas constituye una forma de violencia de género,<br />
ya que se fomenta la discriminación contra nosotras y se perpetúa la<br />
desigualdad.<br />
Los estereotipos representados por los medios de comunicación se han<br />
centrado en buena medida en un elemento paradigmático de la subjetividad<br />
femenina, la belleza física. Actualmente se transmiten programas de<br />
televisión que transforman la apariencia física de las mujeres, con el objetivo<br />
de que luzcan bellas y a la moda, y aunque pareciera que dichas<br />
transformaciones mejoran las condiciones de vida de las mujeres, en realidad<br />
tienen el propósito de que ellas cumplan con uno de los máximos mandatos<br />
de género y, peor aún, a través de mecanismos de violencia de género como<br />
la violencia psicológica o patrimonial.<br />
Para evidenciar lo anterior, este trabajo retoma conceptos y herramientas<br />
metodológicas del feminismo. Como unidad de análisis se tomará en cuenta<br />
el discurso de una emisión de los programas ¡No te lo pongas!, 10 años<br />
menos y Cámbiame el look, transmitidos en el canal Discovery Home and<br />
Health.<br />
141 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
142 <br />
ABSTRACT<br />
Although in Mexico there is a legislation that aims on the responsibility of<br />
media portrayal of women without stereotypes, they are present in media<br />
discourse and violate human rights of women, as they encourage gender<br />
discrimination and violence.<br />
One of the human rights of women and girls more vulnerable is that of a life<br />
free of violence, to live a life free from violence includes media that represent<br />
us with dignity, as human and autonomous beings not as dependent and<br />
weak. Again, reproduce sexist stereotypes against women and girls, is a form<br />
of violence, as it encourages discrimination against us and perpetuates<br />
inequality.<br />
The stereotypes represented by the media have focused largely on a<br />
paradigmatic element of female subjectivity, physical beauty. Currently,<br />
television programs are broadcast that transform the physical appearance of<br />
women, with the aim of them look beautiful and fashionable, and although it<br />
seems that these changes improve the living conditions of women actually<br />
have so that they comply one of the highest mandates of gender and worse,<br />
through mechanisms of violence, like psychological or property violence.<br />
To demonstrate this, this paper takes concepts and methodological tools of<br />
feminism. The unit of analysis will be the discourse of one emission to the<br />
programs What Not to Wear!, 10 years younger and How do I look?,<br />
broadcast on Discovery Home and Health Channel..<br />
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Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
INTRODUCCIÓN: LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LOS DERECHOS HUMANOS DE<br />
LAS MUJERES<br />
143 <br />
Es en la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing, 1995, gracias al trabajo de las<br />
feministas, que por primera vez la Plataforma de Acción señala la preocupación y<br />
necesidad de promover una representación de las mujeres en los medios de<br />
comunicación libre de estereotipos. La declaratoria señala lo siguiente:<br />
<br />
<br />
Alentar a los medios de difusión a que se abstengan de presentar a la<br />
mujer como un ser inferior y de explotarla como objeto sexual y bien de<br />
consumo, en lugar de presentarla como un ser humano creativo, agente<br />
principal, contribuyente y beneficiaria del proceso de desarrollo.<br />
Fomentar la idea de que los estereotipos sexistas que se presentan en los<br />
medios de difusión son discriminatorios para la mujer, degradantes y<br />
ofensivos, por lo que es necesario adoptar medidas efectivas para evitar la<br />
pornografía y la protección de programas en los que se muestren escenas<br />
de violencia contra mujeres y niñas en los medios de difusión, por lo que<br />
es importante que se promuevan códigos de conducta y formas de<br />
autorregulación para evitar imágenes estereotipadas.<br />
La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra<br />
la mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés y ratificada por México en 1981), en su primer<br />
artículo, define la discriminación contra la mujer como “toda distinción, exclusión o<br />
restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el<br />
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil,<br />
sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las<br />
libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en<br />
cualquier otra esfera”.<br />
La CEDAW apunta en su segundo artículo que “los Estados Partes condenan la<br />
discriminación contra la mujer en todas sus formas, y deben seguir, por todos los medios<br />
apropiados y sin dilaciones, una política encaminada a eliminar la discriminación contra la<br />
mujer”. Desde luego, para llevar a cabo las acciones afirmativas anteriores no sólo se<br />
requiere de la participación de los medios masivos, sino también de la intervención del<br />
Estado, la academia, el activismo y la ciudadanía.<br />
La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia<br />
contra la mujer (Convención Belém do Pará), también signada por México, establece en<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
su artículo 6 que “El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre<br />
otros:<br />
a) el derecho de la mujer a ser libre de toda forma de discriminación, y<br />
b) el derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones<br />
estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales<br />
basadas en conceptos de inferioridad o subordinación.<br />
144 <br />
Para que este derecho inalienable de las mujeres se cumpla, una de las medidas,<br />
entre muchas otras, que los Estados Partes deben llevar a cabo es “alentar a los medios de<br />
comunicación a elaborar directrices adecuadas de difusión que contribuyan a erradicar la<br />
violencia contra la mujer en todas sus formas y a realzar el respeto a la dignidad de la<br />
mujer” (Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra<br />
la mujer, Convención Belém do Pará, artículo 8).<br />
Por otro lado, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de<br />
Violencia (LGAMVLV), instrumento jurídico nacional, dicta en su artículo 35 que la<br />
dederación, las entidades federativas, el Distrito Federal y los municipios deberán<br />
coordinarse para integrar y hacer funcionar el Sistema Nacional para prevenir, sancionar y<br />
erradicar la violencia contra las mujeres. Derivado del Sistema Nacional, el Programa<br />
Integral para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres<br />
contendrá diversas acciones con perspectiva de género, como son:<br />
<br />
<br />
Transformar los modelos socioculturales de conducta de mujeres y<br />
hombres, incluyendo la formulación de programas y acciones de<br />
educación formales y no formales, en todos los niveles educativos y de<br />
instrucción, con la finalidad de prevenir, atender y erradicar las conductas<br />
estereotipadas que permiten, fomentan y toleran la violencia contra las<br />
mujeres.<br />
Vigilar que los medios de comunicación no fomenten la violencia contra<br />
las mujeres y que favorezcan la erradicación de todos los tipos de<br />
violencia, para fortalecer el respeto a los derechos humanos y la dignidad<br />
de las mujeres.<br />
El Estado no ha cumplido con su responsabilidad de coordinar e integrar el<br />
Sistema Nacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y, por<br />
lo tanto, no se han llevado las acciones afirmativas del Programa Integral para prevenir,<br />
atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres; sin embargo, la Secretaría<br />
de Gobernación por sí sola es la instancia encargada de “vigilar que los medios de<br />
comunicación favorezcan la erradicación de todos los tipos de violencia y se fortalezca la<br />
dignidad de las mujeres” (artículo 42, fracción X). Ni las instancias estatales ni los medios<br />
de comunicación se han responsabilizado por la reproducción de imágenes<br />
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Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
estereotipadas de las mujeres, las cuales fomentan la violencia y discriminación contra<br />
nosotras, ya que contribuyen a perpetuar la desigualdad entre hombres mujeres.<br />
Desde el feminismo no pretendemos afirmar que las audiencias televisivas, o de<br />
cualquier medio masivo, son pasivas; por el contrario, la receptora o el receptor es un<br />
sujeto activo capaz de recibir pero también de seleccionar, procesar, transformar y<br />
acomodar la información e, incluso, desecharla, entrando en juego diferentes<br />
mediaciones (Bustos, 2000: 399). Además, el efecto de los relatos televisivos está<br />
condicionado con creencias preexistentes que los sustentan y afirman su legitimidad<br />
(Picini, 2000: 70), es decir, los contenidos de los medios de comunicación cobran sentido<br />
en las audiencias siempre y cuando éstas posean marcos de referencia previos, que los<br />
signifiquen y validen. De esta forma, si el discurso mediático reproduce estereotipos<br />
sexistas de las mujeres, éstos cobran sentido en audiencias insertas en un sistema<br />
patriarcal que legitima la violencia de género.<br />
145 <br />
“ESPEJISMOS DE IGUALDAD DE GÉNERO.” LA NECESIDAD IMPERANTE DE<br />
VISIBILIZAR LA VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA LAS MUJERES<br />
En el marco de transiciones económicas, políticas y sociales en todo el mundo, se<br />
reproduce la falaz idea de que las mujeres vivimos en condiciones de igualdad con<br />
relación a los hombres, lo que Amelia Valcárcel denomina “espejismos de igualdad de<br />
género”. Nada más falso que la igualdad entre mujeres y hombres, tal como lo señalan, si<br />
nos vamos a los números, organismos como la ONU. Si lo particularizamos en el caso de<br />
México, apenas el 7 de julio de 2011, en la presentación del informe sobre los Objetivos<br />
del Milenio, la participación política de las mujeres apenas llegaba al 28 por ciento,<br />
mientras que la económica a tan sólo 40 por ciento. Toda esta falta de acceso a<br />
derechos, bienes y servicios, a pesar de que la Constitución, en su artículo primero,<br />
apunta que las mujeres y los hombres somos iguales y que en México está prohibida la<br />
discriminación, constituye una forma de opresión de las mujeres.<br />
La opresión de las mujeres se define por un conjunto articulado de características<br />
enmarcadas en la situación de subordinación, dependencia vital y discriminación de las<br />
mujeres en nuestras relaciones con los hombres, en el conjunto de la sociedad y en el<br />
Estado. La opresión de las mujeres se sintetiza en la “inferiorización” frente al hombre<br />
constituido en paradigma social y cultural de la humanidad (Lagarde, 2005: 97). El<br />
mecanismo por excelencia del sistema patriarcal para fomentar y conservar la opresión<br />
de las mujeres ha sido la violencia de género. Explicar el origen, las causas y legitimidad<br />
de la violencia de género no es simple, sino que responde a un fenómeno complejo.<br />
La violencia de género es un mecanismo político que tiene por objetivo mantener<br />
las desigualdades y desventajas de las mujeres en las relaciones con los hombres; así, las<br />
mujeres somos excluidas del acceso a bienes, recursos y oportunidades, mientras que a<br />
los hombres se les otorgan privilegios y la supremacía de género: los hombres son<br />
educados para reaccionar con violencia y las mujeres para soportar la violencia como un<br />
destino (Lagarde, 2006: 27).<br />
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Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
La violencia de género afecta a todas las mujeres y niñas, de todos los países y<br />
culturas e incluye, desde luego, el maltrato, la cosificación, la desigualdad social,<br />
económica, jurídica, política y cultural. La violencia de género es ejercida en el ámbito<br />
público y privado, por conocidos y desconocidos, por autoridades, gobernantes,<br />
funcionarios, representantes, dirigentes, profesionales, colegas y compañeros (Lagarde,<br />
2006: 24).<br />
LA VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA LAS MUJERES EN EL MÉXICO ACTUAL: MÁS<br />
“ESPEJISMOS DE IGUALDAD”<br />
146 <br />
Durante la LIX Legislatura, las entonces diputadas federales Marcela Lagarde y Angélica de<br />
la Peña, propusieron y elaboraron la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida<br />
Libre de Violencia (LGAMVLV), instrumento jurídico publicado el 1º de febrero de 2007 en<br />
el Diario Oficial de la Federación.<br />
La LGAMVLV es producto del trabajo realizado por la Comisión Especial para<br />
Conocer y dar Seguimiento a las Investigaciones sobre los Feminicidios en la República<br />
Mexicana y la Procuración de la Justicia Vinculada, encabezada por Marcela Lagarde. Esta<br />
investigación, sin precedentes en nuestro país, demostró que la violencia de género<br />
contra las mujeres prevalece y se ejecuta de forma sistemática, legitimada e impune: mil<br />
205 mujeres y niñas fueron asesinadas en todo el país en 2004, es decir, cuatro mujeres y<br />
niñas fueron asesinadas cada día, una mujer o niña fue asesinada cada seis horas. Más de<br />
6 mil mujeres y niñas fueron asesinadas en seis años, de 1999 a 2005. 1<br />
La LGAMVLV salvaguarda los derechos humanos básicos de las mujeres y niñas,<br />
que son la vida, la libertad, la seguridad y el respeto a su dignidad. Esta ley, en palabras de<br />
sus autoras, se basa en la teoría feminista y ofrece una caracterización de la violencia de<br />
género contra las mujeres y los tipos y modalidades de violencia contra las mujeres.<br />
En su artículo 5, la LGAMVLV define la violencia contra las mujeres como<br />
cualquier acción u omisión, basada en su género, que les cause daño o sufrimiento<br />
psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado<br />
como en el público.<br />
La LGAMVLV tipifica en el artículo 6 la violencia contra las mujeres de la siguiente<br />
manera:<br />
Violencia psicológica: es cualquier acto u omisión que dañe la<br />
estabilidad psicológica, que puede consistir en negligencia, abandono,<br />
descuido reiterado, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación,<br />
marginación, indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas,<br />
rechazo, restricción a la autodeterminación y amenazas, las cuales<br />
1<br />
Información obtenida de una presentación que Marcela Lagarde proporcionó a las estudiantes del Diplomado<br />
Internacional “El feminismo en América Latina. Aportaciones teóricas y vindicaciones políticas”, impartido en el<br />
CEIICH de la UNAM.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
conllevan a la víctima a la depresión, al aislamiento, a la devaluación de su<br />
autoestima e incluso al suicidio.<br />
Violencia física: es cualquier acto que inflige daño no accidental, usando<br />
la fuerza física o algún tipo de arma u objeto que pueda provocar o no<br />
lesiones ya sean internas, externas o ambas.<br />
Violencia patrimonial: es cualquier acto u omisión que afecta la<br />
supervivencia de la víctima. Se manifiesta en la transformación, sustracción,<br />
destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales,<br />
bienes y valores, derechos patrimoniales o recursos económicos<br />
destinados a satisfacer sus necesidades y puede abarcar los daños a los<br />
bienes comunes o propios de la víctima.<br />
147 <br />
Violencia económica: es toda acción u omisión del agresor que afecta<br />
la supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a través de<br />
limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones<br />
económicas, así como la percepción de un salario menor por igual trabajo,<br />
dentro de un mismo centro laboral.<br />
Violencia sexual: es cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la<br />
sexualidad de la víctima y que, por tanto atenta, contra su libertad, dignidad<br />
e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la<br />
supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como<br />
objeto, y<br />
Cualesquiera otras formas análogas que lesionen o sean susceptibles de<br />
dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres.<br />
Por otro lado, las “modalidades de violencia” son las formas, manifestaciones o los<br />
ámbitos de ocurrencia en que se presenta la violencia contra las mujeres, como son:<br />
violencia familiar, violencia laboral y docente, violencia en la comunidad y violencia<br />
institucional.<br />
La LGAMVLV expone la “violencia feminicida” como la forma extrema de violencia<br />
de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los<br />
ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas misóginas que<br />
pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y otras<br />
formas de muerte violenta de mujeres.<br />
Lo que evidenció el trabajo de la Comisión Especial para Conocer y dar<br />
Seguimiento a las Investigaciones sobre los Feminicidios en la República Mexicana y la<br />
Procuración de la Justicia Vinculada es que las mujeres no estamos seguras ni en el<br />
ámbito público ni en el privado; cada tipo de violencia es perpetrada por instancias<br />
gubernamentales, institucionales y por hombres vinculados sentimentalmente con las<br />
víctimas, sea el esposo, novio, amante, ex pareja, amigo, hijo o padre. Todo este contexto<br />
está muy lejos de la afirmación de que las mujeres vivimos en condiciones de igualdad<br />
con relación a los hombres.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
Resulta indispensable visibilizar y situar la violencia de género contra las mujeres<br />
como el resultado de inequidades históricas de género, más que el producto de cualquier<br />
otro factor individual o social (Casique, 2008: 231), por lo que su erradicación requiere<br />
imperiosamente una intervención colectiva, integral y estructural, por ejemplo, la del<br />
Estado y otras instituciones. Por eso, exigir a los medios masivos no reproducir<br />
estereotipos que incrementen la discriminación contra las mujeres es una acción<br />
afirmativa de sus derechos humanos avalada por el marco jurídico; definitivamente no se<br />
trata de un capricho o una arbitrariedad.<br />
148 <br />
¿CÓMO SE LIGA EL MANDATO DE LA BELLEZA FÍSICA FEMENINA CON LA VIOLENCIA<br />
CONTRA LAS MUJERES?<br />
Desde tiempos antiguos podemos ubicar mecanismos de violencia de género<br />
legitimados. Por ejemplo, Aristóteles consideraba que las “virtudes” naturales de las<br />
mujeres son incapacidad para el mando, sumisión y pasividad, debilidad corporal,<br />
disposición para las tareas domésticas, valentía subordinada, moderación, modestia e<br />
irreflexiva emotividad, y al estar excluida del ejercicio pleno de la razón humana, su<br />
función radica únicamente en producir herederos y ocuparse de las tareas domésticas<br />
para que los hombres libres puedan atender sus intereses intelectuales y políticos (Maffía:<br />
4). Es muy claro que lo construido socialmente se naturaliza y con esto se limitan las<br />
oportunidades de emancipación de las mujeres, justificándolo con una suerte de destino<br />
irremediable.<br />
Producto de la herencia cultural, nuestro universo de sentido occidental y<br />
dicotómico relaciona lo masculino con lo objetivo, racional, con la fortaleza física; y lo<br />
femenino, en oposición, a lo subjetivo, lo emocional, a la debilidad y la delicadeza. En<br />
estas dicotomías excluyentes, lo femenino se desvaloriza y se coloca en subordinación<br />
frente a lo masculino: las mujeres, al no poder ser como los hombres, son seres<br />
incompletos, seres para los otros que validan su existencia únicamente siguiendo las<br />
reglas impuestas. Una de las reglas o mandatos para las mujeres ha sido la orden de ser<br />
bellas.<br />
Las mujeres y nuestros cuerpos ligados a la naturaleza, a los deseos de otros,<br />
debemos ser objetos, objetos deseables, y por eso tenemos la orden de ser bellas según<br />
el ideal estético en turno. Si las mujeres no somos bellas no tenemos los atributos para<br />
ser aceptadas y amadas. Tanto en la cultura tradicional como en la actual, la belleza es<br />
una exigencia patriarcal especialmente para las mujeres. Esta exigencia no es recíproca ni<br />
simétrica porque se admite que aun los hombres más feos tienen derecho a ser amados y<br />
porque se considera que ser feo es una virtud de los hombres (Lagarde, 2001: 34).<br />
De esta forma, la belleza física se coloca como un elemento paradigmático de la<br />
identidad genérica de las mujeres: si soy bella puedo ser aceptada y amada; si no soy bella<br />
merezco ser censurada socialmente porque no estoy cumpliendo con las exigencias<br />
propias de mi naturaleza.<br />
El mandato de la belleza física femenina es también una forma de opresión;<br />
genera y justifica prácticas dolorosas, frustrantes, violentas y debilitantes contra las<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
mujeres. No en balde las mujeres gastamos la cuarta parte de nuestro salario para<br />
embellecernos (Lagarde, 2001: 34), o bien nos sometemos a cirugías u otro tipo de<br />
transformaciones estéticas que ponen en riesgo nuestra integridad física y mental.<br />
Volviendo a las dicotomías, el espacio público, el de las decisiones, el de la<br />
cultura, es propio de los hombres; el espacio doméstico, ligado al cuidado, la emotividad,<br />
la reproducción y la naturaleza, es el lugar de las mujeres, y si ellas quieren acceder al<br />
espacio público deben presentarse bellas, arregladas, perfumadas, no de la manera en la<br />
que se muestran en su espacio asignado. Paradójicamente, en las sociedades<br />
occidentalizadas nos horroriza que las habitantes de algunos países musulmanes deban<br />
portar la burka para salir a la calle; sin embargo, no reflexionamos que en nuestros<br />
contextos las mujeres debemos portar una especie de burka para no ser censuradas del<br />
espacio público y, si no es así, ¿por qué tantas mujeres destinamos buena parte de<br />
nuestro tiempo al arreglo personal, o por qué otras más van haciendo malabares en el<br />
transporte público para poder maquillarse?<br />
149 <br />
El mandato de género de la belleza física para las mujeres es una expresión de<br />
violencia de género, es una exigencia asimétrica, injusta, desgastante, y es una de las<br />
formas de sustentar la opresión de las mujeres, al someternos a condiciones dolorosas<br />
con tal de alcanzar el ideal estético.<br />
Ya lo planteaba Rosario Castellanos en su célebre obra Mujer que sabe latín; la<br />
moda en turno hace a las mujeres seres inútiles y dependientes, que no pueden correr,<br />
disfrutar de la lluvia o el viento: sus altos tacones podrían provocar una torcedura de<br />
tobillo y su peinado y maquillaje no aguantarían las inclemencias del clima.<br />
ALCANZAR LA BELLEZA A TRAVÉS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO: EL DISCURSO DE<br />
¡NO TE LO PONGAS!, 10 AÑOS MENOS Y CÁMBIAME EL LOOK<br />
Estas series son transmitidas por Discovery Home and Health, cadena con presencia en<br />
Estados Unidos y América Latina a través de operadoras de televisión por cable. Ha sido<br />
tal el éxito de dichos programas que actualmente se transmite una versión de 10 años<br />
menos es español, producida en México y transmitida en Latinoamérica.<br />
Principalmente, Discovery Home and Health es un canal dirigido a las mujeres, en<br />
el que les ofrecen contenidos sobre salud y sobre relaciones de pareja, moda y belleza.<br />
¡No te lo pongas!, 10 años menos y Cámbiame el look son tres de sus programas con<br />
mayor aceptación y audiencia, y aunque también acuden hombres para ser<br />
transformados, las implicaciones son distintas que cuando se trata de mujeres. Como ya<br />
se explicó, la belleza física es un mandato femenino de género, que junto a otros,<br />
sustenta la opresión contra las mujeres. A continuación se presenta la sinopsis de cada<br />
programa obtenida del portal de internet de Discovery Home and Health. 2<br />
2<br />
Disponible en: http://www.discoverymujer.com/. Consultada el 10 de agosto de 2011. <br />
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Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
¡No te lo pongas! Con la asistencia de reconocidos profesionales de la<br />
moda el programa ofrece ayuda profesional a personas cuyos amigos y<br />
familiares consideran que necesitan desesperadamente un cambio total en<br />
su manera de vestir.<br />
10 años menos. ¿Cuántos años más joven podrás lucir, si nuestro equipo te<br />
atrapa? Este programa tiene un intenso desenvolvimiento, riesgo y<br />
resultados. Y aborda lo que todo el mundo quiere saber... ¿Será posible que<br />
podamos quitarnos unos cuantos años de encima si escogemos<br />
adecuadamente productos, cortes de cabello y vestimenta? Cada semana<br />
nuestro equipo te demostrará que sí es posible. En todos los programa<br />
presentaremos a dos personas, casi siempre pero no exclusivamente, del<br />
sexo femenino. Dos estilistas, quienes han visto previamente imágenes de<br />
los conejillos de Indias, se encargarán de cada una de ellas. Pero<br />
desconocerán cuál de los dos casos les será asignado. Finalmente<br />
sabremos la edad de cada una de las personas escogidas.<br />
150 <br />
Cámbiame el look. Con la especialista en estilo Finola Hughes como<br />
anfitriona, este programa invita a dos amigos del participante, a sus<br />
parientes y a un estilista famoso para que lo vistan del modo que ellos<br />
deseen. Cada uno se lanza a una aventura de compras para seleccionar<br />
tres conjuntos nuevos y elegir el peinado y el maquillaje que crearán el<br />
nuevo look.<br />
A simple vista parece que sólo se trata de un cambio sin dolo; sin embargo,<br />
revisando las palabras de la sinopsis y la dinámica de cada programa, podemos visibilizar<br />
que las mujeres que sufrirán la transformación ni siquiera han pedido someterse a ésta,<br />
sino que son sus familiares o amistades quienes la solicitan. Además, algo que se omite es<br />
que dichas transformaciones se dan en el contexto de la violencia de género contra las<br />
mujeres, en concreto de la violencia psicológica y la violencia patrimonial. Revisemos un<br />
episodio de cada serie para demostrarlo.<br />
En Cámbiame el look, Debi, una mujer madura, es sometida por sus hijas a<br />
cambiar de imagen, ya que se viste con ropa “no apropiada para su edad”, incluso aquella<br />
que utiliza para limpiar el jardín: “ofendes a los bichos del jardín” (Selena, hija de Debi,<br />
ejercicio de violencia psicológica).<br />
La conductora, Finola Hughes, justifica las acciones de las hijas de Debi a través<br />
del amor que éstas sienten por su madre. Cada una de las hijas de Debi y una especialista<br />
en moda escogen tres de sus prendas y frente a ella las arrojan a un cesto de basura,<br />
argumentando que su imagen debe ser sexy, mas no vulgar; Debi se conmociona y llora<br />
al observar que sus pertenencias le son arrebatadas a través de la tortura y la humillación<br />
(violencia patrimonial y psicológica).<br />
Finalmente, procede la transformación de Debi, quien acepta pese a no estar<br />
conforme, con tal de complacer a sus hijas, a la especialista en moda y a la conductora, y<br />
en realidad, para ganar aprobación social.<br />
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Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
En ¡No te lo pongas!, Stacy London y Clinton Kelly denominan “delitos” a ciertas<br />
prácticas “de mal gusto” de las mujeres al vestir. A lo largo de este programa observamos<br />
expresiones como “Esto es basura”, “¿Cómo te atreves?, esta es la cosa más repugnante<br />
que jamás vi”, “Tienes un guardarropa espantoso”, discurso que expresa y ejerce violencia<br />
psicológica. Por otro lado, la ropa y accesorios de las mujeres que se transformarán son<br />
arrojadas frente a ellas a la basura (violencia patrimonial y psicológica): “Aquí está toda tu<br />
vida en la basura”, le dice Clinton Kelly a Diane, una joven estilista de Miami que fue<br />
“denunciada” por sus amigas a causa de su desastroso estilo.<br />
En 10 años menos las mujeres que quieren transformar su imagen son sometidas<br />
a la exposición pública con el objetivo de que las personas que circulan por el lugar en<br />
turno calculen su edad y hagan énfasis en sus defectos físicos. Las protagonistas de esta<br />
serie son mujeres que aparentan más edad de la que tienen. Después de la tortura de la<br />
exposición pública (violencia psicológica), le sigue la transformación “milagrosa” con los<br />
expertos y, de nuevo, la exposición pública; lo que se obtendrá es aprobación, ya que<br />
ahora será presentada una mujer bella, renovada y que luce por lo menos 10 años más<br />
joven.<br />
Estos programas justifican de manera ambigua que las mujeres sean “castigadas”<br />
con violencia al no ser bellas y cumplir con unos de los mandatos de género por<br />
excelencia para las mujeres.<br />
151 <br />
Queda muy claro al observar el contenido de las series de Discovery Home and<br />
Health ¡No te lo pongas!, 10 años menos y Cámbiame el look que los actos u omisiones<br />
propios de la violencia de género contra las mujeres no son llamados de esta forma, al<br />
contrario, son validados y justificados.<br />
Por otro lado, las y los conductores de estos programas no se cuestionan por qué<br />
muchas veces las mujeres que se transformaron muestran un deterioro considerable en<br />
su integridad física o emocional, como tener la dentadura destrozada, tener sobrepeso u<br />
obesidad, o sufrir de baja autoestima, ansiedad, tristeza profunda o prolongada; estos<br />
padecimientos solamente se dimensionan como un malestar propio de las mujeres, que<br />
serán solucionados a través de decisiones y acciones personales, como un cambio de<br />
apariencia, sin ni siquiera tomar en cuenta que ese deterioro es el resultado de la opresión<br />
contra las mujeres, del carácter estructural de la violencia de género.<br />
CONCLUSIONES<br />
Michelle Mattelart afirma que el status quo ya no ratifica más a la mujer tradicional como<br />
prototipo exclusivo, sino que se han añadido atributos como el trabajo remunerado, la<br />
independencia económica, la educación o la determinación personal (Mattelart, 1974:<br />
131), sin dejar de lado las exigencias asignadas a las mujeres, como la belleza física, o sea,<br />
puede tratarse de una abogada, una política o intelectual, pero la condición para ser<br />
validada y reconocida es que sea bella. De esta forma se perpetua el “eterno femenino”: el<br />
mensaje es claro y al mismo tiempo sutil, aunque las mujeres tengamos ciertas<br />
condiciones de vida más favorables o hayamos conquistado algunos derechos humanos,<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
no debemos olvidar que dentro del mundo dicotómico, somos lo emocional, afectuoso,<br />
tierno, amoroso, frágil y bello.<br />
Como se mencionó en la introducción, los contenidos de los medios de<br />
comunicación cobran sentido en las audiencias siempre y cuando éstas posean marcos<br />
de referencia previos, que los signifiquen y validen, y castigar a las mujeres por no ser<br />
bellas adquiere sentido en el sistema patriarcal en que se basa en la misoginia u odio por<br />
las mujeres.<br />
Algo que debe quedar bien claro es que el embellecimiento de las mujeres en<br />
estos programas televisivos no es producto de una acción personal, no se trata de una<br />
decisión reflexionada, y generalmente se justifica e invisibiliza el ejercicio de violencia de<br />
género aludiendo a que ellas acuden por voluntad propia, dejando a un lado que los<br />
mandatos de género derivados de la opresión de las mujeres son históricos, estructurales,<br />
sistemáticos e introyectados en la subjetividad de sus víctimas por todas las instituciones,<br />
desde muy temprana edad. Si nos referimos a cómo los medios de comunicación<br />
introyectan en la subjetividad de las mujeres la exigencia de la belleza física, baste ver la<br />
cantidad de portadas de revistas que muestran siluetas extremadamente delgadas y<br />
consejos para adelgazar o mantenerse joven y bonita; debemos mirar a las protagonistas<br />
de diversos programas que cumplen con los cánones hegemónicos de la estética<br />
femenina.<br />
152 <br />
Asimismo, la producción de ¡No te lo pongas!, 10 años menos y Cámbiame el<br />
look no indaga si de verdad las condiciones de vida de las mujeres transformadas<br />
mejoraron, eso no importa, sino vender un capítulo más. Además, como si con ser bellas<br />
nuestras vidas mejoraran… ¿dónde quedan los malestares silenciados, producto de la<br />
desigualdad y la injusticia contra las mujeres?<br />
Que los medios de comunicación reproducen estereotipos puede ser muy obvio,<br />
entonces uno de los grandes retos es evidenciar que estos estereotipos incrementan la<br />
discriminación contra las mujeres y son sustentados y legitimados a través de<br />
mecanismos de violencia de género. No obstante, y aunque ayudaría mucho para<br />
alcanzar la igualdad de género, si los medios dejan de reproducir estereotipos sexistas de<br />
las mujeres no será suficiente, recordemos que el discurso mediático adquiere sentido<br />
sólo si corresponde a los marcos de referencia previos de las audiencias. Mientras las<br />
condiciones de opresión y violencia contra las mujeres no se erradiquen, la<br />
representación de las mujeres como humanas, ciudadanas y autónomas no será<br />
coherente con la realidad social.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Bella y a la moda, ¿feliz y amada?<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
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Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
UNA MIRADA A LAS REDACCIONES. LA PRENSA POR<br />
DENTRO: ACCESO Y PARTICIPACIÓN DE LAS<br />
MUJERES EN EL PAÍS, LA VANGUARDIA Y<br />
EL PERIÓDICO DE CATALUNYA<br />
Juana Gallego Ayala*<br />
RECIBIDO: 20 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
juanagallego@juanagallego.es<br />
* Juana Gallego Ayala es profesora de periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la<br />
Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).<br />
PALABRAS CLAVE | género, mujer, medios de comunicación, representación, cultura periodística.<br />
KEYWORDS | gender, women, media, representation, journalistic culture
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
156 <br />
RESUMEN<br />
Este artículo analiza cómo las redacciones de los medios de comunicación<br />
posibilitan la producción y reproducción de los estereotipos de género. Los<br />
medios son entidades complejas cuyo devenir se centra en seleccionar<br />
aquellos aspectos de la realidad que según unos valores profesionales<br />
comúnmente admitidos conformarán las noticias. ¿Qué aspectos se<br />
seleccionan? ¿Por qué estos y no los otros? ¿Qué temas se abordarán y con<br />
qué perspectiva? De estas decisiones más o menos conscientes depende la<br />
representación que de los hombres y las mujeres harán los medios, con el<br />
consiguiente impacto y consecuencias que dicha representación tendrá en<br />
el imaginario colectivo.<br />
ABSTRACT<br />
This article discusses how the newsrooms of the media enable the<br />
production and reproduction of gender stereotypes. The media are complex<br />
entities whose evolution focuses on selected aspects of reality according to<br />
generally accepted professional values shape the news. What aspects are<br />
they selected? Why these and not others? What topics will be addressed and<br />
from what perspective? Of these decisions depends more or less aware that<br />
the representation of men and women make the media, with the consequent<br />
impact and consequences that will have representation in the collective<br />
imagination.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
1. COTOS VEDADOS A LA MIRADA PÚBLICA<br />
Los medios de comunicación tienen la potestad de introducirse en todos los ámbitos de<br />
la sociedad, ya sean públicos o privados. Con la aureola de seducción que les envuelve –<br />
especialmente la radio y la televisión, en menor medida la prensa escrita– pueden<br />
acceder a todos los lugares que se proponen. Es verdad que una sociedad que se deja<br />
observar por los medios de comunicación es más democrática que una donde la<br />
presencia de los medios es controlada por instancias políticas o militares, como pasa en<br />
muchos países del mundo. En nuestro entorno cultural podemos decir que los medios<br />
tienen plena libertad para introducirse en todos aquellos asuntos de interés público o<br />
privado que deseen. A veces, la voracidad resulta abrumadora y el avasallamiento,<br />
contraproducente.<br />
Paradójicamente, los medios son muy reacios a dejarse observar. Los medios de<br />
comunicación son muy opacos como objeto de estudio y no facilitan su observación. Por<br />
ello resulta doblemente elogiable y meritorio el trabajo de investigación que pudimos<br />
llevar a cabo durante los años 1998-2000 en el seno de las redacciones de cuatro diarios<br />
de información general y una agencia de noticias. La investigación fue financiada por el<br />
Instituto de la Mujer de Madrid y nos permitió acceder libremente a mi equipo y a mí a las<br />
redacciones de El País, La Vanguardia, El Periódico de Catalunya, el diario en catalán Avui<br />
y la agencia EFE, Delegación de Barcelona. Pudimos observar libremente las redacciones<br />
de estos medios durante un mes, hablar formal o informalmente con sus miembros,<br />
asistir a los consejos de redacción, acompañar a algunos reporteros a cubrir noticias,<br />
asistir al cierre del diario, seguir el proceso técnico de producción del medio o asistir a<br />
cualquier evento que tuviera lugar en la redacción. 1<br />
157 <br />
2. PRODUCCIÓN Y REPRODUCCIÓN DE LA REALIDAD<br />
Lo que llamamos realidad –ese estado de cosas en el mundo–, se produce y reproduce<br />
incesantemente en un proceso dialéctico en el que no hay un comienzo claro ni un final,<br />
sino que todo comienzo es final de algo y todo final, inicio de otro asunto. Quiero decir<br />
que es como preguntar qué es antes, el huevo o la gallina. ¿Los medios reproducen lo<br />
existente o lo existente lo es porque lo reproducen los medios? ¿La gente ve lo que ve<br />
porque los medios lo ofrecen, o los medios dan lo que dan porque la gente lo ve?<br />
Preguntas todas que no tienen respuestas sencillas.<br />
1<br />
Producto de todo ello fue el volumen La prensa por dentro. Producción informativa y transmisión de<br />
estereotipos de género que ganó el Primer Premio sobre Comunicación de Masas del Consell de l’Audiovisual<br />
de Catalunya en 2001.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
Mi exposición se centra en cómo las redacciones de los medios posibilitan la<br />
producción y reproducción de los estereotipos de género. Los medios son entidades<br />
complejas cuyo devenir se centra en seleccionar aquellos aspectos de la realidad que<br />
según unos valores profesionales comúnmente admitidos conformarán las noticias. ¿Qué<br />
aspectos se seleccionan? ¿Por qué estos y no los otros? ¿Qué temas se abordarán y con<br />
qué perspectiva?<br />
Todas estas cuestiones tan complejas son abordadas cada día por los<br />
profesionales sin problematizar: sencillamente responden a operaciones rutinarias a las<br />
que no conceden mayor importancia. Todas esas operaciones conforman lo que se<br />
denomina la “cultura periodística”, un conjunto de valores, creencias, actitudes, normas y<br />
presupuestos explícitos e implícitos que sirven para parcelar la realidad y que los<br />
periodistas manejan cada día sin apenas reparar en su trascendencia.<br />
158 <br />
¿Y qué tiene que ver todo esto con las cuestiones de género? Pues mucho,<br />
porque de todo este cúmulo de decisiones más o menos conscientes depende la<br />
representación que de los hombres y las mujeres harán los medios, con el consiguiente<br />
impacto y consecuencias que dicha representación tendrá en el imaginario colectivo de<br />
un grupo humano cualquiera. ¿Cuáles son los principales mecanismos profesionales que<br />
se ponen en funcionamiento para reproducir este estado de cosas?<br />
3. LA VIDA EN LA REDACCIÓN<br />
La vida diaria en la redacción está condicionada por dos niveles de relación diferente: los<br />
consejos de redacción y la división en secciones, que constituyen dos escenarios<br />
fundamentales para entender los procedimientos profesionales.<br />
3.1. LOS CONSEJOS DE REDACCIÓN<br />
Representa una instancia de control donde se presentan y filtran los temas que van a ser<br />
abordados cada día. En él se concretan las previsiones informativas para ese día, que<br />
suelen cumplirse en un alto porcentaje (más del 70%).<br />
Más que de un lugar de discusión sobre la conveniencia o no de tratar y cómo los<br />
diferentes temas, los consejos de redacción de los diarios son lugares donde se producen<br />
unas especiales interacciones entre la dirección y los responsables de cada área, por un<br />
lado, y éstos últimos entre sí, por otro. En el desarrollo de los consejos de redacción<br />
