El dilema del líder: ¿Ser apolíneo o dionisíaco? - Coparmex
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Mi yo y mi ego viven en continuo dialogo o competencia, pero<br />
paradójicamente mientras más inseguro y más baja autoestima tengo, más<br />
busco máscaras y medallas que ponerme. La persona con baja autoestima es<br />
la más proclive a desarrollar egos fantásticos, a dominar y estorbar a quien<br />
pueda. Lo vives en la mayoría de los trámites burocráticos: obstaculizar es el<br />
ego <strong>del</strong> burócrata.<br />
Generalmente habla primero y domina el ego sobre el yo. Ambos cohabitan<br />
juntos a veces de acuerdo, pero generalmente en divergencia: quién es<br />
superior a quién y qué imagen proyecta el yo, que no le agrada al ego<br />
o qué historias pasadas acepta el yo, pero que al ego le disgustan, por<br />
remordimientos o rencores. Los recuerdos se ajustan más al ego que al yo,<br />
pues la memoria es buena para recordar lo que le agrada al ego y para olvidar<br />
a personas y acciones que le molestan.<br />
¿Con cuáles personas soy aceptado en mi yo, cómo soy realmente, pero no<br />
en mi ego? Con las que me aman, me conocen y me toleran. ¿Cuántos son mis<br />
competidores o enemigos? Pues mi relación puede ser de dominante o de<br />
dominado, de admirado o despreciado, de ejemplo o de vergüenza para los<br />
cercanos o para la opinión de quienes personalmente ni conozco, sobre todo,<br />
si soy hombre público, pues en política o en negocios o en el mundo social,<br />
hay esferas en las que mi ego disfruta, sufre o compite con los egos ajenos.<br />
Está perdido el director con baja autoestima al que le guste rodearse de<br />
admiradores dóciles y complacientes cortesanos. Al director maduro le gusta<br />
rodearse de gente mejor que él, cada quien en su área: los apoya, los escucha<br />
y no compite, solo unifica la planeación y acción.<br />
Sartre, el filósofo de la angustia existencial, decía: “<strong>El</strong> infierno son los otros”.<br />
Aquí está expresando la mejor definición de infierno, donde conviven egos<br />
absolutos frustrados aborreciéndose unos a los otros. Puede haber familias,<br />
empresas, clubes, sindicatos o partidos, preludios <strong>del</strong> infierno. Mi yo y mi ego<br />
no sobreviven sin la comparación y la competencia con los otros.<br />
Al ego se le dificulta amar y el yo tiene que aprender a colocar a los demás en<br />
su lugar de aprecio, que es el comienzo <strong>del</strong> amor. Atrapar los yo de otros hasta<br />
fusionarse en un tú-yo o un yo-tú con la familia, con los <strong>del</strong> equipo de trabajo,<br />
en un solo rostro de unidad es el comienzo de un buen matrimonio y de una<br />
<strong>del</strong>egación de autoridad a altos niveles. En México, por desgracia, para la<br />
mayoría, todo es competir y oponerse, abunda la baja autoestima en busca de<br />
dominación.<br />
Los grandes <strong>líder</strong>es, Gandhi, Man<strong>del</strong>a, Churchill, no requirieron de “ingeniería<br />
de imagen” pues se aceptaban plenamente en lo bueno y en lo malo, dueños<br />
de una auténtica personalidad y no tenían baja autoestima o, como antes se<br />
decía, no estaban acomplejados. Sus activos <strong>del</strong> espíritu, tanto el humanístico,<br />
el la verdadera cultura, como el sentido religioso de su vida estaban sólidos.<br />
Los falsos <strong>líder</strong>es generalmente han sido ateos o panteístas (el cosmos es Dios),<br />
los verdaderos han tenido por lo general un sentido trascendente de su vida.<br />
<strong>El</strong> amor pleno se logra cuando el yo no necesita acordarse continuamente de<br />
sí mismo. La salud mental extrema se da cuando en el sentido de mi vida son<br />
los otros tan apreciados hasta la identificación de su yo real con mi yo, en una<br />
realidad que hace posible la aceptación de mi yo real con mis ligeros egos, por<br />
los demás, en mi familia, empresa, asociación etcétera. Porque yo acepto los<br />
pequeños egos de los otros y hasta se los alabo en ocasiones.<br />
La disyuntiva es: libre de mi ego<br />
para poder volverme hacia los<br />
demás, o libre de los demás para<br />
concentrarme en mí mismo como<br />
el máximo neurótico. Torre cerrada<br />
donde disfruto y sufro al mismo<br />
tiempo contemplando mi egoteca,<br />
compitiendo, envidiando o rumiando<br />
rencores.<br />
Las neurosis están más en los hijos de<br />
los ricos que en los pobres, porque<br />
confunden el tener y el mandar, o<br />
sea el ego, con el ser real <strong>del</strong> yo, y<br />
el poder humillar con el liderazgo<br />
constructivo. <strong>El</strong> ego máximo se<br />
alcanza cuando el ego ha tomado<br />
posesión <strong>del</strong> yo y se identifica con<br />
el olvido o el odio de los otros, lo<br />
mismo familiares que socios que<br />
miembros <strong>del</strong> partido. Cree que sólo<br />
él lo puede todo.<br />
La paranoia es un síndrome cargado<br />
de egos irreversibles. Es una<br />
enfermedad que no duele, antes<br />
agrada, frecuente en políticos y<br />
empresarios de éxito, y que tiene<br />
varios momentos. Primer momento:<br />
“No me ames, admírame”. Segundo:<br />
“Témeme aunque no me hagas caso<br />
y me desprecies”. Tercero: “Publica<br />
mis cualidades y virtudes, aunque no<br />
creas en ellas”. Por último, cuando ha<br />
sido abandonado por los seguidores,<br />
“a dónde huyo o me escondo”, pues<br />
las estructuras de mis egos se han<br />
desmoronado y regreso a la realidad<br />
solitaria <strong>del</strong> tirano, <strong>del</strong> frívolo o <strong>del</strong><br />
hombre vacío. <strong>El</strong> final de la paranoia<br />
es la obsesión de huida: puede llegar<br />
al suicidio.<br />
<strong>El</strong> ego crea sus estructuras de<br />
soporte: el dinero, el puesto, la<br />
credencial <strong>del</strong> nombramiento, las<br />
relaciones, los títulos. Hay la pequeña<br />
pantalla (hobby) de quienes se creen<br />
los mejores cazadores, pescadores<br />
o deportistas, expertos en fiestas,<br />
en buen comer o en pequeñas<br />
vanidades que aunque no les dan<br />
un desarrollo integral, sí logran cierta<br />
felicidad que los entretiene y les<br />
proporciona amigos. Estas pueden<br />
ser muy buenas aficiones positivas si<br />
ENTORNO 23