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VILA-REAL JUNTA CENTRAL SEMANA SANTA 2015<br />
Pregón 2014<br />
Mensaje integral<br />
Pero además los discípulos deben acoger un<br />
mensaje completo, integral. Es decir, Jesús anuncia<br />
que va a morir pero también que va a resucitar.<br />
El Papa constata que “hay cristianos cuya opción<br />
parece ser la de una Cuaresma sin Pascua” (EG 6)<br />
o que hay evangelizadores con “cara de funeral”,<br />
tristes y desalentados (EG 10).<br />
Si el núcleo de la buena nueva es el anuncio<br />
de la Pascua que comprende muerte y resurrección,<br />
la acogida integral y no parcial de este mensaje<br />
sigue siendo ayer como hoy un reto. El dolor,<br />
las duras experiencias nos suelen dejar heridos.<br />
¿Cómo creer en el ser humano si constantemente<br />
asistimos al espectáculo de guerras e injusticias?<br />
¿Cómo creer en la posibilidad de un mundo mejor<br />
si el mal parece vencer al bien?<br />
Es decir, la historia, la realidad, parecen desmentir<br />
la promesa de vida que se nos anuncia.<br />
Sin embargo, esto no es para quedarse en una<br />
cuaresma o una semana santa sin Pascua. Los<br />
cristianos creemos que el sufrimiento no puede<br />
tener la última palabra: “Reconozco –dice el Papa<br />
Francisco- que la alegría no se vive del mismo<br />
modo en todas las etapas y circunstancias de la<br />
vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma,<br />
y siempre permanece al menos como un<br />
brote de luz que nace de la certeza personal de<br />
ser infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo<br />
a las personas que tienden a la tristeza por<br />
las graves dificultades que tienen que sufrir, pero<br />
poco a poco hay que permitir que la alegría de<br />
la fe comience a despertarse, como una secreta<br />
pero firme confianza, aun en medio de las peores<br />
angustias” (EG 6).<br />
La otra forma de vivir parcialmente el mensaje<br />
pascual es vivir “una Pascua sin cuaresma”, o<br />
mejor, vivir la resurrección sin pasión y muerte,<br />
sin Semana Santa. Se trataría de un mesianismo<br />
triunfal, que es el que proyectaban los discípulos,<br />
y que puede tener diferentes formas y manifestaciones<br />
en la actualidad. Lo llamamos “alegría barata”,<br />
“fuertes experiencias” que no dejan nada,<br />
apariencia, superficialidad, etc. Es decir, la felicidad<br />
reducida al ras de lo humano sin otro horizonte<br />
que uno mismo o que un puro sentimiento.<br />
El mensaje de la Pascua en realidad se conecta<br />
con la experiencia de todo ser humano. Mientras<br />
vivimos no hay felicidad químicamente pura<br />
diríamos, que no comporte sufrimiento, ni tampoco<br />
dolor que no deje espacio a la alegría. Estos<br />
dos polos nos someten a una especie de tensión<br />
que cada uno resuelve de distinta manera y que<br />
se polarizan y simplifican en las dos posturas que<br />
he mencionado anteriormente: una cuaresma sin<br />
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Pascua o una Pascua sin cuaresma.<br />
¿Cuál es la novedad del mensaje cristiano?<br />
Que de la muerte se saca la vida. Y esto que a nivel<br />
lógico es una paradoja, a nivel existencial es posible<br />
porque es lo que Cristo ha hecho. En la película<br />
de La Pasión, de Mel Gibson, hay una escena al<br />
mismo tiempo que estremecedora, muy sugerente.<br />
Cuando Jesús cae con la cruz camino del calvario,<br />
le sale al paso su madre. A ella le dice: “yo estoy<br />
haciendo algo nuevo” (Is 43,19). Se trata de una<br />
frase del profeta Isaías que, dicha en este contexto,<br />
remueve cualquier sistema razonable porque parece<br />
imposible desde esa situación esperar en algo<br />
diferente a la muerte. Sin embargo, es que la novedad<br />
fundamental consiste precisamente en esto:<br />
sacar de la muerte la vida, en definitiva una nueva<br />
creación.<br />
Nosotros, como en otros pueblos y ciudades,<br />
celebramos esta novedad en la procesión del Encuentro<br />
con el Resucitado, la mañana del domingo<br />
de Pascua. Si María comparte los sufrimientos con<br />
su Hijo y con nosotros sus hijos y, por eso, sale<br />
en nuestros pasos como Madre Dolorosa, de las<br />
Angustias, de la Piedad o de la Soledad, también<br />
Ella comparte las alegrías y, por eso, igualmente<br />
la invocamos con tantas otras advocaciones que<br />
lo expresan, como Madre de la Esperanza o de<br />
Consolación (como se la veneraba en esta misma<br />
capilla en otros tiempos). Ninguno de los dos encuentros<br />
de Jesús con su Madre, ni el de la caída<br />
camino del Calvario ni el de la mañana de Resurrección,<br />
aparecen en los textos evangélicos, son<br />
fruto de la piedad popular que sabe de los caminos<br />
del amor humano y desde ahí comprende y se abre<br />
al amor de Dios y a la novedad y la alegría de la<br />
Resurrección.<br />
Esta verdad se intuye mejor participando no<br />
solo de las procesiones y oficios del Jueves y Viernes<br />
Santo, sino empapándose de la riqueza de la<br />
vigilia Pascual en la que se canta un bellísimo pregón<br />
que repite “esta es la noche”: noche en que se<br />
rompen las cadenas de la muerte, es la noche que<br />
conoció el momento en que Cristo resucitó, será la<br />
noche clara como el día, ¡qué noche tan dichosa en<br />
que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo<br />
divino (Pregón Pascual).<br />
Vivimos muchas noches, noches del dolor que<br />
nos parecen interminables, incapaces de engendrar<br />
la mañana. Muchos de nuestros hermanos viven<br />
anclados en la noche de la crisis, la noche de la<br />
desesperanza, del sinsentido, de la injusticia, de la<br />
pérdida de un ser querido. Pues bien, imaginemos<br />
lo que supone escuchar “ésta es la noche”. Esta es<br />
precisamente tu noche, la noche en la que todo se<br />
cambiará. La noche capaz de generar luz.