sorprende la ausencia de debate profesional propiamente dicho. Es más una puesta en<br />
escena de las peculiares relaciones entre sus miembros, donde es muy importante<br />
ganarse y mantener el respeto de los superiores y de los iguales y, sobre todo, no resultar<br />
inconveniente, no destacar negativamente y no incurrir en actitudes que pudieran ser<br />
consideradas no profesionales. Conseguir el prestigio y el aprecio del resto. Y si ello<br />
conlleva hacer algunas renuncias personales, no destacar o significarse excesivamente o<br />
pasar desapercibido, siempre es mejor que, por ejemplo, hacer el ridículo o provocar<br />
animadversión en los superiores y colegas.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
3.2. LA DIVISIÓN EN SECCIONES<br />
Son unos escenarios donde fundamentalmente se establecen relaciones entre los<br />
redactores y redactoras de la sección, quienes deben investigar los asuntos, y los<br />
responsables de cada una de ellas que, como hemos visto, asisten al consejo de<br />
redacción. La vida cotidiana en las secciones depende del talante de cada uno de los<br />
jefes. Los profesionales están diseminados en diferentes escenarios y no suelen aparecer<br />
hasta más o menos medio día. La información no comienza cada día de cero, sino que ya<br />
viene siendo tratada de días anteriores y se proyecta en los sucesivos, de tal manera que<br />
cada uno de ellos o ellas están trabajando en diferentes temas. No resulta fácil ver a los<br />
periodistas reunidos en la sección. Los temas que el responsable de la sección lleva al<br />
consejo de redacción son o bien cuestiones de la agenda pública o bien temas propios<br />
que los periodistas han propuesto. Es en este sentido donde los y las profesionales se<br />
muestran más cautos y celosos al presentar sus temas: no quieren quemar pólvora, como<br />
se dice, es decir, llevar al consejo temas que no estén suficientemente maduros y que<br />
puedan ser susceptibles de ser rechazados.<br />
159 <br />
4. PRODUCCIÓN INFORMATIVA Y CUESTIONES DE GÉNERO<br />
¿Cómo afecta este organigrama organizacional en la producción y en la reproducción de<br />
los estereotipos de género? Podemos establecer cuatro niveles en los que situar<br />
mecanismos mediante los cuales se producen, o al menos se facilita, la reproducción de<br />
los estereotipos: organizacional, profesional, socio-cultural e individual.<br />
Nivel organizacional. Debido a este nivel organizativo podemos ver que son pocas<br />
las cuestiones de género que se postulan para ser llevadas y debatidas en los consejos o<br />
en el seno de las redacciones. Puesto que lo primero a que aspiran los redactores y<br />
redactoras es a hacerse un “espacio”, a crearse “un nombre” en el medio y a ser<br />
considerados buenos profesionales, todo su interés va encaminado a no “significarse”<br />
negativamente. Es decir, no incurrir en actitudes que puedan ser tachadas de antiprofesionales.<br />
La insistencia en presentar asuntos de género, feministas o que hablen de<br />
la problemática de las mujeres puede acarrear ser tildados y etiquetados peyorativamente.<br />
Existe una deslegitimación del feminismo que no ocurre con otras ideologías o posturas<br />
políticas. No se deslegitima el nacionalismo, el conservadurismo, el progresismo, el<br />
laicismo o mantener una postura confesional. Sin embargo, incidir en la desigualdad entre<br />
hombres y mujeres produce una irritación, un hartazgo, un malestar. Se considera<br />
reiterativo informar dos veces al mes de un tema sobre mujeres, en cambio, no se valora<br />
como reiterativo informar cada día de fútbol. Esta desigual deslegitimación hace que<br />
muchas periodistas se retraigan y no deseen ser acusadas de ser mujeres antes que<br />
periodistas. ¡Como si se pudiera ser sólo periodista sin ser un hombre o una mujer!<br />
Respecto a si las mujeres son más proclives que los hombres a incluir temas con<br />
perspectiva de género no podemos asegurarlo categóricamente. Las mujeres son menos,<br />
ocupan menos cargos de responsabilidad y tienen que luchar, encima, por hacerse un<br />
lugar entre “ellos”. A veces no son suficiente masa crítica (situada por la ONU en torno a<br />
30%) para incidir con sus propuestas en el colectivo. También las mujeres se ven menos,<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
se mueven menos por la redacción y muestran menos interés por involucrarse en<br />
cuestiones de la empresa. Es frecuente que busquen horarios o dedicaciones que les<br />
faciliten una mayor cantidad de tiempo libre y no se dejan deslumbrar tanto por los<br />
cargos como sus compañeros<br />
Nivel profesional. En este nivel se sitúan los mecanismos que se derivan de todas<br />
aquellas operaciones profesionales que los periodistas deben llevar a cabo para elaborar<br />
la información. Desde la fragmentación “aproblemática” de la realidad (ámbitos públicos y<br />
privados), pasando por la focalización en determinados escenarios (deportes, economía,<br />
política, cultura o sociedad), la desigual y arbitraria atribución de significación informativa<br />
a los diferentes acontecimientos, la división entre hechos importantes (información dura)<br />
e interesantes (información blanda), hasta el hecho mismo de centrar su mirada en<br />
acontecimientos que pueden explicarse en términos fácticos (quién ha hecho o dicho<br />
qué, dónde, cuándo y cómo), todas estas operaciones o procedimientos ayudan a<br />
invisibilizar las actuaciones que llevan a cabo las mujeres, ya sea porque los escenarios<br />
que eligen sólo o mayoritariamente están poblados por hombres (deportes, economía,<br />
política), o bien porque muchos temas o cuestiones con dimensión de género de<br />
desarrollan en términos de procesos, no en términos fácticos, por lo cual el<br />
acontecimiento puntual queda difuso y, por tanto, no recogido por los medios.<br />
160 <br />
De este modo la mayor parte de los actores que finalmente aparecen en los<br />
relatos informativos se reducen a las élites de los diferentes ámbitos periodísticos, en<br />
cuyas pirámides suele haber muchos más hombres que mujeres.<br />
Nivel socio-cultural. En este nivel cabe situar todos aquellos mecanismos que<br />
surgen del inconsciente colectivo, de los diferentes universos de valores en que han sido<br />
socializados los hombres y las mujeres. La desigual consideración que se tiene todavía de<br />
las actividades femeninas y masculinas, de la desigual valoración del aspecto físico –<br />
irrelevante para los hombres, determinante para las mujeres–, de la consideración de que<br />
el “ser humano” es neutro, que no tiene dimensión de género, aunque hasta ahora la<br />
expresión “ser humano” haya sido asociada ineludiblemente a “ser humano de sexo<br />
masculino”. Aquí cabe incluir el doble rasero con que se han medido las capacidades<br />
femeninas, su exclusión del trabajo productivo durante siglos, su subordinación a los<br />
hombres y, en definitiva, la menor consideración social de que han gozado las mujeres<br />
desde tiempo inmemorial. Todo esto parece muy antiguo y que ya no tiene validez, pero<br />
basta echar una ojeada a los contenidos y al tratamiento que se hace de las mujeres en<br />
los medios para ver que está poblado de tópicos, dichos, clichés, estereotipos y<br />
referencias peyorativas que ponen de relieve todo este sustrato socio-cultural que se va<br />
reproduciendo generación tras generación y que tanto trabajo cuesta de erradicar.<br />
Nivel individual. Por último, en el nivel individual se pueden situar aquellos<br />
aspectos que dependen de la idiosincrasia particular de cada profesional, los cual, sin<br />
duda, también afecta la reproducción de los estereotipos de género. En esta dimensión<br />
cabe resaltar la asimilación por parte de las mujeres periodistas de esa “cultura<br />
profesional” que las iguala a sus colegas masculinos. Esta asimilación del universo de<br />
valores que se considera “aséptica” es la que hace decir a algunas periodistas: “yo soy<br />
profesional antes que mujer”; o bien, aseverar lo siguiente que escuchamos en un diario:<br />
“en esta redacción el género se queda colgado en la puerta de la redacción”. Es decir, al<br />
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Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
entrar en la redacción las mujeres se despojan del propio universo de valores en que han<br />
sido socializadas y pasan a compartir el que impera en las redacciones, el que se<br />
considera “profesional neutro”, pero que, sin embargo, corresponde al universo<br />
masculino de valores.<br />
De ahí que muchos títulos o noticias que reproducen estereotipos de género<br />
estén escritos tanto por hombres como por mujeres. La cultura profesional nivela lo que<br />
los y las periodistas consideran pertinente, y ellas asumen como propios muchos<br />
procedimientos que sólo pueden entenderse por la hegemonía que la cosmovisión de<br />
género masculina ha mantenido en la sociedad durante siglos.<br />
161 <br />
5. RESULTADO DE LOS PROCEDIMIENTOS Y RUTINAS PROFESIONALES<br />
Como hemos visto, los medios pueden visibilizar o “invisibilizar” los diferentes escenarios<br />
sociales, con todo lo que conlleva poner a discusión pública algunas cuestiones o eludir<br />
otras, iluminar unos ámbitos o ensombrecer otros.<br />
A pesar de los logros evidentes conseguidos por las mujeres, una atenta mirada a<br />
los medios de comunicación nos pone de relieve que, por lo que respecta a la<br />
representación pública, el lenguaje (tanto icónico como textual) para representar a los<br />
hombres y a las mujeres es diferente y asimétrico, y en algunos casos discriminatorio. Ello<br />
puede documentarse ampliamente en los varios y recientes trabajos de investigación que<br />
se han centrado en el contenido de los medios. 2<br />
Esta desigual representación y presencia de ambos géneros lo es tanto<br />
cuantitativa como cualitativa, icónica y textualmente.<br />
5.1. PRESENCIA CUANTITATIVA<br />
Por lo que respecta al aspecto cuantitativo, sólo resaltaré algunos datos reveladores: los<br />
temas previstos y publicados por los diarios de información general contenían presencia<br />
masculina 50.4 por ciento de los enunciados; 40 por ciento estaba formulado de manera<br />
abstracta, y sólo 4.6 por ciento contemplaba presencia femenina, mientras que el otro 4.6<br />
por ciento recogía las previsiones con presencia mixta y perspectiva de género. 3 En un<br />
trabajo anterior 4 se ponía de relieve que las mujeres eran citadas en los títulos de las<br />
noticias en 10.25 por ciento de los casos, y que de 30 mil 793 menciones de personas,<br />
sólo 11.8 por ciento (3,659 menciones) correspondía a nombres femeninos.<br />
En radio y televisión se ha estudiado algo parecido, y los resultados son muy<br />
semejantes. Las menciones de nombres femeninos en los informativos de radio<br />
ascienden a 15 por ciento y en los informativos de televisión a 18 por ciento. 5 Según datos<br />
2<br />
Véase, entre otros, El sexo de la noticia (2000), del cual soy coautora.<br />
3<br />
Datos extraídos del capítulo 6 del estudio La prensa por dentro, donde se hace un exhaustivo análisis de las<br />
previsiones recogidas durante un mes de los diarios El País, La Vanguardia, y El Periódico de Catalunya.<br />
4<br />
Gènere i Informacio, radiografia d’una absència (Gallego et al., 1998).<br />
5<br />
Representación de mujeres y hombres en los informativos de radio y televisión de Pilar López Díez.<br />
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Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
recientes del Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) 6 , el tiempo de palabra<br />
concedido a las mujeres en los telediarios es de 17.7 por ciento mientras que los hombres<br />
copan el 82.3 por ciento. Si se considera el número de insertos (apariciones de imagen<br />
con voz) el porcentaje de presencia femenina sube al 20.1 por ciento mientras que los<br />
hombres aparecen 79.9 por ciento. Es decir, las mujeres aparecen menos y sus<br />
intervenciones son más cortas. El estudio internacional Who makes the news, Global<br />
Media Monitoring Project, 7 que se ha realizado en cuatro ediciones (1995, 2000, 2005 y<br />
2010), señala que el sujeto de la noticia en todos los medios es 24 por ciento mujeres y<br />
76 por ciento hombres.<br />
162 <br />
5.2. REPRESENTACIÓN ASIMÉTRICA<br />
Más importante, si cabe, que la representación cuantitativa, es la representación<br />
cualitativa, es decir, cómo y de qué manera representan textual e icónicamente a las<br />
mujeres los medios de comunicación. Es aquí donde podemos hablar de una<br />
representación asimétrica, desigual y en algunos casos totalmente discriminatoria.<br />
La prensa escrita, sobre todo, construye un nosotros (conformado por los<br />
hombres) frente a un ellas (las otras, las que no son nosotros). Comparado con una<br />
metáfora deportiva –sección en la cual se puede observar con mucha nitidez este<br />
fenómeno– el Nosotros sería el equipo local, el que juega en su propio campo, en el<br />
terreno de juego que les es propicio. Y Ellas serían el equipo visitante, el que juega en<br />
campo contrario. Por ello las mujeres pasan a ser las que son observadas con recelo por<br />
el equipo local que se sabe en campo seguro y cuenta con las simpatías de los<br />
espectadores locales. Por ello, Ellas son juzgadas con mayor dureza que lo serán los de<br />
nuestro propio bando. Cualquier error que cometan será amplificado, cualquier acierto,<br />
minimizado, cualquier desliz duramente criticado. Así, son sometidas a un escrutinio<br />
mucho más severo, medido por un rasero diferente para los Nuestros y para las Otras. Así<br />
ocurre en las competiciones deportivas y es así a la hora de enjuiciar las actuaciones de<br />
las mujeres en la prensa de información general. Se constituyen así dos grandes discursos<br />
que corresponden a cada uno de los campos enfrentados: el Nosotros cuyas actuaciones<br />
son exaltadas y enaltecidas y el Ellas, cuyas actuaciones y actividades son denigradas y<br />
ridiculizadas.<br />
Las secciones de los periódicos tienen un sesgo de género muy acusado, y<br />
cuanto mayor es ese sesgo, más fácil resulta ver este tratamiento discriminatorio. Por<br />
ejemplo, deportes, economía y política son las secciones más “masculinas” y sociedad y<br />
cultura las más femeninas.<br />
Las mujeres, en general, y las deportistas, en particular, casi siempre son las chicas<br />
(“Las chicas españolas, Campeonas Sub 19 de Europa”, El País, 9-08-2004) que, además,<br />
representan la excepción en el monótono recuento de la información deportiva cotidiana<br />
centrada en el deporte masculino. Son las visitantes, y juegan en campo contrario, el del<br />
nosotros, equipo del cual se habla con legitimidad continuadamente. Si las chicas no<br />
6<br />
Informe del Consell de l’Audiovisual de Catalunya, 2005.<br />
7<br />
GMMP, Who makes the news? WACC, avance del estudio de 2010.<br />
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Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
fueran las otras, las visitantes, las forasteras y, por tanto, la excepción, no se entenderían<br />
títulos como “Las chicas también triunfan” (La Vanguardia, 17-05-2003) o “Ellas también<br />
quieren el podio” (La Vanguardia, 18-09-2003), con esta insistencia en el adverbio, como<br />
si representase una auténtica sorpresa que, además de jugar, ganen o quieran ganar.<br />
Fijémonos en todos estos títulos: “Pakistán, la primera mujer presidenta del<br />
parlamento” (El País, 20-03-2008); “Una mujer volverá a dirigir Israel” (El País, 18-09-<br />
2008); “La primera general de Estados Unidos” (El País, 01-07-2008); “Sólo una mujer<br />
desafía a Zuma” (El País, 25-04-2009); “La mujer que aceptan los ayatolás” (El País, 04-<br />
09-2009); “El Nobel de economía distingue por primera vez a una mujer” (La Vanguardia,<br />
13-10-2009); “La Unesco elige por primera vez a una mujer como directora”, (La<br />
Vanguardia, 23-09-2009); “El día de la mujer directora”, (El País, 09-03-2010);<br />
“Habilidades de mujer” (ABC, 27-04-2010), “Las mujeres triunfan en las primarias de<br />
EE.UU” (La Vanguardia, 10-06-2010) y muchos otros títulos que no se consignan para no<br />
hacer interminable este texto.<br />
163 <br />
¿Qué tienen en común? Que todos estos titulares tienen sentido pero no aportan<br />
información. Todos tratan el hecho “excepcional” de que una mujer, unas mujeres<br />
consigan algo. No esta mujer concreta, ni una mujer, ni dos; ni siquiera “las mujeres<br />
deportistas” o las “mujeres golfistas” o “las aspirantes republicanas” o las políticas. Sino “las<br />
mujeres”, ellas, todas, colectivamente. Es decir, las otras, las que forman parte del grupo<br />
que no somos nosotros.<br />
Podría parecer que poner de relieve los éxitos de una mujer o de las mujeres fuese<br />
elogioso y digno de admiración. Lo era en la época de las pioneras, pero sostengo que<br />
esta manera de dar relieve al genérico femenino (una mujer, la primera mujer, las<br />
mujeres), en singular o en plural, no ayuda precisamente a visibilizar a esa mujer ni otorgar<br />
el mérito o demérito a una mujer concreta, individual, con su nombre y su apellido, sino<br />
atribuirlo a todas las mujeres, sin distinción. Si sustituyéramos el genérico femenino (una<br />
mujer, las mujeres) por un hombre, los hombres, las noticias carecerían de sentido,<br />
porque se da por supuesto que los hombres aspiren a cargos y que la norma. Mientras se<br />
siga utilizando esta formulación significará que el hecho de que una mujer logre un cargo<br />
o un logro continúa representándose como una “excepción”, lo que contradice la norma.<br />
Si por una parte parece muy digno de destacar, por otra esa representación condena<br />
siempre a la excepcionalidad, lo que nunca repercute en considerar que para las mujeres<br />
sea normal acceder a puestos de dirección.<br />
Por otra parte, esa formulación oculta la persona concreta que la logra, y lo<br />
disuelve en un genérico femenino colectivo distribuyendo de facto la responsabilidad de<br />
una mujer concreta en todas las mujeres, sin distinción. Hay otra razón, además, que<br />
aconseja no seguir utilizando esa fórmula: nunca llegamos a conocer quiénes son esas<br />
mujeres, porque sus nombres se nos escatiman una y otra vez, lo que redunda en que<br />
siempre son unas desconocidas con la consecuencia de no crear “historia”, genealogía y<br />
tradición. Según la fórmula “por primera vez una mujer...”, parece que las mujeres siempre<br />
están empezando de nuevo. Que el mérito o demérito y, por consiguiente, la<br />
responsabilidad que esa persona ejerza, bien o mal, recaiga sobre la mujer concreta que<br />
logra ese hito.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
Otra cuestión diferente es utilizar la perspectiva de género para abordar<br />
problemas colectivos, pero de eso hablaré más adelante.<br />
5.3. SUJETO QUE ACTÚA, OBJETO OBSERVADO<br />
La prensa de información general representa (no quiere decir que lo sea) el discurso serio,<br />
verídico, racional, científico. Aquel que canaliza la opinión pública y dirime los asuntos de<br />
interés. Es el discurso de referencia, aquel que, en teoría, no tiene sesgo ni femenino ni<br />
masculino, sino que representa el ser humano como lo neutro universal. Mi hipótesis, sin<br />
embargo, es que la prensa de información general tiene un sesgo de género masculino<br />
tan acusado como puede tenerlo la prensa femenina, sólo que no lo reconoce y, por ello,<br />
sanciona, ridiculiza, desvaloriza, menosprecia y penaliza lo que no se adapta a ese<br />
modelo de racionalidad, es decir, todo lo que proviene de la otra constelación de valores<br />
que corresponde al género femenino.<br />
164 <br />
Cuando las mujeres son representadas en el discurso de lo público (es decir, en la<br />
información general) lo son como objeto observado, mientras que los hombres son<br />
representados como sujeto que actúa. Las mujeres provienen del otro campo, es decir,<br />
cuando aparecen en un medio de información general en realidad visitan un campo<br />
contrario, de ahí la representación tan sesgada que se otorga a las mujeres, ya sean<br />
políticas, deportistas, actrices o empresarias.<br />
El esquema de la representación de género que se hace en los medios de<br />
comunicación es: él hace, ella es. En principio, este enunciado sorprende y parece<br />
contradictorio, ya que está más que demostrado que las mujeres se pasan la vida<br />
haciendo, incluso como ya es sabido más de lo necesario, para obtener el mismo o<br />
parecido reconocimiento que obtienen los hombres haciendo la mitad. Sin embargo, en<br />
los medios este hacer de la mujer queda relegado a un segundo lugar, y se la suele<br />
representar en su ser. “Nadal evita la técnica porque es el más fuerte”, dicen de él en El<br />
País (8-06-2007) con motivo del Roland Garros. En la parte de abajo de la misma página<br />
se dice “La reina de París contra la princesa del agua”, sin que sepamos de qué reina ni de<br />
qué princesa se trata. “He jugado mi mejor torneo, esto es un sueño”, decía Rafael Nadal<br />
después de ganar el torneo (El País, 11-06-2007); “En el aire me siento como un ángel”, se<br />
le atribuía a la pertiguista Yelena Ysinbayeva en el mismo diario en los campeonatos<br />
europeos de atletismo de 2007. Mientras en una entrevista con la tenista Venus Williams<br />
se titulaba: “Yo solo quiero ser feliz” (13-11-2007). Él consigue, es esfuerza, domina la<br />
acción. En ellas dominan los sentimientos.<br />
“Hamilton arrasa en el caos”, titulaba El País (17-03-2008) la victoria del piloto de<br />
Fórmula 1. En la misma sección, en la página 56 se hablaba de “La sirena de Europa”.<br />
¿Quién es esta sirena? Imposible saberlo sin leer el subtítulo que le acompaña. Él hace<br />
algo. Ella es algo.<br />
Y esta diferencia de tratamiento lleva implícito una valoración y un componente<br />
sancionador muy injusto para ellas. A él se le nombra con su apellido. A ella se la define<br />
con una metáfora. No es lo mismo ser juzgado por lo que se hace que por lo que se es.<br />
Veamos por qué.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
Hacer, actuar, conlleva un componente dinámico, de cambio. Los hombres son<br />
juzgados por sus acciones: si éstas son positivas se les aplaude; si son negativas, se les<br />
critica, pero en ningún caso se les cuestiona su derecho a estar donde están, ya sea la<br />
presidencia del gobierno, ya sea el campo de juego, ya sea la pirámide empresarial. Las<br />
mujeres son juzgadas por sus actitudes, por su aspecto, por su adecuación. Las mujeres<br />
son las visitantes, como he puesto de relieve más arriba, que juegan en campo contrario<br />
y, en consecuencia, son juzgadas por lo que son, no por lo que hacen. Pero ser juzgadas<br />
por lo que se es, a diferencia de ser juzgado por lo que se hace, conlleva un componente<br />
estático, de permanencia, un esencialismo perenne. El Ser apela a una “realidad absoluta<br />
que permanece estable e inmutable bajo las diferentes formas sensibles”. 8 En los medios<br />
de comunicación los hombres hacen, actúan, cambian, evolucionan, proyectan,<br />
construyen… en un continuo movimiento que impela a dar oportunidades diversas,<br />
porque el hacer es un camino sin descanso que tiene muchas conjugaciones, como los<br />
verbos. Las mujeres son, parecen, están, permanecen, instaladas en un estatismo<br />
imperecedero que remite a una esencia eterna. De ellas se dice que son algo: bellas,<br />
reinas, princesas, brujas, sirenas, niñas, muñecas, vírgenes, viudas negras o alegres, damas<br />
de hierro, seductoras, frívolas, víctimas o pérfidas… siempre el atributo que le corresponda<br />
a una cualidad permanente… la de ser. Pero el verbo ser, como se puede ver en cualquier<br />
gramática, se utiliza en aquellos casos “en que no vemos más que la mera cualidad exenta<br />
de toda idea de cambio”. 9 A ellos no se les califica, porque son juzgados por sus hechos, y<br />
los hechos son transitorios, modificables, cambiantes.<br />
165 <br />
Como objeto observado que son, en ellas siempre adquiere más importancia la<br />
indumentaria, los gestos, el aspecto. De ahí que se casi siempre se ponga de relieve la<br />
ropa que llevaba, si era adecuada o no, si sudaba o hizo algún gesto indebido. Baste para<br />
ilustrar este punto las fotos que se publicaron en todos los periódicos de la princesa<br />
Letizia Ortiz y Carla Bruni entrando en el Palacio de la Moncloa, de espaldas, con motivo<br />
de la visita del presidente francés, Nicolás Sarkozy, y su esposa a España el 28 de abril de<br />
2009. Ambas mujeres acapararon las portadas de todos los medios porque eran dos<br />
jóvenes y bellas consortes que rivalizaban en belleza y distinción. Ellas no dijeron nada,<br />
porque no tenían que decir. Sin embargo, el protagonismo informativo fue para sus<br />
distinguidos traseros, que aparecieron en todas partes.<br />
Como objeto observado que son, aquí tenemos el pie de foto en una noticia de<br />
Internacional en El Mundo, (08-10-2009): “Zara versus Jimmy Choo”: “Se ha desatado la<br />
guerra de los zapatos entre Samantha Cameron y Sarah Brown. La semana pasada la<br />
esposa del primer ministro lució en el congreso laborista un modelo exclusivo de Jimmy<br />
Choo valorado en unos 400 euros. Un signo de distinción convertido en exceso por la<br />
decisión de la esposa del líder tory de calzar por dos veces esta semana unos zapatos de<br />
Zara que no pasan de 35 euros”. ¿Alguien sabe lo que hicieron o dijeron ambas mujeres<br />
en el congreso laborista o en el parlamento? ¿Para qué? Su función era ornamental y, por<br />
tanto, no importa lo que hicieron o dijeron, sino lo que aparentaban o parecían. Ella es.<br />
8<br />
Russ, J.: Léxico de filosofía. Los conceptos y los filósofos en sus citas (1999), p. 357.<br />
9<br />
Seco, M. Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (1992), p. 339.<br />
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5.4. REINADOS EFÍMEROS<br />
“David Meca cuadra su sueño”, decía un titular (El País, 17/07/2003) para referirse al éxito<br />
de un nadador en los pasados Campeonatos de Natación, título que se complementaba<br />
con un despiece titulado “El milagro de la voluntad”; “La princesa de Barcelona”, decía el<br />
mismo periódico (19/07/2003) para referirse a los éxitos de Gemma Mengual en el mismo<br />
evento. “La bella recupera el trono”, titulaba El País (27/07/2003) la consecución de una<br />
medalla por parte de Inge de Bruijn en los 50 metros mariposa, mientras en un despiece<br />
en la parte inferior aludía al fracaso de un nadador como “La gran decepción de David<br />
Ortega”. Las reinas de París eran Virginia Ruano y Paola Suárez, campeonas de dobles en<br />
Roland Garros (20 Minutos, 7-06-2004), mientras que en el mismo diario se titula<br />
“Valentino Rossi vuelve a lo más alto” (Gran Premio de Motociclismo de Italia). Pero ese<br />
reinado es muy efímero, ya que Ruano y Suárez son “desalojadas” de su reinado por “Una<br />
rusa de 17 años, nueva reina del tenis” (El País, 4-07-2004), según reza en su portada, a<br />
quien en la sección de deportes volveremos a encontrar bajo el título de “La ‘catedral’<br />
corona nueva reina”. En el cuerpo de la noticia leeremos: “un halo de juventud, de<br />
frescura, de glamour invadió el aire del vetusto estadio londinense, que proclamó al<br />
unísono que la nueva reina había sido coronada”. Sobre ella se escribió un texto un año<br />
después de su victoria en Wimbledon con un gran trato discriminatorio y vejatorio: se<br />
llamó “El regreso de la rubia glacial” (El País, 22-06-2005). Después de hablar de su éxito<br />
frente a la española Nuria Llagostera con un tenis “expeditivo y sin concesiones”, se<br />
dedica el siguiente párrafo a la tenista glacial:<br />
166 <br />
Apareció Sharapova en la pista como una diva. Impecable con su nuevo<br />
modelo, la piel satinada, las piernas interminables, las zapatillas con la<br />
franja de oro de 21 quilates, el gesto frío (…). Pertenece a ese tipo de chicas<br />
que siempre tienen el bronceado perfecto y el tono adecuado de rubio.<br />
Por eso es adorada por las revistas de moda y las grandes compañías de<br />
prendas deportivas. Comparada con Kurnikova, parece una de aquellas<br />
rubias glaciales que tanto motivaban a Alfred Hitchcock…”<br />
Me gustaría saber qué intencionalidad subyace bajo la expresión “pertenece a ese<br />
tipo de chicas” o “rubia glacial que tanto motivaban a Hitchcock”. Se deduce que la está<br />
llamando casquivana, por decirlo suavemente.<br />
La Vanguardia no podía dejar de consignar la coronación de la nueva reina y,<br />
efectivamente, en su portada del 4 de julio de 2004 anuncia a “Reina de 17 años”, para en<br />
su sección de deportes especificar que “María Sharapova ya es la nueva reina de<br />
corazones”, aunque al inicio de la noticia nos diga que “La princesa de hielo ganó a la de<br />
ébano, e Inglaterra tiene una nueva reina de corazones…” Hace falta decir que la princesa<br />
de hielo es la ganadora de Wimbledon, y la de ébano es Serena Williams, pero bien podría<br />
ser su hermana Venus, puesto que las coronas se otorgan y se deponen con facilidad. El<br />
diario gratuito Metro, en su página 21, también reincide en el mismo cliché: “La nueva<br />
reina María Sharapova”, sin que sepamos por qué es reina ni de dónde, hasta que no<br />
leemos el texto que acompaña la foto-noticia. Ya no sabemos cuál de todas es la última<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
reina, título que el 8 de agosto se otorgó a la saltadora de vallas Jana Pittman (“La reina<br />
mundial de vallas, casi descartada”, La Vanguardia, 8-08-2004), deportista a quien le duró<br />
poco el título porque el 6 de septiembre de 2004 El País se lo concedía a Yelena<br />
Isinbayeva, “La reina de la pértiga”.<br />
Los reinados se suceden uno a otro con una velocidad vertiginosa: “Ellen<br />
McArthur, la reina de los mares” (20 Minutos, 9-02-05) o la “Heroína de la mar” (El País, 9-<br />
02-05); “Henin se corona de nuevo en París”, (El País, 5-05-05) o “Venus Williams reina<br />
por tercera vez” (La Vanguardia, 3-07-05); “Edurne Pasabán, la reina del Himalaya” (El País,<br />
21-07-05) o “La reina Kluft” es la campeona de atletismo de Helsinki (El País, 8-08-2005).<br />
167 <br />
En titulares más recientes seguimos encontrando el mismo estereotipo: “La<br />
música virtual ya tiene a su reina” (La Vanguardia, 29-08-2009); “Michelle Obama reina en<br />
Europa” (El País, 5-04-2009); Como “Reinas de la pista” catalogaba la revista El País<br />
Semanal en su portada a las tenistas (26-04-2009), pero el 29 de agosto de 2010<br />
coronaba a otras mujeres con el título “Trío de reinas” y en el interior de la publicación<br />
volvía a denominarlas como “Reinas de Hollywood” para referirse a tres actrices. Juana de<br />
Aizpuru lleva “Cuatro décadas como reina de la vanguardia” (La Vanguardia, 9-04-2010),<br />
mientras la diseñadora “Carmen March reina en el off Cibeles” (El País, 19-02-2010). Sin<br />
embargo, el título es otorgado por el mismo diario a otra mujer diez días después, y el 3<br />
de marzo “La reina de la canción protesta recorre España”, esa “gran dama” como se<br />
refieren a Joan Báez, aunque El Mundo (20-04-2010) nombraba a “La reina árabe de las<br />
nieves” a una antigua ejecutiva de JP Morgan. El diario ABC del 22 de abril de 2010 seguía<br />
apostando por “Isabel Preysler, la reina del baldosín” y La Vanguardia del 9 de junio de<br />
2010 consignaba en portada que había “Más dudas sobre la reina de los ochomiles”, sin<br />
que en ese breve baile de reinados hubiera lugar para decirnos de quién se está hablando<br />
realmente.<br />
Es verdad que algunas veces se recurre a la metáfora del “rey” para referirse a los<br />
hombres, pero en menor medida y casi siempre para hablar del último campeón de<br />
alguna disciplina deportiva, como es el caso de “El retorno del rey” (El País, 10-04-2010)<br />
para referirse al corredor de autor Michael Schumacher. Generalmente ellos son<br />
deportistas, ellas estrellas (“Cuando las estrellas llegan de Rusia”, La Vanguardia, 11-07-<br />
2004). Lo más que se les concede es que las mujeres siempre son una copia de un<br />
deportista, nunca el original: “Isinbayeva, la Bubka femenina” (El País, 4-03-05); “La réplica<br />
femenina de Phelps” (El País, 27-07-05), de quien ni siquiera sabemos el nombre, Katie<br />
Hoff, hasta que no leemos el subtítulo. Si acaso se habla del rey, con frecuencia se<br />
entrecomilla, como en “Muere Yves Saint-Laurent, ‘príncipe de la moda’ del siglo XX” (El<br />
Mundo, 2-06-2008), o “El ‘rey’ de la mafia ceutí” (El País, 25-04-2008) para referirse a la<br />
captura de un narcotraficante marroquí.<br />
5.5. ELLAS COMO AMENAZA<br />
Ella es. Él hace. Ella permanece. Él se mueve. Ella es atributo. Él verbo. Ella es objeto<br />
estático. Él sujeto dinámico. Ella recibe un don, una prebenda. Él consigue con su<br />
esfuerzo, con su afán. “El regreso de la niña prodigio” (El País, 5-12-2005), dice de Martina<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
Hingis el periódico, una tenista de 25 años, que ha sido número uno del mundo,<br />
campeona de cinco Grand Slam; para el periódico sigue siendo una “niña prodigio” que<br />
ha llegado a lo más alto por un don divino. O “Tutoras para niñas prodigio” (El País, 9-11-<br />
2007), referido a jóvenes jugadoras de tenis; o “Una niña contra el tenis fuerza” (El País, 7-<br />
09-2009), para hablar de una jugadora de 17 años, edad en la que muchos jugadores ya<br />
son profesionales. De Rafael Nadal no he leído nada parecido a pesar de haber sido<br />
campeón bastante joven.<br />
Esa es la diferencia en el trato que otorgan los medios de comunicación a los<br />
hombres y a las mujeres. Los ejemplos son infinitos, y puedo aportar muchos más que<br />
reproducen, una y otra vez, el esquema aquí planteado.<br />
Cuanto más se puede observar esta sanción constante de los medios de<br />
comunicación, cuanto más sesgado es el perfil de género del medio. Así, la prensa<br />
deportiva sanciona aún con mayor dureza a las deportistas que la prensa de información<br />
general, ya que el perfil de género de aquélla es aún más masculino que el de ésta. Lo<br />
mismo cabría decir de la prensa erótica, donde la mujer es reducida a mero objeto de<br />
disfrute sexual para el hombre.<br />
Pero no sólo en deportes se observa esta diferencia. Por ejemplo, “Ellas mandan<br />
en el sexo virtual” (titulaba el diario gratuito 20 Minutos una noticia sobre videojuegos),<br />
“Ellas son muy peligrosas” (Metro, 25-04-05); “Ellas, contra las cuerdas”, (ABC, 21-04-<br />
2010). Ellas, las mujeres como género, sólo se puede oponer a nosotros, porque si no el<br />
lenguaje no tiene sentido.<br />
En política ocurre lo mismo, si bien es menos sutil: “Una mujer se perfila como<br />
decana de los abogados” (El País, 30-05-2005). O “El parlamento gallego, dirigido por una<br />
mujer” (Metro, 18-07-05) ¿Y qué quieren que sea, un mono? Si hace falta subrayar que se<br />
trata de “una mujer” es porque aún es excepcional, no es uno de nosotros, porque sería<br />
impensable hallar un título como “Un hombre se perfila como decano de los abogados” o<br />
“El parlamento gallego, dirigido por un hombre”. ¿Se puede apreciar el sinsentido de estos<br />
titulares y el pleno sentido de los otros?<br />
O bien las sutiles y veladas alusiones que se pueden rastrear tras títulos como<br />
“Mujer al mando” (El País, 1-10-05) o “Mujeres al mando” (El País, 18-10-2005). No se<br />
titula “Angela Merkel al mando”, como una mujer concreta, sino “ella”, la mujer como<br />
género, lo que únicamente puede ser entendido si lo oponemos al nosotros. En este<br />
caso, además, se añade la connotación de cautela, de sospecha; “una mujer al mando”<br />
contiene una advertencia, una llamada de atención, ya que el mandar siempre ha tenido<br />
connotaciones peyorativas al atribuirlo a una mujer: “una mujer mandona”, que<br />
contradice el estereotipo tradicional de una mujer colaboradora y subordinada.<br />
Precisamente de Angela Merkel se han hecho biografías que la presentan como si<br />
no tuviera ningún mérito personal y todo le hubiera ocurrido de regalo. Desde el titular<br />
“Una mujer para gobernar Alemania” (El País, 21-08-05) (una mujer, ¡qué miedo!) hasta la<br />
descripción que se hace de ella: “protestante, divorciada y que algunos años antes de<br />
contraer matrimonio vivió una relación que en alemán se denomina “matrimonio salvaje”<br />
o amancebada con un catedrático divorciado y con dos hijos (…), fue la chica de Kohl (…).<br />
Merkel reunía la condición de mujer y del Este y satisfacía de un solo golpe en su persona<br />
168 <br />
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Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
la cantidad de cuota necesaria. Se puede afirmar con precisión que Merkel estuvo siempre<br />
en el sitio y el momento adecuados”.<br />
Es decir, ninguna alusión a sus posibles méritos. Y no sólo no tiene méritos y todo<br />
le ha sido otorgado, sino que para llegar a la cumbre “ha dejado sembrado el camino de<br />
una larga lista de cadáveres políticos”. La ambición desmesurada y la falta de méritos<br />
personales. No se puede descalificar tanto en tan poco espacio. Eso por no citar la<br />
palabra que utiliza el redactor, “amancebamiento”, que muchas personas, sobre todo<br />
jóvenes, ignoran su significado. Angela Merkel, quien fue recibida con gran prevención<br />
por ser mujer, ha sido finalmente aceptada en el club de los políticos, entre otras cosas<br />
porque ella ha representado el papel “lo más parecido a como lo hubiera hecho un<br />
hombre”, es decir, su austeridad en el vestir, en la gestualidad o en el trato ha sido<br />
discreto, muy alejado de lo considerado tradicionalmente “femenino”.<br />
169 <br />
Sin embargo, tras más de cinco años en el poder, su actuación política se reduce<br />
a un titular tan contundente como “Ha fallado” (El País, 30-05-2010); “Dos ejecutivas de<br />
Silicon Valley saltan a la política en EEUU” (El País, 10-06-2010), mientras “Una mujer,<br />
favorita para la presidencia de Costa Rica” (El País, 7-02-2010), pero antes de saber su<br />
nombre el periódico necesita adelantar que se trata de una mujer: si se hubiera puesto<br />
“Laura Chinchilla, favorita para la presidencia de Costa Rica”, ¿existiría alguna duda de que<br />
se trataba de una mujer? Pero de esta manera el periódico hubiera considerado normal<br />
que una mujer aspirara a ese cargo, mientras que hablando de “una mujer” en primer<br />
lugar, lo que hace es darle sentido a ese hecho y tratarlo como algo “excepcional”. Por<br />
cierto, tan connotado negativamente como este: “Una mujer de orden o mando” (El País,<br />
9-02-2010), donde, aparte de no saber de qué mujer se trata hasta que no leemos el<br />
subtítulo, se hace utiliza una expresión que siempre ha estado relacionada con mujeres<br />
de fuerte carácter, pero no precisamente como un halago, sino como mujeres<br />
autoritarias, duras e intransigentes. ¿Se utilizaría este titular para calificar a un hombre que<br />
ha sido elegido presidente de un país? No, porque se supone que ha sido elegido<br />
precisamente para ordenar y mandar, mientras que lo que se hace al utilizar esa expresión<br />
referida a una mujer es ironizar sobre un carácter que en principio contradice el<br />
tradicional rol sumiso y dócil atribuido a las mujeres.<br />
5.6. SANCIONES DE GÉNERO<br />
Las mujeres, por tanto, narradas en la información como objeto observado que Es,<br />
siempre están sometidas al ojo del narrador que las observa, y éste suele remarcar la<br />
diferencia de género como hecho sancionador: la belleza, el atuendo, el aspecto, el<br />
comportamiento, los modales se convierten en factores decisivos para justificar la<br />
sanción.<br />
Sea cual sea la actuación de las mujeres, éstas casi nunca son juzgadas por lo que<br />
hacen, sino por lo que son. Las mujeres tienen dos posibilidades de actuación, que<br />
proceden de elegir los comportamientos y actitudes de aquellas constelaciones de<br />
género de las que he hablado, la femenina y la masculina. Pueden elegir mimetizarse con<br />
el género masculino u optar por aquellos valores atribuidos tradicionalmente al género<br />
femenino. Puede ir de traje sastre y mocasines, o puede optar por realzar su diferencia de<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
género –por ejemplo, vistiendo medias o zapatos de fantasía, es decir, acogiéndose al<br />
universo tradicional femenino–. En cualquiera de los dos casos las mujeres serán<br />
sancionadas negativamente por los medios de comunicación. Si las mujeres optan por la<br />
identificación con el rol de género masculino, abandonando las características que le han<br />
sido propias hasta ahora, es decir, lo que ha constituido la identidad femenina, serán<br />
calificadas de ambiciosas, duras, frías, inflexibles e implacables.<br />
“La nueva mujer de hierro” fue Condoleezza Rice, la asesora de seguridad del<br />
presidente George Bush: fría, dura, seductora e implacable… decía la carta de<br />
presentación en El País Semanal (2-02-2003), que además es “La mujer más poderosa del<br />
mundo” (El País, 17-11-2004), de quien no puede el periodista dejar de decir que “tiene<br />
fama de ser una mujer dura, y lo es…”, o aludir a ella como “mano de hierro en guante de<br />
acero”. Siempre que se habla de esta mujer hace falta referirse a su “dureza e<br />
implacabilidad”; pero Madeleine Albright ya fue “La dama de hierro de Bill Clinton” (El<br />
Mundo, 27-06-2004), igual que Margaret Thatcher, quien por cierto inauguró el título –y<br />
aún lo ostenta (“El ojo derecho de la Dama de Hierro”, El País, 26-08-2004)– mientras fue<br />
primera ministra del Reino Unido.<br />
170 <br />
Ana Patricia Botín fue “La banquera de hierro, la mujer más poderosa de España” a<br />
quien también se calificaba de “dura”, “ambiciosa” y “hermética” en el mismo suplemento<br />
del 21 de febrero de 1999. Y hasta Irene Sáez fue “La Barbie de hierro” (La Vanguardia, 01-<br />
02-98) porque aspiró en su momento a la presidencia de Venezuela, aunando en el<br />
mismo estereotipo su condición de “muñeca” (fue Miss Universo en 1981) con la dureza<br />
del metal, es decir, la ambición de pretender ser presidenta de su país.<br />
Si se adopta el rol masculino se pone de relieve su desnaturalización. Por tanto, se<br />
le recuerda a la mujer que está “traicionando”, en cierta medida, los valores o actitudes<br />
que le son propios (se supone que las mujeres son –o debieran ser– cálidas, acogedoras,<br />
flexibles, sumisas, comprensivas, dialogantes, etcétera). “¿Tenistas o boxeadoras?”, se<br />
preguntaba en portada el periódico 20 Minutos (9-02-2005), o “Los músculos como<br />
arma” (20 Minutos, 09-02-2005) para referirse al aumento de los músculos de las<br />
jugadoras de tenis y a sus supuestos esfuerzos ¿dopantes? por aumentar su masa<br />
muscular. En este caso las mujeres traicionan su tradicional aspecto físico, que debe ser<br />
femenino, a cambio de virilizarse para ganar competitividad. El ideal es conseguir el<br />
triunfo deportivo sin renunciar a la feminidad, como en “Gemma Mengual embellece la<br />
piscina” (20 Minutos, 26-07-2005), quien destaca después que ha entrado en la élite<br />
mundial de la natación sincronizada con cuatro medallas en Montreal. Eso sí, de ella se<br />
destaca, antes que sus logros, el aspecto ornamental. Como “La bella y el árbitro” (El<br />
Mundo, 20-06-2010) para iniciar el largo y absurdo debate que generó la presencia de<br />
Sara Carbonero en el Mundial de Futbol de 2010, de quien no dudan en llamar “la mantis”.<br />
Una sanción de género me parece también ese “Catherine Aston, ese error”, tan<br />
contundente con que El País del 7 de marzo de 2010 se refiere a las críticas suscitadas por<br />
esta mujer política tres meses después de ser nombrada. No digo que las mujeres no<br />
puedan ser incompetentes, pero titular así, con ese énfasis, es hacer propia la opinión de<br />
una fuente consultada respecto a la idoneidad de Aston para ese puesto. El periodista<br />
eleva a aserto una opinión vertida por una persona con la que ha hablado, aceptando de<br />
esta manera la subjetividad de una persona y elevándola a categórica afirmación. Tres<br />
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Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
meses después de ser elegida queda rotundamente patente su incompetencia. ¿Se juzga<br />
con tanta celeridad a los hombres políticos o es que se les da por supuesta la<br />
competencia que las mujeres tienen que demostrar a los tres meses de ser nombradas?<br />
Si la mujer que actúa en el escenario público opta por realzar aquellos aspectos<br />
de género que tradicionalmente les han sido atribuidos, y reivindicando el derecho a su<br />
diferencia estética se deja llevar por su fantasía en el vestir, sus ademanes o sus actitudes,<br />
la sanción vendrá al poner de relieve su inadecuación, su falta de rigor o seriedad, su<br />
frivolidad, su inconveniencia y, por ende, su incompetencia. “Venus Williams impresiona<br />
en Australia con la vestimenta”, decía un titular de El Periódico (17-01-2001) en una<br />
columna donde se hablaba de la atrevida camiseta de la jugadora, aunque nada del<br />
partido que ganó. También El País (17-01-2001) dedicaba un largo texto al tema bajo el<br />
título “El escote de Venus eclipsa el tenis”, donde se llegaba a afirmar que las pistas de<br />
tenis se estaban convirtiendo en pasarelas. Por ejemplo, en la sección de deportes de El<br />
Mundo (22-03-2010), en un reportaje sobre golf, se utilizaba este titular: “Contoneos en<br />
el green: Algunas sólo lucen belleza, otras fascinan con su juego, y las hay capaces de<br />
combinar ambas cosas, entre ellas las cuatro españolas que este año compiten en la<br />
LPGA, todo un logro ‘made in Spain’.” ¿Alguna alusión sobre lo que hicieron? ¿Para qué?<br />
Ellas sólo son un objeto que hay que observar.<br />
171 <br />
Sólo así se explica que El Mundo (24-10-2003) colocara en portada una gran foto<br />
de los zapatos de la ministra Ana Palacio con un título y un sumario que, en conjunto,<br />
resaltaba su inadecuación al acto: “Zapatos de camuflaje para la cumbre sobre Irak”. En<br />
una columna sin desperdicio, se desprendía que Ana Palacio no sólo “acudió vestida con<br />
un vestido negro y unos atrevidos zapatos”, sino que se deduce su total incompetencia al<br />
pronunciar su discurso sin activar el micrófono, con un hilillo de voz y con vacilación e<br />
inseguridad. Y en El Periódico de Catalunya (1-12-2001) la comparecencia en el pleno del<br />
Parlamento vasco de la vicelehendakari (vicepresidenta), Idoia Zenarruzabeitia, se ilustraba<br />
con una gran foto… de los zapatos y medias que la política había lucido durante su<br />
intervención. “Un cadáver vestido de rojo” decía El Mundo (30-11-2007) que era la<br />
ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. Pero en lugar de sancionar su gestión política...<br />
sancionan su aspecto. Estas sibilinas formas de juzgar son insidiosas porque se hace de<br />
manera indirecta, poniendo de relieve su incompetencia mediante su aspecto o<br />
indumentaria.<br />
De lo que llevo dicho se desprende que los hombres juegan en campo propio<br />
cuando son representados en los medios de comunicación, mientras que las mujeres son<br />
observadas como el equipo visitante, jugadoras en campo contrario. Se empieza por<br />
poner de relieve una media de fantasía, un sombrero o un zapato de tacón y se acaba por<br />
desprender que esa mujer es una frívola, una coqueta y que, por tanto, no merece la<br />
confianza política de la ciudadanía.<br />
6. CONCLUSIONES<br />
Con la reflexión que precede y los ejemplos aportados no creo que se pueda rebatir que<br />
los medios otorgan un tratamiento muy asimétrico, desigual, a veces despectivo y/o<br />
discriminatorio hacia las mujeres, incluso cuando pretenden ser halagadores.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
Los medios deben dejar de representar a las mujeres como las otras, como la<br />
excepción, siempre incidiendo en su condición femenina. Ya pasó la época de las<br />
pioneras. Las mujeres se han incorporado a todas las esferas de la vida y ya no debe<br />
seguir siendo noticia que una mujer sea presidenta de un parlamento, jefa de gobierno o<br />
líder de un partido político. Tampoco deben ser representadas en una falsa esencia<br />
genérica –las mujeres, una mujer–, sino en su individualidad, en su hacer cotidiano, con<br />
sus aciertos y sus errores, sin que por ello deban ser juzgadas o deslegitimadas en su<br />
acción.<br />
Cantidad –mayor presencia femenina si se amplía la mirada a otros escenarios – y<br />
calidad, por tanto, serán los dos factores a tener en cuenta para la representación<br />
simétrica, justa y equilibrada de hombres y mujeres en los medios de comunicación. Los<br />
medio tienen que dejar de representar a las mujeres como objeto observado y pasar a<br />
verlas como sujetos que actúan en la consecución de sus intereses legítimos. Sin recurrir<br />
a subterfugios o veladas sanciones de género que lo que hacen en el fondo es cuestionar<br />
su legitimidad para ocupar el espacio que ocupan y continuar recordándoles que, pese a<br />
los avances, todavía son las otras, y que ocupan un espacio que todavía no les<br />
corresponde de pleno derecho.<br />
Para abordar, en cambio, las cuestiones colectivas, creo que una herramienta<br />
importante es utilizar la perspectiva de género aplicada a la información, que consiste<br />
básicamente en dotar de significación informativa a las diferentes posiciones sociales que<br />
ocupan los hombres y las mujeres colectivamente considerados. Aquí sí que hay que<br />
hablar de unas y otros en relación, es decir, aplicar la comparación para poner de relieve<br />
cómo la vida y sus condiciones afectan de manera desigual por razón de sexo y o género.<br />
Las mujeres no son princesas venidas de reinos lejanos. Tienen que ser<br />
ciudadanas de primera y se han incorporado en todos los ámbitos de la vida social no<br />
como invitadas, sino para quedarse.<br />
172 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Una mirada a las redacciones. La prensa por dentro.<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
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__________ (2009) Si te vas, te mato. Mujeres que murieron por su libertad. Icaria,<br />
Barcelona.<br />
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Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
PENSANDO AS RELAÇÕES ENTRE MÍDIA E GÊNERO<br />
ATRAVÉS DE HISTÓRIAS PESSOAIS:<br />
O CASO BRASILEIRO<br />
Ana Carolina Ecosteguy*<br />
RECIBIDO: 25 de enero de 2012<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
carolad@pucrs.br<br />
* Profesora del Programa de Posgrado em Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Río Grander<br />
del Sur. Investigadora del Consejo Nacional de Desenvolvimiento Científico y Tecnológico de Brasil.<br />
PALAVRAS-CHAVE | mídia, relações de gênero, feminismo, histórias pessoais, Brasil.<br />
PALABRAS CLAVE | medios, género, feminismo, historias personales, Brasil.<br />
KEYWORDS | media, gender, feminism, personal histories, Brazil
Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
RESUMO<br />
Trata-se de identificar as relações entre estudos de gênero e estudos de<br />
mídia no Brasil através de três histórias pessoais, destacando-se o período do<br />
final dos anos 70 até a virada do milênio. Com esse objetivo, exploro duas<br />
entrevistas que revelam histórias pessoais de afinidades com a temática das<br />
relações de gênero, embora originalmente tenham sido realizadas com<br />
outros propósitos. Utilizo o meu próprio percurso como uma terceira<br />
história. Metodologicamente, esta proposta está inspirada na pesquisa de<br />
Brunsdon (2000). Conclui-se que no Brasil os vínculos entre os dois campos<br />
citados não estão consolidados e que uma das razões para tal é a<br />
singularidade na formação e legitimação do feminismo entre nós.<br />
175 <br />
RESUMEN<br />
El artículo trata de investigar la relación entre estudios de género y estudios<br />
de medios en Brasil a través de tres historias personales, en el periodo del<br />
final de los años 70 hasta la entrada del nuevo milenio. Utiliza dos entrevistas<br />
que fueron hechas con otro objetivo, pero que revelan afinidades con el<br />
tema propuesto. La tercera historia es mi propia trayectoria.<br />
Metodologicamente, está inspirado en el trabajo de Brunsdon (2000). La<br />
conclusión indica que en Brasil esos lazos entre estudios de género y medios<br />
no están consolidados debido al modo como el feminismo se desenvolvió<br />
en aquel país.<br />
ABSTRACT<br />
This paper aims to identify the connections between gender studies and<br />
media studies, mainly in the period of the late 70’s until the turn of the<br />
milennium, recovering personal histories. It considers two interviews which<br />
reveal affinities with this field of research, although they have been done with<br />
different purpose, and my own intellectual journey. Methodologically, it<br />
follows Brunsdon’s (2000) work. It concludes that there isn’t close ties<br />
between this two scholarships. A key reason for that it is the particularity of<br />
the feminism’s development within Brazil.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
176 <br />
Esta é uma retomada do tema das relações de gênero e a sua presença nos estudos de<br />
mídia no contexto brasileiro, já abordado em outros textos (por exemplo, Escosteguy,<br />
2002 e 2004). Desta vez, cotejo o posicionamento de duas pesquisadoras vinculadas a tal<br />
problemática, Esther Hamburger e Heloisa Buarque de Almeida, com a minha própria<br />
posição. Inspirada no trabalho de Brunsdon (2000), eu exploro duas entrevistas com as<br />
autoras citadas que revelam histórias pessoais de afinidades com a temática das relações<br />
de gênero, embora originalmente elas tenham sido realizadas com outros propósitos.<br />
Para encerrar, indico brevemente quatro desdobramentos das relações entre crítica<br />
feminista e estudos de mídia no âmbito anglo-americano, apenas com o intuito de que<br />
fiquem evidentes as singularidades desse mesmo entrecruzamento no contexto brasileiro.<br />
Com o objetivo de arrazoar as particularidades desse (des)encontro entre nós, destaco,<br />
embora sumariamente, a formação e legitimação tanto do movimento quanto dos<br />
estudos feministas no Brasil no que diz respeito ao período das trajetórias em foco –final<br />
dos 70 até a virada do milênio.<br />
A referência metodológica para a execução deste tipo de aproximação é o<br />
trabalho realizado por Charlotte Brunsdon (2000) que objetivou compreender o modo<br />
pelo qual a soap opera se transformou em objeto de estudo através da ação de<br />
pesquisadoras feministas. O método dessa história cultural foi constituído através da<br />
integração entre diferentes tipos de relatos –escritos (a produção intelectual de um<br />
conjunto de pesquisadoras) e orais (entrevistas com o conjunto de investigadoras,<br />
escolhido para tal). Isto é, a análise das fontes documentais foi tensionada,<br />
complementada e entretecida, mesmo que as entrevistas mereçam uma seção específica<br />
no livro The Feminist, the Housewife and the Soap Opera (Brunsdon, 2000), com os<br />
relatos das pesquisadoras que iniciaram sua trajetória intelectual interessando-se por esse<br />
produto da cultura popular. Brunsdon reforça que essas entrevistas são, sobretudo,<br />
“histórias pessoais”, embora versem exclusivamente sobre os percursos intelectuais das<br />
entrevistadas.<br />
Aqui, recupero duas entrevistas realizadas por Clara Fernandes Meirelles (2009) e<br />
apresentadas na dissertação de mestrado, Prazer e resistência: A legitimação do<br />
melodrama nos contextos acadêmicos anglo-americanos e brasileiro. Elas<br />
complementam esse estudo, dado que as entrevistadas são reconhecidas pesquisadoras<br />
brasileiras sobre o tema em foco. Mediante as lembranças das entrevistadas é<br />
reconstituída parte da história dos estudos sobre a telenovela no Brasil, bem como tal<br />
tema se vinculou à reflexão sobre as relações de gênero, o que pode ser entendido como<br />
em paralelo com o interesse pela soap opera e sua relação com a teoria feminista,<br />
existente entre as pesquisadoras entrevistadas por Charlotte Brunsdon (2000).<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
No que se refere ao meu percurso, aproveito a entrevista que concedi a Kumarini<br />
Silva (Silva; Escosteguy; Mendes; Gurumurthy, 2011) sobre a configuração de estudos<br />
feministas dedicados à mídia, no Brasil. Esta foi motivada pelo aniversário de dez anos da<br />
revista Feminist Media Studies quando sua equipe editorial organizou uma edição<br />
comemorativa que inclui duas entrevistas que abordam como os estudos feministas de<br />
mídia se desenvolveram em distintos quadrantes geográficos –Brasil e Índia. Esta é<br />
também uma oportunidade para revisar meu próprio trajeto, ainda em processo, à luz dos<br />
outros dois já indicados.<br />
Ressalto, entretanto, que as observações apresentadas a seguir não têm a<br />
extensão nem a profundidade do trabalho de Brunsdon (2000). De um lado, porque não<br />
contemplam uma discussão aprofundada de fontes documentais, isto é, da produção<br />
intelectual das entrevistadas, de outro, porque não é nossa pretensão uma pesquisa do<br />
mesmo tipo da de Brunsdon (2000). Trata-se apenas de utilizar os relatos das autoras<br />
brasileiras já citadas para explorar um tema que não têm merecido a devida atenção no<br />
nosso meio e que, por essa razão, escassos são os registros documentais em circulação.<br />
Assim, essas narrativas são usadas para tentar apreender visões diferenciadas sobre os<br />
vínculos entre os estudos de mídia e a teoria feminista, revelando-se um material<br />
extremamente rico na direção de constituir uma reflexão a esse respeito.<br />
177 <br />
CIÊNCIAS SOCIAIS E COMUNICAÇÃO: ÁREAS DE DISTINTA CIRCULAÇÃO<br />
DO FEMINISMO<br />
Em primeiro lugar, considero importante identificar o lugar de fala de cada uma das<br />
pesquisadoras em destaque, atentando para a formação de cada uma e o respectivo<br />
período. Por sua vez, essa localização abre espaço para situar, também, como se<br />
desenvolvia o feminismo entre nós, principalmente, no que se refere à reflexão sobre a<br />
mulher ou, nos termos de Pinto (2003), o feminismo acadêmico. Sobretudo, através<br />
dessas últimas evidências, é possível detectar um descompasso entre o fortalecimento<br />
desses estudos nas ciências sociais e o espaço inexpressivo que ocuparam, pelo menos<br />
até o final dos anos 90, na comunicação.<br />
Esther Hamburger é graduada em Ciências Sociais (1978-1982), tem mestrado em<br />
Sociologia (1998) e doutorado em Antropologia (1999). Heloisa Buarque de Almeida,<br />
também, é formada em Ciências Sociais (1985-1988), tem mestrado em Antropologia<br />
(1995) e doutorado em Ciências Sociais (2001). For fim, toda minha formação é na área da<br />
Comunicação, tendo realizado graduação entre 1979 e 1983, mestrado em 1993 e<br />
doutorado em 2000.<br />
Se, por um lado, a tese de Heleith Saffioti, defendida em 1967, é<br />
considerada o marco de entrada do feminismo na academia brasileira, vai ser somente no<br />
final da década seguinte que os estudos sobre as mulheres, de fato, ganham expressão no<br />
espaço acadêmico. Segundo Pinto (2003), duas ações foram muito importantes na<br />
constituição dessa área de estudo. A primeira delas foi o incentivo da Fundação Carlos<br />
Chagas que contou com financiamento da Fundação Ford, de 1978 a 1998, para a<br />
pesquisa sobre a mulher. A segunda foi o papel que as associações nacionais de diversas<br />
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Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
áreas do conhecimento exerceram, também, no estímulo de estudos acadêmicos sobre<br />
essa mesma temática.<br />
Destaca-se que foi justamente a Associação Nacional de Pesquisa em Pós-<br />
Graduação em Ciências Sociais (ANPOCS) que reúne a antropologia, a ciência política e a<br />
sociologia, grande área de formação tanto de Hamburger quanto de Almeida, a entidade<br />
que criou o primeiro grupo de trabalho dedicado ao estudo da mulher e o trabalho, em<br />
1979, apenas dois anos após sua fundação. No entanto, a criação desse grupo implicou<br />
um embate na área, conforme relata Pinto (2003).<br />
178 <br />
O campo das ciências sociais foi sempre muito resistente a esse tipo de<br />
estudo pelas mais diversas razões, desde as relacionadas com posturas<br />
teóricas que não reconheciam o objeto, passando pelo temor de que o<br />
grupo fosse apenas uma militância disfarçada, até o mais primário sexismo<br />
(Pinto, 2003: 88).<br />
Quase vinte anos depois, em 1998, ele encerra suas atividades, não sendo mais<br />
acolhido entre os grupos de trabalho da associação 1 (Pinto, 2003: 87).<br />
Já na Comunicação, foi dentro da Intercom (Sociedade Brasileira de Estudos<br />
Interdisciplinares da Comunicação), fundada no mesmo ano da ANPOCS, 1977, que, em<br />
1996, foi criado o grupo de trabalho Comunicação e Mulher. Este passa a se chamar, em<br />
1998, de Comunicação e Relações de Gênero, denominação mais ampla e que seguia,<br />
segundo o relatório da própria coordenadora, Dulcilia Buittoni, a tendência das<br />
associações internacionais da área como a ICA (International Communication<br />
Association) e a IAMCR (International Association of Media Communication Research).<br />
Após um curto período de atividades, deixa de funcionar em 2000 quando passa a ser<br />
apenas uma subdivisão dentro do grupo de trabalho Comunicação e Cultura das<br />
Minorias. 2<br />
Comparando o que se passou nas ciências sociais com o que ocorreu na<br />
comunicação, notam-se distinções bem nítidas. Na primeira área, não há dúvida sobre a<br />
formação de um corpo notável de produção sobre a problemática em torno da mulher e<br />
das relações de gênero. Céli Regina Pinto, em Uma história do feminismo no Brasil<br />
(2003), referenda essa avaliação, detalhando inclusive os temas mais importantes (por<br />
exemplo, trabalho, saúde, aborto, sexualidade e violência). O mesmo não pode ser<br />
afirmado sobre a produção vinculada à comunicação. E a razão para tal não reside<br />
somente na efemeridade do grupo recém-mencionado.<br />
Num inventário dos textos que circularam nas duas principais publicações<br />
feministas brasileiras, Revista de Estudos Feministas e Cadernos Pagu, que surgem<br />
respectivamente em 1992 e 1993, constata-se que essas publicações acadêmicas vão<br />
1<br />
No encontro realizado em 2011 funcionou o Grupo de Trabalho Gênero, deslocamentos, militâncias e<br />
democracia, ver site da ANPOCS http://www.anpocs.org.br.<br />
2<br />
Informações do relatório de Dulcilia Buittoni, apresentado, em 2000, à associação, e da Secretaria da Intercom,<br />
em 2011, obtidas mediante correspondência eletrônica com a direção da mesma. O GT Comunicação e Cultura<br />
das Minorias encerrou suas atividades em 2006.<br />
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Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
escoar uma produção disciplinar muito variada (Sifuentes; Silveira; Oliveira, 2010 e<br />
Minella, 2004). Apesar dessa diversidade de enfoques disciplinares e teóricos, o mesmo<br />
mapeamento indica que os estudos de comunicação e mídia estão quase ausentes nessas<br />
publicações. O depoimento de Almeida (2009: 203) sobre a dificuldade de encontrar<br />
“material juntando gênero e mídia no Brasil”, no período de seu doutoramento, final dos<br />
90, corrobora essa situação. Portanto, é possível pensar que tanto essa produção é<br />
escassa quanto necessita disputar espaço com outras áreas –principalmente sociologia,<br />
antropologia e educação– que já têm uma tradição consolidada sobre tal tema.<br />
A repercussão disso nas trajetórias analisadas pode indicar que, no caso do único<br />
percurso associado ao campo da comunicação, este não se desenvolve com facilidade,<br />
pois parece existir certa trava na área em acolher as ideias feministas. No caso de<br />
Hamburger e Almeida, duas trajetórias que se constituem no âmbito das ciências sociais,<br />
a vinculação com o feminismo pode se desenrolar com mais naturalidade, pois era um<br />
debate corrente na área, embora os temas prioritários fossem outros –trabalho, violência<br />
doméstica, entre outros. De toda forma, as três trajetórias referendam a avaliação de<br />
Heloisa Buarque de Hollanda (2011) de que, na maior parte das vezes, o envolvimento<br />
com o tema das relações de gênero se deu em contato com bibliografia estrangeira.<br />
Mesmo Almeida (2009: 203) que realizou seu doutorado aqui no Brasil refere-se “a uma<br />
bibliografia sobre mídia que a Esther [Hamburger] havia trazido dos EUA” que foi<br />
“devorada”. E esse talvez seja outro motivo importante para a minguada repercussão do<br />
tema da vinculação entre crítica feminista e mídia no Brasil: a circulação restrita de<br />
bibliografia, sobretudo, em língua inglesa entre nós.<br />
179 <br />
A PORTA DE ENTRADA: TELENOVELA E RECEPÇÃO<br />
Minha curiosidade pelos estudos de gênero foi despertada durante o estágio de<br />
doutorado-sanduíche, realizado na Universidade de Birmingham (Inglaterra), em 1998,<br />
sob orientação da professora Ann Gray. O contato inicial se deu via o texto “Learning<br />
from Experience: Cultural Studies and Feminism”, de autoria da própria Ann Gray (1997).<br />
Embora minha tese não tratasse sobre isso, organizei rapidamente uma bibliografia e<br />
publiquei meu primeiro texto sobre esse assunto apenas compilando vários artigos,<br />
principalmente, de autoras feministas (Escosteguy, 1998). Logo após meu doutoramento,<br />
o projeto de pesquisa que encampei, intitulava-se “Os Estudos Culturais e a problemática<br />
da recepção: A categoria gênero em debate” (2001-2003), momento em que me<br />
transformei em pesquisadora do CNPq (Conselho Nacional de Desenvolvimento<br />
Científico e Tecnológico). A problemática da recepção, associada ao seu<br />
desenvolvimento dentro do âmbito dos estudos culturais, constituiu a motivação para o<br />
meu vínculo com as questões de gênero.<br />
Na trajetória de Hamburger e Almeida a relação com questões em torno da<br />
problemática de gênero se dá inicialmente via a telenovela e a importância que ela<br />
adquire no contexto da sociedade brasileira. Todavia, ambas mencionam a problemática<br />
da recepção como um importante foco de interesse. Observo que no percurso da<br />
pesquisa de Hamburger, o tema da recepção é transversal, entretanto, no de Almeida, é<br />
central, constituindo-se propriamente em objeto empírico de estudo (Almeida, 2003).<br />
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Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
No mestrado de Hamburger, a televisão já estava presente como um elemento<br />
que constituía seu objeto de estudo, centrado nos movimentos sociais urbanos. Ao<br />
pesquisar como as identidades desses movimentos se conformavam a partir de<br />
interlocuções com outros movimentos e instituições, a televisão aparecia como elemento<br />
importante nessa configuração (2009: 185).<br />
Contudo, foi somente no doutorado, realizado em Chicago (Estados Unidos), que<br />
ela se torna o objeto central. Primeiro, a ideia era estudar a televisão norte-americana,<br />
mas devido principalmente as características do desenvolvimento da antropologia<br />
naquele contexto, essa ideia foi abandonada. Logo após, resolveu focar na televisão<br />
brasileira e especificamente na telenovela: “[...] a relação da novela com o conceito de<br />
nação ficou muito clara para mim quando eu estava nos EUA –não era quando eu estava<br />
no Brasil” (2009: 187).<br />
180 <br />
Embora essa fosse uma problemática, em certa medida, presente na bibliografia<br />
nacional, o viés proposto era diferente. Não coincidia com o prisma vigente, isto é, a<br />
televisão e a telenovela como elementos de integração nacional, atendendo aos objetivos<br />
do governo militar. A questão era outra, isto é, tratar da telenovela como “uma arena<br />
onde se interpreta e se reinterpreta a nação [...]. A telenovela, esse folhetim feito para as<br />
mulheres, em horário nobre, nunca havia sido pensado nesse sentido” (Hamburger, 2009:<br />
188). Esse é o mote de O Brasil antenado (Hamburger, 2005), originalmente escrito como<br />
sua tese de doutoramento. Daí para o envolvimento com questões referentes às relações<br />
de gênero, dado que as mulheres são o público-alvo das novelas, embora os homens<br />
também assistam a esse tipo de programa, como apontado por Hamburger, foi um passo.<br />
Ao revisar a produção intelectual nacional sobre a telenovela, Hamburger<br />
identificou que esses estudos classificaram-na como conservadora, em termos de<br />
comportamento. Todavia, sob uma perspectiva histórica, argumenta a autora, as<br />
telenovelas foram mudando, por isso, é possível avaliá-las de outra maneira. Vale a pena<br />
citar sua análise diante da indagação de Meirelles sobre a vinculação da bibliografia<br />
estrangeira sobre o melodrama com o feminismo em contraste com o desenvolvimento<br />
na América Latina:<br />
Acredito que o feminismo também foi importante aqui. O estudo da<br />
Ondina [Fachel, A leitura social da novela das oito, 1986], por exemplo, é<br />
influenciado por isso [movimentos feministas], principalmente. As<br />
pesquisadoras encontram na telenovela o conservadorismo, e mostram<br />
isso. Para elas, a telenovela reproduz as relações convencionais de gênero.<br />
A Jane Sarques analisa Os Gigantes [A ideologia sexual dos Gigantes, 1987],<br />
uma novela com uma protagonista que resolveu ser jornalista na Itália. A<br />
trajetória da personagem mostra a derrota de um modelo mais feminista,<br />
afinal, ela [a personagem] se suicida. A Sarques tem todas as evidências<br />
para falar que a novela é muito convencional e até antifeminista. Mas, vista<br />
sob perspectiva histórica, só o fato de legitimar esse modelo de mulher –<br />
mesmo que ao fim ela tenha morrido–, já é algo importante, pois se<br />
divulgou a existência desse tipo de mulher para o Brasil inteiro. [...] Acredito<br />
que havia sim essa motivação feminista nos primeiros estudos brasileiros<br />
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Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
[...] mesmo que não seja um feminismo muito forte, mesmo porque era o<br />
início dos anos 1970 (Hamburger, 2009: 190).<br />
Na contramão de diversas análises a respeito, inclusive algumas delas citadas pela<br />
própria autora (entre elas, Maria Rita Kehl e Ondina Fachel), e também das minhas<br />
observações sobre o tema (por exemplo, Escosteguy, 2002; Escosteguy; Messa, 2006),<br />
Hamburger é bastante positiva sobre a presença de uma diversidade de tipos femininos<br />
nas telenovelas brasileiras o que contribuiria para configurar uma representação mais<br />
plural da mulher.<br />
181 <br />
Entretanto, estudo recente indica que<br />
as telenovelas, ao longo do tempo, vêm quebrando tabus e veiculando<br />
diversas possibilidades para o feminino. Há personagens que são mulheres<br />
fortes, que possuem autonomia financeira e grande poder de decisão no<br />
ambiente profissional e doméstico, como Bete Gouveia [da novela<br />
Passione – Rede Globo, 2010]. No entanto, a desigualdade entre os<br />
gêneros não é questionada nas telenovelas. O ambiente doméstico, por<br />
exemplo, é reforçado como essencialmente feminino o que parece<br />
legitimar que a subordinação das mulheres é tratada nas tramas a partir da<br />
‘natureza’ feminina e não como uma questão social (Ronsini e Silva,<br />
2011: 12).<br />
Desse modo, embora a posição de Hamburger seja pertinente, o questionamento<br />
que se faz é outro: o que significa realizar uma análise da telenovela do ponto de vista<br />
feminista? De modo genérico, pode-se dizer que implica numa reivindicação pela<br />
transformação da condição da mulher na sociedade brasileira.<br />
Se, por um lado, é incontestável a produção acadêmica de mulheres feministas a<br />
respeito de temas relacionados à mulher, de outro, o interesse específico por temáticas<br />
relacionadas à mídia e sua vinculação com questões de gênero ainda é tímido. Somente a<br />
partir dos anos 2000 esse enfoque vem ganhando algum fôlego. 3 Ao contrário do<br />
encontro entre crítica feminista e estudos de mídia que aconteceu no contexto angloamericano,<br />
aqui, essas respectivas linhagens traçaram trajetórias paralelas com uma fraca<br />
confluência.<br />
Claro que essa singularidade deve ser vista em relação ao desenvolvimento do<br />
movimento feminista no Brasil. Aqui, na virada para a década de 70, o feminismo<br />
amalgamou um paradoxo: ao mesmo tempo em que se organizava em defesa da<br />
especificidade da condição da mulher, estabelecia uma profunda ligação com a luta<br />
contra a ditadura militar. Isto desembocou num tensionamento permanente entre dois<br />
pólos: aquele associado às lutas que davam ênfase à sexualidade, ao corpo e ao prazer<br />
versus aquele outro que priorizava a luta de classes e/ou a luta pela democracia. No<br />
3<br />
É o que mostra o levantamento elaborado por Escosteguy e Messa (2006) de 2000-2002 e as indicações de<br />
novas pesquisas realizadas a partir dessa data de Ronsini e Silva (2011).<br />
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Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
período da redemocratização, a forte participação política das feministas, aliadas aos<br />
partidos políticos e aos setores progressistas da Igreja, fez com que muitas vezes se<br />
priorizasse metas coletivas em detrimento dos direitos individuais das mulheres (PINTO,<br />
2003). Com isso o que se quer salientar é a singularidade tanto do movimento feminista<br />
entre nós quanto da conjuntura sociopolítica o que, de algum modo, também contribuiu<br />
para que temas referentes à cultura não fossem priorizados no horizonte da reflexão<br />
feminista.<br />
Esses dois períodos –o feminismo na ditadura e na redemocratização– coincidem<br />
aproximadamente com o momento em que a crítica feminista se vincula aos estudos de<br />
mídia, mais especificamente com os estudos culturais, no contexto britânico (Brunsdon,<br />
1997). Um período inicial pode ser identificado nos anos 70 quando os primeiros estudos<br />
expressam uma posição de equivalência entre feminismo e mulheres, isto é, nós todas,<br />
mulheres, sofremos com o patriarcado e, portanto, vivemos experiências em comum.<br />
Esse é um posicionamento que expressa um discurso de afirmação da condição de ser<br />
mulher. No Centro de Estudos Culturais Contemporâneos (CCCS – Inglaterra) uma das<br />
primeiras produções que se enquadra nessa direção é o volume Images of Women (1974)<br />
onde se teoriza fundamentalmente a subordinação das mulheres ao sistema capitalista. 4<br />
Um pouco mais tarde é organizada a coletânea Women take issue (1978), saudada como<br />
a produção pioneira do Grupo de Estudos da Mulher, fundado em 1974 dentro do CCCS.<br />
182 <br />
Em meados de 80 até o início dos 90, configura-se uma nova etapa entre a crítica<br />
feminista e os estudos culturais que se instituiu mediante a fratura desse discurso de<br />
homogeneidade em torno das mulheres. O livro Feminism for girls (1981), organizado por<br />
McRobbie e McCabe, ao utilizar o termo “meninas” dá a largada para a percepção da<br />
existência de uma diferença dentro largo espectro que abarca as mulheres. Ao mesmo<br />
tempo, se reconhece que existem outras diferenciações: a mulher-pesquisadorafeminista<br />
e militante se distingue da outra mulher, aquela comum e ordinária que não está<br />
engajada no movimento feminista. É nesse momento que aparecem os primeiros estudos<br />
onde as mulheres-pesquisadoras assumem seu próprio prazer em relação aos objetos<br />
estudados, tais como o romance popular de massa e as soap operas.<br />
A SAÍDA: RECOMPOSIÇÃO DE UM IDEÁRIO PARA A CRÍTICA FEMINISTA<br />
Esses desdobramentos das relações entre feminismo e seu interesse pela mídia no<br />
contexto britânico, nos anos 70/80, revelam o esforço realizado, principalmente, por um<br />
grupo de feministas para incorporar ao debate teórico, sobretudo, centrado em torno do<br />
conceito de classe social, a dimensão de gênero. Na sistematização de Brunsdon (1997),<br />
na década de 90 vive-se a popularização do feminismo. O que também pode ser<br />
observado entre nós:<br />
Se, por um lado, a década de 90 não foi especialmente propícia à expansão<br />
dos movimentos sociais, havendo mesmo um retraimento da maioria<br />
deles, por outro nela foram criadas as condições para que suas demandas<br />
4<br />
Para um detalhamento das produções feministas do CCCS, ver Scofield (2008) e Escosteguy (1998).<br />
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Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
fossem incorporadas por largas parcelas dos discursos públicos. Isso<br />
ocorre tanto no hemisfério norte como em países como o Brasil (Pinto,<br />
2003: 92).<br />
Ao longo dos anos 90 um terceiro período nas relações entre crítica feminista e<br />
estudos de mídia pode ser notado. No contexto anglo-americano, uma variedade de<br />
elementos na constituição da condição feminina deve ser levado em conta. As dinâmicas<br />
de classe, raça/etnia e geração sugerem a impossibilidade de elaborar narrativas onde os<br />
sujeitos sejam vistos apenas ocupando uma posição de gênero. Há o reconhecimento de<br />
que qualquer ponto de vista feminista obrigatoriamente deve ser apresentado como<br />
parcial porque, embora as mulheres possam compartilhar interesses comuns, esses não<br />
são universais. Isto está em oposição àquele discurso feminista que até um determinado<br />
momento apelava para a opressão comum sofrida pelas mulheres, existindo um chamado<br />
pela unidade que apagava as diferenças entre mulheres. Esta, também, é uma etapa de<br />
autocrítica na teoria feminista.<br />
183 <br />
E é nessa mesma década que Heloisa Buarque de Almeida passa a prestar atenção<br />
para as diferenças entre as experiências de homens e mulheres em relação ao cinema,<br />
questão que apareceu na sua pesquisa de campo quando concluía seu mestrado. No<br />
entanto, transforma-se propriamente em temática central no seu doutoramento. Ao<br />
participar de uma pesquisa de campo na cidade de Montes Claros (Minas Gerais), no<br />
momento em que a novela do horário nobre era O Rei do Gado (GLOBO, 1996/1997) que<br />
dramatizava a traição do herói pela sua mulher, “a questão de gênero [...] vai aparecendo<br />
em campo a partir do que a novela coloca e pelo que a minha figura representava, ao<br />
mesmo tempo. Continuei fazendo amizade com as mulheres, virei confidente, e elas<br />
foram me contando coisas de suas vidas e isso virou tema de pesquisa para mim”<br />
(Almeida, 2009: 203). A experiência “de gênero” foi tão forte que se transformou numa<br />
seção específica sobre a prática etnográfica na sua tese.<br />
Ou seja, no percurso de Almeida há diversas circunstâncias –a pesquisa de<br />
campo, a novela do período, a moral do lugar que ela estava investigando– que em<br />
conjunto contribuíram para que ela se dedicasse propriamente ao tema das relações de<br />
gênero no doutorado. Contudo, reconhece que, para estudar mídia e gênero, duas áreas<br />
com extensas bibliografias, ”é preciso que você seja um pesquisador aplicado para juntar<br />
as duas coisas” (Almeida, 2009: 204).<br />
O final da sua pesquisa coincide com a virada do milênio, sendo que a publicação<br />
com o resultado da investigação do seu doutorado é publicada em 2002 –Telenovela,<br />
consumo e gênero. E “a virada do século tem sido marcada por uma pergunta que<br />
também acompanhou a maior parte da década de 1990: o feminismo acabou?” (Pinto,<br />
2003: 91).<br />
Identificado nessa virada um quarto e último desdobramento nas relações entre<br />
crítica feminista e estudos de mídia, vale a pena recuperar a voz de Angela McRobbie,<br />
pesquisadora que desde a década de 70 investiga questões ligadas ao tema, situada no<br />
âmbito do feminismo e dos estudos culturais. Conforme essa autora, a cultura midiática<br />
efetiva um apagamento do feminismo, quando dissemina a ideia de que o feminismo é<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
algo datado e não tem mais função. Através de textos prazerosos e bem-humorados que<br />
contraditoriamente se filiam a valores neoconservadores em relação ao gênero e se<br />
integram a processos de caráter mais liberador, as relações de poder são feitas e refeitas,<br />
construindo um “novo regime de gênero” (McRobbie, 2008). Portanto, a porta continua<br />
aberta para que a trajetória da crítica feminista recomponha seu objeto de estudo, dando<br />
a merecida atenção à mídia, sobretudo, entre nós, onde tal laço ainda não<br />
se consolidou.<br />
184 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Pensando as relações entre mídia e gênero através de histórias pessoais: o caso brasileiro<br />
REFERÊNCIAS<br />
185 <br />
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Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
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Escosteguy and Anita Gurumurthy.” Feminist Media Studies, vol. 11, pp. 139-149.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
MÍDIA E RELAÇÕES DE GÊNERO NAS PUBLICAÇÕES<br />
FEMINISTAS BRASILEIRAS<br />
Lirían Sifuentes, Bruna Rocha Silveira y Janaina Cruz de Oliveira*<br />
RECIBIDO: 25 de enero de 2012<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
lisifuentes@yahoo.com.br<br />
bruna.rochasilveira@gmail.com<br />
janaina.cruzdeoliveira@gmail.com<br />
* Investigadoras del Grupo de Estudios sobre el Imaginario, Sociedad y Cultura del Programa de Posgrado de<br />
Comunicación Social de la Facultad de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Católica del Río Grande<br />
del Sur (PUCRS), Brasil.<br />
PALAVRAS-CHAVE | mídia, relações de gênero, publicações feministas brasileiras, mapeamento.<br />
PALABRAS CLAVE|medios de comunicación, relaciones de género, publicaciones feministas brasileñas,<br />
cartografía.<br />
KEYWORDS | media, gender relations, Brazilian feminist publications, mapping.
Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
RESUMO<br />
Este trabalho busca identificar a presença da problemática mídia e relações<br />
de gênero nos periódicos feministas Cadernos Pagu e Revista Estudos<br />
Feministas –as duas publicações feministas há mais tempo em circulação no<br />
Brasil–, realizando um levantamento dos artigos publicados no período de<br />
2001 a 2009. Pesquisas no campo da comunicação, em que se diagnosticou<br />
que a temática das relações de gênero pouco se faz presente na área,<br />
conformaram nossa hipótese inicial de que há carência desse cruzamento.<br />
Essa pressuposição foi confirmada, pois poucos estudos demonstraram<br />
preocupação com a articulação entre mídia e feminismo nas publicações<br />
consideradas.<br />
188 <br />
RESUMEN<br />
En este trabajo se pretende identificar la presencia de la problemática de los<br />
medios de comunicación y las relaciones de género en las revistas feministas<br />
Cadernos Pagu y Revista Estudos Feministas, las dos publicaciones feministas<br />
en circulación en Brasil, realizando un levantamiento de los artículos<br />
publicados entre 2001 y 2009. La investigación en el campo de la<br />
comunicación, que diagnosticó que el tema de las relaciones de género está<br />
presente en algunas áreas, conforma nuestra hipótesis inicial de que hay una<br />
falta en esta área. Esta hipótesis fue confirmada por pocos estudios que se<br />
referían a la relación entre los medios de comunicación y el feminismo en las<br />
publicaciones consideradas.<br />
ABSTRACT<br />
This paper aims to identify the presence of problematic media and gender<br />
relations in feminist journals Cadernos Pagu and Revista Estudos Feministas<br />
–the two longest feminist publications in Brazil–, conducting a survey of<br />
articles published between 2001 and 2009. Communication researches,<br />
which diagnosed that the issue of gender relations rather is present in the<br />
area, have set up our initial hypothesis that there is a lack of that crossing.<br />
This assumption was confirmed, whereas few studies were concerned with<br />
the relation between media and feminism in the publications considered.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
1. CONSIDERAÇÕES INICIAIS<br />
A preocupação em estudar o gênero como uma categoria analítica e teórica tem início na<br />
última metade do século XX, mais especificamente na década de 1960, com o chamado<br />
“Novo Feminismo”, que conquistou espaço nos países de capitalismo avançado<br />
(Franchetto, Cavalcanti e Heilborn, 1981). As feministas organizaram-se no período pósguerra<br />
em um movimento que buscava transformar as relações entre homens e mulheres<br />
e “construir uma nova identidade capaz de definir sua posição na sociedade e, ao fazê-lo,<br />
de buscar a transformação de toda a estrutura social” (Castells, 2000: 24).<br />
O movimento feminista e os estudos sobre gênero 1 desenvolveram-se<br />
paralelamente e, mais do que isso, grande parte das feministas são estudiosas que<br />
pesquisam a opressão feminina e, concomitantemente, reivindicam uma transformação<br />
na posição da mulher na sociedade. Atualmente, contudo, muitas pesquisadoras das<br />
relações de gênero buscam se desvincular da imagem de militantes (Grossi, 2004).<br />
Na Comunicação, as relações de gênero são pouco problematizadas e ainda<br />
carecemos de estudos que articulem as duas temáticas (Escosteguy, 1998, 2002, 2008;<br />
Jacks, Menezes e Piedras, 2008; Meirelles, 2009; Sifuentes, 2010). Mesmo objetos como a<br />
telenovela, programa considerado predominantemente feminino, não têm merecido uma<br />
problematização à luz dos debates sobre as relações de gênero, com raras exceções.<br />
Nesses estudos, especificamente aqueles que focam na recepção da telenovela, as<br />
mulheres costumam ser as principais informantes, todavia, como destaca Escosteguy<br />
(2002), são consideradas apenas como uma variável sociodemográfica, não sendo seu<br />
aparecimento nas pesquisas sinônimo da problematização das relações de gênero.<br />
189 <br />
Tomando os Estudos Culturais como referência para comparações entre as<br />
pesquisas brasileiras e as internacionais, notamos que os estudos feministas angloamericanos<br />
iniciaram na década de 1970, consolidando-se nos anos 1980 e<br />
permanecendo como um campo notável de estudos. Mesmo que tal linha tenha se<br />
desenvolvido posteriormente na América Latina, desde a década de 1980 é adotada em<br />
larga medida por aqui. Porém, até hoje, não se percebe uma maturidade no cruzamento<br />
entre esses dois temas –gênero e mídia– nas pesquisas desenvolvidas dentro do<br />
enquadramento dos Estudos Culturais na sua articulação com os estudos de mídia no<br />
Brasil.<br />
Nos anos 2000, esse quadro passa a apresentar modificações e percebe-se, mais<br />
recentemente, um desenvolvimento desses estudos, o que pode ser verificado no<br />
número de trabalhos apresentados em congressos, publicações e dissertações e teses de<br />
1<br />
Apesar das discussões acerca da denominação estudos feministas, de relações de gênero ou de mulheres<br />
(Grossi, 2004), iremos usar as expressões indistintamente, uma vez que o que nos interessa aqui é mapear esses<br />
variados entendimentos da questão de gênero entrecruzados com a Comunicação.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
Comunicação. Entre 1992 e 1999, das 1589 teses e dissertações defendidas em<br />
programas de pós-graduação em Comunicação, apenas 29 foram classificadas como<br />
estudos de gênero e comunicação. Já no período de 2000 a 2002, em apenas três anos,<br />
o número de trabalhos defendidos foi de 1665, sendo 36 abordando gênero.<br />
Se analisarmos esses números em termos de porcentagem, no entanto, a<br />
evolução não foi tão significativa. No levantamento da década de 1990, os estudos de<br />
gênero nos programas de Comunicação representavam 1,82 por cento, e nos três<br />
primeiros anos da década de 2000, constituíam 2,16 por cento. Em números absolutos,<br />
no entanto, significam um aumento real de pessoas estudando a temática e colaborando<br />
para sua compreensão.<br />
190 <br />
Com esse contexto em vista, buscamos identificar o que está sendo apresentado<br />
sobre a pesquisa da mídia nas publicações feministas brasileiras. Focamos nossa<br />
investigação nos Cadernos Pagu e na Revista Estudos Feministas, as duas publicações<br />
feministas há mais tempo em circulação no Brasil. A Revista Estudos Feministas produziu<br />
seu primeiro número em 1992. Os Cadernos Pagu, por sua vez, iniciaram sua circulação<br />
no ano seguinte. O período investigado compreende a primeira década dos anos 2000,<br />
mais especificamente, as edições publicadas pelos periódicos entre 2001 e 2009, e<br />
disponibilizadas na Internet. 2<br />
Nosso objetivo principal é mapear a ocorrência de trabalhos que se debruçam na<br />
investigação das relações de gênero cruzadas pela Comunicação na Revista Estudos<br />
Feministas e nos Cadernos Pagu, verificando se é significativo o volume de trabalhos<br />
desenvolvidos a partir dessa intersecção. Ademais, outros propósitos compõem nosso<br />
interesse com este trabalho: a) conhecer a origem dos pesquisadores que relacionam<br />
gênero e mídia seja no que se refere às áreas de atuação quanto às regiões das<br />
instituições das quais fazem parte; b) saber a quais autores mais se recorre; c) examinar<br />
qual a significância do número de homens que têm realizado pesquisas com esse<br />
interesse.<br />
Para isso, realizamos uma busca por palavras-chave relativas à mídia nas edições<br />
incluídas no período de estudo. Com o corpus de artigos formado, realizamos uma<br />
análise para identificar, entre os trabalhos selecionados, quais poderiam ser classificados<br />
como de Comunicação. Foi sobre esse conjunto de textos que focamos nosso estudo.<br />
Nosso levantamento incluiu 42 edições, entre Revista Estudos Feministas e<br />
Cadernos Pagu, com um total de 560 artigos. Encontramos 44 artigos com as palavraschave<br />
pesquisadas. Por fim, após serem classificados como trabalhos de Comunicação,<br />
nossa análise recaiu sobre 27 artigos (brasileiros).<br />
2. A PROBLEMÁTICA DA COMUNICAÇÃO NAS PUBLICAÇÕES DE GÊNERO<br />
Para a realização deste trabalho foram analisados os periódicos Revista Estudos<br />
Feministas e Cadernos Pagu, uma vez que são as mais antigas publicações feministas em<br />
2<br />
Site da Revista Estudos Feministas: http://www.scielo.br/scielo.php?pid=0104-026x&script=sci_serial. Site dos<br />
Cadernos Pagu: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_serial&pid=0104-8333&lng=pt&nrm=iso.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
circulação no Brasil, bem como por terem criado uma sólida tradição de pesquisa sobre<br />
mulher e gênero (Grossi, 2004). Ademais, desse modo, podemos verificar de que forma a<br />
articulação entre mídia e gênero está sendo apresentada nas publicações especializadas<br />
na temática feminista. Foi escolhido o período entre 2001 a 2009 porque a) a partir de<br />
2001 ambas as publicações passaram a ser disponibilizadas online; b) permite retratar o<br />
momento atual da questão estudada.<br />
Após o download dos exemplares do período, realizamos uma triagem separando<br />
todos os artigos das edições. 3 Posteriormente, foi realizada a leitura dos resumos e a<br />
identificação das palavras-chave com referências à comunicação. As palavras-chave<br />
buscadas nos resumos foram: comunicação, mídia (midiático), televisão (TV), cinema,<br />
revista, jornal (jornalismo, jornalístico), audiovisual, Internet (web), rádio (radiofônico),<br />
entretenimento, informação, publicidade (publicitário). Após essa primeira seleção a partir<br />
dos resumos, os artigos foram lidos na íntegra e analisados a fim de identificarmos quais<br />
trabalhos destacavam a mídia como tema ou objeto de estudo.<br />
191 <br />
Para a análise, os artigos foram tabelados de forma a destacar a área de atuação<br />
dos autores dos textos, o tema do trabalho, o meio de comunicação estudada, as<br />
palavras-chave destacadas, os principais autores citados, a metodologia utilizada e os<br />
resultados obtidos. Por fim, foram estabelecidos critérios para a seleção dos artigos como<br />
incluídos na problemática da Comunicação, quais sejam: autor da área da Comunicação;<br />
uso de teorias vinculadas ao campo da Comunicação; destacada importância a um meio<br />
de comunicação. Os trabalhos deveriam apresentar ao menos uma dessas características<br />
para serem classificados como com ênfase na Comunicação.<br />
Além disso, para os resultados que seguem, agrupamos os textos em categorias a<br />
fim de facilitar as aproximações entre as duas publicações. São elas: publicidade, corpo e<br />
sexualidade, telenovela, questões de saúde, violência contra a mulher, memórias coletivas<br />
sobre a mulher, masculinidade e política.<br />
2.1. REVISTA ESTUDOS FEMINISTAS<br />
A Revista Estudos Feministas (REF), sediada no Centro de Filosofia e Ciências Humanas da<br />
Universidade Federal de Santa Catarina, é um periódico interdisciplinar, de circulação<br />
nacional e internacional, que tem como objetivo divulgar a produção de conhecimento<br />
no campo dos estudos feministas e de gênero. Publicada desde 1992, a REF trazia, até<br />
2004, duas edições anuais, com uma média de dez artigos cada. Em 2004, passou a ter<br />
três edições anuais. Dessa forma, foram analisadas 24 edições da revista, compondo um<br />
total de 355 artigos. Desse total, apenas 17 trabalhos problematizaram a Comunicação<br />
Social e os meios de comunicação de massa. 4<br />
3<br />
A Revista Estudos Feministas apresenta as seguintes seções: editorial, artigos, ponto de vista, artigos temáticos<br />
e resenhas. Desses, fizemos usos dos textos apresentados em “artigos” e “artigos temáticos”, por se estruturarem<br />
propriamente como artigos. A revista Cadernos Pagu é composta por: apresentação, dossiê, artigos e resenhas.<br />
Pelo mesmo motivo, focamos o estudo nos textos de “dossiê” e “artigos”. Assim, foram desconsiderados<br />
comentários, resenhas, entrevistas e apresentações de todas as edições de ambos os periódicos.<br />
4 Embora tenham apresentado as palavras-chave buscadas, outros quatro textos utilizaram os meios de<br />
comunicação como parte do objeto de análise, sem, contudo, problematizar a Comunicação. Nos textos de<br />
Citeli (2001) e Amorim (2008), revistas impressas e jornais foram utilizados como objeto de consulta histórica<br />
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Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
A maioria dos artigos classificados como de Comunicação foram escritos por<br />
profissionais de outras áreas, 5 como Ciências Sociais (7) e Educação (4). Apenas três<br />
textos foram produzidos por estudiosos atuantes na área da Comunicação. O primeiro<br />
deles, “O corpo feminino como objeto médico e ‘mediático’” (Natansohn, 2005), discute<br />
como a menstruação é representada na mídia em programas com presença de<br />
profissionais de saúde. Em “O negro na dramaturgia, um caso exemplar da decadência do<br />
mito da democracia racial brasileira”, Araújo (2008) estuda a representação dos atores e<br />
das atrizes negras na telenovela e no cinema em 50 anos. Com enfoque nas novas<br />
tecnologias, “Os wannabees e suas tribos: adolescência e distinção na Internet” (Pereira,<br />
2007) pretende entender de que forma a adolescência constrói sua identidade a partir de<br />
processos de distinção e controle social na Internet. A Internet também foi tema do único<br />
artigo internacional em comunicação (Abdel-Moneim, 2002), com foco no crescimento<br />
da resistência virtual de grupos sociais no ciberespaço, sugerindo novas leituras dos<br />
movimentos sociais na era digital a partir do exemplo da rebelião de Chiapas.<br />
A publicidade é um dos objetos preferidos para ser estudado em conjunto com as<br />
questões de gênero na REF. Quatro trabalhos focam as representações de gênero e<br />
sexualidade na publicidade: “Pedagogia cultural, gênero e sexualidade” (Sabat, 2001);<br />
“Mídia e educação da mulher: uma discussão teórica sobre modos de enunciar o<br />
feminino na TV” (Fischer, 2001); “‘Mulher sem-vergonha’ e ‘Traidor responsável’:<br />
problematizando representações de gênero em anúncios televisivos oficiais de prevenção<br />
ao HIV/AIDS” (Meyer et al., 2004); e “Corpo e identidade na propaganda” (Beleli, 2007).<br />
Nesses artigos, a publicidade chama os consumidores à identificação com lugares sociais<br />
(pré)fixados, reificando ou desestabilizando noções de gênero e sexualidade.<br />
A telenovela foi foco em quatro artigos: “Consumidoras e heroínas: gênero na<br />
telenovela” (Almeida, 2007); “A expansão do ‘feminino’ no espaço público brasileiro:<br />
novelas de televisão nas décadas de 1970 e 80” (Hamburger, 2007); “Mídia e a figura do<br />
anormal na mira do sinóptico: a constituição discursiva de subjetividades femininas” (Silva<br />
e Moura, 2008); e “O negro na dramaturgia, um caso exemplar da decadência do mito da<br />
democracia racial brasileira” (Araújo, 2008), inserido entre os trabalhos produzidos por<br />
autores da Comunicação. Almeida (2007) apresenta as correlações entre telenovela,<br />
consumo e gênero, por meio de um estudo etnográfico de recepção de novelas, com o<br />
objetivo de compreender como a mídia está articulada à promoção da cultura do<br />
consumo. Hamburger (2007) busca nas telenovelas dos anos 1970 e 1980 as relações<br />
entre meios de comunicação de massa e representações das relações de gênero.<br />
Diferentemente dos dois primeiros artigos, o que Silva e Moura (2008) analisa não é o<br />
discurso que compõe a trama da telenovela, mas um depoimento-confissão selecionado<br />
de Páginas da Vida. Nesse trabalho, são discutidas as noções de masturbação, anomalia e<br />
práticas de confissão, associadas a investigações voltadas para as subjetividades femininas<br />
veiculadas pela mídia.<br />
192 <br />
para analisar a representação do corpo da mulher. Nos textos de Maluf (2002) e Schmidt (2009), o cinema é<br />
utilizado para discutir a questão dos transgêneros e do corpo feminino, respectivamente.<br />
5<br />
Como opção metodológica, as áreas dos autores foram definidas por atuação (não por formação). Para isso,<br />
realizamos uma busca paralela na Plataforma Lattes, visto que a maioria dos trabalhos não apresentava essa<br />
informação sobre os autores.<br />
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Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
Questões de saúde também são discutidas nos trabalhos que articulam mídia e<br />
feminismo. O artigo “Aparição do Viagra na cena pública brasileira: discursos sobre corpo,<br />
gênero e sexualidade na mídia” (Brigeiro e Maksud, 2009) analisa em jornais de grande<br />
circulação, quais são os discursos sobre a sexualidade na sociedade brasileira, com base<br />
no surgimento do Viagra na esfera pública nacional. Também examinando o discurso<br />
jornalístico sobre saúde, “Fetos anencefálicos e embriões para pesquisa: sujeitos de<br />
direitos?” (Luna, 2009) discute as notícias publicadas entre os anos de 2000 a 2005 sobre<br />
a fertilização in vitro e os fetos anencefálicos a partir dos debates para a aprovação da Lei<br />
de Biossegurança. Ainda inserida nas questões de saúde, “O corpo feminino como objeto<br />
médico e ‘mediático’” (Natansohn, 2005) foi anteriormente citado por ser um dos três<br />
trabalhos escritos por um autor da Comunicação.<br />
193 <br />
Dois textos abordam o modo como a violência contra a mulher é apresentada na<br />
mídia. No caso de “Guerra de imagens e imagens da guerra: estupro e sacrifício na Guerra<br />
do Iraque” Rial (2007) estuda a representação da violência na mídia e, mais<br />
especificamente, a falta dessas representações, como no caso dos estupros na Guerra do<br />
Iraque. Já Pereira (2009), em “Violência e tecnologias de gênero: tempo e espaço nos<br />
jornais” discute se os discursos jornalísticos que descrevem a violência não seriam eles<br />
próprios violentos.<br />
Masculinidade e política estão entre os temas minoritários. Versa-se sobre a<br />
masculinidade no trabalho de Ribeiro; Siqueira (2007), “O novo homem na mídia:<br />
ressignificações por homens docentes”, destacando o “novo homem” retratado na mídia.<br />
A política também foi discutida em apenas um trabalho. O texto “Mulheres candidatas:<br />
relações entre gênero, mídia e discurso” (Finamore e Carvalho, 2006) examina o papel da<br />
mídia na decisão dos eleitores e a posição destes como intérpretes dessas mensagens<br />
midiáticas.<br />
O mote da representação do corpo e da sexualidade na mídia, além de ser<br />
abordada nos trabalhos de publicidade, telenovela, saúde e violência contra a mulher,<br />
aparece como tema principal no artigo “Corpo e gênero: uma análise da revista ‘TRIP Para<br />
Mulher’” (Matos e Lopes, 2008). As autoras avaliam como uma revista feminina, que se<br />
assume como diferente do que existe no mercado das revistas femininas, representa o<br />
corpo da mulher.<br />
2.2. CADERNOS PAGU<br />
Cadernos Pagu é uma publicação semestral do Núcleo de Estudos de Gênero da<br />
Universidade Estadual de Campinas (Unicamp), um centro interdisciplinar de pesquisa<br />
voltado para a produção e disseminação do conhecimento em torno da problemática de<br />
gênero. Publicado desde 1993, é um dos principais periódicos brasileiros centrados na<br />
questão de gênero. Para este trabalho, são consideradas as publicações digitais<br />
disponibilizadas entre 2001 e 2009, totalizando 18 edições 6 e 205 textos, com uma média<br />
de 12 trabalhos por edição.<br />
6<br />
A publicação é semestral, porém, em 2001, houve apenas uma edição (n. 16). Por isso, no primeiro semestre de<br />
2002, duas edições –17 e 18– foram publicadas em um mesmo exemplar.<br />
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Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
Após a realização da busca por palavras-chave, 23 artigos foram destacados.<br />
Desses, selecionamos apenas dez para a classificação proposta como Comunicação; sete<br />
foram desconsiderados da análise por serem textos produzidos fora do Brasil; e seis,<br />
embora apresentassem no resumo as palavras-chave buscadas e possuíssem alguma<br />
referência à área, não eram textos de Comunicação, uma vez que a comunicação ou os<br />
meios de comunicação apareceram apenas como parte da metodologia, ou seja, não se<br />
enquadraram nos critérios apresentados anteriormente 7 .<br />
Destacamos, primeiramente, três artigos que tratam do tema corpo e sexualidade,<br />
no cinema e em revistas: “Os festivais GLBT de cinema e as mudanças estético-políticas<br />
na constituição da subjetividade” (Bessa, 2007); “O masculino e o feminino nas narrativas<br />
da cultura de massas ou o deslocamento do olhar” (Mira, 2003); e “Corpo e<br />
masculinidade na revista VIP Exame” (Monteiro, 2001). São trabalhos com abordagens<br />
diferentes, mas que se aproximam pela temática. Bessa (2007) foca as transformações das<br />
identidades sexuais do movimento GLBT, configurando uma nova cinematografia<br />
denominada, no início dos anos 1990, como queer movie; Mira (2003) trata do<br />
surgimento de uma “nova masculinidade” nas relações de gênero; e por último, a relação<br />
da masculinidade com a preocupação contemporânea com o corpo é discutida por<br />
Monteiro (2001).<br />
A publicidade e a propaganda aparecem como tema relacionado à mídia e às<br />
representações em três casos. O artigo “O velho na propaganda” (Debert, 2003) trata das<br />
imagens de mulheres e homens idosos na publicidade, fazendo uso de entrevistas com<br />
criadores de propagandas e ativistas da questão da velhice, e de uma dinâmica de grupo<br />
com idosos. Já em “Mulher e família no Programa Bolsa-Escola: maternidades veiculadas<br />
e instituídas pelos anúncios televisivos” (Klein, 2007), há a problematização dos processos<br />
de produção e veiculação de representações da maternidade nos anúncios televisivos do<br />
programa social do governo federal. Almeida (2002), em “Melodrama comercial: reflexões<br />
sobre a feminilização da telenovela” faz um estudo em que relaciona publicidade e<br />
telenovela. A partir da observação de anúncios publicitários direcionados às mulheres, a<br />
pesquisadora demonstra que há um grande interesse comercial na produção simbólica<br />
do feminino, bem como do público para com o produto telenovela.<br />
Há também a utilização de periódicos ou revistas antigas para estudar aspectos da<br />
memória coletiva sobre o ser mulher. Em “O sexo feminino em campanha pela<br />
emancipação da mulher”, Nascimento; Oliveira (2007) estuda o semanário “O sexo<br />
feminino”, de 1983, para entender o papel da mulher nas questões políticas, culturais e<br />
educacionais do século XIX. Já o artigo “Narrativas de leitoras da revista Capricho:<br />
memória e subjetividade” (1950 a 1960) (Miguel e Pedro, 2009), traz como corpus a<br />
revista Capricho da metade do século XX como “lugar da memória” e constituição da<br />
subjetividade através das publicidades da época.<br />
194 <br />
7<br />
Os artigos desconsiderados foram: “Fotografia e fetiche: um olhar sobre a imagem da mulher” (Botti, 2003);<br />
“Gênero e parentesco: família gays e lésbicas no Brasil” (Grossi, 2003); “Dignidade, celibato e bom<br />
comportamento: relatos sobre a profissão de modelo e manequim no Brasil dos anos 1960” (Bonadio, 2004);<br />
“Frentenegrinas: notas de um capítulo da participação feminina na história da luta antirracista no Brasil”<br />
(Domingues, 2007); “Macho versus Macho: um olhar antropológico sobre práticas homoeróticas entre homens<br />
em São Paulo” (Braz, 2007); e “‘A vida como ela é...’: imagens do casamento e do amor em Nelson Rodrigues”<br />
(Zechlinski, 2007).<br />
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Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
Os outros dois artigos do corpus enquadram-se nas temáticas saúde e violência.<br />
O antagonismo entre os gêneros é tratado por autoras da Medicina em “A ciência na<br />
mídia e as estratégias de reafirmação da bipolaridade entre os gêneros: o caso do Globo<br />
Repórter” (Ribeiro e Rohden, 2009). Por último, Landini (2006) faz um resgate do que foi<br />
publicado sobre violência sexual contra crianças e adolescentes por um jornal de grande<br />
circulação em São Paulo.<br />
2.3. CONSIDERAÇÕES SOBRE AS PUBLICAÇÕES<br />
195 <br />
Em ambas as revistas, mesmo com uma edição especial sobre a mídia 8 em cada uma<br />
delas, são poucos os artigos que versam sobre a problemática da Comunicação e, mais<br />
escassos ainda, os trabalhos escritos por pesquisadores da área: dos 17 artigos sobre<br />
mídia na REF, apenas três são de estudiosos da Comunicação Social. Nos Cadernos Pagu,<br />
dos dez trabalhos nacionais que abordam a temática, nenhum deles foi escrito por<br />
profissionais da área, isto é, predominam autores das Ciências Sociais 9 (12) e Educação<br />
(6). Na edição Olhares alternativos, de 2003, dos Cadernos Pagu, embora o dossiê<br />
proposto seja justamente a mídia, nem mesmo nessa edição, participam pesquisadores<br />
brasileiros da Comunicação. Nesse dossiê, apenas um trabalho é produzido por autora da<br />
Comunicação, oriunda, contudo, de Portugal.<br />
É interessante destacar que a REF foi publicada, em seus primeiros sete anos, a<br />
partir da Escola de Comunicação da UFRJ, sob direção de Heloísa Buarque de Hollanda,<br />
pesquisadora da Comunicação. Entretanto, sua participação na revista não representou<br />
significativa influência para que a Comunicação ganhasse espaço na publicação. Esse<br />
dado nos permite inferir que antes de um “preconceito” com a área, o que há é, de fato,<br />
pequena produção de pesquisas com essa articulação, como já nos mostrava os estudos<br />
de Escosteguy (1998, 2001, 2002), Jacks, Menezes e Piedras (2008), Meirelles (2009) e<br />
Sifuentes (2010).<br />
Em 1999, a REF passou a ser publicada pelo Centro de Filosofia e Ciências<br />
Humanas da UFSC, com o apoio do Centro de Comunicação e Expressão, que abriga os<br />
cursos de Jornalismo, Letras, Design, Cinema e Artes Cênicas. Essa parceria foi<br />
importante no processo de “como fazer” uma revista (Grossi, 2004). Entretanto, mesmo<br />
tendo o envolvimento de profissionais da Comunicação na confecção do periódico, o<br />
número de artigos envolvendo gênero e Comunicação permaneceu pouco significativo.<br />
Piscitelli, Beleli e Lopes (2003) apresentam um panorama de 19 edições dos<br />
Cadernos Pagu publicadas até 2003, em que alertam para a concentração nas áreas de<br />
antropologia (32%), história (23%), sociologia (21%), teoria literária e linguística (9%),<br />
filosofia (4%), educação (3%) e psicologia (2%). As autoras destacam um esforço das<br />
comissões editoriais para que haja uma crescente pluralidade no conteúdo das<br />
publicações:<br />
8 Um Dossiê Mídia foi publicado nos Cadernos Pagu, em 2003 (n. 21), e na REF, em 2007 (vol. 15, n. 1). Na<br />
apresentação do dossiê apresentado nos Cadernos Pagu, as editoras justificam a relevância de um número<br />
dedicado ao tema por ser “inegável a importância da mídia na constituição dos sujeitos na sociedade<br />
contemporânea” (Almeida e Beleli, 2003: 9).<br />
9<br />
Antropologia ou Sociologia.<br />
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Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
Outras áreas disciplinares estão presentes apenas com 1 por cento da<br />
produção –biologia, geografia, informática, jornalismo, ciência política,<br />
medicina, química. É importante chamar a atenção para essas áreas porque<br />
sua presença expressa o esforço da revista por ampliar o leque de<br />
abordagens disciplinares presentes na publicação, particularmente a partir<br />
do número 15. (Piscitelli, Beleli e Lopes, 2003: 244).<br />
196 <br />
Embora as edições analisadas neste trabalho representem um momento posterior<br />
ao apresentado pelas autoras, encontramos resultados semelhantes. Desse modo,<br />
podemos destacar que pouco mudou entre as 19 edições dos Cadernos Pagu, analisadas<br />
por Piscitelli, Beleli e Lopes (2003), e as últimas 18, aqui investigadas. Se, em 2003, as<br />
pesquisadoras destacavam que menos de 1 por cento dos estudos publicados na revista<br />
eram oriundas da disciplina Comunicação –representada pelo Jornalismo–, hoje, não<br />
encontramos, nos Cadernos Pagu, nenhuma produção de autoria de um pesquisador da<br />
Comunicação. 10 Outra minoria nas publicações são os homens. Considerando as duas<br />
publicações, REF e Cadernos Pagu, apenas seis, dos 41 autores dos textos analisados aqui,<br />
são homens. Entre esses, três 11 apresentaram artigos individuais, os outros três 12 assinam<br />
em parceria com mulheres. Ainda sobre os autores que discutem a Comunicação, são<br />
majoritárias as publicações das regiões sudeste do Brasil. Na REF, dez artigos são de<br />
pesquisadores do sudeste; quatro, do sul; dois, do nordeste; e um, do centro-oeste. Nos<br />
Cadernos Pagu, oito textos são de instituições do sudeste; e dois, da região sul, não<br />
estando as demais regiões representadas por artigos acerca da Comunicação.<br />
Alguns autores são citados em quase todos os artigos analisados, são eles:<br />
Donna Haraway, Stuart Hall, Renato Ortiz, Pierre Bourdieu, Michel Foucault, Arjun<br />
Appadurai, Jean Baudrillard, Roberto da Matta, Clifford Geertz, Zygmunt Bauman e<br />
Anthony Giddens. Esses dados, contudo, remetem-nos a uma discussão acerca da<br />
maturidade acadêmica da disciplina da Comunicação, para a qual autores de outros<br />
campos têm grande importância para o embasamento teórico. Esses autores acima<br />
relacionados estão presentes nas pesquisas da área relacionadas aos mais diversos<br />
objetos, e nenhum deles têm formação na Comunicação.<br />
Dos meios de comunicação focados nos artigos, há uma preferência por televisão<br />
e revistas impressas, seguidas do jornal impresso. A Internet ainda é um meio pouco<br />
explorado nos estudos presentes no corpus.<br />
Por fim, destaca-se a preocupação com a forma como a mídia representa a<br />
mulher, principalmente em relação ao seu corpo e sexualidade. Pode-se dizer que as<br />
relações entre corpo, sexualidade e gênero permeiam todos os artigos que<br />
problematizam a Comunicação nas publicações pesquisadas. A mídia se apresenta nesses<br />
10<br />
Considerando apenas os autores brasileiros, visto que nossa preocupação é com a produção nacional que<br />
articula mídia e feminismo.<br />
11<br />
Joel Zito Araújo, Pedro Paulo Gomes Pereira e Marko Monteiro.<br />
12<br />
Mauro Brigeiro, João Eduardo Coin de Carvalho e Bernardo J. Oliveira.<br />
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Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
artigos como um meio de construção, desconstrução e reconstrução das noções de<br />
gênero, corpo e sexualidade.<br />
4. À GUISA DE CONCLUSÃO<br />
Segundo Grossi (2004), ainda carecemos, de modo geral, de publicações sobre o<br />
feminismo contemporâneo, o que pode ser relacionado ao fato da temática feminista ser<br />
relativamente recente no Brasil. Pode-se tomar como marco dos estudos feministas<br />
brasileiros o ano de 1967, com a defesa da tese de livre docência de Heleieth Saffioti, na<br />
USP. Na época, devido ao contexto de ditadura militar por que passava o país, os estudos<br />
feministas apresentavam preocupações particulares, como a luta de classes e o combate<br />
à ditadura, além do interesse em conhecer a situação da mulher brasileira. Devido a esse<br />
contexto social e cultural, o campo se desenvolveu a partir das esferas política e<br />
econômica, sendo secundárias as questões culturais. A comunicação e a cultura<br />
passaram a ser preocupações dos estudos feministas num momento posterior. Isso<br />
justificaria, em parte, a pouca quantidade de estudos feministas em conjunto com a<br />
comunicação.<br />
197 <br />
Por outro lado, a centralidade da mídia na sociedade brasileira, no mínimo nas<br />
últimas duas décadas, exige uma urgência no desenvolvimento dos estudos que articulem<br />
feminismo e os meios de comunicação de massa. De tal modo, é preocupante que tão<br />
pouco se pense a respeito, seja a partir dos pesquisadores oriundos da Comunicação<br />
quanto dos de outras áreas de conhecimento.<br />
Os discursos sobre o feminino e o masculino apresentados na mídia são<br />
estabelecidos de forma invisível e não se mostram propriamente como imposições, mas<br />
como algo agradável, que serve a alguns interesses femininos, conquistando, assim, a<br />
cumplicidade das mulheres para sua própria subordinação (Bourdieu, 2007). Os meios de<br />
comunicação social têm papel importante na construção das identidades femininas, pois<br />
difundem representações que servem como parâmetros às receptoras, seja por sua<br />
identificação ou pelas comparações com as realidades contrastantes (Charles, 1996).<br />
Por fim, nosso levantamento concluiu que os trabalhos brasileiros de<br />
Comunicação somam 27 artigos no período de 2001 a 2009 nas publicações Cadernos<br />
Pagu e Revista Estudos Feministas. Esse número significa que apenas 4,8 por cento dos<br />
trabalhos publicados nesses periódicos estão centrados na temática da mídia. Chama a<br />
atenção o fato de que os pesquisadores do campo não são responsáveis por mais do que<br />
11 por cento dos estudos de nosso corpus.<br />
Assim, consideramos que há ainda um longo caminho a ser percorrido pelos<br />
estudos que articulam gênero e mídia no Brasil, especialmente pelos pesquisadores que<br />
atuam na Comunicação. Fica claro que, assim como nas pesquisas da Comunicação a<br />
temática das relações de gênero não se destaca (numericamente), as pesquisas que<br />
circulam nas principais revistas feministas do Brasil pouco têm abordado a questão da<br />
mídia.<br />
Identificado nessa virada um quarto e último desdobramento nas relações entre<br />
crítica feminista e estudos de mídia, vale a pena recuperar a voz de Angela McRobbie,<br />
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Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
pesquisadora que desde a década de 70 investiga questões ligadas ao tema, situada no<br />
âmbito do feminismo e dos estudos culturais. Conforme essa autora, a cultura midiática<br />
efetiva um apagamento do feminismo, quando dissemina a ideia de que o feminismo é<br />
algo datado e não tem mais função. Através de textos prazerosos e bem-humorados que<br />
contraditoriamente se filiam a valores neoconservadores em relação ao gênero e se<br />
integram a processos de caráter mais liberador, as relações de poder são feitas e refeitas,<br />
construindo um “novo regime de gênero” (McRobbie, 2008). Portanto, a porta continua<br />
aberta para que a trajetória da crítica feminista recomponha seu objeto de estudo, dando<br />
a merecida atenção à mídia, sobretudo, entre nós, onde tal laço ainda não<br />
se consolidou.<br />
198 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Mídia e relações de gênero nas publicações feministas brasileiras<br />
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Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
EMPOWERING SCENES: COMMUNICATION AS A<br />
STRATEGIC AREA TO WOMEN’S AUTONOMY<br />
THROUGH AUDIOVISUAL NARRATIVES<br />
Fernanda Capibaribe Leite*<br />
RECIBIDO: 25 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
fernanda.capibaribe@gmail.com<br />
* Fernanda Capibaribe Leite is professor at the Federal University of Alagoas; PHD Student in the Communication<br />
Programme at the Federal University of Pernambuco.<br />
PALABRAS CLAVE | feminismo, empoderamiento, audiovisual, narrativas.<br />
KEYWORDS | feminism, empowerment, audiovisual, narratives.
Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
RESUMEN<br />
El presente trabajo tiene como objetivo desarrollar un análisis sobre las<br />
estructuras narrativas de las imágenes, enfocando las historias de los<br />
cambios en la vida de las mujeres, con el fin de entender los límites de la<br />
autonomía y sus flujos, y también para definir las posibilidades de<br />
construcción para el concepto de empoderamiento de las mujeres. Es un<br />
enfoque que se propone con cuatro productos audiovisuales realizados por<br />
las vías del consorcio internacional de capacitación de las mujeres,<br />
compilado en una serie llamada The Right to Be, dirigida por Kat Mansoor.<br />
¿De qué manera podemos observar, a través de estas narrativas<br />
audiovisuales, la dislocación del sistema falocéntrico y del direccionamiento<br />
al masculino? ¿Cómo y dónde podemos apuntar a la construcción de una<br />
nueva figura femenina en estas películas? ¿A través de qué estructuras<br />
aparece el concepto de empoderamiento, pasando de la persona sujeta a un<br />
contexto colectivo? Para reflexionar sobre estas preguntas, se pone en<br />
relación la triada compuesta por: a) las narraciones de subjetivación y de sus<br />
procesos, b) los discursos de minorías sociales centradas en la mujer y con<br />
base en los estudios culturales y c) el análisis del direccionamiento de la<br />
película y sus eventos asociados.<br />
201 <br />
ABSTRACT<br />
The present work aims to develop an analysis about the images narrative<br />
structures involving stories of change in women’s lives, in order to<br />
understand the limits of autonomy and its flows, and also to define the<br />
construction possibilities for women’s empowerment concept. It’s being<br />
proposed an approach with four audiovisual products made by the<br />
international consortium Pathways of Women’s Empowerment, compiled in<br />
a series named The Right to Be, directed by Kat Mansoor. In which way can<br />
we observe, by these audiovisual narratives, the dislocation of phallocentrism<br />
and male addressing? How and where can we point to the construction of a<br />
new female figure in these films? Through which structures does the<br />
empowerment concept appear, moving from the individual subject to a<br />
collective context? To reflect about these questions, it’s being related the<br />
triad a composed by: a) the subjectification narratives and its processes; b)<br />
the social minorities discourses focused on women and based in the Cultural<br />
Studies and c) by the film addressing analysis and those events associated<br />
with it..<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
1. FIRST SCENE: CONTEXTUALIZING WOMEN’S EMPOWERMENT<br />
202 <br />
In recent decades, through questions raised by the feminist movements, the issue of<br />
gender inequalities has attracted a growing interest of society. This movement is not only<br />
to uncover the contexts that legitimize the hierarchical power structures, but also to<br />
identify mechanisms for understanding and finding alternatives to the problem. From this<br />
perspective, the term women’s empowerment has been used, in post-modernity, to<br />
reflect on, produce narratives and implement effective policies focused on women as<br />
representatives of social minorities. In general, initiatives which target the deal<br />
approaching empowerment processes construction, above all, involving possibilities of<br />
thinking about the autonomy achievement for women, individually and collectively.<br />
We note, for example, processes triggered in order to promote and/or analyze the<br />
political participation of women in society, as well as those directed to delimitate the<br />
scope for sexuality and relationships possibilities regarding the female body. But what,<br />
after all, does legitimize empowerment? Are some processes more crucial than others?<br />
Are some more relevant and others more durable?<br />
In this context, two observations are worth being highlighted: a) the term<br />
empowerment has carried an intrinsic polysemy related to it’s possibilities of meaning,<br />
because of the broad spectrum of its uses b) paradoxically, the inclusion of<br />
empowerment in gender agenda has been restricted to policymaking, in general directed<br />
to governments and international institutions, not entering, in any substantial way, in<br />
those processes that permeate women’s daily lives, leaving aside those trails that lead to<br />
more underlying and less obvious –but no less important– autonomy achievement<br />
(Cornwall, 2006).<br />
It’s possible to notice, for example, that, despite the way images and audiovisual<br />
culture has permeated our daily lives in all its possibilities of media coverage, this kind of<br />
narrative does not seem to have acquired the status of legitimacy on discussions involving<br />
the sense of autonomy for women on its various fields. Also, in the other direction of the<br />
track, only very recently the concern regarding gender differences in images addressing<br />
strategies was allocated in the considerations involving visual and audiovisual narratives,<br />
and yet seems to have acquired a prominent place in the (audio)visual culture studies.<br />
Based on these reflections, this paper focuses on the compilation of four short<br />
films entitled The Right to Be, directed by Kat Mansoor and produced by Animal Monday,<br />
from the United Kingdom. Each of the four films is based on a female Brazilian character<br />
that, by different reasons for each, experienced significant stories of change in their lives<br />
and moved through the flows of autonomy and decision-making capacity from their own<br />
choices. Creuza, Cristina, Jane and Negra Jô: women who projected themselves to a<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
better circumstance in life by a sort of activism against prejudice and marginalization.<br />
Among a lot of possibilities, these characters were chosen because of their capacity of<br />
mobilization and transition from an individual to a collective sphere. To summarize briefly,<br />
the films were made by and addressed to women, containing a sort of narrative that aims<br />
explicitate the idea of empowerment. Some questions emerge from this scenario...<br />
First, it is pertinent to ask how this discourse about autonomy is implemented in<br />
the filmic language: through which structures is it constructed in the films? By other look,<br />
is intersting to reflect about the subjetification processes presented in the screen play: can<br />
self report trigger identification processes and bonds of belonging, making a collective set<br />
from individual questions? Last but not least, it remains to inquire about the limits of<br />
negotiation between film and spectator in terms of addressing issues: is this kind of<br />
narrative establishing a new image addressing program, by destabilizing the places of<br />
power and introducing new narrative models, which assume subject-position (Ellsworth,<br />
2001) through images?<br />
203 <br />
To give embodiment to the proposed analisys, I bring the idea of empowermentimages<br />
in the films as rupture images, by the prospecting of its protagonists as agents of<br />
change. In a larger scene, then, is important to know if the burst discourse is sustained<br />
through its narratives. A scenario of autonomy for women can be traced through such<br />
types of narrative as it is possible to point out developments in the context of a broader<br />
transformation. Only then we will be able to consider women’s empowerment processes<br />
through a feminist film narrative.<br />
2. WHY DO MATTER EMPOWERMENT-IMAGES?<br />
Laura Mulvey (1999: 833) affirms that the fascination for films has been historically<br />
“reinforced by pre-existing patterns of fascination already at work within the individual<br />
subject and the social formation that have moulded him”. She writes from the starting<br />
point that the way the magic of cinema constructed its foundations has to do with “the<br />
way film reflects, reveals and even plays on the straight socially established interpretation<br />
of sexual difference which controls images, erotic ways of looking and spectacle”<br />
(ibidem).<br />
There are no doubts that the actual spectacle society, together with the (not so)<br />
new possibilities of media coverage and images circulation possibilities seem to have<br />
approached all the thinkable themes and contexts (Castells, 1999). However, what<br />
appears as possibility does not guarantee transitions, or even inversions, in the addressing<br />
strategies. As Mulvey (1999) points out, the phallocentrism is structured unconsciously,<br />
and the strategies of breaking this order must deal with the very much introjected order of<br />
patriarchy. It is not uncommon the perception that many media products addressed to<br />
women, instead of dislocating the power structures historically established at the gender<br />
differentiation, end up just playing the role. As a consequence to the fact, we can usually<br />
observe a disconnection between lived experience, desired experience and sense of<br />
belonging to women.<br />
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Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
In the media productions from the mainstream, mainly the audiovisual ones, the<br />
female figure is usually embodied in a passivity logics and expresses herself through the<br />
silence in what referes to male gaze. This seems to circumscribe on women a<br />
contradictory double movement: on the one hand, adhere to an imaginary of patriarchy<br />
as a given and stable sittuation, i.e., being mirror to the desire of otherness; on the other<br />
hand, reject the representation of the me-woman in this kind of imaginary, as a label<br />
which does not fit in what they construct as subject referencing. In this sense, feminist<br />
inicitatives have been working on some underlined paths as a political issue, by<br />
approaching themes in a pathemic way, and creating new addressings in subject-position<br />
products targeted to women.<br />
204 <br />
As one of the above mentioned projects, the Pathways of Women’s<br />
Empowerment Consortium 1 tries to articulate a formal discourse involving the meanings<br />
of empowerment for women with the production of media narratives approaching stories<br />
of change in women’s lives, seeking for alternatives that can promote changes in a<br />
broader scale, multiplying the voices that assume the female figure as an active and<br />
autonomous subject. Beyond the various audiovisual products made by the hubs from the<br />
consortium, I’m bringing to analysis the before mentioned compilation The Right to Be<br />
with the goal of understanding which paths are those, and rather if they really work in<br />
what they aim to. Is this initiative developing a new applicable methodology of film<br />
production and addressing, based on a new narrative structure?<br />
From a brief look, it is evident in the films the way that their narratives gain<br />
strength personal testimonials and/or the ones that make direct reference to specific<br />
subjectivities focused on individual stories. Four characters who, by their lives stories, tell<br />
briefly (the films have three minutes duration each) the spectators about major women<br />
issues and concerns.<br />
Creuza is a councilor candidate in the city of Salvador by her history of activism in<br />
defense of women domestic workers in Brazil. Having started to work when she was 10<br />
years old, she narrates in the film, briefly, her stories of violent and unequal social relations<br />
according to her condition, as well as the social mobility due to the struggle for<br />
improvements in the trade union activist.<br />
Cristina is an actress and feminist who linked her career to advocacy for women’s<br />
rights (especially sexual and reproductive ones). She assembled a group of street<br />
performers in the city of Pernambuco named Nuts Lilac Girls, 2 which develops its action<br />
scripts based on themes which are configured as issues of global matters in women’s<br />
lives, just as the abortion legalization, subject of her testimony and performance in the<br />
film.<br />
Jane is a HIV positive former prostitute and current model working in the brand<br />
from Rio de Janeiro entitled DASPU. Founded by the also prostitute and activist Gabriela<br />
Leite, the brand was created in order to, both, create a fashion market addressed to the<br />
1<br />
The consortium's research program involves the following institutions: the Nucleus for Interdisciplinary Studies<br />
on Women –NEIM/UFBA, Salvador– BA, Brazil; the Center for Research on Gender in IDS Institute of<br />
Development Studies, Brighton, England; the Centre for Women’s Studies at BRAC University, Dakha,<br />
Bangladesh; the American University in Cairo, Egypt, and the University of Ghana, Accra, Ghana.<br />
2<br />
My translation of Loucas de Pedra Lilás.<br />
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Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
universe of prostitution, as well as put on the agenda the theme of prejudice and morality<br />
associated with this profession. Throughout the film, while doing a photo shoot for the<br />
brand, Jane tells her story of prejudice and despair with the disease bringinf the sense of<br />
how her career has changed the way she saw her life, her self-esteem and autonomy.<br />
Negra Jho is a militant black woman who owns a hairdressing shop in the city of<br />
Salvador specialized in afro hairstyles and addressed mostly to black people. In her shop,<br />
it’s not contemplated any possibility of assertion of whiteness through the hair, what<br />
leaded, by this proposal, to the creation a niche audience and made her become one of<br />
the most respected owners in town, being a reference for her activism and work. In the<br />
film, while hairdressing one of her female clients, she tells about how her familiar and<br />
problematic history was strengthening to her self-esteem and conception of who she was<br />
and how should play her role.<br />
205 <br />
What do the stories of these four women have in common? Cases of overcoming<br />
in their lives, reached by some sort (or a lot of them) of activism. How are these stories<br />
represented in the film audio and images? First, all of them are self-referential testimonials<br />
in which the characters introduce the subject of the margins in the background, allocated<br />
in the past, to contextualize the emergence of a new subject as the moment of<br />
placement in opposition to a inferiority condition. Negra Jho affirms that she thought she<br />
was ugly during a great time of her life, but now she knows that “beauty is political”; 3<br />
Cristina says that, from her life experience of fear, she intends to “arouse indignation”; 4<br />
Creuza refers to her candidacy –of a black, poor and former domestic worker woman– as<br />
a counterpoint to the white and rich men hegemony in politics, cause for which she will<br />
“struggle until the end”; 5 Jane refers to the dream world and glamour present in the<br />
model’s career as a weapon against despair and a powerful instrument for “the elimination<br />
of social differences”. 6<br />
By these preliminar observations, we could already point to the construction of<br />
what I’m calling empowerment-imagens. But, before the assertive can be affirmed, it’s<br />
important to investigate about how the discourse that narrates the audio tracks in those<br />
women’s voices is represented by the sequences of images. To which tracks do these last<br />
ones lead us? I will, here, point two features present in all the films that seem to be<br />
significant to reflect about an identity trace in those images, indicating them as possible<br />
audiovisual narratives of empowerment.<br />
The first aspect represented by the images refers to the dialogue between a closeup<br />
detail of the faces of the protagonists and shots that show the actions they perform.<br />
Gilles Deleuze (1983) discusses about this structure as a strategy, rather than simply a<br />
scene composition, that allows us to establish an affective relationship with the film. “The<br />
image-affection is the close-up, and close-up is the face...” 7 (103).<br />
Starting from Henri Bergson’s definition for the term affection, Deleuze postulates<br />
that a film structure will be as more passionate as more it can work the micro movements<br />
3<br />
My translation of “beleza é política”.<br />
4<br />
My translation of “despertar a indignação”.<br />
5<br />
My translation of “lutar até o fim”.<br />
6<br />
My translation of “eliminação das diferenças”.<br />
7<br />
My translation of “a imagem-afecção é o primeiro-plano, e o primeiro-plano é o rosto…”.<br />
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Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
in close-up shots as expressive unity. The face in close-up act, therefore, as a receiver<br />
plate, static, “who sacrificed the essential of its global mobility, and collects or expresses<br />
all kinds of small local movements, those which the rest of the body maintains commonly<br />
buried” 8 (ibidem: 104). From small, subtle nervous reactions, present in this shot that gains<br />
dimension on screen, we would be able to recognize expression strength in images, who<br />
would guide us from the quality of reflection to the expressed desire, leading us to a<br />
sense of belonging, within the narrative.<br />
Under the circumstances, one can make two types of questions to a face: what do<br />
you think? Or: what’s up with you, what do you have, or what you feel or resent? At one<br />
time, this face thinks about something, if fixed on an object, and this is the sense of<br />
admiration or astonishment, which the English wonder retained. To the extent that thinks<br />
about something, the face is especially true for its surrounding contour, its reflecting unit<br />
that elevates itself everywhere. At other time, instead, it tastes or resent something, and<br />
then goes through an intensive series that its parts cross until a paroxysm, each part<br />
assuming a kind of momentary independence (ibidem: 104-105). 9<br />
From this view, watching the four films (and regarding the time lapse<br />
corresponding to the context in which Deleuze developed the idea of affection-images<br />
and its use now), we could risc affirming that the junction of these two moments –the<br />
narrated testimonial one, composed by the close-ups, and the one from which the action<br />
is unfolded– guides us towards those intensive faces that are contrasted to the reflective<br />
quality present in stories of the past. We can see Cristina talking about her fear from<br />
images that show her mouth, occupating the whole screen. At the moment that follows,<br />
the film shows us dramaticity by the character’s performance on the streets, just to guide<br />
us back to details of her face, trembling, when she afirms that she wants to arouse<br />
indignation.<br />
206 <br />
Together with the image-affection idea deslocated to this analysis, the other<br />
feature related to the composition of empowerment-images reaches us through the use<br />
of frequent subjective shots, that keep on switching, along the plot, the subject’s<br />
referential view: at one time, the viewer is the spectator; at the other, the protagonist. This<br />
strategy works as an explicit logic of approchement between the subjects of action in the<br />
films, i.e., the four women who recount their personal experiences as stories of autonomy<br />
achievement, and the receptor, i.e., all women (and men) watching the plot and who are,<br />
during these three brief minutes on each film, called to live the reported stories.<br />
At Jane’s story, for example, we can see through the eyes of the makeup artist,<br />
who prepares the model for the photo shoot, and also by the female photographer’s<br />
gaze, when looking at the camera while makes image records from Jane. But we are also<br />
summoned to see through the eyes of the model, viewing the camera, or the makeup<br />
8<br />
My translation of “que sacrificou o essencial de sua mobilidade global, e que recolhe ou exprime ao ar livre<br />
todo tipo de pequenos movimentos locais, que o resto do corpo mantém comumente soterrados”.<br />
9<br />
My translation of “de acordo com as circunstâncias, pode-se fazer dois tipos de perguntas a um rosto: em que<br />
você pensa? Ou então: o que há com você, o que você tem o que você sente ou ressente? Ora o rosto pensa<br />
em algo, se fixa em um objeto, e este é o sentido da admiração ou do espanto, que o Wonder inglês conservou.<br />
Na medida em que pensa em algo, o rosto vale, sobretudo por seu contorno envolvente, sua unidade refletora<br />
que eleva a si todas as partes. Ora, ao contrário, ele prova ou ressente algo, e então vale pela série intensiva que<br />
suas partes atravessam sucessivamente até um paroxismo, cada parte assumindo uma espécie de independência<br />
momentânea”.<br />
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artist just in front of us, in close-up shots. The same happens in Negra Jho’s film, when<br />
“we are”, sometimes, the customer, who sees by the mirror the woman working at “our”<br />
hair, and sometimes the protagonist, looking at the hair “we’re” working at, also through<br />
close-up shots.<br />
What the proposals in these productions seem to want to highlight is justly this<br />
pathos, manifest through the introduction of subjects to the plot, which can be, both,<br />
who appears in the film and those who watch it. The activism of women is used here,<br />
therefore, not only as a political act, in which the power struggles and hierarchies are<br />
explicit, but as affirming subjective processes, giving rise to the “hidden areas of instability”<br />
(Bhabha, 1998) present in everyday women’s lives narratives. The feeling is that the film<br />
refers to “them”, but it could be “me”. And, according to Maria Inácia D´Avila Neto and<br />
Cristiana Baptista (2007), the only way of reaching this goal is through the construction of<br />
a pathemic 10 structured narrative.<br />
207 <br />
In our proposal, we are assimilating the pathemical, in one hand, by the narrators<br />
intent to provoke it, as, in the other, through a greater or lesser response from the<br />
audience to admit it. This leads us to the assumption that there is dialectic between the<br />
narrator and her/his narratee, i.e., the assistance that produces new temporality and<br />
spatiality, in every time when each story is told 11 (ibidem: 5).<br />
No doubt that these subjective processes aim to confer a differential displacement<br />
of some of the power affirming spaces usually assigned to women. It is, therefore, a<br />
transgression discourse, as long as it gets to “places”, in the plot, where other films do not.<br />
The social differences brought by these productions are not homogeneous or with no<br />
apparent conflicts, but maintains “its political will to assert the specificity of lived<br />
experience, bodily feminine, rejecting sexual difference in a disembodied and supposedly<br />
postmodern anti-essentialist subject” 12 (ibidem: 6).<br />
3. BY THE TIME I WAS LIVING IT: CONSIDERINGS ABOUT THE REFERED<br />
EMPOWERMENT-IMAGES<br />
The auto referred reports articulate the repressed desires that want to free themselves and<br />
be documented. In this context, “the subjects not only have experiences, but can narrate<br />
10<br />
The idea of pathemic, as descripted by the mentioed authors, is associated with the junction of narrative and<br />
passion, of cognition and affection. The authors advocate that this is the way to consider nominal narratives<br />
directed to the subject-women as effective ones.<br />
11<br />
My translation of “em nossa proposta estamos assimilando o patêmico de um lado à intencionalidade das<br />
narradoras de provocá-lo, como, de outro, a uma maior ou menor receptividade do público em admiti-lo. Isso<br />
nos leva à assunção de que existe uma dialética entre o narrador e seu narratário, isto é, a assistência, com a<br />
produção de novas temporalidades e espacialidades, sempre que cada narração é contada”.<br />
12<br />
My translation of “sua vontade política de afirmar a especificidade da experiência vivida, corporalmente<br />
feminina, rechaçando a diferença sexual descorporificada em um sujeito supostamente pósmoderno e<br />
antiessencialista”.<br />
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them, weave their meanings, and, doing so, assert themselves as a subject. Memory and<br />
memory testimonials would be a cure for alienation and reification” 13 (Sarlo, 2007: 39).<br />
It is possible to observe that “these marginal subjects, which would have been<br />
relatively ignored by other modes of narration in the past, “demand new method<br />
requirements and tend to a systematical listening of the “memory discourses”: diaries,<br />
letters, advices, prays” (ibidem: 17). The nominal narratives made from and addressed to<br />
women recount, this way, how they negotiate their relations of approaching and shifting<br />
with an “I” and the “other” in their everyday life. The act of telling stories from intimacy to<br />
audience hits the screen loaded with significance not only by words, but by the body<br />
uses, acquiring a testimony narrative status, that is more than verbal: it is gestural,<br />
corporeal, visceral.<br />
208 <br />
It is in this sense that the collective dynamics, often made possible in specific<br />
groups, stimulate the narrative process in community settings and may be considered as<br />
“transitional spaces”, in which women make the passage from the private, domestic<br />
familiar life, to a public universe. By recounting their life stories in the public arena, these<br />
reports are transformed into ways of coping and social position achievement 14 (D’Avila<br />
Neto & Baptista, 2007: 2).<br />
We must consider, however, that the effectiveness of a discourse translated into<br />
filmic narrative is directly associated with how it links image sequences, audio tracks and<br />
decodable cognitive systems. To bring out the questions and also to produce the effects<br />
to which it is proposed, it is important that the audiovisual narrative structure can go<br />
through a sort of gateway, establishing connective bonds between narrative and passion,<br />
between cognitive formats and generation of affection. These are mechanisms related to<br />
how form and content are articulated in films. In short, I would note the observation that,<br />
if a film is intended for a particular purpose from its narrative and also in relation to whom<br />
it is addressed, it needs to reach a certain stage of perceptual activation, which is difficult<br />
to be measured.<br />
Bringing the reflection to the analyzed films, and contextualizing them as<br />
products of a major purpose, established by preexistent goals in the consortium, i.e.,<br />
justify a certain approach to women’s empowerment, it’s pertinent to point out two<br />
considerings related to the effectivness of the current narratives as imagetic<br />
constructions. In a first place, we must consider that the individual testimonials through<br />
memory always go through a process of reconstruction, in the present, of a given<br />
moment in the past. And, as reconstruction, the report is liable of expropriations and<br />
reappropriations. In addition, play the game of explicit addressing to a particular social<br />
group targeting a specific discourse means that these reconstructions can occur in a very<br />
predictable trajetory, i.e., the statements are based on what they are supposed to be. In<br />
13<br />
My translation of “o sujeito não só tem experiências, como pode comunicá-las, construir seu sentido, e ao,<br />
fazê-lo, afirmar-se como sujeito. A memória e os relatos da memória seriam uma cura da alienação e<br />
coisificação”.<br />
14<br />
My translation of “É nesse sentido que as dinâmicas coletivas, viabilizadas muitas vezes em grupos específicos,<br />
estimulam o processo narrativo em contextos comunitários e podem ser consideradas “espaços de transição”,<br />
pelos quais as mulheres fazem a passagem do âmbito privado, da vida doméstica familiar, para o universo<br />
público. Ao narrar suas histórias de vida no contexto público, seus relatos transformam-se em formas de<br />
enfrentamento e posicionamento social”.<br />
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Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
this sense, while telling our life memories under the aegis of empowerment, we are<br />
naturally tempted to fit these stories in what is expected to set them as stories of change<br />
towards autonomy. We must ask ourselves, then, about how much of this now-telling<br />
reports contains about the past: “in which present is narrated, in which it is remembered<br />
and what is the past that recovers” 15 (Sarlo, 2007: 48-49).<br />
The testimonial reports are “discourse” in this sense, because they have a narrator<br />
as an implicated condition in the facts that does not chase one truth outside the moment<br />
it is announced. It is inevitable the mark of the present moment in the act of narrating the<br />
past, precisely because, at the discourse, the present has a recognized hegemony as<br />
inevitable and the past tenses are not free from a “phenomenologic experience” from the<br />
present time of the enunciation (ibidem: 49).<br />
209 <br />
During the 12 minutes that make up the four life stories of women in The Right to<br />
Be, it is evident that the narrative construction is guided by the prospect of surrounding an<br />
idea of empowerment, permeating a priori the story-telling. In what extent this<br />
circumstance influenced the characters and how questionable can these reconstructions<br />
be? Far from pointing to a non-truth or non-legitimacy of the current narrative, I would<br />
indicate a caveat that cannot be left aside in the analysis, because the testimony in these<br />
audiovisual/media products work as the raw material for the viewer, urging her/him to do<br />
something with what is shown. It’s implicit, in each of the stories told by the protagonists,<br />
a request for a “subject-position” taking, as affirms Elizabeth Ellsworth (2001).<br />
Ellsworth assumes that the addressing modes of a film (or a set of them) lead to a<br />
reflective position of the interests and power play that drives the visual pleasure afforded<br />
by a narrative. This placement, in turn, is started from some assumptions and desires,<br />
leaving, inevitably, “intentional and unintentional traces in the film itself” 16 (ibidem: 16). The<br />
mentioned traits have direct effect on the possibilities of reaching the audience to whom<br />
the films are addressed, because we cannot think of addressing as “a visual or spoken<br />
moment, but as a structure –developed over time– mounted by the relationship between<br />
the film and its audience” 17 (ibidem: 17). The fact is, by taking this subject-position,<br />
“regardless of how it is mythical”, the film speaks to “powerful fantasies of power,<br />
domination and control” 18 (ibidem: 25).<br />
The second observation I would like to point, concerning to the construction of<br />
empowerment-images, refers to the thresolds that guide the seek for a format to<br />
represent discourses of autonomy in images. As currently set, they are positioned against<br />
the assumption of the male as universal and claim a place that disturbs the phallocentric<br />
one, historically established for film productions over the years. If we consider that a<br />
pathemical connection between the I-woman and the scope for decision-making<br />
associated to her is what legitimizes the stories of change, proposed in the images, then<br />
we must take into account that the proposal of a “new” narrative format does not match<br />
the place of woman as the other one. I-woman represented by images must be focused<br />
15<br />
My translatin of “em que presente se narra em que presente se rememora e qual é o passado que se recupera”.<br />
16<br />
My translation of: “traços intencionais e não intencionais no próprio filme”.<br />
17<br />
My translation of: “um momento visual ou falado, mas uma estruturação –que se desenvolve ao longo do<br />
tempo– das relações entre o filme e os seus espectadores”.<br />
18<br />
My translation of: “independentemente de quanto ela seja mítica”, o filme dialoga com “potentes fantasias de<br />
poder, domínio e controle”.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
on the search for the subjectification of this “new” female figure, not simply constituted by<br />
the figure of the non-man.<br />
Being addressed to the female subject who stated her autonomy and act in view<br />
of bringing out her own voice does not presuppose that the productions regarding<br />
empowerment issues do break all addressing formats traditionally developed in the<br />
mainstream, i.e., does not mean they are actually images-empowerment. We can´t think<br />
that a change in addressing modes for a particular type of film corresponds to a radical<br />
shift on its narrative structures, nor for those who produce and much less to the audience.<br />
There is a connection between the narrative of a certain kind of film experience and the<br />
spectator –that is, between form/content of an image sequence and how it drives the<br />
emotions of the beholder– that is geared to that specific type of production. In a large<br />
measure, it’s a relationship established between a particular social practice and the ways it<br />
creates bonds with its subjects through one (or several) cultural identity(ies) (Ellsworth,<br />
2001).<br />
210 <br />
Approaching the theme in a more complex way, we can say that what is at stake<br />
here is not a mode, but an addressing event, which operates in the interstices between<br />
the narratives of empowerment and the uses that the reception makes of it. In order to<br />
reach the public to whom these audiovisual products are addressed, “the viewer must<br />
enter into a particular relationship with the history and imaging system of the films” 19<br />
(Ellsworth, 2001: 14). Also according to Ellsworth:<br />
If you understand what is the relationship between the text of a film and the<br />
experience of the viewer, for example, you may be able to change or influence, and even<br />
control, the response from the viewer, producing a film in a particular way. Or you may be<br />
able to teach viewers how to resist or subvert who the film thinks they are or who the film<br />
want them to be” 20 (2001: 12).<br />
The viewers are never simply who images think they are. The fact that the films<br />
are addressed to the woman-subject, working her possibilities of decision-making does<br />
not mean that all women will feel identified with them. There are many possible variants,<br />
starting from the fact that the issues addressed as a prospect of empowerment may not<br />
interest all women. Furthermore, we could assume that the time in each of these short<br />
films is not enough to establish a pathemical relationship with the spectator, and, thus, a<br />
sense of belonging. Still, when dealing with a specific film genre, the viewer could simply<br />
not like documentaries, which does not mean she wouldn’t like to view scenes about the<br />
theme depicted in a fiction film, for example.<br />
Speaking of a particular audience to which a particular film or set of them is<br />
addressed does not presuppose that we can assume, therefore, the principle that there<br />
will necessarily be points of convergence among all individuals of that representative<br />
public, i.e., there isn’t an identification process that is unique. By this, we can postulate<br />
19<br />
My translation of: “a espectadora deve entrar em uma relação particular com a história e o sistema de imagem<br />
dos filmes”.<br />
20<br />
My translation of: “Se você compreender qual é a relação entre o texto de um filme e a experiência do<br />
espectador, por exemplo, você poderá ser capaz de mudar ou influenciar, até mesmo controlar, a resposta do<br />
espectador; produzindo um filme de forma particular. Ou você poderá ser capaz de ensinar os espectadores<br />
como resistir ou subverter quem um filme pensa que eles são ou quem um filme quer que eles sejam”<br />
(2001: 12).<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
that the compilation The Right to Be provides empowerment processes for women in the<br />
measure of success of its addressing event.<br />
It is noteworthy that we can only consider empowerment as a process, in a<br />
dynamics of continuities, transformations and even setbacks in relation to an existing<br />
setup. Thus, the fact that there is a film addressing event created to set a certain kind of<br />
narrative project, focused on autonomy for women, could already represent a rupture on<br />
production and media agency modes, through a logic that does not intend to be timeless,<br />
but, on the contrary, is allocated in the temporality of narration, “a body condition<br />
experienced as existential mediation between the soi and the world” 21 (D’Avila Neto &<br />
Baptista, 2007: 4). Could it be the tip of the iceberg, which drags the possibility of<br />
triggering more significant changes?<br />
211 <br />
4. DID YOU ENJOY IT? POST-ACT REFLECTIONS<br />
When we deal with empowerment in the context of autonomy for women, we are<br />
referring to the need to get along with the articulation of social differences and the<br />
mapping of the power spheres related to gender issues, in their possibilities of mobility<br />
and destabilization. The idea of empowerment is primarily a discourse of representation<br />
(Bhabha, 1998) manifested in a process through which those who were denied the ability<br />
to make strategic choices involving their lives, acquire such capability (Kabeer, 1999).<br />
Returning to some issues discussed in this article, it is worth noting, therefore, that<br />
the discourse in a film narrative that aims to stimulate women’s empowerment processes<br />
can only be based upon the articulation of the three following remarks:<br />
a) The audiovisual media culture is a significant phenomenon in our societies, and<br />
comprises, nowadays, a wide range of consumers/viewers. In this sense, it is legitimate to<br />
think in a production of image-empowerment as a representative locus of tensions,<br />
power assertions and construction of gender identities. To disregard women as subjects<br />
of enunciation through images means close our eyes to the influence that exerts its<br />
contents in our everyday lives.<br />
b) Women as this “new” subject, which reverses the balance of forces present in<br />
the audiovisual narratives, can promote differentials in their statements as long as they<br />
enhance pathemical processes to construct the dramatic action, linking narrative and<br />
passion. This is because the pathemized subject, i.e., the one whose passion is called into<br />
the action narrative, comes into existence when feels identified and establishes bonds of<br />
belonging to the subject from the narrative. That’s how, in fact, the representation of<br />
women as subjects of the autonomy processes may be associated with the imaginary of<br />
women as an experience, as an agent of change.<br />
c) The addressing event related to the production of empowerment-images is all<br />
the more effective the more it calls to a position-taking. However, there is no way of<br />
thinking that the displacement of conventional forms of addressing involves an<br />
abandonment of narrative formats already established. Suggest this possibility (if it was<br />
21<br />
My translation of: “de uma condição corporal vivida como mediação existencial entre o soi e o mundo”.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
feasible) would mean fall in the risk of alienation by emptying the narrative. Still, we can’t<br />
think on the categorizations of the subjects to whom the films are addressed simply as<br />
this or that. It is common to find out the falls on a dualism that restricts the forms of<br />
interpretation about addressing events, but these trends are, rather than simplistic, not<br />
achievable, and not even desirable. The spectrum of negotiations and contradictions is far<br />
more complex than that.<br />
Women figure themselves in different ways, by many factors of self-identification<br />
and representation. It does matter, in this figuration, the place of voice and the<br />
embodiment strategies, in addition to the socio-cultural structures that are demarcated<br />
(or not) in the representation, such as class, sexual preference, ethnicity, etc. Thus, the<br />
different processes of figuration for women inevitably imply tensions that arise from the<br />
variants through which it (the processes) are expressed. “The body, in the same way that<br />
language, is also a place for expression of power” 22 (D’Avila Neto & Baptista, 2007: 8).<br />
212 <br />
22<br />
My translation of: “O corpo, do mesmo modo que a linguagem, também é um lugar de expressão do poder.”<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Empowering scenes: communication as a strategic area to women’s autonomy through audiovisual narratives<br />
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Kabeer, Naila. “Resources, Agency, Achievements: Reflections on the measurement of<br />
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Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
DISARTICULATED LAUGHERS: BACKLASH IN<br />
BROADCASTED COMEDY IN FRANCE<br />
Nelly Quemener*<br />
RECIBIDO: 15 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
nelly.quemener@kcl.ac.uk<br />
* Nelly Quemener es profesora del Laboratorio CIM de la Universidad de la Sorbona Nouvelle.<br />
PALABRAS CLAVE | género, mujer, medios de comunicación, representación, comedia francesa, política,<br />
identidad y visibilidad<br />
KEYWORDS | gender, women, media, representation, French comedy, politics, identity and visibility
Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
RESUMEN<br />
A partir del año 2000 la diversidad ha caracterizado a la televisión francesa:<br />
las mujeres y las minorías étnicas han hecho una aparición notable en<br />
programas de entretenimiento durante diez años, especialmente en los talk<br />
shows y series de televisión. Lo anterior es el resultado de un largo proceso<br />
de visibilización de los grupos subalternos en los medios de comunicación,<br />
así como de una política de "promoción de la diversidad" iniciada por el<br />
Consejo Nacional del Audiovisual después de los disturbios en Banlieue en<br />
2006. Sin embargo, este movimiento es hegemónico y coincide con la<br />
campaña presidencial de 2007 que condujo a la elección de Nicolás Sarcozy.<br />
En este artículo se argumenta que en la comedia, la caricatura y la satira en<br />
los medios se reactiva una concepción tradicional de la política que excluye<br />
la identidad y visibilidad subalternas.<br />
214 <br />
ABSTRACT<br />
Since 2000, diversity has characterized French TV: women and ethnic<br />
minorities have made a notable appearance in entertainment programs for<br />
ten years, especially in talk shows and television series. This is the result of a<br />
long process of visibility of subaltern groups in the media and a policy of<br />
"promoting diversity" initiated by the National Audiovisual Council after<br />
Banlieue riots in 2006. However, this movement is dominant and coincides<br />
with the presidential campaign of 2007 that led to the election of Nicolas<br />
Sarkozy. This article argues that in comedy, wave caricature and satire in the<br />
media wakes a traditional conception of politics which excludes subaltern<br />
identity and visibility.<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
In the 2000s’, an impression of diversity characterizes French television: women and<br />
ethnic minorities have made a remarkable appearance in mainstream entertainment<br />
programs for ten years, especially in talk shows and TV serials. This impression is the result<br />
of a long process of visibilisation of subaltern groups in media as well as of a policy of<br />
“promotion of diversity” initiated by the Conseil National de l’Audiovisuel (the National<br />
Advisory Board for Broadcasting) after the Banlieue riots in 2006 (Macé, 2007; Cervulle,<br />
2011). In previous works, I have focused on comedy, especially short comedy spots<br />
broadcasted in television talk shows between 1991 and 2009, as a privileged site for the<br />
development of politics of representation and politics of identity by two specific groups of<br />
comedians, women and ethnic minorities (Quemener, 2010a, 2010b, 2011). I’ve shown<br />
that the advent of closeted issues such as structural discriminations and counterhegemonic<br />
identities was made possible by the renewal of comedy. In France, comedy<br />
had inherited from a buffoonery, best characterized by political eloquence, and caféthéâtre<br />
fueled with fiction characters and situation comedy. Female comedians resorted<br />
to body devices as central tools to create parodic and perfectly incarnated characters,<br />
while ethnic minorities developed “authentic” storytelling and situated standpoint. Both<br />
groups used these technics as ways to express new subjectivities and disturb the white<br />
and masculine hegemonic figure in French comedy. Relatively speaking, this renewal of<br />
comedy genre has contributed to a “domestication” of race and gender issues (Gitlin,<br />
1978: 162) in French public sphere and opened a pathway to marginalized comedians and<br />
topics.<br />
215 <br />
Yet, since 2006, the political reading of comedy started to drown in the<br />
proliferation of spots and humoristic chronicles that invaded TV entertainment and radio<br />
programs. This movement of growth can be identified as insidiously hegemonic and<br />
coincides with the 2007 presidential campaign that led to the election of French President<br />
Nicolas Sarkozy. Characterized by a hypervisibility of political satire and caricature in<br />
broadcasted media and news program, it rehabilitates a traditional conception of comedy<br />
and the comedian. Contrary to the 2000s’ wave, its primary representatives are white<br />
heterosexual male comedians and its comic devices rely on speech acts requiring the<br />
mastering of language and the erasure of the subjected body. In this paper, I want to<br />
argue that in broadcasted comedies, the revival of caricatures and satire reactivates a<br />
traditional conception of politics that limits its framework to “politician politics” (the<br />
domain of politics itself) and excludes issues of identity and subaltern visibility. In fact,<br />
satire and news comments employ an ironic, sometimes cynical, tone toward power that<br />
may pass for critical. But instead of promoting an active citizenry, this cathartic<br />
expenditure to social distress and discontents lower the level of political possibilities to<br />
complaints and a passive expression of disillusions.<br />
To analyze the revival of political satire and its implications in terms of public<br />
issues and debate, I will draw upon the notion of backlash as defined by McRobbie in the<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
Aftermath of feminism (McRobbie, 2009). In fact, this revival presents the characteristics<br />
of a conservative movement that disarms subaltern identities and politics by bringing a<br />
restricted notion of politics in the front line. Yet the purpose of this paper is to reveal the<br />
complexity of backlash by exploring some of its problematic territories. First, backlash is<br />
neither confined to gender issues like Faludi’s original definition (1991) nor to a counterattack<br />
against feminist victories. Several scholars have already complexified the<br />
phenomena by introducing the notion of intersectionality in the analysis of either backlash<br />
(McRobbie, 2009: 41-43) or the sexualization of culture seen as one of its active<br />
dimensions (Attwood, 2006; Gill, 2009). My point is here to highlight that backlash<br />
operates inside a process of gendering, racialization and classing and to show that<br />
backlash surprisingly corresponds to a meeting point of racial and gender issues, that also<br />
leads to their confliction. Second, backlash is considered neither as a permanent state of<br />
affairs nor as a conservative outbreak arising from nowhere. It qualifies a cultural<br />
movement that encompasses most of the social progresses and aesthetic innovations of<br />
the previous period. One of its grounding mechanisms is to appear as the “natural”<br />
outcome of successful politics of representation. In comedy, I will show that the come<br />
back of traditional forms of comedy disregards ethnic issues and reactivates gender<br />
stereotypes but that the identification of this process is made difficult as it causes in its<br />
nets comedians of subaltern groups. Backlash does not equal a disappearance of<br />
subaltern representatives, but the “depolitization” and “de-subjectivation” of their<br />
discourse. Third, backlash translates into the disarticulation and resignification of<br />
subaltern identities and politics. Comedy by subaltern groups in fact moves toward a<br />
fragmentation of identifications and the promotion of a privatized form of agency. Yet,<br />
despite this loss of collective imaginations, backlash also comes with a reconfiguration of<br />
margins through the assertion of the multiple territories of identity. 1<br />
216 <br />
For the purpose of this paper, I focus on a transmediatic corpus that gives a<br />
primary place to TV and radio spots, but takes also into account galas and collective<br />
shows broadcasted on television, one-wo/man-shows seen in café-théâtre between<br />
2006-2010. The reason of this heterogeneity is to be found in the configuration of<br />
comedy itself. While during ten years, television has been the privileged field for comedy,<br />
it starts from 2006 to loose its primacy to the benefit of new spots in morning programs<br />
of radio channels. This displacement engenders a change in aesthetics. Television<br />
comedy was the place of visually colorful and bodily engaging sketches that nourished<br />
proximity with carnival. Instead, radio programs favor caricaturists and commentators of<br />
news and headlines. At the same time, the decreasing interest of TV shows in comedy<br />
leads to a revival of café-théâtre that takes advantages of its confidential audience to<br />
develop hybrid genres of comedy 2 and regain a place of promotional leadership. I will pay<br />
much attention to two levels of analysis, and to their potential contradictions: that of<br />
discourses and comic devices and that of the career of the comedian and the show<br />
he/she plays in.<br />
1 The expression is taken from Bell Hooks dealing with “postmodern blackness” (Hooks, 1990: 31).<br />
2 The multiplicity of café-théâtres in Paris leaves room for several genres of comedies, some like L’empiafée,<br />
developing bridges with musicals, others like Gaspar Proust, asserting the stillness and verbal comic devices.<br />
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Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
THE ANDROCENTRIC WHITE GAZE OF POLITICAL SATIRE<br />
BEFORE BACKLASH (1996-2006)<br />
Until the 1980s’, the key figure of comedian in French comedy could be qualified as a<br />
white heterosexual male. Despite its apparent hegemonic position, he asserts the point of<br />
view of an outsider, mostly on the basis of class. His humor identifies with buffoonery: it<br />
targets and criticizes bourgeois and governing elites, by reversing hierarchies and<br />
degrading symbols of “noble” and “high” culture (Bakhtine, 1970: 27-29). Coluche for<br />
instance, one of the most famous comedians in the 1970-1980s’, rooted its satire of<br />
Frenchness on his urban working class, performed by his clothes, his belly and his Parisian<br />
popular accent. Through out the years, his working class standpoint imposed itself as the<br />
mouthpiece for the discontents of various social groups, such as Arabs, homosexuals,<br />
workers, hence transcending class identifications. Comedy relied on a “consciousness”<br />
performed by the daring speech of the comedian and on the confrontation with a<br />
concentrated and vertical power.<br />
217 <br />
The deaths of Coluche and another well known comedian, the imitator Thierry Le<br />
Luron, in 1986 opened up comedy to new waves made of young comedians who invested<br />
café-théâtre with multiple one-wo/man-shows. It came with a diversification of topics,<br />
through situation and fiction comedy, and a move away from buffoonery. The first female<br />
humorists and minority representatives appeared then, benefiting from the first TV shows<br />
such as Le Théâtre de Bouvard (Antenne 2, 1981-1986) and La classe (France 3, 1986-<br />
1994) and from the first videotape recordings. Staging characters and short stories,<br />
comedies of the 1980-1990s’ might be considered as a transitory step to the turning point<br />
of the mid-1990s’. On television, talk shows started to hire comedians in short spots as a<br />
way to attract and secure audiences. The leading channel was the paying and young<br />
Canal+, which asserted its inspiration in the free and sarcastic HBO (Bueaud & Mérigeaud,<br />
2001).<br />
Ethnic minorities found their leading figure in Jamel Debbouze who made a short<br />
sitcom called “Le cinéma de Jamel” between 1997 and 1999 in the talk show Nulle Part<br />
Ailleurs on Canal+. As a young Arabic boy, coming from the banlieues (suburban areas<br />
often associated in social imaginations with poverty, delinquency and immigration),<br />
Debbouze and its close partners (Omar et Fred, Gad Elmaleh) introduced storytelling by<br />
using a personal “I” and playing with stereotypes. Their sketches settled a sense of<br />
“truthfulness” or authenticity that took their most accomplished form ten years later with<br />
the advent of stand-up initiated by Jamel Debbouze himself and a sitcom writer Kader<br />
Aoun. The two partners launched and produced in 2006 the first stand-up comedy show,<br />
Le Jamel Comedy Club on Canal+. Starring a company of unknown comedians, the TV<br />
show found in the Anglo-Saxon style of comedy an open pathway to deal explicitly with<br />
ethnic, religious, and gender identities.<br />
The other group to engage in talk shows is composed of female comedians who<br />
had few representatives until 2000s’. One of its leading figures is Florence Foresti: she<br />
became famous with a series of characters in the talk show On a tout essayé on France 2<br />
between 2004 and 2006. With a few other comedians (Axelle Laffont, Julie Ferrier,<br />
Armelle), she introduced body language as an active part of the comic device and built<br />
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Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
her comedy shows on an openly blurred frontier between the comedian and the<br />
character. Foresti initiated a humour based on dissonant gender significations. Some of<br />
her female characters became famous for their “gender troubles” (Butler, 1990),<br />
performed as a contradiction between the masculine connotation of body language and a<br />
verbal identification to female category (Butler, 1997). Such discrepancies between body<br />
and speech acts play as a revelator of the process of categorizations, so did the<br />
contradiction between personal storytelling and race/ ethnic stereotypes. Despite their<br />
location in a mainstream cultural field, such performances renewed the map of political<br />
and social imaginations by introducing the possibility of hybrid cultural and gender blurred<br />
identities.<br />
218 <br />
POLITICAL SATIRE RELOADED<br />
When it reemerges as a central genre in comedy in 2006, political satire, also called<br />
humour chansonnier, 3 seems to have opened the commentary frame to new ideals and<br />
struggles. Fed with a “peoplisation” of politics in media (Dakhlia, 2008), it targets<br />
personalities of different public domains (sport, art, culture, music, politics, etcetera) and<br />
networks rather than focusing only on politicians and traditional elites. This creates an<br />
image of a dispersed, rather than centralized, power. By dealing with several topics,<br />
whether they are politically significant –such as debates on immigration policy or<br />
economical crisis– or entertaining ones –sport headlines– using the same tone and<br />
devices, the satirists assert their legitimacy to produce an overview of the world’s issues.<br />
But instead of stressing a personal opinion or experience, this overview urges a<br />
detachment and a distance to the world they comment and an outsider knows position.<br />
Some comedians seize this confrontation with an overwhelming and circulating<br />
power to build a “virilized” image. Among them, Christophe Alévêque and Stéphane<br />
Guillon stand for the typical males, dealing with politics and power relationships in their<br />
regular spots in talk shows (On n’est pas couché on France 2 for Alévêque in 2007 and<br />
Salut Les Terriens on Canal+ for Guillon since 2006), on radio (Guillon had a spot on<br />
France Inter news program in 2008-2010) and on the internet (Alévêque made a series of<br />
videos in which he expresses his outrage at French politics in 2009). In their middle age,<br />
they often wear black or grey colors, reflecting their dark hair and short bears. Their voice<br />
is low, but fills in the space with “coup de gueule” –this title given to Alévêque’s sketches<br />
in On n’est pas couché means that the comedian shouts at one’s head– and anger at the<br />
slightest sign of manipulation of public opinion. On stage, in their one-man-shows, their<br />
bodies raise impression of heaviness and amplitude. Through these performances,<br />
Alévêque and Guillon assert a distant and “under control” point of view, disconnected<br />
from the world they comment and from the masses of ignorant people they want to<br />
“save”. They identify with either the buffoon or the superhero, 4 whose role is to make<br />
people see what they don’t see. Their sketches activate imaginations of control, hardness,<br />
power and courage and enhance a virile masculinity (Bordo, 2000: 57).<br />
3 The word chansonnier refers to chanson, meaning songs in English. It recalls that comedy shows before the<br />
popularisation of sketches with one-man-show in the 1970s’, were performed through songs.<br />
4 Christophe Alévêque calls his 2008 one-man-show Super Rebelle, referring in a parodic way to Superman.<br />
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Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
Yet, a second displacement contradicts this re-valorization of masculine virility in<br />
comedy. In fact, in 2006, political satire shows signs of “feminization”. One of its most<br />
famous male representatives, the imitator Nicolas Canteloup, who has a spot in the family<br />
talk shows, Vivement Dimanche on France 2, differs from its colleagues by presenting an<br />
androgynous look, a beardless and soft face, and wearing light colors. His androgyny is<br />
exposed when he imitates both female personalities with few accessories. His body shows<br />
ability to perform indistinctly codes of both masculinity and femininity, and to reveal their<br />
masquerade (Butler, 1990). Yet the performance of Canteloup needs to be replaced in a<br />
more general analysis of transvestism in comedy. By referring to well-known and existing<br />
people, the comedian also disengages from the gender troubles his imitations create. The<br />
viewer might pay much more attention to the “reality” of the character and its caricature<br />
than to the gender masquerade. Eventually such a performance leaves the comedian’s<br />
identity unchallenged and even consolidates his masculine gender identity by<br />
encouraging laugh at codes of femininity and weak masculinities.<br />
219 <br />
Political satire also counts for the first time a female comedian Anne Roumanoff.<br />
Coming from fiction comedy, she benefited of a certain success in the 1990s’, by staging<br />
ordinary women from the middle class. In 2007, she obtains a spot during in the family<br />
talk show Vivement Dimanche, animated by the aging anchorman, Michel Drucker. Her<br />
character in the spot, called “Madame Bistrot”, contradicts two strong assumptions on<br />
women, that they aren’t able to be funny (Rowe, 1991) and that they aren’t able to deal<br />
with politics (Bonnafou, 2003/4: 121). Yet, despite the feminine appearance of the<br />
enunciator “Madame Bistrot” (Roumanoff wears red tops, long hair, light make up) that<br />
cannot mistake her with a man, her sketches introduce gender ambiguity. In fact,<br />
“Madame Bistrot” stands for the typical alcoholic person in a bistrot (French word<br />
meaning bar, brasserie), which refers, in social imaginations, to a masculine universe.<br />
Moreover, her stiff body and the use of sexual allusions not only relate to a stereotypical<br />
masculinity (Yaguello, 1978) but also echo a familiar, openly misogynistic, humour<br />
chansonnier. 5 As a consequence, the text and the body stillness of Madame Bistrot appear<br />
disconnected from the subjectivity and the body language of the comedian Anne<br />
Roumanoff. For Roumanoff’s case, femininity nevertheless serves as a tool to federate<br />
audiences around a low, accessible position. Contrary to her male partners, Roumanoff,<br />
as Madame Bistrot, does not assert a position of authority, rather a bottom position that<br />
gives a populist feel to her spot. The text of the sketch resorts to “good words” and<br />
“common sense” and aims at reflecting the opinion of ordinary people at large. Madame<br />
Bistrot thus complains about strikes, prize growth, political discontents, and comments<br />
the privacy of political leaders, promoting a plaintive and voyeuristic spectatorship.<br />
This populist tone also includes a second group of comedians to be incorporated<br />
in humour chansonnier. In fact, political satire diversifies by nourishing proximity with<br />
stand-up comedy. The first stand-up comedy show in France, Le Jamel Comedy Club,<br />
helped young, mostly non-white, unknown comedians to get recognition and opened an<br />
arena for comic devices based on race, gender, religious, sexual identity. Three of the<br />
comedians in the show got a spot in mainstream TV shows, Thomas N’Gijol, Fabrice<br />
Eboué and Mustpaha Al Atrassi between 2006 and 2008. In front of political guests and<br />
5 The humour chansonnier became popular through the TV and radio shows Les Grosses têtes and Le théâtre<br />
des deux ânes. One of the satirists of the shows, Bernard Mabille, is the cowriter of the sketches of Roumanoff.<br />
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candidates at the presidential election, their stand-up reached an interesting contesting<br />
balance, combining the targeted satirical comments and the expression of a subaltern<br />
experience and point of view. But black and Arabic comedians have been hired in radio or<br />
TV shows not only on the basis of their subaltern position, but also on the basis of their<br />
daring speech and actions that allow for easy entertainment. Quickly after their<br />
integration in mainstream TV shows, vannes –targeted comments– and provocative<br />
speech take over the expression of a subaltern point of view. Their multiplication weakens<br />
the evocation of race and ethnic issues by engulfing them in several other topics and<br />
individualized comments. This process results in a fragmentation of the comic discourse<br />
and renders difficult to locate the comedian’s position. Everything happens as if the<br />
incorporation of stand-up in mainstream comedy is suspended to its “neutralization” and<br />
the guarantee of its “universal” claims, in clear its “unmarking” and its correspondence to<br />
hegemonic forms of comedy (Brekhus, 2001; Dyer, 1997).<br />
220 <br />
SEXUALIZED FEMININITY AND VIRILIZING MASCULINITY<br />
Far from being neutral, an analysis of the texts of political satire reveals a conservative<br />
view on politics and public debates. Political satire regains an unprecedented popularity<br />
by taking advantage of the rich political news. Its revival coincides with the campaign for<br />
the presidential election held in 2007 that opposed two primary candidates, Nicolas<br />
Sarkozy for the party of the Right wing, Union pour la Mouvement Populaire (UMP), and<br />
Ségolène Royal for the party of the Left wing, the Parti Socialiste (PS). Comedy finds in the<br />
Royal/Sarkozy confrontation a great source of entertainment and invests it not only by<br />
exaggerating gendered behaviors but also by creating contradictions between their<br />
gender performances and their aspiration to high responsibility. On the one hand, the<br />
candidature of Ségolène Royal activates sexist comments and an ambivalent image of<br />
womanhood. Often associated with typical feminine traits such as emotion, seduction<br />
and understanding (Coulomb-Gully, 2009; Juillard, 2011), the image of Ségolène Royal in<br />
comedy is subjected to discredit and accusations for incompetence. It becomes the<br />
archetype of the beautiful and seductive candidate. Anne Roumanoff in a 2007 sketch<br />
calls her the “Barbie doll” compared to Martine Aubry, the “annoying” and “ugly” female<br />
figure of the Socialist Party. Reduced to appearance, Royal’s feminine “qualities” often turn<br />
into hysteria and uncontrolled behaviors. In Nicolas Canteloup’s imitations, her<br />
perseverance and ambition are discredited as they become obsessions. Canteloup as<br />
Royal enters the TV set by checking hands and waving incessantly at the audience, yet not<br />
listening to the anchorman’s questions. After her defeat at the election, Royal is pictured<br />
as being in denial. She continues the campaign and often mistakes her defeat for a<br />
victory. This uncontrollable behavior comes with a castrating attitude and threatening<br />
jealousy toward her husband François Hollande.<br />
The fate of Ségolène Royal encompasses old conceptions of womanhood in<br />
political satire resorting to well-known dichotomies. Women are associated with silliness,<br />
incompetence and sexuality, such as this comment of Christophe Alévêque on the new<br />
huge house of the American singer Mariah Carey: “It is so big that she cannot find<br />
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panties.” 6 Such sexualization of the female body is also the foundation for its rejection and<br />
abjection. Its counterpart lies in repulsiveness, hardness, rigidity and frigidity that justify an<br />
excessive and ironical expression of disgust. Stéphane Guillon for example, in a chronicle<br />
given on February 3 rd 2007, pictures the candidate of the Green party Dominique Voynet<br />
as a woman that “deters to fuck”. He asserts a masculine gaze that sexualizes women on<br />
the basis of the so-called sexual needs of the male commentator. Such sexualizing<br />
process also governs the appreciation of first ladies. Bernadette Chirac, the spouse of<br />
President Jacques Chirac, stands for the castrating and irritating woman, compared to<br />
Carla Bruni Sarkozy, who stands for the attractive and seductive woman. These<br />
representations reduce femininity to an inescapable ambivalence; made of<br />
repulsion/attraction, witch/bitch.<br />
221 <br />
On the other hand, the candidature of Nicolas Sarkozy “denaturalizes” the<br />
association between virility and political power. The image of the candidate, ex-minister<br />
of domestic affairs, is synonymous with nervousness and poor self-control. Depicted as a<br />
proud child, his agitated behavior, emphasized in imitations by moving bodies, reveals a<br />
feeling of inferiority and a constant need of reassurance about his masculinity and ability<br />
to power. His intimate life, especially his relationship with the top model and singer Carla<br />
Bruni, is depicted as fulfilling this need for reassurance and as an expenditure for his<br />
nervousness –“he need to do ‘radada’ otherwise he’ll blow up”, as Roumanoff<br />
comments– 7 whereas his authoritative policy in terms of immigration and foreign affairs,<br />
expresses his search for his power. By repeating and recontextualizing the nervous image<br />
of Sarkozy, political satire emphasizes the strategic nature of Sarkozy’s authority and<br />
virility (Achin, Dorlin, 2008: 28-29) mobilized to counter-balance not only the “too<br />
emotional” reactions of Royal but also the “naturally” poor charisma of the<br />
candidate/president. Laughs at such caricatures establish a distance to non charismatic<br />
masculinities and qualifies them as unsuitable to the pursuit of power and to governing<br />
responsibilities. Like Sakorzy, François Hollande, a member of the Socialist Party and<br />
husband of Ségolène Royal, is mocked for not responding to the virile, under control,<br />
male figure. Described as a “fraise tagada” (strawberry candy) and is said to have “une tête<br />
de cochon” (a pork face), his weakness is also produced as a consequence of the<br />
castrating attitude of his wife and leads to his feminization. The recurrent joke made by<br />
Roumanoff or Guillon imagines him as “the first lady” in case Royal would win the<br />
elections. The association of virility and charisma is here positively connoted and erected<br />
as the condition to govern and to secure power against women.<br />
The reactivation of gender stereotypes relates to what McRobbie for her<br />
“complexification” of backlash, identifies as “neo-conservative values in relation to gender,<br />
sexuality and family life” (McRobbie, 2009: 12). In fact, political satire implicitly promotes a<br />
return to a patriarchal conception of politics that rejects women and enhances a “natural”<br />
male authority. The message of political satire is even stronger that it gets its truthfulness<br />
from the “objective” inquiry of the present political moment. Royal’s candidature appears<br />
in fact as the late outcome of affirmative action in favor of women representation in<br />
6 “Pas étonnant qu’elle ne trouve plus sa petite culotte.”<br />
7 “Il a besoin de faire radada sinon il va exploser.”<br />
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political parties, 8 but becomes the window, if not the alibi, for the denial and the repetition<br />
of gender stereotyping. Her candidature activates the fear for female autonomy and<br />
combativeness. In comedy, it is represented as a threat for the future of the country and<br />
works as a motor to illegitimate feminist struggles. On the other side, comedy mocking<br />
Sarkozy’s nervous attitude emphasizes the need for charisma. Through the stereotyping<br />
of womanhood and the valorization of virility, comedy shows signs of a return of an<br />
androcentric vision. This vision finds its best expression in the explicit rejection of feminist<br />
struggle for equality. Christophe Alévêque in his one-man-show Super Rebelle in 2008<br />
declares that women have “won” the battle for equality and poses as “martyr” of female<br />
power. Complaining about their control over daily lives, he calls for a return to sex and<br />
pleasure as the only way to solve social and relational problems. In this case, comedy<br />
explicitly denies the need for feminist politics under the argument of accomplishment,<br />
and at the same time reinstalls a sexualizing male gaze on relational and social issues.<br />
222 <br />
THE DISARTICULATION OF IDENTITY POLITICS<br />
DE-SUBJECTIFYING FEMINISM AND QUEERISM<br />
The androcentric representation of French public debates comes with a second<br />
movement that I have qualified as a disarticulation of feminist, sexual and ethnic politics.<br />
By disarticulation, I refer to McRobbie’s dismantling of feminism and impossibility to think<br />
of a basis of “coming together” (McRobbie, 2009: 26). In the case of comedy, it does not<br />
only coincide with the “assumption that there is no longer any need for such action” as<br />
McRobbie writes (ibid). It rather translates into the fragmentation of identity politics in<br />
comedy through the multiplication of anecdotes and hyper-individualization of<br />
storytelling, the acceleration of punch lines, and the carnivalisation of the body, meaning<br />
an excessive use of colors, weird costumes and exaggerated attitudes (Langman, 2008:<br />
666). It leads to what Shane Gunster identifies in the American sitcom Seinfeld as a<br />
privatization of agency that “sonspors a casual indifference to the differences” and makes<br />
difference become “a farce within the spectacle of the everyday life” (Gunster, 2005: 219).<br />
In the next part, I will show that even though comedy made by subaltern groups is<br />
informed by different forms of identities and experiences of exclusion, it is also one of the<br />
primary site for a de-politicization that weakens contestations and alternative solidarities<br />
against the hegemonic movement.<br />
One manifestation of this de-politicization can be found in the mainstreaming of<br />
queer politics in comedy (Schehr, 2004). Despite the poor publicity of queer movements<br />
in France, what I identified earlier as blurred frontiers between masculinity and femininity<br />
may be analyzed as a “queering process” that results in subjectivities that I do not identify<br />
with neither one nor the other category (Quemener, 2011). This blurred gender identities<br />
come with a liberalized way of looking at sexualities. In On a tout essayé, Foresti as<br />
Mathilde, a young teenage girl, asserts a flexible, bisexual sexuality, fueled with gender<br />
troubles (ibid). Parts of her discourse show signs of irony: Foresti speaking through her<br />
8 The 1995 law for parity obliged political parties to present as many female candidates as male in local elections<br />
under the threat of fines.<br />
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character also acknowledges the sexual freedom of young generations. In such examples,<br />
the political reading of such characters and speeches relies on the possibility of<br />
identification to the character, the comedian or the situation. Foresti creates this<br />
possibility by mixing fiction and reality and building coherent, slightly caricatural<br />
characters. Each character is both a fiction archetype existing on the TV set and a parodic<br />
version of Foresti, who reminds the viewer of her presence underneath the character.<br />
The sketches of Jonathan Lambert in the talk show On n’est pas couché in 2008<br />
demonstrate a more problematic reading, despite their apparent proximity to Foresti’s.<br />
Each week, the comedian imagines and interprets a “friend from childhood” of one of the<br />
guests in the show. Covered with colorful and bizarre costumes, he addresses the guest<br />
as if he was a real person and tells stories about his or her childhood, mixing fiction and<br />
real facts. In a 2008 sketch, the comedian plays Daniel/Danièle Brochant, a female<br />
transiting to male, who introduces him/herself as a friend of the Brazilian actress Christina<br />
Reali. Daniel/Danièle Brochant presents the attributes of two sexes: he/she has boobs,<br />
long hair, a high voice, but he/she wears a shirt with a tie and discovers a pair of<br />
testiculars transplanted on his/her wrist, as a surgery testing his/her reactions to transplant<br />
and preparing his/her phalloplasty. Daniel/Danièle Brochant is put in a real situation,<br />
facing the guest and addressing her. He/she is nevertheless known to be a performance<br />
on a TV set, which reminds the viewer its fiction. The sketch shows a rupture in the sexgender<br />
causal chain, for both the character whose sex and gender are not identifiable,<br />
and the humorist who disappears punctually under the character. But this gender trouble<br />
is represented in a fragmented manner. Contrary to most characters in TV shows, those of<br />
Lambert appear only once. This absence of repetition prevents from building a<br />
consistency and the audience from becoming familiar to it. It also spreads the comic<br />
project in various characters and situations. The image of the disguised body on the TV<br />
leads to a similar fragmentation: it is composed of several body parts shoot in close-ups<br />
that nothing brings together. Such a sketch uses a transgender character as an<br />
entertaining, colorful and carnivalized spectacle, but erases subjectivity and, probably,<br />
possibilities of identification by the audience. It also builds the character as a stereotypical<br />
mirror of the Brazilianity of the actress by activating imaginations of transsexuality and<br />
prostitution. The queering process here gives birth to a recall of colonial imageries and a<br />
fragmentation that drowns the expression of a (critical) standpoint.<br />
223 <br />
The mainstreaming of queering process in popular culture suffers a<br />
heterosexualization of alternative models of femininity. Florence Foresti who introduced<br />
in her early sketches characters with “masculine femininities”, launches in 2009 her<br />
second one-woman-show called Motherfucker. While her image as comedian was<br />
overwhelmed with gender trouble and rumors of lesbianism, this last show deals with her<br />
authentic pregnancy and motherhood. It comes with a (re)assertion and reassurance<br />
about her heterosexuality. During its promotion, Foresti declares to have solved her<br />
gender trouble (“Now that I am mother, I know I am a woman”) and makes quick allusions<br />
to the “father”. With such words, Foresti reactivates the “natural” link between<br />
heterosexuality, femininity and motherhood, all the more strongly that she may have<br />
transitorily broken it in her previous performances. She nevertheless revisits the image of<br />
motherhood, dealing with the inconveniencies of pregnancy, mocking children’s<br />
behaviors and refusing to become a devoted mother. The new maturity she claims and<br />
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this new discourse on motherhood reframe her alternative model of femininity in<br />
heterosexuality and resignify her androgyny as teenage tom boyishness, emptying them<br />
from their potential threat (Halberstam, 1997: 28-29). They also coincide with the advent<br />
of new female comedians who assert their freedom not to correspond to the norms of a<br />
seductive and active womanhood. Louise Bourgoin in the Canal+ TV show Le Grand<br />
Journal in 2008-2009, a young, good looking and dynamic woman, orchestrates absurd<br />
situations and the degradation of her appearance (with bloods covering the face or marks<br />
of exhaustion). One of the recurrent characteristics is the emptiness of her sketches, that<br />
are based on “nothing” and that often end up with “no transition”. Yet, despite her efforts<br />
to make herself ugly and “not normal”, she never abandons her BCBG image and often<br />
flirts with hysteria and silliness. Through these different examples, comedy appears as a<br />
site of transgression of gender norms and roles and of assertion of one’s own choice in<br />
keeping a lifestyle unchanged despite new constraints and social expectations (such as<br />
motherhood). But this spectacle of liberalized gender performances most of the time<br />
diverts attention from the restoration of a heterosexual framework as well as from its<br />
closeness with stereotypical representations of femininity.<br />
224 <br />
THE FRAGMENTATION OF ETHNIC COMEDY<br />
So far, I have distinguished between gender and race issues. In fact, they constitute<br />
disconnected modes of expression in comedy, when we look at the way comedians<br />
represent themselves and build their careers. While female comedians have integrated<br />
mainstream culture and comedy, comedians from minority groups have developed a<br />
specific position in popular culture by creating their own production house –the one<br />
belonging to Jamel Debbouze is Kissman Production– and an “aesthetic from the<br />
margins” (Hooks, 1990: 104) with stand-up. In 2006, the stand-up comedy show Le Jamel<br />
Comedy Club on Canal+ broadcasts the first routines to assert the various dimensions of<br />
identity. With comedians from different ethnic groups (Asian, Black, Arabic, mixed race)<br />
including women, it performs a multicultural collectivity in which ethnicity and race<br />
compose the primary experience of exclusion (Goffman, 1979), but gender, religion,<br />
region, sexuality allow for a diversification of storytelling and comic devices. Throughout<br />
the three years of existence of the JCC, the issue of diversity took over the denunciation<br />
of discrimination and favored the multiplication of anecdotes and original selves. In<br />
season 2, the presence of Rady is justified by his specific position as an Arabic Muslim guy<br />
coming from the North region of France, Nord-Pas-Calais. He cumulates different levels<br />
of identifications and possible discriminations (on the basis of race, religion, and regional<br />
origin). This is what makes his speech special, but also what tends to de-politicize it. In<br />
fact, by evoking his multidimensional identity, his sketch also neutralizes the empowering<br />
potential of a single, coherent, stable identity and the denunciation of a one-dimensional<br />
oppression. I do not mean to sound reluctant to an unpacking of identity politics in favor<br />
of an intersectional approach. But in mainstream comedy, this unpacking process leads to<br />
various individual careers, expressions of specific tastes and localized experiences of<br />
exclusion, where the most exceptional identities are privileged over the coherence of<br />
discourse. Here, the popular representation of diversity echoes political and economical<br />
apprehension of it as a creative, innovative, if not entertaining, concept (Doytcheva, 2007).<br />
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It certainly serves a complexification of the representation of identity but drowns the<br />
collective lines and the imagined communities into a multiplicity of local experiences and<br />
selves.<br />
The stress put on personal choices and assertion of identity detached from power<br />
structures leads to a localization of identity politics. In these examples, the intersectional<br />
conception of identity gets confined at an individual level instead of setting itself up as a<br />
political project. This localization and this fragmentation of identity politics in comedy<br />
allows for an insidious incorporation of their representatives in mainstream culture.<br />
Respectively black and mixed race, Thomas N’Gijol and Fabrice Éboué overcome the<br />
disempowering fantasies on black men (e.g. large penis, sexual appetite, potential rappers<br />
of white women) by taking upon a strong masculinity (Hall, 1997: 229). With his urban<br />
style inspired by soul singers, N’Gijol introduces himself as the typical young guy from the<br />
middle class, interested in news, politics and sports. He insists on being a womanizer,<br />
taking upon his blackness, attracted to white woman (Jamel Comedy Club, season 2).<br />
Even though he does not necessarily disregard women in his discourses, he nevertheless<br />
asserts a distinctive, sometimes objectifying, attitude. Éboué is much more ambiguous.<br />
Staging a hideous character, he resorts on the TV set of T’empêches tout le monde de<br />
dormer in 2007 and 2008, to extreme misogyny and racism. He does not hesitate to<br />
reduce female guests to dumb women or overemphasize their sexual image. Despite his<br />
mixed race and his position of potential victim of discrimination and stereotyping, he<br />
demonstrates a violent hate to Chinese people, pictured as an invading population, and<br />
resorts to various stereotyping process. Of course, the comic device relies on the<br />
theatricality of his racism and his sexism and the revelation of their arbitrariness. But it also<br />
builds a “double speak” (Burch, 2000): despite the emphasized vanity, it urges for a<br />
cathartic laugh by reproducing a nightmarish image of certain social groups.<br />
225 <br />
The repetitions of hate speech on a TV set mostly occupied by white people<br />
interrogate the political purpose of such act. In fact, Fabrice Éboué appears as the best<br />
purveyor of conservative views, as his discourse is both neutralized by his blackness and<br />
his outsider’s position, and condemnable for being said by a black person and an outsider.<br />
The comedian is subjected to a double sentence: he is himself the “other”, the only black<br />
in the show, and the “other” racist/sexist. Such performances focus the attention on<br />
Éboué’s provoking act and recreate a consensus in the condemnation through laughs and<br />
booing on TV sets of both his racism and sexism. The outcome of this consensus is a<br />
transfer of responsibility for discrimination and stereotyping from the collectivity of<br />
viewers to the representatives of minority group. Eventually, the mainstreaming of comic<br />
denunciation of stereotypes and hyperbolic racialization leaves unquestioned hegemonic<br />
whiteness and masculinity.<br />
THE RENEWAL OF MARGINS<br />
The intersectional dimension of identity does not only lead to a de-politicization of comic<br />
discourse. It is also a site where new resistances emerge. Examples of new models of<br />
resistance can be found in stand-up, with female comedians staging complex and<br />
multilayered routines. Coming from Le Jamel Comedy Club Claudia Tagbo, a black<br />
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female comedian, combine the personal “I” and storytelling with a body fluidity inspired by<br />
female comedians such as Florence Foresti and Julie Ferrier. One of her most famous<br />
routines focuses on her attempts to find a boyfriend, using meeting websites and<br />
seduction strategies. The different anecdotes give a dark picture of her male partners who<br />
appear careless, selfish, skinflint. They come with an interactive performance that<br />
challenges the audience. When Claudia arrives on stage, she starts by dancing and<br />
exhibiting her shapes on stage, attracting the view on her body. She then watches the<br />
room with scrutiny and points one of the boys sitting in the theater, most of the time<br />
white, and asks whether he’s single. At this point, she makes clear that she’ll have the final<br />
word: “Not bad but to hairy.” 9 Such a line clarifies the general topic of the sketch: Claudia<br />
is “craving” for a man and ready to do anything to get one but she gets to choose<br />
according to her criteria. The whole sketch is built to assert herself as a subject and not an<br />
object of her sexuality and love life. To become a subject, Claudia Tagbo does not resort<br />
to traditional codes of seductive femininity. Having short hair, a generous body and<br />
demonstrating an energetic and authoritative personality, she stages a non-submissive<br />
matriarch. Under her authority, men are disempowered and clearly turn into objects of<br />
the female gaze.<br />
226 <br />
This innovating performance echoes counter-models of black femininity. Even<br />
though Claudia does not talk explicitly about racial issues in France, she uses her body as<br />
a tool to assert authority on stage and to turn the “controlling image’ of the exotic black<br />
woman into a forceful existence, as did Black women in Blues and writing (Hill Collins,<br />
2000: 117-120). Claudia’s authoritative femininity echoes that of another Black female<br />
comedian, Shirley Souagnon, who appears in 2010 in café-théâtre with a show called<br />
Sketch up (a mix of stand up and sketches). Souagnon’s body is too androgynous to<br />
activate the exotic image of the black woman. Instead, Souagnon relates to another<br />
“typical” image of black femininity, that of the androgynous, sportive woman. To respond<br />
to the common mistakes of people calling her mister, she makes fun of her unnoticeable<br />
breasts and of her failure to “prove” she is woman. But like Claudia, this androgyny is<br />
presented as a black femininity: it is impossible for a black girl with “cheveux crépus” to<br />
have long hair, she says, taking upon a common theme of Black female imagery (Hill<br />
Collins, 2000: 97-101). Shirley Souagnon’s routine neither fits the image of the exotic<br />
black body produced by the white gaze, nor the normative model of seductive and<br />
sexually active woman. Instead its strength and creativity lie in an alternative model of<br />
femininity that introduces itself as a product of a specific intersectional position and<br />
identity.<br />
CONCLUSION<br />
Despite a few sketches broadcasted on television, the shows by Claudia Tagbo and Shirley<br />
Souagnon remain confidential. The fate of female comedians from minority groups also<br />
demonstrates a vulnerability to a reassertion of Republican values. At the end of 2010 the<br />
show of Nouara Nagouch, an Arabic female comedian, was scheduled in the Parisian<br />
theater Le Théâtre du Rond Point. The show was first written to address the community of<br />
9 “Pas mal mais trop poilu.”<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
people leaving in the suburbs of Colmart, a city of the East France. It gives a broad picture<br />
of the way of life in suburban areas and of the cohabitation of Algerians, Senegalese, and<br />
Moroccans. It ends with a feminist preach, targeted to one of her main characters, a<br />
woman married to a strict religious Muslim man, who forbids her to leave the home.<br />
When played at the Rond Point in front of a white, bourgeois and Parisian audience, the<br />
final speech takes on a disturbing connotation: by focusing on a Muslim couple, it<br />
endorses a simplified conception of Islamic religion and practices, and overethnicized<br />
unequal gender relationships (Volpp, 2006). It creates an “other” that comforts the white<br />
audience in its “modernity” (Saïd, 1980).<br />
227 <br />
This last example proves the very thin line between the politization of subaltern<br />
groups and experience, and their instrumentalization within a hegemonic process. In this<br />
paper, I’ve tried to analyze the backlash movement that happens in comedy since 2006<br />
and to theorize its grounding mechanism. Backlash may be defined here as a double<br />
process: the return to stereotypical images of femininity and masculinity and of a white<br />
male gaze through political satire; the incorporation of subaltern groups and issues within<br />
a mainstream domain, up to the point that their presence and the assertion of particular<br />
multidimensional identities become “common sense”. But this incorporation also leads to<br />
the distortion and disarticulation of the political dimensions of comedy. On the one hand,<br />
backlash allows conventional topics such as motherhood to be revisited provided the<br />
comic discourse confines itself in a heterosexual frame. On the other hand, it praises<br />
multidimensional identities provided the comic performance restricts them to<br />
individualized and localized territories.<br />
This backlash in comedy reveals contradictions in the French Republican model.<br />
Dealing with gender issues by promoting equal treatments and with ethnic minority<br />
through a politics of diversity, the Republican model has never really been able to cop<br />
with identity politics, whether it comes from feminists, sexual or ethnic minorities. This<br />
favors a conventional packaging of identity politics made to avoid the fear of<br />
“particularism” that would contradict ideals of universalism and abstract citizenship. Even<br />
though comedy is a privileged site for the revelation of the oppressive dimensions of this<br />
model, the revival of a conservative political satire and the dispersion of identity issues<br />
interrogate the possibility for a long run counter-movement in France, and of politics of<br />
identity that would be able to set themselves up as a political and collective project.<br />
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Disarticulated laughers: backlash in broadcasted comedy in France<br />
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Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
HYPER-GENDERED DISCOURSE:<br />
HOW JAPANESE FASHION MAGAZINES CONSTRUCT<br />
GENDER IDENTITY<br />
Todd Joseph Miles Holden*<br />
RECIBIDO: 30 de noviembre de 2011<br />
ACEPTADO: 30 de marzo de 2012<br />
CORREO ELECTRÓNICO:<br />
holden@intcul.tohoku.ac.jp y holden.intcul@gmail.com<br />
* Todd Joseph Miles Holden es profesor del Departamento de Estudios Multiculturales de la Escuela de<br />
Graduados de Estudios Internacionales de la Universidad de Tohoku, Sendai, Japón.<br />
PALABRAS CLAVE | Japón, moda, género, mujer, medios de comunicación, representación.<br />
KEYWORDS | Japan, fashion, gender, women, media, representation.
Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
RESUMEN<br />
A través de una amplia gama de estrategias de comunicación intencionales,<br />
las revistas de moda (ya sea de hombre o mujer) reducen el género (en<br />
particular las mujeres) a tipos capaces de encajar en cualquier medio. La<br />
moda no es una entidad estática. Existe no sólo en las páginas de las revistas,<br />
sino también en el mundo: en las calles, en las oficinas, los escaparates, en el<br />
transporte público. Se trata de un tema de la vida cotidiana que es<br />
influenciado por muchos factores más allá de palabras e imágenes en los<br />
medios de comunicación comerciales. En Japón hay pocos medios de<br />
comunicación robustos y la comunicación llena las revistas de moda. Los<br />
medios son textos ricos llenos de una gran variedad de contenido profundo<br />
y social extremadamente complicado.<br />
233 <br />
ABSTRACT<br />
Through a large array of intentional communication strategies, fashion<br />
magazines (whether male or female) reduce gender classes (but women, in<br />
particular) to types capable of fitting into or bridging cohorts. Fashion is not a<br />
static entity. It exists not only on pages of magazines, but also out in the<br />
world: on the streets, in offices, shop windows, on public transportation. It is<br />
a living topic that is shaped and influenced by so many factors beyond words<br />
and images in commercial media. This serves as a caveat mitigating<br />
wholesale acceptance of the conclusions presented on these pages. In<br />
Japan, there are few media more robust and communication-full than<br />
fashion magazines. They are rich texts brimming with an assortment of<br />
profound, extremely complicated social content.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
INTRODUCTION<br />
THE IMPORTANCE OF FASHION IN JAPAN<br />
Since May 2009, Japanese television has been the site of Himitsu no Arashi-chan (Arashi’s<br />
Secrets), featuring the boy band “Arashi”. 1 The show, which currently appears Thursdays at<br />
22:00, has a number of segments, but one, entitled “Mannequin Five”, involves the five<br />
boys being tasked with putting together a well-coordinated, attractive clothing ensemble.<br />
Themes of the segment may vary –for instance, viewers might be asked to call in and vote<br />
on the best ensemble or various female “talent” 2 may choose which ensemble they most<br />
like and/or would most wish to be seen on a date with.<br />
234 <br />
Figure 1: four of five members of Arashi, awaiting the decision of which<br />
“mannequin” is best “coordinated”.<br />
Throughout the segment, the boys are shown in the store making their clothing<br />
selection, as well as explaining their rationale for the pick. Of course, when the votes are<br />
tabulated, explanations for why a particular ensemble is favored (or not) is also explained,<br />
as well as evaluated by various judges.<br />
This is not the only example of fashion being highlighted on Japanese television –<br />
similar segments on daytime television can also be found in which, for instance, two<br />
talento might be tasked with putting an ensemble together for dates on a fixed budget<br />
1 See the promotional webpage: http://www.tbs.co.jp/arashi-chan/ for details on the group, as well as their<br />
television show.<br />
2 “Talento” in Japanese, a category of entertainer who generally appear on television with little actual talent<br />
other than a particular “look”, mannerism, or way of thinking or speaking. Generally distinguished from<br />
celebrities –legitimate film, television, music or sport stars– or idols (“aidoru”) –popular icons in TV, music, stage,<br />
and magazine (most often “guravia” models).<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
(say, 10,000 yen), which is then critiqued by a renowned designer. Above all, what these<br />
vignettes serve to demonstrate is the fact that fashion is front and center in Japanese<br />
consciousness –it is not only an element of everyday life, but a topic possessing<br />
entertainment value, and worthy of popular discussion.<br />
As this paper will argue, Japanese fashion is an area worthy of academic attention<br />
–if for no other reason that it is a major mediator of gender. Vital though this topic is, it is<br />
underexplored. In this paper I take a first step toward redressing the imbalance, if only<br />
imperfectly. On the pages that follow, I offer a brief introduction to some of the concrete<br />
ways that Japanese fashion magazines negotiate gender discourse.<br />
235 <br />
THE IMPORTANCE OF FASHION MAGAZINES IN JAPAN<br />
Japan has one of the most highly developed media systems in the world, with extremely<br />
elevated levels of media-use. 3 A 2006 assessment indicates that the average time<br />
engaging with media exceeds fifteen hours per week, ranging from nearly one hour for<br />
magazines to three for television. 4 Despite the fact that, as compared to other media,<br />
magazines are relatively less preferred, its consumption is sufficient to rank Japan first<br />
worldwide in periodical circulation. 5 Recent statistics revealed that a total of 92,255,549<br />
3 For instance, it ranks 2 nd in daily newspapers per capita, 9 th in the presence of televisions in the household (at<br />
99%), 12 th in cable penetration, first in the number of PCs owned (although per capita, the figure slips to 14 th , at<br />
5.431 per 10,000 people) and 2 nd (to the US) in the number of personal computers (in 2004) at 69,200,000. It is<br />
21 st in number of mobile phones. Source: Nationmaster.com. Date last accessed: May 25, 2010.<br />
4 Specifically, the breakdown on media consumption by times was:<br />
(unspecified) “mass media”: 3 hours 12 minutes;<br />
TV: 2 hours and 50 minutes;<br />
Internet: 2 hours and 21 minutes (males average 46 minutes more on-line than women);<br />
DVD watching: 1 hour and 46 minutes;<br />
radio: 1 hour and 27 minutes;<br />
recordings: 1 hour and 20 minutes;<br />
books: 1 hour and 18 minutes;<br />
newspapers or magazines: 51 minutes.<br />
Men reported slightly higher figures for every category except radio listening.<br />
5 This assessment is based on the following calculation: Japan’s newspaper circulation per capita doesn’t even<br />
rank in the top fifty in the world, yet when periodicals are included along with newspapers, daily circulation<br />
figures rank second (to China) with 71,896,000. Scaled to reflect per capita consumption, Japan checks in first,<br />
at 566.69 per 1,000 people. Further scrutiny of the data indicates that other than Japan and Macau [5 th] , all<br />
countries through number 13 were European. Singapore [14 th ], Hong Kong [15 th ] and Thailand [17 th ] were the<br />
other Asian entries. The United States checked in at 18 th ,-with 196.3 per 1000 people. Source:<br />
Nationmaster.com, http://www.nationmaster.com/graph/med_dai_new_per_1000_peo-newspapers-per-1-<br />
000-people, date last accessed, May 24, 2010).<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
magazines were published in fifteen substantive categories; 6 reflective of the importance<br />
of this medium, advertising revenues were third most among all types of media. 7<br />
Closer study of circulation figures reveals that the relative importance of fashion;<br />
for, magazines devoted to fashion garner sales figures of 13.3 per cent for women and 5.8<br />
per cent for men. 8 By this measure, women’s fashion magazines, alone, qualify as Japan’s<br />
third-most consumed periodicals (behind men’s comics, at 19.3 per cent, and Specialty<br />
Comprehensive magazines [such as sports, travel, entertainment, game, audio, camera,<br />
crossword puzzle and the like], at 17.7%). By themselves, Men’s fashion magazines are the<br />
eighth-most consumed magazine type. If the categories are collapsed, fashion magazines<br />
as a singular entity remain third (at 19.1%), behind Comprehensive magazines (at 30.2%)<br />
and Comics (at 25.4%). No matter how one parses it, fashion magazines are a major<br />
element in Japan’s magazine market –itself, a major aspect of Japanese popular,<br />
mediated and commercial culture.<br />
236 <br />
Further evidence of the popularity of fashion magazines comes from Sakamoto,<br />
who, in her 2008 survey of men and women aged 20-49 in the greater Tokyo<br />
metropolitan area, found that nearly 62.1 per cent of respondents were regular<br />
consumers of fashion magazines. 9 Most significant, a correlation between frequency of<br />
fashion magazine consumption and fashion consciousness for both men and women was<br />
uncovered. Japanese, it can be inferred, possess high interest in fashion, as well as<br />
extensive fashion consciousness. Such a conclusion is supported, in part, by data showing<br />
6 Data collected by the Nihon Zasshi Kyoukai (Japanese Magazine Publishers Association), between October 1,<br />
2008 and September 30, 2009. The fifteen top categories and their percentages included: Comics-Men (19.3%),<br />
Specialty-Comprehensive (17.7%), Life design-Women (13.3%), Men’s Comprehensive (9.1%), Life Culture-<br />
Women (8.6%), Information-Non-specific (7.4%), Comics-Women (6.1%), Life Design-Men (5.8%), Men’s<br />
Specialty (3.9%), Money-Business (2.8%), Kids (2.7%), Women’s Comprehensive (1.4%), Information-Men (0.9%),<br />
Information-Women (0.6%), Life Design-General (0.3%).<br />
7 Ad revenues, of course, serve as an indirect measure of perceived medium salience, as advertisers are seeking<br />
those communication forms with the largest reach. A 2005 report prepared by Dentsu, the world’s largest<br />
advertising agency, indicates the following important points: traditional media command 61.2 per cent of all ad<br />
expenditures, and magazines rank third (at 6.6%), behind TV (at 34%) and newspapers (at 17.4%). Source: “2005<br />
Advertising Expenditures in Japan,” Data Room, http://www.dentsu.com/books/index.html, Date last accessed:<br />
November 25, 2011. More recent figures, from 2008, by the Japanese Magazine Advertising Association, reveal<br />
that, of all traditional media, ad expenditures for magazines has dropped least. For instance, while television<br />
figures slipped from 34 per cent to 28 per cent (or 6%), those for newspapers fell from 17 to 12 per cent (or 5%),<br />
and those for radio from 3 to 2 per cent (or 1%); expenditures for magazines, by contrast, only dropped from 6.6<br />
to 6 per cent (or .6%). For whatever reason (but likely having to do with ad rates within each medium),<br />
advertising was being retained in magazines more than other traditional media. This bears on fashion, for,<br />
cosmetics place first, at 9.9 per cent, with apparel an additional 2.7 per cent (or 14 th -most out of 20 categories).<br />
Taken together, the two categories amount to 12.6 per cent of all advertising in Japan –or \463,689,700,000<br />
($4,985,910,700). A more recent Japanese Magazine Advertising Association survey parses these numbers<br />
differently, showing that, of all four major media groups, advertising expenditures in magazines is greatest for<br />
Apparel/Fashion/Accessories (at 19.7%), and second-greatest for cosmetics/toiletries (at 13.6%). The next highest<br />
is Hobbies/Sporting goods (at 7.0%). And while cosmetics tallies the highest ad expenditures in television (at<br />
11.0%), Apparel is well near the bottom (at only 1.2%). Source: http://www.zakko.or.jp/eng/qa/01/03.html. Date<br />
last accessed: May 25, 2010.<br />
8 Fashion is included within the category “Life Design”.<br />
9 See Kazue Sakamoto, “Women’s and Men’s Magazines & Gender Norms as Seen in Questionnaire Results,”<br />
Proceedings 09 (March 2010), pp.87-92. Some caution is required with this data, however. Sakamoto’s survey<br />
did not distinguish between weekly and monthly fashion magazine consumption. Thus, the 62.1 per cent<br />
includes those who read a fashion magazine every day (4.3%), 2-3 times a week (11.5%), once a week (12.7%), 2-3<br />
times a month (21%) and once a month (12.6%). Moreover, as noted, this survey was conducted in only a single<br />
metropolitan area, albeit the largest, most important one in the country.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
a steady increase in the amount of time devoted to grooming activities –with an average<br />
increase of fifteen minutes for both sexes in every age group over the last two decades,<br />
and an additional two minutes since the previous survey in 2001. 10 Overall, Japanese<br />
currently spend an hour and fifteen minutes per day on personal care –with females<br />
devoting, on average, nineteen more minutes than men (1.25 to 1.06). 11<br />
WHY FASHION IN MAGAZINES MATTERS<br />
237 <br />
If fashion is a high-profile dimension of Japanese life, and, concomitantly, a major<br />
element of the media milieu, what, specifically, is the content in fashion media? It turns<br />
out to be quite variegated and thoroughgoing. In fact, as I have outlined in other work, 12<br />
fashion magazines include at least four areas worthy of academic attention:<br />
1. Japanese Fashion magazines are the omnibus repositories for cultural<br />
reproduction. They are not only sites for information about clothes, accessories,<br />
and make-up, but also health, cooking, travel, popular culture such as music and<br />
movies, lifestyle activities, and social/political opinion. Some magazines feature<br />
celebrity profiles and interviews and even offer beef- and cheesecake. In fact, with<br />
so many different approaches and interests constrained within the “fashion” orbit<br />
that actually fall outside that orbit, it is almost misleading to consider these<br />
magazines as belonging to a unified literature. Yet, what they do, above all, is<br />
communicate about the socio-cultural panoply and train readers in the logics and<br />
means of participating in it. In a word, we might characterize them as Complex,<br />
Comprehensive and Continuous and, as such, socially re/productive.<br />
2. Japanese fashion magazines serve as extended advertisements. Whether one<br />
considers cover photos, articles, photo spreads, how-to, recommended styles or<br />
current trends, or the ads themselves, Japanese fashion magazines create<br />
commercial environments for information consumers. Magazine content is<br />
chock-full of tie-ins to goods for sale, companies and/or spokespersons<br />
associated with fashion and style, or other industries (such as music, television or<br />
film entertainment) who, through their popularity outside the fashion sector, will<br />
engage magazine readers/fashion consumers. As such, fashion magazines play an<br />
important unifying, integrative role in contemporary consumer-capitalism society,<br />
and should be recognized as possessing this strong ontological power.<br />
10 Source: “2006 Survey on Time Use and Leisure Activities,” Statistics Bureau and the Director-General for Policy<br />
Planning (Statistical Standards), Ministry of Internal Affairs and Communications;<br />
11 This far exceeds the amount of time devoted to hygiene by Americans, who spend, on average, forty-one<br />
minutes on grooming per day. A study of time use in ten European countries is less definitive, as grooming is<br />
combined with eating, making the average that two hours per day impossible to accurately interpret. For<br />
American statistics, see: Bureau of Labor Statistics, http://www.bls.gov/tus/current/personal.htm; date last<br />
accessed: June 2, 2010; for European data, see: “Comparable time use statistics: National tables from 10<br />
European countries, Luxembourg: Office for Official Publications of the European Communities, February 2005.<br />
12<br />
See T.J.M. Holden, “The Medium is the Advertisement (and other decodings of Japanese fashion magazines),”<br />
Communication Approaches to the Study of Consumer Culture (Roundtable), presentation made at International<br />
Communication Association (ICA), annual meeting, Singapore, June 24 th , 2010. Available on his website:<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
3. Fashion magazines serve as points of intercept between paired oppositions that<br />
have consistently defined and shaped Japanese society; these include: inside/<br />
outside, traditional/renegade, and national/international. It is because of fashion<br />
and via fashion-related that congress between such dualities –historical (political,<br />
economic, social, and cultural) opposites– are achieved, negotiated, preferred<br />
and/or reconciled.<br />
4. Fashion magazines also operate as a major mediator of gender, both within and<br />
between gender classes. This includes various strategies and tropes of<br />
constructing gender. Collectively, this might be called “genderizing” –a form of<br />
identity re/production predicated on gender. Specifically, genderizing can occur<br />
in a large number of ways– from constructing cohorts to creating types to<br />
blurring boundaries between cohorts. Moreover, part and parcel of such identity<br />
re/production is a constant emphasis on gender role, ontological possibility, and<br />
sexuality.<br />
238 <br />
It is this last area that this paper will address. However, because the terrain that<br />
gender touches in Japanese fashion magazines is so large, it cannot all be addressed in a<br />
single article. Moreover, because this tends to be an under-explored area of academic<br />
research, on the following pages, I will spend most energy on identifying areas of<br />
potential investigation, rather than thoroughly treating each element in detail. The<br />
ultimate aim, which I will leave for further work, is to flesh through the critical area that<br />
underlies many of these other areas of investigation: what can be called “hyper-gendered<br />
discourse”. By this I mean a discourse that presents men and women in ways that overaccentuate<br />
aspects of gender, with extensive ramifications.<br />
To begin, though, a brief word about the data employed.<br />
A WORD ABOUT METHODOLOGY<br />
THE DATA<br />
Appendix 1 lists the magazine categories listed by the JPMA, along with the number of<br />
magazines per category and the circulation figures, both for men and women. 13 This<br />
constitutes the data pool from which materials in this study were drawn. Briefly, what can<br />
be taken from these figures is this:<br />
For women:<br />
1. Overtly international magazines comprise a very small group among the many.<br />
Seventeen, Elle Japon, Figaro Japon, and Numero Tokyo fall within this class and<br />
13 These categories are informative, rather than definitive. For instance, the fashion website MEKAS lists its own<br />
categories and only 11 (rather than 32), including: (for women) Gyaru, Post-Gyaru Glam, Oneeki (big sisterly),<br />
Girly, Street, Working Conservative, Modest, High Fashion, Gorgeous; and (for men): Young Men and Older Men.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
total a mere 546,082 (or 4.4% of the market). Clearly, exogenous international<br />
magazines have a smaller pull in the local market.<br />
2. Of the 22 listed categories, there are five unequivocal groupings: Teens, Young,<br />
Young Adult, Middle Aged, and Seniors. Of these, the greatest circulation numbers<br />
are skewed toward the lower end of the age spectrum, with Young and Young<br />
Adult comprising 59 per cent of the market. Teens, at 15 per cent, add an extra<br />
strong tilt toward the younger side, rendering (at least perceptually) nearly three<br />
quarters of the fashion magazine market for women age thirty and below. That<br />
said, and reflective of an ageing society, consumers of Middle Aged and Seniors<br />
fashion magazines command a combined quarter (22.8% and 3.3%, respectively)<br />
of the market. 14<br />
239 <br />
3. The total number of magazines in these groups also reflect these demographic<br />
differences, with Teens and Senior on the periphery having 10 and 5 magazines,<br />
respectively, and then, in the vast middle, Young with 17, Young Adult 25, and<br />
Middle Aged 20.<br />
4. Finally, of note are the sub-divisions within each of the categories, which serve to<br />
underscore the great diversity of interests and emphases within the fashion<br />
market. By the JPMA’s reckoning, genres or thematic areas, irrespective of age,<br />
include: Entertainment Information, Comprehensive, Casual, Lifestyle, and Way of<br />
Life. Within specific groups additional categories embrace: Elegance/High Quality,<br />
Mode/High End, Foreign Ties, Career Women, and “Adult Girl”.<br />
For men:<br />
1. When the categories are collapsed (from 10 to a unique, irreducible 5), the results<br />
differ from that of women, with a nearly bell-shaped curve prevailing; Young Adult<br />
commands an amazing 63.2 per cent of consumers, with the categories<br />
immediately above (Middle Aged) and below (Young) equally tallying about 14.5<br />
per cent, and the two outermost categories (Teens and Seniors) culling nearly<br />
equal numbers (3.4% and 4.5%, respectively). Again, though, as with women, the<br />
skew is toward the 30 and below set, with 81.2 per cent falling within that range.<br />
2. There are as more Young Adult magazines for men than there are for women (27<br />
against 25), but far less in other categories (2 versus 10 for Teens, 2 versus 5 for<br />
Seniors, 7 versus 17 for Young, and 9 versus 20 for Middle Age 20).<br />
3. While the categories of Lifestyle and Fashion overlap for the two sexes, male<br />
fashion magazines also include genres of Gravia (or sexually-suggestive photos of<br />
women), Street, Opinion and Family –in some ways reflecting (at least in title) a<br />
more inclusive (though individually diverse) concept of fashion.<br />
4. Of greatest note is the fact that, by comparison, female magazines account for<br />
69.8 per cent of the fashion market, whereas male magazines stand at a mere<br />
30.2 per cent.<br />
14 The aggregate breakdown is as follows: Teens check in with 1,834,428, Young with 3,583,492, Young Adult<br />
with 3,659,914, Middle Age with 2,796,069, and Senior with 406,851.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
TREATMENT<br />
As for the research that follows, the work was conducted between April 2010 and July<br />
2011. No effort was made to sample every category detailed above –although, reflective<br />
of the figures mentioned above: (1) more female than male magazines were sampled, and<br />
(2) those sampled tended to fall into the categories of Young Adult and Middle Aged. As a<br />
consequence, the findings here cannot be said to be systematic, exhaustive or definitive.<br />
Rather, they are informative and suggestive, and replication is strongly encouraged.<br />
240 <br />
At the same time, the data is presented with a high level of confidence. It is<br />
presented due to preponderance. The appearance of the elements detailed on the pages<br />
to follow is due to their widespread and/or repetitious occurrence in Japanese fashion<br />
magazines across category. In a word, what is emphasized in this study is reflective of the<br />
norm.<br />
The data is derived from both visual and written content, coded and placed into<br />
discursive categories that emerged inductively, and that can be compared between<br />
magazine genres, gender groups and age cohorts. The implicit claim here is that any<br />
researcher operating with any sampling methodology –random or theoretically selective–<br />
of fashion magazines would encounter the phenomena reported below.<br />
GENDER CONSTRUCTION IN JAPANESE FASHION MAGAZINES<br />
The work of any Japanese fashion magazine is multiple and, though more extensive in<br />
women’s than in men’s magazines, is similar. Above all, it involves the construction of<br />
gendered identity (a process I would refer to as “genderizing”). 15 This, in turn, is often<br />
achieved by a certain conscious “branding”, by which: (1) classes and (2) cohorts<br />
(generally groups defined by age and/or consumption community) are constructed<br />
and/or distinguished, and/or (3) types are created. Classes are (at this point in time)<br />
cleaved male from female; cohorts are often denoted by age and/or consumer group;<br />
and types can be distinguished by “look” (clothing) as well as practice (preferences and<br />
behaviors). The work of sending such cues of distinction is achieved via codes, situations,<br />
behaviors, words and discursive threads emphasized in any given magazine. And before<br />
considering the global strategies of branding, some attention must be given to the more<br />
micro-level techniques of symbolization that is the foundation of gender construction.<br />
That is, analysts must bear in mind that representation begins with address, and meaning<br />
is often delivered in signification. In the following section, let’s briefly consider a few of<br />
these techniques.<br />
15 What is not addressed here is a baseline consonance, shared between gender groups and across all gender<br />
cohorts. That consonance is national and/or cultural identity. In a word, aspects of life that contribute to the<br />
formation of such identity will appear in all magazines; they are larger and more extensive than gender, itself.<br />
The most obvious in Japanese society is discourse regarding “inside/outside” (us/them; local/global; indigenous<br />
versus exogenous values and practices), and which often is re/produced via discourse about language and food.<br />
Thus is it that food will appear in all these magazines–as it does repeatedly in other media such as television and<br />
newspapers. For Japanese, food is a lowest common denominator component of daily life that underscores<br />
“Japaneseness”, that forget Japanese identity.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
STRATEGIES OF REPRESENTATION<br />
An entire paper could be devoted to the<br />
construction of cohorts and/or types, but here we<br />
will only briefly summarize the strategies and<br />
highlight a few. They include: address, visual<br />
presentation/treatment, and framing. Address, in<br />
turn, can be decoded in terms of pose, expression,<br />
camera angles/views. It is certainly true, although<br />
not an aim of the current paper, that gender classes,<br />
cohorts and types can be evaluated and<br />
distinguished by the manner of address (figure 2).<br />
241 <br />
The effect of such difference is to send<br />
messages to members of these groups about<br />
themselves (or at least their potential selves).<br />
Pose can be broken down into a large<br />
number of elements, including: position of the legs,<br />
the set of the feet (by width and angle), the shape of<br />
the toes, the bend and angle of the knees, the<br />
position of the hands –especially in relation to the<br />
Figure 2: divergent styles of address,<br />
between gender classes. Note the<br />
delimiting position of the female’s<br />
appendages (feet, arms) relative to the<br />
man’s, as well as the differing forms of<br />
facial address (mouth, eyes).<br />
face, their use, the attitude of the head– especially in relation to the body, the direction of<br />
the body to the camera, and the angle of the picture taken (figure 3).<br />
Figure 3A: typical poses in S-Cawaii (for young<br />
women 18-26)<br />
Figure 3B: typical poses in Ane-Can (for women ages<br />
mid- to late-twenties)<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
A survey of the data suggests quite clearly that address is a major means by which<br />
cohorts are differentiated. In particular, young women manifest far more variations in<br />
facial expressions than older women. And, when it comes to evaluating facial expression,<br />
among the common tendencies are presentations of the mouth (open or covered –<br />
usually by a hand); if open, then whether the teeth exposed (but closed) or separated;<br />
eyes–wide open (as if in surprise or expectation), closed (fully or partially), or in the<br />
process of winking (figure 4).<br />
242 <br />
Figure 4: forms of address (wink, pouting lips, open mouth), among young adults<br />
In the main, the emphasis in young cohorts is on mouth and eyes, with more<br />
attention to expressions (and poses) that are provocative, sexually suggestive, and/or<br />
“innocent”. By contrast, in the case of older models, the expressions are generally limited<br />
to smiles and the poses are far more modest and less open to suggestion (figure 5).<br />
Figure 5: forms of address among women in their forties. (Note the exposed, but<br />
closed, teeth; eyes not fully wide-open; and the delimited stances—feet and hands)<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
Throughout, however, poses in female magazines across the board all work to<br />
delimit the models presented in some way –whether by leg position, hands in front of the<br />
body, twist of the frame away from the camera, or tilt of the head (figure 6).<br />
243 <br />
Figure 6A: poses from JJ.<br />
Figure 6B: poses from S-Cawaii.<br />
That said, as a class, women are consistently posed in less “open”, direct, or<br />
“undefended” ways than men (figure 7). Generally, they are posed in ways that turn them<br />
from the camera, fold into themselves, or diminish themselves through gesture. And yet,<br />
with men (regardless of age) the address is generally more direct. Emotionally and<br />
expressively, their presentation is far more circumscribed: there is generally less smiling,<br />
little use of hands to the face, and limited play with the eyes. 16<br />
16 The only caveat to this claim is what could be called “the foreign exception”. Much like advertising in Japan,<br />
there is room for outside others to act in ways and strike poses that Japanese generally don’t. This has other<br />
untoward perceptual effects–connotations of freedom, morality, and difference. And although this is an<br />
empirical claim, my sense is that such an exception has diminished in advertising over the past two decades. On<br />
this exception, see T.J.M. Holden, “The Commercialized Body: A Comparative Study of Culture and Values,”<br />
Interdisciplinary Information Sciences. Vol. 2, No. 2 (November 1996):199-215.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
244 <br />
Figure 7: competing forms of address, by class.<br />
THE IMPORTANCE OF FRAMING<br />
The representation strategies, identified above, work to construct gender identity by<br />
framing models (and vicariously, their reader/consumers) by class, cohort and type. To<br />
recapitulate (and working from micro to macro), types generally reside within any<br />
particular cohort, all of which belong inside of two gross gender classes.<br />
On occasion, types are transplanted from one cohort to another, thereby causing<br />
a certain blurring of boundaries between cohorts. This phenomenon, which we shall<br />
explore a bit later, works to engineer a certain merging of consumption communities.<br />
Thus, while magazines work hard to distinguish between cohorts, they also seek to<br />
expand their reach, at times, by using types to skip over or bridge group boundaries. In all<br />
cases, though, gendered identities are clearly constructed: the normative and behavioral<br />
possibilities, as well as the expectations for those within that cohort are clearly<br />
communicated. On the following pages, we shall look at evidence of class differentiation<br />
(i.e. between men and women), cohort construction (within age groups), type formation<br />
(often within age groups), and boundary blurring (between cohorts).<br />
MODES OF COMMUNICATION<br />
Three more dimensions bearing on construction –the way in which a communication is:<br />
(a) complex, (b) comprehensive, and (c) continuous.<br />
By the first, it is meant communications that can be either (or both): static and<br />
dynamic.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
COMPLEX COMMUNICATIONS<br />
By static, I intend a communication that, in one representation, is capable of constructing<br />
gender identity. This is depicted in figure 8 (next page), from S-Cawaii, a magazine for 18<br />
to 26 year-olds. On this page, “Miwa” is featured, via a “self-introduction”, an interview and<br />
profile. The page is identified as a “feature for the way to live for passionate girls”, as well<br />
as “thoughts of what is necessary for people who lack confidence”.<br />
By dynamic, it is intended a more extensive communication –as for instance, a<br />
multi-page spread, in which numerous people, their activities, interests, and abilities may<br />
work to construct the identity of the cohort (type, consumption community). Importantly,<br />
while a unified identity might be constructed, the messages may not be uniform, as<br />
reflected in figure 9 (page 247).<br />
245 <br />
COMPREHENSIVE COMMUNICATIONS<br />
Dynamic communications bear relationship to comprehensive communications, but<br />
especially continuous ones. The former means a discourse created by addressing many<br />
facets of that cohort’s gender identity. This includes, though is not limited exclusively to:<br />
clothes featured, accessories worn, hair styles emphasized, poses struck, settings<br />
depicted, activities engaged in, beauty secrets touted, lifestyles recommended, events<br />
highlighted, foods presented, philosophies touted, and keywords used. In the main, this<br />
transpires through dynamic means –i.e. not in a single (static) photo or even a sole<br />
spread. Thus, for instance, sections devoted to clothes, diet, activities, books, music and<br />
movies work to actively construct gender. Sexuality, particularly, in the younger cohorts, is<br />
widespread, if implied, and often plays a large role: both referencing the model’s “views”<br />
about the sexuality (and, by association, presumably, the reader’s), but also how to<br />
approach sexual and emotional situations. Here, it must be emphasized that the discourse<br />
is almost entirely hetero-normative, no matter the magazine class or cohort. 17<br />
17 Sexuality is such a large dimension of these periodicals that it merits an article of its own. In terms of heteronormativity,<br />
the only exception is what I call “sisterly sexuality”, a sharing of moments, activities, physical space<br />
and non-sexual intimacy between women. Again, this is such a pervasive element of fashion magazine discourse<br />
that it warrants independent scholarly treatment.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
246 <br />
Figure 8: an example of static gender construction (from S-Cawaii)<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
247 <br />
Figure 9: “Supportive Words”<br />
5 pages that introduce various people, their favorite<br />
expressions, ages, and occupations<br />
Some examples:<br />
“Believe in yourself”<br />
“The best is yet to come”<br />
“It’s better to burn out than fade away” <br />
Some examples:<br />
“Even if something happens, you’ll be okay!”<br />
“Never give up”<br />
“Try your best” <br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
COMPOUND DISTINGUISHED FROM COMPREHENSIVE COMMUNICATIONS.<br />
While the act of comprehensive communication generally requires extended and/or<br />
continuous acts of communication, as figure 10 makes clear, gender identity can be<br />
forged through a communication that integrates numerous elements in one or only a few<br />
pages –something that, if not comprehensive, might be called “compound”.<br />
248 <br />
In this “advertorial”, sponsored by Peugeot, an SUV is<br />
presented to men as a means of “weakening a<br />
woman’s guard”. The text on the opposite page refers<br />
to the space inside the car as “erotic jewelry” . . .<br />
Here, the ad viewer regards a headless woman, her<br />
legs, tantalizingly bare. The text tells the reader “the<br />
woman is urging him (presumably, the car owner) to<br />
invite her”.<br />
Figure 10: a compound communication, assisting in the construction of gendered (male) identity.<br />
In the case of this advertisement, such elements include: the car, the woman, the<br />
urban location –all elements that help define the man who covets that car. So, too,<br />
inferentially, the man encountering the ad in this fashion magazine (which he may be<br />
reading in part to reinforce or refine aspects of this gender identity). Interestingly, both the<br />
clothes and jewelry worn by the woman in the car ad are also advertised. Their price and<br />
store location are listed as insets in the car ad, helping to build a profile of the economic<br />
world in which such a man (i.e. owner of this SUV) lives. It is more information to add to<br />
the compounding portrait.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
Compound (if not something closer to comprehensive) communication is at work<br />
in the spread in figure 11. Here we encounter two stylistic/cultural archetypes, from the<br />
young mature cohort. In this spread, they are contrasted (top and bottom) through<br />
clothing and description of daily activities over the course of one month.<br />
249 <br />
Figure 11: competing Types, Comprehensive Communications within the Young Mature Adult Cohort.<br />
A careful reading reveals a discourse of difference: from food to dating to work<br />
situation to lifestyle choices (and, of course, clothes), the two women live and respond<br />
differently –presumably due to the dictates of the worldview associated with their social<br />
type.<br />
The first view, featured in the upper band, reflects the ideas and practices of a<br />
younger “OL” (office lady), while the latter worldview is found in the lower band, in the<br />
guise of an older worker. The signification is quite complex –not the least reason being<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
that the designation “OL”, itself, is a historically-rooted, reification of gender. 18 Beyond<br />
that, though, these types are personified in women whose names, readers are told, are<br />
“Tomoe” and “Reiko”. Here cultural construction takes flight, with the former being<br />
rendered in hiragana (a script associated with adolescents) and the latter in kanji (a script<br />
associated with older people –and possibly those of more conservative values, who have<br />
pursued a more traditional path). Moreover, the names, themselves, are associated with<br />
distinct generations –with “Tomoe” carrying a scent of a more recent age cohort, and<br />
“Reiko” (due, in large part to the use of kanji to designate the sound “ko”) preponderant in<br />
an older age cohort. Finally, “Tomoe” is shortened to “Moe” (mo-ae) in the anchored text.<br />
This is significant insofar as, in contemporary popular culture (especially in video games,<br />
anime, and manga), “moe” denotes “budding”. By contrast, “Reiko”, being rooted in an<br />
earlier generation, conveys a scent of greater maturity; indeed, this particular kanji 19 is<br />
rendered as “lovely; beautiful; graceful; resplendent”.<br />
250 <br />
Contrasting names aside, it is the dicta accompanying the comparative pictorials<br />
that underscore the comprehensive nature of these communications and which, through<br />
their publication work to construct gender identity. For it is in the explanation of daily<br />
activities of these purported office worker’s lives that readers gain an image of the larger<br />
worlds these models circulate within. For instance, the younger one speaks of: attending<br />
English class after work (a common pursuit for women looking either better prepare<br />
themselves for international travel or else improve their chances of being able to interact<br />
with foreign men), and preparing vegetable soup from scratch to facilitate her diet. By<br />
contrast, the older one confesses to participating in a group dating event (known as<br />
gokon in Japan) where she ended up sitting opposite the man who is just her type (a heart<br />
icon is attached to this statement). Nonetheless, she also has another man (Kenichi) who<br />
she is keeping on hold, with whom, two days later, she ends up planning to go to a movie<br />
with (an observation that, again, is attended by a heart icon). Unfortunately for this<br />
woman, Reiko, her boss doesn’t return to work when he was supposed to, thereby<br />
interfering with her date.<br />
The larger point is that, in this way, fashion magazines work via various means –<br />
pictorial, verbal, situation, pose–as well as clothes, themselves–to create entire worlds,<br />
comprehensive environments that both define and shape gender identity of the person<br />
depicted and, just possibly, the consumers reading the magazine, themselves.<br />
CONTINUOUS COMMUNICATIONS<br />
Continuous communications differ from compound/comprehensive communications<br />
insofar as they refer to the panoply of life within which a gender/cohort identity is<br />
18 “OL” is a post-war construction, denoting (via its English appellation) a “newer” approach to labor. OL perform<br />
“pink collar” tasks such as serving tea and clerical work; they are generally full-time permanent staff, of a<br />
particular age-slice, who labor under a glass ceiling, and the expectation that they will leave their position in time<br />
(usually upon marriage), but in all cases, will never advance beyond a certain unspoken barrier of position and<br />
authority.<br />
19 Kanji are Chinese logograohs. There are well over fifty characters that could be used as the base for “Rei”, all<br />
meaning something different, thus, it is not untoward to presume intentionality was associated with the choice<br />
of the particular logograph printed in this fashion spread.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
intercalated and also by which it is mediated. Thus, not only shops and activity centers,<br />
but also the kinds of events and media consumed, the nature and subject of<br />
advertisements, events and places, the role models employed (not only anonymous<br />
models, but particular cohort-favored celebrities), restaurants, sports, books, and<br />
horoscope.<br />
Even more so than the comprehensive communication, continuous<br />
communications tend to operate over the course of a periodical as a totality. Of<br />
themselves, each may be static, yet they work serially, systematically, cumulatively<br />
through the publication to forge a meaningful whole. It is by viewing such a totality that<br />
the cohort’s identity is constructed.<br />
251 <br />
CONSTRUCTING GENDER IDENTITY<br />
In the previous section, examples of complex, compound and comprehensive<br />
communications were presented. Continuous communications, clearly, are far less easy<br />
to demonstrate in the space of a short paper. In lieu of a definitive exposition, examples<br />
will be presented below that can provide some sense of the large number of contexts,<br />
activities, interests and styles addressed in Japanese fashion magazines. Nonetheless, one<br />
would do well to bear in mind that, given the enormous swath cut by this particular<br />
medium in such a rich media ecology, the instances presented are but a limited taste of<br />
the larger phenomenological set. And, as indicated above, the continuous, cumulative<br />
nature of gender construction can only be inferred.<br />
With that caveat in mind, though, let’s consider some distinct way in which gender<br />
identity is constructed. The first concerns gender class.<br />
CONSTRUCTING GENDER IDENTITY 1: DISTINGUISHING MALE AND FEMALE<br />
Two decades ago, Inoue et al. showed that a gender-based division of labor was<br />
discernable in fashion magazines. 20 To wit, women’s magazines tended to emphasize<br />
domestic chores such as cooking and housework, while men’s magazines focused on<br />
leisure. Twenty-one years later, the same sort of gendered DoL can be discerned, and this<br />
takes on greater significatory power when comparing magazines between gender classes.<br />
For instance, looking at how food is presented in men’s magazines, it is almost always not<br />
discourse about how to prepare it; rather, it is discourse about what to eat, where to buy<br />
it, and how much it costs. In short, in men’s fashion magazines, one is apt to read about<br />
store locations for particular meals, as well as recommended dishes that are, implicitly,<br />
appropriate for men (figure 12, next page).<br />
20 See: T. Inoue and The Society for the Research on Women’s Magazines, (1989), Deciphering Women’s<br />
Magazines: Comparepolitan –A comparative study of Japan, America, and Mexico. Tokyo: Kakiuchi Publishing<br />
(originally in Japanese).<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
252 <br />
Figure 12: Rudo (a magazine for<br />
men) features an extended spread<br />
on “don” (a rice-bowl with meat<br />
or fish topping). The emphasis is<br />
on actual places to stop and eat<br />
(with maps, descriptions and<br />
prices).<br />
Figure 13: Glow, a publication for women in their forties, introduces<br />
readers to all aspects of a meal: description, recommendation, location,<br />
ambiance, and recipe.<br />
By contrast, women’s magazines have a much more extensive amount of food<br />
discourse: from recipes to locations to menus to reviews. It is not uncommon to read<br />
about actual restaurants, as well as celebrity recommendations, interviews with the chef,<br />
recipes and tips for preparation (figure 13).<br />
In addition, where meal plans are listed for women, it is often in the context of<br />
dieting (figure 14) or juggling a career (figure 15, next page).<br />
Figure 14: Glow also offers readers recipes from 2 women in the midst of a dieting. Ingredients, directions for<br />
preparation, a sample week of meals, comments by the chefs, and evaluation by a nutritionist are featured.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
253 <br />
Figure 15A: JJ, a magazine for women aged 17-26,<br />
offers 4 pages (and 6 recipes) for step-by-step<br />
preparation of the “bento” (lunch box), introduced by<br />
“everyday workers”.<br />
Figure 15B: AneCan, the largest selling magazine in<br />
the “Young Adult: Career” category (mid- to late-20s),<br />
features recipes from working women, along with<br />
their names, occupations, and brief bio.<br />
Of course, the casual reader –a member of any one gender class or age/lifestyle<br />
cohort– will likely not be aware of the way in which classes are constructed via the<br />
selective presentation of, in this case, food. That does not change the fact that these<br />
distinctions exist and that, when placed side by side, reveal the differences in between, in<br />
this case, male and female, or, as we shall see below, particular groups within a given<br />
class. 21<br />
CONSTRUCTING GENDER IDENTITY 2: COHORTS<br />
One invisible element in the previous example is the distinction that exists between age<br />
cohorts. For younger women, still in the midst of a career, the emphasis is on meals that<br />
can be prepared and carried to work; for older women, whose lives have often moved<br />
beyond career, the focus is on meals that can be prepared either to complement a diet, or<br />
else to simulate a gourmet experience –meals, in short, more appropriate for a life of<br />
leisure, with time to spend.<br />
21 It should not escape recognition that, while food was the lifestyle element that served as a means of<br />
comparative evaluation, other aspects of life–from movies to words used to clothing preferences–can serve as<br />
ways of measuring distinctions between class, cohort, and type.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
Cohorts do not simply exist because they fall into a certain demographic –say,<br />
age, occupation, or clothing preference; they have to be consciously appealed to and<br />
constructed. In the section on representation, earlier, it was observed that women of a<br />
certain age bore certain expressions and posed a certain way, while those of a different<br />
age, carried expressions and struck poses in another way. And, clearly, when scanning<br />
fashion magazines, such differences between age cohorts are patent; they jump<br />
immediately off the page. In many ways, they are what helps signify and determine a<br />
cohort (figure 16).<br />
254 <br />
Figure 16A: poses for women in their 40s are<br />
demure, expression-least<br />
Figure 16B: poses for women in their mid 20s<br />
are active, attention-seeking<br />
Figure 16C: women in their 40s are described<br />
as “adult”<br />
Figure 16D: women 18-26 are described as<br />
“girls”<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
Put another way, a woman of a certain age, does not sprawl on the floor in a dress<br />
(as an 18 to 26 year-old does), nor squat (as a late 20 year-old does) –even if her body is<br />
averted from the camera (i.e. society’s gaze). Similarly, she is unlikely to wear leather<br />
boots that wrap around the ankle, stick her tongue out and wink, part her lips in<br />
expectation, or wear allow her hair to drop in a mussed fashion over her eyes –although,<br />
according to a sample of these fashion magazines, women of younger age and lifestyle<br />
cohorts apparently would (figure 17).<br />
255 <br />
Figure 17: contrasting poses of three distinct age/lifestyle cohorts.<br />
CONSTRUCTING GENDER IDENTITY 3: TYPES<br />
While cohorts separate groups within a class, there are cases in which those groups are<br />
further subdivided. So, too, are there (some) cases where groups are bridged, rather than<br />
made distinct. In both cases, that is the role of types.<br />
To gain a sense of how this operates, consider the examples in figure 18 (next<br />
page). Here, a large number of “looks” are suggested in the course of a single spread in a<br />
single magazine. Presumably only a particular cohort is consuming this magazine and, yet,<br />
that group is being counseled in any number of looks that they might consider adopting.<br />
The appeal here may have something to do with the fact that youth aim to<br />
distinguish themselves more than others in older cohorts. It may also have to do with the<br />
lifestyle, which is less fixed and more open to mutability. It may also be a reflection of the<br />
amount of money different groups are willing to invest in switching styles/looks. And, it<br />
may also serve as a commentary on the degrees of freedom among relative age cohorts.<br />
It would be tempting to say that this process of distinction via typification occurs<br />
most often at the lower end of the age spectrum, yet that may not be completely true.<br />
Consider the following cases.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
256 <br />
Type A: the “Mischievous Kids” look<br />
Type B: the “Ms. Sailor Suit” look<br />
Type C: the “Lolita” look<br />
Type D: the “(Sir) Prince” look<br />
Figure 18: from JJ (for young female adults): Highlighting so-called “Cosplay”<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
INVENTING TYPES 1: THE CASE OF “GIRL”<br />
257 <br />
Figure 19A: “Girly One-Piece” Figure 19B:“Street Girl” Figure 19C: “Girlful”<br />
The examples in figures 19 and 20 all come from magazines aimed at the 18 to 26 yearold<br />
audience, and yet their common invocation of “Girl” is made in a variety of settings,<br />
with a large number of connotations, attended and modified by a diverse range of words,<br />
situations, attitudes and clothing styles. For instance, there is the stylish, somewhat<br />
conservative “Girly One-Piece” modeled by a Korean celebrity, the denim and t-shirt of<br />
the “Street Girl”, and the more idiosyncratic look –complete with gloves and hat– that is<br />
labeled “Girlful”.<br />
Figure 20: the invention of the “Girly Bohemian” look<br />
In figure 20, with images taken from a different magazine aimed at the same<br />
general cohort, the spread emphasizes that summer is the time for adopting the so-called<br />
“Girly Bohemian” look. A large number of visual examples, descriptions of the material and<br />
cut, as well as details on price and purchase point are provided.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
As a totality, what these examples underscore is the strategies that magazines<br />
employ to expand a consumer base. The invisible work performed here is the support<br />
given to designers, manufacturers, and shops (which are all advertised in the spread) by<br />
“creating” and communicating types. Ideally, consumers will become convinced to adopt<br />
a style (and, hence, make purchases). Beyond this invisible economic function, however, is<br />
how identity is constructed (and, of course, which identity is constructed). In this case, via<br />
constant repetition, a “little female” –a girl, rather than woman– is the result. This<br />
generization is abetted not only via persuasive techniques of repetition; rather via the<br />
emotional impact of words presented English, as well as katakana (words designated as<br />
coming from outside Japan). In both cases, these renderings are used as a substitute for<br />
the indigenous kanji and, hence, strike the Japanese reader at a visceral level.<br />
258 <br />
INVENTING TYPES 2: THE CASE OF “CUTE ADULT”<br />
Although youth is invented as a strategy of cultivating distinction among the “young<br />
mature” cohort, it also turns out to be a strategy of gender construction among more<br />
“mature adults”, as well. It is not, in short, not the exclusive province of the young.<br />
As implied in the previous section, mutability in identity may be less possible for<br />
those in an older cohort: wholesale change is difficult for those who have already sunk<br />
time into a career, a family life, built a home in a fixed place with a defined circle of<br />
acquaintances and friends, etc. For this reason, mutability may only be possible at the<br />
edges, by modifying trivial details. If this is true, this would explain the phenomenon of the<br />
“Cute Adult” –where magazines for women in the “young and mid-career” cohort (figure<br />
21) and then also in their forties (figure 22, next page) are encouraged to dip back toward<br />
the youthful end of the age scale.<br />
Figure 21: “Cute Adult is fun” the title in AneCan reads. (for mid- to late-20s)<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
The economic model is similar to that described for the younger cohort: after<br />
nailing down the base audience, convince these core consumers to try a new trend. By<br />
working at the edges, try to expand either the community of consumers, or else get those<br />
already in your community to venture out into a different stylistic sensibility. In effect, to<br />
try on the clothes of a new, different fashion type, without abandoning one’s cohort;<br />
without taking any ontological risk. Hence, we can see magazines, such as one aimed at<br />
18 to 26 year olds saying: “yes, it is great to be young and mature, but it’s also okay to be<br />
more adult” (figure 21), while the magazine for 40 year-olds is telling its readers: “yes, it’s<br />
great to be mature, but it’s also okay to be girlish or cute” (figure 22).<br />
259 <br />
A spread that emphasizes “5 key words to make a<br />
Cute Adult”<br />
Encouraging older readers how: “to make a Cute<br />
Adult Body Line”<br />
Figure 22: messages encouraging 40+ year-old readers to aim for “cute”<br />
In short, an intentional blurring of boundaries between cohorts is achieved in<br />
magazines by inventing a type out of, pardon the pun, whole cloth, and then introducing<br />
a type. In this case it is a type that can transcend a cohort and easily operate in more than<br />
one group. In a word, construction of gender identity is facilitated by messages about a<br />
desirable type: cute. 22<br />
22 Importantly, this practice of blurring boundaries extends beyond the case of cute. For instance, in a magazine<br />
aimed at mid-career women, a spread details how women can engage in “adult dates”, and looks like this: (See<br />
apendix II) A careful viewer of these images will note the expected behaviors, poses, expressions, and dress–all<br />
part of the identity construction for any woman in her mid to late twenties seeking to become more “adult”.<br />
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3. CUTE: A UNIVERSAL GENDER IDENTITY<br />
Cute, in Japanese is “kawaii” and, more than a simple word, it is an attitude, a style, a set of<br />
socially-sanctioned actions, a character, and a trope that has been ubiquitous in the<br />
society for generations. And, reflective of that predilection, kawaii far and away dominates<br />
Japanese fashion (figure 23).<br />
260 <br />
Figure 23: the ubiquitous kawaii<br />
Resident in all corners of Japanese popular culture –from television to music to<br />
manga, 23 cute is a ubiquitous, class-specific identity that is actively constructed and<br />
cultivated. It is a pervasive frame in which women are posited as cuddly, carefree,<br />
uncomplicated, innocent, yet sexual, and, above all, non-threatening. In fashion magazine<br />
after fashion magazine “cute girls” place their fingers to the side of their heads, leave their<br />
mouths agape, as if in confusion or surprise, play with their hair and stare off into space,<br />
turn their feet and/or knees inward, in a sign of unsteady gait, or raise a heal or bend a<br />
knee as evidence of oblivious sexual appeal. In short, they are posed in many of the<br />
representational strategies alluded to, above.<br />
While the innocent vamping tends to be cohort-specific (i.e. it tends to appear<br />
less frequently in magazines for women in their forties), the kawaii look is still a staple of<br />
magazines for the mid-career woman, down to the “young mature” and post-adolescent<br />
consumer. Cute, it could be argued, is the most common representational mode of<br />
women in Japanese society.<br />
We see this in figure 24 (next page), where cute is employed to distinguish two<br />
types within the mid-career cohort. The types distinguished are “kawaii” (identified in the<br />
spread as “cute, feminine, sweet”) and “kakkoii” (described as “cool, mode, and elegance”),<br />
with kawaii (cute) on the top left and two middle panels, and kakkoii (stylish) depicted on<br />
the top right and in the bottom-most panels. As seen earlier, such a discourse of<br />
23 Japanese comics, widely consumed by people of all ages, in a large variety of genres.<br />
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competing types is a favored communication trope in fashion magazines, especially when<br />
trying to expand the boundaries of any particular cohort.<br />
261 <br />
Figure 24: kawaii (cute) versus kakkoii (stylish) in the mid-career magazine.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
Viewing the panels it is easy to ascertain that the comportment, as well as the<br />
clothing of the women in the two groups are quite different –so much so that in the<br />
articles, they are identified as “friend villages”– basically safe havens or refuges…<br />
presumably from the world of other (hostile!) gender cohorts. Nonetheless, what this<br />
comparative typification suggests is that fashion magazines seek to create distinction<br />
(through appearance, behavior, situation) and even a rough sort of plurality among any<br />
given age cohort.<br />
262 <br />
CONCLUSIONS<br />
Above all, as we have seen, through a large array of intentional communication strategies,<br />
fashion magazines (whether male or female) reduce gender classes (but women, in<br />
particular) to types capable of fitting into or bridging cohorts. As between classes, it can<br />
be said that there are far less cohorts among men and even less types within any one<br />
cohort or working to span cohorts.<br />
Regardless of class, cohort or type, though, overall, it can be said that Japanese<br />
fashion magazines work to build, shape and sustain gender identity –and they do so in<br />
specific, identifiable ways. Using intentional, palpable, repeatable representational<br />
strategies, involving words, pictures, situations, poses and behaviors, they frame gender<br />
appearance, activity and possibility. Part and parcel of this is what could be called an<br />
agenda-setting function: where role, expectation, appearance, world-view, and behavior<br />
are communicated about gender. Fashion magazines, in short, tell message consumers<br />
how people of a particular gender class, cohort or type should look and behave, what<br />
they do and should think about, and what is most salient in the world of their interest.<br />
Because such discourse is sustained, narrowly-focused and over-emphasized, it can be<br />
called “hyper-gendered discourse”. And because such discourse is socially sanctioned and<br />
often excludes rival interpretations and possibilities of identity, it has the effect, I would<br />
argue, of reifying gender identity in specifiable, select ways.<br />
Figure 25: hyper-sexualized content<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
What this paper has not addressed is another, extensive aspect of gender identity<br />
formation; what can be called “hyper-sexualized discourse”. Such visual and verbal<br />
material is pervasive and works to define class, cohort and type, each in its own ways<br />
(figure 25). It involves things such as “everyday pornography” (the quotidian presentation<br />
of stripped bodies), “sisterly sexuality” (the continual posing of women in moments of<br />
sexualized, though non-sexual, physical exchange), advise on diet, tips for dating, and<br />
messages about the opposing gender class. Discounting the sisterly sexuality, hypersexualized<br />
discourse is hetero-normative and it is extensive. So much so, that it exceeds<br />
our ability to adequately address it here, and, hence, warrants its own independent<br />
treatment. That, I leave for a subsequent paper.<br />
263 <br />
In concluding this paper, I wish to observe that fashion is not a static entity. It<br />
exists not only on pages of magazines, but also out in the world: on the streets, in offices,<br />
shop windows, on public transportation. It is a living topic that is shaped and influenced<br />
by so many factors beyond words and images in commercial media. This serves as a<br />
caveat mitigating wholesale acceptance of the conclusions presented on these pages.<br />
It is important to bear in mind that the materials employed in this analysis were<br />
not exhaustive; that the universe of fashion magazines is enormous and, more, that the<br />
fora in which communication about fashion transcends the medium of fashion<br />
magazines, alone. Moreover, as a phenomenon –an entity that influences social life–<br />
fashion engages matters of time: they exist in particular “time slices” but also operate over<br />
the course over extended periods that are, somehow, connected –the “longue durees” of<br />
human existence. There are, in short, enduring cultural values and practices implicated in<br />
any singular observation of a particular time/place touching and touched by fashion.<br />
Having said all that, it is safe to conclude that: in Japan, there are few media more<br />
robust and communication-full than fashion magazines. They are rich texts brimming<br />
with an assortment of profound, extremely complicated social content. In part because of<br />
their ubiquity and their taken-for-granted everydayness, they can easily escape<br />
observation, but clearly merit academic attention –not the least reason being their ongoing<br />
communication about and mediation of gender identity. Whether this is true for<br />
similar communications in other societies is an open question, worthy of<br />
further research.<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
APPENDIX 1<br />
Some figures on Japanese Fashion Magazines<br />
Category (by age group) Quantity Circulation<br />
Women’s Fashion Magazines<br />
Low Teens 5 716,334<br />
264 <br />
Teens: Comprehensive 1 327,334<br />
Teens: Entertainment information 3 760, 933<br />
Teens: Other type 1 30, 667<br />
Young: Comprehensive fashion 4 1,230,401<br />
Young: Casual 10 1,979,199<br />
Young: Lifestyle 2 190,492<br />
Young: Entertainment information 1 183,400<br />
Young Adult: Comprehensive fashion 3 1,078,309<br />
Young Adult: Elegance/High quality 1 70,667<br />
Young Adult: Mode/High end 3 249,610<br />
Young Adult: Mode/Foreign ties 3 218,748<br />
Young Adult: Career women 7 1,125,568<br />
Young Adult: “Adult girl” 1 119,250<br />
Young Adult: Way of life 2 227,559<br />
Young Adult: Comprehensive lifestyle 5 570,203<br />
Middle Aged: Fashion for those in 30s 6 997,976<br />
Middle Aged: Fashion for those in 40s 4 493,051<br />
Middle Aged: Comprehensive lifestyle 9 1,109,894<br />
Middle Aged: Way of life 1 195,148<br />
Seniors: Lifestyle 2 203,517<br />
Seniors: Fashion 3 203,334<br />
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Hyper-gendered discourse: how Japanese fashion magazines construct gender identity<br />
Men’s Fashion Magazines<br />
Teens: Street 2 180,000<br />
Young: Fashion/oshyare 6 717,304<br />
Young: Gravia 1 46,659<br />
Young Adult: Fashion 2 167,043<br />
265 <br />
Young Adult: Lifestyle-universal 10 1,039,653<br />
Young Adult: Gravia 13 1,822,043<br />
Young Adult: Opinion 2 321,572<br />
Middle Aged: Lifestyle 8 677,088<br />
Middle Aged: Family 1 95,434<br />
Seniors: LIfestyle 2 237,500<br />
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APPENDIX 2<br />
266 <br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012 ISSN: 2007-137X
R E S E Ñ A |<br />
EL EFECTO AL JAZEERA<br />
José Antonio Brambila 1<br />
Philip Seib, The Al Jazeera Effect. How The New Media Are Reshaping World Politics, Potomac<br />
Books, 2008, 227 pp.<br />
La idea central de esta reseña es analizar la tesis de Philip Seib, según la cual, la alta conectividad<br />
de los nuevos medios (televisión satelital e Internet) está sustituyendo la conexión política<br />
tradicional que identificaba y estructuraba la política global, modificando, así, la forma como los<br />
ciudadanos y los Estados interactúan entre sí. Las consecuencias de este fenómeno pueden ser<br />
contradictorias; por una parte, expandir la democracia y, por otra, un instrumento del terrorismo<br />
internacional.<br />
En 2008 Philip Seib, profesor de Diplomacia Internacional de la Annenberg School of<br />
Communication de la Universidad del Sur de California, publicó El efecto Al Jazeera, metáfora<br />
que no se refiere a un solo medio (Al Jazeera) sino al “uso de los nuevos medios en cada aspecto<br />
de los asuntos globales”. En el libro, con ocho capítulos, el autor analiza este fenómeno que bien<br />
1<br />
José Antonio Brambila Ramírez es maestro en Ciencia Política por El Colegio de México y comunicólogo de la<br />
Universidad Panamericana. En el ámbito periodístico ha colaborado EN la revista Zócalo y gurupolítico.com.<br />
Actualmente es profesor de Ciencia Política del ITESM-CCM y miembro de la Amedi.<br />
Correo electrónico: antonio_bramra@yahoo.com.mx
RESEÑA: El efecto Al Jazeera<br />
podría llamarse el efecto Twitter o Facebook, en diferentes partes del mundo, entre ellas<br />
América Latina (Telesur), Asia (Ohmy News) y Medio Oriente (Al Jazeera).<br />
En la primera parte (capítulos uno, dos y tres), Seib describe el surgimiento, en las últimas<br />
dos décadas, de una cascada de canales satelitales y plataformas virtuales (era de la<br />
Información); sin embargo, la explicación carece de datos globales de penetración y audiencia y<br />
está plagada de anécdotas e historias que ejemplifican esta nueva era. El autor argumenta que<br />
los nuevos medios de comunicación son agentes indispensables de la globalización. Pueden, en<br />
una frase, “sacudir al mundo”. Por ejemplo, lograr la recaudación millonaria para ayudar a los<br />
enfermos de VIH en el mundo, como en el concierto internacional Live 8, trasmitido<br />
simultáneamente en todos los continentes; o bien, desatar una polémica internacional como en<br />
la controversia en torno a la caricatura danesa del profeta Mahoma en 2005.<br />
268 <br />
El diagnóstico del profesor de la Universidad del Sur de California es acertado: los<br />
nuevos medios influyen en varios aspectos de los asuntos globales; sin embargo, su explicación<br />
se inserta de lleno con una de las tesis más controvertidas de los últimos años, el Choque de<br />
Civilizaciones: “las grandes divisiones de la humanidad y la fuente predominante de conflicto<br />
serán de tipo cultural” (Huntington, 1992). Seib sintetiza esta idea en el caso de la controvertida<br />
caricatura danesa: “la prensa libre escandinava contra la intolerancia musulmana”, el problema,<br />
dice, reside en “la ira musulmana”, en su incapacidad para aceptar la libertad de expresión de<br />
Occidente.<br />
Más adelante el autor lleva al extremo su pensamiento: “la globalización y el Choque de<br />
Civilizaciones pueden ser vistos como mutuamente excluyentes (puede alejar o acercar al) Islam<br />
y al no Islam”. Para sustentar su argumento, Seib insiste en una categoría inmensa, Islam, que<br />
carece de significado y capacidad explicativa. En contraparte, para Edward Said (2000) el<br />
concepto de Islam es el resultado de convenciones, un proceso histórico que otorga cierta<br />
identidad: “se ha ofrecido una imagen específica del Islam, el mensaje es estereotipado, se ha<br />
creado una situación de confrontación política entre el Islam y ‘nosotros’”. El problema en usar<br />
este tipo de categorizaciones, continúa Said, es que “confunden y desorientan a la mente que<br />
está intentando encontrar sentido en una realidad desordenada y difícil de encasillar o clasificar”.<br />
Por lo demás, los efectos de la globalización, afirma Seib, incluyen un nuevo sentido de<br />
responsabilidad. Las nuevas tecnologías tienen efectos y los usuarios responsabilidades, pues<br />
ante los grandes cambios no son simples espectadores. Por tanto, los nuevos medios pueden<br />
tener usos negativos o positivos. Por una parte, un arma infalible para los terroristas, por la otra,<br />
contribuyen a los gobiernos a ser más transparentes y sensibles a las demandas ciudadanas. En<br />
manos de terroristas, los nuevos medios son armas bastante eficaces, son una herramienta que<br />
los conecta, que puede diseminar sin ninguna barrera su ideología y terror por todo el mundo.<br />
Los gobiernos, especialmente los comprometidos con la libertad de prensa, dice Seib, no han<br />
sabido cómo deben lidiar con el uso de medios de comunicación para propósitos “malignos”<br />
(terroristas): “el próximo ataque de Al Qaeda no será dirigido necesariamente desde la cueva por<br />
Osama bin Laden, sino desde celulares conectados por Internet alrededor del mundo”.<br />
Los nuevos medios, cuando tienen un uso positivo, contribuyen al surgimiento del<br />
periodismo ciudadano, en especial en Estados con regímenes autoritarios que asfixian a los<br />
gobernados. Garry Kasparov, principal líder de oposición del poderoso líder ruso Vladimir Putin,<br />
declaró: “la web se ha convertido en el último refugio para la disidencia en mi país”. El campeón<br />
ajedrecista se refiere, entre otras experiencias virtuales, al blog Russia Live Journal que tiene 2.2<br />
Derecho a Comunicar | Número 4 | Enero – Abril 2012<br />
ISSN: 2007-137X
RESEÑA: El efecto Al Jazeera<br />
millones de visitas semanales, la mitad de internautas fuera de Rusia. Asimismo, el flujo de<br />
información de abajo hacia arriba se percibe en otras experiencias, como en el periódico Ohmy<br />
News, en Corea del Sur, en donde 60 mil periodistas ciudadanos alimentan diariamente la<br />
redacción. Otro efecto positivo es que la hegemonía occidental en torno al flujo de información<br />
internacional también disminuye con el surgimiento de los canales satelitales de televisión;<br />
Telesur, desde Venezuela, cumple esa función. La televisora, dice Hugo Chávez, contrataca la<br />
“dictadura” de las gigantescas redes internacionales de medios: “¿Por qué todo lo que se dice<br />
sobre nosotros debe salir de un canal desde el norte como CNN?” Aunque su influencia es<br />
considerable, Seib vaticina que en un futuro Telesur será un actor relevante en la integración de<br />
América Latina.<br />
269 <br />
En la segunda parte (capítulos cuatro y cinco) el autor afirma que el concepto de<br />
soberanía tradicional está mutando, que los nuevos medios de comunicación han creado un<br />
piso común que permite que una nación (“comunidad política imaginaria”) permanezca unida sin<br />
fronteras convencionales. La explicación de Seib se inserta en una discusión contemporánea<br />
que discute si como consecuencia de la interacción de ciertas variables (era de la información,<br />
globalización y terrorismo internacional) la soberanía tradicional propia del sistema de Westfalia<br />
ha mutado a un nuevo arreglo global (post Westfalia), en el cual la gobernanza y seguridad de<br />
los Estados y los ciudadanos no se circunscribe a las fronteras nacionales (Falk, 2002). Una<br />
evidencia de esto, dice el autor, es la “virtual soberanía del Kurdistán”: “la interactividad (de los<br />
nuevos medios) no solo alienta a los kurdos a recibir información, sino que también a estar en<br />
contacto unos con otros”; mientras el acceso a Internet siga creciendo, continúa el autor, el<br />
involucramiento personal con el Estado virtual será más importante, pues se alimentará la idea<br />
de pertenencia a la gran comunidad Kurda: “los nuevos medios pueden reforzar la identidad<br />
nacional”.<br />
Seib echa mano una vez más de la variable culturalista, propia del Choque de<br />
Civilizaciones, pues es el nacionalismo, catapultado por los nuevos medios, el elemento<br />
unificador del cambio. No obstante, deja de lado que en la era de la información, como apunta<br />
Castells (2010), los elementos definitorios son las redes globales que operan no por su<br />
identificación cultural, sino dependiendo del valor de cambio de cada una; por ejemplo, en la<br />
red financiera (el sistema financiero), los flujos de dinero; en la red de medios de comunicación<br />
(las trasnacionales y los grandes medios), la información.<br />
Por lo demás, el Kurdistán virtual, dice Seib, se ha convertido en un actor relevante en la<br />
región; sin embargo, el verdadero riesgo de estas entidades se comprende mejor a escala<br />
planetaria, en la comunidad musulmana virtual, la “ummah virtual”. Este Estado opera en un<br />
ambiente con identidades reforzadas, que tiene cohesión, con movilidad geográfica, financiera y<br />
tecnológica propia de la globalización; no tiene una jerarquía tradicional pues no es una<br />
organización ni una red, es una entidad política con objetivos unificados e intercambio de<br />
información: “si la televisión y la Internet son proveedores de un ambiente conducente al<br />
discurso islámico y a servir como plataforma en la que se pueda construir un nuevo nivel de<br />
cohesión entre la ummah y sus 1.3 millones de miembros, el balance de la geopolítica global se<br />
puede alterar significativamente”.<br />
No obstante, el autor no señala que el fundamento último de todo Estado-nación es la<br />
fuerza; la esfera de actuación de éstos está limitada territorialmente, pues reivindican el<br />
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RESEÑA: El efecto Al Jazeera<br />
monopolio legítimo de la violencia dentro de un territorio dado. Entonces, ¿cómo se ejerce el<br />
uso legítimo de la fuerza en el Estado virtual del Kurdistán o en la “ummah virtual”?<br />
El Estado virtual, profundiza el catedrático de la Universidad del Sur de California, puede<br />
tener uniformidad de propósitos y deseos de cohesión (como el Estado virtual del Kurdistán), o<br />
ser más nebuloso (como en la “ummah virtual”) o, incluso, tener la capacidad de hacer la guerra,<br />
aunque sobre esta característica solamente nos ofrece un ejemplo: la organización terrorista Al<br />
Qaeda: una confederación con afiliados alrededor del mundo, sin jerarquía tradicional, con<br />
mayor lealtad hacia la organización que al líder, con alto intercambio de información y<br />
sofisticado uso de nuevos medios (“los medios globales ayudan considerablemente a Al Qaeda”).<br />
270 <br />
Los nuevos medios ofrecen a las organizaciones terroristas una gran cantidad de<br />
oportunidades para llegar a la audiencia global, como en el caso de la revista virtual Sawt Al-<br />
Jihad (Voz de la Jihad), en la cual se incita al terrorismo global (“¡Salgan afuera a luchar en aras<br />
de Alá!”). La mitad de la batalla, dice el autor, es mediática: “Si Bin Laden no tuviera acceso a los<br />
medios globales, la comunicación satelital e Internet, solamente sería un hombre irritable en una<br />
caverna.” Desde la “soberanía virtual del Kurdistán” hasta la organización terrorista Al Qaeda,<br />
pasando por la “ummah virtual”, nos encontramos, argumenta Seib, ante una categoría nueva, el<br />
“Estado virtual”.<br />
Lamentablemente, la flexibilidad del término, más que una virtud, refleja una falta de<br />
profundidad, una entidad política muy amplia, que aunque deja ciertas interrogantes (¿a partir de<br />
qué se habla de “Estado virtual” y no de organización trasnacional?) es un esfuerzo por<br />
sistematizar y entender los nuevos fenómenos de comunicación política a escala global.<br />
En la última parte (capítulos seis y siete) Seib afirma que los nuevos medios reestructuran<br />
el balance entre gobierno y gobernados, juegan un rol determinante en el cambio<br />
político, pues un “ingrediente esencial de las revoluciones no violentas es una sociedad civil<br />
suficiente con capacidad de influir en los medios independientes, y poder para movilizarlos e<br />
influir en la población”. Aunque la influencia de los medios en el cambio político es cada vez<br />
mayor, el efecto, precisa el autor, es situacional, depende de otras variables (“como la<br />
determinación de la gente a actuar”). Con esto Seib se adhiere a la tesis según la cual los nuevos<br />
medios empujan el proceso político a una mayor apertura (democratización). Esto se observa en<br />
2004 en Ucrania, en donde la “Revolución Naranja” se reforzó mediante la cobertura del<br />
periódico virtual Pravda Ukaine y a la televisión por cable Channel 5, los cuales revelaron,<br />
primero, al 12 por ciento de la población que tenía acceso a ellos, luego a toda la población, el<br />
fraude que la cúpula política perpetró el día de la elección.<br />
El caso más emblemático de este proceso democratizador, dice Seib, se encuentra en<br />
Medio Oriente, al que le dedica un capítulo completo (capítulo siete). Aunque ya se ha estudiado<br />
el impacto que las comunicaciones pueden tener en la liberalización política entre países<br />
geográficamente próximos y culturalmente similares (Huntington, 1994), el argumento de Seib<br />
es más profundo ya que, siguiendo a Lynch (2006), percibe en Medio Oriente la conformación<br />
de una nueva esfera pública que, entre otras cosas, promueva un cambio político, un “Glasnost<br />
Islámico” diría Miles (2005).<br />
Para Seib, igual que para el orientalista Bernard Lewis, respecto a la democratización en<br />
esa región “las cosas, de hecho, habían ido muy mal”, pues han padecido varios tipos de<br />
regímenes autoritarios y dictatoriales. Pero esta nueva esfera pública, afirma optimista,<br />
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RESEÑA: El efecto Al Jazeera<br />
promueve la reducción de la tensión, por un lado, y acerca el mundo árabe al resto de la<br />
comunidad global, por el otro. En este “Glasnost Islámico”, Al Jazeera, la televisora satelital<br />
creada en 1996 por el Emir de Qatar, Hamad bin Khalifa, juega un papel preponderante. Las<br />
razones del éxito periodístico de la televisora se encuentran, entre otras cosas, en su credibilidad<br />
y en su capacidad de mostrar en la pantalla la realidad con ojos árabes. El canal satelital<br />
demostró que en el mundo islámico, al igual que otras regiones, la gran mayoría de la<br />
información, sobre ellos mismos, era manufacturada en canales de Occidente (Said, 2000).<br />
Ahora, afirma Wadah Khanfar, director general de Al Jazeera, “toda la discusión que está<br />
sucediendo en la región es trasmitida por nuestra pantalla”.<br />
271 <br />
Con la llamada “primavera árabe” la tesis de Seib ha cobrado fuerza. “Gracias Al Jazeera”,<br />
fue una de las muchas pancartas que enarbolaban los tunecinos en las plazas tras la caída del<br />
dictador Ben Ali. Bajo las tesis de Seib, la televisión satelital, los blogs, las redes sociales y los<br />
mensajes telefónicos demostraron que la información es uno de los insumos más importantes<br />
del cambio social. No obstante, el mecanismo causal (primero twitteo, luego hago la revolución)<br />
no es muy claro, pues hay una buena cantidad de variables que, de una u otra forma, explican<br />
mejor los cambios sociales, la “primavera árabe”. Por ejemplo, si bien es cierto que la televisión<br />
satelital y otros medios incidieron en la articulación y difusión de información en torno a las<br />
protestas que derrocaron en 2011 al dictador egipcio Mubarak, lo cierto es que el colapso del<br />
régimen se explica más a la luz de ciertas variables estructurales y sistémicas, tales como el<br />
hartazgo por la corrupción imperante en la élite del poder, la falta de oportunidades para la<br />
juventud y el papel que tuvieron el Ejército y las potencias internacionales, especialmente<br />
Estados Unidos, durante las revueltas. Por ello, habría que preguntarse cuánto pesan realmente<br />
los nuevos medios en el cambio político.<br />
Aunque en El efecto Al Jazeera Seib deja algunos cabos sueltos, presenta conceptos<br />
llamativos pero difusos (“Estados virtuales”) y mantiene una retórica orientalista (“ellos contra<br />
nosotros”), la tesis central es correcta: los medios no son sólo eso, sino actores y mecanismos<br />
que, en varios niveles, alteran diferentes escalones de la política global.<br />
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RESEÑA: El efecto Al Jazeera<br />
REFERENCIAS<br />
Castells, Manuel. Comunicación y poder. Madrid: 2010, Alianza Editorial.<br />
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Falk, Richard. “Revisiting Westphalia, Discovering Post-Westphalia”, The Journal of Ethics, vol. 6,<br />
no. 4, 2002.<br />
Huntington, Samuel. “The Clash of Civilizations”, Foreign Affairs, 22, 2002.<br />
Huntington, Samuel. La tercera ola. La democratización a finales del siglo XX. Barcelona: 1994,<br />
Paidós.<br />
Lynch, Marc. Voices of the New Arab Public. Nueva York: 2006, Columbia University Press.<br />
Miles, Hugh. Al-Jazeera, The Inside Story of the Arab News Channel that is Challenging the West.<br />
Nueva York: 2005, Grover Press.<br />
Said, Edward. “El choque de ignorancias”. El País, 16 de octubre de 2001.<br />
Said, Edward. Cubriendo el Islam. Madrid: 2000, Debate.<br />
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